ANÁLISIS JUAN ÁLVAREZ COBELAS * Los mercenarios, o cómo África sobrepasa la modernidad Para Andrea arios han sido los modos en que los mercenarios han intervenido en el África subsahariana antes 1, durante y después de la descolonización, como a continuación expondré. En cualquier caso, África ha sido el primer continente en que esta figura ha sido ampliamente utilizada por todas las partes en los diferentes conflictos no sólo internacionales, sino también internos, de modo que África ha sido conocido como el continente de los mercenarios. Por tanto, estudiando las intervenciones de éstos casi podríamos desvelar la historia del África subsahariana tras la descolonización. 2 V Una segunda aproximación al fenómeno nos lleva a la conclusión de que, en este mismo continente, el mercenariado también ha sufrido una mutación, pasando de la figura del individuo solitario e inadaptado que el rico Occidente expulsaba a África (con un cierto halo de romanticismo) 3, a la iniciativa privada en forma de compañías privadas de seguridad que, a modo de empresas de trabajo temporal, ofrecen a sus cualificados profesionales, no sólo para combatir sino también para dar protección a instalaciones mineras o petrolíferas, para formar ejércitos nacionales e incluso para escoltar la asistencia humanitaria de ayuda en situaciones de guerra civil. Como más adelante señalaré, recogiendo las palabras del relator especial del secretario general de las Naciones Unidas, Bernales Ballesteros, en su informe titulado «La utilización de mercenarios como medio para violar los derechos humanos y obstaculizar el ejercicio del derecho de los pueblos a la libre determinación», África ha adelantado a Occidente en la modernidad privatizando una de las más altas expresiones de la soberanía nacional: la guerra o, dicho de un modo más suave, su defensa exterior, y, habida cuenta de la fragilidad de muchos de estos estados, también la interior. La consecuencia de esta rápida adaptación al medio surgido tras el fin de la guerra fría es que la nueva concepción del mercenariado ha cogido desprevenidos a los instrumentos que en teoría luchan por su erradicación (el derecho internacional), como más abajo expondré. Una vez más la realidad vuelve a superar a la previsión legal. * Juan Álvarez Cobelas, Grupo de Estudios Africanos de la Universidad Autónoma de Madrid. 33 análisis Como ejemplo, aunque no exhaustivo, desglosaré la participación de los mercenarios en el África subsahariana del modo siguiente: Primer supuesto: participación de mercenarios al lado de movimientos secesionistas rebeldes. El primer caso y el más paradigmático fue el que se produjo en el contexto de la descolonización del Congo/Zaire (1960-63), con el intento de secesión de la provincia de Shaba/Katanga, apoyado por la minoría blanca, no sólo belga, y por el dinero de la Unión Minera del Alto Katanga. No es este el lugar para relatar las causas y el desarrollo del conflicto, pero a partir de éste las Naciones Unidas, primero, y la Organización de la Unidad Africana (OUA), después, empezaron a ser conscientes de la extensión del problema. Como es bien sabido, las Naciones Unidas, a petición del Gobierno legítimo de la República del Congo, desplegaron la Operación de Naciones Unidas en el Congo (ONUC, 1960-64), uno de cuyos objetivos fue la retirada de los combatientes extranjeros. El Consejo de Seguridad, en su resolución de 21 de febrero de 1961, urge a la inmediata retirada del Congo de todas las tropas belgas y otras fuerzas extranjeras y personal paramilitar, incluidos los mercenarios. 4 Consecuentemente, el Consejo autoriza al secretario general a tomar todas las medidas necesarias, incluida el uso de la fuerza, para la inmediata detención y deportación de todos «los consejeros extranjeros» (sic), incluidos los mercenarios. 5 Otras intervenciones de mercenarios fueron, de nuevo, el Congo, en 1967, en ayuda de los gendarmes katangueños; Guinea Conakry, en 1970 y 1975, con mercenarios portugueses que intentan derribar el Gobierno socialista de Sekou Touré; la guerra civil de Angola, con mercenarios en las filas de la Unión Nacional para la Independencia Total de Angola (UNITA) y del Frente Nacional para la Liberación de Angola (FNLA), entre 1975 y 1978. Este conflicto, todavía no terminado, dio lugar en el Reino Unido al Informe Diplock sobre mercenarios ingleses en la guerra. Y, por último, la guerra de secesión de Biafra (1967-68), en la que los antiguos mercenarios de la guerra de Katanga se volvieron a encontrar, pero en bandos opuestos. 6 Segundo supuesto: la participación en favor de gobiernos constituidos. Ejemplos de ello lo constituyeron el caso del Zaire/Congo contra la revuelta shimba, contratados por los presidentes Tshombé (1964) y Mobutu (1965). En aquellos años se dio la única intervención a gran escala de mercenarios españoles en el África subsahariana. Contratados por los anteriores jefes de Estado congoleños, llegaron para relevar a la unidad John-John de mercenarios surafricanos. Fueron tan numerosos que formaron su propia unidad, el 2º Choc, (Fuerza de Choque), encuadrados en la 5ª Brigada del Ejército Nacional Congoleño, e incluso fundaron el Centro de Instrucción y Reclutamiento nº 1, en el cual formaron a los makasis (literalmente, cojonudos) o soldados auxiliares. Tenían a su cargo una región de 34 700 kilómetros de largo por 200 kilómetros de ancho, en la región del alto Uéle, en la frontera con la República Centroafricana. La aventura terminó cuando el presidente Mobutu, con la ayuda de EE UU, en julio de 1967, disolvió todas las unidades de mercenarios. 7 Posteriormente, un decreto de la presidencia, de diciembre de 1967, prohibió a los españoles prestar servicio de armas en el extranjero, bajo la pena de pérdida de la nacionalidad española 8. Otros supuestos se dieron en la guerra de Biafra, a favor del Gobierno federal de Nigeria contra Biafra (1967-68); de nuevo en el Zaire/Congo, en la provincia de Shaba (Katanga), en 1978, en apoyo del presidente Mobutu; y, por último, en Rhodesia (1965-80), en la guerra de independencia y en apoyo del régimen blanco de Ian Smith. 9 Un caso peculiar fue el enrolamiento de mercenarios por parte del Gobierno surafricano, en el South West Africa Territorial Force, el ejército títere del régimen racista de Namibia para luchar contra el SWAPO y el MPLA, en la guerra de independencia de Namibia. No parece claro el propósito del gobierno de Pretoria de reclutarlos, pues contaba con el ejército más poderoso del continente, como no fuera el de reservarles para las tareas más sucias. En cualquier caso, Naciones Unidas hizo repetidos llamamientos a los Estados miembros para impedir el reclutamiento de aquellos. 10 El tercer supuesto de participación de los mercenarios en estados africanos hace referencia a la intervención en disturbios internos, contratados por una de las partes en conflicto. Ejemplo, en Benín en 1977, para derribar al gobierno marxistaleninista del coronel Mathieu Kérékou, 11 y los intentos golpe de Estado en las islas Seychelles, en 1977 y en 1982, por Mike Hoare. Pero ha sido en las islas Comores donde se ha podido apreciar el papel de los mercenarios en la estabilidad de África. Bob Denard fue contratado por el ex presidente Ali Soilih, en 1975, para derribar a Ahmed Abdallah. Éste, a su vez, depuesto por el anterior, contrató a Denard para derribar al gobierno de Soilih. Abdallah fue depuesto y muerto en otro golpe organizado por Denard en 1989. A su vez, otro intento de golpe de Denard, en septiembre de 1995, contra el presidente Said Mohamed Djohar fracasó porque Francia, la metrópoli, desaprobó el intento. 