APROXIMACIÓN PSICOLÓGICA AL PROCESO DE

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APROXIMACIÓN PSICOLÓGICA
PROCESO DE RADICALIZACIÓN.
AL
Rodríguez-González, JM (1),
Ceballos-Becerril, MP (2).
(1)Profesor Titular. Facultad de Psicología. Universidad de
Sevilla. Grupo de Investigación CTS 441: Intervención Psicológica:
Promoción de la Salud y la Seguridad. [email protected]
(2)Asistente Honoraria. Facultad de Psicología. Universidad de
Sevilla. Grupo de Investigación CTS 441: Intervención Psicológica:
Promoción de la Salud y la Seguridad. [email protected]
RESUMEN:
¿Qué provoca que una persona se aproxime a un grupo radical?
¿Cuál es el detonante que hace que esa misma persona de un salto cualitativo
y pase de ser un/a mero simpatizante a llevar a cabo conductas agresivas y
violentas?
Ha sido especialmente a partir de los atentados del 11S cuando tanto
los cuerpos de seguridad (FBI o Departamento de Policía de Nueva York), la
Criminología, agentes estatales e investigadores (desde la Psicología y la
Psiquiatría hasta la Sociología) han comenzado a desarrollar modelos
explicativos a partir de casos particulares.
En el presente trabajo se revisan dichos modelos desde la óptica de
la Psicología aplicada, intentando hallar las principales líneas y directrices
comunes.
1
NOTA BIOGRÁFICA:
(1)Doctor en Psicología por la Universidad de Sevilla.
Responsable del Grupo de Investigación CTS 441 Intervención
Psicológica: Promoción de la Salud y la Seguridad. Master en
Estudios Estratégicos y Seguridad Internacional por la Universidad de
Granada. Profesor de la Escuela de Seguridad Pública de Andalucía
(ESPA), Junta de Andalucía.
(2)Licenciada en Psicología. Master Oficial en Psicología de la
Salud por la Universidad de Sevilla. Miembro del Grupo de
Investigación CTS 441 Intervención Psicológica: Promoción de la
Salud y la Seguridad. Profesora Colaboradora de la Escuela de
Seguridad Pública de Andalucía (ESPA), Junta de Andalucía.
PALABRAS CLAVE: Terrorismo Internacional, Proceso de
Radicalización, Violencia, Salud Mental, Psicología y Terrorismo.
1.- SOBRE EL ESTILO DEL MENSAJE.
En cualquier procedimiento de comunicación se considera que
no sólo es importante lo que se verbaliza (en referencia al contenido),
también lo es la forma en la que se hace (la puesta en escena). Este
último aspecto ha sido hasta el presente muy cuidado por las diversas
organizaciones terroristas a través de los tiempos, aunando mensajes
simples (e incluso a veces de carácter burdo) a otros mucho más
sofisticados y no siempre orientados hacia las emociones y sí hacia la
razón.
Es un requisito imprescindible que la comprensión de los
mensajes en sí y de los argumentos empleados debe ser fácil y
asumible por quienes van a recibirlos. Posiblemente en esta línea el
ejemplo más representativo lo hayamos en Bin Laden, Se trataba de
un líder - no tanto en el caso al Zawahiri- consciente de la diversidad
formativa de sus seguidores pero, independientemente de ello,
reconocía cuál era el núcleo del interés colectivo: religiosidad,
frustración, espíritu de revancha, nostalgia de un pasado próspero que
se difuminó, respuestas simples a problemas complejos, etc …
Lawrence (2005, 22) llama la atención acerca de los mensajes
del primero y estudia un total de 24, que abarcan desde 1994 hasta
2004. La mayoría de ellos se caracterizaban por:
Insistencia continuada en los componentes religiosos.
Olvido de los aspectos sociales de base. Es decir, la
crítica sistemática al sistema imperante era evidente. Había un empeño
característico en poner de manifiesto los errores del actual sistema en
el que los musulmanes se ven envueltos pero, de otro lado, no se
hallan propuestas de solución o simples alternativas. Por el contrario,
tenía lugar una retrotracción a los componentes religiosos.
