A unque existen varios instrumentos legales y estrategias para lograr la igualdad de derechos entre hombres y mujeres en materia de educación, dos terceras partes de los 876 millones de analfabetas en el mundo son mujeres. 1 El número de analfabetas parece que no disminuirá significativamente en los próximos 20 años. La brecha de género se cierra paulatinamente en educación primaria y secundaria, pero todavía hay indicios de que las mujeres están atrás respecto a su contraparte masculina —los mayores contrastes los presentan África y el sur de Asia. En lo que respecta a la educación superior, las mujeres han hecho avances significativos en la matrícula en la mayoría de las regiones del mundo; en algunas regiones la matrícula femenina ha llegado a igualar e incluso sobrepasar la masculina. No obstante, también se observa que más mujeres que hombres carecen de conocimientos básicos y de las habilidades computacionales requeridas para entrar a las profesiones de los “nuevos medios”.2 En el caso de México la situación no es muy diferente de la de otros países de América Latina, y algunos de otras regiones del llamado “Tercer Mundo”. A continuación presentaremos algunos datos que permiten ubicar con precisión la magnitud del rezago de la mujer mexicana en materia de educación y empleo, así como las posibilidades que se advierten favorables para superarlo. Al analizar la población económicamente activa ( PEA), se puede observar que, como era de esperarse, las zonas urbanas presentan un mayor nivel de instrucción promedio (véase cuadro 1). En general, éste ha ascendido y las diferencias entre los sexos se han minimizado. En cambio, en las zonas rurales —además de que los niveles de instrucción son menores— se advierte un crecimiento casi nulo. La brecha que separa el mundo urbano del rural va desde 1.6 años hasta más de cuatro años de instrucción, y dicha diferencia siempre es mayor en el sexo femenino. * Instituto de Investigaciones Sociales, Universidad Nacional Autónoma de México. ** Centro de Investigaciones y Estudios en Antropología Social. 193 Cuadro 1 PEA de 15 y más años de edad Promedio de años de estudio de la PEA Zonas urbanas Promedio de años de instrucción Año Ambos sexos 1984 1989 1994 1998 8.9 8.0 8.3 9.5 Hombres Mujeres 8.8 8.0 8.3 9.5 9.0 8.1 8.3 9.5 Zonas rurales Promedio de años de instrucción Ambos sexos 7.2 5.2 5.5 5.5 Hombres Mujeres 7.2 5.2 5.5 5.6 7.3 5.2 5.5 5.3 Fuente: CEPAL: http:/www.eclac.cl/mujer/ Nota: A partir de 1996 se dispuso de antecedentes que permiten calcular el número de años de estudio. Las cifras anteriores corresponden a estimaciones a partir de categorías primaria incompleta, primaria completa, secundaria incompleta, secundaria completa, y superior. No debe olvidarse que, desde 1993, México estableció como obligatoria la educación secundaria, lo cual significa que aún hay mucho trecho por andar en términos de escolaridad para la población rural. Si se analiza la población ocupada según nivel de instrucción (véase cuadro 2), se observa que la mayor participación se encuentra en secundaria completa e incompleta, seguida por la primaria completa; contrastan con estos datos los correspondientes a la población ocupada que cuenta con Cuadro 2 Distribución porcentual de la población ocupada según nivel de instrucción y sexo, 1998 Sin instrucción Primaria incompleta Primaria completa Secundaria Secundaria con carrera ténica 1 a 3 años de preparatoria Profesional medio Superior incompleto Superior completo Maestría Doctorado No especificado Hombres Mujeres Totales 5.65% 3.12% 8.77% 12.99% 5.43% 18.42% 14.15% 6.94% 21.08% 15.73% 6.50% 22.22% 2.47% 4.35% 6.82% 6.36% 2.56% 8.91% 0.88% 0.62% 1.50% 1.93% 0.79% 2.71% 5.54% 3.15% 8.69% 0.51% 0.25% 0.76% 0.04% 0.02% 0.05% 0.03% 0.02% 0.06% Nota: La secundaria, maestría y doctorado incluye completa e incompleta. Fuente: Encuesta Nacional de Empleo, 1998. 