Manejo de enfermedades infantiles comunes en entornos de cuidado infantil Libreto Introducción Bienvenidos a “Manejo de enfermedades infantiles comunes, incluyendo las intolerancias y las alergias alimenticias”. Este curso de dos horas es parte de una serie de capacitaciones en línea diseñadas para ayudarle, como director y proveedor de cuidado infantil, a implementar en su entorno de cuidado infantil las últimas mejores prácticas basadas en investigaciones. Hoy veremos cómo manejar las enfermedades infantiles comunes y la intolerancia y las alergias alimenticias. Objetivos de aprendizaje Al completar el curso, usted podrá: Explicar por qué es importante estar familiarizado con las enfermedades infantiles. Enumerar y describir varios tipos de enfermedades crónicas que puedan afectar a los niños a su cargo. Definir y describir las intolerancias y las alergias alimenticias, y las diferencias entre ambas. Comprender lo que se necesita hacer para proteger a los niños que tengan alergias alimenticias mientras estén a su cargo. Resumen de enfermedades infantiles Todos los niños se enferman en algún momento. Es simplemente parte de la vida. Las enfermedades pueden ser causadas por una infección o pueden ser producto de la reacción del organismo de un niño a algo que haya en el entorno. Algunas enfermedades son congénitas, lo que significa que el niño nace con ellas. Algunas enfermedades se curan rápidamente, mientras que otras pueden ser crónicas. Algunas son contagiosas, lo que significa que se pueden transmitir de una persona a otra; y otras no lo son. Por supuesto que cuando los niños se encuentran en entornos de grupo, como un hogar o un centro de cuidado infantil, es más probable que se expongan a los gérmenes que causan enfermedades contagiosas, tales como el resfriado común y la amigdalitis estreptocócica. Los niños pequeños tienden a enfermarse más seguido que los niños más grandes y los adultos porque todavía no se han expuesto a tantos gérmenes. Como proveedor de cuidado infantil, usted tendrá que encargarse de enfermedades tanto contagiosas como no contagiosas. Por eso es importante tener conocimientos prácticos sobre las enfermedades infantiles más comunes. Durante el resto de este curso, veremos varios tipos de enfermedades que tienden a ser habituales entre los niños, lo que incluye enfermedades infecciosas (como el resfriado común) y afecciones crónicas (como el asma), con un énfasis especial en las intolerancias y las alergias alimenticias. Enfermedades infecciosas comunes 1 Veamos primero algunas de las enfermedades contagiosas comunes que ocurren en los entornos de cuidado infantil. Hay muchos tipos diferentes de patógenos que pueden invadir nuestro organismo y enfermarnos, como bacterias, virus, hongos y parásitos. La amigdalitis estreptocócica es un ejemplo de infección bacteriana. La gripe es un ejemplo de infección viral. La dermatofitosis es un ejemplo de micosis. Los piojos y las lombrices solitarias son parásitos que pueden infestar el cuerpo humano. Las formas más comunes en las que estos tipos de infecciones se propagan son a través del contacto físico, los estornudos, la tos y el sangrado (Nemours, 2015). Estas enfermedades infecciosas se pueden evitar en gran medida implementando procedimientos adecuados de control de infecciones, como el uso de las mejores prácticas al lavarse las manos, limpiar y desinfectar, cambiar pañales e ir al baño, y manipular alimentos. Estos son algunos de los tipos de infecciones más comunes con los que se podría encontrar al trabajar con niños: Resfriados: Los resfriados suelen ocurrir a causa de uno de los más de cien rinovirus diferentes que existen. Si un niño se resfría, los primeros signos pueden incluir irritación de la garganta, goteo o congestión nasal y estornudos. La secreción de la nariz del niño puede tener una consistencia espesa y un color amarillento o verdoso. Los niños pueden resfriarse hasta ocho veces al año. Esta infección viral es la razón principal por la que los niños van al médico y se ausentan de la escuela. Pero los resfriados no suelen causar complicaciones graves y, la mayoría de las veces, se curan por sí solos (Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas, 2015; Nemours, 2015). Gastroenteritis: La gastroenteritis recibe comúnmente el nombre de "gripe estomacal"; pero en realidad no es causada por el virus de la gripe en absoluto. La gastroenteritis se caracteriza por la presencia de vómitos y diarrea. Puede ser causada por infecciones virales, bacterianas o parasitarias. Por lo general, no es grave y suele durar pocos días, pero es muy contagiosa. El mayor riesgo de la gastroenteritis es la deshidratación, y los niños pequeños corren el mayor riesgo. Como no es realmente un tipo de gripe, la gastroenteritis no se puede prevenir con la vacuna anual contra la gripe. La vacuna contra la gripe ayuda a prevenir la infección por el virus de la gripe, que puede causar síntomas respiratorios y derivar en complicaciones graves para las personas con un sistema inmunológico débil. La mejor manera de prevenir la gastroenteritis es con el lavado frecuente y adecuado de manos (Instituto Nacional de la Diabetes y las Enfermedades Digestivas y Renales; Nemours, 2015). Otitis: La otitis, conocida en el ámbito médico como "otitis media aguda", suele ser una infección bacteriana o viral que afecta el oído medio. La otitis afecta más a los niños que a los adultos. De hecho, según los Institutos Nacionales de la Salud (2015), el 75 % de los niños padecerá otitis antes de los tres años de edad. Los signos de la otitis incluyen "dolor de oído (especialmente al estar recostado), tendencia a tironearse la oreja, problemas para dormir, llanto más frecuente que el usual, más irritabilidad que de costumbre, dificultad para oír sonidos o responder a ellos, pérdida del equilibrio, fiebre de 100 °F o más, secreción de líquido del oído, dolor de cabeza o pérdida del apetito (Mayo Clinic, 2013)". Es importante reconocer estos síntomas porque, si bien las otitis suelen tratarse con facilidad, si no se recibe tratamiento médico, podrían causar problemas a largo plazo 2 (como pérdida de la audición). Conjuntivitis: La conjuntivitis ocurre cuando se inflama la membrana transparente que recubre la parte blanca del ojo y bordea la superficie interna de los párpados, llamada "conjuntiva". Puede deberse a infecciones bacterianas o virales o a reacciones alérgicas. Los síntomas de la conjuntivitis incluyen enrojecimiento, picazón, sensación de tener arena en los ojos, secreción que forma lagañas durante la noche que pueden impedir abrir los ojos por la mañana y lagrimeo (Mayo Clinic, 2015). La conjuntivitis puede causar irritación, pero no suele dañar la vista del niño a largo plazo. Pero puede ser muy contagiosa. Por eso hay que conocer las reglas del programa sobre la exclusión de los niños enfermos del centro de cuidado infantil. Hablaremos sobre esto más adelante en este curso. Dolor de garganta: La mayoría de los dolores de garganta son causados por virus, pero aproximadamente el 15 % de los dolores de garganta de los niños son causados por estreptococos, que son las bacterias que provocan la amigdalitis estreptocócica. Otras infecciones bacterianas pueden causar anginas. Si un niño a su cargo tiene dolor de garganta acompañado de problemas para respirar, dificultad para tragar o incapacidad para tolerar líquidos, busque atención de emergencia inmediatamente. Comuníquese con los padres del niño y solicite atención médica si el niño tiene dolor de garganta durante más de una semana o si tiene fiebre, amígdalas inflamadas, manchas blancas o pus en la parte posterior de la garganta, ganglios linfáticos inflamados o signos de deshidratación (Mayo Clinic, 2015). Virus paragripales humanos: Las infecciones por virus paragripales humanos (también llamados "HPIV", por sus siglas en inglés) tienden a causar síntomas que afectan las vías respiratorias superiores o inferiores. Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades [Centers for Disease Control and Prevention, CDC] (2012), los síntomas de los virus paragripales humanos incluyen fiebre, goteo nasal, tos, neumonía, otitis, irritabilidad, pérdida del apetito, o difteria, bronquitis o bronquiolitis, que son términos para designar la inflamación de los diferentes lugares por los que pasa el aire cuando se dirige hacia el interior y alrededor de los pulmones. Estos virus se propagan a través del contacto físico con personas infectadas o superficies contaminadas, y a través de las gotas que se expulsan al aire cuando una persona infectada tose o estornuda. Infecciones por tiña: Las infecciones por tiña incluyen la dermatofitosis, el pie de atleta y la tiña crural. Si bien estas afecciones suenan como categorías separadas, en realidad, todas se refieren al mismo tipo de infección en diferentes partes del cuerpo. Todas ocurren por ciertos tipos de hongos, algunas veces llamados "dermatofitos", que proliferan en la piel, el cabello y las uñas, especialmente en condiciones de calor y humedad. Se propagan a través del contacto físico con la piel de una persona o un animal infectados, o con objetos que han estado en contacto con una persona infectada, como prendas de vestir o cepillos para el cabello (Mayo Clinic, 2015; Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, 2014). Piojos: Los piojos son insectos diminutos que infestan el cabello y el cuero cabelludo y, a veces, las cejas y las pestañas. Esto produce una intensa picazón y, en algunas ocasiones, 3 protuberancias enrojecidas que pueden supurar y formar costras, especialmente cuando los niños se rascan, lo que provoca la infección del cuero cabelludo. Los piojos pueden pasar fácilmente de una persona a otra en entornos de cuidado infantil porque los niños tienden a compartir objetos tales como sombreros, cepillos para el cabello, ropa de cama y muñecos de peluche que pueden alojar estos parásitos (Fundación Nemours, 2015). Impétigo: Es un trastorno de la piel que ocurre por una infección bacteriana y se caracteriza por la presencia de lesiones cutáneas con costras. Por lo general, la infección comienza como un cúmulo de ampollas pequeñas, seguido de supuración y de la formación de una costra gruesa de color amarillento o amarronado que está firmemente adherida a la piel. El impétigo se puede propagar a través del contacto piel con piel o con objetos que se hayan contaminado por haber estado en contacto con áreas infectadas de la piel (Nemours, 2015). Si bien esta lista contiene algunos de los tipos de infecciones más comunes en entornos de cuidado infantil, estas son sólo una pequeña muestra de las diferentes infecciones con las que usted se podría encontrar. Algunos otros tipos de enfermedades infecciosas son menos comunes; pero pueden provocar complicaciones muy graves. Estas enfermedades incluyen: Meningitis: La meningitis es una infección viral o bacteriana que provoca la inflamación de las membranas que recubren el cerebro y la médula espinal. Los síntomas pueden incluir fiebre y escalofríos, náuseas y vómitos, rigidez en el cuello, sensibilidad a la luz y cambios en el estado mental. Algunas formas de meningitis pueden ser muy contagiosas, y el impacto de la meningitis puede llegar a ser mortal en algunos casos si no se la trata adecuadamente. Hepatitis A: La hepatitis A es una enfermedad hepática causada por un virus. Se propaga a través de la ingestión de materia fecal de una persona infectada. Esto puede ocurrir por el contacto físico con otras personas o a través de alimentos o bebidas contaminadas, lo que puede ocurrir, por ejemplo, si el personal de servicios gastronómicos no se lava las manos adecuadamente. La hepatitis A es una enfermedad que se puede prevenir con una vacuna. Hepatitis B: La hepatitis B también es una enfermedad hepática causada por un virus. Se propaga mediante el contacto con la sangre y los líquidos corporales de una persona infectada. Los bebés pueden nacer con hepatitis B si la madre está infectada antes del parto. La hepatitis B también es una enfermedad que se puede prevenir con una vacuna. Virus de la inmunodeficiencia humana y síndrome de inmunodeficiencia adquirida: El virus de la inmunodeficiencia humana (también llamado "VIH") es una infección viral que daña la capacidad del organismo para combatir las infecciones. El VIH puede causar una afección médica crónica grave llamada síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA). Si bien se suele pensar que el VIH es una infección de transmisión sexual, también se puede transmitir de madre a hijo al momento del nacimiento o a través de la leche materna, y mediante el contacto con la sangre de una persona infectada (especialmente a través de transfusiones de sangre o inyecciones con agujas contaminadas) (Mayo Clinic, 2015). 4 Estafilococo áureo resistente a la meticilina: El estafilococo áureo resistente a la meticilina, también conocido como "EARM", es una infección causada por una cepa especial de bacterias que es resistente al tratamiento con los antibióticos que habitualmente se utilizan para tratar las infecciones por estafilococos. El EARM se puede propagar en los entornos de cuidado infantil porque hay demasiado contacto piel con piel entre los niños (y entre los niños y los cuidadores) en el transcurso normal de las rutinas y las actividades de juego. El EARM suele comenzar como una llaga dolorosa de color rojizo en la piel que puede parecerse a la picadura de una araña. Sin el tratamiento adecuado, el EARM se puede propagar desde la piel hasta otros sistemas del organismo y afectar los huesos, las articulaciones, la sangre, el corazón o los pulmones (Mayo Clinic, 2015). También puede haber momentos en los que un niño presenta los síntomas de una enfermedad contagiosa, pero usted no puede identificar exactamente de qué enfermedad se trata. Algunos de los síntomas que podrían ver incluyen los siguientes: Fiebre: La fiebre es un signo de que el sistema inmunológico de una persona está reaccionando a algún tipo de infección. La fiebre por sí misma no suele ser peligrosa. Un niño con fiebre puede tener menos apetito y energía que lo normal, y puede sentir escalofríos. A menos que tengan documentación en la que un proveedor de atención médica certifique que un niño no tiene una afección contagiosa, siempre es aconsejable considerar que la fiebre es un signo potencial de una enfermedad contagiosa