Desarrollo de hábitos saludables,

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Módulo I. Desarrollo personal, hábitos saludables y motivación
Tema 1. Salud física y psíquica, fundamento y bienestar personal
Capítulo 2. Desarrollo de hábitos saludables, rutinas de autonomía y autocuidado.
José María Borrel Martínez
Medico. Asesor Médico de DOWN ESPAÑA
Resumen
La salud es algo más que la presencia o ausencia de enfermedades, y es un concepto que
asociamos a la felicidad. La mayoría de las enfermedades las podemos modificar gracias a los
incesantes avances científicos, y además las podemos prevenir e incluso controlar. Nos
valemos de los medicamentos, a los que damos un valor primordial, olvidando que hay otros
factores más valiosos a los que no damos importancia porque ya los hemos incorporado a
nuestro quehacer diario, a nuestra forma de ser, a nuestra imagen, a nuestra identidad. Son
los hábitos de vida saludables, unas conductas que ejecutamos de forma autónoma, asumidas
como un bien propio, con el objeto de aproximarnos a los estándares de salud aceptados como
válidos en la actualidad.
La higiene no es sólo limpieza, se afronta también desde muchas vertientes. La correcta
alimentación, el ejercicio físico adaptado a las posibilidades de cada uno, la diversión en el
grupo de amigos, las relaciones afectivas propias… todo ello va moldeando a una persona
única e irrepetible.
El hecho de apoyar la toma de decisiones propias, asumiendo posibles errores, además de
fomentar el tránsito hacia la autonomía personal, elevará también la autoestima de la persona
con discapacidad intelectual.
Palabras clave: desarrollo personal, hábitos saludables, autocuidado.
Esquema o índice de contenidos:
Introducción .................................................................................................................................. 2
La salud.......................................................................................................................................... 2
Hábitos de vida saludables: la higiene en sentido amplio ............................................................ 2
Autocuidados de salud y autonomía............................................................................................. 6
A modo de conclusión ................................................................................................................... 8
Bibliografía .................................................................................................................................... 9
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Introducción
Estamos en una sociedad completamente medicalizada, casi todo acaba pasando por el
médico, ya que la salud se ha convertido en una fuente de preocupaciones para unos y en un
gran negocio económico para otros. Y no solo se acude al médico por una enfermedad, sino
también por el miedo a enfermar. Hablamos de la medicina preventiva, basada en
vacunaciones y otras actuaciones tendentes a evitar enfermedades, o a diagnosticarlas de
forma precoz. Y acabamos obsesionados con unos factores de riesgo que no sabemos si van a
desencadenar una patología, pero muchas veces medicamos e incluso operamos de
antemano, por si acaso, como si de auténticas enfermedades se trataran. Lo innecesario, lo no
justificado o los excesos en materia de salud pueden volverse dañinos para nuestro organismo.
La salud
La Salud no es sólo la ausencia de enfermedad, requiere además de cierto grado de
satisfacción personal, por lo que conlleva un innegable componente subjetivo que llega a
afectar a aspectos en los que jamás hubiéramos pensado. Es por ello que en Alma Ata
(Kazajistán) en el año 1978 los expertos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) llegaron
a definirla como “El estado de bienestar físico, psíquico y social”. Es una definición sumamente
pretenciosa, de la que se ha hablado mucho y se ha popularizado por su sencillez, pero con la
que yo personalmente no estoy de acuerdo, aunque reconozco el trasfondo tan interesante
que abarca.
Podemos parar y volver a leer esa definición, y a diagnosticarnos a nosotros mismos
enfermedades que no las teníamos como tales anteriormente.
Desde que hablamos de los factores de riesgo, estamos enfermos de obesidad o de sobrepeso,
de colesterol, de tensión con cifras que hace cuatro días eran normales, de tabaquismo, de
sedentarismo o de estrés. Si además aplicamos la citada definición de salud, enfermamos
también de soledad, de pago de hipoteca, de disgusto porque no me han subido el sueldo, de
fobia social (timidez), de desencuentro conyugal, de vacaciones cortas o de síndrome
postvacacional por poner solo unos ejemplos. Un poco exagerado todo, pero ¿a que nos altera
el humor cualquier situación de las citadas? Incluso nos quita el sueño, nos genera conflictos
en casa o en el trabajo, perdemos el apetito, hacemos mal las digestiones...., y decimos: NO
ME ENCUENTRO BIEN.
