Los mercenarios, o cómo África sobrepasa la modernidad

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ANÁLISIS
JUAN ÁLVAREZ COBELAS *
Los mercenarios, o cómo África
sobrepasa la modernidad
Para Andrea
arios han sido los modos en que los mercenarios han intervenido en el
África subsahariana antes 1, durante y después de la descolonización,
como a continuación expondré. En cualquier caso, África ha sido el
primer continente en que esta figura ha sido ampliamente utilizada por todas las
partes en los diferentes conflictos no sólo internacionales, sino también internos, de
modo que África ha sido conocido como el continente de los mercenarios. Por
tanto, estudiando las intervenciones de éstos casi podríamos desvelar la historia del
África subsahariana tras la descolonización. 2
V
Una segunda aproximación al fenómeno nos lleva a la conclusión de que, en
este mismo continente, el mercenariado también ha sufrido una mutación, pasando
de la figura del individuo solitario e inadaptado que el rico Occidente expulsaba a
África (con un cierto halo de romanticismo) 3, a la iniciativa privada en forma de
compañías privadas de seguridad que, a modo de empresas de trabajo temporal,
ofrecen a sus cualificados profesionales, no sólo para combatir sino también para
dar protección a instalaciones mineras o petrolíferas, para formar ejércitos nacionales e incluso para escoltar la asistencia humanitaria de ayuda en situaciones de
guerra civil.
Como más adelante señalaré, recogiendo las palabras del relator especial del
secretario general de las Naciones Unidas, Bernales Ballesteros, en su informe
titulado «La utilización de mercenarios como medio para violar los derechos
humanos y obstaculizar el ejercicio del derecho de los pueblos a la libre
determinación», África ha adelantado a Occidente en la modernidad privatizando
una de las más altas expresiones de la soberanía nacional: la guerra o, dicho de un
modo más suave, su defensa exterior, y, habida cuenta de la fragilidad de muchos
de estos estados, también la interior. La consecuencia de esta rápida adaptación al
medio surgido tras el fin de la guerra fría es que la nueva concepción del mercenariado ha cogido desprevenidos a los instrumentos que en teoría luchan por su erradicación (el derecho internacional), como más abajo expondré. Una vez más la
realidad vuelve a superar a la previsión legal.
* Juan Álvarez Cobelas, Grupo de Estudios
Africanos de la Universidad Autónoma de Madrid.
33
análisis
Como ejemplo, aunque no exhaustivo, desglosaré la participación de los mercenarios en el África subsahariana del modo siguiente:
Primer supuesto: participación de mercenarios al lado de movimientos
secesionistas rebeldes. El primer caso y el más paradigmático fue el que se produjo
en el contexto de la descolonización del Congo/Zaire (1960-63), con el intento de
secesión de la provincia de Shaba/Katanga, apoyado por la minoría blanca, no sólo
belga, y por el dinero de la Unión Minera del Alto Katanga. No es este el lugar para
relatar las causas y el desarrollo del conflicto, pero a partir de éste las Naciones
Unidas, primero, y la Organización de la Unidad Africana (OUA), después,
empezaron a ser conscientes de la extensión del problema. Como es bien sabido,
las Naciones Unidas, a petición del Gobierno legítimo de la República del Congo,
desplegaron la Operación de Naciones Unidas en el Congo (ONUC, 1960-64), uno
de cuyos objetivos fue la retirada de los combatientes extranjeros. El Consejo de
Seguridad, en su resolución de 21 de febrero de 1961, urge a la inmediata retirada
del Congo de todas las tropas belgas y otras fuerzas extranjeras y personal
paramilitar, incluidos los mercenarios. 4 Consecuentemente, el Consejo autoriza al
secretario general a tomar todas las medidas necesarias, incluida el uso de la fuerza,
para la inmediata detención y deportación de todos «los consejeros extranjeros»
(sic), incluidos los mercenarios. 5
Otras intervenciones de mercenarios fueron, de nuevo, el Congo, en 1967, en
ayuda de los gendarmes katangueños; Guinea Conakry, en 1970 y 1975, con
mercenarios portugueses que intentan derribar el Gobierno socialista de Sekou
Touré; la guerra civil de Angola, con mercenarios en las filas de la Unión Nacional
para la Independencia Total de Angola (UNITA) y del Frente Nacional para la
Liberación de Angola (FNLA), entre 1975 y 1978. Este conflicto, todavía no
terminado, dio lugar en el Reino Unido al Informe Diplock sobre mercenarios
ingleses en la guerra. Y, por último, la guerra de secesión de Biafra (1967-68), en la
que los antiguos mercenarios de la guerra de Katanga se volvieron a encontrar, pero
en bandos opuestos. 6
Segundo supuesto: la participación en favor de gobiernos constituidos. Ejemplos
de ello lo constituyeron el caso del Zaire/Congo contra la revuelta shimba,
contratados por los presidentes Tshombé (1964) y Mobutu (1965). En aquellos años
se dio la única intervención a gran escala de mercenarios españoles en el África
subsahariana. Contratados por los anteriores jefes de Estado congoleños, llegaron
para relevar a la unidad John-John de mercenarios surafricanos. Fueron tan
numerosos que formaron su propia unidad, el 2º Choc, (Fuerza de Choque),
encuadrados en la 5ª Brigada del Ejército Nacional Congoleño, e incluso fundaron
el Centro de Instrucción y Reclutamiento nº 1, en el cual formaron a los makasis
(literalmente, cojonudos) o soldados auxiliares. Tenían a su cargo una región de
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700 kilómetros de largo por 200 kilómetros de ancho, en la región del alto Uéle, en
la frontera con la República Centroafricana. La aventura terminó cuando el
presidente Mobutu, con la ayuda de EE UU, en julio de 1967, disolvió todas las
unidades de mercenarios. 7 Posteriormente, un decreto de la presidencia, de
diciembre de 1967, prohibió a los españoles prestar servicio de armas en el
extranjero, bajo la pena de pérdida de la nacionalidad española 8.
Otros supuestos se dieron en la guerra de Biafra, a favor del Gobierno federal de
Nigeria contra Biafra (1967-68); de nuevo en el Zaire/Congo, en la provincia de
Shaba (Katanga), en 1978, en apoyo del presidente Mobutu; y, por último, en
Rhodesia (1965-80), en la guerra de independencia y en apoyo del régimen blanco
de Ian Smith. 9
Un caso peculiar fue el enrolamiento de mercenarios por parte del Gobierno
surafricano, en el South West Africa Territorial Force, el ejército títere del régimen
racista de Namibia para luchar contra el SWAPO y el MPLA, en la guerra de
independencia de Namibia. No parece claro el propósito del gobierno de Pretoria
de reclutarlos, pues contaba con el ejército más poderoso del continente, como no
fuera el de reservarles para las tareas más sucias. En cualquier caso, Naciones
Unidas hizo repetidos llamamientos a los Estados miembros para impedir el
reclutamiento de aquellos. 10
El tercer supuesto de participación de los mercenarios en estados africanos hace
referencia a la intervención en disturbios internos, contratados por una de las partes
en conflicto. Ejemplo, en Benín en 1977, para derribar al gobierno marxistaleninista del coronel Mathieu Kérékou, 11 y los intentos golpe de Estado en las islas
Seychelles, en 1977 y en 1982, por Mike Hoare. Pero ha sido en las islas Comores
donde se ha podido apreciar el papel de los mercenarios en la estabilidad de África.
