e todas las investigaciones llevadas a cabo con base en documentos y otros materiales sobre el teatro revolucionario de América Latina, se deduce que la determinación de un nuevo teatro en América Latina no debe separarse de la determinación del desarrollo de una nueva sociedad. Por ello podemos anaJizar el nuevo teatro revolucionario operativo en América Latina solamente en estrecha relación con la lucha de clases de los pueblos latinoamericanos. D el presente ensayo a,no imponer ogifl en América Latina una tradición ajena -\B que Siempre están tratando las fuerzas reaccionarÍ%-, Sino demostrar que existen en el arte latinoamericano tradiciones que conducen directamente a Brecht; que Brecht ha dejado un método que justamente cuando se da el proceso revolucionario brinde una ayuda máxima de orientación y posibilidades prácticas para intervenir. m En América Latina en general la posición r e volucionaria más que la influencia directa por conceptos estéticos conducían a la gente de teatro a Brecht. Hablando del teatro revolucionario es evident e que lleguemos, necesariamente a los conceptos estéticos de Brecht. Por ello, lo que me interesa en De la tarea dada, dedicarme a los problemas de la recepción de Brecht en América Latina, me veo en la necesidad de analizar el proceso revolucionario subcontinental en relación con los cambios teatrales dentro de este proceso, para poder entender las premisas para una recepción de Brecht y sus diferentes fqrnas. E r i las irivestigqcianes ef ectuadas se pudo comprobar que el desarrolló progresivo del teatro en América Latina estaba en relación dialéctica con el desarrollo integral socioeconómico y político y las distintas condiciones naciona les y. regionales-del. proceso revolucionario del continente. Permítanme, ustedes, presentarles a grandes rasgos las etapas más importantes del teatro progresista y revolucionario en América Latina. El surgimiento y el desarrollo del teatro revolucionario en América Latina de 1913 a fines de los años cincuenta El teatro progresista de América Latina tiene su origen en las primeras presentaciones teatrales de los criollos en la época colonial. Estas fueron causadas por el intento de las clases y capas criollas que estaban en lucha contra el poder colonial español de desarrollar su propia cultura. La base ideológica de tales presentaciones la formaron las ideas de la iluminación y, sobre todo, de la revolución en E.E. U.U. y la gran Revolución Francesa. En relación con los anhelos de las fuerzas progresistas patrióticas: despertar en los pueblos de los Estados latinoamericanos, surgidos por la lucha de la independencia, una conciencia nacional; también existía una concientización a las tradiciones culturales precolombinas de los pueblos indígenas, cuya incorporación a la lucha se quería facilitar de esta manera. En el transcurso del siglo XI X esta tendencia desapareció, por los desórdenes de las guerras civiles de las fuerzas liberales de la joven burguesía contra los poderes conservadores de los terratenientes y la jerarquía eclesiástica, ya que los representantes del progreso burgués no lograron conquistar el poder. Bajo la influencia del capital extranjero, particularmente en los países con un comercio ultramarino más desarrollado, iba abriéndose paso el cambio capitalista de las relaciones socieconómicas, surgiendo un proletariado todavía diferenciado, en alto grado decentralizado e iban formándose en su seno las premisas para un nuevo movimiento cultural. Sobre todo, la creación de sindicatos y círculos de capacitación obrera, así como de partidos obreros, dio como resultado que del trabajo teatral.surgiera un fortalecimiento de las tentativas progresis- tas conforme el desenvolvimiento de un. teatro obrero. La relación directa entre el trabajo sindical y la creación de grupos de teatro proletarios produjo, además, una nueva cualidad en la producción teatral. Por otra parte, cierto es que precisamente en los países avanzados, como Chile y Argentina, habia una separación ideológica del movimiento proletario del partido liberal pequeñoburgués, pero los intelectuales revolucionarios pequeñoburgueses se quedaron con su influencia determinante en la vida teatral. Una parte de estas fuerzas integradas en el movimiento obrero quedaba influida directamente por las ideas del movimiento proletario, sobre todo después de la gran Revolución Socialista de Octubre, mientras que otra parte se declaró generalmente partidaria de un "teatro revolucionario", bajo la influencia indirecta del auge de los movimientos revolucionarios de liberación nacional. El surgimiento del teatro obrero y su desarrollo hasta fines de los años treinta Los grupos del teatro obrero que contaban con una posición ideológicamente decidida iban creciendo y desarrollándose en h a etapa histórica en la que había grandes dificultades para lograr tales metas de la concientización (ilustración, instrucción política, etc.) con los medios del teatro. Sin embargo, puede decirse, que estos grupos, surgidos necesariamente de las contradicciones de clases debían desarrollar y organizar las fuerzas democráticas y de izquierda que se habían formado en este margen histórico. Sirve de prueba que la mayoría de los grupos fomentaba la revolución social. El desarrollo del movimiento proletario en Chile, por ej., facilitaba el surgimiento del teatro obrero. Esto radica en una serie de particularidades históricas de ese país. Prescindiendo de que Chile, por su ubicación a orillas del Océano Pacífico, figuraba entre los paises desarrollados en el comercio capitalista de América Latina, la victoria en la "guerra de salitre" de 1881 había conducido a la adquisición de abundantes yacimientos de salitre, yodo, azufre, cobre, plata, guano, etc. Esto dio lugar al crecimiento de un proletariado regionalmente concentrado en el norte de Chile ya a fines del siglo XIX, cuyas condiciones de trabajo inhumanas -sobre todo en las salitreras- y su doble explotación por capitalistas foráneos, así como por l a oligarquía nacional, promovieron fuertes luchas de.clases. Ya en 1890 los obreros de Tarapacá y Antofagasta se organizaron en sindicatos, que libraron las primeras batallas huelguistas contra los propietarios ingleses de las minas. Bajo las condiciones de una agudización de los conflictos de clase, que culminaron en una matanza en lqujque en 1907 contra los obreros de las salitreras en huelga, dejando miles de víctimas, la conciencia de clase de los proletarios chilenos comenzó a desarrollarse más rápidamente que la de sus hermanos de clase en los otros países latinoamericanos. Además nació de sus filas un personaje destacado, Luis Emilio Recabarren. Como joven tipógrafo, en 1903 había tomado la