12 Excepciones: La primera excepción la constituirían aquellas asistencias militares que incluyen el envío de tropas regulares, no solamente como asesores, sino para involucrarse directamente en los combates y que tuviera su origen en tratados internacionales firmados entre estados soberanos, soldados que podían actuar bien como consejeros, bien como combatientes directos. Ejemplos de ello fueron Cuba y la URSS, en apoyo del Gobierno del MPLA en Angola, entre 1975 y 1978; Marruecos, en Congo/Zaire, en 1978 en ayuda de Mobutu para sofocar la revuelta 35 análisis de la provincia de Shaba; y, por último, Cuba, entre 1978 y 1980, en apoyo del régimen de Mengistu Haile Mariam de Etiopía. Del lado occidental, estaría la ayuda prestada por Francia a través de la Legión Extranjera, en apoyo del gobierno del Chad, entre 1979 y 1980. Su origen data del Tratado de Ayuda Militar firmado entre Francia y Chad en 1976, en apoyo del presidente Goukouni Oueddei del Gobierno Transitorio de Unidad Nacional contra las fuerzas lideradas por Hissen Habré y apoyadas por Libia. 13 Esta llamada a la ex metrópoli también funciona para sofocar disturbios internos, y así en enero de 1964, en el África Occidental, los dirigentes de Uganda, Milton Obote; Kenya, Jomo Kenyatta, y Tanzania, Julyus Nyerere, requirieron la presencia de tropas inglesas para sofocar amotinamientos en sus tropas. Poco después, Nigeria envió tropas para reemplazar a las del Reino Unido en Tanzania. 14 La segunda excepción la constituyen los llamados señores de la guerra, un fenómeno surgido tras el fin de la guerra fría y el colapso de muchos estados africanos. Cualquiera que sea la explicación que le podamos dar al origen de este nuevo «actor» interno e internacional, (bien sea aquella la respuesta defensiva de las sociedades clánicas africanas al modelo impuesto por Occidente de clases sociales, bien el producto inevitable de la destrucción de las estructuras jerárquicas de las sociedades africanas y su sustitución por el nepotismo y el clientelismo político) 15, su realidad se ha demostrado en Somalia cuando el Frente Democrático del general Aidid negociaba con el Onusom para escoltar la ayuda humanitaria, en Liberia cuando el Economic Monitoring Group de la Comunidad Económica de Estados del África Occidental conversaba con el Frente Nacional Patriótico de Liberia de Prince Johnson y en Sierra Leona con el Frente Revolucionario Unido. Lo cierto es que, a pesar de cobrar por prestar sus servicios a clientes extranjeros (es decir, obtener remuneración a cambio de algo, según el art. 47 del Protocolo I Adicional a los Convenios de Ginebra de 1977 más abajo expuesto, que bien pueden ser una multinacional minera en Sierra Leona, una operación de mantenimiento de la paz en Liberia, e incluso una ONG de renombre como el Comité Internacional de la Cruz Roja o el Programa Mundial de Alimentos, en Somalia), no pueden ser considerados mercenarios puesto que son nacionales del país en el que combaten. 16 El futuro nos dirá si los señores de la guerra se queda en un simple fenómeno temporal que desaparecerá en cuanto los estados débiles recuperen su fortaleza o bien se transformarán en autoridades regionales de esos mismos estados. O, imaginando el escenario más extremo, terminarán por convertirse en microestados (el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional han negociado con los señores de la guerra de Somalilandia). 36 Todo este panorama de intervención de tropas regulares en ayuda de gobiernos africanos llega a su fin por medio de los Acuerdos de Paz de Brazzaville (1988), entre Angola y la República de Suráfrica y ésta y Cuba, acuerdo por el cual se retirarán las tropas cubanas de Angola poniendo fin al conflicto internacional armado clásico que había tenido lugar entre aquellos países. La URSS y Cuba dejan Angola y Namibia accede a su independencia. Aunque el ejército surafricano había contado entre sus filas con mercenarios, el conflicto se había desarrollado entre dos contendientes clásicos en el sentido del artículo 2º de los Convenios de Ginebra de 12 de agosto de 1949, como más abajo expondré. A partir de la firma de este tratado de paz (que coincide con el fin de la guerra fría), y sobre todo con el final del régimen del apartheid surgen las compañías privadas de seguridad, que en el África subsahariana tomarán el relevo de los mercenarios individuales. Aunque éstos no desaparecerán del escenario africano parece que se convertirán en unos perdedores más del fenómeno de la globalización de la economía, arrinconados por la libertad de empresa. ■ La ONU y las resoluciones contra los mercenarios A continuación se da un breve listado de las resoluciones de las Naciones Unidas que, con anterioridad a los tratados internacionales concertados entre estados soberanos (que sí son derecho positivo), recogen la voz y la preocupación de la comunidad internacional, bien a través de la Asamblea General, bien a través de sentencias del Tribunal Internacional de Justicia. La primera fue la resolución de la Asamblea General titulada «Declaración sobre Inadmisibilidad de Intervención en Asuntos Internos de los Estados y Protección de su Soberanía e Independencia», (Res. 2131 (XX) 21-dic-1965), resolución que, aunque no mencionaba expresamente a los mercenarios, por primera vez desglosaba las conductas en las que un Estado podía ejercer dicha actividad y que luego quedaría tipificada en la Convención Internacional sobre mercenarios de 1989), que declara: «No State shall organized, assist, foment, finance, incite or tolerate subversive, terrorist or armed activities directed towards the violent overthrow of the regime of another State or interfere in civil strife in another State». La siguiente fue la resolución sobre «Implementación de la Declaración sobre Concesión de Independencia a Pueblos y Países Coloniales» (A.G. Res. 2465- XXII1968, parágrafo 8). La Asamblea General declaró: «That the practice of using mercenaries against movements for national liberation and independence is punishable as a criminal act and that the mercenaries themselves are outlaw, and calls upon the Government of all countries to enact legislation in their territory to be a punishable offence and prohibiting their nationals from serving as mercenaries.» 17 37 análisis Otro hito más fue la «Declaración sobre Principios de Derecho Internacional concerniente a las Relaciones de Amistad y Cooperación entre Estados» (Res. 262524-oct-1970 (XXV), que señalaba: «Every State has the duty to refrain from organizing or encouraging the organization of irregular forces or manded bands, including mercenaries , for incursion into the territory of another State.» Esta prohibición moral, que no jurídica, continúa con la Resolución 3314 «Definición de Agresión» (14-oct-1974: art. 3.G. (XXIX) que califica como acto de agresión «the sending by or behalf of a State of armed bands, groups, irregulars or mercenaries, which carry out acts of armed forces against another State». Otra importante resolución que se producía en el contexto de las guerras de liberación colonial y, que trataba de conceder el estatuto de combatiente al guerrillero de liberación, algo que luego se lograría con el Protocolo Adicional I a los Convenios de Ginebra de 1949, fue la 3103 (XXVIII), de 12 de diciembre de 1973, llamada «Principios básicos sobre el estatuto legal de los combatientes que se esfuerzan contra los Regímenes racistas, coloniales o de dominación extranjera», en la cual el siguiente principio básico es proclamado: «The use of mercenaries by colonial and racist regimens against the national liberation movements struggling for their freedom and independence from the yoke of colonialism and alien domination