Dolor torácico: ¿es siempre de origen coronario?

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Capítulo 31
Dolor torácico: ¿es siempre
de origen coronario?
Dr. Manuel Díaz-Rubio
Médico especialista en Medicina Interna y Aparato Digestivo. Jefe del Servicio de Aparato Digestivo
del Hospital Clínico San Carlos, Madrid. Catedrático de Medicina de la Facultad de Medicina
de la Universidad Complutense de Madrid
Introducción al dolor torácico
Cuando alguien padece un dolor en el tórax, se piensa
generalmente que su origen puede estar vinculado a
alguna dolencia cardíaca. El dolor torácico es un síntoma
muy frecuente, sobre todo en la población mayor de 40-45
años. Si además es agudo y relevante, produce una alarma
inmediata en quien lo sufre ante el temor de que pueda ser
de origen cardíaco.
Como norma general, ante un dolor en el tórax o
dolor precordial, con determinadas características acompañantes (perfectamente descritas en otros capítulos de
este libro), debe pensarse en su posible origen coronario
y acudir a un centro médico, donde el paciente sea correctamente evaluado y el médico pueda cerciorarse de su
origen. Es, por tanto, muy importante dejar claro que ante
una situación de esta naturaleza se debe acudir inmediatamente al servicio de urgencias de un hospital.
En las últimas décadas se han llevado a cabo multitud de estudios epidemiológicos en los países anglosajones que ponen de manifiesto que hasta un tercio de
la población mayor de 40 años refiere episodios de dolor
agudo torácico. Los estudios existentes en España indican
que esta frecuencia es menor y se cifra en un 12%. Es interesante saber que cuando un paciente acude a urgencias
de un centro médico y los facultativos tienen alguna duda
sobre el origen del dolor, el enfermo es sometido muy frecuentemente a diversas pruebas, incluida la coronariografía,
que permite ver las arterias coronarias que irrigan el corazón, y mediante la cual, en el caso de una angina de pecho
o de un infarto de miocardio, pueden observarse estenosis
(estrecheces) u obstrucciones.
Los estudios médicos más recientes han puesto de
manifiesto que el 10-30% de los pacientes con síntomas
compatibles con la enfermedad de los vasos coronarios
presenta un estudio angiográfico (coronariografía) absolutamente normal. Este hecho tiene una gran importancia
porque ha llevado a los médicos a estudiar la posibilidad
de que otras causas originen un dolor que pueda ser confundido con el coronario, como otras patologías cardíacas,
que también las hay.
Hoy se sabe que hasta la mitad de los pacientes
con dolor torácico y arterias coronarias normales presenta una alteración esofágica (trastornos de la motilidad, reflujo gastroesofágico, hipersensibilidad esofágica,
etc.), y que su tratamiento puede conseguir que ese dolor
no cardíaco desaparezca. En algunos pacientes con dolor
torácico recidivante o recurrente pueden constatarse
causas de índole psicológica, que a menudo responden
igual de bien a la terapéutica prescrita. La prevalencia
de este tipo de trastornos vinculados al dolor torácico es
variable, y depende de los criterios diagnósticos utilizados. Se ha observado que una valoración rigurosa pone
de manifiesto la presencia, en muchos casos, de ansiedad, depresión, trastornos de somatización, hipocondría
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libro de la salud cardiovascular
Tabla 1. Algunas denominaciones históricas del
dolor torácico de causa desconocida
Angina relacionada con la ingesta
Corazón del soldado
Corazón irritable
Neurosis cardíaca
Alteración de la inervación cardíaca
Ansiedad aguda o crónica
Personalidad psicopática
Depresión, histeria
Astenia neurocirculatoria
Síndrome de Da Costa
Dolor torácico de origen inexplicado
Dolor torácico de etiología desconocida
Dolor torácico de origen indeterminado
Angina microvascular
Dolor torácico funcional
o simplemente una fobia cardíaca (miedo a padecer
un problema del corazón). La orientación por parte del
médico a estos pacientes resulta compleja, ya que debe
tenerse siempre presente otro tipo de enfermedades cardiológicas, mulculoesqueléticas, pulmonares, mediastínicas o neurológicas.
