EL ENSAYO CLINICO: INVESTIGACION EXPERIMENTAL, FASES

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EL ENSAYO CLINICO:
INVESTIGACION EXPERIMENTAL, FASES DE INVESTIGACION
CLINICA Y DISEÑO EXPERIMENTAL (I PARTE)
D. Sáenz Campos*, M. C. Bayés**, S. Martín**“, M. J. Barbanoj*
RESUMEN
Con el fin de promover la ejecución de
proyectos de investigación y ofrecer una
propuesta para uniformar criterios y formas, se
presenta una revisión sobre el tema de la
investigación médica haciendo énfasis en el
ensayo clínico como medio de investigación
clínica con carácter experimental.
Se define el ensayo clínico como una
intervención
experimental
cuidadosa
y
éticamente planificada que resulta de la
aplicación del método científico y cuya mayor
consecuencia supone el avance en medicina.
Mediante la realización de ensayos clínicos, se
pretende la obtención sistemática y objetiva de
información.
En esta revisión se describen los ensayos
clínicos según su fase de desarrollo clínico,
objetivos y metodología aplicada.
Se hace especial hincapié en los
aspectos metodológicos inherentes al ensayo
clínico “controlado” con distribución aleatoria así
como en diversas consideraciones básicas
sobre diseño experimental.
*
Departamento de Farmacología y Toxicología Clínica,
Escuela de Medicina, Universidad de Costa Rica.
Becaria por la Agencia Española de Cooperación
Internacional y la Caja Costarricense de Seguro Social
(CCSS) en el Area de Investigación Farmacológica del
Instituto de Investigación del Hospital de la Santa Cruz y
San Pablo (HSCSP); Servicio de Farmacología Clínica
HSCSP, Barcelona, España.
** Area de Investigación Farmacología, Instituto de
Investigación del HSCSP; Servicio de Farmacología
Clínica, HSCSP; Departamento de Farmacología y
Psiquiatría, Universidad Autónoma de Barcelona.
España.
En una presentación posterior se
exponen aspectos relativos a la elaboración de
protocolos, a la estimación del tamaño de la
muestra, a la comunicación de resultados y,
finalmente, a los aspectos éticos más básicos.
(Rev. Cost. Cienc. Méd. 1995; 16 -4: 49-58 ).
Palabras Clave:
aleatorización.
Ensayo
clínico,
diseño,
I INTRODUCCION
La aplicación del método científico para
resolver problemas en medicina sirve de
fundamento
para
la
adquisición
de
conocimientos basados en razonamientos
inductivos, sistemáticos, críticos y objetivos. La
observación cuidadosa permite la formulación
de propuestas de interés que promueve el
desarrollo de trabajos de investigación; éstos se
llevan a cabo mediante dos perspectivas de
índole
ejecutiva,
a
saber:
estudios
observacionales y estudios experimentales.
En general, los trabajos observacionales
(conocidos
en
algunos
medios
como
descriptivos,
analíticos
o
históricos)
se
caracterizan por la no intervención —por parte
del investigador— sobre los sujetos o los
pacientes de los cuales se obtiene la
información. Por lo tanto, en estos estudios se
recogen y agrupan datos de interés, con el fin
de describir o caracterizar diversos hechos e
intentar explicarlos.
Por el contrario, en los trabajos
experimentales,
al menos
una de
las
variables
estudiadas
(sea
una
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intervención, un tratamiento, un fármaco) se
encuentra bajo el control del investigador. De
este modo, se espera que la variable controlada
constituya la única diferencia entre los grupos
que se comparan, en tanto que cualquier
influencia externa (o terceros factores) que
pudiera interferir o enmascararla, se repartiera
de forma equitativa mediante la distribución al
azar de los sujetos (1,2).
En medicina, la investigación experimental que supone la participación de sujetos
sanos o pacientes se denomina ensayo clínico.
Los
ensayos
clínicos
constituyen
una
investigación
cuidadosa
y
éticamente
planificada, llevada a cabo en el hombre con el
propósito de documentar la seguridad, hacer
más eficaz o encontrar el mejor tratamiento para
el enfermo; o bien, para evitar la aparición de la
enfermedad. En un sentido general en última
instancia su fin es contribuir a mejorar la calidad
de vida (3). Los ensayos clínicos, entonces,
hacen referencia a toda aquella evaluación
experimental
generada
para
valorar
la
conveniencia
de
una
intervención,
entendiéndose ésta como un fármaco, un
instrumento, un régimen o un procedimiento
médico. La Declaración de Heisinki señala que
“los objetivos de la investigación biomédica en el
ser humano deben consistir en mejorar los
procedimientos diagnósticos, terapéuticos y
profilácticos,
yen
obtener
mayores
conocimientos acerca de la etiología y la
patogenia de las enfermedades” (4).
