5. cuando el proceso monitorio crea el título ejecutivo

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5. CUANDO EL PROCESO
MONITORIO CREA EL TÍTULO
EJECUTIVO
Aunque el art. 816 LEC se refiere solo a incomparecencia,
en todo caso de no pago o no oposición (es decir cuando el deudor comparezca y no se oponga), el juez “dictará auto en el que
despachará ejecución por la cantidad adeudada”.
En este punto varios autores señalan diversos problemas
que la brevísima regulación de esta importante cuestión produce
en la práctica33 .
En el caso de que el deudor no pague la deuda, ni tampoco
comparezca y se oponga a lo reclamado, hemos dicho que el artículo 816.1 dispone que “ Si el deudor requerido no compareciere
ante el tribunal, éste dictará auto en el que despachará ejecución
por la cantidad adeudada”. Pero en este caso ¿cual es el título
ejecutivo?, ¿debe el juez despachar ejecución automáticamente?,
¿existe o debe existir una resolución judicial intermedia entre la
incomparecencia y el despacho de la ejecución?, ¿en ese caso qué
tipo de resolución?, ¿y cual debe ser el contenido de la misma?.
33. BONET NAVARRO, J., “Algunas notas sobre los procesos monitorio y cambiario en la
nueva Ley de Enjuiciamiento Civil “ Revista Internauta de Práctica Jurídica, http://www.
uv.es/~ripj/7algu.htm, 10/09/03
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5.1 ¿Cual es el título ejecutivo?
Algunos autores hablan de “sentencia condenatoria implícita” para que se generen efectos de cosa juzgada y hasta que proceda el interés de la mora procesal al que se refiere el art. 576 LEC,
pero, ¿cómo se genera esa sentencia condenatoria implícita?
Como hemos venido haciendo y para ilustrar la cuestión,
y antes de someter a un estudio más profundo el tema, veremos
algunas soluciones reales, que en la práctica han dado los juzgados de primera instancia a esta cuestión. Son las resoluciones
en las que el juzgado recoge la no comparecencia del deudor y
las que van abrir el paso a lo que es propiamente la ejecución
del deudor. Pero como veremos las soluciones que la práctica
nos ofrece son muy diversas. Para ejemplificar estas soluciones
escogemos tres autos, una diligencia de ordenación, y una providencia de diversos juzgados de Primera Instancia.
A) En primer lugar tenemos la Diligencia de Ordenación
de 30 de enero de 2003 del Juzgado de Primera Instancia nº2 de
Burgos dictada en el juicio monitorio 510/2002. La Diligencia de
Ordenación se limita a disponer:
“Habiendo transcurrido el término conferido al demandado
“A. S.L” sin que haya efectuado el pago ni haya comparecido en
autos, póngase en conociemiento de la parte actora, para que inste lo que mejor convenga a su derecho.”
La Diligencia se limita a confirmar el transcurso del plazo
y dar traslado a la parte actora “para que inste lo que mejor
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convenga a su derecho”. La Diligencia no resuelve, ni dispone
nada (entendemos que como diligencia no podría tener parte dispositiva), simplemente constata un hecho procesal (el transcurso de un plazo sin comparecencia del deudor requerido) y se da
traslado a la parte actora.
B) En segundo lugar tenemos el Auto de 12 de noviembre
de 2002 del Juzgado de Primera Instancia nº 2 de Burgos, Monitorio 401/2002. Este Auto recoge los antecedentes procesales,
contiene razonamientos jurídicos y tiene una parte dispositiva
en la que se dice lo siguiente:
“Se declara a la deudora, Dña M.F.I en estado de ejecución,
en la cantidad de 881, 21 EUROS estándose a la espera de la
presentación de la oportuna demanda ejecutiva”.
Ahora el Auto sí tiene una parte dispositiva, en concreto es
un Auto declarativo, que declara a la deudora “en estado de ejecución”. Aunque no encontramos esta expresión en la Ley, ni la
definición de “estado de ejecución” en ninguna parte, el sentido
del Auto es claro por cuanto emplaza a la parte actora no para
“instar lo que a su derecho convenga”, como la diligencia antes
citada, sino para presentar la oportuna demanda ejecutiva.
