Ediciones Le Monde diplomatique «el Dipló» Capital Intelectual

Ediciones Le Monde diplomatique «el Dipló»
Capital Intelectual
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Podemos
La fuerza política
que está cambiando España
Pablo Iglesias en diálogo
con Jacobo Rivero
Epílogos de Pablo Iglesias
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© Ediciones Turpial, 2014
© Capital Intelectual S. A., 2015, de la presente edición
Primera edición en Argentina: abril de 2015
Capital Intelectual S. A. edita, también, el periódico mensual
Le Monde diplomatique, edición Cono Sur
Director: José Natanson
Coordinador de la Colección Le Monde diplomatique: Carlos Alfieri
Edición: Carlos Alfieri
Corrección: Alfredo Cortés
Diseño de tapa e interior: Carlos Torres
Producción: Norberto Natale
Foto de tapa: gettyimages / Ulrich Baumgarten
Paraguay 1535 (C1061ABC) Ciudad de Buenos Aires, Argentina
Teléfono: (54-11) 4872-1300
www.editorialcapin.com.ar
Suscripciones: [email protected]
Pedidos en Argentina: [email protected]
Pedidos desde el exterior: [email protected]
Edición: 2.500 ejemplares
ISBN 978-987-614-474-2
Hecho el depósito que ordena la Ley 11.723
Libro de edición argentina. Impreso en Argentina
Printed in Argentina
Todos los derechos reservados.
Prohibida la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier
medio o procedimiento sin el permiso escrito de la editorial.
Iglesias, Pablo
Podemos. La fuerza política que está cambiando España.
Pablo Iglesias en diálogo con Jacobo Rivero.
1a ed., Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Capital Intelectual, 2015
152 págs., 22 x 15 cm - (Le Monde diplomatique, 67)
ISBN 978-987-614-474-2
1. Política internacional. I. Título
CDD 327.1
Fecha de catalogación: 12/03/2015
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Índice
Introducción: La audacia y la democracia Capítulo 1: Podemos, después del 25-M Capítulo 2: ¿Izquierda, derecha…? La gente Capítulo 3: La disputa de la comunicación Capítulo 4: Presente inmediato y perspectivas de futuro 9
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Epílogo: La hipótesis Podemos, por Pablo Iglesias 131
Epílogo para latinoamericanos, por Pablo Iglesias PabloIglesias.indd 7
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Introducción
La audacia y la democracia
Una conversación se basa en la premisa de que quienes la mantienen hablan “familiarmente”, en confianza. Tiene la virtud de que,
por lo general, no se sustenta ni en el grito ni en el insulto. No necesita partir de convergencias y puede ser divergente en posturas
y argumentos. Una conversación admite preguntas y reflexiones,
suele ser compartida; en las mejores ocasiones, todos los interlocutores intervienen, hablan, comentan, y no se limitan a atender el
discurso de un protagonista principal. Según el diccionario de la
Real Academia de la Lengua Española, entrevistar es “mantener
una conversación con una o varias personas acerca de ciertos extremos, para informar al público de sus respuestas”. La voluntad
de este libro es esa: que una conversación tranquila contribuya a
informar al público de algunos aspectos del pensamiento de Pablo
Iglesias, probablemente uno de los personajes políticos más interesantes de los últimos años en España, con independencia de la
opinión que cada uno tenga de él.
Un millón doscientos cuarenta y cinco mil novecientos cuarenta y ocho votos obtuvo Podemos en las elecciones al Parlamento Europeo del pasado 25 de mayo de 2014. Un partido político
que tenía tan solo cuatro meses de vida. Ahora, menos de un año
después de aquel proceso electoral, las encuestas en España dan
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resultados altísimos al partido que dirige Pablo Iglesias junto a
un grupo de profesores universitarios, la mayoría de ellos politólogos. Desde entonces, Pablo Iglesias se ha convertido en un
fenómeno mediático, académico, protagonista de charlas más o
menos formales, también de cañas* y discusiones a pie de calle**.
Lo cierto es que, desde hace unos meses, Pablo Iglesias parece
ubicuo, por todas partes es requerido y, asombrosamente, procura
estar disponible para atender a todos. Ha pegado tan fuerte que,
incluso si se produce un hecho histórico en España como la abdicación del rey Juan Carlos I, muchos miran de reojo al líder
de Podemos para ver qué dice y cómo respira. Al mismo tiempo,
medios de comunicación de medio planeta miran al fenómeno que
ha agitado la vida política española como un caso novedoso en un
contexto en el que el Viejo Continente parecía derivar hacia posiciones de derecha extrema, excluyentes y xenófobas, como ocurre
en los casos de Francia y otros países, donde la extrema derecha
ha tenido en los últimos años un importante aumento de votos y
presencia en Parlamentos.