De esta manera lo que se conseguía era, aparte de que el
receptor llegara por sus propios medios a la conclusión como si de un
descubrimiento personal se tratase, establecer un círculo cerrado en el
2
que lo ideológico era sustituido por lo religioso y se convertía siempre
en la última referencia. Todo acababa subsumido en la Sharia como
guía de la Umma y en la importancia de la Yihad. Precisamente este
último aspecto sí que adquiría (y adquiere en los discursos de los
grupos más actuales) un rol fundamental, tanto que cabe pensar en una
actitud pesimista a priori. Tan destacable es esta cuestión que las
metas (el Califato argumentado ocasionalmente por Bin Laden y
continuamente por Abu Bakr al Baghdadi) aparecen como algo
distante, tanto que su consecución parece difícil. En palabras del
propio Bin Laden (citado por Lawrence 2005, 22) la práctica de la
Yihad debe ser entendida como permanente, justo hasta “que nos
reunamos con Dios y recibamos su bendición”.
En definitiva, este tipo de alocuciones potencia la polarización
del pensamiento y de la conducta de los seguidores del movimiento y
de los propios terroristas. Polarización que es imprescindible para
radicalizar Ideologías, Valores y Actitudes, estimular la aparición de
un rechazo de la Sociedad y adoptar Artefactos (rasgos externos
distintivos y con finalidad gregaria). El Metamensaje no es otro que el
de: No hay salida a no ser que sea mediante el sacrificio personal,
estar dispuesto a entregarlo todo en aras de un fin sumamente elevado,
lo cual supone la máxima implicación con los objetivos de la
organización.
Así mismo es vital que los comunicados se realicen en un
formato de fácil difusión, que permitan una gran inmediatez entre su
emisión y la recepción por parte de los seguidores y traslade la
sensación de control y dominio de la situación aún en el caso de un
conflicto desigual. Un ejemplo característico lo hayamos cuando
observamos de forma evolutiva las apariciones en público del Ejército
Republicano Irlandés (IRA), de los diferentes líderes de Al Qaeda,
Estado Islámico para Irak y Levante (ISIL), Movimiento de Unidad
para la Yihad en África Occidental (MUYAO) como en las
correspondientes a Boko Haram, nótese como en ellas el armamento
siempre aparece, ya sea en primer o en segundo plano. Ello no quita
que, como en el caso de Bin Laden, su estilo mostrase una reconocida
prosa árabe.
De otro lado, cualquier información que provenga de fuera del
grupo debe ser reinterpretada, siempre van a ser consideradas como
engañosas, incompletas y tendentes a inducir la duda, la sensación de
fracaso y en definitiva la necesidad de abandono de la lucha.
No hay que olvidar que todos estos mensajes y comunicados
van dirigidos, sin duda, a un público que a veces se constituyen en
meros simpatizantes curiosos, otras en seguidores pasivos y
finalmente en sujetos activos y operativos ¿Cómo se produce el
cambio de un tipo a otro?, ¿cómo tiene lugar la Radicalización de los
individuos?
2.- LA RADICALIZACIÓN COMO FENÓMENO.
3
La Radicalización es un fenómeno que, de hecho, tiene lugar
en cualquier faceta de la vida del ser humano. Toda actitud llevada a
un extremo próximo a la irracionalidad o, por lo menos, apartada de
una lógica cartesiana imperante resulta ser una manifestación de
radicalismo, una cosa es que éste se mantenga tan sólo en el ámbito de
la opinión, del gesto, y otra muy diferente es que acabe llegando a la
acción (violencia) y/o potenciando la manipulación de otros a la vez
que se les dispone para la citada acción.
En su gestación y desarrollo no tienen por qué tener una
injerencia importante ni la educación, ni la formación cultural. Quizás
las afirmaciones recogidas a continuación puedan servir como una
muestra evidente de lo planteado.
“Tenemos que detenerlos, no podemos dejar que nos
colonicen, (…). No podemos dejar que esto ocurra. Y para evitarlo
tenemos que matar. Matar como bestias salvajes, matar para
sobrevivir. Matar furtivamente, matar con alevosía, matar con
premeditación, matar a los inocentes. Esto es lo que debemos hacer y
más adelante lo haremos” (Humbert, 2008, 28). Agnés Humbert fue
una figura de la Resistencia Francesa durante la Ocupación alemana
en la Segunda Guerra Mundial. Como reconocida historiadora del
Arte y antropóloga nadie podría dudar ni de su sensibilidad ni de su
formación, no obstante sus palabras (escritas en la década de los años
40 del pasado siglo) podrían ser adjudicadas al líder de cualquier
grupo violento actual.
Una breve y sucinta revisión, circunscrita únicamente a tres
puntos de vista (Policial, Investigador y de Inteligencia) nos permite
identificar algunas posturas significativas en torno a la concepción de
la Radicalización.
