Vigencia de la Corte Penal Internacional. El Estatuto de Roma y la

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José Luis González González (Uruguay) *
Vigencia de la Corte Penal Internacional.
El Estatuto de Roma
y la ratificación por el Estado uruguayo
I.
Introducción
El Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional fue aprobado por la Conferencia Diplomática de Plenipotenciarios de las Naciones Unidas el 17 de julio de
1998 en Roma, República de Italia.
En la oportunidad participaron Estados e innumerables organizaciones no gubernamentales. De los 160 Estados participantes, 120 aprobaron el proyecto del Estatuto —incluido Uruguay—, 7 Estados votaron en contra, 21 se abstuvieron y 12 no
participaron en la votación.
Aquella primera etapa constituyó un hito en la historia de la humanidad, ya que
por primera vez se lograba un acuerdo interestatal sobre un órgano jurisdiccionalinternacional permanente, que tuviera competencia para juzgar las conductas de criminales que atentaran contra los derechos humanos y que no fueran sometidos a la
justicia ordinaria de sus respectivos países.1
Hasta el presente los intentos para crear un tribunal internacional de justicia se
limitaban a la creación de tribunales ad hoc destinados a juzgar a los responsables de
crímenes de guerra y delitos de lesa humanidad, como en los juicios de Nuremberg y
de Tokio que siguieron a la II Guerra Mundial o los tribunales de Ruanda y la antigua
Yugoslavia,2 entre otros.
* Abogado. Profesor de Derecho Penal en la Universidad de la República Oriental del Uruguay.
Luego de entrada en vigencia comienza otra etapa: como dice Carlos Albín (director del Instituto del Tercer Mundo) “[…] la lucha continúa y continuará, porque después de la entrada en vigor del
Tratado, tendremos que seguir defendiendo la Corte y su jurisdicción […] tendremos que contribuir a
sus investigaciones con datos, informaciones y testimonios, tendremos que sensibilizar a otros gobiernos para que se incorporen al Tratado, tendremos que impulsar la actualización de nuestras legislacio1
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Salvo excepciones, el derecho internacional penal se ha caracterizado por juzgar
la responsabilidad de los Estados, no de los individuos. Son los Estados a los que se
condena a resarcir los daños ocasionados por sus nacionales por el ejercicio abusivo
de autoridad.
La Corte Penal Internacional saneará una histórica deuda jurisdiccional con la
humanidad, posibilitando el juzgamiento personal de quienes sean denunciados ante
sus estrados.
Como dijo el secretario general de las Naciones Unidas, Kofi Annan: “[…] el
largamente acariciado sueño de una Corte Penal Internacional se ha convertido en una
realidad. La impunidad recibió un golpe duro”.3
II.
Cronología del proceso de creación de la Corte Penal Internacional
Año 1948. Las Naciones Unidas adoptan el Tratado sobre Genocidio, que proclama internacionalmente como un acto criminal las acciones cometidas con la intención de destruir un grupo nacional, racial, étnico o religioso.
Años 1950. La Comisión de Derecho Internacional (CDI) de la ONU fue encargada de compilar las normas de los procesos de Nüremberg y de preparar un proyecto
del estatuto para una CPI. (La Guerra Fría estancó los proyectos).4
Año 1989. En el contexto del fin de la Guerra Fría, Trinidad y Tobago propone
nuevamente a la Asamblea General la idea de la Corte. La Asamblea encarga a la CDI
la preparación del proyecto.
nes nacionales incorporando figuras delictivas presentes en el Estatuto” (L. Nicolás Guigou y Marisa
Ruiz [comps.] Seminario: Corte Penal Internacional, desafíos y proyecciones para el Uruguay y el
mundo, Universidad de la República, Montevideo, 15-18 de mayo de 2001, p. 135).
2
El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas creó los dos tribunales ad hoc para Ruanda y
la antigua Yugoslavia, a fin de abordar situaciones específicas resultantes de crímenes que se habían
cometido. La jurisdicción de estos tribunales está limitada al tiempo y los territorios en cuestión. Su
propósito no era abordar violaciones que ocurrieran en otras partes o evitar violaciones en el futuro.
Por su parte, la Corte Penal Internacional, con sede en La Haya, Países Bajos, será una institución
permanente, sin restricciones espaciales ni temporales. Estará en capacidad de actuar en forma más
rápida de lo que lo haría un tribunal ad hoc. Como entidad permanente, su sola existencia será un factor
para disuadir a los eventuales infractores, enviando mensajes de advertencia. También estimulará a los
Estados para que investiguen y enjuicien los crímenes graves que cometan sus habitantes, en su territorio, ya que, si se abstienen de hacerlo, la Corte Penal podrá ejercer su jurisdicción.
3
Cita invocada en el informe oficial remitido por la Comisión de Asuntos Internacionales del
Poder Legislativo al Senado de la República (carpeta nº 794/2002, repartido nº 468/2002, p.137).
4
En 1951 Uruguay fue elegido como uno de los quince países miembros que integraron la Comisión Redactora del Proyecto del Estatuto de la Corte (la delegación estuvo integrada por el ex canciller
de la República, Dr. Héctor Gross Espiell).
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Año 1993. El Consejo de Seguridad de la ONU constituye el Tribunal ad
hoc para juzgar los crímenes de guerra cometidos en el conflicto de la antigua
Yugoslavia. 5
Año 1994. La CDI somete a la Asamblea General un primer proyecto. El Consejo de Seguridad crea un segundo tribunal ad hoc para el caso de Ruanda.6
Año 1995. La Asamblea General crea el Comité Preparatorio (PrepCom) para
completar el texto que deberá adoptarse en una conferencia diplomática.
Año 1996. Luego de dos reuniones de PrepCom, la Asamblea General convoca
a la Conferencia Diplomática de Plenipotenciarios para 1998.
Año 1997. Tres reuniones de PrepCom discuten la definición de los crímenes,
los principios generales del derecho penal, temas de procedimiento, la cooperación
internacional y las penas a imponerse.
Año 1998. Del 16 de marzo al 3 de abril se reúne la sexta reunión de PrepCom
para finalizar el proyecto y acordar el procedimiento de la Conferencia. Del 15 de
junio al 17 de julio, con la asistencia de plenipotenciarios de todos los Estados y la
invitación a ONG de todo el mundo, la Conferencia de Roma aprobó el Estatuto de la
CPI e inició el proceso de ratificación por los Estados.
III. La República Oriental del Uruguay y la ratificación
del Estatuto de Roma (ley nº 17.510 de 27/6/2002)7
Artículo 1º. Apruébase el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, adoptado
en Roma, República de Italia, el 17 de julio de 1998 y suscrito el 19 de diciembre de
2000.
Antecedentes. La República Oriental del Uruguay es el primer país del mundo
que aceptó sin reservas la jurisdicción obligatoria internacional, primero de la Corte
Permanente de Justicia, luego de la Corte Internacional de Justicia. Respecto a los
derechos humanos, ratificó el Pacto Universal de Derechos Civiles y Políticos8 y en el
ámbito americano la Convención de Derechos Humanos,9 aceptando la jurisdicción
obligatoria de la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
Conforme a la tradición nacional, el país participó activamente en las negociaciones que culminaron con la aprobación del Estatuto de la Corte —en Roma—, así
como en posteriores tareas reglamentarias de éste, tendientes a determinar el alcance
de los elementos del crimen, reglas de procedimiento y prueba.
5
Tiene su sede en La Haya, Países Bajos.
Su sede es Tanzania.
7
Publicada en el Diario Oficial nº 26.044, 8.7.2002.
8
Aprobado por la ley nº 13.751 de 11 de junio de 1969.
9
Aprobada por la ley nº 15.737 de 8 de marzo de 1985.
6
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El discurso inaugural de la delegación uruguaya10 estuvo precedido por la valoración del Estado de Derecho y las instituciones democráticas dentro del mecanismo
de aplicación del principio de complementariedad.
En la oportunidad se subrayó que las soluciones adoptadas deberían “asegurar
garantías para los unos y los otros, de tal manera que los Estados y las personas
reconozcan a este Tribunal Penal Internacional como una referencias ineludible, independiente, imparcial y efectiva”.11
El Estatuto fue firmado por el Gobierno de la República el día 19 de diciembre
de 2000.12
Posteriormente, fue ratificado el 27 de junio de 2002 por la ley de referencia nº 17.510.