dirección del movimiento obrero chileno y comenzó con la formación de un Partido Socialista separado ideológicamente de los demócratas pequeñoburgueses. El periódico obrero fundado por iniciativa de Recabarren difundió por primera vez en América Latina la teoría marxista entre los proletarios. A l cabo de intensas discusiones con propugnadores de tendencias pequeñoburguesas oportunistas y, también anarquistas, Recabarren fundó con funcionarios consecuentemente pr'oletarios del movimiento obrero y sindical chileno en 1912 el Partido Obrero Socialista de Chile, que pasó en 1922 a ser el Partido Comunista de Chile. Por su posición constantemente leninista, Recabarren se vio expuesto a una persecución enfurecida por la reacción chilena; por ello se marchó a principios de 1918 para Argentina con el propósito de ayudar allá a sus hermanos de clase -fiel a los principios del internacionalismo proletario- en la fundación del primer Partido Comunista de América Latina. Hasta fines de 1918 Recabarren desempeñó la función de secretario político en este partido, para después, a principios de 1919, participar en la fundación del Partido Comunista del Uruguay, cuyos fundadores estaban estrechamente ligados con los revolucionarios argentinos . ' Recabarren no sólo era un político, organizador, propagandista y agitador destacado, sino también sabía incluir el trabajo cultural en la práctica política. Ya en los años 1904-1906 reconoció la necesidad de ofrecerle a los obreros de las salitreras -desmoralizados por el alcohol y el juego- un tiempo libre con sentido. La fundación de sindicatos estaba prohibida por parte de los monopolios sal itreros. Recabarren empezó a fundar pequeñas sociedades f ilarmónicas, pequeños clubs para poder aprender a bailar (la mazurca, el minueto, y la cueca -el baile nacional chileno-), paralelamente a estas actividades él organizó pequeños grupos teatrales que representaron zarzuelas, sketchs, etc. El mismo escribió más de cuatro piezas teatrales, entre ellas, en 1921, Desdichu Obrera, drama en tres actos. En este tiempo él escribió escenas cortas y piezas; exigió que los mismos obreros escribieran piezas, presentándolas después. Estos clubs tenían un carácter sociopolítico, celebrando en ellos grandes fiestas, recitando poemas y representando obras teatrales, etc. Los obreros quedaban tan entusiasmados con esto, que estos clubs crecieron muy pronto. Bajo estas condiciones (forma de organización cultural no prohibida) se constituyó un núcleo del cual surgió el primer sindicato chileno del siglo XX Estas explicaciones demuestran la relación directa entre la organización de actividades artísticas y el desarrollo del movimiento sindical. A pesar de que el ejemplo chileno en cierto modo representa una particularidad, dependiente de las condiciones peculiares de desarrollo del país, tales tendencias pueden demostrarse en otros países,dejando constancia que el movimiento cultural proletario ha surgido en la lucha directa de clases. A l principio este trabajo cultural era un método para arrancar a los obreros de la miseria, capacitándoles para una organización obrera. Después de la fundación de los sindicatos este trabajo cultural, sobre todo del teatro, por su popularidad y por su independencia de apartados técnicos, se había convertido en un medio artístico muy importante y de fácil movimiento para las luchas de la clase obrera organizada en los sindicatos. 1 Ahora los obreros ya no necesitan pertenecer a estos clubs como única organización, sino debían realizar, desarrollar y financiar el trabajo cultural por intermedio de los sindicatos fundados por ellos. Orlando Rodr íguez dijo en una mesa redonda sobre Recabarren: "El entendió desde aquella época que el teatro era un gran vehículo de doble filo: un vehículo cultural y un vehículo para contribuir a la toma de conciencia de los trabajadores. Se desarrolló a partir de entonces, proliferó el teatro obrero, el teatro popular, en sindicatos, gremios, asociaciones de trabajadores. . ." 3 . De 1913 a 1918 se fundó hasta una compañía teatral. Carlos M. Mosate se refirió en un artículo a ella: "La compañía contó con el debido apoyo de agrupaciones obreras recién formadas tales como La Casa del Pueblo. Sin esta colaboración de los sindicatos, la compañía nunca hubiera existido. Algunos dirigentes obreros, como Luis Emilio Recabarren y Domingo Gómez Rojas, se habían percatado del valor del teatro como eficaz arma de combate e instrumento para instigar las masas a la abierta lucha por sus derechos" 4 . Sobre el carácter de esta compañía, escribió Domingo Gómez Rojas, uno de los fundadores: "No haremos obras para entretener a nadie. Defenderemos a los que sufren, presentaremos el dolor de Chile; lucharemos la alegría y el dolor de los seres humanos. . ." 5 . Antonio Acevedo Hernández, proveniente también del ambiente obrero, era uno de los dramaturgos de esta compañía, desarrollando el teatro nacional chileno. Por ello le llamaron "Padre del teatro nacional de Chile" 6 . Como se pone de manifiesto en lo mencionado, la corriente del teatro obrero muestra no sólo una nueva perspectiva y un nuevo carácter del des?rrollo teatral, sino que, a l mismo tiempo, sentó la base para el surgimiento de un teatro verdaderamente nacional, introduciendo, por primera vez, los principios siguientes: a) Estos grupos contribuyeron en la creación de un drama de protesta social. b) Llevaron a la escena el folclor y las costumbres que habían sido hasta ese momento ignoradas. Hasta entonces se consideraba todo lo que llegó de Europa, fuera bueno o malo, siempre mejor que lo nacional. C) Contribuyeron a la formación de un público teatral del pueblo. d) En su época estimularon el surgimiento de las primeras compañías teatrales, cuya meta era representar solamente piezas de escritores nacionales con actores chilenos. e) Despertaron la necesidad entre los obreros de escribir ellos mismos piezas teatrales, animándoles a aprender a actuar, facilitándoles esta posibilidad en los clubs de obreros. f ) Y, no en último término, estimularon y fomentaron a los intelectuales democráticos y humanistas de esa época a escribir obras teatrales que pudieran servir para la lucha por los derechos de la clase obrera. El florecimiento de esta época del teatro obrero fue de 1908 a 1926. En la segunda mitad de los años veinte el desarrollo de este movimiento estuvo acompañado de grandes dificultades, reflejándose en ello las luchas de la clase obrera en la naciente crisis económica mundial. Puesto que este movimiento teatral y el movimiento obrero organizado en la lucha no podían separarse, cada presión ejercida sobre el proletariado significaba también un retroceso del teatro obrero. Friedrich Kats