T 16 p.241 - Poder Judicial de la Provincia de Santa Fe

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HONORARIOS. ALCANCE TEMPORAL DE LA LEY 12.851. TRABAJOS REALIZADOS CON
ANTERIORIDAD A SU SANCIÓN. APLICABILIDAD DE LA LEY 12.851
A y S, tomo 16, pág. 241
Santa Fe, 3 de junio de 2009.
VISTOS: Estos autos caratulados “ANDRADA, Diego Alberto y otros contra PROVINCIA DE
SANTA FE -R.C.A.- sobre REVOCATORIA DE HONORARIOS” (Expte. C.C.A.1 n°341, año 2008), venidos
para resolver el recurso interpuesto a fojas 7/9; y,
CONSIDERANDO:
1. Contra el auto de regulación de honorarios de fecha 9.9.2008 (A. T. 13, pág. 281; f. 3/vto.)
interponen los doctores Iván José María Cullen y Nicolás Fernando Mayoraz -por los actores y por propio
derecho- “recurso de revocatoria” (fs. 7/9).
Circunscriben el planteo a los honorarios a ellos regulados por la suma de $ 2700, considerando que no
deben superar los $ 2400.
Al efecto dicen que no cuestionan la proporción establecida en el auto regulatorio, sino la ley aplicable,
considerando que es la 6767 en vez de la 12.851, en razón de que todo el trabajo profesional se efectuó con
anterioridad a la vigencia de esta ley.
Citan jurisprudencia de la Corte nacional, y señalan que aplicar una ley no vigente al tiempo en que se
realizaron los trabajos importa afectar el derecho tanto del profesional como del obligado a las costas.
Transcriben los artículos 1 y 42 de la ley 12.851, entendiendo que la interpretación armónica de ambas
disposiciones indica que los honorarios deben regularse conforme las escalas arancelarias y criterios establecidos
en la fecha en que se hicieron los trabajos.
Expresan que el artículo 42 debe regir sólo para los “mecanismos procesales que establece la misma
ley”.
No obstante ello, plantean la inconstitucionalidad de dicha disposición por afectación al derecho de
propiedad que queda consolidado en cabeza del deudor una vez concluido el trabajo profesional cuyo honorarios
debe abonar.
Aclaran que si bien la diferencia por la que recurre no es muy significativa, hay sin embargo muchos
otros casos -incluso alcanzados por el convenio transaccional del 20.11.2007- en los que se va a discutir cuál es
la ley aplicable.
2. Corrido traslado a la contraria (f. 11 vto.) y vista a la Caja Forense, ésta la contesta a foja 13 vto.
Expresa que la redacción del artículo 42 de la ley 12.851 es clara, precisa y no deja lugar a dudas; y
que los honorarios son de exclusiva propiedad de los abogados, con lo que la nueva ley arancelaria de ningún
modo conculca los derechos de los profesionales, los que -dice- sí fueron afectados durante casi diecisiete años
al mantenerse incólumes ante el paso del tiempo.
Por último, argumenta entorno al carácter alimentario del honorario.
3.a. Se adelanta la suerte desfavorable de la impugnación.
En efecto, la interpretación ensayada por los recurrentes, según la cual el artículo 42 de la ley 12.851
regiría sólo para los “mecanismos procesales que establece la misma ley”, no resulta adecuada a su texto
expreso, según el cual -como bien lo señala la Caja Forense- ella resulta aplicable “en todo proceso” en que no
hubiere honorarios regulados por resolución firme a la fecha de su publicación.
Es por todos conocido que la primera fuente de exégesis de la ley es su letra (Fallos: 331:858); y
también lo es el principio hermenéutico según el cual cuando la ley no distingue no debe hacerlo el Tribunal (ubi
lex non distinguit, nec nos distinguere debemus) (Fallos 304:226).
Sólo puede agregarse que el mencionado sentido literal de la norma, no pone en pugna las
disposiciones de la ley; por el contrario, dicha hermenéutica concilia y armoniza con el también invocado
artículo 1 de la ley 12.851.
Corresponde, pues, atender el planteo de inconstitucionalidad formulado.
b. En reiteradas oportunidades (“Vega”, S. T. 1, pág. 381; “Dellisanti”, A. y S. T. 5, pág. 268; etc.) esta
Cámara ha recordado que “la declaración de inconstitucionalidad es un acto de suma gravedad institucional y
última ratio del orden jurídico, por ende, un remedio extremo, al cual sólo cabe acudir cuando no existe otro
modo de salvaguardar el derecho o garantía que, amparado por la Constitución, se ve obstaculizado por una
norma de jerarquía inferior” (C.S.J.N.: Fallos: 247:387; 249:51; 303:248; 304:849 y 1069; 311:394); agregando
que igual criterio mantiene la Corte Suprema de Justicia de la Provincia, la que, siguiendo a Cooley en sus
“Principios generales de Derecho Constitucional en los Estados Unidos de América” (Peuser, Bs. As., 1898,
págs. 142 y ss.), expresó que los jueces no deben disponer la inconstitucionalidad de las leyes “a no ser que sea
absolutamente necesario para la decisión de una causa. Por consiguiente, en cualquier caso en que se plantee una
cuestión constitucional, si el expediente se presenta algún otro fundamento claro, sobre el cual la Corte pueda
apoyar su fallo y hacer perder con ello la importancia de la cuestión constitucional, la Corte adoptará ese camino
dejando la consideración del poder constitucional, hasta que se presente un caso que no pueda resolverse sin
considerarla y en el que, por consiguiente, sea inevitable una decisión sobre dicha cuestión” (“Atienza”, A. y S.
