Daño extrapatrimonial (o moral) a las personas jurídicas

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Daño extrapatrimonial (o moral) a las personas
jurídicas
BENJAMÍN MOISÁ
Y
LUIS MOISSET
DE
ESPANÉS
Revista Jurídica del Perú, Nº 87, mayo 2008, p. 303 y LexisNexis Córdoba, Nº 4 - 2008 (abril), p. 363.
_______
Sumario:
§ 1. Introducción. § 2. Terminología. § 3. Concepto y naturaleza del
daño. § 4. Daño patrimonial y extrapatrimonial. § 5. Naturaleza del
daño extrapatrimonial (o moral). § 6. Daño patrimonial o extrapatrimonial directo e indirecto. § 7. Daño extrapatrimonial subjetivo y
objetivo. § 8. Naturaleza de la reparación en la responsabilidad civil.
§ 9. Naturaleza de la persona jurídica. § 10. Fundamentos de la
personalidad jurídica. § 11. Daño extrapatrimonial a las personas
jurídicas. § 12. Conclusiones
________
§ 1.
Introducción
Una de las tantas cuestiones todavía candentes en el campo
de la responsabilidad civil es la relativa a la posibilidad de
que
las
personas
jurídicas
sean
sujetos
pasivos,
esto
es,
víctimas del llamado «daño moral», lo cual, no obstante los ríos
de tinta que ya han corrido sobre la materia, nos motiva a seguir
incursionando en ella.
El tema despertó verdadero interés en las Segundas Jornadas
Sanjuaninas de Derecho Civil, realizadas hace más de veinte años,
entre agosto y septiembre de 1984, en las que afloraron marcadas
divergencias que hoy se mantienen, y que indudablemente tienen
su
raíz
en
las
distintas
posiciones
sostenidas
acerca
del
concepto y naturaleza del denominado «daño moral»1.
1
. Luis MOISSET DE ESPANÉS, Daño moral y personas jurídicas, Zeus, 1985IV, 134.
2
Tal
efectuar
circunstancia,
previamente
desde
ciertas
lo
metodológico,
precisiones
con
nos
respecto
impone
a
la
naturaleza jurídica del daño extrapatrimonial, de la reparación
en la responsabilidad civil y de las personas jurídicas, para
poder
luego
sustentar
nuestra
posición,
la
que
anticipamos
favorable a la posibilidad de que las personas jurídicas sean
sujetos pasivos de daño extrapatrimonial.
§ 2. Terminología
En la legislación, jurisprudencia y doctrina nacionales
quizá la denominación más utilizada para designar a la especie
de daño que nos ocupa sea la de «daño moral»; no por ello es la
más precisa, pues tiende a circunscribir la idea a algo no
jurídico o a un daño estrictamente espiritual.
También es común la expresión «agravio moral» en la que,
además de lo dicho, se advierte una connotación marcadamente
punitiva. Por ello, preferimos el empleo de la locución «daño
extrapatrimonial», sin perjuicio de admitir el uso indistinto de
las tres denominaciones dado el arraigo que tienen en nuestro
lenguaje jurídico, como así también de otras que son frecuentes
en el derecho comparado: perjuicio moral, daño no patrimonial2,
daño
no
económico,
daño
espiritual,
daño
a
la
integridad
espiritual 3.
§ 3. Concepto y naturaleza del daño
El hombre, como unidad indivisible de cuerpo y alma, posee
y requiere bienes –en el sentido amplio de objetos materiales e
inmateriales, con y sin valor económico– indispensables para su
2
. Así lo hace, por ejemplo, el Código de Portugal en su artículo 496, que
dispone que “en la fijación de la indemnización deben atenderse los daños no
patrimoniales”.
3
. Cfr. Ramón Daniel PIZARRO, Daño moral, p. 58 y ss., Hammurabi, Buenos
Aires, 2004.
3
propia existencia y eventual realización personal, esto es, para
la satisfacción de sus más variadas necesidades materiales y
espirituales, lo cual se traduce en intereses, patrimoniales y
extrapatrimoniales, que cuando son reconocidos por el ordenamiento jurídico se convierten en auténticos derechos subjetivos.
Ello nos impone, con carácter previo a ensayar una definición de daño, la necesidad de puntualizar las nociones de derecho
subjetivo, interés legítimo y simple interés.
Sintetizando las ideas de Savigny –derecho subjetivo como
señorío de la voluntad– y de Ihering –derecho subjetivo como
interés jurídicamente protegido–, con diferencia de matices pero
coincidiendo en lo esencial, la opinión común de los autores –a
la cual no somos ajenos– concibe al derecho subjetivo como una
facultad o potestad reconocida a la persona por el ordenamiento
jurídico con el fin de satisfacer y proteger sus intereses 4.
Y los intereses de una persona no son sino sus bienes –en
el sentido amplio ya indicado–, a los que cabe agregar el
provecho o utilidad de orden moral o material que de los mismos
deriva5.
Ahora bien, según que tenga o no protección de la ley, el
interés será legítimo o simple. De lo cual se desprende que «todo
derecho subjetivo presupone un interés legítimo»; pero, ello de
ningún
modo
implica
negar,
aunque
su
satisfacción
no
sea
exigible, la licitud del goce de aquellos simples intereses que
no
han
logrado
trascender
como
presupuestos
de
un
derecho
subjetivo6.
De ahí que, compartiendo el pensamiento de Eduardo Zannoni7,
en sentido técnico-jurídico, definamos al daño como toda lesión
4
. Alberto G. SPOTA, Tratado de derecho civil, t. I, v. 1, p. 147 y s., n°
46, Depalma, Buenos Aires, 1967.
5
. Cfr. REAL ACADEMIA ESPAÑOLA, Diccionario de la lengua, 22ª edición, voz
«interés», en especial acepciones 5 y 6, www.rae.es.
6
. Eduardo A. ZANNONI, El daño en la responsabilidad civil, p. 6 y ss., §§
6 y 7, Astrea, Buenos Aires, 1982
7
. Eduardo A. ZANNONI, obra citada, p. 6, § 5.
4
a un interés personal, sea éste patrimonial o extrapatrimonial8.
§ 4. Daño patrimonial y extrapatrimonial
Definido el género, basta señalar la diferencia específica
para obtener los conceptos de las dos grandes especies en que se
divide. Así, daño patrimonial es toda lesión a un interés
económico, mientras que daño extrapatrimonial es toda lesión a
un interés no económico.