escribió acerca de ese tiempo, "que los países latinoamericanos habían sido particularmente afectados por la crisis económica mundial y en la mayoría de los países estallaron disturbios sociales de enormes amplitudes. Había un considerable crecimiento de las fuerzas de izquierda, aparición de movimientos fascistas o filofascistas e intentos de las oligarquías dominantes de frenar el movimiento democrático mediante la instauración o el reforzamiento de dictaduras militares" 7 . Precisamente este desarrollo se notó en Chile, la cuna de esta corriente principal, muy evidentemente, ya que aquí la oligarquía reaccionaria en el poder había tratado de frenar el movimiento democrático mediante un golpe. El dictador Ibáñez (1927-1931 ) gobernó el país en beneficio de las sociedades del capital monopolista, justamente en una época en la que los sindicatos ya estaban organizados firmemente. El gobierno militar que llegó al poder por el golpe, intentaba,disolver los sindicatos eliminando a todos los funcionarios que trabajaban en ellos. Muchos I íderes sind icales conocidos fueron asesinados. Durante la dictadura de Ibáñez se notó una detención temporal de las actividades teatrales. "Al producirse la reiniciación de la estructura democrático-burguesa en el año 1932", escribió Orlando Rodríguez, "entendiendo el papel que estaban jugando en el campo cultural los.organismosde los trabajadores, el gobierno de la burguesía intentó dirigir desde el Ministerio de Trabajo esta labor" '. No obstante todos los intentos de la burguesía de aislar por completo este-movimiento del teatro obrero, del movimiento sindical, ella no obtuvo éxito. A pesar de que en los años treinta la burguesía liberal tenía la hegemonía en el movimiento revolucionario antiimperialista no lograron apoderarse de todos los grupos del teatro obrero infiltrándoles ideológicamente. Ellos se quedaban en manos del sindicato utilizando su fuerza combativa a favor del proletariado. Ellos también se preocuparon por poner en duda el mito burgués, de que este movimiento se viene conservando en América Latina hasta nuestros días y sigue siendo la base para cualquier desarrollo revolucionario en cuanto al teatro en Sudamérica. Los grupos teatrales filodramáticos (1916-1930) La fase de industrialización de América Latina, que comenzada al finalizar la primera guerra mundial dio sus resultados particularmente en los países avanzados, desarrollándose con ello la conciencia nacional en las fuerzas burguesas progresistas, sobre todo, de los jóvenes intelectuales burgueses. Además, las ideas de la gran Revolución Socialista de Octubre, o sea, las reivindicaciones por la autodeterminación nacional e independencia del imperialismo, ejercían gran influencia sobre estas fuerzas. "El movimiento antiimperialista que surgía en aquel tiempo en América Latina abarcaba, sobre todo, a los intelectuales en las universidades. La intensidad de la lucha antiimperialista y el nivel de las reivindicaciones planteadas por las masas populares fue determinada en alto grado por el hecho de que en el período de 1918-1935 se fundaron partidos comunistas en casi todos los paises latinoamericanos" 9 . Ese tiempo de la aparición de una conciencia nacional orientada de modo antiimperialista, buscando nuevas soluciones sociales, motivaba también el surgimiento de un nuevo movimiento teatral. Argentina, debido a su desarrollo industrial relativamente avanzado, se convirtió en un centro de este trabajo teatral. El teatro comercial se encontraba en este tiempo en una grave crisis. Por ello algunos grupos y asociaciones de escritores, artistas, actores e intelectuales se pusieron a organizar conjuntos teatrales, publicaron proclamas tratando de encontrar una nueva tarea con orientación nacional para detener la decadencia del teatro. En el lapso de 1918 a 1930 se desarrolló este nuevo movimiento más amplio, cuyo objetivo era quitarle al teatro su carácter comercial, así como su estructura jerárquica, proclamando un teatro para el pueblo. Este movimiento contaba con dos corrientes principales. La primera proclamó "revolucionar el mundo" desde una posición anarquista forzando un teatro folclórico, de libelos, que hizo huir a los espectadores de las localidades; la otra corriente proclamó "la revolución en el arte", negando los contenidos sociales y políticos en el teatro, dándole a éste una orientación snobista, esteticista sin repercusión en las masas. Debido a sus deficientes conocimientos acerca de la técnica del teatro y de la estética, así como sus confusiones ideológicas y políticas, ambas corrientes principales cayeron en una imitación directa o indirecta del teatro comercial de mal gusto, de modo que a fines de los años treinta desapareció este movimiento. Un factor esencial para el fracaso de los grupos filodramáticos en Argentina radicaba en el hecho de que el peronismo había logrado corromper con medios demagógicos gran parte de la clase obrera, acercando los sindicatos a su I ínea política. Por otra parte, como el movimiento estudiantil siempre estaba en oposición a la ideología pro fascista de los peronistas, debía aislar los grupos teatrales influidos por éste, combatiéndolos a través de los órganos estatales. Con el surgimiento de los grupos filodramáticos que ab-rieronpaso, el nuevo teatro latinoamericano había empezado la lucha por un público más amplio, puesto que ellos intentaron un teatro independientemente de la ganancia, a precios mínimos o con funciones gratuitas en las cárceles, hospitales, bibliotecas, escuelas, etc. Los grupos f ilodramáticos, los nuevos movimientos surgidos en la literatura y todos los géneros del arte, que reflejaban el proceso socioeconómico y cultural de la época, forman el terreno en que nació el movimiento del "teatro independiente". E l movimiento del "teatro independiente" de 1930 a fines de los años cincuenta El "rclorro dcl plrc~blo A l finalizar la primera guerra mundial empezó a desarrollarse en América Latina una ola de movi- mientos revolucionarios, que culminó bajo la influencia de la crisis económica mundial (19291932) en los años 30 con la nacionalización de la industria petrolífera en Méjico (1938) y la formación de un gobierno del Frente Popular en Chile (1938). En estos movimientos las masas populares todavía lucharon bajo la dirección de partidos reformista~ burgués-democráticos. Las formasde la lucha de clases eran variadas. Comenzaron con las huelgas generales de la clase obrera (Chile 19311934, Cuba 1933-1934), pasaron por la lucha revolucionaria de los campesinos por sus bienes raíces (Méjico), la lucha armada contra la ocupación por E.E. U.U. (Sandino en Nicaragua 1926-1933) hasta llegar a los golpes de estudiantes y oficiales revolucionarios (Columna Prestes 1924-1927 en Brasil). A mediados de los años treinta se formaron en América Latina en relación con los movimientos masivos burgués-democráticosde orientación nacional-revolucionaria, muchos grupos artísticos de aficionados. Estos fueron fundados por intelectuales de la pequeña y mediana burguesía y, en algunos casos excepcionales, por trabajadores. En su estructura interna parecían a los conjuntos filodramáticos de Argentina, sufriendo la misma dispersión ideológica. Su carácter fue creado por los aficionados, ya que sus miembros se reunían después de su trabajo profesional, dedicándose en las noches a presentar obras (creadas por algunos escritores entre sus miembros, o por dramaturgos, cuyas obras podían ser utilizadas por ellos) que fueron presentadas, por lo general, en pequeñas salas y en la mayoría de los casos por ellos mismos. En Argentina se formó, bajo la dirección de Leonidas Barletta, nacido en 1902 en Buenos Aires, un nuevo movimiento teatral que obtuvo una gran influencia. Al principio surgieron grandes problemas. Muchas veces estos grupos se vieron obligados a salir a la calle para anunciar, sin megáfono, en voz alta, sus funciones, y, muchas veces también con la participación del director. Sobre esta situación nos contaba el dramaturgo Roberto Arlt, que más tarde se incorporó a este teatro: "La impresión que recibí fue pésima. Era invierno, el escenario desmantelado, la compañía tiritaba en bancos de madera, todo hacía creer en la proximidad del fracaso". Dos años después de la espantosa descripción de este grupo dada por Arlt, éste había cambiado su opinión del modo siguiente: "Que optimismo el de estos artistas. . . que buena fe. . . que paciencia. . . que solidaridad. Tres empresas similares a esta fracasaron. . . He visto a Barletta tomar a gente del brazo en la puerta de este salón para que entrara, lo he visto en la puerta pregonando como un rematador para que los traseúntes entraran gratis. Le he visto discutir con el cobrador de la luz. . . y por fin entraron algunos, vinieron otros, y hoy estamos aquí todos juntos" ' O . Esta cita de Arlt nos da a conocer con que te. nacidad y fervor de misionero estos artistas trataron de hacerle comprender al pueblo, el teatro. Solamente después de haber llenado la sala con tales métodos comenzaron con el espectáculo. Para que los primeros no se aburrieran antes de la función, los miembros del conjunto se ponían a cantar. El movimiento del "teatro independiente" contribuyó esencialmente en los puntos siguientes al desarrollo del teatro latinoamericano hasta el fir de la segunda guerra mundial: La teoría sostenida por este movimiento a) (sus representantes la llamaron su "propia" teoría) no negaba las experiencias teóricas representadas por los grandes maestros de la escena mundial ni la subestimaba. b) El deber y el derecho de cada miembro de los grupos a desarrollarse en su especialidad u otras actividades. Existían escuelas dentro del teatro. c) Trataron de popularizar tanto el teatro como las artes afines. d) Motivaronalosescritoresnacionalespara que escribieran obras teatrales que estos grupos representaran. Lucharon por un nuevo teatro y, con esto por un arte dramático nacional. Estos grupos fueron los primeros que ree) presentaron a los clásicos de la literatura mundial. Rechazaron la jerarquía del teatro cof) mercial y reivindicaron una organización democrática del teatro en la cual cada uno tuviera los mismos derechos y deberes. Así rompieron con el indi. vidualismo en el trabajo y con las jerarquías institu cional izadas. 1. No estaban de acuerdo con la fijación g) del actor a un tipo determinado. 2. Negaron las "estrellas" entre los actores. 3. Cada actor tenía el derecho y el deber de hacer papeles secundarios y principales. h) Teóricamente ellos ven en la dependencia económica del teatro también su dependencia política e ideológica. i) Implantaron el foro, en el cual el público podía, por primera vez, discutir con todos los miembros del teatro sobre lo que habían visto. Hacían un teatro para el "pueblo", acj) tuando gratuitamente o a precios baratos para alcanzar este objetivo. La contradicción principal del movimiento del teatro "independiente" hasta fines de los años cincuenta consistió en lo siguiente: Ellos proclamaron que su misión era exclusivamente artística y, que excluía absolutamente todas las tendencias políticas, ideológicas y filosóficas. Hicieron un teatro que no estaba en contradicción con la clase dominante y proclamaron un teatro para el "pueblo"; de esta manera se mantenían dependientes de la ideología burguesa. No encontraron vínculos con el movimiento revolucionario. Este movimiento teatral existió -con algunas diferencias- también en otros países latinoamericanos: El "Teatro Ulises", fundado en 1928 en Méjico por autores como Salvador Novo, Celestino Gorostize y Yavier Vallaurrutia, que también querían transformar el teatro. En Brasil el "Teatro Jugue- . te'', cuyo fundador era Alvaro Moreyra; y en Cuba el "Teatro la Bodega", fundado en 1936. Pero todos estos grupos no surgieron homogéneamente y tampoco necesariamente bajo la influencia del movimiento del "teatro independiente", pues, como ya habíamos mencionado, el teatro se formó y se desarrolló -así como todas las manifestaciones de la vida artística y cultural- en y con el proceso de los antiimperialistas de los países latinoamericanos. El desarrollo del movimiento del "teatro independiente" hasta fines de los años cincuenta A l comenzar la segunda fase de la crisis general del capitalismo se abrió para el teatro una nueva perspectiva. "En el transcurso de la guerra la presión de competencia de los monopolios extranjeros iba debilitándose en algunos países en vías de desarrolio, y esto favoreció el desarrollo de una industria nacional, sobre todo en los países latinoamericanos. Esto dio lugar a un crecimiento del proletariado, que en la segunda etapa de la crisis general del capitalismo desempeñó un papel creciente en los movimientos de liberación nacional fortaleciendo también la tendencia a la unidad de las fuerzas principales revolucionarias de nuestra época" ' ' . El movimiento del "teatro independiente" entró, de momento, al finalizar la segunda guerra mund ial en una crisis bastante grave, cuando el imperialismo norteamericano inició alrededor de 1947 la guerra fría que trajo consigo una oleada de terrorismo y de persecución de las fuerzas progresistas y sindicales instalando en la mayoría de los países latinoamericanos regímenes reaccionarios. Los movimientos revolucionarios de masas de casi todos los países de América Latina fueron, por algún tiempo, obligados a estar a la defensiva. "De esta manera se acabaron históricamente