Pero Podemos apela a un lugar totalmente opuesto, sus líderes
provienen de formaciones y trayectorias de izquierda que han propuesto un nuevo lenguaje desde el que dar el salto a la política institucional. De las calles, al Parlamento Europeo, y de allí a ocupar
previsiblemente muchos puestos en las próximas citas electorales
que se van a abrir en España. Como dijo Alberto Garzón, actual líder del partido que tradicionalmente representa a los votantes más
de izquierdas en España –Izquierda Unida, donde se encuentra inserto el Partido Comunista–: “Podemos ha venido para quedarse”.
Una afirmación de la que pocos dudan.
* Nota del editor: caña es un vaso de cerveza. Ir de cañas significa ir con los amigos a beber
cerveza en un bar. (Las notas señaladas con asterisco son del editor.)
** A pie de calle: en la calle misma.
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Al día siguiente de las elecciones al Parlamento Europeo del
25 de mayo de 2014, la noticia más destacada por los medios de
comunicación y comentaristas políticos era la irrupción de Podemos en el escenario de la representatividad parlamentaria. Se
trataba de una nueva fuerza electoral que de la noche a la mañana
lograba ser el cuarto partido más votado en España, el tercero en
comunidades como Madrid, Asturias, Baleares y Cantabria. Una
circunstancia que admite pocas comparaciones. Más allá de fenómenos anecdóticos, ningún partido desde la aprobación de la
Constitución en 1978 había provocado tal maremágnum informativo. Desde entonces hasta ahora, algunas encuestas han reflejado
que Podemos podría ser la primera fuerza electoral en España (1),
y su proyección le otorga un protagonismo destacado en el futuro
de la vida política española.
En ese clima hay un runrún que suena con cierta reiteración,
alimentado desde las filas de Podemos: lo que está ocurriendo
en España es el inicio de un posible “cambio de régimen”. Una
apelación que apunta directamente a la trayectoria política del
país en sus últimos cuarenta años. Con la muerte en la cama del
dictador Francisco Franco el 20 de noviembre de 1975, en España se produjo un proceso hacia la democracia conocido como la
Transición. El cambio político estuvo protagonizado por un joven
abogado que venía de las filas del franquismo, Adolfo Suárez,
donde había tenido puestos de relativa importancia. Franco antes
de morir había delegado la sucesión en la jefatura del Estado en
el rey Juan Carlos I y éste a su vez encargó la constitución de un
nuevo gobierno a Suárez para que llevara a cabo un cambio político que permitiera un régimen de libertades y el establecimiento
de la democracia. Una frase resumió en forma precisa el empeño
de Adolfo Suárez durante esa etapa: “Yo no quiero que el sistema
1 “Los españoles situarían hoy a Podemos como primera fuerza electoral”, Cadena Ser, 9 de
enero de 2015 [http://cadenaser.com/ser/2015/01/09/politica/1420784845_465784.html].
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democrático de convivencia sea, una vez más, un paréntesis en la
historia de España”.
Adolfo Suárez liquidó las Cortes franquistas, creó un partido
a su medida (la Unión de Centro Democrático, hoy desaparecida)
e intentó tranquilizar a los sectores menos propensos al cambio,
especialmente a los militares, pero también a una parte importante
de los empresarios que miraban el nuevo tiempo que se abría con
desconfianza. Con cierta astucia, reconocida por amigos y enemigos, Adolfo Suárez dio pasos significativos en un momento de
fuertes tensiones; el más importante fue la legalización del Partido
Comunista de España (PCE) en abril de 1977, que entonces dirigía
el histórico líder comunista Santiago Carrillo. Una medida que generó rechazos de los sectores golpistas que había en el ejército y la
policía, que intentaron rebelarse contra la apertura política de esos
años, y cuyos planes de desestabilización se pusieron de manifiesto en el fallido golpe de Estado del 23 de febrero de 1981, cuando
el teniente coronel de la Guardia Civil Antonio Tejero irrumpió
en el Parlamento español para revertir el proceso democrático. La
operación golpista no tuvo éxito, y con la victoria un año después,
en 1982, del candidato socialista Felipe González se dio por cerrada una etapa extremadamente convulsa de la historia de España.
