EN BUSCA DE UNA DEFINICION (…del concepto y contenido de los “Principios Generales del Derecho”) Contribución presentada por el Profesor de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, Universidad de Morón y Universidad Católica de Salta, Norberto Darío Rinaldi al XV CONGRESO LATINOAMERICANO DE DERECHO ROMANO celebrado en Morelia (MEJICO) los días 16,17 y 18 de Agosto de 2006. I) INTRODUCCION Los Principios Generales del Derecho son enunciados como fuentes formales de Derecho en la legislación de varios países latinoamericanos. Concretamente el art. 16 del Código Civil de Vélez Sarfield así lo establece remitiéndonos a muy ambiguos fragmentos del Digesto ( D.22.5.13 y D.19.5.11). No obstante la doctrina en general no ha llegado a formular una definición acerca de qué debe entenderse por “Principios Generales del Derecho”, y, en definitiva, cuáles son; habiéndose producido largos e infructuosos debates en torno al tema. Pretendemos iniciar una búsqueda del concepto y contenido de esta figura y para ello recurrimos en primer término a las fuentes justinianeas, remitiéndonos fundamentalmente a lo que dice el propio Justiniano en la Constitución Deo Auctore ( C.1.17. 10) y Juliano en el Digesto (D1.3.32). La grave dificultad que representa para nuestra mentalidad moderna el hecho de que los romanos no tuvieron tendencia a efectuar teorizaciones, intentamos suplirla recurriendo a las pocas ocasiones en que encontramos definiciones abstractas, como el intento de Paulo en Comentarios a Plaucio ( D.50.17.1) Esta contribución termina propiciando que los llamados “Principios Generales del Derecho” no son otra cosa que las normas que surgen del Derecho Romano en la más amplia de sus acepciones. II) Nos abocaremos a continuación a buscar dirimir una cuestión que presenta para el jurista moderno no pocas dificultades. Muchos ordenamientos jurídicos modernos - los de nuestra Latinoamérica no son, en general, una excepción- establecen como fuente formal supletoria de derecho a los llamados “Principios Generales del Derecho”. Esta remisión ha obligado a los juristas a formular de alguna manera una definición concreta de esos principios, ya que, si deben aplicarse para solucionar casos concretos, es imprescindible que la doctrina tenga una clara concepción de los mismos. La primer pregunta que debemos hacernos es si la cuestión debe encararse desde el campo teórico de la filosofía del derecho o si por el contrario nos encontramos frente a la existencia de normas jurídicas vinculantes establecidas por los legisladores cuyo contenido resulta imprescindible conocer, por lo que habría que acudir a la concreta ciencia del derecho. A mi juicio resulta evidente que cuando los legisladores ordenan a los jueces no dejar sin resolver ningún caso por inexistencia de ley al respecto debiendo recurrir en última instancia a los Principios Generales del Derecho, están determinando claramente que esos principios no sólo existen, sino que en algún lugar deben estar explicitados. Los Principios Generales del Derecho no son, entonces, una abstracta mezcla de normas morales, éticas y religiosas, sino que tienen que materializarse en formulaciones jurídicas concretas que puedan ser invocadas por los jueces como los criterios de objetividad a los que necesariamente deben remitirse al dictar sentencia.1 Los sistemas jurídicos vigentes deben considerarse como si fueran completos, no pudiendo quedar ningún caso sin poder ser resuelto por no hallarse regulación. Precisamente es por eso: para que no existan las llamadas “lagunas”; que los legisladores obligan a los jueces a resolver todos los casos “dentro” del sistema y, previendo que pudiera no haber solución explícita para algún caso, lo completan en muchas legislaciones con apelaciones a los llamados –con ligeras variantes- Principios Generales del Derecho. Precisamente, que todo sistema jurídico es hermético y que los jueces deben resolver conforme al mismo es en sí un Principio General que fuera claramente enunciado por Justiniano. 2 DIAZ COUSELO, JOSE MARIA “Los Principios Generales del Derecho” Editorial Plus Ultra, Buenos Aires, 1971 pag 22 2 JUSTINIANO Const. Deo Auctore 10. 