Bob Denard fue contratado por el ex presidente Ali Soilih, en 1975, para derribar a
Ahmed Abdallah. Éste, a su vez, depuesto por el anterior, contrató a Denard para
derribar al gobierno de Soilih. Abdallah fue depuesto y muerto en otro golpe
organizado por Denard en 1989. A su vez, otro intento de golpe de Denard, en
septiembre de 1995, contra el presidente Said Mohamed Djohar fracasó porque
Francia, la metrópoli, desaprobó el intento. 12
Excepciones: La primera excepción la constituirían aquellas asistencias militares
que incluyen el envío de tropas regulares, no solamente como asesores, sino para
involucrarse directamente en los combates y que tuviera su origen en tratados
internacionales firmados entre estados soberanos, soldados que podían actuar bien
como consejeros, bien como combatientes directos. Ejemplos de ello fueron Cuba y
la URSS, en apoyo del Gobierno del MPLA en Angola, entre 1975 y 1978;
Marruecos, en Congo/Zaire, en 1978 en ayuda de Mobutu para sofocar la revuelta
35
análisis
de la provincia de Shaba; y, por último, Cuba, entre 1978 y 1980, en apoyo del
régimen de Mengistu Haile Mariam de Etiopía. Del lado occidental, estaría la ayuda
prestada por Francia a través de la Legión Extranjera, en apoyo del gobierno del
Chad, entre 1979 y 1980. Su origen data del Tratado de Ayuda Militar firmado entre
Francia y Chad en 1976, en apoyo del presidente Goukouni Oueddei del Gobierno
Transitorio de Unidad Nacional contra las fuerzas lideradas por Hissen Habré y
apoyadas por Libia. 13
Esta llamada a la ex metrópoli también funciona para sofocar disturbios internos,
y así en enero de 1964, en el África Occidental, los dirigentes de Uganda, Milton
Obote; Kenya, Jomo Kenyatta, y Tanzania, Julyus Nyerere, requirieron la presencia
de tropas inglesas para sofocar amotinamientos en sus tropas. Poco después,
Nigeria envió tropas para reemplazar a las del Reino Unido en Tanzania. 14
La segunda excepción la constituyen los llamados señores de la guerra, un
fenómeno surgido tras el fin de la guerra fría y el colapso de muchos estados
africanos. Cualquiera que sea la explicación que le podamos dar al origen de este
nuevo «actor» interno e internacional, (bien sea aquella la respuesta defensiva de
las sociedades clánicas africanas al modelo impuesto por Occidente de clases
sociales, bien el producto inevitable de la destrucción de las estructuras jerárquicas
de las sociedades africanas y su sustitución por el nepotismo y el clientelismo
político) 15, su realidad se ha demostrado en Somalia cuando el Frente Democrático
del general Aidid negociaba con el Onusom para escoltar la ayuda humanitaria, en
Liberia cuando el Economic Monitoring Group de la Comunidad Económica de
Estados del África Occidental conversaba con el Frente Nacional Patriótico de
Liberia de Prince Johnson y en Sierra Leona con el Frente Revolucionario Unido. Lo
cierto es que, a pesar de cobrar por prestar sus servicios a clientes extranjeros (es
decir, obtener remuneración a cambio de algo, según el art. 47 del Protocolo I
Adicional a los Convenios de Ginebra de 1977 más abajo expuesto, que bien
pueden ser una multinacional minera en Sierra Leona, una operación de mantenimiento de la paz en Liberia, e incluso una ONG de renombre como el Comité
Internacional de la Cruz Roja o el Programa Mundial de Alimentos, en Somalia), no
pueden ser considerados mercenarios puesto que son nacionales del país en el que
combaten. 16
El futuro nos dirá si los señores de la guerra se queda en un simple fenómeno
temporal que desaparecerá en cuanto los estados débiles recuperen su fortaleza o
bien se transformarán en autoridades regionales de esos mismos estados. O,
imaginando el escenario más extremo, terminarán por convertirse en microestados
(el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional han negociado con los
señores de la guerra de Somalilandia).
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Todo este panorama de intervención de tropas regulares en ayuda de gobiernos
africanos llega a su fin por medio de los Acuerdos de Paz de Brazzaville (1988),
entre Angola y la República de Suráfrica y ésta y Cuba, acuerdo por el cual se
retirarán las tropas cubanas de Angola poniendo fin al conflicto internacional
armado clásico que había tenido lugar entre aquellos países. La URSS y Cuba dejan
Angola y Namibia accede a su independencia. Aunque el ejército surafricano había
contado entre sus filas con mercenarios, el conflicto se había desarrollado entre dos
contendientes clásicos en el sentido del artículo 2º de los Convenios de Ginebra de
12 de agosto de 1949, como más abajo expondré. A partir de la firma de este
tratado de paz (que coincide con el fin de la guerra fría), y sobre todo con el final
del régimen del apartheid surgen las compañías privadas de seguridad, que en el
África subsahariana tomarán el relevo de los mercenarios individuales. Aunque
éstos no desaparecerán del escenario africano parece que se convertirán en unos
perdedores más del fenómeno de la globalización de la economía, arrinconados
por la libertad de empresa.
■ La ONU y las resoluciones contra los mercenarios
A continuación se da un breve listado de las resoluciones de las Naciones Unidas
que, con anterioridad a los tratados internacionales concertados entre estados
soberanos (que sí son derecho positivo), recogen la voz y la preocupación de la
comunidad internacional, bien a través de la Asamblea General, bien a través de
sentencias del Tribunal Internacional de Justicia.
La primera fue la resolución de la Asamblea General titulada «Declaración sobre
Inadmisibilidad de Intervención en Asuntos Internos de los Estados y Protección de
su Soberanía e Independencia», (Res. 2131 (XX) 21-dic-1965), resolución que,
aunque no mencionaba expresamente a los mercenarios, por primera vez
desglosaba las conductas en las que un Estado podía ejercer dicha actividad y que
luego quedaría tipificada en la Convención Internacional sobre mercenarios de
1989), que declara: «No State shall organized, assist, foment, finance, incite or
tolerate subversive, terrorist or armed activities directed towards the violent
overthrow of the regime of another State or interfere in civil strife in another State».
La siguiente fue la resolución sobre «Implementación de la Declaración sobre
Concesión de Independencia a Pueblos y Países Coloniales» (A.G. Res. 2465- XXII1968, parágrafo 8). La Asamblea General declaró: «That the practice of using
mercenaries against movements for national liberation and independence is
punishable as a criminal act and that the mercenaries themselves are outlaw, and
calls upon the Government of all countries to enact legislation in their territory to be
a punishable offence and prohibiting their nationals from serving as mercenaries.» 17
37
análisis
Otro hito más fue la «Declaración sobre Principios de Derecho Internacional
concerniente a las Relaciones de Amistad y Cooperación entre Estados» (Res. 262524-oct-1970 (XXV), que señalaba: «Every State has the duty to refrain from
organizing or encouraging the organization of irregular forces or manded bands,
including mercenaries , for incursion into the territory of another State.»
Esta prohibición moral, que no jurídica, continúa con la Resolución 3314
«Definición de Agresión» (14-oct-1974: art. 3.G. (XXIX) que califica como acto de
agresión «the sending by or behalf of a State of armed bands, groups, irregulars or
mercenaries, which carry out acts of armed forces against another State».
Otra importante resolución que se producía en el contexto de las guerras de
liberación colonial y, que trataba de conceder el estatuto de combatiente al
guerrillero de liberación, algo que luego se lograría con el Protocolo Adicional I a
los Convenios de Ginebra de 1949, fue la 3103 (XXVIII), de 12 de diciembre de
1973, llamada «Principios básicos sobre el estatuto legal de los combatientes que se
esfuerzan contra los Regímenes racistas, coloniales o de dominación extranjera», en
la cual el siguiente principio básico es proclamado: «The use of mercenaries by
colonial and racist regimens against the national liberation movements struggling for
their freedom and independence from the yoke of colonialism and alien domination
is considereded to be a criminal act and the mercenaries should accordingly be
punished as criminals.»