Conforme a lo establecido en el artículo 126 del Estatuto, éste entrará en vigor el
primer día del mes siguiente al sexagésimo día a partir del depósito de la ratificación
número sesenta. En los hechos, comenzó a regir el día 1º de julio de 2002.13
Artículo 2º. En su condición de Estado parte del Estatuto de Roma, la República
Oriental del Uruguay asegurará su aplicación en el marco del pleno funcionamiento de
los poderes del Estado en el ámbito de sus respectivas competencias y con estricta
observancia del ordenamiento constitucional de la República.
El Estatuto no apunta solamente a la actividad de la futura Corte Penal Internacional. Surge también de este instrumento el impulso dado a la actividad de los Estados parte para que responsabilicen de sus actos a las personas culpables de crímenes
graves del Derecho Internacional. El texto aborda deberes y funciones para los Estados parte con vistas al fiel cumplimiento de dichos fines. En primer lugar impone
obligaciones jurídicas directas, especialmente en todo lo relativo a la cooperación de
la Corte. En segundo lugar, también hay disposiciones que obligan a los Estados parte
a adoptar medidas de ejecución en el ámbito nacional.14 Si bien la Corte ha definido
10
A cargo del ministro de Relaciones Exteriores, Dr. Didier Opertti.
Diario de sesiones de la Cámara de Senadores, t. 411, nº 181, p. 523.
12
Siete Estados votaron contra el Estatuto. Tres de ellos —China, Estados Unidos e Israel—
expresaron sus razones para votar en contra. El representante de China manifestó que el poder que se le
daba a la Cámara de juicio previo para bloquear la iniciativa del fiscal no era suficiente y que la adopción del Estatuto debería haberse hecho por consenso y no por votación. La principal objeción de los
Estados Unidos se refería al concepto de jurisdicción y su aplicación a los Estados no partes. Su representante manifestó también que el Estatuto debe reconocer el papel del Consejo de Seguridad en la
determinación de un acto de agresión. El representante de Israel expresó no comprender por qué el acto
de trasladar habitantes a un territorio ocupado se incluía en la lista de crímenes de guerra.
13
A esa fecha 139 Estados ya habían firmado el Estatuto, y habían ratificado 66.
14
Por ejemplo, con relación a los delitos contra la Administración de Justicia (Código Penal
Uruguayo, libro II, título V, capítulo I), en aplicación del artículo 70.4 del Estatuto, que prescribe que
“todo Estado Parte hará extensivas sus leyes penales que castiguen los delitos contra la integridad de su
propio procedimiento de investigación o enjuiciamiento a los delitos contra la administración de justicia
a que se hace referencia en el presente artículo y sean cometidos en su territorio o por uno de sus
nacionales”.
11
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los crímenes respecto de los cuales ejercerá competencia, no ha impuesto sin embargo
a los Estados parte la obligación de legislar sobre los mismos crímenes en el ámbito
jurídico nacional. Ello quiere decir que, si los Estados no quieren ver alterada su
competencia primaria en un caso particular, frente a la competencia complementaria
de la Corte, deberían incluir en su jurisdicción penal nacional los delitos tipificados
en el Estatuto de Roma.
Artículo 3º. De conformidad con lo previsto en el Estatuto de Roma sección IX del
Estatuto titulada “De la Cooperación Internacional y la Asistencia Judicial”, el Poder
Ejecutivo remitirá al Poder Legislativo en el plazo de seis meses un proyecto de ley con
el objeto de establecer los procedimientos para asegurar la aplicación del Estatuto.
Conforme lo establece el artículo 86 del Estatuto,15 los Estados parte tienen el
deber de prever en su legislación interna los procedimientos que les permitan cooperar con la Corte. La cooperación implica ayudar en la investigación y el enjuiciamiento de personas que cometan crímenes de su competencia. De allí que el Gobierno
nacional fijó un plazo —de seis meses— para determinar los procedimientos que
aseguren la aplicación del Estatuto.16
La importancia de la sanción de una ley especial de cooperación obedece a la
naturaleza sui generis diferente de la cooperación jurídica clásica entre Estados. La
futura ley deberá contemplar las obligaciones de los Estados que emergen de los
capítulos V,17 IX 18 y X.19
Este ámbito normativo nacional podrá comprender tanto las normas procesales
como las sustantivas relativas a la tipificación y penalización de los delitos de competencia de la Corte.
IV. La soberanía de los Estados parte. El caso uruguayo
La primera cuestión importante que se plantea desde el punto de vista constitucional se vincula con el referido principio de complementariedad de la jurisdicción
penal internacional de la Corte respecto de las jurisdicciones penales nacionales
15
“Artículo 86. Los Estados Partes, de conformidad con lo dispuesto en el presente Estatuto,
cooperarán plenamente con la Corte en relación con la investigación y enjuiciamiento de crímenes de su
competencia”.
16
En realidad, la fijación de un plazo para determinar los procedimientos aplicables en determinada materia parece innecesaria, ya que el Poder Ejecutivo no necesita plazos para presentar estos
proyectos de ley, pudiéndolo hacer en cualquier momento. El Estatuto de la Corte no lo estableció, el
Parlamento no tenía por qué hacerlo. La única explicación posible es haber pretendido un efecto jurídico ante él incumpliendo, esto es, llamar a responsabilidad al Ministro del ramo —en este caso, Relaciones Exteriores— si el Poder Ejecutivo no remite en tiempo y forma el proyecto de ley anunciado.
17
“De la Investigación y el Enjuiciamiento”.
18
“De la Cooperación Internacional y la Asistencia Judicial”.
19
“De la Ejecución de la Pena del Estatuto”.
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(artículos 1, 17 a 20 del Estatuto). Las funciones que cumplen dichas disposiciones
son permitir la transferencia a la Corte Penal Internacional de potestades jurisdiccionales que la Constitución nacional reserva en forma exclusiva a los tribunales del
Poder Judicial (artículos 18 y ss., 82, y 233 y ss. de la Constitución uruguaya).
Si bien Uruguay carece de normas que regulen expresamente dicha transferencia, no sería la primera vez que el Gobierno nacional reconozca como obligatoria la
vía convencional de un tribunal internacional en asuntos reservados a nuestros poderes y órganos nacionales.20
El fundamento, de cuño constitucional, radica en que en materia de derechos
humanos nuestro sistema se estructura sobre la base de los derechos inherentes a la
personalidad humana (artículo 7 y 72 de la Constitución), es decir, anteriores al Estado y superiores a él.21 De tal modo, la organización estatal tiene entre sus cometidos
defender y proteger esos derechos. En consecuencia, si el sistema está orientado a
defender y proteger esos derechos, no puede haber ninguna inconstitucionalidad cuando
el Estado uruguayo —libremente— por acuerdos internacionales establece un sistema de garantía más amplio, precisamente para proteger esos derechos.22 En este caso
el Estado estará colaborando para que los nacionales que cometan los crímenes prescritos en el Estatuto, o quienes los hayan cometido en su territorio, puedan ser juzgados por una Corte Internacional y sujetos a la pena que se les imponga.
En otras palabras, el hecho de que la Constitución no haya previsto un sistema
internacional de protección a los derechos humanos no significa que la transferencia
de competencias sea inconstitucional, pues, en rigor de verdad, se trata de organizar
junto al orden interno una protección y defensa internacionales.
Naturalmente, esta transferencia o reconocimiento nunca son plenos o absolutos; queda reservada al Estado uruguayo una importante porción de soberanía, tal
como sucede en la Convención Internacional de Derechos Humanos cuando consagra
el derecho a solicitar ante la jurisdicción estatal la amnistía, el indulto o la conmutación de la pena23 (artículo 4.6 de la CIDH).24
20
Por ejemplo, la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
Dice Alberto Pérez Pérez, profesor titular, catedrático de Derechos Humanos de la Facultad de
Derecho de la Universidad de la República Oriental del Uruguay: “[…] el principio fundamental es que
todo ser humano tiene derechos antes de que ningún ordenamiento jurídico se los reconozca, de tal
modo que no hay un ordenamiento jurídico legítimo si no está destinado a proteger y a tutelar esos
derechos humanos […]” (Guigou y Ruiz, op. cit., p.142).
22
Décadas atrás ya imperaba similar concepto en el ámbito parlamentario. El senador César
Mayo Gutiérrez decía: “El concepto de la soberanía absoluta debe experimentar limitaciones, como
las sufre en la sociedad organizada la libertad individual, para prevenir sus extravíos cuando éstos
sean contrarios a la comunidad internacional” (Diario de sesiones de la Cámara de Senadores, t.
