Las ratas, Miguel Delibes

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INTRODUCCIÓN
Miguel Delibes, autor de Las ratas (1962), nació en Valladolid en 1920. Cursó las carreras de Derecho y
Comercio y ejerció como catedrático de Derecho Mercantil y periodista. Desde joven tiene una gran afición a
la caza, lo que le proporciona un hondo conocimiento del mundo rural y explica que muchas de sus obras
tengan que ver con ese mundo.
Entre sus obras destacan: La sombra del ciprés es alargada (1948), Aún es de día (1949), El camino (1950),
Cinco horas con Mario (1966 ), Los santos inocentes ( 1981 y muchas más.
Ha sido galardonado con numerosos premios: el Premio Nadal de Novela 1947, el Príncipe de Asturias
(1982), el Premio Nacional de las Letras Españolas (1991) y el Cervantes en 1994. Por la novela comentada
en el presente trabajo recibió el Premio de la Crítica en 1962.
Esta novela nos cuenta la historia, un tanto deshilvanada, de un pueblo castellano donde vive un personaje real
que el propio autor conoció en Cuéllar (Segovia) y que se dedica a cazar ratas de agua para venderlas o para
alimentarse él mismo. A un paso de la vida salvaje, Nini cumple once años junto a su progenitor: el tío Ratero.
Habitan en el interior de una cueva y, para sobrevivir, capturan ratas de agua. Es claro que no son los únicos
en depender de la naturaleza: otros lugareños viven bajo la opresión del latifundista local, don Antero, y
necesitan que el campo, siempre impredecible, les solucione las necesidades más inmediatas. Estamos ante
una situación de absoluto desvalimiento y moralmente cancerosa. No extraña que, sin descontar la
importancia de otros factores, la increíble aspereza de esa existencia empuje a los protagonistas hacia la
tragedia.
El personaje que más me ha impactado es el Nini. Mi cariño y admiración por él se han unido para hacerle
hablar. He inventado una entrevista a mi querido protagonista, conocido en su pueblo por hablar poco pero
preciso. Algunos pasajes literales de la obra, que me han servido de inspiración, los he entrecomillado y
cambiado la fuente de letra a color verde. El número que añado entre paréntesis indica la página donde se
encuentra cada pasaje elegido por mí en la edición que he leído.
ENTREVISTA AL NINI
Hace un calor inusual, unas nubes altas, sólidas y pesadas comienzan a cubrir el cielo. Mi primera pregunta al
Nini es ¿Lloverá hoy? y el me responde, siguiendo su habitual forma, con una alusión al calendario que tanto
conoce. Pasando Santa Bibiana, lloverá 40 días y una semana.
− ¿Quién te enseñó el Santoral, si ni siquiera fuiste a la escuela?
− Yo pasé muchos ratos escuchando al tío Rufo. Hablaba siempre con refranes y conocía al dedillo el Santo
de cada día, que le servía siempre para comenzar cualquier conversación. Siempre me gustó estar cerca del tío
Rufo (el Centenario), mientras las gentes se acercaban a él sólamente para ver lo que escondía detrás del trapo
negro que le cubría la media cara comida por el cáncer.
−Dicen que conoces excepcionalmente la naturaleza
−Sí sé bastante. Algunas cosas las aprendí del abuelo Román. Al cumplir cuatro años me llevó por primera
vez al campo, bajo un sol de membrillo (29), y ya en los barbechos se trocó en una especie de animal
acechante (29). Andaba doblado en ángulo recto, aspirando sonoramente el viento por las narices, con
una cachaba en cada mano(30), hasta que encontraba la freza (la cagada). Nini. No andará lejos la
liebre(30), me decía. Cuando estaba cerca de ellas les lanzaba la cayada y, dándole un golpe sobre el lomo,
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saltaba sobre ellas y las agarraba por las orejas. Así es como el abuelo Román me enseñó a cazar liebres
limpiamente y a intuir la vida (32).
Otras muchas cosas las aprendí del abuelo Abundio (el Podador). Él me enseñó cómo hacer una poda limpia.
Un majuelo de verdejo de 30 años llevara dos varas de empalme, dos nuevas o tres calzadas y dos o tres
pulgares (28−29), después es necesario enterrar las ramas cortadas al pie del sarmiento, para que sirvan de
abono (29).
Del tío Ratero (mi padre), cómo hacer la matanza. Él lo aprendió de la abuela Iluminación, ella cada año la
hacía para la gente pudiente del pueblo y alrededores. Lo primero tender al marrano en el banco, después
auscultarlo, se traza una cruz con un pedazo de yeso en el corazón y después se acuchilla con fuerza (49).
