Consolidar legado de Chávez: reto de la Revolución tras victoria de

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Consolidar legado de Chávez: reto de la Revolución tras
victoria de Maduro
Venezuela es una fiesta: ha triunfado Nicolás Maduro el candidato de la Patria, y el pueblo festeja
jubiloso la victoria electoral conquistada una vez más sobre los enemigos de la Revolución
Bolivariana. Es un nuevo triunfo del proceso inédito y pacífico que cambió para siempre, no solo el
mapa político y social de Venezuela, sino de la Gran Patria Latinoamericana y Caribeña, logro
alcanzado gracias a un gigante llamado Hugo Chávez, quien con apoyo de los pueblos y
gobernantes y progresistas y revolucionarios de la región, rescataron el sueño integracionista de
Bolívar. De allí que para Venezuela y demás naciones del mundo que, como nuestro país ayer,
padecieron y hoy sufren el acoso de grandes potencias e imperios la victoria de Maduro sea motivo
de alborozo, de indescriptible alegría popular. Porque saben que gracias al ejemplo que dio Chávez
y con esta nueva victoria, se ampliaron los caminos que conducen a la Utopía del Mundo Posible con
que sueñan los millones de desposeídos del planeta. Que solo con la perseverancia que el
Comandante aprendió de Bolívar, su maestro y guía, quien dijo: “Dios concede la victoria a la
Constancia”, se puede vencer todo obstáculo, por muy grande que este sea, y fueron gigantescos y
muchos los que Chávez tuvo que enfrentar. Lo hizo con la entereza y voluntad del Libertador, a
quien cuando el enemigo lo creía vencido y derrotado para siempre, se erguía como el Ave Fenix
sobre las cenizas, esgrimiendo de nuevo la espada, y cambiando de estrategia retomaba la lucha
para vencer finalmente al adversario. Así lo hizo Chávez tras el fracaso de la gesta del 4-F, como lo
hizo su maestro cada vez que perdía una batalla, como lo hizo Fidel tras la derrota del Moncada,
como lo hacen los grandes luchadores cuando tienen por meta conquistar un sueño, y la primera
etapa de ese sueño la hizo realidad con la victoria electoral de diciembre de 1998. Pero vendrían
nuevos triunfos y derrotas, porque el Imperio es implacable y no perdona a quien se niega a
convertirse en su lacayo, y el Comandante no era uno de ellos, y debió enfrentó, no solo a él, sino
también a esa horda de vasallos criollos y extranjeros, modernos Judas que se venden por un
puñado de dólares. Fue así como la conspiración contrarrevolucionaria abrió nuevos frentes de
batalla: desató un golpe de Estado, un sabotaje petrolero, marchas de protesta, guarimbas
incendiarias, mercenarios, y la guerra de calumnias y mentiras de la prensa asalariada, incondicional
del Imperio. Pero, si Chávez fue derrotado una vez más en aquella asonada cívico-militar del 11-A,
logró nuevamente vencer la adversidad esta vez con el apoyo del pueblo y la fuerza armada leal,
que hicieron huir en desbandada a los conspiradores y apagar las velas del silencio cómplice
encendidas por la canalla mediática para ocultar el golpe. Luego vino una avalancha de victorias,
donde ya no hubo más derrotas, ya que Chávez dejó de ser el vencedor noble que olvidaba y
perdonaba al traidor y agresor. A un enemigo que jamás da tregua, y como el reptil, que aguarda el
momento de descuido para atacar e inocular de nuevo e destilar el veneno de su odio, como lo hace
cada vez que se le vence y se le perdona. Por eso es que el Comandante, pese a haber emprendido
un viaje hacia la eternidad y la gloria, mantiene su presencia en el alma y corazón del pueblo, le
alerta con su legado de ese peligro. De no dormirse sobre los laureles del triunfo y mantenerse
alerta ante cualquier maniobra que pretenda arrebatárselo. Y eso es lo que hoy pretenden hacer con