Pero, como bien lo señala Zannoni, lo expuesto no debe
llevar a la conclusión, simplista, que el daño extrapatrimonial
es un menoscabo que se agota con la lesión a intereses no
económicos, en tanto que el daño patrimonial es pura y exclusivamente lesión de intereses económicos; pues, hay supuestos en que
el hecho dañoso lesiona un derecho extrapatrimonial, como la vida
o la salud, y sin embargo, esa lesión provoca también un daño
patrimonial (v. gr., lucro cesante por incapacidad para el
trabajo o los gastos de curación y convalecencia a que alude el
artículo 1086 del Código Civil)9.
Es que cuando se distingue entre daño patrimonial y daño
8
. La amplitud de la definición propuesta es justificada por el autor
citado con el siguiente caso: «un menor, huérfano y desamparado, es recogido
voluntariamente por un pariente que, a pesar de no estar obligado a prestarle
alimentos (por ejemplo, un tío), lo cuida, sostiene y educa. Ocurre, de pronto,
que este buen pariente muere víctima de un hecho ilícito del cual es responsable
un tercero. A consecuencia de ello el menor pierde al único ser que lo alimentaba y educaba. ¿Podría reclamar al responsable el resarcimiento de los daños que
la muerte de su pariente le ha provocado?
No puede decirse que menor de nuestro ejemplo tenía un derecho subjetivo
para exigir alimentos de su pariente. Pero nadie dudará que ostentaba un
auténtico interés, no reprobado por el derecho, para continuar recibiéndolos. Y,
lo que es más: puede razonablemente considerarse que, de no haber aquél muerto,
los habría continuado recibiendo.
Desde una perspectiva dogmática se ha dicho, tradicionalmente y por parte
de la doctrina, que el daño resarcible es sólo la lesión o menoscabo de un
derecho subjetivo o de un interés ‘legítimo’. En otras palabras: no es ‘daño’ la
frustración de otros intereses que, aun cuando puedan considerarse de algún modo
‘expectativas’ o ‘chances’, no constituyen derechos subjetivos de la víctima.
Aplicando el rigor de este criterio dogmático, en el caso del menor que recién
dábamos, no habría daño jurídicamente invocable contra el responsable de la
muerte del pariente que alimentaba y educaba a aquél» (Eduardo A. ZANNONI, obra
citada, p. 9 y ss.).
9
Eduardo A. ZANNONI, obra citada, p. 232 y ss., § 76.
5
extrapatrimonial el criterio de distinción no radica en el
distinto carácter del derecho lesionado sino en el diverso
interés que es presupuesto de ese derecho. Sólo así, la lesión
a un derecho patrimonial puede dar lugar a un daño extrapatrimonial (v. gr., robo de una joya familiar y dolor por esa pérdida)
y la lesión a un derecho extrapatrimonial puede dar lugar a un
daño patrimonial (v. gr., lesiones psicofísicas y lucro cesante
por incapacidad laboral)10.
§ 5.
Naturaleza del daño extrapatrimonial (o moral)
Como bien ya lo observara Iribarne11, son habituales en
nuestra doctrina arduas discusiones, a menudo estériles, sobre
la naturaleza jurídica de algún instituto, discusiones en las que
el apasionamiento de los contendientes muchas veces convierten
en irreductibles las posiciones apriorísticamente asumidas.
Sin embargo, creemos que este no es el caso, ya que una toma
de posición sobre el punto resulta ineludible para resolver la
cuestión propuesta en el presente trabajo, sea que se esté a
favor o en contra de la posibilidad de que las personas jurídicas
puedan
sufrir
un
daño
extrapatrimonial.
Así,
siguiendo
un
interesante trabajo de José W. Tobías12, podemos distinguir en
nuestra doctrina cuatro orientaciones fundamentales con respecto
a la naturaleza del daño extrapatrimonial:
1. El daño moral como lesión a un derecho extrapatrimonial
10
11
13
.
. Ídem.
. Héctor Pedro IRIBARNE, Ética, derecho y reparación del daño moral, ED,
112-280.
12
. José W. TOBÍAS, Hacia un replanteo del concepto (o el contenido) del
daño moral, La Ley, 1993-E, 1227.
13
. Entre nosotros, es la posición sostenida por Arturo ACUÑA ANZORENA, La
reparación del agravio moral en el Código Civil, en Estudios sobre la responsabilidad civil, p. 64, c. V, Editora Platense, La Plata, 1963; publicación
original en LL, 16-536, n° 5; y por Roberto BREBBIA, El daño moral, p. 57 y ss.,
2ª ed., Orbir, Rosario, 1967.
6
Una primera posición, propiciada inicialmente por Lalou14,
sostiene que la distinción entre daño material y moral corresponde a la gran división (summa divisio) de los derechos subjetivos
en patrimoniales y extramatrimoniales15. En este sentido, el daño
moral viene a ser la lesión a un derecho subjetivo o bien
jurídico extrapatrimonial, por oposición al material, que se
presenta
como
una
lesión
o
menoscabo
a
un
derecho
o
bien
patrimonial.
Crítica
Entre las críticas formuladas a esta postura, se ha dicho:
1°) que el deterioro de un bien patrimonial puede ocasionar tanto
un daño patrimonial como uno extrapatrimonial, y a la inversa;
2°) que, en rigor, derecho subjetivo y bien jurídico no deben ser
tratados como entidades equivalentes; 3°) que el derecho no
protege bienes en abstracto, sino en cuanto satisfacen intereses
jurídicos; 4°) que existen intereses tutelados que no responden
al modelo conceptual del derecho subjetivo (intereses supraindi-
14
. Henri LALOU, La responsabilité civile, ed. 1928, n° 61, pp. 45-46,
citado por Arturo ACUÑA ANZORENA, La reparación del agravio moral en el Código
Civil, en Estudios sobre la responsabilidad civil, p. 64, c. V, Editora
Platense, La Plata, 1963; publicación original en LL, 16-536.
15
. Es clásica la división de los derechos subjetivos privados en patrimoniales y extrapatrimoniales: a la primera clase, pertenecen los derechos
personales, reales e intelectuales; a la segunda, los derechos de la persona y
de familia.
