U N I V ~ R S IRA O RE P U BU e A N A Algo sobre remates en juicio ejecutivo TESIS ,...... ••• JulIo por e. Rey RoJa. ,.,. oldtttr .1 lhulo lit Ioct.r tR D'rtollo y CI""'u Ptlftitaa MCMXIV ÁGUILA NEGRA EDITORIAL. - BOGOTA Este libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia U"IV~RSIAAD REPU8llCANA Algo sobre rematesen juicio ejecutivo TESIS ".....dI JulIo por e. Rey RoJas PIra HIt.., ti tilalo •• Ioct.r ti Dereeho y Clenof•• Po••• MCMXIV AOUlLA NEORA EDITORIAL - BOGOTA Este libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia Informe del Presidente de Tesis Señor Rector de la Universidad Republicana: El alumno de la Universidad Republicana donju/io C. Rey Rojas ha tenido a bien conferirme, con la venia del senor Rector, el honor de la Presidencia de su tesis de grado. Lo estimo y lo agradezco como es debido, y lo acepto con mucho gusto. El trabajo preparado por el senor Rey Rojas para su examen final, que será la prueba que ha de preceder a la obtención del titulo que otorga ese respetable Establecimiento, tiene por objeto un estudio juridico sobre las ventas forzadas que se hacen por ministerio de la justicia. Pudiera creerse que el autor se hubiera limitado a un tstudio de textos legales adjetivos que enseftan los procedimientos judiciales para verificar remates en juicioS ejecutivos, lo cual le comunicaria muy escasa importancia a su trabajo. Pela no ha sido ast: aparte de un comentario serio y juicioso sobre las leyes referentes a los remates, en que se emplea un criterio rigurosamente cientifico, puesto que se señalan las respectivas causas y se invocan principios de justicia, el autor pone preferente atención en el estudio de una cuestión sustantiva de la mayor importancia y de alto interés práctico, que es el estudio profundo del articulo 1082 del Código judicial, en que se trata de las nulidades de los remates verificados en juicios ejecutivos. y ha desempeñado su tarea el seflor Rey Rojas con notable habilidad. Ha empleado un lenguaje claro, preciso, correcto y sin difusiones inútiles y perjudiciales, y ha logrado-condición muy rara y apenas alcanzada por personas muy eruditas e inteligentes-dar muy claras muestras de un conocimiento bastante completo del más riguroso tecnicismo de la ciencia a que pertenece su estudio. Tanto mérito encuentro en éste, que considero que ningún aboga, do serio y bien ilustrado desden.arla poner su firma al pie Este libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia de uno semejante para diriglrselo a un alto Tribunal de 'usUcia. Me es muy satisfactorio, al propio tiempo que consignar mi aplauso y mi felicitación a/ joven postulante, informar a usted respetuosamente que considero adecuado el trabajo sometido a mi examen y suficiente para el objeto a que se le destina. Bogotá, mayo 25 de /9/4. Sellor Rutor, ANTONIO JOSE CADA VID Universidad Republicana-Rectorado-Bogotá, mayo 25 de 19/4. Puede pub/icorse. El Rector. E. j. OOMEZ El Secretario, PEDRO ALEJANDRO GOMEZ N. Este libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia Nuestras leyes no definen el remate ¡pero atendiendo a las circunstancias en que se verifica ya los rosultados que produce, podemos decir, -y así parece que está ya admitido por todos los juristas,-que el remate no es otra cosa que un contrato de venta hecho con intervenci6n de la Justicia. De ahí que la principal obligaci6n del rematador sea la de pagar el precio, y la del dueño de la cosa rematada entregarla por medio do su representante-el Juez- al rematador. Pero no todas las leyes que rigen el contrato de venta son aplicables a los remates, porque si bien éstos son de la naturaleza de los contratos, existen diferencias entre aquéllos y los contratos comunes do compraventa, que hacen que las disposiciones que rigen unos y otros no sean todas idénticas y que, por lo mismo, las especiales da la venta en pública subasta no afecten a la compraventa y viceversa. Así, la venta forzada se efectúa, como su nombre lo indica, sin el consentimiento y aun contra la voluntad del dueño; en la venta forzada 01 vendodor no está obligado al saneamiento por causa de la evicci6n que sufriera la cosa vendida, sino a la restituci6n del precio que haya producido la venta (artículo 1908, C6digo Civil). Tampoco hay lugar a la acci6n rescisoria por losi6n enorme en las vontas que se hubieren hecho por ministerio de la justicia, según el artículo 32 de la Ley 57 de 1887; ni, de acuerdo Este libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia -10 con el artículo 1922 del Código Civil, hay lugar a la acción redhibitoria en las ventas forzadas, sino en cuanto el vendedor, no pudiendo o no debien~ do ignorar los vicios de la cosa vendida, no 1011 hubiere declarado a petición del comprador. Siendo, pues, el remate un contrato de venta, debe regirse por las leyes que reglan los contratos en general y la compraventa en particular, siempre que no se opongan a las especiales de los diferentes remates. Porque es bueno hacer notar desde ahora, que hay dos clases de remates: forzosos y voluntarios, y que no todas las disposiciones sobre 108 primoros son aplicables a los segundos. En éstos, por ejemplo, el saneamiento tiene lugar conforma a las reglas generales, al paso que en aquéllos, como ya lo vimos, existen disposiciones espaciales. En varios casos puede podirse y decretarsa el remate; pero nosotros limitaremos nuestro estudio al del juicio ojecutivo, ya quo los otroR deben verificarso en los términos prevenidos para ésto. Cuando so hayan practicado todas las diligencias ejecutivas por el JIIOZde la causa, o hayan sido devueltus por el comisionado en su caso, y agrogadas al expodiente, 01 Juez-dice 01 artículo 1053 del C.• T.-((proveerá inmediatamento auto mandando citar al ejecutado para la sentencia de preg6n y remate de los bienes embargados.» Y si dentro del término de la ejecutoria de este auto no se propusiesen excepciones, o si las propuesEste libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia 11 -- tas se declararen no probadas, se dictará sentencia mandando llevar adelante la ejecuci6n y remate de tales bienes. De acuerdo con el artículo 1060 del C. J., si lo embargado no hubiere sido sueldo, renta, pensi6n, o cosa determinada que deba entregarse al acreedor, (lse anunciará al público el día del remate, que no podrá ser antes de ocho días de la fecha del anuncio si se trata de bienes muebles o cosas incorporal es, ni de diez y ocho días si se trata de bienes raíces." Este anuncio, conforme al artículo 1061, ((se hará por medio de carteles en que se expresará el día del remate y los bienes que hayan de venderse, con noticia del avalúo de cada uno. También se harán los anuncios por medio de la imprenta si la hubiere en el lugar en que deba verificarse la venta.)) De manera, pues, que una vez decretado el remate el Secretario 10 anundará al público por la imprenta, si la hubiere en el lugar donde deba vorificarse, y en todo caso por medio de carteles en que oxpresará el día que debe tener lugar, 108 bienes que han de rematar se y el avalúo de cada uno de ellos. Este anuncio, como ya se vio, debe haCOl se con una anticipación no menor de diez y ocho días si se trata de inmuebles, ni do ocho si de muebles o cosas incorporal es ; y el mismo Secretario, que es particularmente responsable del cumplimiento de todos estos requisitos, dejará constancia en el expediente de dicho cumplimiento, por ordenárselo así el articulo 1062. Aquí surge esta cuesti6n que debe resolverse antes de seguir adelante: el término de ocho o da Este libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia - 12diez y ocho días,-según se trate de muebles o oosas incorporales o de inmuebles-que la ley señala como mínimum para la fijación y duración de los avisos, comprende los días inhábiles, ea decir, es de días comunes, o es sólo de días hábiles? En otros términos: los días con cuya anticipación debe anunciarse el remate, son comunea o son hábilos ? Para sostener que son comunes, dícese que ese término se ha establecido para el público toda vez que los anuncios tienen por objeto hacer saber-que se va a verificar una venta en pública subasta y que cualquiera tiene derecho a hacer postura; que no siendo ese público parte en el juicio en que E1eha decretado la venta, no está sujeto a las leyes sobre términos que so han establecido en beneficio de las partes; que no es, por tanto, de días útiles, sin() comunes, el término dicho. Pero esta solución no os aceptable, en nuestro concepto, porque el término con cuya anticipación debe anunciarse el remate es de actuación y tramitación; se ha establecido por el Código para un negocio judicial, y es, por tanto, un término legal (artículo 506). De ahí qne él corra por ministerio de la loy, sin necesidad de que el auto por el cual se señala día para el remate exprese su duración. Por consiguiente, siendo término legal, se suspende, o no corre, en los casos previstos en el artículo 64 de la Ley 105 de 1890; Y si se suspende o no corre en los casos dichos, es porque en él no se cuentan los días inhábiles, es decir, porque es de días útiles. Este libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia - 13 --- y el remate es un negocio judicial, porque éstos son aquellos asuntos en que interviene un Juez, y precisamente lo que caracteriza al remate o venta en subasta pública, es que ella se haga con intervenci6n del Juez, que representa al tradente. Tampoco es rigurosamente exacto que el tlirmino de que venimos tratando sea exclusivamente para el público: él se ha establecido en beneficio de las partes, toda vez que lo que la ley se ha propuesto al establecerlo es hacer saber al mayor m1mero posible de personas que se va a verificar una venta en subasta pública y que todo el que quiera puede concurrir a hacer postura; e. decir, quiere la ley que se anuncie el remate con anticipaci6n para que haya más postorel. De ahf que el artículo 1063 ordene que 108 anuncios permanezcan fijados y legibles por el término sefialado, y considere el hecho de desfijarlos, romperlos, borrarlos o inutilizar los para su lectura de cualquier otro modo, como un desacato a la autoridad del Juez de la causa, quien lo castigaré con arrestos o multas. Los anuncios interesan, pues, es a las partes; no a los postores a quienes, al contrario, 10 que más les conviene es no tener competencia. Otra circunstancia que concurre a demostrar que el término de los avisos se ha establecido en beneficio de las partes, y especialmente del deudor, que es a quien más interesa que el precio del remate suba cuanto sea posible, es el hecho de que s610 éste es quien puede renunciarlos (artículo 127, inciso 2.