EL PERJUICIO A LA VIDA DE RELACIÓN EN LA JURISDICCIÓN

Anuncio
EL PERJUICIO A LA VIDA DE RELACIÓN EN LA JURISDICCIÓN
ORDINARIA: CORTE SUPREMA DE JUSTICIA
SANTIAGO CARDONA MONTOYA
ANDRÉS FELIPE MONSALVE CARDONA
INSTITUCIÓN UNIVERSITARIA DE ENVIGADO
FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS POLÍTICAS
2011
EL PERJUICIO A LA VIDA DE RELACIÓN EN LA JURISDICCIÓN
ORDINARIA: CORTE SUPREMA DE JUSTICIA
Presentado por:
SANTIAGO CARDONA MONTOYA
ANDRÉS FELIPE MONSALVE CARDONA
Trabajo de grado presentado como requisito para optar al título de:
ABOGADO
Asesora:
GLORIA EUGENIA CUERVO
INSTITUCIÓN UNIVERSTARIA DE ENVIGADO
FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS POLÍTICAS
2011
Nota de aceptación
____________________________
____________________________
____________________________
____________________________
____________________________
____________________________
Firma del presidente del jurado
____________________________
Firma del jurado
____________________________
Firma del jurado
DEDICATORIA
Para todas las víctimas de daños…
en su largo y arduo camino en búsqueda de su reparación.
AGRADECIMIENTOS
A la primera fuerza y motor inmóvil del mundo
A nuestras familias, por su apoyo incondicional, tanto económico como
afectivo en este largo camino de nuestras vidas.
A nuestra asesora Dr. Gloria Cuervo, por su esfuerzo, tiempo y
dedicación.
TABLA DE CONTENIDO
CONCEPTOS Y DEFINICIONES
7
RESUMEN
7
ABSTRACT
7
1.
INTRODUCCIÓN
14
2.
JUSTIFICACIÓN
17
3.
OBJETIVOS
19
4.
3.1 OBJETIVO GENERAL
19
3.2 OBJETIVOS ESPECIFICOS
19
MARCO TEÓRICO
4.1 EL DAÑO
5.
20
20
4.1.1 REQUISITOS DEL DAÑO
21
4.1.2 CERTEZA DEL DAÑO
23
4.1.3 SUBSISTENCIA DEL DAÑO
25
MARCO CONCEPTUAL
27
5.1 CLASIFICACIÓN DE LOS DAÑOS
27
5.1.1 DAÑOS PATRIMONIALES Y EXTRAPATRIMONIALES
27
5.1.2 DAÑOS MATERIALES Y DAÑOS INMATERIALES
30
5.1.3 DAÑO PUNITIVO
30
6.
PERJUICIOS EXTRAPATRIMONIALES
32
7.
CLASIFICACIÓN DE LOS PERJUICIOS EXTRAPATRIMONIALES
34
7.1 PERJUICIO MORAL SUBJETIVO
36
7.1.1 PERJUICIOS MORALES SUBJETIVOS EN LOS MENORES DE
EDAD
7.2 PERJUICIO ESTÉTICO
8.
PERJUICIO A LA VIDA DE RELACIÓN
39
43
48
8.1 RECONOCIMIENTO COMO PERJUICIO INDEMNIZABLE
51
8.2 EVOLUCIÓN JURISPRUDENCIAL
52
8.3 DAÑO EN VIDA DE RELACIÓN Vs DAÑO FISIOLÓGICO
58
8.4 DAÑO EN VIDA DE RELACIÓN Vs ALTERACION A LAS CONDICIONES
DE EXISTENCIA.
9.
MARCO CONTEXTUAL
9.1 FORMA DE REPARACIÓN DEL DAÑO A LA VIDA DE RELACIÓN
60
63
63
10.
REPARACIÓN INTEGRAL DEL DAÑO
66
11.
CONCLUSIONES
70
BIBLIOGRAFÍA
74
8
CONCEPTOS Y DEFINICIONES
Daño: Es todo menoscabo material o moral causado contraviniendo una norma
jurídica, que sufre una persona y del cual haya de responder otra.
Daño a la vida de relación: es un daño con carácter autónomo, de carácter
extrapatrimonial, no necesariamente vinculado a lesiones de tipo corporal que
impiden confundirlo con el daño moral o con el daño patrimonial o material.
Causado principalmente por la imposibilidad de dedicarse a ciertas actividades
placenteras, que hacen agradable la existencia, concepto que se amplía inclusive
a aquellas actividades rutinarias.
Perjuicio: aminoración patrimonial sufrida por la víctima. Para su indemnización,
siempre tiene que existir acción, obviamente dentro de los términos de caducidad
de las diferentes acciones, ante la jurisdicción que corresponda.
Perjuicio extrapatrimonial: cuando por motivo de una lesión, de una fuente como lo
es la conducta ilícita, se genera un daño fuera de los bienes patrimoniales, es
decir, los ciudadanos poseen otros de carácter extrapatrimonial protegidos y
garantizados por la constitución, esto es, tienen rango constitucional. Entre estos
bienes podemos contar: la libertad, la buena imagen, la honra, la tranquilidad, la
vida, la integridad personal, la familia, la intimidad, los afectos, el buen nombre,
entre otros.
Reparación integral: consiste en enmendar el daño causado, al proveer a los
afectados de medios traducidos a lo económico, que les permita en cierta medida
rehacer sus vidas de una manera digna para proyectarse a futuro con esperanza,
metas y objetivos definidos, tanto económica, moral y sobretodo emocionalmente.
Indemnización de perjuicios: consiste en la acción que tiene el acreedor o la
víctima para exigir del deudor o causante del daño una cantidad de dinero
equivalente a la utilidad o beneficio que a aquél le hubiese reportado el
cumplimento efectivo, íntegro y oportuno de la obligación, o la reparación del mal
causado (daño).
RESUMEN
La sentencia del trece (13) de mayo de dos mil ocho (2008), derrumba la identidad
ontológica que la Corte Suprema de Justicia asumía al equiparar el daño a la vida
de relación junto con el daño moral, en los llamados perjuicios extrapatrimoniales.
Le da autonomía respecto del perjuicio moral subjetivo, diferenciándolo del mismo.
Ha de notarse que el carácter general de las disposiciones relacionadas con el
derecho de los daños le concede al juzgador la posibilidad de reconocer, desde
luego, en forma prudente y razonada, nuevas clases de perjuicios resarcibles,
encaminados a desarrollar el mentado principio de reparación integral y a
salvaguardar los derechos de las víctimas, como ahincadamente lo impone el
derecho contemporáneo. Tenemos pues como evidencia, que este fallo no sólo le
dio autonomía y diferenciación a los perjuicios que componen los llamados
extrapatrimoniales, sino que exhortó a los jueces y magistrados a reconocer esta
nueva clase de perjuicio a favor de la víctima y en los términos equiparables a los
manejados por el Consejo de Estado, sin que pueda pensarse que es una
categoría que absorbe, excluye o descarta, otras clases de daño. Por lo tanto la
alta corporación deja la puerta abierta para el reconocimiento de nuevas clases de
daños, con alcance y contenido distinto al ya referenciado: daño a la vida de
relación.
El Consejo de Estado, por su parte, llevaba cerca de quince (15) años
reconociendo este perjuicio para la fecha en que se hizo expansible a la
jurisdicción ordinaria, inclusive, el mencionado perjuicio fue sustituido en tres
ocasiones; en su orden: perjuicio fisiológico, daño en vida de relación y finalmente,
en la actualidad es llamado alteración a las condiciones de existencia.
Son escasos meses de reconocimiento, ajustados dos años en los cuales
efectivamente se ha hecho jurisprudencia por parte de la corte. Pero lo cierto es
que es aún necesaria la última opinión de la corporación más importante de la
jurisdicción ordinaria, para que dicho perjuicio sea reconocido en algunos eventos.
Descriptores / Palabras claves:
Daño, daño a la vida de relación, perjuicio, perjuicio extrapatrimonial, reparación
integral, indemnización de perjuicios.
ABSTRACT
The sentence of thirteen (13) May, two thousand eight (2008), collapsing the
ontological identity, that the Supreme Court assumed to equal the damage to life
relationship with the moral damage in the so-called non-pecuniary damage.
Autonomy gives subjective moral injury, differentiating it.
It should be noted that the generality of the provisions concerning the law of
damages the judge granted the possibility of recognizing, of course, in a prudent
and rational, new kinds of compensable damages, designed to develop the
mentioned principle of full compensation and safeguard the rights of victims, as
earnestly as the contemporary law imposes. We therefore have evidence that this
failure not only gave autonomy and differentiation of the harm that comprise the socalled non physical, but urged the judges to recognize this new kind of prejudice in
favor of the victim and terms comparable to those managed by the Council of
State, but may think it is a category that absorbs, exclude or rule out other kinds of
damage, because high corporation that leaves the door open for recognition of new
kinds of damage, having the scope and different content and referenced: damage
to the social life.
The state council, for its part took about fifteen (15) years recognized that damage
to the date on which it was expandable to the ordinary courts, including the
aforementioned injury was replaced three times, in order: physiological damage,
life damage relationship and now finally it is called alteration to the conditions.
Few months of recognition, set two years that have actually been the case by the
court, but the truth is that it still needs the final opinion of the corporation's most
important to the ordinary courts that damage to be recognized in some events.
Key Words.
Damage, damage to personal relationships, prejudice, extra-damage, reparation,
compensation for damages.
1. INTRODUCCIÓN
El fallo de la Corte Suprema de Justicia del 13 de mayo de 2008, derrumba la
identidad ontológica que equiparaba el perjuicio moral subjetivo con el daño en la
vida de relación, con el reconocimiento de este último como perjuicio autónomo
indemnizable, dentro de los llamados perjuicios extrapatrimoniales.
El Consejo de Estado, por su parte, reconoce el perjuicio a la vida de relación en
fallo del 6 de mayo de 1993. Son 15 años de diferencia y avance jurisprudencial
por parte de este ente (Consejo de Estado) y principalmente llevadas a cabo por la
sección Tercera del mismo.
Como lo planteamos al inicio de esta introducción, la Corte Suprema de Justicia, a
diferencia del Consejo de Estado, sostuvo hasta el año 2008 que había identidad
real entre el daño a la vida de relación y el daño moral subjetivo, es decir que el
perjuicio moral subjetivo subsumía el daño en la vida de relación, hasta el año
2008 cuando mediante sentencia del 13 de mayo, la alta corporación acepta la
existencia de este perjuicio y le da autonomía respecto del daño moral subjetivo,
convirtiéndolo en indemnizable dentro de los perjuicios extrapatrimoniales.
El perjuicio a la vida de relación tiene carácter autónomo, es de carácter
extrapatrimonial, no necesariamente vinculado a lesiones de tipo corporal que
impiden confundirlo con el daño moral o con el daño patrimonial o material. En
efecto, este perjuicio no consiste en la lesión en sí misma, sino en las
consecuencias que, en razón de ella, se producen en la vida de relación de quien
las sufre. No alude exclusivamente a la imposibilidad de gozar de los placeres de
la vida, por lo tanto, no todas las actividades que, como consecuencia del daño
causado se hacen difíciles o imposibles, tendrían que ser calificadas de
14
placenteras. Puede tratarse de simples actividades rutinarias, que ya no pueden
realizarse, o requieren de un esfuerzo excesivo.
Considera finalmente la Corte Suprema de Justicia en el fallo citado anteriormente,
que la predicada autonomía del daño a la vida de relación lleva a señalar las
siguientes características:
“a) Tiene naturaleza extrapatrimonial o inmaterial, en tanto que incide o se
proyecta sobre intereses, derechos o bienes cuya apreciación es
económicamente inasible, por lo que no es dable efectuar una mensura que
alcance a reparar en términos absolutos la intensidad del daño causado; b)
Adquiere trascendencia o se refleja sobre la esfera externa del individuo,
situación que también lo diferencia del perjuicio moral propiamente dicho;
c) En las situaciones de la vida práctica o en el desenvolvimiento que el
afectado tiene en el entorno personal, familiar o social, se manifiesta en
impedimentos, exigencias, dificultades, privaciones, vicisitudes, limitaciones
o alteraciones, temporales o definitivas, de mayor o menor grado, que la
víctima debe padecer, las cuales en todo caso, no poseen un significado o
contenido monetario, productivo o económico; d) No sólo puede tener
origen en lesiones o trastornos de tipo físico, corporal o síquico, sino
también en la afectación de otros bienes intangibles de la personalidad o
derechos fundamentales, en incluso en la de otro tipo de intereses
legítimos; e) Según las circunstancias de cada caso, puede ser sufrido por
la víctima directa de la lesión o por terceros que igualmente resulten
afectados, como verbigracia, el cónyuge, el compañero o compañera
permanente, los parientes cercanos o los amigos, o por aquella y estos; f)
Su reconocimiento persigue una finalidad marcadamente satisfactoria,
enderezada a atemperar, lenificar o aminorar, en cuanto sea factible, los
efectos negativos que de él (sic) se derivan; g) Es una noción que debe ser
entendida dentro de los precisos límites y perfiles enunciados, como un
15
daño autónomo que se refleja en la afectación de la actividad social no
patrimonial de la persona.”.1
Este daño a la vida de relación deberá entenderse pues como una categoría de
los perjuicios inmateriales o extrapatrimoniales, que no excluye el reconocimiento
de otras clases de daños de naturaleza patrimonial o extrapatrimonial, ni podrá
confundirse con los ya existentes. Para nuestro caso, dentro de los materiales
tenemos al lucro cesante y al daño emergente y, dentro de los inmateriales el
perjuicio moral subjetivo, puesto que una indebida interpretación conduciría a que
no pudiera cumplirse con la reparación integral ordenada por la ley y la equidad,
como infortunadamente ha ocurrido antes del fallo de transformación ontológica,
antes del cual era evidente el desconocimiento de los derechos que en todo
momento han de asistir a las víctimas.