La Royal Canadian Mounted Police (2009, 1) entiende este
fenómeno como una previa exposición de los individuos a
determinados mensajes ideológicos y la posterior aceptación por parte
de estos de creencias procedentes de visiones extremistas.
McCauley y Moskalenko (2008, 416) olvidan el primer
aspecto citado en el párrafo anterior y focalizan su atención en los
cambios de las creencias y el comportamiento de una/s persona/s
justificando una modalidad de violencia intergrupal y donde no se
descarta el sacrificio de unos pocos o de un grupo reducido para la
promoción de unas ideas.
Finalmente, uno de los Comités del Senado de EEUU (Senate
Committee on Homeland Security and Governmental Affairs, 2007, 4)
utiliza el término para vincular más estrechamente las creencias
extremistas a la acción violenta. Así la radicalización “implica el
proceso de adopción de un sistema de creencias extremistas,
incluyendo la voluntad de utilizar, apoyar o facilitar la violencia,
como un método para lograr el cambio social”.
Bjelopera (2013, 11) insiste en la necesidad de discriminar
entre Radicalismo y Extremismo Violento, por cuanto no es lo mismo
la asunción de un ideario de creencias de tipo extremista que la puesta
4
en marcha de acciones violentas que se apoyan en una previa
ideología radical.3.- LA RADICALIZACION COMO PROCESO.
Una primera cuestión a valorar giraría en torno al hecho de si
la Radicalización acontece en un breve espacio de tiempo o, por el
contrario, es la última fase de un proceso insidioso, progresivo y por
tanto con una cierta dilación en el tiempo, como ya se apunta en
párrafos anteriores.
Hacia los años 80 Clarke y Cornish (1985) plantean su
Rational Choice Theory (RCT) en el ámbito de la Criminología y que
si bien no ha tenido un reflejo inmediata en el contexto del Terrorismo
ya apunta también a la existencia de fases progresivas en la
aproximación a la delincuencia común y donde la elección
(condicionada por circunstancias vitales o del propio ámbito en el que
se desenvuelve el futuro delincuente) o capacidad de sopesar diversas
alternativas y conocer las consecuencias de ellas se contempla como
algo indudable.
Cano (2010, 64) plantea que en Europa (y haciendo siempre
referencia al ámbito yihadista) cabe la posibilidad de apuntar dos
posibilidades. Por un lado se localizan aquellos individuos que una
vez viviendo en Occidente se ven inmersos en un proceso de
radicalización y, por otro, se encuentran aquellos otros que ya han
asumido una actitud radical en sus naciones de origen; pero es en los
países receptores en los que el mencionado proceso llega a su fin.
Tanto en un caso como en otro, lo realmente importante es el hecho de
la asunción de la existencia de un Proceso de Radicalización llevado a
cabo a través de unos guías (unas veces presenciales, otras virtuales),
más que de un cambio brusco resultante de situaciones vitales o
frustraciones particulares y que si bien (en este último caso) puede
implicar la puesta en marcha de conductas extremas; éstas no tienen
por qué insertarse dentro de una pauta de comportamiento permanente
y son más bien el resultado de una acción/reacción.
Horgan (2009ª, 125-126) recurre a un argumento similar en
cuanto a la consideración procesual del Terrorismo y, por tanto, del
ejercicio activo de la violencia.
En fechas mucho más recientes Mellón (2013) indica que “la
radicalización es un proceso, no un estado, y en ese proceso deben
distinguirse diferentes fases si queremos saber qué hay que hacer en
cada una de ellas”.
Sólo pueden considerarse como excepcionales, situaciones
derivadas, por ejemplo, de la reclusión en prisión, que entrarían dentro
de esas circunstancias vitales ya apuntadas más arriba. Es decir, se
habla de aquellas ocasiones en las que un individuo ingresa en prisión
como resultado de delitos comunes y, ya hallándose en una institución
cerrada, con las condiciones especiales que esto entraña en su
dinámica de vida, tiene lugar allí una radicalización acelerada,
estimulada, eso sí, por un guía o reclutador. Brandon (2009, 1) afirma
que son muy frecuentes los musulmanes que han acabado
radicalizándose en las prisiones de países árabes, circunstancia que es
5
posible generalizar a fecha de hoy ya al entorno occidental; aunque
con seguridad no en una proporción tal elevada como se desprende de
lo indicado por este autor. Según la publicación Atenea Digital
(2011)1 y usando datos del Ministerio de Interior español, en 2011
había en las prisiones un total de 7758 presos de origen musulmán
(esta cantidad no difiere en gran medida con la citada unos años antes
por Gutiérrez, Jordán y Trujillo en 2008, 22), calculándose que unos
155 (el equivalente a un 2%) se habrían radicalizado o estarían en
trance de ello.