En farmacología clínica y terapéutica, el
ensayo clínico constituye el medio objetivo para
sustentar el uso óptimo de los fármacos, y la
eficacia y seguridad de las intervenciones
terapéuticas. El desarrollo de ensayos clínicos
permite conocer el perfil cinético y los efectos
farmacológicos;
establecer
la
eficacia
terapéutica, profiláctica o diagnóstica; así como
determinar la tolerabilidad, la seguridad y el
perfil de reacciones adversas.
Ante un compuesto químico que ofrece
una potencial utilidad terapéutica, los resultados
del análisis experimental preclínico brindan
elementos que orientan la evaluación del
cociente beneficio/riesgo y el interés terapéutico
potencial, condicionantes básicos para la
realización ulterior de ensayos clínicos en
grupos de sujetos sanos y de pacientes (5).
En vista de la relevancia que conlleva la
realización de ensayos clínicos, a continuación
se presenta una revisión sobre este tema. Se
destacan diversos conceptos básicos relativos a
las fases de investigación y se brindan
directrices
orientativas
sobre
diseño
y
metodología experimental. La presentación se
continúa
con
aspectos
relativos
a
la
protocolización de proyectos, a la estimación del
tamaño de muestra, y a la preparación de
informes,
complementado
con
unas
consideraciones éticas finales.
II FASE DE INVESTIGACION
CLINICA
La investigación clínica se puede describir en
cuatro etapas o fases, según los objetivos que
se pretendan alcanzar. Generalmente, las tres
primeras etapas son previas a la autorización
(registro) y disponibilidad masiva del producto
(el fármaco, el aparato, el test, etc.) por parte del
colectivo médico y de la sociedad, mientras que
la última se refiere al producto una vez
comercializado y disponible para el uso clínico
habitual. Sin embargo, antes de cualquier
intento de aplicación experimental en humanos
es indispensable la realización de diversas
pruebas conocidas como preclínicas. En caso
de fármacos, abarca desde la participación
farmacéutica
(pruebas
de
estabilidad
y
formulación, entre
otras)
hasta la
aplicación especializada de la farmacología
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experimental para los estudios en modelos in
vitro e in vivo. La administración en especies
animales permite obtener resultados de índole
toxicológica,
farmacocinética
descriptiva
preliminar,
de
actividad
farmacológica
(farmacodinamia) y de aproximación al posible
mecanismo de acción, entre otros (5).
FASE I
Son los primeros ensayos que se realizan
en el ser humano. Generalmente, se llevan a
cabo en grupos reducidos de sujetos sanos.
Uno de sus propósitos principales es
evaluar la seguridad biológica (tolerabilidad) tras
la administración única o subcrónica (pocas
dosis repetidas). Para esto, se valoran los
efectos sobre diversas funciones del organismo
(cardiovascular, hematológica, gastrointestinal,
así como sobre el sistema nervioso). Los
ensayos de primera administración en el hombre
y los ensayos dosis-respuesta, es recomendable
llevarlos a cabo en condiciones abiertas o a
simple ciego. Sin embargo, es frecuente realizar
ensayos controlados (por ejemplo: comparados
con placebo) y a doble ciego a fin de evitar
sesgos en la caracterización de algunos efectos
farmacológicos.
Otros ensayos clínicos se diseñan para
obtener los perfiles, los parámetros y el
comportamiento cinéticos. Diversos estudios se
llevan a cabo con el fin de evaluar la
farmacocinética tras diferentes dosis (cinética
saturable, linealidad), vías de administración
(absorción, biodisponibilidad, efecto de primer
paso, circulación enterohepática, aclaramiento)
(5-7),
y
formulaciones
farmacéuticas
(bioequivalencia); así como las interacciones
con alimentos o con Otros fármacos, etc. (8).
Como
complemento
a la investigación
clínica
en esta fase, en gran medida
se
promueve
la
validación
de métodos analíticos para la determinación y
cuantificación de las concentraciones del
fármaco y/o sus metabolitos en los fluidos
biológicos (9).