1 III) Establecida la premisa de que los Principios Generales del Derecho son normativa vigente3 a la que deberían recurrir los jueces en caso de no encontrar solución en las leyes, cabe ahora preguntarse cuales son esos principios, donde están enumerados -si es que lo estány donde deben buscarlos los encargados de dictar sentencias cuando los necesiten. IV) Conviene aclarar en primer término que cuando se habla de “principios” se hace referencia a dos cuestiones distintas. Por un lado el principio es el inicio, el origen de una cosa. Así se utiliza el término cuando se hace referencia a iniciar un camino, una obra literaria o un período de gobierno4. Pero también se usa el término para referirse a la esencia de algo, al fundamento teórico de una formulación científica o una regla de conducta ética. No queda claro en general en la doctrina si cuando los legisladores remiten a los jueces a los “Principios Generales de Derecho” se refieren a los orígenes históricos del derecho o a su fundamento y ese campo de oscuridad ha dificultado la tarea de entender claramente qué son y donde pueden hallarse. V) Los juristas que han intentado encontrar una definición abarcativa de los Principios Generales parten en general de dos planteos que permiten clasificar sus posiciones como iusnaturalistas y positivistas (estas últimas también llamadas “historicistas”) respectivamente. Los primeros sostienen, con pequeñas variantes, que los Principios Generales del Derecho son “juicios de valor, anteriores a la formulación de la norma positiva” inherentes a la condición humana, inmutables y vinculados al orden justo de la sociedad. Es la posición que SCHIPANI, SANDRO. “Principia Iuris. Principium Potissima Pars” “Roma E América Dirittto Romano Comune Tomo 3/1997. MUCHI EDITORE, Roma 1997 página 3 y ss. 4 A mi juicio es en este sentido que Gayo utiliza la palabra “principium” en D 1.2.1. Ello se infiere naturalmente de la lectura completa del párrafo y de los que lo siguen en el mismo Digesto y se adjudican a Pomponio. Resulta particularmente convincente el hecho de que el segundo título esté dedicado a recopilar el desarrollo histórico del Derecho Romano. De la misma manera lo interpreta Schipani en la obra que se cita en la nota anterior (ver especialmente página 14 punto C). Dejo de lado las citas de Ciceron que se hacen en ese trabajo por cuanto a mi juicio sus palabras deben ser consideradas desde el campo de la filosofía y, más específicamente, el de la filosofía política. 3 históricamente ha sostenido la escuela clásica de derecho natural y cuya principal dificultad consiste en que no hay formulación alguna de esas normas, abriéndose un campo muy peligroso a la subjetividad de los jueces que podrían encontrar soluciones contradictorias para casos iguales, simplemente porque sus convicciones morales o religiosas difirieran. En la otra vereda se encuentran los juristas que sostienen que los principios generales están incluidos en el derecho positivo y que deben encontrarse dentro del sistema, en las escalas superiores de la pirámide constitucional. El principal problema de esta forma de pensar es que, definitivamente, no son pocos los casos que no pueden solucionarse con esta hermética forma de encararlos. Habida cuenta de que la cuestión acerca de qué debe entenderse por “Principios Generales del Derecho” no puede resolverse en forma enteramente aceptable en ninguna de las dos posiciones, corresponde intentar una solución desde un punto de vista alejado de la polémica filosófica, con un criterio práctico. Indudablemente los romanistas tienen que participar de la discusión. VI) El prestigioso jurista alemán Fritz Schulz escribió en la mitad de la cuarta década del siglo XX una obra que denominó “Principios de Derecho Romano” 5 en la que, a pesar del título, está lejos de referirse a lo que hoy es materia de nuestra investigación, refiriéndose por el contrario a lo que podríamos denominar “características” del Derecho Romano. En esa obra Schulz menciona conceptos como la simplicidad, la conservación de las tradiciones, la preferencia por los cambios paulatinos en lugar de las modificaciones radicales y a los límites que imponen la pietas, la fides y la humanitas a la libre