Las resoluciones que condujeron al informe del relator especial, 18 de lo que más
abajo hablo, comenzaron por la Res. 44/81 de la Asamblea General «Utilización de
mercenarios como medio de violar los derechos humanos y obstaculizar el ejercicio
del derecho de los pueblos a la libre determinación», de 8 de diciembre de 1989, la
resolución 49/150 Asamblea General de 23 de diciembre de 1994, por la
resolución 50/138, de 21 de diciembre de 1995, de la Asamblea General y la
resolución 51/83 A.G. 1995, con el mismo enunciado. En todas ellas se recuerda a
los estados miembros el deber que tienen de adoptar las medidas legislativas y
administrativas necesarias para que en sus territorios no se produzca o sirvan como
base actividades de mercenariado en contra de la integridad o unidad política de
otro Estado, y se exhorta a ratificar la Convención. En la última de estas resoluciones ya se reconoce abiertamente el peligro que para la seguridad y la paz de los
países de África y de los estados pequeños representan los mercenarios, hasta el
punto que han derrocados gobiernos.
Por último, menciono un caso que significa una imposición legal por parte de un
órgano jurisdiccional a la conducta llevada a cabo por un Estado miembro de las
Naciones Unidas, los Estados Unidos, contra otro, Nicaragua. En el conocido
asunto del Tribunal Internacional de Justicia de La Haya, caso «Actividades
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Militares y Paramilitares en y contra Nicaragua» (Nicaragua versus EEUU Rep.1986)
el alto tribunal dejó bien sentado que «every State has the duty to refrain from
organizing or encouraging the organization of irregular forces or armed bands,
including mercenaries, for incursion into the territory of another State» (parágrafo
191), aludiendo sin tapujos a la ayuda material, logística y financiera que EEUU le
estaba prestando a la Contra nicaragüense.
■ Tratados regionales africanos contra el fenómeno del mercenario
Tras la independencia de Angola, en 1975, estalló la guerra civil entre el MPLA,
la UNITA y el FNLA. La UNITA, desde sus bases en Namibia, utilizó ampliamente a
mercenarios surafricanos, rhodesianos, británicos, norteamericanos, franceses y
portugueses, algunos de los cuales cayeron prisioneros del MPLA. Ello dio lugar a
un Proyecto de Convención sobre Prevención y Supresión del Mercenariado, hecha
por la «Comisión Internacional de Encuesta de Luanda» de junio de 1976. Sumado
a este proyecto se produjo la sentencia del 28 de junio de 1976 del Tribunal
Revolucionario del Pueblo de Luanda:
Define conductas delictivas, no la figura del mercenario, y así en su artículo 1º
dice: «Practica el crimen de mercenariado aquella persona que para obtener un
beneficio personal, en grupo o individualmente, lleva a cabo la acción armada,
oponiéndose al proceso de autodeterminación de un pueblo que le es extranjero, o
viene a imponer por la misma forma una situación neocolonial».
También: «Comete crimen de mercenariado el individuo, grupo o asociación de
un Estado y el Estado mismo, que con el fin de oponerse al proceso de autodeterminación, practica uno de los actos siguientes:
a) organizar, financiar, equipar, entrenar, promover, sostener o emplear de
cualquier forma fuerzas militares con ánimo de lucro, mediante salario o
cualquier otra retribución;
b) enrolar o permitir enrolar
c) permitir dentro del territorio sometido a soberanía el desarrollo de las
actividades mencionadas, o dar facilidades de tránsito, transporte u otras
operaciones de las fuerzas mencionadas.» (Artículo 1.2.) 19
El artículo 4 excluía a los mercenarios del estatuto de prisioneros de guerra. 20
Otra respuesta africana la constituyó la conferencia del Gabón 21, que no trato
más por su escasos resultados.
El proyecto de convención de Luanda no entró en vigor pero sus trabajos
39
análisis
sirvieron para traer a la luz la Convención para la Eliminación de los Mercenarios
en África (OUA. Doc. CM/433/Rev. L) 3 de julio de 1977, Libreville.
Definición de mercenario, según esta Convención: cualquier no nacional del
Estado contra el que se combate, no es necesario ánimo de lucro y, que se oponga
al ejercicio del derecho de autodeterminación de un pueblo sometido a dominación colonial o al apartheid.
Obligaciones para los Estados, según el Tratado: 1ª impedir que en su territorio se
cometan actos de los llevados a cabo por los mercenarios; 2ª impedir el paso por su
territorio de mercenarios ; 3ª prohibir en su territorio toda actividad de organización
de mercenarios; 4ª comunicar la información a otro Estado miembro de la OUA de
tales actividades; 5ª tomar todas las medidas legislativas necesarias; 6ª obligación
de extraditar a los mercenarios al Estado contra el que han estado combatiendo.
El mercenario no tiene el estatuto de prisionero de guerra. El artículo 7º del
Tratado recomienda a los Estados que sean severos en su represión, incluida la
aplicación de la pena de muerte.
Defectos de la Convención: contemplaba la figura del mercenario únicamente en
el contexto que a los Estados africanos les interesaba: la descolonización, la
oposición al proceso de autodeterminación de los pueblos africanos y la lucha
contra el apartheid. Pero los Estados miembros de la OUA no se dieron cuenta de
que podrían ser usados en contextos diferentes de la descolonización (por ejemplo,
guerras civiles o, para dar golpes de Estado), como está ocurriendo en la práctica.
En cualquier caso, sólo es exigible a los estados africanos que la hayan ratificado o
se hayan adherido y, es aplicable en el territorio de los estados partes en la
Convención.
■ Tratados de carácter universal
El primero en temporalidad, aunque no recoge expresamente la figura del
mercenario, es el «Convenio de Ginebra relativo al trato de los prisioneros de
guerra», de 12 de agosto de 1949, cuyo artículo 4, a. 1. nos ofrece una definición
de prisionero de guerra:
«Primero, aquellos miembros de las fuerzas armadas que participen en un
conflicto o, milicias o, cuerpos voluntarios que forman parte de esas fuerzas
armadas.
Segundo, miembros de otras milicias o cuerpos voluntarios, incluidos miembros
de resistencia organizada que participen en un conflicto, que operen fuera o
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dentro de su territorio siempre que estén:
– Mandados por una persona responsable;
– Lleven signos reconocibles a distancia;
– Lleven armas a la vista;
– Por último, se conduzcan de acuerdo a las leyes y costumbres de la guerra».
También tendrán el estatuto de prisionero de guerra aquella parte de la población
de un territorio no ocupado que, al acercarse el enemigo, toma espontáneamente
las armas para combatirlos, sin tener tiempo para constituirse en fuerzas armadas
regulares, siempre que lleven las armas a la vista (francamente dice el art. 4.6) y
respeten las leyes y costumbres de la guerra.
Como vemos, esta Convención no se ocupa, ni mucho menos define, la figura
del mercenario, pero, por defecto, la conclusión que podríamos sacar es que
aquellos sujetos que combatan fuera de estos supuestos serían considerados
delincuentes comunes o simples mercenarios.