La Corte Suprema de Justicia, para el reconocimiento de este perjuicio como
indemnizable, no sólo apreció el derecho como aquel proceso en el cual las
sociedades se transforman, sino que también entendió que en el derecho de
daños se le concede al juzgador la posibilidad de reconocer, en forma prudente y
razonada, nuevas clases de perjuicios resarcibles, encaminados a desarrollar y
actualizar los perjuicios patrimoniales y extrapatrimoniales, en especial, los
referidos al principio de la reparación integral conexa con la protección del derecho
de las víctimas.
En la actualidad podemos afirmar, que tanto los tribunales como la misma Corte,
aceptan la autonomía del perjuicio a la vida de relación, al igual que su
indemnización; igualmente, la Corte exhorta a todos los tribunales a reconocerle el
daño a la vida de relación a la víctima que le fue ocasionado.
1
C.S. de J., Sala de Casación Civil, Sent. 13 mayo 2008, exp. 11001-3103-006-1997-09327-01
16
2. JUSTIFICACIÓN
La reparación integral consiste en enmendar el daño causado, proveyendo a los
afectados de medios traducidos a lo económico, que les permita en cierta medida
rehacer sus vidas de una manera digna para proyectarse a futuro con esperanza,
metas y objetivos definidos, tanto económica, moral y sobretodo emocionalmente.2
Convenimos con los investigadores antecesores a este trabajo de grado sobre el
daño a la vida de relación: Guilda Samper Agudelo y Mauricio Andrés Henao
Loaiza, ahora egresados, en su monografía “el perjuicio a la vida de relación en la
jurisdicción contenciosa administrativa”,
en la importancia de una reparación
integral y en lo que esto conlleva, es decir, un reconocimiento patrimonial que
permita una regresión a las condiciones primigenias, manifiestas en el estado de
cosas anteriores al hecho generador del daño, o para nuestro caso: una
compensación por parte del sujeto que altera las condiciones de existencia de la
víctima, puesto que ante la clara imposibilidad de volver las cosas a su estado
inicial, se opta por compensar el daño, es decir, se intenta que con ayuda del
componente monetario sanción, el afectado y los terceros afectados, puedan re
direccionar su proyecto de vida y encontrar placer en otro objeto u actividad.
“Es de notar que aunque se trate de agravios que recaen sobre
intereses, bienes o derechos que por su naturaleza extrapatrimonial
resultan inasibles e inconmensurables, en todo caso, ello no impide que,
como medida de satisfacción, el ordenamiento jurídico permita el
reconocimiento de una determinada cantidad de dinero, a través del
llamado arbitrum judicis, encaminada desde luego, más que a obtener una
2
PRECIADO AGUDELO, Darío. Indemnización de perjuicios: responsabilidad civil contractual,
extracontractual y delictual, librería el profesional. Bogotá D.C. 1999
17
reparación económica exacta, a mitigar, paliar o atenuar, en la medida de
lo posible, las secuelas y padecimientos que afectan a la víctima.”.3
Ocurrido el daño, este mismo se evidencia en la disminución o deterioro de la
calidad de vida de la víctima, en la pérdida o dificultad de establecer contacto o
relacionarse con las personas o cosas, en orden a disfrutar de una existencia
corriente, como también en la privación que padece el afectado para desplegar las
más elementales conductas que en forma cotidiana o habitual marcan su realidad.
Podría decirse que quien sufre un daño a la vida de relación se ve forzado a llevar
una existencia en condiciones más complicadas o exigentes que los demás,
puesto que debe enfrentar circunstancias y barreras anormales, a causa de las
cuales hasta lo más simple se puede tornar difícil.
No es precisamente el pasado de desconocimiento acerca del perjuicio en la vida
de relación, el que nos impulsa a enfrentar el problema planteado, si se toma este
como un absoluto; es decir, no es exclusivamente la confusión y el resarcimiento
de los perjuicios extrapatrimoniales, bajo un solo rótulo de perjuicios morales, lo
que nos lleva a justificar esta investigación; es también precisar que a pesar de
que el Consejo de Estado ha sustituido el concepto de daño en vida de relación
por el de alteración a las condiciones de existencia, eventualmente podría
afectarse una reparación integral y cerrarle el paso al reconocimiento de otros
perjuicios extrapatrimoniales, si se tienen en cuenta, las indicaciones de la Corte
Suprema de Justicia, de entender el daño a la vida de relación en los mismos
términos en que lo hace la jurisdicción contenciosa administrativa y finalmente,
como
elemento
adicional,
contradecir
la
tendencia
surgida
en
ambas
jurisdicciones, de entender el perjuicio a la vida de relación como perteneciente al
campo del daño corporal.
3
C.S. de J., Sala de Casación Civil, Sent. 13 mayo 2008, exp. 11001-3103-006-1997-09327-01
18
3. OBJETIVOS
3.1 OBJETIVO GENERAL
Analizar dentro de la corporación más importante de la jurisdicción ordinaria entiéndase Corte Suprema de Justicia-, la vinculación del perjuicio a la vida de
relación, dentro de los perjuicios extrapatrimoniales indemnizables, haciendo
énfasis en su aplicación y reconocimiento y reparación integral.
3.2 OBJETIVOS ESPECIFICOS

Indagar antecedentes históricos que sirvan de instrumento para establecer
de
manera clara las bases del reconocimiento y la reparación integral,
tomando como timón el daño a la vida de relación.

Comparar el desarrollo jurisprudencial del Consejo de Estado con el
desarrollado por la Corte Suprema de Justicia.

Analizar la normatividad vigente que abarca el tema de la reparación
integral
19
4. MARCO TEÓRICO
4.1 EL DAÑO
Daño, entendido como un elemento esencial de la responsabilidad -para nuestro
caso extracontractual-, es el menoscabo que tiene una persona para disfrutar de
un bien patrimonial o extrapatrimonial. Ese daño es indemnizable, cuando en
forma ilícita es causado por alguien diferente de la víctima.
Aunque se den el hecho, la culpa y el nexo de causalidad, no existe obligación de
indemnizar si no aparece claro el daño. “No se requiere que el interés lesionado,
perturbado o agredido, esté consagrado como derecho real o subjetivo. Basta que
sea un interés que se encuentre en el patrimonio del ofendido, el que se erosione
o afecte, para que exista el daño”4.
Algunos doctrinantes asumen el concepto de daño como:
“Todo menoscabo material o moral causado contraviniendo una norma
jurídica, que sufre una persona y del cual haya de responder otra”5
Tratadistas del tema ven como esencial la relación daño-antijuridicidad en el
entendido de que no puede haber daño si no hay antijuridicidad, es decir, si no se
vulnera un derecho real o subjetivo reconocido y tipificado en la normatividad
objetiva.
4
BUSTAMANTE ALSINA, Jorge. Teoría general de la responsabilidad civil, cuarta edición., Buenos
Aires, Edit. Abeledo – Perrot, 1983, pág. 319
5 Ibídem
20
“Para nosotros, el daño es simple y llanamente el lesionamiento,
menoscabo, que se
ocasiona a un interés ajeno. Por eso, en nuestro
concepto, no se requiere que el interés lesionado, perturbado o agredido,
esté consagrado como un derecho real u objetivo. Basta que sea un interés
que se encuentre en el patrimonio del ofendido, el que se erosione o afecte
para que exista el daño.”6
Aunque frente a dicho interés no es necesario su reconocimiento expreso en la
ley, no deberá entenderse que el mismo la pueda contrariar, es decir, que se actué
contra derecho de manera ilegal o ilícita. La antijuridicidad será esencial en el
daño, pero sólo respecto de la responsabilidad penal. En conclusión, el daño es
indemnizable cuando lesione las facultades jurídicas del perjudicado.
El daño, para que sea indemnizable, debe tener ciertas características, es decir,
no basta que se produzca un perjuicio patrimonial o moral en cabeza de alguien,
para que pueda demandar reparación. La acción está subordinada al cumplimiento
de algunos requisitos:
4.1.1 REQUISITOS DEL DAÑO
Se refiere a que ese menoscabo o lesionamiento a un interés debe ser frente a
algo concreto. Generalmente a un bien que se destruye, deteriora o modifica.
Además, el interés lesionado tiene que ser propio, referido a la persona afectada,
es decir, no se puede reclamar el derecho a la indemnización cuando el daño es
causado a otra persona, siempre que no estemos frente uno de los casos del
derecho de Representación, en donde el interés afectado debe ser el de la
6
MARTÍNEZ RAVE, Gilberto. Responsabilidad Civil Extracontractual., séptima edición Temis,
Bogotá, 1993. Pág. 96.
21
persona que intenta la acción aunque se haga a través de su representante legal,
quien procesalmente lo reemplaza.
“En el caso de la muerte de una persona, lógico que no es la persona
muerta, la víctima, la que podría intentar la acción. Pero son sus herederos
quienes han sido afectados directamente con su muerte o a quienes se ha
ocasionado trastornos o daños económicos
o morales. Reclaman,
entonces, como perjudicados directos ya que han recibido el lesionamiento
en su propio interés o como perjudicados indirectos en el caso en que ellos
reclamaran a nombre de la sucesión de la víctima en donde remplazan la
titularidad primordial que tenía el de cujus. Por eso se ha sostenido, por
algunos, que el lesionamiento indirecto también tiene titularidad para
reclamar el daño”.7
“En ocasiones, los perjuicios de terceros pueden ocasionar Daño propio
pues es el directamente perjudicado el que tiene el interés aunque terceros
se beneficien de él. Cuando una persona es herida puede reclamar como
daño la imposibilidad que tiene de obtener una productividad normal,
generalmente la incapacidad de trabajar. Pero de él dependen numerosas
personas (cónyuge, hijos, padres, etc.) que como terceros, podrían
pretender la indemnización de los perjuicios ocasionados con el
lesionamiento de su padre. Sin embargo se estima que en este caso el
perjuicio personal es sólo del padre quien, lógicamente, puede exigir el
pago total de los perjuicios incluyendo las sumas que destinaba a atender
las obligaciones alimentarias de su cónyuge e hijos. Por eso éstos no tienen
interés propio, en ese caso, para reclamar. Cosa muy distinta se presenta si
el lesionado muere porque ya allí los herederos son perjudicados directos
7
MARTÍNEZ RAVE, Gilberto. Responsabilidad Civil Extracontractual., séptima edición Temis,
Bogotá, 1993. Pág. 159-160.
22
con la muerte de la víctima. En el caso, víctima es la persona que muere, y
perjudicado la persona lesionada en su interés”.8
4.1.2 CERTEZA DEL DAÑO
El Daño para que sea apreciado como elemento indispensable de la
responsabilidad civil, debe ser “Cierto” y además no haberse pagado. Estos dos
requisitos también lo han exigido nuestros falladores. La certidumbre, como
característica del daño, hace referencia a que aparece claro que la acción del
autor tuvo incidencia en relación directa sobre el daño.
“La Certeza del daño se refiere a la realidad de su existencia. Es la
certidumbre sobre su existencia. Por lo tanto, el término está referido a su
existencia y no a su monto o actualidad. El término certeza no tiene nada
que ver con la futuridad del perjuicio. Con tal que exista el daño no interesa
para esos efectos, que el daño sea pasado, sea presente o sea futuro. En
todo caso es cierto, existe o existió. En cambio los daños “inciertos”, no
importa que sean pasado, presentes o futuro, no son indemnizables. Se da
la incertidumbre cuando las consecuencias del hecho dañoso no existen
realmente o no son lógicas, necesarias, sino simplemente posibles,
contingentes o hipotéticas”.9
“Nuestra Jurisprudencia y Doctrina exigen el requisito de certidumbre del
daño y han descartado los daños inciertos. Desgraciadamente la
8
Ibídem.
9
MARTÍNEZ RAVE, Gilberto. Responsabilidad Civil Extracontractual., séptima edición Temis,
Bogotá, 1993. Pág. 161.
23
desorientación se da en la interpretación del término certidumbre
confundido a veces, con la futuridad”10.
Aclaramos e insistimos en este concepto porque ha sido muy común en nuestros
medios Judiciales tal confusión y que se diga absurdamente, que el Daño futuro
no es resarcible. Esta posición es equivocada porque, insistimos, el término
“certeza” se refiere a la existencia y no a la futuridad del mismo.
Un daño, cualquiera sea su cuantía, lo hace reclamable jurídicamente. Una cosa
es la cuantificación, y otra el derecho de reclamar que surge para el lesionado.
Cualquier daño que se ocasione a un interés ajeno, es indemnizable. No importa
su cuantía, no importa su magnitud.
Se pregunta si la pérdida de oportunidad constituye un daño cierto, que pueda
tenerse como daño indemnizable y que de origen a una acción indemnizatoria. La
pérdida de oportunidad es entendida por la jurisprudencia y la doctrina como una
posibilidad concreta que existe para obtener un beneficio. El incierto es el
beneficio, pero la posibilidad de intervenir es concreta, existe en forma indiscutible
y en caso que se impida dicha oportunidad, se presenta un daño jurídicamente
indemnizable; la única dificultad, sería la de fijar el monto indemnizable.