°, Ley 105 de 1890); pues es sabido que los t~rminos, formalidades y garantía. que la ley concede en la· secuela del juicio, son Este libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia - 14- renunciables sólo por la parte a quien favorezca la concesión, según lo dispuesto en el artículo 513 dol C. J. Hay más: de acuerdo con el artículo 62 de la Ley 4.:\ de 1913, idéntico al 64 de la Ley 149 de 1888, derogada por aquélla, ((onlos plazos de días que se señalen en las leyes y actos oficiales, se entienden suprimidos los feriadoe y de vacantes, a menos do expresarse lo contrario»; y como en el presonte caso no se ha expresado qne en el término de fijación de los anundos del remate se computen los días feriados y de vacantes, es claro que se entienden suprimidos. Preveédespuésnuestro Código el caso de que todos o parte de los bienes que hayan de rematarse estuvieren en distinto Distrito de aquél en que deba hacerse d remate, y dispone que el Juez de la causa comisione a uno de los de ese Distrito para que fije también edictos por seis días en los términos indicados, y que no podrá procederse al remate sin la constancia de haberse practicado esa diligencia. Los seis días por que deben fijarse los edictos de que se habla, son útiles, por las razones expresadas anteriormente. Además, creemos que los Jueces y los litigantes mismos deben tener especial cuidado en no proceder al remate sin haberse cumplido antes el requisito de la fijación de los edictos mencionados, en el Distrito en donde se encuentren los bienes que han de rematarse, cuando soa en uno distinto de aquél en que deba hacerse, y permanecidos fijados durante 108 seis días dichos, porque la falta de este requisito viciará el remate de nulidad. Este libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia - 15 - Mas si alguna de las partes quisiero que en este caso el remate se haga en el lugar donde se encuentren los bienes, debe pedirlo al Juez del conocimiento, quien, según lo dispone el artículo 1065, ((librará despacho facultando a uno de los Juecos del Distrito en donde se hallen los bienes para proceder a la venta de ellos en pública almoneda, a cuyo efecto debe acompañarle, en copia, la diligencia del avalúo de dichos bienes, fijándole los días de los pregones y del remate.» En este caso-continúa el artículo 1065-«los anuncios dehen fijarse no sólo en el lugar donde 8e siga el juicio, sino también en la cabecera del Distrito dando hayan de venderse los bienes, con los requisitos y por el término que para cada cla8e de bienes se prescribe en el artículo 1060.)) De manera, pues, que si todos o parte de 101 bienes que deben rematarse se encuentran en un lugar distinto de aquel en que se sigue el juicio dondo se decrete la venta, las partes tienen derecho do dejar que el remate se verifique ante el Juez de la causa o pedir que se comisione al Juez del Distrito donde estén situados, para que él lo verifique. En el primer caso los avisos deben fijarse por seis días en el lugar donde estén los bienes que se han de vender y por diez y ocho u ocho días, según se trate de inmuebles o de muebles o cosas incorporales, en el Jugar donde Aeha de efectuar el remate. En el segundo caso, tanto en un lugar como en el otro, deben fijarse los avisos por ocho o diez Y ocho días, según la clase de bienes de que se trate. Si éstos son raíces, serán designados por su situación, linderos y demás circunstancias que Este libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia - 16- los den a conocer con precisión; y tanto respecto de ellos, como de los muebles, se darán a los postores cuantos datos quieran y sea posible suministrarles. Estatuye el artículo 1068 que para obtener mayores ventajas en los remates, podrán dividirse las fincas en porciones, si admitieren tal división, y los muebles agruparse en lotes y clasificarse de la manera más conveniente; y que toda indicación hecha a este respecto por las partes, será atendida por el .Juez, dando preferencia a la8 del ejecutado. Todas estas dh;posiciones dejan comprender bOienclaramente que la ley no quiere que se sacrifiquen los derechos de un deudor que, por haberse puesto en dificultad de pagar oportunamente sus deudas, se halla perseguido judicialmente por sus acreedores, a quienes igualmente garantiza sus derechos, dándoles las acciones del caso. Desgraciadamente unos y otros abusan en ocasiones de estas buenas intenciones del legislador, dando a las expresadas disposiciones interpretaciones tortíceras, tendientes, bien a hacer imposible o, al menos~ a diferir el pago, o bien a aprovecharse de la mala situación de un deudor para arruinarlo. De ahí que los Jueces deben obrar en estos asuntos con suma circunspección, colocándose en un pun to de vista alto y sereno para interpretar correctamente la ley y evitar, en lo posible, estos abusos. Si alguna de las partes. y especialmente la ejecutada, pide, pues, en uso del derecho que el artículo 1068 consagra, que, para los efectos del remate, se divida la finca que va a ser objeto de Este libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia ·.- 17 él en porciones, el Juez debe decretarlo así. Mas como el avalúo dado a toda la finca no puede quedar ya como base del remate de cada una de la. partes en que se divida, debe también dividirse en proporci6n a dichas partes; y como esta divisi6n no puede hacerse arbitrariamente por el Juez ni por las partes, hay que hacerla por medio de peritos. En consecuencia, cuando, llegado el caso, el Juez decrete la divisi6n de una finca que 8e va a rematar, debe ordenar que 108peritos distribuyan el avalúo que se haya dado a toda ella, entre las partes en que se divida. Cuando se trate de la agrupaci6n de muebles, la cuesti6n es más sencilla, pues se reduce a sumar los avaluo8 de cada uno de los muebles que se agrupan. Si quien solicita la divisi6n es el ejecutante yel ejecutado S9 opone a ella, creemos que debe negarse porque el articulo que estudiamos dice claramente que se dará preferencia a las indicaciones hechas por el ejecutado. Y esto es claro: nadie puede tener mayor interés que el ejecutado en que la venta se haga en las mejores condiciones posibles, toda vez que él es el dueño de la cosa que se ha de vender. Recíprocamente, .i quien pide la divisi6n es el ejecutado y el ejecutante se opone a ella, debe decretane por las. misma!!!razones . .•• . Segl1n el artículo 53 de la Ley 40 da 1901, 101 remates se hardn ante el Juez de la causa e.m lal diez de la maftana y )a8 cuatro de la tarde. El Este libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia - ltl -- Juez señalará la hora en quo deba principiar la licitación, y no cerrará el remate sino después de haber transcurrido dos horas, cuando menos, de principiada la licitaci6n, y previo anuncio de que se va a cerrar el remate. Este, de conformidad con el artículo 211 de la Ley 105 de 1890, se anunciará el mismo día en que deba verificarse por medio de dos pregones proparatorios, que se darán dos horas antes de aquella en que deba celebrarse, y con intervalo de una hora entro cada preg6n. Llegada la hora de la celebración se anunciará (¡sta, la postura que se haga y cada una de las pujas sucesivas por medio de pregone8, como también la adjudicación del remate. De manera, pues, que si después de haber transcurrido mús de dos horas desde que se principió la licitación y de anunciar que se va a cerrar el remate, ninguno de los postores mejorare la última postura, el Juez debe cerrarlo, adjudicándoselo al mojar postor. Pero, si llegada la hora de las cuatro de la tardfl, todavía hubiera pujas y repujas, de manera de no poderse cerrar 01 remate, ¿ qué debe hacerse '! No puede continuarse después de esa hora, porque claramente dice el artículo 54 de la Ley 40 de 1907, copiado atrás, que ((losremate8 se harán ante el Juez de la causa entre las diez de la mañana y las cuatro de la tarde.» Tampoco sería justo cerrarlo, a pesar de las pujas y repujas, y adjudicárselo a aquél que en 01 momento en que el reloj señale la hora hiciera la última puja, porque el perjuicio para Jas partes sería evidente, y la ley quiere que nadie se perjudique. Lo más Este libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia - l~ - prudente y lo más equitativo es, pues, suspenderlo, como lo resolvi6la Corte Suprema cuando dijo: «No puede verificarse el remate después de la hora señalada en el artículo 1066del C. J. (1); mas si al cerrar la sesi6n hubiere pujas Y repujas, el Juez debe suspender el remate llegada la hora y señalar otro día para continuarlo, haciéndolo saber a las partes y al público. Así se evitan fraudes y perjuicios a éstas.)) (2). Abierta la licitaci6n, cualquiera puede presentarse como postor; mas para que su postura sea admitida, debe consignar el cinco por ciento del avalúo dado a la finca que se va a rematar. Este cinco por ciento corre una suorte