CORTE SUPERIOR DE JUSTICIA DE LAMBAYEQUE IPSO JURE AD MI NI S T STICIA 1 O.SALINAS EJO RA DEL SERVICIO DE JU DE POR UN AM LA D IDA L CA N° 4 ˆ Febrero 2009 ÓN CI RA EN AÑO I PRESENTACIÓN Q uiero agradecer, en primer lugar, a la dirección de la revista IPSO JURE por darme el honor de realizar la presentación de su cuarta edición, ya que este medio de información a la comunidad jurídica hace que todos aquellos que estamos comprometidos con la labor jurisdiccional, con la labor de la defensa, en suma, con el estudio de la Ciencia Jurídica, tengamos a bien incentivar nuestro espíritu de investigación buscando siempre una mejora o tratando de buscar una solución para cubrir algunos vacíos o deficiencias que nuestras normas presentan en algunas circunstancias. Es grato saber que en las tres últimas ediciones han contribuido con sus ensayos y trabajos de investigación no sólo magistrados de todas las instancias, sino también el personal auxiliar jurisdiccional, ya que son el motor de todo órgano jurisdiccional, pues si bien “nosotros”, los magistrados, somos los que tomamos las decisiones, son ellos quienes en varias oportunidades constituyen un tamiz para la expedición cualificada de dichas resoluciones; por lo que invitar e incentivar para que participen en esta labor de investigación, dado los constantes cambios que sufre el Derecho, ayuda también a que se llegue a una correcta impartición de justicia. No quiero dejar de lado en resaltar el esfuerzo de las personas que han hecho posible la edición virtual de esta Revista Jurídica IPSO JURE la que ahora se manifiesta en su cuarta edición, siendo necesario expresar en esta oportunidad, como tal vez un sueño, el que como toda persona, desea que un sueño bueno no quede en sólo eso, un sueño, es que la presente revista se expanda más de lo ya logrado; esto es, ser conocida en nuestro distrito judicial y reconocida en todo nuestro país, y lograr que además de la comunidad jurídica en general, pueda tener también acceso a ella el litigante, que muchas veces no tiene como acceder al medio de telecomunicación en el que se publica la presente revista, ya sea por desconocimiento o por no contar con los recursos necesarios para ello; por eso se hace imprescindible que también ellos conozcan que esta revista busca que los que estamos inmersos en la actividad jurisdiccional también trabajamos en la investigación, la que es primordial en nuestra labor. RICARDO PONTE DURANGO PRESIDENTE Corte Superior de Justicia de Lambayeque. 2 PRIMER CONSEJO DIRECTIVO DE LA REVISTA IPSO JURE - Dr. Ricardo Ponte Durango, Presidente de Corte y Presidente del Consejo Directivo de la revista. - Dr. Edwin Figueroa Gutarra, director de la revista y representante de los señores Vocales Superiores. - Dra. Carmen Ravines Zapatel, en representación de los señores Jueces Civiles. - Dr. Oscar Burga Zamora, en representación de los señores Jueces Penales. - Dra. Paola Alvarado Tapia, en representación de los señores Jueces de Paz Letrados. Auxiliares jurisdiccionales de apoyo: - Dras. Esmeralda Carlos Peralta, Elia Jovanny Vargas Ruiz. 3 INDICE PONENCIA DE OCASIÓN: EL ESTADO CONSTITUCIONAL Y EL ROL DEL JUEZ DR. FRANCISCO A. TÁVARA CÓRDOVA 7 PONDERACIÓN CONSTITUCIONAL 17 EL USO DE LA IMPUTACIÓN OBJETIVA EN LA MALA PRAXIS MÉDICA 20 EL APORTE DE LA JURISPRUDENCIA LAMBAYECANA AL PRECEDENTE VINCULANTE EN MATERIA DE VIOLACIÓN SEXUAL DE MENORES 28 EDWIN FIGUEROA GUTARRA OSCAR MANUEL BURGA ZAMORA JUAN RIQUELME GUILLERMO PISCOYA ¿SUCESIÓN POR DERECHO PROPIO O POR REPRESENTACIÓN?: A PROPÓSITO 34 DEL ARTÍCULO 819 DEL CÓDIGO CIVIL HERIBERTO GÁLVEZ HERRERA ANÁLISIS DE LA PRUEBA ILÍCITA A PARTIR DE LA SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL RECAÍDA EN EL EXP.N°1058-2004-AA/TC 52 ANA SALÉS DEL CASTILLO EL DERECHO DEL TRABAJO Y LA RESPONSABILIDAD SOCIAL DEL EMPLEADOR 71 MG. CECILIA IZAGA RODRÍGUEZ INNECESARIA DISPOSICIÒN DEL ARTÌCULO 1098 DEL CÒDIGO CIVIL 74 LA REFORMA CONSTITUCIONAL. ESTUDIO COMPARADO Y UNA PROPUESTA METODOLÓGICA 76 LA JURISDICCIÓN ARBITRAL: NATURALEZA Y CARACTERÍSTICAS 79 LA LESIÓN EN LOS CONTRATOS 85 LORENZO MARTÍN HUAMÁN VERA RUBÉN RAMÍREZ CABEZAS. ELIA JOVANNY VARGAS RUÍZ WALTER ALFREDO LOMPARTE SÁNCHEZ LAS MEDIDAS DE VIGILANCIA EN EL ALLANAMIENTO DEL DOMICILIO 104 POR QUÉ LEER A MARX 107 TRATAMIENTO LEGAL DEL DELITO DE TRATA DE PERSONAS EN EL PERÚ 128 LA RESPONSABILIDAD PENAL EN EL FÚTBOL 132 CONTRATOS LABORALES SUJETOS A MODALIDAD Y AFECTACIÓN DEL CONTENIDO ESENCIAL DEL DERECHO AL TRABAJO. 138 LA INEFICACIA DE LA RESERVA DEL FALLO CONDENATORIO 156 DELITOS CONTRA EL PATRIMONIO: EL ACTO DE APODERAMIENTO Y EL MOMENTO DE SU CONSUMACION. 160 SERGIO R. CHIMPÉN ASENJO MANUEL ATIENZA VÍCTOR YURI DÍAZ TORRES ABOG. JOSÉ HERNÁN NECIOSUP CHANCAFE L. ALBERTO HUAMÁN ÓRDOÑEZ2. LISSET D. VELÁSQUEZ PORRAS NOEMI JAEL SANCHEZ MORENO 4 PALABRAS DEL DIRECTOR E n esta oportunidad sale al aire la cuarta edición de nuestra revista electrónica IPSO JURE. El reto que hemos asumido sigue siendo enorme: procuramos crear conciencia académica en nuestros magistrados y trabajadores, basados en el perfil de que la actividad jurídica en Lambayeque merece ser destacada, en consideración al crecimiento en calidad y cantidad de nuestro Distrito Judicial. Y desde el primer momento nos asaltó una interrogante: ¿cumplimos nuestro deber de jueces y servidores públicos circunscribiéndonos solo y únicamente a nuestro trabajo? ¿Nos corresponde solo emitir sentencias y tomar decisiones de fondo en los procesos jurisdiccionales y a los trabajadores, cumplir eficientemente su labor de apoyo? Nos parece, a riesgo de no ser prudentes, que estar involucrados en el servicio de justicia significa mucho más que cumplir eficiente y eficazmente nuestro trabajo. Si bien es cierto que el magistrado no ha sido nombrado para producir intelectual y académicamente, creemos que identificarse con la institución empieza por cultivar la mística del servicio. El Poder Judicial, nuestra institución, registra a lo largo de los años un bajo porcentaje de aprobación en la ciudadanía. Usualmente casi no excedemos el 20% de aprobación y ello implica que escasamente 1 de cada 5 ciudadanos, aprueba nuestra gestión. En el tiempo que se lleva haciendo estadísticas sobre aprobación en el Poder Judicial resulta anecdótico que el pico más alto de aprobación de este Poder del Estado- 33%se hubiera registrado en el año 1992, justamente cuando se produjo el autogolpe de gobierno de entonces y se causara la irrupción del orden democrático con la instauración de un gobierno cívico- militar. Esta cifra nos dice mucho en atención a que establece 2 barómetros: de un lado, que la cifra más alta de aprobación se hubiera producido con la instauración de un gobierno de facto, es decir, con la demolición de las instituciones democráticas del país, y de otra parte, que aún así en el registro estadístico más alto de aprobación, solo uno de cada 3 ciudadanos hubieran expresado su visto bueno respecto de la institución judicial. ¿Qué hacer entonces para registrar una mejor aprobación? Sin duda, creemos que, sin perjuicio de la labor eficiente en los últimos años, de las Presidencias del Poder Judicial y de nuestra propia Corte, la tarea de levantar el prestigio de nuestra institución recae en los propios elementos de la institución, a través de nuestro propio trabajo diario: produciendo más y mejor nuestra decisiones jurisdiccionales, cumpliendo una labor de apoyo eficiente a los jueces, tratando bien a todos y cada uno de los litigante, aún cuando la razón no le asistiera, capacitándonos mejor a través de las óptimas herramientas que brinda la Academia de la Magistratura, desarrollando labor académica permanente y por qué no, produciendo intelectualmente. Suena lejano, para la gran mayoría de nosotros, que el Poder Judicial pudiera aspirar al ISO 9001, una certificación de calidad en el servicio que se otorga solo a instituciones que brinden un servicio muy eficiente a sus usuarios. Sin embargo, analizando a fondo la cuestión: ¿resulta en verdad inalcanzable para el Poder Judicial obtener una certificación de calidad en la atención al usuario judicial? Nos atrevemos a pensar que no. Es cierto que nos agobia un exceso de trabajo a la gran mayoría de Despachos Judiciales, que sufrimos una severa carencia de suficiente personal, sobre todo en los órganos funcionalmente inferiores, que el nivel remunerativo de los auxiliares es uno de los más bajos en el sector público no obstante nuestra calidad de Poder del Estado, que el problema de la corrupción existe pero afortunadamente es muy aislado y que las competencias, atribuciones y derechos de nuestra 5 institución, tienden a no ser reconocidos por los otros Poderes del Estado, restándonos nuestro presupuesto y fijando restricciones a nuestro derecho de expresión como magistrados. Sin embargo, la interrogante se mantiene latente: ¿podemos acaso mejorar nuestro servicio a pesar de las enormes dificultades acotadas? Estamos persuadidos de que sí, que mucho de ello está representado por crear una mística de servicio que signifique sentar las bases para una mejora de la calidad de nuestro trabajo. Obtener el ISO 9001 puede sonar lejano. Resulta más sencillo pensar que eso es un tema del sector privado, en el cual la eficiencia, la exigencia y la productividad son pautas de trabajo diario. Sin embargo y sin perjuicio de las diferencias de regímenes legales y las atribuciones propias de cada sector, ¿acaso no gozan las instituciones públicas de una estructura similar a la de una gerencia en el sector privado, y que quien hace las veces de esa alta gerencia, es el Presidente del Poder Judicial? ¿O de funcionarios con poder de decisión, que son sus magistrados, y de trabajadores en ambos sectores con iguales derechos y deberes, más aún cuando un grupo considerable de trabajadores han pasado, en el Poder Judicial, a incorporarse al régimen legal laboral del sector privado? Nuestra opinión es que se trata de un tema de retos. La Presidencia del Poder Judicial, en la última gestión, tuvo el acierto de celebrar un convenio con el Banco Mundial y el programa de Alta Dirección de la Universidad de Piura y convocar a concurso, entre los magistrados de rango superior del Poder Judicial y funcionarios del sector justicia, para el otorgamiento de alrededor de 80 becas a efectos del desarrollo de un programa de Alta Dirección y Gerencia para el sector Justicia. Dicho curso se llevó a cabo exitosamente y participaron efectivamente magistrados de todo el país así como funcionarios del Consejo Nacional de la Magistratura, Ministerio Público, Academia de la Magistratura, Ministerio de Justicia, entre otras instituciones representativas. La premisa de trabajo del curso fue: ¿puede pensar como directivo un funcionario judicial?, ¿puede estimar un juez que, al manejar su Despacho, también debe adoptar decisiones relacionadas con un gobierno de personas?, o bien, ¿es posible imbuir al juez y funcionario que el trabajo judicial, está definitivamente involucrado en un sinnúmero de procesos y servicios? La apuesta fue positiva en todo sentido y los resultados, muy auspiciosos. Fueron 4 meses de participación intensiva de jueces de segunda instancia y funcionarios del sector justicia de todo el país, entre ellos, el suscrito, acudiendo al curso en referencia durante 3 días de la semana cada 3 semanas, y bajo un sistema de inmersión total, es decir, el día entero para la ejecución del curso, utilizando como pauta de desarrollo el método del caso, una herramienta de trabajo utilizada por la Universidad de Harvard. En conclusión, se trata de que las instituciones públicas sí se preocupan por desarrollar más y mejor las competencias de sus recursos humanos, siempre en la premisa de que el recurso humano es el activo intangible más importante de toda institución. Creemos nosotros, por tanto, que puede mejorarse la eficiencia y eficacia del servicio judicial a través de una mejor preparación y capacitación y en definitiva, que el estándar de aprobación de la institución, paso a paso y bajo una mística de servicio a forjar, podrá mejorar paulatinamente. Ello requerirá tiempo, somos concientes de ello, pero el reto ha sido asumido y nosotros, a través de nuestra revista, estamos plenamente identificados en materializar una mejor imagen de nuestra institución. EL DIRECTOR 6 UNIVERSIDAD NACIONAL PEDRO RUIZ GALLO CEREMONIA DE DOCTORADO HONORIS CAUSA PONENCIA DE OCASIÓN: EL ESTADO CONSTITUCIONAL Y EL ROL DEL JUEZ DR. FRANCISCO A. TÁVARA CÓRDOVA PRESIDENTE DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA PRESIDENTE DEL PODER JUDICIAL Chiclayo, 19 de diciembre de 2008. S irvan mis primeras palabras para expresarle a Ud. señor Rector, y a las distinguidas autoridades y personalidades que nos acompañan, mi más respetuoso y afectuoso saludo, el mismo que deseo trasmitirlo también a los profesores, invitados, estudiantes y público presente en esta importante Casa del Saber. La Universidad, con casi mil años de existencia, es una de las instituciones sociales con mayor permanencia a través de la historia. Creada inicialmente bajo la protección de la Iglesia durante la Edad Media –con el ideal de formar a la juventud en Teología, Derecho y Medicina como facultades mayores, y en las artes y la filosofía como facultad menor–, su aparición significó un notable avance en materia educativa y en el posterior desarrollo de la ciencia y del conocimiento en general. Este es el sentido y vocación universalista de la Universidad Nacional Pedro Ruiz Gallo en el escenario peruano. En una entrevista dada en el año 2002, el más grande historiador del siglo XX, Eric Hobsbawn respondiendo a una pregunta señaló que lo que más temía del siglo XXI era el gradual debilitamiento del Estado. “A lo largo de los últimos 30 años, en muchos aspectos, ha ido disminuyendo gravemente el grado de ley y orden, el control de los Gobiernos sobre lo que ocurre en sus territorios. La nación-estado pierde control, y eso produce enorme inseguridad y violencia”1, expresaba el historiador. Sin duda uno de los grandes temas del siglo XXI lo constituye el Estado, siendo más precisos, el Estado Constitucional. ¿Qué es lo que implica? y ¿cuál es el rol del Juez dentro de tal paradigma estatal y en el mundo contemporáneo?, son las preguntas a las cuales se tratará de responder en esta breve intervención. “Vuelve la política”, regresa el Estado, como asegurador de la redistribución de la riqueza por medio de una regulación responsable del mercado. El mercado por si mismo no resuelve los problemas sociales. El Estado es nuevamente el gran tema de nuestra época, como a principios del siglo XX. El escenario de la crisis financiera internacional ha puesto este tema en claro. “Estamos ante una oportunidad para los que creen en la función de la política como gobierno del espacio público compartido, que, entre otras, debe asumir la responsabilidad de regular la contradicción de intereses propia de una sociedad libre y ocuparse de que el ciudadano no esté solo, a merced del señor mercado” Son las palabras del Ex Presidente español Felipe González, reunidas en un ensayo suyo publicado en el prestigioso diario “El País”, de fecha 5 de noviembre de 2008. El Estado es pues el gran tema de la agenda pública del mundo occidental, hoy en día. Ahora bien, consideramos que no se puede tener una cabal comprensión de todas las implicancias del Estado, del Estado Consti- En: Suplemento El Domingo del Diario El País, de fecha 15 de septiembre de 2008. En: http://www.elpais.com/articulo/reportajes/nacion-estado/pierde/control/crea/inseguridad/violencia/elpepusocdmg/20020915elpdmgrep_2/Tes/ . Revisado con fecha 26 de septiembre de 2008. 1 7 7 tucional, si primero no abordamos, aunque sea brevemente, y destacamos los elementos esenciales del Estado de Derecho, pues ellos nos permitirán apreciar con claridad los giros que dan fundamento a esta nueva concepción del Estado. En ese entendido, empezaremos diciendo que el Estado de Derecho se encuentra basado en el principio de legalidad formal, lo cual implica que el Derecho se limita a atribuir competencias a ciertos órganos y a establecer procedimientos que encausen la actividad normativa de dichos órganos. Es decir, el principio de legalidad (puesta por autoridad dotada de competencia normativa) es el criterio exclusivo de identificación del Derecho válido. En este tipo de Estado, el principio de legalidad material no afecta al poder legislativo, que resulta – en el Estado de Derecho - omnipotente dentro de sus competencias. Desde esta perspectiva los poderes públicos son conferidos por la ley y ejercitados en las formas y con los procedimientos legalmente establecidos. La función jurisdiccional, bajo este tipo de Estado, se somete a la ley y al principio de legalidad como únicas fuentes de legitimación. La labor judicial se fundamenta pues en un sistema normativo pleno, presuntivamente conocido por todos y cuya aplicación corresponde a autoridades independientes (Poder Judicial), cuya función consiste en resolver todas las controversias que se promuevan en el orden temporal con sujeción a normas preexistentes. Superando la concepción legal-formalista del Estado de Derecho, el Estado Constitucional surge producto de la difusión en Europa, tras la segunda guerra mundial, de las 2 8 Constituciones rígidas y del control de constitucionalidad de las leyes ordinarias, y si bien no es un tipo de Estado que se contrapone al de Derecho, afirma un estadio más evolucionado que éste, con características que claramente lo distinguen y que destacan su relevancia. Así, comparativamente, podemos afirmar que a diferencia del Estado de Derecho, el Estado Constitucional se encuentra basado en el principio de legalidad material, por lo que en este caso el papel del Derecho no se limita a determinar competencias y procedimientos, sino que, además, contempla límites materiales a la actividad normativa del poder político. Todos los poderes, incluido el legislativo, están vinculados al respeto de principios sustanciales establecidos por las normas constitucionales, tales como la división de poderes y los derechos fundamentales; pues el principio de legalidad material se extiende también sobre el poder legislativo, que de este modo deja de ser omnipotente. Cambian entonces, las condiciones de validez de las leyes, que ya no dependen sólo de la forma de su producción sino también de la coherencia de sus contenidos con los principios constitucionales. El papel de la jurisdicción se altera también radicalmente, pues el juez ya no es el ciego aplicador de la ley, o como se ha denominado muchas veces, boca de la ley. Esto no significa, sin embargo, que el juez deja de aplicar la ley, sino únicamente, que debe hacerlo sólo si la ley es constitucionalmente válida. 2 Este constitucionalismo contemporáneo al que nos estamos refiriendo, ha sido también denominado neoconstitucionalismo, y CARBONELL, Miguel, Nuevos Tiempos para el Constitucionalismo. En: Neoconstitucionalismo(s), Editorial Trotta, Madrid, 2003, pp. 9-29. aunque como ya dijimos anteriormente, sus rasgos característicos se definen en forma posterior a la segunda guerra mundial, sus orígenes se encuentran en la convergencia de dos tradiciones constitucionales que con frecuencia han caminado separadas. Me refiero a la tradición constitucional norteamericana y al constitucionalismo nacido de la Revolución francesa. La tradición norteamericana originaria, concibe a la Constitución como regla de juego de la competencia social y política, como pacto de mínimos que permite asegurar la autonomía de los individuos como sujetos privados y como agentes políticos a fin de que sean ellos, en un marco democrático y relativamente igualitario, quienes desarrollen libremente su plan de vida personal y adopten en lo fundamental las decisiones colectivas pertinentes en cada momento histórico. Es verdad que en este modelo, a partir de la idea del poder constituyente del pueblo que se traduce en una limitación del poder político y, en especial, del más protagónico de los poderes, el legislativo –mediante la cristalización jurídica de su forma de proceder y de las barreras que no pueden traspasar en ningún caso—, el constitucionalismo se resuelve en judicialismo, pero cabe hacer notar que en principio se trata de un judicialismo estrictamente limitado a vigilar el respeto hacia las reglas básica de la organización política. La contribución básica de esta tradición se cifra en la idea de supremacía constitucional y en su consiguiente garantía jurisdiccional. Esto es, la Constitución se postula como jurídicamente superior a las demás normas y su garantía se atribuye al más «neutro» (políticamente) de los poderes, al poder judicial. El constitucionalismo nacido en la revolución francesa por su parte, concibe a la Constitución como la encarnación de un proyecto político bastante bien articulado, generalmente como el programa directivo de una empresa de transformación social y política. Por lo tanto y a diferencia de la tradición norteamericana, la Constitución no se limita a fijar las reglas de juego, sino que pretende participar directamente en el mismo, condicionando con mayor o menor detalle las futuras decisiones colectivas a propósito del modelo económico, de la acción del Estado en la esfera de la educación, de las relaciones laborales, etc. Aquí, la idea de poder constituyente no quiere agotarse en los estrechos confines de un documento jurídico que sirva de límite a la acción política posterior, sino que pretende perpetuarse en su ejercicio por parte de quien resulta ser su titular indiscutible, el pueblo. Entonces, siendo el Legislativo quien termina encarnando la rousseauniana voluntad general, se produce la disolución de la soberanía del pueblo en la soberanía del Estado, tanto en Francia como en el resto de Europa a lo largo del siglo XIX y de parte del XX. Claramente, en este modelo, la Constitución tropezó con dificultades prácticamente insalvables para asegurar su fuerza normativa frente a los poderes constituidos, singularmente frente al legislador y frente al Gobierno. De modo que este constitucionalismo se resuelve más bien en legalismo: es el poder político de cada momento, la mayoría en un sistema democrático, quien se encarga de hacer realidad o, muchas veces, de frustrar cuanto aparece «prometido» en la Constitución. El neoconstitucionalismo, caracterizado por poseer una Constitución con fuerte conte- 9 nido normativo y garantía jurisdiccional, se nutre efectivamente de estas dos fuentes. De la primera de estas tradiciones recoge la garantía jurisdiccional y una correlativa desconfianza ante el legislador. De la segunda tradición hereda, sin embargo, un ambicioso programa normativo que va bastante más allá de lo que exigiría la mera organización del poder mediante el establecimiento de las reglas de juego. Es decir, del primer modelo se deduce la garantía judicial, que es el método más consecuente de articular la limitación del legislador; pero del segundo se deducen los parámetros del enjuiciamiento, que ya no son reglas formales y procedimentales, sino normas sustantivas. Dicho en otras palabras, el neoconstitucionalismo, tiene como núcleo fundamental, una Constitución transformadora que pretende condicionar de modo importante las decisiones de la mayoría, pero cuyo protagonismo fundamental no corresponde al legislador, sino a los jueces.3 Pero ¿qué significa tener una Constitución «normativa» y «garantizada»? Lo primero, es decir, tener una Constitución normativa, significa que ésta, además de regular la organización del poder y las fuentes del Derecho –que son dos aspectos de una misma realidad—, genera de modo directo derechos y obligaciones inmediatamente exigibles, lo que equivale a decir también que su eficacia ya no depende de la interposición de ninguna voluntad legislativa, sino que es directa e inmediata. Por otro lado, el carácter garantizado de la Constitución, supone que sus preceptos pueden hacerse valer a través de los procedimientos jurisdiccionales existentes para la protección de los derechos. Estos procedi3 10 mientos que se han ideado para llevar a cabo el control constitucional son diversos y aunque todos parten en una u otra medida de los bastantes conocidos modelos americano y francés, la mayoría de ellos no mantienen en puridad las características de éstos. Es importante aclarar en este punto –tal como afirmamos ya anteriormente—, que si bien el legislador omnipotente quedó atrás, al superarse el Estado de Derecho por el Estado Constitucional, ello no significa que sus decisiones ya no vinculan al juez, sino únicamente que esta vinculación se hace a través de la interpretación constitucional que debe realizar el operador jurisdiccional. Ricardo GUASTINI, sistematiza en forma más completa las ideas que acabamos de esbozar, cuando afirma que las principales condiciones de constitucionalización son: a) La existencia de una constitución rígida, que incorpora los derechos fundamentales, esto es, que el ordenamiento jurídico debe estar presidido por una Constitución escrita y resistente frente a la legislación ordinaria. b) La garantía Jurisdiccional de la Constitución, pues el sistema debe contar con alguna forma de control de constitucionalidad de las normas. c) La Fuerza vinculante de la Constitución. Esta condición sugiere ante todo un rasgo de la cultura jurídica de referencia, de la ideología de los juristas. Cuando el ordenamiento jurídico está constitucionalizado, los juristas consideran la Constitución como una verdadera norma jurídica y no como una simple declaración programática. El nuevo paradigma jurídico PRIETO SANCHÍS, Luis, Neoconstitucionalismo y Ponderación Judicial. En: Neoconstitucionalismo(s), Editorial Trotta, Madrid, 2003, pp. 123- 127. del constitucionalismo parece ser consecuencia de esta circunstancia. d) La «sobreinterpretación» de la Constitución, pues los argumentos a simili, la analogía y la invocación de principios constitucionales amplían e intensifican la presencia de la Constitución en el ordenamiento hasta el punto de hacer posible omnicomprensividad del Derecho. Toda controversia podría hallar respuesta en un sistema constitucionalizado gracias a su sobreinterpretación. e) La aplicación directa de las normas constitucionales, también para regular las relaciones entre particulares. Por lo tanto, la constitución no sólo sirve para regular las relaciones entre los poderes del Estado o entre el estado y los ciudadanos, sino todas las relaciones sociales. f) La interpretación de las leyes conforme a la Constitución. Y finalmente, g) La influencia de la Constitución en las relaciones políticas, ya que los principios constitucionales son su fuerte impronta moral y política. Intervienen en la argumentación política y rigen las relaciones entre los poderes del Estado4. Todo lo que hasta este momento hemos afirmado en lo que a la fuerte «rematerialización» constitucional se refiere –impensable en el contexto decimonónico— permite formular una NUEVA TEORÍA DEL DERECHO, cuyos rasgos más característicos, no se limitan al hecho de que la ley ha dejado de ser la única, suprema y racional fuente del Derecho que pretendió ser en otra época, regida por los dogmas de la estatalidad y de legalidad del Derecho; sino que ade- más se expresan en otros elementos igual de importantes y que pasamos a enumerar a continuación: a) Más principios que reglas. En cuanto al texto constitucional se refiere, aunque los principios no sean una peculiaridad absoluta del mismo, en general, y en la mayor parte de las constituciones contemporáneas, se encuentran en un número particularmente elevado, expresados en un lenguaje extremadamente vago y con un alto nivel de abstracción, hasta determinar un cambio cualitativo del propio documento. Y si bien individualmente consideradas las normas constitucionales son como cualesquiera otras, cuando entran en conflicto interno suelen operar como se supone hacen los principios. La diferencia pueden formularse así: cuando dos reglas se muestran en conflicto ello significa que o bien una de ellas no es válida, o bien que una opera como excepción de la otra. En cambio, cuando la contradicción se entabla entre dos principios, ambos siguen siendo simultáneamente válidos, por más que en el caso concreto y de modo circunstancial triunfe uno sobre otro. b) Más ponderación que subsunción.- pues, los principios jurídicos son definidos como mandatos (en sentido amplio: permisiones y prohibiciones) de optimización, que se caracterizan por el hecho de que pueden ser cumplidos en diferente grado y por el hecho de poder ser configurados como tales, sobre la base de una elección valorativa, en la fase de producción del derecho, en la fase de la aplicación del derecho a casos concretos, o bien en el razonamiento jurídico. Citado por COMANDUCCI, Paolo, Formas de (Neo) Constitucionalismo: Un Análisis Metateórico. En: Neoconstitucionalismo(s), Editorial Trotta, Madrid, 2003, pp. 123- 127. 4 11 c) Omnipresencia de la Constitución en todas las áreas jurídicas y en todos los conflictos mínimamente relevantes, en lugar de espacios exentos a favor de la opción legislativa o reglamentaria. d) Omnipotencia judicial que se manifiesta en la labor interpretativa. Todo enunciado o formulación normativa –más aún, si de ella emana un principio— no sólo es susceptible de ser interpretado, sino que necesariamente debe serlo para obtener de ella una norma jurídica; y este acto interpretativo, no es sino, el proceso de asignación de un significado a dicho enunciado, pues estos no poseen uno predeterminado, estático e invariable. e) Coexistencia de una constelación plural de valores, a veces tendencialmente contradictorios, en lugar de homogeneidad ideológica en torno a un puñado de principios coherentes entre sí y en torno, sobre todo, a las sucesivas opciones legislativas. f) Se reclama también una más meditada y compleja teoría de la interpretación, alejada desde luego del formalismo decimonónico, especialmente del Juez constitucional, quien debido al peculiar papel que asume en esta nueva concepción, tiende a configurarse como un fundamental elemento racionalizador del sistema jurídico5. Lo que busca, entonces, esta nueva concepción del Derecho, es que al ceder la ley el paso a la Constitución, no se haga sólo en términos formales, sino que por encima de todo, ésta última se convierta en un instrumento real de mediación entre las exigencias prácticas y las exigencias constitucionales. A esta labor, contribuyen también por supuesto, la pujante teoría de la argumen5 6 12 PRIETO SANCHÍS, Op. Cit. pp. 131- 133. SANTIAGO NINO, Carlos, Op. Cit., p. 708. tación jurídica y las modernas teorías de los derechos fundamentales y de la dogmática constitucional. Una vez definido claramente al Estado Constitucional contemporáneo o neoconstitucionalismo, revisado sus orígenes, establecido sus características, desarrollado los elementos que identifican a la nueva concepción del Derecho a que da lugar, y destacado el papel de los operadores jurisdiccionales, cabe preguntarse legítimamente sobre los métodos a los que debe recurrir el Juez para poder hacer eficiente su labor ante las nuevas exigencias de este tipo de Estado caracterizado por lo que algunos denominan «Desbordamiento constitucional» en virtud de que es difícil encontrar un problema jurídico medianamente serio que carezca de alguna relevancia constitucional. En efecto, considerando que una decisión judicial no es más que la contribución a una práctica social en curso, instaurada por un determinado proyecto constitucional, y que es operativa como tal en la medida que se inserte adecuadamente en el entrelazamiento de conductas y expectativas que conforman esa prácticaca6, su justificación resulta absolutamente insuficiente cuando se recurre solamente a criterios de “racionalidad”, pues, estos sólo pueden permitir verificar la forma coherente del pensar, o dicho de otra manera, la “forma” del razonamiento judicial, en el marco de lo que algunos han denominado manejo lógico del derecho. Y ello, no es sino, un aspecto necesario pero no suficiente en la justificación de las decisiones judiciales. La ponderación, que no es sino la acción de considerar imparcialmente los aspectos contrapuestos de principios constitucionales en conflicto, es el método que mejor complementa el razonamiento meramente subjetivo en la labor judicial y el que mejor se adecua a este nuevo paradigma de la impartición de justicia, y en tal sentido es importante destacar sus implicancias fundamentales. Sin ánimo de pretender ser exhaustivos, pasamos a referirnos a las que consideramos nucleares en este tema: a) La ponderación es un método para la resolución de cierto tipo de contradicciones normativas, las mismas que se caracterizan: 1. Porque o bien no existe una superposición de los supuestos de hecho de las normas, de manera que es imposible catalogar en abstracto los casos de posible conflicto, o bien porque, aun cuando pudieran identificarse las condiciones de aplicación, concurren mandatos que ordenan observar simultáneamente distintas conductas en la mayor medida posible. 2. Porque, dada la naturaleza constitucional de los principios en conflicto y el propio carácter de estos últimos, la antinomia no puede resolverse mediante la declaración de invalidez de alguna de las normas. 3. Porque, en consecuencia, cuando en la práctica se produce una de estas contradicciones la solución puede consistir bien en el triunfo de una de las normas, bien en la búsqueda de una solución que procure satisfacer a ambas, pero sin que pueda pretenderse que en otros casos de conflicto el resultado haya de ser el mismo. b) Aunque la idea de ponderación nos lleve a pensar en la búsqueda de equilibrio, en el mundo del Derecho el resultado de la ponderación no ha de ser necesariamente el establecimiento de éste entre los intereses, razones o normas en conflicto; al contrario, lo habitual es que la ponderación desemboque en el triunfo de alguno de ellos en el caso concreto. Ponderar es, pues, buscar la mejor decisión (la mejor sentencia, por ejemplo) cuando en la argumentación concurren razones justificatorias conflictivas y del mismo valor. c) La ponderación es un método para la resolución de cierto tipo de antinomias o contradicciones normativas. Desde luego, no de todas: no de aquellas que puedan resolverse mediante alguno de los criterios al uso, jerárquico, cronológico o de especialidad. d) La virtualidad de la ponderación no es ser una fórmula infalible, sino que reside principalmente en estimular una interpretación donde la relación entre las normas constitucionales no es una relación de independencia o de jerarquía, sino de continuidad y efectos recíprocos. e) La ponderación conduce a una exigencia de proporcionalidad que implica establecer un orden de preferencia relativo al caso concreto (jerarquía móvil) que no conduce a la declaración de invalidez de uno de los bienes o valores en conflicto, sino a la preservación abstracta de ambos, por más que inevitablemente ante cada caso de conflicto sea preciso reconocer primacía a uno u otro. f) El que la jerarquía móvil descanse irremediablemente en juicios de valor, no significa que la ponderación estimule un subjetivismo desbocado, ni que sea un 13 método vacío o que conduzca a cualquier consecuencia, pues si bien no garantiza una y sólo una respuesta para todo caso práctico, sí nos indica qué fundamentar para resolver un conflicto constitucional, es decir, guía nuestra argumentación. 7 Hacemos hincapié, sin embargo, que destacar el empleo de este método tan importante para el ejercicio de la labor judicial en el momento presente, no significa de ninguna manera olvidar que lo específico del estatuto del Juez es su independencia personal y funcional respecto al resto de los órganos del Estado. Es lo que lo sitúa en una posición de tercero imparcial y/o neutral que le permite resolver las controversias jurídicas planteadas, controlar jurídicamente las actividades de los restantes órganos del Estado y ser el garante principal de los derechos de los ciudadanos. Esta posición de tercero imparcial es, además, lo que determina que sus decisiones no pueden ser anuladas por órganos ajenos al poder judicial. Con esta importante aclaración, dejamos el análisis global de lo que representa el vivir en este nuevo Estado Constitucional y pasamos en seguida a realizar una breve semblanza, en cuanto a la evolución Constitucional de nuestro país se refiere y en cuanto a su posición actual en este nuevo paradigma. No es para nadie un secreto que, si bien, desde los inicios de la República, contamos con textos constitucionales, éstos simplemente, en un principio, han significado documentos políticos sin ningún efectivo valor jurídico, es decir simplemente recogieron los proyectos políticos que se instituían en cada momento histórico de nuestra accidentada 7 14 PRIETO SANCHÍS, Luis, Op. Cit., pp. 137- 158. historia constitucional. Es decir, cumplía a cabalidad el mismo papel que cumplían las Constituciones decimonónicas nacidas en el constitucionalismo europeo. Será recién a partir de nuestra Constitución de 1979 en que de alguna manera se introduce débilmente la nueva concepción constitucional en nuestro país. Esto con el nacimiento de lo que GARCÍA BELAUNDE ha denominado modelo dual o paralelo de control constitucional, al crearse el Tribunal de Garantías Constitucionales, que cumple dicha labor paralelamente al Poder Judicial, que si bien, ya desde 1930 tenía esta atribución por normatividad infraconstitucional, es recién en esta Constitución que adquiere rango constitucional. Decimos que 1979 marca un hito porque en esta Constitución, no sólo se crea formalmente el Tribunal de Garantías Constitucionales, con carácter permanente, nombrado por tercios por el Congreso, por el Poder Ejecutivo y por la Corte Suprema, sino porque además se exige que dicha elección sea hecha entre juristas de destacada tradición y de clara vocación democrática, requisito raro y peculiar, pero que explica la existencia de una real vocación por mejorar y hacer más eficiente el control constitucional, elemento clave del nuevo paradigma constitucional del que venimos hablando. Esta nueva concepción no sólo se reitera sino que se fortalece en nuestra vigente Carta constitucional de 1993, la misma que si bien mantiene en esencia el modelo instaurado en la anterior Constitución, no sólo realiza cambios formales, como la denominación de Tribunal Constitucional al que fuera el Tribunal de Garantías Constitucionales, sino que además establece que este Tribu- nal se instituye en el máximo intérprete de la Constitución. Este papel protagónico que asume el Tribunal Constitucional encuentra probablemente su mayor expresión en las denominadas «sentencias interpretativas», las mismas que ha sido objeto de muchas críticas, pero que, a decir del propio Tribunal, encuentran fundamento constitucional en los artículos 38º, 45º y 51º de la Constitución, que la reconocen como norma jurídica (suprema); ergo, interpretable; así como en el principio de presunción de constitucionalidad de las leyes, derivado del artículo 93º de la Constitución.8 Por otra parte, sostiene el Tribunal Constitucional, que ese tipo de sentencias, encuentran también sustento en la obligación que emana de la Constitución de actuar de acuerdo con las responsabilidades que ésta exige. Por ello, advertido el vacío normativo que la declaración de inconstitucionalidad de una norma puede generar, y la consecuente afectación de los derechos fundamentales que de ella puede derivar, tiene el deber —en la medida de que los métodos interpretativos o integrativos lo permitan— de cubrir dicho vacío normativo a través de la integración del ordenamiento, pues, según reza el artículo 139º, inciso 8, de la Constitución, los jueces no pueden dejar de impartir justicia por vacío o deficiencia de la ley. No cabe duda, entonces, que el Perú es un Estado de tipo constitucional, no sólo porque tiene una Constitución sino también y sobre todo porque vive una concepción constitucional, que al margen de las discusiones en torno a su legitimidad, ha recibido una importante contribución de la labor del Tribunal Constitucional, quien –por ejemplo— en muchas oportunidades no sólo ha dotado de sentido sino que ha hecho realidad el reconocimiento constitucional del Perú como Estado Social y Democrática de Derecho (artículos 3° y 43° de la Constitución de 1993), superando de este modo la Concepción de un Estado Liberal de Derecho”9. El siguiente párrafo destaca claramente y en las propias palabras de éste órgano constitucional autónomo, su aporte a nuestra vida Constitucional. El Tribunal Constitucional peruano sostiene que si bien es cierto que los valores básicos del Estado Liberal eran, precisamente, la libertad, la propiedad individual, la igualdad, la seguridad jurídica y la participación, en todo ámbito, de los ciudadanos en la formación de la voluntad estatal, también lo es que “(…) el Estado social democrático y libre no sólo no niega estos valores, sino que pretende hacerlos más efectivos dándoles una base y un contenido material y partiendo del supuesto de que individuo y sociedad no son categorías aisladas y contradictorias, sino dos términos en implicación recíproca de tal modo que no puede realizarse el uno sin el otro»10 El Poder Judicial esta desplegando esfuerzos para ponerse a la par de este nuevo paradigma constitucional, que a pesar de lo ya comentado, se encuentra aún –no sólo en nuestro país, sino en toda la región— en franco proceso de desarrollo. Esto, sin embargo, no significa desconocer el importante esfuerzo personal y papel que ya vienen cumpliendo muchos miembros de este Poder del Estado en pos de situarse a la vanguardia de los nuevos paradigmas en la impartición de justicia. La agenda que actualmente conduce la mar- STC peruano Exp. N° 0004-2006-PI/TC, fundamento jurídico 171. STC. N° 0048-2004-PI/TC, Fundamento 1. 10 GARCÍA PELAYO, Manuel, Las transformaciones del estado contemporáneo, Editorial Alianza, Madrid, 1980, p. 26. Cit. por STC. N° 0048-2004-PI/TC, Fundamento 1. 8 9 15 cha de la reforma judicial, y que se inspira en una concepción humanista de la justicia, tiene como norte el fortalecimiento de una judicatura con una acendrada cultura constitucional, y de protección de los derechos humanos. El porvenir se dibuja como un futuro en el que la judicatura habrá de sostener con su trabajo, independiente e imparcial, la defensa del Estado Constitucional. A la actualidad la Sala Plena de la Corte Suprema de Justicia ha adoptado decisiones importantes en pos de la afirmación de una judicatura con cultura constitucional. A principios del dos mil siete, se dispusieron medidas para que los magistrados del país cumplan con seguir el procedimiento de consulta de inconstitucionalidad, así como de informar – para evitar abusos sobre la materia – de los procesos de amparo y habeas corpus que tengan conocimiento. Porque el Estado Constitucional no puede instituirse como un plexo de garantías que amparen la impunidad o el uso de sus instituciones para fines proscritos por el propio Derecho. De ninguna manera. Es de destacar también que la Sala Plena de la Corte Suprema de Justicia viene discutiendo, y en breve plazo lo hará público, una importante y muy sustentada iniciativa de Reforma del Sistema de Justicia contemplado en nuestra Constitución, instituyendo cambios que van en el sendero de reconocer al Poder Judicial atribuciones como la iniciativa para instaurar procesos de inconstitucionalidad – facultad que 16 fue reconocida en la Constitución de 1979 – así como que sea la judicatura la instancia correspondiente en la que se decidan los procesos de extradición, entre otras importantes y valiosas modificaciones, que ciertamente podrían ser materia de otra intervención. El Estado, que fue concebido por Thomas Hobbes como una máquina, por su artificialidad, por constituir una creación propiamente humana, hoy es, y lo será por mucho tiempo, no solo uno de los grandes temas del siglo XXI, sino también un proyecto – que desde una concepción constitucional – constituye la esperanza y la garantía de que la libertad humana y los altos valores de la humanidad, existirán en el futuro, pese a los embates, pese a la propia irracionalidad humana, que latente, amenazará siempre lo más valioso de la propia condición existencial. Juventud universitaria, colegadas abogados, profesionales aquí presentes, si aún constatamos que vivimos en un mundo individualista, egoísta, en el que muchas veces parece ausente el deber de solidaridad, esforcémonos por demostrar que este gran pensador Thomas Hobbes se equivocó al decir que “El hombre es lobo del hombre”, “Homo homini lupus”, y podamos decir que el hombre es al menos el amigo del hombre o hermano del hombre como lo hubiese querido nuestro vate universal César Vallejo Mendoza. MUCHAS GRACIAS PONDERACIÓN CONSTITUCIONAL EDWIN FIGUEROA GUTARRA VOCAL SUPERIOR SALA CONSTITUCIONAL LAMBAYEQUE PROFESOR ASOCIADO ACADEMIA DE LA MAGISTRATURA Introducción La dilucidación de un conflicto constitucional exige al Juez, conforme a la teoría del ordenamiento jurídico de Norberto Bobbio 1, brindar indefectiblemente una solución al conflicto que se le presenta. Si se trata de una controversia en la cual los hechos se subsumen dentro del supuesto jurídico de la norma, no existe mayor conflicto. Sin embargo, ¿qué sucede si la regla, o norma legal, no es suficiente? O bien, ¿cuál es el contexto del problema si los principios de interpretación constitucional que propugna Konrad Hesse2 igualmente no resuelven el conflicto? Y por último, ¿cómo enfrentar la incertidumbre jurídica en ciernes si los criterios de interpretación, siguiendo las premisas de Asis de Roig3, solo son pautas orientativas sobre las cuales no hay un sentido de prevalencia total de uno sobre otro? Ante dicha eventualidad, debemos advertir que se hace necesario recurrir a técnicas más complejas de resolución de conflictos, la cuales no constituyen una fórmula infalible, mas resultan útiles para dilucidar controversias de gran complejidad. Una de estas técnicas es la ponderación de conflictos constitucionales, cuyo desarrollo a grandes rasgos es propósito de este artículo. La ponderación constitucional La ponderación, como método de resolución de controversias en sede constitucional, presupone un conflicto o una colisión entre derechos fundamentales. Al respecto debemos precisar, conforme señala Carlos Bernal Pulido4: “Que los ordenamientos jurídicos no están compuestos exclusivamente por reglas, como señalaba Kelsen, para quien la única manera de aplicar el derecho era la subsunción (…) A partir de las investigaciones de Dworkin en el mundo anglosajón y de Alexy en el germánico, se suman los principios y la ponderación. La ponderación es la manera de aplicar los principios y de resolver las colisiones que pueden presentarse entre ellos y los principios o razones que jueguen en sentido contrario.” Prosigue el mismo autor: “Dworkin señala que los principios están dotados de una propiedad que las reglas no conocen: el peso. Al ponderarse, se establece cuál principio pesa más en el caso concreto. El principio que tenga un mayor peso será el que triunfe en la ponderación y aquel que determine la solución para el caso concreto.(…) La ponderación es entonces la actividad consistente en sopesar dos principios que entran en colisión en un caso concreto para determinar cuál de ellos tiene un peso mayor en las circunstancias específicas. La estructura de la ponderación queda así integrada por la ley de ponderación, la fórmula del peso y las cargas de argumentación. “. Por la ley de la ponderación, asumimos que: “Cuanto mayor es el grado de la no satisfacción o de afectación de uno de los principios, tanto mayor debe ser la importancia de satisfacción del otro”. A su vez, con la fórmula del peso, Robert Alexy refiere que a los principios se les puede atribuir un valor en la escala triádica: leve, medio, intenso. Ejemplo: en un caso de transfusión urgente de sangre, el peso del derecho a la vida es mayor que la convicción religiosa de no recibir una transfusión. Finalmente, las cargas de argumentación operan cuando existe un empate entre los valores que resultan de la aplicación de la fórmula del peso. BOBBIO, Norberto. “Teoría del Ordenamiento Jurídico”, 1960 HESSE, Konrad. “Escritos de Derecho Constitucional”. Traducción de Pedro Cruz Villalón. 2da. Ed. Madrid: Centro de Estudios Constitucionales, 1992, Pp. 45-47. Estos principios, inclusive aplicados por el Tribunal Constitucional son: unidad de la Constitución, concordancia práctica, corrección funcional, función integradora y fuerza normativa de la Constitución, entre otros importantes. 3 ASIS DE ROIG, Rafael. “Jueces y Normas. La Decisión Judicial desde el Ordenamiento”, Marcial Pons; Madrid, 1995, Pág. 177. 4 BERNAL PULIDO, Carlos. “La ponderación como procedimiento para interpretar los derechos fundamentales”. Materiales de enseñanza Derecho 1 2 17 En relación a los límites de la ponderación, debemos señalar que no existe un criterio objetivo para determinar los valores determinantes del peso que tienen los principios en la ley de ponderación y que conforman la fórmula del peso. El peso abstracto es una variable muy singular, que remite siempre a consideraciones ideológicas y hace necesaria una postura por parte del intérprete. Desarrollo jurisprudencial de la ponderación En el desarrollo jurisprudencial realizado por el Tribunal Constitucional, el caso Magaly Medina5 resulta interesante: en un proceso penal de habeas corpus se desarrolla, con ciertas variantes, el esquema que proponen Bernal Pulido y Robert Alexy, en cuanto suponen un juicio de adecuación o idoneidad, de necesidad(a fin de determinar si no existieron medidas menos gravosas que la conducta o norma objeto de acción constitucional), y finalmente un examen denominado de proporcionalidad. El Tribunal aplica ponderación al confrontarse dos derechos fundamentales: el derecho a la intimidad frente al derecho a la información, prevaleciendo el primero. Veamos: “4. a.i. El juicio de adecuación: A través de la adecuación, la conclusión a la cual se arribe debe ser lo más ajustada posible a la finalidad de la Constitución, explícita o implícitamente reconocida. En tal sentido, la acción que realice la persona debe ser conveniente, jurídicamente hablando (la norma habrá de ser accesible y previsible) y contar con un fin legítimo ( …) 4. a.ii. El juicio de necesidad: El criterio de necesidad importa la ausencia de una solución más efectiva y adecuada de la que se esté tomando. Lo que se busca realizar a través de este juicio es elegir, entre las me- didas posibles, la mejor que exista. Asumiendo este argumento, se ha señalado que la vida privada (...) es un derecho fundamental, razón por la cual las leyes que pretendan limitarlo han de contar con una muy sólida justificación. Deben ser necesarias para satisfacer un imperioso interés estatal 6. 4. a.iii. El juicio de proporcionalidad: A través de la proporcionalidad se procura que cada solución a la cual se arribe responda a una conveniencia constitucional o finalidad de la determinación de contenidos de cada uno de los derechos que están en juego. Es decir, busca que el resultado del acto interpretativo responda al objeto perseguido por la ponderación realizada.(…). Posición contraria a la ponderación La propuesta doctrinal entonces involucra objetivamente que el intérprete constitucional aprecie una colisión de derechos y que uno de ellos prevalezca sobre el otro. Luis Castillo Córdova7 desarrolla una posición contraria, formulando una crítica frontal a lo que él denomina una posición conflictivista (aludiendo a la ponderación). Señala que: “ Concebir a los derechos fundamentales como realidades contrapuestas, trae como consecuencia la existencia de unos derechos de primera categoría y otros de segunda(…) Si las posiciones conflictivistas termina por afectar, vulnerar o lesionar derechos reconocidos en la Constitución, ¿ cómo queda entonces el principio de unidad de la Constitución?(…) El asunto se agrava cuando nos percatamos que la norma constitucional cuya vulneración se intenta justificar, es una norma iusfundamental.” Como propuesta, a tenor de la crítica formulada, Constitucional de la Academia de la Magistratura. X Curso de Capacitación para el Ascenso 2do nivel. Pág. 87. 5 STC N.° 6712-2005-HC/TC. LIMA. Caso Magaly Jesús Medina Vela y Ney Guerrero Orellana 6 SCHNEIDER (State interest analysis in Fourteenth amendment ‘privacy’ law), cit. por Pablo Lucas MURILLO DE LA CUEVA. El derecho a la intimidad. En: “Revista Jurídica del Perú”. Trujillo, año XLVIII, N.º 14 (ene. - mar. 1998). p. 92. 7 CASTILLO CORDOVA, Luis. “Comentarios al Código Procesal Constitucional”. ( Tomo I, Título Preliminar y Disposiciones Generales) Palestra, 2da edición, 2006, pág. 18 desarrolla la posición de la exigibilidad de una interpretación armonizadora de los derechos fundamentales, basándose en dos elementos centrales: la unidad y coherencia del hombre como base del entendimiento de los derechos y el principio de unidad de la Constitución como favorecedor de una interpretación armoniosa. Sin perjuicio de lo expuesto y de lo razonable que resulta una posición armonizadora, consideramos que el desarrollo jurisprudencial promovido por el Tribunal Constitucional alemán y el peruano, ha venido marcando una posición orientadora basada en el desarrollo de las técnicas de ponderación y proporcionalidad, como métodos con una base aplicativa jurisprudencial. Sin duda, el desarrollo jurisprudencial de la teoría armonizadora podría eventualmente su- perar la previsión de ponderación que adopta el intérprete constitucional hoy y ahora, mas ello requerirá, estimamos, cierto tiempo prudencial. A modo de conclusión A grandes rasgos, la ponderación aún espera mayor desarrollo jurisprudencial. La crítica a esta técnica, de igual forma, denota fuerza en la medida que desvirtúa que haya derechos prevalentes, cuando el principio de unidad de la Constitución supone un plano de igualdad para todos los derechos fundamentales. No obstante ello, la ponderación constituye un referente de importancia para nuestro ordenamiento y al mismo tiempo, una guía metodológica para el esclarecimiento de las controversias difíciles. 19 EL USO DE LA IMPUTACIÓN OBJETIVA EN LA MALA PRAXIS MÉDICA OSCAR MANUEL BURGA ZAMORA JUEZ DEL OCTAVO JUZGADO PENAL DE CHICLAYO I.- Aspectos Generales El tema de mala praxis médica se ubica dentro de los denominados delitos culposos, tipos abiertos, en donde corresponde al juzgador ejercer la función de cerrar el tipo, porque de la descripción que hace el legislador no surgen todos los elementos necesarios para considerarlos como una conducta típica sancionada penalmente. Con respecto a estas conductas, los operadores del derecho han recurrido a lo que se entendía como imprudencia, impericia o negligencia, pero dichos conceptos muchas veces resultan complejos e imprecisos al momento de su aplicación a casos concretos. Otro aspecto a considerar, es que los problemas que genera el tema de mala praxis médica, no son nuevos, siempre han existido y existirán, en razón de que la denominada “zona gris” reservada para el campo penal no sólo es reducida sino variable en el tiempo con el avance de la ciencia, o como también se ha dicho “se trata de un espacio político criminal en el que la franja del derecho penal y la fatalidad es cada vez más tenue e inquieta”1 . Es en este contexto, que se intentará precisar la utilidad de la imputación objetiva, para la solución de los problemas que en materia penal presente la mala praxis médica. Con referencia a la imputación objetiva, es también necesario recordar que como construcción teórica, tampoco es nueva. Se ha señalado que ya era esbozada por Hegel a comienzos del siglo XIX cuando señalaba que solo puede llamarse imputación a aquello que en una conducta puede ser reconocida como propia, o que a una persona sólo le puede ser imputado aquello que constituye su obra y no aquello que sea resultado de la simple casualidad, de la mala suerte o del destino 2 ; y si bien no utilizó el término imputación objetiva, tal terminología es atribuida a Larenz, para hacer notar que la cuestión de la imputación puede discutirse en primer lugar independientemente del problema del valor moral de una acción3 , hasta que Richard Honic en el año de 1930 escribe un artículo titulado “Causalidad e Imputación Objetiva”. Es en base a los aportes de estos autores que a comienzos del siglo XX se ha construido lo que actualmente conocemos como teoría de la imputación objetiva. Es sabido también que estamos ante un tema aún en proceso de construcción y que el avance de su desarrollo actual se debe fundamentalmente al aporte de dos grandes pensadores del derecho penal alemán como son Claus Roxin y Günther Yakobs, quienes bajo sus propias ópticas han construido y dado contenido a verdaderas herramientas teóricas que pueden resultar muy útiles para delimitar el ámbito del derecho penal, en todo tipo de delitos; sin embargo importa para los fines del tema que nos ocupa, sólo la utilidad en el ámbito de los delitos culposos que creo es donde mayor aceptación tiene la imputación objetiva; toda vez, que no existe duda que sirve para limitar la imputación penal a una persona a su dimensión totalmente razonable. Agustín Borreiro, citado por Coransky en Cuestiones Particulares de la Imprudencia en Derecho Penal-Actividad Médica. Ad Hoc. Buenos Aires 1999 Yesid Reyes Alvarado en Imputación Objetiva. Edit. Themis. Santa Fé de Bogotá 1996. Pág. 49 3 Claudia López Díaz. Introducción a la Imputación Objetiva. Universidad Externado. Bogotá 1996. Pág. 51 1 2 20 II.- Concepto de Imputación Objetiva La imputación objetiva, no es más que una herramienta teórica que sirve para delimitar la atribución de un hecho a una persona, superando no sólo aquella doctrina que únicamente exigía la existencia de una relación causal entre el comportamiento y un resultado lesivo para poder dar por satisfecha la tipicidad de una conducta (causalismo), sino el propio contenido de la teoría que la superó como es el finalismo, la cual en el caso de los delitos culposos estableció como contenido del comportamiento ilícito penal el denominado incumplimiento del deber objetivo de cuidado. El mérito de la Imputación Objetiva, es tratar de crear reglas de imputación que sirvan para el análisis del aspecto objetivo del tipo penal, vale decir antes de efectuar el análisis de la imputación subjetiva. Es pues en mérito a la denominada imputación objetiva que podemos sostener que un resultado lesivo sólo podrá ser objetivamente atribuido a un individuo en materia de delitos imprudentes, cuando no sólo se advierta la inobservancia del deber objetivo de cuidado, sino cuando además el resultado lesivo es atribuible jurídicamente a dicho individuo. En palabras de Roxín, sólo se le puede imputar objetivamente un hecho a una persona, cuando ésta haya originado un riesgo jurídicamente desaprobado y ese riesgo se haya concretado en un resultado, atribuyendo de esta manera a la imputación objetiva dos elementos: el de la creación de un riesgo jurídicamente desaprobado y el de la realización de dicho riesgo, entendido este último, no en un sentido puramente naturalístico sino como quebrantamiento de las normas 4. No corresponde a los fines de este estudio analizar las posiciones de Roxin y Yakobs, en cuanto a los criterios que ambos proponen respecto a la imputación objetiva, vale decir sus coincidencias como sus discrepancias, sino cuales son los criterios de imputación objetiva que tienen utilidad práctica a la hora de resolver un tema de mala praxis, ya sea desde uno u otro punto de vista, pues basta enunciar que desde la óptica del primero el principio general de imputación esta basado en que la acción humana haya producido un riesgo desaprobado legalmente, el cual además debe haberse manifestado en el resultado y encontrarse también incluido dentro del fin de protección de la norma o en otras palabras la “imputación al tipo objetivo presupone la realización de un riesgo creado por el autor, no cubierto por un riesgo permitido, y que encuentra dentro del radio de acción del tipo” 5 ; es por ello que dentro de la creación de un riesgo prohibido, excluye la imputación cuando hay disminución del riesgo, ausencia de la creación de un peligro, o en los casos de riesgo permitido mientras que dentro de la realización de un riesgo no permitido, excluye la imputación cuando no se realiza el peligro, cuando falta la realización de un riesgo permitido, y cuando se trata de resultados no cubiertos por el fin de protección de la norma de cuidado; y por último dentro de lo que se denomina radio de acción o alcance del tipo, excluye la imputación en una propia puesta en peligro dolosa, la puesta en peligro de otro consentida por éste, y la atribución del ámbito de protección ajena6; mientras que para Yakobs, la imputación debe excluirse en caso de riesgo permitido, en casos de supuestos de confianza permitida basado en el principio de confianza; en los supuestos de prohibición de regreso, en casos de acuerdo, consentimiento que excluye al tipo y actuación a propio riesgo o también denominada competencia de la víctima. Yesid Reyes Alvarado. Ob. Cit Pág. 75 Claus Roxin: La Imputación Objetiva en el Derecho Penal. Traducción de Manuel Abanto Vásquez. Ideosa. Lima 1997. Pág. 97 6 Claus Roxin. Ob. Cit. 4 5 21 Graficando las posiciones, según Roxín, se puede hacer uso de la IMPUTACION OBJETIVA en los casos de: CREACION DE RIESGO PERMITIDO REALIZACION DE RIESGO NO PERMITIDO Se excluye en: Dis m inu ción de r iesgo Falta de cre ación de r iesgo Se excluye en: Riesgo perm itido Falta de realización de peligro Falta de realización de riesgo Cas os qu e están fuera d el fin de prote cción de la norma Según Yakobs, la IMPUTACION OBJETIVA la imputación objetiva tiene aplicación en cuatro pilares fundamentales: IMPUTACION OBJETIVA Riesgo Perm itido Prin cipio de Confia nza III.- Delimitacion del Ambito del Derecho Penal en la Praxis Médica. Es necesario señalar que para reconocer un acto médico dentro del ámbito de competencia del derecho penal por imprudencia, y por tanto dentro de lo que conocemos como mala praxis punible, no basta estar ante un diagnóstico errado, sino que se requiere de un resultado típico que debe servir para sostener la posible 22 Comp etencia de la Victim a Prohibi ción d e Regr eso existencia de un caso de imprudencia médica, y ese resultado típico tiene que ser lesiones o muerte, toda vez que nuestra normatividad penal en materia de mala praxis, solo ha previsto el delito de lesiones u homicidio culposo, tal como lo señala expresamente el segundo párrafo del artículo 12 del Código Penal “la infracción culposa es punible en los casos expresamente establecidos por la ley”, no existe la posibilidad de atribuir a un médico otro delito por mala praxis. Es también necesario establecer que el primer paso en tal reconocimiento, es comprobar la causalidad natural, dado que la relación de causalidad deviene en el umbral elemental del que hay que partir, aunque no sea suficiente para la atribución del resultado. Expresado en otros términos, cuando como consecuencia de una intervención médica se producen lesiones o muerte, no necesariamente estamos ante un tema de contenido penal. Esto es así, porque, en primer lugar la norma penal no veda (y esto es obvio) la intervención del profesional en favor del enfermo, como tampoco proscribe que se asuman riesgos, dado que estos son consustanciales a todo hacer u omitir del médico, que se enfrenta a la enfermedad de su paciente. Del mismo modo la norma penal tampoco prohíbe que se produzca cualquier resultado infausto; por el contrario, parte de la evidencia de que es muy probable que él acontezca (pues ello es acorde con la naturaleza de las cosas), como muy bien lo dice Marco Antonio Terragn7, quien además termina señalando que la norma penal solamente quiere impedir que de la actuación médica se derive una consecuencia que el profesional hubiese podido evitar. IV.- El uso de la imputacion objetiva en casos de mala praxis medica Como ya se ha dicho, si utilizamos la imputación objetiva en casos de mala praxis médica, puede ser que un resultado lesivo no sea imputable al médico por imprudencia, por acaecer de modo imprevisible, tal como lo señala Jesús María Silva Sánchez8; sin embargo, creemos que son justamente las reglas de la imputación objetiva las que servirán para delimitar la imprudencia punible de un médico. Es por ello que Jesús María Silva Sánchez señala que aún en caso de que el resultado se produzca de modo previsible, no siempre ha de surgir una atribución de responsabilidad penal, dada la eficacia especial que en la actividad curativa ha de tener la figura del “riesgo permitido”, como reverso del riesgo penalmente relevante. En otras palabras, para que se pueda sostener la existencia de imprudencia médica, el resultado lesivo, como dice el mismo autor “ha de ser expresión precisa del riesgo creado con la conducta imprudente”. Como vemos el autor pretende limitar la responsabilidad penal de la actividad médica, usando herramientas construidas gracias a la imputación objetiva como es el riesgo permitido, de cuyo desarrollo, así como de otros barómetros nos ocuparemos a continuación. Riesgo Permitido El riesgo permitido es uno de los parámetros de imputación objetiva que se ha tomado en cuenta para delimitar la responsabilidad penal. Se parte de la idea que el ser humano a través de la historia y de la vida diaria se ha visto obligado a tolerar o convivir con determinados riesgos que pueden conllevar a la afectación de derechos, en razón de que su aceptación resulta necesaria e indispensable para no impedir el propio desarrollo de la sociedad. Es por ello que, por ejemplo se acepta el tráfico automotriz a pesar de tratarse de una actividad sumamente riesgosa y peligrosa por su propia naturaleza. De igual manera se acepta el uso de químicos que puede resultar altamente nocivos en muchas situaciones, el tráfico aéreo, la explotación de una fábrica, etc. En estos casos, como quiera que la misma sociedad sabe que por un lado existe una actividad riesgosa y por el otro resulta necesario para su desarrollo, lo único que ha hecho es tratar de reducir dicho riesgo a límites tolerables 7 Conferencia: La moderna Teoría de la Imputación Objetiva y la Negligencia Médica Punible, pronunciada en las Jornadas de Derecho Penal en Homenaje A Claus Roxin. Córdoba Argentina. Oct. 2001. 