Aquella en la que convivieron en tensión dos alternativas: la reforma política o la ruptura. Suárez y el centro-derecha español abanderaron la primera opción, a la que se sumó el Partido Socialista de
González, el partido de derechas Alianza Popular, que encabezó el
ex ministro franquista Manuel Fraga Iribarne y del que el Partido
Popular es heredero, y el Partido Comunista de España de Santiago Carrillo. La ruptura estuvo encabezada por partidos, sindicatos
y organizaciones de extrema izquierda que en aquellos años tenían
una importante capacidad de movilización.
La “reforma” dejó un buen número de asuntos pendientes. Se
dio por enterrada de manera general la dictadura y muchas heri-
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das, algunas que venían desde la propia Guerra Civil española,
quedaron sin cicatrizar. Muchos cargos franquistas pasaron de un
día a otro a formar parte del nuevo ordenamiento democrático y
se negó la posibilidad de una revisión de la etapa dictatorial con
la idea general de que “había que mirar hacia adelante” y “pasar página”. La década de 1980 en España, con la abrumadora
victoria de Felipe González en 1982, cerró en cierta forma ese
periodo. La economía española comenzó a crecer y se estabilizó
un sistema político que, a pesar de algunos conflictos latentes –el
más importante, la violencia en el País Vasco– parecía equiparar
a España con el resto de los países de su entorno. Sin embargo,
la crisis económica que estalló a nivel mundial en 2007 y 2008
provocó en España una suerte de debacle de la economía y una
pauperización de las condiciones de vida de muchos ciudadanos.
El caso más evidente fue el desencadenado por el estallido de la
“burbuja inmobiliaria”, que llevó a muchos ciudadanos a perder
sus hogares y a visualizar de forma dramática la precariedad de
buena parte de la sociedad. En esas circunstancias, el 15 de mayo
de 2011 miles de ciudadanos salieron a las calles en numerosas
ciudades y pueblos para manifestar su indignación con un lema:
“¡Democracia real ya!”. Muchos líderes de Podemos estuvieron
en ese movimiento. Tres años después de la ocupación pacífica de
la Puerta del Sol de Madrid, Pablo Iglesias decidió encabezar el
salto de la protesta callejera a las instituciones.
Podemos ha agitado la democracia, ha provocado rozaduras en
todos los partidos y ha acaparado la atención dentro y fuera del
país cuando se habla de la actual situación política en España. En
un artículo publicado en The New York Times tras las elecciones
europeas, su corresponsal, Raphael Minder, titulaba: “El nuevo
partido español Podemos pudo. Ahora empieza la parte difícil” (2).
2 Raphael Minder, “Spanish Upstart Party Said It Could, and Did. Now the Hard Part Begins”,
The New York Times, 29 de mayo de 2014.
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El periodista señalaba la analogía entre el mensaje de Podemos
y el Yes we can! de Barack Obama en su campaña para las presidenciales estadounidenses de 2008. En el artículo del periódico
neoyorquino, Pablo Iglesias comentaba: “No hemos nacido para
ser un incidente anecdótico, y sí para instar al Gobierno y a los
grandes partidos a introducir cambios, tras demostrar que ellos
mismos son parte del problema y no de la solución”.
El fenómeno es analizado desde perspectivas que van desde la
alabanza de la propuesta y los resultados hasta otras que apuntan
al azar y la desesperación de la situación. Para algunos es un síntoma de un “cambio de régimen” y para otros no es más que un
“voto de castigo”. Con un presupuesto para la campaña electoral
de alrededor de 150.000 euros, el más bajo por lejos de todos los
partidos que lograron representación en Bruselas, la candidatura
de Podemos amortizó la inversión sobradamente, dada su repercusión sin precedentes y sus cinco eurodiputados. Hasta dónde
puede llegar la nueva formación en futuras convocatorias electorales es una incógnita, pero las encuestas apuntan a que seguirán
produciéndose resultados sorprendentes.
Más allá de las afinidades y recelos hacia Podemos y Pablo
Iglesias, muchos reconocen la audacia de su campaña electoral
(“¿Cuándo fue la última vez que votaste con ilusión?”) y de un
discurso que ha sabido “enganchar” a una parte importante de
la ciudadanía. La nueva iniciativa política ha sabido combinar a
la perfección un inteligente uso de las redes sociales, un discurso con referencias novedosas (“la casta”) y la enorme proyección
mediática de su líder: Pablo Iglesias. No cabe duda que la ecuación, electoralmente hablando, ha funcionado.