C) En tercer lugar tenemos la Providencia de 18 de octubre
de 2002 del Juzgado de Primera Instancia nº4 de Palencia, Monitorio 406/2002, Providencia que se limita a disponer:
“Dada cuenta; habiendo transcurrido el plazo concedido
al deudor sin que haya comparecido acreditando el pago
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ni alegado ninguna razón por la que, a su entender, no se
deba la cantidad reclamada, hágase saber la peticionario
a fin de que pueda instarlo que estime conveniente a su
derecho”.
Vemos que el contenido es muy similar al de la primera
Resolución que hemos visto en el punto A), sin embargo allí la
resolución era simple Diligencia de Ordenación y aquí estamos
ante una Providencia.
D) En cuarto lugar tenemos el Auto de 18 de junio de 2003
del Juzgado de Primera Instancia nº3 de Burgos, dictado en el
proceso monitorio 333/2003 en el que tras contener los Hechos
y los Razonamientos Jurídicos contiene la Parte Dispositiva en
la que se dispone:
“En atención a lo expuesto ACUERDO:
1º Dar por finalizado el presente Proceso Monitorio,
procediendo a su archivo dejando nota en los Libros
correspondientes.
2º Entregar al solicitante testimonio de la presente resolución, a fin de que pueda instar despacho de ejecución por la
cantidad adeudada de 2.966,99 EUROS”.
Vemos que a diferencia del anterior Auto esta parte dispositiva
no contiene ninguna “declaración”, limitándose el Auto a acordar el
archivo del proceso y acordar la entrega al solicitante de testimonio
del Auto “a fin de que pueda instar despacho de ejecución”.
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E) Por último veremos el Auto del Juzgado de Primera
Instancia nº2 de Burgos de 25 de febrero de 2002 dictado en
los Autos del Procedimiento Monitorio nº 16/2002, el cual por
su interés y su sustancial diferencia con la resoluciones antes
explicadas reproducimos íntegramente
“Antecedentes de Hecho
PRIMERO.- Por el Procurado D. JMPC, en nombre y representación de B S.L., se presento solicitud inicial de procedimiento monitorio dirigida frene a GB S.A., admitida mediante providencia en la que se acordó requerir de pago de
la cantidad solicitada. El requerimiento se ha practicado sin
que se haya comparecido, ni presentado escrito de oposición o que acredite el abono.
Fundamentos de Derecho
PRIMERO.- Dispone el art. 816.1 de la Ley 1/2000, de
Enjuiciamiento Civil (LEC), que si el deudor requerido de
pago no pagara al solicitante o compareciera oponiéndose,
en el término de veinte días, se dictará auto en el que se
despachará ejecución por la cantidad adeudada.
En este caso, el requerimiento que se ha hecho al deudor
y su posterior falta de comparecencia ante este tribunal,
permiten constituir título que lleva aparejada ejecución, a
tenor de lo establecido en el nº9 del artículo 517 y 816.1 de
la LEC, siendo la cantidad reclamada vencida determinada
y líquida.
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SEGUNDO.- Ordena el artículo 816.2 de la LEC que la
deuda devengue el interés previsto en el art. 576 de
la misma LEC, desde que se dicta auto despachando
ejecución, por lo que precede el interés legal del dinero
elevado en dos puntos.
TERCERO.- No siendo necesario en la ejecución de títulos
judiciales el previo requerimiento de pago (artículo 580.1
de la LEC), procede decretar directamente el embargo de
bienes del ejecutado en cantidad suficiente para cubrir
las cantidades reclamadas al mismo tiempo requerirla
para que manifieste relacionadamente bienes y derechos
suficientes en la forma prevista en el artículo 589.1 de
la LEC.
PARTE DISPOSITIVA
1. Se despacha a instancia del Procurador D JMPC en
nombre y representación de B S.L., parte ejecutante , ejecución frente a GB S.A. parte ejecutada, por la cantidad
de 1920,07 EUROS, que desde hoy devengará interés legal
elevado en dos puntos.
2. Procédase al embargo de bienes y derechos del ejecutado
en cantidad suficiente para cubrir la cantidad de 1920, 07
EUROS.