No es difícil imaginar que este Convenio de Ginebra de 1949 recogía el
fenómeno de las tropas partisanas o guerrilleras, que habían combatido en la
Segunda Guerra Mundial en territorio europeo, en nombre de gobiernos en el exilio
(la resistencia del Gobierno de la Francia libre) o sin él (los partisanos de Tito en
Yugoslavia), pero a las cuales los ejércitos del Eje negaban la categoría de
combatientes. Además, todavía no se había producido la descolonización de África
(que no llegaría sino hasta 10 años después) y, por tanto, el fenómeno del
mercenario era algo desconocido para el derecho internacional.
Para suplir esta laguna legal se negoció y aprobó en una conferencia internacional, que bajo los auspicios del Comité Internacional de la Cruz Roja tuvo lugar
en Ginebra entre 1972 y 1976, el «Protocolo I adicional a los Convenios de
Ginebra de 12 de agosto de 1949, relativo a la protección de las víctimas en
conflictos armados internacionales», de Ginebra 8 de junio de 1977. Su ámbito de
aplicación aparece en el artículo 1.4, en el cual se extiende la noción de conflicto
armado, además de las situaciones previstas en el artículo 2º del anterior convenio
a los conflictos armados que están teniendo lugar: primero, por aquellos pueblos
que luchan contra la dominación colonial; segundo, que luchan contra la dominación extranjera y, por último, que luchan contra regímenes racistas en el ejercicio
del derecho de los pueblos a la libre determinación, según está consagrado en la
Carta de las Naciones Unidas, y en las resoluciones adoptadas ad hoc (resolución
2625 (XXV) de la Asamblea General de 24 de octubre de 1970).
En el artículo 43.1 se define el concepto de combatiente.
41
análisis
«Serán fuerzas armadas:
1. toda fuerza organizada;
2. o todo grupo o unidad bajo mando responsable;
3. sujeto a disciplina interna;
4. que se conduce con arreglo a las leyes y usos de la guerra;
5. todo ello incluso si está combatiendo bajo un gobierno o autoridad no
reconocido por la otra parte en conflicto.»
Por todo ello todo combatiente que reúna las condiciones del artículo 43 será
prisionero de guerra (art. 44).
Esta Convención define por primera vez al mercenario y lo será ( art. 47):
«1. La persona reclutada para combatir en conflicto armado;
2. que toma parte directa en las hostilidades;
3. el deseo de obtener un provecho personal;
4. no nacional o residente de una parte en conflicto o territorio controlado por
parte en conflicto;
5. no enviado en misión oficial como miembro de sus fuerzas armadas, por un
Estado que no participe en el conflicto.» 22
Por todo ello, el mercenario no tendrá el estatuto de combatiente ni de prisionero
de guerra, sino que su protección será la del artículo 75. Es decir, las garantías
fundamentales de protección a todos los no combatientes (personas civiles) con la
excepción de que puede serle aplicada la pena de muerte en virtud de una
sentencia recaída en un proceso judicial con todas las garantías con arreglo a la ley.
(Art. 75. párrafo 4º)
Crítica a la Convención: No legisla. Es decir, no propone medidas sobre el
mercenariado, sino que únicamente concreta su figura (con los defectos que toda
definición cerrada tiene, como más abajo veremos), desde el punto de vista del
derecho internacional humanitario. No tiene por objeto su eliminación, o proscripción en general sino, solo lo regula al excluirlo del estatuto de combatiente o de
prisionero de guerra.
Es la única norma vigente de carácter universal que lo regula; por ello hubiera
sido necesario una dedicación mayor a la de un único artículo. Por último, la
norma ha sido superada por la realidad de los hechos, como señala el Informe del
relator especial del que más abajo hablo.
El segundo instrumento legal de carácter universal es el «Protocolo II Adicional a
los Convenios de Ginebra de 12 agosto de 1949 relativo a la protección de las
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víctimas de los conflictos armados sin carácter internacional», de 8 de junio de
1977 de Ginebra.
Su ámbito de aplicación es de los conflictos armados no cubiertos por el artículo
1 del Protocolo Adicional I, que se desarrollen en el territorio de una alta parte
contratante, entre las fuerzas armadas de éste y las fuerzas armadas disidentes o
grupos armados organizados con los requisitos del art. 43.1 como límite por arriba,
ni las tensiones internas y disturbios interiores «tales como motines, los actos
esporádicos y aislados de violencia y otros actos análogos, que no son conflictos
armados de carácter internacional», 23 como límite por abajo. Por tanto, los actos de
terrorismo o de guerrilla urbana estarían excluidos del ámbito de aplicación de este
Protocolo II. ¿Qué ámbito material cubriría este Protocolo II? Actos tales como
golpes de Estado y guerras civiles.
Sistema de protección del Protocolo. Se encuentra en el Título II, «Trato
Humano» artículos 4 a 6: se le concederán todas las garantías fundamentales
propias de la población civil. Es decir, nuevamente se le niega el estatuto de
combatiente y de prisionero de guerra, por tanto no será tratado sino como un
delincuente común con las mismas garantías (muchas, pocas o ninguna) que
conceda la ley del país donde es capturado a sus nacionales. Sí se le puede
sentenciar a muerte, con sen-tencia recaída en un proceso judicial con todas las
garantías esenciales de indepen-dencia e imparcialidad. (art. 6.2)
«Convención Internacional contra el reclutamiento, la utilización, la financiación
y el entrenamiento de mercenarios» (7-12-89 Asamblea General: A/RES/44/34). Esta
Convención nació de un documento de trabajo presentado por Nigeria, que llevó a
la Asamblea General a crear en 1981 un Comité Especial para la elaboración de
una Convención sobre mercenarios, a la cual se sumaron las aportaciones de otros
estados del Tercer Mundo y del entonces bloque socialista: Cuba, Jamaica, Surinam
y la República Democrática Alemana. En todo el articulado se puede apreciar el
conflicto político que subyacía entre ambos bloques: por un lado, una aproximación política a la figura del mercenario, con una clara intención de condena
por parte de los países del Tercer Mundo; y, por el otro lado, una aproximación más
jurídica, de clarificación de conductas propias y conexas con la figura del
mercenario y de protección del mismo como no combatiente por parte de los
Estados occidentales, que se supone eran los que aportaban más sujetos a este
particular oficio.
En 1989, el borrador del texto estaba lo suficientemente maduro como para permitir a la Asamblea General formar un grupo de trabajo en el seno de la Comisión
Sexta (la Comisión Jurídica), que devolvió a la Asamblea un proyecto de Convención que resultaría adoptado por aquella por consenso el 4 de diciembre de 1989.
43
análisis
Definición de mercenario: el artículo 1.1 reproduce el art. 47.1 del Protocolo
Adicional I, pero amplía esta definición dándole un sentido finalista, puesto que
será también mercenario toda persona que se encuentra en una de las siguientes
situaciones: que haya sido reclutada localmente o en el extranjero para participar
en un acto de violencia dirigido a derrocar un gobierno o socavar el orden constitucional de un Estado o su integridad territorial, siempre que tome parte en ese acto
movido por el interés de obtener un lucro personal, que no sea nacional o residente
del Estado en el cual comete el acto, que no haya sido enviado por un Estado en
misión oficial y que no sea miembro de las fuerzas armadas del Estado en cuyo
territorio se comete el acto.
También caen dentro del ámbito de la presente Convención toda persona que
recluta, financia, entrena o utilice a las personas del art. 1º (art. 2).
Obligaciones de los Estados en la Convención. Art. 5: abstenerse de realizar los
actos del art. 2 con el propósito de oponerse al legítimo ejercicio del derecho de
todos los pueblos a su autodeterminación, según está reconocido en el derecho
internacional. Además, los Estados están obligados a introducir en sus legislaciones
internas medidas adecuadas para las conductas más graves.