4.- RADICALIZACIÓN Y YIHAD.
Es interesante la propuesta conceptual que incorpora Roy
(2006), así el “Radicalismo Yihadista” es el punto de encuentro entre
el Islam y determinadas circunstancias derivadas de la vida en
Occidente en las segundas y terceras generaciones de inmigrantes
europeos, en especial la adopción de estilos, pautas y valores
occidentales por parte de comunidades cuya existencia se caracteriza
por vivir en minoría en relación al resto de la población receptora. Se
trata por tanto de una aproximación en la línea ya trazada hace unos
años por Echeverría (2004, 188) en relación al Islamismo y con
ubicación en los países árabes que han sido influenciados por factores
occidentales exógenos considerados negativos. Se plantea así una
aproximación terminológica más justificada en principios sociológicos
que en los teológicos al uso (en referencia al yihadismo) y con el fin
de explicar actitudes radicales en el entorno cultural que resulta
conocido. No hay que olvidar tampoco a quiénes se identifica como
“sujetos diana” propensos a adoptar posturas extremas, son aquellos
que ya han nacido en los países receptores, han recibido una
educación occidental y conocen a la perfección el sistema de valores y
de relaciones imperante.
Jordán (2009ª, 98) integrando tanto una visión sociológica
como política, llega a definir la Radicalización de tipo yihadista
como“…el proceso mediante el que el individuo incorpora un sistema
de creencias que incluye la voluntad de emplear o apoyar activamente
la violencia con el fin de alcanzar los objetivos del salafismo
yihadista”.
Es interesante destacar la matización que hace este autor
acerca de que el fin último no tiene porqué ser forzosamente el
ejercicio de la violencia. Algo que ya ratificaba en la misma fecha
(Jordán, 2009b, 5:3) en referencia a la posición que el servicio de
inteligencia holandés adoptaba al respecto y diferenciándose de la
mantenida por la Comisión Europea en la misma época.
En este sentido alcanza pleno sentido la frase de Waleed Saleh
Alkhalifa (1951) “El islamismo radical tiene una gran dosis de
política y un pequeño soplo de religión” (citado por Tarrero, 2010, 9).
1
Un 2 por ciento de presos musulmanes en España muestran conductas
yihadistas.
2
6
Algo perfectamente asumido por los analistas en distintos momentos y
que, en palabras de Jordán (2004, 162) se convierte en: “El objetivo
estratégico y último de Al Qaida consiste en el establecimiento de
regímenes islámicos en los países musulmanes”.
En definitiva, se presenta un continuum que implica una serie
de momentos o secuencias y cuyo último paso consiste en la adopción
de la violencia. No obstante sería conveniente asumir la propuesta de
De la Corte (2006, 347-349) cuando llama la atención sobre el hecho
de que en ocasiones la mencionada radicalización supone un
entorpecimiento de la misma estrategia terrorista, por cuanto algunas
acciones de tipo indiscriminado repercuten en una pérdida de apoyos.
En esta línea es posible encuadrar las acciones del desaparecido al
Zarqawi como líder de al-Qaeda en Irak. ¿Se podría estar hablando, en
conclusión, de una postura más extrema en la radicalización? ¿Se
trataría de una Meta-Radicalización, que se alejaría de la “Inercia
organizativa” planteada por este mismo autor (De la Corte, 355)?
5.- APROXIMACIONES EXPLICATIVAS.
A partir de los atentados del 11S se han ido gestando toda una
serie de modelos explicativos de este fenómeno, en concreto en el
contexto de los extremismos de orden violento.
Borum (2003, 7-10) propone una aproximación inicial, el
denominado “Estilo de Pensamiento del Terrorista”. Se trata de un
modelo simple (ideado más como planteamiento policial que como
sistema explicativo científico), por derivarse de un análisis no
sistemático de grupos extremistas violentos. Su núcleo parte de la
transformación (en los componentes de estos grupos) de las “quejas” y
las “vulnerabilidades” en “odio”, el cual se convierte en una vía en sí
misma y se transforma en un acicate que anima a la agresión.