El dolor torácico de origen no coronario y de carácter funcional ha sido reconocido a lo largo de la historia
y ha recibido multitud de nombres (véase la tabla 1). Este
tipo de dolor a veces no puede vincularse con ninguna
patología orgánica y en otras ocasiones ha sido relacionado con diversas situaciones clínicas.
está mediada por los mismos nervios. El dolor agudo del
tórax no coronario puede acompañarse de otras manifestaciones, algunas de las cuales son claves para que el
médico distinga una causa de otra. Es muy importante,
tanto en las causas cardíacas como en las no cardíacas, ver
la localización, la irradiación, la duración del dolor y si desaparece o se acentúa de alguna manera.
El dolor crónico del tórax tiene otra dimensión.
Siempre habrá que descartar el origen coronario (angina o
infarto), pero es importante saber que existen multitud de
enfermedades capaces de producirlo. Este dolor crónico
puede ser de índole muy variada: diario, de varios días a
la semana, de carácter difuso, delimitado, constrictivo o
no, y puede acentuarse con los movimientos, la postura, la
comida o en cualquier otra situación.
Las causas de los dolores de tórax
Existen multitud de causas capaces de originar dolor torá­
cico con diferentes formas de presentación, pero todas
tienen un núcleo común: preocupan profundamente al
paciente, que piensa que su dolor se debe a una enfermedad
Figura 1. Localización del dolor torácico
de diferentes orígenes
Dolor isquémico
Dolor esofágico
Dolor pericárdico
Disección aórtica
Embolismo pulmonar
Dolor mediastínico
Dolor hombro-periartritis
Dolor musculoesquelético
Costocondritis
Dolor isquémico
Dolor artrósico cervical
Dolor psicógeno
Tipos de dolor de tórax
No todos los dolores del tórax son iguales ni se manifiestan de la misma forma. En un principio hay que
saber distinguir el dolor de tipo agudo del dolor crónico.
Ambos pueden deberse a multitud de causas, incluidas
las cardíacas.
El dolor agudo surge de forma inopinada, y ha sido
muy bien descrito en otros capítulos cuando se trata de
patología cardíaca. En otras enfermedades no cardíacas
puede resultar a veces exactamente igual e inducir confusión. Ello ocurre, sobre todo, en algunas enfermedades del
esófago, en las que el paciente presenta un dolor agudo
con características a menudo superponibles al dolor coronario, y con una localización y una irradiación similares.
Esto se debe a que la inervación del corazón y del esófago
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Dolor y distensión
del hígado
Dolor de las vías biliares
Dolor pleural-neumonía
Miositis
Embolia pulmonar
Herpes zóster
Ulcus gastroduodenal
Dolor esofágico
Dolor isquémico
Dolor pancreático
Dolor de las vías biliares
Dolor pleurodiafragmático
Dolor pleuropulmonar
Neumonía
Dolor de la
pared torácica
Dolor isquémico
Embolia pulmonar
Dolor psicógeno
Dolor torácico: ¿es siempre de origen coronario?
cardíaca (no hay que olvidar que el dolor en el pecho o precordial está vinculado culturalmente al corazón).
Las causas más frecuentes de dolor torácico, con
independencia de las de origen cardiovascular, son las
siguientes:
• Causas pulmonares: entre ellas destacan las pleuritis, el neumotórax, las traqueobronquitis y algunas neumonías. Evidentemente, el dolor en estas
situaciones dista mucho de parecerse al de origen
coronario, pues su localización no es retroesternal, salvo en algunos casos de traqueobronquitis.
• Causas mediastínicas: los procesos mediastínicos,
como las mediastinitis y el enfisema mediastínico,
pueden producir dolor torácico y retroesternal. Éste
suele prolongarse durante horas, generalmente no
presenta irradiación y se acompaña de otros síntomas que hacen fácil el diagnóstico diferencial.
• Alteraciones musculoesqueléticas: entre ellas destacan las roturas musculares, las distensiones y sobrecargas musculares y la neuritis intercostal. En todas
estas situaciones, una exploración médica y un interrogatorio correctos facilitan el diagnóstico en todos
los casos. Los síntomas, además, son muy manifiestos en una región determinada del tórax y en nada
se parecen a los de la enfermedad coronaria (angina
de pecho, infarto de miocardio, muerte súbita).
