reales fantasas de juventud - Universidad Autónoma del Estado de

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REALES FANTASÍAS DE JUVENTUD 1
Gonzalo Alejandre Ramos*
Se presentó un 2 de mayo en las instalaciones de la Universidad
Autónoma del Estado de México en Belisario Domínguez 11, en el Barrio
de San Juan, en Zumpango, México; eran las 11:20 hrs. del día. Le había
costado trabajo llegar hasta ese lugar, pues en el pueblo casi nadie
sabía que existiera ahí una universidad. Después de varias informaciones
falsas entre las que abundaron remitirlo fuera de la ciudad, donde se
encontraban las instalaciones de la Preparatoria Regional de
Zumpango, pues ésta por estar anunciada sobre la carretera de la
salida hacia México, toda la gente del pueblo la conocía.
Su tenacidad y persistencia hacían sospechar de su gran interés,
decisión y entusiasmo. La prueba es que había logrado llegar, pues no
conocía la ciudad, procedía de un pueblo cercano a las pirámides en
el mismo Estado de México.
Pero al fin, aquel joven que debutaba en sus diecinueve
primaveras se dirigió decidido a buscar la información que deseaba. En
su semblante y en su forma de hablar se denotaba la necesidad de
forjarse una personalidad a base de la práctica de las relaciones
humanas, se le notaba una actitud de seguridad un tanto forzada pero
sin titubeos, pues desde que estudiaba la secundaria, su madre, una
mujer a la que la vida no le había tratado como ella habría deseado, ni
siquiera en su intento de matrimonio, le repetía frecuentemente una
serie de frases, que por lo visto en su conducta no habían sido en vano:
"estudia hijo, para que seas alguien en la vida y no tengas que trabajar
como yo".
La mujer, madre de aquel joven aspirante a licenciado, había
tenido que sostener los estudios de su hijo lavando y planchando ajeno,
también confeccionaba prendas de vestir sobre pedido, actividades
con las que obtenía ingresos modestos.
Este joven impetuoso y en ocasiones imaginativo, atributos que
había perfeccionado en su estancia en la preparatoria, había tenido
algunos contactos con "gente importante" (así se le conoce por aquel
rumbo a la gente que "se mueve" en el ámbito político). Entre sus
compañeros también había encontrado eco a sus incipientes
pretensiones, él quería ser una de esas "gentes importantes"; con
frecuencia echaba a volar su imaginación, se veía a sí mismo fungiendo
UAEM. Sucesivas Aproximaciones de Nuestra Historia. Crónicas de la Universidad Autónoma del
Estado de México. Toluca, México, 2000, pág. 187 - 191.
* Lic., cronista de la Unidad Académica Profesional de Zumpango.
1
en el papel de diputado, luego insatisfecho con ese logro en sus sueños
de despierto saltaba al punto de senador por su Estado y ya
encarrerado como suele decirse se llegó a imaginar en el papel de
presidente de la república.
Ya con los pies sobre la tierra, consideraba que todo dependería
de caminar por el camino adecuado. En alguna ocasión, un orientador
en la preparatoria le dijo: "si quieres ser político te conviene que estudies
la carrera de ciencias políticas". Aquella sugerencia o consejo dio
vueltas en su cabeza hasta decidirlo y ese era el principal motivo por el
que se encontraba ahí ese 2 de mayo.
Así pues, aquel día que se presentó a pedir información sobre las
carreras que aquella unidad académica impartía, su atención estaba
puesta en una información esperada, escuchó impaciente en voz de
uno de los coordinadores de la facultad que en aquel día le salió al
encuentro: "aquí se imparten las carreras de licenciado en enfermería,
en diseño industrial, en turismo, y cuando mencionó la carrera
esperada, licenciado en ciencias políticas y administración pública, el
semblante se le iluminó y ahí detuvo a su informante, por lo que siguió
preguntando, era evidente que aquella segunda parte del nombre de
la carrera no lo había escuchado o bien no le había interesado
escucharla: "... y Administración Pública", lo que él quería escuchar ya lo
había oído.