8 Medicinas Alternativas e Imprudencia Médica. Bosch. Edit. Barcelona 1999 23 con disposiciones que no hacen sino contener reglas objetivas de cuidado, pues por ejemplo, respetar las señales de tránsito, mantener los vehículos en buen estado de funcionamiento, esto es con los frenos adecuados, el uso de neumáticos en buen estado, el mantenimiento de la luces de peligro, etc. Es decir, la idea del riesgo permitido, alude a que todas las acciones peligrosas, no obstante serlo, pueden ser mantenidas teniendo en cuenta su utilidad social, toda vez que, en la medida en que los beneficios que generan un riesgo pueden ser superiores a los perjuicios, muchas veces se tiene que asumir su creación. El ejemplo más claro lo encontramos en la medicina, porque los fracasos luctuosos o gravemente desgraciados, resultan una proporción pequeña dentro del universo de las prácticas que cotidianamente se realizan en el mundo con finalidad curativa, o como también se sostiene, algunas actividades médicas, más comprometidas que las ordinarias, son apoyadas por entender que la finalidad que persiguen es útil y el llegar a realizarlas sería un progreso. Lo contrario, implicaría actuar necesariamente sobre seguro, pero ello conllevaría a una inhibición del avance científico; sin embargo, esto tiene que tener límite, y ese límite o autorización jurídica para actuar en forma socialmente riesgosa, es el RIESGO PERMITIDO Ahora bien, si aceptamos que el límite es el riesgo permitido, las reglas resultantes serían las siguientes: a.- Cuando las personas actúan dentro de los límites del riesgo socialmente aceptado, se niega la imputación objetiva. b.- De igual manera se excluye la imputación cuando hay disminución de riesgo. c.- También se excluye la imputación en ausencia de la creación de un peligro. 24 A su vez, como señala Roxín, en el caso de Realización de Riesgo No permitido; se excluye la imputación cuando no se realiza el peligro, o cuando falta la realización del riesgo permitido. Esto significa que si se podrá imputar un resultado lesivo cuando incrementándose el riesgo socialmente aceptado, se produce dicho resultado lesivo atribuible a título de culpa a una persona. Si lo dicho lo trasladamos a la actividad médica, advertiremos que la utilidad de este barómetro resulta evidente, toda vez que el desarrollo de esta actividad médica implica per se una actividad riesgosa. En este sentido, si como consecuencia de una intervención quirúrgica resulta lesiones o la muerte de una persona, no necesariamente podemos estar ante un caso de mala praxis médica con contenido penal, pues lo único que podemos sostener con seguridad en este caso es la existencia de una relación de causalidad entre la actuación médica y el resultado, pero no necesariamente la existencia de una acto de imprudencia punible. Qué nos faltará entonces para que se pueda imputar el resultado al médico?, Obviamente determinar si ese resultado lesivo le es atribuible por culpa o imprudencia al médico. Qué parámetros debemos tener en cuenta para establecer tal situación?, acaso, debemos recurrir al “buen médico”, en donde los parámetros para establecer al “buen médico”v resultan sumamente complicados, por ser una tarea muy difícil. Sin embargo creemos que si podemos recurrir a los parámetros de imputación objetiva construidas a partir del riesgo permitido, y así poder determinar si el médico incrementó el riesgo permitido, o es que la muerte se produjo no obstante la actuación médica. Si sucedió lo último, resulta pues claro, que tiene que excluirse la imputación. No se debe olvidar que en materia médica, el individuo enfermo corre peligro y que intentar curarlo también supone asumir el riesgo de que la intervención no resulte exitosa o produzca consecuencias nocivas anexas9. Por tal razón resulta obvio el criterio que permite eliminar del interés penal comportamientos médicos irrelevantes para esta rama del Derecho; quedando para determinar si en casos de elevación o incremento del riesgo puede existir una atribución de resultado. De lo antes señalado, se advierte que el esfuerzo de la doctrina está orientado a descubrir un parámetro objetivo y firme, que permita eludir la necesidad de imaginar (labor que de por sí es fuente de resultados imprecisos) cuál habría sido el comportamiento ideal, en nuestro caso el del buen médico. O imagen ideal a la que acudió Welzel cuando señalaba que para delimitar las fronteras del riesgo moderado sirve el modelo del hombre “inteligente”. Como se puede ver, lo significativo de esta construcción teórica es que nos permite establecer bases valorativas; que nos llevan a sostener que no es suficiente que la acción haya causado el resultado previsto por la ley, para adjudicar el hecho, sino que es necesario determinar si ese riesgo fue creado o innecesariamente incrementado, traduciendo de ese modo en el efecto previsto por la ley y por tanto imputable objetivamente a una persona; aunque también debemos ser claros en señalar que no debemos olvidar que dentro de la actuación médica resulta lícito intervenir quirúrgicamente con urgencia, para salvar la vida del paciente, aún cuando se sabe que la operación entraña peligro y es previsible un resultado infausto, al no realizarse en condiciones ideales, pero en este caso, la urgencia deviene en un dato objetivo para sostener que no se ha incremento el riesgo más allá de lo permitido. Principio de confianza El principio de confianza, es una regla de imputación objetiva que sirve para excluir la imputación de un hecho a una persona, que habiendo cumplido con el rol que le compete dentro de una actividad determinada, se produce un resultado porque otra persona no hizo lo que le correspondía. En la actividad médica, esta regla puede ser muy útil para delimitar responsabilidades en caso del trabajo en equipo, pues todos sabemos que en la actualidad el tratamiento médico requiere del concurso de distintos especialistas ( como por ejemplo un anastesiólogo, el cirujano, el instrumentista, etc.), en donde la única forma de establecer responsabilidades es teniendo en cuenta en primer lugar los deberes y competencias de cada uno de los miembros del equipo de acuerdo a la división de trabajo asignado; y en segundo lugar haciendo uso del denominado principio de confianza, entendido éste como aquella creencia firme que cada uno de los integrantes del equipo asumirán con total atención y responsabilidad las actividades de su especialidad. Es decir para poder hacer uso de este barómetro de imputación, se requiere necesariamente distinguir las funciones de cada miembro del equipo y determinar en que consiste su contribución al trabajo en común, a efectos de poder usar del denominado Principio de Confianza como criterio delimitador de los deberes objetivos de cuidado.10 Es necesario también tener presente para poder delimitar correctamente los deberes objetivos de cuidado, si en el caso concreto se esta 9 Marco Antonio Terragni. Conferencia: La moderna Teoría de la Imputación Objetiva y la negligencia médica punible, pronunciada en las Jornadas de Derecho Penal en Homenaje a Claus Roxin en la ciudad de Córdoba Argentina. Octubre del 2001. 10 Coransky. Ob. Cit. 25 ante una división de trabajo horizontal que es el que se da entre médicos por ejemplo, y la división de trabajo vertical, que se da cuando la relación es jerárquica, como es el de médico a enfermera. Ambito de Protección de la Norma Esta regla de imputación resulta importante en la medida que sirve para poder establecer en casos de incumplimiento del deber de cuidado, es decir, si necesariamente nos encontramos ante una conducta penalmente relevante. Un ejemplo común nos dará una idea más clara de este tema: Una persona, utiliza como recorrido para su trabajo una pista determinada en donde se le permite hacer uso de una velocidad alta, salvo en una zona donde existe un colegio diurno y se ha colocado una señal de tránsito que establece como velocidad máxima 40 Km/hora; sin embargo cierto día, utiliza la misma pista pero en horas de la noche y como quiera que sabe que el letrero es para proteger a los escolares que estudian en el día, no baja la velocidad, y cuando esta a la altura del colegio una persona extraña negligentemente pretende cruzar la pista, incluso en lugar distinto al señalizado para tal fin, produciéndose un accidente con lesiones graves. La pregunta será, debe responder el chofer, atendiendo a la señal de tránsito que establecía el máximo de velocidad, o es que se puede alegar que esa norma de tránsito sólo tenía como finalidad proteger la integridad de los alumnos del colegio y por tanto lo que ha sucedido con el transeúnte esta fuera del ámbito de la protección de esa norma. En la praxis médica, esta regla puede resultar útil cuando existiendo un incumplimiento 11 26 Ob. Cit. del deber objetivo de cuidado no se logre el resultado previsto por la norma o tipo penal, vale decir lesiones o muerte. Esto significa, pues que en los delitos imprudentes se requiere un nexo o relación de riesgo referido al fin de protección de la norma. O cuando los bienes afectados no son aquellos que el Derecho quería evitar con la imposición de un determinado deber de diligencia. Es decir la teoría del fin de protección de la norma sostiene que sólo pueden imputarse al autor aquellas consecuencias de su obrar descuidado, que debieron haberse evitado según el sentido y la finalidad de la norma de cuidado infringida Con el concepto fin de protección de la norma, así como los demás que utiliza la teoría de la imputación objetiva (incremento del riesgo, principio de confianza, etc.) se procura fijar los alcances del tipo penal, en donde tienen cabida todos aquellos elementos que integran la descripción de la conducta que se quiere motivar. Como dice Struensse citado por Coransky en el delito imprudente, en la medida en que la norma puede inhibir el comportamiento negligente mediante la amenaza del mal que representa la pena, la indicación del deber de cuidado integra la tipicidad. La actitud de no haberse comportado cuidadosamente, pudiendo haberlo hecho, le podrá luego de comprobado aquello, ser reprochada al sujeto11. Accion a Propio Riesgo o Competencia de la Víctima Esta es una regla que sirve para delimitar los casos participación en una puesta en peligro, excluyendo la imputación objetiva. Como quie- ra que la imputación radica en precisar a que ámbito de competencia puede atribuirse alguna conducta, dado que un suceso puede ser explicado como obra exclusiva de un autor, o como obra exclusiva de la víctima, o de ambos. Es decir la víctima también puede ser objeto de imputación. se podrá satisfacerse plenamente el último. Esto es así, porque si bien, nadie podrá negar que el médico en estos casos actúa como garante de los bienes jurídicos que se pueden poner en riesgo, aunque no se descarta que tal situación pueda ser resuelto haciendo uso del riesgo permitido. Se podría pensar que en los casos en que una persona con mayoría de edad por cuestiones estéticas, se somete a una intervención quirúrgica no obstante conocer los riesgos que implica dicho acto médico, resultando como consecuencia del acto médico lesiones graves o muerte; sin embargo, tal situación tiene que analizarse muy cuidadosamente teniendo en cuenta las exigencias de esta figura para poder hacer uso de esta regla exclusoria de imputación. Conclusiones Las exigencias a que hemos hecho referencia son las siguientes: a).- Que la víctima tenga bajo su control la decisión sobre el sí y el cómo del desarrollo de la situación peligrosa; b).- Que la víctima sea un sujeto autoresponsable, con capacidad para calcular la dimensión del riesgo; y c).- El tercero no tiene que tener una especial situación de protección frente al bien jurídico, vale decir no debe ostentar una posición de garante con respecto a la persona que se antepone en peligro. Como se puede ver si bien en el caso bajo análisis, se puede sostener que se ha satisfecho con los primeros supuestos; sin embargo, no 1.- Tal como se ha podido establecer la imputación objetiva, hoy por hoy constituye una construcción dogmática que necesita observarse en los casos de imprudencia médica, pues de su adecuado manejo resultará una sentencia más razonable y justa. 2.- Dentro de la imputación objetiva se han creado reglas, que pueden ser sumamente útiles para delimitar responsabilidades de carácter penal respecto a un acto médico 3.- Las reglas de imputación surgidas del riesgo permitido y el principio de confianza, son la que mayor utilidad tienen en temas de mala praxis médica, en razón de que estamos ante una actividad altamente riesgosa y donde la naturaleza de la actividad requiere del concurso de un determinado número de personas para asegurar un resultado satisfactorio del acto médico. 27 EL APORTE DE LA JURISPRUDENCIA LAMBAYECANA AL PRECEDENTE VINCULANTE EN MATERIA DE VIOLACIÓN SEXUAL DE MENORES JUAN RIQUELME GUILLERMO PISCOYA JUEZ DEL SEXTO JUZGADO ESPECIALIZADO PENAL DE CHICLAYO 1. Consideraciones previas. Desde la dación de la Ley N° 28704, del cinco de abril del dos mil seis que modificaba, entre otros, el artículo 173° del Código Penal [Violación Sexual de Menores], la magistratura nacional, sintió la necesidad de hacer frente a la irracionalidad y desproporcionalidad del legislador, en esa materia. En efecto el artículo el artículo 173° inciso 3 [Violación Sexual de Menor de Edad] del Código Penal modificado por la citada ley, establece que si el agente tiene acceso carnal por vía vaginal, anal o bucal o realiza otros actos análogos introduciendo objetos o partes del cuerpo por alguna de las dos primeras vías, con una menor de edad, si la víctima tiene entre catorce años de edad y menos de dieciocho, la pena será privativa de libertad no menor de veinticinco ni mayor de treinta años. Es decir, en ese supuesto, al autor del delito se le exigía ahora, una especie de “control de edad de la víctima”, pues, para relacionarse sexualmente, y tener la certeza de que no incurriría en un delito de Violación Sexual de Menor de Edad, se hacía necesario que constate previamente la edad de la víctima. 2. Problemas presentados. Pero los problemas que se presentaron frente a denuncias de ese tipo, fueron mayores. En el Juzgado a mi cargo, se presentó una denuncia [Expediente N° 2007-1910] en la que se denunciaba a un ciudadano de veintisiete años que tenía había tenido relaciones sexuales con una menor de diecisiete con dos meses, la cual quedó embaraza. El denunciado mantenía una relación con- 28 vivencial con la agraviada, con el consentimiento de sus padres, pero el Ministerio Público estimó que el hecho no exculpaba al denunciado, debido a la minoría de edad de la agraviada, quien no tiene facultades de prestar consentimiento para actos de esa trascendencia. Lo anecdótico de esto, es que ese hecho llegó a conocimiento del Ministerio Público a raíz de que la menor ingresó al Hospital Docente Las Mercedes de esta ciudad, con síntomas de aborto, respecto del cual no se encontró ninguna evidencia de que haya sido inducido, sino que se debía a problemas fisiológicos de la menor. En esa oportunidad, consideré, que el hecho era atípico porque no existía lesión al bien jurídico [indemnidad sexual], que la menor agraviada no se consideraba lesionada por las relaciones sexuales mantenidas con su conviviente con quien había proyectado la formación de una familia, y porque además se contaba con el consentimiento de sus padres [pensar lo contrario nos llevaría al absurdo incluso de procesarlos en calidad de cómplices por haber consentido la relación convivencial], entre otras consideraciones. Con fecha treinta y uno de mayo del dos mil siete dicté un Auto de No Ha Lugar a la Apertura de Instrucción, auto que no fue impugnado por el Ministerio Público. 3. Aporte de la Segunda Sala Penal de Arequipa. Tres meses después, me enteré a través de Jus Jurisprudencia N° 3 de Agosto del 2007, que la Segunda Sala Penal de la Corte Superior de Justicia de Arequipa en la sentencia recaída en el Expediente N° 2006-2156, el veintiocho de mayo del dos mil siete - sólo dos días antes de la resolución de éste Juzgado -, había declarado inaplicable por colisión con los artículos 2° inciso 1, 2° inciso 24 apartado a) y 2° inciso 24 apartado d) de la Constitución Política del Estado, el artículo 173° inciso 3 del Código Penal modificado por la Ley N° 28704. En consecuencia, es desde mayo del dos mil siete, en que se aprecia los esfuerzos de la magistratura de Arequipa y de Lambayeque por superar la irracionalidad legislativa contenida en la Ley N° 28704. Mientras que Arequipa lo hacía desde el enfoque constitucional, Lambayeque siguió la línea de sostener la atipicidad de las relaciones sexuales con una menor entre catorce y menos de dieciocho años de edad, cuando mediaba el consentimiento de ésta. 4. Aporte de la Jurisprudencia Lambayecana. a) Argumentos Jurídicos de la Resolución del Sexto Juzgado Penal. Los varios casos que se presentaron ante este Juzgado, y que fueron resueltos con el igual criterio, permitieron se emita el Auto de No Ha Lugar de Apertura de Instrucción de fecha catorce de setiembre del año dos mil siete recaído en el Expediente N° 20073530. En este auto se expusieron los mismos argumentos jurídicos esgrimidos en el similar auto de fecha treinta y uno de mayo del dos mil siete, puesto que se trataba de relaciones sexuales mantenidas dentro de una relación sentimental, donde la supuesta agraviada era una menor de quince años de edad. Tales argumentos fueron: 1 2 4.1. Que, a efectos de determinar si estamos ante una conducta típica, resulta esencial, establecer si los hechos materia de la denuncia, tenían relevancia penal, y eso sólo lo podemos lograr a través de la Teoría del Bien Jurídico, porque es a través de ella que podemos identificar materialmente - más allá de formulaciones ideológicas encubridoras de la realidad – lo protegido en relación a cada norma penal. En ese orden de ideas JUAN BUSTO RAMÍREZ expresa: “Resulta necesario determinar en cada norma penal el objeto realmente protegido, de superar el discurso ideológico y ver la realidad de la relación social concreta protegida a fin de evitar proteger una realidad distinta que sea incompatible con los fines del estado social y democrático de derecho”1. Este mismo autor afirma “El proceso de interpretación de una norma penal ha de hacerse desde el bien jurídico protegido por dicha norma. De este modo, para establecer si la conducta concreta ocurrida en el mundo social tiene significación jurídicopenal es necesario valorarla desde el bien jurídico protegido por la norma de que se trate”2 . Siendo, ello así, corresponde establecer cuál es el bien jurídico protegido, y si la realidad presentada se encuentra dentro del ámbito de protección de la norma, pues, de ese modo sabremos si estamos frente una conducta típica, con relevancia penal, y compatible, con lo que hoy llamamos Estado Constitucional de Derecho. EUGENIO RAÚL ZAFFARONI, es claro y reflexivo cuando sostiene que “Solo la soberbia puede hacer que alguien crea que sabiendo de memoria los tipos penales pueda concluir la BUSTOS RAMÍREZ, Juan. Obras Completas. Tomo I. Derecho Penal Parte General. Ara Editores. 2004. Pág. 540. Ibid. Pág. 542. 29 tipicidad de una conducta. El juicio de tipicidad es mucho más complejo que la función que puede cumplir una máquina o un loro”3 ; y luego agrega “La elemental racionalidad de cualquier decisión judicial exige que no se prohíba una acción que no lesiona a otro; tampoco es racional la prohibición de una acción que otra norma ordena o fomenta. Más allá de que nadie sabría qué hacer en una situación concreta, los jueces estarían confirmando la irracionalidad absoluta de su poder, como también lo harían de interferir en las decisiones de los ciudadanos respecto de sus derechos, pues, con el pretexto de tutelarlos estarían coartando su ejercicio…4” 4.2. Que, la indemnidad sexual [bien jurídico protegido en un delito de Violación de Menor de Edad], es una manifestación de la dignidad humana y el derecho que tiene un menor de edad al libre desarrollo de su personalidad sin intervenciones traumáticas en su esfera íntima, las cuales pueden generar huellas indelebles en el psiquismo de la persona para toda su vida5. En consecuencia, lo que se trata de proteger es su libertad futura, prohibiendo el ejercicio de la sexualidad con ellos, en la medida de que pueda afectar la evolución y el desarrollo de su personalidad y producir alteraciones importantes que incidan en su vida o en su equilibrio psíquico en el futuro. En esa línea de pensamiento, sólo se protege y tutela el ejercicio de la sexualidad en los casos absolutamente necesarios e indispensables hasta que el sujeto pueda valerse por sí mismo y ser consciente de lo que significa relacionarse sexualmente. JOSÉ LUIS CASTILLO ALVA afirma “Cuando la persona pueda valerse por sí misma, y no tenga riesgo de sufrir mayores daños en su organismo si es que consiente el acto sexual, o puede comprender el significado del mismo, el Derecho debe abandonar la protección absoluta e indistinta del ejercicio de su sexualidad. El ordenamiento jurídico no tiene porqué emplear sus armas e instrumentos más letales cuando ya no exista necesidad de los mismos o cuando las personas pueden comprender el significado de sus actos y autodeterminarse conforme a dicho entendimiento.”6. 4.3. Que en la misma posición del doctor JOSÉ LUIS CASTILLO ALVA, podemos afirmar que la indemnidad sexual no constituye un objeto de protección que permite – como a primera vista parece – el levantamiento automático de una forma de responsabilidad objetiva en el sentido de castigar todo comportamiento sexual que se realiza con las personas indemnes. No se sanciona de manera automática e inmediata todo acto sexual, sino que la intervención del Derecho Penal queda supeditada a la instrumentalización o el abuso de la edad de la víctima o de la incapacidad física o psíquica. Como sostiene el referido autor “Junto a la situación o estado objetivo descrito en la ley [minoría de edad e incapacidad psíquica o física] se exige también un comportamiento del autor dirigido a objetualizar y prevalerse, abusando, de la condición de la víctima, requisito sin el que no puede haber delito alguno ni atentado punible contra la indemnidad sexual. En efecto puede ocurrir que se lleve a cabo un contacto o acto sexual con el menor o incapaz psíquico o físico, pero ello no conduce ni obliga a plantear de manera necesaria la punición de dicho acto, puesto que si no media una conducta abusiva o instrumentalizadota por parte del autor el he- 3 ZAFFARONI, Eugenio Raúl. Manual de Derecho Penal. Parte General. Buenos Aires. Sociedad Anónima Editora, Comercial, Industrial y Financiera. 2005. Pág. 366. 4 Ibib. Pág. 367. 5 CASTILLO ALVA, José Luis. Tratado de los Delitos Contra la Libertad e Indemnidad Sexuales. Gaceta Jurídica. 2002. Pág. 274 6 Ibib. Pág. 280. 7 CASTILLO ALVA, José Luis. Ob. Cit. Pág. 56. 30 cho deviene en atípico en la medida que no se ha realizado el comportamiento exigido por la ley”7. 4.4. Que, por dichas razones, los hechos materia de la denuncia [relaciones sexuales con una menor entre catorce y menos de d ieciocho años, mediando consentimiento: relación convivencial o relación sentimental], se encuentran fuera del ámbito de protección del bien jurídico indemnidad sexual. Pensar lo contrario, sería no sólo negar la realidad social concreta, sino amparar una interferencia del Estado en la vida de los ciudadanos, tratando de proteger una realidad distinta e incompatible con los fines de un Estado Constitucional de Derecho, máxime si conforme al artículo primero de nuestro Estatuto Constitucional la defensa de la persona humana y el respeto de su dignidad son el fin supremo de la Sociedad y del Estado. b) Argumentos Jurídicos de la Tercera Sala Penal. En esta oportunidad, el Auto de No Ha Lugar sí fue impugnado, y en una destacada resolución expedida por la Tercera Sala Penal [Ejecutoria Superior de fecha catorce de enero del dos mil ocho recaída en el Expediente N° 3530-20076° expedida por la Tercera Sala Penal de Chiclayo] conformada por los doctores PONTE DURANGO, CHAVÉZ MELLA y ALDO ZAPATA (ponente), se confirmó el Auto de No Ha Lugar a la Apertura de Instrucción por sus propios fundamentos, pero la Superior Sala Penal además, hace una interpretación sistemática del artículo 173° inciso 3 del Código Penal, con los artículos 175 [Seducción], 176 [Actos Contra el Pudor], 176-A [Actos Contra el Pudor en Menores de 14 años] y 179-A [Usuario – Cliente] del mismo Código, interpretación que se ilustra a través de los siguientes esquemas: LÍMITE DE EDADMENORES EN ACTOS CONTRA EL PUDOR DE MENORES VIOLACIÓN SEXUAL DE MENORES ACTOS CONTRA EL PUDOR DE MENORES Menor de Edad : Menor de Edad : 10 años 7 años : Cadena pertepua : 7 – 10 PPL 10 – 14 años : 30 – 35 PPL. 7 – 10 años : 6 – 9 PPL 14 – 18 años : 25 – 30 PPL 10 – 14 años : 5 – 8 PPL El tipo penal de Actos Contra el Pudor de Menores, no incluye a los menores cuya edad fluctúa entre 14 – 18. Entonces en el Art. 176° del C.P . debe entenderse como mayor de edad de 14 años a más , siempre que medie violencia o amenaza. Si da su consentimiento hace desaparecer la tipicidad . 31 LO ABSURDO DE LAS PENAS LO ABSURDO DE LAS PENAS VIOLACIÓN DE MENORES Con consentimiento de la víctima 25 -30 años de PPL PENAS SEDUCCIÓN Mediando engaño 3 – 5 años de PPL De no mediar engaño o violencia física o síquica, el adolescente otorgar su consentimiento válido para el acceso carnal. (14 -18) puede LO ABSURDO DE LAS PENAS LO ABSURDO DE LAS PENAS VIOLACIÓN DE MENORES Con consentimiento de la víctima 25 -30 años de PPL PENAS CLIENTE - USUARIO Mediando prestación económica o ventaja de cualquier naturaleza 4 – 6 años de PPL De no mediar prestación económica, ventaja de cualquier naturale za, o violencia física o síquica, el adolescente (14 -18) puede otorgar su consentimiento válido para el acceso carnal. 32 Como consecuencia de dicho análisis, la Tercera Sala Penal Superior de esta Corte Superior de Justicia de Lambayeque, llega a las siguientes conclusiones: - Que, La ley a través del artículo 173° inciso 3 del Código Penal no tutela la indemnidad sexual, sino la libertad sexual. Es decir el menor (mayor de catorce y menor de dieciocho años) es libre de elegir con quien, cómo y cuando relacionarse sexualmente. - Una relación sexual con un menor mayor de catorce y menos de dieciocho años, con el consentimiento de éste, es atípica del delito previsto en el artículo 173° inciso 3 del Código Penal. - La tipicidad del artículo 173° inciso 3 del Código Penal quedaría reservada al acceso carnal no consentido, incluyendo el realizado mediante violencia física o psíquica. 5. Acuerdo Plenario N° 4-2008/CJ-116 del dieciocho de julio del dos mil ocho En algunos eventos académicos y de capacitación a los que asistimos algunos magistrados de Lambayeque, hicimos conocer este criterio, que se había abordado en nuestra Corte, y especialmente el Vocal Supremo doctor ROBINSON GONZALES se ha preocupado por reconocer este esfuerzo en varios eventos académicos. Al expedirse el Acuerdo Plenario N° 4-2008/ CJ-116 del dieciocho de julio del dos mil ocho, con gran beneplácito, encontramos que el Pleno de Vocales en lo Penal de la Corte Suprema de Justicia de la República, ha abordado el criterio que se gestó en Lambayeque y para conocer ello sólo basta comparar la Ejecutoria Superior de fecha catorce de enero del dos mil ocho recaída en el Expediente N° 3530-2007-6° expedida por la Tercera Sala Penal de Chiclayo y el citado acuerdo plenario, a cuyos integrantes [PONTE DURANGO, CHÁVEZ MELLA y ZAPATA LÓPEZ (ponente)], a través de éste artículo les expreso mi reconocimiento. 33 ¿SUCESIÓN POR DERECHO PROPIO O POR REPRESENTACIÓN?: A PROPÓSITO DEL ARTÍCULO 819 DEL CÓDIGO CIVIL HERIBERTO GÁLVEZ HERRERA JUEZ DEL OCTAVO JUZGADO COMERCIAL DE CHICLAYO 1. Introducción El estudio del Derecho de Sucesiones es tan complejo como interesante porque no solamente recoge las instituciones de los demás libros del Código Civil sino también porque aporta nuevas figuras y conceptos nuevos. Así toma del Derecho de Personas [en lo que se refiere al comienzo y fin de la persona natural, su capacidad, domicilio, el nombre, entre otras]; del Acto Jurídico [el testamento es un acto jurídico, la institución de herederos ordinarios y legatarios puede estar sujeto a modalidad, existe plazo para la aceptación o renuncia de la herencia, para citar sólo algunos temas]; del Derecho de Familia [pensemos solamente en los órdenes sucesorios que están en función de los vínculos de parentesco o quiénes son los considerados como herederos forzosos, mas aun si el concepto y la organización de las familias van cambiando]; qué decir de los Derechos Reales, Obligaciones y Contratos, que forman parte del patrimonio causado o masa hereditaria; pues, según el Artículo 1218 del Código Civil las obligaciones son trasmisibles incluso mortis causa, salvo que sean inherentes a la persona; los derechos como el de renuncia o aceptación de la herencia son trasmisibles según el Artículo 679, son transmisibles los derechos que recaen sobre los bienes previstos en los Artículos 885º y 886º; los contratos producen efectos entre las partes que los otorgan y sus herederos según el Artículo 1363º, para citar sólo algunos ejemplos. La herencia por estirpe ha sido establecida por el Código para evitar que se perjudi- 34 quen los co-herederos, es decir, así como la muerte del padre a quien representan no debe perjudicarles, tampoco es conveniente que les sirva para aprovecharse. 2. Finalidad del derecho de sucesiones La finalidad de la sucesión se alcanza sustituyendo a un muerto por una persona viva, por eso, para que exista trasmisión debe de ocurrir, primero, el hecho jurídico muerte, de ahí que esta trasmisión se produzca con la apertura de la sucesión, porque al no haber titular (precisamente porque murió), tiene que haber un continuador de las relaciones y situaciones jurídicas existentes a ese momento, aun cuando se ignore quienes pueden ser los sucesores. No está demás precisar que, en realidad lo que se trasmite es la posición jurídica del causante que tenía sobre los bienes, derechos y obligaciones que conforman el patrimonio trasmisible. La muerte es la que pone fin a la existencia del ser humano como persona y ésta, por lo mismo, deja de ser sujeto de derecho. Pero aún, cuando deja de ser sujeto de derecho, solamente algunas situaciones o relaciones jurídicas se extinguen, en tanto que otras se deben trasmitir a los sucesores, y decimos se deben trasmitir porque ahí radica la importancia del Derecho de Sucesiones, cuya finalidad, entre otras, es por ejemplo impedir que los acreedores queden impagos o que los gravámenes se extingan. Se extinguirán pues, las obligaciones personalísimas, se archivarán procesos penales, se dejará de ser padre o cónyuge, pero, no las otras, aquellas situaciones que trascienden después de nuestra muerte como son la volun- tad testamentaria, las obligaciones no personalísimas, los derechos que recaen sobre los bienes, entre otras. 3. Investigaciones 3.1 Nacionales. 3.1.1. Juan A. OLAVARRIA VIVIAN. “Representación sucesoria en línea recta descendente”. En Cuestiones de Derecho Sucesorio en el Código Civil Peruano de 1984. Lima, Editora Escolani EIRL. 1era., 1997, pág. 29 a 36. Considera que el artículo 819º del Código Civil al insistir que los descendientes deban heredar por cabezas cuando concurren solos, esto es, sin sucesores directos o hijos del causante; equivale a asimilar dicho efecto a lo que ocurre en la representación sucesoria en la línea colateral, cuando al heredar a un hermano no concurre ningún sucesor directo (sus otros hermanos), en cuyo caso todos los sobrinos heredan por cabezas. 3.1.2. Guillermo LOHMANN LUCA DE TENA. Derecho de Sucesiones. Vol. XVII, Tomo III. Lima, Pontifica Universidad Católica del Perú. Fondo Editorial 2002, 1era., 2002, pág. 46 a 49. “Sucesión de otros descendientes”. Este autor considera que la Comisión Revisora al suprimir la segunda parte del proyecto del artículo de Lanatta al que corresponde el actual 684º, se olvidó de suprimir la segunda parte del Proyecto que correspondía al actual 819º; es decir, que en el Anteproyecto y Proyecto existía coherencia entre las disposiciones que ahora figuran como 684 y 819, lo que no se dán en la actualidad porque, mientras el 684 impone sucesión por estirpe en los descendientes, el 819 sólo lo permite cuando entre quienes concurran haya desigualdad de grado (hijos y nietos). 3.1.3. José LEON BARANDIARAN. Tratado de Derecho Civil. Tomo VII. Lima, Gaceta Jurídica, 1era., 1997. “La Herencia legal y los hijos”. El autor estima, comentando el artículo 761 del Código Civil de 1936 que, en el supuesto que uno de los hijos legítimos o ilegítimos haya premuerto dejando sin embargo descendientes, éstos deben heredar al de cujus, y que a ello se refería la segunda parte de dicho artículo cuando decía que “los descendientes, solos o en concurrencia con hijos heredan por estirpes”. 3.1.4. Luis ECHECOPAR GARCIA. Derecho de Sucesiones. Lima, Gaceta Jurídica, 1era., 1999. pág. 223 (Obra actualizada por los miembros del Estudio Luis Echecopar García). “Situación de los descendientes”. Consideran, conforme al texto del artículo 819 del Código Civil que, solamente debe operar la representación, es decir, heredar por estirpe cuando concurren con descendientes de un grado inmediato superior, como por ejemplo, con los hijos del causante. En cambio, afirman que la sucesión de los descendientes cuando concurren solos debe ser por cabeza, sin interesar, en este caso, su número pero sí que estén en igualdad de relación con el causante. 3.1.5. Augusto FERRERO COSTA. Tratado de Derecho de Sucesiones. Lima, Grijley, 6ta., 2002, pág. 627 a 631. “Sucesión de los descendientes”. El autor sostiene que cuando los descendientes no son hijos, deben heredar por estirpes, es decir, a través de la representación. Agrega que este principio permite que personas con grado de parentesco mas remoto reciban mas que otras de un grado mas cercano. 3.1.6. Emilia BUSTAMANTE OYAGUE. “¿Cuándo estamos ante un heredero legal? 35 Sucesión Intestada: Cuando la ley determina a quiénes se debe declarar herederos”. En: La Sucesión Intestada. Cuadernos Jurisprudenciales. Suplemento Mensual de Diálogo con la Jurisprudencia. Año 2, Número 19, Enero 2003, pág. 3 a 20. La autora remitiéndose al texto del artículo 819 del Código Civil, considera que la representación opera cuando los descendientes de los hijos del causante concurren solos y que heredan a sus ascendientes por cabeza sin concurrieran solos. 3.1.7. Rómulo E. LANATTA GUILHEM. “Sucesión de los descendientes”. En: Código Civil. Exposición de Motivos y Comentarios. Lima, 2da., 1988, pág. 120. El autor refiriéndose a la segunda parte del artículo 761 del Código Civio de 1936 menciona que en todos los casos de la sucesión de los demás descendientes se aplicaba la regla de la sucesión por estirpes, cuando debía restringirse ésta sólo al caso de la representación porque si no fuese así -considera-, los descendientes que heredan y tienen igual parentesco con el causante, la parte que reciban puede ser desigual cuando lo justo es que a igual grado de parentesco corresponda igual derecho hereditario. 3.2. Investigaciones extranjeras. 3.2.1. Luis DIEZ-PICAZO y Antonio GULLON. Sistema de Derecho Civil. Vol. IV. España, Tecnos, 8ava, 2da. reimpresión, 2002, pág. 468 a 469. “La sucesión a favor de los hijos y descendientes”. Precisa el autor que el primer llamamiento que se hace en la sucesión intestada es en la línea descendente, es por eso que los hijos y sus descendientes suceden a sus padres y demás ascendientes sin mayor distinción de sexo, edad o filiación. Considera que los hijos del difunto le heredarán siempre por su derecho propio 36 dividiendo la herencia en partes iguales; en tanto que los nietos y demás descendie tes deben heredar por derecho de representación y si alguno de éstos últimos hubiese fallecido dejando varios herederos, la porción que le corresponda la representado se debe dividir entre éstos en partes iguales. Con toda precisión indica que la llamada a descendientes que no sean hijos se hace por la vía del derecho de representación. Refiriéndose al artículo 934 del Código Civil español indica que si hay hijos y descendientes de otros hijos que hubiesen fallecido, los primeros heredarán por derecho propio y los segundos por derecho de representación. 3.2.2. Daniel A. PERAL COLLADO. Sucesión Intestada. La Habana, Miniesterio de Educación Superior. Apuntes para un Libro de Texto. Universidad de La Habana, Facultad de Derecho. 1986, pág. 81. (Actualizado por Guillermo de Vera Sánchez). “Sucesión de un pariente del difunto”. Refiriéndose a los artículos 930 y 931 del Código Civil cubano, precisa que los hijos y sus descendientes suceden a los padres y demás ascendientes sin distinción de sexo ni de edad; agrega que, si una persona fallece dejando hijos y nietos, heredan sólo los hijos con exclusión de los nietos y si deja nietos y biznietos, heredan aquellos con preferencia a éstos, pero como regla general, porque en la línea descendente pueden concurrir a una herencia sucesores de grado más próximo a través de la representación. Además, considera que todos los hijos heredan por derecho propio y la herencia se reparten per capita; en tanto que los nietos y demás descendientes heredan por derecho de representación, según el artículo 925 de su Código Civil. 3.2.3. Rafael DE PINA. La Sucesión Testamentaria. México, Edit. Porrua, 1970, pág. 369-370. “Sucesión de los descendientes”. Cuando concurren hijos y descendientes con el cónyuge que sobreviva, a éste le debe corresponder la poricón de un hijo si carece de bienes o los que tiene al morir el autor de la sucesión no igualan a la porción que a cada hijo deba de corresponder. Agrega que, si hubieran quedado hijos y descendientes de ulterior grado, los primeros herederán por cabeza y los segundos por estirpes; y si sólo hubieran quedado descendientes de ulterior grado, la herencia se dividirá por estirpes, y si en alguna de éstas hubiere varios herederos, la porción que a ellas corresponda se dividirá por partes iguales. 4. Órdenes sucesorios y grados de parentesco. Es necesario precisar que, grado de parentesco y orden sucesorio son conceptos distintos. El artículo 816 del Código Civil contempla los órdenes sucesorios [seis en total], consignando dentro de cada orden a los parientes, quienes a su vez están diferenciados por el grado de parentesco Explicando el problema podemos decir que, cuando se trata de sucesión intestada tienen presencia los órdenes de llamamiento que agrupan a determinados herederos [ascendientes, descendientes, colaterales], y dentro de cada orden existe el grado de parentesco que tiene cada uno de sus integrantes con el causante. Esto permite entender que dentro del orden de los descendientes encontramos a los hijos, nietos, biznietos, tataranietos, pero ninguno de ellos tienen el mismo grado de consanguinidad respecto del fallecido; es decir, aún cuando se trata del mismo orden, sus integrantes no tienen el mismo grado, pudiendo ser que estos descendientes se encuentren respecto del causante en el primer, segundo, tercer y cuarto grado de parentesco consanguíneo respectivamente. Si concurre un orden sucesorio determinado, se va a heredar según el grado de parentesco que tenga con el causante, es decir, no todos los integrantes de dicho orden deben de suceder y ello en mérito a la prelación establecida en razón de la proximidad de grado, esto explica por qué los hijos excluyen a los nietos, los nietos a los biznietos, los biznietos a los tataranietos y así sucesivamente si hablamos del orden de los descendientes o por qué los padres excluyen a los abuelos, éstos a los bisabuelos, los bisabuelos a los tatarabuelos, si nos referimos al orden de los ascendientes; es decir, este principio significa pues que el pariente mas cercano en grado excluye al mas remoto, como debería ser, salvo que exista derecho de representación, tal y conforme está previsto en el Artículo 817º del Código Civil. En este caso, si hay representación no hay exclusión, todos los integrantes de ese mismo grado heredarán, pero por estirpe, no por derecho propio. 5. La representación La representación, es el beneficio que está previsto en el artículo 681 del Código Civil, mediante el cual se “concede a los hijos y demás descendientes de una persona que ha muerto o que ha renunciado a su herencia o ha sido excluido de ella por indignidad o desheredación, para ocupar el grado y lugar necesario para concurrir a la herencia del causante con otros herederos más próximos a éste” 1. Sin embargo, aún cuando exista de por medio la representación, no significa que el 37 derecho del representante empieza del representado, sino que éste, tiene su origen directamente del causante “por un llamamiento directo que les hace la ley, sucediendo por derecho propio y no a través del representado. La única diferencia con los demás llamamientos directos es que la división de lo que a ellos corresponda es por estirpes y no por cabeza (...) En otros términos, hay un llamamiento directo a la estirpe del heredero, cuando éste no quiere o no puede suceder”2; y la sucesión surge directamente del causante a los representantes, “sin pasar por el representado, que únicamente es tenido en cuenta: 1º Para individualizar a las personas (los descendientes del representado) que, por excepción, concurrirán a la sucesión con parientes más próximos (al causante) en grado que ellos. 2º Para fijar lo que recibirán (lo que habría correspondido al pariente intermedio) esos parientes más lejanos en grado”3. Mediante la representación, parientes del causante de grado más lejano, concurren a la sucesión conjuntamente con otros de grado más próximo, alterándose de esta manera, por excepción, el principio de prioridad de grado o de preferencia, según el cual, el más próximo excluye al más remoto. Si bien el artículo 819 del Código Civil precisa en su segunda parte que sólo hay representación cuando media desigualdad de grado (hijos y nietos del causante) y no, en los casos que exista igualdad de grados (solamente nietos); también lo es que, el 684 del mismo Código establece sin limitación alguna que en los casos de representación sucesoria, siempre se sucede por estirpes y no cabeza. No es razonable alegar que, la norma del artículo 819 es la norma especial y por ello debe prevalecer y que la norma del 682 la general y por lo tanto no debe ser aplicada; al contrario, por mandato del artículo 685, tratándose de la sucesión legal, la representación resulta aplicable a los casos tratados en los artículos 681 a 684. Salvador FORNIELES, afirma: “Si todos los hijos del de cujus han fallecido con anterioridad y sólo vienen a la sucesión los nietos, como éstos se hallan en el mismo grado de parentesco parecería no ser necesaria la representación, porque siendo ellos los únicos herederos y los más próximos, recogerían por derecho propio la herencia del abuelo”, sin embargo, “A parte de las razones estrictamente jurídicas, que pesan tanto a favor de la sucesión por cabeza como de la sucesión por estirpe, hay una consideración económica que no debe olvidarse y es la protección que merecen las familias más numerosas”4. 6. Lo que regula el artículo 819 del Código Civil El actual artículo 819º del Código Civil regula la sucesión de los descendientes [hijos, nietos, bisnietos, tataranietos]. Estos constituyen un mismo orden sucesorio -el primerode los seis órdenes previstos en la sucesión intestada. Si bien estamos frente a un mismo orden sucesorio, sin embargo dicha norma contempla dos modos de suceder: (i) la sucesión directa, por derecho propio o por cabeza, y (ii) la sucesión indirecta, por estirpe o por representación. Estos modos de suceder son incompatibles si se aplica a este mismo orden sucesorio utilizando como única diferencia si los demás descendientes diferentes a los hijos del causante [esto es, tratándose de nietos, biznietos, tataranietos] concurren solos [nietos, biznietos, tataranietos sin los hijos del causante] o si concurren con los hijos del causante. Esa no puede ser dife- FERNANDEZ ARCE, César y Verónica ZAMBRANO COPELLO. Derecho de Sucesiones. Materiales de Enseñanza. Lima, 1996, Primera edición, Pontificia Universidad Católica del Perú. pág.144. 2 DOMINGUEZ BENAVENTE, Ramón y Ramón DOMINGUEZ AGUILA. Derecho Sucesorio. Santiago de Chile, Edit. Jurídica de Chile, 1990, T.II, pág. 14. 3 ALBADALEJO, Manuel. Instituciones de Derecho Civil. Barcelona, Librería Bosch, 1975. T.II, p. 680. 4 FERNANDEZ ARCE, César. Ob.Cit., p’sg. 149. 1 38 rencia alguna que justifique la sucesión por derecho propio o la sucesión por representación de los “demás descendientes” en la forma prevista en el artículo en comento, pues, si los otros descendientes [nietos, biznietos, tataranietos] concurren con o sin los hijos del causante, la sucesión de aquellos debería sólo de un mismo modo: por representación. A eso apunta nuestra propuesta modificatoria del actual artículo 819, a dejar sin efecto una diferencia introducida en la actual norma sustantiva civil que no tiene sustento ni en la doctrina, como tampoco en la legislación comparada; y además, tampoco lo tuvo en el antecedente legislativo inmediato anterior, el artículo 761 del Código Civil nacional de 1936. 7. Sucesión por representación y no por derecho propio El Artículo 819º precisa que hay sucesión por derecho propio sí, habiendo otros descendientes [nietos, bisnietos, tataranietos] distintos a los hijos del causante concurren sin estos últimos [sin los hijos del causante]; es decir, pone énfasis para que opere la sucesión por cabeza que esos otros descendientes [nietos, bisnietos, tataranietos] concurran solos; entonces, en este supuesto no hay representación y si no hay representación debe haber exclusión por razón de grado de parentesco; esto va a permitir que presentado este caso en la realidad, los nietos deban excluir a los biznietos y éstos excluir a los tataranietos, sucediendo por cabeza. Sin embargo esto no sucede así porque de la primera parte del numeral 819 se advierte que, todos esos descendientes deben suceder por cabeza y al hacerlo se produce un atentado contra la excepción al principio de proximidad de grado, pero esa interpretación resulta obligatoria porque la misma norma no hace distinción alguna respecto de los grados de parentesco que integran el orden de los descendientes; y como no hace distinción todos resultarían heredando y en partes iguales; lo que no es aceptado ni por los principios que regulan el Derecho de Sucesiones, ni por la doctrina, tampoco por el derecho comparado; de ahí que consideramos que en este caso debe operar la sucesión también por representación y no por derecho propio. La parte final del Artículo 819º precisa que hay sucesión por representación sí, habiendo otros descendientes [nietos, bisnietos, tataranietos] distintos a los hijos del causante concurren con estos últimos [con los hijos]; es decir, pone énfasis para que opere la sucesión por representación que esos otros descendientes concurran con los hijos del causante. Consideramos que, la sucesión por representación en este caso se justifica, pues, la cuota de un hijo no puede ser igual a la cuota de un nieto, porque se estaría beneficiando a un pariente de grado más remoto en perjuicio de un pariente más próximo de grado en relación al causante. Es por eso que, sin cuestionar esta solución legislativa vigente en el texto actual del numeral 819, proponemos que se extienda al supuesto de la concurrencia de los otros descendientes sin hijos del causante; es decir, que la sucesión por representación comprenda a ambos supuestos del mencionado numeral. 8. Sustento de nuestra propuesta Nuestra propuesta impediría que, al fallecimiento del causante sin que le sobrevivan hijos al momento de su muerte sino nietos y biznietos [todos del mismo orden pero con distinto grado] y al concurrir sin los hijos -es decir 39 solos-, hereden todos por derecho propio y en partes iguales, sino, que lo hagan por representación. Es decir, evitar que un nieto pueda estar recibiendo una cuota hereditaria igual a la de cada uno de los cinco tataranietos que concurren con él a la herencia de su ascendiente; porque esa no es la solución cuando se trata de la sucesión por estirpe, pues recordemos que en este modo de suceder la cuota no está en función del número de integrantes de cada estirpe sino en función del número de cada estirpe en sí misma. Y además, porque resulta una solución injusta, porque se podría afectar también la cuota que le correspondería al cónyuge sobreviviente Este tipo de soluciones incongruentes y también injustas que contempla el vigente Artículo 819º del Código Civil llama nuestra atención y reclama una solución que es la modificación legislativa en ese extremo; pues, lo que buscamos es que exista coherencia legislativa, concordancia con la doctrina y respuestas justas cuando se trate de solucionar un caso concreto en sede judicial o no. Por tanto, se pretende que la masa hereditaria del causante se divida en cuotas iguales entre los sucesores cuando sucedan por cabeza y en cuotas iguales entre las estirpes cuando sucedan por representación y no que resulten beneficiados los descendientes mas remotos del causante sucediendo una cuota igual al pariente mas próximo. De no ser así, si los nietos [biznietos o demás descendientes] concurren sin los hijos del causante, no deben suceder por derecho propio [por cabeza], sino por representación [por estirpe], conforme lo disponen los artículos 682 y 684 del Código Civil; y la herencia deberá dividirse, en este caso, en función al número de estirpes concurrentes y 40 no en función del número de los integrantes de cada una de ellas, por lo que no resultaría aplicable la segunda parte del artículo 819 del mismo Código. 9. Consecuencias del texto actual del artículo 819 Aceptar lo dispuesto en la segunda parte del citado artículo implicaría: 9.1. Perjudicar al cónyuge supérstite, pues se le estaría obligando a percibir una cuota igual que un nieto o bisnieto del causante cuando se trata de la sucesión por derecho propio, cuando al suceder por representación sólo les correspondería recibir lo que le hubiera correspondido a su inmediato ascendente [padre], que vendría a ser el hijo del causante. 9.2. Alterar las reglas de la colación de los descendientes, pues, si los nietos heredan por cabeza no colacionan, dado que el Artículo 841 del Código Civil establece que la colación se produce cuando hay representación. 9.3. Atentar contra la excepción al Principio de Proximidad de Grado, pues, encontrándose los descendientes dentro un mismo orden sucesorio, no hay exclusión por razón de grado, dado que esta es la característica de la representación sucesoria, y además, ésta permite la sucesión en partes iguales. 10. Tratamiento del problema en la legislación comparada. 10.1. CODIGO CIVIL DE ARGENTINA: CAPÍTULO II. Sucesión de los descendientes. ARTÍCULO 2375.- Sucesión de los hijos. Los hijos del causante lo heredan por derecho propio y por partes iguales, sin perjuicio de los derechos del cónyuge sobreviviente. ARTÍCULO 2376.- Sucesión de los demás descendientes. Los demás des¬cendientes heredan por derecho de representación, sin limitación de grados. ARTÍCULO 2377.- Efectos de la representación. En caso de concurrir descendientes por representación, la sucesión se divide por estirpes, como si el representado concurriera. Si la representa¬ción desciende más de un (1) grado, la subdivisión vuelve a hacerse por estirpe en cada rama. Dentro de cada rama o subdivisión de rama, la división se hace por cabeza. ARTÍCULO 2378.- Casos en que tiene lugar. La representación tiene lugar en caso de premuerte, renuncia o indignidad del ascendien¬te. No la impide la renuncia a la herencia del ascendiente, pero sí la indignidad en la sucesión de éste. Se aplica también en la sucesión testamentaria, si el testador se ha limitado a confirmar la distribución de la heren¬cia que resultaría de la ley. ARTÍCULO 2379.- Caso de adopción. El adoptado y sus descendientes tienen los mismos derechos hereditarios que el hijo. 10.2. CODIGO CIVIL DE BOLIVIA: TITULO II DE LA SUCESION LEGAL CAPITULO I Disposiciones generales Artículo 1083.- (ORDEN DE LOS LLAMADOS A SUCEDER). En la sucesión legal, la herencia se defiere a los descendientes, a los ascendientes, al cónyuge o conviviente, a los parientes colaterales y al Estado, en el orden y según las reglas establecidas en el Título presente. (Arts. 1002, 1092, 1094, 1097 del Código Civil ; Arts. 642 al 662 del Código de Proc. Civil) Artículo 1084.- (TRATO JURIDICO IGUALITARIO). A los descendientes, ascendientes y parientes colaterales se les defiere la herencia sin tener en cuenta el origen de la relación de familia que existió entre ellos y la persona de cuya sucesión se trata. Artículo 1086.- (EXCLUSION). En cada una de las líneas el pariente más próximo en grado excluye en la herencia al más lejano, salvo el derecho de representacion. Artículo 1087.- (CONCURRENCIA DE PARIENTES DE LA MISMA LINEA Y EL MISMO GRADO). Los parientes de la misma línea y el mismo grado heredan por partes iguales, salvo lo dispuesto por los artículos 1109 y l110. CAPITULO II De la representación Artículo 1090.- (REPRESENTACION EN LINEA DIRECTA). I. La representación tiene lugar hasta lo infinito en la línea directa favoreciendo a los descendientes que tuvieren los hijos adoptivos del difunto. II. No se reconoce la representación a favorde los ascendientes; el más próximo en cada una de las líneas excluye siempre al más lejano. 41 Artículo 1092.- (LLAMAMIENTO DIRECTO). Los descendientes pueden suceder por representación, aún cuando hayan renunciado a la herencia del representante, o sean desheredados, incapaces o indignos de suceder a éste. Artículo 1093.- (EXTENSION DEL DERECHO; DIVISION). I . La representación tiene lugar sean iguales o desiguales el grado de los descendientes y su número en cada estirpe. II. En la representación, la herencia se divide por estirpes de modo que lo heredado por el representante o representantes no exceda a lo que pudo heredar el representado. CAPITULO III De la sucesión de los descendientes Artículo 1094.- (SUCESION DE HIJOS Y DESCENDIENTES). I. La sucesión corresponde, en primer lugar, a los hijos y descendientes, salvo los derechos del cónyuge o del conviviente. II. Los hijos heredan por cabeza y los nietos y demás descendientes por estirpe. Heredar por cabeza es suceder en virtud del derecho propio, y heredar por estirpe es suceder en virtud del derecho de representación. 10.3. CODIGO CIVIL DE ECUADOR REGLAS RELATIVAS A LA SUCESION INTESTADA Artículo 1043.Las leyes reglan la sucesión en los bienes de que el difunto no ha dispuesto, o si dispuso, no lo hizo conforme a derecho, o no han 42 surtido efecto sus disposiciones. Artículo 1044.La ley no atiende al origen de los bienes, para reglar la sucesión intestada, o gravarla con restituciones o reservas. Artículo 1045.Son llamados a la sucesión intestada los hijos del difunto, sus ascendientes, sus padres, sus hermanos, el cónyuge sobreviviente y el Estado. Artículo 1046.Se sucede abintestato, ya por derecho personal, ya por derecho de representación. La representación es una ficción legal en que se supone que una persona tiene el lugar y por consiguiente el grado de parentesco y los derechos hereditarios que tendría su padre o madre, si éste o ésta no quisiese o no pudiese suceder. Se puede representar al padre o madre que, si hubiese querido o podido suceder, habría sucedido por derecho de representación, con la limitación señalada en el Artículo 1048. Artículo 1047.Los que suceden por representación heredan en todos los casos por estirpes, es decir, que cualquiera que sea el número de los hijos que representan al padre o madre, toman entre todos, por iguales partes, la herencia o la cuota hereditaria que correspondería al padre o madre representado. Los que no suceden por representación suceden por cabezas, ésto es, toman entre todos y por iguales partes la porción a que la ley los llama; a menos que la misma ley establezca otra división diferente. Artículo 1048.Solamente hay lugar a la representación en la descendencia del difunto o de sus hermanos. Artículo 934.Si quedaren hijos y descendientes de otros hijos que hubiesen fallecido, los primeros heredarán por derecho propio, y los segundos, por derecho de representación. Artículo 1050.Los hijos excluyen a los demás herederos, sin perjuicio de la porción conyugal. 10.5. CODIGO CIVIL DE VENEZUELA Artículo 1051.Si el difunto hubiere dejado más de un hijo, la herencia se dividirá entre ellos, por partes iguales. 10.4. CODIGO CIVIL ESPAÑOL CAPITULO IV Del orden de suceder según la diversidad de líneas Sección 1 De la línea recta descendente Artículo 930.La sucesión corresponde en primer lugar a la línea recta descendente. Artículo 931.Los hijos y sus descendientes suceden a sus padres y demás ascendientes, sin distinción de sexo, edad o filiación. Artículo 932.Los hijos del difunto le heredarán siempre por su derecho propio, dividiendo la herencia en partes iguales. Artículo 933.Los nietos y demás descendientes heredarán por derecho de representación, y si alguno hubiese fallecido dejando varios herederos, la porción que le corresponda se dividirá entre éstos por partes iguales. SECCION II De la representación Artículo 814.- La representación tiene por efecto hacer entrar a los representantes en el lugar, en el grado y en los derechos del representado. Artículo 815.- La representación en la línea recta descendente tiene efecto indefinidamente y en todo caso, sea que los hijos del de cujus concurran con los descendientes de otro hijo premuerto, sea que, habiendo muerto todos los hijos del de cujus antes que él, los descendientes de los hijos concurran a heredarlos; ya se encuentren entre sí en grados iguales, ya en grados desiguales, y aunque encontrándose en igualdad de grados, haya desigualdad de número de personas en cualquiera generación de dichos descendientes. Artículo 816.- Entre los ascendientes no hay representación: el más próximo excluye a los demás. Artículo 819.- En todos los casos en que se admite la representación, la división se hará por estirpes. Si una estirpe ha producido más de una rama, la subdivisión se hace por estirpes también en cada rama; y entre los miembros de la misma rama, la división se hace por cabezas. 43 SECCION III Del orden de suceder CAPITULO I Artículo 822.- Al padre, a la madre y a todo ascendiente suceden sus hijos o descendientes cuya filiación esté legalmente comprobada. 1014.Son llamados a la sucesión intestada, según las reglas que más adelante se determinarán, los parientes legítimos y naturales del difunto, los hijos adoptivos o padres adoptantes, el cónyuge sobreviviente y el Estado. 10.6. CODIGO CIVIL PARA EL DISTRITO FEDERAL EN MATERIA COMUN Y PARA TODA LA REPUBLICA EN MATERIA FEDERAL (MEXICO) CAPITULO II De la sucesión de los descendientes Articulo 1607. Si a la muerte de los padres quedaren solo hijos, la herencia se dividirá entre todos por partes iguales. Articulo 1608. Cuando concurran descendientes con el cónyuge que sobreviva, a éste le corresponderá la porción de un hijo, de acuerdo con lo dispuesto en el articulo 1624. Articulo 1609. Si quedaren hijos y descendientes de ulterior grado, los primeros heredaran por cabeza y los segundos por estirpes. Lo mismo se observara tratándose de descendientes de hijos premuertos, incapaces de heredar o que hubieren renunciado la herencia. Articulo 1610. Si solo quedaren descendientes de ulterior grado, la herencia se dividirá por estirpes, y si en algunas de estas hubiere varios herederos, la porción que a ella corresponda se dividirá por partes iguales. 10.7. CODIGO CIVIL DE URUGUAY TITULO V LA SUCESION INTESTADA 44 Disposiciones Generales 1017.En la sucesión intestada se hereda ya por derecho propio, ya por derecho de representación. 1018.La representación es una disposición de la ley por la que una persona es considerada en el lugar y por consiguiente, en el grado y con los derechos del pariente más próximo que no quisiese o no pudiese suceder. Se puede representar al que si hubiese querido o podido suceder, habría sucedido por derecho de representación. 1019.La representación tiene siempre lugar en la línea recta de descendientes, ya sean estos legítimos o naturales reconocidos o declarados tales. ** Modificado por el art. 1º de la ley 15.855 del 25/3/87 1023.Los que suceden por derecho de representación heredan en todos casos por estirpes, es decir, que cualquiera que sea el número de los hijos que representan al padre o madre, toman entre todos y por iguales partes la porción que hubiera cabido al padre o madre representando. Los que suceden por derecho propio heredan por cabezas, esto es, toma cada uno por iguales partes la porción a que la ley los llama ; a menos que la misma ley establezca otra división diferente. CAPITULO II Del orden de llamamiento 1025.La ley llama a la sucesión intestada, en primer lugar, a la línea recta descendiente. Habiendo descendientes legítimos o naturales estos excluyen a todos los otros herederos, sin perjuicio de la porción conyugal que corresponda al marido o a la mujer sobreviviente. ** Modificado por el art. 1º de la ley 15.855 de 25/3/87 10.8. CODIGO CIVIL DE CHILE Título II REGLAS RELATIVAS A LA SUCESION INTESTADA Art. 983. Son llamados a la sucesión intestada los descendientes del difunto, sus ascendientes, el cónyuge sobreviviente, sus colaterales, el adoptado, en su caso, y el Fisco.”. Los derechos hereditarios del adoptado se rigen por la ley respectiva. Art. 984. Se sucede abintestato, ya por derecho personal, ya por derecho de representación. La representación es una ficción legal en que se supone que una persona tiene el lugar y por consiguiente el grado de parentes- co y los derechos hereditarios que tendría su padre o madre, si éste o ésta no quisiese o no pudiese suceder. Se puede representar a un padre o madre que, si hubiese querido o podido suceder, habría sucedido por derecho de representación. Art. 985. Los que suceden por representación heredan en todos casos por estirpes, es decir, que cualquiera que sea el número de los hijos que representan al padre o madre, toman entre todos y por iguales partes la porción que hubiera cabido al padre o madre representado. Los que no suceden por representación suceden por cabezas, esto es, toman entre todos y por iguales partes la porción a que la ley los llama; a menos que la misma ley establezca otra división diferente. “Artículo 986. Hay siempre lugar a la representación en la descendencia del difunto y en la descendencia de sus hermanos. Fuera de estas descendencias no hay lugar a la representación.”. 10.9. CODIGO CIVIL DE PARAGUAY TITULO V DE LA SUCESION INTESTADAS CAPITULO I DE LAS DISPOSICIONES GENERALES Art.2575.- El pariente más cercano en grado excluye al más remoto. Los llamados a la sucesión intestada no sólo suceden por derecho propio, sino también por derecho de representación. 45 CAPITULO II DEL DERECHO DE REPRESENTACION Art.2580.- El derecho de representación tiene lugar sin límite en la línea recta descendente. En la línea colateral sólo tendrá lugar a favor de los hijos de los hermanos, sea de padre y madre o de un solo vínculo, hasta el cuarto grado. La representación no existe a favor de los ascendientes. Art.2582.- En todos los casos en que la representación es admitida, la partición se hace por estirpes, sean del mismo o de diferente grado los herederos. Si una estirpe produce varias ramas, la subdivisión se hace también por estirpes en cada rama, y los miembros de la misma rama se dividen entre ellos por cabeza. Modificado por Ley Nº 204/93 – Ver Referencia CAPITULO III DEL ORDEN EN LAS SUCESIONES INTESTADAS SECCION I DE LA SUCESION DE LOS DESCENDIENTES Art.2583.- Los hijos del autor de la sucesión heredan en partes iguales, sobre los bienes propios. 10.10. CODIGO CIVIL DE CATALUÑA Título IV La sucesión intestada Capítulo primero Disposiciones generales Artículo 323 46 En la sucesión intestada, la ley llama como herederos del difunto a los parientes por consanguinidad y por adopción y al consorte sobreviviente en los términos y con los límites y los órdenes fijados en la presente ley, y sin perjuicio, en su caso, de las legítimas y de la reserva. A falta de las personas antes mencionadas, sucede la Generalitat de Catalunya. El cónyuge sobreviviente del causante, si no le corresponde ser heredero intestado, adquiere el derecho de usufructo que establece el artículo 331 Artículo 326 En la sucesión intestada, el llamado de grado más próximo excluye a los demás, salvo en los casos en que procede el derecho de representación. Artículo 329 En la sucesión intestada, la herencia se divide en partes iguales entre los llamados que la hayan aceptado. Cuando es aplicable el derecho de representación entre descendientes, la división se efectúa por ramas o estirpes, y los representantes de cada rama se reparten por partes iguales la porción que habría correspondido a su representado. Si el derecho de representación se produce en la línea colateral, se atiende a lo dispuesto por el artículo 339 Capítulo II El orden de suceder Sección primera La sucesión en la línea directa descendente y el usufructo viudal. Artículo 330 En la sucesión intestada, la herencia se de- fiere en primer lugar a los hijos del causante, matrimoniales, no matrimoniales y adoptados, por derecho propio, y a sus descendientes por derecho de representación, sin perjuicio, en su caso, del usufructo viudal a que se refiere el artículo siguiente. 10.11. CODIGO CIVIL DE CUBA Libro Cuarto DERECHO DE SUCESIONES TITULO III SUCESIÓN INTESTADA CAPITULO III ORDEN DE SUCEDER SECCIÓN PRIMERA Sucesión de los hijos y demás descendientes ARTICULO 514 1. La sucesión corresponde en primer lugar a la línea recta descendente, formada por los hijos y demás descendientes. 