En definitiva no tenemos claro si hay enfermedad o no, pero sí que sabemos que no estamos
en plena salud. Por lo tanto, sin tomarla al pie de la letra sí que la vamos a dar como válida y
basaremos en esas tres premisas nuestro objetivo de una vida sana, unida a la felicidad.
Hábitos de vida saludables: la higiene en sentido amplio
Al hablar de hábitos de vida saludable nos referiremos a aquellas actitudes cotidianas que nos
conducen a un estilo de vida que consideramos beneficioso para nuestra salud, según la
concepción que en la actualidad tenemos de ésta. Hay que tener presente que lo que ahora
aceptamos como beneficioso, en cualquier momento pasa a ser lo contrario y viceversa,
conforme a los descubrimientos y estudios que se van haciendo. Sirva como ejemplo la
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persecución a la que se sometió al pescado azul por contener excesivo colesterol, hasta que se
comprobó que no todo el colesterol es igual, y que una fracción del mismo incluso nos aporta
beneficios.
La adopción de hábitos de vida saludables no debe suponer en ningún momento a nuestros
hijos un trabajo, ni un castigo, ni una obligación. Debemos hacer que sean comportamientos
tan normalizados y automáticos que no se puedan cuestionar. Su enseñanza la plantearemos
de este modo, mostrándolos como componentes de la personalidad que estamos forjando,
nos valdremos de nuestras habilidades para inculcárselos, y siempre que sea posible, nos lo
plantearemos como una actividad no ya pedagógica, sino incluso lúdica. El cepillado de dientes
como obligación lo tomarán como un objetivo a evitar a la menor excusa, y sin embargo
planteado como el juego de cepillar los dientes lo integrarán contentos en su modo de vida.
No hay un momento de inicio en el aprendizaje de los hábitos de vida saludables. Estos deben
acompañar a la persona toda su vida, y por ello los trabajaremos desde el momento del
nacimiento para que se vayan adquiriendo de forma automática.
Por pedagogía y por nuestra comodidad los asimilaremos a la higiene, a la que también vamos
a considerar como algo más que la limpieza, o la ausencia de suciedad. Es un término que
engloba diversos aspectos de la vida diaria, y que pasamos a analizar:
a) Higiene corporal: esta sí que se refiere básicamente al aseo del cuerpo. Es un
aspecto fundamental de nuestra identidad, no sólo para nosotros mismos sino
también de cara a los demás. Es un componente primordial de la imagen que
transmitimos. El baño del bebé va a ser inmediato tras el parto, y acompañará a esa
persona toda su vida. Los padres marcarán las pautas, y en general los niños y jóvenes
con discapacidad intelectual lo aceptan de muy buen grado. No sólo son disciplinados,
sino que también son exquisitamente limpios. “Educados” en este sentido, puede ser
más problemático el que se obsesionen por la limpieza, que no el abandonarse a la
suciedad. Si nos esforzamos lo tenemos fácil.
Les enseñaremos y habituaremos al baño o ducha diarios, y tras aquellas situaciones que
puedan generar suciedad, sudor u olores. Aprenderán el uso del gel, del champú, y de los
productos que habitualmente usemos nosotros como integrantes de nuestra higiene diaria,
como desodorante, perfumes, etc, sin caer en el abuso. De cada uno les tenemos que enseñar
cuándo utilizarlos y cuándo no, cómo hacerlo, y las diferencias entre ellos. Al lavarse, les
enseñaremos las zonas que requieren atención especial, como axilas, ingles, genitales y ano,
dedicándole al cabello los cuidados específicos, en cuanto a productos y periodicidad de uso.
Pero el cuerpo limpio no es sólo baño, es también el lavado de las manos antes de las comidas,
al salir del aseo, o en todas aquellas situaciones que creamos conveniente según nuestro
concepto de lo limpio. El objetivo ha de ser que ya desde pequeños surja de ellos mismos de
forma espontánea y que no tengamos que estar recordándoselo. Todo esto se completará con
la limpieza y corte de las uñas, y en las ocasiones que sea preciso, la eliminación de legañas y
mocos.
