Tema : Iglesia: Sacramento universal de Salvación 1) Objetivo: Que el joven descubra a la Iglesia como manifestación del amor de Dios, se sienta parte de ella desde el momento del bautismo, y la asuma como el medio para alcanzar, a través de los sacramentos, la salvación de Dios. 2) Toma en cuenta…- Es importante que el joven que comparta este tema viva una experiencia fuerte de eclesialidad (hacer iglesia con los demás, comunión), se pretende que los jóvenes descubran la Iglesia como un medio de camino de Fe y de salvación. 3) Dialoguemos con Dios.- Meditación de la tempestad en el mar. A). Leer el texto de Mt 14,22-23. (Si es posible dar una fotocopia a cada joven). B). Cuerpo de la meditación: Jesús nos invita a subirnos en su barca, en la Iglesia. Pero nos advierte que los vientos no siempre son tranquilos y la barca se puede tambalear. Nuestra experiencia de Iglesia a veces es similar a una barca casi naufragada. En el pasaje, cuando aparece Jesús, en todo este barullo, lo primero que se suscita es miedo. ¿Tengo yo también miedo ante las dificultades de vivirme en la Iglesia, o en mi comunidad, etc…?. Pedro le pide una señal y comienza a andar sobre las aguas, pero ante un viento recio se hunde al faltarle fe. Nosotros a veces pedimos signos para probar a Dios, y necesitamos que se manifieste de una manera notoria ante las dificultades mayores, sino, nos hundimos. Le podemos pedir fe para nuestra vida cotidiana, y nuestras relaciones personales, sobretodo para los momentos de tempestad. Y por último, ante la pregunta de Jesús, ¿por qué has dudado?, nos podemos dejar interpelar y sin buscar grandes cosas, pedirle que no dudemos tanto de que la Iglesia o nuestra comunidad, o nuestro grupo están guiados por El y solo así tienen sentido. 4) Desde la Vida.- Dividiremos nuestra oración en dos momentos: A) Comenzar este momento con la siguiente reflexión: Parábola de las colectas o limosnas Maestro, hay gente que le sienta mal que tu Iglesia ande siempre pidiendo limosna o colectas para mil situaciones difíciles de la vida. Por otra parte, ven tus ricos templos, museos y riqueza ostentosa y se escandalizan. -¿ Qué le ocurre a mucha gente actual? - Critican sin saber nada de nada. - Por ejemplo, no saben las miles de obras de caridad o solidaridad que hace cada día en el mundo. - Ignoran incluso el bien que hace en la propia ciudad. - Es curioso que gente que no pisa una iglesia nada más que en los entierros, va a ella a pedir ayuda. Es curioso que desconocen las miles de comidas que da a los pobres en diversos centros de acogida. - Les suelo decir:¿ por qué no vais a la policía o a los políticos? - No me dan respuesta. Hay una prensa mala de la Iglesia.¿ Por qué no vende sus museos y catedrales? Ignorancia.¿ No saben que han sido construidas por la fe de sus antepasados? ¿No saben que las donaciones de objetos no los puede vender el Vaticano por la escritura de sus donantes? Hay mucha crítica y quienes critican no hacen nada. B) Que escriban en papeletas las virtudes y los defectos que ellos ven en la Iglesia; después que los jóvenes pasen a pegarla al cuerpo de uno de ellos, y reflexionar que esas mismas virtudes y/o defectos que le vemos a la iglesia son nuestros, ya que nosotros somos parte de la Iglesia, y que esos defectos tendrá sino hacemos algo por mostrar otro rostro de ella al mundo y esas virtudes se mantendrán siempre y cuando no pongamos nuestro mejor esfuerzo para ello. 5) Habla Dios: El nacimiento de la Iglesia, de esta gran institución, surge con la experiencia pascual y la fiesta de Pentecostés como la mediación extraordinaria de parte de Dios para ofrecer a los hombres la posibilidad de salvación. “Y les dijo: “Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará”. (Mc 16, 15-16). En la historia de la salvación encontramos la presencia significativa y relevante del pueblo de Dios. Un pueblo elegido por El, para manifestar su gloria a los hombres. Posteriormente, la Iglesia tomó esa gran responsabilidad. Nosotros como Iglesia tenemos que sentirnos realmente protagonistas de esta historia en la cual Dios se ha fijado en nosotros para manifestarnos su amor y animarnos a construir un mundo más justo y más humano. Aquel pueblo de Dios, que hemos conocido en el Antiguo Testamento, no desapareció con la venida de Cristo, sino que continuó, transformado por la presencia del Espíritu Santo. Es la Iglesia fundada y alimentada por el Señor. Es nuestra Iglesia. Por ello es necesario que la conozcamos para encontrar en ella el lugar que nos corresponde. Nuestra Iglesia mejorará en la medida en que la conozcamos y actuemos en ella para facilitarle su misión de ser en Cristo Sacramento de salvación. El término Iglesia viene de la palabra griega Ekklesía y designa la asamblea del pueblo. Esta palabra traduce el