También, los ensayos clínicos de Fase 1
se diseñan para describir o caracterizar el perfil
dinámico del agente, con énfasis en la
evaluación de los efectos y las respuestas
farmacológicas que suponen un potencial
interés ulterior. Esto se logra a través del
análisis de los efectos mesurables atribuibles al
agente mediante la aplicación de medios y técnicas de diversos tipos. Los ensayos clínicos tras
dosis única o múltiple bajo esquemas de estudio
dosis-respuesta, suelen considerar el ámbito de
las
dosis
tolerables
o
potencialmente
terapéuticas (5-7).
Con las valoraciones farmacodinámicas,
un aspecto a tener en cuenta es que los
resultados de los ensayos de fase I, por sí
mismos, no predicen la eficacia que un
compuesto puede exhibir en una determinada
indicación terapéutica; es posible que tras la
administración del fármaco en el sujeto sano no
se induzcan cambios objetivables de interés
terapéutico, a diferencia de las respuestas
manifestadas en pacientes con patología
específica, como sucede con los antiarrítmicos y
los antidepresivos (5).
Como una excepción a los ensayos
clíncos descritos como típicos de Fase I, cabe
mencionar que algunos compuestos de interés
terapéutico se ensayan directamente en
pacientes, debido a que su evaluación en sujeto
sano estaría limitada por su alta toxicidad; esto
suele
ocurrir
con
antineoplásicos
e
inmunosupresores (5,7).
FASE II
Se caracterizan por ser estudios de
aplicación
terapéutica
en pequeños
grupos
de pacientes muy seleccionados
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y homogéneos. Su propósito básico es
demostrar la posible eficacia en pacientes con la
enfermedad para la cual se pretende promover
la utilización clínica del agente.
Los ensayos clínicos en esta fase, se
llevan a cabo para obtener elementos cinéticos
y dinámicos que permitan elegir dosis (o los
rangos de dosis) y/o regímenes apropiados para
su futura prescripción. Si es posible, también
sirven para establecer relaciones dosisrespuesta terapéutica y con ello proveer un
sustento óptimo para el diseño ulterior de
grandes ensayos.
Asimismo, se diseñan con el fin de
ensayar la seguridad de su administración a
corto
plazo
y
obtener
descriptores
farmacocinéticos comparativos (a partir de los
obtenidos en fase I) con grupos de población
diversa (por ejemplo: ancianos, nefrópatas,
niños) (7,10,12).
Como estos ensayos se llevan a cabo con
un
limitado
número
de
pacientes,
es
conveniente que se efectúen de acuerdo a un
diseño comparativo (por ejemplo: controlados
con placebo o con una terapéutica estándar).
Siempre que sea posible, el diseño deberá ser a
doble ciego, ya que los estudios abiertos
producen más resultados falso-positivos o bien,
más sesgos (6,7,11,13).
FASE III
Cuando los resultados de los estudios de
fase I y II demuestran que el nuevo agente es
razonablemente seguro y potencialmente eficaz,
o bien, que puede ofrecer beneficios que
superan cualquier riesgo observado, se lleva a
cabo
una
investigación
clínica más
extensa.
En
principio, las circunstancias
de
realización
deberán
ser lo más
cercanas a las que, según se presume, serán
las
condiciones de uso
clínico. Es
por ésto que los ensayos clínicos intentan
confirmar si, en realidad, el agente modifica la
historia natural de la enfermedad, es decir; si es
eficaz.
Los ensayos de fase lII se llevan a cabo
con grupos más numerosos y heterogénos de
pacientes, y con menos criterios de exclusión
que los de fase II. El propósito es determinar el
balance de seguridad/eficacia a corto o medio
plazo: es decir, aceptar el riesgo/beneficio de las
formulaciones que contienen el agente activo,
así como predefinir su valor terapéutico
potencial y relativo (su lugar como parte del
arsenal medicamentoso disponible).
Adicionalmente, con estos ensayos se
intenta ampliar el perfil de seguridad y
tolerabilidad. Se documentan los efectos
colaterales y las reaciones adversas “más
frecuentes” (definidas por una incidencia> 1/1
000); así como otras facetas especiales del
producto
por
medio
de
los
estudios
especializados
dictados
por
el
perfil
farmacológico: los que evalúan interacciones
clínicamente relevantes, los que analizan
factores
cinéticos
que
pueden
producir
diferencias en las respuestas, entre otros (7,10 12).