2. Los hijos del causante lo heredan por derecho propio. Entre ellos la herencia se divide por partes iguales sin perjuicio del derecho del cónyuge y de los padres no aptos para trabajar y que dependían económicamente del causante. 3. Los nietos y demás descendientes heredan por derecho de representación. Si alguno hubiera fallecido dejando varios herederos, la porción que le corresponde se divide entre éstos por partes iguales. 4. Si concurren hijos con descendientes de otros hijos que hubieran premuerto al causante, los primeros heredan por derecho propio y los segundos por derecho de representación. 10.12. CODIGO CIVIL DE PUERTO RICO ORDEN DE SUCEDER SEGUN LA DIVER5 SIDAD DE LINEAS LINEA RECTA DESCENDENTE Art. 895 Derechos de los hijos. (31 L.P.R.A. sec. 2643) Los hijos del difunto le heredarán siempre por su derecho propio, dividiendo la herencia en partes iguales. Art. 896 Nietos y demás descendientes. (31 L.P.R.A. sec. 2644) Los nietos y demás descendientes heredarán por derecho de representación, y si alguno hubiese fallecido dejando varios herederos, la porción que le corresponda se dividirá entre éstos por partes iguales. Art. 897 Hijos y descendientes de hijos fallecidos. (31 L.P.R.A. sec. 2645) Si quedaren hijos y descendientes de otros hijos que hubiesen fallecido, los primeros heredarán por derecho propio, y los segundos por derecho de representación. 11. Tratamiento del tema en la jurisprudencia nacional. 11.1. Exp. 1476-98. Trasmisión Sucesoria: Documentos necesarios Lima, 19 de noviembre de 1998. “Desde el momento de la muerte de una persona, los bienes, derechos y obligaciones que constituyen la herencia se trasmiten a los sucesores. No hay necesidad de mas documento que el testamento o la declaratoria judicial de herederos, para que todos los bienes que eran de titularidad del causante al momento de su deceso, sean transferidos a favor de sus herederos”5. 11.2. Cas. Nº 862-95 Sucesión Intestada: Representación sucesoria de cónyuge premuerto. Lima, 14 de octubre de 1996. DIALOGO CON LA JURISPRUDENCIA. Actualidad, Análisis y Crítica Jurisprudencial. Año 7, Número 29, Febrero 2001, pág. 144-145. 47 “La representación sucesoria es el derecho que poseen los descendientes de un heredero premuerto a concurrir a la masa hereditaria del causante en el lugar que aquél ocuparía si viviese. En tal sentido, la viuda del heredero premuerto no tiene vocación hereditaria ni está autorizada legalmente a concurrir a la herencia en representación de su cónyuge; sin embargo, estando los jueces obligados a administrar justicia aun en defecto o deficiencia de la ley, si el heredero premuerto no dejó descendencia debe facultarse a su cónyuge supérstite a participar de la masa hereditaria como sucesora universal de aquel”6. y el representante no hayan intermedios vacíos; y que concurran a la herencia los representantes con, al menos, otro heredero más próximo al causante, y que el caso de representación esté previsto por ley”7. 11.4. Resolución Suprema Lima, 19 de setiembre de 1946. “En la herencia que corresponde a los hermanos, los hijos del hermano premuerto que concurren en representación de éste, heredan por partes iguales, aunque unos sean legítimos y otros ilegítimos”8. 11.5. Exp. Nº 1242-72 11.3. Cas. Nº 2731-98 Lima, 27 de marzo de 1973. Presupuestos de la representación sucesoria. “Los descendientes en línea recta descendente en ningún caso heredan por derecho propio sino por representación y gozan de los mismos derechos que hubiesen tenido sus padres si viviesen”9. Lima, 03 de mayo de 1999. “Que en el derecho de sucesiones la representación es un caso de excepción al principio de mejor derecho, el cual sólo opera ante determinadas condiciones: a) que uno de los herederos originarios se encuentre imposibilitado de heredar al causante por estar incurso en alguna de las siguientes causales: premorencia, renuncia, desheredación, indignidad. En el caso de representación en línea colateral no se aplica la causal de desheredación; b) que los descendientes del heredero originario incurso en algunas de las causales señaladas sean idóneas o hábiles para heredar al causante (existencia, capacidad, no estar desheredado, no haber sido declarado indigno). A estos descendientes se les llama representantes y son, a su vez, descendientes del causante y del representado, salvo cuando se está en el caso de los hijos adoptivos; c) que entre el representado 11.6. Exp. Nº 1242-72 Lima, 27 de marzo de 1973. “1.- Los representantes por sucesión no pueden pretender más de lo que corresponde al representado. 2.- Los descendientes, solos o en concurrencia con hijos, heredan por estirpes (artículo setecientos sesentiuno del Código Civil). 3.- El artículo setecientos cuatro del Código Civil sólo se aplica en el caso de concurrencia del cónyuge con hijos legítimos”10. 11.7. Resolución Suprema Lima, mayo 19 de 1943. Ibid.ant., pág. 35. Diálogo con la Jurisprudencia. Actualidad, Análisis y Crítica Jurisprudencial. Año 7, Número 30, Marzo 2001, pág. 210. 8 LEON BARANDIARAN, José. La Sucesión Hereditaria en la Jurisprudencia Suprema. Lima, Ponitificia Universidad Católica del Perú. Fondo Editorial 1980, pág. 104-107. 9 Ibid.ant., pág. 128-130. 10 Ibid.ant., pág. 547-549. 6 7 48 “En la sucesión en línea directa, no cabe declararse herederos a los nietos, sino está acreditado la calidad de herederos de éstos del padre que representan”11. 12. Antecedentes en el país. 12.1. Código Civil de 1936 Artículo 761.- Los hijos, si todos son legítimos o si todos son ilegítimos, heredan por partes iguales. Los demás descendientes, solos o en concurrencia con hijos, heredan por estirpes. 12.2. Proyecto de la Comisión Revisora Artículo 819.- La misma igualdad de derechos rige la sucesión de los demás descendientes. Estos heredan a sus ascendientes por cabeza, si concurren solos, y por estirpe, cuando concurren con hijos del causante. 12.3. Proyecto de la Comisión Reformadora Artículo 866.- La misma igualdad de derechos rige la sucesión de los demás descendientes. Estos heredan a sus ascendientes por cabeza, si concurren solos, y por estirpe, cuando concurren con hijos del causante. 12.4. Anteproyecto de la Comisión Reformadora (Dr. Rómulo E. Lantta Guilhem, 1980). Artículo 160.- La misma igualdad de derechos rige la sucesión de los demás descendientes. Estos heredan a sus ascendientes por cabeza si concurren solos, y por estirpe cuando concurren con hijos del causante. 12.5. Propuesta de Reforma (Dr. Augusto Ferrero Costa, 1999). 11 Artículo 819.- La misma igualdad de derechos rige la sucesión de los demás descendientes. Estos heredan a sus ascendientes por cabeza o por estirpe, cuando se da la representación. 12.6. Propuesta de Reforma (Dr. Guillermo Lohmann Luca de Tena, 1999). Artículo 181.- Igualdad de tratamiento 1. Todos los hijos tienen iguales derechos sucesorios respecto de sus padres, sin perjuicio de lo dispuesto en el artículo siguiente. Esta disposición incluye a los hijos matrimoniales, a los extramatrimoniales reconocidos voluntariamente o declarados por sentencia, respecto a la herencia del padreo de la madre, y los parientes de éstos, y a los hijos adoptivos. 2. La misma igualdad de derechos rige la sucesión de los nietos y demás descendientes, que heredan conforme a las reglas del derecho de representación. 13. Glosario de términos: Sucesión: La palabra sucesión proviene del verbo latino succedere y del correspondiente sustantivo successio y en su sentido gramatical expresa, principalmente, la acción y efecto de entrar una persona a ocupar el lugar de otra, sustituyéndola. En Derecho significa la subrogación o sustitución de una persona por otra como titular de derechos y obligaciones, el cambio de sujeto en una relación jurídico patrimonial, y la transmisión misma o paso de estos derechos y obligaciones de una persona a otra. Trasmisión: Se produce con la apertura Ibid.ant., pág. 536-537. 49 de la sucesión en el momento de la muerte, porque al no haber titular, debe haber un continuador de las relaciones jurídicas dejadas por el causante. Adquisición: Se produce con la aceptación de la herencia y en tal momento con efecto retroactivo a la fecha de apertura de la sucesión; para que haya adquisicón, previamente debe de concurrir vocación, delación y aceptación, porque nadie puede ser obligado a herederar contra su voluntad. Muerte: La muerte, sea física o presunta, termina con la calidad de sujeto de derecho inherente a la persona natural y, en concordancia con el artículo 660 del Código Civil, desd el momento de la muerte se trasmiten a los sucesores los bienes, derechos y obligaciones que constituyen la herencia. Representación: Es la disposición legal en cuya virtud para a un pariente de grado mas lejano la herencia que correspondería a un padre o a una madre o a un hermano que faltase por cualquier causa, que no quisiese o no pudiese suceder; en otras palabras, el representante no es sucesor del representado sino que hereda por derecho propio, en razón del llamamiento que le hace la ley, en lugar de otra persona. Orden: Es el conjunto de parientes que, considerados colectivamente, excluyen a otros parientes del causante, o son excluidos, a su vez, por otro grupo o categorías de parientes del de cujus. Parentesco consanguíneo: Es el que existe entre las personas cuando una es progenitora de la otra o cuando ambas descienden de un antepasado común, que se denomina tronco. 50 Línea de parentesco: La línea recta es ascendente o descendente. Se denomina descendente, cuando baja de los padres y demás ascendientes a los hijos y demás descendientes; y ascendente cuando de éstos sube a los padres y otros ascendientes. El parentesco en la línea recta es ilimitado. Grado de parentesco: Es la distancia en que unos parientes se hallan con respecto a los otros Modos de Suceder: Existen dos: - Por derecho propio: También se le denomina sucesión por cabeza o sucesión directa. Se da cuando una persona sucede al causante de manera directa e inmediata. - Por representación: También se le denomina sucesión indirecta o sucesión por estirpe. Se produce cuando el llamado a recoger la herencia, falleció con anterioridad al causante, renuncia a la herencia o ha sido excluido por las causas de indignidad o desheredación. Es excepcional, porque deja de lado el principio sucesorio: el pariente más próximo de grado excluye a los parientes mas remotos. Principio de la exclusión: Hay una gradación del derecho a la sucesión. Es así como los descendientes prefieren a los ascendientes. Puede encontrarse un descendiente del causante en un grado de parentesco mas lejano que un ascendiente del difunto. No obstante, el primero excluye al último. El padre del difunto es excluido por el nieto de éste, sin embargo que está en segundo grado, en la línea recta, de parentesco legítimo de consanguinidad, y el padre en primer grado. “Así cuando en un mismo orden coincidan parientes de diversos grados o líneas, en primer lugar se aplica la regla de exclusión sucesoria por líneas, prefiriéndose a los parientes de la línea recta a la colateral; en segundo lugar se prefiere a los parientes de la línea recta descendente sobre los de la línea recta ascendente (...) En tercer lugar, se aplica la regla de la proximidad en grado, esto es, cuando en la misma línea de parentesco hereda al causante el pariente en grado más próximo a aquél, excluyendo o desplazando al de grado más remoto salvo el caso de la representación sucesoria que es una excepción que complementa dicha regla”12. Principio de prioridad de grado: En una misma línea de parientes del causante, le hereda el de grado mas cercano. Es así como el nieto es postergado por su padre, para suceder al abuelo difunto, tronco común de ambos. El padre del causante desplaza a su propio hijo, nieto del causante Recursos Electrónicos: Ü Argentina www.codigos.com.ar/indice.html Ü Brasil http://ajuris.compuletra.com.br/legis/codigos/codciv/e101t05.html Ü Canadá www.droit.utmontreal.ca/doc/ceqlen/121t4/ 0597a0612.htm Ü Costa Rica www.costaricalaw.com/legalnet/civcode.html Ü España http://noticiasjuridicas.com/indexbd.html Ü Francia www.legifrance.gouv.fr/citoyen/code. ow?lalangue=Fr Ü Italia www.ius.inutn.it/cardozo/obiter/dictum/codciv.html Ü México www.silon.org/estatutos/mexico/spanish/ cc_libro1.html Ü Puerto Rico www.lexjuris.com/lexlex/lexcodigoc Ü Uruguay www.parlamento.gub.uy/codigos/codigocivil/1996/codcivil.html www.paginaschile.cl/biblioteca_juridica/código_civil www.jusneuquen.gov.ar/share/legislacion/ leyes/codigos_nacionales www.ilo.org/public/spanish/region/amparo/ cientierfur/temas www.amt.es/sava/vinculos.html www.mineder.gov.bo www.parlamento.gov.uy www.leyes.com.py www.dlh.labora.gov.ec www.mintra.gov.ve www.edomex.gob.mx www.cajpe.org.pe www.tc.gop.pe BUSTAMANTE OYAGUE, Emilia. “¿Cuando estamos ante un heredero legal? Sucesión Intestada: Cuando la ley determina a quiénes se debe declarar herederos”. En: La Sucesión Intestada. Cuadernos Jurisprudenciales. Suplemento Mensual de Diálogo con la Jurisprudencia. Año 2, Número 19, Enero 2003, pág. 12-13. 12 51 ANÁLISIS DE LA PRUEBA ILÍCITA A PARTIR DE LA SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL RECAÍDA EN EL EXP.N°1058-2004-AA/TC ANA SALÉS DEL CASTILLO JUEZ DEL DÉCIMO CUARTO JUZGADO PENAL SUMARIO: I. Introducción. II. La Sentencia. III. Noción de prueba prohibida y prueba ilícita. IV. ¿Un caso de prueba prohibida o ilícita? V. Valor probatorio de la prueba a partir del procedimiento seguido para su obtención. Teorías. Posición adoptada por el Tribunal Constitucional. VI. Fuentes y Medios de Prueba. Identificación en el caso bajo análisis. VII. Prueba pericial y su rol en la prueba documental electrónica. VIII. Conclusiones I. Introducción Para el desarrollo de la ciencia jurídico procesal, así como para nuestra vida cotidiana, el tema de la prueba es de suma importancia, pues no existe proceso judicial que no dependa estrictamente de la prueba, ni mucho menos una sentencia que establezca el derecho de las partes que no se sustente en prueba conocida y debatida en el seno del proceso. Sin embargo, existen casos en los que la obtención e incorporación de los medios probatorios se hace vulnerando los derechos fundamentales de la persona, dando lugar a lo que en doctrina se conoce con el nombre de prueba prohibida, la misma cuyo reconocimiento ha sido una conquista de la civilización, del desarrollo y protección a los derechos fundamentales y un reconocimiento y muestra de respeto a la dignidad de la persona humana. Es por ello que, su aplicación abarca todos los tipos de proceso o procedimiento (judicial, administrativo, político o el tipo de materias controvertidas – penales, laborales, 52 civiles, etc-) a los que la persona puede verse sometida, sin que se pueda plantear excepción alguna. De esta manera el Tribunal Constitucional en la sentencia que es materia de análisis en el presente trabajo hace extensiva la aplicación de la prueba prohibida o ilícita al ámbito laboral – incluso tratándose de contrataciones de naturaleza privada, como lo era la relación laboral sostenida entre la Empresa SERPOST S.A. y Rafael Francisco García Mendoza exigiendo a la empleadora la utilización de los medios de prueba adecuados para sustentar la falta grave y negando valor probatorio a los obtenidos de manera ilícita. Son precisamente estos rubros, los que trataremos de desarrollar en las próximas líneas, a través del análisis de la prueba prohibida, sus efectos, así como la importancia de los documentos electrónicos y de la prueba pericial como medio para corroborarla. II. La Sentencia EXP. N1058-2004-AA/TC LIMA RAFAEL FRANCISCO GARCÍA MENDOZA SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL En Lima, al 18 de agosto de 2004, la Sala Primera del Tribunal Constitucional, con asistencia de los magistrados Alva Orlandini, Presidente; Gonzáles Ojeda y García Toma, pronuncia la siguiente sentencia: ASUNTO Recurso extraordinario interpuesto por don Rafael Francisco García Mendoza contra la sentencia de la Sexta Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de Lima, de fojas 273, su fecha 02 de octubre de 2003, que declara improcedente la acción de amparo de autos. ANTECEDENTES Con fecha 24 de julio de 2002, el recurrente interpone acción de amparo contra la Empresa de Servicios Postales del Perú S.A. (SERPOST S.A.), solicitando que se deje sin efecto la Carta N.° 505-G/02 (21.06.02), en virtud de la cual se resuelve su vínculo laboral, y que, en consecuencia, se le reponga en el cargo de Jefe de la Oficina de Auditoría Interna de la Empresa demandada, reconociéndosele las remuneraciones dejadas de percibir. Afirma que la demandada le ha atribuido arbitrariamente la comisión de una supuesta falta grave contemplada en el inciso a) del artículo 25° del TUO del Decreto Legislativo N.° 728, aprobado por D.S. N.° 003-97-TR, argumentando “[...] haber utilizado indebidamente los recursos públicos dentro del horario de trabajo para realizar actividades de índole particular, totalmente ajenas al servicio, constatándose el envío de material pornográfico a través del sistema de comunicación electrónico, denotando falta de capacidad e idoneidad para el desempeño del cargo e inobservancia del Reglamento Interno de Trabajo”; agrega que no se le ha permitido ejercer adecuadamente su derecho de defensa al impedírsele el ingreso a su centro de labores, vulnerándose, adicionalmente, sus derechos a la libertad de trabajo, al carácter irrenunciable de los derechos laborales y al debido proceso. SERPOST S.A. contesta la demanda solicitando que se la declare improcedente o in- fundada, alegando que no se ha afectado el debido proceso; que el despido del recurrente no viola su derecho al trabajo, ni tampoco el principio de legalidad; añadiendo que el despido fue justificado, sustentado en una decisión regular de la empresa, y que se le aplicó una sanción prevista en el Decreto Legislativo N.° 728 y el Reglamento Interno de Trabajo. El Vigésimo Primer Juzgado Especializado Civil de Lima, con fecha 11 de octubre de 2002, declara fundada la demanda ordenando la reposición del demandante, estimando que se vulneraron los derechos constitucionales de tipicidad, de inmediatez y de defensa, al no haberse precisado en la carta de aviso la falta grave imputada ni los detalles de los hechos atribuidos, más aún cuando existía una constatación notarial en la que constaba que los envíos pornográficos no habían sido ubicados en la computadora del demandante. La recurrida, revocando la apelada, declara improcedente la demanda, por estimar que la carta de aviso de falta grave sí describía adecuadamente la falta imputada al demandante, no apreciándose vulneración del derecho de defensa, puesto que se lo notificó para que presentara sus descargos, concediéndosele el plazo de ley; agregando que el amparo no es la vía adecuada para verificar o desvirtuar los hechos imputados al actor. FUNDAMENTOS 1) El objeto de la demanda es que se deje sin efecto la Carta N.° 505-G/02, del 21 de junio de 2002, mediante la cual se resuelve el vínculo laboral del recurrente, y que, por consiguiente, se ordene su reposición en el cargo que 53 venía desempeñando, más el reconocimiento de las remuneraciones dejadas de percibir. 54 2) El Decreto Supremo N° 003-97-TR, Texto Único Ordenado del Decreto Legislativo N.° 728, Ley de Productividad y Competitividad Laboral, establece, en su artículo 16°, cuáles son las causas de extinción del contrato de trabajo, y que, para el despido, debe existir una causa justa relacionada con la conducta o capacidad del trabajador, conforme se prevé en los artículos 22°, 23° y 24°; asimismo, queda normado el procedimiento de despido de acuerdo con lo dispuesto en los artículos 31° al 33° del mismo cuerpo legal. 3) Por otra parte y conforme lo ha señalado este Colegiado en la sentencia 9762001-AA/TC, la protección adecuada contra el despido arbitrario, prevista en el artículo 27° de la Constitución, ofrece dos opciones: a) la primera, general y de carácter indemnizatorio (resarcimiento por el daño causado), en la que el juez laboral, respecto de los trabajadores sujetos al régimen de la actividad privada, ordena el pago de la indemnización correspondiente, y b) la segunda, especial y de carácter reparador (readmisión en el empleo), en la que el juez constitucional, en el ámbito del amparo, debe “reponer las cosas al estado anterior a la violación o amenaza de violación de un derecho constitucional”, como expresamente lo indica el artículo 1° de la Ley N.° 23506, lo que supone restituir al trabajador en su centro de trabajo, siempre que quede acreditada la existencia de un despido nulo, incausado o fraudulento. 4) Según aparece de autos, la demandada comunicó al recurrente, conforme al procedimiento legal previsto, la imputación de una falta grave mediante la Carta Notarial N.° 489-G/02, entregada el 13 de junio de 2002, atribuyéndole una conducta tipificada en el inciso a) del artículo 25° del citado Decreto Supremo N.° 003-97-TR, y otorgándole un plazo de seis días naturales para que ejercitara su derecho al descargo. Este Colegiado observa, sin embargo, que después de iniciado dicho procedimiento e incluso, desde fecha anterior al mismo, se ha venido incurriendo, por parte de la demandada, en una serie de infracciones que en buena cuenta han terminado por desnaturalizarlo, no solo en términos formales sino, incluso, sustantivos. Es necesario, por consiguiente, analizar por separado cada una de estas infracciones a efectos de delimitar los alcances de la presente sentencia y los criterios en los que la misma se fundamenta. 5) En primer lugar y si la supuesta falta grave atribuida al recurrente se sustenta en el hecho de “haber utilizado indebidamente recursos públicos dentro del horario [d]e trabajo, para realizar labores de índole particular, totalmente ajenas al servicio, constatándose el envío de material pornográfico a través del sistema de comunicación electrónica, denotando falta de capacidad e idoneidad para el desempeño del cargo e inobservancia del Reglamento Interno de Trabajo”, es imprescindible precisar si dicha conducta se encuadra en el citado inciso a) del artículo 25° del Decreto Supremo N.° 003-97-TR, cuyo texto prevé que “Falta grave es la in- mismos podrían verse identificados en los incisos e) [“Cometer dentro de las horas de trabajo o fuera de ellas actos contrarios a la disciplina, higiene o reñidos con la moral”], j) [“Distraer a sus compañeros en horas de trabajo, así como leer periódicos, revistas, libros, etc. sin ser parte de sus funciones”], s) [“Usar temerariamente los bienes o instalaciones de la empresa”] e y) [“Utilizar o usufructuar para actividades ajenas a SERPOST S.A. los teléfonos, télex, máquinas, equipos u otros bienes, o permitir su uso a terceras personas”] del referido artículo 110°, mas, de ningún modo, como las consabidas faltas graves generadoras de despido. Este solo hecho, independientemente del tipo de sanción adoptada, implica, pues, una transgresión del principio de tipicidad sancionatoria que, como este Colegiado ya lo ha señalado en anteriores oportunidades, rige en el ámbito de los procedimientos disciplinarios de toda índole. fracción por el trabajador de los deberes esenciales que emanan del contrato de tal índole, que hagan irrazonable la subsistencia de la relación”; agregando que dentro de las diversas variantes que la configuran se encuentra “El incumplimiento de las obligaciones de trabajo que supone el quebrantamiento de la buena fe laboral, la reiterada resistencia a las órdenes relacionadas con las labores, la reiterada paralización intempestiva de labores y la inobservancia del Reglamento Interno de Trabajo o del Reglamento de Seguridad e Higiene, aprobados o expedidos, según corresponda por la autoridad competente, que revistan gravedad”. 6) 7) De una simple constatación entre lo que establece el citado dispositivo legal y la conducta atribuida al recurrente, no se observa, prima facie, coherencia o relación alguna, salvo que se entienda que la misma supone, exclusivamente, una infracción al Reglamento Interno de Trabajo, que, según aparece del texto reseñado, podría permitir una interpretación mucho más extensiva de los tipos de conducta grave. Sin embargo, revisado el texto de dicho reglamento, obrante de fojas 119 a 152 de autos, se aprecia que, por el contrario, los hechos imputados no son calificados como faltas graves que generan despido, conforme lo establece el artículo 113° de dicha norma, sino, y en el más perjudicial de los casos, como simples infracciones que solo generan sanción disciplinaria, según lo señalado en su respectivo artículo 110°. En efecto, aun asumiendo que los hechos atribuidos fuesen ciertos, los 8) Un segundo aspecto que en cierta forma es consecuencia del anterior (solo en tanto se asuma la veracidad de los cargos imputados) tiene que ver con la intensidad de la sanción que, a estos efectos, tampoco resulta la adecuada. Si, conforme lo establece el artículo 108° del Reglamento Interno de Trabajo, son cuatro los tipos de medidas disciplinarias: amonestación verbal, amonestación escrita, suspensión temporal sin goce de remuneraciones y despido, y las mismas deben ser aplicadas tomando en cuenta los hechos, la gravedad de las faltas y los antecedentes del trabajador, resulta absolutamente desproporcionado e irrazonable, por decir 55 lo menos, que, por los hechos denunciados, se proceda de inmediato y sin elemento de ponderación, a aplicar al recurrente la más grave de las medidas sancionatorias. Tal circunstancia, a juicio de este Colegiado, tergiversa los alcances del debido proceso, no solo en términos formales, sino fundamentalmente sustantivos. 9) 10) 56 Un tercer aspecto, cuestionable desde todo punto de vista, se relaciona con el modo de proceder de la emplazada al momento de efectuar el acopio de las supuestas pruebas a utilizarse contra el recurrente, y con el modo como le fue permitido ejercer su derecho de defensa. Sobre el particular, este Colegiado enfatiza que aunque la empresa demandada alega la comisión de falta grave en los términos anteriormente descritos, ni la carta de imputación de cargos ni la de despido precisan como es que se arribó a una conclusión incriminatoria de tal naturaleza, ni los hechos objetivos (pruebas concretas) en que ella se respalda. Tal hecho, ya de por sí cuestionable, evidentemente ha impedido que el recurrente pueda acceder en condiciones razonables a elementos de juicio que le permitan un adecuado ejercicio de su derecho a la defensa. Especialmente grave ha sido, por el contrario, que los consabidos elementos supuestamente probatorios hayan sido recién puestos en conocimiento del demandante con la contestación de la presente demanda, en la que, por otra parte, también se da cuenta, por vez primera, del procedimiento seguido para su obtención. Sobre tal ex- tremo, es evidente que si la supuesta prueba objetiva en que se basó SERPOST, residía en la constatación notarial (Acta Extraprotocolar), de fecha 10 de junio de 2002, obrante de fojas 88 a 89 de autos, y en las copias de los correos, acompañadas de fojas 90 a 101, lo mínimo que debió hacerse fue ponerlas en conocimiento oportuno del demandante a efectos de acreditar la veracidad de las imputaciones realizadas y, como ya se adelantó, de otorgar la posibilidad de que el mismo pudiera contraponer los argumentos que a su derecho de defensa correspondían. La demandada, lejos de proceder del modo descrito, le ocultó al demandante tales elementos, pese a que los mismos fueron obtenidos tres días antes de procederse a remitir la carta de imputación de cargos. 11) Resulta igualmente contradictorio que si la constatación notarial simplemente se limitó a dar cuenta de la existencia de correos pornográficos supuestamente remitidos desde la computadora del recurrente, don Rafael Francisco García Mendoza, a la computadora del trabajador Javier Arévalo Sattler, (posteriormente asignada a don Roger Armando Zagaceta Jarrín), se haya procedido a formular cargos incriminatorios sin verificar, en su momento y en la forma debida, si la remisión de tales correos provenían, o no, de la citada maquina asignada al recurrente. En lugar de ello, la demandada no solo le otorgó certeza total a la citada verificación preliminar, sino que el mismo día en que le cursó la carta de imputación de cargos (13 de junio de 2002), dispuso prohibir el ingreso al recurrente a su centro de trabajo, conforme se acredita con las constataciones policiales de fojas 23 y 24 de autos. 12) Queda claro que con este proceder la demandada no solo no acreditó, en ningún momento, que de la computadora del recurrente hubiesen provenido los correos calificados de pornográficos, sino que impidió que el demandante pudiese hacer acopio de los datos e informaciones necesarios para hacer sus descargos. Debe igualmente puntualizarse que aunque el artículo 31º del Decreto Supremo N.º 003-97-TR permite que el empleador exonere al trabajador de asistir a su centro de labores a efectos de realizar sus descargos de ley frente a una imputación, ello opera solo en los supuestos en que tal exoneración no perjudique el derecho de defensa. En el caso de autos, resultaba evidente que por las características de la imputación realizada, no solo era conveniente, sino necesario, para la defensa del trabajador, poder acceder a los elementos informáticos que permitieran la sustentación de sus descargos. La demandada no solo exoneró de sus labores al recurrente sin que en su caso resultara pertinente dicha medida, sino que, abusando de sus prerrogativas o distorsionando los alcances del dispositivo antes referido, le impidió al trabajador, aun antes de ser despedido, ingresar a su centro de labores. 13) Un cuarto aspecto que, a pesar de sus alcances colaterales, se encuentra directamente relacionado con lo que aquí se ha venido analizando, tiene que ver con la implicancia que el procedimien- to seguido contra el recurrente pudo haber tenido con relación a sus derechos constitucionales a la privacidad y a la reserva de sus comunicaciones. En efecto, de la constatación notarial se aprecia que fue el subgerente de Recursos Humanos de SERPOST, don Roger Armando Zagaceta Jarrín, quien solicitó la intervención de Notario Público a fin de constatar la existencia de correos pornográficos almacenados en la computadora que a dicho funcionario se le dio para trabajar. El citado instrumento consigna expresamente que “ [...]el señor Roger Armando Zagaceta Jarrín [...] manifestó que era de la Subgerencia de Recursos Humanos y me señaló el escritorio principal donde había una computadora [...] la cual se encontraba encendida y funcionando. Activando el sistema de correo electrónico que tiene el encabezado Javier Arévalo Inbox Lotus Notes aparecen en la pantalla los correos electrónicos que han sido recibidos en dicha computadora, momento en el que el señor Roger Armando Zagaceta Jarrín me manifiesta que ese mismo día, en las primeras horas de la mañana, al revisar los archivos de dicha computadora, que anteriormente estuvo reservada al señor Javier Arévalo encontró cuatro correos electrónicos de contenido pornográfico que habían sido remitidos desde otra computadora de SERPOST, asignada al señor Rafael García, los cuales deseaba que constatara en su existencia y contenido”. 14) De los párrafos precedentes pueden desprenderse, por de pronto, las siguientes conclusiones: a) que no fue en la computadora del recurrente don- 57 de se hizo la constatación notarial de los correos cuestionados, sino en la de un tercero, quien incluso no resulta ser el destinatario de los mismos, sino un nuevo usuario del equipo de cómputo que antes perteneció al verdadero receptor de tales mensajes; b) que pese a que los correos enviados pertenecieron a otra persona, en este caso, al señor Javier Arévalo, el señor Roger Zagaceta procedió motu proprio a abrirlos y revisarlos sin encontrarse autorizado por quien, en todo caso, era el único y excluyente destinatario de los mismos; c) no se conoce denuncia alguna sobre el envío de los correos por parte de su verdadero destinatario, quien, en todo caso, tendría que considerarse el supuesto agraviado, y no la persona que ha promovido la denuncia. 15) Paralelamente a la instrumental antes referida y a las consideraciones efectuadas en torno de la misma, cabe agregar que en el momento en que la demandada procedió a revisar el equipo de cómputo del recurrente, hecho que se produce el mismo día en que se le cursa la carta de imputación de cargos y se le impide el ingreso a su centro de trabajo, no se llegó a verificar técnicamente la existencia de correos originalmente remitidos desde la unidad de cómputo que le fue asignada, lo que, en todo caso, pudo haber abierto paso a una nueva discusión omitida por la emplazada: la de saber si de alguna forma pudieron haberse manipulado las vías informáticas, con el objeto de hacer aparecer al recurrente como el remitente de los mensajes cuestionados. Por otra parte, es un hecho inobjetable que si no existía certeza plena 58 respecto del supuesto remitente, debió procederse a una investigación mucho más profunda y detallada, y no a una decisión inmediata como la cuestionada en el presente proceso. 16) Aunque, en el presente caso, podría pensarse que la infracción de procedimiento reside principalmente en el hecho de haberse efectuado acopio de supuestos elementos probatorios y haber colocado al recurrente en una condición desventajosa para defenderse, queda claro que la controversia planteada permite considerar un hecho de suma trascendencia: el de saber si los medios informáticos de los que se vale un trabajador para realizar sus labores, pueden considerarse de dominio absoluto de la entidad o empresa para la que labora, o si, por el contrario, existe un campo de protección respecto de determinados aspectos en torno de los cuales no le está permitido al empleador incidir de manera irrazonable. 17) Sobre este particular, queda claro que aunque una empresa o entidad puede otorgar a sus trabajadores facilidades técnicas o informáticas a efectos de desempeñar sus funciones en forma idónea y acorde con los objetivos laborales que se persigue, no es menos cierto que cuando tales facilidades suponen instrumentos de comunicación y reserva documental no puede asumirse que las mismas carezcan de determinados elementos de autodeterminación personal, pues sabido es que en tales supuestos se trata del reconocimiento de condiciones laborales referidas a derechos fundamentales que, como tales, deben respetar las limitaciones y garantías previstas por la Constitución Política del Estado. 18) En efecto, conforme lo establece el artículo 2°, inciso 10), de nuestra norma fundamental, toda persona tiene derecho a que sus comunicaciones y documentos privados sean adecuadamente protegidos, así como a que las mismas y los instrumentos que las contienen, no puedan ser abiertas, incautadas, interceptadas o intervenidas sino mediante mandamiento motivado del juez y con las garantías previstas en la ley. Aunque, ciertamente, puede alegarse que la fuente o el soporte de determinadas comunicaciones y documentos le pertenecen a la empresa o entidad en la que un trabajador labora, ello no significa que la misma pueda arrogarse en forma exclusiva y excluyente la titularidad de tales comunicaciones y documentos, pues con ello evidentemente se estaría distorsionando el esquema de los atributos de la persona, como si estos pudiesen de alguna forma verse enervados por mantenerse una relación de trabajo. 19) Aun cuando es inobjetable que toda relación laboral supone para el trabajador el cumplimiento de obligaciones; y para el empleador, la facultad de organizar, fiscalizar y, desde luego, sancionar a quien incumple tales obligaciones, ello no quiere decir que el trabajador deje de ser titular de los atributos y libertades que como persona la Constitución le reconoce. No en vano el artículo 23° de nuestra norma fundamental contempla expresamente que “Ninguna relación laboral puede limitar el ejercicio de los dere- chos constitucionales, ni desconocer o rebajar la dignidad del trabajador”. Por consiguiente y en tanto existen mecanismos mediante los cuales el trabajador puede ejercer sus derechos, resulta igual de inobjetable que la relación de trabajo debe respetar el contenido esencial de los mismos. 20) Queda claro, empero, que cuando se alega que la relación laboral no puede desconocer los derechos fundamentales del trabajador, ello no significa tampoco que tales atributos puedan anteponerse a las obligaciones de trabajo, de manera tal que estas últimas terminen por desvirtuarse o desnaturalizarse. En tales supuestos, es evidente que el empleador no solo puede, sino que debe, hacer uso de su poder fiscalizador e, incluso, disciplinario. Sin embargo, en tales supuestos, la única forma de determinar la validez, o no, de una medida de tal índole es, en primer lugar y como ya se anticipó, respetar las propias limitaciones establecidas por la Constitución y, en segundo lugar, implementar mecanismos razonables que permitan, sin distorsionar el contenido de los derechos involucrados, cumplir los objetivos laborales a los que se encuentran comprometidos los trabajadores y las entidades empleadoras a las cuales pertenecen. 21) Lo que se plantea en el presente caso no es, sin embargo, que la empresa demandada no haya podido investigar un hecho que, a su juicio, consideraba reprochable, como lo es el uso de un instrumento informático para fines eminentemente personales, sino el procedimiento que ha utilizado a efectos de comprobar la presunta responsabilidad 59 del trabajador investigado. Sobre este particular, es claro que si se trataba de determinar que el trabajador utilizó su correo electrónico para fines opuestos a los que le imponían sus obligaciones laborales, la única forma de acreditarlo era iniciar una investigación de tipo judicial, habida cuenta de que tal configuración procedimental la imponía, para estos casos, la propia Constitución. La demandada, lejos de iniciar una investigación como la señalada, ha pretendido sustentarse en su sola facultad fiscalizadora para acceder a los correos personales de los trabajadores, lo que evidentemente no está permitido por la Constitución, por tratarse en el caso de autos de la reserva elemental a la que se encuentran sujetas las comunicaciones y documentos privados y la garantía de que tal reserva solo puede verse limitada por mandato judicial y dentro de las garantías predeterminadas por la ley. 22) La demandada, por otra parte, tampoco ha tenido en cuenta que en la forma como ha obtenido los elementos presuntamente incriminatorios, no solo ha vulnerado la reserva de las comunicaciones y la garantía de judicialidad, sino que ha convertido en inválidos dichos elementos. En efecto, conforme lo establece la última parte del artículo 2°, inciso 10), de la Constitución, los documentos privados obtenidos con violación de los preceptos anteriormente señalados, no tienen efecto legal. Ello, de momento, supone que por la forma como se han recabado los mensajes que han sido utilizados en el cuestionado proceso administrativo, su valor probatorio carece de todo efecto 60 jurídico, siendo, por tanto, nulo el acto de despido en el que dicho proceso ha culminado. Se trata, pues, en el fondo, de garantizar que los medios de prueba ilícitamente obtenidos no permitan desnaturalizar los derechos de la persona ni, mucho menos, y como es evidente, que generen efectos en su perjuicio. 23) Este Colegiado considera, por lo tanto, que en cualquiera de los supuestos en que sea observado el procedimiento seguido contra el recurrente, este resulta absolutamente inconstitucional. Ello, no obstante, no significa que el empleador carezca de medios adecuados para fiscalizar la labor del trabajador y la eficiencia de las responsabilidades que al mismo se le encomienda; pero es un hecho que la implementación de tales medios no puede hacerse en forma contraria a los derechos de la persona, sino de manera razonable, de modo tal que permita satisfacer los fines de toda relación laboral sin perjudicar los ámbitos propios de autodeterminación que en todo momento deben quedar sujetos a lo establecido en la norma fundamental. 24) Queda por señalar que, a pesar de ser fundada la presente demanda, conforme al extremo principal del petitorio, el referido al pago de las remuneraciones dejadas de percibir resulta improcedente, ya que, como lo tiene definido este Tribunal, dicho pago tiene naturaleza indemnizatoria y no, obviamente restitutoria, por lo que no es esta la vía en la que corresponda atender tal pedido, sin perjuicio de dejar a salvo el derecho de reclamarlo en la forma legal que corresponda. Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que le confiere la Constitución Política del Perú HA RESUELTO 1. Declarar FUNDADA la acción de amparo. 2. Ordena que la emplazada reponga a don Rafael Francisco García Mendoza en el puesto de trabajo que venía desempeñando hasta el 22 de junio de 2002. 3. IMPROCEDENTE el extremo referido al pago de las remuneraciones dejadas de percibir, conforme al fundamento 24, supra. Notifíquese y publíquese. SS ALVA ORLANDINI GONZALES OJEDA GARCÍA TOMA III. Noción de prueba prohibida y prueba ilícita. Según Nuvolone, Pietro1 tanto la prueba ilícita como la prueba ilegítima, entendidas como aquellas contrarias a disposiciones jurídicas de carácter material o procesal respectivamente, conforman lo que se denomina como “prueba prohibida”. El citado autor realiza una clasificación de las pruebas prohibidas, asignándoles distintas sanciones procesales: a las ilegítimas las sanciona con su nulidad, mientras que acepta la validez y eficacia de las ilícitas, salvo concretas excepciones y sin perjuicio de las responsabilidades en que haya incurrido el infractor de las normas constitucionales. De esta manera, la prueba prohibida sería el gé- nero, en tanto que la prueba ilícita la especie. Sin embargo, para el desarrollo del presente trabajo, utilizaremos los términos: prueba prohibida y prueba ilícita como sinónimos, habida cuenta que en nuestra jurisprudencia2 así se vienen considerando. En ese sentido, la prueba ilícita puede conceptualizarse desde una concepción amplia y una restringida. La concepción amplia entiende por prueba ilícita aquella actividad probatoria que se obtiene o se produce con infracción del ordenamiento jurídico, independientemente de si se trata de una norma constitucional o una norma legal. El término “ilicitud” comprende toda infracción a un precepto legal al margen de su jerarquía y valor normativo . El acto productor de la prueba termina por violar alguna disposición legal vigente que establece el respeto a un derecho fundamental o determinada formalidad en la actividad probatoria, extendiéndose además a la vulneración de la moral, las buenas costumbres o a las disposiciones o principios de carácter general.3 La concepción restringida de prueba ilícita se basa en la obtención o práctica de la prueba con violación de los derechos fundamentales. No toda infracción a las reglas que presiden la obtención y producción de la prueba debe entenderse como una actuación nula e inutilizable en el proceso. Sólo tienen este rango aquellas pruebas que vulneran directamente los derechos humanos. Consideramos que es la concepción restringida la que debe ser asumida por los operadores jurídicos y por los legisladores, pues, tratándose de una limitación a un derecho funda- Citado por PICO I JUNOY Joan, en El derecho a la prueba en el proceso civil, Bosch, Barcelona, 1996, pp.308 Al respecto véase el Acta del Pleno Jurisdiccional Superior Nacional Penal “Problemática en la aplicación de la norma penal, procesal y penitenciaria”. Trujillo. Diciembre 2004 3 DEVIS ECHEANDIA, Hernando; “Teoría general de la prueba judicial”. Bogotá; Temis; 5ed.; 2002. Pág.539 1 2 61 mental, como lo es el derecho a la prueba4 , ésta debe aplicarse sólo en los casos específicos que se hayan obtenido o practicado con vulneración de los derechos fundamentales, no bastando que unos u otros hayan sido obtenidos en contravención de una norma legal para ser tildada de ilícita, sino que es necesario que dicha norma se sustente en uno de los elementos esenciales del ordenamiento jurídico con los que el derecho a la prueba guarde relaciones de coordinación y complementariedad, y que con la forma como se obtuvo el medio probatorio y/o la fuente de prueba el citado elemento haya sido afectado. De otro lado, en torno al tema de la prueba ilícita se han desarrollado algunos conceptos afines, tales como: - Prohibiciones probatorias.- Término utilizado por primera vez por la doctrina alemana, para referirse tanto a la adquisición de las fuentes objeto de investigación, como a los medios probatorios a través de los cuales dichas fuentes se introducen en el proceso. - Prueba ilegal o irregular.- Elemento probatorio obtenido o practicado con violación de normas, propias de la legalidad ordinaria, siempre que no se haya vulnerado un derecho fundamental. - Prueba ilegítima.- Aquella que vulnera normas de carácter procesal, por tener lugar dicha infracción en el momento de la introducción o práctica de la prueba dentro del proceso, siendo la sanción que se le asigna la de nulidad. - Prueba viciada.- Aquella en que concurren una serie de circunstancias que afectan a la veracidad de su contenido, pero sin tener en consideración para nada la forma como se ha obtenido. Lo importante de esta prueba es la veracidad o certeza de los datos fácticos que la misma aporta al proceso. - Prueba clandestina.- Aquella obtenida de un comportamiento oculto o de un acto realizado sin publicidad, infringiendo de esta manera la intimidad personal o familiar o el de la propia imagen. IV. ¿Un caso de prueba prohibida o ilícita? Teniendo en cuenta que el Tribunal Constitucional parte de la premisa que los medios informáticos de los que se vale un trabajador para realizar sus labores, en tanto suponen instrumentos de comunicación y reserva documental, gozan de elementos de autodeterminación personal, al tratarse del reconocimiento de condiciones laborales referidas a derechos fundamentales, tienen la protección prevista en el Art.2 inc.10 de la Constitución Política del Estado, por lo que la única limitación de la que gozan es el mandamiento motivado del juez y con las garantías de ley; esto es, que nuestra Carta Magna preserva y protege el derecho de la reserva de las comunicaciones y la garantía de la judicialidad; la vulneración de tales derechos para la obtención de la prueba, traen consigo la ilicitud de la misma y su consecuente invalidación. En ese sentido, el Tribunal Constitucional adopta la concepción restringida de la prueba ilícita desarrollada anteriormente (por cuanto ha sido obtenida vulnerando un derecho fundamental). Al respecto, es necesario precisar que este criterio ya ha venido siendo sostenido por el Tribunal Constitucional en las sentencias recaídas en los Expedientes N°010-2002-AI/TC Lima (Marcelino Ello teniendo en cuenta que el derecho a probar es una manifestación del derecho a la tutela jurisdiccional efectiva y del derecho al debido proceso, toda vez que no tendría sentido que un sujeto de derecho pueda llevar a los órganos competentes un conflicto de intereses, una incertidumbre jurídica, el control de la constitucionalidad normativa o de las conductas antisociales, si se vulnera su derecho a probar los hechos que sustentan su pretensión o su defensa (Bustamante Reynaldo, “El derecho fundamental a probar y su contenido esencial” en Estudios de derecho procesal, Ara, Lima, 1997, pp.76). 5 El Problema de la “Prueba Ilícita”: Un caso de conflicto de derechos una perspectiva constitucional procesal” en Cátedra Discere, Revista de la Facultad 4 62 Tineo Silva y más de 5,000 ciudadanos) y N°1126-2004-HC/TC Lima (Vladimir Carlos Villanueva), señalando que: “… La validez o invalidez de una fuente de prueba depende exclusivamente de que su obtención se haya llevado a cabo con estricto respeto de los derechos fundamentales” (FJ.105) Consideramos que efectivamente se trata de una prueba ilícita en su concepción restringida, término que conforme a lo señalado inicialmente, se encuentra dentro del concepto de prueba prohibida. V. Valor probatorio de la prueba a partir del procedimiento seguido para su obtención. Teorías Siguiendo a Reynaldo Bustamante Alarcón5 se puede decir que en la doctrina y jurisprudencia comparada existen tres grupos de opinión o teorías respecto al problema de la “prueba ilícita” y su posterior valoración. Así tenemos: a. Los que pugnan por la admisibilidad de los medios y/o fuentes de prueba ilícitamente obtenidos, independientemente de la sanción civil, penal o administrativa a que haya lugar.- Esta tesis se sustenta en: 1) Que a través de ellos se consigue trasladar a conocimiento del juez una serie de hechos importantes para la solución del conflicto, y por tal razón, su admisión y posterior valorización no debe apreciarse en términos de moralidad, sino en el grado de similitud que ellas aportan al esclarecimiento de los hechos controvertidos; y, 2) Que la finalidad primordial del proceso es el descubrimiento de la verdad, y si ese propósito se obtiene mediante la utilización de medios y/o fuentes de prueba ilícitamente producidas, el juez debe valorarlas en su integridad, independientemente de la responsabilidad penal, civil, administrativa o disciplinaria que se genere para el autor o autores de la misma. b. Los que se pronuncian por el rechazo de tales medios y/o fuentes de prueba y por restarles toda eficacia en el proceso o procedimiento.- Esta tesis ha sostenido generalmente: 1) Que según el tópico non auditur propiam allegans turpitudinem, los hechos ilícitos no deben aprovechar a su autor; por lo tanto, los medios y/o fuentes de prueba obtenidos con violación del ordenamiento jurídico no deben merecer del juzgador ninguna consideración; 2) Que aceptar la validez del material probatorio ilícitamente obtenido sería tanto como legitimar y patrocinar conductas antijurídicas; 3) Que la única sanción eficaz para reprimir la utilización de medios y/o fuentes de prueba obtenidos ilícitamente es no darles eficacia probatoria; 4) Que en torno a este problema gravitan dos intereses; el del Estado de conocer la verdad, y el interés del respeto de los derechos fundamentales, los que colocados en contraposición, obligan a preferir el segundo sobre el primero, pues la naturaleza de los derechos fundamentales obliga a negar eficacia o legitimidad a cualquier acto o decisión que los vulnere. c. Los que consideran que debe ser el juzgador el que, en cada caso concreto, pondere los intereses, valores, bienes y derechos en conflicto y decida, motivadamente, sobre la admisibilidad o rechazo del material probatorio ilícitamente obtenido.- Esta tesis, también conocida como de Derecho de la Universidad Nacional de San Marcos, Lima, pp.47-69 6 MONTERO Aroca, Juan, Derecho Jurisdiccional, t.II, Tirant lo Blanch, 12 ed., Valencia, 2003 63 de la ponderación o proporcionalidad, considera lo siguiente: 1) Que si bien el individuo tiene unos derechos inherentes a su condición de tal, no es menos cierto que no se encuentra aislado en la sociedad, por lo que sus derechos pueden verse limitados por otros derechos o bienes jurídicos protegidos constitucionalmente; 2) Que sobre el problema de la “prueba ilícita” convergen dos intereses contrapuestos del mismo rango: el interés por descubrir la verdad (la misma que constituye el pilar fundamental del servicio de justicia), y el interés de impedir la producción de “pruebas ilícitas”, por lo tanto, deben ser ponderadas dentro del marco de lo tolerable exigido por el punto de equilibrio. La sentencia del Tribunal Constitucional bajo comentario, en sus fundamentos 22 y 23 señala: “Este Colegiado considera, por lo tanto, que en cualquiera de los supuestos en que se ha observado el procedimiento seguido contra el recurrente, este resulta absolutamente inconstitucional. Ello, no obstante, no significa que el empleador carezca de medios adecuados para fiscalizar la labor del trabajador y la eficiencia de las responsabilidades que al mismo se le encomienda; pero es un hecho que la implementación de tales medios no puede hacerse en forma contraria a los derechos de la persona, sino de manera razonable, de modo tal que permita satisfacer los fines de toda relación laboral sin perjudicar los ámbitos propios de autodeterminación que en todo momento deben quedar sujetos a lo establecido en la norma fundamental” (FJ 23). “La demandada, por otra parte, tampoco ha tenido en cuenta que en la forma como ha obtenido los elementos presuntamente incriminatorios, no solo ha vulnerado la reserva de las comunicaciones y la garantía de judicialidad, sino que ha convertido en inválidos dichos elementos. En efecto, conforme lo establece la última parte del artículo 2°, in- Consideramos que el Tribunal Constitucional al negarle valor probatorio a la constatación notarial (acta extra protocolar) y a las copias de los correos electrónicos, por haber vulnerado el derecho a la reserva de las comunicaciones y a la garantía de la judicialidad, así como haber ponderado los derechos de la persona, sobre el derecho a la prueba, Esta última posición es a la cual nos adscribimos, puesto que es al Juez a quien en última instancia debe corresponder efectuar una ponderación razonada respecto a los dos derechos fundamentales que están en juego, toda vez que no debemos olvidar que el derecho a probar es un derecho fundamental, y que cada caso encierra particularidades que deben ser analizadas en forma concreta y observando el criterio de proporcionalidad. Posición adoptada por el Tribunal Constitucional. 64 ciso 10), de la Constitución, los documentos privados obtenidos con violación de los preceptos anteriormente señalados, no tienen efecto legal. Ello, de momento, supone que por la forma como se han recabado los mensajes que han sido utilizados en el cuestionado proceso administrativo, su valor probatorio carece de todo efecto jurídico, siendo, por tanto, nulo el acto de despido en el que dicho proceso ha culminado. Se trata, pues, en el fondo, de garantizar que los medios de prueba ilícitamente obtenidos no permitan desnaturalizar los derechos de la persona ni, mucho menos, y como es evidente, que generen efectos en su perjuicio.” (FJ 22) por cuanto el primero de los nombrados no puede generar efectos perjudiciales para la misma persona, sin menoscabar el derecho que tiene el empleador para proveerse de medios adecuados para fiscalizar la labor del trabajador y la eficiencia de las responsabilidades que al mismo se le encomienda; el Supremo intérprete de la Constitución ha adoptado la tesis de la ponderación o proporcionalidad desarrollada anteriormente. VI. Fuentes y Medios de Prueba. Identificación en el caso bajo análisis. Antes de conceptualizar a las fuentes y medios de prueba, es necesario brevemente tener en claro los siguientes conceptos: Prueba.- Conjunto de razones o motivos proporcionados o extraídos de las diversas fuentes de prueba para producir convicción en el juzgador sobre la existencia o inexistencia del hecho objeto de prueba.Órgano de Prueba.- Es el sujeto que porta un elemento de prueba y lo trasmite al proceso. Su función es la de intermediario entre la prueba y el juez (por eso, a este último se le considera como órgano de prueba). El dato conviccional que trasmite puede haberlo conocido accidentalmente (como ocurre con el testigo) o por encargo judicial (como es el caso del perito). Objeto de la Prueba.- Es aquello que puede ser probado, aquello sobre lo cual debe o puede recaer la prueba. El tema admite ser considerado en abstracto o en concreto. Desde el primer punto de vista, se examinará qué lo que puede ser probado en cualquier proceso; desde la segunda óptica, se considerará qué es lo que se debe probar en un proceso determinado. Ahora bien, pasemos a las fuentes y medios de prueba: Fuentes de Prueba.- Son todos aquellos hechos (en sentido jurídico amplio como objetos, acontecimientos y conductas) que se incorporan al proceso o procedimiento a través de los diversos medios de prueba, a partir de los cuales el juzgador puede encontrar o no la prueba de otros hechos (como por ejemplo, las huellas dactilares que se descubren por medio de una pericia y acreditan quien ha cometido el delito) o de ellos mismos (como la escritura pública que acredita su propia existencia), que son objeto o materia de prueba. Medios de Prueba.- Son todos aquellos elementos o instrumentos utilizados por los sujetos procesales (las partes, el juzgador y los terceros legitimados) para incorporar al proceso o procedimiento fuentes de prueba; esto es, el procedimiento establecido por la ley tendiente a lograr el ingreso del elemento de prueba en el proceso. Son ejemplos de medios de prueba: los documentos, la declaración de parte, la declaración de testigos, las inspecciones judiciales, los dictámenes periciales, etc. Precisemos algunas diferencias entre fuentes y medios de prueba en los supuestos concretos : En la prueba testifical el testigo y su conocimiento de los hechos (fuente) preexiste al proceso y existe aunque el proceso no llegara a realizarse nunca; iniciado el proceso, una de las partes se servirá de esa fuente para convencer al juzgador de la realidad de sus afirmaciones de hecho, y para ello la ley le ofrece un método de aportación consistente en la declaración del testigo, regulando esa actividad (medio). Lo mismo ocurre con el resto de las pruebas; en el interrogatorio de la parte la fuente es la persona que es parte y su conocimiento, 65 medio de prueba su declaración; en la documental, la fuente es el documento y el medio la actividad que debe realizarse para su aportación al juicio. Debemos recordar que la prueba es actividad, pero no es el vacío, sino incorporando algo al proceso, ese algo es la fuente6. La fuente y medio de prueba documental en la STC En principio es necesario precisar ¿qué se entiende por documento?. Así tenemos que es toda cosa que sirve de prueba histórica indirecta y representativa de un hecho cualquiera, puede ser declarativo- representativo, cuando contenga una declaración de quien lo crea u otorga o simplemente lo suscribe, como es el caso de los escritos públicos o privados y de los discos y cintas de grabaciones magnetofónicas; puede ser únicamente representativo (no declarativo), cuando no contenga ninguna declaración, como ocurre en los planos, cuadros, radiografías, dibujos y fotografías, pero siempre es representativo.7 Los requisitos para la validez del documento como prueba son: a. Que no se haya elaborado con violencia o coacción que elimine la libertad de su autor o mediante el dolo de la parte contraria o de un tercero. b. Que, si se trata de instrumentos públicos, se hayan cumplido con las formalidades exigidas por la ley para su formación, bajo sanción de nulidad. c. Que, si se trata de copias, se hayan cumplido los requisitos exigidos por la ley para su expedición, cuando el original o la otra copia que sirvió para aquella obraban en un protocolo notarial o en una oficina pública. d. Que hayan sido llevados y admitidos al proceso en oportunidad y con requisitos legales, porque si bien su incumplimiento no vicia de nulidad el documento en si mismo, sí invalida su aportación y le quita su valor como prueba. e. Que no sea una prueba ilícita por estar prohibida por la ley. En la Sentencia del Tribunal Constitucional bajo comentario tenemos que constituyen fuentes de prueba, los documentos consistentes en: a) copia de los correos electrónicos pornográficos y b) el acta extra protocolar de constatación notarial, los mismos que pueden ser llevados a proceso y ser incorporados como medios probatorios, al tener soporte físico (papel)8 e intelectual (contenido). Sin embargo, dichas fuentes de prueba, al haber sido obtenidas con vulneración de los derechos fundamentales de la persona, no han podido ser consideradas como válidas por el Tribunal Constitucional, por tanto no han sido valoradas para probar la causal de despido que invocaba la demandada. Resulta necesario precisar que si se hubiera observado las formas lícitas para la obtención de la prueba, la fuente de prueba idónea hubiera sido el documento electrónico y la prueba pericial, tal como se desarrollará más adelante. VII. Prueba pericial y su rol en la prueba documental electrónica. Como notas previas y para efectuar un análisis del caso, es necesario tratar acerca del documento electrónico y del correo electrónico. DEVIS ECHANDIA Hernando, Compendio de Derecho Procesal: pruebas judiciales, TII, Dike, Medellín, 1994, pp.411 La idea del soporte papel aparece natural en nuestra cultura, especialmente a medida que el analfabetismo fue desapareciendo. 9 FALCON Enrique, Tratado de la prueba, t.1, Astrea, Buenos Aires, 2003, p.898 7 8 66 Documentos electrónicos: Reconocidos actualmente como un medio privilegiado de difusión de la información. Deben entenderse como toda expresión en lenguaje natural o convencional y cualquier otra expresión gráfica, sonora o en imagen, recogidas en cualquier tipo de soporte material, incluso los soportes informáticos, con eficacia probatoria o cualquier otro tipo de relevancia jurídica. También es conceptualizado el documento electrónico como el conjunto de campos magnéticos aplicados a un soporte, de acuerdo con un determinado código9 . En el soporte electrónico la codificación se hace mediante el hardware y el software, los mismos que sirven para decodificar el documento. Sólo la variación de los campos magnéticos incluida en el soporte constituyen el documento electrónico; ni la entrada ni la salida en cualquiera de sus formas son el documento, de la misma manera que no es documento la lapicera, ni el dictamen de un perito sobre una materia propuesta a su consideración. Si bien el “documento base” debe mostrarse a través de una salida – comprensible en lenguaje natural-, sin embargo, esta salida no es el documento mismo, sino una representación. Al hablarse de documentos electrónicos se alude a casos en que el lenguaje magnético constituye la acreditación, materialización o documentación de una voluntad quizás ya expresada en las formas tradicionales, y en que la actividad de un computador o de una red sólo comprueban o consignan electrónica, digital o magnéticamente un hecho, una 10 relación jurídica o una regulación de intereses preexistentes. Se caracterizan porque sólo pueden ser leídos o conocidos por el hombre gracias a la intervención de sistemas o dispositivos traductores que hacen comprensibles las señales digitales. Los documentos electrónicos poseen los mismos elementos que un documento escrito en soporte papel; a) constan en un soporte material (cintas, diskettes, circuitos, chips de memoria, redes); b) contiene un mensaje, el que esta escrito usando el lenguaje convencional de los dígitos binarios o bits, entidades magnéticas que los sentidos humanos no pueden percibir directamente; c) están escritos en un idioma o código determinado; d) pueden ser atribuidos a una persona determinada en calidad de autor mediante una firma digital, clave o llave electrónica. Correo electrónico: Servicio de red que permite a los usuarios enviar y recibir mensajes mediante sistemas de comunicación electrónicos. Por medio de mensajes de correo electrónico se puede enviar, no solamente texto, sino todo tipo de documentos. Su eficiencia, conveniencia y bajo costo están logrando que el correo electrónico desplace al correo normal para muchos usos habituales Para la funcionalidad de esta herramienta es necesario que tanto la persona que remite como la que recibe el mensaje, deben con- La prueba pericial es un medio concreto de prueba, en virtud del cual una persona con conocimientos especializados (científicos, artísticos, técnicos o 67 tar con una dirección de correo electrónico. Nuestra legislación no prevé como medio probatorio típico al documento electrónico, por lo que debe ser incluido dentro del concepto amplio de documento previsto en el Art.234 del C.P.C., en la parte que hace referencia a “…las microformas tanto en la modalidad de microfilm como la modalidad de soportes informáticos, y otras reproducciones de audio y video, la telemática en general y demás objetos que recojan, contengan o representen algún hecho, o una actividad humana o su resultado”. De esta forma se le debe considerar como prueba documental y su tratamiento se encuadraría en los alcances del Art.192 del C.P.C. Análisis del Caso Según la sentencia del Tribunal Constitucional, los hechos supuestamente constitutivos de falta grave para el empleador, e infringido por el trabajador demandante están referidos al hecho de “haber utilizado indebidamente recursos públicos dentro del horario de trabajo, para realizar labores de índole particular, totalmente ajenas al servicio, constatándose el envío de material pornográfico a través del sistema de comunicación electrónica, denotando falta de capacidad e idoneidad para el desempeño del cargo e inobservancia del Reglamento Interno de Trabajo”. Los medios probatorios de los que se valió la demandada (constatación notarial -acta extra protocolar- y las copias de los correos electrónicos), conforme lo señalamos anteriormente, no eran los más idóneos para acreditar la falta imputada al trabajador, así el Tribunal Constitucional señala: “… no se llegó a verificar técnicamente la existencia de correos originalmente remiti- dos desde la unidad de cómputo que le fue asignada, lo que, en todo caso, pudo haber abierto paso a una nueva discusión omitida por la emplazada: la de saber si de alguna forma pudieron haberse manipulado las vías informáticas, con el objeto de hacer aparecer al recurrente como el remitente de los mensajes cuestionados. Por otra parte, es un hecho inobjetable que si no existía certeza plena respecto del supuesto remitente, debió procederse a una investigación mucho más profunda y detallada, y no a una decisión inmediata como la cuestionada en el presente proceso” (FJ 15) De ello podemos colegir que el Tribunal Constitucional deja entrever que era necesario contar con la prueba pericial10 para poder determinar: a) La fiabilidad del soporte y del elemento de incorporación de los datos a éste, la fiabilidad de la adecuada reproducción y los elementos y técnicas de recuperación. b) La vigencia temporal y la inalterabilidad del soporte. c) El control y la relación exacta entre el contenido del soporte y la reproducción que permita tomar conocimiento de su contenido. d) La certeza en la asignación de los actos, datos o manifestaciones contenidas en el soporte. Esto señala la calidad de imputación de los datos de soporte. Mención aparte merece la determinación de la autoría de los mensajes cuestionados a través de la prueba pericial, por cuanto tratándose de soportes que por su índole pueden ser reinscriptos, (que en el caso bajo análisis se utilizó el e-mail) y que por tanto no gozan de los requisitos mínimos de seguridad en materia de atribución del conte- prácticos), que el juez no tiene, pero ajena al proceso, los aporta al mismo para que el órgano jurisdiccional pueda valorar mejor los hechos o circunstancias relevantes en el asunto, o adquirir certeza sobre ellos. En el caso bajo comentario se requerirá de un ingeniero en sistemas informáticos. 