En 2005 Moghaddam propone la que denomina “Escalera al
Terrorismo”. En este caso la influencia de la Psicología es
significativa, tanto en la base conceptual como en la metodología. La
mencionada escalera adopta una mayor amplitud en la base y
disminuye a medida que se va elevando (ya que el número de personas
que inician la subida es grande; pero son muchos los que la
abandonan). Localiza una planta baja así como 5 superiores. La
“Frustración” como resultado del “Descontento” y la “Percepción de
Adversidad” se constituyen en las principales variables
motivacionales que posibilitan el acceso a la escala. Es bien conocido
que la frustración puede degenerar en agresividad, un motor perfecto
que anima en el ascenso y que se completa con el desplazamiento de
esa agresividad hacia personas e instituciones y una mayor
comprensión hacia los actos de aquellos que (dentro de la ideología o
de las creencias religiosas) hacen uso de la violencia.
Mitchell y Bhatt (2007) son los autores (asesorados por
diversos expertos en terrorismo y en otras áreas de la criminalidad)
del “Modelo de Radicalización Salafista-Yihadista”. Esta
7
radicalización, siempre contemplada en musulmanes afincados en
Occidente, se describe en 4 fases: Preradicalización,
Autoidentificación, Adoctrinamiento y Radicalización (Jihadization).
Hablarían, por tanto, de una Captación seguida de una Búsqueda
Personal de principios identitarios con la doctrina, Asimilación
Profunda (siempre con la supervisión de un guía) del sistema de
creencias y el último eslabón lo constituiría la Aceptación Completa
de esa persona por parte del grupo.
Finalmente Precht (2007), ya dentro del sector de influencia
europeo, propone otro intento explicativo en el que de nuevo los
actores parten de la “Frustración” (personal, social o política) y se
complementa con la unión con otros tantos en circunstancias
similares. Ese grupo comienza una travesía con paradas similares a las
enunciadas en los modelos anteriores: Preradicalización, Conversión e
Identificación con el islamismo radical, Adoctrinamiento, Incremento
del Vínculo con el grupo y Acciones terroristas o de Apoyo.
Es preciso coincidir con Borum (2011, 37) cuando modo de
análisis crítico afirma que la práctica totalidad de todas estas
propuestas explicativas se caracterizan por basarse en una elaboración
racional y, por tanto, son eminentemente conceptuales. Es decir, el
esperable enriquecimiento de la teoría como resultado de las
aportaciones de la investigación de base tiene un peso muy reducido
en estos intentos explicativos.
Quizás a estas alturas se debería asumir que las
aproximaciones cerradas de esta índole son algo fuera de lugar por
cuanto la complejidad del ser humano juega un papel central. Sin
lugar a dudas, como ya se recoge en párrafos anteriores, hay que
entender que la radicalización entraña diversas fases, es un proceso
que no ocurre de la noche a la mañana (sin contemplar que
ocasionalmente y ante acontecimientos vitales inusitados cabe la
posibilidad de un cambio brusco en los patrones de conducta, éste
podría ser el caso de la venganza entendida como una dinámica de
acción-reacción); pero tabular de forma cerrada momentos complejos
equivaldría a encorsetar una realidad inabarcable. Es por ello que no
resulta fuera de lugar la afirmación de Cano (2010, 93) “el proceso de
radicalización islamista al que se somete un determinado individuo es
de carácter fluido, no siguiendo así una fórmula determinada o un
lapso temporal específico”.
En lo que no parece haber demasiada discrepancia es en cuanto
a los elementos que ayudan y propician el inicio de todo el proceso: la
Frustración, Alienación, Odio (agresividad dirigida), …. y que, bajo la
forma de una propuesta desde el punto de vista de la Psicología que
resulta implícita en nuestro trabajo, se podrían representar
gráficamente en la siguiente secuencia:
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INSATISFACCIÓN
SENTIMIENTOS DE FRACASO
FRUSTRACIÓN
ALIENACIÓN
ODIO
ACCIONES
VIOLENTAS
Y/O
APOYO
VENGANZA
GRAFICO 1. DINÁMICA DE INFLUENCIAS Y
PRESIONES ORIENTADAS HACIA LA RADICALIZACIÓN.