Existe un deber para los Estados de cooperar en la prevención de los delitos de la
presente Convención en su propio territorio o fuera de él, más coordinar todas
medidas administrativas necesarias al efecto (art. 6º).
El artículo 10 contiene la obligación de detener y juzgar o extraditar a todo sujeto
que haya realizado los actos del art. 1 y 2 que se encuentre en un Estado que forme
parte de la Convención y la obligación de notificar sin retraso al Estado afectado
directamente o a través del secretario general de las Naciones Unidas
a) al Estado donde el delito fue cometido
b) al Estado contra el cual el delito fue intentado o cometido
c) al Estado nacional de la persona física o jurídica en la cual se cometió el delito
d) al Estado al cual el ofensor es nacional
e) a cualquier otro Estado que se juzgue necesario.
Los delitos explicitados en los artículos 2, 3 y 4 serán considerados causas de
extradición si existiere algún Tratado de Extradición entre los Estados que formen
parte de la Convención. (Art. 15)
Análisis de la Convención. Esta Convención refleja, como he dicho más arriba, la
tensión de la guerra fría en los puntos siguientes:
Primero: el problema de la nacionalidad del mercenario: las delegaciones de
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Nicaragua y Cuba, apoyadas por los países del Este, quisieron eliminar el requisito
de la no nacionalidad del mercenario en el conflicto en el que combatía, para
incluir en la definición a la Contra nicaragüense o a los muyaidines afganos, en
lucha contra el régimen prosoviético de Kabul. Los estados occidentales sostenían
la tesis opuesta y esta distinción se mantiene en la Convención de la OUA.
Segundo: la cuestión del beneficio o ventaja personal como retribución al
mercenario. Se trata de un término deliberadamente difuso, pero mucho más
omnicomprensivo y más preferido por los países del Tercer Mundo que el simple
salario en metálico (lo que les asimilaría a tropas profesionales) o remuneración
económica, puesto que los mercenarios pueden ser gratificados con el producto de
su pillaje, como sucedía muchas veces en la práctica, o más actualmente con la
concesión del derecho a una explotación minera o forestal (como más abajo
explicaré).
Tercero: El problema del ámbito de aplicación de la Convención, esto es, ¿se
puede aplicar a otros conflictos que no entren dentro del ámbito del artículo 1
párrafo cuarto del Protocolo I Adicional? (intentos de golpes de Estado, como el de
Benín en 1977, acción que no constituía un conflicto armado). Sí, puesto que en el
artículo 1.2 de la Convención, y los países del Tercer mundo hicieron especial
hincapié en ello (sobre todo los Estados africanos), se asimila la conducta del
mercenario a aquellas otras actuaciones tendentes a derribar un gobierno ya
constituido o atentar contra el orden constitucional (sic) o contra la integridad
territorial de un Estado.
Cuarto: En el artículo once párrafo primero de la Convención también se aprecia
la diferencia de criterio entre el Tercer Mundo y Occidente, que se refiere al trato
que se le deberá dispensar al mercenario, que será el prescrito en el derecho
interno del Estado en que combatió (à tous les stades de la procedure, de la garantie
d’un traitment equitable et de tous les droits et garanties prévus par le droit de l’Etat
intéressé) Los países occidentales consiguieron meter un párrafo segundo, en el cual
se introducen las garantías incluidas en el derecho internacional: «Les normes
applicables du droit international devraient être prises en compte», que no es otro
que el artículo setenta y cinco del Protocolo I.
Crítica a la Convención. Sólo 19 Estados se han obligado internacionalmente
(cuatro del África subsahariana: Camerún, Mauritania, Senegal, Togo), cuando se
requieren 22. Otros nueve han suscrito la Convención pero todavía no lo han
ratificado (cinco africanos: Angola, Congo, Marruecos, República Democrática del
Congo, Nigeria). Faltan los países de la Unión Europea más importantes, como
Francia, Reino Unido, Portugal, Bélgica, Holanda, donde están las compañías de
seguridad, y España.
45
análisis
En segundo lugar, no se aprovechó la ocasión para dotar al derecho internacional
de una mejor definición y concreción de la figura del mercenario. En otras palabras,
hay dificultades de distinguir entre mercenarios, compañías privadas de asesoramiento militar y compañías comerciales de seguridad, todos ellos supuestos de
límites muy difusos a los cuales se enfrenta el África subsahariana.
Como complemento a la Convención internacional sobre mercenarios de 1989,
la Asamblea General de las Naciones Unidas aprueba la resolución 44/81 de 8 de
diciembre de 1989 llamada «Uso de mercenarios como medio para violar los
derechos humanos e impedir el ejercicio del derecho de los pueblos a la libre
determinación» . Esta resolución además de condenar el uso de los mercenarios en
los conflictos armados, puso de manifiesto un fenómeno que empezaba a ser
preocupante: su apartado octavo consideraba inadmisible el desvío de fondos para
la ayuda humanitaria y de otro tipo, a la financiación, entrenamiento y armamento
de los mercenarios (no cita países).
Ante este estado de cosas, la Comisión de Derechos Humanos encargó la
elaboración de un informe sobre el estado del problema del mercenariado en el
mundo, que dio lugar al «Informe sobre la cuestión de la utilización de mercenarios
como medio de violar los derechos humanos y de obstaculizar el ejercicio del
derecho de los pueblos a la libre determinación, presentado por el relator especial
Enrique Bernales Ballesteros, en cumplimiento de la resolución 1995/5 y de la
decisión 1996/113 de la Comisión de Derechos Humanos» (presentado por el
Secretario General a la Asamblea General de conformidad con la resolución 53/135
de 9 de diciembre de 1998).
El informe, muy amplio, incluyó una visita a la República de Suráfrica, donde fue
recibido por el viceministro de Relaciones Exteriores, acompañado por el asesor
especial del Ministro de Justicia, el director ejecutivo de la Comisión de la Verdad y
la Reconciliación, miembros del Estado Mayor de Inteligencia y los directivos de
Executive Outcomes Ltd., Eeben Barlow y Nico Palm, presidente y director de
finanzas. 24 Pero lo más importante son las conclusiones del informe del relator
especial:
La primera es que aunque las circunstancias internacionales están cambiando, el
mercenario en algunos casos no ha dejado de ser la figura solitaria que luchaba
contratada como en las décadas 1960-70. Es decir, continúa perviviendo y
actuando sobre el paisaje africano el mercenario clásico, según está definido en el
artículo 47 del Protocolo I Adicional de 1977 a los Convenios de Ginebra de 1949.
En este sentido sigue existiendo una relación contractual clásica, en la que una de
las partes es un gobierno que contrata para llevar a cabo actividades contrarias a la
legalidad internacional y la otra un particular contratado. Éste, a cambio de un pago
46
(o promesa de él, sí su misión tiene éxito), acepta el contrato sabiendo o no que su
trabajo puede ser contrario a la libre determinación de los pueblos, a los derechos
humanos y a la soberanía de los estados. Así pues, el mercenariado se configura
como una asociación ilícita entre quien contrata y quien es contratado.
Los estados más importantes, cuyos nacionales combaten como mercenarios no
tienen legislación interna que regule, persiga o castigue la existencia de tales
empresas, que no son sino oficinas de reclutamiento de mercenarios. Únicamente
existe la Regulation of Foreign Military Assistance Act de 26 febrero de 1998, una
ley del Parlamento de Suráfrica para controlar a Executive Outcomes, basada en
Pretoria y con representaciones en Reino Unido, Alemania y Holanda. 25
La legislación internacional vigente es excesivamente rígida y llena de lagunas
legales. 26 Como ya hemos dicho, sólo hay vigentes un único artículo (el artículo 47
del Protocolo I) de un Tratado de alcance universal y, una Convención regional, la
de la OUA, que no son suficientes para castigar tal delito. Por todo ello, cobran
especial vigencia los principios de derecho internacional, expresados repetidamente
en resoluciones de la Asamblea General que condenan la intromisión en los
asuntos internos de otro Estado y el uso de la fuerza en las relaciones internacionales.