• Causas osteoarticulares: entre ellas se contemplan
las osteoartritis de la columna cervical y de la
columna dorsal, y el síndrome de Tietze (costocondritis en la cual aparece dolor en las articulaciones de las costillas y el esternón). Las articulaciones afectadas suelen ser la segunda, la tercera,
la cuarta e incluso la quinta. En estos casos de
síndrome de Tietze, el dolor se refleja en la parte
anterior del tórax, pero una exploración pormenorizada permitirá al médico realizar un rápido
diagnóstico diferencial.
• Causas psicógenas: las más frecuentes son la ansiedad, la depresión y el estrés. En otro capítulo se
realiza un análisis detenido de estas patologías.
• Causas digestivas: entre ellas destacan las enfermedades esofágicas, la dispepsia funcional, la
úlcera gastroduodenal, la litiasis biliar y la pancreatitis. Todas pueden originar dolor en alguna
parte del tórax, pero se acompañan de otros síntomas que en general hacen fácil el diagnóstico.
Tan sólo las enfermedades esofágicas pueden
generar cuadros clínicos muy similares a los coronarios (véase la tabla 2).
El dolor de origen esofágico se puede parecer (e
incluso confundir) al de origen coronario debido a que el
corazón comparte con el esófago las fibras sensitivas de los
mismos segmentos de la médula espinal. El plexo cardíaco
nace de los nervios vagos y los troncos simpáticos. Por ello,
el dolor de origen esofágico, que se caracteriza básicamente
por localizarse en el centro del tórax, por su carácter constrictivo, por su duración de varios minutos y que incluso
puede ser inducido por el esfuerzo, puede dar lugar a confusiones diagnósticas con el dolor relacionado con la isquemia
miocárdica (angina e infarto). Como consecuencia de ello,
la realidad clínica es que la mayoría de los pacientes con
dolor torácico y patología esofágica han sido inicialmente
evaluados por cardiólogos. Algunos estudios han puesto
de manifiesto que hasta el 50% de los pacientes admitidos
en unidades de cuidados intensivos por dolor torácico no
Tabla 2. Causas esofágicas de dolor torácico
Por efecto mecánico:
Trastornos de la motilidad esofágica:
• Acalasia
• Espasmo esofágico difuso
• Peristalsis sintomática (esófago en cascanueces)
• Espasmo esofágico segmentario
• Hipertensión del esfínter esofágico inferior
• Contracciones esofágicas de duración prolongada
Por efecto químico:
Reflujo gastroesofágico
Por efecto mixto
Por hipersensibilidad esofágica
Esófago y cardiopatía isquémica:
Alteraciones esofágicas en pacientes con cardiopatía
isquémica con arterias coronarias patológicas
Alteraciones esofágicas en pacientes con cardiopatía isquémica con arterias coronarias normales. Angina microvascular.
Esófago y trastornos psiquiátricos
Por otras causas:
Infecciones esofágicas (bacteriana, vírica, fúngica)
Enfermedades sistémicas (enfermedad de Crohn, sarcoidois)
Tumores esofágicos
Secundario a cirugía, quimioterapia o radioterapia
Isquemia esofágica
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libro de la salud cardiovascular
Ante un dolor en el tórax o dolor precordial debe acudirse de inmediato
a un centro médico.
presentaban alteraciones significativas en las pruebas cardiológicas realizadas, incluida la coronariografía. La posibilidad de que este dolor sea debido a alteraciones esofágicas
ha sido intuida y señalada por diversos autores.
Una de las primeras aportaciones clínicas que relaciona el dolor torácico con el esófago se debe al famoso
médico canadiense William Osler, quien, a finales del siglo
xix, en su libro Principios y práctica de la medicina, describe
el esofagismo o los espasmos del esófago en relación con
disturbios emocionales. Su descripción original dice: «La
estructura espástica del esófago se pone de manifiesto en
pacientes histéricos o hipocondríacos. La forma idiopática
o de origen desconocido se presenta en mujeres con un
marcado hábito neurótico. El ataque aparece bruscamente
y se asocia a disturbios emocionales y a dolor subesternal».