voluntad, entre otras. Coincidimos con Pugliese en que el trabajo de Schulz “no es muy útil para nuestro tema, a pesar de su intrínseco valor”, porque no se refiere concretamente a principios generales del derecho.6 Entre los trabajos más modernos encontramos que Schipani, esta vez en uno de sus muchos trabajos hechos durante su larga y fecunda 5 SCHULZ, FRITZ “Principles of Roman Law” Oxford at the Clarendas Press, Londres 1936 tarea de investigación sobre los alcances y significados de la deuda externa latinoamericana, hace, aunque con especial referencia a ese tema, una enumeración de algunos de los principios generales del derecho.7 En ese trabajo el prestigioso jurista italiano enumera entre otros como principios generales a la buena fe objetiva que las partes se deben, las teorías del abuso de derecho, de la lesión enorme, del favor debitoris, de la excesiva onerosidad sobreviniente y del beneficium competentiae. Debe sumarse a ese esfuerzo las colaboraciones presentadas por diversos juristas latinoamericanos y europeos en el Congreso Internacional “Mondus Novus. America” cuyas actas fueran publicadas en la revista “Roma e America. Diritto Romano Comune”8 VII) Las codificaciones que se fueron implementando a partir del siglo XIX estuvieron fuertemente influenciadas por la idea de que cada sistema jurídico nacional debía ser autosuficiente9 y completo, de modo tal que no fuera necesario recurrir a legislaciones foráneas. Sobre esa idea es que se establecieron en general normas de aplicación supletoria para los casos en que se hubieran producido lo que se dio en llamar “lagunas” legislativas. El código Napoleón, si bien obliga a los jueces a resolver todos los casos que se le presenten, no contiene una norma explícita respecto de los principios generales del derecho, sin perjuicio de que en las discusiones se haya rondado la cuestión. El código italiano de 1865 y más claramente el de 1942, adoptaron el criterio de que los principios generales del derecho deben encontrarse dentro “del ordenamiento jurídico del estado”10 PUGLIESE GIOVANNI “I Principi Generali del Diritto. L´esperienza romana fino a Dioclesiano.” En Atti dei Convegni Lincei 96, Accademia Nazionale dei Lincei, Roma 1992 pág 70. 7 SCHIPANI, SANDRO “Principios Generales del Derecho para un “código tipo” de los contratos en América latina” 8 ROMA E AMERICA TOMOS 18 Y 19. En el Congreso, celebrado entre el 26 y el 29 de Noviembre de 2003, se dedicó una jornada al estudio de los principios generales del derecho, derechos humanos y populares. Si bien no se hizo una referencia concreta a la conceptualización de los “Principios Generales del Derecho” resultó evidente que la mayoría de los autores sostenían posiciones similares a las esbozadas por Schipani en el trabajo al que hemos hecho referencia, siguiendo la idea de que los principios generales se encuentran delineados en lo que ha dado en llamarse el Derecho Romano Común. 6 9 SHIPANI, SANDRO Opus cit. p. 3 Código Civil Italiano art 12. 10 El Estatuto del Tribunal Permanente de Justicia Internacional de La Haya, en su art. 38 párrafo tercero menciona la aplicación de “los principios generales del Derecho reconocidos por las naciones civilizadas”. VIII) Como hemos visto la doctrina ha interpretado la esencia de los principios generales del derecho en dos sentidos: para la escuela del derecho natural son normas anteriores y superiores al orden legislativo, inmutables y cognoscibles a través de la razón; para la escuela positivista, en cambio, los principios generales deben encontrarse dentro del sistema legislativo y se encontrarían específica o genéricamente expresados en a Constitución Nacional. 