is considereded to be a criminal act and the mercenaries should accordingly be punished as criminals.» Las resoluciones que condujeron al informe del relator especial, 18 de lo que más abajo hablo, comenzaron por la Res. 44/81 de la Asamblea General «Utilización de mercenarios como medio de violar los derechos humanos y obstaculizar el ejercicio del derecho de los pueblos a la libre determinación», de 8 de diciembre de 1989, la resolución 49/150 Asamblea General de 23 de diciembre de 1994, por la resolución 50/138, de 21 de diciembre de 1995, de la Asamblea General y la resolución 51/83 A.G. 1995, con el mismo enunciado. En todas ellas se recuerda a los estados miembros el deber que tienen de adoptar las medidas legislativas y administrativas necesarias para que en sus territorios no se produzca o sirvan como base actividades de mercenariado en contra de la integridad o unidad política de otro Estado, y se exhorta a ratificar la Convención. En la última de estas resoluciones ya se reconoce abiertamente el peligro que para la seguridad y la paz de los países de África y de los estados pequeños representan los mercenarios, hasta el punto que han derrocados gobiernos. Por último, menciono un caso que significa una imposición legal por parte de un órgano jurisdiccional a la conducta llevada a cabo por un Estado miembro de las Naciones Unidas, los Estados Unidos, contra otro, Nicaragua. En el conocido asunto del Tribunal Internacional de Justicia de La Haya, caso «Actividades 38 Militares y Paramilitares en y contra Nicaragua» (Nicaragua versus EEUU Rep.1986) el alto tribunal dejó bien sentado que «every State has the duty to refrain from organizing or encouraging the organization of irregular forces or armed bands, including mercenaries, for incursion into the territory of another State» (parágrafo 191), aludiendo sin tapujos a la ayuda material, logística y financiera que EEUU le estaba prestando a la Contra nicaragüense. ■ Tratados regionales africanos contra el fenómeno del mercenario Tras la independencia de Angola, en 1975, estalló la guerra civil entre el MPLA, la UNITA y el FNLA. La UNITA, desde sus bases en Namibia, utilizó ampliamente a mercenarios surafricanos, rhodesianos, británicos, norteamericanos, franceses y portugueses, algunos de los cuales cayeron prisioneros del MPLA. Ello dio lugar a un Proyecto de Convención sobre Prevención y Supresión del Mercenariado, hecha por la «Comisión Internacional de Encuesta de Luanda» de junio de 1976. Sumado a este proyecto se produjo la sentencia del 28 de junio de 1976 del Tribunal Revolucionario del Pueblo de Luanda: Define conductas delictivas, no la figura del mercenario, y así en su artículo 1º dice: «Practica el crimen de mercenariado aquella persona que para obtener un beneficio personal, en grupo o individualmente, lleva a cabo la acción armada, oponiéndose al proceso de autodeterminación de un pueblo que le es extranjero, o viene a imponer por la misma forma una situación neocolonial». También: «Comete crimen de mercenariado el individuo, grupo o asociación de un Estado y el Estado mismo, que con el fin de oponerse al proceso de autodeterminación, practica uno de los actos siguientes: a) organizar, financiar, equipar, entrenar, promover, sostener o emplear de cualquier forma fuerzas militares con ánimo de lucro, mediante salario o cualquier otra retribución; b) enrolar o permitir enrolar c) permitir dentro del territorio sometido a soberanía el desarrollo de las actividades mencionadas, o dar facilidades de tránsito, transporte u otras operaciones de las fuerzas mencionadas.» (Artículo 1.2.) 19 El artículo 4 excluía a los mercenarios del estatuto de prisioneros de guerra. 20 Otra respuesta africana la constituyó la conferencia del Gabón 21, que no trato más por su escasos resultados. El proyecto de convención de Luanda no entró en vigor pero sus trabajos 39 análisis sirvieron para traer a la luz la Convención para la Eliminación de los Mercenarios en África (OUA. Doc. CM/433/Rev. L) 3 de julio de 1977, Libreville. Definición de mercenario, según esta Convención: cualquier no nacional del Estado contra el que se combate, no es necesario ánimo de lucro y, que se oponga al ejercicio del derecho de autodeterminación de un pueblo sometido a dominación colonial o al apartheid. Obligaciones para los Estados, según el Tratado: 1ª impedir que en su territorio se cometan actos de los llevados a cabo por los mercenarios; 2ª impedir el paso por su territorio de mercenarios ; 3ª prohibir en su territorio toda actividad de organización de mercenarios; 4ª comunicar la información a otro Estado miembro de la OUA de tales actividades; 5ª tomar todas las medidas legislativas necesarias; 6ª obligación de extraditar a los mercenarios al Estado contra el que han estado combatiendo. El mercenario no tiene el estatuto de prisionero de guerra. El artículo 7º del Tratado recomienda a los Estados que sean severos en su represión, incluida la aplicación de la pena de muerte. Defectos de la Convención: contemplaba la figura del mercenario únicamente en el contexto que a los Estados africanos les interesaba: la descolonización, la oposición al proceso de autodeterminación de los pueblos africanos y la lucha contra el apartheid. Pero los Estados miembros de la OUA no se dieron cuenta de que podrían ser usados en contextos diferentes de la descolonización (por ejemplo, guerras civiles o, para dar golpes de Estado), como está ocurriendo en la práctica. En cualquier caso, sólo es exigible a los estados africanos que la hayan ratificado o se hayan adherido y, es aplicable en el territorio de los estados partes en la Convención. ■ Tratados de carácter universal El primero en temporalidad, aunque no recoge expresamente la figura del mercenario, es el «Convenio de Ginebra relativo al trato de los prisioneros de guerra», de 12 de agosto de 1949, cuyo artículo 4, a. 1. nos ofrece una definición de prisionero de guerra: «Primero, aquellos miembros de las fuerzas armadas que participen en un conflicto o, milicias o, cuerpos voluntarios que forman parte de esas fuerzas armadas. Segundo, miembros de otras milicias o cuerpos voluntarios, incluidos miembros de resistencia organizada que participen en un conflicto, que operen fuera o 40 dentro de su territorio siempre que estén: – Mandados por una persona responsable; – Lleven signos reconocibles a distancia; – Lleven armas a la vista; – Por último, se conduzcan de acuerdo a las leyes y costumbres de la guerra». También tendrán el estatuto de prisionero de guerra aquella parte de la población de un territorio no ocupado que, al acercarse el enemigo, toma espontáneamente las armas para combatirlos, sin tener tiempo para constituirse en fuerzas armadas regulares, siempre que lleven las armas a la vista (francamente dice el art. 4.6) y respeten las leyes y costumbres de la guerra. Como vemos, esta Convención no se ocupa, ni mucho menos define, la figura del mercenario, pero, por defecto, la conclusión que podríamos sacar es que aquellos sujetos que combatan fuera de estos supuestos serían considerados delincuentes comunes o simples mercenarios. No es difícil imaginar que este Convenio de Ginebra de 1949 recogía el fenómeno de las tropas partisanas o guerrilleras, que habían combatido en la Segunda Guerra Mundial en territorio europeo, en nombre de gobiernos en el exilio (la resistencia del Gobierno de la Francia libre) o sin él (los partisanos de Tito en Yugoslavia), pero a las cuales los ejércitos del Eje negaban la categoría de combatientes. Además, todavía no se había producido la descolonización de África (que no llegaría sino hasta 10 años después) y, por tanto, el fenómeno del mercenario era algo desconocido para el derecho internacional. Para suplir esta laguna legal se negoció y aprobó en una conferencia internacional, que bajo los auspicios del Comité Internacional de la Cruz Roja tuvo lugar en Ginebra entre 1972 y 1976, el «Protocolo I adicional a los Convenios de Ginebra de 12 de agosto de 1949, relativo a la protección de las víctimas en conflictos armados internacionales», de Ginebra 8 de junio de 1977. Su ámbito de aplicación aparece en el artículo 1.4, en el cual se extiende la noción de conflicto armado, además de las situaciones previstas en el artículo 2º del anterior convenio a los conflictos armados que están teniendo lugar: primero, por aquellos pueblos que luchan contra la dominación colonial; segundo, que luchan contra la dominación extranjera y, por último, que luchan contra regímenes racistas en el ejercicio del derecho de los pueblos a la libre determinación, según está consagrado en la Carta de las Naciones Unidas, y en las resoluciones adoptadas ad hoc (resolución 2625 (XXV) de la Asamblea General de 24 de octubre de 1970). En el artículo 43.1 se define el concepto de combatiente. 