imperio de la ley y constitucionalismo.

Anuncio
IMPERIO DE LA LEY Y
CONSTITUCIONALISMO.
UN DIÁLOGO ENTRE MANUEL ATIENZA Y
FRANCISCO LAPORTA
Manuel Atienza
-
y latinoamericana de las últimas décadas. Al jurista que no sea al misben contribuciones fundamentales sobre el concepto de libertad, la relación entre el Derecho y la moral, el concepto y la fundamentación de
escritos. Ahora acaba de publicar un libro, en la Editorial Trotta, que
El imperio de la ley. Una visión actual.
cido diario español, una recensión a ese libro que, por exigencias pereseña completa (en realidad, no tan larga), porque me parece que puede dar un contexto adecuado para embarcarme con él en una conversa-
El imperio de la ley y sus enemigos
Aunque nuestro sistema educativo y las “páginas culturales” de los
medios de comunicación no parezcan tenerlo muy en cuenta, resulta
imposible entender algo del mundo social y orientarse en él si no se po-
ISONOMÍA No. 31 / Octubre 2009
206
MANUEL ATIENZA
cisco Laporta es que si las exigencias del imperio de la ley no están razonablemente satisfechas, lo que se pone en peligro no es sólo el buen
personal, la capacidad de los individuos para controlar su vida y sus
proyectos.
No existe, como cabe imaginar, una única manera de entender en
qué consiste el imperio de la ley, en cuanto componente central del Estado de Derecho, y cuáles son sus exigencias. Laporta otorga cierta relevancia a una contraposición efectuada por Dworkin entre la “concepción-libro de reglas” y la “concepción-derechos”. De acuerdo con la
citamente establecidas en un libro público accesible a todos. Mientras
que la segunda pone el énfasis en el reconocimiento de derechos para
todos los ciudadanos, en la accesibilidad a los tribunales para reivindicarlos, en la importancia de los principios y de la justicia sustantiva
como algo que está más allá de la justicia simplemente formal. Laporta es un convencido (y persuasivo) defensor de la primera de esas dos
concepciones porque, en su opinión, entre ambas no hay una verdadera oposición y porque el imperio de la ley (tal y como él lo entiende) es
una condición necesaria para la persecución de todo ideal de justicia.
“ideal regulador” que ofrece el autor, supone echar mano no únicamentambién de muchas herramientas provenientes de campos ajenos en
porta ofrece una visión original de la racionalidad, de las normas, de
los valores, de las fuentes del Derecho o de la interpretación. En su método expositivo juega un papel destacado una serie de contraposiciones
decisionismo, reglas frente a principios, ley frente a constitución, subsunción frente a ponderación, positivismo frente a constitucionalismo,
interpretación literal frente a interpretación teleológica y valorativa,
etcétera.
IMPERIO DE LA LEY Y CONSTITUCIONALISMO. UN DIÁLOGO ENTRE...
207
dora, sino que el leit motiv de su obra consiste más bien en resaltar el
valor profundo que subyace a cada uno de los conceptos que aparecen
subestimar ese valor o a poner excesivamente el énfasis en los otros
conceptos de cada par). Como el autor ejecuta esta última operación
de manera muy matizada, el lector puede tener alguna duda en relación
con quiénes son realmente los enemigos del imperio de la ley, contra
-
representantes del llamado “paradigma constitucionalista”, o de algunos de ellos como Dworkin, Alexy, Nino o Ferrajoli? ¿Está realmente
Laporta en contra de quienes parten de la existencia de una contradicción interna en nuestros Derechos, entre la dimensión autoritativa y el
orden de valores expresado en los principios constitucionales, y plantean simplemente la necesidad de reconocer cierta prioridad del segunEn cualquier caso, como quiera que haya que contestar a los anteriores interrogantes, este libro, escrito con una elegancia y claridad admirables, se va a convertir en una referencia ineludible para los especialistas y constituye toda una joya para el interesado simplemente en
parece, nos separa en este asunto. ¿Cuáles son tus razones para estar
en contra, a propósito del imperio de la ley, de lo que suele llamarse
Dworkin, Ferrajoli, etc.)? ¿Estás realmente en contra?
