DEJARSE LLEVAR Soñar. Imaginar. Pensar. Volar. Aterrizar. Abrir

DEJARSE LLEVAR
Soñar. Imaginar. Pensar. Volar. Aterrizar. Abrir los ojos y despertar en un entorno por conocer.
Una realidad llena de sensaciones, momentos y personas únicas adentradas en una cultura
arraigada a sus costumbres. Ella se encontraba inmersa en un montón de interrogantes.
Preguntas de las que esperaba encontrar respuestas. ¿Estaré bien?, ¿será como lo imagino?,
¿estaré a la altura? No lo pensó dos veces y se dejó llevar. Colores, naturaleza y tradición,
envueltas en la mejor experiencia de su vida.
Perú. Lejanía y calidez. Selva. ¿Demasiado diferente a lo que estaba acostumbrada? Puede ser,
pero sus paisajes, tradiciones y gastronomía, la hicieron llegar hasta el punto más alto donde
pueden ascender los sueños. Altura, en la que se convirtió en una de esas personas que con
menos de lo que jamás pensó, se llenó de una intensa felicidad. Emociones, sentimientos y
sensaciones a flor de piel.
Dejarse llevar. Abrir los ojos nuevamente. Chocar contra el muro de la cruda realidad y ayudar a
personas mágicas a demostrar al mundo lo que valen. Cerrar los ojos y volar. Despertar un 1 de
diciembre. Sentir que el fuerte calor de América se desvanece ante el gélido frío de España.
Volver a una realidad en la que los recuerdos formarán parte de su vida para siempre.
Situaciones que le recordarán que no importa donde vaya, porque las ganas de conocer nuevos
horizontes permiten superar las fronteras del miedo de uno mismo.