JUSTIFICACIÓN, EXCULPACIÓN Y EXENCIÓN* Francesco GIANNITI Catedrático de la Universidad de Bolonia 1) Las causas de justificación son situaciones particulares en virtud de las cuales un hecho típico, es decir conforme a la descripción legal, no es ilícito, o sea contrario al ordenamiento jurídico, porque la ley lo autoriza (generando una facultad o derecho subjetivo) o incluso lo impone (generando un deber). Las causas de justicación pueden ser generales o especiales. Las primeras están previstas en los arts. 50-54 CP, mientras las segundas aparecen en la Parte Especial del Código (v. gr., la legitimidad de la resistencia a los actos arbitrarios del funcionario público, prevista en los arts. 336-339 y 341-343), así como en distintas leyes penales especiales. La expresión causa de justicación resulta aceptable siempre que se entienda como “justicación del hecho” y no del delito, pues impiden la propia existencia de éste. Parte de la doctrina y de la jurisprudencia se refieren a ellas impropiamente como eximentes, confundiéndose de este modo con las auténticas eximentes, de las que se hablará más adelante. El hecho justificado es lícito tanto en la esfera penal como fuera de ella, en el resto del ordenamiento jurídico, con la única excepción (y sólo parcialmente) del estado de necesidad, como explicaré en seguida. Las razones que convierten en secundum ius a un hecho contra ius son muy variadas: a) En el consentimiento (art. 50) el hecho es permitido porque el ordenamiento lo observa con indiferencia (volenti non t iniuria); b) En el ejercicio legítimo de un derecho (art. 51), el hecho es autorizado porque se considera útil (qui iure suo utitur neminem laedit), mientras que en el cumplimiento de un deber (previsto en el mismo art. 51), el hecho es “impuesto por una norma jurídica o por * Trad. GARCÍA RIVAS, Nicolás. UCLM FRANCESCO GIANNITI una orden legítima de la autoridad” porque se considera necesario para el interés general, como se desprende del tenor del precepto. c) En la legítima defensa (art. 52), el hecho es aceptado a modo de autotutela privada, dado que el Estado no puede intervenir de inmediato para evitar la agresión ilegítima (vim vi repellere licet); d) En el uso legítimo de armas (art. 53), el hecho es autorizado porque se considera indispensable (para el legislador autoritario de 1930), como se desprende del apartado 3º del artículo citado . e) En el estado de necesidad (art. 54), el hecho es tolerado porque alguno de los intereses en juego debe sacrificarse (neccesitas non habet legem). Se explica así la razón de fondo por la que las causas de justificación excluyen la propia aparición del delito, convirtiendo el hecho en lícito: en efecto, falta la ofensa a un interés estatal o, lo que es lo mismo, el daño social, por cuanto el interés específico del sujeto es susceptible de sufrir una ofensa material , pero no jurídica. A excepción del consentimiento, en el que falta todo interés, incluso el del particular que renuncia a la conservación del mismo, el resto de causas de justificación (también el estado de necesidad) expresan una ponderación de intereses en conicto en virtud de la cual un determinado interés es considerado por el legislador prevalente respecto a otros, de manera que se tutela sólo el interés prevalente, sacrificándose el resto. La regulación de las causas de justificación puede sintetizarse en los siguientes puntos fundamentales: a) Cuando existen, aún no siendo conocidas, se valoran objetivamente a favor del agente (art. 59.1) y de todos los partícipes (art. 119.2); b) Si a causa de un error se consideran existentes (es decir, si son putativas), se consideran causa de exculpación (art. 59.4); c) Si existen, pero se superan por imprudencia los límites previstos, persiste el exceso culposo (art. 55, que confirma la regulación general de la imprudencia del art. 43.3, y del error de tipo –art. 47.1-). 