término hebreo qahal, empleado para designar la asamblea del pueblo reunido por motivos religiosos (Dt 4,10). El Catecismo de la Iglesia Católica, enseña que la palabra Iglesia significa convocación. Designa la asamblea de aquellos a quienes convoca la palabra de Dios para formar su pueblo y alimentarlo con el Cuerpo de Cristo. Los Hechos de los Apóstoles nos presentan a la Iglesia como a la comunidad de los hombres destinados a la salvación: “El señor agregaba cada día a la comunidad a los que se habían de salvar” (Hch 2, 47b). esta comunidad en la cual y por la cual el Señor realiza la salvación, es fruto de la Pascua de Cristo, pero sus raíces arrancan desde los orígenes de la humanidad. Según San Juan, la Iglesia es esencialmente la comunidad de los creyentes que viven de Jesús. Esta comunidad puede ya reconocerse en el grupo de los discípulos del Jesús histórico y se manifiesta en el tiempo del Cristo de la fe. “Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: reciban el Espíritu Santo”. La misión que reciben los discípulos no es enérgica, sino que constituye la continuación de la unión salvífica de Jesús: “como tu me has enviado al mundo también yo los he enviado” (Jn 17, 18). Los discípulos continúan la misión de Jesús como enviados suyos. Existen poco a poco los elementos constitutivos de la comunidad. Estas reuniones están caracterizadas por estos elementos importantes: “la enseñanza de los Apóstoles, la convivencia, la oración y la fracción del Pan”. Esta última acción es la celebración eucarística. (Hch 2, 46) Todos se sienten y se llaman hermanos, pero esto no quiere decir que todos son iguales en el servicio que tienen que dar. Esto depende los sacramentos recibidos como cristianos. Por tal motivo vale la pena destacar dentro de la Iglesia algunos sacramentos en particular. La Iglesia es el sacramento por excelencia para comunicar la gracia de Dios a los hombres y dentro de la Iglesia existen los 7 sacramentos que todos conocemos. El sacramento del bautismo juega uno de los elementos más importantes en la historia de la salvación de cada cristiano. El fruto del Bautismo es una realidad rica que comprende: el perdón del pecado original y de todos los pecados personales, el nacimiento a la vida nueva, por la cual el hombre es hecho hijo adoptivo del Padre, miembro de Cristo, templo del Espíritu Santo. Por la acción misma del bautismo, el bautizado es incorporado a la Iglesia, Cuerpo de Cristo, y hecho partícipe del sacerdocio de Cristo. Como podemos ver, este sacramento debiera generar en nosotros un enorme compromiso que actualmente no se nota en la Iglesia. Nos constituye sacerdotes: todos los que mediante el Bautismo fuimos “injertados” en Cristo, participamos de su sacerdocio regio y profético. Es San Pedro quien nos lo recuerda en su primera carta, que es toda una instrucción para los recién bautizados: “Ustedes son una raza elegida, un reino de sacerdotes, una nación consagrada, un pueblo que Dios eligió para que fuera suyo y proclamara sus maravillas” (1Pe 2, 9). Todos los bautizados somos sacerdotes en el sentido verdadero y profundo de la palabra, porque participamos del sacerdocio de Cristo. El Bautismo nos capacita para ofrecer al Señor al sacrificio de todo lo que somos y tenemos. El sacerdocio del padrecito se llama ministerial, es decir: sacerdocio al servicio de los hombres. Solamente los que han recibido este tipo de sacerdocio por la imposición de las manos del obispo pueden ser administradores de los sacramentos. El resto de los bautizados son llamados a participar del sacerdocio común. Sacerdocio ministerial: mediante el sacramento del Bautismo quedamos incorporados al cuerpo de Cristo y participamos de su sacerdocio. Cada cristiano es sacerdote, profeta y rey en el verdadero sentido de la palabra. Pero, además de este sacerdocio básico de todo cristiano, existe en la Iglesia un sacerdocio llamado ministerial. De entre los fieles, algunos son elegidos y consagrados especialmente como servidores de Cristo que se recibe mediante la ordenación para prolongar la misericordia del Padre entre los hombres. Cristo, que fue enviado por el Padre para la redención del mundo, y para ello le dotó de todo poder en el cielo y en la tierra, llama a los apóstoles y les participa de su misión: “Así como el Padre me envió a mí, así yo los envío a ustedes” (Jn 20, 21). Además del deber de predicar el evangelio, los ministros de Dios tienen poder para dirigir el culto de la comunidad cristiana, ofrecer el sacrificio, perdonar los pecados, comunicar el Espíritu por la imposición de las manos, y ungir a los enfermos orando por ellos. 6) Andando… Realizar una paraliturgia del Bautismo, donde se renueven las promesas y se haga un compromiso consiente de los privilegios y compromisos que adquirimos en el.