41 análisis «Serán fuerzas armadas: 1. toda fuerza organizada; 2. o todo grupo o unidad bajo mando responsable; 3. sujeto a disciplina interna; 4. que se conduce con arreglo a las leyes y usos de la guerra; 5. todo ello incluso si está combatiendo bajo un gobierno o autoridad no reconocido por la otra parte en conflicto.» Por todo ello todo combatiente que reúna las condiciones del artículo 43 será prisionero de guerra (art. 44). Esta Convención define por primera vez al mercenario y lo será ( art. 47): «1. La persona reclutada para combatir en conflicto armado; 2. que toma parte directa en las hostilidades; 3. el deseo de obtener un provecho personal; 4. no nacional o residente de una parte en conflicto o territorio controlado por parte en conflicto; 5. no enviado en misión oficial como miembro de sus fuerzas armadas, por un Estado que no participe en el conflicto.» 22 Por todo ello, el mercenario no tendrá el estatuto de combatiente ni de prisionero de guerra, sino que su protección será la del artículo 75. Es decir, las garantías fundamentales de protección a todos los no combatientes (personas civiles) con la excepción de que puede serle aplicada la pena de muerte en virtud de una sentencia recaída en un proceso judicial con todas las garantías con arreglo a la ley. (Art. 75. párrafo 4º) Crítica a la Convención: No legisla. Es decir, no propone medidas sobre el mercenariado, sino que únicamente concreta su figura (con los defectos que toda definición cerrada tiene, como más abajo veremos), desde el punto de vista del derecho internacional humanitario. No tiene por objeto su eliminación, o proscripción en general sino, solo lo regula al excluirlo del estatuto de combatiente o de prisionero de guerra. Es la única norma vigente de carácter universal que lo regula; por ello hubiera sido necesario una dedicación mayor a la de un único artículo. Por último, la norma ha sido superada por la realidad de los hechos, como señala el Informe del relator especial del que más abajo hablo. El segundo instrumento legal de carácter universal es el «Protocolo II Adicional a los Convenios de Ginebra de 12 agosto de 1949 relativo a la protección de las 42 víctimas de los conflictos armados sin carácter internacional», de 8 de junio de 1977 de Ginebra. Su ámbito de aplicación es de los conflictos armados no cubiertos por el artículo 1 del Protocolo Adicional I, que se desarrollen en el territorio de una alta parte contratante, entre las fuerzas armadas de éste y las fuerzas armadas disidentes o grupos armados organizados con los requisitos del art. 43.1 como límite por arriba, ni las tensiones internas y disturbios interiores «tales como motines, los actos esporádicos y aislados de violencia y otros actos análogos, que no son conflictos armados de carácter internacional», 23 como límite por abajo. Por tanto, los actos de terrorismo o de guerrilla urbana estarían excluidos del ámbito de aplicación de este Protocolo II. ¿Qué ámbito material cubriría este Protocolo II? Actos tales como golpes de Estado y guerras civiles. Sistema de protección del Protocolo. Se encuentra en el Título II, «Trato Humano» artículos 4 a 6: se le concederán todas las garantías fundamentales propias de la población civil. Es decir, nuevamente se le niega el estatuto de combatiente y de prisionero de guerra, por tanto no será tratado sino como un delincuente común con las mismas garantías (muchas, pocas o ninguna) que conceda la ley del país donde es capturado a sus nacionales. Sí se le puede sentenciar a muerte, con sen-tencia recaída en un proceso judicial con todas las garantías esenciales de indepen-dencia e imparcialidad. (art. 6.2) «Convención Internacional contra el reclutamiento, la utilización, la financiación y el entrenamiento de mercenarios» (7-12-89 Asamblea General: A/RES/44/34). Esta Convención nació de un documento de trabajo presentado por Nigeria, que llevó a la Asamblea General a crear en 1981 un Comité Especial para la elaboración de una Convención sobre mercenarios, a la cual se sumaron las aportaciones de otros estados del Tercer Mundo y del entonces bloque socialista: Cuba, Jamaica, Surinam y la República Democrática Alemana. En todo el articulado se puede apreciar el conflicto político que subyacía entre ambos bloques: por un lado, una aproximación política a la figura del mercenario, con una clara intención de condena por parte de los países del Tercer Mundo; y, por el otro lado, una aproximación más jurídica, de clarificación de conductas propias y conexas con la figura del mercenario y de protección del mismo como no combatiente por parte de los Estados occidentales, que se supone eran los que aportaban más sujetos a este particular oficio. En 1989, el borrador del texto estaba lo suficientemente maduro como para permitir a la Asamblea General formar un grupo de trabajo en el seno de la Comisión Sexta (la Comisión Jurídica), que devolvió a la Asamblea un proyecto de Convención que resultaría adoptado por aquella por consenso el 4 de diciembre de 1989. 43 análisis Definición de mercenario: el artículo 1.1 reproduce el art. 47.1 del Protocolo Adicional I, pero amplía esta definición dándole un sentido finalista, puesto que será también mercenario toda persona que se encuentra en una de las siguientes situaciones: que haya sido reclutada localmente o en el extranjero para participar en un acto de violencia dirigido a derrocar un gobierno o socavar el orden constitucional de un Estado o su integridad territorial, siempre que tome parte en ese acto movido por el interés de obtener un lucro personal, que no sea nacional o residente del Estado en el cual comete el acto, que no haya sido enviado por un Estado en misión oficial y que no sea miembro de las fuerzas armadas del Estado en cuyo territorio se comete el acto. También caen dentro del ámbito de la presente Convención toda persona que recluta, financia, entrena o utilice a las personas del art. 1º (art. 2). Obligaciones de los Estados en la Convención. Art. 5: abstenerse de realizar los actos del art. 2 con el propósito de oponerse al legítimo ejercicio del derecho de todos los pueblos a su autodeterminación, según está reconocido en el derecho internacional. Además, los Estados están obligados a introducir en sus legislaciones internas medidas adecuadas para las conductas más graves. Existe un deber para los Estados de cooperar en la prevención de los delitos de la presente Convención en su propio territorio o fuera de él, más coordinar todas medidas administrativas necesarias al efecto (art. 6º). El