411, nº 181, p. 591).
23
Aunque restringe este derecho a las personas condenadas a muerte.
24
De todos modos, aunque Uruguay no hubiera ratificado el Estatuto de la Corte, no por ello
evadiría la responsabilidad internacional de que se juzgara a aquellos nacionales que cometieran críme21
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En conclusión, la Corte Penal Internacional no será un reemplazo sino un complemento para la jurisdicción nacional. Las cortes nacionales seguirán teniendo prioridad en la investigación y el enjuiciamiento de los crímenes en su jurisdicción. De
conformidad con el principio de complementariedad, la Corte Penal Internacional
actuará sólo cuando las cortes nacionales sean incapaces de ejercer su jurisdicción o
se muestren renuentes a hacerlo; de lo contrario, la CPI no puede intervenir y ningún
ciudadano de ese Estado puede ser llevado ante ella, excepto en los casos en que lo
remita el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas de conformidad con el capítulo VII de la Carta de la ONU. El Estatuto especifica los motivos para que la Corte
admita un caso, y las circunstancias que determinan la incapacidad o renuencia están
escrupulosamente definidas con el fin de evitar decisiones arbitrarias. Además, el
acusado y los Estados implicados, sean o no partes del Estatuto, pueden impugnar la
jurisdicción de la Corte o la admisibilidad del caso. Tienen asimismo el derecho de
apelar cualquier decisión pertinente.
V.
Declaración interpretativa
El artículo 120 del Estatuto prevé que no se “admitirán reservas al presente Estatuto”. Ello obedece al fin de no resquebrajar su unidad normativa con relación a los
Estados parte.
A pesar de la referida disposición, el Poder Ejecutivo envió un proyecto de ley
—el original— incorporando disposiciones de carácter interpretativo. Lo fundaba
principalmente en “cuestiones de constitucionalidad que presentan algunas disposiciones del Estatuto”.25 El proyecto original hacía especial hincapié en los artículos
17.2 y 27.2 del Estatuto. El artículo 17.2 se refiere a la competencia de la Corte en
aquellos casos en que un Estado parte no quiere o no puede promover la investigación
o el enjuiciamiento por la comisión de delitos previstos en el Estatuto, lo que podría
significar una injerencia en la jurisdicción nacional, merced a lo establecido en el
artículo 85 de la Constitución, que faculta al Poder Legislativo a acordar amnistías en
determinados casos extraordinarios. De la misma manera, el artículo 27.2 del Estatuto, al establecer que las inmunidades de que gozan ciertas altas autoridades no obstan
a que la Corte ejerza su competencia, aparecería como incompatible con el artículo 93
nes contra la humanidad, ya que sería posible que el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas
instalara en el país tribunales ad hoc, como en los casos de la antigua Yugoslavia y Ruanda, y conforme
a nuestra pertenencia a la ONU, no habría objeciones para formular (Pérez Pérez, en Guigou y Ruiz, op.
cit., p. 145). Similar concepto expresó Hugo Adrían Relva (Amnistía Internacional, Sección Argentina): “Los estatutos de estos Tribunales ‘ad hoc’ para la antigua Yugoslavia y para Ruanda son vinculantes
para el Estado uruguayo como lo son también para la República Argentina […]” (ibídem, p. 152).
25
Véase Cámara de Senadores, carpeta nº 794 de 2002, repartido nº 468 de junio de 2002,
pp. 18-19.
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ANUARIO DE DERECHO CONSTITUCIONAL LATINOAMERICANO / 2002
de la Carta Magna, que prevé este tipo de inmunidades y reglamenta su levantamiento
dentro de un Estado de Derecho.
Decía el proyecto original del Poder Ejecutivo que esta preocupación constitucional no es patrimonio de los uruguayos, sino que a su vez otros Estados la han
enfrentado; empero, también la han resuelto —por ejemplo, Francia por la vía de la
reforma constitucional, o Bélgica postergando el proceso de ratificación a una futura
reforma de la Constitución.26
Formuladas las observaciones por la Comisión de Asuntos Internacionales
del Senado, se revisaron las disposiciones de carácter interpretativo y quedaron
sin efecto. El proyecto de ley sustitutivo no las contiene, como se advierte del
propio texto de la ley.
Sin perjuicio de lo expuesto, existe un argumento de texto (el artículo 239, numeral 1º, de la Constitución) que refiere a la competencia de la Suprema Corte de
Justicia, cuando es llamada a resolver “cuestiones relativas a tratados, pactos y convenciones con otros Estados”.
VI. Normas básicas de cooperación
La cooperación de los Estados parte con la Corte está contemplada fundamentalmente en los capítulos IX y X del Estatuto. La Corte no dispone de servicios de policía judicial y, por regla general, no está habilitada para proceder a
efectuar investigaciones en el territorio de los Estados parte.27 Es, por consiguiente, tributaria en importante medida de la cooperación de los Estados parte. De allí
que cuando el artículo 86 dispone a los Estados parte la obligación de cooperar
“plenamente” con la Corte, el vocablo significa que el Estatuto no admite en principio expresiones de motivos para rechazar una orden de detención y entrega de
un acusado de los crímenes que reprime, y sólo acepta, tratándose de otras formas
de cooperación, como causal de rechazo, que la cooperación atente contra la seguridad nacional de los Estados.28
La solicitud de cooperación se tramita por vía diplomática (artículo 87.a), por
conducto de la Organización de Policía Criminal o de cualquier organización regional
competente (87.b).
Admitida la cooperación, los Estados parte cumplirán las solicitudes de detención y entrega de conformidad con las disposiciones del Estatuto y del procedimiento
establecido en el derecho interno (artículo 89.1).
26
Ibídem, p.19.
Salvo excepciones: “El Fiscal podrá realizar, en casos especiales, investigaciones en el territorio de un Estado” (artículo 54.2.a.b. y 57.3.d).
28
O se invoque la primacía de un procedimiento nacional a iniciarse contra el acusado, o que esté
en curso.
27
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Es importante señalar que la Corte carece de competencia sancionatoria ante el
incumplimiento de los Estados parte en cooperar. Las divergencias en tal sentido, que
no se resuelvan a través del mecanismo de la consulta, serán elevadas por la Corte a la
Asamblea de los Estados parte, a sus efectos (artículo 87.7).29
VII. Naturaleza jurídica de la Corte Penal Internacional
La Corte Penal Internacional (CPI) es una institución permanente que está facultada para ejercer su jurisdicción sobre personas respecto de los crímenes más graves
de trascendencia internacional, de conformidad con su propio Estatuto, y tendrá carácter complementario de las jurisdicciones penales nacionales (parte I del Estatuto,
artículo 1).
Cuando se refiere a personas es con independencia del rango que ocupan, es
decir, la responsabilidad penal se aplicará igualmente a todas las personas sin distinción de su categoría de jefes de Estado o de Gobierno, de miembros de un Gobierno o Parlamento, de representantes elegidos o de funcionarios gubernamentales
(artículo 27).
El hecho de que una persona haya cometido un crimen por orden de un superior
(obediencia debida) no exime a esa persona de responsabilidad penal, salvo que estuviera obligada por ley a obedecer órdenes emitidas por el Gobierno al superior de que
se trate (artículo 33.1.a), no supiera que la orden era ilícita (33.1.b), o la orden no
fuera manifiestamente ilícita (33.1.c).30
Un comandante militar es penalmente responsable de los crímenes que cometan
las fuerzas que están bajo su comando o control. También da pie a la responsabilidad
penal el hecho de que el comandante militar sepa o deba saber que sus fuerzas están
cometiendo o van a cometer tales crímenes y, sin embargo, no evite que se cometan o
no reprima a los responsables (artículo 28).
29
La cooperación del Estado uruguayo con la Corte deberá cumplirse en instancias a desarrollarse en dos niveles: una en el ámbito del Poder Ejecutivo, como responsable de las relaciones internacionales del país, y otra en el del Poder Judicial, encargado del dictado de actos jurisdiccionales que disponen la sujeción física de las personas y la disponibilidad de los bienes. A dichos efectos el mensaje del
proyecto de ley enviado por el Poder Ejecutivo (carpeta nº 794 de 2002, repartido nº 468/2002) preveía
la creación de una Autoridad Central para funcionar dentro de la órbita del Ministerio de Relaciones
Exteriores. En tal caso, tendría a su cargo el cometido específico de atender las demandas de cooperación de la Corte y de actuar no sólo como interlocutor sino como el órgano responsable de la cooperación. La Comisión de Asuntos Internacionales entendió que crear una Autoridad Central en la órbita
del Poder Ejecutivo, con potestad para designar a sus integrantes, y realizar —en esencia— actividad
jurisdiccional era inconstitucional, ya que tal cometido la Constitución de la República lo pone a cargo
de la Suprema Corte de Justicia (artículo 239) (carpeta nº 794, cit. 154).
