COMENTARIOS SOBRE LA DISTINCIÓN ENTRE PROPIEDADES DEPENDIENTES DE RESPUESTA FLEXIBLES Y RÍGIDAS Agustín Arrieta Urtizberea Departamento de Lógica y Filosofía de la Ciencia (UPV-EHU)* De acuerdo con el marco conceptual propuesto por López de Sa, hay propiedades dependientes de respuesta rígidas y flexibles. Las propiedades rígidas junto con las propiedades primarias conforman el conjunto de las propiedades reales.1 La distinción entre propiedad real y propiedad flexible se puede testar a partir de consideraciones a priori. No así la asimetría entre propiedad primaria y propiedad rígida. Aquí los especialistas juegan su papel. Además, López de Sa defiende que los colores son propiedades rígidas y, por lo tanto, propiedades reales.2 Los valores, contrariamente, son propiedades flexibles. Mi comentario tiene dos partes claramente diferenciadas. Por un lado, me ocupo del universo de las propiedades reales y dentro de él de la asimetría ontológica entre propiedades primarias y propiedades rígidas. A través de un argumento debido en gran medida a Vallentyne trato de lanzar algunas sombras sobre el carácter ontológico de dicha asimetría.3 Mi segundo objetivo está relacionado con los valores. Intentaré formular muy brevemente una visión humeana y, en contra de López de Sa, rígida de los valores.4 Aunque este apartado crítico no afecta a la justificación que López de Sa proporciona en relación con la distinción entre propiedades rígidas y flexibles, sí adquiere relevancia en la medida en la cual permite evaluar las implicaciones que conlleva la clasificación de una propiedad como propiedad flexible. 1. Sobre la asimetría ontológica entre propiedades primarias y rígidas ¿Qué sentido tiene la distinción ontológica dentro del universo de las propiedades reales entre propiedades primarias y propiedades dependientes de respuesta rígidas? Consideremos los casos de cuadrado, caliente y rojo (las propiedades de ser cuadrado, ser caliente y ser rojo). Parece ser que todas estas propiedades son propiedades reales en el sentido que López de Sa da a la expresión. La primera es claramente primaria, la tercera, en cambio, es dependiente de respuesta rígida, según defiende López de Sa. Aceptemos que la segunda es primaria, al menos si las ideas de Kripke al respecto son * Este trabajo es un comentario al artículo Una distinción entre propiedades dependientes de respuesta de Dan López de Sa publicado en este mismo volumen. Se trata, a su vez, de una versión escrita de lo expuesto en el congreso La constitución de los objetos de la ciencia: cualidades, propiedades y conceptos, San Sebastián, septiembre del 2003. Agradezco a Dan López de Sa sus comentarios y objeciones acerca de mis comentarios. También quiero mostrar mi agradecimiento a todos los participantes en el mencionado congreso, especialmente a Ekai Txapartegi. Este trabajo se ha realizado en el marco del proyecto 1/UPV 00003.230-H14780/2002. 1 Hablaré de propiedades rígidas y flexibles, aunque debe asumirse que me estoy refiriendo a propiedades dependientes de respuesta. 2 Estas tesis acerca de los colores y los valores no son el objetivo central del artículo de López de Sa. Una defensa detallada de las mismas se encuentra en su excelente López de Sa (2003). 3 Vallentyne (1996). 4 Sobre la filosofía moral humeana véase Cohon (2001), y más concretamente Cohon (1997). 1 correctas. López de Sa argumenta que cabe asociar con todas estas propiedades un bicondicional (que expresa, digamos, la dependencia de respuesta), de tal forma que dicho bicondicional resulte a priori y necesario. Lo que distingue a rojo de los otros casos es que en el caso del color rojo, el bicondicional es verdadero en virtud de la naturaleza del color rojo. Aquí está subyacente la distinción que hace Fine entre un enunciado acerca de A que es necesariamente verdadero y un enunciado acerca de A que es necesariamente verdadero en virtud de la esencia de A. Puede darse el primero sin que se dé el segundo. Se establece, así pues, una distinción dentro del universo de las propiedades reales entre propiedades primarias y rígidas. Centrémonos en el caso del calor. Calor es una propiedad primaria ya que, siguiendo el argumento kripkeano, cabe establecer una identificación teórica del tipo 'calor es A' que resulta ser una verdad necesaria. Esa identificación teórica necesaria muestra a todas luces que estamos ante una propiedad primaria. No cabe situación análoga para el caso de rojo. Ya que en caso contrario, creo, rojo sería primaria. ¿Por qué no es posible? Cabe argumentar de la siguiente manera para mostrar que rojo y calor son casos 'estructuralmente' análogos: El hecho de que la dependencia de respuesta sea rígida, hace que la propiedad significada por el predicado 'rojo' se determine para un mundo, unos agentes y unas condiciones determinadas. Lo mismo acontece en el caso del calor; la expresión 'produce sensación de calor' fija la referencia de 'calor'. ¿Qué es lo que hace diferente el caso del color rojo? Consideremos un objeto rojo. Supongamos que hay una propiedad A del objeto rojo que es nomológicamente suficiente para determinar la respuesta que se produce en las condiciones fijadas en el proceso de rigidización. López de Sa tiene que pensar que no hay tal propiedad. No la hay por