Universidad Mariano Gálvez. Facultad de Ciencias de la Administración. Curso de Teoría Económica. Catedrático: M.A. José Carlos Castañeda. Maestrando: Lic. CARLOS RENÉ SIERRA ROMERO ¿PORQUÉ EL PRECIO DEL CAFÉ CAMBIA CONSTANTEMENTE? INTRODUCCIÓN El café, uno de los productos con más arraigo entre los monocultivos que se operan en muchas de las explotaciones agrícolas de América latina, ha sido a la fecha fuente de grandes riquezas y de sueños rotos. Ya que efectivamente en sus mejores tiempos y dadas las ventajas comparativas que mostraban países como Guatemala y Colombia, este producto construyó verdaderas fortunas en manos de terratenientes que pagando mal a los trabajadores (o incluso no pagándoles debido a un abusivo y espurio sistema de coloniaje), llegaron a constituirse en dueños de vidas y haciendas, siendo conocidas las fincas que dieron origen a productos de altura de las más finas cataduras y que en un tiempo llegaron incluso a renombrar algunos puertos alemanes que era a donde se remesaba el café que se producía en la ubérrima región de las Verapaces. También es importante acotar que fue el café, el que en las postrimerías del siglo XIX y durante una buena parte del siglo XX, facilitó la acumulación desmedida de ganancias entre productores, comercializadores locales y exportadores de tal manera que algunos consideraron que su cultivo aseguraba la bonanza, lo cual como se verá a continuación fue un grave error. IDEA CENTRAL Cuando se escribe sobre el café, resulta necesario indicar que es producto y el ingenio de productores, comercializadores y exportadores; así como la creatividad y la participación de catadores y baristas ha logrado producir una gama infinita de formas de satisfacer al paladar así como de impulsar modas y por supuesto formas de manejar los precios tanto local como internacionalmente. Es pues increíble lo que se ha logrado el café desde que los inmigrantes alemanes llegaron a mediados del siglo XIX a las inclinadas tierras de las Verapaces donde instalaron un ferrocarril denominado Ferrocarril Verapaz que recorría muchos kilómetros desde Pancajche (finca de reconocido valor histórico ubicada en el municipio de Tucurú, A.V.), hasta la localidad de Telemán (población que actualmente pertenece al municipio de La Tinta, A.V) donde existió un Consulado Alemán que justificaba su existencia debido a que allí, a las orillas del Rio Polochic, se instaló también un importante puerto fluvial por donde salía el mejor café del mundo hacia puertos alemanes de donde era distribuido con mucho éxito, hacia otras ciudades europeas que demandaban el producto por su calidad y gran valor a la catadura. Tanto ferrocarril como puerto ya no existen, en vista que con la expropiación que propicio el Presidente Jorge Ubico, el rio ya no tuvo mantenimiento en cuanto al dragado y la vía férrea fue desmontada sistemáticamente para robar el acero de los rieles y utilizarlos para construir corrales en fincas ganaderas. Sin embargo, aunque la historia del café asemeja una prenda tejida por el diablo por lo intrincado de su trama, conviene indicar que las cosas cambiaron en Guatemala y el mundo y a medida que aparecieron productores de café en otras latitudes, los señores del café comenzaron padecimientos que con el tiempo se volvieron crónicos y que demostraron que más que las cataduras y las artes de los baristas, los precios estarían dominados por especuladores y por sobreproducciones o bajas producciones a nivel mundial, así como por las modas y por hábitos nacientes en grandes comunidades como las que habitan China continental. CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES Sin lugar a dudas, los cambios en los precios nacionales e internacionales del café no tienen una explicación fácil. Y aunque un estudiante en el primer ciclo de su formación universitaria podría indicar que resultan del efecto de la oferta y la demanda, probablemente esta indicación no satisfaga a muchos, ya que aunque Guatemala tiene todavía grandes ventajas comparativas con otros países, estas no son suficientes para que se dé una garantía en precios y que permita proyectar de manera infalible el cultivo.