30
Las órdenes de cometer genocidio o crímenes de lesa humanidad son consideradas manifiestamente ilícitas (artículo 33.2).
476
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Asimismo, la Corte tendrá personalidad jurídica internacional, y capacidad jurídica para el desempeño de sus funciones y la realización de sus propósitos (artículo 4,
numeral 1).
Podrá ejercer sus funciones y atribuciones en el territorio de cualquier Estado
parte y, por acuerdo especial, en el territorio de cualquier otro Estado (artículo 4,
numeral 2).
VIII. Diferencias con la Corte Internacional de Justicia
La Corte Internacional de Justicia es el principal órgano judicial de las Naciones Unidas. Se creó principalmente para entender en los conflictos entre Estados.
No tiene jurisdicción sobre asuntos que involucren la responsabilidad individual en
un crimen.
La Corte Penal Internacional tendrá jurisdicción sobre los individuos (artículo 25).
IX. Los crímenes de competencia de la Corte
La competencia de la Corte se limitará a los crímenes más graves de trascendencia31 para la comunidad internacional en su conjunto.32 Ellos están taxativamente descriptos:33 genocidio (artículo 6), crímenes contra la humanidad (artículo 7),
crímenes de guerra (artículo 8), y crimen de agresión (artículo 5.2).34 El concepto
de gravedad reviste un carácter esencial para el ejercicio de la competencia y debe
ser compatible con lo enunciado en el Estatuto; de lo contrario, si el hecho delictivo, aun constituyendo una grave violación a los derechos humanos, no encaja típicamente en la definición contenida en el texto, la Corte podrá resolver que no es
competente (artículo 17.1.d), y en ese caso habrá que perseguir los delitos a través
de los mecanismos tradicionales propios de cada Estado, o en el ámbito del derecho
internacional vigente.35
31
El carácter de gravedad y trascendencia de los crímenes está dado por la realización sistemática y/o por la comisión de éstos en gran escala.
32
Los antecedentes en cuanto a la tipificación de estos crímenes se encuentran en: 1º) los Convenios de La Haya, de 1907; 2º) los Convenios de Ginebra de 1949 y sus Protocolos Adicionales; 3º) la
Convención contra la Tortura y los Tratos o Penas Crueles, Inhumanos y Degradantes, de 1984; la
Convención sobre Prevención y Castigo del Delito de Genocidio, de 1998.
33
La Dra. Ofelia Gressi dice que estos textos —artículos 5 y ss.— “[…] no son leyes penales en
sentido estricto, por lo cual son notorias sus deficiencias técnicas en lo relativo a la descripción de la
conducta, que es vaga, abierta y nada estricta” (Guigou y Ruiz, op. cit., p. 191).
34
El concepto y alcance de crimen de agresión no fue definido en el Estatuto. Su análisis quedó
postergado para cuando se celebre la Conferencia de Revisión, que tendrá lugar dentro de siete años, a
partir de la entrada en vigor del Estatuto (artículo 5.2 y 123).
35
Por ejemplo, Corte Europea de Derechos Humanos, Corte Americana de Derechos Humanos, etc.
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Asimismo, corresponde precisar que estos crímenes no difieren de los delitos
comunes en cuanto a su materialidad, pero para que sea competencia de la Corte, la
gravedad del crimen debe estar precedida, además, de un elemento de carácter subjetivo: por ejemplo, en los casos de genocidio, que haya sido perpetrado con “la intención de destruir total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso”;
respecto de los crímenes contra la humanidad, que los ataques generalizados o sistemáticos contra una población civil sean “con conocimiento de dicho ataque”; respecto de los crímenes de guerra, que respondan a un “plan o política como parte de la
comisión en gran escala de tales crímenes”.
En suma, deberá verificarse la tipicidad plena de las conductas para que la Corte
pueda ejercer su competencia, sin admitirse ninguna interpretación extensiva de las
conductas descriptas normativamente y las características enunciadas.
En cuanto al ejercicio efectivo jurisdiccional de la Corte, es necesario que sea
parte del Tratado el Estado en cuyo territorio se ha cometido el crimen o el Estado del
que sea nacional la persona objeto de investigación o enjuiciamiento (artículo 12.2.a.b).
En otras palabras, la Corte sólo asumirá jurisdicción cuando se trata de crímenes
cometidos en algún Estado parte o cuando éste acepte su competencia (artículo 12.3).
El crimen de genocidio incluye la lista de actos prohibidos constitutivos del
delito (lesiones graves, sometimiento y/o matanzas de miembros de grupos, impedir
nacimientos, trasladar por la fuerza a niños, etc.) cometidos con el intento de destruir,
total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso (artículo 6).
Los crímenes contra la humanidad cubren una lista de actos concretamente prohibidos cuando forman parte de un ataque generalizado o sistemático dirigido contra
una población civil y con conocimiento de dicho ataque.
Los actos prohibidos comprenden: el asesinato, el exterminio (imposición de
condición de vida, privación de alimentos, medicinas, etc.), la violación,36 la esclavi36
En Ruanda y en la antigua Yugoslavia se utilizaron ampliamente la violación y la violencia por
cuestión de género como armas para crear terror y degradar a las mujeres de un grupo étnico particular
al mismo tiempo que a la totalidad de la comunidad a la que pertenecían. Al llevar a juicio los casos de
violación y de otros crímenes por cuestión de género, los tribunales ad hoc descubrieron que las víctimas tenían miedo de revelar sus historias y más aún de ser víctimas del proceso legal. Con el fin de
ayudar a las víctimas y a los testigos para enfrentar el proceso judicial, la Corte Penal Internacional
dispondrá de una Unidad de Víctimas y Testigos para proporcionar medidas de protección y dispositivos de seguridad, consejería y otras formas de asistencia, con respeto pleno de los derechos del acusado.
La Corte deberá tomar asimismo medidas apropiadas para proteger la intimidad, la dignidad, el bienestar físico y sicológico y la seguridad de víctimas y testigos, principalmente cuando se trata de crímenes
sexuales o de violencia relacionada con el género. Sin perjuicio de ello, el Estatuto establece el derecho
a compensación de las víctimas, incluyendo restitución, compensación y rehabilitación. La Corte tiene
poderes para determinar el alcance y extensión de cualquier daño, pérdida o herida que las víctimas
hayan sufrido y para ordenar a los convictos que hagan las reparaciones correspondientes. Puede establecerse un Fondo Fiduciario para beneficio de las víctimas y de sus familias. Sus fondos procederán,
entre otras fuentes, del dinero y de propiedades obtenidas mediante multas y decomisos que imponga la
Corte (artículo 75).
478
ANUARIO DE DERECHO CONSTITUCIONAL LATINOAMERICANO / 2002
tud (ejercicio del derecho de propiedad sobre las personas, sexual, prostitución forzada, embarazos forzados, esterilización forzada), la desaparición forzada de personas
(aprehensión, detención o secuestro de personas por un Estado o una organización
política con su autorización o apoyo, seguido de la negativa a informar de su suerte o
su paradero); la tortura (causar intencionalmente dolor o sufrimientos graves, ya sean
físicos o mentales, a una persona que esté sometida a la custodia o al control de la
autoridad aprehensora), el crimen de apartheid (actos inhumanos de los referidos,
pero cometidos en el contexto de un régimen institucionalizado de opresión y dominación sistemática de un grupo racial sobre otro grupo racial), el exterminio (imposición intencional de condiciones de vida, privación de alimentos o medicinas, etc.), el
embarazo forzado (confinamiento ilícito de una mujer a la que se ha dejado embarazada por la fuerza) (artículo 7).37
Los crímenes de guerra38 se aplican a violaciones graves de las Convenciones de
Ginebra en 1949 y a otras violaciones graves que se enumeran en el Estatuto, cometidas a gran escala en conflictos armados internacionales (artículo 8). Entre ellas se
destacan: matar intencionalmente; someter a torturas o tratos inhumanos, incluidos
los experimentos biológicos; destruir bienes o apropiarse de ellos sin una necesidad
militar; tomar rehenes; realizar ataques intencionales contra la población civil, o contra el personal, sus instalaciones o vehículos de una misión de paz o ayuda humanitaria; lanzar ataques excesivos que produzcan graves daños al medio natural y efectos
duraderos entre la población civil; utilizar indebidamente la bandera blanca; atacar
edificios no militares como hospitales, institutos de enseñanzas, museos, etc.; utilizar
veneno o armas envenenadas, o gases asfixiantes o tóxicos; emplear balas que se
abran al contacto con el cuerpo; naturalmente, actos de violación, prostitución forzada, reclutamiento de menores de 15 años, etc.39
37
El genocidio y los crímenes contra la humanidad se castigan independientemente de que se
realicen en tiempo de paz o en tiempo de guerra.