y seguir los procedimientos de su programa para retirar al niño del entorno de cuidado infantil (Texas A&M AgriLife Extension, 2015). Inflamación: La inflamación es otro signo general de que el organismo de un niño está combatiendo algún tipo de infección, lesión o irritación. El término "inflamación" se refiere al tejido que está hinchado, enrojecido, caliente o adolorido. La inflamación puede ocurrir en cualquier área del cuerpo, y los diferentes tipos de inflamación suelen nombrarse según el área donde se manifiestan. Por ejemplo, difteria, bronquitis, bronquiolitis y neumonía, afecciones sobre las cuales ya hablamos brevemente en este curso, son todos ejemplos de inflamación del sistema respiratorio (Texas A&M AgriLife Extension, 2014). Tos: Según los Institutos Nacionales de la Salud (2015), "la tos es un reflejo que mantiene la garganta y las vías respiratorias libres de obstrucciones. Si bien puede ser molesto, toser ayuda a nuestro organismo a curarse o protegerse". Hay muchos tipos diferentes de tos: tos seca y tos productiva, tos aguda (o a corto plazo) y tos crónica (o a largo plazo), etc. Si bien algunos tipos de tos son producto de enfermedades infecciosas, otros pueden ser indicadores de afecciones no contagiosas, como alergias o asma. Si un niño tiene tos y cualquier otro signo de enfermedad contagiosa, siga las reglas y los procedimientos de su programa en cuanto a la exclusión de los niños enfermos del entorno de cuidado infantil. Exclusión de los niños enfermos del entorno de cuidado infantil 5 Con la gran variedad de síntomas y afecciones que los niños pueden experimentar, es probable que sea confuso determinar cuándo enviar a un niño a su casa y cuándo permitir que permanezca en su centro de cuidado infantil. La División de Certificación de Cuidado Infantil del Departamento de Servicios para la Familia y de Protección de Texas establece requisitos específicos para que los proveedores de cuidado infantil que operan en Texas sepan cuándo excluir a los niños de un entorno de cuidado infantil. Si usted es proveedor de cuidado infantil fuera de Texas, comuníquese con el organismo regulador de su área para averiguar qué requisitos aplican a su programa. En general, si el niño padece una enfermedad contagiosa o si su afección requiere más cuidado y atención que los que un cuidador puede razonablemente dar en el contexto de grupo, se debe llamar a la familia del niño para que lo retiren del programa hasta que haya recibido tratamiento. Las normas mínimas para centros de cuidado infantil de Texas (2015) establecen que "a menos que tenga la debida certificación para brindar cuidados de recuperación, no se debe admitir a un niño enfermo si ocurre una o más de las siguientes situaciones: La enfermedad impide que el niño participe cómodamente de las actividades del centro de cuidado infantil, incluyendo jugar al aire libre. La enfermedad requiere mayor atención que la que los proveedores de cuidado pueden ofrecer sin comprometer la salud, la seguridad y la supervisión de los demás niños a su cargo. El niño presenta uno de los siguientes síntomas, a menos que la evaluación que realice un profesional de atención médica indique que pueden incluir al niño en las actividades del centro de cuidado infantil: o Temperatura oral mayor que los 101 °F, con cambios en el comportamiento u otros signos y síntomas de enfermedad. o Temperatura rectal mayor que los 102 °F, con cambios en el comportamiento u otros signos o síntomas de enfermedad. o Temperatura axilar mayor que los 100 °F, con cambios en el comportamiento u otros signos o síntomas de enfermedad. o Signos y síntomas de posibles enfermedades graves, como letargo, respiración anormal, diarrea incontrolable, dos o más episodios de vómitos en un período de 24 horas, sarpullido con fiebre, llagas bucales con babeo, cambios en el comportamiento u otros signos que puedan indicar que el niño puede estar gravemente enfermo. Tampoco se debe admitir a un niño enfermo si un profesional de atención médica diagnosticó una enfermedad contagiosa, y el niño no tiene documentación médica que indique que ya no contagia. El Departamento Estatal de Servicios de Salud de Texas proporciona un cuadro conciso en el que se resumen muchas de las principales enfermedades contagiosas que afectan a los niños en las escuelas y en los centros de cuidado infantil. Se llama "Cuadro de enfermedades contagiosas y notas para escuelas y centros de cuidado infantil", y hemos incluído una copia entre los materiales de este curso. El Cuadro de enfermedades contagiosas enumera lo siguiente: El nombre de la enfermedad. Información sobre cómo se transmite de una persona a otra. 6 El período de incubación, que es la cantidad de tiempo que suele transcurrir entre el momento en el que una persona entra en contacto con la enfermedad y el momento en el que comienza a presentar síntomas. Los signos y los síntomas relacionados con la enfermedad. Normas para retirar de escuelas y programas de cuidado infantil a los niños que tengan esa enfermedad. Normas para determinar cuándo los niños pueden regresar a la escuela o al programa de cuidado infantil después de que se les haya diagnosticado una afección en particular. Información sobre los requisitos de las escuelas y los programas de cuidado infantil para reportar la enfermedad al Departamento Estatal de Servicios de Salud de Texas. Información sobre cómo prevenir la infección, cómo se tratan las infecciones y otras notas importantes relacionadas con cada afección enumerada en el cuadro. Tómense un momento para familiarizarse con el Cuadro de enfermedades contagiosas. [FOLLETO: Cuadro de enfermedades contagiosas y notas para escuelas y centros de cuidado infantil] Afecciones no contagiosas Hay algunas enfermedades comunes que afectan a los niños que no son contagiosas, pero que pueden requerir que se sigan procedimientos especiales o se tomen medidas preventivas para preservar la salud del niño en el entorno de cuidado infantil. Estas afecciones incluyen las siguientes: Eccema: El eccema es un sarpullido rojizo que pica y que puede provocar sequedad excesiva de la piel o la aparición de pequeñas protuberancias de color rojizo. El eccema no es una reacción alérgica; pero muchos niños con eccema tienen problemas alérgicos, por lo que los investigadores creen que las dos afecciones están relacionadas. Si bien el eccema no es contagioso, cualquier sarpullido no identificado debe considerarse contagioso hasta tener la documentación de un proveedor de atención médica que certifique que el niño puede permanecer a su cargo de manera segura (Fundación Nemours, 2015). Psoriasis: La psoriasis es una afección cutánea que provoca áreas de piel engrosada que pican, suelen ser de color rojizo y pueden tener escamas plateadas que se desprenden de las áreas afectadas. Un niño con psoriasis puede pasar mucho tiempo sin presentar ningún síntoma y luego, de manera repentina, volver a presentar el sarpullido que hace visible la afección. Hay muchos tipos diferentes de psoriasis, y un proveedor de atención médica trabajará con la familia del niño para encontrar el tratamiento adecuado para reducir la frecuencia y la gravedad de los brotes y