11 IX) El código Civil Argentino establece en su artículo 16 lo siguiente: ”Si una cuestión civil no puede resolverse, ni por las palabras, ni por el espíritu de la ley, se atenderá a los principios de leyes análogas; y si aún la cuestión fuere dudosa, se resolverá por los principios generales del derecho, teniendo en consideración las circunstancias del caso”. En la nota respectiva Vélez Sarfield nos introduce, una vez más, en una de sus habituales contradicciones. Por lo pronto afirma que el texto es conforme al art. 7 del Código Civil de Austria, lo que no es cierto, ya que el art. 7 del mencionado código dice textualmente ”No pudiendo ser resuelto un caso, ni por las palabras ni por el sentido natural de una ley, deberá estarse a los casos semejantes resueltos en las leyes y tomarse en consideración los fundamentos de otras leyes análogas. Si, no obstante, el caso jurídico permanece dudoso, deberá decidirse de acuerdo con los rechtsgrundsätzen) principios naturales teniendo en del cuenta Derecho las (natürliche circunstancias y meditadamente apreciadas”12. De la lectura serena del texto austríaco, surge claramente su alineación filosófica con la escuela iusnaturalista, lo que ciertamente se distancia del texto Velezano. 11 SALVAT, RAIMUNDO Tratado de Derecho Civil Argentino, I, Buenos Aires, 1957, p.152 y, en igual sentido, G. BORDA, Manual de Derecho Civil, Parte general, Buenos Aires, 1986, p.65. 12 GOROSTIAGA, NORBERTO, “El Código Civil y su reforma ante el Derecho Civil Comparado”, Buenos Aires, 1940, Tomo I pág 199, nota 11 Se ha sostenido que las verdaderas fuentes del texto del art. 16 del Código Civil Argentino pueden encontrarse en el art. 7 del proyecto de Código Civil Uruguayo de Eduardo Acevedo y el Código Sardo inspirador del anterior- que modifica sustancialmente el texto austríaco al reemplazar el último párrafo incluyendo: “Cuando el caso permanezca aún dudoso deberá decidirse por los principios generales del derecho, tomando en consideración todas las circunstancias del caso.”13 Resulta evidente que es fundamental el reemplazo que se hace en el Código Argentino de “principios naturales del derecho” por “principios generales del derecho”, ya que la aparentemente inocente modificación lleva al art. 16 a ser incluido dentro de la corriente que se ha dado en llamar positivista. En la misma nota incluye luego Vélez dos referencias al Digesto cuyo examen ha servido de disparador de la propuesta que se habrá de formular más adelante en este trabajo. En efecto, la nota al art. 16 menciona en primer término un fragmento de Papiniano ( D 22. 5. 13) que en la parte que nos interesa dice así: “…sin embargo, lo que omitieron (“olvidaron”, “pasaron por alto”) las leyes, no debe omitirlo el escrúpulo (“atención”, “cuidado”) de los jueces”14. El único sentido en que cabe entenderse esta cita es que el Juez debe llenar el claro legislativo y no puede dejar de juzgar aduciendo silencio u oscuridad de las leyes. De lo expuesto surge claramente que esta cita no corresponde al art. 16 sino al anterior del Código Civil Argentino que dice textualmente que “Los jueces no pueden dejar de juzgar bajo el pretexto de silencio, oscuridad o insuficiencia de las leyes”. También es desconcertante la inclusión en la nota del fragmento atribuido a Pomponio ( D19. 5. 11), ya que el título en el que está incorporado trata en general de las acciones in factum y el pequeño segmento del párrafo que podría asimilarse a la cuestión se refiere en realidad a la facultad que se le adjudica al pretor de suplir la ley en lo que ésta hubiere extraviado15. 13 DIAZ COUSELO, José María Opus cit. Pag. 34 “…verumtamen quod legibus omissum est non omittetur religione iudicantium…” 15 D 19.5.11 : “Dado que no esta completo el número de las acciones, se requieren muchas veces acciones por el hecho (in factum). Pero también a aquellas acciones que nos dan las leyes, si la ley es justa y necesaria, las suple el pretor en lo que le falta a la ley, que es lo que hace en la ley Aquilia dando acciones por el hecho, acomodadas a la ley Aquilia; y esto lo exige la aplicación práctica de aquella ley”. 