FESTA DE L'APARICIÓ És la celebració per excel·lència, i la més emotiva per als carricolins. L’origen de la festa a Carrícola es remunta al 8 maig de l’any 1754, quan l’Arquebisbe de Valencia concedí la vicaria temporal a l’església de Carrícola i col·locaren el Santíssim Sacrament a l’altar per poder celebrar missa. L’origen de la festivitat de l’aparició arreu del món cristià es remunta a l’any 492 D.C., al Mont Gargano de la ciutat llombarda de Mamfredònia quan estava sent atacada per un estol de vaixells barbars. Llavors sant Miquel aparegué dins una cova de mateix mont i provocà una tempesta que destrossà l’armada dels barbars. D’aleshores ençà, la devoció envers el sant s’estengué a la resta del món, sent una tradició –l’Aparició– molt arrelada al territori valencià, les Illes Balears i Catalunya. La solemnitat de la commemoració du a celebrar una festa exclusivament religiosa. La festivitat ha canviat ben poc al llarg del temps. La vespra, a poqueta nit, és el revolteig de les campanes el preludi a l’esperat dia de l’aparició. A l’endemà, a trenc d’alba, un nou revolteig desperta als carricolins i anuncia la festa als quatre vents. El dia comença amb la missa pontifical, o missa de revestida, per la presència de tres capellans a l’altar, on comulguen per primera vegada, els xiquets i xiquetes del poble. Tot seguit, el Santíssim ix pels carrers del poble davall pal·li i acompanyat pels xiquets de comunió. Després, el manifest queda exposat a l’església fins les sis de la vesprada, hora en que recorre en solemne processó els carrers del poble. Un castell de focs d’artifici tanca tan important jornada festiva. Carrícola potser l’únic poble de la Vall amb aquest costum de traure el Nostre Senyor manifest dues vegades a l’any. La primera, d’obligat compliment, pel Corpus; i l’altra per la festivitat del 8 de maig en commemoració del fet ocorregut el 1754. Com a mena d’apunt gastronòmic, esmentarem els tradicionals i condidors pastissets i coques “del miracle”, perquè és un miracle que duren tant. DOCUMENT Any 1754 Festa celebrada per la institució de la vicaria perpètua de Carrícola AMC, Documents d’història local, Mecanoscrit inèdit, copiat d’un manuscrit antic: Historia del reservado y fiesta que se celebró el 8 de mayo de 1754, en Carrícola, con motivo del nombramiento de vicario temporal con residencia en dicha localidad. Abans del 1754, els carricolins havien d’anar a missa a Otos, d’on l’església era un annex parroquial. Anaven allí a celebrar tots els sagraments, llevat del baptisme. Per això, l’obtenció d’una vicaria, amb llicència per custodiar el Cos de Crist dins la Casa de Déu, i vicari resident de missa diària, constituí un motiu de goig col·lectiu i de festa per al poble. Era el año 1754, y el pueblo de Carrícola, que a la sazón contaba con bastante número de vecinos, sentía la grandísima necesidad de establecer en esta feligresía una pensión para un sacerdote o vicario, a fin de que pudiese, con la debida forma, atender más fácilmente a la administración de los santos sacramentos, como a la dirección o encomendación de las almas. Y, al efecto, Ilustrísimo Monseñor, habíendose convenido entre ambas partes, esto es, entre el señor Don Vicente Jover, cura párroco de Otos y su anexo de Carrícola, y los tres que componían el Ayuntamiento de este lugar, fundaron la pensión de vicaría, lo pusieron en conocimiento de su Ilustrísima, el Muy Reverendo Señor Arzobispo de Valencia y, aprovado que fue por éste, le entregó el despacho al señor Don Antonio Juliá, por el cual lo nombraba vicario temporal de este pueblo. Y, reunidos en casa del señor Alcalde, el día 8 de mayo de 1754, los señores Don Vicente Jover, cura párroco de Otos; Don José Calatayud, alcalde; Don Miguel Altabert y Don Andrés Satorres, regidores, presentó el doctor Don Antonio Juliá el despacho del Ilustrísimo Señor Arzobispo, y al mismo tiempo dijo que traía licencia verbal de Su Ilustrísima para colocar en dicha iglesia al Santísimo Sacramento del Altar. Y, siendo este el día más acomodado, por las circunstancias de celebrarse en esta parroquia todos los años y en este mismo sitio la fiesta de la Aparición del Arcángel San Miguel, titular de esta parroquia, determinaron dar principio a dicha función. Y, siendo sobre las ocho de la mañana del mismo día, se cantó una solemne misa por el beneficiado Don Vicente Soler, de la villa de Albayda, a la que asistieron, de capa pluvial, el señor cura de Otos y el primer vicario de esta parroquia, Don Antonio Juliá, y de tributario, el Reverendo Padre Lorenzo Bolinches, religioso de la Orden de San Francisco, de la observancia. Para solemnizar dicha misa, el coro estaba ocupado en una multitud de religiosos y curas párrocos de los lugares circunvecinos. Concluída dicha misa, se cantó un solemne tedéum, en acción de gracias por el beneficio que el señor acababa de conceder. Y, colocado el Señor en su trono, a la voz del Tantum Ergo se cubrió, manifestando los vecinos de este lugar la gran alegría que preocupara su corazón en los sollozos y las lágrimas que brotaron de sus ojos. Siendo entre nueve y diez de la mañana de dicho día, se principió la misa conventual, la que celebró el señor cura de Otos, Don Vicente Jover, asistiéndole de diácono el señor cura de Bélgida, Don José Tortajada, y de subdiácono, Don José Esplugues, cura de Montaverner, y de capa, los ya dichos, Don Antonio Juliá y el Reverendo Padre Lorenzo Bolinches, religioso de San Francisco; estando el coro ocupado por los mismos de la misa de Renonvación, solemnizando la fiesta con un brillantísimo sermón que predicó el Padre Vicente de Valencia, en el que no dejó circunstancia por desarrollar, concluyéndose la función cubriendo al Santísimo Sacramento a la voz de Tantum Ergo y vítores de los vecinos. Siendo entre cuatro y cinco de la tarde, al alegre toque de las campanas, se volvió a reunir el pueblo en la iglesia, y, después de cantar unas solemnes vísperas, principiaron las completas con mucha pausa y solemnidad. Y, siendo sobre las siete de la tarde, comenzó la procesión. Tras la esbelta cruz, salió capitaneando la misma, sobre unas ricas andas, la imagen de la Reina de los Ángeles, María Santísima, con el título del Rosario. Y, detrás, como paje de ésta, el Arcángel San Miguel, precedido de sus pendones y guiones. Encaminada la procesión hacia las últimas casas de la calle de Abajo, salió el Santísimo Sacramento del Altar bajo un rico palio, cuyo viril llevaba el ya dicho Don Vicente Jover, cura de Otos, asistiéndole de diácono y subdiácono los ya dichos, y de turibulario el precitado Don Antonio Jover. Llevaban el palio, en sus barras delanteras, Don José Miró, cura de Adzaneta, y el doctor Don Ignacio Fita, cura de Aljorf, y las posteriores, el Reverendo Padre Lorenzo Gisbert y el Reverendo Padre José Vidal, religioso dominico. Y dada la vuelta de la procesión por las últimas casa de la calle de Abajo, se encaminó a la Plaza, y de allí a la calle de Arriba. Y, dada la vuelta, se encaminó hacia el Trinquete o camino de Adzaneta. Y, con el orden que en principio se indicó, se volvió a la iglesia, a colocar en su trono al Santísimo Sacramento del Altar.