T. 175, págs 70/81).
De lo contrario, agregó este Tribunal en “Calaón” (S. T. 1, pág. 493) y “Godoy” (S. T. 2, pág. 297), se
desequilibraría el sistema constitucional de los tres poderes, que no está fundado en la posibilidad de que cada
uno de ellos actúe destruyendo la función de los otros, sino en que lo haga con la armonía que exige el
cumplimiento de los fines del Estado, para lo cual se requiere el respeto de las normas constitucionales y del
poder encargado de dictar la ley.
La Corte Suprema -añadió- al ejercer el elevado control de constitucionalidad, debe imponerse la
mayor mesura, mostrándose tan celosa en el uso de sus facultades como del respeto que la Carta Fundamental
asigna, con carácter privativo, a los otros poderes (C.S.J.N. Fallos, 226:688; 242:73; 285:369; 300:241, 1087;
314:424; C.S.J.P.: A. y S. T. 128, pág. 52, entre muchos otros).
A la luz de ese criterio, debe analizarse el planteo de los recurrentes, quienes cuestionan la aplicación
de la ley 12.851 en el tiempo en razón del nuevo quantum por ella introducido.
Pues bien, con dicho planteo soslayan que la intención del legislador no fue modificar el mecanismo de
cálculo del arancel, ni -en fin- introducir algún elemento que hiciera a su estructura o composición esencial.
Por el contrario, en lo que al quantum concierne, es evidente que la intención fue aumentar una
retribución que estaba congelada desde hacía años, a la par que garantizar la constante movilidad del arancel
mediante el sistema de unidad de honorario profesional (jus) a calcularse a partir de la remuneración asignada al
cargo de juez de primera instancia de distrito de la Provincia.
En este último sentido, no puede soslayarse lo dispuesto en el artículo 32 (sexto párrafo) de la ley
12.581, acerca de que incluso los “honorarios firmes” podrán ser “actualizados” de conformidad al mecanismo
mencionado.
Y bien, no son extraños los aumentos salariales con efecto retroactivo, esto es por trabajos realizados
bajo la vigencia de una remuneración menor.
En tales condiciones, puede afirmarse que no concurren las circunstancias consideradas y resueltas por
la Corte Suprema de Justicia de la Nación en autos “Zambrano Serrudo” (Fallos: 329:3148), oportunidad en la
que, además, sentó sólo “como principio” (considerando 4) el criterio ahora mencionado por los recurrentes.
Por lo demás, tampoco puede marginarse que la interpretación que aquí se postula de la opción ejercida
por el legislador en el cuestionado artículo 42, sin dudas aporta claridad y coadyuva a simplificar la solución de
situaciones en las que un criterio distinto sobre el alcance temporal de la ley sería de muy difícil
instrumentación. Tal el caso de trabajos desarrollados en parte bajo el imperio de la anterior legislación y en
parte durante la vigencia del nuevo régimen.
Por lo tanto, la Cámara de lo Contencioso Administrativo N° 1 RESUELVE: Rechazar el recurso de
reposición interpuesto.
Regístrese, hágase saber y córrase vista a la Caja Forense.
Fdo. DE MATTIA (p/sus fundamentos). PALACIOS. LISA. Barraguirre (Secretario)
FUNDAMENTOS DEL SEÑOR JUEZ DE CÁMARA DOCTOR LUIS ALBERTO DE MATTIA:
1. Tal se postula, corresponde el rechazo de la impugnación deducida.
Para así decidir, debe señalarse que la denominada interpretación “armónica” postulada por los
recurrentes no se condice con el contenido de la ley 12.851, modificatoria de la ley 6767, en tanto prescribe que
“los honorarios... devengados... se regirán por las disposiciones de la presente ley a partir de su publicación”
-artículo 1-, y que ella -se precisa- “... será aplicada en todo proceso en el cual no hubiere honorarios regulados
por resolución firme a la fecha de su publicación” -artículo 42-.
Es decir, que -alejado de lo que se entendería- las disposiciones precedentes no implican la cuestión
temporal de la prestación profesional, y sí, en cambio, lo hacen respecto al derecho adquirido por los abogados y
procuradores a la remuneración de las tareas realizadas [u honorarios devengados] en todo proceso, y mientras
no se encuentren determinadas por resolución firme a la fecha de la publicación de la ley modificatoria.