Por último esta «privatización» de la defensa y seguridad internas, no hace
desaparecer la responsabilidad internacional del Estado que acude a contratar estos
servicios. En otras palabras el gobierno sigue siendo responsable de los actos
cometidos por «sus mercenarios», ni esta delegación afecta a la ilegalidad o ilegitimidad de estos actos. Los gobiernos sólo tienen legitimidad cuando actúan dentro
del marco del imperio de la ley y de los tratados internacionales de los que son
parte.
Casos actuales de utilización de compañías privadas de seguridad. En este breve
apartado daré algunos ejemplos de la intervención de empresas de seguridad
(siempre la difícil frontera entre el asesoramiento militar y la intervención directa)
en algunos países. Por supuesto, no se trata de una casuística exhaustiva de lo que
está pasando en África pero a modo de ejemplo cito:
Primero, Sierra Leona. Este sufrido país ha conocido la intervención de los
mercenarios en su historia actual, bien en su faceta clásica, bien en su modernidad:
las compañías de seguridad privadas. Executive Outcomes, siempre ha presumido
que el acuerdo de Lomé de julio de 1999 que pone fin a la guerra civil entre el
Frente Unido Revolucionario y el Gobierno del presidente Ahmed Tejan Kabbah,
fue posible por la labor de esta compañía, que fortaleció al presidente constitucional (estaríamos en un caso más claro de privatización de la defensa). Antes,
47
análisis
Sandline International Ltd, empresa de seguridad y asesoramiento militar, fue
contratada por el entonces depuesto gobierno de Sierra Leona, con la aprobación
del Foreign Office para restaurar el gobierno civil en febrero de 1998.
Segundo, República Democrática del Congo. A pesar del acuerdo de alto el
fuego de 10 de julio de 1999 entre los opositores y el presidente Laurent Kabila, la
empresa internacional de seguridad Defence Systems Limited está en Kasai
occidental protegiendo las minas de diamantes y el petróleo.
Tercero, Angola. A pesar del acuerdo de paz suscrito en 1991, la UNITA, a través
del tráfico ilegal de diamantes que le ha permitido reunir hasta la fecha entre 3.000
y 4.000 millones de dólares, ha financiado el reclutamiento de mercenarios
(ucranianos) y armas, en Huambo y Malanje. Pero también el Gobierno de Luanda
acudió a los servicios profesionales de Military Professionals Resources Inc. 27 y así
garantizó los intereses del gobierno de los EE.UU. en los campos petrolíferos de
Soyo en Angola. (Acuerdo firmado por el presidente Dos Santos y el gobierno de
Bill Clinton.)
Como vemos, las empresas de seguridad privadas actúan bien contratadas por
gobiernos en el poder, bien por la guerrilla que combate aquel gobierno, bien
ofreciendo protección a bienes económicos, bien entrenamiento militar o entrenamiento en el uso de armamento previamente vendido.
■ Conclusiones
De la observación de la realidad africana diaria se deriva que las actuales empresas privadas de seguridad difícilmente encajan en la tipología del artículo 47 del
Protocolo I Adicional a los Convenios de Ginebra de 1949, al no ser sus miembros
contratados como combatientes (sí como instructores, o vendedores de material de
guerra, algo no prohibido por el Protocolo ni por la Convención sobre mercenarios), es decir, no ser reclutados para luchar en un conflicto armado y no tomar
parte directamente en las hostilidades.
Es decir, no cumplen con dos de los requisitos del citado artículo, aunque sí
actúen motivados por un deseo de obtener un lucro personal, no sean nacionales
del país paran el cual «trabajan», ni miembros de fuerza armada en conflicto de
una de las partes, ni hayan sido enviados en misión oficial por un Estado que no es
parte en el conflicto. Todavía más. La definición que se encuentra en la Convención de Naciones Unidas sobre Prohibición de Mercenarios, arriba expuesta, no
encaja en las conductas de estas empresas puesto que frecuentemente no han sido
contratadas «for the purpose of participating in a concerted act of violence aimed
48
at: (i) Overthrowing a Governement (...) or undermininig the territorial integrity of a
State», haciendo muchas veces lo contrario: bien apuntalando gobierno débiles al
formar a sus Fuerzas Armadas 28, bien protegiendo la integridad territorial de un
Estado. 29
Esto nos lleva a las siguientes conclusiones. En primer lugar, el dinamismo de la
sociedad internacional ha oscurecido todavía más el problema actual sobre la
regulación de los mercenarios/empresas de seguridad. En segundo lugar, el derecho
internacional se ha visto desbordado por la realidad, al no poder aplicar en la
actualidad sus preceptos a las empresas internacionales de seguridad, quedando tal
regulación para la residual figura del mercenario clásico.
Esto ya ha sido observado por el propio secretario general de las Naciones
Unidas en el conflicto de Sierra Leona, en el que han actuado dos empresas muy
importantes. La primera, la Gurkha Security Guards Ltd, que fracasó al caer en una
emboscada de los rebeldes del Frente Revolucionario Unido y ser, literalmente,
comidos sus miembros, y la Executive Outcomes Ltd, con bastante más éxito al
permitir la vuelta a un gobierno civil. El secretario general en su informe S/1997/80
indica que las «empresas privadas de seguridad» deben salir de Sierra Leona. Es
decir, el más alto funcionario de Naciones Unidas está reconociendo la difuminada
frontera que existe entre mercenarios y empresas comerciales de seguridad. 30
Sin embargo, no conviene hacernos una idea demasiado bondadosa de este
«negocio» (como ellos intentan hacernos creer) 31 y, asimilarlos a una suerte de
cascos azules de iniciativa privada, que el actual discurso neoliberal ha generado.
Los mercenarios cuando abandonan el país que les ha contratado dejan más
problemas de los que encontraron al llegar. En este sentido cobran especial interés
las conclusiones del informe del relator Ballesteros, que ha escrito: «Executive
Outcome was supposed to have provided Sierra Leona with active protection and
security. Obviously, these clamis were nothing but propaganda. The deep-lying
problems remained untouched.» 32
Además, este nuevo mercenarismo de libre empresa, no es sino una nueva forma
del colonialismo que debilita a los ya débiles estados africanos a través de una
perpetuación por las elites del Estado patrimonial. Esta vuelta a la relación colonial,
de concesiones mineras, comerciales o de otro tipo, vigiladas y custodiadas por
ejércitos privados, que presidió la dominación de Europa sobre África hasta la
Primera Guerra Mundial 33, se retroalimenta a sí misma haciendo necesario al débil
Estado africano el acudir a estos «servicios» para mantener su supervivencia; de este
modo el círculo vicioso se perpetúa ad nauseam. Este fenómeno, ya ha sido
observado con alarma por las Naciones Unidas. La situación en que se encuentran
muchos estados pequeños tras el fin del guerra fría ha dado lugar a la resolución
49
análisis
sobre «Protección y seguridad de los Estados pequeños» (resolución 49/31 A.G. de
9 de diciembre de 1994). En ella, la Asamblea reconocía la extrema vulnerabilidad
de los Estados pequeños en lo concerniente a las amenazas externas y a actos de
interferencia en los asuntos internos y resalta como un peligro para esa integridad
interna a los mercenarios «concerned about the danger that mercenaries (...) can
represent for small States».