contraposición al caso del calor, donde tenemos las propiedad A (por ejemplo, movimiento molecular intenso) que es condición no sólo suficiente sino también necesaria para que haya calor. La razón quizás es que rojo es multirrealizable, con lo cual la propiedad A, que realiza rojo, no proporciona una condición necesaria para que se produzca la respuesta. Consideremos entonces la disyunción de realizadores. Según el concepto de propiedad que se maneje y si el criterio de identidad de las propiedades es la coextensionalidad necesaria, entonces cabe pensar que rojo y la disyunción de los realizadores son la misma propiedad; es decir, la proposición rojo=AvBvC resultaría ser una verdad necesaria. De esta forma, ambos casos, el del color y el del calor, convergen. Cabe contraargumentar diciendo que bajo una concepción de propiedad (por ejemplo, a la Lewis; propiedad entendida como propiedad natural), la disyunción de propiedades no es una propiedad. Pero si se considera como propiedad aquello que resulta instanciable y cuyo criterio de identidad, como se ha señalado, es el de coextensionalidad necesaria, entonces realmente no parece que haya forma de discriminar ontológicamente entre rojo y AvBvC. Aceptando todos estos supuestos, pues, la diferencia entre rojo y AvBvC no sería ontológica. La diferencia entre el carácter dependiente de respuesta de rojo frente al carácter primario de AvBvC podría ser una diferencia conceptual, al igual que ocurre cuando distinguimos entre el caso del calor y el del movimiento molecular intenso. Aunque estamos ante la misma propiedad, tenemos predicados y conceptos distintos. La distinción entre propiedad primaria y rígida estaría al mismo nivel que la distinción entre propiedad relacional y no-relacional.5 Se trataría de una distinción de nivel conceptual. Dos conceptos pueden ser muy distintos, en el sentido de que uno es relacional y el otro no, mientras que ambos pueden significar en la ontología la misma propiedad, entendida esta última a partir del criterio de 5 Humberstone (1996). 2 identidad arriba señalado. Una razón para no aceptar esta conclusión es que rojo, a diferencia de AvBvC, tiene esencialmente relaciones de similaridad con otros colores. Estas relaciones de similaridad parecen estar ligadas esencialmente a nuestras respuestas. En cualquier caso, no termino por ver razones contundentes por las cuales sin aceptar ningún incremento ontológico -es decir, sin necesidad de incluir más de una propiedad en la ontología- no se pueda dar cuenta de esos hechos relacionales atribuidos a los colores. 2. Los valores como propiedades flexibles López de Sa argumenta a favor del carácter flexible (no real) de los valores. Yo voy a tratar de esbozar una propuesta humeana acerca de esa misma cuestión. Independientemente de mi mayor o menor simpatía por dicha propuesta, lo importante es que desde la misma los valores pueden entenderse como propiedades rígidas. Mi objetivo es hurgar en las implicaciones asociadas con estas dos concepciones acerca de los valores. El argumento esgrimido por López de Sa para el caso de la propiedad significada por 'es bueno' es muy intuitivo. Es un argumento análogo al que utiliza con respecto a la propiedad significada por 'es gracioso': si suponemos una situación target donde resulta que se ha producido una alteración en nuestra sensibilidad cómica y donde, en consecuencia, el enunciado 'Los Simpsons es gracioso' resulta ser falso, tenemos que, por aplicación del test apriorístico, 'es gracioso' significa una propiedad flexible. Análogamente para el caso de la propiedad significada por 'es bueno'. Aunque no es un objetivo central en este artículo de López de Sa la defensa de los valores como propiedades flexibles, quisiera contrapesar otras intuiciones relativas a los valores con esta que acabamos de describir y que parece tener cierta prioridad en la defensa esgrimida a favor de dicha concepción flexible. Uno puede pensar, en la línea de Hume, que los valores no son algo a lo que se accede vía investigación del mundo (por investigación ni sobre las relaciones entre ideas, ni sobre los estados de cosas). El punto de arranque está (según Hume) en las pasiones o sentimientos que suscita la acción evaluada. Este tipo de planteamiento ha dado lugar a todo tipo de subjetivismo, entre los que se encuentran, por lo menos, el emotivismo y el disposicionalismo que estamos analizando en este trabajo. Lo importante es que Hume, según algunas interpretaciones, defiende una concepción de los valores que podría calificarse en términos de dependencia de respuesta rígida: x es bueno si y sólo si nosotros estamos dispuestos a valorar favorablemente x cuando nos situamos en el punto de vista estable y general. Se trata de eso que algunos autores denominan 'la teoría del observador ideal' o 'la teoría del punto de vista común'. La razón fundamental para hablar de rigidez en este caso es precisamente que el punto de vista estable y general puede interpretarse como un mecanismo de rigidización. El problema es que en esta perspectiva la intuición prioritaria sobre la que se apoya López de Sa pierde su estatus de privilegio y, además, parece que dicha concepción rígida se ajusta mejor a otras características también intuitivas relacionadas con los valores. Por otro lado, en una primera impresión, el problema del relativismo también resulta, valga la expresión, más tratable.6 Trataré de mostrar que el debilitamiento de la intuición prioritaria no constituye un rasgo negativo de la concepción rígida de los valores y, a continuación, incorporaré a la discusión dos intuiciones relacionadas con los valores. Me refiero al internismo y a la superveniencia. 