cias actuales, pero lo cierto más bien es que eso es algo que mi argutas y los postulados previos que se contienen en el ideal regulativo que
llamamos ‘imperio de la ley’. Al hacerlo resulta que hay ciertas posiciones teóricas que uno no puede adoptar: por ejemplo, uno no puede
208
MANUEL ATIENZA
escéptica de la interpretación, porque ambas cosas no son compatibles.
mente. Eso es lo que yo he intentado con una idea que es, me parece, la
titucional: el desideratum de que los actos de ejercicio del poder estén
la razón de ser de ese rasgo de nuestros derechos: no es otra que la pro-
ten predominantemente con la forma de reglas. Y me parece importante mantener la conexión entre todos los componentes de esa ecuación:
protección de la persona y control del poder por el derecho y reglas.
plo, postula la disolución del individuo en la
la ley.
, la om-
Pero otros puntos de vista no son, desde luego, antagónicos en ese
sentido. Uno de ellos puede ser el hoy llamado constitucionalismo o
neo-constitucionalismo, por el que tú me preguntas. ¿Qué me separa de
quienes se alinean con él? Quizás sea sólo que quiero corregir la demasiada condescendencia que advierto en algunos autores, no en todos,
hacia ciertos ingredientes que se estiman novedosos de los órdenes ju-
Y eso ha llevado a que durante todos estos años adquiera, tanto en la
tica, esa presencia tan contundente que tiene. No puedo por menos de
señalar que eso también ha generado efectos perversos. Hoy, por ejemplo, el Tribunal Constitucional está literalmente atascado y no puede
IMPERIO DE LA LEY Y CONSTITUCIONALISMO. UN DIÁLOGO ENTRE...
209
sacar adelante con razonable decoro el trabajo que tiene. Empieza ya a
sentenciar con “dilaciones indebidas”.
eso que tú registras como expresión muy usual en estos tiempos: nos
hallamos, se dice, ante un nuevo “paradigma”, ante una nueva forma
aceptar, desde luego, si usamos con cierta precisión esa expresión de
necesarias. No veo la Constitución y su inserción en el ordenamienha venido construyendo a lo largo del siglo XX bajo la inspiración del
positivismo. Por supuesto que la Constitución introduce ingredientes
nuevos que son importantes, sobre todo si se subrayan algunos rasgos
como la rigidez, el especial lenguaje de valores y principios, o la aplicabilidad directa, pero no creo que ello dé lugar a una diferencia cualaciones entre la ley y el reglamento, por ejemplo, y los enfoques nuevos
que abordan la relación entre la constitución y la ley. A veces parece que la Constitución ha venido poco menos que a inventar el lenguaje y el derecho. Y esto me parece más bien producto de un énfasis en la
norma constitucional quizás bien intencionado, pero equivocado. Desde la óptica teórica de mi libro, el constitucionalismo es importante,
pero no es sino una prolongación del ideal del imperio de la ley hasta la
norma constitucional. Nada más y nada menos.
Hay además algunos problemas serios que ese constitucionalismo
tencia o vigencia de una constitución lo que importa, y lo que activa la
Alemania. Es decir, parece que tenemos que conformarnos con lo que
desde Bentham se llama una “jurisprudencia particular” frente a una
que una posición de este tipo sitúa al que la mantiene en una especie
de ciego positivismo de la Constitución, y de la Constitución del pro-
210
MANUEL ATIENZA
positivismo legalista y cae de lleno en una suerte de positivismo constitucionalista al que no le encuentro mejoras muy notables. Para justimente, me parece, ingredientes valorativos: se habla, por ejemplo, de
o no serlo. Yo, como sabes, no tengo ninguna fe a priori en los contenidos de las constituciones. Muchas están llenas de provisiones absurdas u oportunistas y no veo la razón que nos pueda llevar a admitirlas
siempre y en todo caso como un ‘derecho superior’ que nos fuerza a la
se habla de Constitución se hace referencia a un concepto material de
constitución que incluye un amplio abanico de postulados morales. Es
dotada de rigidez y con la que hay que contrastar el contenido de las leyes, sino de una ambiciosa panoplia de exigencias morales que se supone que hay que poner a contribución a la hora de resolver los casos.