su revanchismo aquellos que no aceptan la victoria, por transparente que esta sea, como lo ha sido
el indiscutible triunfo electoral de Nicolás Maduro este domingo, histórica victoria anunciada por el
CNE y ratificada por decenas de veedores extranjeros que siguieron paso a paso el proceso
comicial. Pero el pueblo, que es sabio, que tiene el don de la conciencia política y social que en el
sembró Chávez, no escucha los cantos de sirena que entona la oposición golpista y, como El Quijote
le dijo a su escudero: “Ladran Sancho, señal de que avanzamos”, prosigue su camino en dirección al
brillante porvenir de paz, bienestar y progreso que le espera a Venezuela bajo el Socialismo del
Siglo XXI. Y ese es el reto que a partir de hoy deberá enfrentar el presidente Nicolás Maduro, el
pueblo y la Revolución Bolivariana, pues el enemigo sigue al acecho, pendientes del menor
descuido. Porque su objetivo es destruirla, pues creen que si lo hacen, acabarán con ese sueño,
como creyeron haberlo hecho con el sueño de Bolívar. No pensaron jamás que Chávez rescataría los
estandartes de ese ideal que un día derribaron las intrigas de un imperio y la traición de sus
lacayos, pero que bajo su liderazgo y el de otros gobernantes revolucionarios y progresistas, renació
y se hizo realidad con el ALBA, UNASUR Y la CELAC, que están haciendo realidad la unidad de la
Patria Grande. El Comandante cumplió con su misión. Ahora le toca a su sucesor, Nicolás Maduro,
preservar, defender y consolidar su legado, misión difícil, pero no imposible ya que cuenta, como
contó Chávez, con el apoyo y lealtad del pueblo venezolano, de la fuerza leal y de sus hermanos de
la región y el mundo. Su tarea prioritaria será la ejecución del Programa de la Patria Comandante
Supremo. Un proyecto cuyo cumplimiento es indispensable para “defender, expandir y consolidar la
independencia nacional, la continuidad del Socialismo del Siglo XXI y la conversión de Venezuela en
una potencia en lo social, lo económico y lo político, dentro la gran potencia naciente de América
Latina y el Caribe que garanticen la conformación de una zona de paz en nuestra América.” Una
obra que deberá asumir Nicolás Maduro, legitimo heredero y sucesor de Chávez, quien para ello
cuenta con el apoyo de la inmensa mayoría del pueblo venezolano, y del resto de los pueblos que
acompañan a la Revolución Bolivariana en la construcción del Socialismo del Siglo XXI. Porque así lo
decidió Chávez, el estadista y visionario que fue y que sigue siendo, gracias a su legado de vigencia
eterna, quien en los dos últimos puntos del Programa de la Patria, advirtió de los peligros que
acechan a Venezuela, a la región y al mundo y la forma de neutralizar esa amenaza proveniente del
Imperio, por lo que recomienda en los dos puntos finales del Programa de la Patria: “Contribuir al
desarrollo de una nueva geopolítica internacional en la cual tome cuerpo un mundo multicéntrico y
pluripolar que permita lograr el equilibrio del Universo y garantizar la paz planetaria. Contribuir con
la preservación de la vida en el planeta y la salvación de la especie humana.” Es la voluntad, el
mandato de un líder cuya obra y pensamiento desbordaron fronteras físicas e ideológicas para
entregarle al país y al mundo un legado de amor, de paz y de armonía, consciente de que solo
contribuyendo al cumplimiento de las metas contempladas en el Plan de la Patria, se garantizara el
futuro no solo de Venezuela, de la Patria Grande sino del mundo entero. Que solo frenando la
voracidad del Capitalismo salvaje con sus guerras de conquista, su modelo neoliberal y su
desbordado consumismo se podrá salvar a un planeta amenazado por su ambición y codicia, a vagar
eternamente sin ningún vestigio de vida por la inmensidad del Cosmos.
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