Aportaciones posteriores de otros muchos autores confirman las observaciones clínicas de Osler, pero no aportan
datos nuevos. Hasta los años sesenta del siglo xx, coincidiendo con la introducción de primitivos equipos que
estudiaban la motilidad esofágica, no empezaría a considerarse científicamente la relación clínica entre el dolor
torácico y las alteraciones esofágicas.
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De todas las posibles causas esofágicas capaces de
producir dolor torácico, hasta hace 20-25 años, únicamente
se consideraban la acalasia y el espasmo difuso esofágico.
Sin embargo, a partir de la introducción en la clínica de
los estudios de motilidad y pHmetría esofágica, el mejor
conocimiento, a la luz de estas exploraciones, de los diferentes trastornos de la motilidad esofágica (y la posibilidad
de manejar agentes provocadores del dolor) ha abierto la
posibilidad de conocer mejor estas causas y profundizar en
ellas. Se sabe de la existencia en el esófago de diferentes
receptores (termorreceptores, mecanorreceptores y quimiorreceptores) que desempeñan una importante función
en la génesis del dolor torácico de origen esofágico. Gracias
a todo ello, y a otros aspectos más básicos y complejos, hoy
se pueden identificar diversas causas esofágicas de dolor
torácico a partir del llamado efecto mecánico. Dentro de
ellas, además de la acalasia y el espasmo difuso esofágico, se
encuentran otras, como la peristalsis sintomática o esófago
en cascanueces, el espasmo esofágico segmentario, la acalasia vigorosa, la hipertensión del esfínter esofágico inferior
y las contracciones esofágicas de duración prolongada. Otro
gran grupo, de gran relevancia clínica por su elevada frecuencia, estaría constituido por aquellas situaciones en las
cuales lo fundamental es el efecto químico, como sucede en
el caso del reflujo gastroesofágico. En otros, la causa puede
ser mixta, y se observan de manera concomitante un trastorno motor y reflujo gastroesofágico. Por último, un grupo
en el cual se encuadra el esófago irritable, proceso en el que
destaca como fundamental la hipersensibilidad esofágica.
Además de lo anterior, hay que considerar a un conjunto de pacientes con otras patologías esofágicas menos
frecuentes e incluso raras (isquemia esofágica, infecciones,
tumores, etc.), así como diversos trastornos más complejos, en los que existe una respuesta anómala de la microcirculación cardíaca en presencia de trastornos esofágicos, o
bien la combinación de alteraciones esofágicas asociadas
a trastornos psiquiátricos.
Hoy se acepta que, de todos los trastornos referidos
en la tabla 2, los que más frecuentemente producen dolor
torácico con características muy similares al dolor de la
isquemia coronaria (angina e infarto) son los de la motilidad
esofágica, la enfermedad por reflujo gastroesofágico o las
formas mixtas. Conviene advertir que los trastornos motores
esofágicos responden terapéuticamente a los nitritos o a los
bloqueantes de los canales del calcio, algo que siembra más
confusión, pues se trata de fármacos que también alivian el
dolor de origen coronario. Por el contrario, en el caso de la
Dolor torácico: ¿es siempre de origen coronario?
Figura 2. Conexión nerviosa entre el corazón
y el esófago
Nervio
vago
derecho
Nervio
Plexo
vago
izquierdo esofágico
Espasmo esofágico difuso
Plexo cardíaco
Vena
cava
superior
Nervio
cardíaco
simpático
torácico
motores, la frecuencia de dolor torácico debida a acalasia
se sitúa en el 2-10%, según las diferentes series publicadas.
Ventrículo derecho
Diafragma
Aurícula
derecha
Tronco
simpático
Esfínter esofágico distal
Vena cava Estómago
inferior
El corazón comparte con otros órganos, sobre todo con el esófago,
las mismas fibras sensitivas y los mismos segmentos de la médula
espinal. El plexo cardíaco nace de los nervios vagos y los troncos
simpáticos. Por ello, el dolor torácico de origen esofágico, localizado
en el centro del tórax, de carácter constrictivo, con una duración de
varios minutos e incluso inducido por el esfuerzo, puede originar
confusiones diagnósticas con el dolor torácico relacionado con la
isquemia miocárdica.
Fuente: R. W. McCallum. Hospital Practice 6 (1988): 43-54.