El concepto de derecho subjetivo es producto técnico del derecho privado,
de ahí que, al intentarse la clasificación de los derechos subjetivos, se
redujese generalmente el tema a la clasificación de los derechos subjetivos
privados.
«En época relativamente reciente, sin embargo, ha empezado a hablarse de
derechos públicos subjetivos y se ha advertido, aún en ellos, la posibilidad de
manifestación con la técnica específica del derecho subjetivo en sentido
estricto».
«Hay derecho subjetivo público [v. gr., derechos políticos] cuando uno de
los sujetos de la relación jurídica es el Estado, actuando como persona de
Derecho público, o un órgano del mismo que actúa en su carácter de tal» (Enrique
R. AFTALIÓN - Fernando GARCÍA OLANO - José VILANOVA, Introducción al Derecho, t.
I, pp. 295-296 y 310, El Ateneo, Buenos Aires, 1956).
«La noción tradicional que, en su momento, acogió la mayor parte de la
doctrina fue elaborada por Jellinek, quien definió al derecho subjetivo como ‘la
potestad de querer que tiene el hombre, reconocida y protegida por el ordenamiento jurídico, en cuanto se refiere a un bien o interés’» (cfr. Georg JELLINEK, Sistema dei Diritti Pubblici subbiettivi, Società Editrice Libraria, Milán,
1912, p. 49, citado por Juan Carlos CASSAGNE, Derecho Administrativo, t. II, p.
51, n. 32, LexisNexis, Buenos Aires, 2006).
7
viduales, simples intereses, intereses legítimos), de modo que
no sólo existe daño cuando se menoscaba un derecho subjetivo sino
también cuando se lesionan otros intereses tutelados por el
derecho; 5°) que la mera violación formal de un derecho subjetivo, sin otra consecuencia, no genera daño moral.
2. El daño moral como lesión a un derecho de la personalidad
16
.
Otra postura, muy cercana a la anterior aunque más restringida,
considera que el daño moral consiste en la violación a derechos
de la personalidad, con independencia de su repercusión en la
esfera económica.
Crítica
Partiendo del mismo fundamento que la orientación precedente, si bien circunscripta a los derechos de la personalidad, esta
posición es pasible de las mismas críticas.
3. El daño moral como lesión a un interés extrapatrimonial
17
.
Nuestra opinión
Es la tesis a que adherimos, según lo sostenido en el § 4,
de tal modo que el daño será patrimonial o extrapatrimonial según
la naturaleza del interés concretamente lesionado y con independencia de la naturaleza del derecho subjetivo afectado.
Crítica
Sin mayores fundamentos, se endilga a esta opinión confundir
daño en sentido amplio (o lesión) con daño resarcible, sobre la
base del conocido distingo efectuado por Alfredo Orgaz
18
.
4. El daño moral como consecuencia de una lesión a un interés
16
. Es la posición de Félix A. TRIGO REPRESAS y de Marcelo J. LÓPEZ MESA,
Tratado de la responsabilidad civil, t. I, p. 487, La Ley, Buenos Aires, 2005,
entre otros.
17
. En nuestra doctrina, es la posición de Eduardo A. ZANNONI, obra
citada, p. 231 y ss., § 76 y ss.; también por lo que expresamos en la nota 19,
entendemos que la opinión de Alfredo ORGAZ, a quienes citamos por todos.
18
. Ramón Daniel PIZARRO, Daño moral, pp. 39 y 42, Hammurabi, Buenos
Aires, 2004.
8
extrapatrimonial
19
Afirmando partir de las enseñanzas de Orgaz, esta corriente
doctrinaria sostiene que necesariamente debe distinguirse entre
lesión –o daño en sentido amplio– y daño resarcible. Con un
razonamiento bastante bizantino, dice que el daño no se identifica con la sola lesión a un derecho de índole patrimonial o
extrapatrimonial, o a un interés presupuesto del mismo, sino que
es la consecuencia perjudicial o menoscabo que se desprende de
la aludida lesión. Entre la lesión y el menoscabo existe una
relación de causa a efecto. El daño resarcible es esto último.
Ahora bien, para determinar la naturaleza moral del daño,
sin embargo, termina por admitir que forzosamente debe derivar
de una lesión a un interés no patrimonial, por lo que ambos
componentes [«consecuencia perjudicial» y «lesión a un interés
no patrimonial», entendemos] tienen que aparecer necesariamente
amalgamados, a punto que la ausencia de cualquiera de ellos
impide que haya daño moral.
Crítica
Según nuestra opinión, la postura en cuestión: 1°) es
artificiosa, porque toda lesión es daño20 y, por lo tanto, ya es
consecuencia; y 2°) distorsiona el pensamiento de Orgaz
19
21
.
. Junto con un sector muy importante de la doctrina, es la posición
sostenida por Matilde ZAVALA DE GONZÁLEZ, Resarcimiento de daños, vol. 2a, Daños
a las personas. Integridad sicofísica, p. 26 y ss., § 6, Hammurabi, Buenos
Aires, 1990; y por Ramón Daniel PIZARRO, obra citada, p. 40 y ss.
20
. Véase REAL ACADEMIA ESPAÑOLA, Diccionario de la lengua, 22ª edición,
voz «lesión» en todas sus acepciones, www.rae.es.
21
. El ilustre cordobés que presidiera la Corte Suprema de Justicia de la
Nación, dice: «De daño puede hablarse en dos sentidos diferentes: en uno,
amplio, se identifica simplemente con la ofensa o lesión de un derecho o de un
interés jurídico, y es claro que con esta acepción todo acto ilícito, por
definición, debe producirlo... b) Pero el Código da al daño una significación
específica y más limitada en los supuestos ordinarios de responsabilidad:
significa el menoscabo de valores económicos o patrimoniales, en ciertas
condiciones (daño material, art. 1068) o la lesión de bienes extrapatrimoniales
(daño moral, art. 1078)» (Alfredo ORGAZ, El daño resarcible, p. 13 y ss.,
Lerner, Córdoba, 1992).
No vemos en la distinción propuesta el paralelismo que se pretende entre
daño en sentido amplio y lesión, ni entre daño resarcible y consecuencia
perjudicial; sino, más bien, entendemos que, para Orgaz, daño en sentido amplio
es la lesión a un derecho subjetivo (concepto abstracto), en tanto que daño
resarcible es la lesión a concretos intereses y bienes patrimoniales o extrapatrimoniales.