3. Expídase mandamiento al Agente Judicial que corresponda de este Juzgado, o en su caso, del Servicio Común de
Notificaciones y Embargos, para que asistido del Secretario
u oficial habilitado, proceda al embargo de bienes del ejecu-
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tado en cuanto sean suficientes para cubrir las sumas antes expresadas, observánsose en la traba las prevenciones
establecidas en la sección 1ª, Capítulo III, Título IV del Libro
III de la LEC.
Requiérase al ejecutado expresado para que manifieste a
este Juzgado o ante la comisión judicial en el momento del
embargo, relación de bienes y derechos suficientes para cubrir la cuantía de la ejecución con expresión, en su caso, de
cargas o gravámenes, así como, en el caso de inmuebles,
si están ocupados, por qué personas y con qué título, con
apercibimiento de las sanciones que pueden imponérsele,
cuando menos por desobediencia grave, en caso de que no
presente la relación de sus bienes, incluya en ellas bienes
que no sean suyos, excluya bienes propios susceptibles de
embargo o no desvele las cargas y gravámenes que sobre
ellos pesaren, así como la posibilidad de imponerle multas
periódicas si no respondiere”.
Vemos que en este caso, a diferencia de las anteriores resoluciones, el Juzgado dicta despacho de ejecución de forma automática, sin necesidad de requerimiento del acreedor (ya sea
mediante demanda ejecutiva o de otra forma). Además el auto
es interesante porque el mismo, en el fundamento de derecho
Primero, hace una indagación sobre cual es el título que lleva
aparejada la ejecución.
También citamos en parecido sentido el Auto de 8 de abril
de 2002 del Juzgado nº5 de Burgos dictado en el monitorio
64/02, en el que, de la misma forma que acabamos de ver, se
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dicta Auto automáticamente por el juzgado en el que se despacha ejecución contra el deudor, si bien en vez de dictar medidas
de averiguación de oficio se requiere al acreedor, en la parte
dispositiva para que designe bienes o manifieste no conocer los
mismosNo hace falta decir, que tal diversidad de soluciones
responde, implícitamente, a diferentes modos de concebir el
proceso monitorio.
Continuando con las distintas resoluciones ilustrativas
arriba citadas y haciendo una graduación y clasificación de las
mismas, podemos diferenciar aquellas en que el Juzgado persigue crear un título judicial (normalmente un auto) que lleve
aparejado la ejecución y que justifique en último término el
despacho de la ejecución, y aquellas otras en las que el Juzgado
no persigue crear un título que lleve aparejada la ejecución porque ese título ya existe.
Solución 1ª: El juzgado crea un título judicial que lleva
aparejada ejecución.
En la solución de buscar la consecución de un título judicial que lleve aparejada la ejecución se enmarcarían, por ejemplo, el Auto recogido en el punto B), que llega a hacer la declarar
al deudor “en estado de ejecución” y el Auto recogido en el punto
D) que acuerda “Entregar al solicitante testimonio de la presente
resolución, a fin de que pueda instar despacho de ejecución...”
En definitiva en estos casos, y según el tenor literal de las citadas resoluciones, los documentos que llevarían aparejada la
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ejecución serían, precisamente esos Autos. Luego en estos casos se podría decir que el proceso monitorio está encaminado a
conseguir ese Auto que hace posible que se inste la ejecución,
de la misma forma que el demandante, en un proceso ordinario
persigue al consecución de una sentencia condenatoria.
Solución 2ª: El juzgado se limita a constar un hecho y a
dar traslado al acreedor.