Concluimos por ende, que el daño es cierto cuando a los ojos del juez aparece
con evidencia que la acción lesiva del agente ha producido, o producirá, una
disminución patrimonial o moral en el demandante.
10
Ibídem
24
4.1.3 SUBSISTENCIA DEL DAÑO
Este requisito hace referencia a que el daño no haya sido indemnizado y no es
necesario que el daño esté actualizado en el momento de proferirse la decisión
del juez o funcionario. Ya vimos que el daño puede ser: pasado, presente, o
futuro, en relación con el fallo o decisión del funcionario. Mientras sea cierto, será
indemnizable.
“Las palabras de pasado, presente o futuro, pueden ser referidas a distintas
circunstancias procesales y tener efectos diferentes. Por ejemplo puede
referirse al momento de la demanda. Es decir que el daño puede ser en el
momento de presentar el libelo demandatorio, pasado, presente o futuro.
Pero el daño que fue presente o era futuro en el momento de la demanda
puede ser, en el momento de la decisión, pasado o presente. Por eso se
debe dejar claramente establecido que el término que aquí utilizamos como
subsistencia del daño se entiende como “No Pagado”, pendiente de
indemnización, en el momento del fallo. Aunque el daño sea pasado,
presente o futuro en el momento de la demanda pero haya sido pagada su
indemnización en el momento del fallo, ya el daño no subsiste aunque
físicamente el lesionamiento (en el caso de las lesiones personales, la
incapacidad, desfiguración, pérdidas de funciones o de miembros, etc., o en
el caso de la muerte, la falta de ingresos de la victima a favor de los
perjudicados, etc.) esté vigente. Ya para el derecho ese daño no es
subsistente porque se pagó su correspondiente indemnización”.11
11
MARTÍNEZ RAVE, Gilberto. Responsabilidad Civil Extracontractual., séptima edición Temis,
Bogotá, 1993. Pág. 164.
25
Interesa para el tema que estamos tratando, que el daño no haya sido
indemnizado, pues es lógico suponer que una persona no puede ser indemnizada
varias veces por el mismo daño.
26
5. MARCO CONCEPTUAL
5.1 CLASIFICACIÓN DE LOS DAÑOS
Anteriormente, una primera clasificación de los daños y perjuicios consistía en
materiales y morales, esto es antitécnico, pues muchos de los perjuicios o daños
no encajan en esa terminología, por lo cual se ha hecho necesario encontrar otras
clasificaciones más amplias que los incluya a todos.
Actualmente se abre paso una clasificación distinta que comprende los “daños o
perjuicios patrimoniales”, e incluye en ellos todos los daños o perjuicios que
perturban
bienes
de
contenido
económico,
y
los
“daños
o
perjuicios
extrapatrimoniales”, que por exclusión engloban todos los demás y en los cuales
obviamente quedarían incluidos los perjuicios antes denominados morales.
5.1.1 DAÑOS PATRIMONIALES Y EXTRAPATRIMONIALES
La acción dañina puede recaer en principio sobre bienes patrimoniales o
extrapatrimoniales de los perjudicados; a su vez, la lesión de esos bienes puede
repercutir en otros bienes extrapatrimoniales o patrimoniales de la víctima directa
o de terceras personas, sin ser necesario que sean consanguíneos, afines o
parientes del primer perjudicado, pero en definitiva cada daño guarda su propia
entidad ontológica, así se genere como consecuencia de otro distinto.12
12
TAMAYO JARAMILLO, Javier. Tratado de responsabilidad Civil, Tomo II. Legis, Segunda Edición
2007.
27
Tenemos pues que un mismo daño: la muerte de una persona, afecta varios
bienes jurídicos, incluso de terceros, dando lugar, en consecuencia, a un daño
independiente por cada bien afectado.13
Los primeros, afectan el patrimonio -daño emergente y lucro cesante- cuando un
bien inevitablemente salió o saldrá de el, porque puede ser futuro, como en el
caso de lesiones por quemaduras, en el cual el lesionado se tiene que someter a
intervenciones quirúrgicas durante gran parte de su vida.
El “lucro cesante”
se presenta cuando un bien económico no ingresó
definitivamente al patrimonio de la víctima. A su vez, se ha entendido como la
frustración o privación de un aumento patrimonial. La falta de rendimiento, de
productividad, originada en los hechos dañosos.
En el caso de los bienes, se ha tenido como lucro cesante la falta de servicio o de
productividad de los mismos. En el caso de bienes que desaparecen, o de dinero,
el rendimiento del mismo, es decir, el interés o productividad, cuando no se pueda
demostrar un rendimiento concreto mayor.
Por “daño emergente” entendemos el empobrecimiento directo del patrimonio
económico del perjudicado. La disminución específica, real y cierta del patrimonio.
En concreto, el daño emergente lo conforma lo que sale del patrimonio del
perjudicado para atender el daño y sus efectos o consecuencias.
Frente a los bienes, el daño emergente lo constituyen las sumas de dinero que se
pagan para su reparación o reemplazo. En el daño a las personas, lesiones
personales por ejemplo, será lo que se paga a los médicos, clínicas, farmacias y
demás personas que intervienen en las diligencias encaminadas a evitar, curar o
superar las consecuencias dañosas. Cuando se ocasiona la muerte a una
13
Ibídem.
28
persona, comprenderá todos los gastos efectuados para atender la enfermedad y
además lo pagado por la inhumación del cadáver, transporte y demás
circunstancias referidas a las consecuencias del daño.
Los extrapatrimoniales no afectan directamente el patrimonio, pero hay que
reconocerlos. Dentro de los perjuicios extrapatrimoniales están los morales, esto
es el dolor moral, allí se ubican otros perjuicios frente a otros bienes, como la
afectividad, la fraternidad y la tranquilidad. En el género de los patrimoniales, se
consideran bienes autónomos y deben ser reconocidos en forma independiente,
ya que un mismo hecho, como antes mencionamos, puede lesionar varios bienes
de la persona. Se deben pagar separadamente y no pueden pagarse en forma
global.
Los perjuicios morales, a su vez, han tenido una subdivisión a partir de una
sentencia del Consejo de Estado, que los dividió en daños o perjuicios morales
objetivados y subjetivados. Por los primeros, se entiende aquellos daños
resultantes de las manifestaciones económicas de las angustias o trastornos
psíquicos que se sufre a consecuencia de un hecho dañoso; por lo dicho, los
impactos sentimentales o afectivos, no sólo tienen implicaciones en el campo
subjetivo o interno, sino que también alcanzan el plano externo o de la
productividad. Los perjuicios morales objetivados no son más que un daño
patrimonial consecuencia de un daño extrapatrimonial. En cambio, por daños
morales subjetivos, se han entendido aquellos que exclusivamente lesionan
aspectos sentimentales que originan angustias, dolores internos, psíquicos, los
cuales lógicamente no son fáciles de describir o de definir.
29
5.1.2 DAÑOS MATERIALES Y DAÑOS INMATERIALES
El Doctor Juan Carlos Henao, sostiene haciendo uso de la sana lógica, que todos
los daños son patrimoniales, pues aún los daños sin contenido económico afectan
el patrimonio. Precisamente el Doctrinante plantea que todos los bienes y
derechos, con o sin contenido económico, conforman el patrimonio de una
persona y propone hablar en forma más precisa de perjuicios materiales o
inmateriales.
Sin embargo, la doctrina se encuentra dividida por considerar que esta
clasificación del Dr. Juan Carlos Henao choca con el derecho anglosajón y es
entonces cuando la interpretación se hace compleja para
los jueces y
magistrados. El derecho anglosajón considera que los perjuicios económicos que
se producen, pese a no existir deterioro de personas o cosas, se denominan
inmateriales. Así por ejemplo, para el Dr. Henao el perjuicio moral es inmaterial,
para el derecho anglosajón el lucro cesante lo es también.14
5.1.3 DAÑO PUNITIVO
Esta clase de daño, de origen norteamericano, tiene un carácter sancionatorio a
favor de la víctima, cuando el responsable ha actuado dolosamente o con culpa
grave y es precisamente este daño el que explica las indemnizaciones
exorbitantes otorgadas por los jueces norteamericanos, pese a que el daño o
perjuicio sufrido tenga un valor mínimo.
14
En el derecho anglosajón clasifican los daños en personales, materiales e inmateriales, utilizada
en las pólizas de responsabilidad civil para delimitar su cobertura.
30
Nuestros doctrinantes, en clara oposición atacan esta clase de perjuicio, como
otros muchos aspectos de la legislación norteamericana; sin embargo,
centrándonos en este perjuicio, existe otro sector de la doctrina que lo defiende:
“pensamos que bajo ciertas condiciones tendría un buen efecto preventivo del
daño. En efecto, en no pocas oportunidades, los individuos, conscientes de la
lentitud de la justicia, o de la inexistencia de daños indemnizables, olímpicamente
desconocen sus deberes legales y sus obligaciones contractuales, lo que genera
un enorme desequilibrio jurídico. Por ello, creemos que cuando el daño es ínfimo o
inexistente, pero el juez advierte el descaro con que el demandado ha actuado
mortificando a la víctima, sería conveniente una indemnización ejemplarizante a
favor del perjudicado. Solo en esa forma se podría conseguir un adecuado
comportamiento de los ciudadanos. Desde luego, nunca sería recomendable el
otorgamiento
de
sumas
fabulosas
como
lo
hacen
los
tribunales
norteamericanos”.15
15
TAMAYO JARAMILLO, Javier. Tratado de responsabilidad Civil, Tomo II. Legis, Segunda Edición
2007.
31
6. PERJUICIOS EXTRAPATRIMONIALES
En nuestro ordenamiento jurídico se habla de daño material y daño inmaterial, o lo
que es lo mismo, daño patrimonial y daño extrapatrimonial. Así, es claro que
perjuicio es todo aquel producido por un daño que lesiona un interés jurídicamente
protegido.
“En principio, la acción dañina puede recaer en forma inmediata sobre
bienes patrimoniales o extrapatrimoniales de los perjudicados; a su vez, la
lesión de ese interés puede repercutir en otros bienes patrimoniales o
extrapatrimoniales de la victima directa o de terceras personas, parientes o
no, del primer perjudicado. Pero, en sana lógica, cada daño guarda su
propia entidad ontológica, a pesar de que se genere como consecuencia de
otro distinto. Así, la muerte de una persona no se puede considerar como
un solo daño con consecuencias patrimoniales o extrapatrimoniales; en
realidad nos encontramos frente a una conducta cuya realización afecta
varios bienes jurídicos de terceros, dando lugar, en consecuencia a un daño
independiente por cada bien afectado”. 16
Tenemos pues como daños materiales el lucro cesante y el daño emergente; y
como inmateriales a su vez el daño o perjuicio moral subjetivo y el perjuicio o
daño a la vida de relación.
Existen perjuicios inmateriales u extrapatrimoniales de diversas clases como el
daño corporal, el perjuicio estético, entre otros. Como ya sabemos, sólo son
reconocidos dos por la jurisprudencia: el daño o perjuicio moral subjetivo y el
16SAMPER
AGUDELO Guilda, HENAO LOAIZA Mauricio Andrés. El perjuicio a la vida de relación
en la jurisdicción contenciosa administrativa. Trabajo de Grado para optar al título de abogado.
Envigado: Institución Universitaria de Envigado. 2008
32
perjuicio o daño a la vida de relación. Sin embargo, nosotros consideramos que la
Corte Suprema de Justicia debe exhortar a todos los jueces y magistrados para
que reconozcan y se sirvan indemnizar los perjuicios que reúnan las
características de inmateriales o extrapatrimoniales, atendiendo al principio de la
reparación integral consagrado en el artículo 16 de la ley 446 de 1998.
33
7. CLASIFICACIÓN DE LOS PERJUICIOS EXTRAPATRIMONIALES
Clarificando y comenzando por decir que fuera de los bienes patrimoniales los
individuos poseen otros; para nuestro caso -República de Colombia- garantizados
por la
constitución y la
ley,
nos referiremos entonces a
los bienes
extrapatrimoniales.
En el entendido de que cuando se afecte un bien de la vida existe un daño, nos
queda mencionar algunos de estos bienes extrapatrimoniales: la integridad
personal, la honra, la familia, la misma vida, los afectos, la tranquilidad, la buena
imagen y el buen nombre, la intimidad, la libertad, entre muchos otros. Bienes que,
lesionados, constituirán un perjuicio que debe ser reparado. Con el anterior
esbozo, es clara pues la idea de que no es necesario un desmedro patrimonial
para que se configure la idea de perjuicio extrapatrimonial y sea reparable.
El doctor Juan Carlos Henao17 propone cambiar la denominación de los perjuicios
extrapatrimoniales por la de inmateriales, sostiene en sana lógica que todos los
daños son patrimoniales, pues aún los daños sin contenido económico afectan el
patrimonio.
Es aceptable la idea del mencionado doctrinante, en el sentido de que todos los
bienes y derechos, con o sin contenido económico, conforman el patrimonio de
una persona. Sin embargo, doctrinantes como Javier Tamayo Jaramillo18, opinan
que mientras no sea modificado el principio de la reparación integral, -lo cual no ha
sucedido
con
la
tradicional
clasificación
(daños
patrimoniales
y
17
HENAO PÉREZ, Juan Carlos: El daño, Bogotá, Universidad Externado de Colombia, 1998.
TAMAYO JARAMILLO, Javier. Tratado de responsabilidad Civil, Tomo II. Legis, Segunda Edición
2007.