9
§ 6. Daño patrimonial o extrapatrimonial directo e indirecto
De acuerdo al criterio de distinción que adoptamos, en
atención al interés y no al derecho lesionado, podemos clasificar, tanto el daño patrimonial como el extrapatrimonial, en
directo e indirecto: habrá daño patrimonial directo y daño
extrapatrimonial indirecto cuando el interés lesionado de un modo
inmediato sea patrimonial (v. gr., propiedad) y, además, haya un
interés no patrimonial afectado en forma mediata (v. gr., dolor
por la pérdida de una joya familiar); habrá daño extrapatrimonial
directo y daño patrimonial indirecto cuando el interés inmediatamente menoscabado sea no económico (v. gr., integridad psicofísica) y, además, haya un interés patrimonial lesionado de un modo
mediato (v. gr., lucro cesante por incapacidad laboral)22.
Más
allá
de
su
importancia
didáctica,
nos
parece
una
clasificación sin mayor trascendencia práctica.
§ 7.
Daño extrapatrimonial subjetivo y objetivo
Por el contrario, una distinción que estimamos de suma
importancia,
pues,
como
acertadamente
lo
hace
notar
Acuña
Anzorena, nos permitirá establecer la posibilidad de que una
persona jurídica sea sujeto pasivo de un daño moral, es la
propuesta por Gabba, quien distingue entre daño moral subjetivo
y objetivo23.
Corroboran esta interpretación las mismas palabras de Orgaz, cuando al
criticar la doctrina que para distinguir entre el daño material y el moral
atiende a la naturaleza de los derechos lesionados, expresa que esta distinción
no se funda «sobre la índole de los derechos afectados, sino sobre los resultados o consecuencias de la acción antijurídica [esto es, del ilícito y no del
daño]: si ésta ocasiona un menoscabo en el patrimonio, sea en su existencia
actual, sea en sus posibilidades futuras, se tiene el daño material o patrimonial, cualquiera sea la naturaleza, patrimonial o no, del derecho lesionado; y
si ningún efecto tiene sobre el patrimonio, pero hace sufrir a la persona en sus
intereses morales tutelados por la ley, hay daño moral o no patrimonial»
(Alfredo ORGAZ, obra citada, p. 200).
22
Eduardo A. ZANNONI, obra citada, p. 239 y ss., § 79.
23
. Arturo ACUÑA ANZORENA, La reparación del agravio moral en el Código
Civil, en Estudios sobre la responsabilidad civil, p. 65, c. V, Editora
Platense, La Plata, 1963; publicación original en LL, 16-536, n° 5.
10
El
daño
extrapatrimonial
subjetivo
es
el
que
lesiona
intereses no patrimoniales que hacen a las personas en virtud de
su individualidad biológica psicofísica, esto es, que menoscaba
la «parte afectiva del patrimonio moral» de una persona, para
utilizar la ilustrativa expresión de los Mazeaud (v. gr.: dolor,
aflicción, etc.); el daño extrapatrimonial objetivo es el que
lesiona intereses no patrimoniales que hacen a las personas en
atención a su consideración social, es decir, que afectan la
«parte social del patrimonio moral», según los Mazeaud (v. gr.:
honor, prestigio, etc.)24.
§ 8. Naturaleza de la reparación en la responsabilidad civil
No insistiremos en el detalle de la conocida discusión
doctrinaria acerca de si la reparación del «daño moral» es de
naturaleza resacitoria o sancionatoria, pues ello excedería
ampliamente el objeto del presente trabajo; sin embargo, no
podemos dejar de referirnos siquiera en líneas generales a la
polémica y sentar nuestra posición, lo cual tiene una importante
trascendencia con respecto a las conclusiones a las que arribamos
en este ensayo.
Tesis sancionatoria
Minoritaria y, entre nosotros, sostenida con apasionamiento
por Llambías, considera que: «En suma, la reparación del daño
moral encuentra su justificación no por el lado de la víctima de
la
lesión
sino
por
el
lado
del
ofensor:
no
constituye
un
‘resarcimiento’ sino una ‘pena civil’, mediante la cual se
reprueba ejemplarmente la falta cometida por el ofensor»25.
24
. Roberto H. BREBBIA, El daño moral, p. 258, n° 130, Orbir, Rosario,
1967; Henri y Leon MAZEAUD – André TUNC, t. I-1, p. 425, n° 295, Tratado teórico
y práctico de la responsabilidad civil delictual y contractual, Ejea, Buenos
Aires, 1961, tr. N. Alcalá Zamora y Castillo.
25
. Por todos, Jorge Joaquín LLAMBÍAS, Tratado de derecho civil. Obligaciones, t. I, p. 336, n° 262, Perrot, Buenos Aires, 1983.
11
Tesis resarcitoria
Largamente mayoritaria en la doctrina y jurisprudencia
nacionales, entiende que la indemnización del «daño moral» tiene
un carácter resarcitorio: «Como decía Ihering, el dinero tiene
un valor compensatorio, permite a la víctima algunas satisfacciones que son un equivalente o sucedáneo del daño sufrido»26.
Tesis mixta
27
. Nuestra opinión
Si en materia de responsabilidad civil, como bien se ha
señalado, para el logro de una solución justa es menester
«contemplar siempre los dos intereses en juego: el del damnificado
y
el
del
sindicado
como
responsable»28;
necesariamente,
entonces, debemos concluir en que la reparación, en la responsabilidad civil en general y no sólo en el «daño moral», presenta
una naturaleza jurídica bifronte: desde el punto de vista del
damnificado, es resarcitoria, mientras que, desde la perspectiva
del responsable, es sancionatoria
29
.
No decimos que se trate de una «pena», pero de ningún modo
puede
negarse
la
presencia
de
un
elemento
punitivo
en
la
indemnización. Una interpretación distinta y a medias, como sería
atribuirle
una
naturaleza
exclusivamente
resarcitoria,
nos
conduciría al absurdo de tener reconocer como justo el derecho
26
. Por todos, Guillermo A. BORDA, Tratado de derecho civil. Obligaciones,
p. 188, n° 172, Perrot, Buenos Aires, 1983.