68 nido, por no existir un código de identificación (como por ejemplo la firma electrónica avanzada); si bien a través de la prueba pericial se podría llegar a determinar que éstos provenían del ordenador asignado al trabajador, no se podría establecer sólo con la prueba pericial que éste fue el que generó, almacenó y remitió la información; siendo necesario valorar los demás medios probatorios que se pudieran ofrecer en el proceso, no constituyendo por tanto prueba plena; por lo que consideramos acertada la decisión del Tribunal Constitucional cuando señala que la empleadora debió proceder a una investigación mucho más profunda y detallada, y no a una decisión inmediata como la que fue materia de cuestionamiento (despido por falta grave). VIII. Conclusiones 1. La doctrina y jurisprudencia nacional han adoptado la concepción restringida de la prueba prohibida, pues, tratándose de una limitación a un derecho fundamental, como lo es el derecho a la prueba, ésta debe aplicarse sólo en los casos específicos que se hayan obtenido o practicado con vulneración de los derechos fundamentales. 2. El criterio de valoración de la prueba prohibida que ha adoptado el Tribunal Constitucional es la tesis de la ponderación o proporcionalidad, puesto que es al Juez a quien en última instancia debe corresponder efectuar una ponderación razonada respecto a los dos derechos fundamentales que están en juego (derecho a probar y el derecho vulnerado), y que cada caso encierra particularidades que deben ser analizadas en forma concreta y observando el criterio de proporcionalidad . 3. Las fuentes de prueba que se pueden identificar en el caso bajo análisis son los documentos consistentes en: a) copia de los correos electrónicos pornográficos y b) el acta extra protocolar de constatación notarial, las mismas que al haberse obtenido vulnerando el derecho fundamental de reserva de las comunicaciones y la garantía de la judicialidad, han sido consideradas por el Tribunal Constitucional como prueba ilícita. 4. El documento electrónico, entendido como el conjunto de campos magnéticos aplicados a un soporte, de acuerdo con un determinado código, así como la pericia para determinar su confiabilidad, vigencia temporal, certeza entre otros, constituyen en el caso de bajo análisis los medios de prueba idóneos para establecer si los correos electrónicos con contenido pornográfico han provenido de la computadora del demandante. 5. Para la determinación de la autoría de los mensajes cuestionados, la prueba pericial, debe ser valorada con los demás medios probatorios que se pudieran ofrecer en el proceso, no constituyendo por tanto prueba plena. Bibliografía BUSTAMANTE Reynaldo, “El derecho fundamental a probar y su contenido esencial” en Estudios de derecho procesal, Ara, Lima, 1997 BUSTAMANTE Reynaldo, El Problema de la “Prueba Ilícita”: Un caso de conflicto de derechos una perspectiva constitucional procesal” en Cátedra Discere, Revista de la 69 Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de San Marcos, Lima CANELO, Carola y otros. “El documento electrónico. Aspectos procesales”, en Revista chilena de Derecho Informático (www.derechoinformático.uchile.cl), N°4, Mayo-2004. CAFFERATA NORES, José, La prueba en el proceso penal, 5ta. ed, Buenos Aires, Depalma, 2003 CASTILLO ALVA, José Luis, “Breves apuntes sobre la prueba ilícita”, revista Diálogo con la Jurisprudencia, Gaceta Jurídica. No.83, Lima, Agosto 2005. DEVIS ECHEANDIA, Hernando; “Teoría general de la prueba judicial”. Bogotá; Temis; 5ed.; 2002 DEVIS ECHEANDIA, Hernando; “Compendio de derecho procesal: pruebas judiciales”. tII, Dike, Medellín, 1994. FALCON Enrique, Tratado de la prueba, t.1, Astrea, Buenos Aires, 2003 GOZAINI Osvaldo, Alfredo, La prueba en el proceso civil peruano, Normas Legales, Trujillo, 1997. 70 MONROY Juan, “Los límites éticos de la actividad probatoria” en La formación del proceso civil peruano: estudios reunidos, Comunidad, Lima, 2003. MONTERO Aroca, Juan, Derecho Jurisdiccional, t.II, Tirant lo Blanch, 12 ed., Valencia, 2003. PARRA Jairo, “Pruebas Ilícitas”, en IUS ET VERITAS, año VII, JuN, 1997, No.14, PUCP, Lima. PICO I JUNOY Joan, en El derecho a la prueba en el proceso civil, Bosch, Barcelona, 1996 REYNA ALFARO, Luis, “El derecho a la defensa, el derecho a probar y la prueba ilícita: precisiones iniciales”, revista Diálogo con la Jurisprudencia, Gaceta Jurídica. No.83, Lima, Agosto 2005 VESCOVI Enrique, “Proceso civil ¿dispositivo o inquisitivo? El papel del juzgador en la prueba en el proceso civil moderno” en IUS ET PRAXIS, Dic, 1994, No.24, Universidad de Lima. EL DERECHO DEL TRABAJO Y LA RESPONSABILIDAD SOCIAL DEL EMPLEADOR MG. CECILIA IZAGA RODRÍGUEZ E l mundo jurídico se nutre día a día con la realidad social, tanto más el derecho del trabajo, derecho social por naturaleza, por ello Ortolán1 señala “Si los derechos nacen, si se modifican, si se transfieren de una persona a otra, si se extinguen, es siempre consecuencia o por medio de un hecho. No hay derecho que no provenga de un hecho, y precisamente de la variedad de hechos procede la variedad de derechos”. Según el maestro Javier Neves Mujica2 el trabajo objeto de protección por el derecho del trabajo es el trabajo humano, productivo, por cuenta ajena, libre y subordinado, y nuestra Constitución Política en su Art. 22 señala “El trabajo es un deber y un derecho. Es base del bienestar social y un medio de realización de la persona”, si ello es así resulta de vital importancia detenernos y dar una mirada de futuro a las relacionas laborales nacionales de cara a la globalización e internacionalización de los mercados, encontrándonos con lo que se conoce con la Responsabilidad Social Empresarial 3, la cual se define como el compromiso continuo de la empresa de contribuir al desarrollo sostenible, mejorando la calidad de vida de sus empleados y sus familiares, así como de la comunidad y de la sociedad en general, es decir el empleador no es más el dueño de los medios de producción cuya única finalidad es la generación de riqueza y el trabajador una pieza más del engranaje, en la actualidad el empleador es visto (ó debe ser visto) como el estratega, aquél que hace una gestión ética del negocio con una visión global del mismo, donde involucra proveedores, clientes, comunidad, medio ambiente JUEZ TITULAR DEL 3ER JUZGADO ESPECIALIZADO EN LO LABORAL DE CHICLAYO y sobre todo empleados a quien otorga trabajo de calidad, capacitación para mejorar los niveles de productividad, quienes son vistos hoy en día como elemento esencial de la rentabilidad pues contribuyen de manera directa con el trabajo que realizan, ubicándose entre los activos más valiosos de la organización. Así como existen sistemas de calidad basados en certificaciones internacionales que acreditan el cumplimiento de estándares como el ISO 9000 sobre servicios y productos, ó ISO 14000 sobre la gestión del medio ambiente, también existen el SA 8000 referido a estándares de buenas prácticas laborales orientados a asegurar el cumplimiento de los derechos laborales de los trabajadores en una organización, y el OHSAS 18000 referido a estándares de seguridad y salud ocupacional, que miden de alguna forma la responsabilidad social del empleador. Internacionalmente estos estándares de derechos laborales están dados por códigos o estándares privados, que han llegado a ser una práctica generalizada en otros países como el caso de Nike, Adidas, GAP, etc., sin embargo es unánime el criterio en el sentido que lo mínimo que deberían respetarse son los estándares laborales de la OIT, pero reflejando las necesidades locales o particulares y la legislación nacional de cada país, estos derechos laborales fundamentales que deben respetarse son: La libertad sindical (Convenio 87 Libertad sindical y protección del derecho de sindicalización), la negociación colectiva (Convenio 98 Derecho de sindicalización y negociación colectiva), la no discriminación (Convenio 100 Igualdad de remuneración, y Convenio 111 Otrolán, M., Generalización del derecho romano, No. 52, cit. de Vélez Sársfield en nota de la sección segunda del Libro segundo del Código Argentino. 2 Neves Mujica, Javier, Introducción al Derecho Laboral, Fondo Editorial PUCP, Lima – Perú, 2004, p.16 y ss. 3 World Business Counsil for Sustainable Development 2000 (WBCSD). 1 71 Discriminación en el empleo y ocupación), la prohibición del trabajo forzoso (Convenio 29 Trabajo forzoso, y Convenio 105 Abolición del trabajo forzoso), la erradicación del trabajo infantil (Convenio 138 Edad mínima, y Convenio 182 Sobre las peores formas del trabajo infantil), esto trae a colación lo que se denomina en la actualidad como Trabajo decente, que no es otra cosa que la puesta en marcha de la Responsabilidad Social del Empleador. En nuestro país la Responsabilidad Empresarial como estrategia para el desarrollo se ha venido implementando gradualmente, por ello el Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo (MTPE) se encuentra evaluando la posibilidad de implementar el proyecto Better Factories (mejores fábricas), destinado a la observación e información de las condiciones de trabajo que se brindan en las fábricas y la verificación del cumplimiento de las normas laborales y seguridad social en el trabajo, donde interviene el Estado como responsable del planeamiento, ejecución y fiscalización de las normas laborales y de seguridad social en el trabajo, asimismo la OIT que diseña, elabora las estrategias, capacita y realiza el monitoreo constante del programa y actúa como observador neutral, y, finalmente los compradores internacionales que solo deben relacionarse con aquellas empresas que se encuentren dentro del comentado programa4. En el Perú para dar el gran salto se cuenta con esfuerzos privados como lo sostiene Nora Donayre Yáñez profesora de la Maestría en Gerencia Social de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP), que señala que con la aplicación del Balance Social (que generalmente se incorpora en las memorias de la empresa junto con los Estados Financieros) se identifican los fenómenos que requieren atención para luego emprender planes, y como María Matilde Schwalb, coordinadora del Área de Gestión Empresarial y Responsabilidad Social del Centro de Investigación de la Universidad del Pacífico, que señala que en la medida que las empresas continúen aplicando planes de responsabilidad social empresarial incentivadas por la valoración positiva que estos reciben de sus clientes y consumidores, no será necesario que el Estado reglamente su ejecución5, incluso el Perú cuenta con la Asociación de Buenos Empleadores – ABE que es una asociación sin fines de lucro patrocinada por Amcham que agrupa a más de cincuenta empresas que respetan a su personal aplicando buenas prácticas de recursos humanos, comprometidas a que sus proveedores también respeten a su personal aplicando las mismas prácticas, los requisitos para ser socio de ABE son: (i) pagar puntualmente a todo su personal, (ii) aplicar las prácticas de recursos humanos exigidas por la asociación (evaluación del desempeño, pago de acuerdo con el desempeño, capacitación y reconocimiento); (iii) tener un ambiente de trabajo seguro e higiénico.6 El artículo III del Título Preliminar de nuestro Código Procesal Civil aplicable supletoriamente al proceso laboral señala como fines del proceso resolver un conflicto de intereses o eliminar una incertidumbre jurídica, haciendo efectivos los derechos sustanciales, y logrando la paz social en justicia, esperemos que los trabajadores del Perú en un futuro próximo no tengan que acudir a los tribunales para recién hacer realidad los derechos sustanciales, sino que tengan la oportunidad de acceder a un trabajo decente donde el empleador no perciba erradamente que juega en contra del trabajador y Fuente: Diario Gestión (viernes, 7 de marzo del 2008). SOLUCIONES LABORALES No. 02, Revista de Gaceta Jurídica, Perú, Febrero 2008, p. 60. 6 SOLUCIONES LABORALES No. 01, Revista de Gaceta Jurídica, Perú, Enero 2008, p. 65. 4 5 72 sus derechos sino que ambos juegan para el mismo equipo generando riqueza como base del bienestar social, sirviendo paralelamente como medio de realización de la persona. En el Perú ya no se trata de crear más leyes laborales sino de hacer realidad las que ya existen, no por miedo a la sanción sino por convicción y responsabilidad social, pues como dijo Platón “Las buenas personas no necesitan de leyes para decirles que actúen con responsabilidad”. 73 INNECESARIA DISPOSICIÒN DEL ARTÌCULO 1098 DEL CÒDIGO CIVIL LORENZO MARTÍN HUAMÁN VERA E l presente análisis tiene por finalidad poner de manifiesto la inadecuada redacción del artículo 1098 del Código Civil, las contradicciones que subyacen en la Exposición de Motivos del mismo, y exponer la posición del suscrito al respecto. El artículo 1098 del Código Civil, dice “La hipoteca se constituye por escritura pública, salvo disposición diferente de la ley” El análisis no podemos hacerlo en forma aislada, pues el dispositivo tiene íntima relación con el artículo 1099 del mismo cuerpo de legislativo, que establece los requisitos de validez de la hipoteca. Entonces, diremos: el artículo 1098 establece los requisitos de constitución de la hipoteca; mientras que el artículo 1099 los requisitos de validez. O màs bien dicho, el primero prevé los requisitos de existencia del contrato de hipoteca; en tanto que el segundo, los requisitos para la existencia del derecho real de hipoteca. Encontramos ello, en la Exposición de Motivos del artículo 1098, cuya parte pertinente a la letra dice: “Si el deudor conviene con el acreedor en constituir una hipoteca en respaldo de su obligación, hay contrato de hipoteca, pero aún no se ha perfeccionado el derecho real de hipoteca, que recièn quedará verificado con su inscripción en el registro(…)”. Es cierto que es posible separar conceptualmente “contrato de hipoteca” de lo que 74 JUEZ PROVISIONAL DEL NOVENO JUZGADO CIVIL DE CHICLAYO es “derecho real de hipoteca”. En la misma Exposición de Motivos se hace referencia a la opinión del maestro Francesco Messineo: “Sentado esto, se entiende como el contrato de concesión de hipoteca no puede tener función constitutiva, puesto que tal función ha quedado reservada, en cambio, a la inscripción(…)”. Siendo así, consideramos que no tiene mayor importancia establecer en el artículo 1098, que la escritura pública, por regla general, es constitutiva del contrato de hipoteca. Vayamos por partes. El contrato de hipoteca no tiene fuerza creadora; porque la hipoteca, como derecho real, se constituye por la inscripción y no por el contrato. Entonces ¿qué necesidad hay de imponer una forma solemne al contrato de hipoteca si es que éste no va a crear nada relevante? El contrato de hipoteca es necesario pero sólo en cuanto manifestación de voluntad; y como tal no requiere que conste en escritura pública. Volviendo a la Exposición de Motivos, se dice en ésta: “La norma establece que la constitución de hipoteca debe efectuarse, por regla general, por escritura pública. Sin embargo, no establece su inobservancia como causal de nulidad. Se trata, por tanto, de una formalidad ad probationem, en consonancia con lo dispuesto en el artículo 144 del Código Civil (…)” Es, decir, que la escritura pública sirve de prueba sobre la existencia del contrato de hipoteca. Pero, entonces, habría que preguntarse ¿prueba de qué? ¿prueba de haber contraído la obligación de constituir (con posterioridad) el derecho real de hipoteca? Pero si para “demostrar” la existencia de una obligación, si para “probar” la existencia de ese contrato, sólo basta cualquier forma de documento privado; pues toda voluntad debe estar manifestada de algún modo. La constitución de la hipoteca como derecho real, es un acto solemne que implica un proceso; es decir, el cumplimiento de etapas; proceso que se inicia con la manifestación de voluntad de constituir (la que por regla general está contenida en escritura pública), y que culmina con la inscripción registral. Si la escritura pública y (con mayor razón) el documento privado, son tan insuficientes para constituir el derecho real de hipoteca, no era necesario que el artículo 1098 estableciera que la hipoteca “se constituye” por escritura pública. encuentre allì tal disposición, siempre –o por lo menos, casi siempre-, va a ser necesario el otorgamiento de escritura pública para la constitución del contrato de hipoteca (no del derecho real); pero esa necesidad obedece a otras razones y no a que la escritura pública sirva de prueba sobre la existencia del contrato de hipoteca. Conforme lo dispone el artículo 2010 del Código Civil, por regla general, toda inscripción registral se hace en virtud de título (documento) que conste en instrumento público, salvo disposición en contrario. Así, la escritura pública no viene sino a constituir un requisito de formalidad registral, un requisito para que el contrato de hipoteca pueda acceder a sede registral, y, de este modo, completar el íter constitutivo del derecho real de hipoteca. Entonces, ésta es la verdadera razón por la cual el contrato de hipoteca, por regla general, debe constar en escritura pública: la posibilidad de acceso al registro. Ello, en razón de que se encuentre o no se 75 LA REFORMA CONSTITUCIONAL. ESTUDIO COMPARADO Y UNA PROPUESTA METODOLÓGICA RUBÉN RAMÍREZ CABEZAS. JUEZ CUARTO JUZGADO DE PAZ LETRADO. E l debate sobre la Constitución tiene un lugar preferente en el escenario nacional. Oscila entre tres alternativas: Hacer algunas reformas a la Constitución vigente, convocar a una Asamblea Constituyente para que se elabore una nueva o sustituir la actual por la Carta de 1979. El propósito de este estudio comparativo de las tres últimas leyes fundamentales es señalarla la conveniencia de mantener en uso la Constitución de 1993, por razones prácticas, e introducir las reformas que sean imprescindibles bajo la inspiración de la Carta de 1979, fuente de consulta obligatoria. Esta alternativa resulta práctica y más fácil de ejecutar, es menos onerosa y no escindiría peligrosamente a la sociedad peruana en extremos irreconciliables. Palabras claves: Asamblea Constituyente, Constitución, reforma, ciudadanía, cambio, escenario, ley, decreto, retroactividad, Estado. I En el país asistimos a un debate que dura ya varios años. La discusión va en el sentido de si se debe mantener la Constitución de 1993, tal como está, o si es mejor retornar a la Constitución de 1979, o si es preferible y más sensato seguir con la que nos rige, introduciendo reformas imprescindibles para perfeccionarla. Otra opción es embarcarse en la convocatoria de una Asamblea Constituyente para que el pueblo elija a sus representantes con el mandato expreso de estructurar un nuevo modelo político. 76 Hay que recordar, cuantas veces sea posible, que cambiar constantemente de Constitución impide que el pueblo internalice sus principios, perdiéndose el objetivo integrador que tiene una norma suprema como ésta, que es cohesionar a la población alrededor del núcleo duro de una cultura de libertad. El liberalismo ha sido una propuesta ideológica que, con sus variantes, ha ido perfilando un tipo de sociedad para el país, desde que surgió como nación soberana. Y es el modelo que sigue la gran mayoría de países en el mundo. Una reforma de la Constitución, respetando la ideología y alterando pequeñas partes del texto, contribuirá a afianzar en el tiempo la cultura de paz que se reclama. Si, por el contrario, se la sustituye radicalmente por otra concepción del mundo que ha probado ser ineficaz, como se demuestra hoy con las experiencias renacidas en algunos Estados tercermundistas, no sólo produciría un retroceso en nuestra economía sino que colisionaría con una forma de comportamiento histórico democrático que se ha ido cristalizando en la sociedad peruana. Dentro de este marco ideológico, el camino no se agota en mantener la Carta actual, es probable que requiera una que otra reforma para hacerla más funcional o engrandecer su sentido social de la justicia. Nadie puede negar que el tiempo pasa, y no pasa en vano. Su tránsito afecta de un modo u otro la vida colectiva. Cambian las creencias, se enriquecen los derechos, la tecnología abre nuevas perspectivas, el manejo estatal tiende a ser cada día más técnico y menos político. La Constitución no es ajena a estas influencias. Dejar la Carta como está, sin modernizarla o hacerla más funcional, no es recomendable. Por tanto, ¿sería pertinente embarcarse en la aventura de elaborar una nueva o de sustituirla íntegramente por la Constitución de 1979? Nuestra hipótesis es la siguiente: Necesitamos mantenerla, por cuestiones prácticas, y afinarla con cambios imprescindibles. Debemos, entonces, desechar la posibilidad de convocar a una Asamblea Constituyente o sustituirla totalmente por el modelo anterior. ¿Veamos por qué? II ASAMBLEA CONSTITUYENTE jurisprudencia de los tribunales norteamericanos es una muestra. Otra muestra es el uso actual del parlamento y la preponderancia extrema del Poder Ejecutivo, bajo el liderazgo del Presidente de la República. En otros modelos políticos, en cambio, se abusa de las alteraciones legales sin que se vea afectada la realidad de manera notoria, bajo el pretexto o ilusión de que el derecho es el motor principal del cambio. No es así. Son los operadores del poder quienes tienen la responsabilidad de administrar con eficiencia y visión de futuro al Estado, y engrandecer o envilecer la Constitución. Esta es una de las opciones. La Asamblea Constituyente es un acto de decisión política, no requiere de un sustento constitucional. Es difícil hallar una Constitución que inserte una norma disponiendo su sustitución total mediante la convocatoria de una Asamblea Constituyente. La razón es porque los que elaboran la Carta le asignan una proyección de «futuridad», para que prolongue indefinidamente su vigencia en el tiempo. Como si en ese transcurrir la vida se congelara para siempre. Si bien una Asamblea Constituyente implica una alternativa democrática, también implica un riesgo, cuyas consecuencias deben ser analizadas dentro de un escenario probable por quienes la proponen. El caso actual de Venezuela puede servir de referencia. Igualmente el de Bolivia. En ambas naciones los constituyentes se orientaron por modelos políticos superados, al extremo de originar, en un caso, una dictadura que está atacando la libertad de expresión y la libertad ciudadana y, en el otro, el germen de una división fragmentaria del Estado, que puede escindirlo para siempre. Ésta es una pretensión vana. Si bien no se debe jugar a cambiar constantemente de modelo, tampoco se puede pretender que la redacción de un código, que obedece a un contexto determinado, sobreviva intacta cuando las circunstancias han cambiado. Si se cita como ejemplo la larga vida de la Constitución norteamericana y sus escasas enmiendas es porque se desconoce o se olvida que la interpretación y la mutación constitucional influyen grandemente en la actualización permanente de su texto. La No se puede ni se debe tomar decisiones sin analizar previamente sus consecuencias. La radicalización que se observa en la sociedad peruana junto a una Asamblea Constituyente podría originar que una mayoría relativa fragmente el país, volviendo a superadas propuestas de «aymaras, quechuas y costeños»; así como a la implementación de un Estado burocrático, vertical y arbitrario, en donde las libertades quedarían gravemente recortadas, cuando no suprimidas. 77 Si se convocara a una Asamblea Constituyente, podría darse el caso —como ha ocurrido en otras ocasiones— que sin abandonar su rol principal, de elaborar una nueva carta, sustituya al gobierno elegido en un «golpe de Estado», con el aparente respaldo de la mayoría del pueblo y con el pretexto de asignarle a la Asamblea Constituyente soberanía absoluta. Ése es otro riesgo: De la noche a la mañana, el país envuelto en la administración de un grupo político radical que, desbordando el mandato popular, se transforme en administrador burocrático del Estado. Un tercer aspecto que se debe considerar es el costo. Si fuese vital para el país enfrentar el camino de una Constituyente, el costo 78 del proceso no tendría importancia. Pero si sólo es una propuesta forzada por intereses políticos, habría que pensarlo seriamente. Las elecciones tienen un costo, y ese costo debe justificarse con fines trascendentes y no en las contingencias de la lucha por el poder. En un país pobre, que pugna por salir de sus miserias, el gasto público debe estar plenamente justificado. En opinión particular del que suscribe el presente artículo considera que por las razones expuestas, debería descartarse una Asamblea Constituyente, es decir, sustituir la carta actual por la de 1979. Chiclayo, 15 de Enero del año 2009. LA JURISDICCIÓN ARBITRAL: NATURALEZA Y CARACTERÍSTICAS ELIA JOVANNY VARGAS RUÍZ SECRETARIA SALA CONSTITUCIONAL MG. EN CIENCIAS PENALES “ El tema de la naturaleza jurídica del arbitraje constituye más una preocupación académica, de aquella que típicamente se renueva entre posiciones contrastadas y opciones eclécticas, que ocupan más tiempo en el recinto de las aulas que en las actuaciones arbitrales”.1 El arbitraje es un modo de solución del conflicto que surge del acuerdo entre las partes por el cual un tercero ajeno a ellas y desprovisto de la condición de órgano judicial y que además actúa con arreglo al mandato recibido (compromiso arbitral), resuelve la controversia. Por ello puede afirmarse que el arbitraje voluntario es una forma de composición escogida autónomamente por las partes, aún cuando el laudo arbitral propiamente dicho represente una heterocomposición del conflicto. Si bien la naturaleza jurídica del arbitraje es una cuestión doctrinalmente controvertida, es importante presentar las tres teorías que la explican. Matheus López2 señala que con relación al proceso arbitral se han planteado como teorías explicativas la contractualista ( Guasp y otros ), la jurisdiccionalista ( Cordón, Reglero y otros ), la ecléctica ( Gaspar y otros ) y la negocial – procesal ( Lorca, Matheus y otros ), las cuales sostienen: a) Teoría jurisdiccionalista: Se basa en la consideración de la función de los árbitros como jurisdiccional aunque sea con carácter temporal y limitado al asunto concreto sometido a su examen. b) Teoría contractualista: Entiende que el arbitraje no es más que la manifestación de dos convenios o contratos. Por un lado, el convenio arbitral en virtud del cual las partes se comprometen a recurrir a un tercero o árbitro en caso de suscitarse algún conflicto y en ese caso la resolución de este deviene obligatoria para las partes al haber sido aceptada previamente por ellas ( contrato de compromiso ). Y por otro lado, está la obligación que adquiere el tercero de resolver el conflicto con arreglo a derecho o en equidad ( contrato de mandato ). c) Teoría intermedia o ecléctica: La cual armoniza todos los elementos en juego, aceptando por un lado la existencia de elementos contractuales en la relación que vincula a las partes entre sí y a estas con el árbitro y por otro reconoce un carácter jurisdiccional no tanto en la función que desempeñan los árbitros como en la eficacia que se le otorga al laudo ( eficacia ejecutiva y autoridad de cosa juzgada ). d) Negocio jurídico impropio: Entiende que el arbitraje surge de un negocio jurídico sin consecuencias propias del contrato, sino impropias de un ámbito funcional como es el procesal. Como se puede apreciar, la naturaleza jurídica del arbitraje es compleja, lo que denota que quien lo defina lo hará desde su punto de vista. CANTUARIAS SALAVERRY, Fernando y ARAMBURU YZAGA, Manuel Diego. El Arbitraje en el Perú, Desarrollo Actual y Perspectivas. Lima. Fundación M.J. De la Puente, 1994. Pág. 42. 2 ABANTO TORRES, Jaime David. Revista Peruana de Arbitraje Nº 3/2006. Editora Jurídica Grijley. Noviembre 2006. Págs. 143 y 144. Cita a MATHEUS LÓPEZ, Carlos Alberto. “Bases para una comparación crítica en el proceso jurisdiccional y arbitral”. 1 79 Por lo tanto, compartimos la opinión de la profesora Ledesma Narváez cuando señala que: “Es innegable que el arbitraje es una institución regulada por normas sustantivas, pertenecientes al Derecho Civil, mientras otras están reguladas por normas procesales. Nadie podría negar la naturaleza contractual del convenio arbitral o la del vínculo que une a los árbitros con las partes; pero junto a ello, concurren también otras normas de naturaleza procesal, como las que regulan la formalización judicial del arbitraje, la eficacia del laudo, la anulación, su ejecución forzosa y la ejecución de las medidas cautelares”. “Esto nos lleva a reafirmar la teoría mixta o ecléctica, pues, el afirmar el carácter jurisdiccional de la actividad desarrollada por los árbitros y de su decisión, no significa en absoluto negar que en el origen del arbitraje está siempre la voluntad de las partes, principio de autonomía privada, porque ello fundamenta la constitucionalidad del arbitraje”.3 Es evidente que la auténtica jurisdicción es atributo exclusivo del Estado soberano y así se infiere en los artículos 4 y 5 de la Ley Orgánica del Poder Judicial. El poder de administrar justicia, según la Constitución, emana del pueblo y lo ejerce el Estado por órganos jerárquicamente constituidos, civiles o militares según la materia y sujetos. Estos órganos tienen una función permanente, ajena al control y voluntad de los litigantes e intervienen en los procedimientos con arreglo a normas y trámites inderogables por los propios órganos, que les permiten conocer las materias controvertidas, resolver o decidir según las leyes y ejecutar sus decisiones. “A parte que no se ve relación alguna entre el poder del Estado (incluso contra otra par- te de el) y soberanía popular y un conflicto entre dos sujetos que quieren resolverlo sin otra intervención que la de un hombre de su confianza, la labor arbitral de este tercero nunca será jurisdiccional en el sentido clásico de esta palabra. En efecto: a) desde el punto de vista subjetivo, la facultad decisoria de la contienda arbitral la ejerce un sujeto (o sujetos) que no forma parte de un órgano estatal, ni ha sido investido como Juez (con poder que emana del pueblo), ni está constreñido a un orden jerárquico; b) desde el punto de vista del origen y causa de la intervención en un asunto contencioso, la labor arbitral descansa en la querida intención de los propios contendientes, siendo así que la intervención judicial reposa en el pedido de una sola de las partes o del Ministerio Fiscal; c) desde un prisma objetivo, no puede el árbitro decidir en otra materia que la exclusivamente sometida a su dictamen, siendo así que cualitativa y cuantitativamente posee el juez más amplias atribuciones; d) en lo que toca a la función, la labor del Juez jurisdiccional ejecutar sus propias decisiones o las de instancias superiores, lo que el árbitro no tiene permitido en caso de incumplimiento de laudo por una de las partes”.4 La diferencia entre arbitraje y jurisdicción estatal no sólo se manifiesta en la contradicción de que el arbitraje dé la espalda a estos tótemes de la función jurisdiccional del Estado, sino, además hipotéticamente por lo menos, en un enfrentamiento que podría condenar a la misma jurisdicción estatal a la extinción social en varias áreas del Derecho, habida cuenta de que nada impide que el arbitraje se difunda masivamente y los principios y garantías bajo los cuales “dice el Derecho” de forma privada, terminen imponiéndose a los de la jurisdicción del Estado. Así, que uno puede terminar enfrentándose LEDESMA NARVÁEZ, Marianella. “Impugnación de Laudos Arbitrales”. En Cuadernos Jurisprudenciales Número 17. Noviembre 2002. Diálogo con la Jurisprudencia. Editorial Gaceta Jurídica. Pág. 14. 4 LOHMANN LUCA DE TENA, Juan G. El Arbitraje. Biblioteca para leer el Código Civil. Vol. V. 4ta edición. Pontifica Universidad Católica del Perú. Fondo Editorial 1993. Págs. 46 y 47. 3 80 a la otra, sustrayéndola en los usos y costumbres, quiere decir que no son lo mismo, aunque cumplan una función similar. “El arbitraje tiene ambas naturalezas jurídicas que se manifiestan y se aprehenden, cada una en su respectivo contexto. La contractual, en el momento del alumbramiento del arbitraje, cuando este nace, permitido por la ley, para el propósito ad hoc querido por las partes, esto es, poner fin a una controversia de Derecho. La jurisdiccional, de otro lado, en el posterior desarrollo que permitirá realizar ese propósito ad hoc. La realización del propósito pone término al carácter contractual y jurisdiccional del arbitraje”.5 A la que Castillo Freyre y Vásquez Kunze rebautizan como Teoría Realista del Arbitraje. En efecto: “mientras las facultades de los jueces estatales provienen de la investidura que les ha conferido su Estado, en cambio la facultad de los árbitros proviene de la voluntad de las partes que han celebrado el convenio arbitral”.6 El autor Jorge Santistevan de Noriega cita a Caivano, quien está en una posición intermedia, pues si bien se pronuncia en el sentido que se trata de un sistema alternativo de solución de conflictos, llega a afirmar la necesaria complementariedad que debe existir entre el arbitraje y el Poder Judicial, en los siguientes términos: “De allí que tampoco debe plantearse el arbitraje en términos de una contradicción o una competencia con la tarea judicial. El arbitraje no busca reemplazar a los jueces, ni menoscabar su labor. Se procura complementarla, de manera de colaborar a hacerla más eficiente. El arbitraje nunca podrá restar protagonismo al Poder Judicial. Los jueces tienen el monopolio en el ejercicio de la fuerza pública, están dotados por el Estado de la facultad de hacer cumplir forzadamente sus decisiones, tienen la potestad de imponer coactivamente una conducta y tienen, así mismo, las atribuciones de controlar que el arbitraje respete los principios de legalidad y se desarrolle bajo las garantías constitucionales”.7 Dentro de las características del Arbitraje señalaremos que: A. Es una institución jurídica destinada a resolver conflictos sean individuales, colectivos, jurídicos o de intereses. B. Su peculiaridad reside en la intervención de un tercero, por acuerdo de las partes, cuya decisión se impone. C. En virtud de un conjunto arbitral previo a la constitución de la junta arbitral o del arbitro único las partes adhieren de antemano al resultado de la actuación del o los árbitros, esto es, al laudo arbitral. Lo señalado sirve, para con arreglo a un criterio de procedencia, distinguir entre el arbitraje voluntario o facultativo y el obligatorio o de oficio. Los primeros surgen de la recomendación de la junta de conciliación o por acuerdo directo entre las partes, los segundos de un acto de autoridad, para los conflictos que pongan en peligro inmediato la vida o la seguridad de la población de una parte de ella. Solución del conflicto impuesta a las partes, esta, que muestra de muy particular manera una heterocomposición de la controversia en toda su virtualidad. El arbitraje debe ser precedido del compromiso arbitral. En efecto, cuando de la junta de conciliación surge este como recomendación unánime, deberá ella contener o adjuntar necesariamente los términos del compromiso, todo lo cual no obsta para que la propia acta de recomendación de la junta de conciliación CASTILLO FREYRE, Mario – VÁSQUEZ KUNZE, Ricardo. Arbitraje. El Juicio Privado. La verdadera reforma de la Justicia. Editorial Palestra. Vol. 1.Lima 2007. Pag. 47. 6 ZAVALETA CUBA, Fernando. Derecho Internacional Privado. Ediciones Jurídicas. Pág. 305. 7 SANTISTEVAN DE NORIEGA, Jorge. Cita a CAIVANO ROQUE, J. (“Negociación, Conciliación y Arbitraje”. Lima. APENAC, 1998,P,220). Revista Jurídica Nº 2/2006. Editora Jurídica Grijley. Pág. 27. 5 81 haga sus veces. El compromiso arbitral, con independencia de la forma que tome, debe contener al menos: a) El mandato a los árbitros para actuar como tales. b) La delimitación competencial, esto es, sobre qué materias podrán decidir y c) La adhesión al laudo que recaiga. Si se trata de un arbitraje facultativo o voluntario el compromiso delimitará el ámbito de actuación de los árbitros. Si lo fuese de oficio u obligatorio el decreto ejecutivo que ello ordene sustituirá dicho compromiso y establecerá el límite del conocimiento de los árbitros que, en todo caso, no podrá exceder de los que ha sido el objeto del conflicto, so pena de nulidad del derecho que lo imponga. En el primer supuesto sería motivo de impugnación o de nulidad del laudo que la junta arbitral o el arbitro único conozcan de materias ajenas al compromiso arbitral. Por ejemplo, que el conflicto trate de una reivindicación salarial y los árbitros terminen pronunciándose, además, cerca del régimen contractual de estabilidad en el empleo; pero, ¿cuál es el objeto del arbitraje?, esto es, ¿respecto de qué conflictos es admisible?. Para ello es menester adelantar otra clasificación: a. Con arreglo a un orden personal el arbitraje actuaría sobre conflictos individuales o colectivos. b. A propósito de un criterio material o funcional de arbitraje recaerá sobre conflictos de intereses o económicos o sobre conflictos de derecho o de interpretación. Se discute si los conflictos de derecho pue- 82 den ser objeto de arbitraje. El conocimiento de conflictos de derecho no le está impedido a los árbitros, pues, no surge de la L.O.T. prohibición alguna en tal sentido. La tradicional resistencia para admitir el sometimiento de los conflictos de derecho a la solución arbitral atiende, ciertamente, a una cultura jurídica surgida de sistemas cerrados y de alta codificación que con frecuencia hace pensar que lo que no existe en la ley no existe en el mundo. Ahora bien, en atención al tipo de conflicto, son distintos los efectos del laudo que debe recaer. En efecto, en los de derecho, tendrá igual carácter al de la sentencia judicial con la peculiaridad de su contenido normativo, se trata, en fin, de sentencias normativas que a diferencia de las judiciales típicas “la Ley del caso concreto” norma de contratos individuales de trabajo al igual que lo hace la convención colectiva, reinterpretarlo en este caso una cláusula contractual en su ámbito de vigencia se aplicará, desde entonces, como ella lo establezca. En los conflictos de intereses o económicos el laudo tiene idéntico efecto al del convenio colectivo de trabajo. El autor Ulises Montoya Alberti, en su libro el Arbitraje Comercial, nos señala las siguientes características del arbitraje: 1. El Arbitraje es un medio mediante el cual cualquier disputa puede ser resuelta. 2. Las disputas se resuelven por árbitros que son neutrales y son específicamente nombrados, 3. Los árbitros tienen poder para actuar en virtud de la autoridad que les han otorgado las partes en el compromiso arbitral. 4. Los árbitros se supone resuelven la disputa de una manera judicial. BIBLIOGRAFÍA: 5. El árbitro es un sistema privado de pronunciar sentencias, son las partes y no el Estado quien controla los poderes y deberes de los árbitros. 1. ABANTO TORRES, Jaime David. Revista Peruana de Arbitraje Nº 3/2006. Editora Jurídica Grijley. Noviembre 2006. Págs. 143 y 144. Cita a MATHEUS LÓPEZ, Carlos Alberto. “Bases para una comparación crítica en el proceso jurisdiccional y arbitral”. 6. La solución o decisión de los árbitros (laudo) es final y concluyente y pone término a la disputa de las partes. 7. El Laudo de los árbitros obliga a las partes en virtud de un compromiso tácito cuando se acordó el Arbitraje, que ellos aceptarían y voluntariamente darían efecto a la decisión de los árbitros.8 Por lo expuesto precedentemente podemos recién dar una definición del arbitraje citando a Ledesma Narváez, quien señala: “ El arbitraje es un medio de solución de controversias que opera dentro de un marco convencional y privado. Ello no significa que el procedimiento arbitral sólo le interese a las partes del conflicto sino a la sociedad, la cual tiene un legítimo interés en que la función arbitral se desarrolle lo más libre posible; pero a la vez lo suficientemente controlada como para que no haya excesos”.9 Así mismo citando a José León Barandiarán Hart este señala que: “El arbitraje, como medio de solución de litigios, en cierta manera es anterior a la existencia de un Derecho formal. Siempre, desde que hay hombres y los intervinientes en una determinada relación no podían solucionar por sí mismos los conflictos entre ellos existentes. La relación interhumana, el Derecho y el arbitraje tienen un origen conjunto, son tan antiguos como la sociedad”.10 2. CANTUARIAS SALAVERRY, Fernando y ARAMBURU YZAGA, Manuel Diego. El Arbitraje en el Perú, Desarrollo Actual y Perspectivas. Lima. Fundación M.J. De la Puente, 1994. Pág. 42. 3. CASTILLO FREYRE, Mario – VÁSQUEZ KUNZE, Ricardo. Arbitraje. El Juicio Privado. La verdadera reforma de la Justicia. Editorial Palestra. Vol. 1.Lima 2007. Pag. 47. 4. LEDESMA NARVÁEZ, Marianella. “Impugnación de Laudos Arbitrales”. En Cuadernos Jurisprudenciales Número 17. Noviembre 2002. Diálogo con la Jurisprudencia. Editorial Gaceta Jurídica. Pág. 14. 5. LEDESMA NARVÁEZ, Marianella. “Laudos Arbitrales y Medios Impugnatorios”. En Diálogo con la Jurisprudencia. Número 60. Setiembre 2003. Editorial Gaceta Jurídica. Pág. 117 6. LOHMANN LUCA DE TENA, Juan G. El Arbitraje. Biblioteca para leer el Código Civil. Vol. V. 4ta edición. Pontifica Universidad Católica del Perú. Fondo Editorial 1993. Págs. 46 y 47 7. SANTISTEVAN DE NORIEGA, Jorge. “Arbitraje y Jurisdicción desde la perspectiva del Tribunal Constitucional del Perú”. En Revista Peruana de Arbitraje Nº 2/2006. Editora Jurídica Grijley. Págs. 27, 35 a 37. www.servilex.com.pe. Ulises Montoya Alberti.- El Arbitraje Comercial. Pág. 16-17. LEDESMA NARVÁEZ, Marianella. “Laudos Arbitrales y Medios Impugnatorios”. En Diálogo con la Jurisprudencia. Número 60. Setiembre 2003. Editorial Gaceta Jurídica. Pág. 117. 10 HUNDSKOPF EXEBIO, Oswaldo. Cita a BARANDIARÁN HART, José León: (“El arbitraje: sus ventajas con respecto al proceso judicial”. En Legal Express. Mayo, 2001. Gaceta Jurídica). En Diálogo con la Jurisprudencia Nº 91. Abril 2006. Editorial Gaceta Jurídica. Pág. 24. 8 9 83 8. VIDAL RAMÍREZ, Fernando. Cita al autor Iglesias ( Derecho Romano. “Instituciones de Derecho Privado”. Págs. 200 y 201 ). Manual de Derecho Arbitral.1 era edición. Mayo 2003. Editorial Gaceta Jurídica S.A. Pág. 10. 9. ZAVALETA CUBA, Fernando. Derecho Internacional Privado. Ediciones Jurídicas. Pág. 305. 84 10. HUNDSKOPF EXEBIO, Oswaldo. Cita a BARANDIARÁN HART, José León: (“El arbitraje: sus ventajas con respecto al proceso judicial”. En Legal Express. Mayo, 2001. Gaceta Jurídica). En Diálogo con la Jurisprudencia Nº 91. Abril 2006. Editorial Gaceta Jurídica. Pág. 24. LA LESIÓN EN LOS CONTRATOS WALTER ALFREDO LOMPARTE SÁNCHEZ 1 SUMARIO: I. Introducción. II. Antecedentes. III. Noción de lesión. IV. Concepciones de la lesión. V. Elementos. VI. Ámbito de Aplicación. VII. Cuestionamientos. VIII. La lesión en el derecho peruano. IX. La lesión en el Código Civil de 1984. X. Análisis de Jurisprudencia. XI Conclusiones I. Introducción. El aprovechamiento y la explotación serán siempre condenados por el derecho y si los juristas no saben poner remedio a esa situación, la solución será otra: la revolución y el caos. Por eso, en el vaivén de la Historia, que muestra una serie de altibajos, conviene que, frente a los aprovechamientos abusivos, y ante los desequilibrios subjetivos entre las prestaciones, seamos los hombres de derecho los que acudamos con normas oportunas a poner límite a las explotaciones injustas, aunque ello importe una intromisión a los acuerdos libremente pactados entre las partes. mencionar que el origen de la lesión se pierde en los albores de la historia y que ya era conocida en La India, a través de la doctrina del Manava-Dharma-Sastra y en Babilonia, donde el famoso Código del rey Hammurabi se encontraban grabados principios de defensa de los débiles contra sus fuertes opresores. En Grecia es de destacar la opinión de Aristóteles, quien admite que resulta equitativo y justo que un joven espartano que adquirió un fundo a vil precio, fuese por ello mutilado, ya que el Estado griego al proceder así, castigando al adquirente, corregía un acto ofensivo de la justicia conmutativa, cuya regla consistía en devolver aquello que se hubiera percibido de más. Sin embargo, los estudiosos coinciden que un estudio serio de la lesión sólo puede hacerse a partir del derecho romano, invocándose la Ley de las XII Tablas (año 450 A.C.) que combatía la usura. II. Antecedentes. En Roma, el texto que fue el punto de partida que seguirán aquellas legislaciones que con mayor o menor amplitud regulan la lesión con características objetivas, es decir teniendo en cuenta la desproporción de las prestaciones, sin indagar, ni considerar la actitud subjetiva del beneficiado, es la célebre Ley Segunda, Libro IV, Título XLIV, 2, del Código Diocleciano y Maximiliano, mediante la cual se autorizaba el aniquilamiento del contrato de compraventa, cuando no se hubiera pagado ni siquiera la mitad del precio verdadero; norma que fue incorporada al Corpus Iuris de Justiniano. Siguiendo la reseña histórica que efectúa Manuel de la Puente y Lavalle2 podemos En la Edad Media los autores hacen diferencia con el derecho vigente entre los pueblos Es precisamente ante estos supuestos en que surge una de las más importantes y controvertidas figuras de la contratación: la lesión. Instituto que será abordado en el presente trabajo, desde sus antecedentes hasta su tratamiento en las legislaciones extranjeras y nacional, así como su aplicación jurisprudencial. Juez Especializado en lo Penal de la Corte Superior de Justicia del Santa. De La Puente y Lavalle, Manuel. El Contrato en General. Comentarios a la Sección Primera del Libro VII del Código Civil. Segunda Parte. Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Primera Edición. Diciembre 1993 1 2 85 bárbaros en que el instituto es rechazado prevaleciendo el llamado derecho del más fuerte en el que no cabe admitir la figura. Por su parte, teniendo su basamento en una raíz ética, el principio lesionario es retomado en el derecho canónico y la Patrística, por la filosofía tomista, donde los presupuestos de necesidad e inequivalencia son enjuiciados severamente desde el ángulo de la caridad, que resulta ser el grado piadoso de la solidaridad. En la época de la codificación podemos mencionar que en los tres primeros proyectos del Código francés no figuraba el instituto y que sólo en el cuarto tuvo cabida, admitiendo la lesión, conforme a la postura de Napoleón, respecto de la compraventa y cuando la desproporción superase las siete doceavas partes del precio. Por su parte en el Código alemán de 1896 vigente desde el año 1900, contiene la institución en el Art. 138 ubicándolo dentro de las causales de nulidad del acto jurídico. El Código suizo incorporó también el instituto pero en lugar de actos nulos habló de actos anulables. El Código Mexicano, contiene también el instituto, pero señalando taxativamente en qué consiste la situación disvaliosa del lesionado, esto es, suma ignorancia, notoria inexperiencia o extrema miseria, puntualizando de este modo que son situaciones extremas o límites las que padece el perjudicado. El Código español, en principio, no acepta el presupuesto de la lesión, haciendo una excepción en aquellos contratos que son los celebrados por los tutores sin autorización del consejo de familia, siempre que las personas que representan hayan sufrido lesión en más de la cuarta parte del valor de las cosas que hubiesen sido objeto de tales con- tratos y los celebrados en representación de los ausentes, siempre que éstos hayan sufrido la lesión antes mencionada. Así DIEZ PICAZO3 señala que la rescisión es medida excepcional y subsidiaria y que en los casos arriba señalados se trata de lesión económica de cierta entidad, que ha de apreciarse en el momento de la celebración del negocio, dadas las fluctuaciones del valor de las cosas. En igual sentido se pronuncia ENNECERUS4 al señalar que la finalidad de la rescisión que es exclusivamente reparar un perjuicio o lesión, tiene por consecuencia que la acción sea subsidiaria y no pueda proponerse sino cuando el perjudicado carezca de todo otro recurso legal para obtener la reparación del perjuicio. Por su parte resulta trascendente la postura del Código italiano que distingue el estado de necesidad, contemplado en el art. 1447 y el bisogno a que se alude en la parte 1ª del art. 1448 que norma la lesión y que dispone que si hubiese desproporción entre la prestación de una de las partes y la de la otra, y la proporción dependiese del estado de necesidad de una de ellas de la que se ha aprovechado la otra para obtener ventaja la parte damnificada podrá demandar la rescisión del contrato. La acción no será admisible si la lesión no excediera la mitad del valor que la prestación ejecutada o prometida por la parte damnificada tenía en el momento del contrato. La lesión debe perdurar hasta el momento en que se interponga la demanda. No podrán ser rescindidos por causa de lesión los contratos aleatorios. Quedan a salvo las disposiciones relativas a la rescisión de la división. La diferencia entre la necesidad y el bisog- DIEZ PICAZO, Luis y GULLON Antonio. Instituciones de Derecho Civil. Volumen I/2. Doctrina general del contrato y de las obligaciones. Contratos en especial. Cuasi contratos. Enriquecimiento sin causa. Responsabilidad extracontractual. Segunda edición. Editorial Tecnos S.A.1998. pág. 88 4 ENNECERUS, Ludwig. Derecho Civil. Parte General. Volumen Segundo. Segunda Edición. Casa Editorial BOSCH. Barcelona 1950. Pág.392 3 86 no, ha motivado un cuidadoso estudio por parte de la doctrina, pudiendo establecerse que ella estribaría en que en el primer supuesto o concepto (necesidad) el sujeto se encuentra ante un grave daño que debe salvar, como, por ejemplo, el precio exorbitante abonado al cirujano ante el peligro cierto de muerte. La situación, aunque similar, tiene otra connotación cuando el precio razonable que exige el cirujano motiva que el paciente para obtenerlo deba vender un objeto a un tercero, a un precio ridículo, y en este caso en que con la prestación no se obtendría la directa satisfacción perseguida estaríamos en el supuesto del bisogno. Por su parte el Código Civil paraguayo, cuya entrada en vigencia se produjo el 1 de enero de 1987, al hablar de los contratos en general dispuso en su art. 671: “Si uno de los contratantes obtiene ventaja manifiestamente injustificada, desproporcionada con la que recibe el otro, explotando la necesidad, la ligereza o inexperiencia de éste, podrá el lesionado, dentro de dos años, demandar la nulidad del contrato o su modificación equitativa. La notable desproporción entre las prestaciones hace presumir la explotación, salvo prueba en contrario. El demandado podrá evitar la nulidad ofreciendo esa modificación que será judicialmente establecida tomando en cuenta las circunstancias al tiempo del contrato y su modificación”. De todo ello se puede colegir que las legislaciones de los diversos países, bajo similares supuestos, de manera general o excepcional acogen este instituto, pues resulta necesaria la intervención del derecho en aquellos casos en los existe un aprovechamiento de una de las partes. III. Noción de lesión. A decir de Luis MOISSET de ESPANÉS5 , la lesión es una institución que tiende a proteger al débil, al necesitado, a la persona que se encuentra en una situación de inferioridad económica, psíquica o psicológica, frente a aquel que explotando esa necesidad y aprovechando su situación de superioridad consigue en un contrato ventajas inicuas. El elemento más notable es el “daño” o lesión que sufre quien recibe menos de lo que le corresponde, o paga mucho más de lo que debería abonar. En todas las épocas es dable advertir que las clases dominantes han ido concentrando el poder político y el poder económico en manos de unos pocos y suelen aprovechar su posición ventajosa para explotar la debilidad o inferioridad de otros. Por su parte PLANIOL y RIPERT6 señalan que la lesión es el perjuicio sufrido por una persona como consecuencia de un acto jurídico celebrado por ella. Con más exactitud, consiste en los contratos a título oneroso, en el hecho de que una de las partes recibe una prestación de valor inferior al de la ofrecida por ella. El aprovechamiento y la explotación serán siempre condenados por el derecho y si los juristas no saben poner remedio a esa situación, la solución será otra: la revolución y el caos. Por eso, en el vaivén de la Historia, que muestra una serie de altibajos, conviene que, frente a los aprovechamientos abusivos, seamos los hombres de derecho los que acudamos con normas oportunas a poner límite a las explotaciones injustas. Esta apreciación como veremos más adelante, no es compartida por algunos juristas, así, BULLARD GONZALES, Francisco7 se- Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de Córdoba (República Argentina) en http://www.acader.unc.edu.ar PLANIOL, Marcelo y RIPERT, Jorge. Tratado Práctico de Derecho Civil Francés, Cultural S.A., Habana, 1946, Tomo VI. Pág. 281-282. 7 BULLARD GONZALEZ, Alfredo. DERECHO Y ECONOMIA. El Análisis Económico de las Instituciones Legales. Palestra Editores SAC, 2da. Edición Julio 2006. Pág. 376 5 6 87 ñala que la lesión es una suerte de control de precios en el que las prestaciones son evaluadas a fin de determinar si han sido fijadas de manera justa o como consecuencia de un aprovechamiento del estado de necesidad. Pero al hacerlo envía a los agentes económicos el mensaje de que los precios o contraprestaciones que pacten pueden ser evaluados por el juez de la misma manera en que lo haría un regulador de precios en un servicio público, sólo que incluso con menores herramientas para poder hacerlo. Sin embargo, consideramos que si bien es cierto en las relaciones contractuales la voluntad de las partes es la que debe primar, no debiendo intervenir ningún tercero; empero ante el aprovechamiento abusivo de una las partes, y sólo ante casos muy excepcionales, resulta necesario que seamos los operadores del derecho los que intervengamos en dicho contrato, tanto más si nuestra Carta Magna en su Artículo 103 señala que “la Constitución no ampara el abuso del derecho”. IV. Concepciones de la lesión. A medida que el instituto de la lesión ha ido desarrollándose en los diversos ordenamientos legales, han surgido también diversas fórmulas para concebirla, así se tiene: 4.1. Formula objetiva La lesión se configura solamente ante la desproporción entre las prestaciones, cualquiera sea la causa de esa desproporción, así, sus sanciones surtirían efectos independientemente de las circunstancias y la situación respectiva de las partes, y a decir de PLANIOL y RIPERT8 es la doctrina que mejor asegura la justicia contractual. Es el 8 88 Ob. citada. Pág.292 Código Civil Francés el que lo desarrolla, estableciendo que si el vendedor ha sido lesionado en más de los siete doceavos del precio de un inmueble, tiene derecho a demandar la rescisión de la compraventa. En nuestro país, este modelo fue seguido por el Código Civil de 1852. 4.2. Formula subjetiva Se entiende que la lesión se presenta cuando una de las partes se aprovecha de la situación de debilidad de la otra parte contratante, considerándose como un vicio del contrato, pues éste reside al mismo tiempo, en la debilidad, en la ignorancia o en la necesidad de una de las partes en relación con la otra y en el abuso cometido por esta última, que aprovecha la inferioridad de la otra para enriquecerse a su costa y mediante su asentimiento. Esta fórmula, en su concepción pura, ha sido admitida en el Derecho Inglés (Sistema de Common Law) donde la lesión es entendida como un cuarto vicio de la voluntad, bajo el principio del undue influence, que consiste en que es un hecho contrario a la conciencia que una persona haga uso indebido del ascendiente que posee sobre otra persona, con el objeto de inducirla a contratar, lo que se sanciona con la anulación del contrato. 4.3. Formula objetiva –subjetiva: Toma en consideración tanto el elemento objetivo (desproporción en las prestaciones) como el sujetivo (necesidad, ligereza o inexperiencia de una parte y la explotación de estos estados por la otra parte para obtener ventajas patrimoniales). Esta es la posición adoptada por nuestra legislación vigente, así como por el Código Civil Alemán de 1900 (BGB), así como los Códigos Civiles de México, Argentina, Guatemala, Paraguay, entre otros. V. Elementos. De acuerdo a las fórmulas desarrolladas anteriormente, los elementos de la lesión son tres: uno objetivo y dos subjetivos. 5.1. Ventaja evidentemente desproporcionada (elemento objetivo). Referida al quantum de las prestaciones que no posean entre ellas la correspondiente equivalencia. Por lo general, para configurar este elemento, a decir de Luis MOISSET de ESPANÉS9 , no se adoptan módulos matemáticos, con la sola diferencia del adjetivo que suele emplearse para calificar la desproporción: “chocante”, en el B.G.B; “evidente”, en el Código Suizo de las Obligaciones; “flagrante”, Código de Austria; “manifiesta”, Código de Grecia; “manifiestamente desproporcionada”; Código de Bolivia; “lucro excesivo”, Código de México; “diferencia sensible”, Código húngaro; “sobrepase sensiblemente”, Código de Polonia; “beneficios manifiestamente excesivos”, Código de Portugal; y “obligaciones notoriamente perjudiciales”, Código de Guatemala, con lo cual se deja al arbitrio del juez el determinar el grado de desproporción entre las prestaciones que justifica la acción de rescisión. Sin embargo en nuestro país, conforme se desarrollará, sí se adopta un criterio matemático respecto a este elemento (despro- 9 porción mayor a las dos quintas partes). 5.2.- El aprovechamiento (elemento subjetivo). Se refiere a la actitud del beneficiario del acto lesivo, que obra con conocimiento y conciencia de que está realizando un acto contrario a derecho, al explotar o aprovechar la necesidad de su prójimo. Para Jorge Zago10 el aprovechamiento deberá ser pasivo, es decir sin realizar acto que pueda implicar dolo, que daría lugar a la nulidad pero por un presupuesto jurídico distinto del de la lesión. El aprovechamiento es un elemento distintivo e indispensable para que el acto tenga el vicio de la lesión. Para que se produzca este elemento, no se requiere que el beneficiado haya actuado con el propósito deliberado de explotar la inferioridad de la otra parte sino que, para ello basta que haya conocido, o al menos debido conocer la inferioridad de la víctima. 5.3. Inferioridad de la víctima (elemento subjetivo). Se aprecia en la víctima, que debe encontrarse en situación de inferioridad, provocada por estados tipificados de manera taxativa en las fórmulas subjetivo objetivas que, tradicionalmente suelen hacer referencia a tres hipótesis: necesidad, ligereza e inexperiencia, aunque en algunos Códigos, como el italiano y el peruano, se admite solamente la situación de inferioridad. Los tres términos (necesidad, ligereza o inexperiencia) han ofrecido dificultades en Ob. citada. ZAGO, Jorge. Lesión Subjetiva. Artículo publicado en la revista “Lecciones y Ensayos”, n° 54, p. 179. 10 89 la conceptualización clara para considerar que cualquiera de ellas se encuentra cumplido dando posibilidad de que se anule o se modifiquen las prestaciones originalmente convenidas. Necesidad es vocablo omnicomprensivo de un estado carencial, que puede ser de orden material o también de orden espiritual, pero que se debe traducir en una situación verdaderamente agobiante o angustiosa. El sujeto está presionado, debilitado en su discrecionalidad de obrar, porque no puede superar ese estado deficitario que tiene relación con la carencia material o espiritual que padece. Y existe necesidad tanto cuando la ventaja que se busca a costa de un sacrificio desproporcionado es directamente útil para satisfacer una necesidad, como cuando lo es indirectamente.11 Según Manuel de la Puente y Lavalle12 , existen dos posiciones respecto a la necesidad. Una de ellas es la Ernesto LA ORDEN, quien la define como “una urgencia extraordinaria, una premura psicológica, tan estrecha que disminuye angustiosamente el número de los elegibles hasta reducir la elección a una simple alternativa. La voluntad aun puede elegir, pero su elección es tan mísera, es tan necesitada, que no puede menos que constituir un problema la determinación del valor que debe atribuírsele”. Otra, más moderada, es la MESSINEO quien entiende el estado de necesidad como una situación que disminuye la libertad de elección y que induce al sujeto a concluir el contrato, no siendo necesario que el sujeto esté en estado de indigencia. Ligereza es una situación casi patológica, que disminuye el posible razonamiento del 11 La inexperiencia, ha sido definida como la falta de conocimientos que se adquieren con el uso y la práctica, en particular la de los negocios, debe traducir una falta de conocimiento que tiene el sujeto en el momento de la celebración del acto y con relación al mismo acto. Se admite la posibilidad de que el lesionado tenga experiencia en otros aspectos, pero no la correspondiente al acto jurídico de que se trata para meritar sus consecuencias. Es independiente de los otros dos estados ya mencionados y resulta ser lo contrario de la experiencia, denotando la ausencia de los conocimientos que da la vida, y en particular, la de los negocios. La situación de inexperiencia es proclive al aprovechamiento por el más fuerte, capaz o conocedor, en detrimento del más débil o inexperimentado, sin que se alcance a configurar error ni dolo, ya que promedia voluntad y no hay maquinación. La enumeración de los estados de inferioridad de la víctima es taxativa, y no pueden invocarse otras situaciones no mencionadas por la norma vigente en el respectivo cuerpo legal. ZAGO, Jorge. Lesión Subjetiva. Artículo publicado en la revista “Lecciones y Ensayos”, N° 54, p. 179. De La Puente y Lavalle, Manuel. Ob. Cit. 12 90 lesionado, que le impide el discernimiento necesario para poder medir las consecuencias disvaliosas. Falta un adecuado examen, debido a la irreflexión con que se obra. Existe coincidencia de opiniones en el sentido que no se trata de una conducta imprudente o negligente de la víctima. Puede concurrir juntamente con la necesidad, pero la diferenciación se hace para su individualización en el supuesto en que se puedan presentar en estado puro, ya que la ligereza puede darse sin que haya ningún estado de necesidad. VI. Ámbito de aplicación Aunque algunos cuerpos legales parecen reducir la aplicación de la lesión a los “contratos”, la doctrina más moderna sostiene que debe aplicarse a todos “los actos jurídicos bilaterales onerosos”. Algunas legislaciones, como el Código peruano de 1984, incluye a los contratos aleatorios. Mayoritariamente se opina que no es aplicable a las donaciones, y existe acuerdo casi unánime de que tampoco puede funcionar en las transacciones ni en las ventas judiciales. No cabe la acción en los contratos con prestación unilateral, en razón a que no es posible efectuar una comparación entre prestaciones debido a que todas las contenidas en la relación jurídica contractual están a cargo de una sola de las partes. VII. Cuestionamientos Los cuestionamientos a esta institución están dados en razón a que se considera que siendo el contrato ley entre quienes los han celebrado, así como que la ley de la oferta y la demanda debe primar, la lesión, pone en peligro la seguridad jurídica. Asimismo, se ha cuestionado la imposibilidad de establecer el justo precio, que servirá de base matemática a las fórmulas objetivas. Así BULLARD GONZALES, Francisco13 señala que no existen bases para cuestionar un acto de los que la legislación peruana califica normalmente como lesión. Si uno entiende la ley de la oferta y la demanda y entiende que las condiciones de oferta y demanda responden a la relación entre utilidad y escasez, entenderá que los valores resultantes de un contrato celebrado bajo el estado de necesidad de una de las partes (es decir bajo una situación de escasez extrema) es una mera aplicación de las leyes de la oferta y demanda. Lo otro, es confiar en un mecanismo similar al control de precios. Señalando finalmente que al derecho no le corresponde crear buenos samaritanos, sino establecer reglas que mejoren el bienestar de los individuos, pero la lesión no contribuye a ese fin. Como respuesta a estos cuestionamientos CASTILLO FREYRE y VASQUEZ KUNZE14 señalan: “sobre esta pretendida objeción hay que precisar varios puntos. El primero es que, en efecto y con absoluto acierto, el Derecho trata de modelar una sociedad de «buenos samaritanos», en donde las Cortes de Justicia tengan el menor trabajo posible, porque no hay muchas pendencias en una comunidad así. El futuro es, pues, el destino de estas sociedades estructuradas bajo el principio de la solidaridad. Por el contrario, una sociedad donde los «buenos samaritanos» son la excepción y los «malos samaritanos» la regla querida por el Derecho, es, por simple ejercicio del sentido común, una sociedad destinada a la extinción, porque incentivando a que sea el «hombre el lobo del hombre», todos terminarán, más temprano que tarde, por devorarse unos a otros. No hay por eso ningún futuro allí, ni para el hombre en particular ni para la sociedad en general ni, por supuesto, a la larga, tampoco para el Derecho. Otra precisión necesaria es la que corresponde hacer a la afirmación de que el Código trata de desincentivar que las personas obtengan contraprestaciones que no guarden Ob. Citada. Pág. 392-393 “Analizando el Análisis. Autopsia del Análisis Económico del Derecho por el Derecho Civil” La Escuela del Abuso y los Buenos Samaritanos. Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú-Estudio Mario Castillo Freyre. Lima, noviembre de 2004 pp.93-100 13 14 91 un supuesto equilibrio económico. Como ya hemos señalado, esto es absolutamente falso. Ninguna ley impide a alguien vender un bien a un precio ilimitadamente irrisorio en comparación con su valor de mercado, y a otro aprovechar la legítima oportunidad que se le presenta. Lo que desincentiva el Código en su artículo 1447 es que esta operación económica se realice bajo el imperio de un estado de necesidad sufrido por uno de los agentes del mercado, y que sea conocido por otro para sacarle un provecho que el Código considera indebido por abusivo. Por esta última razón, nosotros consideramos contradictorio el artículo 1448 del mismo cuerpo legal que, impropia e inopinadamente supone el conocimiento del estado de necesidad, el estado de necesidad mismo y el aprovechamiento de un agente del mercado cuando la operación económica refleje un valor de intercambio inferior a dos tercios (66,6%) del precio del mercado. En efecto, dice el artículo 1448 que «En el caso del artículo 1447, si la desproporción fuera igual o superior a las dos terceras partes, se presume el aprovechamiento por el lesionante de la necesidad apremiante del lesionado». Esta norma constituye un aval al abuso que, paradójicamente, la lesión trata de impedir. ¿Por qué? Porque le bastaría a alguien que, sin haber sufrido estado de necesidad alguno, traficó un bien de su propiedad por un valor inferior al 66,6% del mercado para que, ex post facto, pudiera arrepentirse arbitrariamente y, sin la obligación de probar nada, conseguir del juez la rescisión del contrato. Estaría abusando así de quien de buena fe El artículo 1448 del Código Civil podría sí, pues, ser eliminado sin contemplaciones por absurdo. Curiosamente, sin embargo, sobre este artículo y sus implicancias solo un crítico del Análisis Económico del Derecho se ha pronunciado tangencialmente.15 Por último, queda por levantar la afirmación de que desincentivando a los malos samaritanos, a los ávida dollar, a los viciosos de la codicia, se termine por perjudicar a los buenos samaritanos necesitados de liquidez, porque con la lesión no «se quiere que quienes están en estado de necesidad encuentren la mayor cantidad de opciones para salir de dicho estado».16 Lo cierto es que si el Derecho, según esas premisas, les dejara las manos libres a los Shylock del mundo para lucrar con una libra de carne del corazón de sus víctimas, a fe nuestra que lo harían sin parpadear siquiera. Bastante hace la ley con dejarles el halo de respetabilidad de los buenos samaritanos. Porque, después de todo, un descuento del 39,99% del valor del mercado al momento del contrato no es un mal negocio ni para Shylock. Y a fe nuestra también que no habrá ninguna «escasez de rescatadores y colas de potenciales rescatados esperando un rescate».17 VIII. Antecedentes en el derecho peruano 8.1. Código de 1852 Estuvo influenciado por la doctrina clásica. «Sea cual fuere la carga probatoria escogida para regular la lesión, es interesante destacar que nuestro Código recoge un criterio mixto (es decir, cuando la desproporción es mayor a las dos quintas partes (40%), el lesionado adicionalmente tendrá que probar el aprovechamiento de su necesidad apremiante. Cuando la desproporción es mayor a dos terceras partes (66%) se presume juris tantum que ha existido lesión), discutiblemente lo peor de dos mundos». PATRÓN SALINAS, Carlos A. «¿Mentiras verdaderas?: reflexiones en torno de la regulación del derecho contractual». En CANTUARIAS SALAVERRY, Fernando (ed.). ¿Por qué hay que cambiar el Código Civil? Lima: Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas, 2001, p. 143. 16 BULLARD GONZÁLEZ, Alfredo. Op. cit., p. 225. 17 Ibidem, loc. cit. 15 92 contrató, él sí, sin abusar de nadie. El lesionado sería entonces este último y aquí se estaría cometiendo una injusticia que el Derecho no puede amparar. No puede decirse que haya seguido al Código Napoleón, porque se aparta de él en puntos de importancia, ya que concede acción tanto al vendedor como al comprador; para el primero se conforma con la clásica diferencia de más de la mitad, y en el caso del segundo requiere que el precio haya sido tres mitades el valor de la cosa. Establece de manera expresa, la facultad del demandado de poner fin al pleito pagando, o devolviendo, la diferencia de precio que se reclama. Es además interesante que se prevé la rescisión de las subastas si el precio se efectuase por menos de las dos terceras partes del valor de la cosa (art. 1165) regula también la lesión en las particiones. Por la fecha de su sanción es lógico que continuase adherido a las fórmulas de corte objetivo. 8.2. Código de 1936 Tanto Max Arias,18 como Manuel De la Puente y Lavalle,19 se ocupan de relatarnos en forma bastante extensa la labor de la Comisión de 1936 en lo que se relaciona con las normas sobre lesión que en él se incluyeron. Nos dicen que en un primer momento la Comisión, influenciada por Olaechea, había decidido suprimir la lesión, pero que la participación del entonces Ministro de Justicia, don Diomedes Arias Schreiber revirtió esa decisión y se encargó al propio Olaechea que elaborase un proyecto, tarea que cumplió presentando una norma que se inspiraba en el Código de la colonia italiana de Eritrea, en el cual aparecían ya elementos subjetivos, pero la Comisión dejó de lado esa propuesta, y mantuvo la lesión con la tradicional fórmula objetiva, solución que es criticada por De la Puente y Lavalle, quien estima que no se justifica que la Comisión, contando con el valioso apor18 19 te de Olaechea “decidiera dejarlo de lado”, y mantuviera una fórmula objetiva, lo que “significa alinearse con los Códigos del siglo pasado y desviarse de las corrientes que ya estaban definitivamente adoptadas”. Entre los aspectos salientes deben mencionarse el que sólo se concede acción al vendedor de un inmueble (artículo 1439), el breve plazo de prescripción (seis meses, artículo 1440), y la posibilidad de que el comprador pueda poner fin al juicio, en cualquier momento, pagando al vendedor la parte del precio que dio de menos (artículo 1441) además el Código de 1936 reguló con detenimiento la lesión en las particiones, aspecto en el cual remitimos a lo que se dirá al tratar el artículo 1456. 8.3. Código de 1984. Antecedentes En una primera instancia Max Arias Schreiber, autor del Anteproyecto de Disposiciones Generales sobre los contratos, se manifestó contrario a mantener la figura de la lesión, y así lo expresó en la Exposición de Motivos, pero él mismo reconoce que por instancias de Manuel De la Puente y Lavalle se terminó por aceptarla, y se incorporaron al Primer Proyecto diversos artículos destinados a regularla. De ellos nos interesa especialmente el artículo 1470, que preveía: “La sola desproporción evidente que exista entre la prestación y la contraprestación al momento de la celebración del contrato no autoriza su invalidación. Empero, si la desproporción evidente resultara del abuso consciente por la parte que se beneficia con ella como consecuencia del estado de necesidad en que se encuentra la otra parte o de su inexperiencia, puede esta última demandar la rescisión del contrato por lesión”. ARIAS SCHREIBER, Max. “Exégesis. Contratos - Parte General”. Gaceta Jurídica, Lima, 1995, T. I, p. 262. Ob.citada 93 Entre los aspectos más destacados de esa fórmula debemos señalar su primer párrafo, que rechazaba la posibilidad de rescindir un acto por la mera inequivalencia objetiva de las prestaciones; el que al “aprovechamiento” se lo denominase “abuso consciente”, y que los estados de inferioridad de la víctima del acto lesivo fuesen dos: la “necesidad”, sin otro calificativo, y la inexperiencia. Pero el problema se continuó debatiendo en la Comisión y en el Segundo Proyecto encontramos el artículo 1411, con la redacción que actualmente tiene el 1447 del código vigente. Aquí se habla de “aprovechamiento”, utilizando un término que es usual en el derecho comparado para caracterizar la actitud del lesionante; desaparece la “inexperiencia”, como situación que podría justificar el pedido de rescisión, y a la necesidad se la califica de “apremiante”. De la Puente Lavalle, para justificar la eliminación de la inexperiencia, afirma que como el aprovechamiento del beneficiario importa “tomar la iniciativa para fijar las condiciones lesivas”, existe una maniobra intencional, “por lo cual se configura una situación de dolo”. La inexperiencia podría definirse como “la falta de los conocimientos que se adquieren con el uso y la práctica”, hemos sostenido siempre la conveniencia de mantener esta situación en el catálogo de estados de inferioridad que deben incluir las fórmulas represivas de la lesión. IX. La Lesión en el Código Civil de 1984 9.1. Elementos El Art.1447 señala la necesidad de la concurrencia de tres elementos: uno objetivo, la 94 desproporción, y dos subjetivos: inferioridad de la víctima, y aprovechamiento del lesionante. 9.1.1. Elemento objetivo. Desproporción matemática. Este elemento se mide de manera matemática, al señalarse que debe ser “mayor de las dos quintas partes”, y en el artículo 1448, de igual forma señala, se dirá que el aprovechamiento se presume cuando la diferencia “fuera igual o superior a las dos terceras partes”. Con tal elemento, se presentan serias dificultades, cuando el juez deba determinar cuál es el “valor de la cosa”, para poder calcular las diferencias de acuerdo a las fórmulas matemáticas que ha adoptado el legislador, tanto más si muchas de las críticas dirigidas a la lesión se han fundado en la imposibilidad de establecer el justo precio, que servirá de base matemática a las fórmulas objetivas. Estas dificultades han sido superadas por las modernas concepciones de la lesión, donde se habla solamente de “desproporción chocante”, o “desproporción evidente”, sin exigir la determinación exacta de un valor, que muchas veces resulta difícil establecer con precisión. Sin embargo, en nuestro país, al no haberse modificado este dispositivo, corresponderá al juzgador establecer los criterios para determinar el valor de la cosa. 9.1.2. Elemento Subjetivo. Estado de inferioridad de la víctima. La única situación de inferioridad admitida por el Código es la “necesidad apremiante”. Señalemos en primer lugar que el vocablo “necesidad” puede dar lugar a confusiones con otra figura jurídica conceptualmente distinta, el llamado “estado de necesidad”. Sin embargo, la difusión del término en la doctrina y en la legislación hace casi imprescindible continuar usándolo, habiéndose asimilado en el lenguaje de los códigos civiles, al extremo que puede decirse que se usan indistintamente, con el mismo significado. El Diccionario Manual de la Real Academia Española define una de las acepciones de la “necesidad”, como la “falta de las cosas que son menester para la conservación de la vida”. En los diversos códigos que han incorporado el vocablo para caracterizar una de las situaciones en que puede encontrarse la víctima de un acto lesivo, se ha entendido comprender en la “necesidad” no sólo los aspectos de inferioridad económica o material, sino también las situaciones de angustia moral o peligro. Sin embargo, el calificativo de “apremiante”, dado a la necesidad no ha tenido mayor desarrollo en la doctrina peruana. 9.1.3. Elemento subjetivo. Aprovechamiento por uno de los contratantes. Conforme ya se ha mencionado, se refiere a la actitud del beneficiario del acto lesivo, que obra con conocimiento y conciencia de que está realizando un acto contrario a derecho, al explotar o aprovechar la necesidad de su prójimo. Para que se produzca este elemento, no se requiere que el beneficiado haya actuado con el propósito deliberado de explotar la inferioridad de la otra parte sino que, para ello basta que haya conocido, o al menos debido conocer la inferioridad de la víctima. 20 9.2. Ámbito de aplicación El artículo 1447 del Código civil peruano habla de “contratos”, en general, sin especificar cuáles de ellos pueden ser afectados por el vicio de lesión, y cuáles no; quedando a la doctrina y a la jurisprudencia la tarea de determinar el ámbito de aplicación de la figura. Existe coincidencia en que la lesión puede afectar todos los actos bilaterales onerosos, es decir que el campo más propicio para su aplicación son las convenciones y contratos. Tampoco hay vacilaciones cuando el contrato tiene carácter conmutativo, y la acción puede estar destinada a proteger a cualquiera de las dos partes que han intervenido en el acto, siempre que se encuentre en uno de los estados de inferioridad que se ha señalado líneas arriba, y que haya mediado aprovechamiento de la otra parte. Así, por ejemplo, en el caso de una compraventa, puede suceder que el lesionado sea el vendedor, que impulsado por necesidades económicas acuciantes, enajena a precio vil un valioso objeto; pero también puede ocurrir que el lesionado sea el adquirente, que en razón de su inexperiencia o ligereza, paga un precio exorbitante por un bien de escaso valor. Y, en materia de cláusula penal, vemos que la lesión puede presentarse no solamente porque su monto sea excesivo, sino también porque sea tan exiguo, que constituya una verdadera burla, y permita al deudor obtener grandes beneficios del incumplimiento, por lo irrisorio de la pena.20 Sin embargo, los Arts.1455 y 1456 prohíben la acción por lesión en las transacciones, así como en las ventas hechas por remate pú- MOISSET de ESPANES. Ob. citada 95 blico y en los casos en que el copropietario haya enajenado bienes por más de la mitad del valor en que le fueron adjudicados. En la primera porque por ésta las partes se hacen concesiones recíprocas. En la segunda porque la venta es impuesta y la oferta constituye el valor real del bien subastado, tanto más si se habla de remates públicos, los que son sometidos a la supervisión y aprobación de un magistrado. No existe la desproporción de las prestaciones que se requiere para que exista lesión. En el tercer caso, el hecho de enajenar los bienes por más de la mitad del valor en que fueron adjudicados significa la aceptación de dicha adjudicación y la renuncia a una posterior acción contra los demás antiguos propietarios. 9.3 Los contratos aleatorios El artículo 1447 toma partido en el problema (respecto a la procedencia de la acción por lesión en este tipo de contratos) resolviendo de manera expresa que los contratos aleatorios pueden ser rescindidos cuando los afecta el vicio de lesión, siempre que la desproporción se produzca por causas extrañas a los riesgos propios de este tipo de contratos. La doctrina francesa ha discutido extensamente el problema, especialmente en torno a la transferencia de inmuebles a cambio de la constitución de una renta vitalicia, o en casos de venta del usufructo o de la nuda propiedad de un inmueble. Tradicionalmente la mayor parte de los autores sostiene que en tales casos no es po- 21 96 Citado por MOISSET de ESPANES en ob. Citada. sible la rescisión por lesión, pues aunque exista una enorme desproporción entre las prestaciones de las partes, ello es de la naturaleza de los contratos aleatorios, ya que las ventajas o pérdidas para las partes resultan del acontecimiento incierto, que constituye el aleas del contrato. Sin embargo hay casos en que la constitución de la renta se ha efectuado por un precio vil, ya sea porque es inferior a las rentas netas del inmueble, o porque la diferencia es tan pequeña que desde el primer momento puede advertirse que jamás va a llegar a amortizarse íntegramente el capital, o sea que una de las partes obtendrá siempre una ganancia –que podrá ser mayor o menor- y la otra sufrirá siempre una pérdida, variable también, pero segura. En estos casos puede existir lesión, cuando el desequilibrio entre las prestaciones de una y otra parte sea evidente, y resulte de un aprovechamiento indebido de la situación de inferioridad en que se encontraba. El problema se presenta con claridad cuando el precio es tan irrisorio que no alcanza a cubrir el producido de la renta del inmueble, hipótesis en la cual hasta los propios autores que niegan la posibilidad de rescindir los contratos aleatorios titubean, y se resisten a admitir la validez de actos tan notoriamente inicuos. En estos casos la doctrina francesa suele recurrir a una sutileza técnica y afirmar que la venta es nula, no porque haya lesión, sino porque falta un elemento esencial: el precio. De esta manera se equipara el precio vil a la falta de precio. Entre los autores franceses que sostienen la posibilidad de rescindir las ventas aleatorias podemos citar, por su autoridad, a MARCADÉ.21 Sus argumentos son contundentes y demuestran claramente que aún en los contratos aleatorios puede presentarse la lesión cuando para una de las partes no hay posibilidad de pérdida, y para la otra parte falta la posibilidad de ganancia; estrictamente existe aleas, porque el monto definitivo de las prestaciones permanece indeterminado y puede variar, pero se prevé de antemano que el contrato sólo favorecerá a una de las partes y, si la desproporción es notable e injustificada, podrá ejercitarse la acción de nulidad por lesión. Por ejemplo; supongamos que un anciano de 80 años transfiere un inmueble que vale 800.000 soles, a cambio de una renta vitalicia de 12.000 soles mensuales, cuando en realidad por ese inmueble puede cobrar -o se cobra efectivamente-un alquiler de 11.000 soles. La desproporción resulta evidente, porque en realidad por año sólo se amortizan 12.000 soles y serían necesarios más de 65 años para amortizar íntegramente el capital: ¿puede imaginarse que una persona llegue a vivir 145 años? En casos como éste, insistimos, hay aleas, porque el monto total de lo que se paga en concepto de renta variará según que la muerte se produzca más temprano o más tarde; pero también es evidente que, desde el primer momento, se puede señalar una desproporción grande entre las prestaciones. Por otra parte el elemento objetivo por sí solo no es suficiente, y para que proceda la rescisión por lesión, será menester que estén presentes los elementos subjetivos referentes a la víctima (inferioridad) y al lesionante (aprovechamiento). 9.4. Acciones a que da lugar la lesión 22 23 Del texto de los Art. 1447 y 1452 surge que el lesionado o sus herederos tienen dos acciones para hacer valer en justicia: a) podrá demandar la rescisión del acto, o b) la modificación de las prestaciones resultantes, o sea un reajuste equitativo del convenio. Respecto de la primera (RESCISION DEL ACTO), es necesario precisar en primer lugar que la rescisión, conforme lo define Diez Picazo es “el remedio jurídico para la reparación de un perjuicio económico que el contrato origina a determinadas personas, consistente en hacer cesar su eficacia, por lo que es un supuesto de ineficacia sobrevenida. El contrato es válido, pero en razón de aquél perjuicio, y siempre que no haya otro remedio para repararlo, se concede a las personas perjudicadas la acción rescisoria”.22 Asimismo, el maestro ANIBAL TORRES VASQUEZ la define como “el acto por el cual, mediante sentencia judicial, se deja sin efecto un contrato válido por causal existente al momento de su celebración”23. De ello podemos colegir que la rescisión vendría a ser una categoría que permite que un contrato que inicialmente fue válido pierda sus efectos jurídicos por una causal coetánea a su formación, mediante una sentencia judicial. La acción de la rescisión es subsidiaria, sólo puede ejercitarse cuando el perjudicado carezca de todo otro recurso legal para obtener la reparación del perjuicio sufrido y se encuentra regulada en el Art. 1370 del C.C., del cual se desprende: a).- Que la rescisión es un Derecho; b).Que este Derecho le asiste a una de las partes concurrentes a la celebración del acto o contrato; c).- Que tal Derecho se deriva o es consecuencia de la existencia de un vi- LUIS DIEZ PICAZO et el ANTONIO GULLON, Instituciones de Derecho Civil, TECNOS, 2da edición, 1998, pág 87. ANIBAL TORRES VASQUEZ, op cit, pág 857 97 cio en el acto o contrato; d).- Que el derecho a la rescisión no se deriva de cualquier vicio, sino específicamente de un vicio que haya producido nulidad relativa en el acto o contrato; y e).- Finalmente, se infiere que tal Derecho, está consagrado para la parte afectada o perjudicada por el vicio del acto o contrato. Los casos de rescisión de contrato regulados por nuestro Código Civil, son: LA RESCISION POR VENTA DE BIEN AJENO (Art.1539), LA ACCION RESCISORIA POR LESION (art.1447), y la ACCION DE RESCISION que compete al comprador cuando el exceso o falta en la extensión o cabida del bien vendido es mayor a un décimo de la indicada en el contrato (arts.1575 y 1578). En cuanto a la segunda opción (LA MODIFICACIÓN DE LAS PRESTACIONES RESULTANTES, O SEA UN REAJUSTE EQUITATIVO DEL CONVENIO) también está en la cabeza del que ha sido beneficiado o ha aprovechado la situación deficitaria del lesionado, ya que en el Art.1451 se establece que el demandado puede reconvenir el reajuste del valor. Excepcionalmente: el contrato lesivo puede seguir siendo eficaz entre las partes si se produce el reajuste de su valor. Ello puede darse de dos manera: 1) A solicitud del demandante o lesionado, esto es, cuando la acción rescisoria le es inútil porque ya no es posible que se le devuelva la prestación recibida; o 2) a solicitud del demandado (lesionante) vía reconvención). 9.5. Momento en que debe estimarse la desproporción La lesión obliga a que los cálculos sean hechos teniendo en cuenta los valores existen- tes al tiempo del acto. Así el Art.1447 señala la acción rescisoria por lesión sólo puede ejercitarse cuando la desproporción entre las prestaciones al momento de celebrarse el contrato. 9.6. Plazo de Caducidad Señala el Art.1454 “la acción por lesión caduca a los seis meses de cumplida la prestación a cargo del lesionante, pero en todo caso a los dos años de la celebración del contrato”. De esta manera, el plazo de la acción corre inexorablemente desde su término inicial, dándosele fijeza al plazo, salvo el único caso de suspensión constituido por la imposibilidad de reclamar el derecho ante un tribunal peruano; siendo justificable este corto plazo, teniendo en cuenta que se trata del cuestionamiento a un contrato válidamente celebrado. 9.7. Irrenunciabilidad del derecho El Art.1453 establece la nulidad de la renuncia a la acción por lesión. Entendemos que el derecho es irrenunciable y no puede hacerse manifestación anticipada en tal sentido, puesto que como la lesión radica en un vicio del consentimiento que distorsiona la voluntad del contratante que se encuentra en estado de necesidad, esa misma voluntad distorsionada llevará al lesionado a formular sin hesitación la renuncia, si es que con ello facilita recibir al prestación que anhela desesperadamente.24 9.8. La lesión en la partición De acuerdo al artículo 1456 del Código Civil, Posición planteada por Manuel De la Puente y Lavalle, a la cual nos adherimos; sin embargo está en contraposición a la posición planteada por SPOTA, BONIVENTO, GHESTIN, ARIAS SCHREIBER y ROMERO ZAVALA, quienes consideran que la acción por lesión es de orden público y de obligado cumplimiento. 24 98 el “copropietario” que haya enajenado bienes por más de la mitad del valor en que le fueron adjudicados, no puede ejercitar la (acción por) lesión. Cabe realizar una precisión contraria a la doctrina actual25 [18], y esta es la distinción entre las expresiones “valor en que le fueron adjudicados” y “valor de la adjudicación” utilizadas indistintamente por la doctrina en la interpretación de este artículo. En este sentido, considérese el caso que A recibe varias casas en adjudicación (X, Y y Z) por un valor total de S/. 50,000 (a razón de: valor de X = S/. 10,000, de Y = S/. 15,000 y de Z = S/. 25,000) cuyo valor real puede ser superior. Si A transfiere todas las casas a B en S/. 30,000 (a más del 50% del valor total cada una) ya no podrá accionar lesión contra quienes fueron sus copropietarios. No obstante, si A transfiere todas las casas en S/. 30,000 de la siguiente manera: valor de X = S/. 8,000 , de Y = S/. 10,000 y de Z = S/. 12,000; en virtud del artículo CC 1456, cabría la acción rescisoria y la posterior determinación de ineficacia parcial respecto de la casa Z, más no de las otras casas. Por tanto, una interpretación más extensiva de dicho artículo permitiría la aplicación de este precepto para los casos de integridad (todos los bienes adjudicados) y de no-integridad (algunos de los bienes adjudicados) siempre y cuando se mantenga la regla de “más de la mitad del valor en que le fueron adjudicados”. Esta consideración permitiría el ajuste o la aplicación de distintas acciones posibles respecto de una pluralidad de prestaciones materia de un contrato. Además, esta hipótesis de no-integridad permitiría un mayor tráfico jurídico, toda vez que es más probable que, en el mercado, A encuentre a alguien que desee sólo uno de los bienes 25[18] que le fueron inicialmente adjudicados, a que encuentre alguien que desee adquirirlos todos. Si bien es cierto, esta mayor permisibilidad al tráfico jurídico podría reducir parcialmente la seguridad jurídica, pero ello solamente sería de forma atenuada pues puede considerase la figura de la ineficacia parcial mencionada anteriormente. X. Análisis de Jurisprudencia 10.1. Jurisprudencia extranjera 10.1.1 “..la aplicación de las reglas de rescindibilidad por lesión de los contratos onerosos supone, por un lado, que tales contratos sean de los positivamente previstos en la normativa legal («compravenda, permuta i altres de caràcter onerós, relatius a béns immobles») y, por otro, que no sean de los negativamente excluidos («compravendes o alienacions fetes mitjançant subhasta pública, ni aquells contractes en els quals el preu o la contraprestació hagi estat decisivament determinat pel caràcter aleatori o litigiós del que s’adquireix o pel desig de liberalitat de l’alienant»)… La rescindibilidad de los contratos de compraventa por laesio enormis o en más de la mitad de su precio justo, ultradimidium, es una institución heredada del derecho romano y, más concretamente, del justinianeo. La institución vino a contradecir la inexigibilidad del precio justo en las ventas y la posibilidad de engaño entre los contratantes («in pretio emptionis et venditionis naturaliter licere contrahentibus se circunscribere », dice un texto de Ulpiano), según el principio liberal de «tanto pagan, tanto vales». Ahora bien, en sede del vigente derecho ci- Ibidem. Pág. 279. 99 vil catalán esta institución tiene hoy una naturaleza jurídica objetiva —como ya puso de manifiesto la sentencia de esta sala de 20 de diciembre de 1990 y repitieron las de 22 de diciembre de 1993 y 20 de octubre de 1995—, independiente, pues, de los vicios de consentimiento que hayan determinado la manifestación de voluntad (como demuestra el texto del primer párrafo del art. 321, ya repetido, en su inciso final: «[...] baldament en el contracte concorrin tots els requisits necessaris per a la seva validesa»), a diferencia de lo que ocurre en el derecho navarro (Ley 499: «Quien haya sufrido lesión enorme, a causa de un contrato oneroso que hubiera aceptado por apremiante necesidad o inexperiencia, podrá pedir la rescisión del mismo») y a diferencia de lo que pudiera inducir a pensar su denominación de engany a mitges. De ahí se deduce la absoluta necesidad de que el precio sea compensación estricta del valor de la cosa recibida, causandizándose, en consecuencia, el sinalagma o equivalencia de prestaciones, lo que excluye en aquél cualquier elemento ajeno a dicha consideración. De ahí también, pues, la exclusión legal de los contratos onerosos cuyo precio esté, como decíamos, «determinat pel caràcter aleatori o litigiós del que s’adquireix o pel desig de liberalitat de l’alienant» (vide, en tal sentido, las sentencias de esta sala de fechas 2 de octubre y 7 de noviembre de 1998). Y así, igualmente, debe ser excluido el convenio transaccional, en la medida en que el mismo, al tener como finalidad la sustitución de una relación incierta por una relación cierta con autoridad de cosa juzgada, según reconoce nuestra mejor doctrina y confirma el Tribunal Supremo (sentencias, entre mu- 100 chas otras, de 27 de noviembre de 1987 y 4 de abril de 1991), no respeta o no tiene porqué respetar la equivalencia de prestaciones o la «paridad de sacrificios» (en frase de nuestro más alto tribunal)….” ( Sentencia del 25 de mayo de 2000. M. Á. S. R. c/ A. A. H. Sala Civil y Penal del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña), Comentario En esta sentencia podemos encontrar el ámbito de aplicación de la institución de la lesión, la cual es similar a la nuestra, excepto a los referidos a los contratos aleatorios que el CC peruano sí los considera, señalándose la improcedencia de la acción por lesión en la transacción por cuanto al tener como finalidad la sustitución de una relación incierta por una relación cierta con autoridad de cosa juzgada, no respeta o no tiene porqué respetar la equivalencia de prestaciones o la «paridad de sacrificios», determinándose de esta manera los alcances de este supuesto de exclusión de lesión. 10.1.2. “El estado de necesidad que se debe tener presente para el ejercicio de la acción de rescisión no es el del sujeto que administra un patrimonio ajeno, sino el del sujeto cuyo patrimonio, eventualmente administrado por un tercero, se encuentre en objetiva dificultad económica. Es rescindible, por tanto, por lesión el contrato concluido por el curador de la herencia yacente” (Corte de Casación Italiana, Rev. Rassegna di diritto Civile N°1/87, 1987, pág.503) Comentario De esta jurisprudencia se puede colegir que el titular de la acción de lesión no puede ser únicamente el sujeto que contrata, sino también aquel a cuyo nombre se contrata, pues éste resulta ser el directamente perjudicado con la celebración del contrato. 10.1.3. “…QUINTO: Que de lo anterior fluye una diferencia considerable entre el monto pagado para adquirir el bien raíz de que se trata y aquella cantidad de dinero que el Banco prestó a la sociedad representada por el demandado, teniendo como garantía el inmueble referido; SEXTO: Que analizada la prueba rendida, en especial los dv ocumentos referidos y considerando el informe pericial, sólo como referencia y a mayor abundamiento, este tribunal llega a la convicción que el precio pagado por el demandado con fecha 13 de marzo de 1996, no constituye el justo precio de la cosa, pues el valor del inmueble sublite, en cualquier caso, y teniendo como referencia la escritura de mutuo e hipoteca antes mencionada, de fecha 26 de mayo de 1996, no puede haber sido inferior a $55.000.000, suma que estos sentenciadores estiman corresponde al justo precio para los fines del artículo 1889 del Código Civil; SÉPTIMO: Que habiéndose acreditado que el demandado pagó $12.000.000 por la propiedad sublite, suma inferior a la mitad del justo precio determinado en autos, la demanda de rescisión por lesión enorme será acogida declarándose la nulidad del contrato de compraventa celebrado con fecha 13 de marzo de 1996..” (Resolución número 1695-02 – Primera Sala de la Corte Suprema de Chile) Comentario La ejecutoria suprema en comento, cuyo texto íntegro se presenta como anexo al presente trabajo, resulta bastante ilustrativa a efectos de poder determinar la desproporción “enorme” existente entre el precio pactado y la prestación a cumplir, habiendo sido el precio pactado inferior a la mitad del justo precio del bien, debiendo significarse que en nuestra legislación, la desproporción a aplicar es cuando ésta fuera igual o superior a las dos terceras partes (66.66%), conforme lo señala el Art.1448 del C.C. 10.2. Jurisprudencia Nacional 10.2.1. “Es infundada la demanda de rescisión de contrato por lesión cuando no se puede advertir desproporción entre las prestaciones. Tratándose de un contrato de alquiler con opción de venta, en el que las partes han convenido la prestación – alquiler de vehículo- y la contraprestación – pago de la cuota mensual del arrendamiento, se rige por el valor que libremente las partes lo asignen, al momento de celebrarlo” (Corte Superior de Lima, Sala N°3, Exp.1432-98) Comentario En este caso la Sala Superior teniendo en cuenta que para que proceda la acción de lesión es necesario establecer la desproporción entre las prestaciones, puesto que el elemento objetivo de la lesión (dos quintas partes) así lo exige, desestima la demanda; sin embargo debe considerarse con sumo cuidado la afirmación que se hace respecto a que en los contratos de alquiler con opción de venta no es procedente la acción de lesión, por cuanto las partes han convenido la prestación y la contraprestación; pues de tomarse como válido tal razonamiento el juzgador estaría creando un supuesto de exclusión no previsto en la norma. 101 10.2.2. “ El contrato de concesión es un contrato oneroso y conmutativo dado a que existe para ambas partes contratantes un sacrificio y una ventaja que estiman anticipadamente. No cabe invocar lesión si la ganancia proyectada – ingresos para el concesionario – no es proporcional a la inversión realizada, si no se ha establecido que los propietarios se hayan comprometido a que el concesionario obtenga tales ingresos por la explotación de la concesión. Mas aún, al no haberse establecido que existe desproporción entre la concesión recibida y el pago por dicha concepción y que la supuesta desproporción provenga del aprovechamiento de los propietarios, de un estado de necesidad del concesionario demandante, deviene en inatendible su pretensión (Corte Superior de Lima, Sala N°3, Exp.N°3133-97) Comentario En esta ejecutoria la Corte Superior establece que para que proceda la acción de lesión es necesaria la concurrencia de los tres elementos previstos en el Art.1447 del C.C., y atendiendo al carácter excepcional del instituto es que examina minuciosamente la concurrencia de tales elementos en los contratos onerosos y conmutativos. 10.2.3. “El Art.1452 del C.C., establece que en los casos en que la acción rescisoria por lesión fuere inútil para el lesionado, por no ser posible que el demandado devuelva la prestación recibida, procederá la acción de reajuste; la ratio de esta disposición se contrae al supuesto de que producida la lesión y siendo la prestación recibida por el demandado imposible de devolver por razón de su naturaleza o de las circunstancias sobrevenidas, el demandante podrá optar por la 102 acción de reajuste o quanti minoris. Es perfectamente restituible la prestación recibida por el demandado consistente en una suma de dinero, por lo que no es posible la opción de que el demandante solicite el reajuste del precio, sino únicamente la rescisión del contrato por la causal de lesión. Es indebida la acumulación de dos pretensiones contradictorias entre sí, como la referida a la lesión, de carácter rescisoria, con la de saneamiento por vicios ocultos, de carácter resolutorio, sin haberse propuesto en forma alternativa o subordinada, incumpliendo con lo establecido en el inc.2 del Art.85 del C.P.C.” (Corte Superior de Lima, Sala N°3, Exp.N°3408- 97) Comentario La Sala Superior analiza los alcances de la acción de reajuste o quanti minoris, señalándose que ésta es procedente sólo en los casos en que la prestación recibida por el demandado sea imposible de devolver por razón de su naturaleza o de las circunstancias sobrevenidas; caso contrario, ésta no es amparable y tratándose de sumas de dinero éstas sí pueden ser restituidas por lo que no cabe la acción de reajuste, pero sí la acción rescisoria. X. Conclusiones 1. La lesión constituye una herramienta útil frente al abuso de la necesidad de la otra parte y para restablecer el equilibrio subjetivo entre las prestaciones. 2. Los antecedentes del instituto de la lesión se ubican en La India, a través de la doctrina del Manava-Dharma-Sastra y en Babilonia, donde el famoso Código del rey Hammurabi se encontraban grabados principios de defensa de los débiles contra sus fuertes opresores. 3. Existen tres fórmulas de tratamiento de la lesión (objetiva, subjetiva y objetiva- subjetiva), adscribiéndose nuestra legislación a la objetiva subjetiva. 4. Para la procedencia de la acción rescisoria por lesión en nuestro país, deben concurrir tres elementos: excesiva desproporción entre las prestaciones, estado de necesidad y aprovechamiento del estado de necesidad, la misma que tiene que producirse al momento mismo de la celebración del contrato. 5. La lesión debe quedar configurada sólo en aquellos casos en los que realmente se cree un perjuicio económico para el lesionado como consecuencia de haber celebrado el contrato en condiciones lesivas. 6. A pesar de la protección hacia la persona que ha resultado perjudicada con la suscripción de un contrato lesivo, el instituto de la lesión es escasamente utilizado por los justiciables. Bibliografía 1. ARIAS SCHREIBER, Max. “Exégesis. Contratos - Parte General”. Gaceta Jurídica, Lima, 1995, T. I 2. BULLARD GONZALEZ, Alfredo. DERECHO Y ECONOMIA. El Análisis Económico de las Instituciones Legales. Palestra Editores SAC, 2da. Edición Julio 2006 3. CASTILLO FREYRE y VASQUEZ KUNZE. Analizando el Análisis. Autopsia del Análisis Económico del Derecho por el Derecho Civil (en co-autoría con el Doctor Ricardo Vásquez Kunze). Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú-Estudio Mario Castillo Freyre. Lima, noviembre de 2004. 4. DIEZ PICAZO, Luis y GULLON Antonio. Instituciones de Derecho Civil. Volumen I/2. Doctrina general del contrato y de las obligaciones. Contratos en especial. Cuasi contratos. Enriquecimiento sin causa. Responsabilidad extracontractual. Segunda edición. Editorial Tecnos S.A.1998. 5. DE LA PUENTE Y LAVALLE, Manuel. El Contrato en General. Comentarios a la Sección Primera del Libro VII del Código Civil. Segunda Parte. Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Primera Edición. Diciembre 1993. 6. ENNECERUS, Ludwig. Derecho Civil. Parte General. Volumen Segundo. Segunda Edición. Casa Editorial BOSCH. Barcelona 1950. Pág.392 7. LAVALLE ZAGO, Eduardo. Contratos en general de acuerdo al Código Civil Peruano. Ediciones Jurídicas. Lima Perú 1991. 8. MESSINEO, Francesco. Manual de Derecho Civil y Comercial. Traducción de Santiago Sentis Melendo. Tomo IV Derecho de las Obligaciones Parte General. Ediciones Jurídicas Europa-América. 9. MOISSET de ESPANES. Lesión (Art.1447 Código Civil Peruano) Elementos. Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de Córdoba (República Argentina) en http://www.acader.unc.edu.ar 10. PLANIOL, Marcelo y RIPERT, Jorge. “Tratado Práctico de Derecho Civil Francés”, Cultural S.A., Habana, 1946, Tomo VI. 11. TORRES VASQUEZ, Aníbal. Acto Jurídico. Segunda Edición. Editorial Idemsa. Lima, 2001. 12. TORRES VASQUEZ, Aníbal. Código Civil. Sexta Edición. Editorial Idemsa y Temis. Lima 2002. 13. ZAGO, Jorge. Lesión Subjetiva. Artículo publicado en la revista “Lecciones y Ensayos”, N° 54. 103 LAS MEDIDAS DE VIGILANCIA EN EL ALLANAMIENTO DEL DOMICILIO SERGIO R. CHIMPÉN ASENJO E l Allanamiento como medida coercitiva tiene hoy una gran importancia en el sistema penal, por tratarse de una medida restrictiva de derechos fundamentales y de búsqueda de pruebas que coadyuva en la investigación preliminar del delito; que de no ser convenientemente regulada, va en detrimento de los derechos fundamentales de los involucrados, principalmente el derecho a la inviolabilidad del domicilio y el derecho a la intimidad, derechos íntimamente ligados, de ahí que su ejecución o aplicación exige de los operadores del derecho una adecuada ponderación de los derechos fundamentales en conflicto. Cabe señalar; sin embargo, que en nuestra normatividad procesal, esta medida ofrece vacíos, carencias legales, que indudablemente, vulneran derechos fundamentales de los sometidos a investigación y de otro, se constituyen en obstáculos a la labor investigativa del delito. En este orden, en los últimos tiempos hemos podido comprobar ciertas dificultades operacionales que surgen en el allanamiento de domicilio, siendo una de ellas la relativa al establecimiento de las Medidas de Vigilancia. Las medidas de Vigilancia no vienen sino a constituir un mecanismo de pesquisa policial, por la cual se realiza una estricta vigilancia del lugar o domicilio, materia de investigación, por el que agentes de policía se guarecen a inmediaciones del objetivo con la finalidad de observar o utilizar mecanismos visuales o audiovisuales, en procura de detener al imputado o a una persona evadida o de resguardar los elementos de prue- 104 FISCAL ADJUNTO PROVINCIAL PENAL (T) DE CHICLAYO MG. EN CIENCIAS PENALES ba, sea bienes delictivos o cosas relevantes para la investigación, para que en el caso de un allanamiento y registro del domicilio se evite una probabilidad de fuga anticipada o los elementos de prueba desaparezcan, en tanto se procure obtener la respectiva autorización judicial. Esta medida se encuentra ya establecida cuando se trata de efectuar medidas de vigilancia en locales abiertos al público, tal es así que encontramos disposiciones que la regulan, por ejemplo en el Capítulo IX “La Clausura o Vigilancia de Locales e Inmovilización; Arts. 237 y 241 del CPP 2004, medida que obedece a una autorización judicial previa, y por un plazo no mayor de quince días que puede ser prorrogado cuando las circunstancias lo exigieran, además por la urgencia o peligro por la demora puede ser ordenada y ejecutada por el Fiscal, pero antes de vencidas las veinticuatro horas deberá solicitar al Juez la resolución confirmatoria. Esta disposición; sin embargo, ha venido y viene siendo utilizada por la Policía Nacional, cuando trata de hacer investigaciones previas al ingreso a un domicilio, dentro de su tarea de prevenir e investigar delitos. No obstante, dicha medida que no se encuentra regulada, con la implementación del CPP del 2004, que prevé la videovigilancia (Art. 207) en cuanto establece: literal b) “…utilizar otros medios técnicos especiales determinados con finalidades de observación o para la investigación del lugar de residencia del investigado…”, colisiona con lo previsto en la Ley N° 28237: Código Procesal Constitucional, que otorga a los ciudadanos el derecho a interponer la modalidad de Habeas Corpus restringido prevista en el Art. 25° numeral 13, en cuanto se refiere “al derecho a retirar la vigilancia del domicilio y a suspender el seguimiento policial, cuando resulten arbitrarios o injustificados”. Y es que a la Policía le ha sido concedida por propia omisión de la ley (vacíos legislativos), amplia “facultad discrecional”, en los allanamientos y registros que practican en flagrancia delictiva, con las serias consecuencias que ello acarrea por la grave vulneración de derechos de los ciudadanos, quienes ven allanados y registrados sus domicilios sin la menor garantía, y el consiguiente perjuicio a los fines de la investigación, pues muchas de estas actuaciones devienen en nulas o inválidas en su valoración probatoria. El Tribunal Constitucional Peruano define en la sentencia recaída en el Exp. Nº 26632003-HC/TC, el denominado hábeas corpus restringido “…se emplea cuando la libertad física o de locomoción, es objeto de molestias, obstáculos, perturbaciones o incomodidades que, en los hechos, configuran una seria restricción para su cabal ejercicio. En tales supuestos, pese a no privarse de la libertad al sujeto, se le limita en menor grado”.1 Se señala a este respecto “la existencia de procedimientos de vigilancia policial en el domicilio de una persona y/o el seguimiento policial que no cuenten con autorización judicial o que no se produzcan ante un flagrante delito, convierten tales medidas en arbitrarias e injustificadas, y como tal, habilitan a la persona perjudicada o cualquier otra en su favor, a interponer la acción de hábeas corpus para garantizar la vigencia efectiva de los derechos fundamentales que se consideren afectados”.2 1 2 Este es por consiguiente un tema que nos exige mejora normativa. El mecanismo o utilización de la videovigilancia (medio técnico) para la observación del lugar de residencia del investigado, no puede suplir de ningún modo, al establecimiento de una medida de Vigilancia previa a la adopción de una medida de allanamiento y subsiguiente registro del domicilio, ya que el primero constituye el medio o procedimiento para llevar a cabo el segundo. Es un aspecto por tanto, que de otro lado exige a los operadores mayor control a fin de que las investigaciones que lleva a cabo la Policía bajo vigilancia domiciliaria se encuentren amparadas, siempre y cuando, y en todos los casos, sean llevadas a cabo bajo la conducción del Ministerio Público, pues será el Fiscal el llamado a resolver fundadamente lo procedente y proporcional de la adopción de esta medida, de manera que no se vea entorpecida la investigación o sea objeto de cuestionamientos por arbitrarios o injustificados; medida que resulta de suma utilidad cuando se trata de efectuar seguimientos y/o vigilancias a organizaciones criminales en un domicilio por la comisión de delitos graves, debiendo establecerse para su adopción y cuando concurra urgencia, un mecanismo de control judicial, ya que se toman sin conocimiento del investigado, mecanismo que por cierto, ofrece nuestra nueva norma procesal penal, sólo vigente aun en algunos distritos judiciales del país. Siendo que nuestra Constitución protege la intimidad personal y social del individuo; el Allanamiento y Registro del domicilio debe estar orientado, no sólo a combatir el delito, sino a la vez a garantizar esos derechos fundamentales consagrados en la carta magna, dotando a la vez a las autoridades involu- Jurisprudencia del TC, Exp. Nº 2663-2003-HC/TC Eleobina Mabel Aponte Chuquihuanca. FJ 6. MELENDEZ SAENZ, Jorge M. “Análisis del modelo de hábeas corpus desarrollado en el Código Procesal Constitucional”. 105 cradas en la ejecución de esta medida, de los mecanismos idóneos a fin de conducir exitosamente la investigación preliminar; de modo tal, que se superen los obstáculos e irregularidades operativas que obstaculizan esta tarea. 106 Así pues, una adecuada regulación de las medidas de Vigilancia permitirá no sólo un justo equilibrio entre la teoría y la práctica, sino que servirá al mismo tiempo, como garantía de derechos y como prueba válida en la investigación del delito. POR QUÉ LEER A MARX MANUEL ATIENZA 1 Hace cosa de un año, Rodolfo Vázquez me invitó a impartir un seminario sobre Marx en el contexto de un programa que entonces iniciaba, en el ITAM, dirigido a poner de manifiesto la importancia del estudio de los autores clásicos para comprender los problemas contemporáneos de la filosofía práctica. Hace tiempo que tomé la decisión de elevar las sugerencias de Rodolfo al rango de reglas de mandato, esto es, de pautas –para decirlo en el lenguaje de Raz- que, por un lado, suministran razones de primer orden para hacer lo que las mismas indican (preparar e impartir el seminario) y, por otro lado, razones de segundo grado para no tener que deliberar acerca de otras posibles razones en presencia (que pudieran llevarme a ocuparme de otros temas o a emplear mi tiempo en cosas que nada tuvieran que ver con la filosofía del Derecho). Me puse, en consecuencia, de manera más o menos inmediata, manos a la obra. Acordamos (Rodolfo y yo) que el título del seminario fuera “¿Por qué leer a Marx?” y seleccioné algunos textos de Marx a partir de los cuales pensaba que se podría articular una discusión en torno a las nociones que me parecían de mayor interés iusfilosófico (entendida la filosofía del Derecho en un sentido amplio). La selección incluía La cuestión judía, las primeras páginas de La ideología alemana, las Tesis sobre Feuerbach, el Manifiesto del Partido Comunista, el Prefacio a la Contribución a la crítica de la economía política, algunos capítulos de El Capital y la Crítica del Programa de Gotha. Los textos de Marx (en algunos casos también de Engels) se acompañaban de algunos trabajos de autores de lengua castellana (y, en un caso, portuguesa) que –pensaba- podían servir para el propósito de enjuiciar las nociones marxianas a la luz de los problemas actuales de la filosofía del Derecho. No me interesaba, por lo tanto, una lectura con propósitos filológicos, sino pragmáticos, constructivos. Para decirlo ahora con la terminología dworkiniana, no se trataba tanto de indagar en las intenciones de Marx al escribir lo que escribió, como de preguntarse por la virtualidad que (algunas de) las ideas de Marx pudieran tener para construir a partir de ellas (pero no sólo de ellas) una teoría que sirviera para entender los Derechos de los Estados constitucionales y para poder operar con sentido en los mismos. Ese programa me parecía que era coherente con lo que había defendido en un libro titulado “Marx y los derechos humanos”, publicado a comienzos de los años 80 (y del que acaba de aparecer una segunda edición en Lima). En el capítulo de Presentación había escrito que “transcurrido prácticamente un siglo desde su muerte [en 1883] y después de haber influido –de una u otra manera- en todos los pensadores posteriores a él, Marx se ha ganado el derecho al tratamiento de un clásico. Es decir, a un tratamiento distante; distantemente crítico. Al fin y al cabo, si Marx adoptó como su lema favorito la frase “hay que dudar de todo”, no veo ninguna razón por la que no debamos dudar también de él” (Atienza 1983, 22). Y el último párrafo de aquel libro (dedicado a analizar críticamente la postura de Marx con respecto a los derechos humanos) era como sigue: “Por eso, si se quiere defender esta última 107 postura, si se parte de la consideración de los derechos humanos como exigencias éticas –aunque también políticas- creo que la actitud más congruente no consiste en seguir declarándose marxista, ni –mucho menos- anti-marxista, sino, sencillamente, no marxista, aunque uno pueda sentirse –como es mi caso- dentro de una tradición de pensamiento y de acción en la que Marx constituye un hito fundamental” (Atienza 1983, p. 280). Pues bien, aquel seminario (celebrado a finales de octubre de 2007) se cerró con una mesa redonda, en el ITAM, dedicada precisamente a contestar a la pregunta de por qué leer (hoy) a Marx, en la que tuve el placer de participar junto a Luis Salazar y Arnaldo Córdova; la mesa tenía como moderador a Rodolfo Vázquez y entre los asistentes se encontraban profesores tan destacados como Michelangelo Bovero, Luigi Ferrajoli y Ulises Schmill. Lo que sigue viene a ser una ampliación de lo que allí dije que, por otro lado, daba cuenta, aproximadamente, de los resultados a los que se había llegado en las anteriores sesiones del seminario. 2 Contestar a la pregunta de por qué leer a Marx presupone, naturalmente, que la pregunta tiene sentido. Y para pensar así hay dos razones que, me parece, cabe (en forma conjunta) aducir. La primera es que en los últimos tiempos –digamos, desde la caída del bloque soviético- Marx ha sido tratado como a él le pareció en una ocasión que se trataba a Hegel: “como a un perro muerto”. En un libro escrito conjuntamente con Juan Ruiz Manero y publicado hace unos quince años, escribíamos: “Hasta hace no muchos años, el marxismo era una de las concepciones generales que podían orientar 108 el trabajo de los científicos sociales y de los filósofos (...) Hoy, sin embargo, podría decirse que el marxismo ha pasado a ser la única corriente de pensamiento que no puede adoptarse, al menos por quien aspire a que sus trabajos gocen de una cierta respetabilidad académica” (Atienza y Ruiz Manero 1993, p. 11). La consecuencia de ello, claro está, es que las nuevas generaciones de juristas, científicos sociales y filósofos (del Derecho o no) –con las excepciones de rigor- han prescindido de leer a Marx. Y la otra razón para pensar que la pregunta tiene sentido (o sea, que sí se debería leer a Marx) es que no hacerlo puede tener consecuencias bastante negativas para la cultura jurídica. En el trabajo que acabo de mencionar, al plantearnos qué es lo que queda (o debería quedar) del marxismo para la cultura jurídica, caracterizábamos al marxismo jurídico (en sentido amplio) a partir de una serie de tesis: “1) el Derecho tiene un carácter clasista; 2) es un fenómeno histórico en el sentido de que es una realidad vinculada a ciertas formas de organización social; 3) desempeña un papel subordinado (al menos, relativamente subordinado) en relación con otros elementos del todo social; 4) tiene carácter ideológico. Junto a ello –añadíamos-, los estudiosos marxistas han asumido también: 5) una actitud de rechazo frente al modelo tradicional de ciencia jurídica; y 6) una actitud cuando menos de desconfianza o de sospecha frente a los “valores” que el Derecho realiza o debería realizar: la justicia o los derechos humanos” (Ibídem, p. 11). Mostrábamos luego que cada una de esas tesis tenían (en la tradición marxista; a veces en los propios textos de Marx) una versión fuerte y otra débil. “En su formulación fuerte –concluíamos- esas tesis constituyen, en nuestra opinión, un programa de investigación autosuficiente para la filosofía del Derecho. Pero también, como hemos ido adelantando, un programa teóricamente estéril y políticamente peligroso. En su versión débil, por el contrario, cabe pensar que no pasan de ser un conjunto de recomendaciones heurísticas que sólo podrían ser elementos fructíferos de un programa de investigación integradas, en proporciones de “mestizaje” que no es el caso indicar aquí, con aportaciones provenientes de corrientes bien distintas del pensamiento jurídico. Pero, como tales consideraciones heurísticas, las consideramos perfectamente asumibles. Tan asumibles que, nos parece, tendrían que formar parte del background cultural básico de quienes, a finales del siglo XX, pretendan hacer filosofía del Derecho.” (Ibídem, pp. 20-21) Pues bien, me parece que ese juicio sigue siendo hoy tan válido como entonces o incluso más, dado que el olvido de Marx no ha hecho más que aumentar. 3 La contestación breve que, entonces, puede darse, en mi opinión, a la pregunta de por qué leer a Marx es, simplemente, que en su obra hay algunas ideas importantes –quizás incluso imprescindibles- para construir una teoría del Derecho adecuada para la realidad de los sistemas jurídicos contemporáneos. La contestación –más larga- que sigue consiste en mostrar cuáles son esas ideas y en señalar por qué son valiosas (e imprescindibles) para la teoría jurídica. 3.1. La primera de ellas es la de praxis. La filosofía de Marx ha sido caracterizada en diversas ocasiones como una filosofía de la praxis. Tal es, por ejemplo, el caso del filósofo hispano-mexicano Adolfo Sánchez Vázquez, para el cual, esa habría sido la categoría fundamental de la filosofía de Marx, desde la época de las Tesis sobre Feuerbach. En ese breve texto, Marx habría formulado una concepción de la objetividad fundada en la praxis y definido su propia filosofía como una filosofía de la transformación del mundo. Por lo que se refiere a la relación entre la praxis y el conocimiento, Sánchez Vázquez1 entiende que en las Tesis se representa de tres maneras: la praxis como fundamento del conocimiento; la praxis como criterio de la verdad; y la praxis como fin del conocimiento. Como fundamento del conocimiento, querría decir que el conocimiento del ser humano no se dirige a cosas totalmente ajenas a él. “El mundo, tal como se nos presenta hoy, es producido por generaciones anteriores; es, por tanto, producto de la praxis humana” (Gandler 2007, p. 203). La superación del materialismo tradicional (en el que el sujeto cognoscente se limita a reflejar una realidad existente en sí y por sí) y del idealismo (que capta la actividad humana, pero de una forma abstracta, o sea, dejando fuera la realidad objetiva, sensorial) vendría dada por “una teoría que guía la acción”. Eso no quiere decir que se niegue “la existencia de una realidad de cosas plenamente independiente de los seres humanos”; lo que se niega es que “el conocimiento sea mera contemplación, al margen de la práctica” (ibidem, p. 206). El papel de la praxis como criterio de la verdad del conocimiento está expresado por Marx en la tesis 2: “El problema de si puede atribuirse al pensamiento humano una verdad objetiva no es un problema teórico, sino un problema práctico. Es en la práctica donde el hombre debe demostrar Sigo aquí la exposición que de este filósofo hace Stefan Gandler en una reciente y valiosa obra (Gandler 2007, pp. 198 y ss. ). La obra más importante de Sánchez Vázquez sobre la materia se titula precisamente “Filosofía de la praxis”. 1 109 la verdad, es decir, la realidad y el poder, la terrenalidad de su pensamiento. La disputa en torno a la realidad o irrealidad del pensamiento –aislado de la práctica- es un problema puramente escolástico”. Parece obvio que a Marx no le interesa entonces un concepto de verdad abstracto. El ser humano estaría obligado a demostrar la verdad de su razonamiento en la praxis (la verdad de un pensamiento no puede fundarse si no sale de la esfera misma del pensamiento), pero eso no quiere decir exactamente que la verdad o falsedad estén determinados por el éxito o el fracaso: “la terrenalidad del pensamiento es condición necesaria pero no suficiente para su verdad”; “el éxito no constituye la verdad; simplemente la transparenta, o sea, hace visible que el pensamiento reproduce adecuadamente una realidad” (Gandler 2007, p. 210). En el terreno social, lo que quiere decirse con ello es que una práctica que se impone, que tiene éxito, no es por ello verdadera o correcta. la transformación del mundo está contenida en la famosísima Tesis 11 (cuyo texto está grabado en la lápida sepulcral de Marx): “los filósofos se han limitado a interpretar el mundo de diversos modos; de lo que se trata es de transformarlo”. Eso sería un resumen de lo que un marxista como Sánchez Vázquez considera como la gran revolución teórica de Marx. Con esa tesis, Marx pretende romper con la filosofía anterior, particularmente con el idealismo, pero en realidad para salvar a la filosofía, puesto que el significado de esa tesis no es que, en lugar de interpretar el mundo, la filosofía deba transformarlo, sino que de lo que se trata es de “transformar sobre la base de una interpretación” (Ibidem, p. 223). El tercer aspecto es el del significado que tiene la teoría para la praxis. Aquí (Tesis 3) Marx rechazará tanto el “utopismo” que considera suficiente la autotransformación del ser humano a través de la educación, al margen de las circunstancias de su vida, como también el “determinismo riguroso” que considera que basta con cambiar las condiciones de vida. Ambas concepciones “subestiman la importancia de la unidad entre la transformación subjetiva de la conciencia y la transformación de las relaciones sociales objetivas” (Ibidem, pp. 217-218). O sea, lo que Marx estaría defendiendo sería la praxis revolucionaria como unidad de la transformación del ser humano y de las circunstancias. Desde luego, la idea de que todo conocimiento tiene una intención práctica y es conocimiento de un mundo producto de la praxis humana parece discutible en relación con diversos tipos de investigación científica o filosófica; simplemente, porque lo que mueve al investigador puede ser la mera curiosidad de conocer, y el objeto de su conocimiento, aspectos del mundo que –como la estructura del átomo o el origen del universo- poco tienen que ver con la praxis humana. Pero este argumento, en todo caso, no vale en relación con el Derecho que, naturalmente, es una creación humana, una práctica social. Alguien podría sostener que de esa práctica cabe abstraer aspectos –como la noción de norma, de deber, etc.- y estudiarlos por una motivación puramente teórica, descartando cualquier La concepción de la filosofía en términos de 110 Pues bien, a mí me parece claro que las anteriores afirmaciones (que aproximan a Marx al pragmatismo filosófico) pueden constituir, en diversos sentidos, el trasfondo adecuado para una teoría del Derecho. finalidad práctica. Ahora bien, aparte de la implausibilidad de esa aproximación (una cosa es no perseguir directamente propósitos prácticos y otra descartarlos, digamos, a limine), en todo caso, no parece que eso pudiera constituir, sin más, una teoría del Derecho; podría verse, si acaso, como una preparación para la elaboración de una teoría del Derecho, pero no se confundiría con la misma. No me parece exagerado afirmar que llamamos teoría del Derecho a un tipo de reflexión teórica construida en un cierto nivel de abstracción; precisamente, en el nivel que permite elaborar conceptos, clasificaciones, doctrinas, etc. aptos para guiar la práctica (incluidas prácticas teóricas como la de la dogmática jurídica). Naturalmente, lo anterior no significa que la teoría del Derecho no tenga también propósitos descriptivos y explicativos. Pero si el Derecho se concibe no simplemente como un objeto, como una realidad que está ya dada, existente en un mundo independiente del investigador, sino también ( o sobre todo) como una práctica, como una empresa en la que el teórico también participa; entonces parece lógico pensar que la teoría no se propone simplemente dar cuenta de (describir) la práctica, sino también (fundamentalmente) incidir en la misma, mostrar cómo se puede contribuir a su desarrollo. Se comprende entonces que el criterio de “verdad” no pueda consistir simplemente en la adecuación de los enunciados de la teoría al mundo. Una teoría de la norma o del deber jurídico no puede juzgarse simplemente porque (o en la medida en que) da cuenta de lo que son esas realidades o de cómo los juristas utilizan ciertas expresiones. Una buena teoría sería la que permite resolver adecuadamente problemas que implican normas y deberes, o sea, que permite satisfacer alguna necesidad humana. Yo no encuentro nada de extraño en afirmar que los filósofos –o los teóricos- del Derecho han tratado muchas veces simplemente de interpretar (entender) el Derecho de diversas maneras, pero que de lo que se trata es de entenderlo para transformarlo (y transformar con él la sociedad). El “pragmatismo” de Marx coincide así, por un lado, con el positivismo jurídico al considerar el Derecho como un fenómeno social e histórico; digamos que, en ese sentido, ambas son concepciones materialistas del Derecho, opuestas al idealismo del Derecho natural. Pero, por otro lado, se opone al positivismo jurídico (y se aproximaría a concepciones “constructivistas” o “interpretativas“ del Derecho como las de Dworkin, Alexy o Nino) en cuanto el positivismo no sería práctico pues defiende una teoría meramente descriptiva –y no normativa- del Derecho; esto es, se interesa por el Derecho en cuanto objeto, no en cuanto actividad práctica2 . Lo que, naturalmente, separa al marxismo (o a Marx) del constitucionalismo contemporáneo es la manera de entender la praxis, el sentido y la finalidad de la práctica jurídica. Lamentablemente, en Marx y en el marxismo hay una serie de elementos que llevan a considerar el Derecho en términos negativos; no como una práctica emancipatoria (o potencialmente emancipatoria), sino más bien como un producto de la alienación humana, como una práctica característica de una fase inferior del desarrollo humano. Pero esta es otra cuestión. 