distinta, según que quien lo consigne, haga o no el romate, y, caso de que lo haga, que cumpla o no con la¡ obligaciones de rematador. Si el pOl:ltor no verificare el remate, dice el artículo 208 de la Ley 105 de 1890, «quedará libre de las obligaciones que contrajo para poder hacer postura, y, por lo mismo, so le devolverá el cinco por ciento que tenía consignado.» Si lo verificare y llenare sus condiciones en la forma legal, se imputará en parte del pago del remate (artículo 1209ibIdem). Mas si verificar e el remate, y no cumpliere las obligaciones que la ley impone al rematador, perderá el mencionado cinco por ciento, que se dividirá en dos partes iguales; la una pertenecerá al ejecutante, a quien se entregará inmediatamente; la otra acrecerá a los bienes del ejecutado, (1) Este artículo está derogado; pero hoy 10 reemplaza el 54 de la Ley 40 de 1907. (2) Jurisprudencia colombiana, pág. 282, número 1,221. Este libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia -- 20 - destinados para 01 pago, y también ¡;e entregará al ejecutante con imputación de los intereses devengados y previa la respectiva liquidación que hará el Juez de la causa. Si no hubiere intereses, o si sobrare algo de esta mitad despu6s de cubiert08 los vencidos, se imputará dicha mitad, o la parte sobrante, al principal de la obligaci6n por que se ha ejecutado; y si aún sobrare algo, se entregará al ejecutado (artículo 207 ibídem). Según el artículo 1070 del C. J., ((todo remate debe hacerse siempre por dinero de contado para el pago de las costas. Podrá hacerse a plazos para el pago de la deuda, si el acreedor los admitiere, libertando al deudor de la responsabilidad; y por la cantidad excedente que quede a favor del deudor, podrá hacerse también a plazos la venta, si éste conviniere.)) El rematador en juicio ejecutivo debe, pues, pagar siempre, de contado, la parte del precio del remate necesaria para el pago de las costas. P8ra el de la deuda que se cobra en el juicio en que se verifica el remate, puede, si quiere, estipular plazos, bien con 01 ejecutante yel ejecutado, o con el ejecutante solo, según que el producto del remate,-deducido el valor de las costas, que debe pagarse de contado- cubra o no la deuda dicha. Pero, en todo caso, el acreedor que admita plazos, debe libertar al deudor de la responsabilidad, es decir, debe abonar la suma 1)01' que dá plazo, al crédito que cobra. Verificado el remate de los biene~, dice el articulo 1071 del C. J., ccelJuez hará que el Secretario extienda una diligencia en que 8e individuaJicen las fincas o COBaBrematadas, el nombre del Este libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia - 21 - rematador, la cantidad en que se haya rematado cada finca o cosa, la causa que motiv6 el remate, y los plazos que se bayan estipulado. Esta diligencia la firmarán el Juez, su Secretario y el rematador.» La copia de esta diligencia firmada por el Juez y el Secretario es, según el artículo 1072 ibídern, ((suficiente título de propiedad a favor del comprador, quien, además, tiene expedita su acción para obligar al deudor ejecutado a que le transmita las escrituras o los documentos, si 108 tuviera, y en cuya virtud poseía los bienes rematados.» El mismo artículo 1072 equipara esta copia a una escritura pública, y, «por consiguiente -dice-no hay necesidad de otorgamiento de ésta para la transmisión de la propiedad.» Si la copia de )a diligencia de remate es suficiente título de propiedad a favor del rematador, y si la ley da a esa copia el valor que asigna a una escritura pública, claro está que no hay necesidad de otorgar ésta para que la propiedad se transmita. No había habido, pues, necesidad de decirlo. Cuando el remate haya sido de bienes inmuebles-continúa el artículo 1072-((bastará que ese título so registre en la oficina respectiva, si la ley exigA esa formalidad en los instrumentos públicos sobre la transmisión de esta clase de bienes.)) La ley sí exige la formalidad del registro en esta clase de instrumentos: el artículo 2652 del C. C., dice: ((Están sujetos al registro o inscripción, los títulos, actas y documentos siguientes: 1.0 Todo contrato o acto entre vivos que cause mutación o traslación de la propiedad de Este libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia - 22bienes raíces, como donaci6n, venta permuta, transacci6n.» Visto está que el remate, como contrato de venta que es, causa mutaci6n o traslaci6n de propiedad; por tanto, el título de remate de bienes raíces está sujeto al registro. Además, el numeral 7.° del citado artículo 2652 del C. C. expresamente manda que se registren «las diligencias do remate de bienes raíces.» La inscripci6n do ese titulo debo hacerse en el Libro de Registro número 1. ° (inciso 1. 0, artículo 2641 ibídem). Mas como toda finca que se remate en juicio ejecutivo está embargada, y mientras el registro del embargo subsista no puedo inscribirse la diligencia de remate, debe, en primer término, 01'denarso la cancelaci6n de este registro. De ahí que el artículo 212 do la Ley 105 de 1890 disponga que (en los juicios ejecutivos los Jueces ordenen, en el mismo auto en que se apruebo el remate, que se cancele el registro del embargo de la finca que se hubiere rematado y comuniquen la orden de cancelaci6n al respectivo Registrador, en los propios términos que para 01 registro del embargo, con la sola variaci6n que exige la naturaleza de la diligencia.» Verificado el remate y extendida la diligencia de que hablamos anteriormente, el Juez debe, pues, aprobarlo o improbarlo, y, caso do que lo apruebo, ordenar, en el mismo auto en que esto haga, la cancelaci6n del registro del embargo de la cosa rematada. Sostionen algunos que no debe dictarse auto aprobando o improbando el remate porque, dicen, si en él no se han observado todas las formalidades legales, tal remate eHinválido, y la acEste libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia - 23ci6n sobre validez o invalidez de un remate no se ventila en el mismo juicio en que se verifica, Bino en la forma prevenida en el artículo 1082del C. J., es decir, en juicio ordinario; porque la validez de un remate no depende del auto de aprobaci6n que se dicte a su favor, toda vez que si él es nulo puede demandarse su nulidad, a pesar de estar aprobado, y porque no debe darse una aprobaci6n que no deja completamente válido el acto a que se da. Los que así razonan confunden la nulidad de un remate con la improbaci6n del mismo, cosas a la verdad muy distintas. La nulidad de] remate, es cierto, se ventila en juicio ordinario, separado del ejecutivo, como 10 enseña el articulo 1082 del C. J.; pero esto tiene lugar solamente cuando, como lo dice expresamente esa disposici6n, el rematador haya cumplido con 10 de su cargo, es decir, cuando oportunamente haya pagado el precio del remate, y se haya, por tanto, aprobado éste. En tal caso, y siguiendo la regla general do los contratos, so puede pedir la nulidad de ese remate, pero en juicio ordinario separado. Se trata de echar por tierra, de invalidar una cosa que tuvo existencia real aunque viciosa, y que, por consiguiente, produjo ciertos efectos. Se trata de anular una escritura pública, que a tanto equivale un remate aprobado y registrado (artículo 1072 ibídem). La improbaci6n del remate,' como se deduce dol significado de este vocablo, tieno lugar respecto do una diligencia que no ha surtido sus efectos legales, que no está acabada y que, por 10 mismo, debe examinarse cuidadosamen.te con el Este libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia - 24 -- fin de establecer si en su celebraci6n se cumplieron todas las formalidades establecidas para su validez. No so trata do un acto legal que esté terminado, que lleve el sello de la ejecutoria, sino de una diligencia que está sin finalizar. Por otra parte, a la luz de las disposiciones de los artículos 2.° de la Ley 39 de 1890-que ordena que el registro de las diligencias do remato se haga «dentro de los cuarenta días siguientes a la aprobación de tales remates,»-y 212 de la Ley 105 de 1890-que previene a los Jueces que ordenen «on el mismo auto en que se apruebe el remate,)) que se cancelo 01 registro del embargo de la finca rematada,-parece claro que el legislador ha estimado que si debe el Juez resolver sobre la aprobaci6n de los remates, puesto que ha fijado como punto de partida para contar el tiempo dentro del cual debe hacerse el registro de la respecti va diligen da la fecha de su aprobación; y corno la facultad do aprobar implica necesariamente la de improbar, llegado el caso, siguese do aquí que también se puede y aun se debe decretar la improbación, si para ello hubiere causa legal. De todo lo expuesto se deduce que una vez verificado el remate y transcurrido el término que la ley concede al rematador para cumplir BUS obligaciones, el Juez debe oxaminar si se cumplieron todas las formalidades necesarias para su validez, para aprobarlo, a para improbarlo en caso contrario. Esta teoría está de acuerdo con la expuesta por la Corte Suprema de Justicia en la sontencia publicada en la «Gaceta Judicial," número 814 de Este libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia - 25 - 18 de marzo de 1904. Allí dijo la Corte: «Los remates deben aprobar se definitivamente por el Juez, según el artículo 212 de la Ley 105 de 1890, si concurren todas las circunstancias requeridas por la ley; es decir, si el rematador cumple con sus obligaciones, y si se han llenado las otras condiciones legales para la validez de la subasta; pero si no se han cumplido aquellas obligaciones o no se han Henado esas condiciones legales, debe el Juez improbar los remates.» De acuerdo con el artículo 1075 del C. J. «si el comprador no cumple con lo de su cargo, el Juez dispondrá que los bienes rematados se pongan de nuevo en subasta, y se vendan por lo que se ofrezca, después de anuncios por ocho días consecutivos. Pero el rematador inmediatamente anterior, responderá ejecutivamente de la quiebra, que es la diferencia entre uno y otro remate, y no puede ser postor en el ulterior o ulteriores remateS.H Antes de seguir adelante conviene hacer prelIente que este artículo está hoy reformado por el 22 de la Ley 169 de 1896, conforme al cual «en ningún caso se rematarán los bienes embargados por menos de las dos terceras partes del avalúo.» Por consiguiente, en]a nueva subasta que el articulo 1075 copiado ordena, no habrá postura libre, como allí se dice; es necesario que ella cubra las dos terceras partes del avalúo de la finca puesta en licitaci6n. El artículo que estudiamos responde a la necesidad evidente de garantizar la seriedad que debe existir en 108 actos de la Justicia, a la vez que procura evitar perjuicios a las partes. De Este libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia .- 26ahí que establezca sanciones fuertes contra quienes, presentándose como postores, obtienen la adjudicación del remate para hacerlo ilusorio no cumpliendo las obligaciones que la ley impone a los compradores en almoneda pública. Pero quien de esta manera pretenda burlarse de la Ley paga cara su temeridad: como ya vimos atrás pierde, en primer término, el cinco por ciento del avalúo dado a la finca puesta en licitación y que ha debido consignar para poder ser admitido como postor; en segundo lugar, pierde el derecho a ser postor en el ulterior o ulteriores remates; en tercor lugar, se hace responsable, por la vía ejecutiva, de la quiebra, que os la diferencia entre el precio del romato hecho por él y el del que después se haga. Y para hacer efectivo el pago de esta quiebra, según el inciso 2. o del mencionado artículo 1075, servirá de recaudo ejecutivo contra el rematador culpable, una certificación del Juez, autorizada por su Secretario, en que consten 101 hechos quo constituyen responsable de la quiebra a dicho rematador. Esta ejecución puede pedirse bien por el ejecutante, si no quisiere o no pudiere mejorar la ejecución primitiva en otros bienel' del ejecutado; bien por éste, si el ejecutante mejorare la dicha ejecución (articulo 1077). Además, según el artículo 1076, «podrá omitirse el segundo remate si el ejecutante prefiriere ejecutar al primer rematador por el valor total do su remate, lo que podrá hacer con copia de la diligencia de éste y una certificación del Juez sobre el no pago.)) Este artículo consagra, en nuestro concepto, el derecho alternativo que el artículo 1930 del C. C. establece en favor del vendeEste libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia - 27dor cuando el comprador se constituye en mora de pagar el precio en el lugar y tiempo estipulados. De consiguiente, si el rematador no paga oportunamente el precio del remate, es decir, si no cumple con sus obligaciones, el ejecutante puede persistir en el contrato y hacer efectivo el precio ejecutiva mente, o desistir de él y obtener fiU resolución. Si el día del remate no hubiere postura que cubra las dos terceras partes del avalúo de los bienes embargados, no podrá verificarse, pues, como ya tuvimos ocasión do hacerlo notar atrás, el artículo 22 de ]a Ley 169 do 1896 manda que C(enningún caso)) se rematen los bienes por menos de las dos terceras partes de su avahío. Cuando no haya postura que cubra dichas dos terceras partes, dice el mencionado artículo 22 de la Ley 169, el Juez hará practicar nuevos avahíos por peritos que él mismo designará, y seguirán poniéndose dichos bienes a licitación por las dos terceras partes do los nuevos avah108. E] mismo artículo 22 ya citado, da derecho al ejecutante para rematar, por cuenta de su crédito, cuando no ocurra postor por las dos terceras partes de su avalúo, la cuota parte de los bienes que le parezca conveniente. Pero como puede suceder que en un solo juicio varios acreedores persigan a un mismo deudor, es decir, que en una ejecución haya una o varias tercerías coadyuvantes, y que al tiempo del remate no se haya dictado todavía sentencia de prelación y no se sepa, por tanto, cuál de lo. acreedores tenga derecho a ser preferido en el Este libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia - 28pago, lo cual podría impedir que cualquiera da éstos hiciera postura por cuenta de su crédito. dispone el artículo 206 de la Ley 105 de 1890 qU8 cuando esto suceda, esto es, «cuando el ejecutante o alguno de los opositores hagan postura en el remate de alguna cosa por cuenta de su crédito, lo cual s610 puede hacer hasta concurrencia de éste, deberá otorgar a satisfacci6n del Juez, la fianza de acreedor de mejor derecho. Esto tiene lugar, respecto del ejecutante, cuando haya otro u otros opositores a quienes pueda perjudicar el pago. Dicha fianza consiste en obligarse el fiador, de mancomún con el principal, a pagar al acreedor de mejor derecho, según lo que resulte de la sentencia. En el caso de este artículo, el acreedor que haya verificado el remate abonará al deudor, desde el día que reciba la cosa rematada, el mismo interés que éste debe pagarle.») Como se ve, varias son las cuestiones que este artículo resuelve: 1.a Cuando el ejecutante o alguno de los opositores hagan postura por cuenta de su crédito, s610 pueden hacerlo hasta concurrencia de éste. Por consiguiente, si la postura excede al crédito del postor, deberá éste pagar, de contado y en el término legal, el excedente. Si no lo hace así, deja de cumplir con las obligaciones de rematador y se hace, por tanto, acreedor a las sanciones que atrás vimos la ley impone al comprador que no cumple con lo de su cargo. 2.a Deberá otorgar a satisfacci6n del Juez, la fianza de acreedor de mejor derecho. Pero cuándo debe otorgar esta fianza? Antes o después del remate? Hé aquí una cuesti6n importante que Este libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia - 29- debemos estudiar, porque siendo la obligaci6n del acreedor que remata por cuenta de su crédito otorgar la mencionada fianza, cuando hay m41 acreedores, si no la otorga oportunamente, deja de cumplir con lo de su cargo. En favor de la tesis que resuelve el problema en el sentido de que la fianza puede otorgarse después del remate, pueden aducirse las siguientes razones: a) El artículo 206 de la Ley 105 se abstiene de fijar término al rematador para la prestaci6n de la fianza; por tanto, se está en el caso del artículo 506 del c. J., según el cual «el Juez señalará término en los casos en que la ley no lo haya hecho.)) En consecuencia, el Juez debe señalar el término para la constituci6n de la fianza, y este l'!eñalamiento debe hacerse después del remate, que es cuando se conoce el rematador. b) La ley no dice en qué tiempo debe constituirse; y puesto que, según el artículo 1075 del c. J .. lo q ne el Juez debe hacer cuando el rematador no cumple con 10 de su cargo es ordenar nueva subasta, 10 más justo es que esta nueTa subasta Pie ordene después de constituír al rematador en mora de otorgar la fianza, para lo cual se le señala término. Mientras no S6 otorgue la fianza, el Juez S6 abstiene de aprobar el remate; y 10 improbará si el rematador se constituye en mora. e) No hay paridad ni analogía entre el postor extraño, que ha de pagar porque compra, y el rematador, que va a reembolsarse con el remate y debe otorgar cauci6n para el evento condicional de que no resulte él acreedor de mejor derecho. De ahí que )a ley no los equipare, pues al uno le Este libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia - 30 -- fija término para el pago y al otro le manda que otorgue fianza, sin sujetarlo a un término perentorio. No obstante los razonamientos anteriores que, como se ve, se dirigen todos a demostrar que el Juez está autorizado para señalar término al rematador para la prestación de la fianza y de este modo poderlo constituír en mora, nosotros creemos que la fianza de que venimos tratando debe otorgarse antes del remate o, a más tardar, dentro de las veinticuatro horas siguientes. Y como, repetimos, las razones expuestas para sustentar la teoría contraria tienden a establecer la facultad que tiene el Juez para constituír en mora al rematador, empezando por señalarle término para que preste la caución, debemos estudiar de preferencia esta cuestión. Si se mira la cauci6n como una garantía que la ley adjetiva establece en el curso de una ejecución a favor de los otros acreedores o demandantes, podría sostonerse que el término para dar la fianza es de procedimiento. Mas si se atiende a que el remate es un contrato de venta con intervención de la Justicia, resulta que tanto el pago del valor delremate,-caso de que éste se haga por un extraño,-como el otorgamiento de la fianza-caso de que quien haga el remate sea uno de los acreedores-son obligaciones contractuales do carácter civil, como lo es el pago del precio en las ventas comunes. La fianza de acreedor de mejor derecho es obligación del comprador; y es de derecho sustantivo porque es de la sustancia del contrato, no una mera formalidad de procedimiento. De consiguiente, a ella no la comEste libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia 31 - prende ]a disposici6n del articulo 506 del C. J. que faculta a los Jueces para señalar términos en los casos en que la ley no los haya señalado, porque este artículo se refiere únicamente a términos de actuaci6n o tramitaci6n, pero no se extiende a los plazos concernientes a formalidades o garantías que la ley establece en los negocios que se ventilan ante los Jueces. El citado articulo 506 se halla en el Capítulo de términos de sustanciaci6n y actuaci6n; luego, es a éstos y no a obligaciones personales a que debe