Si añadimos el arreglarse con el mismo estilo de ropa que llevarían el resto de hermanos o los
jóvenes de su edad, tenemos como resultado una persona con la imagen óptima para
participar en cualquier actividad comunitaria.
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b) Higiene bucodental: es una parte integrante del cuerpo pero un tanto específica,
por lo que la vemos aparte. Desde el mismo momento en que empiezan a salirles los
dientes debemos empezar a jugar con ellos a limpiarlos. Ese juego tras cada comida lo
mantendrán de por vida como un todo que va unido “lavar las manos / comer / cepillar
los dientes”. Se puede completar con el uso de colutorios, o con lo que precisen para
evitar el mal aliento que pueda aparecer ocasionalmente.
El Síndrome de Down y otras discapacidades intelectuales se asocian a mucha patología tanto
en número como en forma o en la disposición de los dientes, a lo que deberemos prestar
atención, ya que no es sólo la estética, sino que cumplen funciones importantísimas en la
digestión (trituración del alimento), fonación (el habla) e incluso pueden afectar la respiración.
Es por ello que durante toda su vida van a requerir los mismos cuidados y controles por parte
del odontólogo que cualquiera de nosotros mismos, o que el resto de los hijos.
c) Higiene dietética o alimentaria: aquí podemos aplicar el refrán “es más fácil vicios
no dar que vicios quitar”. El tipo de alimentación al que les acostumbremos será el que
lleven a la práctica toda su vida, ya que es lo aprendido en casa y con lo que han
crecido. Por este motivo tenemos que ser consecuentes desde el primer momento, y
proporcionarles una alimentación variada, sin restricciones y sin caprichos. Ellos
también tienen sus preferencias como todos nosotros, pero eso no nos debe conducir
ni a una alimentación monótona, ni a la supresión de lo que menos les gusta sólo por
darles satisfacción.
El pediatra marca la pauta de introducción de los alimentos y una vez que la dieta ya es libre
por haber introducido todos los alimentos, debemos tener muy claro las conductas que
pueden ser perjudiciales para su salud. Tendremos siempre presente que un niño obeso será
un adulto obeso, con consecuencias negativas a más corto o largo plazo. Podemos interferir en
la génesis de la obesidad, ya que al fin y al cabo, no es más que la consecuencia de un mal
balance entre lo que se come y lo que se quema con el ejercicio. Alguien podrá pensar que
intervienen otros factores como los genéticos, pero nosotros nos tenemos que centrar en los
factores modificables, ya que nada podemos hacer frente a los no modificables.
La leche es el alimento más completo que hay y les acostumbraremos a tomarla en sus
variadas presentaciones y derivados (queso yogur, etc). En caso de tendencia al sobrepeso se
tomará semi o desnatada. También debemos acostumbrarles a tomar a diario frutas, verduras
y hortalizas. Iremos alternando legumbres, pastas, huevos, carnes y pescados, y dejaremos
para momentos muy especiales los dulces, chucherías, refrescos, bollería comercial, grasas y
comida industrial, tanto precocinados como comida rápida.
Debemos mantenernos firmes y no ceder a sus imposiciones, evitando que los premios sean
siempre una ración extra de alimento, y controlando cuando pueden repetir, ya que muchas
veces les consentimos demasiado al ver lo a gusto que comen, y eso se puede volver en su
contra. Hay que prevenir asimismo a nuestro entorno, familiares, amigos, colegios, acerca de
estas pautas de alimentación saludable que les estamos inculcando, para que colaboren
también ellos.
d) Higiene física: frente a su natural afición por lo cómodo hay que instruirles en la
práctica de cualquier actividad física de cara a impedir la obesidad, como
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complemento a las pautas de alimentación que ya hemos visto. Además el ejercicio es
fuente de salud para el sistema cardiovascular o el osteoarticular.
Podemos diferenciar entre deporte y actividad física, y la oferta es amplísima y adaptable a
toda situación particular y a los gustos personales. Por tanto no caben excusas en este sentido.