cluso de concepción general del derecho. Porque esos postulados morales no son vinculantes porque aparezcan en una Constitución, pues
seguramente hay bastantes constituciones en que no aparecen todos o
algunos de ellos, sino que son vinculantes por su fuerza moral. Entonces la función del juez es hacer efectivos esos enunciados morales, y como consecuencia de ello la aplicación del derecho no aparece
como un caso especial de razonamiento práctico con limitaciones propias que no puede traspasar, sino como un razonamiento práctico tout
court, sin limitación alguna. Los jueces obrarán entonces sobre la base
de un razonamiento moral abierto, que les hace sentir, sin embargo,
dos razones; primero porque no creo que los jueces estén preparados
para este tipo de razonamiento. Nuestros jueces son muy diestros en el
de los Estados Unidos para comprobarlo. O leer esos fallos nuestros en
IMPERIO DE LA LEY Y CONSTITUCIONALISMO. UN DIÁLOGO ENTRE...
211
zonamiento moral de importancia, sino simplemente la expresión apoyo sé, el nuevo “paradigma” no ha llegado a tanto como para afectar el
nuevo proceso de elaboración de los planes de estudios o las coordenadas de la formación del personal judicial.
dor del ideal del imperio de la ley, como yo lo soy, son dos cosas: una
ta mucho, pero al precio de que algunos poderes, y en particular el del
creadas por ellos. La segunda cosa es que se ha dejado a un lado demasiado contundentemente la idea de respeto a la ley como emanación
de la voluntad general. La ley es más bien un producto de gentes sospechosas de parcialidad que se puede poner en cuestión mediante una
llamada falacia del nirvana: los jueces, liberados de sus deseos y con-
y debilidad de la voluntad de legisladores y grupos de presión. El gran
juez Hércules poniendo orden en el desaguisado que crea una simple
pandilla de borrachos. Pero el proceso democrático no debe ser tratado
gencia con una argumentación moral que muchas veces, como tú sabes
selfrestraint. Y eso que, como sabes, yo soy muy consciente de lo mal que
M. A.: Tu respuesta plantea tantos problemas (no en el sentido de
212
MANUEL ATIENZA
serie de comentarios (que, por lo demás, envuelven seguramente más
de una pregunta).
titucionalismo” que, en cierto modo, era el objetivo de la anterior precon las posturas (teóricas) que cabe adoptar frente al hecho (digamos,
práctico) de la constitucionalización de nuestros Derechos. Una con-
autores como Guastini, Comanducci o, en general, la “escuela genovesa”). Y la tercera postura es la de quienes piensan que el nuevo fenó-
como sabes, me incluyo en este último grupo. En un librito que he puro hemos defendido la tesis de que nuestros Derechos están atravesados por una tensión entre el componente autoritativo o institucional y
o, por lo menos, en no haber dado toda la importancia que tiene a este
segundo componente que, para nosotros, tiene incluso cierta prioridad
sobre el primero.
al respecto; lo que, sin embargo, no parece valer en tu caso. Quiero de-
nuevo “paradigma” teórico). Pero, por otro lado, en relación con tu manera de ver la moral (mucho más objetivista que la de Ferrajoli: pienso,
IMPERIO DE LA LEY Y CONSTITUCIONALISMO. UN DIÁLOGO ENTRE...
213
por ejemplo, en tu concepción de los derechos humanos) y la importanmás bien entre Ferrajoli y los no positivistas (los “constitucionalistas”
en el sentido más fuerte de la expresión). Pudiera ser que la “anomatambién que su explicación fuera otra, con lo que paso a mi segundo
comentario.
presión “paradigma” se está usando de manera imprecisa (parece que
-
va y sustancial. Me remito de nuevo a tu concepción sobre los derechos
humanos. Un aspecto fundamental de la misma consiste en la idea de
que la noción de “derecho” no hace referencia tanto a normas como a
dicos no hay sólo relaciones lógico-deductivas, sino también relaciones
bir un jurista positivista, en el sentido en el que habitualmente emplealos derechos humanos tiene más bien poco que ver con la manera de
Con ello paso a mi tercer comentario. Un problema serio que ves en
-
y otra completamente particular (circunscrita al Derecho de un determinado Estado: el Derecho alemán, español o inglés) hay espacio para
de los Estados constitucionales y que pueda servir, en consecuencia,
hay que incluir, claro, al inglés, aunque ello no deje de plantear problemas de ajuste más o menos complicados). Y la segunda observación es
214
MANUEL ATIENZA
mativa). Como bien sabes, eso es algo que estaba en el trasfondo de la
discusión Hart-Dworkin a propósito del famoso Poscript del primero;
ba la razón.