A efecto de obtener una mayor validez de
los resultados, es recomendable que el ensayo
se diseñe y realice de acuerdo con una administración a doble ciego, controlada (o
comparada) con el tratamiento estándar y con
distribución aleatoria de los pacientes. Sin
embargo, otros diseños (abiertos o a simple
ciego) podrían ser aceptables, caso de algunos
estudios de seguridad a medio plazo (6,7,10).
En esta fase se incluyen los denominados
“estudios humanitarios”, que se llevan a cabo en
pacientes graves, lo que permite un rápido
desarrollo del proceso de investigación de
nuevos agentes con potencial terapéutico
(11,12). Se facilita la disposición del agente bajo
una condición o enfermedad crítica (por
ejemplo,
en
pacientes
con
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Síndrome de lnmunideficiencia Adquirida, SIDA
). La evaluación se inicia con ensayos de fase III
y se diseñan para obtener, conjuntamente,
datos sobre seguridad y eficacia (14,15).
FASE IV
En este nivel se llevan a cabo estudios
toda vez que el producto farmacéutico ha sido
comercializado, y por lo tanto, puesto a
disposición masiva. La necesidad de completar
la
descripc ión
de
las
características
farmacoterapéuticas, tras la exposición de
grandes grupos poblacionales, promueve la
realización de diversos tipos de estudios de
utilización de medicamentos. Cabe destacar los
estudios
de
farmacovigilancia
y
los
farmacoeconómicos
(costo/beneficio,
costo/utilidad, costo/efectividad, minimización de
costos, etc.) en general, estos análisis
contribuyen a establecer la eficacia terapéutica
real, la seguridad a largo plazo (reacciones
adversas), la optimización de los recursos
disponibles y el impacto sobre la calidad de vida
de la población (16,17).
En Fase IV, tienen carácter de ensayo
clínico aquellas investigaciones que se diseñan
para explorar la optimización de los recursos
terapéuticos disponibles (por ejemplo; nuevas
indicaciones
terapéuticas,
interacciones
farmacológicas
y
nuevas
formulaciones)
(7,12,13).
Finalmente, hace algunos años se
propuso una quinta fase cuya definición y
propósitos aún genera controversia. Los
ensayos clínicos que se incluirían en estafase
corresponderían a los llevados a cabo con
fármacos propiamente dichos, no con productos
en fase de investigación. Es decir, cuando se
aplican las
indicaciones
oficialmente
descritas
en
la ficha técnica del fármaco,
de
modo
que no
supone alteración
alguna del esquema de dosificación, de la
formulación, o bien, de cualquier otro aspecto
que pudiera conllevar un cambio significativo en
la “publicidad’ del fármaco (12). En términos
muy generales, se aplicaría a aquellos ensayos
clínicos cuyo objetivo es evaluar la eficacia y la
seguridad relativa entre diversos productos ya
comercializados, y que, característicamente
serían de corta duración, con pacientes o
sujetos sanos y bajo diseños abierto o a doble
ciego (11,12,); los ensayos de bioequivalencia
farmacéutica con productos genéricos podrían
incluirse en esta fase.
III. GENERALIDADES
SOBRE DISEÑO EXPERIMENTAL
Los ensayos clínicos se diseñan con el fin
de comparar, en forma clara y objetiva, los
resultados que se obtendrán con una nueva
intervención frente a los de la terapéutica
estándar. De esta comparación deriva su
atributo de ensayo clínico controlado. El control
implica un grupo con terapéutica estandarizada,
con placebo, o bien, sin ninguna intervención
activa (3,18).
a) Relativo a los grupos
La asignación aleatoria contempla la
adjudicación de los tratamientos objeto de
estudio para los dos, tres o más grupos de
pacientes que propone el ensayo clínico, así
como la integración misma de los grupos. Si los
grupos son equivalentes en varios aspectos
importantes, cualquier diferencia encontrada
tras la ejecución del ensayo no debe atribuirse a
terceros factores (2,19).
La asignación al azar (aleatorización)
para la constitución de los grupos favorece la
distribución
homogénea
de los
participantes,
y
de
sus
características
individuales,
entre
los diferentes trata-
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mientos, a fin de lograr una minimización de los
sesgos o errores (20,21).