artículo 10 contiene la obligación de detener y juzgar o extraditar a todo sujeto que haya realizado los actos del art. 1 y 2 que se encuentre en un Estado que forme parte de la Convención y la obligación de notificar sin retraso al Estado afectado directamente o a través del secretario general de las Naciones Unidas a) al Estado donde el delito fue cometido b) al Estado contra el cual el delito fue intentado o cometido c) al Estado nacional de la persona física o jurídica en la cual se cometió el delito d) al Estado al cual el ofensor es nacional e) a cualquier otro Estado que se juzgue necesario. Los delitos explicitados en los artículos 2, 3 y 4 serán considerados causas de extradición si existiere algún Tratado de Extradición entre los Estados que formen parte de la Convención. (Art. 15) Análisis de la Convención. Esta Convención refleja, como he dicho más arriba, la tensión de la guerra fría en los puntos siguientes: Primero: el problema de la nacionalidad del mercenario: las delegaciones de 44 Nicaragua y Cuba, apoyadas por los países del Este, quisieron eliminar el requisito de la no nacionalidad del mercenario en el conflicto en el que combatía, para incluir en la definición a la Contra nicaragüense o a los muyaidines afganos, en lucha contra el régimen prosoviético de Kabul. Los estados occidentales sostenían la tesis opuesta y esta distinción se mantiene en la Convención de la OUA. Segundo: la cuestión del beneficio o ventaja personal como retribución al mercenario. Se trata de un término deliberadamente difuso, pero mucho más omnicomprensivo y más preferido por los países del Tercer Mundo que el simple salario en metálico (lo que les asimilaría a tropas profesionales) o remuneración económica, puesto que los mercenarios pueden ser gratificados con el producto de su pillaje, como sucedía muchas veces en la práctica, o más actualmente con la concesión del derecho a una explotación minera o forestal (como más abajo explicaré). Tercero: El problema del ámbito de aplicación de la Convención, esto es, ¿se puede aplicar a otros conflictos que no entren dentro del ámbito del artículo 1 párrafo cuarto del Protocolo I Adicional? (intentos de golpes de Estado, como el de Benín en 1977, acción que no constituía un conflicto armado). Sí, puesto que en el artículo 1.2 de la Convención, y los países del Tercer mundo hicieron especial hincapié en ello (sobre todo los Estados africanos), se asimila la conducta del mercenario a aquellas otras actuaciones tendentes a derribar un gobierno ya constituido o atentar contra el orden constitucional (sic) o contra la integridad territorial de un Estado. Cuarto: En el artículo once párrafo primero de la Convención también se aprecia la diferencia de criterio entre el Tercer Mundo y Occidente, que se refiere al trato que se le deberá dispensar al mercenario, que será el prescrito en el derecho interno del Estado en que combatió (à tous les stades de la procedure, de la garantie d’un traitment equitable et de tous les droits et garanties prévus par le droit de l’Etat intéressé) Los países occidentales consiguieron meter un párrafo segundo, en el cual se introducen las garantías incluidas en el derecho internacional: «Les normes applicables du droit international devraient être prises en compte», que no es otro que el artículo setenta y cinco del Protocolo I. Crítica a la Convención. Sólo 19 Estados se han obligado internacionalmente (cuatro del África subsahariana: Camerún, Mauritania, Senegal, Togo), cuando se requieren 22. Otros nueve han suscrito la Convención pero todavía no lo han ratificado (cinco africanos: Angola, Congo, Marruecos, República Democrática del Congo, Nigeria). Faltan los países de la Unión Europea más importantes, como Francia, Reino Unido, Portugal, Bélgica, Holanda, donde están las compañías de seguridad, y España. 45 análisis En segundo lugar, no se aprovechó la ocasión para dotar al derecho internacional de una mejor definición y concreción de la figura del mercenario. En otras palabras, hay dificultades de distinguir entre mercenarios, compañías privadas de asesoramiento militar y compañías comerciales de seguridad, todos ellos supuestos de límites muy difusos a los cuales se enfrenta el África subsahariana. Como complemento a la Convención internacional sobre mercenarios de 1989, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprueba la resolución 44/81 de 8 de diciembre de 1989 llamada «Uso de mercenarios como medio para violar los derechos humanos e impedir el ejercicio del derecho de los pueblos a la libre determinación» . Esta resolución además de condenar el uso de los mercenarios en los conflictos armados, puso de manifiesto un fenómeno que empezaba a ser preocupante: su apartado octavo consideraba inadmisible el desvío de fondos para la ayuda humanitaria y de otro tipo, a la financiación, entrenamiento y armamento de los mercenarios (no cita países). Ante este estado de cosas, la Comisión de Derechos Humanos encargó la elaboración de un informe sobre el estado del problema del mercenariado en el mundo, que dio lugar al «Informe sobre la cuestión de la utilización de mercenarios como medio de violar los derechos humanos y de obstaculizar el ejercicio del derecho de los pueblos a la libre determinación, presentado por el relator especial Enrique Bernales Ballesteros, en cumplimiento de la resolución 1995/5 y de la decisión 1996/113 de la Comisión de Derechos Humanos» (presentado por el Secretario General a la Asamblea General de conformidad con la resolución 53/135 de 9 de diciembre de 1998). El informe, muy amplio, incluyó una visita a la República de Suráfrica, donde fue recibido por el viceministro de Relaciones Exteriores, acompañado por el asesor especial del Ministro de Justicia, el director ejecutivo de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación, miembros del Estado Mayor de Inteligencia y los directivos de Executive Outcomes Ltd., Eeben Barlow y Nico Palm, presidente y director de finanzas. 24 Pero lo más importante son las conclusiones del informe del relator especial: La primera es que aunque las circunstancias internacionales están cambiando, el mercenario en algunos casos no ha dejado de ser la figura solitaria que luchaba contratada como en las décadas 1960-70. Es decir, continúa perviviendo y actuando sobre el paisaje africano el mercenario clásico, según está definido en el artículo 47 del Protocolo I Adicional de 1977 a los Convenios de Ginebra de 1949. En este sentido sigue existiendo una relación contractual clásica, en la que una de las partes es un gobierno que contrata para llevar a cabo actividades contrarias a la legalidad internacional y la otra un particular contratado. Éste, a cambio de un pago 46 (o promesa de él, sí su misión tiene éxito), acepta el contrato sabiendo o no que su trabajo puede ser contrario a la libre determinación de los pueblos, a los derechos humanos y a la soberanía de los estados. Así pues, el mercenariado se configura como una asociación ilícita entre quien contrata y quien es contratado. Los estados más importantes, cuyos nacionales combaten como mercenarios no tienen legislación interna que regule, persiga o castigue la existencia de tales empresas, que no son sino oficinas de reclutamiento de mercenarios. Únicamente existe la Regulation of Foreign Military Assistance Act de 26 febrero de 1998, una ley del Parlamento de Suráfrica para controlar a Executive Outcomes, basada en Pretoria y con representaciones en Reino Unido, Alemania y Holanda. 25 La legislación internacional vigente es excesivamente rígida y llena de lagunas legales. 