3.2 Otro de los conceptos esenciales para una teoría del Derecho con propósitos críticos y Tesis 1: “La falla fundamental de todo el materialismo precedente (incluyendo el de Feuerbach) reside en que sólo capta el objeto [Gegenstand], la realidad, lo sensible, bajo la forma de objeto [Objekt] o de contemplación [Anschauung], no como actividad humana sensorial, como práctica; no de un modo subjetivo. De ahí que el lado activo fuese desarrollado de un modo abstracto, en contraposición al materialismo, por el idealismo, el cual, naturalmente, no conoce la actividad real, sensorial, en cuanto tal” (Marx 1945) 2 111 que proviene en buena medida de Marx es el de ideología. No se trata, sin embargo, de una noción precisamente fácil de caracterizar. Luis Villoro, en un sugerente trabajo de finales de los 70, distinguía en Marx (y en Engels) dos nociones de ideología: una noción amplia (que, en su opinión, aparece una única vez en los textos de Marx), según la cual la ideología se identificaría con cualquier forma de pensamiento condicionado por las relaciones de producción (Villoro 1979, p. 74); y una noción estricta (la que a Villoro le parece teóricamente interesante) que, a su vez, tiene dos componentes: 1) un componente gnoseológico, puesto que la ideología es un estilo de pensar “invertido”, esto es, se refiere a un tipo de falsedad de ciertas creencias; y 2) un componente sociológico, pues esas creencias cumplen una determinada función social, esto es, se trata de un concepto vinculado al de poder (Ibidem, p. 61). Por otro lado, el tipo de falsedad que supone la ideología no equivale a un engaño deliberado, sino que la mayoría de las veces es inconsciente, pues “la falsedad de la ideología se debe a que los intereses que oculta permanecen desconocidos [ por los generadores de la ideología]” (Villoro 1979, p. 57). Este último aspecto (el aspecto no transparente, opaco, de la ideología y del Derecho) ha sido destacado también por Cárlos Cárcova, lo cual le ha llevado a hablar de “función paradojal del Derecho”, puesto que el Derecho “a un tiempo reproduce las condiciones de existencia de un sistema social y coadyuva a su transformación progresiva”. “El derecho –afirma Cárcova- se despliega como discurso ideológico en tanto promete, con la finalidad de organizar el consenso, lo que no da: igualdad, libertad, protección, garantías. Pero, como toda ideología, cuando desconoce, al mismo tiempo reconoce; cuando elude, alude” (Cárcova 1998, p. 162). O sea, la ideología no equivale sencillamente al error y, por eso, Cárcova critica a Kelsen, pues aunque este último atribuyó gran importancia a la ideología, identificó ese concepto “con el de mentira consciente, con el de engaño premeditado”( Cárcova 1998, p. 137)3. En las primeras páginas de La ideología alemana es donde Marx (y Engels) desarrollan explícitamente (aunque no de manera completamente clara) el concepto de ideología que luego aparece usado en otras obras como El Capital. Reproduzco por extenso uno de los pasajes más significativos de aquella obra: “La organización social y el Estado brotan constantemente del proceso de vida de determinados individuos; pero de estos individuos, no como puedan presentarse ante la imaginación propia o ajena, sino tal y como realmente son; es decir, tal y como actúan y como producen materialmente y, por tanto, tal y como desarrollan sus actividades bajo determinados límites, premisas y condiciones materiales, independientes de su voluntad. (...)Los hombres son los productores de sus representaciones, de sus ideas, etc., pero los hombres reales y actuantes, tal y como se hallan condicionados por un determinado desarrollo de sus fuerzas productivas y por el intercambio que a él corresponde, hasta llegar a sus formaciones más amplias. La conciencia no puede ser nunca otra cosa que el ser consciente, y el ser de los hombres es su proceso de vida real. Y si en toda la ideología los hombres y sus relaciones aparecen invertidos como en una cámara oscura, este fenómeno responde a su proceso histórico de vida, como la inversión de los objetos al proyectarse sobre la retina responde a su proceso de vida directamente físico. Totalmente al contrario de lo que ocurre en la filosofía alemana, que desciende del cielo sobre la tierra, aquí se asciende de la tierra al cielo. Es decir, no se parte de lo que los hombres dicen se representan o se imaginan, ni tampoco del hombre predicado, pensado, representado o imaginado, para llegar, arrancando de aquí, al hombre de carne y hueso; se parte del hombre que realmente actúa y, arrancando de su proceso de vida real, se expone también el desarrollo de los reflejos ideológicos y de los ecos de este proceso de vida. También las formaciones nebulosas que se condensan en el cerebro de los hombres son sublimaciones necesarias de su proceso material de ida, proceso empíricamente registrable y sujeto a condiciones materiales. La moral, la religión, la metafísica y cualquier otra ideología y las formas de conciencia que a ellas corresponden pierden. Así, la apariencia de su propia sustantividad. No tienen su propia historia ni su propio desarrollo, sino que los hombres que desarrollan su producción material y su intercambio material cambian también, al cambiar esta realidad, su pensamiento y los productos de su pensamiento. No es la conciencia la que determina la vida, sino la ida la que determina la conciencia” (Marx y Engels 1845-6, p. 25-26) 3 112 Me parece que esas (necesarias) cautelas en el uso del concepto no son tenidas en cuenta por algunos iusfilósofos que, partidarios de las llamadas “teorías críticas del Derecho”, hacen un uso bastante indiscriminado de la noción de ideología, lo que lleva a resultados, en mi opinión, muy poco satisfactorios. Por ejemplo, en las obras de Óscar Correas pueden encontrarse ejemplos en los que la apelación a la “ideología”: en ocasiones no parece tener un sentido peyorativo, sino que la ideología –o ciertas ideologías- cumpliría una “función subversiva”3; otras, ideología se identifica sin más con “mentira” 5; y, en fin, en otras ocasiones ideología parece significar algo tan impreciso como los mensajes “nonormativos” del Derecho 5. Sea como fuere, parece importante aclarar que, dado que el Derecho es un artefacto (o un complejo conjunto de artefactos) humano(s) y no pertenece, en consecuencia, al mundo de la naturaleza, los elementos ideológicos pueden encontrarse no únicamente en el modo de conocer el Derecho, de elaborar la dogmática o la teoría del Derecho, sino también en el Derecho mismo. Hay que tener cuidado, sin embargo, en no reducir todo (todo el Derecho) a ideología. Es decir, la noción no debe utilizarse como una especie de talismán que permite una fácil (facilona) crítica a cualquier teoría o a cualquier tipo de práctica en la aplicación del Derecho. La impresión que uno tiene en ocasiones leyendo la literatura de los juristas “críticos” (incluyendo a los del movimiento critical legal studies ) es que muchos de ellos seguramente caerían bajo lo que Marx llamó despectivamente “crítica crítica” 7: La ideología –el mensaje de Marx en esto es inequívoco- no se supera simplemente con otras ideas, sino con la práctica, de manera que las “teorías impracticables” no pueden servir de mucho. La ideología presupone la ciencia, el conocimiento verdadero, y el conocimiento puede ser verdadero aunque esté socialmente condicionado: el escepticismo frente al conocimiento científico característico de muchos juristas críticos no tiene, en este sentido, nada que ver con Marx. Un problema de gran significación en relación con la ideología es el que subyace a la cuestión de por qué existe. La respuesta de Marx parece haber sido que la condición necesaria para que se de la deformación ideológica es la división del trabajo en manual e intelectual, mientras que la división de la sociedad en clases sería una condición suficiente (vid. Quintanilla 1976, p. 52). Pero parece obvio que, hoy, a este último factor habría que añadir algunos otros, puesto que las relaciones de dominación no se circunscriben a las de carácter clasista, o no tienen su génesis exclusivamente en “Ahora bien, como el derecho dominante, el derecho alternativo tiene también su sentido ideológico(...) En efecto, las normas de la organización popular pueden tal vez no cumplirse, o simplemente, cumpliéndose, ser ineficaces (...) sin embargo el uso de esas normas puede desarrollar cierta conciencia, por ejemplo del valor de la acción colectiva, lo cual permitiría decir, tal vez, que el sentido ideológico de tales normas cumple una función subversiva.” (Correas 1995, p. 288-9) 5 “El discurso del derecho moderno, su sentido ideológico, expresa la idea de que todos los ciudadanos son iguales, e igualmente protegidos por la ley. Pero como eso es mentira, como la cotidianeidad misma crea la dominación y la resistencia, el propio instrumento de la mentirosa igualdad, el derecho subjetivo, se convierte en su contrario, en el discurso de la reivindicación de grupos subalternos, que viven su realidad, y su enfrentamiento con el orden, como “derechos” que sus funcionaros les niegan” (Correas 1995, p. 294-5) 6 “El fenómeno jurídico no se reduce a normas sino que el discurso incluye lo que aquí hemos llamado sentido ideológico del derecho, expresión que nos sirve para designar otros mensajes transmitidos en el mismo discurso” (Correas 1995, p. 296-7). Un poco antes puede leerse una afirmación (que dado su carácter inequívocamente normativo habría que considerar quizás como no ideológica) que ciertamente causa asombro por su simplicidad: “Por lo tanto, cuando un grupo de jueces constituye una asociación que establece como normas, por ejemplo “es obligatorio para los miembros juzgar siempre a favor de los oprimidos” o “siempre a favor de los obreros”, estamos ante un orden que puede ser subversivo, y por tanto alternativo; y cuando la actitud de sus miembros, reflejada en sus sentencias, puede verse como la efectividad de esas normas que deciden acatar, existen mayores razones para interesarse por las potencialidades transformadoras de esas organizaciones” (Ibidem, p. 296). 7 En 1844, Marx escribió con Engels un libro titulado La sagrada familia y que llevaba como subtítulo Crítica de la crítica crítica. Contra Bruno Bauer y consortes. 4 113 la división de la sociedad en clases, como pensó Marx. En el mismo texto de Cárcova antes citado (pero hoy esto forma parte – podríamos decir- de la communis opinio) se puede leer que las relaciones de desigualdad y de explotación “pueden reconocerse, también, en las relaciones entre los sexos, entre grupos étnicos, entre individuos y Estado o entre los propios Estados, etc.” (Cárcova 1998, p. 156). Ahora bien, la vinculación de la ideología con el poder (o con cierto tipo de poder) lleva, como es lógico, a pensar que el análisis del poder social es el camino que lleva a poder identificar los elementos ideológicos presentes en la sociedad (y en el Derecho). En ese sentido, parece obvio (ya se lo había parecido a Bentham en su tiempo) que el ejercicio del poder, hoy, exige amplias dosis de consenso o, dicho con la terminología al uso, tanto o más importante que el “poder duro”, ejercido por medio de la violencia física, es el “poder blando”, el poder de la persuasión (este último concepto –el de poder blando- , en realidad viene a ser una especie de versión débil del de ideología8). Cárcova, siguiendo a Thompson, distingue una serie de modos de operar la ideología, con los que se corresponden una serie de estrategias: así, por ejemplo, la legitimación del poder social puede llevarse a cabo mediante la estrategia de la racionalización, la universalización o la narrativización; el ocultamiento del poder, mediante la resemantización, el uso de sinécdoques, metonimias o metáforas; etc. Yo diría que, en la obra de Marx, pueden encontrarse fundamentalmente tres formas de operar la ideología que, en consecuencia, sugieren otras tantas líneas de análisis: un concepto puede ser ideológico en cuanto lleva a ver lo particular como si fuera general; lo histórico y contingente como si fuera eterno y necesario; y lo artificial (creado por los hombres) como si fuera natural9. Al señalar la importancia del consenso y de la persuasión se produce, por cierto, una aproximación de la noción de ideología a la de falacia. Se trata, me parece, de un paralelismo que merecería ser estudiado en profundidad. Aquí me limito a sugerir algunas líneas de análisis. De la misma manera que las ideologías son ideas que parecen verdaderas (que tienen la apariencia de serlo y, en consecuencia, pueden contener algo de verdad) pero no lo son en realidad, las falacias son los argumentos que parecen buenos pero que, en realidad, no lo son (Aristóteles decía que eran como los metales que se asemejaban al oro o a la plata). En el grupo de las falacias cabe hacer una distinción entre los argumentos sofísticos (cuando el que argumenta es consciente de Como se sabe, se trata de conceptos introducidos por Joseph Nye y de amplio uso en las relaciones internacionales. Un ejemplo de esto último sería lo que Marx llamó el “fetichismo de las mercancías”. La economía política clásica toma el valor como una propiedad material de la mercancía; las mercancías aparecen como cosas y no como relaciones humanas: “lo misteriosos de la forma mercantil consiste sencillamente, pues, en que la misma refleja ante los hombres el carácter social de su propio trabajo como caracteres objetivos inherentes a los productos del trabajo, como propiedades sociales naturales de dichas cosas, y, por ende, en que también refleja la relación social que media entre los productores y el trabajo global, como una relación social entre los objetos, existente al margen de los productores. Es por medio de este quid pro quo [tomar una cosa por otra] como los productos del trabajo se convierten en mercancías, en cosas sensorialmente suprasensibles o sociales. De modo análogo, la impresión luminosa de una cosa sobre el nervio óptico no se presenta como excitación subjetiva de ese nervio, sino como forma objetiva de una cosa situada fuera del ojo. Pero en el acto de ver se proyecta efectivamente luz desde una cosa, el objeto exterior, en otra, el ojo. En una relación física entre cosas físicas. Por el contrario, la forma de mercancía y la relación de valor entre los productos del trabajo en que dicha forma se representa, no tienen absolutamente nada que ver con la naturaleza física de los mismos ni con las relaciones propias de las cosas, que se derivan de tal naturaleza. Lo que aquí adopta, para los hombres, la forma fantasmagórica de una relación entre cosas, es sólo la relación social determinada existente entre aquellos. De ahí que para hallar una analogía pertinente debamos buscar amparo en las neblinosas comarcas del mundo religioso. En éste, los productos de la mente humana parecen figuras autónomas, dotadas de ida propia, en relación unas con otras y con los hombres. Otro tanto ocurre en el mundo de las mercancías con los productos de la mano humana. A esto llamo el fetichismo que se adhiere a los productos del trabajo no bien se los produce como mercancías, y que es inseparable de la producción mercantil” ( Marx 1867, pp. 88-89) 8 9 114 que está usando razonamientos especiosos) que llevarían a identificar la ideología con el engaño; y los paralogismos (el argumentador no es consciente de la incorrección de sus razonamientos) que serían realmente el equivalente de la ideología en sentido estricto. Y, en fin, tanto en un caso como en el otro, lo que permite hablar de ideologías o de falacias es el presupuesto de que existen ideas –o teorías- verdaderas y buenos argumentos; en otro caso, los conceptos de ideología y de falacia se desvanecerían. El anterior paralelismo, por cierto, podría proseguirse con un par de conceptos fundamentales en el campo de la sociología (y de la sociología del Derecho): la contraposición entre las funciones manifiestas y las latentes. Las funciones manifiestas (en relación con las normas jurídicas), como se sabe, son los efectos previstos y reconocidos por el edictor de las normas; las funciones latentes son los efectos no previstos (el paralelismo se daría entonces con la ideología en sentido estricto y con los paralogismos) o previstos pero no reconocidos (en cuyo caso estaríamos en una situación análoga a la de la mentira o el sofisma). Creencias ideológicas, falacias y funciones latentes son conceptos que comparten, por lo menos, un aire de familia y que, sin duda, tienen una gran relevancia en el análisis crítico del Derecho. Invitan a la construcción de una teoría del Derecho en la que los elementos funcionales deberían adquirir mucha más importancia que la que normalmente tienen. Y muestran al jurista –teórico y prácticola necesidad constante de plantearse, en relación con las construcciones doctrinales o con las instituciones en las que se mueve, una cuestión no por simple y obvia menos importante: ¿para qué sirven?, ¿qué fines (valiosos o no) pueden perseguirse o van probablemente a producirse con ellas? 3.3 En la obra de Marx juega un papel fundamental una serie de conceptos –alienación, explotación, dominación, clases sociales, desigualdad, conflicto- que llevan a una concepción crítica de la sociedad y del rol del individuo inserto en la misma. Como es bien sabido, en Marx, los fenómenos denotados por esos conceptos no caracterizan a todas las sociedades posibles, sino a las sociedades históricamente existentes o, mejor dicho (fundamentalmente), a la sociedad burguesa-capitalista. Por eso, la crítica de la sociedad burguesa, va siempre unida en él a un mensaje emancipador, a la necesidad de superar el presente y de dar paso a una verdadera comunidad en la que –como puede leerse al final de la parte segunda del Manifiesto Comunista- “el libre desarrollo de cada cual será la condición para el libre desarrollo de todos”. Hoy, transcurrido como se ha dicho mucho más de un siglo después de la muerte de Marx, sabemos que esas nociones no son completamente aceptables, al menos tal y como Marx las formuló, y por diversas razones. Según Marx, el hombre está alienado (el concepto de alienación es característico del joven Marx 10) si sus acciones en general están determinadas por circunstancias Reproduzco un par de textos de los Manuscritos de 1844 que me parecen característicos del sentido con el que Marx usa ese concepto (y del humanismo del joven Marx): “La enajenación aparece tanto en el hecho de que mi medio de vida es de otro, que mi deseo es la posesión inaccesible de otro, como en el hecho de que cada cosa es otra que ella misma, que mi actividad es otra cosa, que, por último (y esto es válido también para el capitalismo) domina en general el poder inhumano” (Marx 1844.2, p. 166 “Religión, familia, Estado, Derecho, moral, ciencia, arte, etc., no son más que formas especiales de la producción y caen bajo su ley general. La superación positiva de la propiedad privada como apropiación de la vida humana es por ello la superación positiva de toda enajenación, esto es, la vuelta del hombre desde la religión, la familia, el Estado, etc. a su existencia humana, es decir, social. La enajenación religiosa como tal transcurre sólo en el dominio de la conciencia, del fuero interno del hombre, pero la enajenación económica pertenece a la vida real; su superación abarca por ello ambos aspectos” (Marx 1844.2, p. 144) 10 115 que escapan a su control, es decir, en la medida en que el hombre no se pertenece a sí mismo. El hombre está así alienado con respecto al trabajo, al producto de su trabajo, a la naturaleza, a los otros hombres o a la sociedad. Pero el problema es que esa noción parece implicar un concepto de hombre como ser –al menos potencialmente- incondicionado (alguna vez se ha dicho que Marx traslada al hombre los atributos predicados de Dios por la lógica escolástica) que parece poco realista; de hecho, el Marx maduro (el Marx de El Capital) consideró al hombre más bien como un ser que interacciona con su medio. En todo caso, esa noción de alienación explica la propensión de Marx a ver en términos esencialmente negativos las instituciones jurídicas y políticas; simplemente porque el Derecho y el Estado –al igual que la religiónconstituirían formas de la alienación humana que tendrían que ser superadas. Pero, con todo (aunque necesite ser precisada o, si se quiere, rectificada), ¿hay alguna noción más apropiada que la de alienación para dar cuenta, por ejemplo, de la figura del “consumidor satisfecho” en cuanto modelo de hombre de las sociedades capitalistas “avanzadas”? Es también dudoso que la noción de explotación pueda definirse exclusivamente, como lo hizo Marx, en términos de plusvalía, es decir, a partir de la idea de que el trabajador no recibe, en forma de salario, todo el valor producido por su trabajo, sino que una parte del mismo (y dejando a un lado la que podría considerarse como contribución a la satisfacción de las necesidades sociales) se la apropia el propietario de los medios de producción en su beneficio. Pues bien, quizás no haya por qué considerar al trabajo como la única fuente de producción de valor 116 (pudiera ser incluso que el propio concepto de valor –tal y como Marx lo entendiócareciera de sentido). O por qué pensar que el valor sólo se crea en la esfera de la producción de los bienes y no también en la de la circulación, en el mercado. Y, sobre todo, de acuerdo con el significado que solemos atribuir a “explotación”, no parece que esté muy justificado, al menos hoy, concluir que quienes están fuera de la esfera de la producción y distribución de los bienes, los no trabajadores, no pueden por ello (puesto que, por definición, no hay ninguna parte del producto de su trabajo del que resulten expoliados) ser explotados. De manera que, como han hecho los “marxistas analíticos” en tiempos recientes (vid. sobre ello Farell 1989 y Gargarella 1999), no queda más remedio que replantearse el concepto y quizás, como consecuencia de ello, reconocer que “explotación” no puede servir, sin más, como una alternativa conceptual a la noción –que el propio Marx consideró como abstracta, ideológica, etc.de “injusticia”, “trato inequitativo”, etc. Sin embargo, y con independencia de cuál sea el lenguaje utilizado (luego se volverá sobre ello), lo que parece difícilmente cuestionable es que, en las sociedades capitalistas del presente, la distribución de la riqueza producida no obedece a criterios susceptibles de ser justificados; o sea, la distribución de cargas y de beneficios está claramente sesgada, y en forma estructural (esto es, como algo intrínseco al sistema), en favor de ciertos individuos y grupos. Algo parecido ocurre con el concepto de dominación, de desigualdad, de conflicto o de clase social. Como antes veíamos, las relaciones de dominación no se generan exclusivamente en la esfera económica, en la esfera de la producción; hay también una dominación que tiene su base en las relaciones entre los sexos, entre los Estados, etc. Las desigualdades (las desigualdades que generan relaciones de dominación) no surgen tampoco únicamente de las relaciones de producción. Precisamente por ello, las fuentes del conflicto social son más variadas de lo que Marx pensó lo cual, por cierto, lleva a cuestionar el modelo de sociedad emancipada (de sociedad comunista) como una sociedad sin clases sociales y, por ello, sin conflicto11.Y, en fin, las sociedades capitalistas (particularmente las del presente) no pueden verse como sociedades caracterizadas simplemente por la existencia de dos clases sociales enfrentadas entre sí: la de los capitalistas y la de los trabajadores. La situación es, obviamente, hoy, mucho más compleja12. Así pues, Marx, sobre todo en textos como el Manifiesto, centró su visión crítica de la sociedad en la existencia de la apropiación privada de los medios de producción (lo que hacía que surgiesen las clases sociales); consideró que el proletariado (quienes se veían a sí mismos excluidos de esa propiedad privada) era la clase destinada a llevar a cabo la emancipación humana, puesto que sus intereses eran, objetivamente considerados, los de toda la sociedad; y vio con desconfianza (por decir lo menos) el papel que en el proceso de transformación habría de cumplir el Estado y el Derecho (destinados a extinguirse una vez suprimida la propiedad privada de los medios de producción y, con ello, las clases sociales). Pues bien, ninguna de esas tesis resulta hoy de recibo. Acabar con la propiedad privada de los medios de producción (con el capitalismo) parece estar fuera de la agenda de los movimientos políticos, al menos en el mundo occidental. El proletariado ha desaparecido como clase 11 He aquí algunos pasajes clásicos en los que Marx alude a la futura sociedad comunista (cuya llegada, no lo olvidemos, se produciría de una manera necesaria): “...en la sociedad comunista, donde cada individuo no tiene acotado un círculo exclusivo de actividades, sino que puede desarrollar sus aptitudes en la rama que mejor le parezca, la sociedad se encarga de regular la producción general, con lo que hace cabalmente posible que yo pueda dedicarme hoy a esto y mañana a aquello, que pueda por la mañana cazar, por la tarde pescar y por la noche apacentar el ganado, y después de comer, si me place, dedicarme a criticar, sin necesidad de ser exclusivamente cazador, pescador, pastor o crítico, según los casos” (Marx y Engels 1845-6, p. 34) “Una vez que, en el curso de la evolución, las diferencias de clase hayan desaparecido y toda la producción se halle concentrada en manos de los individuos asociados, el poder público perderá su carácter político. El poder político en su sentido estricto es el poder organizado de una clase para la opresión de otra. Si en la lucha contra la burguesía el proletariado se unifica necesariamente para convertirse en clase, si en virtud de una revolución se convierte en clase dominante y en cuanto clase dominante deroga por la fuerza las antiguas relaciones de producción, abolirá, junto con estas relaciones de producción, las condiciones de existencia del antagonismo de clases, las clases en general y con ello su propia dominación en cuanto clase. El lugar de la antigua sociedad burguesa, con sus clases y contradicciones de clases, será ocupado por una asociación en la cual el libre desarrollo de cada cual será la condición para el libre desarrollo de todos” (Marx y Engels 1848, p. 157) “En la fase superior de la sociedad comunista, cuando haya desaparecido la subordinación esclavizadora de los individuos a la división del trabajo y, con ella, la oposición entre el trabajo intelectual y el trabajo manual; cuando el trabajo no sea solamente un medio de vida, sino la primera necesidad vital; cuando, con el desarrollo de los individuos en todos sus aspectos, crezcan también las fuerzas productivas y corran a chorro lleno los manantiales de la riqueza colectiva, sólo entonces podrá rebasarse totalmente el estrecho horizonte del derecho burgués, y la sociedad podrá escribir en su bandera: ¡De cada cual, según su capacidad; a cada cual, según sus necesidades!” (Marx y Engels 1875, p. 15) 12 En relación con lo afirmado por Marx (y Engels) en el Manifiesto Comunista sobre “las dos clases”, lo relevante hoy, según Juan Ramón Capella, consistiría “en percibir las grandes desigualdades que segmentan a la parte asalariada (o “asalariada de hecho”) de la población. Desigualdades en la seguridad en el empleo, en las condiciones de trabajo, en la naturaleza predominantemente intelectual o física de éste, en las retribuciones (con grandes diferencias), en relación con su asentamiento territorial (central, en megalópolis, suburbial, en ciudades dormitorio, en ghettos marginales, en ciudades, en pequeñas comunidades agrarias, etc.), además de las desigualdades fundamentales: entre empleados y carentes de trabajo; entre hombres y mujeres, derivadas de la estructura de relaciones sexo-género; y en el plano internacional. Diferencias también de naturaleza cultural entre las gentes que se encuentran en cualquiera de las desigualdades mencionadas. La “clase obrera” ha sido siempre un conglomerado heterogéneo” (Capella 1993, p. 187) 117 revolucionaria, de manera que el proyecto de transformación radical que proponía (y preveía) Marx parece haberse quedado sin sujeto que pueda llevarlo a cabo13. Y la tesis de la extinción del Derecho y del Estado (que el Marx maduro no parece ya haber defendido) tiene, entre otras consecuencias, la muy negativa de infravalorar el papel del Derecho (y de la política) como factores de explicación y transformación sociales. Sin embargo, todas las anteriores matizaciones y críticas no pueden tampoco hacernos olvidar el papel fundamental (aunque no exclusivo) que en todo ello (en la generación de relaciones de dominación, del conflicto social, etc.) ha jugado y sigue jugando la propiedad privada. Y el desarrollo –ambiguo- del Derecho contemporáneo (el del Estado constitucional) ofrece posibilidades (que sería profundamente equivocado despreciar) para llevar adelante un programa emancipatorio que, en buena medida, tendría que coincidir con el de Marx. Asumir ese programa implica, desde luego, dosis considerables de realismo y de paciencia. El resultado de la lucha por otro Derecho y otro orden social es siempre incierto y los avances, cuando ocurren, suelen ser lentos y costosos. Pero algunos puntos de ese programa parecen estar ya trazados y necesitados simplemente de un desarrollo teórico y práctico. Pienso en cosas 3.4 Otro de los ingredientes que uno puede encontrar en la obra de Marx y que es de gran importancia para construir una teoría del Derecho es una visión amplia (totalizadora) de la realidad social, cuya clave de interpretación –como bien se sabees materialista y dialéctica. El locus clásico es el famoso Prefacio de 1859, en el que Marx hace un breve repaso de su biografía intelectual y presenta una síntesis de la concepción materialista de la historia en la que juega un papel fundamental el esquema (o la metáfora) base-superestructura: “El resultado general a que llegué y que, una vez obtenido, me sirvió de guía para mis estudios, puede formularse brevemente de este modo: en la producción social de su Bolívar Echeverría, lo expresa así: “La lejanía del Manifiesto comunista es contundentemente clara. No está ya allí –ni tiene tampoco un continuador que lo sustituya- el emisor que se autotransformaba con él al tornarse en receptor de su propio mensaje: el proletariado revolucionario. Y los que estamos aquí ahora no tenemos ya oídos para una voz como la que habla desde él.” (Echeverría 2006, p. 112) 14 “Por eso, el derecho igual sigue siendo aquí [en la fase de transición al socialismo], en principio, el derecho burgués (...) este derecho igual sigue llevando implícita una limitación burguesa. El derecho de los productores es proporcional al trabajo que han rendido; la igualdad, aquí, consiste en que se mide por el mismo rasero: por el trabajo. Pero unos individuos son superiores física o intelectualmente a otros y rinden, pues, en el mismo tiempo, más trabajo, o pueden trabajar más tiempo; y el trabajo, para servir de medida tiene que determinarse en cuanto a duración o intensidad, de otro modo deja de ser una medida. Este derecho igual es un derecho desigual para trabajo desigual. No reconoce ninguna distinción de clase, porque aquí cada individuo no es más que un obrero como los demás; pero reconoce, tácitamente, como otros tantos privilegios naturales, las desiguales aptitudes de los individuos, y, por consiguiente, la desigual capacidad de rendimiento. En el fondo es, por tanto, como todo derecho, el derecho de la desigualdad. El derecho sólo puede consistir, por naturaleza, en la aplicación de una medida igual; pero los individuos desiguales (y no serían distintos individuos si no fuesen desiguales) sólo pueden medirse por la misma medida siempre y cuando que se les enfoque desde un punto de vista igual, siempre y cuando que se les mire solamente en un aspecto determinado; por ejemplo, en el caso concreto, sólo en cuanto obreros, y no se vea en ellos ninguna otra cosa, es decir, se prescinda de todo lo demás. Prosigamos: unos obreros están casados y otros no; unos tienen más hijos que otros, etc., etc. A igual rendimiento y, por consiguiente, a igual participación en el fondo social de consumo, unos obtienen de hecho más que otros, unos son más ricos que otros, etc. Para evitar todos estos inconvenientes, el derecho no tendría que ser igual, sino desigual” (Marx 1875, p. 15) 13 118 tales como la propuesta de un derecho a una renta básica universal, surgido precisamente en el contexto del marxismo analítico (vid. Gargarella 1999 ). O en las políticas en favor de la igualdad que utilizan estrategias como la llamada “acción afirmativa” o “discriminación inversa” y que, se sepa o no, bien pueden interpretarse como un intento por superar las limitaciones que Marx veía en el Derecho de la fase de la transición a la sociedad comunista. Sólo que, en contra de lo que él pensaba, el Derecho sí que puede ser “desigual” 14. existencia, los hombres entran en relaciones determinadas, necesarias, independientes de su voluntad; estas relaciones de producción corresponden a un grado determinado de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales. El conjunto de estas relaciones de producción constituye la estructura económica de la sociedad, la base real, sobre la cual se eleva una superestructura jurídica y política y a la que corresponden formas sociales determinadas de conciencia. El modo de producción de la vida material condiciona el proceso de vida social, política e intelectual en general. No es la conciencia de los hombres la que determina la realidad; por el contrario, la realidad social es la que determina su conciencia. Durante el curso de su desarrollo, las fuerzas productoras de la sociedad entran en contradicción con las relaciones de producción existentes, o, lo cual no es más que su expresión jurídica, con las relaciones de propiedad en cuyo interior se habían movido hasta entonces. De formas de desarrollo de las fuerzas productivas que eran, estas relaciones se convierten en trabas de estas fuerzas. Entonces se abre una era de revolución social. El cambio que se ha producido en la base económica trastorna más o menos lenta o rápidamente toda la colosal superestructura.Al considerar tales trastornos importa siempre distinguir entre el trastorno material de las condiciones económicas de producción –que se debe comprobar fielmente con ayuda de las ciencias físicas y naturales- y las formas jurídicas, políticas, religiosas, artísticas o filosóficas; en una palabra, las formas ideológicas, bajo las cuales los hombres adquieren conciencia de este conflicto y lo resuelven. Así como no se juzga a un individuo por la idea que él tenga de sí mismo, tampoco se puede juzgar tal época de trastorno por la conciencia de sí misma; es preciso, por el contrario, explicar esta conciencia por las contradicciones de la vida material, por el conflicto que existe entre las fuerzas productoras sociales y las relaciones de producción. Una sociedad no desaparece nunca antes de que sean desarrolladas todas las fuerzas productoras que pueda contener, y las relaciones de producción nuevas y superiores no se sustituyen jamás en ella antes de que las condiciones materiales de existencia de esas relaciones hayan sido incubadas en el seno mismo de la vieja sociedad. Por eso la humanidad no se propone nunca más que los problemas que puede resolver, pues, mirando de más cerca, se verá siempre que el problema mismo no se presenta más que cuando las condiciones materiales para resolverlo existen o se encuentran en estado de existir. Esbozado a grandes rasgos, los modos de producción asiáticos, antiguos, feudales y burgueses modernos pueden ser designados como otras tantas épocas progresivas de la formación social económica. Las relaciones burguesas de producción son la última forma antagónica del proceso de producción social, no en el sentido de un antagonismo individual, sino en el de un antagonismo que nace de las condiciones sociales de existencia de los individuos; las fuerzas productoras que se desarrollan en el seno de la sociedad burguesa crean al mismo tiempo las condiciones materiales para resolver este antagonismo. Con esta formación social termina, pues, la prehistoria de la sociedad humana” (p. 37-38) . Se trata, de nuevo, de una serie de ideas que necesitan ser revisadas en diversos sentidos. 119 Por ejemplo, Juan Ramón Capella ha señalado que la palabra “correspondencia” (que aparece usada en el anterior texto y en otros de Marx y de Engels), es, cuando menos, inadecuada: “la ‘correspondencia’ de las relaciones de producción con el grado de desarrollo de las fuerzas productivas ha de verse como un límite a la variedad de modelos de relaciones de producción viables puesto por el grado de desarrollo de las fuerzas productivas, y no como un paralelismo de hechos históricos” (Capella 1993, p. 162). Que el saber científico y tecnológico es también una fuerza productiva, lo que no habría sido percibido (o suficientemente percibido) por Marx; ello habría llevado a cierto marxismo a “atribuir la causación de cualquier aspecto de las relaciones político-jurídicas o de la conciencia social directamente a la base económica” (p. 164) cuando, en su opinión, “los fenómenos sobreestructurales sólo se vinculan con la base a través de innumerables pasos intermedios (...) la determinación opera más bien negativamente, como un límite a lo sobreestructuralmente posible dada una base material” (p. 166). O, en fin, que resulta necesario corregir lo que Marx (y Engels) entendía(n) por “base”, puesto que “hoy sabemos (...) que las relaciones de tipo ecológico, entre los grupos sociales y su medio, son más básicas o fundamentales que las relaciones sociales de producción” (p. 166). Boaventura Santos es todavía más crítico en relación con el esquema basesuperestructura, que se correspondería con la distinción clásica sociedad civilEstado político y que Marx habría invertido en relación con el uso que de la misma había hecho Hegel ( para –el joven- Marx es la sociedad, entendida en términos económicos, lo que determina el Estado, y no al revés) pero no superado: “...como estaba empeñado en discutir la economía clásica en su propio terreno, Marx cayó en la trampa de la separación entre economía y política y terminó por reducir la política y el derecho a la acción estatal. No consiguió percibir en qué sentido real (y no sólo metafórico) las “relaciones económicas” eran también relaciones marcadamente políticas y jurídicas en su constitución estructural. La metáfora de la base económica que sustenta la superestructura política y jurídica no es, por lo tanto, una distorsión completa del pensamiento de Marx, como se ha hecho creer recientemente” (Santos 1998, pp. 143-144). Por eso, Santos propone una alternativa conceptual a la de Marx: las sociedades capitalistas son formaciones políticas constituidas por cuatro modos básicos de producción de poder que se articulan de maneras específicas. Habría así, en su esquema, un espacio doméstico, un espacio de la producción, un espacio de la ciudadanía y un espacio mundial. Cada espacio estructural es un fenómeno complejo constituido por cinco componentes elementales: una unidad de práctica social, una forma institucional preferida, un mecanismo de poder, una forma de Derecho y un modo de racionalidad. Así, el mecanismo de poder de cada uno de esos espacios sería, respectivamente: el patriarcado, la explotación, la dominación y los intercambios desiguales; y las formas de Derecho: el Derecho doméstico, el Derecho de la producción, el Derecho territorial y el Derecho sistémico15. Pues bien, por más que pueda haber buenas razones para abandonar el esquema basesuperestructura, al menos tal y como lo configuró Marx, hay también una serie Véase el esquema que aparece en Santos 1998, p. 149 y ss. Prescindo de las revisiones a ese esquema introducidas por Santos en otros trabajos suyos posteriores. 15 120 de elementos que subyacen al mismo y que son de un gran valor para la teoría del Derecho. Dicho en pocas palabras: la lectura de Marx lleva a subrayar el carácter social e históricamente condicionado del Derecho, que la teoría jurídica al uso tiende más bien a descuidar. En efecto, el Derecho no es un fenómeno que pueda estudiarse (comprenderse) de manera autónoma, desconectado de los otros elementos del conjunto social. Por eso mismo, la teoría del Derecho no puede elaborarse simplemente siguiendo el modelo de las ciencias formales y dando la espalda al conocimiento social. Conceptos como los de “trabajo”, “conflicto”, “poder”, “necesidad social”... son , si se quiere, prejurídicos, pero imprescindibles para construir una teoría explicativa y crítica del Derecho. E, igualmente, la dimensión histórica del Derecho no puede dejar de reflejarse en el análisis, la crítica y la elaboración de los conceptos jurídicos. Así, la asimilación (crítica) de la obra de Marx lleva, me parece, a ponerse en guardia frente a la pretensión de elaborar una teoría completamente general del Derecho (válida para cualquier sistema jurídico) que correría el riesgo (ideológico) de no servir para dar cuenta de (y para permitir operar con sentido en el contexto de) los Derechos en cuanto fenómenos reales (y contrapuestos a las “construcciones del objeto” realizadas por la teoría). Y lleva también a pensar que el debate actual sobre el positivismo jurídico no es simplemente un debate “teórico” en el que se trata de elucidar el grado de acierto de los positivistas a la hora de construir la tesis de las fuentes sociales del Derecho o de la separación entre el Derecho y la 16 moral. El argumento de fondo para no ser hoy positivista es, propiamente hablando, historicista: el positivismo jurídico no es exactamente una concepción falsa del Derecho, sino una concepción que no permite dar cuenta del (o incluso que se vuelve un obstáculo para el) desarrollo de los ordenamientos jurídicos en la dirección de lo que suele llamarse “constitucionalismo” (vid. Atienza y Ruiz Manero 2006). 3.5 Hoy no es infrecuente leer –y entre autores más o menos próximos al marxismo- que el mensaje más importante que cabe encontrar en la obra de Marx es de naturaleza moral o, cuando menos, que el elemento moral de su filosofía es de gran relevancia16. Esto parece realmente paradójico en relación con un autor que adoptó una actitud que, como poco, habría que calificar como de sospecha en relación con el uso de expresiones como “justicia”, “deber”, “moral” o “derechos humanos”. Por poner algunos ejemplos: Cuando el comunista “utópico” Weitling participaba en 1846 en una reunión del Comité de Correspondencia que se celebraba en la casa de Marx, éste replicaba a las apelaciones a “la justicia, la solidaridad y la ayuda mutua fraternal” formuladas por Weitling con un fulminante: “¡nunca jamás ayudó la ignorancia a nadie!”. En El 18 Brumario de Luis Bonaparte, Marx escribió que el lema “liberté, égalité, fraternité” que presidía la república francesa salida de la revolución de 1848 no significaba otra cosa que las “inequívocas” palabras: “¡infantería, caballería, artillería!”. Y, en fin, a lo largo prácticamente de toda su vida Vid., por ejemplo, Capella 1993, p. 181, referido a El Manifiesto; o Gargarella 1999, p. 123, en relación con los marxistas analíticos. 121 (desde los tiempos de Miseria de la filosofía hasta los de El Capital) Marx se enfureció ante los intentos de Proudhon de basar el socialismo en la “justicia”, en la “igualdad”, etc. (vid. Atienza 1983, p. 5). A ello cabe replicar, desde luego (como hace tiempo señaló, entre otros, Aranguren en España; vid. Atienza 1983, p.6), que en toda la obra de Marx late un fuerte impulso moral y que en todos sus escritos abundan los juicios morales, aunque sea implícitamente. Pero, en todo caso, lo que podría considerarse como novedoso (o relativamente novedoso) en nuestros días es la tendencia (entre los autores neomarxistas o más o menos próximos a Marx) a subrayar el aspecto ético de su obra, en lugar del científico, el revolucionario, etc. En realidad, la actitud de sospecha de Marx frente al uso del lenguaje moral estuvo unida en su obra a concepciones de metaética de tipo no cognoscitivista; o sea, Marx parece haber considerado que el discurso 122 de la moral no pertenecía al campo de la racionalidad, sino –digámoslo claramenteal de la ideología. Por ello también, la actitud de Marx en relación con los derechos humanos fue, en el mejor de los casos, ambigua: por un lado, se refirió siempre a ellos (como se ha dicho) en términos sarcásticos pero, por otro lado, no dejó de otorgarles una gran importancia práctica. Marx no adoptó, de todas formas, el mismo punto de vista sobre los derechos humanos en todas sus obras. Aunque existe una importante continuidad en la evolución de su pensamiento, en el mismo cabría distinguir tres periodos: Tras una corta etapa (hasta 1843) de defensa de los derechos humanos del liberalismo, el “joven Marx” mantiene una actitud inequívocamente hostil hacia los derechos humanos que interpreta como un aspecto más de la alineación humana17. Posteriormente, en una fase que puede centrarse en el Manifiesto y que iría hasta 1852, su postura es esencialmente ambigua: por un lado, otorga una gran importancia 17 El texto fundamental es La cuestión judía (1844), en donde Marx contrapone la “emancipación política” defendida por Bruno Bauer (que va ligada al acceso -por parte de los judíos- de los derechos humanos-) a la “emancipación humana” o “emancipación real”. He aquí algunos pasajes significativos de esa obra: “Detengámonos un momento a examinar los llamados derechos humanos, los derechos humanos en su auténtica forma, en la forma que les confirieron sus descubridores, los norteamericanos y franceses. En cierto modo esos derechos humanos son derechos políticos, derechos que sólo pueden ejercerse en comunidad con el resto de los hombres. Su contenido es la participación en la comunidad, y concretamente en la comunidad política, en el Estado. Esos derechos humanos entran en la categoría de la libertad política, en la categoría de los derechos cívicos, que no presuponen, ni mucho menos, como hemos visto, la abolición absoluta y positiva de la religión, ni tampoco, consecuentemente, y a modo de ejemplo, la del judaísmo. Queda por considerar la otra parte de los derechos humanos, los droits de l´homme, en cuanto que diferentes de los droits du citoyen. “ (Marx 1844.1, p. 241) “Los droits de l´homme, los derechos del hombre, en cuanto tales, se distinguen así de los droits du citoyen, de los derechos del ciudadano. ¿Quién es el homme distinto del citoyen? Ni más ni menos que el miembro de la sociedad burguesa. ¿Por qué al miembro de la sociedad burguesa se le llama “hombre”, simplemente hombre, y por qué sus derechos se llaman derechos del hombre? ¿Cómo se explica esto? Podemos explicarlo remitiéndonos a las relaciones entre el Estado político y la sociedad burguesa, a la ausencia o a la falta de la emancipación política. En primer lugar constatamos el hecho de que los llamados derechos del hombre, los droits de l´homme en cuanto distintos de los droits du citoyen, no son sino los derechos del miembro de la sociedad burguesa, es decir, del hombre egoísta, del hombre separado del hombre y de la comunidad (...). Así pues, la libertad es el derecho de hacer o ejercitar todo lo que no perjudica a los demás. Los límites entre los que uno puede moverse sin dañar a los demás están establecidos por la ley, del mismo modo que la empalizada marca el límite o la división entre las tierras. Se trata de la libertad del hombre en cuanto mónada aislada y replegada en sí misma (...) Así pues, el derecho del hombre a la propiedad privada es el derecho a disfrutar de su patrimonio y a disponer de él abiertamente (á son gré), sin atender al resto de los hombres, independientemente de la sociedad (...) La égalité, considerada aquí en su sentido no político no es otra cosa que la igualdad de la liberté más arriba descrita, a saber, que todo hombre se considere por igual mónada y a sí misma se atenga (...) El concepto de la seguridad no hace que la sociedad burguesa supere su egoísmo. La seguridad es, por el contrario, la garantía de ese egoísmo. Ninguno de los llamados derechos humanos trasciende, por lo tanto, el hombre egoísta, el hombre como miembro de la sociedad burguesa, es decir, el individuo replegado en sí mismo, en su interés privado y en su arbitrariedad privada y disociado de la comunidad. Muy lejos de concebir al hombre como ser genérico, estos derechos hacen aparecer, por el contrario, la vida genérica misma, la sociedad, como un marco externo a los individuos, como una limitación de su independencia originaria. El único nexo que los mantiene en cohesión es la necesidad natural, la necesidad y el interés privado, la conservación de su propiedad y de su persona egoísta. (Marx 1844. 1, pp.242-245) “La emancipación política es la reducción del hombre, de una parte, a miembro de la sociedad burguesa, al individuo egoísta independiente, y, de otra parte, al ciudadano del Estado, a la persona moral. Sólo cuando el hombre individual real reincorpora a sí al ciudadano abstracto y se convierte como hombre individual en ser genérico, en su trabajo individual y en sus relaciones individuales; sólo cuando el hombre ha reconocido y organizado su “forces propes” como fuerzas sociales y cuando, por lo tanto, no desglosa ya de sí la fuerza social bajo la forma de fuerza política, sólo entonces se lleva a cabo la emancipación humana” (Marx 1844.1, p. 249) práctica a la conquista de ciertos derechos humanos por parte del proletariado pero, por otro lado, los reduce a la categoría de medios y no los considera como fines en sí mismos: les concede un valor más bien político que ético. Finalmente, en su etapa propiamente de madurez, a partir de 1853, y aunque no desaparezca del todo la anterior ambigüedad, la postura de Marx se va decantando para dar un valor cada vez mayor a los derechos humanos, al tiempo que aparecen cambios teóricos importantes como el abandono de la tesis de la extinción del Derecho y del Estado, que resulta sustituida por la del carácter simplemente subordinado de la superestructura jurídicopolítica (vid. Atienza 1983, p.20). De manera que, aunque Marx no viera en los derechos humanos realidades dotadas de valor moral, sino instrumentos políticos, ello no significa que fuera exactamente un enemigo de los derechos humanos, de la libertad y la igualdad del mundo moderno. Su tesis es que constituían un gran progreso en relación con la etapa anterior (la del feudalismo), pero quedaban fuera del objetivo final, no formaban parte de su proyecto emancipatorio, de la sociedad socialista; o, al menos, de su núcleo central. Por lo demás, al mostrar las conexiones entre las ideas de libertad e igualdad de todos los hombres y las propias necesidades del sistema capitalista, Marx dio una explicación materialista de los derechos humanos y puso de manifiesto el carácter histórico y no metafísico de esta noción. Además, se dio cuenta de que los derechos humanos, las libertades burguesas, eran una de las principales contradicciones generadas por el capitalismo y pensó que su desarrollo y realización podían hacer de ellos una palanca fundamental para acabar con el propio sistema capitalista. Todo ello lleva, en definitiva, a la idea de que en la obra de Marx pueden encontrarse elementos de gran importancia para quien pretenda elaborar una teoría del Derecho que otorgue un lugar central a los derechos humanos. Pero esos elementos son esencialmente críticos, negativos, y no permiten desarrollar plenamente el potencial emancipador de los derechos humanos. Marx (y el marxismo) se ha visto aquí lastrado por ciertas tesis como la de la separación entre el Estado y la sociedad civil, el economicismo (presente, al menos, en algunos de sus textos fundamentales), la consideración de la llegada del socialismo como una necesidad objetiva y, sobre todo, una concepción escéptica del Derecho y de la ética (y, por tanto, de los derechos humanos). La defensa del objetivismo ético (al menos, de un objetivismo mínimo) es condición necesaria para el desarrollo teórico y práctico de los derechos humanos. En la tradición que representa Marx hay, además, una serie de elementos que permitirían fundamentar (objetivamente) una serie de principios que, sin sustituir a los de inspiración liberal, podrían contribuir a corregir la situación actual de desequilibrio a favor de los derechos “individuales” frente a los derechos “sociales”. Esos principios (contrapuestos dialécticamente a los de inviolabilidad de la persona humana, autonomía y dignidad18), serían los siguientes: el principio de las necesidades básicas, según el cual todos los seres humanos tienen ciertas necesidades elementales (por ejemplo, la de alimentarse) que gozan de prioridad frente a las necesidades, que no sean básicas, de los otros seres humanos; Tal y como los formula Nino (1984) serían: el principio de la inviolabilidad de la persona humana que prohíbe que se puedan imponer cargas o sacrificios a ciertos individuos sin contar con su consentimiento efectivo y sobre la base de que redundan en beneficio de la mayoría de la población; el principio de la autonomía de la persona que prescribe al Estado permanecer neutral respecto a los planes de vida individuales y a los ideales de excelencia humana y limitarse a facilitar la persecución de dichos planes e impedir la interferencia mutua en el curso de la misma; y el principio de la dignidad que obliga a juzgar y tratar a las personas de acuerdo con sus acciones voluntarias y no según otras propiedades y circunstancias como su raza, su sexo, sus creencias, etc. 18 123 el principio de cooperación según el cual el desarrollo máximo y deseable del ser humano exige una cooperación activa por parte de los demás y, en particular, por parte de las instituciones sociales (estatales o no); el principio de solidaridad que establece que cualquier ser humano sólo tiene derecho a un grado de desarrollo y de goce de bienes que no imposibilite a los demás alcanzar un grado de desarrollo equivalente (vid. Atienza 2001, p.223). En mi opinión, las ideas antes recogidas (e interpretadas de la manera señalada) no solamente son compatibles con una teoría del Derecho adecuada para los sistemas jurídicos de nuestros Estados constitucionales, sino que constituyen un elemento esencial de la misma. En particular, me parece que tienen gran valor para la construcción de una teoría del Derecho para el mundo latino que, en un escrito reciente, he tratado de condensar en estos diez puntos (Atienza 2007): 4 1) Si el Derecho –como alguna vez se ha escrito- es “una gran acción colectiva que transcurre en el tiempo”, una práctica social, entonces la teoría del Derecho tiene, de alguna manera, que formar parte de esa práctica. Una consecuencia de ello es que el teórico del Derecho no puede ser ajeno a los valores de esa práctica, ni puede tampoco concebir su participación en la misma en términos puramente individuales. Lo que debería guiar nuestro trabajo, en definitiva, no es el afán de originalidad, sino de participar cooperativamente con otros en la mejora de esa práctica. Lo que he pretendido señalar en los anteriores puntos se podría sintetizar diciendo que la lectura de la obra de Marx podría surtir un efecto beneficioso en la teoría del Derecho, en la medida en que contribuiría a una orientación de la misma en un sentido más pragmatista, funcional, crítico, materialista, incardinado en una concepción global de la sociedad, abierto hacia las ciencias sociales y comprometido con un proyecto político-ético de emancipación humana. Ello –insistamos una vez más- supone una lectura crítica y, por así decirlo, selectiva, de un autor clásico. Y una de las razones para leer a los clásicos (aparte de que uno siempre encuentre en ellos, en sus obras, nuevos sentidos) es que el lector no tiene por qué aceptar todo lo que aquellos hayan escrito o hayan significado en la historia del pensamiento. De la misma manera que es recomendable leer la Ética a Nicómaco o la Retórica de Aristóteles sin que, naturalmente, ello presuponga ninguna aceptación de la esclavitud o de la teoría de los silogismos en bloque, uno puede leer a Marx –y obtener de ello un provecho considerable- sin necesidad de pensar que el comunismo es un estadio necesario en el desarrollo de la historia, que el Derecho y el Estado están destinados a extinguirse, etc. 124 2) La elaboración de una teoría del Derecho completamente general, válida para cualquier sistema jurídico, es una empresa de valor limitado. Pero, además, no es nada obvio que la teoría jurídica al uso, el paradigma anglo-americano dominante (positivista o no), sea verdaderamente general. Por eso, ante el riesgo cierto de que la globalización en la teoría del Derecho responda más bien a lo que se ha llamado la “globalización de un localismo”, podría ser de interés desarrollar teorías del Derecho -digamos- “regionales”, de acuerdo con los diversos círculos de cultura hoy existentes. El multilateralismo parece una estrategia deseable, y no sólo en el ámbito de la política internacional. 3) Los países latinos, de Europa y de América, constituyen uno de esos círculos culturales. Aunque con niveles de desarrollo económico, político, científico, tecnológico, etc. diferentes, esos países son sumamente afines desde el punto de vista de sus sistemas jurídicos y de sus lenguas, poseen una rica tradición de pensamiento jurídico y en todos ellos el Estado constitucional opera como un ideal regulativo para el desarrollo del Derecho y de la cultura jurídica. En muchos de esos países la filosofía del Derecho ocupa hoy un lugar académicamente destacado, lo que explica que exista un buen número de cultivadores de la disciplina con un alto nivel de competencia “técnica”. ¿Cómo explicar entonces que la producción iusfilosófica se limite en buena medida a comentar o discutir ideas y teorías surgidas en otros ámbitos culturales y destinadas también muchas veces a tratar con problemas característicos de esos otros ámbitos? 4) Lo anterior no es una invitación al localismo en la teoría del Derecho, sino a distinguir lo pura o fundamentalmente local y lo que tiene -o puede tener- un valor genuinamente general o universal (en relación, al menos, con el universo del Estado constitucional). Las teorías iusfilosóficas de ámbito regional podrían configurar una útil mediación ente lo local y lo universal y contribuir así a una globalización más equilibrada en la teoría del Derecho. 5) La filosofía del Derecho no es un género retórico, pero una forma equivocada de practicar la teoría jurídica consiste en desentenderse de quiénes son los destinatarios de los escritos iusfilosóficos y de quiénes pueden hacer uso de las ideas que se encuentran en ellos. Quizás no tenga sentido producir obras destinadas únicamente a otros filósofos del Derecho, y menos aún cuando sus destinatarios directos parecerían ser intelectuales a los que todo lo que se genera fuera de su ámbito cultural les es ajeno. 6) Otro error, que frecuentemente va de la mano del anterior, es el de olvidar que una teoría del Derecho sólo merece la pena si se ocupa de problemas relevantes y que esa relevancia viene fijada por los intereses de la comunidad jurídica ampliamente entendida. Además de algún otro factor de carácter exógeno, no es absurdo pensar que la falta de atención a los problemas y a los destinatarios puede constituir la principal explicación de la insatisfactoria situación de la filosofía del Derecho en los países latinos: un (al menos en muchos casos) alto nivel de sofisticación técnica y una (en general) escasa influencia en la cultura jurídica y en la práctica del Derecho de sus respectivos países. 7) Un modelo de teoría del Derecho pragmáticamente útil y culturalmente viable en nuestros países bien podría consistir en combinar estos tres ingredientes: método analítico, objetivismo moral e implantación social. Cada uno de ellos está especialmente vinculado a una de las grandes concepciones del Derecho bajo las cuales se suele clasificar, entre nosotros, a los filósofos del Derecho: el positivismo jurídico, el iusnaturalismo y la teoría crítica del Derecho. 8) Positivismo jurídico y filosofía analítica no son, obviamente, términos sinónimos pero, dada la estrecha vinculación existente entre ambos, es razonable considerar que el método analítico es uno de los aspectos más valiosos que el positivismo jurídico puede dejar como herencia a la cultura 125 jurídica. Ese método suele cifrarse en el uso y aceptación de ciertas distinciones (por ejemplo, entre enunciados descriptivos y prescriptivos, o entre explicar y justificar) que, por lo demás, no deberían entenderse en un sentido rígido: entre lo descriptivo y lo prescriptivo pueden existir “puentes” y explicar una decisión puede contribuir notablemente a su justificación. 9) Algo parecido puede decirse de la relación entre el iusnaturalismo y el objetivismo moral y la unidad de la razón práctica, si bien la manera más adecuada de sostener estas dos últimas tesis no consiste en recurrir al Derecho natural, sino a alguna forma de procedimentalismo o constructivismo moral. En todo caso, las dos principales razones para rechazar el no cognoscitivismo ético (y el relativismo, pero obviamente no como posición de ética descriptiva) son: 1) no permite reconstruir aspectos importantes de la práctica jurídica (en particular, de la justificación de las decisiones judiciales); 2) es autofrustrante. La alternativa debería ser un objetivismo moral (mínimo) que, frente al relativismo, defienda la tesis de que los juicios morales incorporan una pretensión de corrección y, frente al absolutismo, la de que los juicios morales (como los de los tribunales de última instancia) incorporan razones últimas (en el razonamiento práctico), pero abiertas a la crítica y, por tanto, falibles. 10) Los aspectos más valiosos de las teorías críticas del Derecho giran en torno a la necesidad de insertar el Derecho (y la teoría del Derecho) en el medio social y plantearse su potencial de transformación social. Esa concepción (o una cierta manera de entenderla) muestra así la necesidad de que la teoría del Derecho incorpore ciertas categorías que generalmente quedan fuera del análisis (conflicto, trabajo, poder, necesidad social), asuma el carácter histórico del Derecho y de las categorías jurídicas y preste atención a los elementos desigualitarios e ideológicos del Derecho (también de los Derechos del Estado constitucional). REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS* : Atienza 1983: Manuel Atienza, Marx y los derechos humanos, Mezquita, Madrid (2º ed. Ed. Palestra, Lima, 2008). Atienza 2001: Manuel Atienza, El sentido del Derecho, Ariel, Barcelona. Atienza 2007: “Is legal positivism a sustainable legal theory?”( también en M. Atienza, Ideas para una filosofía del Derecho. Una propuesta para el mundo latino, Universidad Inca Garcilaso, Lima, 2008) Atienza y Ruiz Manero 1993: Manuel Atienza y Juan Ruiz Manero, Marxismo y filosofía del Derecho, Fontamara, México. 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Villoro 1989: Luis Villoro, Ideología y ciencias sociales, UNAM, México. * Las obras de Marx llevan la fecha de su publicación original y, en los casos en que se publicaron póstumamente, la de su redacción 127 TRATAMIENTO LEGAL DEL DELITO DE TRATA DE PERSONAS EN EL PERÚ VÍCTOR YURI DÍAZ TORRES ABOGADO DEFENSOR DE OFICIO DE FAMILIA ESPECIALISTA EN DERECHOS HUMANOS - UNIVERSIDAD CENTRAL DE VENEZUELA Consideraciones preliminares Estimaciones de la oficina contra la droga y el delito de las naciones unidas (ONUDD), señalan que cerca de 700 mil personas son transportadas cada año entre las fronteras para ser objeto de trabajos forzados y explotación sexual en su mayoría mujeres, niñas y niños, concluyo el primer encuentro ínter fronteras realizado este año entre Chile y Perú.1 La trata de personas es un fenómeno social y como tal no esta ajeno a los fenómenos históricos que rigen a nuestra sociedad. El delito de trata de seres humanos es tan antiguo como el origen mismo de la sociedad. Su estudio podría remontarse a los albores de la sociedad esclavista cuando los grandes señores, dueños de la tierra, en la necesidad de contar con mano de obra que de forma a sus tierras, se veían involucrados en la compra y venta de seres humanos como si fueran objetos. No existe un momento específico en la historia de la humanidad donde se empiece a tener una noción clara de su significado e importancia. Sin embargo las primeras referencias formales a este delito las podemos encontrar en los instrumentos internacionales elaborados, por la Organización de Naciones Unidas; sin descartar que organismos regionales como la organización de estados americanos (OEA), o la Unión Europea (UE), hayan tratado este tema de forma párela y con la misma rigurosidad científica. Inicialmente el término “trata” se uso para hacer referencia al “comercio de mujeres blancas provenientes de Europa alrededor del año 1900…la migración voluntaria de mujeres blancas provenientes de Europa a países Árabes y Orientales como concubinas o prostitutas se constituyó en una especial preocupación para los hombres y mujeres de la clase media europea, al igual que para los gobiernos.”2 Hoy en día la trata de personas es considerada como la esclavitud del siglo 21, es decir ya no se utilizan las antiguas formas de explotación crueles, inhumanas y degradantes, por el contrario ahora las han perfeccionado y reemplazado por formas más sutiles, pero igual de perversas e inhumanas que las de antaño. Antes de continuar se hace necesario precisar los alcances de los términos básicos de trata y trafico de personas a fin de poder entender sus alcances. A. Definición El protocolo para prevenir, reprimir y sancionar la trata de personas, especialmente mujeres y niños que complementa la Convención de las Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada Internacional en su artículo 3, apartado a) señala “…Por “trata de personas” se entenderá la captación, el transporte, el traslado, la acogida o la recepción de personas recurriendo a la amenaza o al uso de la fuerza u otras formas de coacción, al rapto, al fraude, al engaño, al abuso de poder o de una situación de vul- Tomado del Web Site ONG Raíces-Chile, Síntesis Primer encuentro Inter. Frontera Perú – Chile.www.redlamyc.info/Eventos/Sintesis%20Primer%20Enc uentro%20Interfrontera%20Peru%20Chile.doc 2 Manual de Derechos Humanos y Trata de Personas: Alianza Global Contra la Trata de Mujeres (GAATW), 2ª edición, Bogotá, Colombia, 2003, p. 32. 3 Manual para la lucha contra la trata de personas: Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD), Nueva York, Naciones Unidas, 1 128 nerabilidad o a la concepción o recepción de beneficios par0a obtener el consentimiento de una persona que tenga autoridad sobre otra, con fines de explotación. Esa explotación incluirá como mínimo, la explotación de la prostitución ajena u otras formas de explotación sexual...” B. Diferencias de los Términos Trata y Tráfico de Personas. Aunque en su forma estos dos términos aparentan ser lo mismo, la práctica cotidiana nos demuestra que existen contrastes que los hacen distintos. En ese sentido, la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD) sostiene que tanto la trata de personas como el tráfico ilícito de migrantes “…son delitos distintos, pero representan problemas penales en parte coincidentes. Sus definiciones jurídicas contienen elementos comunes. En los casos reales puede haber elementos de ambos delitos o mutación de un delito a otro…3 TRATA DE PERSONAS TRÁFICO ILÍCITO DE MIGRANTES • Es un delito contra la persona y una amenaza a la seguridad humana. • Puede ser o no de carácter transnacional. No es necesario traspasar fronteras nacionales. • No hay consentimiento y si lo hubo este ha sido viciado por el uso de la coacción, engaño o abuso de poder o situación de vulnerabilidad. • La fuente de ingresos es producto de la explotación de las victimas objeto de trata. • Las victimas tienen derecho a obtener estatus de residentes. •Es un delito contra el estado, es decir constituye una amenaza la seguridad nacional • Es de carácter transnacional. Su consumación esta supeditada al traspasar a las personas una o más fronteras nacionales. • Existe consentimiento de las victimas o migrantes, pudiendo estar viciado por uso del engaño u otra situación similar. • La fuente de ingresos es el precio pagado por el migrante ilegal. • Las victimas deben ser repatriadas a sus países de origen. Marco Normativo Nacional En el plano nacional el delito de trata de personas se encuentra tipificado en el art. 153 (Define el termino trata de personas y su modalidades) y 153-A (Regula sus formas agravadas) del código penal, modificado por la ley Nº 28950, Ley Contra la Trata de Personas y el Tráfico Ilícito de Migrantes de fecha 16 de enero del 2007, dentro del capi- tulo de los delitos de violación de la libertad personal, en los términos siguientes: “…El que promueve, favorece, financia o facilita la captación, transporte, traslado, acogida, recepción o retención de otro, en el territorio de la republica o para su salida o entrada del país, recurriendo a: la violencia, la amenaza u otras formas de coacción, la privación de libertad, el fraude, el engaño, el abuso del poder o de una situación de vulnerabilidad, o la concesión o recepción de 2007, p.16, versión en español. 