El espasmo esofágico difuso es un trastorno caracterizado
por la afectación de los dos tercios inferiores del cuerpo
esofágico, en el que aparecen tras la deglución contracciones repetidas de carácter no propulsivo. Su etiología u
origen es desconocido, aunque puede surgir secundariamente a una neuropatía periférica, una obstrucción del
cardias o por reflujo gastroesofágico. El diagnóstico se realiza también mediante manometría esofágica.
La frecuencia del espasmo esofágico difuso es
menor que la de la acalasia y se presenta generalmente por
encima de los 50 años sin distinción de sexos. La frecuencia del dolor torácico debida al espasmo esofágico difuso
se establece, en la mayoría de los estudios, en el 5-8% de
todos los trastornos motores.
Esófago en cascanueces
enfermedad por reflujo gastroesofágico, la buena y rápida
respuesta al tratamiento farmacológico con antisecretores facilita el diagnóstico. A continuación, se va a hacer un
repaso somero de estas enfermedades.
El conocimiento de esta entidad, el esófago en cascanueces
o peristalsis sintomática, se debe a los avances tecnológicos
en el estudio de los pacientes esofágicos. Caracterizada por
la existencia de ondas peristálticas (movimientos) de gran
amplitud y duración, es una de las causas más frecuentes
de dolor torácico de origen esofágico. El diagnóstico se
realiza igualmente mediante manometría esofágica.
Se trata de una patología poco habitual que produce
dolor torácico en aproximadamente el 48-50% de los casos.
Acalasia
Esfínter esofágico inferior hipertenso
La acalasia es un trastorno motor caracterizado por una
falta de relajación del esfínter esofágico inferior, así como
por la ausencia de peristaltismo (movimientos) esofágico.
La razón íntima no es bien conocida y se acepta que se
trata de un trastorno neuromuscular de causa desconocida. El origen del proceso se relaciona con la posibilidad
de que se trate de una enfermedad degenerativa o que
pudiera estar involucrado algún agente infeccioso en un
paciente con una respuesta inmune anómala. La alteración fundamental se produce en el ámbito de las células
ganglionares argentafines, que pueden estar ausentes
o muy reducidas. El diagnóstico se realiza mediante la
prueba conocida como manometría esofágica.
La acalasia se presenta preferentemente entre
los 30-50 años, y su frecuencia se calcula entre 4-6 casos
por 1.000.000 de habitantes. En el grupo de trastornos
El esfínter esofágico inferior hipertenso es también un trastorno nacido de la mano de la introducción de la manometría esofágica en la clínica. No es muy frecuente, y en la
mitad de los afectados se pueden observar concomitantemente datos manométricos del esófago en cascanueces.
Tampoco es raro que presente dolor retroesternal. El diagnóstico se realiza mediante manometría esofágica.
Reflujo gastroesofágico
El reflujo gastroesofágico, incluyendo la esofagitis por
reflujo, es sin duda la causa más frecuente de dolor torácico de origen esofágico. Su correcta identificación tiene
gran importancia, pues la práctica totalidad de estos
pacientes responde muy bien al tratamiento con antisecretores. En estos casos, el dolor está relacionado con
la estimulación de los quimiorreceptores de la mucosa
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libro de la salud cardiovascular
esofágica, fundamentalmente por el ácido. Los modernos
métodos de exploración, sobre todo la pHmetría ambulatoria de larga duración, concretamente de 24 horas, han
permitido un buen conocimiento de estos pacientes y han
posibilitado una correcta relación entre las crisis de dolor
torácico y la presencia de episodios patológicos de reflujo.
El diagnóstico de reflujo gastroesofágico se estima
que se realiza, según diversas series, en el 40% de los
pacientes con dolor torácico que tienen sus arterias coronarias normales. El reflujo gastroesofágico es, pues, la
causa más común e identificable de dolor torácico, además
de la enfermedad coronaria. El problema fundamental que
se plantea en estos pacientes es el poder asegurar que el
dolor torácico obedece a reflujo gastroesofágico y que éste
no es simplemente un hallazgo más. Esto se debe a que, a
pesar de que la pHmetría de 24 horas demuestra que existe
reflujo patológico, no en todos los pacientes los episodios
de reflujo se acompañan de dolor. Por lo general, la coincidencia de reflujo y dolor mediante estas investigaciones
se observa en la mitad de los casos; puede por tanto asegurarse en ellos la naturaleza del dolor. En el dolor torácico
por reflujo gastroesofágico el tratamiento con fármacos
inhibidores de la bomba de protones en una dosis doble
es un buen proceder, puesto que el dolor desaparece en
todos los casos de este origen.