27
. Entre nosotros esta tesis ha sido sostenida por Luis María BOFFI
BOGGERO, Tratado de las obligaciones, t. 2, p. 284 y s., § 521, Astrea, Buenos
Aires, 1973; y por Augusto Mario MORELLO, Carácter resarcitorio y punitorio del
daño moral. En pro de una posición funcional, JA, 27-1975, 342. Ambos autores se
remontan al pensamiento de Ihering, de quien nos interesa destacar un fragmento
referido a la extensión del poder del juez civil: «El poder dado al juez de
condenar al pago de dineros, no se restringe, en efecto, sólo a la función a que
la teoría criticada se refiere exclusivamente –yo la llamo función de
equivalencia–, es decir, a la determinación del valor pecuniario de la
prestación. A esta función se juntan otras que designaré como función penal y
función satisfactoria» (Rudolf von IHERING, Del interés en los contratos, en
Estudios jurídicos, p. 97 y s., Heliasta, Buenos Aires, 1974, tr. Adolfo
González Posada).
28
. Ramón Daniel PIZARRO, Responsabilidad civil por riesgo creado y de
empresa, t. I, p. 123, La Ley, Buenos Aires, 2006.
29
. Benjamín MOISÁ, La culpa como único fundamente de la responsabilidad
civil, RCyS, 2006-XII, 10, en especial acápite III.
12
de dañar, siempre que después se reparen los perjuicios, pues no
existirían ni el reproche ni la sanción propios de todo orden
coactivo. Esta circunstancia es la que permite que la responsabilidad civil pueda cumplir una función de reparación y, a la vez,
de prevención del daño
30
.
Como bien lo observa Morello: «Quiérase o no, la función de
satisfacción del dinero se cuela siempre por los flancos de la
reparación, aunque no podrá desdibujar el concurrente papel
ejemplificador que también corresponde acordar a la indemnización
del daño moral»31.
§ 9. Naturaleza de la persona jurídica
El artículo 30 de nuestro Código Civil dice: «Son personas
todos los entes susceptibles de adquirir derechos, o contraer
obligaciones». Como se advierte, reconociendo sus fuentes en
Aubry
y
Rau
y
Freitas32,
el
concepto
legal
transcripto
no
presenta diferencias sustanciales con las ideas que postularía
Hans Kelsen más de medio siglo después.
En este sentido, el destacado maestro de Praga expresa: «Nos
vemos así inducidos a ver en la noción de sujeto de derecho o de
persona una construcción artificial, un concepto antropomórfico
creado por la ciencia jurídica con miras a presentar al derecho
de una manera sugestiva. En rigor de verdad, la ‘persona’ sólo
designa
un
haz
de
obligaciones,
de
responsabilidades
y
de
derechos subjetivos... La persona física no es el hombre, como
lo considera la doctrina tradicional. El hombre no es una noción
jurídica que expresa una función específica del derecho; es una
noción biológica, fisiológica y psicológica. Cuando una norma
30
. Sobre las funciones de la responsabilidad civil, ver un desarrollo
amplio de la cuestión en Félix A. TRIGO REPRESAS - Marcelo J. LÓPEZ MESA,
Tratado de la responsabilidad civil, t. I, p. 60 y ss., La Ley, Buenos Aires,
2005.
31
. Augusto Mario MORELLO, obra y lugar citados.
32
. Lisandro SEGOVIA, El Código Civil de la República Argentina con su
explicación y crítica bajo la forma de notas, t. I, p. 13, Pablo E. Coni, Buenos
Aires, 1881.
13
jurídica utiliza el concepto de hombre no le confiere por ello
el carácter de una noción jurídica... Si el hombre es una
realidad natural, la persona es una noción elaborada por la
ciencia del derecho, de la cual ésta podría, por lo tanto,
prescindir»33.
De ello se desprende que: «El hombre, como tal, no es la
persona jurídica ni sólo el ser humano es la única persona... Por
eso es que el derecho objetivo, en rigor, sólo conoce personas
jurídicas, en sentido muy lato»34.
Por su lado, el ilustre jurista brasileño Augusto Teixeira
de
Freitas, fuente
sobre
la
materia
del
codificador
civil
argentino –como hemos dicho–, mucho antes que Kelsen ya se
preguntaba: «¿Cómo formar pues, la síntesis de toda la existencia
de las personas, sin que se diga que son entes?»; a lo que
respondía: «Más allá de la idea de ente humano no hay otra idea
superior sino la de ente. Esto es, (como se acostumbra decir)
metafísico, pero, es tan metafísico como la propia naturaleza de
las cosas, porque la existencia no consta solamente de la
materia. Hay dos mundos, el visible y el ideal, y desconocer la
existencia de éste en la esfera jurídica, sería no sentir los
efectos de todos los días, sería negar la realidad de toda la
vida individual y social»35.
Pues bien, aunque no se puede desconocer el mérito de la
teoría pura del derecho al haber puesto de relieve el concepto
formal de persona, no debe olvidarse que «todo el derecho ha sido
constituido por causa de los hombres» («hominum causa omne ius
constitutum est»)36. «El derecho no es una creación arbitraria
del legislador, sino una disciplina instrumental de la conducta
al servicio de los fines humanos. El derecho no es el amo del
33
. Hans KELSEN, Teoría pura del derecho, p. 125 y ss., Eudeba, Buenos
Aires, 1960, tr. Moisés Nilve.
34
. Alberto G. SPOTA, obra citada, t. I, v. 3-1, p. 122, n° 621.
35
. Augusto Teixeira de FREITAS, Esboço, t. I, p. 15 y ss., nota al art.
16, A. García Santos y J. Roldán, Buenos Aires, 1909, traducción castellana.
36
. HERMOGENIANO, Digesto, I, V, 2.
14
hombre, sino que, a la inversa, está a su servicio, desde que el
hombre y sólo el hombre es el protagonista y destinatario del
derecho»37.
En suma, el concepto de persona entraña dos elementos: a)
uno formal, el reconocimiento del derecho objetivo al ente de la
aptitud para adquirir derechos y contraer obligaciones; y b) otro
material,
que
varía
según
se
trate
de
personas
humanas
o
jurídicas: en el primer caso, será el hombre; en el segundo, una
organización –sea una reunión de personas, sea un patrimonio
separado– para alcanzar fines humanos38.