También en Podemos hubo sensación de shock, más o menos
disimulado, la noche de las elecciones europeas. En la continuidad de la resaca tras ellas, Pablo Iglesias, en una rueda de prensa
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celebrada a principios de junio de 2014 en el Círculo de Bellas
Artes de Madrid, ante algo más de medio centenar de periodistas,
algunos de medios extranjeros, señalaba con gesto sincero que tras
las elecciones europeas se encontraban “sobrepasados”. Un asunto que, en relación a la gestión de un nuevo cuerpo político que
gravita entre partido político y movimiento, ha desatado algunas
tensiones. Lógicas y razonables para algunos; reveladoras de la
inestabilidad del proyecto para otros. Desde entonces, Podemos se
ha fortalecido como un partido político más estructurado y hasta
cierto punto al uso. Una deriva a la que se han visto obligados
porque su mensaje ha ido sumando apoyos de forma vertiginosa,
también el nivel de los ataques ha aumentado y sobre sus biografías se ha investigado y publicado una cantidad ingente de artículos demonizadores. El Partido Popular (PP) y el Partido Socialista
Obrero Español (PSOE) han centrado sus ataques en la idea de
que Podemos es “inestabilidad”, “totalitarismo” y propuestas “imposibles”. Por su parte Podemos ha conversado, de forma pública
o privada, para unir a su proyecto, con multitud de personas relevantes dentro del mundo de la economía, el deporte, la cultura
u otros sectores para construir un “país nuevo”, en un “proceso
constituyente” que para ellos pasa por reconstruir los acuerdos que
se establecieron en España tras la muerte del dictador Francisco
Franco y la posterior aprobación de la Constitución de 1978.
Todos los análisis coinciden en un aspecto. No se podría entender el fenómeno Podemos sin lo ocurrido el 15 de mayo de
2011 en muchas ciudades del país, cuando miles de ciudadanos
ocuparon las plazas como expresión de hastío frente a la situación
económica y política, en lo que se conoció como el movimiento
de “los indignados”. Un grito –en ocasiones, paradójicamente,
mudo– que se valoró desde distintas ópticas, pero que en lo referente a por qué se producía fue mayoritariamente desatendido
desde las instituciones. Se trató más como una cuestión de orden
público que como una apelación. Pero desde entonces hasta ahora
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las circunstancias informativas no han dado motivos para que esa
indignación que se vivió en las plazas tenga muchos motivos para
la alegría y para esperar un cambio de tendencia. Al contrario,
la corrupción, los desahucios [desalojos] o los recortes han sido
desayuno, almuerzo y cena de las informaciones, sin que los ciudadanos hayan percibido una sincera política de tolerancia cero
hacia esas actitudes de corrosión política y abuso de poder.
Por encima de estas circunstancias, Podemos ha logrado exhibir personalidad propia y actitud. Virtudes poco habituales en el
panorama político actual. Además, ha logrado destotemizar expresiones que generaban sarpullidos en una izquierda poco amiga de
las cámaras y los flashes. A cambio, se ha calificado a Podemos,
desde trincheras opuestas, como representantes de la “antipolítica”, “populistas”, “bolivarianos”, “lepenistas” o “demagogos”,
entre otras lindezas. También se los ha elogiado como aire fresco
de la izquierda social, de las plazas, o de ambas cosas. Incluso
desde entornos más o menos representativos del movimiento de
los indignados han recibido críticas. También alabanzas.
Pablo Iglesias logró infiltrarse en los televisores de muchos
ciudadanos para lanzar su mensaje. Primero desde programas de
televisiones comunitarias que dirige, como La Tuerka y Fort Apache; luego, como objeto curioso en tertulias preparadas para la
confrontación más beligerante, en los canales del llamado TDT
party; y, finalmente, como tertuliano* habitual en formatos de
mayor audiencia, en programas como La Sexta Noche o Mañanas
Cuatro. De los movimientos sociales y formas de comunicación
minoritarias al prime time. De hablar para pocos, a ser escuchado
por miles, incluso millones a través de las principales emisoras de
televisión españolas.
* Tertuliano: participante de tertulias radiales o televisivas.