Dolor torácico de origen esofágico por efecto mixto
En muchos pacientes la causa del dolor torácico es la
coexistencia de reflujo gastroesofágico y trastornos motores. En general, en presencia del primero son frecuentes
determinadas alteraciones manométricas. Aunque unas
son de poca importancia, otras son de tal magnitud que
pueden justificar el dolor. La experiencia ha demostrado
que cuando se trata el reflujo gastroesofágico con fármacos, desaparecen o mejoran las alteraciones motoras y se
observa una mejor respuesta clínica.
Hipersensibilidad esofágica
En un grupo de pacientes que presentan dolor torácico y
en los que se descartan otras causas, tan sólo se observa
la existencia de reflujo gastroesofágico, y en ocasiones de
grado pequeño. Bastantes estudios científicos han demostrado cómo en muchos de estos casos el dolor se debe a
que la mucosa esofágica tiene una gran hipersensibilidad,
y a que el contacto con el ácido proveniente del estómago
puede desencadenarlo. Esto queda corroborado por algunas pruebas, como la instilación de ácido en el esófago,
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con la que se demuestra el desencadenamiento de dolor con
iguales características a las que el paciente refiere en su
historia clínica.
Esófago y cardiopatía isquémica
A veces la causa del dolor es más compleja y en un mismo
paciente pueden coincidir más de una causa; no es raro
que bastantes pacientes con enfermedad coronaria presenten además algún tipo de patología esofágica, generalmente reflujo gastroesofágico. Por ello deben atenderse
especialmente dos situaciones muy específicas: aquellas
en las que existen alteraciones esofágicas en pacientes con
cardiopatía isquémica (angina e infarto) con arterias coronarias enfermas, y aquellas en las que se constatan alteraciones esofágicas en pacientes con cardiopatía isquémica
con arterias coronarias normales (en muchos de éstos la
causa es una angina microvascular).
Esófago y trastornos psiquiátricos
En otro capítulo de este libro se repasan las causas psiquiátricas del dolor torácico. Es necesario aclarar que en
muchos pacientes existe una intrincación de causas esofágicas y psiquiátricas. No es rara la existencia de pacientes
que, además de una enfermedad por reflujo gastroesofágico o un trastorno motor determinado, presentan también un cuadro de depresión o, lo que es más frecuente,
un estado de ansiedad. En estas situaciones, la colaboración con el psiquiatra debe ser muy estrecha, ya que de
ésta depende el éxito diagnóstico. No obstante, cuando
el cuadro que predomina es el esofágico, los síntomas de
ansiedad pueden ser secundarios a la presencia de dolor.
La desaparición de éste con el tratamiento para el reflujo
hace también mejorar de forma manifiesta la ansiedad.
Consultas más frecuentes
¿El dolor torácico es habitual en los pacientes con reflujo
gastroesofágico?
Es bastante más habitual de lo que se cree. El esófago está inervado
por los mismos nervios que el corazón, de ahí que, cuando se origina
dolor torácico, éste tiene unas características muy similares al dolor
de origen cardíaco. El dolor torácico puede deberse a la estimulación de los quimiorreceptores o de los mecanorreceptores que existen en el esófago. Los primeros son sensibles al ácido, y los segundos
responden ante un trastorno motor esofágico secundario a la existencia de reflujo. No es extraño que pacientes con enfermedad por
reflujo gastroesofágico presenten además patología coronaria, lo
que dificulta no sólo el diagnóstico, sino también el tratamiento.
Dolor torácico: ¿es siempre de origen coronario?
Si se presenta dolor torácico, ¿hay que acudir al cardiólogo y
al especialista en aparato digestivo?