194 estudios de posgrado, ya que ésta representa menos de 1%. Infortunadamente, con los antecedentes que hemos observado, no se visualizan posibilidades de mejoría en el futuro cercano, ya que las matrículas son bajas y las tasas de graduación aún menores. No cabe duda de que esta situación puede ser consecuencia del bajo valor que la educación tiene en el conjunto de la sociedad, tanto por lo que el conocimiento mismo representa para la población, como en lo que al logro de mejores empleos e ingresos se refiere. Como menciona Muñoz: Una educación devaluada en el mercado puede propiciar falta de deseos para estudiar, sentimientos de fracaso por la inversión de tiempo en escolarizarse frente a sus bajos rendimientos, pérdida de credibilidad en los valores que se transmiten a través de la educación, y hasta una sobrestimación del dinero por encima de ellos. La alteración de los valores sociales aparece especialmente vinculada a la devaluación educativa, lo cual tiene efectos sobre articulaciones estructurales y procesos de la sociedad global.3 En el ámbito internacional, las mujeres representan una proporción creciente de la fuerza de trabajo mundial: al menos alcanzan una tercera parte en todas las regiones, excepto en el norte de África y el occidente de Asia. El autoempleo, el trabajo de tiempo Como bien señala Muñoz: parcial y el trabajo realizado en el hogar han expandido las oportunidades Se sabe que entre las grandes de empleo femenino; no obstante, esmetrópolis de México, así como te tipo de actividades se caracterizan entre éstas y el conjunto de zopor falta de seguridad, ausencia de nas metropolitanas hay similituprestaciones y bajos ingresos. El sector des, pero también fuertes difereninformal se ha constituido, sin duda, cias en los aspectos estructurales, en una fuente de empleo para mujevalorativos y hasta políticos, que res, más que para hombres. influyen en la escolaridad de Más mujeres que nunca participan la fuerza de trabajo, como en la en la fuerza de trabajo, especialmente “utilidad” de los años de estudio durante sus años reproductivos, a pepara acceder a una determinada sar de que los obstáculos para combiocupación o nivel de ingreso.6 nar las responsabilidades familiares con las del empleo persisten. 4 Las tasas de participación de la Diversas estadísticas mundiales revepoblación de 25 a 59 años de edad lan que las mujeres, especialmente las en zonas urbanas muestran un incremás jóvenes, experimentan tasas de mento, tanto para cada uno de los dos desempleo más elevadas y por periosexos por separado, como para el todos más largos que las de su contratal, independientemente del nivel de parte masculina; asimismo, evidencian calificación.5 Llama la atención que enque las mujeres permanecen en el extre 1989 y 2000 la población femenina tremo más bajo del mercado laboral y sin calificación técnica o profesional en continúan concentradas en unas cuanestas edades muestre un incremento tas ocupaciones, en puestos con poca de 10 puntos porcentuales en su tasa o sin autoridad, percibiendo ingresos de participación, lo cual indica que un menores a los de los varones. número mayor de mujeres ha ingreEn el caso de México, y a pesar del sado al mercado de trabajo, sin contar espléndido esfuerzo que ha realizado con una formación que le permita el INEGI mediante diversas encuestas, aspirar a mejores puestos (véase cualas estadísticas disponibles en nuestro dro 3). Lamentablemente, la tasa de participación para la población Cuadro 3 que cuenta con calificación técniTasas de participación de la población de 25 a 59 años de edad