Pilar Gómez Pavón EL DELITO DE CONDUCCIÓN BAJO LA INFLUENCIA DE BEBIDAS ALCOHÓLICAS, DROGAS TÓXICAS O ESTUPEFACIENTES Y análisis del artículo 383 del Código Penal 5.ª Edición (/'(/,72'(&21'8&&,Ð1%$-2/$ ,1)/8(1&,$'(%(%,'$6$/&2+Ð/,&$6'52*$6 7Ð;,&$62(6783()$&,(17(6 Pilar Gómez Pavón Profesora Titular de Derecho Penal Universidad Complutense de Madrid EL DELITO DE CONDUCCIÓN BAJO LA INFLUENCIA DE BEBIDAS ALCOHÓLICAS, DROGAS TÓXICAS O ESTUPEFACIENTES Y análisis del artículo 383 del Código Penal Prólogo de Dr. D. Luis Rodríguez Ramos Catedrático de Derecho Penal 5.ª Edición Consulte en la Web de Editorial Bosch (www.digital.wke.es) posibles actualizaciones, gratuitas, de esta obra, posteriores a su fecha de publicación. Con la colaboración de Miguel Bustos Rubio en la actualización de jurisprudencia y revisión de bibliografía y puesta al día de la presente edición. Es propiedad, © 2015, Pilar Gómez Pavón Para la presente edición: © 2015, Editorial Bosch, S.A. Comte d’Urgell, 51 bis. 08011 Barcelona http://www.bosch.es Quinta edición: Febrero, 2015 ISBN: 978-84-9090-023-9 Depósito legal: M-4733-2015 «Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.conlicencia.com) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra». Printed in Spain &$3Ì78/2, /RVGHOLWRVGHODUWtFXORGHO&yGLJR3HQDOWUDVOD/H\ 2UJiQLFDGHGHQRYLHPEUHGH PRGLILFDFLyQGHO&yGLJR3HQDO 1. INTRODUCCIÓN. BREVE REFERENCIA A LOS DIFERENTES TIPOS INCLUI- DOS EN EL PRECEPTO Al iniciar el estudio de la regulación actual del delito de conducción bajo la influencia de bebidas alcohólicas, drogas tóxicas, estupefacientes o sustancias psicotrópicas, empezaremos por el análisis de la conducta descrita en el artículo 379 del Código Penal, que dice, en su número 2, inciso primero: «El que condujere un vehículo a motor o un ciclomotor bajo la influencia de drogas tóxicas, estupefacientes, sustancias psicotrópicas o de bebidas alcohólicas, será castigado con la pena de arresto de ocho a doce fines de semana o multa de tres a ocho meses y, en cualquier caso, privación del derecho a conducir vehículos a motor y ciclomotores, respectivamente, por tiempo superior a uno y hasta cuatro años»1. Si lo descomponemos nos encontramos con varios elementos: 1.º la conducción; 2.º que dicha conducción lo sea de un vehículo de motor o ciclomotor; 3.º ingestión de bebidas alcohólicas, drogas tóxicas, estupefacientes o sustancias psicotrópicas; 4.º su influencia sobre el organismo; y poniendo el mencionado artículo en relación con el resto de los preceptos relativos a la seguridad del tráfico, podemos señalar otro requisito: que la con- 1. El artículo 379 del Código Penal recoge, en esencia, el anterior 340 bis.a).1.º, tras las reformas operadas en él por Leyes Orgánicas 3/89, de 21 de junio y 17/94, de 23 de diciembre. Finalidades de estas dos reformas fueron, en lo relativo a este delito, volver de nuevo a las penas privativas de libertad, e incorporar la segunda de las leyes citadas, los ciclomotores como instrumento del delito. Sin perjuicio de volver sobre ello posteriormente, no se comprende la urgencia de esta última reforma, cuando el Proyecto de Código Penal se encontraba en un estadio avanzado de elaboración. 14 El delito de conducción bajo la influencia de bebidas alcohólicas, drogas ... ducción se realice por vía pública. De estos elementos, los dos primeros y el último son comunes a otros artículos que regulan la misma materia2, mientras el tercero y el cuarto constituyen la nota característica y diferenciadora de este delito. En las siguientes páginas estudiaremos por separado cada uno de estos elementos. La reforma del Código Penal efectuada por Ley Orgánica 15/2007, de 30 de noviembre, nos obliga a incluir, junto a la figura que podríamos denominar tradicional en la legislación española, un nuevo tipo relativo a la conducción tras la ingesta de las sustancias típicas. Así, al referido número de este precepto se le añade: «En todo caso será condenado con dichas penas el que condujere con una tasa de alcohol en aire espirado superior a 0,60 miligramos por litro o con una tasa de alcohol en sangre superior a 1,2 gramos por litro». A su estudio dedicaremos un posterior apartado dentro de este mismo capítulo. Por otra parte, no podemos olvidar que el precepto al que venimos haciendo referencia tipifica ahora, tras la citada reforma, no sólo la conducción bajo la influencia o tras la ingesta de determinadas sustancias, sino otros comportamientos que se consideran peligrosos para el tráfico, como es la conducción superando la velocidad prohibida en los límites marcados por la ley. De esta forma, el vigente artículo 379 del Código Penal dice: «1. El que condujere un vehículo de motor o un ciclomotor a velocidad superior a sesenta kilómetros por hora en vía urbana o en ochenta kilómetros por hora en vía interurbana a la permitida reglamentariamente, será castigado con la pena de