38
Sin perjuicio que los crímenes de guerra fueron definidos por el Estatuto, están sometidos a
una cláusula opting out —durante siete años— que faculta a cualquier Estado parte a declarar que no
acepta la competencia de la Corte para estos crímenes cuando se denuncia que fueron cometidos “por
sus nacionales o en su territorio” (Disposición de transición, artículo 124).
39
En los últimos 50 años las violaciones más graves de los derechos humanos no han ocurrido en
conflictos internacionales sino dentro de los Estados. Por lo tanto, el Estatuto de la Corte incorpora las
normas de la ley humanitaria internacional contemporánea que condenan, como crímenes de guerra, las
violaciones graves que se cometen en los conflictos armados internos que no sean perturbaciones internas o motines, por ejemplo, entre las autoridades gubernamentales y grupos armados organizados, etc.
Las definiciones de los crímenes que contiene el Estatuto son el producto de años de trabajo
realizado por muchas delegaciones y por sus expertos. Cada definición está formulada de manera precisa para que refleje las normas internacionales existentes y está redactada de acuerdo con los requisitos
de claridad de la justicia penal. A los jueces de la Corte se les exige que interpreten las definiciones de
manera estricta y no hagan extensiones por analogía. El objetivo es establecer normas internacionales
objetivas y evitar decisiones arbitrarias. En casos de ambigüedad, las definiciones se deben interpretar
en favor del acusado.
JOSÉ LUIS GONZÁLEZ GONZÁLEZ - VIGENCIA DE LA CORTE PENAL INTERNACIONAL...
479
Los crímenes de la competencia de la Corte no prescriben (artículo 29).
Para que la Corte Penal Internacional pueda ejercer su competencia se requiere,
además, que se cumpla alguna de las siguientes condiciones:
– que el Estado en que se ha cometido el crimen sea parte del Tratado; o
– que la persona investigada o enjuiciada sea nacional de un Estado parte.
El principio de territorialidad y el de la nacionalidad activa son entonces los que
se han recogido en esta solución (artículo 12.2).
X.
La estructura de la Corte Penal Internacional
El Estatuto prevé la siguiente estructura institucional:
– la Presidencia, encargada de velar por la administración de la Corte (artículo
38);
– una Sección de Cuestiones Preliminares, integrada por no menos de seis
magistrados, y encargada de autorizar la investigación o el enjuiciamiento de
eventuales responsables de los crímenes denunciados (artículo 39, nº 1 y 2, y
56 y ss.);
– una Sección de Primera Instancia (artículo 39, nº 1 y 2), encargada de instruir el proceso (64 y ss.);
– una Sección de Apelaciones, formada por magistrados de distintos Estados, representantes de los principales sistemas jurídicos del mundo
(artículo 39, nº 1 y 2), y competentes para entender en los recursos
previstos en el Estatuto;
– la Fiscalía, que investigará y ejercerá las acciones penales (artículo 42);
– la Secretaría, que será un órgano administrativo (artículo 43).
XI. El procedimiento jurisdiccional. Sus diversas etapas
La Corte puede ejercer competencia si la denuncia de que se ha cometido un
delito de los previstos en el artículo 5 del Estatuto proviene de un Estado parte
(artículo 13, literal a); del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (literal b),
o si el fiscal inicia de oficio una investigación (artículo 15).
Lo primero que va a hacer el fiscal es analizar la veracidad de la información
recibida; puede recabar más información de los Estados, de las Naciones Unidas, de
las ONG, recibir testimonios, etc.
Si el fiscal llega a la conclusión de que existe fundamento suficiente para abrir
una investigación, debe solicitar autorización a la Sala de Cuestiones Preliminares
(artículo 15, nº 3).
Concluida la etapa de admisibilidad por la Corte (artículo 17), el fiscal iniciará
la investigación (artículo 53), gozando de amplios poderes inquisitivos para la averiguación de la verdad y la determinación de las pruebas pertinentes para determinar
si hay responsabilidad penal de conformidad con el Estatuto (artículo 24).
480
ANUARIO DE DERECHO CONSTITUCIONAL LATINOAMERICANO / 2002
En cualquier momento después de iniciada la investigación, el fiscal podrá solicitar a la Sala de Cuestiones Preliminares una orden de detención contra una persona
sobre la que recaen motivos razonables para creer que ha cometido un crimen de
competencia de la Corte (artículo 58).
Puede ser una orden de detención o una orden de comparecencia (artículos 58,
59 y 91).
El Estado parte que haya recibido una orden de detención de un nacional de
dicho Estado, o de una persona que se encuentre en su territorio, examinará su procedencia conforme a derecho (artículo 59) y la pondrá inmediatamente a disposición de
la Corte, la cual le hará saber, en una audiencia preliminar, los crímenes que se le
imputan y los derechos que le reconoce el Estatuto (artículo 60 y 61).
El juicio se llevará a cabo en la Sede de la Corte (La Haya), con las garantías del
debido proceso —audiencias, diligenciamiento de pruebas, presencia del abogado del
acusado, interposición de apelaciones, etc. (parte VI, artículos 62 y ss.).
Concluido el juicio, y en caso de que se dicte un fallo de condena, la Sala de
Primera Instancia fijará la pena que proceda imponer (artículo 76). El fallo podrá ser
apelado ante la Sala de Apelaciones de la Corte (artículo 83).
XII. La Fiscalía
El fiscal es el soporte del órgano acusador; por eso una de las mayores inquietudes
es saber el grado de independencia que tendrá. Durante las negociaciones de la Conferencia de Roma se defendió la existencia de un fiscal independiente con poderes para
iniciar investigaciones cuando haya suficientes evidencias que demuestren violaciones
graves a los derechos humanos. Sin perjuicio de lo expuesto, el Estatuto incluye disposiciones detalladas para asegurar adecuadas restricciones y equilibrio de sus poderes.
En primer lugar, el fiscal debe tener deferencia con los Estados que quieran o estén en
capacidad de adelantar sus propias investigaciones. Se le exige que, antes de iniciar una
investigación, presente todos los materiales de base que ha reunido y que obtenga el
permiso de la Sala de Cuestiones Preliminares (artículos 13.c y artículos 15 a 18).
El acusado y los Estados implicados tienen asimismo el derecho de impugnar en el
período investigativo la acción iniciada por el fiscal. Los Estados y el acusado pueden
también impugnar la jurisdicción de la Corte o la admisibilidad del caso en el período
de acción judicial. Estas medidas proporcionan amplias oportunidades para asegurarse
de que el caso es substancial y merece que la Corte lo investigue y le siga acción judicial.
El fiscal será elegido por el voto secreto y por mayoría absoluta de los miembros
de la Asamblea de los Estados partes (artículo 42.4). No se le permitirá participar en
ningún caso en el que se pueda poner en duda su imparcialidad.40 La Cámara de
40
“Artículo 42.5. El Fiscal y los fiscales adjuntos no realizarán actividad alguna que pueda interferir en el ejercicio de sus funciones o menoscabar la confianza en su independencia. No podrán desempeñar ninguna otra ocupación de carácter profesional”.
JOSÉ LUIS GONZÁLEZ GONZÁLEZ - VIGENCIA DE LA CORTE PENAL INTERNACIONAL...
481
Apelaciones de la Corte decidirá cualquier cuestión relativa a su descalificación. La
Asamblea de los Estados parte tiene poder para destituir al fiscal si, a su juicio, éste ha
cometido faltas graves o ha violado seriamente sus obligaciones.
XIII. El acusado
El Estatuto de la Corte crea un verdadero sistema de justicia penal internacional.
Tendrá jueces imparciales y calificados a disposición de los acusados de los crímenes
que caigan bajo su jurisdicción para asegurarles debido proceso y juicio imparcial. El
Estatuto reconoce una gama completa de los derechos del acusado y llega hasta ampliar las normas incorporadas en los principales instrumentos internacionales de derechos humanos.