Ante todo dolor torácico de carácter agudo se debe acudir al servicio
de urgencias de un hospital. La primera causa de dolor torácico que
hay que descartar es la cardíaca, ya que, además de ser la más grave,
puede afectar a la vida. Una vez que el paciente ha sido evaluado en
urgencias por un cardiólogo, si éste descarta una enfermedad cardíaca y recoge en la historia clínica que padece reflujo gastroesofágico, lo referirá al especialista en aparato digestivo. En ocasiones, el
paciente que sabe que tiene reflujo, el cual le origina a veces dolor
torácico, presenta un dolor agudo con características que él mismo
reconoce como diferente. En estos casos no hay que confiarse en que
ese dolor responde al reflujo y debe acudirse a urgencias. Cuando el
paciente con reflujo se encuentra bajo tratamiento médico, y éste es
el adecuado, es muy raro que presente episodios de dolor torácico,
por lo que habrá que pensar, si es que aparece, en otra causa.
Glosario
Acalasia: trastorno esofágico caracterizado por una falta de relajación del esfínter esofágico inferior.
Células ganglionares argentafines: células endocrinas presentes en el tracto gastrointestinal.
Costocondritis: inflamación de la articulación entre las costillas
y el esternón.
Dispepsia funcional: trastorno gastrointestinal caracterizado
por un trastorno de la función que presenta síntomas propios de
indigestión.
Enfisema mediastínico: presencia de aire en el mediastino.
Esfínter esofágico inferior: zona que une el esófago con el estómago. No es un esfínter anatómico, sino fisiológico.
¿Tiene alguna característica especial el dolor torácico producido por espasmo esofágico?
El dolor producido por espasmo esofágico puede ser en todo igual
al presentado por los pacientes con patología coronaria. Tiene
además la dificultad diagnóstica de que se calma con los mismos
fármacos (nitritos, nifedipina, etc.) que se utilizan en la angina de
pecho y el infarto. Por tanto, en estos casos, el paciente, aunque
sepa que padece una enfermedad del esófago, debe acudir a un
centro médico para que se le realicen las pruebas necesarias para
establecer el diagnóstico diferencial. Un simple electrocardiograma y determinadas enzimas o valores mediante un análisis de
sangre son suficientes para distinguir ambos procesos.
Esófago en cascanueces: trastorno esofágico caracterizado por
la aparición de ondas peristálticas de gran amplitud y duración.
¿Puede un paciente distinguir en su propia casa un dolor
torácico de origen digestivo de uno de origen coronario?
Puede intuirlo, pero nada más. En muchas ocasiones son tan
similares que no debe quedar su interpretación en manos del
paciente, sino que tiene que ser el médico quien realice las
preguntas y exploraciones que considere pertinentes para su
diagnóstico. Desde el punto de vista puramente clínico, resulta
muchas veces indistinguible, incluso para el propio médico. Por
ello lo más razonable siempre es la realización de determinadas
pruebas. El paciente no debe, pues, arriesgarse a un diagnóstico
personal de su dolor torácico a partir de sus antecedentes, sino
que tiene que acudir a urgencias para que éste sea confirmado o
descartado por el médico.
Mecanorreceptores: receptores sensoriales existentes en el esófago que traducen información de tipo mecánico (espasmos, roce
de alimentos, etc.).
Si se padece reflujo gastroesofágico y se tiene un dolor torácico diferente al sentido en otras ocasiones por esta causa,
¿cómo debe actuarse?
Sin duda, debe acudirse inmediatamente a un servicio de urgencias de un hospital. Ya de por sí es raro que un paciente con dolor
torácico debido a reflujo gastroesofágico presente síntomas de
esta naturaleza si está bien tratado, de forma que si el cumplimiento terapéutico es correcto, puede que el dolor obedezca a
otra causa. Por otra parte, hay que tener presente que un paciente
con reflujo puede en un momento de su vida desarrollar otra
enfermedad, como la coronaria (angina e infarto).
Espasmo esofágico difuso: trastorno esofágico caracterizado
por la aparición tras la deglución de contracciones esofágicas
repetitivas de carácter no propulsivo.
Hipersensibilidad esofágica: forma anómala de reaccionar de la
mucosa esofágica a diferentes estímulos.
Manometría esofágica: técnica que permite medir los cambios
de presión en el interior del esófago mediante la introducción de
una sonda portadora de un electrodo sensible a la presión.
