Los deberes paterno

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Los deberes paterno-filiales (Ef 6:1-4)
por Pedro Puigvert
En la anterior exposición meditamos sobre los deberes conyugales y en este pasaje Pablo trata de los deberes
de padres e hijos. Esto nos enseña que el apóstol piensa que la congregación local es una “familia” que reúne
a ambos sexos y niños de todas las edades. Como en el texto leído se dirige a los hijos y a los padres es
evidente que esperaba que las familias enteras estuvieran presentes en el culto público, tanto para adorar a
Dios como para escuchar su Palabra, entre la que se hallaba las cartas apostólicas y así conocerían en que
consistían sus deberes. La mención de los hijos está en armonía con la enseñanza de Jesús sobre los niños y
representa un cambio radical sobre la crueldad que prevalecía en el Imperio Romano en que se abandonaba a
los niños no deseados, se asesinaba a los débiles y deformados y aún los sanos representaban una molestia
porque complicaban la facilidad del divorcio.
1. Los deberes de los hijos (vv.1-3)
El término “obedeced” es otra manera de referirse a la “sumisión” que hallamos en 5:21, pero todavía
es más fuerte porque requiere obediencia. A las esposas no se les demanda obediencia y ya dijimos
que eso de un marido dando órdenes y una esposa obedeciendo no aparece en el NT. En cambio los
hijos deben obedecer a sus progenitores (ambos), pero el apóstol restringe la autoridad paterna
instando a seguirla por las vías de la educación. Como hizo con la sumisión de la esposa, también
razona su exposición con referencia a la obediencia de los hijos. Señala tres fundamentos para la
obediencia de los hijos en el hogar cristiano:
1.1. El principio de la justicia. (v.1)
La obediencia de los hijos pertenece al dominio de lo que llamamos la ley natural, es decir, no
depende de la revelación especial de Dios ni está confinada a la ética cristiana; es una norma
de conducta en todas las sociedades, pues los moralistas paganos, tanto griegos como
romanos, la enseñaban. Los filósofos estoicos consideraban la obediencia de los hijos como
parte de la “naturaleza de las cosas”.Incluso mucho antes, en la cultura oriental, Confucio
enfatizó el respeto filial, de tal manera que todavía hoy, las costumbres chinas, coreanas y
japonesas reflejan esta influencia.
Prácticamente todas las civilizaciones han reconocido la autoridad paterna como indispensable
para tener una sociedad estable. Por eso Pablo incluye la “desobediencia a los padres” como
un signo de la sociedad decadente en los últimos días, un período de tiempo que empezó con
la venida de Cristo (2 Ti. 3:2).
1.2. El principio de la ley de Dios (vv.2-3).
La obediencia de los hijos no pertenece solamente a la ley natural, sino también a la ley
revelada que Dios dio a Moisés. Pablo une libremente Éx. 20:12 con Dt. 5:16. Como se trata
del quinto mandamiento, si dividimos el decálogo en dos partes desiguales, los primeros cuatro
especifican nuestros deberes hacia Dios y éste sería el primer mandamiento con relación al
prójimo.
Los judíos los dividían en dos partes iguales y entendían este mandamiento como un deber
hacia Dios porque al menos en la infancia los padres representan a Dios y nos administran
tanto su autoridad como su amor. Los padres deben ser “honrados” por sus hijos, es decir,
reconocer su autoridad como dada por Dios mostrándoles su respeto y amor. Se trata de una
autoridad divinamente delegada y por eso fue revestida de tanta importancia en la vida del
pueblo de Israel: “Respetad a vuestra madre y a vuestro padre (Lv. 19:1-3)”.
De ahí la pena tan severa (muerte) que se aplicaba a cualquiera que maldijera a sus padres
(Lv. 20:9). Pero el apóstol refuerza el mandamiento de Dios con una promesa en vez de
hacerlo con una amenaza. Este mandamiento es el primero con promesa, citando la
prosperidad y larga vida. Esta afirmación de Pablo encierra dificultades de comprensión. Sería
muy largo explicar ahora las diversas interpretaciones y no estamos en un estudio bíblico. La
promesa está formulada en términos de prosperidad material y larga vida en línea con el
pensamiento teocrático por el que se regía Israel en conexión con la vida en la tierra prometida,
que Pablo altera por la “tierra”.