-
al razonamiento práctico tout court. Pero quizás soy algo menos escéptico que tú a propósito de la ponderación o, mejor dicho, a propósito
del uso que de ese procedimiento hacen nuestros tribunales. No pretenlos jueces españoles; entre otras cosas porque, en mi opinión, la práctica argumentativa es bastante heterogénea (no creo que hoy pueda haque, en términos generales, esa práctica ha mejorado notablemente,
precisamente desde la entrada en vigor de la Constitución, y que hoy
pueden encontrarse buenos ejemplos de uso (más o menos consciente) de eso que llamamos “ponderación” y que, por lo demás, me parece que es un procedimiento bastante menos misterioso y bastante más
simple de explicar de lo que suele suponerse. De todas formas, hay que
reconocer que, incluso en el caso de las mejores sentencias, la práctica argumentativa española (pienso sobre todo en la del tribunal constitucional) adolece de un defecto que puede parecer menor pero que,
en realidad, no lo es: las sentencias son de una extensión desmesurada
lo que suele tener como consecuencia una falta de precisión y de cladas y criticadas racionalmente. Estoy, por lo demás, completamente de
discutir) en serio sobre la selección y formación de los jueces. ¿Pero no
bios que supone el modelo constitucionalista?
al imperio de la ley: el riesgo de que el juez abandone el sometimiento
de que la ley es la emanación de la voluntad general. No digo que no
IMPERIO DE LA LEY Y CONSTITUCIONALISMO. UN DIÁLOGO ENTRE...
215
tengas razón en señalar esos riesgos (y, desde luego, la tienes al defender que el juicio de constitucionalidad de las leyes debe someterse a un
enérgico ejercicio de auto-restricción por parte de los jueces). Pero hay,
encarar la complicada dialéctica jueces-legisladores. Uno es que existen, creo yo, elementos objetivos (que no dependen de la “voluntad”
de los jueces ni de la de los teóricos del constitucionalismo) que hacen
que el poder de los jueces tienda en nuestros sistemas a incrementarse
en relación con el de los legisladores; un Derecho en el que los principios asumen un papel mucho más importante del que tuvieron en el
pasado lleva, inevitablemente, a ese incremento de poder; y no parece que estuviéramos dispuestos a prescindir de nuestras Constituciones
aunque la argumentación de los tribunales no obedezca, por supuesto,
a las reglas del discurso racional, sin embargo, se alejan probablemente
menos de ellas que las discusiones y negociaciones que tienen lugar en
los parlamentos (y, sobre todo, fuera de los parlamentos, pero que son
decisivas para determinar el contenido de nuestras leyes). El Estado de
Derecho parece haber tenido más éxito (quizás porque era más fácil) al
diseñar las instituciones judiciales que las legislativas. El problema de
tiva, entendiendo por “crisis”, sobre todo, el hecho de que las instituciones “representativas” están sometidas a un proceso de erosión que
que una disminución del poder de los jueces (si ello llegara a tener lude las instituciones representativas (democráticas). Creo que esa es una
nomio gobierno de las leyes-gobierno de los jueces.
nosotros dos a propósito de la manera de entender el imperio de la ley
o el constitucionalismo es más bien una cuestión de acento. Pero no ignoro tampoco que los acentos pueden tener una importancia que no es
sólo retórica.
troducen, de hecho, todos los temas que hoy nos preocupan. Trataré de
mostrar como se ven algunos de ellos desde donde yo estoy. Porque quizás sólo se trate de una cuestión de miradas, aunque seguramente hay
216
MANUEL ATIENZA
algo más debajo. Acabo de leer una hermosa sentencia de Alexandr
Herzen que me parece expresar bien lo que siento cuando surgen discrepancias o desacuerdos entre mis ideas y las tuyas (o las de Pep Aguique habéis publicado últimamente en ese sugerente libro que mencionas (
).