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En su meteórica trayectoria, la iniciativa ha sobrepasado a partidos que se presentaban como regeneracionistas de la vida política, como Unión Progreso y Democracia (UPyD) o Equo; ha soplado en la nuca de la formación tradicionalmente más representativa
de los lugares a los que apelaba Podemos, como Izquierda Unida,
y ha metido cierto miedo en el cuerpo a los dos principales partidos políticos de la historia democrática de España: el Partido
Popular (PP) y el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), que
han visto por primera vez peligrar su mayoría política. Podemos
ya es el primer partido político del país en cuanto a seguimiento
en Twitter y Facebook. Un asunto no menor en los nuevos tiempos
comunicativos que vivimos.
Podemos y Pablo Iglesias no se explican tampoco sin lo ocurrido en América Latina en los últimos años. Una relación que se
alimentó por parte de muchos miembros de Podemos mediante
numerosas visitas e incluso trabajos de asesoramiento a gobiernos
como los de Ecuador, Bolivia o Venezuela. Lo señalaba el propio
Iglesias en una entrevista: “Nos enseñaron que se podía ganar” (3).
Un nuevo paisaje en el contexto político internacional que puso al
continente latinoamericano en el centro de la política internacional con los cambios en los gobiernos que se fueron produciendo:
en 1998 llegó Hugo Chávez al poder en Venezuela; el brasileño
‘Lula’ da Silva en 2002; Néstor Kirchner en 2003 a la Casa Rosada; Evo Morales en 2005 conquistó Bolivia y Rafael Correa se
alzó con la presidencia de Ecuador en 2006. Desde entonces hasta
ahora, esa sinergia de gobiernos progresistas, cada uno con sus
propias características, ha sido la lógica común de una parte del
mundo que sufrió procesos muy dolorosos durante el siglo XX
y que estuvo en la órbita de dominación de Estados Unidos. Un
3 “El 15-M nos enseñó que no se pueden pedir tratados de pureza ideológica”, entrevista a Pablo Iglesias, Gerardo Tecé, La Marea, 20 de mayo de 2014 [http://www.lamarea.com/
2014/05/20/50447/].
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elemento de cambio que no es menor para entender a Podemos y
sus referencias, políticas e intelectuales.
Especialmente destacada en las reflexiones de Podemos, también en las acusaciones desde puntos de vista radicalmente contrarios a su propuesta, es la cuestión del “populismo” y el pensamiento del politólogo argentino Ernesto Laclau. En una nota
que firmaba el número dos de Podemos, el también profesor de
Ciencia Política Íñigo Errejón, tras la muerte en abril de 2014 de
Laclau, se exponía la influencia del pensamiento populista alrededor del libro Hegemonía y estrategia socialista, escrito por el
argentino junto a Chantal Mouffe: “Un libro fundante de todo un
enfoque teórico. En él se propone una comprensión de la política
como disputa por el sentido, en la que el discurso no es lo que se
dice verdadero o falso, desvelador o encubridor de posiciones ya
existentes y constituidas en otros ámbitos (lo social, lo económico,
etc.) sino una práctica de articulación que construye unas posiciones u otras, un sentido u otro, a partir de ‘datos’ que pueden recibir
significados muy distintos según se seleccionen, agrupen y, sobre
todo, contrapongan. Que el sentido no esté dado sino que dependa de equilibrios y pugnas es la base de la democracia y no una
amenaza, como pretende el pensamiento conservador que quiere
reducir la política a la gestión de lo decidido en otro lugar” (4). De
esta manera, Podemos instituyó un nuevo antagonismo en la política española: el pueblo frente a la casta, los de abajo frente a
la oligarquía, la necesidad de un nuevo pacto social en torno a la
democracia. La propuesta tenía que ver, según Podemos, con que
los gobernantes ya no atendían las necesidades de los ciudadanos
sino las de las élites económicas y financieras.
El argentino Jorge Alemán, uno de los más estrechos seguidores
de Laclau, en un artículo afirma: “Lo político y el pueblo como
4 “Ernesto Laclau, teórico de la hegemonía”, Íñigo Errejón [http://www.academia.edu/675
1485/Ernesto_Laclau_teórico_de_la_hegemon%C3%ADa].