a fines de los años cuarenta los movimientos nacional revolucionarios de carácter democrático-burgués" ' . Bajo estas condiciones modificadas que no fueron reconocidas de inmediato, en todas partes y por todas las fuerzas progresistas revolucionarias, el movimiento de liberación antiimperialista de los pueblos latinoamericanos recibió nuevos impulsos en la segunda mitad de los años cincuenta. El movimiento tenía, entre todo, un carácter ampliamente democrático, concentrándose en la lucha contra las dictaduras, instaladas en muchos casos con ayuda del imperialismo estadounidense. "En 1955 se derribó al dictador argentino Perón; en 1956 Odría tuvo que autorizar elecciones y tuvo que irse; en 1958 le siguió Pérez Jiménez en Venezuela. El primero de enero de 1959 Batista en Cuba se vio obligado a irse del país a consecuencia de la revolución triunfante; en 1961 fue as,esinado el dictador dominicano Trujillo. Luchando contra los dictadores, las clases dominantes, sin embargo, consiguieron -con excepción de Cuba- aprovechar la débil unidad de las fuerzas revolucionarias, para llevar a sus representantes 'democráticos' a la dirección de los nuevos gobiernos. Así engañaron a las masas quitándoles los frutos de su triunfo para continuar en el po-. der con otros métodos. El punto culminante de este auge del movimiento de liberación antiimperialista que abarcaba a la mayoría de los países latinoamericanos que superó por su amplitud todo lo pasado, fue la revolución cubana" ' . Todo este proceso revolucionario en este sentido había influido .en el desarrollo del "teatro independiente", lo que siempre era su objetivo, o sea, c p r un teatro para las masas. Desde fines de los años 60, o sea, desde el comienzo de la crisis desatada por la guerra fría hasta el nuevo auge del movimiento revolucionario antiimperialista muchos de sus representantes comenzaron a darse cuenta de la función que le habían impuesto. El movimiento del "teatro independiente" se iba fortaleciendo en Argentina, en Uruguay, en Chile y en otros países del continente. Entre estos teatros los más significativos son: "El Galpón" (Montevideo, Uruguay, 1949), el "Teatro Experimental de Cali" (TEC) (Cali, Colombia, 1950), el ('Teatro Negro" (Sao Pablo, Brasil, 1944), el "Instituto del Teatro Experimental de la Universidad de Chile" (ITEUCH) (Santiago, Chile, a fines de los años 40), el "Teatro Arena" (Sao Pablo, Brasil, 1950-1957) y en Méjico el movimiento de tipo "teatro independiente" (1935-40), etc. Ellos se dieron cuenta de que no era suficiente actuar a precios bajos ni salir a las poblaciones obreras, así como a las barriadas marginales para popularizar el teatro, sino de que las obras populares para estos sectores sociales tenían que asegurar una gran calidad artística, y nuevos contenidos. La puesta en práctica de estos nuevos conocimientos adquiridos requería, por supuesto, recursos económicos de los cuales no disponían, así como de nuevos temas. Por ello se vieron obligados a obtener: a) Elapoyoeconómicoporpartedeorganizaciones obreras y otras organizaciones democráticas antiimperialistas. b) Hacer valer los derechos constitucionales existentes en algunos países acerca del "apoyo por el Estado para la divulgación de la cultura". c) Consideraron que uno de los problemas f undamentales a resolver era la puesta en escena de piezas con contenido popular para que el teatro se acercara más al pueblo. No obstante el gran impulso que recibieron los grupos del "teatro independiente" en los años 50, relacionado con los nuevos conocimientos acerca de la función y la responsabilidad del teatro en esta época histórica de Iberoamérica, el proceso de desarrollo de los grupos del "teatro independiente" duró de mediados de los años 40 hasta el presente. Todas estas actividades culminaron en la lucha antiimperialista de los latinoamericanos en los años 80. El motivo para ello consistió en la relación directa de estos grupos teatrales con la lucha de la clase obrera organizada, los campesinos e intelectuales así como las otras capas democráticas y antiimperialistas. Reconocieron también que un teatro hecho para el pueblo no solamente necesitaba nuevos contenidos, sino al mismo tiempo también una nueva estética. Pues, como ya habíamos mencionado, estos grupos ya tenían conocimiento de las correlaciones directas entre el contenido y la forma, entre la cualidad y la cantidad. En esta búsqueda encontraron muchas soluciones que les fueron útiles en la práctica y sus estudios teóricos. Vamos a poner dos ejemplos: 1. El reconocimiento de que piezas con contenido político también tendrían que generar placer, vale decir, placer en la política; y, 2. que el pueblo era capaz de comprender las piezas aun cuando tocaran problemas difíciles, pero solamente en el caso de que éstas representan los intereses del pueblo. Durante este tiempo se desarrollaron tres tendencias referidas a la recepción de Brecht en América Latina: La primera tendencia la representan los grupos de emigrantes judíos y alemanes, que intentaban desenmascarar el fascismo en América Latina. Su objetivo principal era la activación y la información de los emigrantes. Actuaban en alemán y yiddish. Pero también realizaron representaciones en español para informarle a la población del país anfitrión acerca de la "otra Alemania", presentándose ellos mismos como aliados en la lucha antifascista. La segunda tendencia era la puesta en escena de obras de B. Brecht en español con participación de emigrantes judíos y alemanes, que se encargaron de'las traducciones de dichas piezas. La tercera tendencia surgió de grupos latinoamericanos que tenían a su disposición solamente ediciones traducidasal italiano o francés. Ellos las traducían con base en dichas traducciones. Esta última forma conducía en algunos grupos "independientes" a una falsa interpretación de las obras de Brecht, sobre todo de sus ensayos teóricos. Atahualpa del Cioppo, el director del "teatro independiente" El Galpón, uno de los expertos más connotados de la obra brechtiana, en América Latina, expuso en una entrevista dada en Berlín lo siguiente: "Nosotros, conociendo algunas obras de Brecht, vemos perfectamente claro las dificultades que puedan surgir al ponerlas en escena sin conocer los ensayos teóricos de Brecht. Las traducimos algunas del francés al español. Pero aparecían grandes problemas conceptuales que, muchas veces, nos hicieron incomprensibles los ensayos teóricos de Brecht, como por ejemplo en vez de la palabra 'distanciamiento' la aplicación de la palabra 'alineación' " 1 4 Del origen y modo de trabajo distintos de los tres grupos mencionados que pusieron en escena a Brecht, se desprendieron concepciones diversas de las obras de