4 Nota de la Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, el Fondo de Naciones Unidas para la Niñez y la Organización 129 pagos o beneficios, con fines de explotación, venta de niños, para que ejerza la prostitución, someterlo a esclavitud sexual, obligarlo a mendigar, a realizar trabajos forzados, a la servidumbre, la esclavitud o prácticas análogas a la esclavitud u otras formas de explotación laboral, o extracción o tráfico de órganos o tejidos humanos…” “…La captación, transporte, traslado, acogida, recepción o retención de niño, niña o adolescente con fines de explotación se considerará trata de personas incluso cuando no se “recurra a ninguno de los medios señalados en el párrafo anterior….! A diferencia de otras legislaciones latinoamericanas nuestro país ha regulado este delito de manera amplia y tomando en cuenta lo dispuesto por el Protocolo para Prevenir, Reprimir y Sancionar la Trata de Personas, Especialmente Mujeres y Niños que complementa la Convención de las Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada Internacional (artículo 3, apartado a)), así como las recomendaciones de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH), el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM)4, quienes han reconocido la necesidad de ampliar el concepto de trata de personas incluyendo definiciones como trabajo forzado, servidumbre y esclavitud, demostrando que no es un problema que se limita solo a la prostitución. Por su parte Global Rights, considera que esta definición debe interpretarse conjuntamente con las notas interpretativas (Travaux Preparatoires) del mencionado protocolo. Finalmente, el legislador nacional al momento de elaborar la mencionada ley, nos da la sana impresión que no ha querido dejar opor- tunidad para que las bandas organizadas de tratantes puedan alegar su impunidad al establecer penas graduadas que van desde los ocho (08) a veinticinco (25) años. En el caso del tipo penal básico (art. 153), desde los ocho (08) hasta los quince años (15) y en su forma agravada (153-A) desde los doce (12) hasta los veinte (20) años si se trata de un funcionario público, promotor, integrante o representante de alguna organización tutelar o empresarial; exista pluralidad de victimas; poseer una edad entre los catorce (14) y diecisiete (17) años de edad; tener la calidad de cónyuge, conviviente, adoptante, tutor, curador, pariente hasta el cuarto grado de consaguinidad o segundo de afinidad o tener a la victima bajo su cuidado en el mismo hogar; o es cometido por dos o mas personas. Sin embargo en su párrafo siguiente las penas se vuelve más severas las penas si este produce la muerte, lesión grave o se ponga en inminente peligro a la vida y la seguridad de la victima, es menor de catorce (14) años de edad o padece de alguna discapacidad física o mental de manera temporal o permanente o si forma parte de una organización criminal. Además de estos artículos nuestro código penal también tipifica otros delitos afines relacionados a la explotación como: a. Delitos de explotación sexual 1. favorecimiento a la prostitución- artículo 179; 2. usuario- cliente- artículo 179- A; 3. rufianismo- artículo 180; 4. proxenetismo- artículo 181; 5. turismo sexual infantil - artículo 181- A; y, 6. pornografía infantil- artículo 183 - A. b. Delitos de explotación laboral 1. exposición a peligro de persona depen- Internacional de Migración en los borradores de los protocolos concernientes al contrabando de migrantes y Trata de Personas, 2000, A/AC.254/27. Disponible en: http://www.uncjin.org/Documents/Conventions/dcatoc/8session/27e.pdf 130 diente artículos 128 y 129; y, 2. violación de la libertad de trabajo- artículo 168. c. Delitos de extracción o tráfico de órganos y tejidos humanos 1. secuestro para obtener tejidos somáticos de la víctima- artículo 152 inciso 8) y último párrafo; y 2. tráfico de órganos y tejidos humanos- artículo 318-A El código penal también prevé el tráfico ilícito de migrantes en sus artículos 303-A Y 303-B modificado por la Ley Nº 28950- Ley contra la trata de personas y tráfico ilícito de migrantes, que prescriben lo siguiente Art. 303-A.-Trafico ilícito de migrantes. El que promueve, favorece, financia o facilita la entrada o salida ilegal del país de otra persona, con el fin de obtener directa o indirectamente, lucro o cualquier otro beneficio para si o para tercero, será reprimido con pena privativa de la libertad no menor de cuatro ni mayor de seis años. Art. 303-B.-Formas Agravadas De Tráfico ilícito de migrantes. La pena será no menor de cinco ni mayor de ocho años de pena privativa de libertad e inhabilitación conforme al artículo 36 incisos 1, 2, 3, 4 y 5 del Código Penal, cuando: 1. El agente como el hecho abusando del ejercicio de la función publica. 2. El agente es promotor, integrante o representante de una organización social, tutelar o empresarial, que aprovecha de esta condición y actividades para perpetrar este delito. 3. Exista pluralidad de victimas. 4. La victima tiene entre 14 y menos de 18 años de edad, o es incapaz. 5. El hecho es cometido por 2 o mas personas. 6. El agente es cónyuge, conviviente, adoptante, tutor, curador, pariente hasta el cuarto grado de consanguinidad o segundo de afinidad, o tiene a la victima a su cuidado por cualquier motivo o habitan en el mismo hogar. La pena será privativa de libertad no menor de 25 años cuando: 1. Se produzca la muerte de la victima, lesión grave que ponga en peligro la vida o la seguridad de los migrantes afectados. 2. Las condiciones de transporte ponen en grave peligro su integridad física o psíquica; 3. La victima es menor de 14 años de edad o padece temporal o permanentemente, de alguna discapacidad física o mental; 4. El agente es parte de una organización criminal; 5. El estado de abandono de menores de edad (Art. 248 del código de los niños y adolescentes) y la desaparición (artículo 7 del Reglamento de la ley Nº 28022, que crea el Registro Nacional De Información De Personas Desaparecidas, aprobado mediante Decreto Supremo N° 017-2003-IN) también podría devenir en situaciones de trata de personas. En Latinoamérica son pocos los países que poseen una legislación especifica sobre la materia, entre ellos se pueden citar: Bolivia, Ley Nº 3325, Trata y tráfico de personas y otros delitos relacionados de fecha 18 de enero 2006; Colombia Ley Nº 747, Por medio de la cual se hacen unas reformas y adiciones al Código Penal y la Ley 599 de 2000, se crea el tipo penal de trata de personas y se dictan otras disposiciones de fecha 19 julio del 2002; Ecuador, Ley contra la trata de Personas; con la excepción de los Estados Unidos de América quien posee una de las mas estrictas leyes anti - trata de personas como es la Ley de Protección a las Víctimas del Tráfico de Seres Humanos y la Violencia 2000. 131 LA RESPONSABILIDAD PENAL EN EL FÚTBOL JOSÉ HERNÁN NECIOSUP CHANCAFE ABOGADO CON ESTUDIOS DE MAESTRÍA EN CIENCIAS PENALES I.- Introducción, II.- El Fútbol y sus antecedentes, III.- Lesiones en el Fútbol, IV.- Responsabilidad Penal en el Fútbol, V.- A modo de conclusión. I.- Introducción. Con el propósito de trabajar en la labor de investigación y de alguna manera contribuir en la Literatura Jurídica, tengo a bien presentar el presente trabajo con el fin de poner luz en un tema tan oscuro como es: “La Responsabilidad Penal en el Fútbol”, tema en la actualidad muy discutido por los estudiosos del Derecho Penal, en el plano de la Doctrina Penal Internacional; sin haber logrado hasta la fecha un criterio homogéneo, hecho que se refleja en nuestro Ordenamiento Jurídico Penal Contemporáneo. “El Fútbol”, es sin duda, hoy por hoy, uno de los elementos integrantes de la vida moderna, que cumple una función social en la sociedad; Por eso su práctica y cultivo no escapa a ninguna sociedad del mundo; Porque a través del fútbol se logra un desarrollo físico, psíquico y moral de las personas; Así lo establece nuestro Ordenamiento Jurídico Deportivo. Sin embargo, el fútbol aparentemente pareciera no generar ningún problema de carácter jurídico penal, pero esto no es así, porque en su desarrollo casi siempre se producen daños contra la integridad corporal de los futbolistas sean estos en forma normal o anormal. Es por ello que en el presente trabajo de investigación se pretende explicar: ¿Cuándo un acto deportivo cae dentro de la Ley Penal y cuándo no?; es decir, ¿Una lesión producida en el fútbol 132 es delito o no? y ¿Por qué? II.-El Fútbol y sus antecedentes. Deporte y Justicia, pelota y balanza, parecen ser instituciones y símbolos que a primera vista no se asocian con facilidad. El estadio como un lugar de juego alegre, la Sala del Tribunal, como lugar de la administración de justicia. Nos encontramos aquí, pues, ante dos mundos muy diferentes. Y, sin embargo, aunque a su vez persigan fines distintos, tienen un elemento en común: La lucha por la victoria. En ese contexto surge la necesidad de proveer al fútbol de un marco jurídico adecuado, dentro del cual deberá desarrollarse el juego si ha de desvirtuarse en lesiones; Muy a pesar de que la actividad futbolística se desenvuelve dentro de las federaciones, que a su vez disponen de una jurisdicción propia que puede imponer sanciones; Este tipo de propuestas de crear un “ámbito jurídico libre” encontraría con seguridad el apoyo de todos aquellos que preferirían ver reducido el papel del Derecho, fomentando lo que afirmaba el Catedrático de la Facultad de Derecho de la Universidad de Friburgo de Brisgovia (República Federal de Alemania) ALBIN ESER, las regulaciones informales no estatales. Lo expuesto no quiere decir que por ello deba excluirse desde un principio y sin excepción alguna, cualquier jurisdicción futbolística de las federaciones; y ello implica que la autorización de sanciones federativas no se puede entender como un cese de la responsabilidad penal; En ese sentido, sea cual fuese la definición por la cual se opte de esta delicada relación entre la justicia estatal y la jurisdicción privada federativa, no suscita, por otro lado ninguna duda de que bajo un punto de vista material el Derecho Penal deba aplicar su carácter vinculante también al ámbito del deporte1. De lo comentado, conlleva señalar que el fútbol debe ser también preocupación de los estudiosos del Derecho Penal por las consecuencias que genera su desarrollo: Homicidios, lesiones, etc; que le consta al público al presenciar un encuentro futbolístico. Por otro lado la muerte o lesiones no sólo se limitan a los jugadores, sino también trasciende en el mismo público, azuzados muchas veces por seudos dirigentes irresponsables que tratan de crear enemigos donde sólo hay en realidad adversarios deportivos. NICK HOMBY, en su obra “Fiebre en las Gradas”, nos refiere sobre la mentalidad del hincha de fútbol que acude a los campos deportivos: “Es raro- dice él -, pero a diferencia del público de cualquier otro espectáculo, que paga una entrada a cambio de pasarlo bien, el aficionado al fútbol entra al estadio malhumorado, reprueba al árbitro y a los pocos minutos del partido está ya lanzando palabras soeces.” En ese contexto, el futbolista puede sufrir lesiones a veces mortales y también terceras personas que sin practicar actividades futbolísticas, resultan siendo víctimas: Así, por ejemplo, el espectador que sorprendido no puede esquivar la pelota que sale disparada del campo de juego y se ve lesionado en la cabeza2; En estos casos habrá que ver la impunidad no tanto en el ámbito del consentimiento, sino, más bien, en el de la imprudencia. Pero también puede darse el caso del espectador que incurre en un delito res- pecto al futbolista cuando lesiona con una botella lanzada al campo de juego. Incluso el árbitro puede ser víctima por un jugador o espectador. Por ello no es posible seguir pensando en el fútbol aisladamente; no es posible seguir creyendo ilusamente que los estadios son islas ajenas por completo a la problemática de nuestras ciudades; de allí que el Derecho Penal se debe hacer cargo de ello y está esencialmente obligado a prevenir y luego a reprimir los comportamientos antisociales de quienes concurren al recinto futbolístico, debido a que el fútbol, genera a su alrededor no solo satisfacciones y alegrías para protagonistas y espectadores, sino también actos de inusitada violencia y comportamientos claramente delictuales. Es difícil que los espectadores de un encuentro futbolístico, así como los mismos deportistas que en ella intervienen, sospechen la existencia de un problema jurídico y mucho menos el carácter penal de éste. ¿Qué posición adoptaría el Fiscal o el Juez Penal a quién le fuera presentada una denuncia por lesiones causadas en un encuentro futbolístico? ¿Podría invocar en su auxilio el presunto denunciante los artículos 121 al 124 del Código Penal Vigente, que castigan las lesiones? Si no lo son aplicables ¿Por qué razón? éste es el problema. III.- Lesiones en el Fútbol. El considerable aumento de encuentros futbolísticos en Europa, mas tarde en América, trajo como consecuencia múltiples accidentes ocasionados con motivo de su práctica; Los delitos de lesiones hasta los delitos de homicidios deportivos se hicieron cada vez Cfr. W. SCHILD, Das Strafrechtliche Problemem der Sportverletzungen, Jura (= Juristische Ausbildung), 1982,520 y ss; ZIPF, Einwilligung und Risikoübernahme im Strafrecht, 1970. p. 86 y ss. 2 Así la sentencia del OLG Karlsruhe NJW (= Neue Juristische Wochenschrift) 1982, 394 1 133 mas frecuentes y los diferentes medios de comunicación comenzaron a dar cuenta de accidentes ocurridos en las competencias futbolísticas, logrando de esta manera que entren en el campo de la discusión ciertos hechos que eran ajenos a la atención de los estudiosos. Salustiano González, comentarista del diario “El Mundo”, de Buenos Aires, autor de un enjundioso estudio sobre las leyes que gobiernan el fútbol, dice: “En 1691, era tan popular el fútbol, que ni el genial Shakespeare pudo sustraerse a su influencia como podemos darnos cuenta en su obra “La Comedia de las Equivocaciones”. ¿Es justificable o no las lesiones producidas en el fútbol? Para responder dicha interrogante debemos analizar las siguientes teorías: A.- Teoría Afirmativa. Esta corriente doctrinal exige para las lesiones futbolísticas un riguroso tratamiento jurídico, sosteniendo que deben castigarse siempre a título de dolo, de preterintencionalidad o de culpa. Dentro de esta teoría encontramos a Gefter Wondrich y Del Vecchio, quienes sostienen la enérgica sanción de las lesiones, siempre a título de dolo, culpa o preterintencionalidad, lo cual desde mi punto de vista es un error, por cuanto, si bien existe verdaderos delitos dolosos, culposos y preterintencionales en los encuentros futbolísticos, estos son distintos a las lesiones comunes tipificadas en el ordenamiento jurídico penal, sin embargo es menester resaltar la distinción que hacen los autores de un bloque de lesiones 134 producidos en los deportes violentos, como el fútbol, considerándolos “caso fortuito”. Por su parte Penso, afirma que es necesario la creación del llamado “Delito Deportivo” con un tratamiento distinto a las lesiones comunes; Esto es justo porque hoy por hoy no podemos darle el mismo tratamiento a este tipo de lesiones, con las lesiones comunes, por muchas razones, entre ellas, el elemento psicológico del futbolista es distinto, al elemento psicológico del agente de lesiones comunes. En el futbolista su elemento subjetivo intelectual o volitivo, está determinado por factores endógenos y exógenos (alteración del sistema nervioso determinado por el mismo desarrollo del juego y la influencia directa de la psicología del público, que determina al futbolista a cometer determinados delitos). Esto no ocurre con el agente que comete lesiones comunes, cuyo elemento intelectual y volitivo se hallan en forma normal; hecho que les permite distinguir el carácter delictuoso de su acción y de determinarse de acuerdo a ésta distinción, caso que no ocurrirá con las lesiones futbolísticas. En sintonía con ello concluyo la presente teoría afirmando, que ha logrado un buen desarrollo en cuanto a éste tema, pero su error fue ser muy riguroso y considerar delictivos los actos dolosos, culposos y preterintencionales causados en el fútbol y esto no es así, por cuanto éstos actos deportivos anormales con violación de las reglas de juego, son impunes por ser figuras distintas a las lesiones comunes establecidas en los diferentes códigos penales B.- Teoría Negativa. Esta constituida por subteorías que tratan de considerar en la doctrina a las lesiones futbolísticas irrelevantes para el Derecho Penal; Así tenemos: • Teoría de la Inexistencia de Dolo. Esta doctrina acepta el razonamiento de que como no hubo intención de producir lesiones, falta la voluntad criminal, el dolo; Por tanto no puede aplicarse pena alguna3. • Teoría de la Realización de un Fin Reconocido por el Estado. Von Listz4, en Alemania, uno de los primeros penalistas en ocuparse del tema de las lesiones causadas en juegos deportivos; así como Renato Garraud5, Angioni, y al parecer la Jurisprudencia Mexicana, acogen esta teoría. Jiménez De Asua6 la sigue igualmente, reconociendo la importancia de la posición de M.E.Mayer7; Peco, en la exposición de motivos del Proyecto Penal Argentino, se adhiere también a ella8. Según estos autores, la acción de los partícipes en un encuentro futbolístico, constituye un ataque a un interés jurídicamente protegido, la integridad corporal, pero la antijuricidad de esta acción desaparece por ser medio adaptado a la realización de uno de los fines reconocidos por el Estado. • Teoría de la Autorización Estatal de los Deportes mediante permiso de la Autoridad. Cecchi9 es uno de los defensores de esta teoría. Según esta dirección doctrinal, las lesiones inferidas en un encuentro futbolístico no se castigan porque falta la ilicitud de la acción, sino porque está autorizada la acción por leyes y reglamentos y por la autoridad gubernativa. El Código Penal Peruano de 1924, ha recogido esta teoría para justificar aquellas lesiones causadas en el fútbol, en cambio el actual Código Penal a descartado esta teoría y se inclina a la teoría del consentimiento (Art. 20, Inc.10). • Teoría del Consentimiento de la Víctima. Esta teoría, es tan complicada y cuestionada en la Doctrina Jurídico Penal, por cuanto si se quiere entender como causa de justificación, lleva a la afirmación de que faltan normas legales, y hay que razonar, de manera distinta en cada caso en que se presente la existencia del consentimiento. Dice Maggiore, ésta teoría es árida y fantástica, porque, hace pensar que el futbolista consciente una fractura del pie o clavícula; En ese sentido podemos decir que la mujer que yace con un hombre consciente morir en el parto. En realidad tiene razón el autor antes mencionado, porque ¿Cómo sostener que el futbolista quiere una lesión grave o una fractura? Esta causa de justificación ha sido recogida por nuestro Código Penal Vigente en su Inc.10, del Art.20, para justificar aquellas lesiones causadas no sólo en el fútbol sino también en los deportes violentos en general. El Inc.10 dice: “Está exento de responsabilidad penal, el que actúa con el consentimiento válido del titular de un bien jurídico de libre disposición”. V.- RESPONSABILIDAD PENAL EN EL FÚTBOL. En lo concerniente a que si ¿existe o no? Responsabilidad Penal en el Fútbol, tenemos entre los diversos criterios de los estudiosos del Derecho Penal; a: Maggiore, lug.citado, p.640, nota, menciona a Altavilla y Marciano como adheridos a esta teoría. En su “Lehrbach des stafrech”, 20.ed. traducido por Asúa. 5 GARRAUD, R: Presis de Droit criminal, 150, de parís, 1934. 6 JIMÉNEZ DE ASUA, L.:Rev.Jur.”La Libertad”, Univ.Madrid-España. 7 En el caso de las lesiones ocasionadas en los deportes más que el consentimiento tiene poderío el fin útil reconocido por el Estado. 8 PECO, J.:Proyecto del Código Penal , Buenos Aires, 1942, p.102 9 CECCHI,O.: Lesiones y Criminalita en “Revista Penal”, Vol.C III, 1926 3 4 135 • El Dr. Luis Jiménez De Asua, quien nos dice: “…en las reglas de juego y en su normal desarrollo no entran ni el fallecimiento ni las heridas. Si se producen no son justificables tan luctuosas consecuencias. En la hipótesis que se halla causado sin infringir las reglas de juego y de un modo eventual, nos hallaremos ante el denominado Caso Fortuito, que es el límite de la culpabilidad, y no un motivo de justificación.” • EL Dr. Manuel G. Abastos, señala que “las lesiones que se producen en el fútbol y en otros deportes violentos, con violación de los reglamentos de juego son punibles, pues se trata de imprudencia temeraria o de manifiesto deseo de dañar. En cambio aquellas que se producen con observación de las reglas de juego, caen dentro del ámbito del Caso Fortuito”10. • El Prof. Raúl Peña Cabrera, dice: “Las lesiones futbolísticas fundan su exención de la pena en la autorización estatal del juego; Solamente las lesiones intencionales, no necesarias, constituyen delito. Esto es, observándose las reglas de juego el hecho es impune.11 • Por último tenemos la opinión del Prof. Luis Bramont Arias, que dice: “con respecto a las violencias y lesiones en los deportes negamos la tipicidad de tales hechos; porque el deportista ni lesiona ni mata, sino juega, cuando se observan las reglas de juego, lo que excluye, que exista adecuación típica en el caso, salvo si la muerte o lesiones se causó sin observar las reglas de juego. En las reglas del deporte y en su normal desarrollo no entran el fallecimiento ni las heridas. Si se producen no pueden ser justificados”12 Como podemos notar existe unanimidad de los doctrinarios en cuanto se refieren a aqueMANUEL G. ABASTOS: “Derecho Penal II”. Parte Especial, p.180. PEÑA CABRERA: Derecho Penal, T. II. 1963, p.163. 12 Temas de Derecho Penal, Ed. Lima, 1981.p.33. 13 DEL VECCHIO, G: “La Criminalita Negli Sports”, Turín 1927, p.251. 10 11 136 llos actos deportivos con violación del reglamento de fútbol, para considerarlos como delitos culposos, dolosos y preterintencionales. Creo que es muy acertada esta posición, pero NO estoy de acuerdo, en cuanto se pretende aplicar normas penales de lesiones comunes (Arts. 121, 121-A, 122, 122-A, 123, 124 del Código Penal) para sancionar lesiones netamente deportivas, como por ejemplo, cuando se produce en el fútbol en forma intencional, o por jugada brusca con violación de las reglas de juego. Por cuanto las lesiones producidas en el fútbol y en otros deportes violentos, tienen características fundamentales de lo que se diferencia de las lesiones comunes y es por ello que estas lesiones deportivas, en aplicación del código penal resultan atípicas, por tanto impune. Además es menester tener en consideración que la culpa no sería penalmente perdonada para quienes aprovechando estas prácticas, tomen parte de ellas, para ocultar la triste intención de causar el mal por el mal.13 El problema de los delitos dolosos, culposos y preterintencionales, en su verdadera dimensión jurídica, han alcanzado una formidable dimensión de solución en la legislación comparada ya que estos delitos deportivos están debidamente tipificados, como delitos deportivos en la ley penal, mientras que en muchas legislaciones como el nuestro, encontramos un vacío referente a los delitos deportivos de lesiones, no sólo producidos en el fútbol, sino también en todo deporte de carácter violento. En el Código Penal Peruano, en el Libro Segundo, Título I, Delitos contra la Vida, el Cuerpo y la Salud, Capítulo III, encontramos el Delito de Lesiones comunes. Si analizamos exhaustivamente los tipos penales contenidos en este capítulo estoy completa- mente seguro que NO encontraremos indicios jurídicos, que nos lleve a presumir que el delito deportivo de lesiones, esté contenido en él; Por lo que la ausencia de tipicidad en nuestra legislación nos hace inclinar, por la posición, que las Lesiones Deportivas, no existe , por tanto resulta atípica14 Finalmente quisiera concluir el presente trabajo recalcando que una forma de superar el inmenso vacío de nuestra legislación, es legislando las “Lesiones Deportivas”. Hecho que debe realizarse en forma clara y coherente. No sólo de aquellos actos deportivos que caen fuera de la ley penal (Caso Fortuito), sino también de aquellos que caen dentro de la ley penal: Delitos Dolosos, Culposos y Preterintencionales. Esta solución evitaría los criterios contradictorios de los Magistrados, cuando tengan la responsabilidad de asumir la solución de casos deportivos, relacionados con delitos. fútbol y cualquier deporte violento, concluyo señalando: “Las Lesiones Normales”, producidos en el fútbol, sin violación del reglamento deportivo, son típicos “Casos Fortuitos” que no necesitan de justificación para su impunidad, sino que son impunes por sí mismas, por caer fuera del Derecho Penal, allí radica la diferencia con el Código Penal Peruano, ya que éste, utiliza la causal del “consentimiento válido del titular de un bien jurídico” para sacar las lesiones deportivas de la esfera Penal. Por otro lado, sobre las “lesiones anormales”, expreso, que éstas constituyen verdaderos delitos dolosos, culposos y preterintencionales, si se produjeron, con violación de las reglas de fútbol, pero en aplicación a nuestro código penal resultan ser atípicos, por tener características distintas del delito de lesiones comunes, ya expuestas anteriormente. Por lo tanto NO pueden ser sancionadas de acuerdo con las disposiciones del código penal que rige las lesiones comunes. VI.- A modo de conclusión. Muy por encima de lo que sostiene nuestro ordenamiento jurídico penal y otras legislaciones penales del mundo, respecto al tratamiento de las lesiones producidos en el 14 Por último señalo, que en el delito de lesiones futbolísticas no sólo se tutela la integridad corporal del futbolista, sino también “la práctica del deporte”. BRAMONT ARIAS, L: “La Ausencia de Tipicidad excluye el Delito, aunque el Hecho sea Antijurídica y Culpable. ” Derecho Penal, Buenos Aires, p.410 137 INCUMPLIMIENTO DE FORMALIDADES EN LOS CONTRATOS LABORALES SUJETOS A MODALIDAD Y AFECTACIÓN DEL CONTENIDO ESENCIAL DEL DERECHO AL TRABAJO. L. ALBERTO HUAMÁN ÓRDOÑEZ2. La evaluación del Tribunal Constitucional con la STC Nº 04418-2006-PA/TC1. SUMARIO: I.- La sentencia del Tribunal Constitucional. II.- Apunte preliminar. III.- Contrato de trabajo y principio de causalidad. IV.- Contratos de trabajo sujetos a modalidad, excepcionalidad del principio de causalidad y formalidades de los mismos. V.- Los hechos que sustentan la decisión del Tribunal Constitucional recaída en la STC Nº 04418-2006-PA/TC. VI.- Tres preguntas claves a razón de la STC Nº 044182006-PA/TC: 6.1. ¿De qué tipo de formalidad hablamos en los contratos sujetos a modalidad o contratos modales? 6.2. ¿La no observancia de su formalidad afecta en alguna manera los derechos fundamentales de la persona, entre ellos, el derecho al trabajo? 6.3. ¿Depende la evaluación de la formalidad de dichos contratos por el Tribunal Constitucional? I.- LA SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL: EXP. N.° 04418-2006-PA/TC AREQUIPA DAVID JAVIER GONZALES SOTO SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL En Lima, a los 26 días del mes de marzo de 2007, la Sala Primera del Tribunal Constitucional, integrada por los señores magistrados Landa Arroyo, Alva Orlandini y García Toma, pronuncia la siguiente sentencia ASUNTO 1 Recurso de agravio constitucional interpuesto por don David Javier Gonzales Soto contra la sentencia de la Segunda Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de Arequipa, de fojas 289, su fecha 4 de enero de 2006, que declaró improcedente la demanda de amparo de autos. ANTECEDENTES Con fecha 29 de noviembre de 2004; que el recurrente interpone demanda de amparo contra la Municipalidad Distrital de José Luis Bustamante y Rivero, solicitando que se ordene su reposición en el cargo que venía desempeñando y el pago de las remuneraciones dejadas de percibir. Manifiesta que ingresó en la municipalidad emplazada el 24 de junio de 2002 y que laboró hasta el 10 de octubre de 2004, habiendo realizado labores de naturaleza permanente como obrero, y habiendo sido despedido sin expresión de causa ni observancia del procedimiento establecido, se han vulnerado sus derechos constitucionales al debido proceso, de defensa y al trabajo. La emplazada contesta la demanda afirmando que no es cierto que el demandante haya sido despedido arbitrariamente, sino que con fecha 10 de octubre de 2004 venció el plazo de duración de su contrato de trabajo sujeto a modalidad; razón por la cual su relación laboral se extinguió. El Segundo Juzgado Civil de Arequipa, con fecha 31 de enero de 2005, declara fundada la demanda, por considerar que el demandante ha sido objeto de un despido sin ex- Este artículo ha sido publicado en la revista Actualidad Jurídica, Tomo Nº 173, Gaceta Jurídica S.A., Lima, abril 2008, pp. 271-277. Abogado por la Universidad Nacional “Pedro Ruiz Gallo”. Miembro de Bobadilla Sáenz & Asociados. Responsable de las áreas de Derecho Constitucional y Administrativo. Discente de la Maestría en Derecho Procesal por la UCV, Chiclayo. Estudios de Especialización en Administración de Recursos Humanos en el Instituto Peruano de Administración de Empresas (IPAE)-Chiclayo. Correo electrónico: [email protected] 2 138 3 Artículo 22 Constitución: “El trabajo es un deber y un derecho. Es base del bienestar social y un medio de realización de la persona”. presión de causa, ya que en autos no obra prueba alguna de que entre las partes se haya celebrado un contrato de trabajo sujeto a modalidad. La recurrida, revocando la apelada, declara improcedente la demanda, por estimar que el proceso de amparo, al carecer de estación probatoria, no es la vía idónea para dilucidar la controversia planteada, ya que esta requiere de la actuación de pruebas. FUNDAMENTOS 1. En atención a los criterios de procedibilidad de las demandas de amparo relativas a materia laboral individual privada, establecidos en los fundamentos 7 al 20 de la STC 0206-2005-PA/TC, que constituyen precedente vinculante en virtud de lo dispuesto en el artículo VII del Título Preliminar del Código Procesal Constitucional, en el presente caso, procede evaluar si el demandante ha sido objeto de un despido arbitrario. lo señala el artículo 16.°, inciso c), del Decreto Supremo N.° 003-97-TR. 4. Teniendo en cuenta los argumentos esgrimidos por las partes, debemos señalar que la cuestión debatida consiste en determinar si el demandante ha sido objeto de un despido arbitrario o si la extinción de su relación laboral se produjo en forma automática, por vencimiento del plazo de su contrato de trabajo sujeto a modalidad. 5. En el presente caso, con las boletas de pago obrantes de fojas 15 a 80, se prueba que entre las partes existió una relación laboral de duración indeterminada, y no de duración determinada, como lo alega la municipalidad, ya que en autos no obra ningún contrato de trabajo sujeto a modalidad, el cual, para que tenga validez, deben constar por escrito según lo establece el artículo 72.º del Decreto Supremo N.º 003-97-TR. 2. El demandante alega que ha sido objeto de un despido arbitrario y lesivo de su derecho constitucional al trabajo, debido a que la municipalidad emplazada ha dado por extinguida su relación laboral sin expresión de una causa justa relacionada con su conducta o capacidad laboral que justifique tal decisión. 6. Partiendo de la premisa precedente, no puede considerarse válido el argumento consistente en que la extinción de la relación laboral del demandante se produjo por vencimiento del plazo establecido en su contrato de trabajo sujeto a modalidad, ya que como se ha dicho, para la validez de un contrato de trabajo sujeto a modalidad, se requiere que este conste por escrito, lo cual nunca sucedió en el presente caso. 3. Por su parte, la municipalidad emplazada manifiesta que el demandante no ha sido despedido arbitrariamente, sino que el plazo de vencimiento de su último contrato de trabajo sujeto a modalidad era el 10 de octubre de 2004; y que, por lo tanto, al haberse cumplido el plazo de duración del referido contrato, la extinción de su relación laboral se produjo en forma automática, conforme 7. En consecuencia, la extinción unilateral de la relación laboral del demandante, en el presente caso, se justificó única y exclusivamente en la voluntad de la empleadora, ya que fue despedido de manera verbal sin expresión de causa alguna derivada de su conducta o labor que justifique su despido, lo cual vulnera sus derechos fundamentales. En tales circunstancias, resulta evidente que 139 tras configurarse una modalidad de despido arbitrario como la descrita, procede la reposición como finalidad eminentemente restitutoria de todo proceso constitucional de tutela de derechos, tal como lo establece el artículo 1.° del Código Procesal Constitucional. 8. En cuanto al extremo referente al pago de remuneraciones dejadas de percibir, debe señalarse que, al tener tal pretensión naturaleza indemnizatoria y no restitutiva, esta no es la vía idónea para solicitarlas, sin perjuicio de lo cual se deja a salvo el derecho del actor de acudir a la vía correspondiente. 9. En la medida en que, en este caso, se ha acreditado que la municipalidad emplazada vulneró el derecho constitucional al trabajo del demandante, corresponde, de conformidad con el artículo 56.º del Código Procesal Constitucional, ordenar a dicha entidad que asuma los costos procesales, los cuales deberán ser liquidados en la etapa de ejecución de la presente sentencia. Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que le confiere la Constitución Política del Perú HA RESUELTO 1. Declarar FUNDADA, en parte, la demanda. 2. IMPROCEDENTE la demanda en el extremo relativo al pago de las remuneraciones dejadas de percibir, dejándose a salvo el derecho del demandante de acudir a la vía correspondiente. 3. Ordenar que la Municipalidad Distrital de José Luis Bustamante y Rivero cumpla con reponer a don David Javier Gonzales Soto en el cargo que venía desempeñando o en 140 otro de similar nivel o categoría, en el plazo de diez días, bajo apercibimiento de imponerse las medidas coercitivas previstas en el artículo 22.º del Código Procesal Constitucional; asimismo, dispone el abono de los costos procesales en la etapa de ejecución de la sentencia. Publíquese y notifíquese. SS. LANDA ARROYO ALVA ORLANDINI GARCÍA TOMA II.- APUNTE PRELIMINAR: En esta ocasión ofrecemos a nuestro lector algunas críticas en buena medida, constructivas, a razón de la STC Nº 04418-2006-PA/ TC sobre proceso de amparo, en donde se valúa en sede constitucional supralegal, el incumplimiento de las formalidades de los contratos laborales sujetos a modalidad y su relación con la afectación constitucional del derecho al trabajo, situación inescindible en su verificación. Surgen como premisas que esta investigación auspicia las preguntas que a continuación siguen y que han de ser atendidas a lo largo del mismo: ¿De qué tipo de formalidad hablamos en los contratos sujetos a modalidad o contratos modales? ¿La no observancia de su formalidad afecta en alguna manera los derechos fundamentales de la persona, entre ellos, el derecho al trabajo y el debido proceso en sede laboral privada? ¿Depende la evaluación de la formalidad de dichos contratos por el Tribunal Constitucional? Sobre estas inquietudes es que giran nuestros comentarios a la sentencia ya precisada, a través de la cual haremos un minucioso análisis a efectos de entender el papel del contralor de la Constitución sobre los derechos laborales de quienes son empleados en base a contratos sujetos a modalidad cuando a través de los mismos se lesionan derechos fundamentales. III.- CONTRATO DE TRABAJO Y PRINCIPIO DE CAUSALIDAD: A tendiendo al Decreto Legislativo Nº 728, más conocido como Ley de Productividad y Competitividad Laboral (LPCL) que desarrolla a nivel legal la regulación del derecho constitucional al trabajo, observamos que en el mismo se recogen las disposiciones que tienen que ver con la materia del contrato de trabajo en donde se involucran sujetos privados pero que merced a los nuevos vientos del Derecho del Trabajo involucran también al Estado como empleador (relación laboral privada del Estado). Esta norma encargada de regular relaciones laborales entre privados, aplicable como se ha dicho también a relaciones de trabajo dentro del Estado, en otras palabras reconocible como régimen laboral privado estatal, precisa en su Titulo I, Capítulo I que en toda prestación personal de servicios remunerados y subordinados, se presume con carácter iuris tantum la existencia de un contrato de trabajo a plazo indeterminado. Esto se señala de acuerdo a los términos precisados en el cuarto artículo de la LPCL, siendo además preciso su texto, al decir que el contrato individual de trabajo puede celebrarse libremente entre los involucrados por tiempo indeterminado o sujeto a modalidad. En el caso del primero, vale decir del contrato indeterminado, el ordenamiento laboral sostiene que él podrá celebrarse en forma verbal o escrita y para el caso del segundo, esto es del contrato sujeto a modalidad, se señala una previsión a primera vista nada entendible al decirnos que estos han de celebrarse en los casos y con los requisitos que la presente Ley establece pero conforme se avanza en la lectura del texto de la norma laboral hallamos dichas situaciones y requisitos exigibles. Lo recogido de la LPCL explica como los contratos indeterminados que son los propiamente laborales no tienen una temporalidad determinada, entonces se privilegia la libertad de las partes involucradas en ellos y en particular en su ejecución; a que puedan decidir si se inicia relación de trabajo merced a un concierto de voluntades que puede constar escriturariamente como no, siempre dentro del respeto a las normas taxativas o dispositivas que existan y a los límites que presenten. En el sentido explicado se erige el principio de causalidad con el cual se atiende a que la duración del vínculo de trabajo debe obtener la garantía precisa siempre y cuando se mantenga la fuente que le da origen. En otras palabras dura el trabajo en tanto se mantiene el motivo generador del mismo. Tal principio cuya explicación no es explícita constitucionalmente hablando, sino que se desprende de la naturaleza tuitiva del derecho constitucional laboral a través de una explicación implícita, asegura al trabajador la preferencia del ordenamiento laboral por contratos no determinados cuando en ellos el motivo originario continua latente. Gráficamente el principio mencionado es entendible: Es insensato -esto es en términos propiamente constitucionales irrazonable, desproporcional y arbitrario- pues que contraviniendo al antes dicho principio de causalidad, se 141 REGLA PRINCIPIO DE CAUSALIDAD EXCEPCIÓN CONTRATO LABORAL PLENO O INDETERMINADO CONTRATOS LABORALES SUJETOS A MODALIDAD TRIBUNAL CONSTITUCIONAL LA DURACIÓN DEL VÍNCULO LABORAL ESTÁ GARANTIZADA MIENTRAS SUBSISTA LA FUENTE QUE LE DIO ORIGEN. EN TAL SENTIDO, HAY UNA PREFERENCIA POR LA CONTRATACIÓN LABORAL POR TIEMPO INDEFINIDO RESPECTO DE AQUELLA QUE PUEDA TENER UNA DURACIÓN DETERMINADA. EL PRINCIPIO DE CAUSALIDAD COMO REGLA Y EXCEPCIÓN EN EL DERECHO LABORAL PERUANO: MARCO APLICATIVO. 142 contrate a una persona para labores indeterminadas con regulación contractual de labor determinada, que escondiendo en el plano de la realidad un tiempo indeterminado de duración del trabajo, necesario por su condición misma, trate de burlar la realidad de las cosas que muestra prima facie la propia naturaleza de las labores efectuadas que propenden en su intensidad a una duración de la contratación hecha entre empleador y trabajador. finido respecto de aquella que pueda tener una duración determinada. Dentro de dicho contexto, los contratos sujetos a un plazo tienen, por su propia naturaleza, un carácter excepcional, y proceden únicamente cuando su objeto lo constituye el desarrollo de labores con un alcance limitado en el tiempo, sea por la concurrencia de determinadas circunstancias o por la naturaleza temporal o accidental del servicio que se va a prestar (...)”. La exigencia de la causalidad es más que un solo requisito, es una escala constitucional y no simplemente legal de medición de las conductas empresariales cuando la contratación sea en estricto privada, o de las conductas públicas cuando se trate del régimen laboral estatal que desee contar con trabajadores del régimen del Decreto Legislativo Nº 728: Permite el control del poder privado como no privado en la relación de trabajo tanto como un afortunado seguimiento sobre un arbitrio mal encaminado que pueda virtualmente convertirse en arbitrariedad. Una situación como la descrita donde utilizando de forma privilegiada la ley, en desafuero de los derechos constitucionales así como de los principios que lo sostienen tanto como de los valores materiales propios del Estado constitucional de Derecho, afecta los derechos constitucionales del trabajador dado que el trabajo desde una perspectiva jurídica como sociológica es un deber y un derecho desde la Constitución3. Ha sido puesto en evidencia lo glosado en la jurisprudencia constitucional con la STC Nº 1397-2001-AA/TC-AYACUCHO del 9 de octubre de 2002 (De la Cruz Pomasoncco y otros vs. la Entidad Prestadora de Servicios de Saneamiento de Ayacucho S.A.) donde el Alto Tribunal recepciona dicho principio y su relación con la contratación determinada. Tal influencia de carácter dual permite no sólo asimilarlo como necesidad humana amparada desde el Derecho –rectius derecho subjetivo- sino además como un haz de compromisos jurídicos como no jurídicos, ambos impuestos por igual manera al empleador y al trabajador, dado que la norma constitucional no es una norma sectorial o estatutaria sino que en su condición de norma jurídica obliga a todos sin excepción aceptada o por aceptar. Puntual es el fundamento 3 donde se nos dice: “El régimen laboral peruano se sustenta, entre otros criterios, en el llamado principio de causalidad, en virtud del cual la duración del vínculo laboral debe ser garantizada mientras subsista la fuente que le dio origen. En tal sentido, hay una preferencia por la contratación laboral por tiempo inde- Además como derecho programático -propio de todos los derechos sociales- según lo dice la misma Constitución, el derecho al trabajo es motivo de prioritaria atención por parte del Estado4, tercero coadyuvante al mejor desarrollo de la relación de trabajo a través de las políticas respectivas y que adquiere especial relevancia con los contratos Artículo 23 Constitución: “El trabajo, en sus diversas modalidades, es objeto de atención prioritaria del Estado, el cual protege especialmente a la madre, al menor de edad y al impedido que trabajan. El Estado promueve condiciones para el progreso social y económico, en especial mediante políticas de fomento del empleo productivo y de educación para el trabajo. Ninguna relación laboral puede limitar el ejercicio de los derechos constitucionales, ni desconocer o rebajar la dignidad del trabajador. Nadie está obligado a prestar trabajo sin retribución o sin su libre consentimiento”. 5 STC Nº 2811-2004-AA/TC (Ramírez Atencio vs. Empresa Prestadora de Servicios de Saneamiento Tacna S.A.) del 24 de noviembre de 2004 donde el demandante invoca la violación de sus derechos al trabajo, al debido proceso, a la legítima defensa, y a la dignidad del trabajador, interpone amparo a 4 143 de trabajo determinados, donde se asume como premisa una delimitación en la prestación de la fuerza laboral. No sucede lo mismo, como hemos de ver con mayor proximidad en el siguiente apartado, respecto de la aplicación del principio de causalidad en aquellos contratos para períodos sometidos a determinación o determinados, es decir en los contratos sujetos a modalidad o contratos modales. En estos advertimos que existe una fuente que les da origen y que dicha fuente es agotable en una determinada circunstancia; hecho jurídico que marca la finalización de la relación laboral. En otros términos, se entiende que desaparecida el motivo de la contratación, no cabe duda alguna que la relación jurídico-laboral carece de sentido5. La disposición constitucional por la que se nos dice que el trabajo es un deber y un derecho es aplicable del mismo modo a estos contratos; sin embargo aquí, como que esta precisión encierra para el empleador, más de lo primero que de lo segundo; dado que esta tipología contractual laboral impone determinados requisitos que no se pueden rehuir por ser mandatos de naturaleza obligatoria. Entonces será el contratante quien ha de esforzarse por cumplirlos, pues en esta oportunidad, el trabajador por el desconocimiento de información no puede controlar el rumbo contractual6. De allí, se impone al empresario la carga de cumplir con las formalidades de estos contratos, lo que no sucede cuando los contratos eran no modales; pues como se ha visto estos pueden ser verbales como escritos, pero aquellos como la misma ley laboral privada lo estima deben ser «necesariamente» escriturados para surtir los efectos que el Derecho le asigna. Esta imposición -razonable y proporcional por cierto- se nota también cuando al decirse que el trabajo es atención prioritaria del Estado pueda verse que esta obligación se hace consistente en verificar que se cumplan los requisitos explicados desde la LPCL, en cuya comprobación obra la Administración Pública laboral a través de la Autoridad Administrativa del Trabajo (AAT). Hecha ya las comparaciones entre el contrato de trabajo indeterminado y el determinado o modal, así como la consideración constitucional del trabajo como un deber-derecho y su atención en prioridad por el Estado; veamos un poco más detalladamente pero sin ser minuciosos la formalidad de los contratos sometidos a modalidad y su quiebre con el principio de causalidad. Esto como sus características y demás requisitos de esta tipología contractual es lo que pasamos a ver en el siguiente apartado. fin de que se ordene su reincorporación laboral donde en los fundamentos 2 y 3 -que se citan uno a continuación de otro en la misma cita que sigue- se esgrimió constitucionalmente: “De los contratos de trabajo sujetos a modalidad que en copia corren a fojas 3 y 4 de autos, y que en su oportunidad fueron presentados ante la Dirección Regional de Trabajo y Promoción del Empleo de Tacna, se aprecia que el actor fue contratado en forma temporal como personal de apoyo durante dos períodos consecutivos [de 86 y 90 días], y a plazo determinado, los cuales fueron ejecutados hasta la culminación de los plazos estipulados en ellos, conforme al artículo 57° del D.S. N.° 003-97-TR. Consecuentemente, este Tribunal considera que, al haber tenido conocimiento de las condiciones a las que se encontraba sujeto su vínculo laboral, el actor no puede alegar la vulneración de los derechos constitucionales invocados, razón por la cual la demanda debe ser desestimada”. Es esta la lógica de todo el Derecho del Trabajo que desde su nacimiento como disciplina jurídica diferenciada de la civil o privada rescata con prontitud la generación de mecanismos que hagan frente a la inexistencia de un marco horizontal de la relación jurídica y de la situación que en virtud de la misma se impone al trabajador; escenario de lejana diferencia con la relación inter privatos recogida por el Derecho Civil. 7 De esto nos habla la inmensa cantidad de contratos de este tipo en las relaciones de trabajo donde se involucran el Estado como empleador y el trabajador. Revísese nada más las sentencias casatorias de la Corte Suprema; pero aún más aquellas expedidas por nuestro TC para dar cuenta de lo estimado. 8 Artículo 1º Constitución: “La defensa de la persona humana y el respeto de su dignidad son el fin supremo de la sociedad y del Estado”. 6 144 IV.- CONTRATOS DE TRABAJO SUJETOS A MODALIDAD: EXCEPCIONALIDAD DEL PRINCIPIO DE CAUSALIDAD Y FORMALIDADES DE LOS MISMOS: Al hacer referencia a los contratos modales se quiere decir que, son aquellos que responden como su nombre lo dice, a contratos de corte laboral donde la relación jurídica es una de periodicidad determinada, un escenario donde la temporalidad del vínculo de trabajo está de antemano fijada siendo a partir de allí de obligatorio cumplimiento por ambas partes de la relación de trabajo: empleador y trabajador. Dado que la naturaleza del Derecho del Trabajo es la de proteger a la parte débil de la relación laboral, en el caso del contrato modal la situación es especial tanto para el empresario –o el Estado tratándose de relaciones de trabajo sometidas al Decreto Legislativo Nº 728- como para el mismo trabajador y para la Administración Pública laboral en su papel de contralor del cumplimento de las formalidades necesarias en esta esfera de contratación laboral. Tenemos de todo ello lo que sigue: - Para el empresario: Sustantivamente impone la fuerza de sumisión de los mandatos constitucional y legal al empresario, pues éste debe satisfacer determinados requisitos de carácter formal que le manda la ley de la materia para que la relación contractual pueda arribar a buen puerto, requerimientos difundidos en la LPCL en su parte pertinente. En la esfera procesal exige la satisfacción fiel de los requisitos formales en atención al respeto al debido proceso en sus dimensio- nes no sustantiva como sustantiva, probanza que ha de hacerse ante un procedimiento administrativo ante la Autoridad Administrativa de Trabajo o al tratarse de un proceso de amparo o laboral, la probanza se sujeta a evaluación constitucional o legal, respectivamente. - Para el trabajador: Se pone en sobreaviso al trabajador que al tener el contrato, un inicio y un fin determinado de antemano, no cabe extender sus efectos salvo que no se respete en el íter contractual el debido procedimiento como matiz del derecho constitucional al debido proceso como los derechos fundamentales de la persona y los principios constitucionales laborales (nominados e innominados): primacía de la realidad, irrenunciabilidad de los derechos laborales, causalidad, indubio pro operario, entre otros. Pero, debemos decirlo aquí, como él es la parte débil de la relación de trabajo, es ésta una obligación especial que no debe exigirse en primer término al trabajador sino al empleador. - Para el Estado a través de la Administración Pública: Impone la supervigilancia del cumplimiento de las formalidades del contrato modal. Entiéndase que en este punto la labor administrativa es la fiscalización dado que el Estado como promotor de las relaciones de trabajo, dentro del marco de paz social apuesta desde el orden jurídico por la preferencia de la contratación indeterminada en coordinación con el ya precisado principio de causalidad y en forma excepcional por la contratación modal. Esta forma de ver las cosas atiende a una política laboral que privilegie relaciones la- STC Nº 1124-2001-AA/TC (Sindicato Unitario de Trabajadores de Telefónica del Perú S.A. y la Federación de Trabajadores de Telefónica del PerúFETRATEL vs. Telefónica del Perú S.A.A. y Telefónica Perú Holding S.A.), fdm. 12: “El derecho al trabajo está reconocido por el artículo 22º de la Constitución. Este Tribunal estima que el contenido esencial de este derecho constitucional implica dos aspectos. El de acceder a un puesto de trabajo, por una parte y, por otra, el derecho a no ser despedido sino por causa justa [el mismo que debe ser] entendido como proscripción de ser despedido salvo por causa justa”. 9 145 borales marcadas por lo indeterminado dado que atender como regla general la fugacidad en el tiempo de los contratos laborales y de su ejecución generaría caos social7. De allí que, en casos determinados regulables bajo un sistema de numerus clausus se precise los supuestos de hecho que autorizan dicha forma modal, que tiene según se detalla en la norma laboral, varios sub tipos, de los que no hemos de tratar a fin de no perder el rumbo de la investigación. Revisando la LPCL veremos que el artículo 53 nos dice que este tipo de contratos pueden celebrarse cuando lo requieran las necesidades del mercado o mayor producción de la empresa, así como cuando lo exija la naturaleza temporal o accidental del servicio que se va a prestar o de la obra que se ha de ejecutar, con excepción de los contratos de trabajo intermitentes o de temporada que por su naturaleza puedan ser permanentes. Amén de su regulación taxativa que opera como regla de excepción al principio ya mencionado, se requiere que ellos cumplan formalidades determinadas vía la propia ley de la materia, para que se encuentren acordes con el ordenamiento laboral, esto es sean válidos y además produzcan los efectos deseados desde el propio ordenamiento por las partes al amparo de las normas taxativas o dispositivas, esto es sean eficaces. Estas formalidades son aquellas advertidas en el Título II, Capítulo V de la LPCL que atienden a los requisitos formales para la validez de los contratos. Son de relevancia los dos artículos de la LCPL, es decir el 72 y 73 de la norma laboral privada, en los que se recogen las previsiones de formalidad. 146 Al respecto el artículo 72 estipula la primera de las reglas a cumplir para esta tipología contractual al decir que los contratos modales de trabajo necesariamente deberán constar por escrito y por triplicado, debiendo consignarse en forma expresa su duración, y las causas objetivas determinantes de la contratación, así como las demás condiciones de la relación laboral. Seguidamente el artículo 73 establece el conocimiento del hecho de la suscripción del contrato modal a un tercero a la relación de trabajo cual es la Autoridad Administrativa de Trabajo, entidad administrativa encargada de la fiscalización de los derechos de los trabajadores y de los deberes empresariales. Así el artículo bajo mención nos dice que una copia de los contratos será presentada a la Autoridad Administrativa de Trabajo dentro de los quince días naturales de su celebración, para efectos de su conocimiento y registro; siendo que ella dentro del marco de sus facultades regladas propias de su labor administrativa, puede ordenar la verificación posterior de la veracidad de los datos consignados en la copia del contrato modal a efectos de lo dispuesto en el inciso d) del Artículo 77 de la LPCL, para evitar el fraude a la ley laboral, sin perjuicio de la multa que se puede imponer al empleador por el incumplimiento incurrido de las disposiciones laborales. V.- LOS HECHOS QUE SUSTENTAN LA DECISIÓN DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL RECAIDA EN LA STC Nº 04418-2006-PA/TC: El ciudadano Gonzales Soto ingresa a labo- rar en la Municipalidad Distrital de José Luis Bustamante y Rivero desde el 24 de junio de 2002 hasta el 10 de octubre de 2004, fecha ésta última en que sin razón alguna se quiebra el vínculo laboral tenido con el ente público. En la relación de trabajo como obrero de la Municipalidad se sujeta el trabajador como es por mandato de la Ley Orgánica de Municipalidades, por el régimen laboral de la actividad privada; entrando a laborar para ella supuestamente con un contrato sujeto a modalidad. Con motivo de su despedida, el actor alega en el proceso de amparo que primero había sido declarada fundada (primer grado) y luego improcedente (segundo grado) las lesiones siguientes, producto de su despido incausado: a) Vulneración del derecho al debido proceso empresarial: Instituto jurídico dentro del cual se identifica el derecho de defensa. b) Vulneración del derecho al trabajo: Que implica tanto como acceder a un puesto de trabajo, el no ser despedido sino por causa justa de despido, relacionadas con: b.1) Causas relacionadas con la conducta laboral. b.2) Causas relacionadas con la capacidad laboral. Dada la naturaleza del despido como uno de corte incausado, el actor solicita en las pretensiones planteadas al juez de la Constitución, la reposición en su cargo -situación anterior al acto de despedida como es propio de todo proceso constitucional de amparo- junto al pago de las remuneraciones dejadas de percibir. Al contestar la demanda, la Municipalidad sostiene la no despedida laboral del ciudadano Gonzáles Soto precisando únicamente como sustento fáctico de su decisión el vencimiento de un contrato supuestamente modal, vencimiento que se ha cumplido al 10 de octubre de 2004, por lo cual no cabe hablar de una relación de trabajo cuyo estado anterior sea la misma ya que la fecha señalada marca el fin del ejercicio ejecutivo de la fuerza de trabajo brindada. Empero no se acompaña sustento documental que pueda precisar con lucidez, primero, la relación de trabajo habida entre las partes procesales; y segundo, la condicionabilidad de dicha relación jurídica sometida a un plazo determinado de acuerdo a este tipo de contratos que en el Derecho del Trabajo no son la regla sino la excepción. En sede de primer grado, el 2º Juzgado Civil de Arequipa expide sentencia estimatoria, es decir declara fundada la demanda, sustentando su decisión judicial en la presencia de un despido sin expresión de causa, acreditado con la inexistencia probada de alguno de los contratos modales de la LPCL. Habiéndose apelado el fallo, la Sala estima en sentido contrario al revocar el fallo declarando la improcedencia de la demanda, amparando su sentencia revocatoria en la carencia en sede constitucional de estación probatoria; por lo cual lo pretendido no es propio del juez de amparo sino del juez laboral dentro de lo precisado en la Ley Procesal del Trabajo, donde si es posible actuar pruebas. Contra esto, el accionante vía recurso extraordinario accede al Tribunal de la Constitución quien para determinar su competencia recurre a la STC Nº 0206-2005-PA/TC 147 (Baylón Flores vs. EMAPA HUACHO) en la que dentro de la restricción del proceso de amparo a situaciones de conflicto laboral, remite a los jueces de ordinario, excepto para los casos de despido incausado, confirmando lo decidido con anterioridad en la sentencia Llanos Huasco. Con este antecedente procede a evaluar el acto empresarial en términos de despido arbitrario. Elevada la causa, como ya se ha dicho al TC, este se interesa en el presupuesto sostenido por la contraparte procesal, cual es la cesación automática de la relación laboral conforme a lo prescrito en la LPCL y si en ello ha operado de forma productiva el debido proceso, primero para gestar un contrato de ese tipo y luego para finiquitarlo, dentro del marco procedimental a seguirse, dado sus rasgos de excepcionalidad. Discrepamos a modo de aporte crítico que carece de objeto de debate jurídico-procesal exponer que como obran boletas de pago, entonces estamos ante un contrato modal, criterio que no podría ser congruente dado que en los contratos laborales plenos o indeterminados como los semiplenos o determinados, por mandato de la ley de la materia, corresponde entregar boleta de pago al trabajador; lo que no se puede hacer más bien tratándose de un contrato civil o locatorio. De allí que el motivo base de la decisión tribunalicia sea el inexistente aporte del dichoso contrato modal y en tal sentido, marcha la dirección del fallo. Encuentran los magistrados que no se ha seguido el íter procedimental para esta forma contractual laboral, porque no hay el dichoso contrato; pues no es posible exigir algo que no se tiene o no se puede proporcionar, situación que confirma lo decidido por la judicatura de 148 primer grado que había emitido sentencia estimatoria y que se ve refrendada por lo decidido por la Curia Suprema. Nótese que no cabe la extinción de algo que nunca ha existido, esto es, aplicado al caso concreto de un contrato que no ha sido tal, al incumplir con las normas claramente taxativas que a este efecto estipula la LPCL al empresario. Un contrato modal “hablado”, no escrito, simplemente no existe como lo que es. En defecto de ello estaremos ante un contrato indeterminado. Siendo ello así y estando en presencia de un contrato plenamente laboral cabe la despedida del trabajador solo, en conformidad con la LPCL, de causas relacionadas con su capacidad o de su conducta, para lo cual la ley demanda el cumplimiento de formalidades necesaria para aceptar por válido un despido. Puesto que esto no se determina, estamos ante un despido ausente de causa, ergo sancionado con la reposición y no con la indemnización tarifada, propia del juez ordinario. Dado que este no es el caso, opera pues la tutela resarcitoria. En cuanto a la segunda de las pretensiones planteadas, que es la de remuneraciones dejadas de percibir por el período no laborado, por su condición meramente indemnizatoria; no es posible de ser vista en términos de constitucionalidad -como ya lo ha determinado en varios de sus fallos el TC- de allí que se determine abierto el camino de la vía ordinaria laboral representada para el sector privado laboral del Estado, por la Ley Nº 26636-Ley Procesal del Trabajo. VI.- TRES PREGUNTAS CLAVES A RAZÓN DE LA STC Nº 04418-2006-PA/ TC: En este apartado, mostrados ya los puntos centrales del contrato de trabajo, el principio de causalidad y la justificación de los contratos sujetos a modalidad, pasemos a dar respuesta a las tres preguntas inicialmente planteadas en la parte introductoria, hechas como lo dice el título de esta parte de nuestra investigación a razón de la sentencia glosada. Las respuestas que ofrezcamos al lector las hacemos desde el plano constitucional -sin que ello no quiera decir que se pueda acudir a las normas civiles o laborales- dada no sólo la calidad de la sentencia que no es una de la sede ordinaria sino antes bien constitucional. 6.1. ¿De qué tipo de formalidad hablamos en los contratos sujetos a modalidad o contratos modales?: Acudiendo, para precisar anteladamente el escenario que dará respuesta a la pregunta planteada, al ordenamiento civil con el Código privado de 1984, asumimos con su artículo 140 que recoge la noción de acto o negocio jurídico como elemento esencial del mismo, la observancia de la forma prescrita bajo sanción de nulidad. La formalidad hace hincapié a determinados requisitos que necesitan ser satisfechos con el fin de asegurar una determinada situación jurídica. Permite que se genere seguridad jurídica entre los sujetos implicados en dicho momento, siendo que su cumplimiento va a generar no sólo su validez, es decir su concordancia no tan sólo con el ordenamiento del Derecho del Trabajo sino con todo el orden jurídico; además de ello esto tiene un aspecto muy interesante que se patentiza con la eficacia de los acuerdos de voluntad plasmados escriturariamente como exigencia de los contratos modales, entendiendo como se hace a la eficacia por el resultado de efectos jurídicos esperados, esto es de lo querido por las partes laborales, dentro del marco de la ley laboral, que está por encima de los agentes que han mostrado uno la voluntad de contratar fuerza de trabajo y el otro de cederla a cambio de una contraprestación. Continuando con la norma privada, su artículo 144 se sumilla como forma ad probationem y ad solemnitatem, cumpliendo con precisarse en el contenido de este artículo que cuando la ley impone una forma y no sanciona con nulidad su inobservancia, constituye sólo un medio de prueba de la existencia del acto. En el caso laboral y en concreto con el tema de los contratos sujetos a modalidad, el propio Derecho Laboral quiere que ellos consten necesariamente por escrito y por triplicado, precisando de modo expreso su plazo de duración al igual que las causas objetivas determinantes de la contratación que deben abarcar las razones por las que se contrata bajo dicha modalidad (razones ex-ante) como las razones por las que cesan los efectos contractuales (razones ex post), el objeto del mismo, horario de trabajo, la remuneración y otros conceptos de la relación laboral. Llevada esta institución al campo laboral, la misma se explica en el sentido de que si en el contrato de trabajo no se observa la formalidad precisada por la ley de la materia, es decir cuando sea la propia norma la que la haga exigible a los sujetos contractuales determinadas exigencias, entonces, el negocio jurídico-laboral no será válido y sus efectos no serán los que en atención a su validez pudiesen forjarse. 