§ 10. Fundamentos de la personalidad jurídica
Como se advertirá, entonces, la idea de persona no responde
a una necesidad lógica sino práctica del Derecho, al permitir
diferenciar centros de imputación de derechos y obligaciones para
facilitar al hombre la consecución de sus más variados fines, con
miras a la satisfacción de sus necesidades materiales y espirituales, lo que en última instancia significará su realización
personal, no ya en un plano jurídico sino ético. En este sentido,
el recurso técnico de la personalidad básicamente permite: a) dar
forma jurídica y facilitar los fenómenos asociativo y fundacional
; y b) limitar la responsabilidad de un sujeto a un patrimonio
determinado.
Teniendo en cuenta las referidas ventajas que ofrece la
personalidad es que la ley reconoce dos clases de personas: las
humanas y las jurídicas39, las cuales sirven para dar respuestas
37
. Jorge Joaquín LLAMBÍAS, Tratado de derecho civil. Parte general, t. I,
p. 247, n° 316, Perrot, Buenos Aires, 1993.
38
. Alberto G. SPOTA, obra citada, t. I, v. 3-1, p. 137, n° 626.
39
. «He aquí la única y verdadera división [de existencia visible o de
existencia ideal] que debe hacerse de las personas en general, y es extraño como
hasta ahora discuten aún los escritores franceses sobre lo que sea persona, y
sobre otras ideas elementales, no dándose algunos de ellos por apercibidos de la
existencia de las personas que llaman morales, civiles, ficticias, sino cuando
tratan de materias particulares. Influencia fatal del prestigioso Código Nap.,
derivado primitivamente de una dirección desacertada tomada por Domat, Pothier y
otros. Toullier quiso ver personas distintas en cada estado o situación de las
15
personas, como representantes enmascarados de la comedia antigua. Delisle y
Saint-Prix, concuerdan con Toullier. Duranton quiere que la palabra persona sea
sinónima de individuo. Marcadé censura con razón a Toullier no admitiendo distinción entre la persona y el hombre. Demolombe dice, que las palabras persona,
estado, capacidad, no son susceptibles de una definición rigurosamente exacta,
lo que no le ha impedido de reconocer (sus expresiones) la existencia de ciertas
personas puramente ficticias y jurídicas... como el Estado, los municipios y los
establecimientos públicos. ¡Aun últimamente el Proyecto del Cód. Civ., de Portugal, trajo impreso en su primer artículo, que sólo el hombre era persona! Evidentemente no hay que hacer distinción como en Toullier o en el Derecho Romano,
porque todo el hombre es persona, aun mismo en un país de esclavos; ¿pero, cómo
apartarse de la división de nuestro texto sea cual fuere la denominación que se
adopte? Ahí está la realidad de la vida, basta observarla.
Existencia visible: Expresión nueva, pero exacta y al alcance de todas las inteligencias. Las locuciones usadas hasta hoy para indicar las personas de existencia visible, nadie negará que son incorrectas. La de personas naturales deja
conocer, que no son naturales las otras personas que no sean entes humanos, sin
embargo de que es tan natural el mundo visible como el mundo ideal, la materia
como el espíritu, el cuerpo del hombre como su alma, el hombre mecánico como el
hombre inteligente y libre, y el espíritu humano como el producto de ese espíritu que es la idea. Ahora bien, las personas de existencia ideal son nada menos
que la idea personificada. La de personas físicas desnatura[liza] al hombre, que
es un compuesto de cuerpo y espíritu, y que considerado físicamente es un animal, y sólo como tal no sería ente jurídico, porque no sería susceptible de adquirir derechos. La de personas individuales, porque hay personas de existencia
ideal que también son personas individuales, por lo mismo que no son colectivas.
Se hallan en este caso las instituciones para fines de beneficencia, la herencia
yacente y la representación necesaria o voluntaria de personas de existencia
visible [nosotros agregamos como ejemplo la empresa unipersonal de responsabilidad limitada].
Existencia ideal: Expresión también nueva, y con la exactitud de que carecen las
admitidas hasta hoy para significar esta clase de personas. La de personas morales, correspondiente á la usual del mundo moral por oposición al mundo físico
patentiza por sí la impropiedad del epíteto, pues que el elemento moral no absorbe todo el elemento intelectual, por cuyo motivo lo ha rechazado Savigny, y
porque á más ella da á entender que no hay moralidad en la otra clase de las
personas. La de personas jurídicas que por otra parte Savigny adopta, porque es
necesaria para designar una de las especies de personas de existencia ideal. La
de personas colectivas es también inexacta por la razón expuesta más arriba,
puesto que hay personas de existencia ideal que no son personas colectivas. Y,
rechazo también la de personas civiles, porque las otras personas también son
civiles; y, la de personas ficticias, porque es falso que haya ficción alguna y
ni en cualquier otro caso el derecho carece de ficciones. Cuando tratemos de las
personas de existencia ideal, se verá que solamente en el empleo de las locuciones admitidas hasta hoy, la Ciencia y la Legislación obran en la deficiencia de
términos para distinguir las diferentes especies de personas de existencia
ideal; y de ahí nacieron muchos errores, y la imposibilidad de una clasificación
completa» (Augusto Teixeira de FREITAS, obra citada, t. I, p. 17 y ss., nota al
art. 17).
Ante el caos terminológico denunciado por Freitas, proponemos designar a
las dos grandes especies de personas que en general reconoce el Derecho como
persona humana y persona jurídica. Preferimos el adjetivo humana al calificativo
de existencia visible que adopta el destacado brasileño porque precisa de un
mejor modo el substrato de la misma, que no es otro que el hombre. Si bien nos
parece más precisa la denominación persona de existencia ideal, entendida como
aquélla que es producto racional del intelecto humano, nos quedamos con la expresión persona jurídica por el arraigo que tiene en nuestro derecho, en el cual
por lo demás –salvo alguna excepción doctrinaria– mayoritariamente se ha considerado a ambas expresiones como sinónimas, y no en una relación de género (per-
16
a distintas exigencias de la polifacética naturaleza del hombre:
individual y social; corporal y espiritual.
Circunscribiéndonos a las personas jurídicas, que son las
que nos interesan a los efectos de este trabajo, al reconocer su
personalidad la ley les asigna, a semejanza de las personas
humanas, distintos atributos y derechos para la consecución de
sus fines.
Ello así, nos preguntamos entonces: ¿pueden las personas
jurídicas ser sujetos pasivos de daños extrapatrimoniales?