2.) Las causas de exculpación, por su parte, excluyen el elemento psicológico del delito: el hecho es típico y antijurídico, pero no constituye delito por ausencia de dolo e imprudencia. En esta categoría se incluye el error, así como la amenaza (o violencia moral) y la coacción, esto es la vis compulsiva que restringe, pero no anula, la voluntad del sujeto (coactus, tamen voluit). Pese a todo, se discute en la doctrina qué figuras pueden considerarse causas de exculpación. Comoquiera que el hecho sigue siendo típico y antijurídico no pueden incluirse en esta categoría aquellas circunstancias que eliminan ya la tipicidad del hecho (delito putativo o delito imposible –art. 49.2–) o – 1072 – Scriminanti, scusanti ed esimenti excluyen la relevancia jurídica de la conducta a tenor del art. 42 (estado de inconsciencia involuntaria, fuerza mayor). La misma controversia existe en torno al caso fortuito, aunque la solución resulta en aquí más difícil. Siendo un hecho imprevisible y por tanto inevitable, según una parte de la doctrina excluye el dolo (o mejor, la representación del hecho típico), pero según otra parte excluye no ya el dolo, sino incluso la relación de causalidad, estimándose una “concausa” desconocida del resultado. Llamamos error a la falsa representación de la realidad; se trata, pues, de un defecto de consciencia, mientras que la ignorancia es la ausencia absoluta de esta última. Cabe distinguir las siguientes clases de error: a) Error de hecho, que recae sobre la realidad; b) Error de Derecho, que incide sobre la realidad jurídica. No exculpa (art. 5 CP), salvo que se trate de una ignorancia inevitable (Sentencia del Tribunal Constitucional de 24 de marzo de 1988, n. 364). Por otra parte, cabe distinguir entre: a) Error-motivo, que afecta al proceso formativo de la voluntad, que nace viciada por una falsa representación de la realidad; b) Error-impericia, relativo a la fase de ejecución de la voluntad formada. Ahora bien, el elemento psicológico queda excluído únicamente por la concurrencia de un error sobre el hecho constitutivo de delito. Éste, que se contrapone al error sobre la norma penal o, si se quiere, sobre la cualificación penal del hecho realizado, da lugar a la exculpación por cuanto el sujeto, ingnorando la correspondencia del hecho con el tipo, se ha representado (y ha querido) un hecho distinto del previsto en la norma. No basta con cualquier error, sino sólo el esencial, que recae sobre un elemento constitutivo del delito. El error sobre el hecho puede provenir: a) De un error de hecho: si se refiere a elementos positivos, descriptivos o normativos (v. gr. la ajenidad de la cosa) del tipo (art. 47.1 CP), o sobre elementos negativos (sólo las causas de justificación y no las “eximentes” en general, como podría interpretarse la equívoca expresión del art. 59.4 CP: “circunstancias de exclusión de la pena”), cuando exista la errónea creencia de la existencia de una situación justificante (sería el caso de la denominada “causa de justificación putativa”). b) O por un error sobre la norma extrapenal o extrajurídica remitida, error que se califica como error sobre el hecho típico (art. 47.3 CP) y que abarca también los casos de ilicitud especial, es decir aquellos en los que el hecho sea cometido “ilegítima, abusiva, indebida o arbitrariamente”, de modo que para la apreciación del dolo se requiere la correspondiente consciencia. Así, por ejemplo, – 1073 – FRANCESCO GIANNITI dado que el delito de cohecho (art. 317 CP), requiere que la dádiva sea entregada o prometida “indebidamente” es necesario que el intraneus (funcionario público o encargado de un servicio público) sea consciente de la específica ilicitud extrapenal del hecho, de modo que, si realiza la entrega de buena fe creyendo que se debía dinero u otro bien, el dolo quedará excluido, en virtud del art. 47.3 CP pues se trata de un “error sobre el hecho” determinado por un error sobre la ley extrapenal remitida. Cabe añadir brevemente que el