Cuando murió la abuela Iluminación, paso a ser trabajo del tío Ratero. ¿Cómo olvidar todo esto? imposible.
Se trata simplemente de ponerlo en práctica en el momento adecuado.
−¿Aborreces la muerte de los animales?
−En principio,me repugna la muerte () y particularmente la muerte airada y alevosa, como hace Matías
Celemín el Furtivo , achicharrando a los animales en la cama, volándoles el cráneo de una perdigonada, sin
darles oportunidad. Este se jacta de ser un campeón en ese aspecto.
−¿Tienes alguna simpatía por el furtivo?
−Ninguna, no respeta leyes ni reglamentos, siempre anda preguntándome dónde andan los animales, dime
dónde anda el tejo. Un duro te doy si aciertas (54).En San Higinio mató una hembra de zorro que estaba
criando, el furtivo le apretó una mama y brotó un chorrito de un líquido consistente y blanquecino (57). Yo
busqué la madriguera y me hice con el zorrillo, lo llevé a la cueva y lo estaba criando, hasta que una mañana
el Furtivo se acercó a la cueva y lo mató. ¿Cómo podría tener simpatía a tanta violencia?
−Hablando de la cuevaésta trae de cabeza a Justino
−Es cierto, la verdad es que el alcalde anda presionado por el Gobernador que aspira a que todo el mundo viva
en casas. Está obsesionado con volar las cuevas, como hizo con las otras. La verdad es que ha intentado que
nos marchemos de muchas maneras. Primero lo intentó con la indemnización; después hizo público el
desahucio (68), también acusando al tío Ratero de vagabundeo. En otra ocasión doña Resu intentaba
convencerme de que fuese a la escuela; con esa excusa tendríamos que abandonar la cueva. Finalmente le
ofreció al tío Ratero un jornal de 30 pesetas y mantenidos (151) los dos, pero el tío Ratero solo alcanzaba a
decir: la cueva es mía (67). La ocasión que más me marco fue cuando la Columba (la mujer del alcalde)
mepropinó dos solemnes bofetones (115).
−¿Te dolió tanto como para vengarte?
−Lo suficiente como para verter un bidón de gasolina en el pozo del Justino (114).
−Para venganza, la del tío ratero con Luis
−El tío Ratero lo mató, pero ya se encargaba el Malvino fue Balbino en tiempos, pero sus convecinos le
decían Malvino porque con dos copas en el cuerpo se ponía insoportable (11), de meter cizaña. Estaba
constantemente diciéndole al tío Ratero: Ojo con ése, Ratero; viene a quitarte el pan. Antes de que él
naciera ya andabas tú en el oficio(40). El río es tuyo, Ratero. Antes de que él echara los dientes ya
andabas tú en el oficio (153). Las ratas son tuyas.
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El Ratero enloqueció al encontrar al ratero de Torrecillórigo en el arroyo y ocurrió lo inevitable. Me dijo a
modo de explicación Las ratas son mías (174).
Le advertí no lo entenderán (175).
Para terminar. Doña Resu (el ultimo mandamiento) Afirmaba que la sabiduría del Nini no podía provenir
mas que de el diablo, puesto que si el hijo de primos es tonto, mayor razón para que lo fuera el hijo de
hermanos ().
Dejando al lector que opine ¿El Nini es sabio o diablo?
CONCLUSIÓN
Las ratas es una obra donde se plasma la vida del Nini, de 10 años, y de su padre, el tío Ratero, que tiene
como referencia la Castilla rural, donde los factores atmosféricos desempeñan un factor definitivo, ya que se
destruyen cosechas produciendo más pobreza. La gente confía en el chico por ser un excepcional conocedor
de la naturaleza, a la que ama, y de los cambios climáticos; por lo que le piden consejo. Viven de forma
humilde en una cueva y se dedican a la caza de ratas como medio de vida. Las venden para ser cocinadas y
servidas como un plato más. El Nini defiende su libertad (callada), el bien contra el mal y candor contra la
astucia.
He leído que es considerada una de las mejores novelas del Realismo social, movimiento que denunciaba la
injusticia de los años 50−70, durante los cuales España estaba sometida a la dictadura franquista. Esto motivó
que se prohíbiera su publicación en la sección dedicada al campo en el periódico El norte de Castilla, del que
Miguel Delibes era director.
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