149 Si se tiene que los contratos modales son contratos que tienen que cumplir determinadas formalidades habrá que cumplir las mismas, caso contrario no pueden ser válidos y menos eficaces: Si se exige que sean por escrito, entonces la formalidad exigida para los contratos modales es de tipo ad solemnitatem, pues no es una simple prueba de la contratación laboral determinada que deba cumplirse y nada más, como cabría en un contrato de tinte indeterminado; no, antes bien la exigencia de la LPCL a través de su artículo 72 es sancionar su invalidez. Hablando constitucionalmente el establecimiento a través de la ley laboral y posterior cumplimiento de las formalidades asegura seguridad jurídica entre los contratantes: - Respecto del empleador: Permite que él actúe desde parámetros plenamente supralegales, esto es que no burle los derechos laborales del trabajador cuya base principal se halla en la Constitución donde encontramos dichos derechos al igual que los principios pilares y los valores de convivencia humana que auspicia el texto como el sentido de la norma de normas. La exigencia de solemnidades vista desde el plano constitucional impide el abuso del poder empresarial dada la sujeción de todos a la Constitución y la especial referencia al principio de dignidad humana que abre el catálogo de derechos constitucionales a través de su artículo1º8. En el plano legal la antes precisada exigencia de fórmulas en el contrato de trabajo es una obligación empresarial que acude desde las normas taxativas, esto es aquellas de obligatorio e ineludible cumplimiento. No cabe por tanto aquí voluntad de una de las partes (ge- 150 neralmente el mismo contratante) o de ambas (empleador-trabajador) para disponer antojadizamente de ellas. - Respecto del trabajador: Evita su indefensión dada la calidad de derechos fundamentales, de sus derechos, empezando desde la lectura del ya citado artículo 1º como de los artículos 22 y siguientes del texto constitucional. Una lectura netamente constitucional del contrato modal y de la observancia de las rigurosidades exigidas vía la LPCL garantiza que desde el principio de dignidad de la persona humana, el trabajador no sea cosificado y desde los artículos 22 y los que siguen de la Constitución se garantice el máximo constitucional en su provecho, a fin de seguir estimando al derecho al trabajo como una forma social de realización personal y de la aquellos que del trabajador dependen como garantía no sólo jurídica sino social de convivencia pacífica. De todo esto resulta que estos contratos tengan que satisfacer un buen número de requisitos, no necesarios en el contrato laboral pleno o indeterminado, que puede ser celebrado aún verbalmente. La formalidad ad solemnitatem del contrato modal en el plano constitucional asegura un seguimiento de los poderes empresariales conforme no a la ley, ya que para ello están los tribunales de ordinario (jueces laborales o de Trabajo) sino conforme a la Constitución, en cuya cúspide contralora hallamos al Tribunal Constitucional que entra a tallar tan luego «han hablado Derecho» los tribunales de amparo en primer y segundo grados. El cumplimiento de ella permite avizorar si de hacerla se han protegido los derechos fundamentales del trabajador. En el siguiente punto de este artículo damos cuenta de ello con el mayor detenimiento. 6.2. ¿La no observancia de su formalidad afecta en alguna manera los derechos fundamentales de la persona, entre ellos, el derecho al trabajo y el debido proceso empresarial?: Identificada la formalidad de los contratos modales como una de carácter ad solemnitatem, es hora de evaluar si la no observancia de la misma afecta, en el caso materia de la decisión tribunalicia, derechos fundamentales de la persona humana. Tenemos que en el caso que motiva la dación de la STC Nº 04418-2006-PA/ TC, el contrato conforme a la normativa laboral privada prescribía su suscripción escrita y puesta a conocimiento de la Administración Pública laboral para garantizar el período de contratación, esto dado que como se ha explicado, los contratos laborales sujetos a modalidad son la excepción al principio de causalidad, privilegiante de las contrataciones indeterminadas cuando el motivo que la causa sigue latente. La Municipalidad sostiene, contra la alegación del demandante, que de modo alguno se han vulnerado los derechos constitucionales al trabajo y al debido proceso así como su derecho a la defensa. Amén de ello, manifiesta que se ha cumplido al 10 de octubre de 2004 la causa objetiva de terminación de la relación de trabajo concretizada en el cumplimiento del plazo de contratación. Sin embargo no exhibe ningún contrato escrito para sostener constitucionalmente la finalización de la relación laboral y peor aún que el mismo haya sido puesto a conocimiento del ente administrativo-laboral que fiscaliza esta modalidad contractual. Al precisar el artículo 72 de la LCPL se ha visto que necesariamente el contrato modal cualquiera sea debe ser escriturado a efectos de garantizar la seguridad jurídica en la contratación laboral. Esto fue obviado por la entidad demandada como pone en evidencia el TC en el fundamento quinto de su decisión suprema: “En el presente caso, con las boletas de pago obrantes de fojas 15 a 80, se prueba que entre las partes existió una relación laboral de duración indeterminada, y no de duración determinada, como lo alega la municipalidad, ya que en autos no obra ningún contrato de trabajo sujeto a modalidad, el cual, para que tenga validez, deben constar por escrito según lo establece el artículo 72.º del Decreto Supremo N.º 003-97-TR”. Se obtiene pues de un examen constitucional que, obviar la formalidad requerida en los contratos modales afecta los derechos fundamentales y en este caso afecta una de las facetas del contenido esencial del derecho al trabajo cual es el de no ser despedido del centro de labores sin mediar causa justa. Evadir dichas exigencias legales de corte formal promueve la huida del principio de dignidad humana, al desconocer al trabajador su condición de persona calificándole nada más que como un objeto, algo que desde sus inicios, el Derecho del 151 ACCEDER A UN PUESTO DE TRABAJO CONTE N ID O ESEN C IAL DEL DEREC H O AL TR AB AJO NO SER DESPEDIDO SINO POR CAUSA JUSTA T A SADA EN LA LEY Relacionada - CONDUCTA DE L TRABAJADOR AFEC T AC IÓ N cons t ituc io n al - CAPACIDAD INCUMPLIMI ENTO D E FORMAL IDADES EN LOS CONTR ATOS MODALES AF ECTA CIÓ N D EL CON TEN ID O ESENC IAL DEL DER ECH O AL T R AB AJO POR EL IN CU MP LIM IENT O DE L AS FO RM ALI DA DES EN LOS CON TRAT OS LAB OR ALES SUJ ETO S A M OD AL IDAD 152 LABORAL. Trabajo ardorosamente ha combatido y en la actualidad el Derecho Constitucional a través de la justicia supralegal se ha encargado de proclamar en varias de sus decisiones supremas. Esto se aprecia mejor con un gráfico: Las formalidades asumidas para el contrato modal no son facultativas de las partes, es decir no se basan en normas dispositivas sino más bien en normas imperativas, normas estrictamente de alcance y observancia públicas, no pasibles de condicionamiento alguno por la voluntad de las partes laborales; por todo constitucionalmente hablando declarar vencido un contrato modal cuando previo a ello no se ha cumplido con su escrituriedad y menos aún con los demás requisitos determinados en el mismo artículo 72 como 73 de la LPCL equivale a un despido arbitrario en su forma de despido sin expresión de causa. El acogimiento de este tipo de despido no es reciente, según determinó medularmente el TC con la decisión del 11 de julio de 2002, esto es a través de la STC Nº 1124-2001AA/TC (Sindicato Unitario de Trabajadores de Telefónica del Perú S.A. y la Federación de Trabajadores de Telefónica del Perú- FETRATEL vs. Telefónica del Perú S.A.A. y Telefónica Perú Holding S.A.), donde se construye el contenido esencial del derecho al trabajo9. Obra también con la decisión del 13 de marzo de 2003 a través de la STC Nº 976-2001-AA/TC (Llanos Huasco versus Telefónica del Perú S.A.) donde se define al despido incausado diciendo que este tipo de despedida laboral se patentiza cuando la despido se realiza de manera verbal o mediante comunicación escrita, sin expresión de causa alguna derivada de la conducta o la labor que la justifique10. Para la cuestión debatida en el proceso de amparo sometida a nuestros comentarios, se alegaba simplemente que al 10 de octubre de 2004 el ciudadano Gonzales Soto ya no laboraba más para la Municipalidad distrital. Entra, guiándonos por la interpretación del Tribunal Constitucional en las dos sentencias anteriormente citadas, como forma reparativa de la extinción unilateral de la relación de trabajo la tutela resarcitoria, en otras palabras, la reposición, posible de aplicar en este tipo de despidos como se dijo ya desde la STC Nº 976-2001-AA/TC sentencia Llanos Huasco versus Telefónica del Perú del 13 de marzo de 200311. STC Nº 976-2001-AA/TC (Llanos Huasco versus Telefónica del Perú S.A.), fdm. 15: “De ahí que el Tribunal Constitucional, a lo largo de su abundante jurisprudencia, haya establecido que tales efectos restitutorios (readmisión en el empleo) derivados de despidos arbitrarios o con infracción de determinados derechos fundamentales reconocidos en la Constitución o los tratados relativos a derechos humanos, se generan en los tres casos siguientes: (…) b) Despido incausado: Aparece esta modalidad de conformidad con lo establecido en la sentencia del Tribunal Constitucional de fecha 11 de julio de 2002 (Caso Telefónica, expediente N.° 1124-2002-AA/TC). Ello a efectos de cautelar la vigencia plena del artículo 22° de la Constitución y demás conexos. Se produce el denominado despido incausado, cuando: Se despide al trabajador, ya sea de manera verbal o mediante comunicación escrita, sin expresarle causa alguna derivada de la conducta o la labor que la justifique”. 11 STC Nº 976-2001-AA/TC (Llanos Huasco vs. Telefónica del Perú S.A.), fdm. 14: “Por todo lo expuesto, este Tribunal Constitucional considera que el régimen de protección adecuada enunciado en el artículo 27 de la Constitución y que se confió diseñarlo al legislador ordinario, no puede entenderse, para el caso de los trabajadores sometidos al régimen privado, únicamente circunscrito al Decreto Legislativo N°. 728, sino de cara a todo el ordenamiento jurídico, pues éste (el ordenamiento) no es una agregación caótica de disposiciones legales, sino uno basado en las características de coherencia y completud. Además, como antes se ha dicho, en el caso de la acción de amparo, la protección que se dispensa al trabajador no está referida a la arbitrariedad del despido, que dependerá de la prueba de la existencia de la causa justa imputada, sino al carácter lesivo de los derechos constitucionales presente en dicho despido”. En la misma STC Nº 976-2001-AA/TC (Llanos Huasco vs. Telefónica del Perú S.A.), fdm. 16 el TC establece en molde constitucional la protección de reparación o de restitución frente al despido arbitrario: “16. En mérito a todo lo expuesto, el Tribunal Constitucional estima que la protección adecuada contra el despido arbitrario previsto en el artículo 27° de la Constitución ofrece dualmente una opción reparadora (readmisión en el empleo) o indemnizatoria (resarcimiento por el daño causado), según sea el caso. Esta orientación jurisprudencial del Tribunal Constitucional en materia laboral no conlleva a la estabilidad laboral absoluta, sino plantea el reforzamiento de los niveles de protección a los derechos del trabajador frente a residuales prácticas empresariales abusivas respecto al poder para extinguir unilateralmente una relación laboral”. 10 153 Si no obra contrato modal identificable como tal en los términos de la LPCL equivale a decir que estamos ante un contrato laboral pleno, un contrato de efectos jurídicos indeterminados en la relación de trabajo. Tras ello tenemos que si estamos en la realidad de las cosas ante un contrato no modal, las causas justas de despedida laboral deben basarse en la conducta del trabajador o en todo caso en su capacidad, lo cual no se asevera en el proceso de amparo. Estamos en el caso sub litis en presencia de una doble afectación del derecho al debido proceso: un primer momento notamos al no satisfacer las normas taxativas para la operancia de una relación de trabajo basada en un contrato modal (debido proceso formal), y el segundo, cuando ya dentro de un contrato pleno laboralmente hablando se impide al ciudadano Gonzales Soto seguir trabajando para la Municipalidad como obrero al no relacionarse su despido con causas que se enlacen con su capacidad o su conducta, negándole el derecho a contradecir la decisión del poder público local (debido proceso formal y sustantivo). Por esto es contundente el fundamento 7 de la decisión glosada: “En consecuencia, la extinción unilateral de la relación laboral del demandante, en el presente caso, se justificó única y exclusivamente en la voluntad de la empleadora, ya que fue despedido de manera verbal sin expresión de causa alguna derivada de su conducta o labor que justifique su despido, lo cual vulnera sus derechos fundamentales. En tales circunstancias, resulta evidente que tras configurarse una modalidad de despido arbitrario como la descrita, procede la reposición como finalidad eminentemente restitutoria de todo proceso constitucional de tutela de derechos, tal como lo establece el artículo 1° del Código Procesal Constitucional”. Dado que ello no es posible en sede constitucional, entonces corresponde hablar de un despido arbitrario, dentro del cual su tipología prescribe los despidos sin causa o incausados: No ha existido evidencia de causa objetiva a partir del incumplimiento de formalidad para dar pie a la contratación supuestamente modal; peor aún la habrá para finiquitarlo. Como conclusión tenemos que al no cumplirse con los requisitos formales necesarios para los contratos modales «suscritos» entre las partes del proceso de amparo, entonces se afectará los derechos fundamentales de la persona. 6.3. ¿Depende la evaluación de la formalidad de dichos contratos por el Tribunal Constitucional? Nuestro Alto Tribunal no hace -como su naturaleza no le permite hacer- examen de la formalidad contractual, siendo que ello significaría evaluar legalmente la situación sometida a proceso. Recordemos que el TC se encarga de hacer un estudio en términos de constitucionalidad y no de legalidad y no lo contrario. Tal tarea esta encargada a los tribunales ordinarios que para el caso de la relación laboral privada –aún la que se desarrolla dentro del Estado- recae en el juez laboral conforme a lo delimitado a partir de la STC Nº 0206-2005-PA/TC (Baylón Flores vs. EMAPA S.A.)12, para el caso de trabajadores sujetos a las normas laborales privadas del Decreto Legislativo Nº 728. A la sazón, Ud., amable lector se estará preguntando: ¿entonces, como queda la En cuanto a la vía procedimental especifica y reglas procesales aplicables a los procesos de amparo para el caso de relación laboral privada donde se note un despido sin imputación de causa nos remitimos a la sentencia del 28 de noviembre de 2005 respecto de sus fundamentos 7 y 8 amén del 36. 12 154 decisión del TC? Respondamos: el Tribunal Constitucional no hace, como ya hemos anotado, un examen de formalidad considerada en solitario, sino que se explaya dentro de su función contralora de las conductas sociales (públicas como privadas) en efectuar un examen del cumplimiento o no de las formalidades del contrato modal cuando en dicha inobservancia se esconda una o varias lesiones a los derechos fundamentales de la persona humana, en el caso concreto del ciudadano Gonzales Soto si es evidente las lesiones a sus derechos constitucionales, porque para el TC la prioridad en toda evaluación de conductas, lo volvemos a repetir, es la constitucional, dejando lo legal para los jueces respectivos. Se colige, por tanto de lo glosado que para nuestra Curia, el análisis del acto empresarial avanza en un escenario mucho más amplio que el otorgado al juez ordinario. Esta amplitud se muestra en que el seguimiento acerca del cumplimiento no efectivo de los requisitos necesarios previamente determinados por la ley, es posible de ser evaluado en sede amparativa sometido a una condición: la lesión de derechos fundamentales. Nuestra respuesta tiene correlación en el sentido que los tribunales ordinarios pueden hacer un examen de legalidad del incumplimiento de las formalidades modales, pero el Tribunal hace un examen constitucional de las formalidades en atención a términos de despido arbitrario lesivo de derechos fundamentales: Incumplimiento de las formas como lesión de derechos constitucionales son una constante inescindible para que proceda la evaluación constitucional del acto lesivo. Caso contrario el contralor constitucional no tendría competencia para ello, pero si el juez ordinario. Al no ser este el caso, la extinción de la relación de trabajo es inconstitucional e improductiva de efectos jurídicos de terminación de dicha relación jurídica; por tanto ausente de constitucionalidad, procediendo ergo la reposición como mecanismo de reparación de la situación jurídica del ciudadano demandante dado que en los procesos constitucionales se ha de devolver jurídicamente el status quo previo a la lesión. Esto es lo que en relación al amparo acoge nuestro Código Procesal Constitucional y ha sido cumplido por la judicatura ultra suprema y final. En tal sentido la decisión suprema es saludable y confirma la línea que a lo largo de su funcionamiento tiene el TC en la evaluación del marco constitucional de la revisión de actos en arbitrariedad, con especial incidencia en las relaciones de trabajo. 155 LA INEFICACIA DE LA RESERVA DEL FALLO CONDENATORIO LISSET D. VELÁSQUEZ PORRAS N uestra Realidad jurídica - social evidencia que la Reserva del Fallo Condenatorio, como “Medida Alternativa a la Pena Privativa de la Libertad”, que viene siendo utilizada por los Magistrados del Poder Judicial al momento de determinar la sanción correspondiente a la conducta de cualquier sujeto que signifique una transgresión a la norma penal que rige nuestro actuar, NO ES EFICIENTE. Lo anterior se desprende de los efectos y consecuencias de la aplicación de dicha medida, y que en lugar de lograr la reparación del daño ocasionado a una persona con motivo de la comisión de un delito, o quizás prevenir la comisión de nuevos ilícitos por parte de aquellos que se beneficiaron con su aplicación, muy por el contrario ha generado una gran insatisfacción en las víctimas antes mencionadas y ni que decir de nuestra sociedad, que en lugar de ver decrecer la criminalidad tiene que lidiar con su aumento a pequeña y gran escala. Según la norma penal para la aplicación de esta figura basta con cumplir los requisitos formales y objetivos, a lo que sigue el cumplimiento de las famosas “Reglas de Conducta”, de las que se dice, son de cumplimiento obligatorio bajo apercibimiento de aplicárseles otras medidas. En esta parte quizás está el punto débil de la Reserva del Fallo condenatorio, que ha motivado su barquinazo, específicamente me refiero al seguimiento o cuidado que debe tenerse con relación a la etapa posterior a su aplicación, es decir, al cumplimiento o incumplimiento de dichas reglas por parte de los obligados. 156 Es necesario recordar los propósitos que se plantearon al instituir la Reserva del fallo condenatorio como medida alternativa al encarcelamiento en un centro penitenciario, como son los de contribuir a la Rehabilitación y sobre todo a la Resocialización de aquel que por primera vez ha delinquido, circunstancia que es fácil de verificar; así como de aquel que está arrepentido, lo que se puede creer pero difícilmente corroborar; y también de aquel que dice estar dispuesto a reparar el daño ocasionado pero esto si es muy fácil de ofrecer pero, casi siempre no se cumple, no es que sea difícil lograrlo sino que no se quiere hacerlo, no se tiene verdaderamente esa intención. La Comunidad jurídica sabe y le consta que lo anterior es letra muerta, que sólo se dice, pero no se hace, o mejor dicho sólo se ofrece pero no se cumple, es por ello que resulta lamentable que con mucha facilidad se crea en “supuestas intenciones” de personas que al saberse merecedoras de la aplicación de una pena privativa de libertad adecuan a tiempo su conducta procesal (en declaraciones y actuaciones judiciales) a fin de que se les aplique esta medida, que a todas luces les resulta muy provechosa. Por lo anterior es evidente que la segunda oportunidad que se les da a esas personas, responsables penalmente, o es que no ha sido planteada en forma correcta, en cuanto a sus exigencias para su aplicación, espec_ ficamente me refiero a la etapa del período de prueba, la que es objeto de prórroga. Por cierto, esta circunstancia procesalmente no es supervisada en forma idónea y oportuna por el Poder Judicial, no se hace un seguimiento a estos casos en particular, debiendo precisar que no son muchos, por lo que no sería difícil llevar un registro del comportamiento de los obligados a respetar y cumplir las normas que rigen su actuar diario, como por ejemplo, verificar cumplieron con pagar la reparación civil, no volvieron a cometer nuevo delito en el período de prueba. Esto puede fácilmente realizarse solicitando cada tres meses sus antecedentes penales, policiales y judiciales, así no podrán burlarse de la justicia y ésta será efectiva y real; y si eso genera algún costo que ellos los asuman puesto que se trata de demostrar que se está cumpliendo con lo ordenado por la autoridad que lo considera merecedor de ciertas contemplaciones y creyó conveniente no encarcelarlo, ello son los obligados a contribuir a su demostración o verificación, que sí resulta necesaria. En mi experiencia de abogada que defiende a personas afectadas en sus derechos, como por ejemplo, uno de los mas fundamentales como es la Libertad Personal, puedo expresar que me desalienta el conocer que se aplica esta medida en casos en los que únicamente se toma en cuenta la pena correspondiente a los delitos sin verificar que realmente con esa medida se logrará sus fines, impartir justicia en primer lugar a la víctima afectada y a la sociedad a la que esa persona ha afectado, debiendo ésta demostrar su intención clara y convincente de que puede y sobre todo quiere cumplir con aquellas reglas a las que lo someterse, al menos por escrito. Procesalmente hablando se aprecia que en la última década no ha servido de mucho la aplicación de esta medida, no se ha logrado gran cosa, por decirlo menos, resultando necesario detenernos a observar y estudiar esta realidad que aqueja a nuestra sociedad en general, no sólo en Lambayeque sino que podría extenderse en el resto del país, haciendo una proyección de esta situación. Es por ello que pretendo invocar no sólo a los magistrados, principalmente a las víctimas, por ser las más interesadas, sino también a sus defensores, quienes conocen el derecho, y fácilmente pueden comprender mi intención de proponer una modificación del artículo 62° del Código Penal vigente o en todo caso su derogación por los argumentos que paso a exponer. Para los hombres de derecho es fácil entender que existen algunas excepciones por las que en determinados casos o circunstancias se puede dejar de imponer una pena, que implica el encarcelamiento del responsable, pero a la comunidad que sufre y padece las consecuencias de los ilícitos penales cómo se le hace entender que a pesar de haberse identificado al autor del daño que se le ha ocasionado, de haber determinado su responsabilidad penal éste no merece una pena efectiva que, por cierto la norma contempla, en cada caso en particular. En concreto, si la norma contempla para determinados delitos una pena privativa de la libertad porque no se consigna en la mencionada norma medidas efectivas y prácticas que aseguren el cumplimiento de cada una de las obligaciones de las que no puede excusarse el obligado. Debemos recordar que el Poder Judicial a través de cada Magistrado debe impartir justicia al afectado y a la sociedad con relación al transgresor, esto en proporción a lo sufrido y lo cometido, debiendo recordar que es muy importante que como órgano del estado no sólo debe parecer justo sino, y sobre todo, serlo; precisa- 157 mente a través de su labor jurisdiccional. Es por ello, que al no otorgarse a determinadas personas la sanción que merecen, se pretende contribuir a disminuir la frecuencia de los crímenes, lograr la reparación del daño personal, material o moral que se pueda haber ocasionado, y menguar o aliviar el dolor y sufrimiento de las víctimas, debiendo evidenciar con lo anterior el imperio de la Ley Penal y la capacidad técnica - jurídica, así como el suficiente fundamento y razonabilidad de la utilización de esta medida sobre aquellos que contravienen las normas, en consecuencia, los Magistrados Penales, deben ser convincentes, hacia aquella parte del proceso que no conoce lo básico ni siquiera lo suficiente de todo lo que implica aplicar esta medida y, quizás no sólo con ello sino también con los beneficiado con esa medida, porque hay que ser claro no sólo implica una nueva oportunidad sino que constituye un gran beneficio para aquellos que hacen de su vida un delinquir habitual o permanente, debe avocarse a lo básico y que realmente significa un esfuerzo mínimo, Se debe desarrollar las acciones que resulten necesarias y que a su vez sean suficientes para dar a conocer completamente todo lo concerniente a la Reserva del Fallo Condenatorio, como primera salida frente a la problemática originada por su aplicación como medida alternativa a la pena privativa de la libertad. Por otro lado, DEBEMOS SER REALISTAS, Y SINCEROS es cierto y fácil de comprobar, a través de la verificación en unos cuantos expedientes donde se ha aplicado la reserva del fallo condenatorio, que a pesar de haberse utilizado con fines reparadores y de prevención, en lugar se controlar, dismi- 158 nuir o mantener el grado de criminalidad en nuestra comunidad, muy por el contrario se ha contribuido a dar nuevas oportunidades en las calles a esas personas, que delinquieron y expresaron en algunos casos “no haber querido afectar a otros”, prometieron reparar el daño ocasionado y no volver a delinquir, para que continúen en el camino de la delincuencia, de lo ilícito, total como ellos mismos dice: “ya lo hice una vez, porque no seguir haciéndolo”, es más para su segunda vez cometen delitos más graves sin importarles las consecuencias legales, etc., lo peor es cuando ante este comportamiento el Poder Judicial no hace nada, porque se requiere de una nueva sentencia, cuando podría bastar la denuncia (en caso de flagrancia) por ejemplo, o peor aún si se trata de delitos menores mejor se opta por dilatar los procesos, opera la prescripción de la acción penal y no pasa nada. Lo anterior es lo que está afectando gravemente la imagen de uno de los Poderes del Estado, quizás el fundamental, porque se encarga de hacer respetar y prevalecer los derechos que tenemos nosotros como ciudadanos, esta situación debe acabar, y se puede lograr, siendo claros y honestos frente a los agraviados, sus familias, y nosotros mismos, que sabemos, invocamos y aplicamos el derecho, puesto que el contenido del artículo 62°, únicamente sirve para burlar a aquellos que sufrieron injustamente y sin motivo porque otro se ensañó con ellos o porque injustificadamente le ocasionó un mal. La labor del Poder Judicial es fundamental, depende de cómo se realice, contribuyamos todos para que la comunidad en conjunto respalde a sus autoridades, no nos quedemos callados ante una realidad que contrae cada vez más la conformidad de la población con relación a ellos, podría asegurar que todo lo anterior generaría un beneficio para cada una de las partes implicados en esto. Es cierto que la aplicación de la Reserva del Fallo condenatorio como Medida alternativa de la pena privativa de la libertad no ha generado los efectos previstos, lo cual significa que se ha confiado en demasía en quienes ya le fallaron una vez, seamos un poco mas exigentes nuestra realidad lo exige. La Ineficacia de esta medida es el reflejo de que es inútil frente a los objetivos de su incorporación en la legislación penal; por lo que, ¿de que sirve el esfuerzo del aparato legislativo para generar alternativas que contribuyan a mejorar el vivir y el sobrevivir de los ciudadanos; el de la comunidad?, sino hacemos algo para que realmente sea efectiva o, ¿es que sería mejor derogarla?, tomando en cuenta que existen otras medidas que bien pudiesen contribuir realmente a los objetivos antes indicados, considero que bastaría con la modificación de la norma y un mejor desenvolvimiento de los implicados en cada caso en concreto, jueces, agraviados y abogados no sólo en la defensa sino y sobre todo en el asesoramiento de sus clientes. 159 DELITOS CONTRA EL PATRIMONIO: EL ACTO DE APODERAMIENTO Y EL MOMENTO DE SU CONSUMACION NOEMI JAEL SANCHEZ MORENO DISCENTE DEL SÉTIMO CURSO PROFA FUNCIONARIA PÚBLICA EGRESADA DE MAESTRISTA EN DERECHO PENAL L os delitos de hurto, apropiación indebida y estafa, constituyen delitos contra el patrimonio que atacan el mismo bien jurídico mediante modalidades distintas y excluyentes entre si. O es delito de hurto, o es delito de apropiación indebida o es delito de estafa, pero no pueden ser los dos o tres al mismo tiempo. Conforme es de apreciarse de los elementos típicos de los delitos de hurto y de apropiación indebida, son dos tipos penales que protegen el bien jurídico propiedad de un bien de un modo diverso. Así mientras que en el delito de hurto el ataque al bien jurídico es mediante la sustracción del bien de la esfera dominio de su titular, en el caso de la apropiación indebida la apropiación se produce como consecuencia del abuso de confianza respecto de la no entrega de la cosa recibida, en administración, depósito u otra obligación que produzca el deber devolver. El profesor chileno Juan BUSTOS RAMÍREZ, examinando la secuencia e incompatibilidad de los delitos contra el patrimonio señala que respecto de un mismo hecho señala que el delito de apropiación indebida no tiene parentesco directo con la estafa ni con las defraudaciones, pues no se trata de una maquinación, sino simplemente de un abuso de confianza para quedarse con la cosa; por ello es que se puede afirmar indubitablemente que entre los delitos contra el patrimonio hay una secuencia de graduación 160 que va del hurto y robo pasa por la apropiación indebida y termina con la estafa.[1] El propio BUSTOS RAMÍREZ señala que en la apropiación indebida se recibe la cosa y con abuso de confianza no se restituye y en el hurto se dispone de la cosa de quien detenta la disponibilidad sobre ella de tal modo que son dos modalidades enteramente diferenciadas, de ataque al patrimonio del otro.[2] Francisco MUÑOZ CONDE establece que la diferencia entre el hurto y la apropiación indebida es el título (sino de origen o causa jurídica) pues en la apropiación indebida no media sustracción alguna, sino apropiación ilegítima de algo que ya se posee legítimamente, por ello es que el sujeto activo de este delito debe en posesión de la cosa apropiada hecho que no sucede con el hurto.[3] Ángel CALDERON CEREZO y José Antonio CHOCLAN MONTALVO sostienen que la diferencia entre hurto y apropiación indebida está en función de la dinámica comisiva consistente en el caso del hurto en tomar las cosas ajenas que deben extraerse previamente del ámbito posesorio de quien materialmente los tenga en su poder, lo que resulta innecesario en la apropiación indebida en que los bienes se poseen desde el principio y además lícitamente.[4] Mercedes PEREZ MANZANO establece que la diferenciación entre el hurto y la apropiación indebida solo puede establecerse sobre la base de una interpretación del título jurídico por el que se entrega la cosa y que puede dar lugar a la apropiación, por tanto solo existirá apropiación y no hurto cuando el título de débito es a su vez el título de responsabilidad, es decir, cuando existe unidad e identidad entre el título en virtud del cual tiene en su poder el objeto el sujeto activo y el título en virtud del cual está obligado a devolverlo.[5] Juan José GONZALES RUS sostiene que en la apropiación indebida el sujeto activo tiene la cosa en su poder de manera ilícita, apareciendo el delito cuando dispone de ella como si fuera el dueño, por el contrario en el hurto la tenencia es ilícita desde el primer momento en la medida que es obtenida mediante sustracción, por ello es que el hurto es un delito de apoderamiento y la apropiación un ilícito de apropiación.[6] José María RODRÍGUEZ DEVESA y Alfonso SERRANO GOMEZ, sostienen que a causa de las peculiaridades de la técnica legal, la apropiación indebida es subsidiaria tácitamente de los delitos de hurto, robo y estafa.[7] Jelio PAREDES INFANZON el autor peruano igualmente sostiene que la diferencia sustancial entre los ilícitos de hurto y apropiación indebida radica en sustracción del bien para el caso del hurto y en la entrega inicial y originaria ilícita en la apropiación.[8] El artículo 185 del Código Penal Peruano referido al delito de Hurto se encuentra redactado del siguiente modo: “El que, para obtener provecho, se apodera ilegítimamente de un bien mueble, total o parcialmente ajeno, sustrayéndolo del lugar donde se encuentra, será reprimido con pena privativa de libertad no menor de uno ni mayor de tres años. Se equiparan a bien mueble la energía eléc- trica, el gas, el agua y cualquier otra energía o elemento que tenga valor económico, así como el espectro electromagnético. Por su parte el articulo 188 del Código Penal referido al delito de Robo se encuentra redactado del siguiente modo: “El que se apodera ilegítimamente de un bien mueble total o parcialmente ajeno, para aprovecharse de él, sustrayéndolo del lugar en que se encuentra, empleando violencia contra la persona o amenazándola con un peligro inminente para su vida o integridad física será reprimido con pena privativa de libertad no menor de tres ni mayor de ocho años.” El acto de apoderamiento, descrito en ambos tipos penales, designa un comportamiento propio y activo de desplazamiento físico de la cosa mueble, del patrimonio del sujeto pasivo al del autor. Así entendido, el acto de apoderamiento representa un elemento de identificación de los delitos examinados frente a figuras como la estafa o la apropiación ilícita. En la Estafa, el desplazamiento de la cosa del patrimonio del sujeto pasivo al del autor no tiene lugar mediante la actividad física de éste, sino que ocurre en virtud de un acto de disposición realizado por el propio afectado o por quien detenta sus bienes. En la apropiación indebida no hay desplazamiento físico de la cosa, que se haya ya en poder del autor del delito. El desplazamiento físico de la cosa a que se hace referencia, no precisa que éste haya salido del espacio sobre el que se proyecta el poder patrimonial del afectado; pero si que se haya quedado sustraída, en efecto, a ese poder del propietario. En consecuencia, la sustracción, no ha de ser entendida exclusiva- 161 mente como alejamiento de la cosa, sino que puede llevarse a cabo mediante la ocultación de la misma, ahí donde la ocultación baste para separar la cosa de la “custodia” de su titular e incorporarla al del autor: sólo en este sentido ideal cabe seguir afirmando que la perfección de los hurtos y robos implica la ablatio. No se requiere, en cambio, un contacto manual del autor con la cosa, es decir, una acción de “coger”. El desplazamiento puede llevarse a cabo utilizando cualesquiera clase de instrumentos, sean mecánicos, animales e, incluso humanos. El empleo de otra persona para llevar a cabo el acto de apoderamiento solamente dará lugar a que el sujeto sea, en sentido estricto, autor de los delitos de hurto o robo, si el que físicamente toma la cosa es un mero instrumento del que pretende apoderarse de ella. Si, por el contrario, quien toma físicamente la cosa realiza tal acto como propio, será autor del delito: aquel en cuyo beneficio actúe tendrá, entonces, la condición de participe. La acción. Su significado y perfeccionamiento.Siendo “apoderar” el verbo definitorio de la conducta en nuestro Derecho, como se ha dicho, es necesario esclarecer su significado. EI lingüístico correspondiente a la acepción que nos interesa es: “hacerse uno dueño de alguna cosa, ocuparla, ponerla bajo su poder”. Para comprender en su cabal dimensión que es apoderarse, resulta imprescindible establecer cuando se ha perpetrado el supuesto apoderamiento -vocablo en el que ha creído verse a veces la mejor de las solucionespor lo que el esclarecimiento del momento 162 consumativo es esencial para desentrañar la comprensión del propio verbo y este, a su vez, tiene sustancial importancia para que el interprete determine si la conducta se ha consumado o meramente tentado. AI respecto, se han formulado diversas teorías explicativas: La teoría de la “attrectatio”; el apoderamiento se consuma en el momento en que el objeto es tocado con las manos; la teoría de la “apprehensio”: el apoderamiento se consuma en el momento en que el objeto es aprehendido con las manos; la teoría de la “amotio”; hay apoderamiento cuando el objeto es removido del lugar donde se encontraba; la teoría de la “ablatio”: el apoderamiento se consuma cuando el objeto es transportado de un lugar a otro; la teoría de la “illatio”; hay apoderamiento cuando el objeto es eficazmente resguardado, puesto a buen recaudo. La tesis de la amotio o de la remoción de la cosa fue criterio imperante de la jurisprudencia Argentina desde 1911, con la discrepancia de pocos fallos de algunos tribunales del interior del País. Sin embargo, en el año 1945, un voto en disidencia dictado en una decisión de la Cámara del Crimen de la Capital fue la base de las formulaciones que posteriormente seguiría la jurisprudencia del país. EI mentado voto descarto la consumación del hurto porque el legítimo poseedor de la cosa mantuvo la posibilidad física de ejercer actos posesorios. En la misma época el Tribunal sentó la doctrina de que la cosa debía haber salido, aunque fuera momentáneamente, de la esfera de acción del legitimo tenedor. Pero el plenario del 14 de mayo de 1948 estableció, por fin, que la sola remoción de la cosa no era suficiente para que se consumara el delito de hurto terminando con una doctrina de la que dijera el Dr. Beruti en su voto mayoritario, había sido observada “como criterio jurisprudencial absoluto y extremo”. Presente en la orientación de la mayoría de la Cámara está la teoría de Pessina, que sostiene que el hurto solo se consuma cuando el ladrón saca la cosa de la esfera de acción, de custodia o del poder del derecho habiente. El voto del Dr. Bernti -verdadera pieza de buena doctrina_ enseña que “solo hay apoderamiento cuando se retira el objeto del lugar en que se encuentra siendo el verdadero “quid” del asunto determinar... que debe entenderse por Lugar y. en este orden, señala que es la esfera de acción y de custodia del derecho habiente, donde se somete dicho objeto al propio señorío adquiriendo La posibilidad de ejercer sobre el actos de disposición, posibilidad que, correlativamente, se suprime para el legitimo tenedor. De modo que, mientras este se halle en condiciones de reducir o de perturbar la posibilidad del ladrón, el apoderamiento no es perfecto, porque una cosa no puede hallarse bajo el poder excluyente y simultaneo de dos personas; el bastón que alguien pretende arrebatarme tirando de uno de sus extremos, no pasara a poder de ese alguien mientras mi mano lo tenga asido por la otra extremidad ... La acción, en el hurto, consiste en el quebrantamiento de la custodia ajena y en el establecimiento de un poder propio, dice Von Liszt; y si bien no es dudoso que la sola remoción importa un ataque al patrimonio, que la Ley, en su caso, reprime como tentativa, de ello no se sigue que tal ataque entraña, por si mismo y en todos los supuestos, el agotamiento de todo el proceso ejecutivo de este delito.. Porque remover no quiere decir apoderarse, no es posible olvidar que el derecho sigue a la vida y no la vida al derecho, pues en el supuesto de que suceda, por ejemplo, que un ladrón sea cogido con la res furtiva dentro de la casa en la cual se ha introducido para robar y haya sido apresado mientras buscaba la salida para ponerse a salvo, la conciencia popular dice siempre que intento robar pero que no robo. Reconoce, asimismo, “cierto es que la naturaleza de la esfera de acción, custodia o de poder, no es meramente especial sino ideológica y que ese poder se proyecta sobre la cosa, aun salida del limite material del recinto sometido a la autoridad del dueño, y se pierde, a la inversa, en casos dados, respecto de objetos que permanecen dentro de ese limite; y que, por consiguiente, las situaciones jurídicas concretas que pueden presentarse en la realidad no se determinaran con la elemental facilidad que ofrece la tesis simplista de la sola remoción ... “. Conceptos no menos esclarecedores pueden leerse en el voto del Dr. Santa Coloma: “..... el momento consumativo del hurto, esto es, el de la consolidación del propio poder, debe coincidir con la exclusión de hecho del poder del dueño o de quien por este obtenía la cosa... “el desplazamiento” de la cosa en el espacio no es el criterio del hurto, sino el “desplazamiento” del sujeto que puede realizar actos de disposición. El hurto no esta en la acción de tomar las cosas sino en la de usurpar el poder … Supongamos que un sujeto entra a una habitación con el propósito de hurtar un reloj que sabe es guardado en un mueble por su dueño; luego de abrir el mueble, toma el reloj y después de tenerlo 163 en sus manos se arrepiente de su acción y lo vuelve a colocar en el lugar donde se hallaba, desistiendo así voluntariamente de su propósito delictual. Es posible sostener en el caso -se pregunta - la existencia del delito consumado y negar, consecuentemente el autor, el beneficio que la Ley acuerda a quien desiste voluntariamente del delito…”. Otro pensamiento rector en la doctrina judicial Argentina esta representado por el voto del Dr. Oderigo: “.....la palabra remoción representa tan solo la idea de movimiento, mover una cosa de un lugar a otro, con prescindencia de la extensión del movimiento y de las circunstancias en que éste se verifica; corresponde a un hecho físico y, por lo tanto, sólo puede compararse con el hecho físico que integra la acción de apoderamiento. En tal sentido la remoción basta para consumar el delito de hurto... Contrariamente la remoción (hecho meramente físico) no puede compararse con el resultado, pues este excede a lo físico e implica un concepto de relación, de la cosa con el agente (sometimiento a su poder fáctico) y con su dueño (sustraccón de su poder fáctico)” EI voto del Dr. Ure contiene una reseña de los casos en que sus disidencias habían abierto el porvenir Interpretativo que vino a concretar la doctrina del plenario y así, recuerda haber considerado tentativa de hurto “los casos de quien arrojó un fardo de un camión en marcha y fue detenido antes de que pudiera tomarlo del lugar en que cayó; de quien, con idéntico resultado, dejó caer un envoltorio por la ventana de la fabrica; de quien fue sorprendido por el principal en el momento de transvasar la nafta del automóvil; de quien no alcanzó a retirarse de la casa con el lío de ropas que había sacado de un ropero; de quien fue visto por los 164 empleados de la tienda cuando escondía en su bolsillo el paquete tomado del escaparate, siendo detenido por aquellos cuando ya había ganado la calle; de quien puso en marcha un triciclo de reparto pero fue detenido por el damnificado que lo persiguió sin perder contacto durante el trayecto; de quien fue sorprendido cuando acababa de sacar, por medios naturales, la rueda de un automóvil ... “. Pondera la necesidad de que la cosa sea colocada “en condiciones de ser sometida a un efectivo poder de hecho; llegar a ser de hecho, según grafica expresión de Binding, lo que para el propietario es de derecho. Lo que tampoco ocurrirá mientras el titular... no haya sido excluido por permanecer la cosa en su esfera de custodia .... lo que no impide que en muchas situaciones coincida en el tiempo la amotio con el apoderamiento, entendido este concepto en el sentido antes expuesto, la custodia, es la manifestación mas sencilla y expresiva de la posesión. Es el conjunto de las medidas de control y vigilancia destinadas a proteger y a conservar la cosa en poder del derechohabiente” La esclarecedora doctrina de este plenario determino, pues, el abandono de la teoría de la amotio o “de remoción” La evolución posterior de la jurisprudencia permite distinguir dos grandes orientaciones para interpretar el significado del verbo apoderar, interpretaciones insitas en los conceptos preceden_temente glosados. La teoría de la esfera de custodia. Teniendo en cuenta que la disposición de un objeto supone siempre el ejercicio de actos que importan una ubicación de aquel en el espacio con acceso expedito a quien ejerce ese poder el quebrantamiento de tal ubicación que no es meramente la salida del sitio en que estaba instalado, sino la salida de todo el ámbito donde la victima podía ejercer los actos de disposición material, constituye el apoderamiento. Ese ámbito, como queda dicho, no es un puro concepto geográfico susceptible de ser medido a través de distancias rígidas sino la situación concreta que en el espacio relaciona la cosa con aquel que la dispone, variable, por tanto, con las modalidades de custodia que se hayan adoptado, con la capacidad de inspección y con las facultades de control que la victima sea capaz de ejercer. Puede el objeto haber sido trasladado a una distancia objetivamente grande del lugar donde fuera colocado, pero, si el poder de control se ejerce de manera inexorable, la esfera de custodia no esta vulnerada y el hecho constituirá sólo tentativa. En sentido contrario, la distancia puede ser muy breve pero la incapacidad para el ejercicio de esos poderes de control, Motivadas por las circunstancias fácticas que fueren, podrá determinar que la esfera de custodia se considere vulnerada y que, por lo tanto, el desapoderamiento se haya consumado porque los actos ejecutivos habrán de entenderse culminados. Las graves dificultades del concepto de “esfera de custodia” ya habían sido magistralmente sintetizadas en los votos del plenario que rechazó el criterio de la remoción como suficiente para el perfeccionamiento del hurto. Y, a poco tiempo de su dictado, una resolución de la misma Cámara de la Capital Argentina revela esa notoria complejidad: “.... el procesado fue detenido en el momento en que salía del local de la fabrica en que prestaba servicios. secuestrándosele un corte de genero y el Tribunal entendió que el apoderamiento se había consumado antes, pues aquel había logrado esconderlo entre sus ropas sin que nadie lo advirtiera, vale decir que, aun dentro del local, el objeto había salido de la esfera de custodia del dueño, y su secuestro fue concebido como un hecho posterior que no podía incidir en la calificación legal pertinente, en el proceso ejecutivo del delito, que se calificó como hurto”. Así, invocándose la doctrina del comentado plenario en la realidad era rechazada, pues esta sentencia consagra encubiertamente un criterio de remoción como pauta determinante del apoderamiento, La pura teoría de la “esfera de custodia”, con el agregado de una voluntad inequívoca de apoderamiento, ha sido ponderada en diversas resoluciones de nuestra Cámara del Crimen para considerar que los actos dejaron de ser preparatorios y comenzaron a ser ejecutivos. Así, se ha entendido que la penetración al automóvil en el que estaban las herramientas es un comienzo de ejecución, ya que allano la esfera de custodia del propietario, circunstancia que crea la situación real de peligro corrido por el bien jurídico, dado que existió la inminente probabilidad del apoderamiento, de no haber sido por la intervención policial. Y, en septiembre de 1980, la Sala I del mismo Tribunal ha entendido que la acción de colocar los efectos ajenos en el interior del bolso importa trasladar las cosas, sacándolas de la esfera de actividad de quien Ias tiene, y excede, en el “iter criminis”, la esfera de los actos preparatorios para situarse en la de Ios de ejecución toda vez que, mediante una exteriorizada manifestación de voluntad inequívoca, la autora comenzó a ejecutar el verbo típico, sacando las prendas de ves- 165 tir del lugar que ocupaban en la empresa, y colocándolas entre sus pertenencias con el confesado propósito de llevárselas. La misma Sala entendió que ... “Aun cuando no fuere por mas de breves instantes, si el autor tuvo las cosas sustraídas bajo su posesión y fuera de la esfera de custodia de sus propietarios, la calificación legal que corresponde es la de hurto consumado ... “. La teoría de la disponibilidad o de la posibilidad física de disponer. Debe existir una obtención real y efectiva de la cosa, que supone disponerla desde el punto de vista material impidiendo que la victima desarrolle ese mismo poder de disposición. El agente ha de efectuar un desplazamiento de la posibilidad de disposición física afirmando su propio poder en tal sentido y excluyendo al sujeto pasivo del delito. Representa el poder de ejercer actos posesorios sobre la cosa durante un tiempo cualquiera, por brevísimo que sea. La imposibilidad de disponer que crea a la victima no es suficiente porque el autor debe, contemporáneamente, consolidar su propia posibilidad. Una vasta orientación de la jurisprudencia, sobre la base de la doctrina del plenario de 1948, indicativo de lo que no bastaba para considerar perfeccionado el apoderamiento, agrego el requisito de que la cosa debía haber estado en poder de disponibilidad por parte del ladrón. Poco se ha insistido, en medio de esta riqueza argumental que la doctrina argentina ha desarrollado sobre el tema, en el hecho de que, tal vez, este criterio sea el que mejor interpreta el significado gramatical del termino “apoderar”, que al consistir en poner algo 166 bajo el propio poder, entraña quitar ese poder al que lo tiene y afirmar el propio. Así el criterio francamente dominante es el que basa el apoderamiento en la posibilidad que haya tenido el agente de realizar sobre la casa actos de disposición física con exclusión de la victima. Esa riquísima elaboración jurisprudencial ha afirmado principios interpretativos verdaderamente rectores. Ha establecido que aquella posibilidad no nace del hecho de tener consigo las cosas, mientras la victima, la autoridad o un tercero que intervenga eficazmente puedan impedírselo; que el sitio en que el ladrón deja el objeto suele ser una pauta para conocer, en el proceso ejecutivo del delito, la posibilidad de disponer de la cosa, como cuando la guarda en lugares de su exclusivo uso; que la consumación del hurto se integra por dos fases: pasiva -privación de la cosa a quien la tenia- y activa -toma efectiva de poder sobre ella por el agente- mediante la cual se desapodera a la victima; por lo que el autor debe apoderarse mediante el desapoderamiento del sujeto pasivo. No menos constante ha sido la interpretación de que no interesa la duración con que, en el tiempo, se prolonga esa potestad para disponer la cosa, debiendo limitarse el interprete a evaluarla en si, aunque aquella hubiera sido solo momentánea. Y, en esta orientación, reiteradamente se ha declarado que si el procesado tuvo la disposición exclusiva durante cuarenta y ocho horas, lo que se revelo cuando lo oculto por primera vez, cambiando después el sitio del escondrijo, el hurto fue consumado. Otros tribunales del país Argentino también han acogido esta doctrina. Así, la Cámara Federal de Santa Fe, en su Sala 1ª.. ha consagrado, con citas de Nuñez y de Soler, que el acto de apoderamiento se estructura, por un lado, con el acto material de la obtención de la cosa, y. por otro, con el propósito de someterla al propio poder, es decir, disponer de ella. La Cámara Federal de Resistencia, en el mismo sentido, ha tornado como pauta de la consumación, que la cosa sea colocada bajo el efectivo poder de hecho del ladrón. La Cámara del Crimen 2ª., de Corrientes ha señalado que el verbo “apoderarse” es algo mas que el acto material de tomar la cosa; es la acción del ladrón que consiste en ponerla bajo su dominio y acción inmediata. La Cámara del crimen 2ª., de San Luis ha declarado, asimismo, que existe la consumación cuando el agente ha tenido la posibilidad de disponer o de consumar la cosa y aunque esa posibilidad haya durado muy poco tiempo o no haya hecho uso de ella. Que la acción de apoderarse exige no solo la pérdida del poder por parte de la victima sino también la adquisición del poder por el autor, ha declarado la Cámara en lo Criminal de La Pampa. La Cámara 1ª… de Salta ha sentado análogos principios en el caso de la remoción de una bicicleta de la vía publica en que el autor fue aprehendido por una falla de esta, por cuanto pudo disponer materialmente de la cosa, aunque sea por breves instantes. Dos criterios se han distinguido para establecer la pauta determinante de la posibilidad de disposición. EI que sostiene que esa posibilidad debe ser evaluada abstractamente y el que afirma que la posibilidad de disponer materialmente de la cosa ha de ser real, criterio expresado a través de la resolución que considero que dependiendo el “hurto doméstico” de las posibilidades de disponer del objeto en forma mas o menos inmediata, se ha consumado el delito si la domestica contó con posibilidades para sacarlo del domicilio de su empleador, resultando intrascendente si por propia voluntad prefirió guardarlo en su poder; de la que tuvo en cuenta si entre el lugar en que el vehiculo fue sustraído y la detención del procesado con secuestro del automotor, aquel ha tenido la efectiva posibilidad de realizar actos de disposición material de la cosa; de la que consideró que hubo sólo tentativa si el acusado fue perseguido durante tres cuadras llevando el dinero sustraído sin posibilidad de disponer de el, ya que fue visto en el momento de su apoderamiento, e inmediatamente perseguido y capturado. Ambos criterios pueden llegar a conclusiones exactamente opuestas para establecer si hubo posibilidad de ejercer actos de disposición y en el caso del ladrón fugitivo se opone a la antes recordada resolución, otra de la misma Cámara que entendió existía, por el contrario, delito consumado cuando el autor, pese a que sufrió una persecución continua, alcanzó a esconderse detrás de un automóvil en un garaje y arrojo los efectos sustraídos debajo, pues se entendió que luego podía regresar en su busca. A su vez, la jurisprudencia Argentina ha fijado limitaciones en la naturaleza y en el tiempo en que ha de tenerse la disponibilidad. Ha declarado, en ese orden, que disponibilidad no significa disfrute aprovechamiento de la cosa, y que su recuperación no suprime el delito. 167 Ciertamente, identificar el poder de disposición con aquellos conceptos llevaría a insospechados excesos y dilataría el proceso ejecutivo del delito sin apoyo alguno en la estructura típica de la conducta. Y el Tribunal Supremo de Buenos Aires ha mantenido la trayectoria jurisprudencial consagratoria de ese principio. El Tribunal Supremo de Córdoba, con igual orientación, ha consagrado que no es preciso que el autor persiga una ventaja económica, bastando con la acción de privar la cosa a quien la tiene sustituyéndolo sin derecho en el poder efectivo de ella. Por otra parte, no solo ha de concebirse esa mera posibilidad de disposición con actos tendientes a transferir propiedad o tenencia, sino también, destrucción o escondite, porque basta la disponibilidad física. La Cámara Federal de la Capital Argentina, con cita de Jorge Frías Caballero, afirmó que hubo hurto en grado de tentativa, en el quehacer de quienes se apoderaron de ocho neumáticos. secuestrados en el vehiculo en el que circulaban, por entender que los agentes “no llegaron en ningún momento a contar con la libre disponibilidad de las cosas sustraídas”. 168 actos de poder sobre la cosa, con exclusión de esa misma facultad por parte de la victima, durante cualquier lapso, sea que el sitio adonde el autor la lleve esté dentro o fuera de los sitios previstos por el sujeto pasivo para vigilarla. El consentimiento del interesado. La noción de apoderamiento supone vencer la resistencia del sujeto pasivo. Como se ha dicho, la afirmación del poder sobre la cosa, en que aquella consiste, se logra a través de la exclusión de la victima. Aunque no existe despliegue de violencia especial alguna, la actividad del ladrón conlleva el triunfo sobre la oposición de la victima, expresada a través del control y de la custodia de la cosa. La falta de consentimiento no figura, pues, como expreso requisito típico., pero integra el núcleo, que lleva insita la noción de que el acto se ejecuta contra la voluntad del derecho habiente. No hay apoderamiento que no sea “invito domino”. ITER CRIMINIS SEGÚN LA DOCTRINA Y JURISPRUDENCIA ESPAÑOLA. Y. en la misma postura, se declaro: ... “Basta que el sujeto pueda disponer de la cosa sustraída, aunque sea por una fracción de segundo, para que el hurto se consume. Y existe esa disposición -afirmó- cuando medio un ocultamiento tan eficaz que la cosa sustraída nunca apareció ... “. Descrita así la esencia de la conducta típica, se plantea el problema del momento consumativo de los delitos de robo y hurto, pues dicho momento tendrá lugar cuando se entienda que el autor ha tomado o, lo que es lo mismo, se ha apoderado de las cosas muebles en el sentido requerido por los tipos. Se ha llegado, así, a una coherente interpretación que concibe al apoderamiento como la posibilidad efectiva del ejercicio de Históricamente se sustentaron al respecto dos tesis extremas: la de la contrectatio (para la que basta coger la cosa e, incluso, en sus versiones mas rígidas, tocarla) y la de la illatio (que exige que la cosa haya quedado plenamente fuera del patrimonio del dueño y a la entera disposición del autor). En la doctrina española es prácticamente unánime el criterio que entiende que la consumación, en los delitos de robo y hurto, tiene lugar cuando el autor, en el curso de la sustracción, ha logrado una mínima disponibilidad sobre la cosa sustraída. La aceptación de este criterio (que a menudo se identifica con la aprehensio del derecho histórico) tiene importantes consecuencias: no basta con que el autor haya cogido la cosa y huido con ella (ablatio) para que se pueda entender consumado el delito, sino que es preciso que haya tenido, siquiera sea en el curso de esa huida, la mínima disponibilidad a que se ha hecho referencia. En cuanto a la jurisprudencia, sostiene de modo uniforme el mismo criterio, Baste consultar, por lo que respecta al delito de robo, la Sentencia de 24 de noviembre de 1971, expedida por el Tribunal Supremo Español, que afirma lo siguiente: “EI apoderamiento en el delito de robo no puede entenderse conseguido, dada la extremada restricción de la concepción técnica, solo cuando la apropiación sea definitiva, por obtener el sustractor la plena disposición de la cosa tomada, fuera del alcance del dueño, al hallarse la cosa a buen recaudo y sometida únicamente a la voluntad de aquel - “illatio” -, ni tampoco, dada su excesiva amplitud, por el simple acto de tocar con la mano el delincuente la cosa mueble ajena, cogiéndola o asiéndola - “contrectatio” -, o con la consecuencia además, del simple desplazamiento local, desde donde se halle sita a otro lugar –“ablatio” -, debiendo de estimarse por ser la mas justa concepción científica y practica, que la sustracción consumativa del referido delito se encuentra en la “aprehensio”, que es la toma de contacto con la “res furtiva’”, con desposesión del dueño y adquisición correlativa de la posesión por el delincuente, pero con disponibilidad de disfrute, aunque sea meramente mínima, eventual o fugaz”. En cuanto al delito de hurto, el Tribunal Supremo Español ha mantenido la misma doctrina. Así, efectúa las siguientes afirmaciones: “Los delitos de apoderamiento de cosas ajenas, cual el hurto, se consuman, cuando la cosa queda a la disposición del agente, una vez que la coge por medio de la “aprehensio”, que es toma de contacto con la “res furtiva”, desposeyendo al dueño, y adquiriendo la posesión correlativa, con efectiva disponibilidad material o, incluso, con mínima o potencial disponibilidad de disfrute, porque resulte en si misma eventual o fugaz, por escaso tiempo, pues la cosa ha sido cogida dispositiva y materialmente, desplazándose desde el patrimonio de su dueño al del autor penal, con enriquecimiento injusto y contrariando su voluntad -invito domino-; quedando para la frustración delictual -en que la total realización psíquica no se corresponde con el resultado material, no logrado-, los supuestos de apoderamiento efectivo, sin disponibilidad, tanto por ser el sujeto activo sorprendido “infraganti”, como por su detención luego de persecución ininterrumpida e inmediata”. A la vista del criterio mantenido, tanto doctrinal como jurisprudencialmente, en orden a la consumación son, desde luego, posibles las normas imperfectas. Ningún problema plantea, en cualquier caso, la tentativa, dado 169 que el desplazamiento patrimonial requiere, generalmente, una serie de actos: si se realizan algunos, pero, no todos, habrá un robo o un hurto intentado. Mayores dificultades plantea la admisibilidad del delito frustrado. Para aceptarla es preciso admitir que la mínima disponibilidad, a que se ha hecho referencia, constituye un resultado del delito. La cuestión no es en modo alguno irrelevante (como ha afirmado Bajo Fernández), pues si se configuran los robos y hurtos como delitos de mera actividad la frustración resulta lógicamente imposible: el que ha realizado toda la actividad ha consumado, en consecuencia, el delito. En consecuencia, el delito frustrado resulta teóricamente admisible. Sin embargo, en la práctica, la distinción entre el delito frustrado y el consumado presenta notables dificultades. EI problema de la frustración se plantea particularmente en supuestos de fuga y ocultación de la cosa por parte del autor del delito. En cuanto a los supuestos de fuga, si la persecución ha sido incesante, de modo que ha impedido que el autor pudiera disponer en ningún momento de las cosas sustraídas, la jurisprudencia entiende que hay delito frustrado. Tal es la doctrina expresada en multitud de Sentencias expedidas por el Tribunal Supremo Español: “El motivo ha de admitirse porque los hechos probados muestran, sin la menor duda, que el procesado no pudo disponer, ni potencialmente, de la suma de la que se había apoderado en las oficinas de la Caja de Ahorros, ya que al salir de ella con intención de utilizar el vehiculo estacionado en las inmediaciones para huir, lo encontró ocupado por su dueño y un amigo, que ini- 170 ciaron en el acto su persecución, al igual que la Policía Nacional, siendo inmediatamente detenido. Es doctrina constante de esta Sala que en estos supuestos ha de estimarse frustrado, no consumado, el delito de robo, al no darse los presupuestos del art. 512 del Código Penal y no haberse perfeccionado los actos contra la propiedad propuestos por el culpable”. Conforme a esta doctrina, se ha afirmado, correctamente, en sentido inverso, que existe consumación y no frustración en un supuesto en que el autor sustrajo una cantidad, que se llevo y escondió en el monte entre unos zarzales, pese a que fue recuperada por los agentes de la autoridad encargados de la investigación. Más dudoso es el supuesto contemplado en la Sentencia de 16 abril de 1978, en que se enjuician unos hechos consistentes en que el procesado, de un tirón, arranca a un viandante una cadena y una medalla, dándose a la fuga. La victima requiere a un coche patrulla, que persigue al autor, logrando darle alcance al cabo de un tiempo indeterminado, y recuperando lo sustraído, que el inculpado arrojó al suelo. El Tribunal Supremo Español entiende que la disponibilidad de las cosas sustraídas se alcanzó durante el lapso transcurrido desde la fuga del inculpado hasta su posterior detención. No obstante, parece que esta consecuencia debiera hallarse mejor fundada en los hechos. En hipótesis de fuga parcial en la que se recupera solo parte del botín, la jurisprudencia aprecia delito consumado. Lo correcto es entender que hay consumación y frustración siendo una de ellas -por regIa general, la frustración- un mero acto copenado de la otra, aunque cabria imaginar hipótesis de concurso. Por lo que respecta a los casos de ocultación, para que el delito pueda estimarse consumado ha de concurrir la mínima disponibilidad en la que se cifra, según se ha dicho, la perfección del delito. Cuando la ocultación tiene lugar en la misma casa a finca del propietario, el Tribunal Supremo matiza las circunstancias de la misma a la hora de calificar el delito como consumado o frustrado. Sirva de ejemplo la Sentencia de 2 de diciembre de 1948, del Tribunal Supremo Español que razona del modo siguiente: “Los supuestos de hecho fundamentales del fallo no permiten asegurar que el delito llegara a consumarse, porque la apropiación del sobre con las 9.000 pesetas en billetes fue solamente el medio utilizado de momento por aquella para ocultar el dinero a la vista de sus amos, dejándolo seguidamente en el cubo de la basura, que se hallaba en la cocina de la casa, pero no guardándolo u ocultándolo en la habitación destinada al uso personal de la misma culpable, ni entre las ropas o efectos de su propia pertenencia, como hubiera sido preciso para estimar realmente producida la sustracción y logrado por completo el pro- pósito de hacer suya la cantidad, tomándola consigo y reteniéndola algún tiempo a su disposición, aunque no llegara a gastarla en su provecho antes de ser recuperada. El hallazgo del dinero, obtenido por el ama de la casa una o dos horas después de ocultarlo la procesada en el lugar, referido, fue causa impeditiva interpuesta en la plena realización de los efectos propios del delito de hurto cualificado; y como quiera que ese obstáculo surgió sin que en ello participara la voluntad del agente responsable, su culpabilidad debe encuadrarse en el grado de la frustración”. La antedicha resolución, pese alas criticas de Quintano Ripolles, es correcta en cuanto deniega la consumación del hurto, dado que resulta patente que la domestica no tuvo siquiera una disponibilidad potencial de las cosas sustraídas. La que cabria discutir es si, en efecto, concurre frustración 0 se trata mas bien de tentativa, dado que no pueden entenderse realizados todos los actos que configuran el apoderamiento. Juan Bustos Ramírez, Derecho Penal, Parte Especial, Página 242, Editorial Ariel S.A., Barcelona, España, 1989. Juan Bustos Ramírez, Obra antes citada, Página 242. [3] Francisco Muñoz Conde, Derecho Penal, Partes Especial, Páginas 421 y 422, Editorial Tirant lo Blanch, Valencia, España, 2001. [4] Ángel Calderón Cerezo y José Antonio Choclán Montalvo, Derecho Penal, Parte Especial, Tomo II, Páginas 260 y 261, Editorial Bosch S.A., Barcelona, España, 2001. [5] Mercedes Pérez Manzano, Compendio de Derecho Penal, Partes Especial, Volumen II, Colectivo dirigido por Miguel Bajo Fernández, Página 479, Editorial Centro de Estudios Ramón Areces, S.A., Madrid, España, 1998. [1] [2] Juan José Gonzáles Rus, Curso de Derecho Penal Español, Parte Especial, Tomo I, Colectivo dirigido por Manuel Cobo del Rosal, Página 565, Editorial Marcial Pons, Madrid, España, 1996. [7] José María Rodríguez Devesa y Alfonso Serrano Gómez, Derecho penal Español, Parte Especial, Décimo Octava Edición, Página 412, Editorial Dykinson, Madrid, España, 1995. [8] Jelio Paredes Infanzón, Delitos contra el Patrimonio, Página 45, Gaceta Jurídica Editores, Lima, Perú, 1999. [6] 171