error sobre el hecho excluye el dolo en todo caso, y la culpa sólo cuando sea excusable. En efecto, la culpa persiste cuando el error podía haberse evitado observando las precauciones y cautelas necesarias (art. 47.1, segunda parte y art. 59.4 segunda parte CP). No resulta aceptable la opinión de quienes incluyen entre las causas de exculpación (o causas de exclusión del elemento psicológico del delito) junto al error de hecho también el delito putativo, pues se trata de un delito imaginario o erróneamente supuesto, es decir se trata de un no-delito, excluyéndose la tipicidad y, por tanto, la antijuricidad mientras que las causas de exculpación no excluyen ni una ni otra, sino tan sólo el elemento psicológico. 2) Las eximentes, en fin, constituyen especiales situaciones externas al hecho mismo del que no excluyen ni la tipicidad ni la antijuricidad y sí únicamente la punibilidad por razones de mera oportunidad; se trata de un hecho típico y antijurídico pero no punible. En esta categoría pueden incluirse: a) Las relaciones familiares, expresamente recogidas en los arts. 307.3, 384.1, 418.3 y 649 CP; b) Las inmunidades. A diferencia de las inmunidades penales procesales, que son causas de exención de determinadas restricciones de carácter procesal, previstas a favor de los parlamentarios en el art. 68.2 y 3 de la Constitución modificado por la Ley constitucional de 29 de octubre de 1993, n.3), las inmunidades penales sustanciales son particulares causas personales de exclusión de la punibilidad, previstas por el Derecho público interno o por el Derecho internacional en fvor de sujetos cualificados, titulares de determinadas funciones. Las inmunidades previstas por el Derecho público interno son parciales, restringidas a los actos realizados en el ejercicio de las funciones. Se prevén a favor del Presidente de la República (art. 90.1 CI), de los miembros del Parlamento (art. 68.1 CI, modificado por la citada Ley constitucional n.3/1993), de los consejeros regionales (art. 122.4 CI), los magistrados del Tribunal Constitucional (art. 3 de la Ley constitucional de 9 de febrero de 1948, n.1), de los miembros del Consejo Superior de la Magistratura (art. 32 bis de la Ley de 24 de marzo de 1958, n. 195, incluído en el art. 5 de la Ley de 3 de enero de 1981, n.1). – 1074 – Scriminanti, scusanti ed esimenti Por el contrario, las inmunidades previstas en el Derecho internacional son absolutas, pues comprenden todos los actos realizados incluso ajenos a la función desempeñada. Entre ellas destacan las establecidas a favor del Papa, de los Jefes de Estado extranjeros, de los agentes diplomáticos acreditados cerca de nuestro Estado. Los tres institutos que nos ocupan, examinados bajo diferentes perspectivas, presentan las siguientes características diferenciales. 1) Naturaleza jurídica. Las causas de justificación al excluir el elemento fundamental de la antijuricidad del hecho respecto a todas las ramas del ordenamiento jurídico, excluyen el ilícito penal y también el ilícito extrapenal, incluso si la conducta y el resultado son queridos por el autor. En efecto, no eliminan un único elemento sino la existencia misma del delito y de cualquier ilícito, porque el hecho es lícito ab origine para todas las ramas del Derecho (para el Derecho civil, cfr. Arts. 2044 y 2045 CC; y para el Derecho administrativo, cfr. Art. 4 de la Ley de 4 de noviembre de 1981, n. 689, de “Reforma del sistema penal”). Las causas de exculpación, por su parte, no eliminan ni la tipicidad ni la antijuricidad del hecho, sino tan solo el elemento psicológico o subjetivo del delito, por cuanto el resultado no es querido por el autor. Por ello, el hecho es típico y antijurídico, pero no constituye delito por ausencia de dolo o culpa. Tampoco las eximentes eliminan la tipicidad ni la antijuricidad, y a diferencia de las causas de exculpación eliminan únicamente la punibilidad del hecho por razones de mera oportunidad. 