aplicarse. Ahora, si la fianza es una obligaci6n civil ; si conformo al artículo 1551 del C. C., el Juoz no podrá señalar plazo para el cumplimiento do estas obligaciones, sino en los casos especiales que las leyes designan, y si el contemplado aquí no está especialmente designado por la ley, es claro que el Juez no puede señalar término al acreedorrematador para el otorgamiento de la fianza de acreedor de mejor derecho, ni aun en el supuesto de que el artículo 506 comprendiera los términos concernientes a obligaciones civiles, porque el citado artículo 506 faculta a los Jueces en general, y, repetimos, para estORcasos se requiere autorizaci6n especial. Demostrado, como queda, que el Juez carece de facultad para fijar término para el otorgamiento de la fianza, los argumentos aducidos para demostrar que dicha fianza puede constituírse después del remate y que, volvemos a repetir, estriban todos en esta cuesti6n, quedan aniquilados. Y si ahora se considera que toda obligaci6n civil tiene un plazo para cumplirla; que este plazo puede ser expreso o tácito; y que es tácito el Este libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia - 32indispensable para cumplirla (artículo 2551, O. C.), parece claro que el plazo para afianzar el acreedor de mejor derecho es tácito; que empieza a correr desde que se hace el remate y que el indispensable es el de veinticuatro horas, que e. el que el rematador extraño tiene para hacer el pago del precio del remate. Sin que esto quiera decir, por supuesto, que nosotros consideremo. que la fianza es el pago. N6; afianzar no es pagar. Por la fianza se ((responde de una obligación ajena) (artículo 2361, C. C.); por el pago-que es ((la prestación de lo que se debell-se ((extingue una obligación)) (artículo 1625 ibídem). Pero, en este caso, el otorgamiento do la fianza de acreedor de mejor derecho equivale, en cierto modo, al pago, y debe, por tanto, constituirse a más tardar dentro de las veinticuatro horas que todo postor extraño tiene para pagar. 3. a La prestaci6n de la fianza de acreedor de mejor derecho tiene lugar, respecto del ejecutante, cuando haya otro u otroR opositores a quienes pueda perjudicar el pago. Como ya lo hemos dicho, el ejecutante es postor hábil en el remate y puede hacer postura por cuenta de su erMito hasta concurrencia de él; mas puede suceder que en su ejecuci6n se hayan introducido una o varias tercerías coadyuv8ntes y que el crédito de uno de 108 terceristas tenga prelación sobre el de él. Claro está que, en este caso, si el ejecutante hace el remato sin asegurar con la cauci6n dicha el derecho del acreedor que deba Ber preferido en el pago, limitaría este derecho, o lo haría ilusorio. Es por esto por lo que, con mucha raz6n, sale ~xige el otorgamiento de la fianza dicha, que conEste libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia 33 .. siste «en obligarse el fiador de mancomún con el principal, a pagar al acreedor de mejor derecho, según 10 que resulte de la sentencia.n Si de la sentencia de graduación resulta, pues, que no es el rematador, sino otro acreedor, quien tiene la prelación, éste tiene derecho para exigir del rematador o de su fiador el pago de todo o parte de su crédito, según que el valor del remate alcance a cubrirlo o no. El mismo derecho tienen todoelos demAs acreedores cuyos créditos tengan preferencia sobre el del rematador y siempre que el producto de los bienes rematados alcance para pagarles. 4. o En el caso de este articulo, el acreedor que haya verificado el remate abonad al deudor, desde el día que reciba la cosa rematada, el mismo interés que éste debe pagarle. Como desde el momento en que se haga entrega al rematador de la finca rematada cesa el depósito de ella y, por consiguiente, el deudor ya no se aprovecha de sus productos, es muy justo que a quien haga el remate como acreedor de mejor derecho, sin serIo, se le imponga la obligación del pago de un interés. NULIDAD DE LOS REMATES Vamos a estudiar ahora una de las cuestiones más delicadas y de mayor importancia que se relacionan con la materia que venimos tratando. El artículo 1081 del C. J., dice: «Siempre que se anule un juicio ejecutivo después de haberse entregado la caea y BU precio, el remaudor tie•• Este libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia - 34- derecho para retener ]a cosa romatada hasta que se lo devuelva ]0 que pag6 por ella, con más e] interés de] medio por ciento mensual, a cargo da quien haya causado la nulidad.» Los casos en que, después de rematados ]OS bienes y pagado su precio por el rematador, se promoviese la anulaci6n de] juicio con el fin de recuperarlos, debieron ser frecuentes, y quizá no pocas veces sucedería que, anulado e] juicio, se estimase igualmente nulo el remate y se obligase, en consecuencia, al rematador a devolver los bienes, sin que se]e restituyese su precio, y dejándole apenas a salvo sus derechos para hacerlotJ efectivos en un juicio distinto del ejecutivo, ya que en este no es parte. Y quizá también aconteci6 que después de haber obtenido el rematadar sentencia a su favor en el largo y costoso debate judicial que debía sostener para hacer efectivos sus derechos, no hubiera persona solvente de quién exigir la devoluci6n del precio consignado. Todas estas cosas debieron ocurrir o, por lo menos, debi6 abrigarse el temor de que ocurrieran; pues no de otra manera se explica el que la ley reconociera a los rematadores que hubieran cumplido con lo de su cargo, derecho para retener la cosa rematada, hasta que se les devolviera ]0 que por ella hubieran pagado. y on nuestro concepto se hizo muy bien en consagrar este derecho, porque, ¿ c6mo permitir que se consumaran despojos al amparo de ]a justicia, y respecto de las personas a quienes el Juez, el mismo representante de la ley, invitaba a la .celebraci6n de un contrato perfec~amente lícito? Este libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia -- 35- Tal es, en nuestra opinión, el espíritu de la disposición a que venimos refiriéndonos. Veamos ahora su tenor literal: Sin duda estimó el legislador que solicitar la declaración de nulidad del juicio ejecutivo en él mismo, y aun después de verificado el remate, de la entrega de los bienes al rematador y del pago de su precio, era legal-y en efecto lo era-; pues de no ser esto así habría establecido la prohibición en términos bien claros para prevenir de esta manera los inconvenientes que pudieran ocurrir. Tal vez también estimó que cuando se anulaba el juicio después del remate, éste quedaba incluído en la anulación, pues sólo así puede úno explicarse que se concediera al re matador derecho de retención. En efecto, si no obstante la anulación del juicio ejecutivo el remate quedaba válido; és decir, si el remate debía subsistir aun cuando el juicio en que se verificó se anulara, ¡, no sería un contrasentido la consagración del mencionado derecho de retención y una anomalía inexplicable el que se impusiera al rematador la obligación de entregar los bienes rematados, es decir, sus propios bienes-puesto que 01 romate era válido-si se le devolvía lo que había tenido que pagar por ellos? Juzgó, pues, el legislador que la invalidez del remate era consecuencia de la nulidad del juicio; que no era posible que el remate quedara firme siendo nulo el juicio en que se vorificó. Es indudable que mientras el artículo 1081 rigió exclusivamente la materia que estamos tratando, la declaración de nulidad de un juicio ejeEste libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia 36 - cutivo después de verificado el remate, producía la invalidez de éste. Tiempo después debió notarse que el reconocimiento del derecho de retención no era suficiente garantfa para el rematador, quien se hallaría en la necesidad de sostener un litigio largo y quizá haBta ineficaz, aparte de que la retención le imponía ohli~aciones y responsabilidades que podían serle perjudiciales. Su situación era por demás precaria, puesto que las nulidades del juicio, que las mds de las veces escapaban a su examen, podía acabar con ¡;,utítulo. Preciso era, pues, legislar sobre la materia con más acierto; y natural es que se reconociera, en primer lugar, que era indebido declarar la nulidad del remate, aunque fuese de un modo indirecto, anulando el juicio ejecutivo, sin citación y audiencia del rematador para que defendiera SU8 derechos; yaun cuande bien pudo haberse dispuesto que, para este efecto, se le oyera en el mismo juicio, se estimó, y con razón, que el medio de defensa que había de otorgársele fuese tan amplio como 10 os el de que se goza en un juicio ordinario. En segundo lugar, debió considerarse justo disponer que para anular el remate sólo debía permitirse alegar la causal que afecta al remate mismo, y no las otras causales. Hé aquí lo que se dispuso en el artículo 1082 del C. J., que constituye la reforma 34.8 de la Ley 46 de 1876: «Ningún remate en que elrematador haya cumplido con lo de su cargo podrá anularse sino en juicio ordinario, separado del ejecutivo, y no afectarán al remate las nulidades del jui(lio Este libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia - 37 ejecutivo con excepci6n de la tercera de las mencionadas en el artículo 916) (1). «La raz6n de este artículo,-dijo la Corte Suprema de Justicia, en acuerdo número 401, de 31 de agosto de 1889, publicado en el 151, año III, de la «Gaceta Judicial,))-es probablemente la circunstancia de que frecuentemente el rematador no es parte en el juicio ejecutivo. y no deben afectar sus derechos de una manera sumaria y sin su audiencia, pudiendo hasta suceder que el acuerdo de las partes en el juicio pudiera privarlo de derechos que podría hacer valer.H y efectivamente, la reforma introducida por ese artículo responde a la necesidad de garantizar la estabilidad de las ventas forzadas para facilitarlas. Es necesario que el rematador, que no tiene derecho de exigir el saneamiento, y que carece de medios para averiguar si el juicio adolece de alguna de las irregularidades que no se relacionan con la venta misma, tenga alguna seguridad de la firmeza y estabilidad de su título y sepa de antemano de qué modo y porqué causas puede invalidarse el remate. De ahí que desde que comenz6 a regir esta disposici6n las cosas pasaron de otra manera, pues ya no se considera que la anulaci6n del jui(1) Este artículo se derogó i pero la causal tercera que él establecia se reprodujo en el numeral 2.