Las conexiones unidireccionales informan de una derivación
del estado, emoción o sentimiento hacia otro/a, mientras que las
bidireccionales plantean la existencia de una interinfluencia. La
Venganza (Vindicación), como relación especial entre Odio y
Reacciones Violentas y/o Apoyo, obedecería a situaciones inmediatas
y especiales de radicalización generadas a modo de Acción-Reacción
y que no tiene por qué tener perdurabilidad en el tiempo.
Como una alternativa a las producciones teóricas revisadas es
posible recurrir a Jordán 2009ª, 198 y ss), quien propone un sistema
comprensivo-explicativo que califica de “poliédrico”. Su
aproximación tiene lugar desde tres diferentes puntos de vista:
Nivel Macro. Implica a variables tanto de orden
político como Social, Económico e incluso Cultural que conforman la
sociedad en la que se desenvuelve al futuro sujeto radicalizado. Estos
factores ya se encuentran presentes en el país e incluso en el contexto
europeo cuando el individuo se incorpora (caso de un inmigrante) o
nace (caso de las segunda o tercera generaciones a las que aludíamos
anteriormente).
Nivel Meso. Supone un escalón de orden inferior al
anterior. Hace referencia exclusiva a las “Redes Sociales” las cuales
se hallan condicionadas por componentes tanto de orden político
como social. En una cultura como la musulmana, en la que las citadas
redes sociales (contempladas bajo el prisma de la tribu, la familia, los
amigos, los foros de participación de tipo religioso, influencia de
predicadores ya radicalizados,…) son imprescindibles, la interacción
que se establece sujeto-grupo facilita al primero un marco de
referencia vital. El citado grupo ensalza o sanciona la/s conducta/s de
los individuos, y la consecuencia es el logro una mayor integración o,
9
por el contrario, el aislamiento, la alienación y la pérdida de las
referencias culturales.
En la medida en la que el contacto con el nivel macro no tenga
lugar o se sienta más defraudado por lo que emana de él, su refugio en
este otro estrato será mayor. Por ello las estrategias preventivas, como
se verá más adelante, juegan aquí un papel primordial.
Nivel Micro. Propio y característico de la persona. Sin
lugar a dudas supone un reto su captación y comprensión. Las mismas
diferencias individuales cristalizan en una diversidad tan significativa
que la realización de predicciones siempre va a incluir un porcentaje
de error (mayor o menor en función de la cantidad de información de
la que se disponga de cada sujeto en particular).
El estrato unipersonal, siguiendo a Jordán (2009ª, 203-208)
estaría representado por 4 pilares que representan la esencia de la
persona: “Racional”, “Emocional”, “Normativo” e “Identitario”.
Es, a nuestro criterio, el nivel más estimulante para la
intervención externa (ya sea por parte de aquellos que ponen en
marcha actividades de captación y reclutamiento ya para la prevención
de la radicalización, la posterior desradicalización y/o
“Desvinculación” en palabras de Horgan (2009b). Por todo ello, las
intervenciones preventivas que puedan llevarse a cabo, están en todo
momento condicionadas, por cuanto la especificidad y particularidad
las dificultan. Las posibilidades más viables serían a partir de
elementos mediadores (familiares, amigos, conocidos, …) localizados
en el ya referenciado Nivel Meso.
El siguiente cuadro recoge un desarrollo gráfico-comprensivo
llevado a cabo por los autores de esta revisión a partir de la propuesta
del mencionado autor, que consideramos debe entenderse como un
modelo de estructuras y al que habría que complementar con un orden
permeable, es decir, se debe asumir que acontecimientos localizados a
nivel Macro afecten directamente en la estructura Micro y viceversa
(esto en menos ocasiones) sin tener que pasar por el tamiz Meso.
ESTRUCTURA MACRO
FACTORES:
-
ESTRUCTURA MESO
Sociales
Económicos
Políticos
Culturales
FACTORES:
Redes Sociales (amistad y parentesco, comunidades
virtuales…)
NIVEL MICRO
Elementos Racionales
Elementos Emocionales
Elementos Cognitivo-Normativos
Elementos Identitarios
10
CUADRO 1. MARCO TEÓRICO EXPLICATIVO DE LA
RADICALIZACIÓN YIHADISTA EN ESPAÑA (a partir de Jordán,
3
2009ª)
6.- PREVENCIÓN DE LA RADICALIZACION
YIHADISTA.