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sujeto emergen cuando tiene lugar una práctica instituyente cuyo
principio es radicalmente distinto al encuadramiento técnico y
objetivo de los expertos. La práctica instituyente del pueblo es
la acción colectiva por parte de aquellos que han quedado fuera
en el cálculo de los expertos. Esa práctica instituyente que surge
precisamente como la verdad del antagonismo, es asumida por un
sujeto popular cuya función principal es rechazar el ordenamiento jerárquico del saber de los expertos. Es evidente que con esta
posición no se está sugiriendo que no se respeten las competencias teóricas y técnicas de cada área social. Estamos utilizando el
término ‘experto’ en otro sentido, ya que esas áreas pueden encontrar su verdadera operatividad cuando se emancipan del emplazamiento y la inercia que los expertos del régimen neoliberal
han impuesto” (5).
Algo parecido ocurrió en Europa –una negación de las políticas que mantenían algunos “expertos”– en las elecciones al
Parlamento de Grecia del 25 de enero de 2015, donde ganó una
coalición de partidos de izquierdas llamada Syriza, liderada por
Alexis Tsipras, que ponía en duda las recetas de las “políticas de
austeridad” impuestas por el gobierno conservador de Alemania
y seguidas sin salirse una línea por el resto de los gobiernos de la
Unión Europea. Lo ocurrido en Grecia ponía un nuevo elemento
encima de la mesa: Europa está cambiando y hay un nuevo discurso en el continente de ruptura de las lógicas neoliberales que
habían dominado de forma hegemónica desde la caída del Muro
de Berlín el 9 de noviembre de 1989.
Sobre el ascendente de América Latina, Pablo Iglesias señalaba en una entrevista para el diario El Mundo realizada en Montevideo cuando se encontraba de gira por varios países latinoame5 “Expertos y pueblo”, Jorge Alemán Lavigne, 1 de marzo de 2015 [http://www.eldiario.es/
zonacritica/Expertos-Pueblo_6_360173997.html].
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ricanos: “Sabemos que [América Latina y España] son historias
muy diferentes, lo que se ha hecho en América Latina no se puede
realizar en España porque son realidades económicas distintas,
una geopolítica distinta, historias nacionales distintas. Pero en
esta región se ha roto un tabú en los últimos 15 años, se demostró
que se puede gobernar de otra manera con tremenda eficacia, que
se puede gobernar democratizando la economía, disciplinando a
los mercados financieros, anteponiendo los intereses de la gente
por encima de los intereses de los bancos o de una minoría de
privilegiados, con notables éxitos económicos que tienen que reconocer todas las instituciones internacionales. La prueba de ello
son los resultados electorales. En general, los presidentes progresistas de América Latina obtienen un enorme respaldo de parte
de sus ciudadanos y los latinoamericanos están mejor que antes”.
Y añadía en la misma entrevista: “Eso para nosotros es una inspiración, aquí se ha demostrado que se puede gobernar de otra
manera, cuando provenimos de un contexto donde se dice que no
se puede. Todo el mundo reconoce que los de Podemos tienen
razón en su diagnóstico, pero las propuestas que hacen son inviables. No, son perfectamente viables. Lo que es inviable es seguir
repitiendo lo que ha provocado resultados desastrosos. Sabemos
que no podemos hacer lo mismo que en América Latina, pero queríamos reconocer a esos gobiernos valientes que han sabido estar
del lado de sus pueblos y que han sido eficaces” (6).
Este libro es una conversación con Pablo Iglesias sobre algunos de los temas que gravitan en relación al clima político y sus
protagonistas, en el contexto de la irrupción de Podemos y con
unas perspectivas inciertas en cuanto a lo que pueda deparar el
futuro. En su preparación se ha nutrido de la lectura de múltiples
6 “Pablo Iglesias concluye una ‘inspiradora’ gira por Latinoamérica”, Dino Capelli, El
Mundo, 2 de octubre de 2014 [http://www.elmundo.es/espana/2014/10/02/542caa08226
01d27038b458c.html].
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artículos y comentarios y del visionado de programas de televisión
y tertulias donde Iglesias ha participado. De la presencia discreta
en ruedas de prensa y actos electorales. De entrevistas sin grabadora con personas de distinta opinión y condición política. De
acercamientos respetuosos y con interés sincero a los Círculos*.
De debates, más o menos apasionados, con amigos, conocidos y
familiares. Mucha de la documentación acumulada en la preparación del encuentro con Pablo se ha incluido como referencia de las
cuestiones surgidas durante la conversación. El protagonista, obviamente, es Pablo Iglesias, pero hay otros muchos protagonismos
interpelados de la sociedad española y su historia reciente: Adolfo
Suárez, Felipe González, José María Aznar, José Luis Rodríguez
Zapatero, Rosa Díez, Santiago Carrillo, Luis María Anson, Maruja Torres, Alfredo Pérez Rubalcaba, Mariano Rajoy, Ada Colau, Juan Carlos I, Alberto Garzón, Cayo Lara y hasta el Cholo
Simeone. También la Transición, la Constitución, las cuestiones
independentistas o la propia democracia.