Brecht, generando una confusión total de lo que era este autor. Esta situación difícil en la que se hallaba la mayoría de los grupos teatrales latinoamericanos tenía además otro problema, que hacía más difícil aun lo arriba mencionado; "la fiebre stanislawskiana". También el director y autor argentino Adolfo Gukin habla, en su ensayo Brecllt: dos c~xperic~ncius en Ambricu Latinu, sobre estos aspectos lo siguiente: ". . . se discutió la teoría del distanciamiento, se entend ía como observación del personaje. . . El desconocimiento de las soluciones concretas a los problemas escénicos de sus obras, y el significado real de sus teorías, nos condujo a un formalismo acartonado y didascálico que alejó al público de las salas y horrorizó a los actores y directores, los cuales, en aquel tiempo, empezaban a hacer sus pinitos en el sistema stanislawskiano. Esta discusión dejaba fuera de cuestión el contenido ideológico de las obras de Brecht. . . Stanislawskianos y brechtianos estábamos por la revolución. En los años 50 surge un mayor sentido de responsabilidad social en los artistas teatrales, junto a una mayor preocupación por la técnica del autor, surgen los autores más importantes de América Latina. . . esperan sus inquietudes sociales y que, de un modo muy notorio escriben para actores stanislawskianos o para brechtianos juntos" . ' Sin embargo, debe notarse que los directores de teatro en esta época estaban influidos más por Stanislawski que por Brecht. Los actores empezaron a comprender a Brecht, a medida que tenían contacto directo con un público que poco a poco exigía un cambio más acorde con sus nuevas necesidades políticas y artísricas, lo que los condujo a buscar un nuevo teatro y una nueva estética. Otro factor muy importante era el hecho de que algunos directores tenían conocimientos sobre la teoría del marxismo-leninismo, encontrando en la estética de Brecht la base para poder desarrollar un teatro con una nueva concepción. Encontraron una estética que les facilitaba acercarse a sus objetivos hasta ahora no logrados -debido a la falta de una dramaturgia más afín a sus objetivos-, así como una teoría que les aclarara científicamente su trabajo creador, vale decir la estética marxista. Algunos empezaron a introducir a Brecht en un sentido crítico y con gran responsabilidad artística. En esto llamó la atención uno de los más conocidos expertos sobre Brecht en América Latina, el ya mencionado director del "teatro inde- pendiente" El Galpón, Atahualpa del Cioppo, quien escribió con motivo de la primera representación (1957) de una obra de Brecht en Uruguay "', en el programa mensual del teatro: "Entre muchos problemas que nos plantea el teatro de Brecht para realizarlo en nuestro hemisferio, uno es el de no t e ner ninguna experiencia de su técnica, aunque dispongamos de algunas indicaciones en ese skntido. Pero con esto no basta, hay que penetrar en el escenario con ella, hay que dominar el nuevo arte del actor. Además, esta experiencia debe poder aplicarse también al y con el público. Nosotros entonces, haremos uso, de una manera que no confunda ni a l público ni a nosotros, de la forma tradicional de actuar, introduciendo en ella algunos nuevos elementos técnicos requeridos por Brecht. En total, deben coordinarse el públicci y la crítica al introducir a Brecht en nuestro hemisferio considerando, comprendiendo y aceptando aquello que es lo generalmente conocido de la estética de Brecht: o sea, s i el espectador del teatro burgués -y de cada teatro hasta ahora- a l ver una obra más sentía que juzgaba, ahora debe juzgar más que sentir, o, la parte que es sensible al sentimiento no debe superponerse a la razón, el juicio analítico. con que el espectador debería asumir los acontecimientos presentados en el escenario. Pero no debe olvidarse que se trata de relaciones entre personas con las contradicciones inmanentes en cada individuo" l.' . Es de suma importancia mencionar también la "fiebre de Brecht" que se declaró a mediados de los años cuarenta hasta mediados d e los años cincuenta, sobre todo entre los jóvenes trabajadores del teatro latinoamericano, convirtiéndose -por falta de materiales teóricos y de conocimientos marxista-leninistas- en una "crisis de Brecht". Había un clima desfavorable para la representación de sus obras y la aplicación de su método'. Se dijo que Brecht era bueno para los alemanes pero no funcionaba en América Latina. Algunos consideraban que Brecht era lo contrario de Stanislawski, o sea, un "teatro sin sentimientos" o un "teatro frío", tales fueron las palabras más,usadas por estos grupos. Ellos pusieron en escena a Brecht según el. método de Stanislawski, resultando que los mismos actores no comprendían lo que actuaron, afirmando entonces, que solamente los alemanes pudieran comprender a Brecht. Otros escenificaron a, Brecht porque sus piezas teatrales estaban de "moda", logrando mantenerse sólo un corto tiempo en cartelera, ya que las cir- cunstancias dadas solamente conducirían a un tratamiento superficial de la obra. Sobre todo, porque o conocían las piezas e ignoraban sus escritos teóricos, o los menospreciaban, o por conocer ambos solamente de manera superficial, y no tener ningún conocimiento acerca del marxismo-leninismo, aunque habría que aclarar que este Último aspecto es el fundamental. Otro factor importante entre otros, que no debe pasarse por alto, es el hecho de que se presentaba a Brecht no ante obreros y campesinos, sino ante un público de procedencia principalmente burguesa; tales presentaciones fueron efectuadas por los teatros comerciales y aquellos grupos del "teatro independiente" que se habían quedado todavía con la concepción político-ideológica de los años treinta. Desde fines de los años 40 hasta los años 50, los movimientos revolucionarios de masas iban perdiendo su carácter democrático-burgués, desarrollándose un proceso de polarización, en el cual una parte de la burguesía se entregó a l imperialismo norteamericano para combatir con él al proletariado y todas las otras fuerzas democráticas. pero la sociedad burguesa pone en inmediato funcionamiento sus mecanismos de censura y el rechazo empresarial y hasta la gendarmería, si Brecht, es decir sus obras, se ponen en función de hechos, situaciones concretas de la problemática latinoamericana, que no puede ser sino antifeudal, anticapitalista, antioligárquica y antiimperialista. Y aún peor si teatristas latinoamericanos conjugan nuestra materia prima social, dramáticamente fértil, con la estética brechtiana, es decir, aplicando a nuestra realidad concreta e inmediata los principios universales de esa estética" '. ' E l teatro revolucionario operativo A pesar de los aparatos represivos y el terrorismo, las