° del artículo 127 de la Ley 105 de 1890, que dice así: ~No fijar los avisos cuando el deudor no los ha renunciado, para el remate de los bienes que deban ser rematados, y no verificar el remate conforme lo disponen los artículos 1060 a 1066 del Código.» Este libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia - 38cio produzca necesariamente la del remate; que son incompatibles la nulidad de aquél y la validez de éste. Y esto es muy puesto en raz6n; porque cuando se verifica un remate yel rematador cumple con lo de su cargo, tal remate es un hecho consumado, un contrato perfecto que no puede invalidarse sino por la omisi6n en su celebraci6n de alguna de las formalidades que precisamente se han establecido para su validez. Un remate, en astas condiciones, tiene ya vida propia; y no hay raz6n para que deje de existir por el hecho de destruirse la causa que lo produjo. «El remate- dijo la Corte Suprema en el Acuerdo número 401 citado atrás-es un contrato distinto de los actos de tramitaci6n judicial, cuyas irregularidades u omisiones suelen ser causa de las declaratorias de nulidad del juicio, que se allanan o producen sus efectos por la sola voluntad de la parte interesada; y no sería conforme con los principios de enjuiciamiento que un contrato se anulara sin la intervenci6n de uno de los que lo celebraron. Los efectos de la anulaci6n de un juicio son esencialmente distintos de los de la declaración de nulidad de un contrato: aquéllos se reducen, en general, a la reposici6n de lo actuado, y éstos acarrean restituciones de cosas ya entregadas, mejoras, frutos, etc., que deben ser materia de un juicio ordinario, como en todo contrato que se rescinde o anula.)) Hay más, ¿ qué tiene que ver el rematador con hechos que s610 deben interesar, y en realidad interesan, a los que litigan? Si se obtiene la anulaci6n del juicio después de verificado el remate y si el ejecutado logra justificar su defensa, Este libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia - 39claro está que no se pagará al ejecutante con el producto de los bienes subastados. Yeso es lo que es justo suceda; ese es el verdadero derecho del ejecutado; ese el efecto de la anulaci6n del juicio. Si la causal de nulidad se hubiera alegado oportunamente, es claro que el remate de los bienes no se habría verificado; pero una vez consumado, subsiste si respecto de él mismo no hay un hecho que lo invalide. Las causales de nulidad de los juicios se han establecido para garantizar los derechos de las partes. De ahí que si se incurre en alguna de ellas, la actuaci6n quede viciada y se invalide a partir del estado que tenía cuando ocurri6 el motivo de nulidad, a fin de que la acci6n del demandante y la defensa del demandada, se realicen de acuerdo con la justicia y la verdad. Pero es preciso no ir demasiado lejos, pues no eHpermitido violar derechos ya adquiridos, como son los del rematador que ha cumplido sus obligaciones; pues cuando esto sucede, repetimos, el remate es un hecho consumado, un contrato verdadero. Como tal, se rige por la ley sustantiva y s610puede anularse por causas expresadas en ella: esa la raz6n de que las nulidades procedimentales del juicio ejecutivo no lo afecten. La diligencia de remate no hace parte de la actuaci6n ejecutiva propiamente dicha: es el titulo de propiedad que el Juez, en nombre del ejecutado, da al comprador do 10 que el mismo Juez, en nombre y representaci6n del propio ejecutado, vende a aquél. Tal diligencia se equipara a una escritura pública; y así como las escrituras públicas que se han presentado en juicio no Este libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia - 40- quedan incluidas en la declaratoria de nulidad del procAso, porque, propiamente hablando, ella8 no constituyen actuación, así también esa diligencia, ese título, no queda incluido en la anulación del juicio en que figure. Por la raz6n ya expresada de ser el remate un contrato, esto es, fuente de obligaciones y derechos, no puede invalidarse sin la audiencia de uno de los quo lo celebraron. Desde el momento mismo en que el rematador cumple sus obligaciones, adquiere derechos que no le pueden ser desconocidos sin haber sido antes oído y vencido en juicio. Hé ahí porqué, con razón y justicia, se dispuso en el artículo que estudiamos, que los remates en que el rematador haya cumplido con lo de su cargo, no puedan anularse sino en juicio ordipario, separado del ejecutivo. Pero como el mismo artículo enseña que las nulidades del juicio ejecutivo no afectan al remate, con excepción de la tercera de las mencionadas en el artículo 916-hoy segunda del articulo 127 de la Ley 105 de 1890-debemos estudiar este punto de bastante importancia. Ya hemos dicho que el remate es un contrato; y ahora agregamos que es un contrato solemne puesto que está sujeto a la observancia de ciertas formalidades especiales, de manera que sin ellas no produce ningún efecto civil. Como tal está sujeto a requisitos de forma, eB decir, a formalidades externas necesarias para su validez, ya requisitos de fondo, que se refieren a la capacidad de los contratantes; al consentimiento de los mismos; al objeto y a la causa lícitos del contrato (artículo 1502, C. C.) Este libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia - 41 - En cuanto a los requisitos de forma, ell08.tán detallados en los artículos 1060 a 1066 del O. J., que ya estudiamos atrás. Por consiguiente, 8i el remate es un contrato solemne, y si la solemnidad de él consiste en la observancia de las formalidades prescritas en los artículos 1060 a 1066 del C. J., es claro que si en su celebraci6n no se cumplen esas formalidades, el remate será nulo. En nuestro concepto, esa os la raz6n de que )a causal tercera del artículo 916, hoy segunda del artículo 127 de la Ley 105 de 1890, afecte al remate; porque, como lo ha dicho la Corte, en los contratos solemnes ((el convenio de las 'Partes no puede considerarse separado de la misma solemnidad exigida por la ley para su existencia, porque si no se han llenado los requisitos de forma indispensables para la constancia legal del contrato, aquél no ha existido, y las declaraciones de las partes relativas a él que no se hayan hecho de la manera prevenida por la ley, carecen en absoluto de valor.)) (1) En cuanto a los requisitos de fondo, aqueU08 que se refieren a la sustancia misma del contrato,. ya hicimos notar, al principio de este estudio, que aunque los remates son contratos de venta hechos con in tervenci6n de la justicia, existen, sin embargo, diferencias entre elJoH y 108 contratos comunes de compraventa, y que por lo mismo las disposicione~ especiales sobre venta en pública subastfl no afectan R la compraventa, y viceverBa. Hicimos notar también que una de éstas dife(1) jurisprudencia colombiana, pág. 86, número 300. Este libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia rancias se refiere al consentimiento: en las venta8 comunes es formalidad esencial do la convenci6n el concurso de la voluntad de las partes contratantes; al paso que la venta forzada, como lo indica su nombre, se efectúa sin el consentimiento y aun contra la voluntad del deudor. Pero el cumplimiento de las demás formalidades internas requeridas para la validez de los contratos, es indispensable en la celebraci6n de 108remates que, repetimos una vez más, son de la naturaleza de aquéllos. Por consiguiente, si en la subasta intervienen incapaces que han estado mal representados en el juicio, o si ella tiene una causa o un objeto ilícitOR,quedará viciada de nulidad. Y esto es lógico y racional; porque del hecho de que la enajenaci6n se haya efectuado en subasta decretada en juicio ejecutivo, no 8e deduce que no la afecten ninguno de los motivos que según el Código Civil invalidan los contratos. Si esto no fuera así, la ley habría establecido un modo fácil de violarla, puesto que un incapaz, por ejemplo, que no puede vender lo suyo sino con ciertos requisitos que no siempre son fáciles de cumplir, ocurriría al medio sencillo de hacer8e ejecutar para obtener la enajenllci6n de lo que la ley le prohibe vender. Y sabido está que la ley no debe interpretarse en un sentido que permita su violación. Es, pues, indudable que los remates aprobados no pueden invalidarse por nulidades procedimentales distintas de la segunda del artículo 127 de la Ley 105 de 1890; pero también es evidente que los tale3 remates, como que constituyen contratos de venta, son susceptibles de ser Este libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia - 43- invalidados por JOi'l motivos que la ley establece como causas de nulidad de los contrato8 . . .. En def'acuerdo con la teoría que dejamos expuesta, encontramos la sustentada por la Corte Suproma de Justicia en sentencia de fecha 14 da 8eptiembre de 1906, publicada en la «Gaceta Judicial» números 892 y 893 de 31 de marzo de 1908. Allí dice la Corte: ((Las causal es por las cuales ]a ley declara inválidas las convenciones no son las misI?3s que pueden servir para invalidar una venta forzada; y por tal raz6n el legislador consign6 éstas de un modo especial en el articulo 1082 del