18
34
extrapatrimoniales)-, se debe insistir en ella, al igual que, sostiene, inclusive podría
llegarse a confundir los perjuicios, dado que en el derecho Anglosajón los
perjuicios económicos que se producen, pese a no existir deterioro de cosas y
personas, se denominan inmateriales.
Con la tesis propuesta por el doctor Juan Carlos Henao, los perjuicios morales
serán inmateriales y moviéndonos de esfera para el derecho Anglosajón, el lucro
cesante será inmaterial y nos afecta en el sentido de que “en el contrato de
seguros, a menudo los reaseguradores del exterior clasifican los daños en
personales, materiales e inmateriales, lo que dificulta aún más la tarea
interpretativa de los jueces colombianos.”.19
Se trata de daños o perjuicios con entidad propia, es decir, son reparables sin
necesidad de concurrir con otra clase de daños, sean patrimoniales o
extrapatrimoniales y hacemos hincapié en que sólo la lesión al bien es constitutiva
de daño.
“En un luminoso fallo de 21 de julio de 1922, la Corte20 sentó las premisas
suficientes y necesarias para estructurar toda una teoría de perjuicios
extrapatrimoniales. En ella no sólo se los clasificó, sino que se planteó lo
relativo a la carga de la prueba de los mismos y la forma de indemnizarlos.
Expresamente
el
fallo
acepta
la
existencia
de
varios
perjuicios
extrapatrimoniales, todos ellos indemnizables”.
Partimos de la evidencia que la Corte Suprema de Justicia nos da paso al
dinamismo del derecho, al dejar el camino libre para la reparación de varios
perjuicios sin cerrarse o volverse exclusiva esta reparación a unos cuantos, esto
19
20
Ibídem
Entiéndase Corte Suprema de Justicia, Sentencia de 21 de julio de 1922. Sala de Casación Civil.
35
en principio, ya que lastimosamente la evolución jurisprudencial de la misma
corporación se ensimismó con uno sólo y arruinó la claridad conceptual de la
mencionada providencia. Hasta la sentencia del 13 de mayo de 2008, la corte se
ocupó exclusivamente del daño moral subjetivo. Con esta sentencia se le da
reconocimiento al perjuicio a la vida de relación. La corte excluye al perjuicio moral
objetivado de los extrapatrimoniales al considerar que este no era más que un
perjuicio patrimonial o material, derivado o como consecuencia de un perjuicio
moral subjetivo.21
7.1 PERJUICIO MORAL SUBJETIVO
Es aquel que afecta los sentimientos íntimos de la víctima, o los provenientes de
un dolor físico producido por una lesión.
“Es el sufrimiento espiritual que tolera una persona, menoscabando un
interés jurídico de orden afectivo. Es la incidencia del acto ilícito en la
psiquis del perjudicado. Los intereses comprenden las preocupaciones, la
seguridad personal, el goce de los bienes y la lesión en los sentimientos. En
definitiva, involucra valores espirituales (estado anímico, sufrimiento, dolor,
angustia), los que de algún modo integran el campo de los derechos
personalísimos”.22
En definitiva, tenemos pues que son aquellos que afectan los sentimientos de la
víctima: el dolor, el sufrimiento, la congoja. Es el dolor físico o psicológico que
21
TAMAYO JARAMILLO, Javier. Tratado de responsabilidad Civil, Tomo II. Legis, Segunda Edición
2007.
22 SAMPER AGUDELO Guilda, HENAO LOAIZA Mauricio Andrés. El perjuicio a la vida de relación
en la jurisdicción contenciosa administrativa. Trabajo de Grado para optar al título de abogado.
Envigado: Institución Universitaria de Envigado. 2008
36
sufre una persona como consecuencia directa del hecho dañoso. Afecta más
directamente la vida interior de la persona. Casi que se podría decir que constituye
un atentado contra las facultades íntimas de la vida. Se concluye con asumirlo
como la aflicción que vulnera el fuero interno de la víctima, o sujeto pasivo del
hecho dañoso.
La finalidad de la indemnización por perjuicios morales es la de dar a la víctima un
satisfacción que mitigue en parte el dolor sufrido. Se tenía que la indemnización de
dicho perjuicio, era simbólica, pero a partir de la decisión del 20 de octubre de
1942, la Corte Suprema de Justicia, acepta que los perjuicios morales subjetivos
puedan ser reparados mediante indemnizaciones diferentes de sumas dinerarias.
Como lo es el caso de la Sentencia de 20 de octubre de 1942, que cita el famoso
fallo de 21 de julio de 1922, en el cual se condenó al municipio de Bogotá a
construir un mausoleo por los perjuicios extrapatrimoniales sufridos por la víctima,
a raíz de que los despojos morales de un ser querido habían sido llevados a la
fosa común.23
Por su parte, la sentencia de la misma corporación de 23 de abril de 1941, impulsa
a hacerse esta reparación de forma monetaria y en cuantías más o menos altas,
cuando la víctima sea pobre, pues de esta manera se mitigaría un poco su
desgracia y es que en la mayoría de los fallos se acepta que la finalidad de la
indemnización por perjuicios morales, es la de dar a la víctima una satisfacción
que mitigue en parte el dolor sufrido.
Veamos apartes del fallo:
23
TAMAYO JARAMILLO, Javier. Tratado de responsabilidad Civil, Tomo II. Legis, Segunda Edición
2007.
37
“y queda, finalmente por considerar en la norma legal a que se alude -C.P.,
art. 95- la forma de disposición del arbitrio del juez, que allí establece, en
orden al señalamiento del quantum. Este procedimiento es aconsejable para
estos casos, en que, dentro de una suma reducida, podría el juez apreciar si
la circunstancia del lesionado impone la entrega de la cantidad total o de una
parte, o si ellas permiten o indican como mejor la mera condenación simbólica
aplicada en algunas ocasiones por ciertos tribunales a una cantidad ínfima,
que generalmente es la unidad más pequeña de la moneda respectiva, pero
con cuya condenación se obtiene el propósito que se quiere alcanzar, según
queda explicado (…)”
“(…) se considera asimismo, que por tratarse de una satisfacción que ha de
reconocerse a favor de los deudos de un trabajador a jornal, que derivaba
todas sus entradas pecuniarias, para sí y los suyos, del esfuerzo de su trabajo
diario, y que no dejó a su familia bienes materiales de fortuna, la justicia
impone no hacer aquí una condenación simbólica o ínfima, que en otras
circunstancias económicas de los lesionados sería suficiente satisfacción
moral pecuniaria, sino decretar el pago por el monto total de la pequeña suma
señalada por la ley”.24
Generalmente, la indemnización se concede otorgando al demandante una suma
de dinero. El quantum indemnizable casi siempre alcanza los límites máximos
aceptados por los tribunales, lo que en el fondo contradice la doctrina de que la
reparación ha de tener sólo un carácter simbólico.
Se sabe pues del poder que tiene el dinero para obtener bienes y servicios que
redundan en un mayor confort de la vida material y espiritual, lo más lógico es que
si el demandante es persona carente de fortuna, se le brinde una indemnización
monetaria más alta de la que normalmente se le puede brindar por el mismo
concepto a una persona adinerada. Un Salario Mínimo Legal Mensual Vigente,
24
C.S. de J., Sala de Casación Civil, Sent. de 23 de abril de 1941.
38
produce mayor satisfacción y es de mayor utilidad para la viuda de un obrero
fallecido, que para la de un jerarca comerciante. Claro que podría argumentarse
que en ese mismo orden de ideas una suma millonaria serviría como reparación a
la persona adinerada. Sin embargo, eso sería desbordar los fines del derecho,
pues el responsable tampoco podría estar obligado a pagar este tipo de
indemnizaciones. Por ello, la jurisprudencia y la doctrina han considerado en
múltiples oportunidades que la indemnización por perjuicios morales puede tener
un carácter simbólico, pues la finalidad del demandante muchas veces no sería
más que el deseo de obtener la satisfacción de que el orden jurídico decrete la
ilicitud del demandado y en esa forma se afirme por parte de la justicia que la
víctima ha sido vulnerada en sus derechos.25
Como se ve, todo depende de las circunstancias, sin que existan unas reglas
rígidas que sirvan como criterio de aplicación general. Sin embargo, consideramos
que, en principio, si no es posible hacer desaparecer el daño moral subjetivo
mediante publicaciones, tratamientos médicos o cualquier otro sistema, la
indemnización por dicho concepto debería ser meramente simbólica o ínfima. La
reparación en dinero podría aumentarse teniendo en cuenta la intensidad del dolor
sufrido y según las modalidades del hecho y el estado económico del
demandante, pues, ante la mayor indemnización monetaria, este podría aliviarse
en mayor grado de sus aflicciones.26
7.1.1 PERJUICIOS MORALES SUBJETIVOS EN LOS MENORES DE EDAD
Se han negado indemnizaciones en varias oportunidades a los menores de edad
25
TAMAYO JARAMILLO, Javier. Tratado de responsabilidad Civil, Tomo II. Legis, Segunda Edición
2007.
26 Ibídem
39
-entiéndase menores de dieciocho años-, con fundamento en la idea de que no se
dan cuenta cabalmente de la muerte de un ser querido, al no tener un desarrollo
síquico suficiente para el procesamiento de ese hecho27. Argumento que es
debatible, teniendo en cuenta todos los desarrollos científicos desde el punto de
vista de la sicología y concretamente del psicoanálisis. Se conoce pues que los
traumas afectivos que se sufren en la primera infancia tan sólo aparecen en la
adolescencia y en la edad adulta.
Se concluye entonces que, si bien el daño moral no aparece de manera inmediata,
sí lo hará posteriormente con mayor intensidad.
Por lo tanto, no hay lugar para negar ni reducir la indemnización del perjuicio moral
subjetivo.
Un fallo de la Corte Suprema de Justicia de 20 de mayo de 1952, expresa al
respecto:
27
En Fallo de octubre 18 de 1950, la Corte expresó:
“Por lo que hace a los perjuicios morales subjetivos, se sabe que su indemnización corresponde a
la aflicción o quebranto moral sufrido por la persona a consecuencia del daño que recibió. Pero
como ese dolor moral está proporcionado a una consciente capacidad efectiva en quien lo recibe,
es apenas natural en quien carece de ella. Esté asimismo en imposibilidad de experimentarlo y, en
consecuencia, de pretender ninguna indemnización por este concepto”
“El niño sin uso de razón, como es el caso de la menor Esperanza Varela Lasso, que para la
muerte de su padre sólo contaba un año, nueve meses y dos días de edad, puede, como es obvio,
hasta advertir en el acto mismo de que se produce, la ausencia física del ser querido que le deja,
para olvidarla enseguida ante el menor halagado; pero no tiene capacidad alguna para discernir
sobre la razón de ella, ni sobre las consecuencias que en el orden afectivo puedan producirle. Más
aún: en aptitud de recibir un mayor o menor grado de aflicción por el sólo hecho de que el padre se
aparte de su lado, aún para las faenas ordinarias del oficio, resulta incierto y aventurado
reconocérsela, para que pueda advertir la imposibilidad o simple retardo de regreso, máxime
cuando – como aquí sucede- no está probado, ni cabe presumir una asidua y regular compañía del
padre natural con su hija. Todo lo cual conduce a la conclusión de ser improcedente toda condena
por concepto de perjuicios morales” (C.S.J., sala de neg. Gen., 18 octubre 1950, “G.J.”, t. LXVIII, p.
469).
Lógicamente, el problema no existe cuando el menor ha recibido directamente la lesión, pues allí el
daño moral subjetivo es indiscutible; el problema surge, pues, cuando los demandantes son
menores que reclaman indemnización de perjuicios morales subjetivos por la muerte de uno de sus
padres o hermanos.
40
“Perjuicios morales. Sobre perjuicios morales subjetivos se presentan tres
tesis que deben estudiarse: la del señor procurador, la de la corte y la de la
parte actora.
“El señor procurador opina que tan solo respecto de los hijos mayores de
siete años, que son cuatro, María Leonor, María Aurora, María Belén y
María Isabel, ‘se justifica la indemnización de los perjuicios morales no
objetivados’, por haber adquirido el uso de la razón, y eso reducida a la
mitad, pues así se satisface ampliamente, en su concepto, dicha
indemnización simbólica.
“Ya la Corte rechazó esa reducción del resarcimiento de los perjuicios
morales subjetivos a la mitad, diciendo que ella ‘repugna a los sentimientos
efectivos, que en más de las veces son de mayor intensidad en niños de
corta edad que en los adultos’ (sentencia de 13 de febrero de 1951, “G.J.” t.
LXIX, núms. 2096-2097, p. 245).
“Mas quiere hoy la sala revaluar también la doctrina de que la
indemnización de perjuicios morales subjetivos no se debe a hijos que no
han llegado al uso de la razón al tiempo del fallecimiento de uno de sus
progenitores, admitida por la Corte en varios fallos, para llegar a la contraria
de que se debe decretar en su favor, aunque no hayan cumplido los siete
años, que es la edad comúnmente admitida para suponer el discernimiento.
“la doctrina que se analiza tiene como base la de decir que si el perjuicio
moral subjetivo, consiste en la lesión que se produce en sus afectos, en el
dolor del ánimo ocasionado, para un caso como el de que se trata, por la
pérdida de una persona querida, mal puede ordenarse su reparación a
favor de quien no ha podido experimentarlo por falta de raciocinio. Dicho de
otro modo, la obligación del resarcimiento no puede existir si la pena no se
41
ha sentido, y ese sufrimiento en la parte meramente afectiva no puede
sentirlo quien no ha llegado al uso de la razón.
