Análisis Legal Semanal

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Análisis Legal Semanal Nº 173 - Año 4
Lunes 1 de diciembre de 2014
Edición Semanal
Análisis Legal Semanal
JUICIOS PENALES SIN JUECES CIUDADANOS: ¿AVANCE O RETROCESO EN LA
ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA?
Federico Escóbar Klose
Asesor Legal FEPC
Uno de los mayores problemas de la administración de justicia es la retardación en la tramitación y resolución
de los procesos judiciales. En materia penal la retardación de justicia conlleva mayores implicancias, por
ejemplo la cantidad de personas que se encuentran con detención preventiva durante años esperando la
decisión judicial, por ejemplo el año 2013 más del 80 por ciento de la población penitenciaria del país estaba
sin sentencia condenatoria, dicha cifra estaría alrededor del 87%, a febrero de 2014.
Mediante Ley N° 586 de 30 de octubre de 2014, denominada Ley de Descongestionamiento y Efectivización
del Sistema Procesal Penal, se realizan reformas al sistema procesal penal con la finalidad de agilizar la
tramitación de causas penales, descongestionar el sistema penal y reducir la retardación de justicia, como
señala el objeto de dicha ley previsto en su artículo primero.
Una de las reformas que acarrea la Ley N° 586 es la eliminación de los jueces ciudadanos, que fueron
establecidos en la reforma penal realizada el año 1999, mediante la promulgación del actual Código de
Procedimiento Penal.
En el transcurso de nuestra historia hemos tenido varias reformas que han buscado mejorar la calidad de la
administración de justicia en el país. En lo que atañe a materia penal, cabe indicar que a un comienzo la
legislación penal se encontraba junta con la legislación civil. Es así que, mediante decreto de 21 de diciembre
de 1825 se determinó la aplicación de las Leyes de las Cortes Españolas de 9 de octubre de 1812 y demás
normas conexas, lo que fue ratificado mediante la Ley Procedimental de 8 de enero de 1827. El año 1832 se
puso en vigencia el Código de Procederes Santa Cruz, relativo a normas procesales en materias civil y penal;
posteriormente, el 2 de junio de 1843 se promulgó un nuevo Código Procesal que también abarcaba materia
procesal civil como penal, denominado Leyes de Enjuiciamiento Ballivián. Es el año de 1858 que se realizó
una reforma mucho más profunda, mediante la promulgación de la Ley Procesal Penal de 8 de febrero de
1858, lo cual significo la separación definitiva de la legislación penal de la civil. El Procedimiento Criminal
Boliviano de 1858 implementó el sistema procesal mixto, con una etapa sumaria caracterizada por el secreto
y un plenario caracterizado por la publicidad y la libre apreciación de la prueba. Después existieron leyes
modificatorias a la Ley de 1858, como ser la Ley Suplementaria de Procedimiento Criminal de 20 de marzo
de 1878, la Ley de 13 de octubre de 1880, la Ley de 18 de noviembre de 1887 y la Ley de 24 de octubre de
1890, hasta que el 6 de agosto de 1898 comenzó a regir el texto definitivo que estuvo vigente durante 75
años. Pese a ello, el sistema procesal penal boliviano (inquisitivo todavía) seguía presentando deficiencias,
por lo que se promulgó el Código de Procedimiento Penal del 6 de agosto de 1973, que estableció el proceso
oral, las salidas alternativas como la suspensión condicional de la pena, el perdón judicial, entre otras; dicho
código no logró sus objetivos, las deficiencias del sistema procesal penal boliviano se asentaron aún más y
se hicieron insostenibles. En ese sentido, el año 1992 se inició otro movimiento reformista que dio lugar a la
promulgación de la Ley de Abolición de Prisión y Apremio corporal por Obligaciones Patrimoniales de 15
de diciembre de 1994; luego, el 2 de febrero de 1996 se promulga la Ley de Fianza Juratoria Contra la
Retardación de Justicia Penal, que entre sus objetivos tenía el evitar el uso excesivo de la detención preventiva
como medida cautelar, estableciendo la fianza juratoria como medio para evitar la detención preventiva, se
realizaron modificaciones relativas a la prohibición de libertad provisional prevista en la Ley N° 1008 del
Régimen de la Coca y Sustancias Controladas y se realizaron modificaciones de carácter procedimental
tendientes a superar la crónica retardación de justicia del sistema penal.