Sin más, preguntó: "¿Cómo me puedo inscribir a esa carrera?", el
informador le contestó que debería someterse al procedimiento
institucional a partir de cuando apareciera la convocatoria oficial que
emite la universidad, hecho que marca el inicio del proceso. Se le
mencionó que posiblemente, entre el ocho y el diez de ese mismo mes
era el lapso en el cual saldría tal documento y que si le interesaba
estudiar ahí, debería estar pendiente.
Los breves días transcurrieron y lo pronosticado se cumplió: la
convocatoria apareció y el joven había sido oportuno con todos los
trámites estipulados y cubierto todos los requisitos establecidos por la
universidad. Para mediados de septiembre se le vio transitar por los
pasillos de aquel pequeño edificio que cada vez se veía más
amenazado con no poder dar cabida a un alumno más; en ocasiones
se le veía por la cafetería que estaba en la azotea del edificio, se le
escuchaba entusiasmado hablar con sus compañeros abordando
diversos temas, pero invariablemente todos ellos, como era de
esperarse, los derivaba hacia una versión o interpretación política, se le
veía orgulloso de ser ya universitario.
Para octubre se le vio por esos mismos lugares con el ánimo y el
semblante notoriamente cambiados. Por comentarios hechos por
algunos de sus compañeros con quienes solía platicar, decían que el
profesor X había sido muy crudo y drástico con él. Cuando en una clase
el profesor creyó necesario y oportuno deslindar las confusiones que
detectó en las participaciones de sus alumnos, pues todo lo derivaban
con base en su sentido común, hacia la interpretación política
contemporánea, sin importar que se estuviera tratando un tema
histórico o de otra naturaleza, por lo que el profesor dijo de una manera
decidida y con tono enfático:
Si alguien de este grupo piensa que basta tan sólo con tener ganas e
intención de ser político para lograrlo, siento decirle que está muy
equivocado, es más, puedo decirle que para ser político no es
necesario estudiar y ni siquiera hay una carrera que prepare
específicamente para ello, todos los políticos ya pertenecen a una
clase política, a una familia con tradición, poder o abolengo y si fuera
posible ascender o pertenecer a tal clase con tan sólo cursar una
carrera universitaria que pueda tener alguna relación con ello, en este
país pocos privilegiados quedarían y además ya no sería atractivo ser
político, pues cualquiera podría serlo, la realidad actual es que en
nuestro país la clase política es cerrada y no permite el ascenso a
cualquier hijo de vecino.
Con tan crudas y verosímiles declaraciones, a nuestro joven se le
cayeron algunas ilusiones y se le resquebrajaron muchas de sus
fantasías, pues hasta ese momento todas sus fuentes de motivación
habían reforzado una imagen más propia de las películas
norteamericanas donde los personajes de gran éxito se improvisan y
corren con muy buena suerte, demostrando que la trascendencia se
logra con ser oportunista y un poco inteligente para engañar a los
incautos, aquellas películas en donde basta imitar para pasar por
auténtico.
En la primaria le habían hablado de Juárez, pero ese modelo le
parecía más imposible, nuestro joven no había tenido la fortuna de
contar con un padrino rico y de la clase política.
Esa era la fugaz y breve historia de su desencanto. El profesor
había sido muy claro en afirmar que la posibilidades de un "colado" eran
muy remotas y rayando en la fantasía.
Con todo en su contra, el joven siguió su carrera, además se
enteró que no todo era ciencia política sino que la carrera también
incluía la administración pública, cosa que no le era atractiva pero
tenía que pasar las materias, así unos semestres después empezó a
recuperar el ánimo al ver que él no era el único soñador político, pues
entre los compañeros del grupo encontró elementos para rehacer sus
castillos en el aire y poder así contrarrestar la pesada opinión de aquel
profesor "negativo" que lo pintaba como un imposible. El ánimo pronto
se expandió e invadió a la mayoría del grupo, ahora no era ya un solo
joven soñador, sino un grupo de románticos prospectos a políticos de
pueblo.
Poco antes de terminar la carrera aquel joven ya era un líder del
grupo, había establecido contactos estrechos y más formales con la
"gente importante".
Hoy se le oye decir unido a sus condiscípulos una frase de cristal
que reaviva los ánimos del grupo: "¡sí se puede!"
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