Podemos se presentó en sociedad en enero de 2014 en el Teatro del Barrio de Madrid como “un método participativo abierto
a toda la ciudadanía”. Sus integrantes organizaron unas primarias abiertas para elegir candidatos a las listas para el Parlamento Europeo en las que participaron cerca de 33.000 personas de
toda España. Su campaña electoral tuvo poca repercusión en los
medios de comunicación, hasta que empezaron a asomar tímidamente en las encuestas. La noche electoral del 25 de mayo de ese
año Podemos fue la sorpresa inesperada de unos resultados que,
además, dejaban la suma de los votos de los dos principales partidos políticos del país, el PP y el PSOE, por debajo del 50%, algo
que no había ocurrido en la historia de la democracia. Tras conocerse los resultados, esa misma noche, Pablo Iglesias señaló ante
* Los Círculos son la unidad básica de organización de Podemos [ver pág. 31].
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sus seguidores: “Asumimos un diagnóstico político del 15M *. No
podemos hablar del fin, pero sí del principio del fin del bipartidismo. Hay que echarlos porque son los culpables de la ruina
del país”. En declaraciones al diario El País señalaba: “No nos
conformamos. No es para nosotros un resultado testimonial. Vamos a abrir un periodo de confluencia con otras fuerzas políticas.
Los partidos de la casta han sufrido el más severo varapalo, ambos
suman menos del 50% de los votos. Pero no habremos cumplido
nuestro objetivo hasta que no los derrotemos” (7).
De estas circunstancias, de su estrategia política y de su visión del país, conocida de primera mano, también trata este libro.
Un texto que se presentó en España a las pocas semanas de la
sorpresa electoral de las elecciones europeas y que tiene como
virtud ser una aproximación al pensamiento de Pablo Iglesias en
la frescura de ese primer estallido, cuando Podemos pasó de ser
un desconocido a ser el protagonista de la mayoría de las conversaciones que se tienen hoy en día en España. El libro tuvo éxito y
recibió elogios; obviamente también críticas sobre el pensamiento
que propone Iglesias. El conocido periodista Manuel Jabois, lo
describió así desde las páginas del diario El Mundo: “El periodista
Jacobo Rivero ha publicado en Turpial (va por la tercera edición)
una larga conversación con Pablo Iglesias. No es una entrevista
sino una charla entre dos tipos que se conocen. Por eso en la relajación aflora de repente una inteligencia inaudita, un poso mayor
que la puntería verbal que exige un periodista. Yo pienso que en
estas conversaciones no hay que exigirle al protagonista la idea en
las primeras líneas: puede dar varios palos de ciego y ponerse a
rodear conceptos antes de encontrar en su propio discurso lo que
* Denominación abreviada del 15 de mayo de 2011.
7 “Ganó el PP; mañana seguirá habiendo más parados y desahucios”, El País, 26 de mayo
de 2014 [http://politica.elpais.com/politica/2014/05/26/actualidad/1401063510_911647.
html].
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quiere decir. La gente que tiene menos de 40 años y las ideas claras inspira un poco de sospecha: o se preparan para un giro o salieron aprendidos de casa. Iglesias no tiene las ideas claras del todo
y es de agradecer. Hace años cambió una percepción peligrosa
que tenía sobre la gente sin formación ni afición a la lectura: era,
dijo en The Objective, por culpa de su ‘estupidez y esnobismo’.
Hay notas, apuntes e ideas suficientes para abordar al personaje
con un criterio mínimo. Una de las ventajas de Pablo Iglesias es
que sus detractores son incapaces de interesarse por él. Otra, aún
mayor, es que entre los detractores más gritones hay mayoría de
periodistas, o sea que jamás se documentarán lo más mínimo” (8).
Una lectora, por su parte, describió así la reflexión que le produjo la lectura de este libro: “El nuevo Manifiesto de la Izquierda,
plasmando valores clásicos pero acabando con el miedo a la autocrítica y a reconocer errores de regímenes obsoletos. Es la izquierda del siglo XXI absolutamente lúcida, sin utopías ni lastres”. Una
de las particularidades de Iglesias y su equipo ha sido la de abrir
nuevos debates en el seno de una izquierda, la europea, que daba
síntomas de parálisis desde hacía años. Un atrevimiento que no
ha sentado muy bien en algunos sectores, pero que otros agentes
han agradecido, con independencia de las posturas que cada uno
pueda tener respecto al propio Iglesias y Podemos.
