WITTKOWER: Sobre la arquitectura en la edad del humanismo. “Biblioteca de Arquitectura”. Barcelona: Gustavo Gili, 1979 (1974-79), p. 15-18: R. «En la obra de Bernini es relativamente fácil detectar conceptos palladianos; por ello limitaré mis comentarios principalmente a la exploración de la influencia de Palladio sobre la arquitectura de Bernini. En una visión superficial tal vez resulte paragógico que el más grande maestro del Barroco romano se hubiese inspirado en el padre del clasicismo europeo en arquitectura. Admitamos al menos que las barreras terminológicas levantadas por los historiadores del arte nos alejan a menudo del descubrimiento de la verdad. De hecho, creo y espero demostrar que en Bernini no hubo influencia individual más poderosa que la de Palladio. Sin embargo, no puedo citar ni al propio Bernini ni a ningún contemporáneo suyo en apoyo de esta opinión mía. Los biógrafos contemporáneos de Bernini, Baldinucci y Domenico Bernini, no mencionan a Palladio; tampoco lo hace el diario del señor de Chanteou, principal fuente para el conocimiento de las opiniones de Bernini sobre muchos artistas, donde no se menciona para nada a Palladio. Pero el silencio de las fuentes no puede negar la evidencia visual. Añadiré finalmente que, hasta donde sabemos, Bernini nunca visitó Venecia ni Vicenza. »Con todo tenía que conocer bastante bien la obra de Palladio a través de los Quattro Libri [Quattro Libri dell’Architettura. Venècia: Dominico de’Franceschi, 1570]. Yo creo, además, que conocía la edición del Vitruvius de Barbaro [Venècia: Francesco Marcolini, 1556] con las ilustraciones de Palladio y también edificios como el Teatro Olímpico y las iglesias venecianas de Palladio, estructuras que eran conocidas en toda Italia a través de dibujos. Recordemos asimismo que Bernini estaba creando sus juvenilia en el momento en que murió Scamozzi (1616). El anciano Scamozzi disfrutaba de una indiscutida reputación internacional y proporcionaba un enlace directo entre Palladio y la generación de Bernini. »Los edificios de Bernini demostrarán que lo que acabo de decir no son meras hipótesis. La curvatura del auditorio elíptico del Teatro Olímpico, con su columnata, es única entre los edificios teatrales italianos. Rematada por una balaustrada salpicada de estatuas, produce la sensación de estar al cielo abierto (como los teatros de la antigüedad). Los brazos semicirculares de las columnas de Bernini en la Piazza de San Pietro vienen inmediatamente a nuestra memoria. También ellos terminan con una balaustrada y un anillo de estatuas cuya silueta se recorta contra el cielo. [...] Y no es que yo desee derribar el diseño de la piazza del Teatro Olímpico, pero es razonable sugerir que el diseño del teatro y especialmente el del Teatro Olímpico tuvieron cierta influencia formativa sobre la evolución del pensamiento de Bernini. Durante toda su vida Bernini estuvo muy cerca del teatro como dramaturgo, constructor, escenógrafo, ingeniero y actor. Y al proyectar la Piazza de San Pietro, el teatro nunca estuvo lejos de sus pensamientos. De la misma manera que el teatro vitruviano con sus implicaciones universales, fue creado en el Teatro Olímpico, la Piazza Oblicua fue concebida como como un “verum teatrum mundi” pues, como decía el mismo Bernini, las columnatas, símbolos de los brazos de la iglesia que todo lo abarca “acogen a los católicos para reforzar sus creencias, a los herejes para devolverlos a la Iglesia y a los infieles para iluminarlos con la auténtica fe”. De esta manera la Piazza Oblicua se nos presenta como un auditorio para todo el mundo. »No necesito insistir en el hecho de que en toda Italia no hay diseño más complejo que la Piazza di San Pietro de Bernini. A través de un lento proceso de desarrollo que dura alrededor de un año, desde el verano de 1656 al de 1657, se abrió camino hacia la solución de toda una serie de problemas – topográficos, litúrgicos y arquitectónicos– y llegó finalmente a la creación ingeniosa y revolucionaria, la columnata exenta. Desde la Antigüedad no se había construido ninguna columnata así. Pero era Palladio el que había preparado el camino con sus reconstrucciones del Templo de la Fortuna en Praeneste y el Templo de Hercules Victor en Tívoli. La incomparable grandeza del proyecto de Praeneste impresionó profundamente la imaginación de todos los arquitectos de los siglos XVI y XVII. Muchos propusieron reconstrucciones a su vez, Pietro da Cortona, en un diseño hecho en 1636 pero no publicado hasta 1655, incluía una columna autoestable, probablemente sabiendo que Palladio lo había hecho antes que él. Hacia 1645, Cortona dibujó los planos de un teatro en los Jardínes Boboli, que se levantarían sobre terrazas de columnas, en el eje del Palazzo Pitti. Aunque este proyecto nunca llegó a realizarse, lo cierto era que la columnata autoestable, esencialmente igual a como la había concebido Palladio, aparecía aquí al menos diez años antes que la Piazza di San Pietro. La idea estaba en el aire desde la reconstrucción de Palladio. No podemos saber de momento si esta idea llegó a Bernini directamente desde Palladio o indirectamente a través de Cortona. »Los dos brazos de la Piazza están construidos de manera que los radios de cada semicírculo pasan por los centros de las columnas, colocadas de cuatro en fondo. De esta manera, desde el centro de cada brazo, que está marcado en el suelo de la Piazza, la sensación de profundidad de las columnatas es sustituida por la ilusión de una sola fila de columnas. Pocas personas se han percatado de que Bernini, para que funcionase esta ilusión, tuvo que inventar heterodoxas combinaciones de pilares, y de pilares con columna, para el centro y el final de cada brazo. Lo que parece ser la primera elaboración de esta insólita idea sobrevive en un rápido boceto de Bernini que se conserva en la Bibliothèque Nationale de París. Ahora bien, combinaciones igualmente heterodoxas de columnas y pilares se dan también en la obra de Palladio. Recuerdo, por ejemplo, la extraña conjunción de dos columnas en el pórtico del Palazzo Chiericati, o de dos pilares en el extremo de los cuadrantes de la Villa Badoer en Fratta Polesine. Es cierto que ninguna de estas combinaciones de los edificios de Palladio son idénticas a las utilizadas por Bernini, pero es igualmente cierto que Palladio había establecido el principio de la libre combinación de elementos clásicos y resulta al menos verosímil que Bernini tomase esta clave de los Quattro Libri.»