El Estatuto posee algunas ventajas particulares. Una es la de los mecanismos de
selección de sus órganos de investigación, enjuiciamiento y juicio, diseñados para
proteger a los individuos inocentes contra investigaciones o acciones judiciales de
carácter penal basadas en motivos políticos, vejatorios o frívolos. Además, las personas encargadas de tomar decisiones en relación con la iniciación de una investigación
o juicio por crímenes deben poseer las más altas calificaciones de competencia, independencia e imparcialidad. Todo individuo tiene derecho a las más altas normas y
garantías internacionales de debido proceso y juicio imparcial.
El Estatuto contiene, además, disposiciones cuidadosas (más de sesenta artículos) sobre principios de legislación penal, investigación, enjuiciamiento, juicio, cooperación, asistencia judicial y ejecución de las normas. Estas disposiciones exigieron que se armonizaran procedimientos y leyes penales nacionales divergentes y a
veces diametralmente opuestas.
XIV. Los jueces
Los jueces deben poseer la más alta competencia profesional y deben seleccionarse entre personas de elevado carácter moral, imparcialidad e integridad, que llenen
los requisitos exigidos en sus respectivos Estados para acceder a los más altos peldaños de la jerarquía judicial (artículo 36.3.a). Deben ser también independientes en el
desempeño de sus funciones y abstenerse de actividades que puedan interferir con sus
funciones judiciales o afectar la confianza en su independencia.
La Corte dispondrá de 18 jueces competentes en legislación penal y procesos y
con la experiencia pertinente y necesaria en procedimientos penales. Además, los
jueces tendrán competencia en campos pertinentes del derecho internacional como el
derecho internacional humanitario y la legislación en derechos humanos. Para asegurar una composición verdaderamente equilibrada e internacional, se tendrá en cuenta
para la elección de los jueces la necesidad de representar los principales sistemas
legislativos del mundo, la representación geográfica equitativa, la representación justa de hombres y mujeres, y sus conocimientos y habilidades en cuanto a la violencia
482
ANUARIO DE DERECHO CONSTITUCIONAL LATINOAMERICANO / 2002
contra las mujeres y los niños. No puede haber dos jueces que sean ciudadanos del
mismo Estado y los jueces sólo prestarán sus servicios por un período de nueve años.
Serán elegidos por votación secreta, con el más alto número de votos, pero este número no será inferior a los dos tercios de los Estados parte que estén presentes y voten.
El juez podrá ser destituido de su cargo si se comprueba que ha cometido faltas
graves o ha violado seriamente sus obligaciones. Todas estas precauciones tienen el
propósito de asegurar independencia, integridad y competencia y de evitar influencias
políticas externas.
XV. Principios fundamentales contenidos en el Estatuto de la Corte
1.
Principio de complementariedad
El artículo 17 del Estatuto refiere a que la Corte determinará por sí y ante sí la
admisibilidad de un asunto respecto de los crímenes ante ella denunciados. El criterio
a seguir es, primero, determinar si se trata o no de un Estado parte, y segundo, atender
a su voluntad política, en el sentido de no querer o no poder ejercer su jurisdicción
propia. No querer significa no juzgar ni investigar por razones de política de Estado.
No poder significa la imposibilidad de hacerlo, ya sea por no tener el poder suficiente
para investigar o juzgar, o porque formalmente, de acuerdo con el orden jurídico
interno, esté impedido de hacerlo. Analizada en estos términos la situación, si la Corte
decide intervenir, es cuando se aplica entonces su jurisdicción en carácter de complementariedad.41 De esta manera no quedarán impunes los crímenes cometidos.42
41
No debe confundirse en este caso la “entrega” de un ciudadano a la jurisdicción de la Corte,
como si se tratara de un proceso de extradición (artículo 13 y 14, CPU). El artículo 102.a del Estatuto
dice: “[…] por ‘entrega’ se entenderá la entrega de una persona por un Estado a la Corte de conformidad
con lo dispuesto en el presente Estatuto […]”, y en el apartado 102.b, dice que por “[…] ‘extradición’
se entenderá la entrega de una persona por un Estado a otro de conformidad con lo dispuesto en un
tratado o convención o en el derecho interno […]”. De manera que el Estado parte que entrega a un
nacional o habitante que haya cometido un crimen en su territorio no se desliga absolutamente de su
responsabilidad en el juzgamiento del autor del crimen, sino que opera una suerte de extensión de su
misma jurisdicción. La Corte no será un tribunal foráneo, sino que es parte del sistema jurisdiccional de
cada uno de los Estados parte.
42
Debe recordarse, asimismo, que el § VI del Preámbulo del Estatuto de Roma considera un deber
de los Estados parte (no una potestad) el ejercicio de su jurisdicción penal contra los responsables de
crímenes internacionales. Por otro lado, ello es absolutamente compatible con la aplicación del principio de territorialidad dispuesto en el libro I, título I, capítulo II, artículo 9, del Código Penal Uruguayo:
“Los delitos cometidos en el territorio de la República, serán castigados con arreglo a la ley uruguaya,
fueren los autores nacionales o extranjeros, sin perjuicio de las excepciones establecidas por el derecho
público interno o por el Derecho Internacional”. Uruguay también ratificó la Convención Interamericana
para Prevenir y Sancionar la Tortura (aprobada por ley nº 16.294 de 11 de agosto de 1992), que prescribe en su artículo 8 la obligación de los Estados parte de garantizar que sus respectivas autoridades
procederán de oficio y de inmediato a realizar una investigación sobre los casos denunciados de tortura.
JOSÉ LUIS GONZÁLEZ GONZÁLEZ - VIGENCIA DE LA CORTE PENAL INTERNACIONAL...
483
Ahora bien, sin perjuicio de la preeminencia o preferencia de los Estados parte
en la instrucción y el juzgamiento de los crímenes, se plantea el problema del denominado principio de injerencia, es decir, si la intervención de la Corte al “apropiarse”
del conflicto y ejercer jurisdicción de un delito cometido en el territorio de ese Estado
parte, o de uno de sus nacionales, no estará vulnerando la esfera privada de aquél.
Contra dicha objeción se levantan tres argumentos: 1) La defensa de los derechos humanos es un asunto supranacional; está más allá de la jurisdicción doméstica.
2) La tradición internacional en la materia ha sido de colaboración permanente por
parte de los Estados, materializada a través de sus legislaciones internas, que en mayor o menor medida ceden una parte de jurisdicción y transfieren parcialmente competencia. En este supuesto, de advertirse una colisión entre las decisiones adoptadas
por la Corte y las que surgen del derecho interno del Estado, no se interpretan como
una forma de intromisión violatoria del principio de injerencia, sino en todo caso
como el ejercicio de una competencia previamente consentida. 3) Aun advirtiendo el
Estado parte que un conflicto planteado entre jurisdicciones no puede resolverse por
los principios generales, siempre gozan de las garantías conferidas en el Estatuto, que
incluyen el poder solicitar la inhibición del fiscal (artículo 18) y/o impugnar la competencia de la Corte o la admisibilidad de la causa (artículo 19).
2.
Principio de inocencia
Se presume que toda persona es inocente mientras no se pruebe su culpabilidad
(artículo 66.1).
3.
Principio de irretroactividad
El Estatuto de Roma comenzará a regir a partir del momento de su entrada en
vigor (1º de julio de 2002) y no se formula en sus disposiciones ninguna excepción,
vale decir, la Corte no tiene jurisdicción retroactiva.43 Aquí se plantea el problema de
los delitos continuados o permanentes, como lo son la desaparición forzada de personas, la privación de libertad o la supresión de estado civil.44
43
“Artículo 11. La Corte tendrá competencia únicamente respecto de crímenes cometidos después de la entrada en vigor del presente Estatuto […] Artículo 24. […] nadie será finalmente responsable, de conformidad con el presente Estatuto, de una conducta anterior a su entrada en vigor”.
44
Al respecto existen —según Carlos Alvín— (Guigou y Ruiz, op. cit., p. 140) diversas interpretaciones doctrinarias. Quienes sostienen que la jurisdicción es irretroactiva a pesar de que se trate de
delitos que, por su naturaleza jurídica, aún permanezcan sus efectos (continuados o permanentes), argumento para mantener la impunidad de los autores; y quienes sostienen que no debe aplicarse el Estatuto,
no para preservar la impunidad, sino para no obstaculizar el funcionamiento de la Corte. En nuestro
país se plantea el problema de si la Corte podrá juzgar a los responsables de las graves violaciones a los
484
4.