La otra solución nos la dan las resoluciones recogidas en
el resto de los puntos: La Diligencia de Ordenación contenida en
el punto A), y la Providencia contenida en el Punto C). En estos
casos el Juzgado no persigue la creación de un título ejecutivo al
modo de una sentencia judicial, sino que considera que ese título ejecutivo de alguna forma preexiste, limitándose el Juzgado a
constatar un hecho (el transcurso del plazo sin oposición ni pago
del deudor), y a dar traslado al acreedor para que pueda hacer
algo (bien para que interponga demanda ejecutiva, bien para
que inste “lo que a su derecho convenga”). Es evidente a la vista
de la anterior Diligencia de Ordenación y la anterior Providencia
que esas Resoluciones no son títulos que lleven aparejada la
ejecución, son meras resoluciones de trámite que no pretenden
más que impulsar el procedimiento. Ello es claro en la Diligencia
de Ordenación, pues ese es el fin de la misma (art. 223.1 de la
LEC “... a través de las cuales -las Diligencias de Ordenaciónse dará a los autos el curso que la ley establezca”), pero puede
ser algo más dudoso en la Providencia ya que el fin de esta (art.
206.1 LEC) no se limita a la aplicación de normas de impulso
procesal, sino que se refiere a cuestiones procesales que requieren una decisión judicial. Sin embargo leyendo lo que dispone
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la providencia resulta evidente que el fin de la misma no es otro
que dar un impulso al procedimiento.
Solución 3ª: El juzgado dicta de oficio, tras la incomparecencia del deudor, despacho de ejecución.
Por último tenemos la solución del punto E) la cual parte
de la solución que acabamos de ver, pero llega más allá. El Auto
considera, efectivamente, que el título ejecutivo no lo crea una resolución judicial, sino que el mismo preexiste de alguna forma pasando a renglón seguido a dictar auto despachando la ejecución y
a determinar, de oficio medidas para la averiguación de bienes.
¿Cual de las tres soluciones es la más correcta?
Empecemos analizando la primera de ellas. Según los
Autos transcritos el título ejecutivo es el propio Auto del Juzgado el cual no sólo constata un hecho, sino que hace una declaración (uno declara al deudor en “estado de ejecución”, y el
otro libra testimonio del Auto para “que se pueda solicitar la ejecución”). Sin embargo por mucho que busquemos en la Ley este
Auto no aparece regulado en ninguna parte, y además es contrario a la propia configuración del proceso monitorio. Recordemos
(ya lo vimos al ver la naturaleza del procedimiento monitorio),
que aunque el proceso se llame “juicio” monitorio, no estamos en
un pleito propiamente dicho, ya que es consustancial del proceso
monitorio el que no existe contradicción, puesto que en el momento en que existe contradicción el proceso monitorio deja de
ser tal. Por lo expuesto entendemos que el juzgado de instancia
no debe “declarar nada”, ni resolver ninguna cuestión, no debe
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crear un título que lleve aparejada ejecución, ya que ni la Ley
lo prevé, ni la naturaleza del proceso monitorio lo permite. A fin
de cuentas, como veremos a continuación, el juez en el proceso
monitorio no debe redactar un fallo, sino simplemente constatar
un hecho (la no comparecencia del deudor en plazo). En este
sentido se puede decir que el juez en este caso ejerce más que
funciones judiciales, funciones de fe pública (de hecho en otros
países el proceso monitorio, es un procedimiento de índole más
administrativa que judicial).
En cuanto a la tercera solución propuesta, manifestamos
nuestra conformidad con parte del Auto transcrito, pero no podemos estar de acuerdo con la automaticidad con la que se ha
dictado el despacho de ejecución. Estamos de acuerdo con el
análisis que hace el Auto respecto cual es título que lleva aparejada la ejecución en el proceso monitorio, a recordar:
“el requerimiento que se ha hecho al deudor y su posterior
falta de comparecencia ante este tribunal, permiten constituir título que lleva aparejada ejecución, a tenor de lo establecido en el nº9 del artículo 517 y 816.1 de la LEC”
Ciertamente creemos que este y no otro es fundamento
del título que lleva aparejada la ejecución. No estamos ante
una sentencia de condena ni nada parecido, ni ante un laudo, ni ante una transacción judicial homologada, ni ante una
escritura pública, ni ante ninguno de los títulos que llevan aparejada ejecución que se recogen en el artículo 517. Sin embargo
el artículo 517.9 es un pequeño cajón de sastre donde sí tiene
cabida nuestro título ejecutivo. El artículo 517.9 dice que ten-
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drán aparejada la ejecución las demás resoluciones judiciales y
documentos que, por disposición de esta u otra ley, lleven aparejada ejecución, por su parte el artículo 816.1 dice que “Si el
deudor requerido no compareciere ante el tribunal, éste dictará
auto en el que despachará ejecución por la cantidad adeudada”.