§ 11. Daño extrapatrimonial a las personas jurídicas
Las irreductibles posiciones sustentadas sobre la posibilidad de que las personas jurídicas sean pasibles de daño extrapatrimonial, como lo hemos expresado al inicio, tiene su origen en
la divergencia existente sobre el concepto mismo de «daño moral»,
a lo que se suma una deficiente comprensión de la compleja
naturaleza de las personas jurídicas y de la reparación en la
responsabilidad civil.
Posición negativa
Esta posición parte de una concepción subjetivista del daño
moral, que se limita al «sentir, querer o entender», es decir,
a pasiones que son propias del ser humano, excluyendo ab initio
que ese perjuicio pueda alcanzar a una persona de existencia
ideal40.
Uno de los más fervientes partidarios de esta postura
sostiene: «las personas jurídicas carecen de subjetividad y son,
sonas de existencia ideal) a especie (personas jurídicas), como lo entiende
Freitas. Sin perjuicio de ello, solamente en homenaje a su gran uso y difusión,
admitimos otros epítetos (v. gr.: física, natural, biológica, etc., para la primera especie; y moral, ideal, etc., para la segunda especie) en la medida que no
induzcan a confusión, como el caso de las expresiones: colectiva, cuando se utiliza como equivalente de persona ideal y no como una subespecie de tal categoría; o ficticia, pues tanto las personas humanas como las ideales son realidades
jurídicas que nada tienen de falso.
40
. Luis MOISSET DE ESPANÉS, Daño moral y personas jurídicas, Zeus, 1985IV, 134.
17
por ende, insusceptibles de experimentar daño moral»; aclarando
a continuación: «El daño moral consiste en un menoscabo en la
subjetividad de la persona humana derivado de la lesión a
intereses no patrimoniales; su indemnización se determina en
función de la repercusión que la acción provoca en la espiritualidad del damnificado, por lo que sólo es concebible en las
personas individuales»41.
Crítica
«Subjetividad», según el Diccionario de la Lengua de la Real
Academia Española, es la «cualidad de subjetivo», ofreciendo el
adjetivo
«subjetivo»
dos
acepciones:
1ª)
«Perteneciente
o
relativo al sujeto, considerado en oposición al mundo externo»;
y 2ª) «Perteneciente o relativo a nuestro modo de pensar o de
sentir, y no al objeto en sí mismo»42
En consecuencia, si nos atenemos a la primera acepción, en
términos jurídicos, decir que «las personas jurídicas carecen de
subjetividad» es tan absurdo como decir que las «cosas» o los
«bienes» carecen de «objetividad», salvo que sólo se considere
al hombre como sujeto de derecho, lo cual en nuestro sistema
positivo no es así.
Si nos ajustamos a la segunda acepción, que parece ser el
significado
con
que
la
doctrina
que
criticamos
emplea
la
expresión «subjetividad», el daño moral queda circunscripto al
ámbito de los sentimientos del hombre, con lo cual, para ser
consecuentes, no serían sujetos pasivos del daño moral ni las
personas jurídicas ni, tampoco, las personas humanas privadas de
conciencia y sensibilidad (v. gr., personas en estado vegetativo).
Posición afirmativa
41
42
43
. Nuestra opinión
. Por todos, Ramón Daniel PIZARRO, Daño..., p. 254.
. REAL ACADEMIA ESPAÑOLA, Diccionario de la lengua, 22ª edición, voz
«subjetivo, va», www.rae.es.
43
. Alfredo ORGAZ, obra citada, p. 249, n° 94; Guillermo A. BORDA, obra
citada, t. I, p. 196, n° 178.
18
Por nuestra parte, entendemos que entre las personas humanas
y las jurídicas existe una identidad esencial, más allá de sus
diferencias específicas. En otras palabras, desde un punto de
vista técnico-jurídico, tanto las primeras como las segundas son
centros
de
imputación
de
derechos
y
obligaciones,
variando
solamente el soporte material del ente.
Siendo ello así, el ordenamiento jurídico, al otorgarle
personalidad, le reconoce al ente un conjunto de derechos en
protección de distintos intereses, patrimoniales y extrapatrimoniales, que hacen a la consecución de los fines que tuvo en
cuenta la ley al concederle el status de persona.
Lógico corolario de lo expuesto es que cuando esos intereses
protegidos son lesionados se imponga su reparación. Tratándose
de intereses patrimoniales, no hay discrepancias en la doctrina:
deben ser reparados, sea que correspondan a una persona física
o jurídica. Pero, cuando el interés lesionado es extrapatrimonial, como hemos visto, aparecen las divergencias.
Y en esta hipótesis, suscribiendo sin hesitación la posición
afirmativa,
pensamos
que
el
daño
extrapatrimonial
debe
ser
reparado, sea el sujeto pasivo una persona humana o una persona
jurídica. Obviamente y sin perjuicio de la identidad del elemento
formal, habrá que atender a la distinta naturaleza de los
elementos materiales que sirven de soporte a la persona humana
y a la jurídica.
Así, circunscribiéndonos a las personas jurídicas, por ser
las que ofrecen dificultades sobre el punto, observamos que el
elemento material de la personalidad –a diferencia del ser
humano–
carece
de
una
naturaleza
biológica,
fisiológica
o
psicológica, por lo que de ningún modo podrían ser víctimas de
daño extrapatrimonial subjetivo, esto es, no podría ser lesionada
la parte afectiva de la personalidad, simplemente por no existir;
sin embargo, indudablemente pueden ser sujetos pasivos de un daño
extrapatrimonial objetivo, es decir, padecer una lesión en la
parte existencial de la personalidad.
Una solución distinta, irremediablemente conduciría a dejar
19
sin reparación la lesión de aquellos intereses que hacen a la
existencia misma de las personas jurídicas, lo cual nos parece
ciertamente inadmisible.
Es que, como bien lo observara hace algún tiempo uno de los
autores de este trabajo: «Quienes sólo reconocen una indemnización cuando el ataque al nombre, la reputación o el secreto
profesional de la persona jurídica se ha traducido, además, en
un perjuicio económico –disminución de ingresos, pérdida de
clientela, etc.– tienen un concepto excesivamente ‘economicista’
de las personas jurídicas, y parecen olvidar que muchos de estos
entes no persiguen en manera alguna fines de lucro. Resulta
paradojal advertir que si se ataca el ‘buen nombre’ de una
sociedad comercial, ella puede lograr una indemnización aduciendo
la pérdida de ingresos, y que si se mancha la reputación de una
entidad como la ‘Cruz Roja’, como ese ataque no se traduce en
pérdida de ingresos, o de clientela, no obtenga ninguna reparación y el autor del hecho ilícito pueda liberarse de toda
responsabilidad.
