¿Gerenciar o gobernar? – Jorge Etkin El desafío es construir una empresa viable o sostenible en interacción con su medio y no sólo un negocio eficiente. La propuesta nace de Jorge Etkin, director de la carrera de Administración de la UBA que sugiere, para alcanzar ese objetivo, superar el concepto de management incorporando las ideas de legitimidad, representación y credibilidad de las decisiones que son más propias de la función de gobierno Un entorno cada vez más incierto y complejo requiere cambiar las formas de conducir para que la organización crezca en un sentido humano y no sólo económico. El modelo competitivo es conflictivo. Frente a ello presento un modelo superador que busca legitimar la organización y no sólo aumentar sus rendimientos. La idea de gobierno no se limita al sector público. Es un concepto de gestión, con aspectos diferentes al ejercicio del poder político o la propiedad. No se confunde con los objetivos e intereses de los accionistas o socios. También difiere de la visión de los ejecutivos. El gobierno fija prioridades, atiende las demandas legítimas de la población y busca superar los conflictos que plantean los grupos de interés en su intento de imponerse por sobre los propósitos del conjunto. La función de gobierno está basada en los conceptos de legitimidad, representación y participación en las decisiones de política. La idea no está exenta de peligros. El gobernante debe ampliar un sendero que se estrecha por el juego de fuerzas opuestas. El peso del ambiente El ambiente inestable y la necesidad de resultados en un contexto muy luchado (más que competido), lleva a diferentes actitudes de las empresas. El camino más sencillo para la dirección consiste en poner presión para aumentar los rendimientos en el corto plazo y buscar mayor eficiencia y productividad. En esta gerencia eficientista predomina el razonamiento económico y la lógica del hecho consumado. Esta situación hace que las empresas llamadas competitivas, tengan altos rendimientos, pero también se ponen al borde de la ruptura interna (pérdida de cohesión) y del aislamiento externo (la sociedad las considera peligrosas). Viven un delicado equilibrio entre el orden y el caos, la aceptación de sus productos y la amenaza de sus competidores, las necesidades de los clientes y su capacidad de compra, las reglas del mercado y la tendencia hacia el monopolio. En el marco de la lucha competitiva, los individuos están sometidos a una exigencia creciente que desgasta y desmotiva. Se les exige innovación y creatividad y se les paga como seres rutinarios. En lo externo, los usuarios o clientes se toman como un nicho u objetivo a conquistar y sólo importa su poder adquisitivo. Es la dura realidad de la gerencia, aunque en el discurso los ejecutivos (y los gurúes de la competencia) disfracen el problema y recurran a una retórica sensual hablando de calidad total o cliente satisfecho. En un contexto de fuerzas opuestas y cambiantes (la tecnología, el interés de los bancos, proveedores o competidores) se espera que la gerencia instale confianza y certeza en las conductas: "este es el camino y allá vamos". Esta imagen de tomar decisiones y dar órdenes, también debería basarse en el conocimiento o ser fundadas. Pero en un medio incierto es sólo una actitud "tentativa". No hay tiempo para pensar, la información no alcanza y se combate por los recursos. 1 Es un sistema dual. Racional cuando fija metas, aplica recursos o conquista mercados. Pero ilusorio en el discurso público de sus gerentes, que une mitos y crueldades. Cuando habla de "misión" o liderazgo, el mensaje idealiza las fuerzas reales que mueven los objetivos y las decisiones en la organización. Visto desde los empleados se requiere mucha fe para comprometerse con la empresa que siempre está en reajuste o reducción de dotación y sueldos. Para disimular se crean héroes, leyendas o relatos míticos que anteponen las ilusiones a las razones. La gerencia incorpora la capacidad de manejar imágenes y pautas culturales: llega la "gerencia simbólica". La lucha competitiva no teje acuerdos ni construye consensos, sólo piensa en resultados porque la gerencia es valorada por su desempeño y no por sus buenas intenciones. No hablo de "su culpa". Señalo los límites en una función, de su lógica, sus tiempos y sus formas de razonar. A veces se habla de los esquemas mentales y de bloqueos de los gerentes. En realidad son elementos de una deformación profesional de quienes no pueden elegir lo mejor, sino lo menos malo. Los ejecutivos concretos que todos conocemos "hacen lo que pueden". No todos son iguales ni les cabe la misma crítica. Los hay más o menos sensibles e inteligentes. Pero todos tienen sus límites: el balance debe dar positivo, con resultados "por encima de la línea". Para la organización, vivir en estado de crisis o bajo presión tiene altos costos sociales, afecta la producción y continuidad de la empresa. Frente a esta realidad, los accionistas, propietarios o socios (el núcleo político) pueden requerir escenarios más equitativos y menos conflictivos. La tarea de gobierno opera como enlace entre los intereses y la voluntad política de los propietarios por un lado, y la ejecución o la producción, por otro. La noción de gobernante no habla de una función pública, sino que refiere al concepto de "kubernetes", quien mantiene el timón de la nave que impulsan los remeros. Es la figura de fijar el rumbo y adaptarlo a realidades no previstas. El concepto de gobierno supera los límites del management al incorporar las ideas de legitimidad, representación y credibilidad de las decisiones. El gobierno imagina escenarios futuros y formula estrategias de crecimiento. Pienso en construir una empresa viable o sostenible en interacción con su medio, no sólo un negocio eficiente. En una escuela, el atraso en los pagos de la matrícula puede verse como un tema financiero, pero es también una señal de malestar por la educación recibida. Con ese nivel de aranceles: ¿quiénes van a la escuela? El gobierno debate el diseño de escuela deseable. Aparece la trama de valores e intereses de la organización y las demandas del medio ambiente. Gerentes y gobernantes Los conceptos de gobierno (como unidad de estructura), gobernante (la figura que conduce) y gobernabilidad (la sintonía con el medio) son un salto cualititativo en la gestión. Es pasar de la razón técnica a la evaluación de la legitimidad de los fines de la organización. Los fines reconocidos no sólo por el poder político sino también por los otros grupos comprometidos. Es pasar de la racionalidad limitada de los gerentes al manejo de la complejidad de los gobernantes. Tratar con la complejidad implica que en el gobierno se evalúan criterios divergentes: entre lo manifiesto y subyacente, planeado y emergente, permanente y transitorio, intereses 2 sectoriales y objetivos generales, la eficiencia económica y sus efectos indeseables en lo social, fuerzas burocráticas y necesidad de innovar. El gobierno es un enlace hacia adentro (entre sectores) y hacia afuera (proveedores, sindicatos). Incluye temas como negociar el convenio laboral, fusión entre empresas, criterios para incorporar personal o composición del presupuesto general (asignación de recursos). La función de gobierno razona más allá de las metas económicas. Es una visión integradora de los objetivos empresarios. Se orienta hacia modelos democráticos y equitativos en la gestión de organizaciones, considerando la desigual situación de la población atendida y no sólo las cifras del balance. La visión de la gobernabilidad deja la confrontación o las prácticas de la dominación y aplica políticas basadas en el consenso y el reconocimiento de la sociedad civil. Diario Clarín – Octubre de 2000 “Profesionales orientados a mejorar la competitividad de Empresas Patagónicas” 3