según nivel ca o profesional disminuyó en este de calificación y sexo, zonas urbanas (porcentajes) mismo periodo, en el que son Nivel de calificación precisamente las mujeres quienes Sin calificación técnica o Con calificación técnica o Total profesional profesional reducen su tasa en tres puntos Año Ambos Hombres Mujeres Ambos Hombres Mujeres Ambos Hombres Mujeres porcentuales. sexos sexos sexos 1989 2000 Fuente: 64 71 CEPAL: 93 95 39 49 61 68 92 94 36 46 87 84 95 95 71 69 http:/www.eclac.cl/mujer/ 195 país distan de proveer una base sólida para evaluar cambios cualitativos y cuantitativos en el empleo femenino, particularmente si quiere asociarse con su nivel educativo. 7 Cuadro 4 Ingreso medio laboral de las mujeres, comparado con el de los hombres, por años de instrucción (porcentajes) Año 1990 1994 1996 1998 Disparidad de los ingresos laborales por año de instrucción * Total 0 a 3 años 4 a 6 años 7 a 9 años 10 a 12 años 13 años y más 55 57 59 57 61 … 56 72 50 58 67 56 70 65 71 65 62 70 63 63 46 48 49 47 * Se refiere a las diferencias de ingreso en el total de la población ocupada. Fuente: CEPAL: http:/www.eclac.cl/mujer/ Las diferencias en el nivel de ingresos que percibe la población ocupada de ambos sexos, con niveles de escolaridad similares, son una evidencia adicional de cierta discriminación hacia la mujer en el mercado de trabajo. En efecto, las diferencias que se observan en el cuadro 4 no son uniformes, ni entre los diferentes años que se muestran, ni dentro de cada grupo de nivel de instrucción. Pese a ello, sí se puede afirmar que a mayor escolaridad, menores son las disparidades en los niveles de ingresos, aunque la primaria no represente escalón de mejoría alguna. Cabe destacar que es precisamente el grupo con 13 o más años de instrucción el que presenta menores diferencias; es decir, las mujeres con mayores niveles de escolaridad perciben mejores ingresos que sus contrapartes masculinas, aunque persistan las diferencias en su contra y éstas se ubiquen ligeramente por debajo de 50%. 196 De acuerdo con la información proveniente de la Encuesta Nacional de Empleo ( ENE) de 1998, entre la población ocupada con posgrado, las mujeres pierden presencia a medida que se incrementa su edad (véase gráfica 1).8 Naturalmente, esta relación debe analizarse a la luz de los logros que, paulatinamente, la mujer mexicana ha alcanzado, no sólo en términos de su acceso a la educación, sino también en cuanto a su ingreso y participación en el mercado de trabajo. De esta forma se explica que las generaciones más jóvenes tengan mejores y mayores oportunidades que las de quienes les antecedieron.9 Los datos de la ENE revelan que las tres cuartas partes de la población ocupada con posgrado se encuentra empleada en la rama servicios, seguida en mucho menor magnitud por los sectores gobierno e industria de la transformación. Sin embargo, no hay una sola ocupación en la que las mujeres sean mayoría, ya que su presencia gira alrededor de una tercera parte de los trabajadores en cada una de estas tres ramas (véase cuadro 5). Si se analizan los datos considerando la categoría de la ocupación (cuadro 6), se advierte que más de las tres cuartas partes de la población ocupada con posgrado se emplean como asalariados; menos de 15% como empleadores, y 8% trabajan por su cuenta. Al revisar estas cifras, desagregadas por sexo, se observa que el porcentaje de mujeres asalariadas es mayor que el de hombres; en cambio, la presencia de los varones como empleadores y trabajadores por cuenta propia es superior a la femenina, y es en el caso de las mujeres donde los trabajadores no remunerados alcanzan el 1%, situación que es prácticamente nula en los hombres. Derivado de una reducida presencia en el