Por encima de las particularidades de la política española, lo
que trata de presentar el libro es la fotografía de lo que se aventura
como protagonista de una “nueva izquierda” en el mapa electoral de
muchos países de Europa, que toma referencias de algunos acontecimientos ocurridos en las dos últimas décadas, especialmente
en América Latina, y que se rebela contra un contexto internacional de atomización de las realidades olvidadas desde los ministe8 El Mundo, 2 de octubre de 2014 [http://www.elmundo.es/espana/2014/10/02/542caa08226
01d27038b458c.html].
Podemos. La fuerza política que está cambiando España
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rios de guerra y de economía. Compartimentos estos últimos que
cada vez es más difícil distinguir. Este libro es el pensamiento de
un político, llamado a liderar un cambio, sea cual sea el recorrido
que tenga y la opinión que genere, porque Pablo Iglesias se ha
convertido en un fenómeno de estudio, de análisis y de investigación desde puntos de vista muy diversos, algunos de los cuales tienen que ver con la ciencia política, la filosofía y la comunicación.
Lo que demuestra también la irrupción de Iglesias, o de Tsipras
en Grecia, es la emergencia de unos protagonismos políticos que
formaron parte del movimiento antiglobalización que agitó la historia de principios del siglo XXI. Ahora, años después, algunos
de los protagonistas de aquellas protestas han decidido lanzarse al
tablero político electoral en sus países. El libro muestra también
ese recorrido, de las reivindicaciones en la calle al protagonismo
en forma de propuestas de gobierno.
Después del proceso de documentación para preparar la entrevista que se desarrolla a continuación, se fijó el primer encuentro, a mediados de junio de 2014, en un lugar apartado de interferencias. Un espacio en el que hablar durante horas sin tener que
mirar el reloj ni el celular. La grabación de la conversación tuvo
lugar sin ninguna otra compañía. Pocos días después, se realizó
un segundo encuentro, más breve, en la Universidad Complutense
de Madrid, donde trabaja Pablo Iglesias, para añadir o revisar algunas cuestiones incompletas. Un asunto, el de encontrar tiempo
en la agenda para hablar sin asfixias, que no es fácil estos días,
porque a Pablo Iglesias lo reclaman permanentemente desde multitud de lugares. También porque sus tiempos están supeditados
a sus obligaciones, tanto las nuevas derivadas de su condición de
eurodiputado como las relativas a su desempeño, desde hace años,
como profesor de Ciencia Política. Puesto académico que tuvo que
dejar porque era incompatible con sus obligaciones en el Parlamento Europeo y como líder de Podemos. A día de hoy, la lista de
medios de comunicación de todo el mundo que quieren entrevistar
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Ediciones Le Monde diplomatique «el Dipló» / Capital Intelectual
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a Pablo Iglesias es, a juicio de uno de sus colaboradores más cercanos, “absolutamente inabarcable”.
Decía el filósofo Walter Benjamin a principios del siglo XX:
“La libertad de hablar se está perdiendo. Antes era evidente que
las personas que mantenían una conversación se interesaban por
su interlocutor, pero eso ha sido hoy sustituido por la pregunta
por el precio de sus zapatos o de su paraguas”. De eso trata este
libro: de interesarse por las reflexiones del interlocutor desde la
libertad de hablar. No es un examen a Pablo Iglesias, no tiene voluntad de ser un juicio sumarísimo al personaje ni a su trayectoria
personal. Tampoco de saber dónde compra la ropa, ni “el precio
de sus zapatos o de su paraguas”. El libro no se alimenta ni de
insultos ni de carantoñas*, y mucho menos de preguntas-trampa
o de juicios de valor previos. Trata de acercarnos al pensamiento
de Pablo Iglesias y a las lecturas que lo llevaron a plantear la “hipótesis Podemos” después de estudiar con profusión la situación
española, pero también los debates realizados desde la izquierda
internacional en las tres últimas décadas. La intención es que, a
partir de los argumentos del protagonista sobre algunas cuestiones, el lector saque sus propias conclusiones. Con la voluntad de
dar paso a más conversaciones.
Jacobo Rivero
* Carantoñas: mimos, gestos de cariño.
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