Idealmente, los miembros de los grupos
incluídos en los ensayos deberían ser
representativos de una población específica de
pacientes, lo que permitiría una extrapoblación
posterior de los resultados a la misma población
(22).
b) Relativo a la intervencIón
En ensayos cuyo objetivo es la evaluación
de la eficacia terapéutica, se consideran más
adecuados los diseñados a doble ciego. En
éstos, ni el participante ni el médico investigador
(y quien valora las respuestas) conocen la
asignación ni el orden de los tratamientos
administrados. Este tipo de diseño permite una
distribución más equitativa de las expectativas y
de los posibles resultados falsos positivos (o
negativos) (2,20), tanto en lo referente a la
contribución de los pacientes como del
investigador (20,23). Con frecuencia se informa
como triple ciego al referir la realización del
análisis estadístico bajo la misma directriz.
Como alternativa, los ensay os a simple
ciego son aquellos en los cuales el paciente no
conoce cuál de los tratamientos en estudio se le
ha asignado (y en consecuencia, recibe)
mientras que, quien los administra sí. Sin embargo, el conocimiento de la distribución por
parte del investigador puede hacer que se
incurra en sesgos ante cualquier inclinación o
preferencia, especialmente cuando las medidas
de
evaluación
utilizadas
no
son
lo
suficientemente objetivas y precisas (2,20).
Como otra alternativa, los ensayos se
describen como abiertos cuando ambas partes
(el paciente y el médico investigador) conocen
qué tratamiento se administra en ese momento
como parte del estudio (24). Pueden ser
abiertos
los
ensayos
clínicos
cuyo
objetivo principal radica en la caracterización
farmacocinética de algún fármaco de interés,
tanto en sujetos sanos como en pacientes. En
algunas ocasiones, la evaluación de la eficacia
sólo puede realizarse de esta forma —sin
carácter ciego - : cuando el ensayo clínico
valora ciertas técnicas quirúrgicas, algunos
esquemas con radioterapia o de quimioterapia
antineoplástica, por ejemplo (2,25,26).
Para llevar a cabo un ensayo a doble
ciego
en
forma
óptima,
se
emplean
procedimientos que garantizan el mantenimiento
de esta condición durante todo el estudio. La
distribución de las intervenciones se debe
codificar y preparar con la colaboración de
terceras personas, frecuentemente un farmacéutico experimentado sise trata de una
intervención farmacológica. Para que los
diversos
productos
resulten
físicamente
indistinguibles (y se conserve el carácter ciego)
en el momento de la administración, se emplean
técnicas de enmascaramiento y/o de doble
simulación. El enmascaramiento consiste en la
disposición de los tratamientos con iguales
características externas (por ejemplo: forma
farmacéutica y etiqueta idénticas). La doble
simulación
(“doble-dummy”)
implica
la
administración de un placebo con idénticas
características externas al tratamiento activo
cuando la forma de presentación, la frecuencia o
vía de administración son diferentes entre el
grupo experimental y el grupo control (24,27).
Sin embargo, al margen de la buena
intención por parte del investigador para
mantener el carácter ciego del ensayo, conviene
recordar que la pérdida de esta condición es
posible, debido a ciertas circunstancias como la
aparición de efectos colaterales previsibles y
específicos. Además, ante la aparición de
acontecimientos adversos moderados o graves,
con
frecuencia
es
necesario
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conocer qué tratamiento concreto está (o
estaba) siendo administrado para procurar un
manejo óptimo (26).
c) Relativo a la aplicación de
tratamientos y sujetos
Como principio básico, en los ensayos
clínicos se pretende comparar y de aquí deriva
su carácter de estudio controlado (salvo en los
ensayos de primera administración en humanos
y de dosis-respuestas de Fase I). Un análisis
comparativo de las observaciones conlleva la
necesidad de un grupo control respecto a la
variable principal. Los más simples son el
diseño cruzado y el diseño en paralelo, pero
otros como los secuenciales, los factoriales y los
adaptativos entre otros, son posibles (28).
En ensayos clínicos controlados, se
entiende por diseño cruzado cuando todas la
intervenciones propuestas serán administradas
a todos los participantes durante el ensayo;
como este esquema permite que cada sujeto
sea su propio control, conlleva una disminución
relativa de la variabilidad interindividual, y por lo
tanto, el tamaño de la muestra puede ser menor.