C. J., el cual es de aplicaci6n exclusiva al caso de que se controvierta la validez de un remate efectuado en juicio ejecutivo, en que el rematador haya cumplido con los deberes de 8U cargo. En resumen,-agrega ]a Corte-un remate en juicio ejecutivo, debidamente aprobado porque el rematador pag6 el precio dentro del plazo que al efecto tenía, no se puede anular por causa distinta de las que de una manera expresa determina e] articulo 1082 del C. J., porque eRta disposici6n, especial para los remates en juicio ejecutivo, excluye toda otra causal de nulidad que pudi€ra afectar al juicio en que se verific6 la venta y prefiere sobre las reglas generales relativas a la validez de las convenciones. u En concepto de la Corte, ninguno de ]os motivos que el C6digo Civil establece como causal es de nulidad de los contratos comprende a ]os remates; éstos no pueden ser anulados sino por una sola causa: la establecida en el articulo 1082 Este libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia del C. J., esto es, no fijar los avisos cuando el deudor no los ha renunciado, y no verificar el remate conforme lo disponen los artículos 1060 a 1066 d61 C6digo Judicial. No .obstante la muy respetable opini6n de la Corte, que, por lo mismo que es tan respetable, nos ha hecho estudiar con más detenci6n y cuidado la delicada cuesti6n que estamos tratando, nosotros insistimos en sostener, y en esto nos acompaña nuestro ilustrado Profesor, doctor Iaaías Castro Vélez,-quien, como Magistrado, salv6 su voto en la sentencia a que nos referimos,-«que si bien es cierto que por mandato del artículo 1082 del C. J., ningún remate en que el re matador haya cumplido con lo de su cargo puede invalidarse por nulidades procedimentales distintas de laa que establece el ordinal segundo del artículo 127 de la Ley 105 de 1890, sin embargo, el remate, como que constituye un contrato de compraventa, es susceptible de ser nulo, y por consiguiente ser invalidado por los motivos que el C6digo Civil establece como causalas de nulidad de los contratos en generaL» y para sostener nuestra doctrina, además de las razones que atrás expusimos y que, en nuestro sentir, son suficientes para demostrar su legalidad, vamos a permitirnos hacer un somero examen de los motivos en que la Corte Refund6 para lustentar la Buya. El pleito en que la citada ~entencia se dict6, le dirigía a obtener la declaratoria de nulidad de un remate, entre otros motivos, porque era ilegítima la personería del ejecutante de 108 ejecutados y del defensor nombrado a éstos en la Este libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia -- 45 - ejecución en que se efectuó; y porque el Juez que decretó y ante quien se verificó la subasta, carecía de jurisdicci6n para lo uno y para lo otro. El Juez de primera instancia, debió encontrar fundados estos motivos porque decretó la nulidad del remate que se pedía en)a demanda. En virtud de apelación interpuesta contra la sentencia del Juez, fue el asunto al Tribunal de segunda instancia, que 10 era el da Cundinamarca, J ~te halló tambi6n fundada la petición de inTaJidez de) referido remate, y, por tanto, la decretó. Para negar a esta conclusión, seglln se deduce da 108 párrafos que la sentencia de la Corte transcribe de la del Tribunal, se fundó en que lo que el articulo 1082 tantas veces citado dice, en concepto del mencionado Tribunal, es que «a ningl1n remate en que el rematador haya cumplido con lo de BU cargo lo pueden afectar las causales de nulidad especialmente establecidas como tales para 108 juicios ejecutivos, excepción hecha de la tercera; J la de ilegitimidad de la personería de alguna de las partes como la de falta o incompetencia de jurisdicción, no han sido nunca causales de nulidad peculiares del juicio ejecutivo, sino comunes a todos )os juicios.» Para el Tribunal, pues, el artículo 1082 que estudiamos, se refiere únicamente a las nulidades propias del juicio ejecutivo; paro no comprende las comunes a todos los juicios. Por tanto, si en un juicio ejecutivo que estA afectado da una nulidad de estas úItimss-que son la da ilegitimidad de la personaría de alguna de las partes y la de incompetencia de jurisdicción-se hace un remate, éste Este libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia - 46 - queda afectado de la nulidad de que adolece el juicio mismo. No juzgamos correcta esta interpretaei6n que el Tribunal de Cundinamarca da a la di~posici6n que analizamos, al hacer la distinci6n entre la8 nulidades peculiares del juicio ejecu~ivo y las comunes a todos los juicios: a) Porque dicha disposici6n no hace esta distinci6n: habla de ((las nulidades del juicio ejecutivo,') y las comprende todas, tanto las especiales de éste, como las comunes a todos los juicios; pues es sabido que donde la ley no distingue, no le es lícito hacerlo al juzgador. b) Porque, como muy bien dice la Corte al contestar este argumento del Tribunal, no debe creerse que las nulidades comunes a todos 108 juicios sean una clase distinta de nulidades, como 80n las del juicio ordinario, las del ejecutivo. etc., que cada cual pertenece al respectivo juicio únicamente, mientras que aquéllas pertenecen a todoA y a cada uno de ellos. e) Porque si bien nosotros admitimos que la ilegitimidad de la personería del ejecutado puede, en ciertos casos, ocasionar la nulidad del remate, cuando dicha ilegitimidad proviene de incapacidad Bustantiva, v. gr., cuando el ejecutado es un absolutamente incapaz que no ha estado legítimamente representado en el juicio ejecutivo, ello no quiere decir que siempre que un juicio ejecutivo de esta clase se anule por falta de personaría de alguna de las partes, esta causal afecte al remate. ASÍ, por ejemplo, si quien ha estado mal repre- sentado en la ejecuci6n es el ejecutante, no hay motivo ninguno para sostener que en este caso, Este libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia - 'Ir en que dicha ejecución el:l nula, también lo sea el remate, pues, como es sabido, los bienes que 88 rematan no son del ejecutante, y, por tanto, propiamente hablando, éste no tiene intervención ninguna en el contrato de venta en subasta pública. Lo propio oourre con la incompetencia d8 jurisdicción: cuando ella proviene de haberse tmspendido la jurisdicción en el Juez, v. gr, por haber concedido una apelación en el efecto suspensivo, no hay razón para que esta causa de nulidad del juicio ejecutivo afecte al remate también. No estamos. pues, de acuerdo con el Tribunal en este punto. Nosotros creemos que de las dos causal es de nulidad comunes a todos los juicios y de las dos propias del ejecutivo, sólo una, la segunda del artículo 127 de la Ley 105 de 1890, afecta al remate. Pero comencemos el análisis de la sentencia de la Corte, que infirmó la del Tribunal de segunda instancia, revocó la del Juez a quo y declaró, en consecuencia, válido el remate de que so ha hecho mención, y entremos a examinar lOA motivos en que se funda: Empieza la Corte por asentar ((que dados 108 términos del artículo 1082 tantas veces citado, éste escapa a toda interpretaci6n, máxime si so tiene en cuenta su carácter excepcional y probibitivo)); pues, agrega, «sabido es que las disposiciones que tienen tal carácter son de interpretaci6n estricta, y por lo mismo no pueden aplicárseles fuera de 108 casos que especialmente CORtemplan./) Nosotros convenimos con la Corte en que el Este libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia - 4~- articulo 1082 está concebido en términos tan claros, que no se presta 8 interpretación ninguna. Para convencerse de eno, basta leerlo; y para cerciorarse aún más, si cabe, puede dividirse en las tres proposiciones en que la Corte lo divide, a saber: a) Ningún remate en que el rematador haya cumplido con lo de su cargo, podrá anularse sino en juicio ordinario; b) El juicio ordinario en que se anule un remate será separado del juicio ejecutivo; e) Al remate en que el rematador haya cumplido con lo de BU cargo, no lo afectadn las nulidades del juicio ejecutivo, con excepción de la tercera de las enunciadas en el articulo 916. Descompuesta así la disposici6n en que nos ocupamos, se comprende más claramente que lo que el legislador expresó es que sólo una de las nulidades del juicio ejecutivo afecta al remate; pero no que sea ésta la única causa por la cual puede invalidarse. y como nosotros también compartimos con la Corte en ]a opinión de que por ser el artículo 1082 de cárácter prohibitivo es de interpretación limitada y no puede, por tanto, extenderse a otros casos que los previstos en él, sostenemos,-yen e8to sí ya nos apartamos del rospetable concepto de aquelJa alta Corporación-que, puesto que el mencionado artículo 1082 sólo se refiere a las nulidades del juicio ejecutivo, es a éstas a <{uedebe aplicarse, ., no a los motivos que vician los contratos, a los cuales no puede extenderile la disposición dicha porque no admite interpretación ex- tensiva. En segundo Jugar, sostiene la Corte que (<la Este libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia - ~9 -- especialidad de la venta en subasta pública supone reglas particulares y también condiciones especiales para que Berepute perfecta, que no son las comunes en 108 otros contratos.» Esto es evidente: el remate es el l1nicocontrato que se hace 'Porministerio de la justicia; hay otros en que intervienen los jueces, es verdad, pero el remate es la única convención en que el Juez asume la representación de uno de los contratantes. Además, la fijación de avisos anunciando la licitaci6n, la C0D8ignacl6ndel cinco por ciento de que ya hablamos, etc., son especialidades exclusivas de 108 remates. ((Por idénticos motivos, continúa la Oorte, ]as causales por las cuales la ley declara in válidas ]as convenoiones no son la8 mismas