6 Sainsbury (1998). 3 Con relación a la intuición prioritaria cabe señalar que, en primera instancia, parece que es precisamente la negación de la misma la que abre la brecha entre valores blandos como el de ser gracioso y valores éticos o morales como el de ser bueno. A diferencia del caso de los Simpsons, uno piensa que en un mundo posible muy parecido (incluso demasiado parecido) al nuestro donde la gente no reacciona negativamente ante la tortura de un talibán, la tortura sigue siendo mala. Desde mi punto de vista esta es la intuición correcta y así el paralelismo entre 'es gracioso' y 'es bueno' no se produce; cosa, en principio, deseable por ajustarse a nuestras intuiciones. López de Sa argumenta que la concepción flexible se ajusta mejor a lo que ha venido a denominarse la practicalidad de lo evaluativo o internismo. Dicho principio puede formularse de la siguiente manera: es necesario y a priori que si algo es bueno, entonces lo deseamos (dejando a un lado casos de debilidad de la voluntad, etc.). Una concepción rígida acerca de los valores parece implicar que el carácter necesario del principio no se dé. Una salida a este problema pasaría por afirmar que la condición de practicalidad no tiene por qué ser necesaria. La acción de torturar a cualquier persona es mala. La razón a favor de ello es que si pienso en esa acción desde un punto de vista estable y general respondo con un rechazo a la misma. La relación entre la motivación y los valores me lleva a no desear la tortura. Obviamente caben mundos posibles donde se tortura y donde hay gente que oculta y aplaude la tortura. Esta situación no sólo es posible; es real. Se puede considerar como parte de la fenomenología de los valores, y así se muestra intuitivamente que no hay relación de necesidad entre que algo sea bueno y el hecho de que motive. La relación es de otro tipo. Lo que es absurdo es que alguien que estuviera en el punto estable y general concluyera que torturar es malo y que torturara. Esto es lo que se rechaza. Lo que no se rechaza es que alguien pueda estar motivado a hacer cosas malas, simplemente porque es incapaz de ponerse en el lugar del otro o porque es incapaz de simpatizar (en el sentido de Hume o Smith) o porque es incapaz de desprenderse de todo aquello que hace que sus valoraciones sean inestables por ser dependientes, por ejemplo, de circunstancias y consideraciones personales y particulares. En definitiva, un agente puede estar motivado a hacer cosas malas porque él cree que son buenas o que no son malas. En realidad creo que el internismo puede formularse en otros términos compatibles con la concepción rígida: es una verdad necesaria y a priori (o una verdad conceptual) que si A cree que x es bueno, entonces A desea x. Finalmente, la última intuición que quiero traer a colación es la relacionada con la superveniencia. Dicha intuición puede formularse en los siguientes términos: acciones indiscernibles desde un punto de vista descriptivo, también deben serlo desde un punto de vista valorativo. Esto parece ser una condición necesaria de cualquier 'orden moral'. Dos niños N1 y N2 realizan respectivamente dos acciones A1 y A2 indiscernibles desde un punto de vista descriptivo (indiscernibles con relación a un universo de propiedades descriptivas éticamente relevantes. Soy consciente de que este concepto no está exento de problemas. En cualquier caso, una discusión racional sobre esta cuestión puede que desemboque en un acuerdo. Por ejemplo, la edad de N1 y N2 es una propiedad descriptiva que resulta relevante desde un punto de vista valorativo. No así el color de la piel de N1 y N2). Supongamos que el padre de N1, precisamente por ser padre de N1, valora favorablemente (o guarda silencio con respecto a) A1 y desfavorablemente A2. Este escenario, en el que la superveniencia no se cumple, es un escenario posible (y real). Aceptado esto, comienzan las divergencias entre las concepciones rígida y flexible. En el marco de la concepción rígida cabe una discusión racional que desemboque en la rectificación valorativa por parte del padre de N1. De esta forma la superveniencia es recuperada. La posibilidad de este tipo de rectificación se ajusta a cierta intuición acerca de los valores. No veo con claridad que la concepción flexible pueda satisfacer la misma. 4 Referencias Cohon, R. (1997), The Common Point of View in Hume's Ethics. Philosophical and Phenomenological Research LVII(4), 827-851. También en Cohon (2001). Cohon, R. (ed.) (2001), Hume: Moral and Political Philosophy. Aldershot: Ashgate. Humberstone, I.L. (1996), Intrinsic/Extrinsic. Synthese 108, 205-267. López de Sa, D. (2003), Response-Dependencies: Colors and Values. Barcelona: UB. Sainsbury, R.M. (1998), Projections and Relations. The Monist 81(1), 133-161. Vallentyne, P. (1996), Response Dependence, Rigidification and Objectivity. Erkenntnis 44, 101-112. 5