fuerzas reaccionarias de América Latina no lograron detener el desarrollo revolucionario -como lo habían pensado- y tampoco el desarrollo del teatro revolucionario. Ya en 1961, de parte marxista-leninista, se dio la respuesta clara a la nueva situación en forma de una serie de artículos escritos por el Primer Secretario del Partido Comunista del Uruguay, Rodney Arisrnendi, que más tarde fueron publicados en un libro, así como en otras publicaciones. Del análisis sobre el desarrollo revolucionario en América Latina, se desprendió que ya no es una revolución democrático-burguesa la que esTaba a l orden del día en la historia, sino una revolución democrático-antiimperialista, en la cual, conforme con la doctrina leninista, la clase obrera en alianza con el campesinado, los intelectuales y todas las otras fuerzas revolucionarias deben desempeñar desde el inicio el papel dirigente, resolviendo las tareas de la revolución democrático-burguesa de acuerdc con las condiciones de nuestra época. A l comienzo de estas explicaciones sobre el teatro operativo quisiera utilizar una cita del profesor guatemalteco Manuel Galich, que abarca los problemas más importantes que confrontaba la mayoría de la gente de teatro en América Latina con la recepción de Brecht ( y muchas veces siguen conf rontando en la actualidad) en forma sintetizada. El dijo: "Los artistas revolucionarios hacen suyos los principios brechtianos. Los burgueses lo admiten, desde su platea, como alusión a otro tiempo u otra sociedad, pero los rechazan cuando atacan sus propios privilegios de clase 'aquí' y 'ahora'. Brecht puede ser bikn recibido por la sociedad burguesa en América Latina si se limita a imitar los montajes ael SE (se habla aquí de escenificaciones modelo del BE que estaban, naturalmente, adaptadas a las condiciones en la RDA y que de ninguna manera corresponden a los problemas de América Latina: sobre todo porque una imitación de t a l escenificación contradice los principios brechtianos. R.B.), El teatro revolucionario operativo hay que verlo en estrecha relación con este cualitativamente nuevo desarrollo revo!ucionario, más aun es el teatro una forma de lucha cualitativamente nueva y necesaria en este proceso de desarrollo, cuyo punto culminante era, como sabemos, el triunfo de la Unidad Popular en Chile. Ya que durante el cambio revolucionario de los años 60 este movimiento abarcó casi todos los.paísesdel continente, es difícil para mí describirlo en detalle. Por esto voy a caracterizar este desarrollo en forma de tesis. Además, seguramente vamos a discutir sobre otros trabajos que traten de esta etapa de desarrollo del teatro revolucionario (Días de Brecht 80), explicando este proceso profundamente. Por ello, someto a discusión mis tesis. La tercera etapa de la crisis general del capitalismo afectó en una forma diferenciada a las fuerzas revolucionarias de los países de América Latina. La creciente cornercialización y deshumanización del teatro, la situación social ines- Con esta nueva cualidad que obtuvo el teatro latinoamericano, con una estética marxista-leninist a y bajo la influencia del triunfo de la revolución cubana el teatro revolucionario latinoamericano recibió un gran impulso. El teatro revolucionario vi!ió un gran auge, ligado, al mismo tiempo, a grandes confrontaciones ideológicas; pero lo decisivo para esta época fue el surgimiento de un movimient o que podría llamarse "el teatro operativo." table de la gente de teatro, que se acercaron cada vez más a las filas de la clase obrera, así como una situación de lucha revolucionaria cualitativamente nueva en América Latina, hicieron primeramente posible un cambio de función en el teatro. Así surgió un teatro operativo como alternativa al teatro de la clase dominante. La alternativa. al teatro de la clase dominante El frente de lucha por el progreso dentro del mundo teatral, que al mismo tiempo es una lucha contra el teatro como institución del régimen social existente, por su transformación en un órgano democrático del movimiento para la futura sociedad. Debe librarse la lucha: Contra el teatro como institución ideolóa) gica y comercial de la clase dominante, sea como empresa capitalista, o sea en raros casos como teatro estatal. b) Contra el contenido ideológico de lo ofrecido por el teatro. Contra la organización y los métodos de c) producción, correspondientes a estas condiciones sociales e ideológicas caracterizadas por una jerar: qu ía férrea, obstinación y sólo instrumentalización de las fuerzas creadoras. d) Contra el carácter mercantil del teatro, que se refiere, al mismo tiempo, también a la relación con el consumidor, como lugar de diversión para las clases dominantes o satisfacción módica de la necesidad de las masas (aunque de esto se encarguen, principalmente, los medios de comunicación masiva). Por tanto, debe lucharse para que el teatro no sirva de institución y medio de represión de la oligarquía y burguesía, sino para que se convierta en órgano de las masas. Los puntos principales de partida son: una organización interna de la producción artística, animando a las fuerzas colectivas a obtener la máxima eficiencia sobre la base de una democratización interna. Se trata de organizar el camino al especC) tador de tal manera que se le alcance, justamente teniendo en cuenta su pobreza, o sea, que no se le trate de llamar a las edificaciones fijas, sino que los grupos teatrales lleguen a l pueblo más lejano, etc. d) Debe desarrollarse el método de hacer el teatro de tal manera que se despierten iniciativas en las masas, para que ellas mismas actúen, rompiendo con esto la división de trabajo del profesionalismo. Deberían ganarse a las grandes organizae) ciones de masas progresistas como comitentes y aportadores de fondo, y, viceversa deben desarrollarse métodos de actuación que ofrezcan un efecto máximo con un gasto económico mínimo. Partiendo de estos puntos debe librarse la lucha por un sistema de comunicación dirigido contra el orden social existente, como un órgano de autoentendimiento de las masas, lo cual es por lo tanto un proceso masivo, en el cual los elementos más conscientes de la sociedad deben desempeñar el papel más activo. Brecht es un gran estimulador para la realización de tal alternativa. Ha entregado modelos y hecho propuestas. Por ello los teatristas de América Latina muestran la tendencia de aplicar creativamente en sus producciones los conocimient?