Debe tenerse muy en cuenta que numerosas personas jurídicas
son asociaciones sin fines de lucro (clubes deportivos, por
ejemplo), o –más aún– fundaciones que persiguen exclusivamente
el cumplimiento de finalidades de bien público, como la instituida por Nobel para premiar las más elevadas manifestaciones de la
ciencia y el arte. Aunque sean ‘personas ideales’ el derecho les
reconoce
‘su
nombre’,
y
una
esfera
de
actuación
digna
de
protección»44.
Crítica
1. Se ha criticado a la tesis que defendemos diciendo que
estas
ideas
conducen,
casi
inexorablemente,
«a
identificar
funcionalmente antijuridicidad con daño», deduciendo este último
44
. Luis MOISSET DE ESPANÉS, El daño moral en los proyectos de reforma del
Código Civil, en Colección de estudios de Derecho Civil. Daño moral, p. 78 y s.,
Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Católica de Córdoba,
Alveroni Ediciones, Córdoba, 1994.
20
de aquélla45.
Esta crítica puede ser formulada sólo por quienes no han
llegado a comprender: que mientras la ilicitud (antijuridicidad)
es la violación del derecho en sentido objetivo46, el daño es la
lesión a un interés; que mientras la ilicitud es formal, el daño
es concreto; que mientras, en materia penal, puede haber ilicitud
sin daño (v. gr., los delitos de mero peligro o la tentativa),
en materia civil, la ilicitud y el daño son dos elementos
distintos e independientes que, juntamente con la imputabilidad
y la relación de causalidad, son indispensables para la existencia de la responsabilidad civil47.
2. Asimismo, se nos enrostra, como de fundamental importancia, no brindar ningún elemento relevante para la configuración
del concepto de daño moral en términos positivos48.
Salta a la vista que se trata de un argumento meramente
efectista –sin trascendencia para la dogmática jurídica–, pues,
claramente definimos al daño en términos positivos al decir que
es «toda lesión a un interés personal», señalando la diferencia
específica en cuanto al tipo de interés lesionado –económico o
no– para distinguir el daño patrimonial del daño extrapatrimonial.
3. En otro orden, se afirma que subyace en esta doctrina un
cierto preconcepto: considerar que toda lesión a un interés o
derecho
extrapatrimonial
debe
generar
un
daño
moral
y
el
consiguiente derecho a la reparación a fin de evitar que el
ilícito quede sin sanción. Así, si lo que se pretende, a través
de la imposición pecuniaria, es castigar a quien lesiona los
45
46
47
. Ramón Daniel PIZARRO, obra citada, p. 259.
Alfredo ORGAZ, La ilicitud, p. 17 y ss., Lerner, Córdoba, 1992.
. Benjamín MOISÁ, obra citada; cfr. Alfredo ORGAZ, La ilicitud, p. 29 y
ss., quien haciendo la salvedad de referirse sólo a la responsabilidad
subjetiva, dice: «Limitado el examen del acto ilícito al que determina como
consecuencia principal la obligación de resarcir el daño causado
(responsabilidad civil), según lo que dejamos expuesto aquél está integrado por
tres elementos: la ilicitud (infracción a la ley), la culpa, en sentido amplio
(dolo y culpa) y el daño».
48
. Ramón Daniel PIZARRO, obra citada, p. 259.
21
derechos extrapatrimoniales de una persona jurídica, obligándolo
a cumplir una determinada prestación en favor de la víctima o de
un tercero, aquélla debe ser llamada por su nombre: penalidad
49
.
No se trata simplemente de «castigar a quien lesiona los
derechos
extrapatrimoniales
descarnadamente
lo
plantea
de
una
nuestro
persona
amigo
jurídica»,
Pizarro,
como
sino
de
conciliar dos nociones que se integran, pues el importe resultante, como lo hemos señalado, desempeña una función mixta o el
doble papel de ejemplar y compensatorio. Así es como se abastece
de solución a todos los intereses50.
§ 12.
Conclusiones
Todo lo expuesto nos permite resumir nuestro pensamiento en
las siguientes conclusiones:
1°) Daño extrapatrimonial es toda lesión a cualquier interés
no económico de una persona.
2°) Preferimos el adjetivo «extrapatrimonial» a «moral» para
calificar a esta especie de daño, pues es comprensivo de todos
los intereses que hacen a la existencia y naturaleza de las
personas, evitando confusiones como la que identifica lo moral
con lo no jurídico o con lo espiritual.
3°) El daño extrapatrimonial puede ser subjetivo u objetivo:
subjetivo, cuando lesiona intereses espirituales de la persona
humana; objetivo, cuando lesiona intereses existenciales de las
personas en general.
4°) La reparación en el ámbito de la responsabilidad civil
tiene una naturaleza jurídica doble: resarcitoria, desde el punto
de vista del damnificado; sancionatoria, desde la perspectiva del
responsable. Negar su carácter sancinatorio implica tanto como
convalidar el «derecho a dañar», siempre que luego se reparen los
perjuicios.
49
50
. Ramón Daniel PIZARRO, obra citada, p. 260.
. Augusto Mario MORELLO, obra y lugar citados.
22
5°) Persona es un concepto elaborado por la ciencia del
derecho para designar a un centro diferenciado de imputación de
derechos y obligaciones. Como tal, lo integran dos elementos: a)
uno formal, el reconocimiento de personalidad al ente por parte
del derecho objetivo; y b) uno material, que puede, a su vez, ser
el hombre mismo (persona humana) o una creación intelectual de
éste (persona ideal o jurídica en sentido estricto).
6°) La persona humana, en atención a la naturaleza de su
elemento material, puede ser sujeto pasivo de daño extrapatrimonial, tanto subjetivo como objetivo.
7°) La persona jurídica, en consideración a la naturaleza
de su soporte material, puede ser sujeto pasivo de daño extrapatrimonial, sólo cuando éste es objetivo.
8°) Negar que las personas jurídicas puedan ser sujetos
pasivos de daño extrapatrimonial importa, además de negar su
personalidad, desconocer la compleja naturaleza resarcitoria y
sancionatoria de la responsabilidad civil.
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