Ahora bien: en lo que refiere al caso se debe destacar que la ley 12.851 fue publicada en el Boletín
Oficial el día 5.6.2008, en tanto que la regulación aquí impugnada fue resuelta en fecha 10.9.2008 (A. y S. T. 13,
pág. 307), y notificada a las partes el 29.9.2008. Dichos acaecimientos trasuntan -con claridad- que en dicha
decisión este Tribunal estipula los honorarios a favor de los abogados según el nuevo régimen arancelario, sin
contradicciones con el mandato legal.
De manera que la interpretación ejercida, y sustento de la postura de los recurrentes, hubiera
correspondido en condiciones distintas a las regladas, y sin necesidad en ese supuesto, de manera contraria a lo
que acontece en este planteamiento, de forzar hermenéuticamente o soslayar el contenido de la norma, siendo
que ella mantiene un sentido unívoco en su enunciado y postulación.
Por lo demás, es conveniente señalar que el artículo 33 de la ley 12.851 el legislador plasma la licitud de
pactar o contratar honorarios únicamente “por un monto mayor al establecido en la presente ley...”,
determinando en el siguiente artículo 34, en primer lugar -y párrafo-, la obligatoriedad del depósito de los
aportes a la Caja Forense y Caja de Jubilaciones para “dar por terminado... [el] expediente...” y, en segundo
lugar -e inciso a)-, como excepción el “cumplimiento de disposiciones judiciales fundadas en leyes de orden
público”.
Es que ese giro [orden público], y en consideración de las categorías jerárquicas involucradas, conducen
a la idea central que el carácter de esa “‘norma de orden público’ deviene ‘imperativa’ e ‘irrenunciables por las
partes’, quienes se verán privadas de hacer prevalecer su propia voluntad por sobre el imperio de la ley” (véase
Peyrano, Jorge W., Eguren, María Carolina y Marcela García Solá; Ley 6767. Honorarios profesionales, Juris,
Rosario, 2002, pp. 613-615), criterio trasladable a la ley 12.851.
2. En punto a la inconstitucionalidad impetrada contra del artículo 42 de la ley 12.851, habrá de
señalarse que no se advierte en el sub examine que la citada tacha traiga argumentos capaces de rebatir o
neutralizar aquella prescripción, ni tampoco dirigidos a demostrar los derechos constitucionales que invoca
lesionados.
En efecto, se observa que no obstante la alusión genérica a vicios que lesionarían el derecho de
propiedad que les corresponderían, y el de quienes cargan con los honorarios, la sustancia del agravio remite a
cuestiones de interpretación y aplicación de normas y antecedentes, que sólo reflejan la disconformidad con la
decisión de esta Cámara, y sin que se explique satisfactoriamente cuál es el motivo que excluye la aplicación de
la ley 12.851, o por qué la citada ley no determina de manera adecuada los nuevos honorarios sean para los
profesionales o para quienes deben hacerse cargo de ellos, o cuál es la lesión patrimonial o perjuicio que provoca
la regulación atacada, entre otros interrogantes.
En ese sentido el instrumento legal citado, y en especial el artículo 42, por su calidad determinativa,
cumple con los recaudos de legalidad y de razonabilidad, al ordenar el sistema arancelario y respetando las
regulaciones de honorarios dispuestas mediantes resoluciones que adquirieron firmeza legal, y ejecutoriedad, y
preservando aquellas situaciones que no alcanzan ese estado, cuya consideración -así lo apreció el legisladoramerita un enfoque acorde a otra realidad.
Por contrario, se concebiría si la regulación de los honorarios profesionales hubieren adquirido firmeza o
si resultaren inferiores al mínimo establecido por la ley arancelaria, hipótesis que no son al caso, y siendo que la
norma atacada no contiene vicios que la tornen lesiva en tanto la remuneración dispuesta a favor de los
impugnantes, ni respecto de quienes deben tomar el cargo de las costas, ajustándose en tiempo y forma a lo
dispuesto por la ley.
Debe señalarse, pues, que los argumentos empleados en la impugnación no consigue -desde la
perspectiva normativa en cuestión- acreditar el concurso de la inconstitucionalidad postulada en razón de que no
aparece irrazonable, a tenor de las particulares circunstancias que nutren este pleito, que el fallo atacado se
encuentre fundado en la ley que determina el nuevo régimen arancelario.
En definitiva, los agravios invocados por los recurrentes devienen en discrepancias de interpretación
legal, por ende, carentes de idoneidad para sustentar la declaración pretensa, y sin que la resolución impugnada
amerite su descalificación como acto jurisdiccional válido, ni ser considerado arbitrario.
Por lo demás, y al respecto, la doctrina de la arbitrariedad exige la existencia de graves falencias e
irregularidades, que produzcan una ruptura en la necesaria conexión lógico-jurídica de los temas que deciden o
deben decidir, implicando por ello la lesión de garantías constitucionales, lo que en el caso -se reitera- no
acontece (conf. Fallos: 326:621).
Así voto.
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