El deporte, podrá ser competitivo o no, de equipo o individual. En una sociedad tan
competitiva como la nuestra es difícil practicar deporte sin competir, pero sólo es cuestión de
plantearlo como una distracción o actividad de otro tipo. No obstante, al tiempo que compite
integrado en un equipo (fútbol, basket, etc), puede practicar otra actividad sin afán
competitivo como por ejemplo tenis, natación, o aquella que más le guste.
En cuanto a otras actividades físicas, tenemos las opciones de salir a andar a diario, evitar los
medios de transporte dentro de lo posible, subir escaleras en lugar de coger el ascensor,
cicloturismo o bicicleta estática, etc. Siempre encontraremos una actividad a nuestra medida
que encaje dentro de nuestro modelo de vida diaria.
e) Higiene postural: son unos cuidados que podríamos incluir en la higiene física, y que
debemos enseñar a nuestros hijos para prevenir futuros problemas osteomusculares .
Debemos preocuparnos por su cama, por su colchón y su almohada, al igual que
prestaremos atención a la elección de su calzado, olvidando lo que impone la moda y
centrándonos en la necesidad concreta de su pie. También hay que enseñarles a
calibrar y distribuir el peso en la cartera o mochila escolar para impedir desviaciones
de columna, y estar al tanto para corregir malas posturas a la hora de sentarse a
estudiar, o en el sofá a ver la tele.
f) Higiene psíquica o mental: de nada sirve que se hagan adultos en el plano
cronológico si no se acompaña de una maduración de la personalidad. Son jóvenes y
adultos que, gracias a la autonomía alcanzada han de tomar las decisiones por sí
mismos, ya que van a estar presentes en todos los ambientes de la sociedad.
Desde su infancia debemos potenciar el grupo de amigos en contra de la soledad, los juegos en
grupo frente al juego en solitario, actividades comunes y fuera de casa frente a ordenadores,
limitar el tiempo de televisión y de uso de aparatos electrónicos, y fomentar hábitos como la
lectura, los pasatiempos o actividades culturales. Habrá que enseñarles a seleccionar los
programas de televisión y el resto de actividades, con arreglo a los gustos personales y al
componente pedagógico que encierren, y no como simple distracción pasiva. Con esto
podemos hacer que se retrase en parte el deterioro cognitivo que aparece con los años.
g) Higiene de la sexualidad: no es sólo la necesidad de limpieza delicada de los
genitales, sino la adquisición de hábitos sanos en todo lo relacionado con el tema
sexual. Si desde el primer momento hemos tratado en casa la sexualidad con
naturalidad, aprovechando el momento del baño para descubrir los órganos sexuales y
hemos mostrado la diferencia entre un sexo y otro, cuando llegue el despertar sexual
no tendremos mayor problema en abordar el cambio. Tendremos que insistir sobre
todo en los conceptos público/privado, y facilitar la intimidad que el chico o la chica
van a necesitar. Hay que enseñar más que prohibir, y llegado el momento buscar el
apoyo necesario para evitar tanto el embarazo no deseado, como las infecciones de
transmisión sexual. No debemos asustarnos ante unos hechos, supuestos o reales, y
tendremos en consideración que las manifestaciones afectivas no siempre son como
nosotros las entendemos, que se pueden llevar a la práctica de muchas formas
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diferentes, y que no ha de ser siempre el acto sexual como generalmente se entiende.
Debemos dejar que fluya su imaginación, para que ellos puedan experimentar sus
sensaciones.
Sobre todo en el caso de las chicas, está siempre presente el alto riesgo de abusos. Pero
nuevamente se impone más el enseñar que el prohibir. En este caso, la educación debe ir
dirigida a enseñarle a protegerse, a saber decir no en un momento determinado, o a saber a
quién acudir para denunciar un abuso o un acoso. No se puede bajar nunca la guardia ya que
los abusos se producen la mayoría de las veces en el entorno más próximo de la persona,
donde menos pensamos. Si les hemos enseñado a manejar sus emociones, y a dar diferente
trato a cada persona de su entorno, tendremos mucho ganado.
h) Los aspectos relativos a las funciones sensoriales, visual y auditiva, los trataré en el
siguiente punto.