Pese a todas esas reformas, el sistema procesal penal se encontraba en crisis; lo cual llevo a la promulgación
del Código de Procedimiento Penal de 1999, con el cual se deja el sistema inquisitivo y se adopta el sistema
acusatorio, se otorga mayor relevancia a las garantías constitucionales de la víctima como del imputado, se
diferencian las funciones de los operadores de justicia relativas a la investigación, acusación, defensa y
decisión, se establece la oralidad del juicio y se contempló la participación ciudadana, en calidad de jueces
ciudadanos, en procura de una justicia pronta y accesible, buscando recuperar la confianza de la sociedad en
la administración de justicia.
La incorporación al sistema procesal penal de los jueces ciudadanos fue resultado de un largo proceso de
análisis, que encontró en el sistema inquisitivo una de las causas de la retardación de justicia existente hasta
fines del siglo pasado; es así que, la reforma penal de 1999 implicó el cambio del sistema escrito al oral y la
incorporación de los jueces ciudadanos. El art. 52 del Código de Procedimiento Penal -Ley N° 1970 de 25 de
marzo de 1999- disponía que los tribunales de sentencia estén integrados por dos jueces técnicos y tres jueces
ciudadanos, siendo competentes para conocer la sustanciación y resolución del juicio en todos los delitos de
acción pública con las excepciones señaladas en el artículo 53. Uno de los justificativos para la
implementación de los jueces ciudadanos fue que aquellos garantizaban una diversidad de criterios, mayor
imparcialidad, transparencia e independencia en los juicios penales, y otro justificativo era el control directo
que la ciudadanía ejercía sobre los procesos penales a través de personas que tenían decisión en los mismos.
La Ley N° 586 de 30 de octubre de 2014, en su art. 5 indica que en los procesos cuyos tribunales de sentencia
no se hayan constituido dentro de la etapa del juicio oral al 30 de octubre de 2014, se constituirán por tres
jueces técnicos; asimismo, el art. 8 de la Ley N° 586 modifica el citado art. 52 del Código de Procedimiento
Penal de 1999, que ahora señala que los tribunales de sentencia estarán integrados por tres jueces técnicos;
y, en el mismo sentido, el art. 9 de la Ley N° 586 modifica el art. 60 de la Ley N° 025 del Órgano Judicial.
Esa modificación responde a que la participación de los jueces ciudadanos fue identificado como una de las
causas más importantes para la retardación de justicia, por la demora que existe en la conformación del
tribunal de sentencia debido a la imposibilidad material de convocar a todos los jueces ciudadanos o porque
aquellos que salen sorteados como jueces ciudadanos intentan eludir su responsabilidad mediante excusas,
recusaciones, alegando motivos de fuerza mayor para no asistir, etc., por lo cual el inicio o desarrollo de los
juicios orales se retrasa.
Pero, la eliminación de los jueces ciudadanos resulta contrario al principio de participación ciudadana que
sustenta la potestad de impartir justicia, principio previsto en el art. 178.I de la Constitución Política del
Estado. Si bien, la conformación de los tribunales de sentencia con participación de jueces ciudadanos
presentaba problemas, consideramos que no se hicieron las acciones suficientes para eliminar o atenuar esos
problemas; verbigracia actualizar el padrón electoral en base del cual se realizaban los sorteos, por lo que
muchas veces se seleccionaba personas que cambiaron de domicilio o que habían fallecido, por otro lado, la
sensibilización y capacitación de la población en cuanto a la importancia de su participación en ese tipo de
tribunales también fue insuficiente; hay que tomar en cuenta que la participación de ciudadanos en el sistema
judicial, ha resultado un éxito o constituyen tradición en otros países que cuentan con sistemas de justicia
más efectivos que el nuestro, por ejemplo en Alemania y Austria tienen jueces ciudadanos que deciden
procesos penales junto a los jueces técnicos (profesionales en Derecho), en Alemania son propuestos por la
comunidad y elegidos por representantes del sistema judicial y en Austria son elegidos por sorteo, como era
en el caso boliviano. En ese sentido, se considera que en lugar de eliminar a los jueces ciudadanos, debieron
sumarse esfuerzos para corregir los problemas que surgían en la conformación de los tribunales de sentencia.
En ese escenario, ojala que la no participación de jueces ciudadanos en la administración de justicia penal no
signifique un deterioro de la imparcialidad e independencia, características fundamentales de la
administración de justicia y sus operadores. No hay que olvidar que la independencia de los jueces implica
que los ciudadanos deban ser juzgados desde el Derecho, no desde relaciones de poder, intereses o valores
extraños al Derecho; un Estado de Derecho se distorsiona en su esencia cuando las decisiones judiciales,
expresadas en las sentencias, se motivan por razones extrañas al Derecho, es decir que primero se decida y
luego se trate de racionalizar esa decisión alejándose del Derecho.
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