aliviar los síntomas cuando se presenten (Fundación Nemours, 2015). Convulsiones: Las convulsiones pueden ocurrir por muchas causas diferentes, y son esencialmente una interrupción en las señales eléctricas que transportan información por todo el cerebro. Durante sus primeros meses de vida, algunos niños sufren convulsiones febriles, que ocurren cuando tienen fiebre elevada. Otros niños pueden tener episodios 7 crónicos y recurrentes de convulsiones, que se podrían diagnosticar como una afección llamada "epilepsia". Las convulsiones pueden ser muy atemorizadoras, pero la mayoría pasa rápidamente y no le causa ningún daño permanente a la persona que las padece. Si un niño a su cargo tiene antecedentes de convulsiones, el proveedor de atención médica del niño puede tener recomendaciones específicas sobre cómo minimizar el riesgo de que estas ocurran y cómo mantener al niño a salvo en caso de que sufra convulsiones mientras esté a su cargo. Diabetes: La diabetes es una afección en la que el organismo de una persona no puede usar bien la glucosa (un tipo de azúcar) de los alimentos que consume. En la mayoría de las personas, una hormona llamada "insulina" permite que las células usen la glucosa para producir energía; pero el organismo de las personas diabéticas no produce insulina adecuadamente (lo que se llama "diabetes tipo 1") o no responde a esta de la manera adecuada, lo que le impide utilizar la glucosa (esto se conoce como "diabetes tipo 2"). Esto puede hacer que se acumule glucosa en la sangre. Un nivel elevado de azúcar en la sangre puede ser peligroso y afectar la salud de una persona de muchas maneras. Por lo tanto, es importante que sigan atentamente cualquier instrucción que les brinde el personal de atención médica cuando trabajen con un niño con diabetes (Fundación Nemours, 2012). Asma: El asma es una afección en la que las vías que transportan aire a los pulmones presentan una reacción excesiva ante determinados factores irritantes, como el humo del cigarrillo, la actividad física o diferentes alérgenos que la persona inhala. Los pequeños conductos que hay en los pulmones de una persona con asma tienden a inflamarse y a producir más mucosidad que los pulmones de una persona sin asma, lo que hace que le resulte difícil respirar. Un niño con asma puede respirar de manera bastante normal la mayor parte del tiempo; pero puede sufrir una crisis repentina, lo que también se conoce como "ataque de asma", cuando los pulmones se le irritan por algún motivo. En la mayoría de los casos, un niño con asma tendrá un inhalador. Usted recibirá instrucciones del proveedor de atención médica del niño sobre cómo utilizar el inhalador, a qué síntomas debe estar atento y cómo ayudar a prevenir un ataque de asma. Asegúrese de leer y de comprender estas indicaciones antes de que ocurra un ataque, y pregunte si necesita ayuda para aprender a utilizar el inhalador u otros dispositivos (Fundación Nemours, 2014). Alergias: La alergia es una afección en la que el sistema inmunológico tiene una reacción excesiva cuando se le expone a una determinada sustancia y responde ante esta como si fuera una amenaza para el organismo, cuando en realidad es inofensiva. La sustancia a la que el organismo confunde con un peligro se llama "alérgeno". Algunas personas son alérgicas a muchas sustancias diferentes, mientras que otras sólo reaccionan a uno o dos alérgenos. Algunos alérgenos son cosas que inhalamos, como los ácaros del polvo, el polen, el moho y las escamas que se desprenden del pelo o las plumas de las mascotas. Algunas personas son alérgicas a determinados tipos de picaduras de insectos, medicamentos o sustancias químicas habitualmente utilizadas en el hogar. También hay muchas personas que son alérgicas a ciertos alimentos. Más adelante en este curso, hablaremos en más detalle sobre las alergias alimenticias. Las alergias pueden causar una 8 gran variedad de síntomas, como estornudos; congestión nasal; tos; dificultad para respirar; problemas digestivos tales como vómitos o diarrea; picazón, lagrimeo o hinchazón en los ojos; urticaria; inflamación u opresión en la garganta. Si hay niños con alergias que requieran cuidados especializados, deberá incorporar al expediente del niño un plan del proveedor de atención médica correspondiente en el que se especifique qué factores desencadenantes de alergias hay que evitar, a qué síntomas debe estar atento en caso de que el niño tenga una reacción alérgica, y cómo responder cuando ocurre una reacción (Fundación Nemours, 2014). Las alergias a alimentos y otros problemas con alimentos, llamados "intolerancias", son importantes para los proveedores de cuidado infantil porque los niños pequeños pueden estar expuestos a muchos alimentos nuevos en los primeros años de sus vidas, y porque los entornos grupales pueden ser especialmente riesgosos para los niños con alergias alimenticias graves. En el resto de este curso veremos más detalles sobre las alergias y las intolerancias alimenticias, y hablaremos sobre cómo afectan el organismo de los niños y qué puede hacer usted para preservar la salud y la seguridad de los niños a su cargo. Intolerancias y alergias alimenticias Hay dos categorías principales de reacciones adversas a los alimentos: las intolerancias y las alergias. Para preservar la salud y la seguridad de los niños que padecen estas afecciones, usted debe comprender qué significa cada uno de estos términos y qué diferencias hay entre ellos. Comencemos con las intolerancias. A diferencia de una alergia, una intolerancia alimenticia no suele afectar el sistema inmunológico de una persona. La intolerancia, también conocida como "sensibilidad alimenticia", ocurre cuando el sistema digestivo, por algún motivo, tiene problemas para descomponer un determinado tipo de alimento. Por otro lado, las alergias alimenticias involucran la respuesta inmunitaria sobre la que hablamos anteriormente, en la que el organismo percibe, erróneamente, algunos alimentos como si fuesen invasores peligrosos y responde liberando sustancias químicas, como la histamina, para intentar protegerse. Como el sistema inmunológico no reacciona cuando un niño tiene una intolerancia alimenticia, es poco probable que las intolerancias causen complicaciones graves. Cuando un niño come o bebe algo que su organismo no puede digerir adecuadamente, puede presentar estos síntomas: eructos, gases, hinchazón abdominal, indigestión, diarrea, dolores de cabeza, nerviosismo, ruborización. Si bien estos síntomas pueden hacer que un niño se sienta muy incómodo, no ponen su vida en peligro como ciertos síntomas graves que pueden presentarse en una reacción alérgica (Fundación Nemours, 2012). 