Una somera revisión de las distintas propuestas realizadas en
diferentes países (estrategia CONTEST del Reino Unido en 2005,
Plan de Acción Polarización y Radicalización 2007-2011 holandés,
Oficina de Seguridad y Contraterrorismo del Home Office británico
en 2008, …) y organizaciones europeas (Consejo de la Unión Europea
en 2004, 2005, Oficina de Seguridad y Contraterrorismo del Home
Office británico o el Departamento de Justicia norteamericano –US
Department of Justice, 2013)-) es posible extraer las siguientes
directrices significativas:
Prioridad de las corporaciones locales en el tema a la
hora de decidir cómo y de qué manera implementar los programas de
prevención.
Huida de las visiones restringidas fruto de burocracias
departamentales inconexas.
Preocupación por el logro y/o aumento de la
integración y la cohesión de las comunidades minoritarias.
Búsqueda de alternativas al extremismo yihadista; pero
siempre desde el mismo Islam.
Establecimiento de una postura gubernamental definida
tanto hacia los grupos salafistas como islamistas.
Limitar la acción de los reclutadores y difusores de
actitudes radicales.
Se trata de alternativas diversas pero que se podrían integrar
dentro de una visión más estructurada. Para ello puede bastar, como
una primera acción, con retomar la propuesta de los 3 niveles de
Jordán (2009b) con el fin de incorporar - en nuestra opinión- a las
estructuras Meso y Micro estas medidas (con unos objetivos a medio
y a corto plazo), mientras que las intervenciones a nivel Macro
(resultado más de decisiones de orden político y diplomático); aunque
no imposibles, si que implican tempos más prolongados y soluciones
no siempre aceptadas por todos los implicados. Quizás en esta línea
sea representativo el caso del Líbano y la paz conseguida en 1991 y
sus limitaciones como analizan Sánchez y Rodríguez, 2009.
Conflictos como el palestino (en sus distintas versiones), Irak o
las manifiestas intervenciones en Estados fallidos como Somalia, Mali
(como la más reciente) y el resto de los que comparten la zona del
Sahel, el actual Egipto y su crisis continuada desde la pasada
3
El siguiente cuadro es un desarrollo personal del autor de este trabajo de un
sistema comprensivo propuesto, que en ningún caso tiene que coincidir con la
representación gráfico del autor original.
11
primavera de 2011, la inestabilidad libia, la sangrante complejidad de
la solución del problema sirio, así como el delicado equilibrio en la
zona de los “Tanes” con Afganistán y Pakistán a la cabeza, hace
necesaria la puesta en marcha de acciones resolutivas que permitan la
eliminación de algunos de los argumentos esgrimidos por los grupos
radicales yihadistas. No se trataría de la panacea; pero ayudaría en el
cambio de los argumentos que a menudo sirven como “banderín de
enganche” en primera instancia por parte de los reclutadores (ya
clérigos, ya radicalizados violentos o no) o, como indica Jordán
(2009ª, 214) en las elaboraciones de orden cognitivo-normativo de los
individuos. Quedarían, no obstante, el resto de causas de tipo Macro a
las que recurren en muchos de sus comunicados los grupos que nos
ocupan y en las que los países árabes siempre aparecen como víctimas
directas atemporales de Occidente. Diversos trabajos teóricos, desde
los más clásicos a otros más recientes, recogen y analizan estos
argumentos, es el caso de Arab (200, 183-260), Aristegui (2004, 89132), Armstrong (2002, 71-88), De la Corte (2006, 85-118), Doran
(2002, 48-69), Echeverría (187 y ss), Laqueur (2003, 13-40) y Torres
(2009, 63-110) entre otros varios.
No es posible dudar de la dificultad que entraña esta alternativa
en base a la cantidad de intereses en juego en cada caso de los
planteados; pero no por ello habría que abandonar ese objetivo.
Las soluciones más inmediatas pueden y deben lograrse a
niveles Meso y Micro; aunque desde un punto de vista más propio de
la Sociología y la Psicología Social, es el ámbito Meso el que merece
mayor atención y recoge la práctica totalidad de las líneas recogidas
más arriba. Las acciones que se emprendan en este estrato no sólo van
a generar cambios en grupos importantes de individuos que además
pueden estar vinculados (asociaciones, familias,…) si no que estos
permitirán detectar eficazmente cambios que ocurran a nivel
individual.
Si a la vez que no se pierde de vista la concepción de los 3
niveles se asumen los principios de prevención en Salud, sería viable
contemplar 3 posibles formas de intervención, a saber: Primaria,
Secundaria y Terciaria.
