Agricultura de secano

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Agricultura de secano La agricultura de secano es aquélla en la que los cultivos sólo reciben el agua que aportan las lluvias. Este término se aplica en las regiones donde la precipitación anual es inferior a 500 mm. La agricultura de secano se basa principalmente en técnicas de cultivo específicas que permiten un uso eficiente y eficaz de la limitada humedad del suelo. Es de gran utilidad la identificación de los factores críticos que pueden favorecer la aparición de procesos de desertificación en la agricultura de secano y la definición de estrategias que puedan contrarrestar eficazmente estos procesos. Land Care In Desertification Affected Areas From Science Towards Application Agricultura de secano Giovanni Quaranta
Colección de folletos: C
Número: 4
El enfoque trata principalmente de la conservación de agua y suelo, centrándose en particular en los cultivos sin riego característicos del Mediterráneo, que normalmente dependen de las precipitaciones estacionales. Los aspectos ambientales, políticos y económicos relacionados con la sostenibilidad de la agricultura de secano son fundamentales para la lucha contra la degradación del territorio. Aunque los climas secos se pueden identificar con bastante facilidad, las zonas en las que el agua escasea son más difíciles de definir. La precipitación media es uno de los criterios utilizados habitualmente para clasificar una región desde el punto de vista de sus recursos hídricos. Las tierras áridas tienen menos de 250 mm de precipitación anual y las semiáridas entre 250 y 500 mm. Los ambientes extremadamente secos, los desiertos y las regiones semiáridas permiten hasta cierto punto el crecimiento de las plantas. Por lo tanto, los sistemas de cultivo utilizados en estas zonas han evolucionado a través de una progresiva convergencia entre las prácticas de cultivo más adecuadas y programas de selección de las plantas mejor adaptadas. Se examinan estos sistemas con el fin de poner de relieve los problemas de desertificación relacionados con la agricultura y las posibles estrategias de mitigación EL CONTEXTO DE LA EUROPA MEDITERRÁNEA La agricultura de secano de la Europa Mediterránea se concentra principalmente en el centro y sur de Portugal, España e Italia y en Grecia. Los cultivos más comunes en estas regiones son los cereales de invierno (trigo y cebada). Los cultivos leñosos como el olivo, el almendro, el nogal y la vid se suelen asociar con estos cereales de invierno. Las leguminosas de grano (habas) y forrajeras (alfalfa, veza) también forman parte de los cultivos más comunes en los sistemas de rotación de cultivos. El pastoreo (bovino, ovino y caprino) en pastizales permanentes es también típico de estas regiones secas y contribuye significativamente a aumentar el nivel de materia orgánica del suelo, que en el sur de Europa es, en general, bajo. La Agencia Europea de Medio Ambiente (Informe AEMA nº 11/2006 ISSN 1725‐9177: Land accounts for Europe 1990–2000) indica que entre 1990 y 2000 se ha observado en toda Europa una disminución importante de la superficie de tierras agrícolas (cultivos herbáceos y pastos), que ha afectado particularmente a las zonas marginales y poco productivas (es decir, con escasez de agua). Aunque el abandono de las tierras de secano tiene, en comparación con los regadíos, consecuencias económicas relativamente poco importantes, es indudable su impacto social y cultural. La mayoría de los cultivos de secano son específicamente mediterráneos y se utilizan a menudo en las recetas de la cocina típica local, que podrían así desaparecer. Además, la agricultura de secano mediterránea depende en gran medida de las variedades o ecotipos locales, que están bien adaptados a las especificidades de la región y contribuyen significativamente a la preservación de la biodiversidad. En este sentido, los proyectos regionales encaminados a preservar las zonas especialmente expuestas a la degradación que conlleva al abandono de las tierras han promovido la aplicación de prácticas agrícolas adaptadas al secano, con la participación, a distintos niveles, de todas las partes interesadas. Este proceso pretende proporcionar, tanto a los agricultores como a los administradores, herramientas de carácter técnico que permitan mejorar la agricultura de secano, con el objetivo de preservar las agriculturas locales, contrarrestar la degradación del medio ambiente y promover el turismo en las zonas donde el paisaje mediterráneo y sus productos típicos puedan ser valorizados. MEJORA DE LA EFICIENCIA DEL USO DEL AGUA EN ZONAS ÁRIDAS La mejora de la eficiencia en el uso del agua (EUA: la relación entre el agua aportada y el rendimiento de los cultivos) y del índice de cosecha (IC: la proporción de grano, u otro producto comercializable, respecto a la materia seca de la parte aérea) son los principales retos que afronta la agricultura de secano. Un desarrollo rápido del cultivo aumentará la eficiencia en el uso del agua, puesto que se reducirá la cantidad de radiación solar que llega a la tierra y, por consiguiente, las pérdidas de agua por evaporación. La fertilización previa a la siembra, la fertilización y las variedades de rápido crecimiento (vigor temprano) pueden contribuir a disminuir las pérdidas de agua en el suelo. Las técnicas que persiguen