prisión de tres a seis meses o a la de multa de seis a doce meses y trabajos en beneficio de la comunidad de treinta y uno a noventa días, y, en cualquier caso, a la privación del derecho a conducir vehículos a motor o ciclomotores por tiempo superior a uno y hasta cuatro años. 2. Con las mismas penas será castigado el que condujere un vehículo de motor o ciclomotor bajo la influencia de drogas tóxicas, estupefacientes, sustancias psicotrópicas o de bebidas alcohólicas. En todo caso será condenado con dichas penas el que condujere con una tasa de alcohol en aire espirado superior a 0,60 miligramos por litro o con una tasa de alcohol en sangre superior a 1,2 gramos por litro». a) Breve referencia a los diferentes tipos incluidos en el artículo 379 del código penal. No es nuestra intención, ya que excedería del ámbito de este trabajo, extendernos en el estudio completo del vigente artículo 379, pero no podemos por menos que poner de manifiesto su modificación. El delito de conducción bajo la influencia de determinadas sustancias ha sido considerado tradicionalmente por doctrina y jurisprudencia como de peligro abstracto; la razón de su incriminación no era otra que el riesgo, esta2. Véanse los artículos 381, 384 y, en parte, el 380. Los delitos del artículo 379 del Código Penal tras la Ley Orgánica 15/2007, de ... 15 dísticamente demostrado, que tal estilo o forma de conducir representaba, adelantándose así, en frase ya tópica, las barreras de protección penal. Siguiendo en este extremo a Gutiérrez Rodríguez3, la norma constituye una ley penal en blanco, además de continuar con la técnica de tipificación del anterior artículo 379 del Código Penal, regulando el delito como de peligro abstracto. Norma penal en blanco en cuanto, como bien dice la autora, existe una remisión total a la normativa administrativa, lo que hace cuestionable la constitucionalidad del precepto ahora comentado. El establecimiento de unos límites en el código penal no debe llevarnos a engaño: esos límites lo son en referencia a otros señalados en la norma administrativa. En último término, como dice Gutiérrez Rodríguez, es la legislación propia del sector del tráfico dentro del ordenamiento administrativo la que va a decidir cuándo estamos en presencia de un delito, ya que el exceso vendrá dado siempre en función de esa previa referencia; es más, un cambio en esa normativa supondrá inevitablemente una modificación del tipo penal, sin ni siquiera ser preciso proceder a su reforma por ley orgánica. Queda, pues, en manos del poder ejecutivo el establecer la existencia o no de un hecho punible4. Como acabamos de decir, no vamos a entrar ahora en el análisis del precepto, pero sí, al igual que hace la autora últimamente citada, poner de manifiesto lo que puede suponer la aplicación del precepto para los derechos procesales que, como fundamentales, se le reconocen al imputado. Paso previo para poder proceder, administrativa o penalmente, es la determinación del autor, lo que puede resultar difícil cuando tras la comprobación de la infracción (penal o administrativa) no se ha procedido por la autoridad competente a 3. Gutiérrez Rodríguez, «Excesos de velocidad e intoxicaciones punibles», en Delitos contra la seguridad vial, Valencia, 2009, pp. 50 y ss. 4. Ídem, pp. 51 y 52. En cuanto a la constitucionalidad del precepto, considera que «habrá que valorar» si cumple con las exigencias establecidas para ello por el propio Tribunal Constitucional: 1) que el reenvío sea expreso y esté justificado por razón del interés jurídico protegido por la norma penal; 2) que la ley penal, además de señalar la pena, contenga el núcleo esencial de la prohibición; 3) que sea satisfecha la exigencia de certeza; citando al respecto jurisprudencia constitucional. Es indudable que dejar en manos del poder ejecutivo la modificación o mejor adopción en cada momento de la velocidad que se considera no supone un incremento del riesgo no asumible socialmente no deja de tener ventajas, sobre todo en relación con las posibles modificaciones, pero esos supuestos beneficios no pueden hacer olvidar que nos encontramos ante un sector del ordenamiento jurídico, como es la legislación penal, que, de acuerdo con principios mayoritariamente admitidos y compartidos, sólo se debe utilizar cuando no exista otro medio menos gravoso e igual de eficaz, sin que la eficacia, en cualquier caso, deba suponer la vulneración de los principios que inspiran el Derecho Penal. Pero es que además no podemos olvidar que las leyes penales en blanco no suponen sólo una infracción de la certeza y taxatividad, sino del propio fundamento democrático de este sector del ordenamiento jurídico: la ley penal no responde ya a la voluntad general, como ocurre con las leyes orgánicas, sino, podríamos decir, a la mayoritaria, representada en el ejecutivo. 