9 Intolerancias alimenticias comunes Algunos alimentos son más propensos que otros a desencadenar una sensibilidad alimenticia. Estas son algunas de las intolerancias más comunes: Intolerancia a la lactosa: Según los Institutos Nacionales de Alergias y Enfermedades Infecciosas (2010), "la lactosa es un tipo de azúcar que se encuentra en la leche y en la mayoría de los productos lácteos. La lactasa es una enzima del revestimiento de los intestinos que descompone o ayuda a digerir la lactosa. La intolerancia a la lactosa ocurre cuando falta lactasa. En lugar de que la enzima descomponga el azúcar, lo hacen las bacterias del intestino, lo que produce gases que, a su vez, provocan síntomas de hinchazón y dolor abdominal y, algunas veces, diarrea. La intolerancia a la lactosa es menos frecuente en bebés y en niños menores de cinco años de edad. Como los niveles de lactasa disminuyen a medida que las personas envejecen, la intolerancia a la lactosa se vuelve más común con la edad. La intolerancia a la lactosa también varía mucho según el origen racial y étnico de la persona". Intolerancia a los aditivos alimenticios: Según la Administración de Drogas y Alimentos de los Estados Unidos (2010), "en su sentido más amplio, un aditivo alimenticio es cualquier sustancia que se agrega a un alimento. Legalmente, el término se refiere a 'cualquier sustancia cuyo uso previsto sea, o pueda esperarse razonablemente que sea (directa o indirectamente), convertirse en un componente o afectar las características de un alimento'. Esta definición incluye cualquier sustancia que se utilice en la producción, el procesamiento, el tratamiento, el envasado, el transporte o el almacenamiento de alimentos". Es común que se agreguen sustancias a los alimentos para preservarlos por más tiempo, mejorar el sabor o agregar color. Los organismos de algunas personas reaccionan de manera adversa al ingerir ciertos aditivos alimenticios, como el glutamato monosódico (comúnmente llamado "GMS") y los sulfitos. Estas reacciones se pueden confundir con alergias alimenticias porque pueden incluir síntomas como malestar en el pecho y síntomas respiratorios (Institutos Nacionales de Alergias y Enfermedades Infecciosas, 2010). Intolerancia al gluten: El gluten es una proteína que se encuentra en diferentes cereales, como el trigo, la cebada y el centeno. Muchas personas pueden consumir alimentos que contengan gluten sin tener reacciones adversas. Pero algunas personas tienen intolerancia o sensibilidad al gluten, lo que puede causar diarrea e hinchazón y dolor abdominal. Otras personas tienen una afección llamada "enfermedad celíaca", en la cual consumir gluten provoca daños al revestimiento de los intestinos, lo que hace que sea más difícil para el organismo absorber los nutrientes de los alimentos. A diferencia de otras intolerancias, la enfermedad celíaca involucra al sistema inmunológico, pero no de la misma manera que una alergia. Cuando una persona celíaca consume un alimento con gluten, tendrá síntomas que se parecen a una sensibilidad al gluten: diarrea e hinchazón y dolor abdominal. Hay otras personas que son alérgicas al trigo. Cuando una persona que padece alergia al trigo consume un alimento que contiene este cereal, puede padecer brotes de urticaria, experimentar congestión nasal, tener problemas para respirar o sufrir irritación ocular (Institutos Nacionales de la Salud, 2015; Universidad de California, Los Ángeles, sin fecha). 10 Esta es una lista parcial. Los niños a su cargo podrían tener problemas para tolerar todo tipo de alimentos. Usted debe mantener una comunicación abierta con la familia de cada niño para asegurarse de dar respuesta a las necesidades de cada niño. Como mencionamos, las intolerancias alimenticias pueden causar mucho malestar, pero no suelen ser peligrosas. Por otro lado, las alergias alimenticias pueden causar reacciones graves que, en casos extremos, pueden llegar a ser mortales. Hablemos sobre las alergias alimenticias y qué puede hacer usted para proteger a los niños de su programa. Datos sobre las alergias alimenticias Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (2015), "ocurre una alergia alimenticia cuando el organismo tiene una respuesta inmunitaria específica y reproducible a ciertos alimentos. La respuesta inmunitaria del organismo puede ser grave e incluso mortal, como la anafilaxis. Mientras que normalmente el sistema inmunológico protege a las personas contra los gérmenes, en las personas con alergias alimenticias el sistema inmunológico reacciona mal al alimento porque lo percibe como si fuera dañino". Los proveedores de cuidado infantil se deben informar sobre las alergias alimenticias porque son bastante comunes, y cada vez hay más niños a quienes se les diagnostica ese tipo de alergias. Para enfatizar el impacto de las alergias alimenticias, veamos algunas estadísticas y datos. Esta compilación fue hecha por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos (2015), la Fundación de Asma y Alergias de los Estados Unidos (Asthma and Allergy Foundation of America, AAFA), y la organización Investigación y Educación sobre Alergias Alimentarias (Food Allergy Research and Education, FARE, 2015). Las alergias alimenticias afectan a entre el 4 y el 6 % de los niños en los Estados Unidos (CDC, 2015). En los Estados Unidos, el número de niños con alergias alimenticias podría alcanzar los seis millones, y los niños pequeños tienden a ser los más afectados (AAFA, 2015). Entre 1997 y 2011, la cantidad de niños diagnosticados con alergias alimenticias aumentó en aproximadamente un 50 % (FARE, 2015). Las alergias alimenticias causan más casos de anafilaxis en entornos no hospitalarios que cualquier otra afección (FARE, 2015). En 2006, había uno o más estudiantes con una alergia alimenticia conocida en aproximadamente el 88 % de las escuelas estadounidenses (FARE, 2015). Aproximadamente uno de cada trece niños de 18 años de edad o menos tiene alguna forma de alergia alimenticia (FARE, 2015). Cada tres minutos, una persona busca tratamiento médico de emergencia por una reacción alérgica alimenticia, lo que equivale a más de 200,000 visitas a salas de emergencia cada año atribuibles a alergias alimenticias (FARE, 2015). De los niños que tienen alergias alimenticias, más del 38 % tiene antecedentes de reacciones alérgicas graves, y más del 30 % son alérgicos a más de un tipo de alimento (AAFA, 2015). Si bien es evidente que la incidencia de las alergias alimenticias está en aumento, no se sabe con certeza a qué se debe este incremento (FARE, 2015). 11 Frente a la creciente cantidad de alergias alimenticias que se diagnostican en niños, es muy probable que, en algún momento, tenga que cuidar a un niño que sea alérgico a uno o más alimentos. Para ofrecer cuidado de alta calidad a niños con alergias alimenticias, usted debe saber de dónde vienen estas alergias, qué alimentos son los que tienen más probabilidades de desencadenar una reacción alérgica, qué tipos de síntomas puede presentar un niño durante una reacción alérgica, qué medidas puede adoptar para ayudar a prevenir una reacción alérgica alimenticia en su programa de cuidado infantil, y cómo desarrollar un plan para responder a una reacción alérgica, si llegara a ocurrir. ¿De dónde vienen las alergias alimenticias? Como otros tipos de alergias, las alergias alimenticias pueden ser hereditarias. Por lo tanto, si un hermano o alguno de los padres de un niño tiene una alergia alimenticia conocida, los proveedores de cuidado infantil deben estar atentos a cualquier signo de alergias alimenticias que pueda manifestar el niño a su cargo. Según el Colegio Estadounidense de Alergias, Asma e Inmunología (American College of Allergy, Asthma, and