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Los deberes paterno-filiales (Ef 6:1-4)
por Pedro Puigvert
La tierra prometida desaparece y el pueblo del pacto ahora es la comunidad universal y sus
bendiciones son sobre todo espirituales porque estamos sentados con Cristo en lugares
celestiales, pero esto no excluye una bendición para la nueva tierra. Ahora bien, este
mandamiento es incondicional o hay restricciones. Sin caer en la casuística, podemos decir que
durante la minoría de edad la obediencia a los padres debería ser la norma y sólo al llegar a la
mayoría y la independencia del hogar ya no es necesaria. Como restricción encontramos sólo
aquella que obligue a hacer algo contrario a la Palabra de Dios. En Colosenses dice que
deben obedecer en “todo”, pero aquí la obediencia es en el Señor y modifica la anterior.
1.3. El principio de la obediencia en el Señor. (v.1).
Pablo primero ha instado a lo correcto y luego a lo que está escrito y ahora incorpora el
evangelio y la nueva época que ha introducido Cristo. Con esto trae la obediencia de los hijos
al dominio del deber específicamente cristiano y pone sobre los hijos la responsabilidad de
obedecer a sus padres debido a su relación personal con el Señor Jesucristo. La vida familiar
creada por Dios en el principio fue arruinada por el pecado, pero ahora en el Señor ha
empezado la nueva sociedad de Dios en que las relaciones han sido transformadas donde los
hijos aprenden a obedecer con agrado (Col. 3:20) como lo hizo el mismo Jesús (Lc. 2:51).
2. Los deberes de los padres (v. 4)
La instrucción dada a los hijos presupone la autoridad de los padres, pero en cuanto expresa cómo
deben comportarse los padres la limita. El apóstol presenta un contraste con la norma de la época: el
“pater familias” ejercía una autoridad soberana sobre todos los miembros de la familia, ya que tenía
derecho completo de disponer de sus hijos, como de sus esclavos y cosas. (Volveremos sobre eso en
la próxima exposición). El padre cristiano era completamente diferente, ya que deben cuidar a sus
familias como el Dios y Padre cuida a la suya. En las dos veces que aparece el plural “padres”
(pateres) se refiere al padre y la madre.
2.1. El primer deber es una prohibición:
No provoquéis a ira a vuestros hijos. Esto es un reconocimiento de la delicada personalidad de
un niño. Pone en evidencia que los padres pueden fácilmente utilizar mal su autoridad, ya sea
exigiendo cosas irritantes o irrazonables que no tomen en cuenta la inmadurez de los niños o
yendo a extremos de dureza y crueldad por un lado, y favoritismos y excesos indulgentes por el
otro; o humillándolos y anulándolos. Todas estas cosas pueden provocar enojo y resentimiento
en los hijos. Siempre es mejor el aliento estimulante de padres comprensivos y amorosos.
2.2. El deber de criarlos en la disciplina y amonestación del Señor.
El verbo “criadlos” significa literalmente “nutrir” o “alimentar” y es el mismo que en 5:29. La
importancia de la educación paternal es fundamental y aunque pueden delegar parte de ella a
la iglesia, nunca deben renunciar totalmente a ella. Es la tarea que Dios les ha dado y deben
tomarse tiempo. ¿Cómo deben educarlos? En la disciplina, es decir, en la formación que
enfatiza la corrección (He. 12), mientras que la amonestación se refiere principalmente a la
educación verbal
Conclusión. Estos deberes son “del Señor”. Esto significa que detrás de los padres que enseñan y disciplinan
a sus hijos está el Señor, como el maestro principal. Además la mayor preocupación de los padres no es sólo
que sus hijos se sometan a su autoridad, sino que a través de ésta lleguen a conocer y obedecer al Señor.
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