Luego lo que provoca que se despache ejecución es la incomparecencia del deudor, y el título que lleva aparejada ejecución, es el propio requerimiento de pago que no ha sido contestado por el deudor, además de todo el conjunto de actos procesales
que prevé la propia Ley Procesal.34
Sin embargo, no estamos de acuerdo en cuanto a la automaticidad con la que opera el Auto al despachar ejecución.
5.2 ¿Debe el Juez despachar la ejecución automáticamente?
Una cosa, es que el Juzgado no deba crear un título
que lleve aparejada la ejecución, pues este nace, por fuerza
de ley, desde el momento en que se ha hecho el requerimiento al deudor y este ni se ha opuesto, ni ha pagado. Y
otra cosa muy distinta es que el Juzgado despache la ejecu-
34. Alguna doctrina se ha manifestado de forma similar. PEDRAZA PENALVA, E. y PEREZ
GIL, J., capítulo sobre “Procesos Monitorio y Cambiario” en GIMENO SENDRA,V. (Coord.)
Proceso Civil Práctico, T.9, Madrid 2002, pp 902 y ss. señala que “Es la norma procesal (...)
y no un convencimiento construido en torno a una presumida certeza de lo alegado por el
actor o a una ficta confessio del demandado, lo que avoque al juzgado a un hacer material
que le permitirá entrar en el patrimonio del ejecutado”. Sin embargo, los citados autores proponen la no existencia de título ejecutivo como tal o la existencia de un título solo
presunto. Otros autores como CORREA DELCASSO, J.P., entienden que existe una tácita
admisión de hechos.
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ción de oficio, y de oficio dicte medidas de averiguación de
bienes. La postura del Auto que ilustra la tercera solución,
se puede defender con una interpretación literalista del artículo 816.1. Ciertamente este artículo parece decir que si
existe incomparecencia del deudor el juzgador despachará
sin más ejecución. 35 Pero la mala técnica legislativa debe
atemperarse con una interpretación sistemática de la Ley,
de acuerdo con los principios recogidos en el artículo 3.1
del Código Civil.
El primer argumento para repudiar el despacho de ejecución automático por parte del juez, es que el artículo 549 LEC
dice claramente que “Solo se despachará ejecución a petición de
parte...”. Entendemos que esta norma se debe aplicar también
al despacho de la ejecución en el proceso monitorio, ya que el
artículo 816.2 se remite en bloque a las normas que regulan la
ejecución de sentencias.36
El segundo argumento es, que permitir que el Juez despache ejecución de oficio vulnera los principios de la autonomía de la voluntad e impulso de parte que deben regir el
derecho procesal civil. Se trata de responder a la pregunta :¿Y
si el acreedor no quiere ejecutar en ese momento? (lo cual puede
ser habitual si el acreedor presume que no hay bienes posibles
para ser ejecutados y que la ejecución le va a acarrear más gastos que beneficios).
35. Ciertamente, la tesis mayoritaria de la doctrina científica es entender que la ejecución se
despachará automáticamente, sin necesidad de demanda ejecutiva.
36. El problema es que la remisión que hace el artículo 816.2 LEC la hace, una vez ya despachada la ejecución.
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El tercer argumento son las dificultades que pueden originarse en cuanto a la postulación cuando la cantidad supere
los 900 EUROS, ya que en estos casos será necesario abogado y
procurador, y será corriente que la petición inicial se haya efectuado sin abogado, ni procurador.
Por último y como razonamiento práctico está el hecho de que,
normalmente el juez no conocerá bienes a ejecutar, y será el acreedor quien podría dar mucha más información al pedir la ejecución.