“Como Jano, o como el águila de dos cabezas, mirábamos en direcciorencias que ahora parecemos tener se deben a que todos estamos animados por el mismo corazón, pero nuestra vista se ha posado en territorios diferentes. Eso es, quizás, lo que tú quieres decir cuando hablas de
“acentos”, “pesos”, etcétera. Y lo que me ha parecido advertir desde el
principio de este intercambio es que quieres recordarme predominantemente el territorio que tú estás mirando, el territorio constitucional.
Pero para tomar posición respecto a tus comentarios lo que yo necesito es recordarte sumariamente el que estoy mirando yo, el que pudiéramos llamar territorio legal. Me parece además (y soy consciente de
tinente enorme, mucho más grande que el que tú miras, seguramente
también más uniforme y aburrido, aunque no por ello menos importansurge ante nosotros en el momento de la controversia judicial, y menos
en el momento de la controversia constitucional. El derecho es sobre
todo ese cúmulo inmenso de conductas cotidianas tan sumamente repetitivas e inertes que ni siquiera somos conscientes de que las podemos
realizar precisamente porque
nuestra casa, educar a los hijos, abrir nuestro automóvil, llegarnos conduciendo a la Universidad, trabajar en nuestro despacho y dar nuestras
clases, ir de compras, abastecernos en el supermercado, almorzar en el
restaurante, viajar de vacaciones, y un largo etcétera, un etcétera enorme, de conductas y actividades cotidianas presididas por una inercia
tan grande que parecen actos inconscientes. Y por lo que respecta a lo
IMPERIO DE LA LEY Y CONSTITUCIONALISMO. UN DIÁLOGO ENTRE...
217
en alguna ocasión tardan demasiado o nos plantean problemas que no
esperamos tendemos a irritarnos y a pensar que algo funcional mal. Y
eso es la vida cotidiana del derecho. Pues bien, visto desde ese territorio, mi libro puede interpretarse también como un mensaje a todos esos
ciudadanos, funcionarios y jueces para decirles que debajo de sus rutinas cotidianas hay algo muy importante, y que si esa vida rutinaria y
tal para nuestras vidas y nuestra cultura: la posibilidad de vivir como
más importantes presupuestos antropológicos de nuestra civilización.
Tú concepción actual del derecho tiende, me parece, a perder de vista esto. Y no es imposible tampoco que incurra en cierto error de persno estará de más que las airee, porque también yo puedo haber cometido ese error.
que se produce en el momento de la creación y aplicación de normas
constitucionales en asuntos especialmente controvertidos, los famosos
mencionado escribes efectivamente que el constitucionalismo contemque yo también puedo haber dado pábulo a ello, porque en la introducción de un libro conmemorativo de los veinticinco años de la Constituconvicción común ha de ser examinada un poco más detenidamente.
Empezaré por decir que no acabo de ver claro qué es eso que se llaun conjunto de datos de hecho muy heterogéneos que se ven y se valoran con cierta óptica muy selectiva. Tenemos la Constitución americana, con más de doscientos años a las espaldas de jurisprudencia muy
rica y heterogénea; tenemos que en Gran Bretaña no hay propiamente
hablando Constitución sino más bien un conjunto difuso de convenciotenemos que de entre las europeas, la Constitución belga es de 1831 en
sus aspectos valorativos, la danesa es de 1849 por lo que a ellos respec-
218
MANUEL ATIENZA
chos se remite a los valores y principios de la histórica declaración de
Más cercanas son la de Alemania y la de Italia, que son de los años 40
del pasado siglo. Y después, en la década de los setenta vienen las de
Grecia, Portugal y España, y un poco más tarde y mediante un ejercicio deliberado de copia de las vigentes, aparecen mal que bien y con
soviética. De las latinoamericanas, con todo respeto, no vale la pena ni
meras en cuanto a su vigencia, o problemáticas en su aplicación, o ennacional de derechos es de los años cuarenta. Esto son los hechos.