Autocuidados de salud y autonomía
La independencia exige solventar los problemas de forma autónoma, con recursos propios, o
cuando menos, saber buscar las vías adecuadas para enfocar la solución. Con las indicaciones
dadas hasta ahora, nuestros hijos han adquirido unos hábitos que les permitirán cierta
capacidad de resolución de problemas cotidianos mediante decisiones propias. Pero todavía
no es suficiente, ellos deben y quieren ir a más.
Las personas con discapacidad intelectual tienen tendencia a padecer determinadas
enfermedades tanto agudas como crónicas. Todo enfermo crónico debe ser conocedor de su
enfermedad para podérsela controlar él mismo y aplicar las medidas que entre profesionales y
padres se le hayan dado. El paciente celíaco y el diabético deben conocer qué pueden comer,
qué alimentos no y qué factores les pueden desencadenar las crisis. Del mismo modo, el
enfermo de corazón conocerá las señales de alarma de una posible descompensación, el
tiroideo deberá controlar él mismo su medicación y saber cuándo debe repetir la analítica, y
todos los adultos deberán recordar las revisiones de oculista, otorrino o dentista, por poner
algunos ejemplos.
El paciente crónico debe aprender a convivir con su enfermedad, y que los condicionantes de
la misma no lleguen a angustiarle. Esos condicionantes en ocasiones le impedirán practicar con
sus amigos un deporte que le gusta, o comer un manjar que tiene delante, u otros placeres de
los que sí disfrutarán los demás. Es duro como castigo, por lo que habrá que darle el giro
adecuado para que lo asuma como algo necesario para su bienestar.
También han de llegar a responsabilizarse de su propia medicación si se lo enseñamos y le
explicamos el porqué. Aprenden y lo llevan a la práctica escrupulosamente. Aquí es
conveniente recordar la alta incidencia de efectos adversos que generan los fármacos, ya sea
por sí solos, o por interacción con otros, y que las personas con discapacidad intelectual, en
algunos casos, por ejemplo, las personas con síndrome de Down, tienen una sensibilidad
especial a muchos de ellos y a las combinaciones entre sí. Lo tendremos en cuenta ante los
problemas de salud que se planteen. La presión social nos dice que para cada mal hay un
remedio en la farmacia. Nosotros intentaremos que no caigan en el recurso fácil de la pastilla
para todo. La realidad es que a veces no curamos añadiendo medicamentos, sino
suprimiéndolos.
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La toma de una dosis del analgésico-antitérmico, que en una circunstancia similar le prescribió
un profesional, supone asumir la responsabilidad de los cuidados propios de salud. Eso es
madurez y no entra en contradicción con lo comentado anteriormente de evitar que se
mediquen. Puede ser un buen ejercicio educativo a lo largo de la vida el enseñarles a manejar
unos pocos fármacos para solventar un problema puntual, sin caer en el vicio de la
automedicación.
La primera cura de una herida, con el control de la hemorragia, su limpieza y desinfección, es
igualmente una práctica necesaria, es autonomía, resolución de problemas y un ejercicio de
madurez.
Pero por otro lado, en cuanto a problemas agudos, es nuestra obligación enseñarles a manejar
situaciones que se han podido repetir a lo largo de su vida como puede ser un dolor de cabeza
de unas características concretas, un cuadro de fiebre, golpes, pequeñas heridas u otras
circunstancias que sobrevengan. Enseñarles los signos de alarma, o el límite de lo que pueden
solventar ellos mismos, eso tenemos que asumir los padres. Por tanto los conocimientos de
primeros auxilios y saber activar los recursos de urgencias, también deben estar entre sus
habilidades.
Con respecto a las niñas, deben asumir el control de sus ciclos menstruales en cuanto a
higiene, calendario y la toma del antiinflamatorio o el analgésico que saben les va bien,
decidiendo cuando tomarlo, y han de conocer cuándo algo es diferente, qué señales de alarma
les pueden preocupar y les obliguen a pedir ayuda.