ANUARIO DE DERECHO CONSTITUCIONAL LATINOAMERICANO / 2002
Principio de legalidad
Significa que toda conducta perseguible penalmente debe estar previamente escrita (definida en un tipo) y determinada su pena (nullum crimen, nulla poena sine
lege).45 La definición de crimen será interpretada estrictamente y no se hará extensiva
por analogía. En caso de ambigüedad, será interpretada a favor de la persona objeto
de investigación, enjuiciamiento o condena (artículo 22.2).
5.
Principio de culpabilidad
La culpabilidad penal es una relación subjetiva entre el acto cometido y el autor
de hecho.46 Quien sea declarado culpable por la Corte únicamente podrá ser penado
de conformidad con el Estatuto (artículo 23).
derechos humanos realizadas durante el período dictatorial (1973-1985). Desde un punto de vista formal, el Estado uruguayo puede jerarquizar la Ley de Caducidad de la Pretensión Punitiva del Estado
ante la jurisdicción de la Corte, por tratarse de una cuestión de derecho interno que impide legislativamente
incoar acción contra los responsables (la ley nº 15.842 es de fecha 22/12/1986), y especialmente por lo
enunciado en el artículo 2º de la reciente ley nº 17.510 —ratificatoria del Estatuto—, que sostiene que
asegura su aplicación “[…] con estricta observancia del ordenamiento constitucional de la República
[…]”. La Ley de Caducidad de la Pretensión Punitiva del Estado es una ley de amnistía (ley nº 15.848
de 22.12.86) que forma parte del ordenamiento constitucional de la República. La Suprema Corte de
Justicia declaró su constitucionalidad reafirmando su naturaleza de ley de amnistía (sentencia nº 184 de
2.5.1988) y el plebiscito de fecha 16.4.1989 ratificó la ley. En este contexto, y la luz del principio de
irretroactividad ratione personae, no podría aplicarse el Estatuto, por lo menos en lo que tiene relación con los crímenes cometidos antes del 1º de julio de 2002. Con los crímenes cometidos con posterioridad y/o que continúan cometiéndose, como aquellos delitos calificados como permanentes (privación de libertad, supresión de estado, etc.), al continuar consumándose mientras no cesa su situación
jurídica, implica per se la posibilidad de juzgamiento e instrucción luego del 1º de julio de 2002. Conforme al principio de complementariedad la Corte podría ejercer su jurisdicción porque el Estado “[…]
no está dispuesto a llevar a cabo la investigación […]” (artículo 17.1.a.b).
45
Sobre el alcance del principio pueden consultarse, entre otras, las siguientes obras: Milton
Cairoli Martínez, El Derecho Penal uruguayo y las nuevas tendencias dogmático penales, t. I (La ley.
El delito), FCU, Montevideo, 2000; Bayardo Bengoa, Derecho Penal Uruguayo, t. I, Universidad de la
República, Montevideo, 1978; Camaño Rosa, Estudios penales y procesales, Analio Fernández, Montevideo, 1973; Armin Kaufmann, Teoría de las normas, Di Palma, Buenos Aires, 1977; Sebastián
Soler, Derecho Penal Argentino, t. I, Tipográfica Argentina, Buenos Aires, 1967; Francisco Antolisei,
Manual de Derecho Penal, Parte general, Tamis, 1998; Enrique Bacigalupo, Manual de Derecho Penal, Parte general, Tamis-Ilanud, 1984; Eugenio Cuello Calon, Derecho Penal, t. I, vol. 1, Bosch, Barcelona, 1980; Carlos Fontan Balestra, Derecho penal, Parte general, El Gráfico, Buenos Aires, 1957;
Alfredo Giribaldi Oddo, Derecho Penal, t. I, Median; Eusebio Gómez, Tratado de Derecho Penal, t. I,
Buenos Aires, 1939; Hans-Heinrich Juscheck, Tratado de Derecho Penal, Parte general, Bosch, Barcelona, 1981; Luis Jiménez de Asúa, La ley y el delito, Sudamericana, Buenos Aires, 1980; Miguel
Langón Cuñarro, Curso de Derecho Penal y Procesal Penal, t. I, Primera parte (El derecho Penal en
general), Del Foro, Montevideo, 2000.
46
Sobre el concepto de culpabilidad puede consultarse la obra de los siguientes autores, entre
otros: Juan Bustos Ramírez, Bases críticas de un nuevo derecho penal, Cono Sur, Santiago de Chile,
JOSÉ LUIS GONZÁLEZ GONZÁLEZ - VIGENCIA DE LA CORTE PENAL INTERNACIONAL...
485
XVI. Derechos de los Estados parte
Los Estados parte del Estatuto gozan de garantías institucionales, dado que, ante
eventuales y presuntas irregularidades jurisdiccionales o jurídicas, pueden solicitar la
inhibición del fiscal (artículo 18) y/o impugnar la competencia de la Corte o la admisibilidad de la causa (artículo 19). Se prevé la existencia de una Asamblea de los
Estados parte que examinará y aprobará recomendaciones, ejercerá supervisión respecto de la Presidencia, el fiscal y la Secretaría, examinará informes y decidirá el
presupuesto de la Corte (artículo 112.a.b.c.d).
XVII. Obligaciones de los Estados parte
A los Estados que son parte del Estatuto se les exige que apoyen plenamente a la
Corte, colaboren con ella en todas las etapas de su trabajo y respeten las normas
internacionales relativas a los derechos de las víctimas, los sospechosos y los acusados que participan en las investigaciones, las acciones judiciales y los juicios, salvo
casos excepcionales determinados.47 Si un Estado parte se niega a cumplir con una
solicitud de cooperación, la Asamblea de Estados parte o el Consejo de Seguridad
pueden revisar el asunto, y/o la Corte asumir jurisdicción conforme al principio ya
referido de complementariedad (artículo 17).
XVIII. Las penas
El Estatuto prevé penas de diversa naturaleza. Podrá aplicar una pena de reclusión hasta un máximo de treinta años (artículo 77.a.), o la reclusión perpetua cuando
lo justifiquen la gravedad del crimen y la personalidad del condenado (artículo 77.b).48
Sin perjuicio de lo expuesto, también puede imponer multas, o el decomiso del
producto, los bienes y los haberes directa o indirectamente obtenidos del crimen cometido (artículo 77 in fine).
1994; Enrique Bacigalupo, Manual de Derecho Penal, Temis, 1998; Alberto Arteaga Sánchez, La
culpabilidad en la teoría general del hecho punible, Caracas, Universidad Central de Venezuela, 1975;
Jürgen Baumann, Derecho Penal, Depalma, Buenos Aires, 1973; Gonzalo Fernández, Culpabilidad y
teoría del delito, Julio César Faire, Buenos Aires, 1995; Frank Reinhard, Sobre la estructura del
concepto de culpabilidad, IB de F, 2000; Sarrulle, Dogmática de la culpabilidad, Universidad, 2001;
Hans Welzel, Derecho Penal alemán, Jurídica de Chile, 1997; Miguel Langón Cuñarro, Curso de
Derecho Penal y Procesal Penal, t. II (El Derecho Penal en General), Del Foro, Montevideo, 2001;
Eugenio Zaffaroni, Manual de Derecho Penal, Parte general, Ediar, 2001.
47
Por ejemplo, que dicho Estado parte genere un riesgo grave para su seguridad interna, si colabora con la Corte.
48
El tema de la prisión a perpetuidad o cadena perpetua no genera un problema de
constitucionalidad para el Uruguay, ya que nuestro país sólo prohíbe la pena de muerte (artículo 26 de
la Constitución), pero no prohíbe la pena de penitenciaría perpetua.
486
ANUARIO DE DERECHO CONSTITUCIONAL LATINOAMERICANO / 2002
La pena privativa de libertad se cumplirá en un Estado designado por la Corte
sobre la base de una lista de Estados que hayan manifestado que están dispuestos a
recibir condenados (artículo 103).