14 No ayudan tampoco a dilucidar la cuestión las citas de la Partidas que se incluyen en la nota, que también parece que hubiera sido mejor ubicarlas dentro de la nota del art. 15. Con respecto al modo en que debe interpretarse lo dispuesto por el Código Civil Argentino, aparece como sumamente importante lo propuesto en las Undécimas Jornadas Nacionales de Derecho Civil, celebrado en Buenos Aires en el año 1987. En esa ocasión la Comisión Nº 9 entendió que la referencia a los Principios Generales del Derecho que hizo Velez “remite fundamentalmente a la obra de los jurisconsultos romanos…”16 . IX) En este estado de la cuestión conviene recurrir a las fuentes romanísticas para intentar encontrar allí una nueva vertiente que nos puedan iluminar acerca de qué debe entenderse por “principios generales del derecho” y donde podemos encontrarlos. Los autores suelen citar con merecida reverencia a Ulpiano cuando en el inicio de su obra “Reglas” introduce palabras que Justiniano incorpora en el Digesto en el primer título del primer libro: ”Los preceptos del derecho son estos: vivir honestamente, no dañar a otro y dar a cada uno lo suyo”17 . El texto completo de lo resuelto en esa Comisión dice así: “I)Los códigos civiles latinoamericanos imponen a los principios generales del derecho como pautas integradoras o interpretativas de las leyes (Argentino art.16; Uruguayo art. 16, Colombiano art. 32; Guatemalteco art. 2430, del Distrito Federal de Méjico de 1932 art. 10; Brasileño de 1916 art. 4,Panameño de 1917 art. 13; Peruano de 1934 art. VVVI del Título Preliminar; Paraguayo de 1985, art 6, Venezolano art. 4 y equivalentes expresiones se encuentran en el C.C. de Ecuador en su art. 18, párrafo 7 y en el CC Procesal Civil Chileno de 1902 art 170. El C.C. Peruano hace también un primer paso hacia la identificación del Derecho de los pueblos latinoamericanos. II) Los principios generales del Derecho son normas axiológicas que, aún inexpresadas, tienen función similar a la de otras y valen para toda una materia (negocios jurídicos, propiedad, familia, responsabilidad civil, etc.), para toda una rama del Derecho (civil, penal, administrativo, constitucional, etc.), o, directamente para toda la esfera de las relaciones jurídicas. III) La referencia del legislador a los principios generales del Derecho remite fundamentalmente a la obra de los jurisconsultos romanos, a la “iurisprudentia”, en la que se apoyan las modernas legislaciones. Ello es inexcusable con relación a los Códigos Civiles Latinoamericanos, por ser todos ellos de base romanista. IV) Basándonos en lo expuesto, recomendamos que, al reformarse el art 16 del código Civil, sea redactado de la siguiente manera: ”Si el caso no pudiera ser resuelto por las palabras ni por el espíritu de ley, se tomarán en cuenta su finalidad, las leyes análogas, los usos y costumbres, los principios generales del Derecho y preferentemente del sistema jurídico latinoamericano, conforme a las circunstancias del caso.” Ven virtud e lo expuesto en los puntos anteriores, considerando la naturaleza doctrinaria del derecho argentino, cuyo espíritu emana principalmente del contenido de las notas de Vélez Sarfield, y con el fin de fortalecer el sistema jurídico latinoamericano, se recomienda a todas las Universidades argentinas la enseñanza del Derecho Romano, también como propedéutica al estudio de Derecho. 17 “Iuris praecepta sunt haec: honeste vivere, alterum non laedere, suum quique tribuere.” (D 1.1.10.1) . 16 Convenimos con Pugliese18 en que lo que Ulpiano esboza con esas palabras no son otra cosa que órdenes o reglas morales o éticas tan amplias y generales que no pueden ser incluidas más que como elegantes modos de iniciar un discurso, aunque resulten poco coincidentes con la precisión que el derecho exige. Aparentemente Ulpiano era muy afecto a las frases rimbombantes, lo que lo llevaba a cometer diversos deslices como cuando hace derivar la palabra ius de iustitia, cuando la realidad demuestra que es exactamente al revés. Decir que hay que “vivir honestamente, no causar daño y dar a cada uno lo suyo”, como que “el derecho es el arte de lo bueno y equitativo” (adjudicado a Celso)19 o que “la jurisprudencia es el conocimiento de las cosas divinas y humanas”, puede quedar bien en un discurso o servir para clases de retórica, pero de ninguna manera tiene precisión jurídica. Quizás podría interpretarse que Ulpiano se refiere en ese párrafo no al derecho en sí, sino a los fines del derecho, a su fundamentación filosófica; pero decididamente esos preceptos no son normas jurídicas sino normas éticas. Resulta evidente que son los legisladores quienes tiene que cumplir con su tarea de manera tal que se tenga en cuenta lo que dice Ulpiano y luego repite casi textualmente Justiniano en las Institutas.20 Para