posgrado, la participación femenina por ocupaciones —con excepción del trabajo en protección y vigilancia—, nunca alcanza 50%, disminuye aún más en tanto se aproxima a puestos directivos, trabajo industrial y agropecuario, tradicionalmente ocupados por varones (véase gráfica 2). Aun en el caso de población ocupada que cuenta con estudios de posgrado, la proporción de hombres que percibe mayores ingresos resulta inversamente proporcional a la de las mujeres; es decir, a mayores ingresos, mayor presencia masculina. La gráfica 3 muestra esta relación que a todas luces resulta alarmante, dado que se trata de personas con más de 16 años de escolaridad. No cabe duda de que este tipo de escalas salariales tiene una correspondencia directa con las escalas de valores presentes en nuestra sociedad. Como apunta Muñoz: Gráfica 1. Distribución porcentual de la población ocupada con posgrado por sexo, según grupos de edad, 1998 20 - 24 años 25 - 29 años 30 - 34 años 35 - 39 años 40 - 44 años Mujeres 45 - 49 años Hombres 50 - 54 años 55 - 59 años 60 - 64 años 65 - 69 años 70 - 74 años 75 y más años 0% Fuente: 20% INEGI, 40% 60% 80% 100% Encuesta Nacional de Empleo, 1998. Cuadro 5 Población ocupada con posgrado por rama de actividad, 1998 Rama Agricultura, ganadería, silvicultura, caza y pesca Industria extractiva y de la electricidad Industria de la transformación Construcción Comercio Comunicaciones y transporte Servicios Gobierno No especificado Fuente: INEGI, Total Hombres Mujeres 0.7% 100.0% 0.0% 1.3% 97.2% 2.8% 7.7% 69.2% 30.8% 1.8% 95.1% 4.9% 3.3% 89.9% 10.1% 1.4% 98.4% 1.6% 75.1% 64.2% 35.8% 8.3% 63.3% 36.7% 0.5% 93.5% 6.5% Encuesta Nacional de Empleo , 1998. Cuadro 6 Distribución de la población ocupada con posgrado por categoría de ocupación, 1998 (porcentajes) Sexo Empleadores Asalariados Mujeres Hombres Ambos sexos Fuente: INEGI, 10.3 15.7 13.9 Cuenta propia 83.0 74.7 77.4 Trabajadores no remunerados 5.7 1.0 9.4 0.1 8.2 0.4 Total 100.0 100.0 100.0 Encuesta Nacional de Empleo , 1998. 197 “El valor de la educación para el logro de mejores empleos e ingresos en el mercado parte no sólo de lo que el sujeto percibe e imagina del mercado, sino también de la influencia que ejercen sobre él las imágenes o visiones que circulan en colectivos más amplios, en parte a través del discurso político y los medios de comunicación”.10 Gráfica 2. Distribución porcentual de población ocupada con posgrado por sexo, según ocupación principal, 1998 Trabajadores agropecuarios Trabajadores industriales, artesanos y ayudantes Mujeres Hombres Funcionarios y directivos Comerciantes Oficinistas Profesionales, técnicos y trabajadores del arte Trabajadores en servicios personales Trabajadores de la educación Trabajadores en protección y vigilancia 0% Fuente: 20% INEGI, 40% 60% 80% 100% Encuesta Nacional de Empleo, 1998. Gráfica 3. Distribución porcentual de la población ocupada con posgrado, por rangos de ingresos según sexo, 1998 No recibe ingresos Menos de 1 S.M. Mujeres De 1 hasta 2 S.M. Hombres Más de 2 S.M. hasta 5 S.M. 5 y más S.M. No especificado 0 10 20 30 40 50 Fuente: INEGI, Encuesta Nacional de Empleo, 1998. 198 60 70 80 90 La forma de percibir qué factores influyen para obtener el respeto de los demás varía entre hombres y mujeres, jóvenes y adultos; sin embargo, como nos muestra la información proveniente de la Encuesta Nacional de Valores Educativos (véase cuadro 7), en diferentes etapas de su vida, el 43% de las mujeres estiman que el principal factor de éxito es tener más estudios y, en segundo lugar —aunque con una representación menor en la etapa adulta— consideraron al trabajo desempeñado. Los hombres señalaron estos dos mismos factores, pero el porcentaje de adultos que consideraron el factor de los