“pero la tesis falla por dos aspectos, el primero de los cuales es el de que
hoy no se considera la indemnización de los perjuicios morales subjetivos
como una compensación del sufrimiento, como el pretium doloris de que
habló JOSSERAND, pues que, como dice RIPERT, ‘sería profundamente
inmoral afirmar que quien ha sido afectado en sus sentimientos, haya de
consolarse del golpe merced a la indemnización que habrá de recibir’. Los
perjuicios morales son irreparables en especie… cuando ocurren, se trata
de proporcionar una ‘satisfacción de reemplazo’, como la llama este mismo
comentador, para quien ‘los daños y perjuicios no tienen en este caso su
carácter de indemnización, sino un carácter ejemplar’.
“en forma más circunscrita al argumento, este flaquea también por lo
inaceptable que resulta afirmar que el menor de siete años, no siente
verdadera pena por la falta de tutela afectiva de sus progenitores, sobre
todo de la madre, pues ello resulta arbitrario y opuesto a la realidad. Pero
admitiendo que haya un límite de tiempo, que pudiera fijarse en más o en
menos, en que al (sic) infante no sienta dolor del ánimo por la pérdida de
sus padres, tampoco se podría negar la reparación, pues es indudable para
la Corte que esa pena o afección habría de terminar por sentirse
ciertamente, al salir de los umbrales que en materia de edad se han venido
teniendo en cuenta hasta ahora.
“y esto porque, como afirman los comentadores, ‘entra en el resarcimiento
todo daño que se derive necesariamente del hecho injurioso’(CHIRONI).
Dicho de otro modo es indispensable que el daño exista, que sea cierto y
que sea causado por el hecho ilícito. Pero no es necesario que se haya
experimentado, pues basta la certidumbre de que el hecho causal lo
42
producirá, caso en que también el daño es cierto y, por tanto, es justo
asignar una indemnización.
Así, PLANIOL y RIPERT dicen que ‘un perjuicio no realizado todavía puede
justificar una condena inmediata, si resulta ser cierta su realización futura,
por tratarse del desarrollo indudable de un perjuicio actualmente en
evolución’”28
Esta posición ha sido reiterada y ratificada por el Consejo de Estado, el cual ha
condenado al pago de indemnizaciones, no sólo por este concepto, sino también
por el daño a la vida de relación del hijo póstumo29.
7.2 PERJUICIO ESTÉTICO
Cesare GERIN definía el daño estético como “toda modificación peyorativa del
conjunto estético individual, de naturaleza morbosa”. Daño estético, como
concepto asimilado al de deformidad, recogido tradicionalmente en la Legislación
Española, es cualquier tipo de defecto físico que altere peyorativamente la
apariencia externa, de manera visible y permanente; y puede consistir en
cicatrices, pérdida de sustancia, cabello o piezas dentarias, costurones,
alteraciones de pigmentación, malformaciones, claudicación o detrimento de la
euritmia (armonía en los movimientos). A su vez, la equivalente española de la
Corte Suprema de Justicia Colombiana, sin eufemismo encubridor de la realidad,
28
TAMAYO JARAMILLO, Javier. Tratado de responsabilidad Civil, Tomo II. Legis, Segunda Edición
2007.
29 SAMPER AGUDELO Guilda, HENAO LOAIZA Mauricio Andrés. El perjuicio a la vida de relación
en la jurisdicción contenciosa administrativa. Trabajo de Grado para optar al título de abogado.
Envigado: Institución Universitaria de Envigado. 2008. Pág.61.
43
pero con poco gusto, hace referencia a que "toda persona tiene derecho a
mantener su belleza o a que no se acentúe su fealdad"30
El perjuicio estético arguye un quebranto de la propia imagen física. Cuando se
debe a la actuación injusta de otro, es el resultado de la violación del derecho que
toda persona tiene a su propia imagen fisionómica. Su disvalor no se halla sin más
en lo feo, deformante, ridículo o repulsivo de una lesión, sino en lo distinto, en la
mutación del aspecto físico antecedente; y la titularidad de la acción resarcitoria
que origina no se limita a los privilegiados, es decir, a los bellos dotados por la
naturaleza de una especial armonía física, cuando resulta quebrantada, sino que
la ostenta, sin exclusión alguna, cualquier ser humano que, como tal, tiene
derecho a conservar su propia figura o apariencia externa.31
Su consistencia radica, no en una belleza tornada en fealdad, sino en una
alteración significativa del aspecto que ofrecía el lesionado antes de sufrir el hecho
dañoso.
“Se refieren al deterioro, modificación, alteración a la integridad estética de
la persona, a la ruptura, modificación de la armonía corporal. Se modifica
negativamente la armonía, la belleza corporal, que genera sentimientos,
lástima o rechazo en quienes lo rodean. De acuerdo con algunos tratadistas
por daño o perjuicio estético debe entenderse este perjuicio aquel que afea
a las personas, o modifica desfavorablemente la armonía corporal, la
estética de las personas. El daño o perjuicio estético es autónomo e
independiente y por tanto, distinto del daño biológico y del daño fisiológico,
con los cuales a veces se le confunde.”32
30
Página web, de la Universidad de Girona http://civil.udg.edu
MEDINA CRESPO, Mariano: El resarcimiento del perjuicio estético. Girona, España. Universidad
de Girona.1995.
32 MARTÍNEZ RAVE, Gilberto, MARTÍNEZ TAMAYO, Catalina, Responsabilidad Civil
extracontractual; Temis, Undécima edición. Bogotá, 2003.
31
44
Este perjuicio es aceptado en muchos países como indemnizable y en Colombia,
tan sólo se menciona. El camino jurisprudencial para su reconocimiento apenas
comienza.
Toda persona tiene derecho a conservar una figura corporal armónica y natural,
manteniendo la belleza física que la naturaleza le ha dado. Quien la modifique,
vulnere, altere, sin su aceptación y consentimiento, deberá indemnizarla.
“el daño o perjuicio estético es autónomo e independiente y por tanto,
distinto del daño biológico y del daño fisiológico con los cuales a veces se le
confunde. En la actualidad, se abre paso en el ámbito internacional el
concepto de daño corporal que incluye como indemnizable el daño que se
le ocasiona al cuerpo, a la persona, lo que ha permitido que algunos lo
denominen daño personal. El daño corporal puede tener manifestaciones
económicas o pecuniarias que conforman los tradicionales daño emergente
y lucro cesante pero además puede tener manifestaciones no pecuniarias o
económicas cuando afecta intereses distintos de los económicos. Mientras
en la manifestación económica o pecuniaria se protege al hombre como
elemento productor de riquezas y se le indemnizan todos los daños o
perjuicios que afecten su patrimonio y su capacidad de producir, en la otra
manifestación se protege al hombre como ser humano, como persona titular
de muchos derechos o intereses diferentes de los económicos. Por ello se
ha criticado el código civil napoleónico, que sirvió de fundamento a muchos
de los códigos civiles del mundo, porque sólo busca la protección del
hombre como maquina productiva, como creador de riquezas, pero se
olvidó del hombre como persona, como ser humano, con derechos e
intereses diferentes de los económicos. Para los códigos civiles cuyo
antecedente es el código civil francés, caso del colombiano, sólo son
45
indemnizables los perjuicios materiales cuyas manifestaciones de daño
emergente y de lucro cesante regulan los artículos 1613 y 1614 del estatuto
civil sustancial”. 33
Resulta pues en sana lógica y acudiendo a la hermenéutica, advertir que en
Colombia es posible indemnizar esta clase de perjuicio, sea por un delito o por un
hecho dañoso y se está desconociendo en la victima, de no ser así, el derecho de
disfrutar de la armonía corporal.
También es cierto que en nuestro país se reconoce como extrapatrimonial el
perjuicio moral subjetivo y gracias a un desarrollo jurisprudencial “activo” a partir
del año 2008, el daño a la vida de relación.
En una interpretación cerrada
quedaría por fuera el perjuicio estético, sin embargo, atendiendo el artículo 16 de
la ley 446 de 1998, la cual nos habla de una reparación integral, este se debería
indemnizar en equidad atendiendo la forma en que se hace para el perjuicio moral
subjetivo y el daño a la vida de relación, al no tener el perjuicio estético criterios
autónomos para subsistir por sí solo.
“El perjudicado es quien siente afectada su integridad física, estética, su
armonía corporal. Luego el médico legista o profesional de la medicina
debe presentar concepto en relación con la lesión corporal ocasionada, su
permanencia en el tiempo y el impacto en la belleza o armonía corporal del
perjudicado. Sus conocimientos, sus conceptos profesionales, serán de vital
importancia no solo para el establecimiento de las características de los
prejuiciosos (sic) sino para su valoración. Por último, será el juez el que
podrá confrontar con la realidad los conceptos emitidos por el profesional
de la medicina y aplicar el arbitrio judicial para fijar el valor indemnizatorio
33
MARTÍNEZ RAVE, Gilberto, MARTÍNEZ TAMAYO,
extracontractual; Temis, Undécima edición. Bogotá, 2003.
Catalina,
Responsabilidad
Civil
46
teniendo en cuenta, para estos casos, la indemnización en equidad a que
se refiere el artículo 16 de la ley 446 de 1998. Esa indemnización en
equidad que consagra la disposición mencionada le confiere al funcionario
judicial un arbitrio amplio teniendo en cuenta una serie de factores y
circunstancias que rodean las consecuencias del daño. Mientras en otros
países, España concretamente, cuando se trata de accidentes de tránsito
se aplican unas tablas indemnizatorias consagradas en la ley 30 de 1995,
en Colombia se le deja al arbitrio judicial fijar el monto concreto de la
indemnización en equivalentes en pesos colombianos de salarios mínimos
legales mensuales vigentes entre 1 y 1000”.34
34
MARTÍNEZ RAVE, Gilberto, MARTÍNEZ TAMAYO,
extracontractual; Temis, Undécima edición. Bogotá, 2003.
Catalina,
Responsabilidad
Civil
47
8. PERJUICIO A LA VIDA DE RELACIÓN
Por un lado está el quebranto económico (perjuicios patrimoniales) y por el otro
está el deterioro emocional (perjuicio moral subjetivo) que puede sufrir una
persona cuando es afectada su integridad personal y física. Con fundamento en
los conceptos anteriores se puede concluir que la incapacidad física o sicológica
del lesionado producirá daños a su patrimonio material e inmaterial, pérdidas en
las utilidades monetarias (LUCRO CESANTE, DAÑO EMERGENTE), al igual que
alteración en la estabilidad emocional, o dolor físico (DAÑO MORAL SUBJETIVO).
Además de estos, el perjudicado no podrá desarrollar otras actividades vitales,
que aunque no producen rendimiento patrimonial, hacen agradable la existencia.
Se habla entonces en el derecho comparado y en particular en el Consejo de
Estado, de alteración a las condiciones de existencia y finalmente daño en la vida
de relación, concepto manejado también por la Corte Suprema de Justicia.35
El perjuicio a la vida de relación tiene carácter autónomo y es de orden
extrapatrimonial, no necesariamente vinculado a lesiones de tipo corporal que
impiden confundirlo con el daño moral o con el daño patrimonial o material. En
efecto, este perjuicio no consiste en la lesión en sí misma, sino en las
consecuencias que, en razón de ella, se producen en la vida de relación de quien
las sufre; no alude exclusivamente a la imposibilidad de gozar de los placeres de
la vida, pues no todas las actividades que, como consecuencia del daño causado
se hacen difíciles o imposibles, tendrían que ser calificadas de placenteras. Puede
tratarse de simples actividades rutinarias, que ya no pueden realizarse o requieran
de un esfuerzo excesivo.
35
TAMAYO JARAMILLO, Javier. Tratado de responsabilidad Civil, Tomo II. Legis, Segunda Edición
2007.
48
Si bien el perjuicio a la vida de relación inicialmente y de modo equivocado se
aceptaba sólo en casos asociados con lesiones corporales, es claro en la
jurisprudencia posterior del Consejo de Estado que ese daño se extendió a otras
situaciones que no implicaban lesiones fisiológicas o corporales. Así, por ejemplo,
en un caso en el cual se reconocen los daños a la vida de relación, el Consejo de
Estado afirmó:
“… se encuentra plenamente acreditada la disminución del pleno goce de la
existencia por el hecho de que la lesión sufrida, afecto el desarrollo de
actividades esenciales y placenteras de la vida diaria, la práctica de
actividades recreativas, culturales, deportivas, el deseo sexual y la
capacidad para la realización del mismo.”36
Es doctrina del Consejo de Estado que el daño a la vida de relación no sólo puede
ser sufrida por la víctima directa del daño, sino también por personas cercanas a
ella en razón de su parentesco o de su amistad.
En fallo de 21 de febrero de 2002 el Consejo de Estado expone lo siguiente:
“Así sucederá, por ejemplo, cuando aquellos pierden la oportunidad de
seguir gozando de la protección, el apoyo o las enseñanzas ofrecidas por
su padre y compañero, o cuando su cercanía a este les facilitaba, dadas
sus especiales condiciones profesionales o de otra índole, el acceso a
ciertos círculos sociales y el establecimiento de determinadas relaciones
provechosas, que, en su ausencia resultan imposibles”37
36
C. de E., Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Tercera, sent. 25 septiembre 1997, exp.
10.421.
37 C. de E., Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Tercera, sent. 21 de febrero de 2002,
exp. 5615, C.P.: Alier Eduardo HERNÁNDEZ ENRÍQUEZ.