los hispanoparlantes ha sido quizás motivo de mayor confusión una traducción -a nuestro juicio equivocada- de la palabra “praecepta” en la difundida versión española del Corpus Iuris Civilis de Ildefonso García del Corral. En efecto, el muy prestigioso sabio traduce en su obra la palabra “praecepta” por “principios”, cuando en realidad la traducción correcta es “preceptos” y estas palabras (“preceptos” y “principios”) no son, por cierto, sinónimos21. Un precepto (palabra de deriva de praeceptum) es una orden, un mandato o una regla; mientras que un principio (que deriva de “principium”) se refiere al origen o fundamento de algo. Cabe consignar que la traducción de Alvaro D´Ors PUGLIESE, GIOVANNI, Opus cit. Pág 23. Dice allí: “Il passo e collocato dal Lenel propio all`inizio del libro indicato in scriptio (libro I delle Regulae). Il suo contenuto è evidentemente etico-sociale, anzique specificamente giuridico: ció si avverte, non solo nel suo primo elemento (honeste vivere), ma anche negli altri due…” 19 Respecto de la frase que Ulpiano atribuye a Celso recomiendo vivamente el trabajo recientemente publicado por el profesor Ricardo Ginés en la revista “Lecturas de Derecho Romano IV”, pag. 37 y ss. 20 Dice Pugliese: “Queste direttive corrispondono a valori etici o etici-sociale così ampi e anche così generici da non essere assimilabili ai principi generali…” PUGLIESE GIOVANNI, opus cit. Pag 74. 18 y la aún más moderna de Pierangelo Catalano coinciden en traducir “praecepta” por “preceptos”. A mi juicio debe tomarse muy detenidamente en consideración la frase que incluye Justiniano en su Constitución Deo Auctore (C. 1. 17. 1. 10)22 cuando, atribuyéndolo a Salvio Juliano dice “debere omnes civitates consuetudinem Romae sequi quaes caput est orbis terrarum “. Lenel relaciona en su magistral Palingenesia Iuris Civilis 23 esas líneas, con el fragmento del mismo Juliano que resulta incluido por los compiladores Justinianeos en D 1.3.32. Allí se dice: “De quibus causis scriptis legibus non utimur, id custodiri oportet, quo moribus et consuetudine inductum est; et si qua in re hoc deficeret, tunc quo proximum et consequens ei est; si nec id quidem appareat, tunc ius, cuo urbs Roma utitur, servari oportet 24. De la lectura atenta de lo consignado en la Deo Auctore y el citado fragmento del Digesto se puede deducir que el orden supletorio sugerido por Juliano y aceptado con beneplácito por Justiniano establece que si no se puede encontrar la solución en las leyes, se debe recurrir a los usos y costumbres y si estos (usos y costumbres) no se encontraren ( “et si qua in re hoc deficeret” ) debe observarse el Derecho Romano. Por si hubiera alguna duda, Justiniano aclara en Deo Auctore que no es sólo la Roma que llama “antigua” (es decir la ciudad ubicada a orillas del Tiber) sino la “nuestra” es decir, la que para aquel tiempo era la “actual”, obviamente: Constantinopla. Resulta evidente que, lo que Justiniano quiere decir -dando en realidad una orden- es que el Derecho Romano, tomado en su conjunto, es un sistema hermético que debe encontrar la solución en el texto legal, en su defecto en los usos y costumbres recordemos que durante el Derecho Postclásico las costumbres integraban el Derecho Romano- y, si no hay solución en leyes ni costumbres, el caso debe resolverse conforme… el propio Derecho Romano. 21 No se entiende la razón por la cual García del Corral traduce en D 1. 1. 1. Pr. la palabra “praecepta” por “principio” y en otros segmentos (D 1.3.1) lo traduce, ahora correctamente, por “precepto”. 22 C. 1.17.10 “… todas las ciudades deben seguir la costumbre de Roma que es la cabeza de la tierra…” 23 PALINGENESIA IURIS CIVILIS a cura di Luigi Capogrossi Colognesi. Edit. Il Cigno Galileo Galilei, Roma, pág 480 24 “En aquellas causas en que no usamos las leyes escritas, se debe guardar lo que por los usos y la costumbre se ha introducido; y si esto faltare en algún asunto, entonces lo que sea más parecido y congruente; y, si tampoco apareciere esto, entonces debe observarse el derecho que usa la urbe Roma. Cabe preguntarse qué se habrá entendido por “el Derecho que se usa en Roma” habida cuenta que se trataba de cuestiones para las que no