26 Como ya hemos dicho, sólo hay vigentes un único artículo (el artículo 47 del Protocolo I) de un Tratado de alcance universal y, una Convención regional, la de la OUA, que no son suficientes para castigar tal delito. Por todo ello, cobran especial vigencia los principios de derecho internacional, expresados repetidamente en resoluciones de la Asamblea General que condenan la intromisión en los asuntos internos de otro Estado y el uso de la fuerza en las relaciones internacionales. Por último esta «privatización» de la defensa y seguridad internas, no hace desaparecer la responsabilidad internacional del Estado que acude a contratar estos servicios. En otras palabras el gobierno sigue siendo responsable de los actos cometidos por «sus mercenarios», ni esta delegación afecta a la ilegalidad o ilegitimidad de estos actos. Los gobiernos sólo tienen legitimidad cuando actúan dentro del marco del imperio de la ley y de los tratados internacionales de los que son parte. Casos actuales de utilización de compañías privadas de seguridad. En este breve apartado daré algunos ejemplos de la intervención de empresas de seguridad (siempre la difícil frontera entre el asesoramiento militar y la intervención directa) en algunos países. Por supuesto, no se trata de una casuística exhaustiva de lo que está pasando en África pero a modo de ejemplo cito: Primero, Sierra Leona. Este sufrido país ha conocido la intervención de los mercenarios en su historia actual, bien en su faceta clásica, bien en su modernidad: las compañías de seguridad privadas. Executive Outcomes, siempre ha presumido que el acuerdo de Lomé de julio de 1999 que pone fin a la guerra civil entre el Frente Unido Revolucionario y el Gobierno del presidente Ahmed Tejan Kabbah, fue posible por la labor de esta compañía, que fortaleció al presidente constitucional (estaríamos en un caso más claro de privatización de la defensa). Antes, 47 análisis Sandline International Ltd, empresa de seguridad y asesoramiento militar, fue contratada por el entonces depuesto gobierno de Sierra Leona, con la aprobación del Foreign Office para restaurar el gobierno civil en febrero de 1998. Segundo, República Democrática del Congo. A pesar del acuerdo de alto el fuego de 10 de julio de 1999 entre los opositores y el presidente Laurent Kabila, la empresa internacional de seguridad Defence Systems Limited está en Kasai occidental protegiendo las minas de diamantes y el petróleo. Tercero, Angola. A pesar del acuerdo de paz suscrito en 1991, la UNITA, a través del tráfico ilegal de diamantes que le ha permitido reunir hasta la fecha entre 3.000 y 4.000 millones de dólares, ha financiado el reclutamiento de mercenarios (ucranianos) y armas, en Huambo y Malanje. Pero también el Gobierno de Luanda acudió a los servicios profesionales de Military Professionals Resources Inc. 27 y así garantizó los intereses del gobierno de los EE.UU. en los campos petrolíferos de Soyo en Angola. (Acuerdo firmado por el presidente Dos Santos y el gobierno de Bill Clinton.) Como vemos, las empresas de seguridad privadas actúan bien contratadas por gobiernos en el poder, bien por la guerrilla que combate aquel gobierno, bien ofreciendo protección a bienes económicos, bien entrenamiento militar o entrenamiento en el uso de armamento previamente vendido. ■ Conclusiones De la observación de la realidad africana diaria se deriva que las actuales empresas privadas de seguridad difícilmente encajan en la tipología del artículo 47 del Protocolo I Adicional a los Convenios de Ginebra de 1949, al no ser sus miembros contratados como combatientes (sí como instructores, o vendedores de material de guerra, algo no prohibido por el Protocolo ni por la Convención sobre mercenarios), es decir, no ser reclutados para luchar en un conflicto armado y no tomar parte directamente en las hostilidades. Es decir, no cumplen con dos de los requisitos del citado artículo, aunque sí actúen motivados por un deseo de obtener un lucro personal, no sean nacionales del país paran el cual «trabajan», ni miembros de fuerza armada en conflicto de una de las partes, ni hayan sido enviados en misión oficial por un Estado que no es parte en el conflicto. Todavía más. La definición que se encuentra en la Convención de Naciones Unidas sobre Prohibición de Mercenarios, arriba expuesta, no encaja en las conductas de estas empresas puesto que frecuentemente no han sido contratadas «for the purpose of participating in a concerted act of violence aimed 48 at: (i) Overthrowing a Governement (...) or undermininig the territorial integrity of a State», haciendo muchas veces lo contrario: bien apuntalando gobierno débiles al formar a sus Fuerzas Armadas 28, bien protegiendo la integridad territorial de un Estado. 29 Esto nos lleva a las siguientes conclusiones. En primer lugar, el dinamismo de la sociedad internacional ha oscurecido todavía más el problema actual sobre la regulación de los mercenarios/empresas de seguridad. En segundo lugar, el derecho internacional se ha visto desbordado por la realidad, al no poder aplicar en la actualidad sus preceptos a las empresas internacionales de seguridad, quedando tal regulación para la residual figura del mercenario clásico. Esto ya ha sido observado por el propio secretario general de las Naciones Unidas en el conflicto de Sierra Leona, en el que han actuado dos empresas muy importantes. La primera, la Gurkha Security Guards Ltd, que fracasó al caer en una emboscada de los rebeldes del Frente Revolucionario Unido y ser, literalmente, comidos sus miembros, y la Executive Outcomes Ltd, con bastante más éxito al permitir la vuelta a un gobierno civil. El secretario general en su informe S/1997/80 indica que las «empresas privadas de seguridad» deben salir de Sierra Leona. Es decir, el más alto funcionario de Naciones Unidas está reconociendo la difuminada frontera que existe entre mercenarios y empresas comerciales de seguridad. 30 Sin embargo, no conviene hacernos una idea demasiado bondadosa de este «negocio» (como ellos intentan hacernos creer) 31 y, asimilarlos a una suerte de cascos azules de iniciativa privada, que el actual discurso neoliberal ha generado. Los mercenarios cuando abandonan el país que les ha contratado dejan más problemas de los que encontraron al llegar. En este sentido cobran especial interés las conclusiones del informe del relator Ballesteros, que ha escrito: «Executive Outcome was supposed to have provided Sierra Leona with active protection and security. Obviously, these clamis were nothing but propaganda. The deep-lying problems remained untouched.» 32 Además, este nuevo mercenarismo de libre empresa, no es sino una nueva forma del colonialismo que debilita a los ya débiles estados africanos a través de una perpetuación por las elites del Estado patrimonial. Esta vuelta a la relación colonial, de concesiones mineras, comerciales o de otro tipo, vigiladas y custodiadas por ejércitos privados, que presidió la dominación de Europa sobre África hasta la Primera Guerra Mundial 33, se retroalimenta a sí misma haciendo necesario al débil Estado africano el acudir a estos «servicios» para mantener su supervivencia; de este modo el círculo vicioso se perpetúa ad nauseam. Este fenómeno, ya ha sido observado con alarma por las Naciones Unidas. La situación en que se encuentran muchos estados pequeños tras el fin del guerra fría ha dado lugar a la resolución 49 análisis sobre «Protección y seguridad de los Estados pequeños» (resolución 49/31 A.G. de 9 de diciembre de 1994). En ella, la Asamblea reconocía la extrema vulnerabilidad de los Estados pequeños en lo concerniente a las amenazas externas y a actos de interferencia en los asuntos internos y resalta como un peligro para esa integridad interna a los mercenarios «concerned about the danger that mercenaries (...) can represent for small States». Puesto que no se le ve salida, a corto plazo, a la extrema debilidad del estado africano actual, la solución sería la creación de la Fuerza de Reacción Rápida de las Naciones Unidas que, por medio de operaciones de mantenimiento o en casos más extremos de construcción de la paz, apuntalara a tales estados en espera de tiempos mejores, algo que por ahora sólo está en el reino de la utopía. La segunda solución sería acudir a las organizaciones regionales de seguridad colectiva, como el ECOMOG de la Comunidad Económica de Estados del África Occidental, como ha sucedido en las crisis de Liberia y Sierra Leona, 34 para que cumpliera el mismo papel de consolidación de la paz, en defecto de la intervención de las Naciones Unidas. Esta solución todavía parece más utópica, puesto que estados todavía sin consolidar se verían obligados a destinar sus magros recursos a operaciones en estados vecinos que seguramente padecen los mismos problemas que ellos. Apéndice I Decreto 28 de diciembre de 1967, nº 3144/67 (Presidencia) Servicio Militar Art. 1 Queda prohibido a los españoles prestar voluntariamente servicio de armas en país extranjero. Art. 2 La prestación o continuación de tal servicio de armas producirá de pleno derecho la pérdida de la nacionalidad española. Art. 3 Las Autoridades que tengan noticia de haberse infringido la prohibición lo pondrán inmediatamente en conocimiento del Ministerio Fiscal para que promueva la inscripción de la pérdida de la nacionalidad española, en la forma prevista en el artículo 232 del Reglamento del Registro Civil (R. 1958, 1957 y 2122 y Apéndice 1951-66, 12295). Este decreto ha sido derogado según Disposición Derogatoria 3ª, de nuestra Constitución, por inconstitucionalidad sobrevenida por aplicación del artículo 11.2 de la misma: «Ningún español de origen podrá ser privado de su nacionalidad». 50 1. Aunque es un hecho poco conocido, los británicos usaron mercenarios norteamericanos en la guerra anglobóer de 1899-1902 y los belgas también en la conquista y posterior administración del Estado Libre del Congo. 2. No conviene confundir los mercenarios con la figura de las tropas de elite profesional aunque éstas estén compuestas por no nacionales del país que les paga. El ejemplo más evidente lo constituye la Legión Extranjera, creada precisamente por el rey Luis Felipe de Francia en 1831, para la conquista del imperio africano. Desde entonces, la Legión Extranjera ha actuado en Argelia, el Camerún, Chad, Yibouti, Marruecos, Congo-Brazzaville, Congo-Zaire, Somalia y Ruanda, en algunos casos revistiéndose de operación humanitaria y, en otros en forma de conflicto abierto, pero no debemos olvidar que se trata de un cuerpo profesional que forma parte de un Ejército regular de un Estado soberano. 3. Los mercenarios, por Jacques LANTIER. Ed. Daimón; Barcelona (1972) pp. 7 y ss. 4. C de S Res 161, 16 SCOR , 2 dic. Doc. S /4741 (1961) 5. C de S. Res. 169, UN Doc S/5002 (1961). 6. Los mercenarios, op. cit. pp.271 y ss. 7. «Mercenarios españoles en el Congo 1965-67» por Vicente TALÓN, Rev. Defensa, núm. 47, Madrid, (1997). 8. Decreto de 28 de diciembre de 1967, nº 3144/67, publicado en el BOE núm. 12, de 13 de enero de 1968. En el Anexo transcribo todo el decreto. 9. Es difícil determinar cuántos mercenarios estuvieron contratados por el ejército de la minoría blanca de Rhodesia. Me parece sin duda exagerada la cifra de 13.000, entre franceses, portugueses, norteamericanos, alemanes occidentales, israelíes, británicos, australianos, etc., e incluso españoles, dada por el Ministro de Educación de Tanzania, y presentada a la XXXII Sesión del Comité de Liberación de la OUA en 1979 [«La plaga de los mercenarios en África» por Rafael GÓMEZ PARRA en Diario Informaciones del 28-VIII-1979]. No hay país que pueda pagar tal contingente, pero lo cierto es que el régimen racista de Ian Smith utilizó mercenarios para las tareas más «sucias» de la guerra. 10. The General Assembly: Request all States to take effective mesures to prevent the recruitment of mercenaries for service in Namibia or South Africa [A. G. Resolución 31/146 de 20 de diciembre de 1976, relativa a la «Presencia ilegal de la República Sudafricana en Namibia» Punto 27. La resolución fue aprobada por 107 votos a favor, 12 abstenciones, y con la oposición de Bélgica, Francia, Reino Unido, Estados Unidos, República Federal de Alemania y Luxemburgo.] 11. El 17 de junio de 1977, un grupo de 80 mercenarios belgas y franceses desembarcaron en el aeropuerto de Cotonú y se dirigieron al palacio presidencial, en un intento de golpe dirigido contra el gobierno marxista-leninista del presidente Kérékou. El intento fracasó porque aquél no se encontraba en la capital y los mercenarios tuvieron que reembarcar en el mismo avión que les había llevado. [«Maladie honteuse du neocolonialisme» por Claude LARZUL, en Aujourd’hui l’Afrique nº 14-15; (1979); pp. 37-42] 12. «Mercenary intervention in Sierra Leona: providing national security or international explotation?» David FRANCIS en Third World Quarterly. Vol. 20; nº 2; p. 321, (1999). 13. Keesing’s Contemporary Archives (1981) pp. 30693-30694 14. «On Machiavelli and the Mercenaries», Kenneth W. GRUDDY en The Journal of Modern African Studies. Vol. º 6, nº 3, (1968), p. 303. 15. Warlords in International Relations, por Paul B. RICH, Nueva York, (1999), pp. 4-5. 16. El sistema político establecido por los señores de la guerra es el llamado en inglés warlordism, 51 análisis expresión muy difícil de traducir al castellano. Sin embargo, en la historia de Europa podemos encontrar dos antecedentes que nos pueden llevar a su compresión y, en ambos momentos históricos el Estado moderno se estaba consolidando. Me estoy refiriendo a los Condottieri, jefes de mercenarios que mediante contrato (condotta) firmado entre él (junto con sus hombres) y los gobiernos municipales, se ponía al servicio de la ciudad italiana. Alguno de ellos adquiriría el poder político personal, la «señoría» como Francisco Sforza en 1450 en Milán. [Historia del Mundo, de José PINJOAN, tomo VII, Barcelona (1969), p. 14]. Este sistema de ejércitos no fue exclusivo de Italia; ya en los siglos XV y XVI en Alemania, constituida por ducados y algún principado, se formaban ejércitos de mercenarios. Estos ejércitos o bandas, estaban mandados por nobles alemanes, que se alquilaban, recibiendo el nombre peyorativo de landsknechte (literalmente soldados de infantería) o lansquenetes en su castellanización. [Historia Social y política de Alemania, A. RAMOS-OLIVEIRA, t. 1 México, (1964), p. 123] En la guerra de los Treinta Años fue característica la existencia de ejércitos de mercenarios, que se ponían al servicio de los contendientes, según les conviniera a sus Kondottiere (Sölder-führer) Un ejemplo los tenemos en el español Baltasar Marradas, general a las órdenes del emperador Fernado II, que después de la batalla de la Montaña Blanca (1620), confiscó las tierras y el castillo de Hluboká y se convirtió en señor de Bohemia [Historia del Castillo de Hluboka, Miroslav TRÔKA, Budéjovice, Bohemia, (1968), p. 2] 17. El autor de este artículo ha preferido mantener el texto original en inglés, para evitar en su traducción al castellano traicionar su significado. 