un uso más eficiente del agua deben tener como objetivo la mejor adecuación posible entre la disponibilidad de agua y los estados fenológicos en los que esa agua es especialmente necesaria. En el caso del trigo (un cereal típico de la agricultura de secano mediterránea), una fase vegetativa excesivamente larga, debida a un exceso de abonado nitrogenado o un retraso en la siembra, se traducirá en unas necesidades hídricas altas durante la fase reproductiva y, por consiguiente, en un posible déficit durante el llenado del grano (una etapa fisiológica muy delicada en ambientes secos). La mala gestión de los cultivos en estas condiciones dará lugar a una reducción drástica del índice de cosecha. La eficiencia en el uso del agua de la planta también puede verse muy afectada por las condiciones nutricionales. Los sistemas de cultivo basados en balances de recursos negativos (extraen más de lo que aporta), como los que suelen practicarse en zonas de secano marginales, pueden ir agotando la fertilidad del suelo y favorecer otros fenómenos como la erosión del suelo, la sequía y, finalmente, la desertificación. En casos extremos este proceso ha dado lugar a un estancamiento de la agricultura. Las leguminosas representan un papel importante en los sistemas de cultivo sostenible que pueden aplicarse en estas zonas. Además de proporcionar forraje para el ganado, las leguminosas contribuyen significativamente a la fertilidad biológica y química del suelo. Estas mejoras en la fertilidad permiten reducir la erosión en zonas de montaña y aumentar el contenido de materia orgánica del suelo. La reintroducción de leguminosas también debe considerarse como una opción en términos de diversificación, ya que puede contribuir al control de las plagas, enfermedades y malas hierbas que conlleva la especialización de los cultivos. La mejora vegetal y la ingeniería genética son herramientas de gran utilidad para la transferencia de caracteres de tolerancia a los cultivos de bajos insumos típicos de estas zonas. La eficiencia en el uso del agua ha sido considerada durante años como un carácter genético difícil de transferir. Los programas de mejora genética destinados a mejorar la producción por unidad de volumen de agua han podido mejorar el índice de cosecha (IC) más que la EUA, sea mediante la introducción de variedades enanas y de ciclo corto, sea seleccionando la tolerancia a mayores densidades de plantación. Sin embargo, el margen de mejora del IC es bastante limitado. ASPECTOS SOCIALES Y ECONÓMICOS En la agricultura de secano, los aspectos sociales y económicos relacionados con la desertificación son especialmente importantes porque la sostenibilidad económica de los sistemas de cultivo que se pueden practicar en las regiones secas es a menudo un factor limitante. Las graves crisis económicas y sociales que ha vivido la agricultura tradicional en los últimos años han provocado que la población rural de las zonas desfavorecidas emigre hacia las zonas urbanas. Existen otros aspectos complejos que pueden acentuar los problemas de desertificación relacionados con la agricultura de secano en las regiones mediterráneas. Los más destacados son: • la diversidad de los paisajes; • la superposición de varios cultivos; • las condiciones climáticas caracterizadas por sequías estacionales y una fuerte variabilidad de las precipitaciones. En este contexto, el déficit demográfico y la despoblación constituyen un serio problema para una gran parte de las regiones semiáridas, sobre todo porque la emigración afecta a los miembros más jóvenes y con mayor nivel de estudios de la población. Este proceso se debe en parte a un problema creciente de aislamiento, tanto geográfico como cultural, que está considerado como la principal limitación de estas regiones. A pesar de esta compleja situación, el sector agrícola sigue teniendo una función importante en la cuenca del Mediterráneo tanto en el uso de la tierra como desde el punto de vista socioeconómico. Por lo tanto, evaluar los efectos de las prácticas actuales, en términos de conservación de los recursos y de eficiencia de uso, podría ser útil para identificar las debilidades de esos sistemas y las medidas de corrección que permitirían mejorar la organización de las explotaciones y la sostenibilidad global de sus actividades. La agricultura de secano mediterránea suele implicar a un gran número de pequeños empresarios que toman decisiones individuales sobre la gestión de los recursos naturales y los capitales con los que cuentan. Aunque esas decisiones particulares acerca del uso del suelo pueden parecer irrelevantes, cuando se repiten y se acumulan una y otra vez pueden tener graves consecuencias a escala regional e incluso mayor. Esto explica el consenso general que existe sobre el hecho de que los sistemas de manejo de las tierras agrícolas contribuyen de manera significativa a la degradación del suelo y del medio ambiente. Son numerosos los estudios realizados para evaluar esta contribución y elaborar mapas mundiales del riesgo que corren los suelos. Estos mapas se basan principalmente en parámetros ambientales (como el índice de zonas ambientalmente sensibles, ESA), pero algunos también incorporan los factores relacionados con la gestión de las tierras. El proyecto DESERTLINKS ha examinado recientemente las prácticas de cultivo y los sistemas de producción ganadera en la cuenca del Agri, desde el punto de vista del riesgo de degradación del suelo. La cría de ganado ovino es bastante común en la cuenca del Agri Recuadro