En cuanto a la demanda de recursos asistenciales, el objetivo es que conozcan la red de apoyo
que hay a su alrededor para recurrir a ellos de forma lógica y coherente, sin alarmarnos en
exceso pero sin excedernos en la cautela. Hay que tener en cuenta que algunas personas con
discapacidad intelectual tienen el umbral del dolor muy alto, y en ocasiones no coincide la
impresión clínica con la gravedad del cuadro.
Los sentidos nos mantienen integrados en nuestro entorno, y cualquier pequeño déficit nos va
a dejar incomunicados. Las personas con discapacidad intelectual que ya de por sí tienen un
procesamiento más lento, van a sufrir de modo muy especial los efectos de estas alteraciones,
que además se detectan tardíamente por el hecho de que ellos en general no son conscientes
de que algo les falla. Así pues, en el plano visual, es preciso detectar lo antes posible cualquier
problema de visión que aparezca, pues le va a suponer un retraso añadido a su desarrollo
cognitivo. Nos preocuparemos en proporcionar la luz adecuada a cada ambiente o actividad,
en valorar actitudes que nos hagan sospechar que no ve bien, y si precisa gafas, acostumbrarle
a la limpieza regular para que puedan cumplir con su función.
El otro gran sentido social es la audición, con repercusiones igualmente negativas para su
desarrollo evolutivo. Estaremos al tanto de posibles problemas, y quien precise de audífono
deberá mantenerlo en perfecto estado de funcionamiento. Un aspecto al que no se da la
importancia que merece es la mala moda de usar auriculares o cascos con la música a todo
volumen, que a la larga será fuente de problemas y sordera, además de que les mantiene
aislados de su entorno, cosa nada favorable pues insistimos en la necesidad de relacionarse
con todo lo que les rodea. La eliminación de la cera de los oídos requiere un trato específico,
ya que al tener una configuración especial las personas con síndrome de Down tienden a
retenerlo, y es dificultosa su extracción. Hay que tener mucha precaución para sacarla ya que
podemos provocar lesiones en el tímpano si profundizamos o si usamos objetos agudos. En la
revisión anual, el otorrino se encargará de hacerlo. Nosotros les podemos enseñar a limpiar los
conductos con la punta de una toalla.
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Un tema que no ha sido abordado hasta ahora es el relativo a las adicciones. Es cierto que no
es un problema habitual en las personas con discapacidad intelectual la dependencia o el
consumo de tóxicos, quizás por el nivel económico que se precisa, pero cualquier momento es
bueno para hablarles del peligro de las drogas, que las vean como algo rechazable, pues se las
pueden presentar ante ellos en cualquier momento al integrarse también en ambientes
festivos.
Y lo que sí está a nuestro alcance es la prevención del consumo de tabaco y alcohol. Este
último, si por cuestiones sociales lo permitimos con motivo de una celebración concreta,
deberemos comprobar antes que no exista incompatibilidad o interacción con la medicación
que habitual u ocasionalmente pueda estar tomando. La familia es el mejor ejemplo para
hacerles ver el peligro del tabaco y alcohol, y si no se puede predicar con el ejemplo, al menos
se puede hacer educación sanitaria en el sentido de que no se inicien, y también, evitando
convertirlos en fumadores pasivos.
Más relevancia va a alcanzar en adelante la adicción a las nuevas tecnologías. Y hay que
insistir. Debemos recapacitar e impedir que éstas sean utilizadas como el instrumento
maravilloso para tener tranquilos a nuestros hijos. Es preciso seleccionar, dosificar, y favorecer
alternativas.
El adulto tiene unas necesidades diferentes a las que tiene el joven o el adolescente, y
tenemos que estar al tanto para facilitárselas, sin interferir en su autonomía y en su toma de
decisiones. No se puede estar potenciando su autonomía por un lado, y por otro limitando,
pero sí supervisando. La maduración de la persona es un proceso activo, un aprendizaje
permanente, en el que se van alternando avances y traspiés. De todo ello se aprende. Si se lo
damos todo hecho jamás sabrán hacerlo ellos, y por lo tanto debemos respetar su derecho a
equivocarse, ya que de ello extraerán sus enseñanzas. Será fundamental, no obstante,
instruirles en los riesgos que hay a su alrededor, en el hogar, en la cocina, la electricidad, en la
calle, en el trabajo, en el ocio, etc. para que puedan gestionarlos ellos mismos.