49
Esa expansión del daño a la vida de relación a otras personas diferentes a la
victima ha sido criticada por algunos tratadistas, quienes afirman que ella puede
dar lugar a un desfase peligroso en la normalidad de los centros judiciales, por los
costos que para las arcas del estado puede significar el pagar, tanto el daño moral
subjetivo como el llamado daño a la vida de relación, es por esto, que sólo debe
ser reparado en casos excepcionales, en los cuales se pruebe que la víctima
fallecida tenía un proyecto de vida íntimamente ligado a la vida de la otra
persona.38
Incluso, el Consejo de Estado ha aceptado que el perjuicio fisiológico puede
provenir de una afectación al patrimonio. En este sentido, expresó:
“Aquella afectación puede tener causa en cualquier hecho con virtualidad
para provocar una alteración a la vida de relación de las personas, como
una acusación calumniosa o injuriosa, la discusión del derecho al uso del
propio nombre o la utilización de este por otra persona (situaciones que
alude, expresamente, el artículo cuarto del decreto 1260 de 1970), o un
sufrimiento muy intenso (daño moral) que, dada su gravedad, modifique el
comportamiento social de quien lo padece, como podría suceder en
aquellos casos en que la muerte de un ser querido afecta profundamente la
vida familiar y social de una persona. Y no se descarta, por lo demás, la
posibilidad de que el perjuicio a la vida de relación provenga de una
afectación al patrimonio, como podría ocurrir en aquellos eventos, en que la
pérdida económica es tan grande que -al margen del perjuicio material que
en si misma implica- produce una alteración importante de las posibilidades
vitales de las personas”39
38
TAMAYO JARAMILLO, Javier. Tratado de responsabilidad Civil, Tomo II. Legis, Segunda Edición
2007.
39 C. de E., Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Tercera, sent. 19 de julio de 2000, exp.
11.842, C.P.: Alier Eduardo HERNÁNDEZ ENRÍQUEZ.
50
8.1 RECONOCIMIENTO COMO PERJUICIO INDEMNIZABLE
El Consejo de Estado ha reconocido la existencia de una forma de perjuicio
extrapatrimonial, distinto del moral, denominado de tres formas diferentes:
Inicialmente perjuicio fisiológico y luego daño a la vida de relación; finalmente,
alteración a las condiciones de existencia. Es decir, un solo daño con tres
nombres diferentes. El primer reconocimiento se hace en sentencia del 6 de mayo
de 1993.40
Previo a la sentencia del Consejo de Estado, un fallo del Tribunal Superior de
Medellín, con Ponencia de la juez Beatriz Quintero de Prieto (22 de marzo de
1985), había reconocido como perjuicio extrapatrimonial autónomo el daño
fisiológico.41
En sentencia del 13 de mayo de 200842, la Corte Suprema de Justicia finalmente
acepta la existencia del daño a la vida de relación como un daño autónomo de
carácter extrapatrimonial, diferente del daño moral.
Considera finalmente la Corte Suprema de Justicia, que la predicada autonomía
del daño a la vida de relación lleva a señalar las siguientes características:
“a)Tiene naturaleza extrapatrimonial o inmaterial, en tanto que incide o se
proyecta sobre intereses, derechos o bienes cuya apreciación es
económicamente inasible, por lo que no es dable efectuar una mensura que
40
C. de E., Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Tercera, sent. 6 de mayo de 1993, exp.
7428, C.P.: Julio césar URIBE ACOSTA.
41 TAMAYO JARAMILLO, Javier. Tratado de responsabilidad Civil, Tomo II. Legis, Segunda Edición
2007.
42 C.S. de J., Sala de Casación Civil, Sent. 13 mayo 2008, exp. 11001-3103-006-1997-09327-01
51
alcance a reparar en términos absolutos la intensidad del daño causado; b)
Adquiere trascendencia o se refleja sobre la esfera externa del individuo,
situación que también lo diferencia del perjuicio moral propiamente dicho;
c) En las situaciones de la vida práctica o en el desenvolvimiento que el
afectado tiene en el entorno personal, familiar o social, se manifiesta en
impedimentos, exigencias, dificultades, privaciones, vicisitudes, limitaciones
o alteraciones, temporales o definitivas, de mayor o menor grado, que la
víctima debe padecer, las cuales en todo caso, no poseen un significado o
contenido monetario, productivo o económico; d) No sólo puede tener
origen en lesiones o trastornos de tipo físico, corporal o síquico, sino
también en la afectación de otros bienes intangibles de la personalidad o
derechos fundamentales, en incluso en la de otro tipo de intereses
legítimos; e) Según las circunstancias de cada caso, puede ser sufrido por
la víctima directa de la lesión o por terceros que igualmente resulten
afectados, como verbigracia, el cónyuge, el compañero o compañera
permanente, los parientes cercanos o los amigos, o por aquella y estos; f)
Su reconocimiento persigue una finalidad marcadamente satisfactoria,
enderezada a atemperar, lenificar o aminorar, en cuanto sea factible, los
efectos negativos que de él (sic) se derivan; g) Es una noción que debe ser
entendida dentro de los precisos límites y perfiles enunciados, como un
daño autónomo que se refleja en la afectación de la actividad social no
patrimonial de la persona.”.43
8.2 EVOLUCIÓN JURISPRUDENCIAL
En acápite anterior mencionamos el avatar que derrumba la identidad ontológica
que la Corte Suprema de Justicia asumía al equiparar el daño a la vida de relación
43
Ibídem
52
con el daño moral subjetivo, en los llamados perjuicios extrapatrimoniales, cuando
nos referimos a la primera vez que se habló del daño en la vida de relación por la
alta corporación: “Corte Suprema de Justicia”. También mencionamos la primera
vez que se utilizó esa denominación en un fallo, nos referimos al fallo del 22 de
marzo de 1985 proferido por el Tribunal Superior de Medellín, con ponencia de la
Dra. Beatriz Quintero de Prieto, del cual tomamos el siguiente aparte:
“Pero viene hablando la doctrina de un daño moral que se presenta como
perjuicio fisiológico, como entidad propia y autónomamente indemnizaba
como clase específica del género: perjuicio moral; es el atentado a la
integridad personal; ¡es ese perder para siempre un ojo! Daño fisiológico o
por desagrado un daño a la vida de relación. Es esa privación definitiva de
satisfacciones normales a quien se reduce, cual minusválido a la víctima y
lo que significa esa definitiva disminución. No poder ver. No poder aparecer
ante los semejantes como persona normal. Este es el renglón en relación
con el que, consciente o inconscientemente, el a quo condenó in genere, en
el literal B de la sentencia y que se verá confirmado pero con la adición de
que todo el daño moral no puede exceder la suma pedida de $300.000.00.
“(sic) Se ha hablado en doctrina y jurisprudencia colombianas de un tercer
genus de perjuicio moral: el moral objetivado que reflejaría una
indemnización por la pérdida de poder adquisitivo que la víctima
experimentase a causa de la lesión que se le inflige, como consecuencia de
ello y porque golpearía de manera inminente su personalidad: el hombre
extrovertido y sociable que a causa de la desfiguración facial se torna
huraño y desagradable y por lo mismo no obtiene ya rendimiento
económico sino a bienes de naturaleza totalmente no patrimoniales. Son
entonces dos géneros de posibles perjuicios: materiales y morales cada
uno diversificado en especies: daño emergente (gastos para recuperar la
salud) y lucro cesante (mermas de capacidad laboral) por lo concerniente a
los perjuicios materiales; y por lo que toca con los perjuicios morales, el
53
moral subjetivo, dolor que se experimenta con el accidente y las
consecuencias, daño moral objetivado (como pérdida de rendimiento
económico que deriva de consecuencias sicológicas que como secuela
implica la lesión) y, finalmente el perjuicio estético o fisiológico (como
pérdida de las funciones vitales, de la normalidad física y por lo mismo de
los placeres elementales pero invaluables que brinda el cuerpo sano).”.44
Para el año 1993, cerca de 8 años después del fallo del Tribunal Superior de
Medellín, el Consejo de Estado reconoce el perjuicio fisiológico como perjuicio
indemnizable:
“Procede a dar paso jurisprudencial en virtud del cual hay lugar, en casos
como el presente, al reconocimiento y pago del perjuicio fisiológico o a la
vida de relación. Este debe distinguirse en forma clara, del daño material,
en su modalidad de daño emergente y, lucro cesante, y también de los
perjuicios morales subjetivos. Mientras que el primero impone reparación de
la lesión pecuniaria causada al patrimonio, y el segundo busca darle a la
víctima la posibilidad de remediar en parte o sólo las angustias y
depresiones producidas por el hecho lesivo, sino también el dolor físico que
en un momento determinado pueda sufrir la víctima de un accidente, el
perjuicio fisiológico o a la vida de relación, exige que se repare la pérdida
de la posibilidad de realizar otras actividades vitales, que aunque no
producen rendimiento patrimonial, hacen agradable la existencia. Teniendo
en cuenta estas definiciones estima la sentencia que es lamentable que
niños, jóvenes, hombres maduros y ancianos, tengan que culminar su
existencia privados de la alegría de vivir porque perdieron sus ojos, piernas,
sus brazos, o la capacidad de procreación por la intolerancia de los demás
hombres. A quienes sufren esas pérdidas irremediables es necesario
44
Extracto Fallo Tribunal Superior de Medellín de 22 de marzo de 1985. Con ponencia de la Dr.
Beatriz QUINTERO DE PRIETO.
54
brindarles la posibilidad de procurarse una satisfacción equivalente a la que
han perdido. Por algo se enseña que el verdadero carácter del
resarcimiento de los daños y perjuicios es un papel satisfactorio. Así, el que
ha perdido su capacidad de locomoción, debe tener la posibilidad de
desplazarse en una cómoda silla de ruedas y ayudado por otra persona, a
quien perdió la capacidad de practicar un deporte, debe procurársele un
sustituto que le haga agradable la vida (equipo de música, proyector de
películas, etc.). Al logro de este renacimiento, de esta especie de
resurrección del hombre, abatido por los males del cuerpo, y también por
los que atacan el espíritu, se orienta la indemnización del daño fisiológico o
a la vida de relación. Con base en lo anterior se otorga a la víctima, que
perdió sus dos piernas ocho millones de pesos, con cuya rentabilidad la
víctima podrá atender razonablemente el pago de una persona que lo
acompañe en una silla de ruedas cuando tenga la necesidad de movilizarse
de
un
sitio
a
otro.
Con
ella
puede
igualmente,
adquirirla,
sin
sofisticaciones”.45
Por su parte, la Corte Suprema de Justicia, a diferencia del Consejo de Estado,
sostuvo hasta el año 2008 que había identidad ontológica entre el daño a la vida
de relación y el daño moral subjetivo. Finalmente, en sentencia del 13 de mayo de
2008, la alta corporación acepta la existencia de este perjuicio y le da autonomía
del daño moral subjetivo, convirtiéndolo en indemnizable dentro de los perjuicios
extrapatrimoniales.
“Una vez sentadas estas bases, para la sala es claro que, como otrora lo
insinuó la jurisprudencia de esta corporación, a la luz de las normas
constitucionales y legales que directa o indirectamente gobiernan la
45
C.de E. Sección Tercera. Sala de lo contencioso administrativo. Sentencia del 6 de mayo de
1993 expediente 7428. Consejero Ponente: Julio César URIBE ACOSTA.
55
responsabilidad civil, el daño a la vida de relación es de completo recibo por
parte del ordenamiento jurídico nacional y, por lo mismo, se torna
merecedor de la protección que han de dispensar los jueces de la
República, en aquellos casos en que, encontrándose debida y cabalmente
acreditado,
sea
menester
adoptar
las
medidas
idóneas
para
su
reconocimiento.”.46
El caso analizado por la Corte Suprema de Justicia, se refiere a una persona que
padece un accidente durante su permanencia en un edificio en construcción
quedando reducido a la parálisis de su cuerpo y complejas lesiones corporales de
carácter irreversible, pues la víctima no podría nunca más desplegar sus
actividades rutinarias o normales, ni las demás, las cuales de cualquier forma
hacían placentera la existencia.
Afirma la corte dentro de sus consideraciones que:
“Dicho en otras palabras, esta especie de perjuicio puede evidenciarse en
la disminución o deterioro de la calidad de vida de la víctima, en la pérdida
o dificultad de establecer contacto o relacionarse con las personas y cosas,
en orden a disfrutar de una existencia corriente, como también en la
privación que padece el afectado para desplegar las más elementales
conductas que en forma cotidiana o habitual marcan su realidad”.47
Podría decirse que quien sufre un daño a la vida de relación se ve forzado a llevar
una existencia en condiciones más complicadas o exigentes que los demás, pues
debe enfrentar circunstancias y barreras anormales, por lo cual la actividad más
simple se puede tornar sumamente complicada.
46
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. Sentencia del 13 de mayo de 2008. Ref.: 11001 3103 006
1997 09327 01. Magistrado Ponente: César Julio VALENCIA COPETE.