Immunology, ACAAI, 2014), los niños pueden tener una alergia alimenticia a cualquier edad. Un niño puede ser alérgico incluso a un alimento que haya comido muchas veces en el pasado sin haber tenido ninguna reacción. Entonces, si un niño comienza a mostrar síntomas que pueden indicar una alergia alimenticia, usted debe tomar la situación con seriedad y considerar la posibilidad de que el niño pueda haber desarrollado una nueva alergia, en lugar de descartar la situación diciendo que el niño nunca había tenido una reacción a eso. Las alergias alimenticias tienden a ser más frecuentes en bebés y niños pequeños, y en los niños, determinados tipos de alergias alimenticias pueden desaparecer en algún momento de sus vidas (ACAAI, 2014; FARE, 2015). Algunas alergias alimenticias propias de los niños, como la alergia al huevo y a la leche, son más propensas a desaparecer con el tiempo que otras, como la alergia a los cacahuates, los frutos secos y los mariscos (CDC, 2015). Alérgenos alimenticios más comunes Según FARE (2015), "aunque casi cualquier alimento puede llegar a causar una reacción alérgica, en los Estados Unidos hay ocho alimentos que representan el 90 % de todas las reacciones alérgicas alimenticias. Estos alimentos son: cacahuates, frutos secos, leche, huevo, trigo, soya, pescado, mariscos". Si bien estos son los alérgenos alimenticios más comunes a lo largo de la vida, los niños tienden a tener más reacciones a los huevos, la leche, los cacahuates, los frutos secos, la soya y el trigo, mientras que los adultos tienden a tener más reacciones como respuesta al contacto con 12 pescados, mariscos, cacahuates y frutos secos (como las nueces) (Institutos Nacionales de la Salud [National Institutes of Health, NIH], 2015). Según el ACAAI (2015), "las personas que son alérgicas a un alimento específico también pueden tener una potencial reacción a otros alimentos relacionados". Esto se conoce como "reactividad cruzada" y ocurre porque diferentes alimentos pueden contener tipos similares de proteínas, por lo que el organismo reacciona como si los dos tipos de proteínas estuvieran relacionados. Entonces, alguien que es alérgico a un tipo de fruto seco podría tener una reacción a otros tipos de frutos secos, y alguien que es alérgico a un tipo de marisco podría tener una reacción a otros tipos de mariscos. Una persona que es alérgica a la ambrosía (un alérgeno que las personas suelen inhalar más que consumir) puede incluso presentar una alergia a alimentos como la banana o el melón (Academia Estadounidense de Alergias, Asma e Inmunología [American Academy of Allergy, Asthma & Immunology, AAAAI], 2015). Las alergias alimenticias son un fenómeno complejo. En la mayoría de los casos, las personas con alergias alimenticias deben evitar por completo los alimentos que desencadenan sus reacciones alérgicas. Pero algunas personas tienen una afección llamada "síndrome de alergia oral". Estas personas presentan síntomas de alergia, como picazón en la boca o en la garganta, después de consumir frutas o verduras que no han sido cocidos. En el síndrome de alergia oral, el organismo reacciona al polen de la planta de la que proviene el alimento, no al alimento en sí mismo. Calentar la fruta o la verdura destruye el alérgeno, lo que significa que los niños y los adultos que tienen el síndrome de alergia oral pueden consumir en forma segura alimentos cocidos que no pueden consumir crudos (ACAAI, 2015). Síntomas de la alergia alimenticia Los síntomas de una reacción alérgica alimenticia pueden afectar la piel, el sistema digestivo, el sistema respiratorio o el sistema cardiovascular (Fundación Nemours, 2012). Como ocurre con otras alergias, cuando alguien tiene una reacción alérgica a un alimento, los síntomas pueden ser desde leves hasta potencialmente mortales. Durante una reacción alérgica leve a un alimento, la persona podría experimentar: Urticaria, que son áreas de la piel inflamadas que pican. Eccema, que es un sarpullido seco que pica. Enrojecimiento de la piel o alrededor de los ojos. Picazón en la boca o los labios. Picazón en el canal auditivo. Náuseas. Vómitos. Diarrea. Dolor abdominal. Cólicos. Congestión nasal. Goteo nasal. Estornudos. Tos seca ligera. Sabor extraño en la boca. 13 Contracciones uterinas (FARE, 2015; NIH, 2015; ACAAI, 2014; AAFA, 2005). En casos más graves, una persona que tiene una reacción alérgica alimenticia puede experimentar una afección potencialmente mortal llamada "anafilaxis". Los signos de una reacción alérgica grave incluyen lo siguiente: Hinchazón de los labios y la lengua. Opresión en la garganta. Picazón en las palmas de las manos y en las plantas de los pies. Ronquera. Dificultad para tragar. Falta de aire. Sibilancia. Tonalidad azulada de la piel. Reducción de la presión arterial. Sensación de mareo. Confusión mental. Sensación de debilidad. Palidez o ruborización. Dolor en el pecho. Pulso acelerado. Pulso débil. Sensación de "muerte inminente". Pérdida del conocimiento (FARE, 2015; NIH, 2015; ACAAI, 2014; AAFA, 2005). Si no se la trata inmediatamente, la anafilaxis puede ser mortal. Si observan cualquiera de los síntomas graves que acabamos de enumerar, acompañados o no de los síntomas más leves propios de una reacción alérgica, busque asistencia médica de emergencia y siga los procedimientos de emergencias para alergias que se definen en su programa y en el plan de acción de alergia del niño (FARE, 2015). En un momento veremos en más detalle los procedimientos que se usan para responder a reacciones alérgicas. Pero antes hay que advertir que los niños pueden describir sus síntomas de maneras que pueden no tener sentido para los adultos en ese momento. Un niño que tiene una reacción alérgica podría decir esto: "Esta comida está muy picante". "Siento la lengua caliente". "Parece que algo me pincha en la lengua". "Tengo un cosquilleo en la lengua o la boca". "Me arde la lengua o la boca". "Me pica la lengua o la boca". "Siento como si tuviera un pelo en la lengua". "Tengo una rana en la garganta". "Tengo algo clavado en la garganta". "Siento la lengua llena o pesada". "Siento los labios tirantes". "Siento que tengo como bichos en los oídos". 14 "Siento la garganta como gruesa". "Siento que tengo un bulto en la parte de atrás de la lengua o en la garganta" (FARE, 2015; Fundación Nemours, 2012). Muchos niños pequeños pueden rascarse o tironearse la boca y la lengua cuando tienen una reacción alérgica. Durante una reacción, la voz del niño puede volverse ronca o chillona, y puede tener dificultad para hablar. Esté atento a estos signos. El tratamiento inmediato es la mejor manera de proteger a un niño contra las complicaciones graves, especialmente si el niño sufre anafilaxis. Se puede perder tiempo valioso cuando los adultos ignoran los signos de advertencia y los niños no pueden comunicar su angustia (FARE, 2015). Los síntomas de una reacción alérgica suelen comenzar dentro de las dos horas de haber comido el alimento; pero algunos pueden comenzar en cuestión de minutos. Aunque no es demasiado frecuente, a veces los síntomas (por lo general, el eccema) pueden tardar en aparecer hasta entre cuatro y seis horas después de haber consumido el alimento (ACAAI, 2014). Un niño que ha tenido una reacción grave a un alérgeno una vez puede tener síntomas más leves durante una nueva exposición en otro momento. Es muy importante destacar que un niño que tiene síntomas leves después de una exposición podría tener una reacción grave después, si vuelve a exponerse al alérgeno. La mejor manera de proteger al niño de una posible reacción alérgica potencialmente mortal es ayudarlo a evitar todo contacto con los alérgenos conocidos (ACAAI, 2014). Manejo de las alergias alimenticias: Prevención Ya hemos visto cómo son las alergias alimenticias en la práctica. Ahora pensemos qué podemos hacer para garantizar que los niños con alergias alimenticias puedan disfrutar de las mismas experiencias que sus compañeros que no tienen alergias. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos (2013) han elaborado una serie de recomendaciones relacionadas con el manejo de las alergias alimenticias en escuelas y programas de cuidado infantil, llamadas Normas opcionales para el manejo de alergias alimenticias en escuelas y en programas educativos y de cuidado infantil. Como se indica en el título, las normas de este documento no son requisitos. Pero representan el estándar más alto en materia de precauciones de seguridad y de planificación de respuestas para niños con alergias alimenticias en entornos grupales. Por lo tanto, son un recurso eficaz para los proveedores de cuidado infantil que han asumido el compromiso de preservar la salud y la seguridad de los niños con alergias alimenticias. Ayudar a que los niños con alergias eviten la exposición a las sustancias a las que son alérgicos es la medida más importante en el manejo de las alergias alimenticias dentro de su programa de cuidado infantil. En general, los niños pequeños no pueden manejar sus propias alergias alimenticias, e incluso los niños en edad escolar necesitan la ayuda y supervisión de los adultos para evitar el contacto con los alérgenos conocidos (CDC, 2013). Como proveedor de cuidado infantil, estas son sus responsabilidades: Identificar: Al momento de la inscripción, hable sobre cualquier alergia alimenticia conocida que pueda tener un niño y sobre el plan de respuesta de su programa. Pregunte a los padres o al tutor del niño cuándo se identificó la alergia por primera vez, qué tipos de signos puede presentar el niño en caso de que tenga una reacción alérgica, y qué tan 15 sensible ha sido el niño al alimento en el pasado. Pida al proveedor de atención médica del niño un plan de acción para alergias. Esta documentación es la que exige la División de Certificación de Cuidado Infantil del Departamento de Servicios para la Familia y de Protección de Texas en caso de que la alergia del niño haga necesaria una dieta especial en el entorno de cuidado infantil. Informar: Asegúrese de que todos los adultos que podrían trabajar con un niño que tiene alergias alimenticias sepan quién es el niño y qué tipos de alimentos debe evitar. Esto incluye administradores, cuidadores, asistentes y voluntarios, muchos de los cuales pueden trasladarse de un grupo a otro a lo largo de la jornada del programa. Puede ser útil colocar una lista de los niños que tienen alergias alimenticias en el área en donde se preparan los alimentos (adonde los niños y las familias no deberían tener acceso) y conservar una copia en cada salón de clase o área de grupos. Estas listas suelen incluir el nombre del niño que tiene una alergia alimentaria, el grupo o la clase a la que está asignado y una descripción de los alimentos a los que es alérgico. Algunos programas también incluyen una fotografía reciente de cada niño para ayudar al personal y a los voluntarios que podrían no estar familiarizados con cada niño del programa. Recuerde que la información sobre las alergias de los niños se debe tratar como información confidencial. Entonces, estas listas deben guardarse de manera que se proteja la privacidad de los niños (CDC, 2013; eXtension, 2010). Investigar: Para minimizar el riesgo de que un niño se exponga a una sustancia que pueda causarle una reacción alérgica, usted debe saber qué ingredientes tienen los alimentos que se sirven en el centro de cuidado infantil. Según el ACAAI, "la Ley sobre el Etiquetado de Alérgenos Alimenticios y Protección al Consumidor (Food Allergy Labeling and Consumer Protection Act, FALCPA) de 2004 establece que los fabricantes de alimentos envasados producidos en los Estados Unidos deben identificar, con un lenguaje simple y claro, la presencia en sus productos de cualquiera de los ocho alérgenos alimenticios más comunes: leche, huevo, trigo, soya, cacahuate, frutos secos, pescado y mariscos. La presencia del alérgeno se debe declarar incluso si sólo se trata de un ingrediente circunstancial, como un aditivo o un saborizante. Algunos productos también pueden tener etiquetas con advertencias, como 'puede contener', 'podría contener', 'fabricado en equipos de uso común', 'fabricado en instalaciones compartidas' o alguna otra indicación de contaminación potencial con alérgenos". Desafortunadamente, no hay leyes ni normas que exijan estas advertencias ni definiciones estándar para cada uno de estos términos. Pero al estar al tanto del etiquetado y de las advertencias que se exigen, los proveedores de cuidado infantil pueden identificar los ingredientes en los alimentos que se sirven y reemplazar los que sean necesarios. Los ingredientes de un alimento envasado pueden cambiar de vez en cuando; por lo tanto, quienes compren los alimentos para los programas de cuidado infantil deben revisar siempre los ingredientes y las advertencias. Tenga en cuenta que estos requisitos de etiquetado no abarcan los productos regulados por el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos, como la carne vacuna y la carne de ave. Leer las etiquetas y comprenderlas es muy importante para asegurarse de que los niños no se expongan a los alérgenos que los afectan; pero éste no es un método infalible. Incluso los productos no alimenticios, entre los que se encuentran cosméticos como ciertos champús y útiles escolares como arcilla y pegamento, pueden contener vestigios de alérgenos tradicionalmente asociados con el alimento. Estos productos pueden o no tener advertencias en sus etiquetas, por lo que es crítico que usted 16 se comunique con los padres del niño y revise el plan de acción para alergias del niño para obtener información sobre los productos que debe evitar (CDC, 2013; ACAAI, 2014). Intervenir: Trabaje activamente para reducir o eliminar la presencia de alérgenos en su programa. Establezca políticas para garantizar que los alimentos que se traigan desde fuentes externas no representen un riesgo para un niño con alergias alimenticias. Para lograr esto, puede crear "zonas seguras para personas alérgicas" en las áreas donde comen los niños, para que aquellos con alergias alimenticias puedan relacionarse con otros niños que ingieran alimentos que no representen una amenaza para ellos. También pueden usar asientos asignados durante las comidas para ayudar a proteger a los niños con alergias alimenticias y explicarles enfáticamente a los niños que, si bien compartir juguetes es un gesto de amistad, compartir alimentos no