Mediastinitis: inflamación del mediastino.
Mediastino: espacio central que divide el pecho o tórax en dos
partes laterales.
Neumotórax: presencia de aire en el espacio pleural.
Neuritis intercostal: afectación del nervio intercostal.
Osteoartritis: degeneración articular.
Peristaltismo: movimientos propulsivos que existen en el tracto
digestivo. Los movimientos peristálticos favorecen la evacuación.
pHmetría esofágica: técnica para medir el pH o ácido esofágico
mediante la introducción de una sonda portadora de un electrodo sensible al ácido.
Pleura: membrana serosa que recubre los pulmones.
Pleuritis: inflamación de la pleura.
Plexo cardíaco: conjunto de fibras del sistema nervioso autónomo que provienen de la cadena simpática y parasimpática
(nervio vago).
297
libro de la salud cardiovascular
Quimiorreceptores: receptores sensoriales existentes en el esófago que se excitan al ponerse en contacto con el ácido.
Reflujo gastroesofágico: paso del contenido del estómago al
esófago.
Síndrome de Da Costa: neurosis cardíaca.
Síndrome de Tietze: costocondritis que afecta a las articulaciones segunda, tercera y cuarta de las costillas con el esternón.
Termorreceptores: receptores sensoriales existentes en el esófago que se excitan al ponerse en contacto con el frío o el calor.
Traqueobronquitis: inflamación de la tráquea y de los bronquios.
Bibliografía
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Española de Enfermedades Digestivas 94 (2002): 25-29.
Resumen
• Conviene tener muy claros los siguientes 10 puntos:
1. Todo paciente con dolor torácico (típico o atípico) debe
ser evaluado cardiológicamente.
2. Descartada la patología coronaria, deben investigarse
otras causas, entre ellas las esofágicas.
3. En ocasiones pueden coexistir una causa esofágica y
otra coronaria.
4. Existe una asociación entre los trastornos psicológicos,
los esofágicos y la angina microvascular.
5. El reflujo gastroesofágico es la causa más frecuente de
dolor torácico de origen esofágico.
6. Diversos trastornos motores esofágicos (espasmo esofágico difuso, acalasia, esófago en cascanueces) pueden producir dolor torácico.
7. La interpretación correcta de estos pacientes requiere
la realización de estudios especializados.
8. La prueba terapéutica es básica para el diagnóstico.
9. El tratamiento es muy efectivo en los pacientes con
dolor torácico y reflujo gastroesofágico.
10. Cuando el dolor torácico se debe a trastornos motores
esofágicos, la respuesta terapéutica es, en general, escasa.
• Los médicos, conscientes de la importancia y las repercusiones que tiene el dolor torácico, siguen investigando para conocer mejor su origen en los enfermos
más complejos y, sobre todo, para realizar el diagnóstico más correcto y de la manera más rápida posible. En un simposio sobre el dolor torácico de origen
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incierto, bajo el patrocinio de la Fundación Mutua
Madrileña de Investigación Médica, se planteó una serie
de objetivos:
1. Conocer en profundidad las posibles causas de dolor
torácico no explicado y su manejo.
2. Conocer el grado de confianza con que el cardiólogo
descarta la existencia de patología coronaria, así
como la capacidad de las diferentes pruebas complementarias y evaluaciones para identificar una causa
en el dolor torácico.
3. Conocer el grado de confianza con que el psiquiatra
identifica una causa para el dolor torácico y la medida
en que ésta lo explica de forma individual.
4. Saber el grado de confianza con que el especialista en aparato digestivo identifica una causa para el dolor torácico.
5. Saber el grado de confianza con que el médico de
atención primaria se enfrenta a estos pacientes.
6. Reconocer aquellas patologías no cardiológicas, digestivas ni psiquiátricas que pueden producir dolor torácico recurrente.
7. Identificar las diferentes posibilidades terapéuticas
actuales y su uso correcto.
8. Aprender a integrar todos los aspectos diagnósticos y
terapéuticos en la práctica médica.
9. Promover la investigación en esta área y reconocer las
lagunas del conocimiento actual, especialmente en la
ciudadanía, para profundizar en la interrelación fisiopatológica de los diferentes orígenes del dolor torácico.
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