47 Ibídem.
56
Al respecto afirma la Corte:
“Por lo mismo, recalca la Corte, la calidad de vida se ve reducida, al paso
que las posibilidades, opciones, proyectos y aspiraciones desaparecen
definitivamente o su nivel de dificultad aumenta considerablemente. Es así
como de un momento a otro la víctima encontrará injustificadamente en su
camino obstáculos, preocupaciones y vicisitudes que antes no tenía, lo que
cierra o entorpece su acceso a la cultura, a la ciencia, al desarrollo y, en fin,
a todo lo que supone una existencia normal, con las correlativas
insatisfacciones, frustraciones y profundo malestar.”.48
En el acápite sobre el reconocimiento del daño a la vida de relación como perjuicio
indemnizable, nos referimos a las características que debía tener el daño para que
tuviera el carácter o la denominación de daño a la vida de relación. Este daño a la
vida de relación deberá entenderse pues como una categoría de los perjuicios
inmateriales o extrapatrimoniales, que no excluye el reconocimiento de otras
clases de daños de naturaleza patrimonial o extrapatrimonial, ni puede confundirse
con los ya existentes, para nuestro caso, dentro de los materiales tenemos al lucro
cesante y al daño emergente y, dentro de los inmateriales, el perjuicio moral
subjetivo; puesto que una indebida interpretación conduciría a que no pudiera
cumplirse con la reparación integral ordenada por la ley y la equidad, como
infortunadamente ha ocurrido antes del fallo de transformación ontológica, en
desmedro de los derechos que en todo momento han de asistir a las víctimas.
La Corte Suprema de Justicia, para el reconocimiento de este perjuicio como
indemnizable, no sólo apreció el derecho como aquel proceso en que las
sociedades se transforman, sino que también entendió que en el derecho de
daños se le concede al juzgador la posibilidad de reconocer en forma prudente y
48
Ibídem.
57
razonada, nuevas clases de perjuicios resarcibles, encaminados a desarrollarlas,
dándole aplicación y actualidad a los perjuicios patrimoniales, en especial a los
referidos al principio de la reparación integral conexa con la protección del derecho
de las víctimas.
En la actualidad podemos afirmar que tanto los tribunales como la misma corte
aceptan la autonomía del perjuicio a la vida de relación, al igual que su
indemnización. Igualmente la Corte exhorta a todos los tribunales a reconocer el
daño a la vida de relación a favor de la víctima a quien le fue ocasionado el daño.
8.3 DAÑO EN VIDA DE RELACIÓN Vs DAÑO FISIOLÓGICO
Para el año 2008, el perjuicio que explicaba el cambio anormal de los hábitos en
función de la proyección de vida y la forma de indemnizar ese daño, que por su
naturaleza de extrapatrimonial se negaba a encajar en el perjuicio denominado
perjuicio moral subjetivo, fue denominado daño a la vida de relación en el Consejo
de Estado. Esta denominación o catalogación da lugar a que el consejero GIL
BOTERO salve su voto, aduciendo que su denominación es equivocada. Veamos
apartes de su argumentación:
“En esa medida, en mi concepto, el daño a la vida de relación, pertenece al
campo del daño corporal, del daño biológico (fisiológico) en el entendido ya
descrito, como quiera que las afectaciones a terceros diferentes al propio
lesionado en su órbita psicofísica, pueden padecer perjuicios distintos tales
como: i) la afectación al honor, a la honra o al buen nombre derivada de
acusaciones calumniosas o injuriosas; ii) el daño sexual que puede ser
reparado en forma simultánea con el perjuicio biológico siempre y cuando
se den las condiciones para ello; iii) la alteración a las condiciones de
58
existencia, por circunstancias que generan modificaciones en el entorno
social o económico de la persona (V. gr., la indemnización a que tiene
derecho el hijo póstumo, o la permanencia en determinados círculos
sociales); iv) el perjuicio estético, siempre que el juez verifique que este
reviste una entidad de tal magnitud que desborde el marco del perjuicio
biológico o fisiológico (V. gr., la cicatriz permanente que queda en el rostro
de una modelo profesional); v) el dolor físico, en tanto no refleja la congoja
o aflicción moral sino el padecimiento de intensos sufrimientos corporales
(V. gr., la tortura, o una persona que sufre un accidente que inflige un dolor
muy alto); vi) el daño existencial, reconocido en la actualidad en el derecho
italiano, que puede estar relacionado, en determinados eventos con
aspectos tales como la tranquilidad y la serenidad”49
Recordemos que el perjuicio a la vida de relación en el Consejo de Estado sufrió
tres transformaciones en su denominación, hasta llegar a “la alteración a las
condiciones de existencia”. Fueron necesarios 15 años para que la Corte Suprema
de Justicia incluyera este perjuicio, bajo la denominación “daño a la vida de
relación”, el cual en la actualidad es reconocido por la alta corporación. Este
salvamento de voto del consejero Gil Botero nos evidencia de nuevo la necesidad
de ciertos criterios unificadores, pues para él, en el fallo de 18 de octubre de
200750, se presume el reconocimiento de un nuevo daño extrapatrimonial, distinto
del moral subjetivo y del daño en la vida de relación entendido como “alteración de
las condiciones de existencia”, pero no es así, porque la alta corporación
simplemente cambió la denominación del perjuicio. Dicho cambio es incorrecto
porque en muchas opiniones, pero en particular la del Consejero, el avance veloz
al que iba la sección tercera del Consejo de Estado, al subsumir esta
denominación –alteración en las condiciones de existencia- en un concepto que no
49
C. de E., Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Tercera, sent. 2 de julio de 2008, Rad.
15.657 (R-02006); salvamento de voto de Enrique GIL BOTERO.
50 C. de E., Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Tercera, sent. 18 de octubre de 2007,
Rad. 25000-23-27-000-2001-00029-01
59
es el suyo –daño en la vida de relación-, comete un retroceso grandísimo,
sumándole a esto el reconocimiento del perjuicio como tal, es decir, como daño en
la vida de relación, que hace la Corte Suprema de Justicia en el 200851.
8.4 DAÑO EN VIDA DE RELACIÓN Vs ALTERACION A LAS CONDICIONES DE
EXISTENCIA.
Consideramos que es equívoca la tesis hoy manejada por el Consejo de Estado
-alteración a las condiciones de existencia- y que es acertada la manejada hoy
por la Corte Suprema de Justicia –daño en vida de relación-, toda vez que todo
perjuicio implica en sí mismo alteración en las condiciones de existencia del
perjudicado, ya sea en el patrimonio económico o fuera de él. Y bien, analizando
qué cobija o qué bienes protege el reconocimiento de este perjuicio, es decir, lo
que se intenta reparar, identificamos que son las consecuencias que en razón de
la lesión trae el desmedro de la vida de relación del afectado, de modo que el
comportamiento social o externo se ve afectado de manera significativa,
influyendo de igual modo en sus posibilidades vitales.
De acuerdo con lo anterior, resulta, sin duda, más adecuada la expresión daño a
la vida de relación.
El cambio de denominación del daño a la vida de relación por alteración en las
condiciones de existencia había tenido lugar en 2007 y así lo expresó el Consejo
de Estado al conceder indemnización a una niña que sufrió parálisis cerebral:
“… valorada la dimensión del daño, a partir del análisis de las pruebas que
integran el acervo probatorio se tiene que le asiste razón al recurrente,
51
C.S. de J., Sala de Casación Civil, Sent. 13 mayo 2008, exp. 11001-3103-006-1997-09327-01
60
motivo por el cual en el caso sub examine, se modificará la sentencia
apelada, para reconocer a favor de la niña Ana Caterine Ceballos Salazar,
un perjuicio a la alteración a las condiciones de existencia, denominación
esta adoptada de manera reciente por la sala para redefinir el perjuicio
fisiológico o daño a la vida de relación.”52
A su vez, transcurridos escasos 17 días del fallo anterior, el Consejo de Estado se
pronuncia de la siguiente forma:
“Cambiar los hábitos relacionados con su proyección de vida, toda vez que
su aspiración de mejorar la calidad de ella, con ocasión de la adquisición de
sus casas y apartamentos, se vio truncada con el deterioro de los mismos
(…) el daño indiscutible sufrido por los actores da lugar a una alteración, de
nada más y nada menos que de las condiciones del sitio donde estaban
forzados a vivir; la vivienda debe comprenderse en este caso, como algo
más que una cosa, como algo más que lo físico, debe concebirse además,
como el lugar por excelencia donde se desenvuelve la cotidianidad de la
vida misma”.53
La alteración de las condiciones de existencia como daño autónomo, según este
fallo, se dará cuando el sufrimiento padecido por las víctimas de un daño, consista
en la modificación anormal del curso de su existencia, es decir, de sus
ocupaciones, sus hábitos y proyectos. Un daño puede producir perjuicios que
desbordan los materiales y los morales, cuando logra alterar el devenir cotidiano
del comportamiento humano, no por comprometer su integridad física ni sus
52
C. de E., Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Tercera, sent. 1° de octubre de 2007,
exp. 27.268, C.P.: Enrique GIL BOTERO.
53 C. de E., Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Tercera, sent. 18 de octubre de 2007,
Rad. 25000-23-27-000-2001-00029-01.
61
sentimientos, sino por alterar sus condiciones de existencia, que no son otra cosa
que sus costumbres relacionadas con su proyección de la vida.54
54
HENAO PÉREZ, Juan Carlos: El daño, Bogotá, Universidad Externado de Colombia. 2009.
62
9. MARCO CONTEXTUAL
9.1 FORMA DE REPARACIÓN DEL DAÑO A LA VIDA DE RELACIÓN
La indemnización del perjuicio a la vida de relación busca proporcionarle a la
víctima la posibilidad de desplegar alguna actividad que siendo acorde con su
estado de salud, le permita suplir en parte las actividades que fueron suprimidas.55
El tratadista Javier Tamayo Jaramillo afirma al respecto:
“Así, al indemnizar a la persona que pierde su capacidad de locomoción, la
indemnización de perjuicios subjetivos, busca brindarle una mayor
tranquilidad a pesar de su desgracia e independientemente de que pueda
entregarse a otro tipo de actividades diferentes de las que desplegaba
antes del hecho dañoso. A su vez, con la indemnización del perjuicio a la
vida de relación, la víctima podrá, por ejemplo, adquirir un equipo de sonido
por medio del cual pueda obtener el deleite que proporciona escuchar
buena música. Variando un poco el ejemplo, la víctima que ve frustrada su
carrera deportiva podrá utilizar la indemnización del perjuicio fisiológico
para ingresar en una academia en la que pueda estudiar algún arte que le
remplace parcialmente la actividad inicial; también podría pensarse que el
artista que no puede seguir pintando, adquiera una buena biblioteca en la
que podrá pasar sus ratos de ocio.”.56
55
TAMAYO JARAMILLO, Javier. Tratado de responsabilidad Civil, Tomo II. Legis, Segunda Edición
2007.
56 Ibídem
63
Creemos que la indemnización no puede ser meramente simbólica y su tasación
deberá efectuarse teniendo en cuenta la influencia que la merma fisiológica ejerza
sobre la víctima. En el caso de un pintor o un pianista que pierde sus manos, la
indemnización deberá ser lo suficientemente cuantiosa como para que el
lesionado pueda costear actividades que en parte mitiguen sus limitaciones. Igual
cosa debería suceder con un deportista que queda reducido a una silla de ruedas.
De lo anterior se concluye que la indemnización de este perjuicio es
trascendentalmente distinta e independiente de la proveniente del daño moral
subjetivo.
Algunos tratadistas afirman que al ser reparado este perjuicio con sumas
dinerarias, toma elementos de perjuicio patrimonial o material, en particular del
denominado daño emergente; al respecto Javier Tamayo Jaramillo afirma:
“Es que, bien vistas las cosas, el perjuicio fisiológico, al igual que los demás
daños, cuando es reparable mediante una inversión dineraria pareciera
adquirir en un momento determinado visos de perjuicio material por daño
emergente. En efecto, la víctima tiene derecho, eso es innegable, a
recuperar los bienes extrapatrimoniales que poseía antes de ocurrir el
hecho lesivo. Al efecto, entonces, basta hacernos esta pregunta: ¿Cuánto
dinero será necesario para que la víctima remplace las actividades
lucrativas que le fueron suprimidas por el responsable? La respuesta es
fácil: téngase en cuenta qué actividades de reemplazo puede efectuar la
víctima teniendo en cuenta su estado actual. El juez, prudentemente,
otorgará una indemnización que permita al demandante obtener esa
satisfacción de remplazo.
Sin embargo, la identidad entre daño emergente y los demás daños es sólo
aparente, pues una cosa es el bien afectado y otra la forma de recuperarlo.
Indudablemente, los placeres de la vida son bienes extrapatrimoniales y, en
64
consecuencia, su lesión constituye un daño extrapatrimonial, así su
indemnización posterior pueda efectuarse acudiendo al dinero”57.
57
Ibídem
65
10.
REPARACIÓN INTEGRAL DEL DAÑO
Vamos a comenzar por mencionar el texto que la ley 446 de 1998 en su artículo
16, nos ofrece respecto de la reparación integral del daño:
“ARTICULO 16. VALORACION DE DAÑOS. Dentro de cualquier proceso
que se surta ante la Administración de Justicia, la valoración de daños
irrogados a las personas y a las cosas, atenderá los principios de
reparación integral y equidad y observará los criterios técnicos actuariales.
‘Se debe indemnizar el daño causado, todo el daño causado y nada más
que el daño causado’”58
La reparación integral consiste en enmendar el daño causado, al proveer a los
afectados de medios traducidos en términos económicos que les permita, en la
medida de lo posible, rehacer sus vidas de una manera digna para proyectarse a
futuro con esperanzas, metas y objetivos definidos, tanto económica, moral y,
sobretodo, emocionalmente. El texto del artículo 16 nos hace énfasis en no ir más
allá del daño causado, por ejemplo con un mismo hecho se causaron varios
daños, se desmedró el patrimonio económico de una persona, dando lugar al daño
emergente y al lucro cesante. A su vez, se vulneran con ese daño tópicos de la
persona humana que no se consideran económicos, en este evento nos
encontramos actualmente con el perjuicio moral subjetivo y el daño a la vida de
relación. Sin embargo, nos queda complicado darle razón a los tribunales al
encontrar codificado un daño, que no encuadra o se enmarca en las
denominaciones y conceptos de los daños existentes. Por ejemplo, un perjuicio
estético probado, comprobado y aseverado por entidad ontológica, más allá de
una indistinción subjetiva. Por lo anterior resulta debatible la idea de que los
tribunales se extralimiten dándole denominaciones incorrectas a los perjuicios
58
Ley 446 de 1998 Art. 16.