2) Valoración. Las causas de justificación tienen relevancia en sí mismas y deben valorarse objetivamente a favor del autor, aunque éste no sea consciente de su existencia o las considere erróneamente inexistentes (art. 59.1 y 4 –primera parte– CP). También las eximentes se valoran objetivamente y así , por ejemplo, se aplica la eximente prevista en el art. 649 CP incluso si el autor ignora que roba algo en perjuicio de un cónyuge. Por el contrario, las causas de exculpación deben valorarse subjetivamente pues afectan al elemento psicológico del delito. 3) Putatividad. Las causas de justificación pueden ser “putativas” ( de puto: considerar), cuando el autor cree erróneamente que concurren; en tal caso pasan a ser “causas de exculpación” (art. 59.4 –primera parte–). Si se tratara de un error cometido por culpa, el delito sería punible como imprudente (art. 59.4 –segunda parte–, que repite lo dispuesto en el art. 47.1 –segunda parte–). Se trataría entonces de una “suposición culposa de una causa de justificación inexistente”. – 1075 – FRANCESCO GIANNITI Por el contrario, las eximentes no pueden ser “putativas”, pues en caso de existir sería irrelevante. 4) Analogía. Las causas de justificación son expresión de principios generales, tal y como se mencionó: “volenti non t iniuria” (art. 50), “qui iure suo utitur neminem laedit” (art. 51), “vim vi repellere licet” (art. 52), “cumplimiento de un deber” (art. 53), “necessitas non habet legem” (art. 54). Así pues, tratándose de un derecho regular y no excepcional, admiten en principio la analogía in bonam partem. Sin embargo, en la práctica se recurre a ella escasas veces, como en la legítima defensa “anticipada”, que se admite por vía analógica pese a la ausencia del requisito de la actualidad del peligro. Así, cuando el secuestrado mata a su guardián sabiendo que éste le mataría por no haberse pagado el precio del rescate. Las causas de exculpación serían también expresión de un principio general si se aceptase la doctrina de la “inexigibilidad” como sostiene una parte de la doctrina italiana que sigue a la alemana. De acuerdo con esa teoría, se elimina la culpabilidad por la inexigibilidad del comportamiento distinto, atendiendo a que el sujeto ha actuado bajo circunstancias tales que no se le puede humanamente pedir una conducta diferente. Quienes siguen esta teoría incluyen en la categoría de la inexigibilidad no sólo los casos expresamente previstos en la ley (respecto de los cuales sería discutible si acaso su ubicación sistemática) sino también, recurriendo a la analogía iuris, causas de exclusión de la culpabilidad extralegales, de manera que configuran la exigibilidad como una causa general de exclusión de la culpabilidad para aquellos casos que no están previstos expresamente en la ley. En mi opinión, no se puede compartir esta postura porque recurre a fuentes materiales del Derecho violando el principio de legalidad. Las eximentes, al contrario que las causas de justificación, aparecen recogidas esporádicamente (art. 14, disp. Prel.) porque implican excepciones a la regla general de la punibilidad, no pudiendo por ello extenderse por vía analógica (por ejemplo, el art. 307.4 alude al cónyuge, pero no podría aplicarse en caso de mera convivencia). 5) Resarcimiento del daño. Las causas de justificación , al excluir la antijuricidad, eliminan al propio tiempo la responsabilidad civil, a excepción del estado de necesidad porque en él se lesiona el interés de un tercero inocente, que no ha provocado el peligro, mantieniendo por tanto el derecho a ser indemnizado. 6) La participación. Las causas de justificación, por tratarse de circunstancias objetivas de exclusión de la pena, “afectan a todos – 1076 – Scriminanti, scusanti ed esimenti los partícipes” (art. 119.2 CP). Por el contrario, las causas de exculpación y las eximentes son circunstancias de índole subjetiva y “afectan sólo a la persona en quien concurre” (art. 119.1) – 1077 –