Y según la versión canónica del constitucionalismo, que tú reproPues bien, cabe preguntarse: ¿por qué hemos tardado tanto en percaqué no pueden registrarse libros como por ejemplo el de Zagrebelsky
(por poco convincente que sea) hasta más de cuarenta años después de
la entrada en vigor de la Constitución italiana? ¿O una aproximación
como la de Alexy hasta tantos años después de la Constitución alemalectura moral de la Constitución americana. La respuesta no puede ser
manera de ver la Constitución. Ahora me parece ver claro que lo que
ha sucedido es que en las últimas décadas del pasado siglo se ha denucioso del razonamiento práctico y el gran desarrollo del análisis del
lenguaje y los tipos de enunciados normativos lo que se proyecta sobre
las constituciones, las de hace doscientos años, las del siglo XIX, las
IMPERIO DE LA LEY Y CONSTITUCIONALISMO. UN DIÁLOGO ENTRE...
219
de los años cuarenta y las de ahora, y nos las presenta de otra manepuesto en pie la que ha cambiado nuestra percepción del derecho y con
ella la percepción de la Constitución. Tú estás mirando a la Constitume parece, es que supones que es la Constitución lo que te ha puesto
esas lentes. Pues no. No son las constituciones, ni las de posguerra ni
las de preguerra, lo que cambia nuestra visión del derecho. No invirtamos el sentido de los efectos y las causas. En Europa, antes de los años
noventa, sólo pueden registrarse algunos posicionamientos parecidos
de la Constitución: el principio de democracia “militante” (streitbare
Demokratie) como criterio que ha de inspirar todo el actuar de los órno sólo se ha establecido un conjunto de procedimientos formales sino
de los valores). Este es el único atisbo de un constitucionalismo como
aquel del que se habla ahora, y va a generar una jurisprudencia con al-
va de Dworkin), el constructivismo como racionalización del discurso
constitucionalistas, que los más importantes y pioneros sean sobre todo
de erudición pero si tomamos los nombres que das como representantes del nuevo constitucionalismo (incluyéndote a ti) podemos constatar como todos ellos llegan a esa posición después de haber realizado
zonamiento práctico. Dworkin, Nino, Alexy, Habermas, están en ese
caso. Mira también el caso especial de Luigi Ferrajoli, que llega a esas
220
MANUEL ATIENZA
posiciones tras una ciclópea reconstrucción del lugar de la razón en el
constitucionalismo?
A pesar de toda esa literatura yo no veo que haya ninguna diferencia sustancial entre Constitución y ley ordinaria. La diferencia que hay
entre ambas, y muy importante, es formal. Por un lado la rigidez y dide superlegalidad, que acompaña en general a los documentos constide la adecuación de la ley a la Constitución y a que la ley, y todo el ordo, pues su contenido puede encontrarse con frecuencia en la legalidad
ordinaria. Y en cuanto a las normas que suelen incluirse en la Constitución (y también, insisto, en leyes ordinarias), es verdad que usualmente se ocupan de constituir y organizar los poderes y de adscribir y
derechos no está asegurada ni la separación de poderes establecida cala parte orgánica esté en cierta tensión latente con la parte dogmática,
pero eso es seguramente porque los derechos individuales se conciben
te en los derechos reconocidos a los ciudadanos. Y también es cierto
consecuencia de una sensibilidad muy profunda y extendida en favor
de los derechos que, desde luego, se incrementó exponencialmente tras
la espantosa experiencia del Holocausto.
En resumen, y aún a riesgo de suscitar más preguntas que las que
tente inyección de racionalidad en la interpretación y aplicación del sistema normativo, concluyendo con ello que es esa mayor complejidad y
creciente racionalización y no la mera aparición de textos constitucionales lo que determina nuestros cambios de perspectiva. Por ejemplo,
IMPERIO DE LA LEY Y CONSTITUCIONALISMO. UN DIÁLOGO ENTRE...
221
normativos planos (simples permisos, obligaciones para los demás, etcétera); ahora van viéndose cada vez más como estructuras de razones:
razón para imponer sobre los demás determinados comportamientos.