Puesto que no se le ve salida, a corto plazo, a la extrema debilidad del estado
africano actual, la solución sería la creación de la Fuerza de Reacción Rápida de las
Naciones Unidas que, por medio de operaciones de mantenimiento o en casos más
extremos de construcción de la paz, apuntalara a tales estados en espera de tiempos
mejores, algo que por ahora sólo está en el reino de la utopía. La segunda solución
sería acudir a las organizaciones regionales de seguridad colectiva, como el
ECOMOG de la Comunidad Económica de Estados del África Occidental, como ha
sucedido en las crisis de Liberia y Sierra Leona, 34 para que cumpliera el mismo
papel de consolidación de la paz, en defecto de la intervención de las Naciones
Unidas. Esta solución todavía parece más utópica, puesto que estados todavía sin
consolidar se verían obligados a destinar sus magros recursos a operaciones en
estados vecinos que seguramente padecen los mismos problemas que ellos.
Apéndice I
Decreto 28 de diciembre de 1967, nº 3144/67 (Presidencia) Servicio Militar
Art. 1 Queda prohibido a los españoles prestar voluntariamente servicio de armas
en país extranjero.
Art. 2 La prestación o continuación de tal servicio de armas producirá de pleno
derecho la pérdida de la nacionalidad española.
Art. 3 Las Autoridades que tengan noticia de haberse infringido la prohibición lo
pondrán inmediatamente en conocimiento del Ministerio Fiscal para que promueva
la inscripción de la pérdida de la nacionalidad española, en la forma prevista en el
artículo 232 del Reglamento del Registro Civil (R. 1958, 1957 y 2122 y Apéndice
1951-66, 12295).
Este decreto ha sido derogado según Disposición Derogatoria 3ª, de nuestra
Constitución, por inconstitucionalidad sobrevenida por aplicación del artículo 11.2
de la misma: «Ningún español de origen podrá ser privado de su nacionalidad».
50
1. Aunque es un hecho poco conocido, los británicos usaron mercenarios norteamericanos en la guerra
anglobóer de 1899-1902 y los belgas también en la conquista y posterior administración del Estado
Libre del Congo.
2. No conviene confundir los mercenarios con la figura de las tropas de elite profesional aunque éstas
estén compuestas por no nacionales del país que les paga. El ejemplo más evidente lo constituye la
Legión Extranjera, creada precisamente por el rey Luis Felipe de Francia en 1831, para la conquista del
imperio africano. Desde entonces, la Legión Extranjera ha actuado en Argelia, el Camerún, Chad,
Yibouti, Marruecos, Congo-Brazzaville, Congo-Zaire, Somalia y Ruanda, en algunos casos revistiéndose
de operación humanitaria y, en otros en forma de conflicto abierto, pero no debemos olvidar que se trata
de un cuerpo profesional que forma parte de un Ejército regular de un Estado soberano.
3. Los mercenarios, por Jacques LANTIER. Ed. Daimón; Barcelona (1972) pp. 7 y ss.
4. C de S Res 161, 16 SCOR , 2 dic. Doc. S /4741 (1961)
5. C de S. Res. 169, UN Doc S/5002 (1961).
6. Los mercenarios, op. cit. pp.271 y ss.
7. «Mercenarios españoles en el Congo 1965-67» por Vicente TALÓN, Rev. Defensa, núm. 47, Madrid,
(1997).
8. Decreto de 28 de diciembre de 1967, nº 3144/67, publicado en el BOE núm. 12, de 13 de enero de
1968. En el Anexo transcribo todo el decreto.
9. Es difícil determinar cuántos mercenarios estuvieron contratados por el ejército de la minoría blanca
de Rhodesia. Me parece sin duda exagerada la cifra de 13.000, entre franceses, portugueses,
norteamericanos, alemanes occidentales, israelíes, británicos, australianos, etc., e incluso españoles, dada
por el Ministro de Educación de Tanzania, y presentada a la XXXII Sesión del Comité de Liberación de
la OUA en 1979 [«La plaga de los mercenarios en África» por Rafael GÓMEZ PARRA en Diario
Informaciones del 28-VIII-1979]. No hay país que pueda pagar tal contingente, pero lo cierto es que el
régimen racista de Ian Smith utilizó mercenarios para las tareas más «sucias» de la guerra.
10. The General Assembly: Request all States to take effective mesures to prevent the recruitment of
mercenaries for service in Namibia or South Africa [A. G. Resolución 31/146 de 20 de diciembre de 1976,
relativa a la «Presencia ilegal de la República Sudafricana en Namibia» Punto 27. La resolución fue
aprobada por 107 votos a favor, 12 abstenciones, y con la oposición de Bélgica, Francia, Reino Unido,
Estados Unidos, República Federal de Alemania y Luxemburgo.]
11. El 17 de junio de 1977, un grupo de 80 mercenarios belgas y franceses desembarcaron en el
aeropuerto de Cotonú y se dirigieron al palacio presidencial, en un intento de golpe dirigido contra el
gobierno marxista-leninista del presidente Kérékou. El intento fracasó porque aquél no se encontraba en la
capital y los mercenarios tuvieron que reembarcar en el mismo avión que les había llevado. [«Maladie
honteuse du neocolonialisme» por Claude LARZUL, en Aujourd’hui l’Afrique nº 14-15; (1979); pp. 37-42]
12. «Mercenary intervention in Sierra Leona: providing national security or international explotation?»
David FRANCIS en Third World Quarterly. Vol. 20; nº 2; p. 321, (1999).
13. Keesing’s Contemporary Archives (1981) pp. 30693-30694
14. «On Machiavelli and the Mercenaries», Kenneth W. GRUDDY en The Journal of Modern African
Studies. Vol. º 6, nº 3, (1968), p. 303.
15. Warlords in International Relations, por Paul B. RICH, Nueva York, (1999), pp. 4-5.
16. El sistema político establecido por los señores de la guerra es el llamado en inglés warlordism,
51
análisis
expresión muy difícil de traducir al castellano. Sin embargo, en la historia de Europa podemos encontrar
dos antecedentes que nos pueden llevar a su compresión y, en ambos momentos históricos el Estado
moderno se estaba consolidando. Me estoy refiriendo a los Condottieri, jefes de mercenarios que
mediante contrato (condotta) firmado entre él (junto con sus hombres) y los gobiernos municipales, se
ponía al servicio de la ciudad italiana. Alguno de ellos adquiriría el poder político personal, la «señoría»
como Francisco Sforza en 1450 en Milán. [Historia del Mundo, de José PINJOAN, tomo VII, Barcelona
(1969), p. 14]. Este sistema de ejércitos no fue exclusivo de Italia; ya en los siglos XV y XVI en
Alemania, constituida por ducados y algún principado, se formaban ejércitos de mercenarios. Estos
ejércitos o bandas, estaban mandados por nobles alemanes, que se alquilaban, recibiendo el nombre
peyorativo de landsknechte (literalmente soldados de infantería) o lansquenetes en su castellanización.
[Historia Social y política de Alemania, A. RAMOS-OLIVEIRA, t. 1 México, (1964), p. 123] En la guerra
de los Treinta Años fue característica la existencia de ejércitos de mercenarios, que se ponían al servicio
de los contendientes, según les conviniera a sus Kondottiere (Sölder-führer) Un ejemplo los tenemos en el
español Baltasar Marradas, general a las órdenes del emperador Fernado II, que después de la batalla de
la Montaña Blanca (1620), confiscó las tierras y el castillo de Hluboká y se convirtió en señor de
Bohemia [Historia del Castillo de Hluboka, Miroslav TRÔKA, Budéjovice, Bohemia, (1968), p. 2]
17. El autor de este artículo ha preferido mantener el texto original en inglés, para evitar en su
traducción al castellano traicionar su significado.