Ninguna pena de las referidas se impondrá si no está prevista en la legislación
nacional (artículo 80).49
Se excluye la pena de muerte por aplicación del principio nulla poena sine lege
(artículo 21). No está prevista en el Estatuto.50
XIX. Actividades terroristas y tráfico de drogas
En la Conferencia de Roma los Estados no pudieron ponerse de acuerdo en
cuanto a la definición de terrorismo. Algunos Estados consideraron que el enjuiciamiento de los crímenes relacionados con la droga implicaba problemas de investigación que ejercerían demasiada presión sobre los recursos de la Corte. Otros argumentaron que crímenes tan notorios y dañinos no debían escapar a la jurisdicción de la
Corte. Para responder a esta preocupación la Conferencia de Roma aprobó una resolución que recomienda que la Conferencia de Revisión tenga en cuenta la inclusión de
dichos crímenes en la jurisdicción de la Corte. Ésta podrá, por lo tanto, ejercer jurisdicción sobre los crímenes de terrorismo y tráfico de drogas cuando tenga la aprobación de la Conferencia de Revisión (artículo 123).
XX. La Corte Penal y su jurisdicción sobre los miembros
de las fuerzas nacionales o de las misiones de paz
De conformidad con el derecho internacional vigente, los Estados en cuyo territorio se hayan cometido genocidio, crímenes de guerra o crímenes contra la humanidad, o cuyos nacionales sean víctimas de tales crímenes, tienen el derecho y la obligación legal de investigar y enjuiciar a las personas acusadas de cometer tales crímenes.
El Estatuto de la Corte no viola ningún principio de las leyes de los tratados y no ha
creado ningún derecho u obligación legal que no existan ya en la legislación internacional. La cooperación de un Estado no parte es puramente voluntaria y no se impone
ninguna obligación legal a los Estados no parte.
El Estatuto de la Corte establece una protección especial para las misiones de
mantenimiento de la paz al prohibir ataques intencionales contra el personal, las instalaciones, las unidades materiales o los vehículos involucrados en misiones de asisten49
“Artículo 80. El Estatuto, la aplicación de penas por los países y la legislación nacional.
Nada de lo dispuesto en la presente parte se entenderá en perjuicio de la aplicación por los Estados de
las penas prescritas por su legislación nacional ni de la legislación de los Estados en que no existen las
penas prescritas en la presente parte”.
50
“Artículo 21. Quien sea declarado culpable por la Corte únicamente podrá ser penado de conformidad con el presente Estatuto”.
JOSÉ LUIS GONZÁLEZ GONZÁLEZ - VIGENCIA DE LA CORTE PENAL INTERNACIONAL...
487
cia humanitaria o de mantenimiento de paz. Tales violaciones constituyen crímenes
de guerra y, en ciertas circunstancias, también crímenes contra la humanidad. Además, el Estatuto no afecta las disposiciones existentes —por ejemplo, en relación con
las misiones de mantenimiento de paz de las Naciones Unidas—, ya que los países
que contribuyen con sus tropas siguen teniendo jurisdicción penal sobre los miembros de esas misiones.
XXI. El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas
y la Corte Penal Internacional
El trabajo del Consejo de Seguridad y el de la Corte Penal Internacional se complementarán. El Estatuto de la Corte reconoce la función del Consejo de Seguridad en
el mantenimiento de la paz y seguridad internacionales de acuerdo con la Carta de las
Naciones Unidas, al aceptar que, de conformidad con el capítulo VII de la Carta, el
Consejo de Seguridad puede remitir una “situación” al Tribunal cuando parezca que
se han cometido uno o más de los crímenes contenidos en el Estatuto. Esto da base
para que el fiscal inicie una investigación.
Puesto que la remisión de una situación al Consejo de Seguridad se basa en la
competencia que le otorga el capítulo VII, que es obligatoria y legalmente ejecutable
en todos los Estados, el ejercicio de la jurisdicción de la Corte se convierte en una
parte de las medidas de ejecución. Su jurisdicción se torna obligatoria aun cuando ni
el Estado en cuyo territorio se ha cometido el crimen ni el Estado cuya nacionalidad
posee el acusado sean parte del Estatuto. En estos casos, la Corte Penal Internacional
ayuda al Consejo de Seguridad a mantener la paz mediante la investigación y el enjuiciamiento. Esta jurisdicción, que resulta de una remisión del Consejo de Seguridad,
resalta la función de la Corte en la ejecución de las normas del derecho penal internacional. Al mismo tiempo, la jurisdicción de la Corte se extiende aun a los Estados no
parte, en esos casos.
El Consejo de Seguridad puede solicitar que la Corte difiera una investigación o
un enjuiciamiento por un período renovable de doce meses cuando está ejerciendo los
poderes de ejecución o de mantenimiento de la paz que le confiere el capítulo VII. Esta
prórroga tiene el propósito de asegurar que los esfuerzos del Consejo de Seguridad en
favor de la paz no se vean afectados por la investigación o la acción judicial de la Corte.
XXII. Responsabilidad jurisdiccional de la Corte. ¿Ante quién rinde cuentas?
Los Estados parte supervisan el trabajo de la Corte y vigilan al presidente, al
fiscal y a los jueces en lo que refiere a la administración de la Corte. Toman decisiones en cuanto a su presupuesto, deciden sobre el cambio del número de jueces y
estudian cualquier cuestión relativa a la no cooperación. Los Estados parte no pueden
interferir las funciones judiciales de la Corte. Cualquier discusión en tal concepto se
debe resolver con una decisión de la Corte misma.
488
ANUARIO DE DERECHO CONSTITUCIONAL LATINOAMERICANO / 2002
XXIII. Contribución de los organismos no gubernamentales
al establecimiento de la Corte
Una gran coalición de ONG ha participado desde 1995 en el proceso de creación
de la Corte, estableciendo estrechas relaciones de trabajo con las delegaciones, organizando instrucciones para los participantes en la Conferencia y publicando folletos,
informes y estudios sobre distintos temas de especial interés. Aportaron una ayuda
notoria al trabajo de la Conferencia y al éxito de sus negociaciones. Muchas ONG
participaron activamente en la campaña para que el Estatuto fuera ratificado por el
mayor número posible de Estados.
XXIV. Resumen
1.
Características genéricas
– La Corte Penal Internacional es una institución de carácter permanente.
– Ejercerá jurisdicción sobre personas naturales.
– Tendrá carácter complementario de las jurisdicciones penales nacionales de
cada Estado parte.
– Tendrá competencia sobre cuatro crímenes: genocidio, lesa humanidad y guerra; el crimen de agresión no fue definido.
– Sus órganos son: la Presidencia; una Sección de Apelaciones, de Primera
Instancia y de Cuestiones Preliminares; una Fiscalía y la Secretaría.
– Se consagra la irretroactividad de la aplicación del Estatuto.
– Establece el debido proceso legal con garantías para todas las partes.
– Prevé un programa de protección de testigos y asistencia a las víctimas.
– Las penas aplicables son de privación de libertad hasta la reclusión perpetua,
y/o multa y decomiso.
– Los crímenes de competencia de la Corte no prescriben.
2.
Limitaciones en la competencia de la Corte
– Exclusión temporal del delito de agresión hasta su definición por la Comisión de Revisión.
– Exclusión eventual de aquellos Estados que invocan la disposición transitoria del artículo 124 respecto de los crímenes de guerra.
– Limitación derivada de la imposibilidad de actuación de oficio de la
Corte.
– Obligación del fiscal de obtener autorización de la Sala de Cuestiones Preliminares para iniciar una indagatoria.
– Facultades del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para pedir la
suspensión de las investigaciones.
JOSÉ LUIS GONZÁLEZ GONZÁLEZ - VIGENCIA DE LA CORTE PENAL INTERNACIONAL...
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– Derecho de los Estados parte a pedir la inhibición del fiscal o impugnar la
competencia de la Corte o la admisibilidad de la causa.51
Bibliografía
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Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, adoptado en Roma, República de
Italia, el 17 de julio de 1998 y suscrito el 19 de diciembre de 2000, carpeta nº
794 de 2002, repartido nº 468 de junio de 2002, Cámara de Senadores de la
República Oriental del Uruguay.
Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, aprobado el 17 de julio de 1998
por la Conferencia Diplomática de Plenipotenciarios de las Naciones Unidas
sobre el establecimiento de una Corte Penal Internacional (A/CONF.183/9).
GUIGON, Nicolás, y Marisa RUIZ (comps.), Seminario: Corte Penal Internacional,
desafíos y proyecciones para Uruguay y el mundo, Universidad de la República, Montevideo, 2001.
URIOSTE BRAGA, Fernando, Responsabilidad internacional de los Estados en los
derechos humanos, IB de F, Montevideo-Buenos Aires, 2002.
51
Alvín, op. cit., p. 134.
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