De esa progresiva inserción de racionalidad tú has sido actor y notario
privilegiado. Cuando pones en pie tu concepción del derecho como arresolver problemas y no para que lo cortemos en láminas y lo pongamos en el microscopio, como quizás hemos venido haciendo algunas
tales problemas (y esta es la parte nueva) no debe hacerse simplemente
a golpe de mera decisión de los poderes habilitados para ello, sino sumejor que otras. Es verdad que en el mundo del derecho, y en último
término, un problema abierto ha de cerrarse mediante una decisión de
autoridad, por ejemplo, del Tribunal Constitucional o algo equivalente
siempre lleva consigo se ve permeado ahora por exigencias de racionalidad cada vez mayores. Hemos avanzado mucho desde aquella incipiente motivación de las sentencias y el silogismo deductivo hasta la
exigente argumentación que pesa sobre las decisiones actuales. Pero es
ves ahora todo un mundo de razones y sinrazones, pesos y medidas,
etc. Y eso sucede mires donde mires: tanto si miras a la Constitución y
su posición preeminente, como si miras a la ley ordinaria, tanto si miras a una sentencia constitucional como si miras a una sentencia de primera instancia.
la importancia de la Constitución, ni creo tampoco que haya cambiado la
-
222
MANUEL ATIENZA
por ejemplo; o el procedimiento de ponderación como argumentación
racional) que en la presencia de la Constitución. Con ello, además, se
termedias. Porque no se trata ya de que el objeto determine el alcance
ve tanto para Nueva Zelanda como para Alemania, tanto para mirar a
las constituciones de posguerra como para mirar los viejos textos. Y
esa manera de ver las cosas explica también desde una nueva perspectiva el problema que tú señalas de la especial importancia objetiva que
parece haber adquirido actualmente el poder judicial. Porque es cierto
que el momento de la aplicación del derecho adquiere con la exigencia de racionalización una importancia decisiva: la argumentación, que
gonizar este momento. Esto trae consecuencias que no me parece que
cionaba de la formación de los jueces de cara a la mejora de su práctica argumentativa. Otra es que hay que advertirles que del mismo modo
la ley, ahora la persona del juez debe desaparecer tras el razonamiento. Las sentencias han de someterse a un control de racionalidad mucho
iura novit curia) ahora ha de decirse que el juez ha de
desarrollar con corrección el razonamiento. Mi temor es, como digo,
cómo se puede hacer y dónde nos puede llevar, pero creo necesario recordarlo: no es el juez el que tiene el poder, sino la razón: el juez es la
audiencia ilustrada (lo cual, dicho sea de paso, es incompatible con el
deber de poner mil sentencias al año de promedio).
Y por lo que respecta al legislador me parece que no hay por qué
no. Creo que también es preciso hacerle ingresar decididamente en ese
IMPERIO DE LA LEY Y CONSTITUCIONALISMO. UN DIÁLOGO ENTRE...
223
no puede sino mejorarlo todo. Y recordarle, como he hecho con el juez,
que por el hecho de haber ganado las elecciones uno no puede hacer y
deshacer a su antojo sin ofrecer razones ni seguir procedimientos racionales. Es verdad que se trata de otro tipo de racionalidad, pero está
nada. Y hay que recuperarla pronto, porque de lo contrario acabaremos
lamentándolo. En ambos casos, el del legislador y el del juez, lo que
me llena de asombro es que estemos encargando a la función judicial
y a la función legislativa una tarea tan sumamente compleja como lo
es la del incremento de la racionalidad en la construcción cotidiana del
eso en nuestras Facultades de Derecho. Ya verás ahora con los nuevos
logo.
rama que he dibujado, y encaja como una recuperación actual y raciouna suerte de alternativa excluyente a la Constitución si se considera la
Constitución como un ingrediente que altera por completo la naturaley también porque la Constitución misma, las constituciones en general,
incluyen el imperio de la ley, la obligación de someterse a él por parte
de jueces y magistrados, el principio de legalidad penal, la legalidad de
morosa que el texto constitucional planteara como una exigencia cencomo Constitución se dice que tiende a desplazar. Lo que sucede es
que seguramente en el territorio al que yo estoy mirando desde el libro,
más en una racionalidad basada en una interpretación más literalista de
los enunciados y en una aplicación más deductiva del derecho, porque
Descargar