es seguro y puede causar enfermedades. Otra medida importante es educar a los padres sobre los riesgos de las alergias alimenticias. Sin identificar específicamente al niño afectado, puede notificar a los padres que alguien del grupo o del programa tiene alergia a un alimento en particular y pedirles que eviten traer alimentos que contengan ese ingrediente. Una mejor práctica es solicitarles a los padres que todos los alimentos que lleven los niños para compartir, como por ejemplo dulces para las celebraciones de cumpleaños, sean comprados (en lugar de prepararlos en su casa). Esto les permite a los cuidadores verificar las etiquetas de los alimentos e impedir que un niño, por descuido, coma algo a lo que sea alérgico. Algunos programas han llegado incluso a prohibir tipos específicos de alimentos, como los cacahuates y sus derivados, que se relacionan comúnmente con las reacciones alérgicas graves. Aunque se haya implementado una prohibición, es prácticamente imposible garantizar que el ingrediente nunca se encuentre en el programa. Por lo tanto, usted debe tener un plan de respuesta implementado en caso de que surja una emergencia (CDC, 2013). Manejo de las alergias alimenticias: Plan de respuesta Durante las últimas secciones de este curso, hemos hablado sobre la importancia de tener un plan de acción implementado para responder a las alergias alimenticias. Veamos ahora los detalles de los planes de acción para alergias. Los planes de acción para alergias reciben muchos nombres diferentes, como por ejemplo "planes de atención de emergencia para alergias alimenticias y anafilaxis", "planes de acción de emergencia", "planes de emergencia para alergias alimenticias", "planes individuales de manejo de alergias alimenticias", "planes de acción para alergias y asma", "planes de atención de emergencia", y muchos más. Independientemente de la terminología que se utilice en sus programas, es crítico que cada niño con una alergia alimenticia conocida tenga un plan escrito implementado sobre cómo manejar la alergia, cómo reconocer una reacción alérgica y, principalmente, qué hacer si hay una reacción (CDC, 2013). Es aconsejable que sea el proveedor de atención médica del niño quien elabore el plan de respuesta, especialmente si éste contiene disposiciones para la administración de medicamentos, incluso de antihistamínicos de venta libre o con receta, y de inyecciones de epinefrina, ante un caso de reacción alérgica (Departamento de Servicios para la Familia y de Protección [Department of Family and Protective Services, DFPS], 2015). El ACAAI (2014) recomienda que "el plan debe proporcionar instrucciones sobre la prevención, el reconocimiento y el manejo de alergias alimenticias, y debe estar disponible en la escuela y durante actividades tales como eventos deportivos y excursiones". 17 Como mencionamos anteriormente en este curso, la anafilaxis puede ser mortal si no se la trata de inmediato. El único tratamiento eficaz para la anafilaxis es una inyección de epinefrina, por lo que los niños con alergias alimenticias conocidas tendrán, en ciertos casos, dispositivos de inyección automática de epinefrina, como el EpiPen. El plan de respuesta para alergias del proveedor de atención médica del niño debe indicar exactamente ante qué tipos de síntomas debe procederse a la aplicación de una inyección de epinefrina, así como instrucciones sobre cómo utilizar el dispositivo de inyección automática. También es posible que un niño sufra anafilaxis la primera vez que tenga una reacción alérgica a un alimento específico, lo que podría ocurrir en el entorno de cuidado infantil. En respuesta a ciertos cambios recientes en la legislación federal, algunos estados han adoptado leyes que exigen o permiten que las escuelas y los programas educativos y de cuidado infantil tengan epinefrina al alcance para casos en los que un niño sufra inesperadamente anafilaxis. En la actualidad, esta ley no se ha adoptado de manera universal. Comuníquense con su organismo de certificación para averiguar los requisitos y las recomendaciones para conservar la epinefrina no asignada en sus centros de cuidado infantil (ACAAI, 2014). Asegúrese de saber cómo usar el dispositivo de inyección automática antes de encontrarse en una situación de emergencia en la que la vida de un niño esté potencialmente en riesgo. La epinefrina se debe administrar tan pronto como sea posible después del comienzo de una reacción alérgica grave, y luego el niño debe ser examinado por el personal médico de emergencia, para asegurarse de que se ha controlado adecuadamente la reacción alérgica. Si tiene preguntas sobre cómo utilizar el dispositivo de inyección automática, hable con los padres del niño para obtener más información. Conclusión En este curso, vimos una breve introducción a las enfermedades comunes de los niños, tanto contagiosas como no contagiosas, así como información sobre las intolerancias y las alergias alimenticias. Veamos ahora algunos puntos importantes que nos gustaría que recordara durante sus interacciones profesionales con los niños y las familias: Todos los niños se enferman en algún momento. Las enfermedades infantiles más comunes no son graves y se curan espontáneamente con bastante facilidad, pero es importante conocer los signos y los síntomas de las enfermedades graves o contagiosas para poder preservar la salud y la seguridad de los niños de la mejor manera posible. Los procedimientos de control de infecciones, como el lavado adecuado de manos y saber cuándo excluir a los niños enfermos de los centros de cuidado infantil, pueden ser muy útiles para prevenir la propagación de enfermedades contagiosas. En el caso de niños con condiciones crónicas, como asma, diabetes, epilepsia y alergias, se aconseja pedir un plan escrito del proveedor de atención médica del niño en el cual se definan las consideraciones especiales que podrían afectar la forma en la que se cuida del niño. 18 Las intolerancias alimenticias ocurren cuando una persona reacciona adversamente a la digestión de determinado producto alimenticio; pero como el sistema inmunológico no se ve afectado, casi nunca son mortales. Una alergia alimenticia es una afección en la que el organismo reacciona a un alimento como si se tratara de una toxina. Los síntomas pueden ser desde leves hasta graves. En los casos más graves, los niños pueden sufrir anafilaxis, que es una reacción alérgica sistémica potencialmente mortal. Para cada niño con alergia alimenticia, hay que tener un plan de atención escrito que defina cómo prevenir la exposición a los alérgenos, cómo reconocer una reacción alérgica, y qué hacer si ocurre una reacción alérgica. Gracias por su participación y por su compromiso con la salud y la seguridad de los niños que están a su cargo. Este curso fue desarrollado y producido por el Servicio de Texas del Sistema Universitario A&M de Texas en colaboración con la División de Licencias para Centros de Cuidado Infantil del Departamento de Servicios para la Familia y de Protección de Texas (Texas Department of Family and Protective Services, Child Care Licensing Division), con fondos proporcionados por la Comisión de Trabajo de Texas (Texas Workforce Commission). 19