Los principales obstáculos para una óptima gestión de la agricultura de secano en las regiones mediterráneas son los siguientes: la gran variedad de paisajes, la superposición de diversos cultivos, las condiciones climáticas caracterizadas por sequías estacionales y una fuerte variabilidad de las precipitaciones con lluvias repentinas e intensas, el déficit demográfico y la despoblación, el gran número de pequeños agricultores. Sensibilizar a los agricultores y a los responsables locales sobre cuestiones esenciales relacionadas con la conservación del medio ambiente, el uso eficiente de los recursos y la sostenibilidad de la agricultura parece ser el aspecto fundamental que se ha de abordar. Aumento de la capacidad de almacenamiento de agua en el suelo La retención de agua en el suelo depende: • la distribución de tamaños de las partículas del suelo; • la estructura del suelo; • la profundidad del suelo. Es muy difícil modificar el tamaño de las partículas del suelo en una gran superficie, pero se puede aumentar de manera eficiente el contenido de agua del suelo mediante la mejora de su estructura y el aumento de la profundidad que las raíces pueden explorar. La estructura del suelo influye en factores químicos, físicos y biológicos que determinan su fertilidad, todos los cuales contribuyen a aumentar la disponibilidad de agua en el suelo para el crecimiento de las plantas. Reducción de la escorrentía Cuando la intensidad de lluvia es superior a la velocidad de infiltración, puede aparecer escorrentía o encharcamientos, que se traducirán en una irreversible pérdida de agua. En terreno llano, el agua encharcada se pierde por evaporación y puede también causar anoxia en la zona radicular. En terrenos con pendiente, en los que las tasas de infiltración son bajas, no sólo se pierde agua por escorrentía: el suelo también puede ser arrastrado por la erosión hídrica. Las acciones destinadas a mejorar las propiedades de infiltración del suelo deben concentrarse en medidas que mejoren la estructura del suelo Mejora de la infiltración Se pueden conseguir mayores tasas de infiltración mediante la mejora de la estructura y la permeabilidad de las distintas capas del suelo. La utilización de un mulching (acolchado) compuesto por residuos de cosecha puede contrarrestar el daño mecánico que produce el impacto de las gotas de lluvia en los agregados del suelo y puede reducir hasta un 50 % la pérdida de agua por escorrentía. Ciertas prácticas tradicionales, como dejar el suelo en barbecho (es decir, no cultivarlo) durante un año para mejorar la reserva de agua para la cosecha del año siguiente, se han ido abandonando poco a poco, pero aún pueden presentar alguna ventaja. Reducción de la evaporación La reducción de la evaporación del agua contenida en el suelo puede lograrse mediante: •
la utilización de cortavientos; •
mulching; • el laboreo de las capas superficiales del suelo. Para superficies relativamente pequeñas, los cortavientos pueden ser muros, pantallas de plástico o empalizadas de madera. Los más comunes son los formados por árboles o arbustos. El mulching o acolchado mejora el balance hídrico del suelo al reducir la pérdida por evaporación, además de tener otras funciones, como minimizar el desarrollo de malas hierbas, aumentar la temperatura del suelo y reducir la escorrentía y la erosión. El laboreo de las capas superficiales del suelo es otra de las prácticas que se recomiendan en las zonas áridas, ya que tiene múltiples ventajas. Reducción de la transpiración Reducir la pérdida de agua por transpiración es de suma importancia en los climas secos. Tradicionalmente, esto se logra mediante: •
los cortavientos; •
el control de las malas hierbas; • y, en ocasiones, recurriendo a antitranspirantes. El viento tiene un efecto sobre la superficie foliar que se asemeja al anteriormente descrito para el suelo. Los vientos secos provocan intensos flujos de transpiración que, en algunos casos, pueden provocar desequilibrios fisiológicos (algo bastante común en el trigo cultivado en climas semiáridos). Las malas hierbas compiten de forma muy significativa con los cultivos por la mayoría de los recursos, incluido el agua. En las zonas en las que el agua escasea, la competencia entre el trigo y la mala hierba asociada Avena fatua L. puede reducir el rendimiento de la cosecha hasta un 60 %. CONCLUSIONES Por lo anteriormente expuesto, se puede concluir que la mejora de las medidas de control de carácter técnico destinadas a la conservación del agua y del suelo es fundamental en la agricultura de secano, lo cual no es nuevo en ambientes limitados por los recursos. Estas medidas deben considerarse, especialmente en las zonas más vulnerables, en términos de mejora de la producción e impacto ambiental Las explotaciones y sistemas de cultivo habituales deben ser rediseñados para garantizar al mismo tiempo la sostenibilidad del proceso productivo y la conservación del medio ambiente. Cuando este complejo equilibrio es perturbado, con el único fin de obtener máximos rendimientos, se produce una progresiva degradación del suelo, del agua y del medio ambiente. 
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