En todo caso hay que recordar que bastantes autores como
Cordón Moreno entre otros, aceptan que el despacho de la ejecución sea automática, aunque no sin señalar que en este punto el
legislador se separa de los otros ordenamientos de nuestro entorno en que se precisa instancia de parte (art. 699.1 ZPO, 1422
NCPC, y 650 CPC).37 El despacho automático de la ejecución,
tiene más sentido para aquellos que ven en el procedimiento monitorio un juicio ejecutivo. Debemos recordar en este punto que
el juicio cambiario, comienza -después de que el juzgado haya
admitido la demanda con el título que la sustente- con embargo
de los bienes del deudor, pero este es un embargo preventivo,
distinto del embargo que se produce en el monitorio, ya que el
título en el que se basa la ejecución en el monitorio tiene efectos
de cosa juzgada.
Es por todo lo dicho, por lo que ya se supondrá que con
la solución que más de acuerdo estamos es con la segunda de
37. CORDÓN MORENO, F., Comentarios a la Ley de Enjuiciamiento Civil, T.2 Pamplona
2001.
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las tres soluciones arriba propuestas y ejemplificadas a través
de Resoluciones de los tribunales.. En ese caso, el juzgador de
instancia se limita a confirmar un hecho (que ha transcurrido
el plazo sin que el deudor se haya opuesto o pagado), y a dar
traslado al actor de ese hecho para que inste lo que le convenga. El juzgado no pretende crear una resolución judicial que
ejecutar, ni tampoco un título que lleve aparejada la ejecución,
pues este título ya existe “ex lege”. Pero el juzgado tampoco intenta proceder, motu propio, a despachar la ejecución. Se limita
a dar traslado al actor para que este inste lo que le convenga. Si
el actor no insta nada el procedimiento quedará en ese estado:
Existirá un título, creado por ley, que lleva aparejada la ejecución, pero el acreedor no ejercerá su derecho. Si el actor insta
la ejecución, el Juzgado despachará ejecución de acuerdo con el
artículo 548 LEC siendo aplicable lo regulado en el Libro III de
la LEC.
Por lo tanto entendemos que entre la incomparecencia del
deudor y el auto en el que se despache ejecución debe haber un
nexo: Una resolución judicial que confirme la incomparecencia
del deudor y de traslado al acreedor para que inste lo que convenga. Volvemos a decir que esta resolución no es el título que
lleva aparejada la ejecución, simplemente pretenderá un impulso procedimental, impulso que en último término dependerá de
la parte actora.
Contra la postura aquí mantenida, además de la argumentación literalista de la Ley se puede aducir que ello supone una
dilación indebida, lo que casaría mal con el espíritu de proceso
rápido que inspira al monitorio. Sin embargo, entendemos que la
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finalidad del proceso monitorio no es la rápida ejecución (no es
un proceso ejecutivo), sino la rápida obtención de un título que
permita la ejecución. El paso a la ejecución dependerá, siempre
según nuestra perspectiva, de las intenciones de la parte.
5.3. ¿Que forma debe adoptar la resolución que confirme
el transcurso del plazo sin comparencia del deudor?
En las resoluciones arriba transcritas hemos visto que diferentes juzgados optaban por un auto, por una diligencia de
ordenación, y por una providencia.
La LEC no dice nada al regular el proceso monitorio, por
lo que debemos acudir a las reglas generales dispuestas en el
artículo 206 y siguientes.
En primer lugar hemos de descartar aquellas resoluciones cuyo fin es resolver una controversia entre las parte, por
ello quedan excluidas las sentencias (206.3) y también los autos (206.2). Se podría mantener que dado la importancia de la
resolución, y según lo dispuesto en el artículo 206.2.2º in fine
(“revestirán la forma de auto las resoluciones que pongan fin a
las actuaciones de una instancia o recurso antes de que concluya su tramitación ordinaria”), la forma de la resolución debe
ser un Auto. Sin embargo, nosotros entendemos que la forma
de la resolución no puede ser un Auto por cuanto en este caso,
el juez no ejercita ninguna facultad decisoria. Y ello es así por
cuanto el juzgador de instancia, una vez requerido al deudor
y transcurrido el plazo sin comparecencia del mismo, no hace
sino recoger ese hecho en la resolución.