se había hallado en las leyes ni en las costumbres una respuesta al específico caso. Me parece que este es el punto crucial de la cuestión y que la solución debemos encontrarla, precisamente, dentro del Derecho Romano. X) Encuentro imprescindible hacer una mención a las “reglas” mencionadas en el Digesto (50.17) ya que podría interpretarse que en esa enunciación, ciertamente abstracta, podrían hallarse específicamente enunciados algunos principios generales del derecho. Adelantemos que ciertamente es así en ciertos casos como, por ejemplo, cuando se establece: “non debet, cuis plus licet, quod minus est, non licere” (D.50. 17. 21)25 , “nemo plus iuris ad alium transferre potest, quam ipse haberet” (D 50. 17.54)26 y algunos otros. Pero el propio Justiniano nos advierte a través de Paulo en D 50. 17.1 que “El derecho no se toma de la regla, sino que la regla se hace conforme el derecho”27, por lo que podriámos convenir en que las reglas mencionadas en el entero título 17 son sólo orientativas y que tratan de resumir la causa para una mejor interpretación. Ciertamente la pregunta acerca de si esas reglas, sólo por estar mencionadas en el título respectivo, deberían ser consideradas “principios generales”, merece una respuesta negativa 28. No obstante es cierto que, como veremos más adelante, algunos principios generales están allí claramente expuestos, como es el caso de los ejemplos mencionados más arriba. También conviene recordar que en otros pasajes del Digesto se mencionan algunas reglas con carácter claramente normativo como es el caso de la regla Catoniana (D 34.7.1,pr). Pattaro29 afirma que fue Labeón el que la denominó “regla” dado que antes se la mencionaba como “sentencia” Catoniana y que lo hizo porque consideraba la “regla·” como “norma”. CONCLUSION: “El que puede lo más, debe poder lo menos”. “Nadie puede transferir a otro más derecho del que él tiene” 27 “Non ex regula ius sumatur, sed ex iure, quod est, regula fiat” 28 Conforme PUGLIESE, GIOVANNI, opus cit. Pág. 80. 25 26 Ya fue dicho que una de las principales dificultades que tenemos los estudiosos del Derecho Romano para poder definir concretamente los Principios Generales del Derecho es que los juristas romanos fueron reacios a las teorizaciones y, salvo raras excepciones, su obra fue principalmente práctica, atendiendo casos concretos antes que generando posiciones doctrinarias abstractas. No obstante por imperio de la razón más que de la fuerza, el sistema jurídico que crearon los romanos se impuso en su momento como derecho directamente vigente en Europa y es hoy “común denominador jurídico y cultural para la mayoría de los pueblos de la tierra”30 . Los “Principios Generales del Derecho” al que acuden hoy los legisladores para llenar los vacíos de los sistemas legislativos son una formulación genérica que, como hemos visto, no tiene una interpretación unívoca en la doctrina, a punto tal que usualmente se los menciona sin hacer aclaración alguna, lo que permite una inmensa variedad de posiciones al respecto.31 Para unos autores los “Principios Generales del Derecho” son los preceptos de cierto “derecho natural” que, curiosamente, a veces son adjudicados a creaciones sobrenaturales, otras veces se los hace derivar de la propia naturaleza, en ciertas ocasiones se confunden con principios ideológicos, y en otras se los hace derivar de mandamientos religiosos. No faltan autores para los que los Principios Generales no son otra cosa que disposiciones que deben encontrarse dentro de cada uno de los sistemas constitucionales, produciéndose la paradoja de pretender que las soluciones a los casos que caen dentro de las “lagunas” deben buscarse dentro de las mismas legislaciones que las han creado. En el afán de proponer una definición del concepto permítasenos esbozar cuáles son, a nuestro criterio, los elementos fundamentales de los Principios Generales del Derecho. En primer término digamos que los Principios Generales del Derecho son verdaderas normas jurídicas, es decir que se trata de derecho vigente. No son, en consecuencia, regulaciones que haya que 29 PATTARO ENRICO Atti del XV CONGRESSO NAZIONALE SOCIETA ITALIANADI FILOSOFIA GIURIDICA E POLITICA Dott. A. Giuffré Editore, Milan 1987, pág. 35 30 RINALDI, NORBERTO “Lecciones Ampliadas de Derecho Romano” Edit. Edictum, Buenos Aires, 2006, pág. 159 imaginar o encontrar en otras ciencias, ni en otras disciplinas, ni en las costumbres; ni tampoco deben deducirse de la naturaleza, ni de principios religiosos, sino que deben buscarse en un sistema jurídico escrito, tangible, al que se pueda recurrir sin hallar vaguedades sino claras, específicas y terminantes normas escritas. Esas normas son sólo supletorias de las normas escritas vigentes en cada sistema nacional. Al decir que son normas supletorias nos pronunciamos claramente a favor de que los Principios Generales del Derecho no están por sobre las Constituciones Nacionales ni son normas a las que deba atenderse cuando entren en conflicto con las leyes de cada país. Sirven para los casos de ausencia de ley, no pueden entrar en conflicto con ellas. Los Principios Generales del Derecho son normas universales, es decir que valen para todos los sistemas jurídicos, por lo que no puede haber “principios nacionales”. Es por eso que son fuente formal de derecho en cuestiones de derecho internacional, tal como lo aplican los Tribunales de La Haya. Los Principios Generales de Derecho son normas perfectas según la clasificación de Ulpiano, lo que implica que los actos realizados contra lo que dispongan serán nulos. Los Principios Generales del Derecho son normas generales, es decir que no hay principios específicos de ninguna “rama” del derecho, 32 sino que se entienden aplicables al derecho en su conjunto y unicidad. Habida cuenta de los elementos que a nuestro juicio son propios de los Principios Generales del Derecho, nos animamos a definirlos como normas jurídicas vinculantes, universales, perfectas, generales, supletorias de los sistemas jurídicos vigentes que deben ser utilizadas para los casos en que cada sistema jurídico no pueda resolver una cuestión. Ahora bien, esbozada la definición que precede, y sin perjuicio de aceptar desde ya las críticas, sugerencias y propuestas que se vayan elaborando, corresponde tratar de establecer cuáles son esas las normas que integran los Principios Generales del Derecho. 31 Conforme COSTA, JOSE CARLOS, Temas de Derecho Romano, pág 19 y ss. Buenos Aires, 1994. Todos los sistemas codificados modernos, entre los cuales, obviamente, se encuentran los latinoamericanos; reconocen su origen directo o indirecto en el Corpus Iuris Civilis y todo el desarrollo posterior que se hizo sobre esa obra. Aparece entonces como enteramente lógico que se deba acudir a la recopilación Justinianea para tratar de colegir cuál fue el criterio que se utilizó en ella para atender los casos en que los jueces no encontraran en las leyes la solución a los casos que se les plantearan. En el Corpus Iuiris Civilis nos encontramos con una solución que surge de la armónica interpretación de lo que Justiniano dispone en su Constitución Deo Auctore y lo que Juliano enseña desde el Digesto cuando se refiere al derecho “quo urbs Roma utitur”33. Conforme lo que fue expresado en el transcurso de este breve trabajo podemos concluir que los Principios Generales del Derecho los podemos encontrar en el Derecho Romano34 entendido en su concepto más amplio, es decir, el sistema jurídico elaborado por los Romanos, recopilado por Justiniano, sistematizado y actualizado por las diversas escuelas romanísticas posteriores, recepcionado por las codificaciones modernas y que sirve de común denominador jurídico y cultural para la mayoría de los pueblos de la tierra.35 32 En contra: Punto II) de la resolución de las Undécimas jornadas Nacionales de Derecho Civil mencionadas ut supra. 33 D 1.3.32 34 SCHIPANI, SANDRO Opus cit. Pág 22 en criterio levemente restringido respecto del que proponemos, e incorporando una interpretación más amplia que la que aquí se hace de la palabra “principio”, dice: “Los Principios Generales del Derecho hay que buscarlos en el Corpus Iuris Civilis, en el sistema en él codificado, en las obras maduradas a partir de él, que los han desarrollado, que deben ser releídos en modo principial (en el combinado y polivalente significado de “principio”).” 35 RINALDI, NORBERTO Opus cit. Pág 139