La administración cruzada del tratamiento
se hace en períodos distintos cuya sucesión
temporal debe predeterminarse, usualmente, de
forma aleatoría (diseño en bloque aleatorios,
cuadrado latino greco-latino, etc). En estos
casos, la administración de los tratamientos
deberá estar separada con un período
intermedio de “lavado” o blanqueo “wash-out”
(con placebo o sin tratamiento alguno). La
duración de este período es variable, se
establece de acuerdo con la patología en
estudio (por ejemplo: estabilización clínica,
recuperación de
función
renal) o bien,
para
cada
agente farmacológico según
tiempo
de vida media
de eliminación
X(t1/ 2) (lo más frecuente es siete días como
intervalo mínimo). Estos periodos controlan la
posible acumulación (efecto “carry-over”) ante
segundas o terceras sesiones de tratamiento, o
previenen algunos sesgos derivados de partir de
condiciones clínicas desiguales.
Puesto que no siempre es posible llevar a
cabo estudios cruzados, la alternativa más
frecuente es optar por un diseño en paralelo.
Entonces, se requieren tantos grupos de
pacientes como número de tratamientos se
pretende evaluar, además del grupo control o de
referencia (21).
Con este diseño, los grupos serán
evaluados a través del tiempo, de acuerdo con
lo descrito en el protocolo y sin modificar la
distribución de los tratamientos entre los sujetos
incluidos en cada grupo. La intervención debería
ser a doble ciego y simultánea en el tiempo, a
fin de disminuir los sesgos.
d) Relativos a los centros participantes
El diseño en paralelo es muy típico de los
ensayos en fase III y, como es previsible, se
requiere una gran cantidad de pacientes para
asegurar la representatividad de la muestra y la
obtención de conclusiones válidas; por esta
razón, es frecuente la participación de varios
centros de investigación para llevar a cabo estos
estudios.
Se
describen
como
ensayos
multicéntricos aquellos en los cuales, dos o
más entidades (hospitales, clínicas, unidades de
investigación u otros) participan en la realización
experimental; se llevan a cabo bajo la directriz
de un mismo protocolo y al amparo de un centro
coordinador, respons able de la supervisión
general del ensayo clínico.
Como alternativa, un ensayo unicéntrico
es aquel que se lleva a cabo con pacientes o
sujetos sanos incluidos a partir de un único
centro u hospital (24,26,27).
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CONCLUSION
Una buena planificación, un diseño
adecuado (asignación al azar y carácter ciego) y
una fase experimental bien dirigida contribuyen
a realizar el contraste de hipótesis de forma más
fidedigna. Sin embargo, la tase experimental de
un ensayo clínico requiere la elaboración previa
de un protocolo de investigación clínica que
señale los objetivos que se pretenden. y que
describa, con detalle y precisión; aspectos tan
diversos como el tamaño muestral, los criterios
de inclusión/exclusión, las variables objetos de
estudio, el análisis de los datos, entre otros (se
describen en una segunda parte).
Finalmente, es conveniente tener en
cuenta que todo aquel proyecto de investigación
que carezca de un posible aporte científico, que
exponga a los pacientes (o sujetos sanos) a un
riesgo excesivo, que nos sea acertado en el
diseño y la valoración de variables o su análisis,
o cuyos procedimientos o resultados no
procuren una contribución al avance médico,
terapéutico o científico, resultan éticamente
injustificados y lógicamente inaceptables para
ser promocionados por investigadores e
instituciones.
ln this review, clinical trials are described
having into account the different phases in
development of clinical research, their objectives
and, specially, the methodology applied.
Controlled clinical trials are described in
terms of random distribution and in other
aspects of experimental design.
In a later review, we explain how to
elaborate research protocols, estimate the
sample size, give the results and the basic
ethical points of view.
AGRADECIMIENTOS
Al Prof. F. Jané Carrenca, Jefe del
Servicio de Farmacología Clínica, por sus
oportunos comentarios y correcciones al
o
borrador de este manuscrito; a la señorita M A.
Funes por la asistencia ofimática en las
versiones intermedias y final, así como a todo el
equipo de colaboradores del Area de
Investigación
Farmacológica,
Instituto
de
Investigación del Hospital de la Santa Cruz y
San Pablo.
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4.
Declaración de Helsinki Recommendations
guiding physicians in biomedical research
involving human subjects adopted by the XVIII
World
ABSTRACT
In order to promote research designs and
to standardize some methods, we have made a
review of medical research and, specially, of
clinical trials as a usual method in experimental
clinical research.
The clinical trial is an experimental
intervention, carefully and ethically planned,
which is a consequence of the scientific method
applied and which means an advance in
Medicine. With these clinical trials we want to
obtain sistematic and objective information.
____________________________________________________________________________________
o
Rev. Cost. de Ciencias Médicas Vol. 16/N 4, Diciembre de 1995. Pág. 56
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