El proceso del envejecimiento hace que afronten los cambios propios de esta etapa de la vida
con una antelación de más de veinte años en el caso de las personas con Síndrome de Down.
Debemos conocer lo que son los grandes síndromes geriátricos para comprender que van a
experimentar una serie de cambios. Nos encontraremos con un deterioro cognitivo anticipado,
pérdida de habilidades previamente adquiridas, disminución en áreas sensoriales con lo que se
hace más preciso el control de gafas y audífonos, facilidad para las caídas, ante lo cual
reaccionarán limitando su movilidad para evitar caerse, incontinencia que les incomodará por
la pérdida de su ansiada higiene, tristeza, alteraciones del sueño, depresión, falta de apetito y
de sed, estreñimiento, y otros cambios. Todo ello les quita autonomía y nos veremos obligados
a una intervención más activa con ellos, anticipándonos.
En otros capítulos se hablará de este proceso, pero sí que quiero alertar de la tentación de
culpar de todo lo negativo al envejecimiento, ya que no es cierto. Y aunque así fuera, lo
deberíamos aceptar como un proceso natural, no como una enfermedad, asumiendo nosotros
también un cambio en nuestras relaciones, de tal forma que nuevamente nos amoldemos
todos a la nueva realidad.
A modo de conclusión
La persona con discapacidad intelectual, como cualquier otra, se moldea en el vientre
materno, y se va forjando poco a poco según las directrices que le marquemos y las
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enseñanzas que reciba. Los padres seremos responsables de sus logros pero también seremos
culpables de lo que no sea capaz de hacer. No hay que marcarles techos y también dejarles
tomar decisiones relativas a su vida. Del error también aprenderán.
El aprendizaje no puede tener otro inicio que no sea el mismo momento del nacimiento. A
partir de ahí, sin tregua pero sin agobios, iremos enseñándoles todo lo necesario para su
inserción social. La higiene, la salud, los amigos, la propia imagen, sus aficiones, sus deseos, su
futuro...., parece una mezcla rara, pero....todo va unido.
Nosotros se lo enseñamos, ellos lo aprenden y lo ponen en práctica a su modo, con su toque
personal. Nosotros les rectificamos, ellos insisten. Se equivocan, nosotros también. Al final el
resultado es una persona con ideas propias, que toma sus decisiones y hace planes de futuro.
Objetivo cumplido, ¿o no?. Nosotros también fuimos así y con más o menos éxito vamos
saliendo adelante.
Debemos darles todo nuestro apoyo en esta dirección.
Bibliografía
“Programa español de salud para personas con síndrome de Down”, Down España y Divina
Pastora:
http://www.sindromedown.net/adjuntos/cPublicaciones/90L_downsalud.pdf
Guía “Estoy en plena forma”, Down España y DKV:
http://www.sindromedown.net/adjuntos/cPublicaciones/46L_estoyen.pdf
Guía “La atención médica al adulto con síndrome de Down”, Down España, Divina Pastora,
FCSD, SEMERGEN, SEMG, SEMFYC y SEMI.
http://www.sindromedown.net/adjuntos/cPublicaciones/100L_guias.pdf
Guía “Aliméntate sin gluten”, Down España y Fundación Eroski:
http://www.sindromedown.net/adjuntos/cPublicaciones/113L_guia.pdf
Guía “Cuido de mi salud”, Down España, José María Borrel y Elías Vived. Próxima a editar.
GILMAN, C. J, MORREAU, L .E, Y OTROS. (2002): Currículum de destrezas adaptativas (ALCS).
Manual. I.C.E.-Universidad de Deusto. Bilbao.
Revista “Síndrome de Down: vida adulta”, Fundación Iberoamericana Down 21:
http://www.down21materialdidactico.org/revistaAdultos/revista14/index.htm
Libro “Tu hijo con síndrome de Down: de la A a la Z”, Fundación Catalana Síndrome de Down.
AUDIOVISUAL: “Mi hijo con síndrome de Down”, Down España y FUNDACIÓN MAPFRE:
http://www.mihijodown.com/
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