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Los límites de la resolución que ahora dicta el juzgado son
más claros si los comparamos con la providencia del artículo
815 de la LEC, por la cual se admite a trámite la petición inicial y
se requiere al deudor para que pague. En esta providencia, como
ya hemos tenido ocasión de ver con anterioridad, sí se ejerce por
el juzgado una cierta facultad decisoria, ya que el juzgado deberá ejercer un control sobre los documentos presentados y sobre
los requisitos formales de la solicitud inicial. Sin embargo ahora,
el juzgado se limita a confirmar un hecho (la no comparecencia
del deudor tras el requerimiento) y dar traslado del mismo a la
parte demandante, no se ejerce facultad decisoria alguna, pues
el juzgado no tiene otra posibilidad.
Así las cosas nos queda dilucidar si la resolución debe adoptarse en forma de providencia o en forma de diligencia de ordenación. La providencia, según el artículo 206.2.1ª LEC, se dicta cuando
la resolución no se limite a aplicación de normas de impulso procesal, sino que se refiera a cuestiones procesales que requieran una
decisión judicial. La diligencia de ordenación, no la dicta el juez, sino
el secretario, y de acuerdo con el articulo 223.1 LEC el fin de las mismas no es otro que dar a los autos el curso que la ley establezca.
De acuerdo con lo dispuesto en los preceptos citados, y
reiterando la argumentación de que ahora el juez no está ejerciendo ninguna facultad decisoria, entendemos que la resolución que debe dictarse, una vez transcurrido el plazo y antes de
despacharse ejecución, en una diligencia de ordenación. Y ello
porque lo único que pretende esa resolución es, precisamente,
dar a los autos el curso que la Ley establece. La resolución no
crea un título ejecutivo, ni ejerce facultades decisorias, simple-
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mente se limita a constatar un hecho y a dar traslado de ese
hecho al acreedor.
5.4 ¿Debe el acreedor interponer demanda ejecutiva?
Tampoco se prevé expresamente que el acreedor tenga que
formular una petición de apertura del correspondiente proceso
de ejecución.
Si mantenemos nuestra postura, es decir que la ejecución
debe ser solicitada por la parte interesada y no acordada automáticamente por el juez, es claro que la forma de solicitar esa
ejecución es una demanda ejecutiva, ya que esa es la única forma que prevé la Ley para solicitar el despacho de la ejecución,
damos por reproducidas las consideraciones al respecto que hicimos en el epígrafe 5.2.
Ahora bien, cabe preguntarse si la forma de la demanda
ejecutiva debe cumplir todas las formalidades del artículo 549.1
(cuando son títulos no judiciales, en cuyo caso es necesario expresar “1º El título en que se funda el ejecutante. 2º La tutela
ejecutiva que se pretende, en relación con el título ejecutivo que se
aduce, precisando en su caso, la cantidad que se reclame conforme a lo dispuesto en el artículo 575. 3º Los bienes del ejecutado
susceptibles de embargo de los que tuviese conocimiento y, en su
caso, si los considera suficientes para el fin de la ejecución. 4º En
su caso las medidas de localización e investigación que interese
al amparo del artículo 590 de la Ley. 5º La persona o personas,
con expresión de sus circunstancias identificativas, frente a las
que pretenda el despacho de la ejecución, por aparecer en el título
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como deudores o por estar sujetos a la ejecución según lo dispuesto en los articulo 538 a 544 de la Ley”), o basta una demanda
ejecutiva de acuerdo con el párrafo 2 del citado artículo (es decir
en caso de que el título ejecutivo sea una sentencia o resolución dictada por el tribunal que vaya a conocer de la ejecución,
la demanda ejecutiva “podrá limitarse a la solicitud de que se
despache ejecución, identificado la sentencia o resolución cuya
ejecución se pretenda”).
Ciertamente, como hemos explicado anteriormente no
vamos a ejecutar una resolución judicial “strictu sensu”, sino
que el título ejecutivo no es otro que el requerimiento que se ha
hecho al deudor y su posterior falta de comparecencia ante el
tribunal. Podemos preguntarnos si ese título ejecutivo entraría
en la definición del artículo 549.2 LEC. Las dudas no obstante
resultan despejadas por el artículo 816.2 LEC que dispone que
la ejecución del monitorio proseguirá conforma a lo dispuesto
para las sentencias judiciales.
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