16 El delito de conducción bajo la influencia de bebidas alcohólicas, drogas ... detener e identificar al conductor. Debe tenerse en cuenta que preceptos como el artículo 72.3 de la Ley de Seguridad Vial, que obliga al propietario del vehículo a identificar al conductor, difícilmente pueden ser aplicables en la jurisdicción penal5. Ciertamente la inclusión de este precepto se ha llevado a cabo de una «forma excesivamente genérica, pues el tipo prescinde del análisis del resto de circunstancias apreciadas (conservación de la vía, tiempo atmosférico, estado de la circulación, etc.), para determinar la peligrosidad de la conducta en el caso concreto y sin que se exija ningún resultado de peligro»6. No vamos a cuestionar qué velocidades elevadas suponen un aumento del riesgo inherente a esta actividad (la conducción), pero ello, que debe ser evitado en la vía administrativa, no puede sin más legitimar el empleo del derecho penal. Esas circunstancias que menciona Gutiérrez Rodríguez no son más que aquellas que deben tenerse en cuenta para adecuar la velocidad a las condiciones de la vía. Existe un límite por encima del cual la conducción da lugar a una infracción administrativa, pero ello no significa, sin más, que se acerque de forma irremediable el riesgo que se intenta prevenir. Conducir a 180 kilómetros hora por una carretera o autovía desierta, a las cinco de la madrugada, en un tramo con buena visibilidad, recto, sin puntos negros o cualquier otro tipo de obstáculo, es, a lo mejor, menos peligroso que hacerlo a 80 kilómetros hora por una vía urbana, en horas diurnas. Pero, de acuerdo con la actual regulación penal, en el primer caso se cometería un delito y en el segundo no necesariamente, al no haberse superado la velocidad excesiva en el límite marcado por el Código Penal. La tipicidad de este último hecho dependería de la concurrencia del resto de los elementos típicos de la conducción con temeridad manifiesta del artículo 380 del Código Penal7. 5. Para Gutiérrez Rodríguez, ob. cit., p. 66, resulta difícil acudir a la prueba de indicios cuando la identificación no se realice, tal como admite el Tribunal Constitucional, para infracciones administrativas de tráfico, y así la Sentencia núm. 63/2007, de 27 de marzo, y mucho menos, como dice la sentencia acabada de citar, afirmar la autoría cuando el propietario no identifica al conductor, siendo posible que una identificación ambigua o equívoca pueda ser utilizada como indicio de su autoría, en conjunto con otras circunstancias. Se plantea la autora la dificultad de encontrar esos indicios, ya que no basta con esa mera identificación no exacta o equívoca en tanto esa forma de manifestación puede tener otra explicación lógica diferente a la autoría, como puede ser, simplemente, no querer denunciar. No se puede olvidar que decir que ese tipo de explicaciones constituye un indicio de algo es, además, hacer recaer la prueba de la autoría en el imputado o acusado, vulnerando la presunción de inocencia y la carga de la prueba. 6. Ídem, ob. cit., p. 69. En igual sentido Queralt Jiménez, Derecho Penal, PE, 5.ª edic. 2008, p. 923. 7. Artículo el que ha venido regulando este tipo de conducción muy escasamente aplicado por los tribunales, con una posible cifra negra muy alta, pero cuya falta de aplicación no debe llevar a soluciones legislativas como las contempladas en el número 1 del vigente artículo 379 del Código Penal; la no aplicación de una ley no se soluciona con la previsión de otra más severa. Esta quinta edición de “El delito de conducción bajo la influencia de bebidas alcohólicas, drogas tóxicas o estupefacientes” conserva la misma estructura que las anteriores ediciones, con numerosas ampliaciones condicionadas por los sucesivos cambios legislativos que paulatinamente han ido ampliando y objetivando en gran medida el ámbito de la prohibición penal en relación con los delitos contra la seguridad vial. Así, a tenor de estas reformas, se introdujo en su momento el actual artículo 383 del Código Penal –antes artículo 380-, y en las siguientes ediciones se incorporaron las modificaciones en este precepto. Al mismo tiempo, se analizan las diversas posiciones doctrinales y jurisprudenciales en relación con el concurso con el artículo 379 del Código Penal. Se ha dedicado también espacio al estudio de las consecuencias del delito, en concreto, además de la penalidad prevista, todo lo relativo al comiso incluyendo el del vehículo de motor, así como los problemas que su aplicación representa a la vista de la regulación del comiso como consecuencia accesoria con carácter general en el Código Penal. En la actual edición se han puesto al día tanto jurisprudencia como bibliografía, procurando en relación con la primera mantener el sistema de anteriores ediciones, al considerar que facilita su consulta y conocimiento, labor efectuada por D. Miguel Bustos Rubio, junto con la revisión del texto. 3652K25083 ISBN: 978-84-9090-023-9 9 788490 900239