estudios disminuyó y se incrementó el de quienes dieron más peso al trabajo desempeñado. El posgrado nacional presenta en la actualidad dos orientaciones fundamentales: a) Acumulación/ampliación de conocimientos. b) Capacitación para el trabajo, donde surge la interrogante sobre la valoración y los ingresos. La primera orientación conlleva la posibilidad de mantenerse alejado del mercado laboral, con las consecuencias correspondientes en materia de empleo, posición en el trabajo y nivel salarial. Por su parte, la segunda necesariamente plantea interrogantes sobre la valoración de la creación de conocimiento y las posibilidades de incrementar y consolidar el Sistema Nacional de Ciencia y Tecnología. Sin lugar a dudas, estos son asuntos que merecen una discusión seria y rigurosa, de la cual las instituciones de educación superior (IES) no pueden ni deben mantenerse al margen. No obstante, caben las siguientes preguntas: El breve análisis presentado en los párrafos anteriores pone en evidencia varios asuntos, más allá de la precaria situación de la mujer en México. Consideramos pertinente terminar este trabajo con algunas reflexiones que expresaremos a manera de Cuadro 7 Percepciones de los factores para obtener el respeto de los demás. cuestionamientos hacia el SisPoblación de 16 años y más (porcentajes) tema Educativo Nacional, en Jóvenes (16-24) Adultos (25 y +) tanto se relacionan con el paFactor para obtener respeto Hombres Mujeres Ambos Hombres Mujeres Ambos pel que juegue el posgrado sexos sexos Teniendo más estudios 44.2 43.2 43.7 39.1 43.2 41.3 en la formación de una fuerTeniendo dinero 8.7 7.3 8.0 9.2 9.5 9.4 za de trabajo con mejores Por el trabajo desempeñado 23.3 23.6 23.5 24.2 20.8 22.4 habilidades y con capacidad Teniendo relaciones 16.4 15.3 15.8 18.1 16.3 17.1 para competir en nuestras Siendo fuerte 3.8 5.1 4.5 3.2 4.1 3.7 Otra razón 3.5 5.5 4.5 6.2 6.1 6.1 economías, cada vez más gloTotal 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 balizadas. Fuente: INEGI , Encuesta Nacional de Valores Educativos , 1994. 199 ¿Corresponde a las IES acortar estas dos grandes distancias? y, finalmente, ¿podrán lograrlo? 1 Véanse los documentos procedentes de la Conferencia Mundial sobre Educación para Todos (Jomtien, 1990), la Conferencia Inter nacional sobre Población y Desarrollo (El Cairo, 1994) y la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer (Beijing, 1995), entre otros. 2 Fuente: UN, The World’s Women 2000: Trends and Statistics [en]: http://unstats.un.org/unsd/demographic/w ww2000/work2000.htm 3 4 200 Cf. H. Muñoz, Los valores educativos y el empleo en México, Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias / Instituto de Investigaciones Sociales/Miguel Ángel Porrúa, México, 1996. Cf. http://unstats.un.org/unsd/demographic /www2000/work2000.htm Recuérdese que la tasa de participación para un grupo etáreo se calcula dividiendo la PEA de ese mismo grupo entre la población total de esas edades. 6 Op. cit. p. 97. 7 Los autores desean manifestar su agradecimiento al actuario Javier Gutiérrez, director general de Estadística del INEGI, por el apoyo brindado en la generación de tabulaciones especiales de la Encuesta Nacional de Empleo, para diversos años. 8 Por “población con posgrado” se entiende aquella población que se encontraba estudiando o que había concluido estudios en este nivel. 9 No obstante, pareciera recomendable analizar esta información para otros años, en virtud de la gran diferencia registrada entre los distintos grupos etáreos. 10 Op.cit., p. 92. 5 *Los autores desean agradecer la ayuda de Rocío Rosas Escamilla y de Gracia Ma. Abarca Reyes en la obtención de las cifras que se presentan, así como en la preparación del presente manuscrito.