que pueden I88rvirpara invalidar una venta forzada, y por tal razón, el legislador consignó éstas de un modO' especial en el at'tículo 1082, el cual es de aplicación exclusiva al caso de que se controvierta la 'Validez de un remate efectuado en juicio ejeeuUvo, en que el rematadol' haya cumplido con los deberes de su cargo.» Del hecho de que la venta forzada exija ciertas eap9cialidades para BU validez no se deduce que los motivos por 108cuales S6 pueden anular las convenciones no la comprendan. Muchos contratos hay en la vida civil que exigen especialidades para su celebración j y sin embargo, tOdOA están sometidos aaquellas reglas generales, mientras no se opongan a las particulares de cada convención. Lo propio ocurre con las ventas forza· das: como contratos que son, s610 están sometidos • r.s leyes que rigen ~stos, mientras no se oponEste libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia - OU '- gan a las especiales de 108 remates. Y es que en lo relativo a las nulidades sustantivas, a aquéllas que vician los contratos, sucede algo parecido a lo que ocurre con las nulidades de procedimiento. La ley establece algo así como causas de nulidad comunes a todos los contratos; y mientras uno de ellos no está claramente exceptuado de la8 causas comuneR, éstas 10 comprenden. Hay también nulidades propias de cada contrato; Rsi como en el procedimiento hay causas comunes a todos los juicios, y otras propias de ciertos pleitos. Pero osto no quiere decir que ni en lo civil ni en el procedimiento sean clases distintas de nulidades: es que la ley, por razón de orden, de método, para evitar repeticiones inútiles, ha establecido motivos generales y motivos especiales de validez de los contratos, así como ha establecido causas comunes y otraR especiales de nulidad de los juicios . •cEn resumen. concluye la Corte, un remate en juicio ejecutivo, debidamente aprobado porque el rematador pagó el precio dentro del plazo que al efecto tenía, 110 se puede anular por causa distinta de las que de una manera expresa determina el artículo 1082 del C. J., porque esta disposici6n, especial para los remates en juicio ejecutivo. excluye toda otra causal que pudiera afectar el juicio en que se verificó la venta y prefiere sobre las reglas generales relativas a la validez de la~ convenciones.) Nosotros aceptamos, y así lo hemos dicho atrás, que de todas las causas de nulidad del juiocio ejecutivo sólo la expresada en el artículo 1082 Este libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia - IU - afecta el remato. Los fundam~DtoB de esta opini6n ya los expusimos antes. Pero lo que sí no podemos aoeptar es aquello de que el tal artículo 1082 prefiero. Bobre las reglas generales relativas a la validez de las convenciones; es decir, que un remate en juicio ejecutivo no se pueda anular por causa distinta de la expresada en ese articulo. Entre 10.8 reglas que la ley ha dado para la aplicaci6n preferente de ciertas disposiciones de la misma ley, no se halla ninguna que le dé ]0. preferencia al articulo en cuestión. No puede, en efecto, decirse que entre este artículo y los del C6digo Civil relativos a la validez de los contratos haya incompatibilidad, porque, como queda demostrado atrás, todas estas disposiciones son perfectamente congruentes. Tampoco puede decirse que el articulo que estudiamos sea posterior al C6digo Civil, porque en el mismo dia, por virtud de la Ley 57 de 1887, ambos Códigos, Civil y Judicial, entraron a regir en toda la Naci6n. No hay, pues, motivo para darle la primacía Rl Untas veces citado artículo 1082. Ya dijimos que por ser el remate un contrato solemne está sujeto a formalidades externas y a requisitos internos neceslfios para su validez; q ne aquéllas son las expresadas en los artículos 1060 a 1066 del C. J., y éstoB los encontramos eD la ley civil; que si en su celebraci6n se omite alguna de las formalidades externas, el remate queda nulo, como queda también nulo el contrato solemne que se hace constar en escritura pública no otorgada conforme a las prescripciones de la ley; y que igualmente el remate queda ineficaz si Este libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia -- 52 -- al verificarse no se cumplen los requisitos internos. La Corte en )a sentencia que nos hemos permitido comentar, perdió de vista el carácter de contrato solemne que tiene el remate, yeso, en nuestro sentir, la condujo al error de sostener que el motivo único de ineficacia de una venta forzada es el expresado en el memorado artículo 1082. No valió que nuestro ilustrad o Profesor doctor Castro Vélez le arguyera en su salvamento de voto qne, de acuerdo con esa teoría, «será válida, puesto que no podrá anularse, hasta la enajenación que adolezca de objeto o causa ilicitas.)) La Corte no aceptó esta objeci6n, si bien, por otra parte, no encontramos en el cuerpo de la sentencia una contestaci6n categ6rica a ePa. y la allsencia de esa contestaciót1 S6 concibe fácilmente, porque ¿ qué es lo que el artículo 1082 expresa al decir, «y no afectarán al remate las nulidades del juicio ejecutivo, con excepción de la tercera de las mencionadas en el artículo 916?1I Pues sencillamente que de todas las nulidades que afectan al juicio ejecutivo, s610 una,-la tercera del artículo 916, hoy segunda del artículo 127 de la Ley 105 de 1890-afecta también al remate; pero no que la causa expresada en el repotido artículo 1082 sea la única de invalidez de una venta forzada. Al ser cierta la teoría de la Corte, repetimos, sería fácil violar las disposiciones de la ley que prohiben ciertos contratos: bastaría para eIJo promover ejecuci6n con un documento ficticio y aJJí hacer el remate; así quedaría saneado el vicio de que habría de adolecer el contrato. Es, pues, Este libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia - 63-· de imperiosa necesidad corregir el lamentable error en que a nuestro modo de peIlS8.1',incurrió la Corte Suprema y que puede tener graves ClQJl- secuencias, pues todas aquellas leyes que prolliben ciertas ventas entre determinadas persoau, y que se han dado con el fin de proteger a oiarkJ8 individuos, para evitarles, en lo posible, perjuicio o menoscabo en sus intereses, quedarían burladas con s610 darle al contrato prohibido la forma de remate en juioio ejecutivo, lo cual no es difícil. Tampoco es rigurosamente exacto que «ua remate en juicio ejecutivo debidamente aprobado porque el remata dar pag6 su precio dentro del plazo que al efecto tenía, no se puede anular poi' causa distinta de las que de una manera expreu determina el artículo 10820; porque el artículo 214 de la Ley 105 de 1890, prevée otro caso de nulidad del remate y por oausa diferente de la enunciada en el 1082. Dice así: «Artículo 214. El nulo el remate de bienes no depositados en la forma legal; pero se presume, para los efeoto._ este artículo, que el depósito se verificó debidamente si en la respectiva diligencia se expresa que ¡:;ehizo entrega real de 108bienes al depositario.» • • • Del principio que hemos expuesto en este ea.,. tudio de que el remate es de la naturaleza de un contrato de venta, principio que, a más de fundarse en las razones que quedan expresadas, 88 apoya también en el inciso 3.° del articulo 741 del Código Civil, según el cual «en las ventas forzadas que se hacen por decreto judicial a petici6u. Este libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia - 54 -de un acreedor en pública subasta, la persona euyo dominio se transfiere es el tradente y el Juez su representante legal,)) se deduce claramente que si en una ejecuci6n se pregonan y rematan bienes que no pertenecen al ejecutado sino a un tercero que no ha tenido intervenci6n ninguna para defender sus derechos en el juicio en que se verific6 el remate, éste, si bien vale, no perjudica, sin embargo, los derechos del verdadero duelío de la cosa rematada, quien para hacerlos valer puede reivindicarla. De ahí que con mucha justicia se disponga en el artículo 213 de la Ley 105 de 1890, qne ((se reconoce derecho a promover juicio de reivindicaci6n al dueño de los bienes que han sido rematados en una ejecuci6n, siempre que quien se presente como reivindicador no sea la persona contra la cual se haya seguido el juicio ejecutivo, o que derive sus derechos de e)]a, conforme al artículo 846 del C. J., ni la que haya sostenido en ]a misma ejecución juicio de tercería excluyente si ha sido vencida en ó], salvo que e] título que alegue sea diferente del dobatido en el juicio de tercería, conforme al artículo 271 de tal C6digo. Si en la sentencia que se prolIuncie en el juicio de reivindicaci6n se reconoce al demandante derecho a tales bienes, le serán entregados, háyase devuelto o no el procio de] remate.)) A primera vista parece injusto que se obligue al rematador que ha cumplido con sus obligaciones 8 entregar la cosa que remat6 sin que se ]e devuelva previamente lo que pag6 por ella; pero si se tiene en cuenta el carácter de venta que tiene el remate; que en las ventas rige el principio Este libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia - óó -- de que la de cosa ajena vale sin perjuicio de los derechos del dueño de la cosa vendida mientras no se extingan por el transcurso del tiempo (ar· ticulo 1871 del C. C.), lo que hace que el comprador procure cerciorarse siempre antes de perfeccionar el contrato de que la cosa que compra es evidentemente de propiedad del vendedor, y que la intervenci6n del Juez en el remate y la aprobaci6n que a éste le da, son circunstancias que en ningún caso pueden afectar legítimos derechos de terceros, se hallará que, lejos de ser injusta la doctrina del articulo copiado, está en un todo de. acuerdo con la justicia y la equidad. Este libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia