voto particular transcripciones actuaciones

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VOTO PARTICULAR QUE FORMULA EL SECRETARIO DE
GOBIERNO DEL TRIBUNAL SUPERIOR DE JUSTICIA DE
CATALUÑA, en relación al Acuerdo del Pleno de la Sala de
Gobierno de este Tribunal Superior de Justicia, celebrado el
28 de Junio de 2016.
El Pleno de la Sala de Gobierno de este Tribunal Superior dispuso lo siguiente:
“ACUERDO, por un lado, poner de relieve las graves consecuencias que en términos de
pérdida de funcionalidad y de menoscabo de garantías procesales pueden derivarse de la
generalización, como único formato de documentación, de la grabación en audio de las
informaciones testificales o periciales que se produzcan en fase instructora y, en su
evitación, solicitar del Consejo General del Poder Judicial que, en el ejercicio de la
potestad reglamentaria que le atribuye el artículo 230 LOPJ, establezca directrices de
actuación que permitan hacer compatible el uso de las nuevas tecnologías con las
exigencias de funcionalidad y de protección de derechos fundamentales propias del
sistema de justicia penal.
Dese traslado de este acuerdo también al Ilmo. Sr. Secretario de la Sala de Gobierno para
que valore en el ámbito de sus competencias en qué medida caben soluciones que den
respuestas a las preocupaciones aquí expresadas”.
A la vista del acuerdo, este Secretario de Gobierno, al amparo de lo dispuesto
en el artículo 152.12 de la Ley Orgánica del Poder Judicial, formula su voto
particular de oposición al contenido del mismo, en base a lo que se dirá.
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Para seguir una ordenada sistemática se divide el texto en seis puntos:
1. La función de documentación y la fe pública judiial
2. Grabación de las actuaciones judiciales. Obligatoriedad legal.
3. Acuerdo Secretario de Gobierno, 18-Abril-2016.
4. Pronunciamientos de otras Salas de Gobierno de los TSJ de España.
5. Otras leyes relacionadas.
6. Conclusión.
Como preámbulo debe ponerse de manifiesto que la función de documentación
y la fe publica judicial, es exclusiva y excluyente del Letrado de la
Administración de Justicia de los Juzgados y Tribunales, al amparo de lo
preceptuado en la Ley Orgánica 6/185, de 1 de julio, del Poder Judicial [453,
454], y normativa concordante, legal y reglamentaria.
Así podemos traer a colación lo siguiente:
1.- Función de documentación y la fe pública judicial.-
La función de documentación de las actuaciones judiciales es aquella actividad
por la que se deja constancia, en un documento, cualquiera que sea su soporte,
de todos todos los actos con trascedencia procesal, con el fin de dotar de
legalidad formal, certeza y seguirdad jurídica a dichos actos.
Cuando se produce la grabación de la imagen y del sonido en sistemas
audiovisuales, el documento electrónico así generado constituye acta a todos
los
efectos
legales, sin necesidad de
transcripción
alguna, o nueva
documentación escrita. (Vid. art. 230 Ley Orgánica del Poder Judicial, en
adelante LOPJ).
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La función de documentación, como se ha dicho, corresponde al Letrado de la
Administración de Justicia, como titular exclusivo de la fe pública judicial, con
el carácter de autoridad y bajo su responsabilidad. Así resulta de lo dispuesto
en el art. 453.1 LOPJ: “Corresponde a los Secretarios Judiciales, con
exclusividad y plenitud, el ejercicio de la fe pública judicial. En el ejercicio de
esta función, dejarán constancia fehaciente de la realización de actos
procesales en el Tribunal o ante éste y de la producción de hechos con
trascendencia procesal mediante las oportunas actas y diligencias”.
El artículo 454.1 del propio texto legal dice, “Los secretarios judiciales son
responsables de la función de documentación que les es propia, así como
de la formación de los autos y expedientes, dejando constancia de las
resoluciones que dicten los jueces y magistrados, o ellos mismos cuando así lo
autorice la ley”.
Una cuestión que debemos tener muy presente, en el momento actual, es el
concepto de documento, que ha cambiado notablemente en los últimos
tiempos, merced al impulso imparable de las nuevas tecnologías. Tanto es así,
que incluso el legislador (artículo 26 del Código Penal) se ha visto obligado a
ofrecer una definición del significado actual del concepto, muy alejado de los
estrechos cauces históricos que lo hacían equivalente al contenido de un
soporte papel. Por el contrario, el legislador nos indica que "A los efectos de
este Código se considera documento todo soporte material que exprese o
incorpore datos, hechos o narraciones con eficacia probatoria o cualquier otro
tipo de relevancia jurídica."
Tan documento es, hoy en día, el tradicional
documento en papel como cualquier fichero informático. Y, si ello es así, es
evidente que tanto se documenta incorporando datos, hechos o narraciones en
un soporte papel, como en cualquier otro tipo de soporte material que los
admita.
3
Corolario de todo ello es que, los Letrados de la Administración de Justicia, al
disponer de los medios técnicos e informáticos puestos a su alcance, tienen hoy
día la obligación legal, además de la capacidad y posibilidades documentadoras
mucho mayores que en cualquier otro período anterior. Y el Letrado de la
Administración de Justicia no es solo que deba utilizar dichos medios (más
adelante se examina el alcance del artículo 230 LOPJ), sino que se le exige un
papel activo en la promoción del uso de los mismos. Así lo expresa, con
claridad y rotundidad, el apartado 5º del artículo 454 LOPJ, "5. Promoverán el
empleo de los medios técnicos, audiovisuales e informáticos de documentación
con que cuente la unidad donde prestan sus servicios."
La dación de fe es una actuación jurídica, mediante la cual se advera el
contenido de un documento para dejar constancia de su veracidad y asegurar la
realidad de lo acaecido o acordado. Es una actuación posterior a la
documentación, ya que se da fe de algo ya documentado, aunque sea
prácticamente inmediata en el tiempo, y es un plus, que no se da, por ejemplo,
en los procedimientos administrativos, en los que se documenta, pero no se da
fe. En todo caso es una exigencia en el proceso que se constituye en garantía
de los derechos ventilados en él.
Enlazado con lo anterior nuestro Tribunal Supremo se ha pronunciado en una
sentencia de su Sala 2ª, de 1 de Octubre de 2009, reiterando lo siguiente:
“dificilmente es hoy sostenible, con el contenido de la Ley Orgánica
del Poder Judicial, que el Tribunal pueda inmiscuirse en la fe pública,
cuyo ejercicio se atribuye al Secretario Judicial con exclusividad,
plenitud, autonomía e independencia conforme a lo dispuesto ene los
artículos 452.1 y 453.1 LOPJ”.
Conforme a los artículos 9.1 de la Constitución Española, el artículo 452 LOPJ y
los artículos 1 y 3 del Reglamento Orgánico del Cuerpo de Secretarios Judiciales
(en adelante ROCSJ), en el ejercicio de la fe publica y documentación, los
Letrados de la Administración de Justicia, bajo su exclusiva responsabilidad
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están sujetos también a las normas establecidas por el ordenamiento jurídico,
debiendo llevar a cabo la documentación de las actuaciones en la forma
establecida por la Ley.
Al hilo de todo ello, las Secciones penales de la Audiencia Provincial de Madrid
adoptaron, el 13 de octubre de 2014 el siguiente acuerdo:
“Se acuerda que la Ley Orgánica del Poder Judicial y demás normas de
aplicación permiten la grabación de toda actuacion procesal o vistas y atribuye
a los Secretarios Judiciales la función exclusiva de documentación y fé pública
judicial de dichos actos, careciendo los jueces y tribunales competencia alguna
en tales funciones. Así pues no es exigible la transcripción de las grabaciones,
sin perjuicio de la adopción de medidas organizativas internas para llevar a
cabo la transcripción por la parte a quien pudiere interesar”.
2.- Grabación de las actuaciones y su obligatoriedad legal.-
La grabación de las actuaciones judiciales, en los procesos penales, debe
considerarse no sólo una manifestación de la incorporación de las nuevas
tecnologías a la Administración de Justicia, sino un reforzamiento de las
garantías del justiciable, de la seguridad jurídica y del derecho constitucional a
la tutela judicical efectiva del artículo 24 de la Constitución Española.
El uso de las nuevas tecnologías está expresamente previsto en la legislación
orgánica y los documentos electrónicos generados con la grabación del
sonido y de la imagen tienen reconocida plena validez y eficacia, sin necesidad
de transcripción alguna.
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El artículo 230 LOPJ, dice:
“1. Los Juzgados y Tribunales y las Fiscalías están obligados a utilizar
cualesquiera
medios
técnicos,
electrónicos,
informáticos
y
telemáticos, puestos a su disposición para el desarrollo de su actividad y
ejercicio de sus funciones, con las limitaciones que a la utilización de tales
medios establecen el Capítulo I bis de este Título, la Ley Orgánica 15/1999, de
13 de diciembre, de Protección de Datos de Carácter Personal y las demás leyes
que resulten de aplicación.
Las instrucciones generales o singulares de uso de las nuevas tecnologías que
el Consejo General del Poder Judicial o la Fiscalía General del Estado dirijan a
los Jueces y Magistrados o a los Fiscales, respectivamente, determinando su
utilización, serán de obligado cumplimiento.
2. Los documentos emitidos por los medios anteriores, cualquiera que sea su
soporte, gozarán de la validez y eficacia de un documento original siempre que
quede garantizada su autenticidad, integridad y el cumplimiento de los
requisitos exigidos por las leyes procesales.
3. Las actuaciones orales y vistas grabadas y documentadas en
soporte digital no podrán transcribirse”
De igual forma, la Ley 18/2011, de 5 de julio, reguladora del uso de las
tecnologías de la información y la comunicaciópn en la Administración
de Justicia, en su artículo 1.2, dispone: “En la Administración de Justicia se
utilizarán las tecnologías de la información de acuerdo con lo
dispuesto en la presente Ley, asegurando el acceso, la autenticidad,
confidencialidad, integridad, disponibilidad, trazabilidad, conservación
e interoperabilidad de los datos, informaciones y servicios que
gestiones en el ejercicio de sus funciones”.
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Así pues, el uso de los medios informáticos no es potestativo o
discrecional para todos los integrantes de las oficinas judiciales, sino que
es obligatorio, en los términos que establezcan las respectivas leyes
procesales según los casos.
Ello resulta de lo establecido en el artículo 8 de la anterior Ley, que dice, “los
sistemas informáticos puestos al servicio de la Administración de Justicia serán
de uso obligatorio en el desarrollo de la actividad de los órganos y
oficinas judiciales y de las fiscalías por parte de todos los integrantes
de las mismas, conforme a los criterios e instrucciones e uso que dicten, en el
ámbito de sus competencias, el Consejo General del Poder Judicial, la Fiscalía
General del Estado y las Administraciones competentes, así como los protocolos
de actuación aprobados por los Secretarios de Gobierno”.
Por tanto, esta Ley resulta de aplicación directa a los textos rituarios, entre los
que, lógicamente, se incluye la Ley de Enjuiciamiento Criminal. De ello se
concluye, pues, que no sólo es que exista una posibilidad de utilización de
medios electrónicos para documentar las actuaciones, sino que existe una
auténtica obligación de usarlos, y un deber profesional del Letrado de la
Administración de Justicia de actuar como promotor de su utilización,
incumpliendo, pues, las mismas, si, pese a la disponibilidad de tales medios,
opta por no utilizarlos.
A ello no puede ser óbice la normativa contenida en la Ley de Enjuiciamiento
Criminal, pues, por un lado, la LOPJ también resulta, como es lógico, de
aplicación a la jurisdicción penal, y la Ley 18/2011 viene a corroborarlo
imponiendo como obligatorios tales medios. Frente a dicha normativa ninguna
fundamentación puede hallarse en la Ley de Enjuiciamiento Criminal que lo
impida, en los artículos que hacen referencia, a la redacción escrita de las
declaraciones de testigos e investigados, pues, además de ser lógica dicha
forma de documentación, atendida la fecha de redacción de tales preceptos, la
misma Ley de Enjuiciamiento Criminal ha empezado a recoger, como se ha
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puesto de manifiesto en el articulado de la misma, la grabación de
determinadas actuaciones por medios audiovisuales, y, en definitiva, la
obligación que impone, tanto la LOPJ, como la Ley 18/11, del uso de los medios
electrónicos
procedimiento
de
documentación,
penal,
por
derivar
resultan
de
ley
directamente
superior
y
aplicables
ley
al
posterior,
respectivamente.
Así pues, podemos dejar sentado que en el procedimiento penal es
perfectamente admisible y legal la documentación única de las actuaciones por
medios videográficos que recojan la imagen y el sonido de un determinado acto
procesal. Y dicha fórmula de documentación de las actuaciones debe
impulsarla, de manera decidida, el Letrado de la Administración de Justicia, que
se halla obligado al uso de todos los medios puestos a su alcance por las
nuevas tecnologías.
Pero no es ya tan sólo el hecho de que, legalmente, sea admisible. Es que
ningún planteamiento serio defendería una superior calidad de las declaraciones
transcritas por escrito, en la forma tradicional, sobre esas mismas declaraciones
recogidas en soporte apto para la grabación de imagen y sonido. Veamos
brevemente las ventajas que supone la grabación frente a la forma escrita
tradicional. En primer lugar, la grabación recoge de manera absolutamente
fidedigna, íntegra y completa la declaración. Eso no ocurre con la declaración
escrita. La ley prevé que el investigado pueda dictar por sí mismo la declaración
(lo que ya le privaría de la espontaneidad necesaria), pero eso no ocurre nunca.
La ley sigue diciendo que, en defecto de lo anterior, sea el Letrado de la
Administración de Justicia quién dicte el acta de declaración escrita. Con lo cual,
aún contando con la mejor de las voluntades, lo que recogerá dicha acta es la
interpretación que hace un tercero de lo manifestado por el declarante, y,
además, de una forma abreviada. En segundo lugar, la grabación no sólo
recoge íntegramente las palabras emitidas, sino algo igual de importante: los
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gestos,
la
entonación,
las
expresiones,
el
tono
de
voz.
Algo
que,
indudablemente, no puede recoger ninguna acta escrita. Y, en tercer lugar, la
grabación permite unas declaraciones testificales o de investigados mucho más
ágiles, vivas y espontáneas, al no tener que estar pendientes de cómo se
transcriben las palabras al acta, ni de unas posteriores exigencias de
rectificaciones al terminar. Y no requieren tampoco la presencia de un
funcionario (gestor, tramitador) dedicado a poner por escrito lo que le va
siendo dictado.
Así pues la tradicional acta escrita no ofrece, en cambio, una ventaja que, a
menudo es mantenida y defendida por quienes interesan la necesidad de
declaraciones escritas, o la imposibilidad de grabación de declaraciones. Y es
que, dicen quienes tal criterio sustentan, en caso de necesidad de acudir a
dicha prueba documental (por ejemplo, para cotejar las declaraciones de un
acusado con lo manifestado en fase de instrucción), la declaración es fácilmente
localizable. Basta indicar el folio de las actuaciones en que se recoge dicha
declaración, para poder proceder a su lectura, algo que, argumentan, no
sucede con la declaración grabada. Y eso no es así. En tal caso, basta con
indicar minuto y segundo de la grabación, y el resultado es inmediato, y, como
hemos dicho, la fiabilidad muy superior a la declaración escrita. Es cierto que el
cambio requiere adquirir nuevos hábitos, concretamente el de anotar los
momentos relevantes de una grabación (los medios técnicos permiten realizar
"marcas" en momentos concretos de una grabación para facilitar su posterior
localización), pero resulta un hábito tan recomendable como el de foliar las
actuaciones. Imaginemos la localización de una concreta declaración en un
voluminoso sumario con cientos de miles de folios transcritos.
Y tampoco sirve el argumento quienes señalan que la Ley de Enjuiciamiento
Criminal no prevé la posibilidad de grabación de las declaraciones en fase de
instrucción (salvo supuestos excepcionales, de menores, art. 433, o de pruebas
preconstituidas, art. 797.2. Incluso cabría contra argumentar que, en tales
supuestos, tampoco prevé expresamente la ley que se proceda a la
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transcripción de la declaración). En primer lugar, porque la LECRIM. no es un
compartimento estanco, aislado de cualquier otro referente legislativo, sino que
se halla incardinada en un ordenamiento jurídico, cuyas normas interactúan
entre sí, y adquieren y cobran sentido al armonizarse unas con otras, de forma
que la regulación legal del desarrollo del proceso penal no se agota, ni mucho
menos, con la referida ley, sino que es necesario tener presentes y aplicar un
buen número de normas legales que también afectan, de lleno, a dicho
desarrollo, la Ley orgánica del poder judicial, Ley de Enjuiciamiento civil, Ley
orgánica del tribunal del jurado, Código Penal, entre otras. Y, en segundo lugar,
si ese argumento fuera válido, con mucha más razón debería predicarse la
imposibilidad de acordar una actuación, como es la de la transcripción, no
recogida, en absoluto, no ya sólo en la Ley de Enjuiciamiento Criminal, sino en
ninguna otra ley procesal. Resulta curioso que se cuestione la grabación de
vistas y actuaciones, que sí cuenta con apoyo legal, y que, en cambio, se
defienda una actuación que no cuenta con base legal alguna.
Cualquier regreso o fomento de la transcripción de las actas y comparecencias
que se celebren ante los órganos judiciales, no sólo es contraria a la Ley, sino
que supone un quebranto de la incorporación de las nuevas tecnologías a la
Administración de Justicia.
Como ha declarado el Tribunal Supremo, en sus sentencias de 4 de Noviembre
de 2009 y 5 de Diciembre de 2012, “el soporte papel ha sido superado por las
nuevas tecnologías dela documentación e información. Cualquier sistema que
permita incorporar ideas, declaraciones, informes o datos susceptibles de ser
reproducios en su momento, suple con ventajas al tradicional documento
escrito, siempre que existan instrumentos técnicos que permitan acreditar la
fiabilidad y seguridad de los impresos en soporte margnético. Se trata de una
realidad social que el derecho no puede desconocer”.
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3. Acuerdo Secretario de Gobierno del TSJ Cataluñna, de fecha 18 de
abril de 2016, sobre la inserción de marcas en las grabaciones
audiovisuales.
Los medios de videograficos, hoy en día residenciados en Juzgados y Tribunales
de esta Comunidad Autónoma, son de última generación y ofrecen la garantia
que las grabaciones efectuadas por dichos sistemas permiten, rápidamente, la
localización precisa y en cualquier momento de la situación destacable que se
haya producido en el acto de la grabación. Sólo se precisa la inserción de las
oportunas marcas.
Este Secretario de Gobierno mediante acuerdo de 18 de abril de 2016, dispuso
lo siguiente:
“Que por parte de los Letrados de la Administración de Justicia se den
instrucciones concretas a los funcionarios del Cuerpo de Auxilio
Judicial, que asistan a las vistas y aquellas actuaciones judiciales que
se graben en soporte audiovisual con el sistema Arconte 2, con la
finalidad de que se inserten las marcas necesarias que hagan más
fácil la localización en la grabación del momento de intervención de
los participantes, así como, de aquellas otras incidencias que resulten
relevantes en la celebración de las mismas”.
Permítaseme, pues, la discrepancia con el Acuerdo de la Sala de Gobierno, en el
sentido que, como se ha apuntado, los sistemas actuales sí permiten la
localización y observación de los estadios puntuales que se marquen, y se
puede hacer con la rapidez e inmediatez requerida.
4. Pronunciamientos de otras Salas de Gobierno de los Tribunales
Superiores de Justicia.-
En sentido contrario al pronunciamiento de la Sala de Gobierno del Tribunal
Superior de Justicia de Cataluña, se han venido dictando acuerdos en diversas
Salas de Gobierno de los Tribunales Superiores de Justicia (en adelante TSJ) del
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territorio nacional, que están alejadas del acuerdo antes mencionado de este
Tribunal Superior.
A.- Así, lo inició la Sala de Gobierno del TSJ de Andalucía, en su acuerdo
248/2015, anterior a la regulación actual de la LOPJ (artículo 230), que en
apretada síntesis reflexionaba sobre la utilización obligatoria del uso de
los medios tecnológicos en el desarrollo de la actividad de los órganos y
oficinas judiciales y de las fiscalias (Ley 18/2011, de 5 de julio); la función
exclusiva de la documentación de las actuaciones judidciales por parte del
Letrado de la Administración de Justicia; el desdocumentar lo que ya estaba
documentado {grabación-transcripción} y como conclusiones acordaba:
a) reconocer la función exclusiva de documentación, a los Letrados de la
Administración de Justicia, de los actos procesales para su incorporación al
proceso;
b) que la Ley de Enjuiciamiento Criminal, en su artículo 385, no imponía
obligatoriamente la forma escrita en la documentación de las declaraciones y
que; por tanto, verificada la documentación digital, no era procedente la
transcripción de la misma, sin perjuicio de los supuestos de excepcionalidad.
B.- De forma mucho más contundente, la Sala de Gobierno del Tribunal
Superior de Justicia de Castilla León, en su Acuerdo de 14 de Octubre de
2015, dijo: “que no se podían compartir los argumentos de quiebra del derecho
fundamental a la tutela judicial efectiva, toda vez que la falta de documentación
escrita de las actuaciones plasmadas a traves de medios técnicos no tiene
porque impedir que las partes las hagan valer en el acto de juicio a los efectos
del artículo 714 LECRIM, pues los medios técnicos existentes en la actualidad
permiten reproducir la grabación de la testifical disconforme en el momento en
que se desee para que el testigo explique la razón de la contradicción...”
Y prosigue: “Así las cosas, y en consonancia con la previsión legislativa relativa
a la utilización de las nuevas tecnologías plasmada en el artículo 230 LOPJ, en
la que ya tendría difícil encaje la discutida pretensión (transcripción), sería harto
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discutible que el Juzgado –y quien por ley se encarga de las tareas de
documentación- tuviera la obligación de llevarla a cabo”.
En su fundamento cuarto razona lo siguiente: “Pero la reforma operada en la
LOPJ, por LO 7/2015, de 21 de julio viene a zanjar definitivamente el problema
al decir en el ordinal 3º del artículo 230 que las actuaciones orales y vistas
grabadas y documentadas en soporte digital no podrán transcribirse. Tal
precepto prohibitivo, corolario del propósito del legislador de eliminar el papel
en la Administración de Justicia en un futuro próximo, zanja, por otro lado, la
polémica doctrinal surgida en torno a la distinción entre juicio oral y otras
actuaciones con base en la cual podían llegar a caber otras interpretaciones y
hace decaer el argumentario desplegado por quienes se mostraban a favor de
la obligatoriedad de la transcripción.”
C.- Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana, que en
su Acuerdo de 27 de mayo de 2015, dice: “con el respeto que merece la
independencia y autonomía jurisdiccional, entiende esta Sala que verificada la
grabación cuya imagen y sonido es perfecta no es precisa la transcripción de la
grabación”.
D.- El Tribunal Superior de Justicia de la Región de Murcia, en su
acuerdo de 23 de noviembre de 2015, analizando un acuerdo no jurisdiccional
de las secciones penales de la Audiencia Provincial de Murcia, de 22 de julio de
2015. Éste acordaba que con independencia de como los juzgados de
instrucción decidieran documentar las diligencias de instrucción que practicaren,
si no se documentaban por escrito deberían ser transcritas antes de remitir la
causa al órgano de enjuiciamiento. A la vista de ello, la Sala de Gobierno,
adoptó el acuerdo en el sentido de que carecía de efecto jurídico alguno, tanto
respecto a los que lo realizan como de terceros, la Sala de Gobierno no puede
controlar su legalidad; toda vez que esos acuerdos, como dice el Tribunal
Supremo, no tienen mas que una finalidad de unificación de criterios y
coordinación de prácticas procesales, tratándose de un intercambio de
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posiciones interpretativas y que tales reuniones, no son susceptibles ni de
impugnación jurisdiccional, pues no es un acto judicial, ni tampoco
administrativo.
E.- Tribunal Superior de Justicia del País Vasco, en su Memoria Anual de
2014, presentada conforme el artículo 152, 1.9 LOPJ, en su folio 199, citaba
como mejora para el año 2015, “se debe incluir la introducción paulatina de
marcas en las grabaciones de vistas y declaraciones, con la finalidad de facilitar
su visualización a Jueces, Fiscales, Abogados, Procuradores y demás
intervinientes en el proceso. Se viene aumentando un incremento
exponencial
de
las
grabaciones
de
declaraciones,
vistas,
etc.
directamente o a través de la videoconferencia, lo que constituye
precisamente, una adecuada utilización de los medios tecnológicos a
disposición de la administación de justicia.
F.- Tribunal Superior de Justicia de Galicia, también en su Memoria Anual
de 2014, señalaba en la página 12, sobre “la dinamización y mejora de la
gestión organizativa y electrónica de la Administración de Justicia en Galicia. La
implantación del expediente digital...el año 2014 fuera el año del despegue
tecnológico de la Administración de Justicia en Galicia.
Prosigue en ese apartado: “Un procedimiento judicial electrónico no supone
simplemente la desaparición del papel en los Juzgados y Tribunales, sino un
cambio conceptual en la relación entre la Administración de Justicia y el
ciudadano y el profesional.
En idéntico tenor de modernización y para lograr una justicia del S-XXI se
pronunciaban los Tribunales Superiores de Justicia de Andalucia; la de Castilla
La Mancha y la Región de Murcia en sus memorias de 2014. En sus contenidos
se desprende una idea común y generalizada de ir en dirección al papel cero,
apostando dichas Salas porque esa consecuencia no fuera un futuro a medio
plazo, sino un compromiso de todos los operadores jurídicos, a corto plazo.
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5 . Otras leyes relacionadas.
La Ley 39/2015, de 1 de octubre, del procedimiento administrativo común de
las Administraciones Públicas, cuya entrada en vigor se producirá, en la
regulación de los medios electrónicos, el 2 de octubre de 2016, efectúa una
apuesta por lo que señala “una Administración sin papel basada en un
funcionamiento integramente electrónico” o “pleno funcionamiento electrónico.
Como también lo hace la Ley 40/2015, de 1 de octubre, de Régimen Jurídico
del Sector Público, que en sus artículos 38 y siguientes, y 155 y siguientes,
despliega sus efectos bajo la rúbrica “Funcionamiento electrónico del sector
público” y “Relaciones electrónicas entre Administraciones”.
Se han traido ambas normativas para comprobar la apuesta del legislador para
lograr que toda la Administración Pública actúe en formato electrónico, sin
papel. Así en el artículo 70.3 de la primera de las nombradas, y a la razón del
expediente administrativo electrónico, de esencial interés en el ámbito del
proceso contencioso administrativo, señala que la Administración “enviará” a los
órganos jurisdiccionales contenciosos el expediente en formato electrónico, con
las garantías de integridad e inmutabilidad del mismo.
Con estas referidas previsiones legales, la Administración de Justicia recibirá, en
formato electrónico todo el expediente administrativo.
Así pues, a la vista de todo lo relatado y con el firme compromiso de lograr una
justicia mas eficaz, moderna y acorde con la Ley, se llega a la siguiente
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6. Conclusión.
Atentido el acervo legal y doctrinal anteriormente expuesto, y en base a que los
Letrados de la Administración de Justicia, desempeñan sus funciones con
sujeción al principio de legalidad e imparcialidad en todo caso, al de
autonomía e independencia en el ejercicio de la fe pública judicial, así como al
de unidad de actuación y dependencia jerárquica, he de mostrar mi total
discrepancia con el Acuerdo de la Sala de Gobierno del Tribunal Superior de
Justicia de Cataluña, antes aludido, y lo es en cuanto a su exposición, contenido
y conclusión, por lo que cabe afirmar:
1) Es ajustada a la Ley la documentación de las declaraciones sumariales de
investigados, víctimas y testigos efectuados en soporte audiovisual.
2) La decisión de documentar las actuaciones en dicho soporte, compete al
Letrado de la Ädministrración de Justicia con sujeción al principio de
legalidad.
3) La documentación de las actuaciones grabadas en soporte digital no
precisan
su transcripción escrita. La transcripción es un añadido, no
sustentado en el principio de legalidad, que sustrae garantías al
justiciable y su utilización no fundamenta su procedencia jurídica. No
resulta ni relevante, ni necesario, ni pertinente.
4) Con las grabaciones por medios audiovisuales, no se quiebra el derecho
de defensa de ningún interviniente en los procesos, sino al contrario, ya
que se garantiza en su integridad las declaraciones de los investigados,
testigos e intervinientes del proceso, por cuando recogen con fidelidad
sus manifestaciones, sin estar sujetos a la imprecisa recogida de datos
por parte del dictante de la declaración.
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Barcelona, a veintiocho de Junio de dos mil dieciséis.
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