18. Un relator especial es una persona física de relevancia internacional, nombrada por la Comisión de los Derechos Humanos de Naciones Unidas, a la que la misma Comisión le encarga el estudio de una situación en que se está violando gravemente los derechos humanos, en una o varias regiones del planeta (torturas o ejecuciones sumarias o arbitrarias). Realiza su labor durante el tiempo que estime necesario, viajando por las zonas en las que se están produciendo los hechos, recogiendo testimonios y escuchando a los gobiernos implicados. Su labor, que puede durar años, termina por un informe que rinde al secretario general para que este a su vez lo presente a la Asamblea que lo acaba adoptando mediante resolución sin valor vinculante alguno. El relator especial ni es órgano jurisdiccional, ni puede actuar como fiscal, por los que sus informes solo contienen descripciones de hechos y las posibles medidas necesarias para solucionarlos.[ABC de las Naciones Unidas, Nueva York (1995)] 19. Commissião Internacional de Inquirito sobre os mercenarios. Doc. Ministerio de Justiçia, 1977, Luanda. [Recogido en «Los mercenarios a la luz del Derecho humanitario» por Luis MASIDE MIRANDA; Revista Española de Derecho Militar; nº 55/1; 1990; p. 70] 20. Como consecuencia del intento de golpe de Estado habido en Benín en junio de 1977, su presidente convocó una Conferencia sobre el Mercenariado (Conference sur le mercenariat). Tal conferencia, más de carácter político, no supuso innovación alguna en la definición o regulación de este fenómeno, y simplemente se limitó a hacer un llamamiento a los Estados a respetar las resoluciones de Naciones Unidas sobre los mercenarios (cita expresamente las resoluciones 239, Consejo de Seguridad, y 2395XXIII, 2465- XXIII, 2548, XXIV y, 3103, XXVII de la Asamblea General) y a condenar políticamente a las potencias occidentales, a otros países africanos, Marruecos, Costa de Marfil, Senegal, Gabón, el Imperio Centroafricano (Bokasa) y el Zaire de Mobutu, a los regímenes racistas de la República Sudafricana y de Rhodesia y a las multinacionales por el empleo de aquellos que no constituía sino una continuación del colonialismo. 21. Esta Convención tuvo su primer antecedente en la resolución del Consejo de Ministros de la OUA 52 de 10 de septiembre de 1964: «the use of mercenaries has unfortunate effects on the struggle for national liberation in Angola, Southern Rhodesia, Mozambique and other territories in the regions which are still under colonial domination». Era clara la preocupación de la OUA por la intervención de los mercenarios en el lado equivocado, durante la guerra fría. 22. Estarían, por tanto, excluidas de la condición de mercenario toda tropa profesional de un ejército y todo cuerpo de tropas extranjero insertado en un ejército nacional, tales como los gurkas nepalíes en el ejército británico o la Legión extranjera en el ejército francés, aunque sus integrantes no sean nacionales del Reino Unido o de Francia. 23. art. 1.2. «Título I Ámbito del presente Protocolo.» 24. Por su interés transcribiré el párrafo 55 del Informe (documento traducido al español por Naciones Unidas) que contiene la conversación de Barlow con el relator especial: «Al respecto, (el Sr. Barlow) entregó al Relator Especial copia fotostática de un diploma de reconocimiento entregado por la Asociación sierraleonesa «Children Associated with the War» en agradecimiento de las labores de su empresa en favor de los niños víctimas de la guerra. El Relator Especial preguntó finalmente al Sr. Barlow que opinión le merecía que se le considerara a él, a sus empleados y a su empresa, como mercenarios: Respondió que nunca sus hombres se ven como mercenarios: «Nos vemos más bien como soldados y como africanos, que vamos en ayuda de otros africanos», respondió. Por último, hizo entrega al Relator Especial de otros documentos de carácter publicitario sobre las actividades de su empresa. 25. Un modo posible de lucha contra el mercenariado sería la prohibición a algunos individuos de abandonar su territorio nacional. Sin embargo, tal restricción podría violar otro derecho fundamental, el del art. 13.2 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos que concede el derecho a cada ciudadano a abandonar su propio territorio nacional y retornar a él o el del artículo 12.2 del Convenio de Derechos Civiles y Políticos de 1966 que se pronuncia en el mismo sentido. 26. Por ejemplo, como reconoce el Relator Especial en su informe, se dan situaciones límites como es la del extranjero que ingresa en un país y adquiere la nacionalidad o se le otorga, para no ser considerado mercenario, o que tiene doble nacionalidad, siendo una de ellas la del país que le contrata. 27. La Military Professionals Resources Inc. compuesta por oficiales retirados de las fuerzas armadas de los EE.UU. fue contratada por el Gobierno de Croacia para montar la operación «Tormenta» que devolvió Eslavonia y la Krajina ocupadas por los serbocroatas y en la actualidad asesora a las fuerzas armadas de ese país en su adaptación a la OTAN [«Las Fuerzas Armadas croatas» por V. TALÓN en Defensa núm. 269, sept. 2000, pp. 36-55]. Esta empresa también obtuvo otro contrato del Gobierno de la Federacion croata-musulmana de 100 millones de dólares para equipar y entrenar al ejército de aquella entidad [«A question of facts. The legal use of Private Security firms in Bosnia» David KASSEBAUM en Columbia Journal of Transnational Law vol. 38/Nº 3; (2000); pp.582-602 ]. Todos los contratos necesitan de la aprobación del Departamento de Estado. 28. «Mercenaires sud-africains» por Laurence MAZURE en Le Monde Diplomatique (octubre 1996) 29. Ibid. 30. «II Aplicación del Acuerdo de Abiyán: 7. Con arreglo a las disposiciones militares del Acuerdo, se ha de proceder al desarme y la desmovilización de los combatientes del Frente Unido Revolucionario; a la reducción y reorganización de las Fuerzas Militares de la República de Sierra Leona; al retiro de la empresa privada de servicios de seguridad, el Grupo Ejecutivo, a la adopción de medidas para el retiro de las fuerzas extranjeras del país en forma compatible con las obligaciones derivadas de tratados» [Consejo de Seguridad «Informe del 53 análisis Secretario General sobre Sierra Leona» S/1997/80 de 26 de enero de 1997, el subrayado es mío]. 31. «Mercenaires sud-africains» art. cit. 32. Ballesteros, Informe citado. 33. El rey de los belgas Leopoldo II constituyó en 1882 la Asociación Internacional del Congo, que se convirtió el 1º de agosto de 1885 en el Estado Independiente del Congo, empresa de capital privado constituida para la explotación económica del territorio. En noviembre de 1907 firma con el Estado belga un tratado por el cual el Estado Independiente del Congo pasa a la soberanía de Bélgica. Y el 18 de octubre de 1908 el Parlamento belga cambia por ley el estatuto del territorio de empresa privada a colonia del Estado. En todo este tiempo el Estado Libre del Congo tuvo su propio ejército privado para mantener el orden en el territorio. 34. «Mercenary intervention in Sierra Leona: providing national security or international explotation?» David FRANCIS en Third World Quarterly vol. 20; nº 2; pp.335-336, (1999). BIBLIOGRAFÍA ABC de las Naciones Unidas, Nueva York, (1995) LANTIER, J. Los mercenarios, Barcelona, (1973). MIROSLAV, T. Historia del castillo de Hluboká, Bohemia, (1968). PINJOAN, J. Historia del Mundo. Tomo VII, Barcelona, (1969). RAMOS-OLIVEIRA, A. Historia Social y Política de Alemania, Tomo 1, México, (1964). RICH. P. Warlords in International Relations, Nueva York, (1999). TORRES UGENA, N. Textos Normativos de Derecho Internacional Público, Madrid (1994) REVISTAS Aujourd hui l Afrique (1979) Columbia Journal of Transnational Law (2000) Diario Informaciones (1979) Keesing s Contemporary Archives (1981) Le Monde Diplomatique (1996) Revista Española de Defensa (1997) Revista Española de Derecho Militar (1990) The Journal of Modern African Studies (1966) The Yearbook of United Nations (varios años) Third World Quarterly (1999) 54