La primera de ellas (Primaria) no tendría lugar puesto que
habría que ponerla en marcha antes de que realmente pudiera llegar a
detectarse el problema y éste ya existe en nuestro país, Europa y el
resto del mundo.
En cuanto a la Prevención Secundaria, debe ser entendida
como una forma de disminuir la vulnerabilidad de futuros
radicalizados. Ante el hecho de que las tareas de captación están
ocurriendo en nuestro entorno, es el mayor reto a afrontar. Es
precisamente aquí donde se incorporaría la visión Meso. Se trataría de
proporcionar a los integrantes de las comunidades musulmanas (en
especial a los miembros de segunda y tercera generación) de
12
herramientas oportunas para que puedan manejar las Disonancias
Cognitivas 4 que puedan surgirles como resultados de nuevas
experiencias, de la simple evolución madurativa o de la injerencia de
terceros (sujetos radicalizados).
Contextos escolar, laboral, familiar, social próximo (barrio,
ciudad), religioso, asociacionista y prisión son los pilares
fundamentales alrededor de los que debe girar la acción de
prevención. Coincidirían con una de las variables sobre las que Borum
(2011)5 recomienda intervenir, las cuestiones de orden social que
cristalizan en la discriminación, pérdida de derechos, paro, racismo,
pobreza, problemas de integración, etc….
El malestar derivado de problemas en estos contextos pondría
en marcha el sistema ya descrito por nosotros en el Gráfico I y el/los
individuo/s se mostrarían más sensibles a las propuestas de los
reclutadores.
Finalmente, la Prevención Terciaria se orienta hacia quienes
desean salir de ese ámbito radical o a quienes se ha detenido y al
poder disponer de ellos se puede intervenir. En este caso lo primero a
considerar es, siguiendo al ya mencionado Horgan (2005, 2009b y c)
el tema de la diferenciación entre Desradicalización y Desvinculación.
Este autor llama la atención acerca del hecho de que la consecución de
una meta (habitualmente la desradicalización) no conlleva
forzosamente el logro de la otra (la desvinculación) por cuanto no es
muy habitual poner mediadas para conseguir el éxito en la segunda, ya
que es en las últimas fechas cuando comienza a tenerse en cuenta.
De otro lado se encuentran otros especialistas procedentes
precisamente del ámbito radicalizado y que con el paso de los años
han ido abandonando esas posiciones y han puesto su experiencia y
conocimientos a disposición de la sociedad. Quizás el caso más
representativo es el ya citado Ashour (2009) y sus propuestas de
desradicalización basadas empíricamente en:
“por qué” algunos islamistas son sensibles a adoptar
una actitud revisionista bien de sus estrategias e incluso de su
ideología.
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Entiéndase por tales a los conflictos tanto ideacionales como emocionales,
ideológicos, religiosos, etc… que pueden desencadenarse en los individuos, vivan a
caballo entre dos culturas o no.
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Además de esta línea de trabajo recomienda acciones sobre:
1.- Las ideas y el propio discurso empleado por los guías en la
radicalización que tienen como efecto generar un tamiz a partir del cual se acaba por
tener una visión distorsionada de la realidad.
2.- Aspectos de orden personal. Estabilidad emocional y personal,
alteraciones o limitaciones psicológicas (caso de existir), tolerancia a la frustración,
dimensiones de personalidad (búsqueda de nuevas experiencias, extraversión,
afabilidad, energía, etc …) van a representar también un papel importante en la
resistencia o aceptación de ideologías extremas. En este caso, identificable con el
nivel Micro.
13
“cómo” se pueden crear las condiciones necesarias para
lograr con éxito la mencionada radicalización.
La combinación de la influencia de líderes carismáticos,
represión estatal, interacciones sociales e incentivos selectivos
encuadraría y condicionaría la transformación. De nuevo es posible
hallar como la acciones a niveles Meso o Micro adquieren un papel
fundamental en el caso de la Radicalización, casi podríamos
calificarlo de vital en la prevención de un fenómeno que día a día
adquiere un peso más significativo en nuestra sociedad y que, dado el
caso, limitará nuestras (tanto de occidentales como de no occidentales)
libertades. No se trata de predicciones, se trata de una realidad.
Es preciso reseñar que la práctica totalidad de las cuestiones
enunciadas acaban siendo contempladas en el Plan de Prevención de
la Radicalización Violenta español de próxima implementación que,
aunque se centra en cualquier tipo de radicalización, los medios de
comunicación al uso hacen especial hincapié en el acento yihadista.
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