~ brechtianos. Muchas veces incluso los teatristas por su posición revolucionaria, sus experiencias y su trabajo con la teoría revolucionaria llegaron a conocimientos análogos, realizándolos en su sentido, sin haber conocido a Brecht. El teatro operativo y la recepción de Brecht La lucha por un nuevo enfoque de la reaa) lidad social, la realidad también de las masas populares para las cuales se está actuando. Esto se refiere, sobre todo, al contenido ideológico y a los temas de las obras, etc., y es por su carácter una lucha por el realismo social. - Algunos grupos han llegado por distintos caminos a una correcta recepción de Brecht; por una parte, mediante los estudios del marxismo-leninismo que son la premisa para poder comprender a Brecht y entenderlo correctamente; por otra parte, mediante la lucha de clases. La correcta recepción de Brecht no significa imitarlo, sino su productiva aplicación a las condiciones de América Latina. b) Se está pensando en desarrollar el método artístico de producción buscando un lenguaje teatral comprensible para las masas. Esto requiere - Brecht puede incitar al teatro operativo latinoamericano a aprovechar las tradiciones revolucionarias para el teatro. Pero también las tradicio- nes del teatro indio, así como el teatro de los negros, pueden ayudar en América Latina a percibir, en forma productiva, a Brecht, incluso a seguir desarrollando sus teorías, porque estas tradiciones representan también las tradiciones de la lucha de clases del continente. cionales reconocieron la importancia de este movimiento teatra1,canalizando muchos de estos grupos a su favor, quitándoles a los conceptos como revolución y libertad su contenido real. De esto se desprende que muchos de estos grupos empezaron a desarrollarse equivocadamente como sigue: - La operatividad aprovecha la acción de la lucha de clases. Ello no significa que los grupos no deban-también actuar en salas de espectáculos, siempre y cuando las obras teatrales representen directamente los problemas, las contradicciones y las necesidades de los hombres en su tiempo. Un ejemplo es el teatro surgido a fines de los años 60 en la Cuba socialista y otros paises con gobiernos democráticos antiimpe~ialistasde América Latina, que estaba estrechamente ligado a los problemas de la comunidad. Surgió entonces la necesidad por resolver los problemas pendientes en la comunidad, dando como resultado el placer por el cambio. El teatro se ha ido por ello convirtiendo en institución que produce placer estético informativo y políticoechcativo. - La experiencia de la creación colectiva adquirida por la indigencia de muchos de estos grupos fue generalizada como la únicamente posible y necesaria para América Latina. Negaron entre otros a los dramaturgos y directores, tomando posiciones anarquistas que frenaron tanto sus actividades artísticas así como políticas. - El público, las masas populares no son solamente los receptores, sino están creando su teatro, cambiándolo y, al mismo tiempo éste los va cambiando a ellos. El teatro se ha convertido en un instrumento al servicio del pueblo, dando una nueva imagen de él. Las obras teatrales no son presentadas como productos acabados y terminados, sino que se ofrecen de t a l manera, que el verdadero significado de ellas se adquirirá solamente por el contacto con el público, desarrollándose en la medida en que el público participe en ellas. Por otro lado, la participación del público en el espectáculo teatral se va desarrollando dependiendo de la calidad artística y de la representación de la realidad. Se comprende el teatro aquí como producto del trabajo social, como apropiación ideal en la que toda la comunidad participe. Acerca de algunos errores del teatro operativo - El camino revolucionario de los años 60 en América Latina trajo consigo un espectro de posiciones ideológicas y políticas que se reflejaron también en las actividades artísticas de los teatristas. Estas posiciones fueron aprovechadas por el imperialismo sistemáticamente a partir de los años 60; como medio de las confrontaciones ideológicas de los sistemas, especialmente éstas iban ganando importancia en la esfera ideológica de la lucha de clases. Los imperialistas y fuerzas reaccionarias na- - Decayeron a una interpretación elitista y mesiánica del arte, considerando el teatro como "un medio de concientización", así como la búsqueda de un "teatro pobre", etc. Las consecuencias son evidentes. Es más cómodo atribuirle al pueblo un modo de pensar determinado y un gusto incambiable -en este caso el modo de pensar y el gusto determinado por el aparato de las clases en el poder- que valorar correctamente los sentimientos, deseos y necesidades del pueblo, comprenderlos y seguir desarrollando el gusto y el modo de pensar mediante el arte. - Ellos impugnaron una lucha contra el Ilamado "establishment", postulando un teatro del "underground". Co.n esto decayeron en forma. Así ignoraron de hecho la necesidad de la política de alianzas, además negaban lo específico del teatro tratando de sustituirlo por propaganda. - Otros grupos afirman que el único factor determinante de la acción teatral es el "contorno". Piensan que este factor es la única fuerza motriz del teatro. Esta fundamentación es parte de una apreciación mecánica vulgar de la actividad artística, así como de la realidad objetiva en general. Pues este enfoque no hace posible comprender en el teatro el desarrollo necesario de la acción teatral. Muestra solamente un sujeto pasivo frente a un contorno material, o es decir, nos muestra al hombre como ser incapaz de cambiar el contorno. - Otra tesis equivocada es la inversión de la tesis arriba mencionada. Esta tesis postula que lo único activo y cambiante es el sujeto. Solamente el sujeto determina la forma de la acción teatral. En este caso se trata de un subjetivismo idealizado con tendencias, en su mayor parte, pequeñoburguesas y anarquistas. Transforma el. teatro en un lugar del culto de la interioridad, una fuga de la realidad ha- cia una redención privada. A esto está ligada otra equivocación básica, unos de los grupos ven en la improvisación el único y superior modo de la expresión artística. Con esto dejan libre paso a l accidente en relación con la calidad de los cuadros escénicos representados. La revolución consiste para ellos en revolucionars se":^ en la ideal experiencia inconsciente. Todo esto es una renuncia al revolucionamiento del mundo' y por último, también a "revolucionarse a sí mismo". El subjetivismo es solamente pseudorrevolucionario; lo que subjetiva- mente es autoengaño puede tener efectos contrarrevolucionarios; en vez de compromiso en las luchas se busca salvación en la mística privada, lo que hace estabilizar el poder existente. - El surgimiento de un teatro latinoamericano como institución estable que cumpla verdaderamente con su función, depende, sin embargo, del cambio de la estructura socioeconómica de sus países, del triunfo de las masas populares sobre el régimen reaccionario de los explotadores.