18. Un relator especial es una persona física de relevancia internacional, nombrada por la Comisión de
los Derechos Humanos de Naciones Unidas, a la que la misma Comisión le encarga el estudio de una
situación en que se está violando gravemente los derechos humanos, en una o varias regiones del planeta
(torturas o ejecuciones sumarias o arbitrarias). Realiza su labor durante el tiempo que estime necesario,
viajando por las zonas en las que se están produciendo los hechos, recogiendo testimonios y escuchando
a los gobiernos implicados. Su labor, que puede durar años, termina por un informe que rinde al
secretario general para que este a su vez lo presente a la Asamblea que lo acaba adoptando mediante
resolución sin valor vinculante alguno. El relator especial ni es órgano jurisdiccional, ni puede actuar
como fiscal, por los que sus informes solo contienen descripciones de hechos y las posibles medidas
necesarias para solucionarlos.[ABC de las Naciones Unidas, Nueva York (1995)]
19. Commissião Internacional de Inquirito sobre os mercenarios. Doc. Ministerio de Justiçia, 1977, Luanda.
[Recogido en «Los mercenarios a la luz del Derecho humanitario» por Luis MASIDE MIRANDA; Revista
Española de Derecho Militar; nº 55/1; 1990; p. 70]
20. Como consecuencia del intento de golpe de Estado habido en Benín en junio de 1977, su presidente
convocó una Conferencia sobre el Mercenariado (Conference sur le mercenariat). Tal conferencia, más de
carácter político, no supuso innovación alguna en la definición o regulación de este fenómeno, y
simplemente se limitó a hacer un llamamiento a los Estados a respetar las resoluciones de Naciones
Unidas sobre los mercenarios (cita expresamente las resoluciones 239, Consejo de Seguridad, y 2395XXIII, 2465- XXIII, 2548, XXIV y, 3103, XXVII de la Asamblea General) y a condenar políticamente a
las potencias occidentales, a otros países africanos, Marruecos, Costa de Marfil, Senegal, Gabón, el
Imperio Centroafricano (Bokasa) y el Zaire de Mobutu, a los regímenes racistas de la República
Sudafricana y de Rhodesia y a las multinacionales por el empleo de aquellos que no constituía sino una
continuación del colonialismo.
21. Esta Convención tuvo su primer antecedente en la resolución del Consejo de Ministros de la OUA
52
de 10 de septiembre de 1964: «the use of mercenaries has unfortunate effects on the struggle for national
liberation in Angola, Southern Rhodesia, Mozambique and other territories in the regions which are still
under colonial domination». Era clara la preocupación de la OUA por la intervención de los mercenarios
en el lado equivocado, durante la guerra fría.
22. Estarían, por tanto, excluidas de la condición de mercenario toda tropa profesional de un ejército y
todo cuerpo de tropas extranjero insertado en un ejército nacional, tales como los gurkas nepalíes en el
ejército británico o la Legión extranjera en el ejército francés, aunque sus integrantes no sean nacionales
del Reino Unido o de Francia.
23. art. 1.2. «Título I Ámbito del presente Protocolo.»
24. Por su interés transcribiré el párrafo 55 del Informe (documento traducido al español por Naciones
Unidas) que contiene la conversación de Barlow con el relator especial: «Al respecto, (el Sr. Barlow)
entregó al Relator Especial copia fotostática de un diploma de reconocimiento entregado por la Asociación
sierraleonesa «Children Associated with the War» en agradecimiento de las labores de su empresa en favor de
los niños víctimas de la guerra. El Relator Especial preguntó finalmente al Sr. Barlow que opinión le merecía
que se le considerara a él, a sus empleados y a su empresa, como mercenarios: Respondió que nunca sus
hombres se ven como mercenarios: «Nos vemos más bien como soldados y como africanos, que vamos en ayuda
de otros africanos», respondió. Por último, hizo entrega al Relator Especial de otros documentos de carácter
publicitario sobre las actividades de su empresa.
25. Un modo posible de lucha contra el mercenariado sería la prohibición a algunos individuos de
abandonar su territorio nacional. Sin embargo, tal restricción podría violar otro derecho fundamental, el
del art. 13.2 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos que concede el derecho a cada
ciudadano a abandonar su propio territorio nacional y retornar a él o el del artículo 12.2 del Convenio
de Derechos Civiles y Políticos de 1966 que se pronuncia en el mismo sentido.
26. Por ejemplo, como reconoce el Relator Especial en su informe, se dan situaciones límites como es la
del extranjero que ingresa en un país y adquiere la nacionalidad o se le otorga, para no ser considerado
mercenario, o que tiene doble nacionalidad, siendo una de ellas la del país que le contrata.
27. La Military Professionals Resources Inc. compuesta por oficiales retirados de las fuerzas armadas de los
EE.UU. fue contratada por el Gobierno de Croacia para montar la operación «Tormenta» que devolvió
Eslavonia y la Krajina ocupadas por los serbocroatas y en la actualidad asesora a las fuerzas armadas de
ese país en su adaptación a la OTAN [«Las Fuerzas Armadas croatas» por V. TALÓN en Defensa núm.
269, sept. 2000, pp. 36-55]. Esta empresa también obtuvo otro contrato del Gobierno de la Federacion
croata-musulmana de 100 millones de dólares para equipar y entrenar al ejército de aquella entidad [«A
question of facts. The legal use of Private Security firms in Bosnia» David KASSEBAUM en Columbia
Journal of Transnational Law vol. 38/Nº 3; (2000); pp.582-602 ]. Todos los contratos necesitan de la
aprobación del Departamento de Estado.
28. «Mercenaires sud-africains» por Laurence MAZURE en Le Monde Diplomatique (octubre 1996)
29. Ibid.
30. «II Aplicación del Acuerdo de Abiyán: 7. Con arreglo a las disposiciones militares del Acuerdo, se ha de
proceder al desarme y la desmovilización de los combatientes del Frente Unido Revolucionario; a la reducción
y reorganización de las Fuerzas Militares de la República de Sierra Leona; al retiro de la empresa privada de
servicios de seguridad, el Grupo Ejecutivo, a la adopción de medidas para el retiro de las fuerzas extranjeras
del país en forma compatible con las obligaciones derivadas de tratados» [Consejo de Seguridad «Informe del
53
análisis
Secretario General sobre Sierra Leona» S/1997/80 de 26 de enero de 1997, el subrayado es mío].
31. «Mercenaires sud-africains» art. cit.
32. Ballesteros, Informe citado.
33. El rey de los belgas Leopoldo II constituyó en 1882 la Asociación Internacional del Congo, que se
convirtió el 1º de agosto de 1885 en el Estado Independiente del Congo, empresa de capital privado
constituida para la explotación económica del territorio. En noviembre de 1907 firma con el Estado
belga un tratado por el cual el Estado Independiente del Congo pasa a la soberanía de Bélgica. Y el 18 de
octubre de 1908 el Parlamento belga cambia por ley el estatuto del territorio de empresa privada a
colonia del Estado. En todo este tiempo el Estado Libre del Congo tuvo su propio ejército privado para
mantener el orden en el territorio.
34. «Mercenary intervention in Sierra Leona: providing national security or international explotation?»
David FRANCIS en Third World Quarterly vol. 20; nº 2; pp.335-336, (1999).
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54
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