66
extrapatrimoniales que se encuentren en su proceder legal; muestra de esto es la
identidad ontológica manejada por la Corte Suprema de Justicia hasta la sentencia
de 13 de mayo de 2008.
Con el anterior argumento opinamos que todo juzgador debe comprender que en
el derecho cuando se habla de daños, se deben tomar de la mano los principios
de la reparación integral y la equidad, lo cual presupone no incluir perjuicios con
entidad propia pero sin autonomía en nuestra legislación, mediante acomodadas
denominaciones, no sólo haciendo del derecho y la jurisprudencia herramientas
burdas frente al derecho comparado, sino negándole a la víctima un acceso eficaz
y coherente a ese valor llamado justicia, el cual muchos han intentado definir y
conceptualizar, pero que en nuestra opinión, es imposible hacerlo porque más que
un valor es un sentimiento.
Veamos el concepto de justicia que maneja el Banco de la República, en su Guía
temática de Política:
“La justicia es la concepción que cada época y civilización tienen acerca del
bien común. Ésta, en un Estado, se manifiesta como una organización que
existe para castigar los delitos y dirimir las diferencias entre los ciudadanos
de acuerdo con las leyes.
En Colombia es obligación del Estado proveer un servicio de justicia
eficiente, accesible, oportuna y eficaz.
Es el Ministerio de Justicia y del Derecho, a través de la Dirección de
políticas de justicia, quien (sic) tiene a su cargo el diseño y formulación de
propuestas para la coordinación de funciones y actividades de entidades y
dependencias de la rama ejecutiva como integrante del sistema judicial.
Además, este Ministerio tiene la función de desarrollar propuestas sobre
planes que integren y coordinen acciones que garanticen el mejor
funcionamiento de la administración de justicia.
67
Las políticas de justicia tienen como principal objetivo crear condiciones que
faciliten el acceso a la justicia y establezcan adecuados mecanismos de
seguimiento en materia de prevención, atención y control de los factores
asociados con la presentación de hechos punibles y con el desarrollo de la
violencia.
El Ministerio de Justicia y del Derecho trabaja en este campo junto con la
Corte Suprema de Justicia, el INPEC (Instituto nacional penitenciario y
carcelario) y el FIC (Fondo de infraestructura carcelaria).
Colombia, desde hace cuatro años, viene adelantando planes de desarrollo
que permitan fortalecer este sector, pues se ha demostrado que los
problemas que afectan este campo debilitan el Estado social de derecho .
Tales problemas son la congestión carcelaria, la lentitud en los procesos y
el alto porcentaje de impunidad. Para combatirlos se ha buscado hacer lo
siguiente:
- Fortalecimiento en la justicia formal: Que todas las personas puedan
acceder al aparato estatal de justicia y al sistema judicial por medio de la
eliminación de la congestión, la impunidad y el atraso en los procesos. Esto
debe lograrse en un proceso que incluya la ampliación de la cobertura del
sistema
de
justicia,
la
modernización
de
la
gestión
pública,
la
profesionalización de los empleados oficiales y la organización de los
despachos judiciales.
- Fortalecimiento de la justicia informal: El objetivo es fortalecer
institucionalmente tanto la justicia local y comunitaria como los mecanismos
de resolución de conflictos por medio de la promoción de formas
alternativas a la hora de dirimir diferencias y conflictos, así como mediante
la implantación de herramientas que permitan desjudicializar los conflictos y
desprofesionalizar la atención básica de éstos.”.59
59
http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/ayudadetareas/poli/poli90.htm
68
Atendiendo de nuevo a la ley 446 de 1998 en su artículo 16, es menester
referirnos a la tesis del doctor Jesús Alberto Buitrago Duque60, en la cual equipara
el daño indemnizable al hecho fenomenológico físico y en esas condiciones,
establecido el fundamento del deber indemnizatorio, ya sea la culpa o el riesgo, no
quedaría más que verificar la constatación de los bienes afectados para que se
ordene la reparación integral de todos ellos.
“Por otro lado, se encuentran aquellos que apoyan este principio, entre ellos
Chartier, para quien la reparación integral ‘responde a criterios previamente
definidos’, porque comprende todos los perjuicios ocasionados. Con
relación a las críticas, se pregunta ¿considerar que el hombre no debe ser
integralmente responsable de sus actos será un verdadero progreso? Una
ventaja importante de la regla, es servir de hilo conductor de todo el
derecho a la reparación; es su verdadera espina dorsal.”. 61
60
BUITRAGO DUQUE, Jesús Alberto. El daño punitivo en la responsabilidad Civil; Litopografía
moderna digital, Primera edición. Pereira, 2007.
61
Ibídem.
69
11.
CONCLUSIONES
El perjuicio a la vida de relación se puede entender como aquel perjuicio
extrapatrimonial que se produce no por la lesión en sí misma, sino en las
consecuencias que, en razón de ella, se ocasiona en la vida de relación de quien
las sufre.
El perjuicio a la vida de relación se evidencia en la disminución o deterioro de la
calidad de vida de la víctima, en la pérdida o dificultad de establecer contacto o
relacionarse con las personas o cosas, en orden a disfrutar de una existencia
corriente, como también en la privación que padece el afectado para desplegar las
más elementales conductas que en forma cotidiana o habitual marcan su realidad.
Podría decirse que quien sufre un daño a la vida de relación se ve forzado a llevar
una existencia en condiciones más complicadas o exigentes que los demás,
puesto que debe enfrentar circunstancias y barreras anormales, a causa de las
cuales hasta lo más simple se puede tornar difícil.
Este daño a la vida de relación no alude exclusivamente a la imposibilidad de
gozar de los placeres de la vida, por lo tanto, no todas las actividades que, como
consecuencia del daño causado se hacen difíciles o imposibles, tendrían que ser
calificadas de placenteras. Pueden tratarse de simples actividades rutinarias, que
ya no puedan realizarse o requieran de un esfuerzo excesivo.
Es doctrina del Consejo del Estado y de la Corte Suprema de Justicia que el daño
a la vida de relación no puede ser sufrido solo por la victima directa del daño, sino
también por personas cercanas a ella en razón de su parentesco o de su amistad.
Este evento solo debe ser reparado en casos excepcionales, en los cuales se
70
logre probar que la victima fallecida tenía un proyecto de vida íntimamente ligado a
la vida de los afectados.
Este daño a la vida de relación deberá entenderse pues como una categoría de
los perjuicios inmateriales o extrapatrimoniales, que no excluye el reconocimiento
de otras clases de daños de naturaleza patrimonial o extrapatrimonial, ni puede
confundirse con los ya existentes; para nuestro caso, dentro de los materiales
tenemos al lucro cesante y al daño emergente y, dentro de los inmateriales, el
perjuicio moral subjetivo, puesto que una indebida interpretación conduciría a que
no pudiera cumplirse con la reparación integral ordenada por la ley y la equidad,
como infortunadamente ha ocurrido antes del fallo de transformación ontológica,
en el cual es clarísimo el desmedro de los derechos que en todo momento han de
asistir a las víctimas.
Creemos que la indemnización para el perjuicio en la vida de relación no puede
ser meramente simbólica y su tasación deberá efectuarse, teniendo en cuenta la
influencia que la merma fisiológica ejerza sobre la víctima. Por ejemplo, en el caso
de un pintor o un pianista que pierde sus manos, la indemnización deberá ser lo
suficientemente cuantiosa como para que el lesionado pueda costear actividades
que en parte mitiguen sus limitaciones.
La Corte Suprema de Justicia, para el reconocimiento de este perjuicio como
indemnizable, no sólo apreció el derecho como aquel proceso en que las
sociedades se transforman, sino que también, entendió que en el derecho de
daños se le concede al juzgador la posibilidad de reconocer, en forma prudente y
razonada, nuevas clases de perjuicios resarcibles, encaminados a desarrollar y
dándole aplicación, dándole actualidad, a los perjuicios patrimoniales; para nuestro
caso, en especial a los referidos al principio de la reparación integral conexa con la
protección del derecho de las víctimas.
71
Sería un notorio avance de nuestros tribunales, si aceptaran, como principio
general, que las personas a menudo sufren perjuicios mayores que los materiales,
que los morales subjetivos, que el daño en vida de relación, siendo, por tanto,
reparables con el mismo criterio con que se acepta la reparación de estos últimos.
Este perjuicio a la vida de relación no es reparable de manera íntegra, se trata de
un perjuicio extrapatrimonial que por su naturaleza resulta inconmensurable, es
tan sólo compensable, pues la finalidad de esta, más que a obtener una
reparación económica exacta, está encaminada a mitigar, paliar o atenuar, en la
medida de lo posible las secuelas o padecimientos que afectan a la víctima.
Ha de tenerse en cuenta lo dispuesto en la ley 599 de 2000, la cual en su Art. 97,
nos da bases sobre lo efectiva o no de la reparación íntegral o compensación por
parte de la jurisdicción ordinaria, esto frente a los perjuicios extrapatrimoniales. La
ley nos habla de una indemnización ajustable incluso hasta mil (1000 SMLMV)
salarios mínimos legales mensuales vigentes. Nos da una suma equivalente a
quinientos treinta y cinco millones seiscientos mil pesos ($ 535.600.000). Estamos
hablando de la esfera de la última ratio, es decir, si se intentara una indemnización
por perjuicios morales subjetivos en la justicia penal.
En la justicia civil, en diversos desarrollos jurisprudenciales, la indemnización por
daño a la vida de relación oscila de cero hasta cien salarios mínimos legales
mensuales vigentes (100 SMLMV). Unos cincuenta y tres millones quinientos
sesenta mil pesos ($53.560.000). Sin embargo el promedio que se reconoce en la
actualidad son de 35 a 50 SMLMV.
72
Para finalizar, concluimos con que deben ser legislados los perjuicios
extrapatrimoniales, su reconocimiento y aplicación. A su vez unificar criterios por
las dos altas corporaciones: Corte Suprema de justicia y Consejo de Estado,
evitando así nuevos desconocimientos y confusiones ontológicas.
73
BIBLIOGRAFÍA
BUITRAGO DUQUE, Jesús Alberto. El daño punitivo en la responsabilidad Civil;
Litopografía moderna digital, Primera edición. Pereira, 2007.
HENAO, Juan Carlos. El daño: análisis comparativo de la responsabilidad
extracontractual del estado; Universidad externado de Colombia, Bogotá, 1998.
MARTÍNEZ RAVE, Gilberto. La responsabilidad civil extracontractual en Colombia;
Biblioteca jurídica. Medellín, 1996.
MARTÍNEZ RAVE, Gilberto, MARTÍNEZ TAMAYO, Catalina, Responsabilidad Civil
extracontractual; Temis, Undécima edición. Bogotá, 2003.
MONTOYA GÓMEZ, Mario. La responsabilidad extracontractual; Temis. Bogotá,
1977.
PEIRANO FACIO, Jorge. Responsabilidad extracontractual; Temis. 682p. Bogotá,
1979.
PRECIADO AGUDELO, Darío. Indemnización de perjuicios: responsabilidad civil
contractual, extracontractual y delictual, librería el profesional. Bogotá D.C. 1999.
PRECIADO AGUDELO, Darío. La responsabilidad Civil, daños y perjuicios;
librería el profesional. Bogotá, 1996.
ROZO SORDINI, Paolo Emanuele. El daño biológico; Universidad externado de
Colombia, págs. 113 y ss. Bogotá, 2002.
74
TAMAYO JARAMILLO, Javier. Tratado de responsabilidad Civil, Tomo II. Legis,
Segunda Edición 2007.
VELÁSQUEZ POSADA, Obdulio. Responsabilidad civil extracontractual, Bogotá,
Temis. 2009
JURISPRUDENCIA CONSEJO DE ESTADO
CONSEJO DE ESTADO. Sección Tercera. Sala de lo contencioso administrativo.
Sentencia del 6 DE MAYO DE 1993 expediente 7428. Consejero Ponente: Julio
César URIBE ACOSTA.
JURISPRUDENCIA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. Sentencia del 13 de mayo de 2008. Ref.:
11001 3103 006 1997 09327 01. Magistrado Ponente: César Julio VALENCIA
COPETE.
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. Sentencia del 20 de enero de 2009. Ref.:
170013103005 1993 00215 01. Magistrado Ponente: Pedro Octavio MUNAR
CADENA. Corte Suprema de Justicia
TRABAJOS DE GRADO
75
RÍOS RESTREPO, Luz Nelly. Fuentes o causas de imputación en la
responsabilidad jurídica extracontractual. Universidad Pontificia Bolivariana, 1998.
SAMPER AGUDELO Guilda, HENAO LOAIZA Mauricio Andrés. El perjuicio a la
vida de relación en la jurisdicción contenciosa administrativa. Trabajo de Grado
para optar al título de abogado. Envigado: Institución Universitaria de Envigado.
2008
LEYES
Ley 446 de 1998. Art. 16 y ss.
Ley 599 de 2000. Art. 97 y ss.
76
Descargar