Principio de incertidumbre, estética y resistencia

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Principio de incertidumbre, estética y resistencia.1
“Quiero que la gente se de cuenta de que tiene un ojo-ser no para mirar las
obras, sino para mirar la realidad de nuestro mundo”
Roberto Matta
En 1927,
Werner Heisenberg, propuso el principio de
incertidumbre, el cual versa más o menos así: “Nada se puede ser predecido
con exactitud, siempre queda un margen de incertidumbre en el
conocimiento humano”. No tengo claro si el capitalismo tardío, este enterado
de esta inauguración teórica, pero sin tener en cuenta este dato, quisiera que
el principio de incertidumbre sea el punto de partida para esta reflexión,
respecto a los espacios que se generan desde la estética, como forma de
resistencia.
Tras la promesa, no concretada, del Renacimiento- donde la
figura de dios y príncipe se cambian con presencias reales de hombre y
sociedad, para lo cual la organización espontáneo del medioevo debe ser
desplazada por el diseño urbano renacentista que propugna orden y razón
(he aquí la proposición)- el Barroco delirante busca instaurar la legalidad, el
orden y la uniformidad2. Variables que se agudizan aun más en la ciudad
hispanoamericana3 donde la plaza mayor, recinto vació, es un
espacio
civilizador por excelencia, como punto inicial y central, del espacio publico,
lugar al que se va y no se permanece, da forma y significación arquitectónica
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Laura Vásquez Gómez.
Este principio es la apuesta de la “ciudad barroca”. Pensemos en la planimetría de la ciudad de
karlsruhe (1715 – 1770).
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Ejemplo por excelencia Nueva Ciudad de Guatemala – 1776.
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del espacio urbano permitiendo la
articulación del dentro y fuera, del
transito y ubicación de los cuerpos, según los principios modernizadores
propios del Barroco. Estos principios serán cimientos para el futuro andamiaje
de la ciudad. Lo vemos en la ciudad industrial, la cual se organiza funcional
y espacialmente en torno a la actividad laboral, que se concibe como un
administrador de unidad4 y en la ciudad
contemporánea donde los
reglamentos u ordenanzas aparecen como agentes reguladores del uso
racional del suelo. Pero estas formas no son más que esta necesidad urgente
de orden, orden para la concreción del deseo y el poder. Este ordenamiento
para la administración de los cuerpos, no es más que eso, administrar para la
producción, convirtiendo al individuo en mercancía, de poco valor, un factor
más en el polinomio para determinar el valor de la mercancía, una variable
más dentro de la plusvalía. Esta racionalización del orden que podemos
llamar Barroco, neo-barroco, progreso, modernidad, globalización, no es mas
que una mascarada de el capitalismo, o neofascismo, en sus articulaciones
para el secuestro y desaparición del individuo. Esto, ya que el capital
financiero no fabrica mercancías como lo hace el capital industrial, sino que
fabrica mundos, mundos de signos a través de la publicidad y la cultura de
masas, signos que desaparecen al individuo y en su lugar generan sujetos del
consumo, inventando a la vez arquetipos que solo agudizan mas
la
exclusión, aun cuando la promesa de la modernidad es la inclusión.
Promesa ilusoria que inconcretable, pero que es mantenida
viva, por un fanatismo casi religiosa de la elite y la clase media, es por esto
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La ciudad industrial se concierta de tres zonas primordiales: la ciudad propiamente tal, compuesta por
divisiones de viviendas (barrios) y servicios. el complejo industrial y sus equipamientos específicos (escuelas,
hospitales, iglesias, ayuntamientos. etc.). Estas tres zonas se emplazan entre si de modo aislado para resguardar
las demandas funcionales e higiénica.
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que los cuerpos circulan al ritmo campañas publicitarias se crean imágenes
de mundos con las que el consumidor se va a identificar y luego va a desear:
sólo entonces esas mercancías van a ser producidas, la primavera nace en las
tiendas, delata Ismael Serrano.
Es aquí donde el principio de incertidumbre, emerge, ya toda
planificación
para el orden- o el poder- a dejado un breve espacio, no
racionalizado, jamás imaginado, en los que el sujeto aparece, irrumpe invade
desde las sombras y hace uso de la voz, cruzando el limite de la exclusión,
voces polifónicas, que arrollan la realidad, estableciendo un testimonio, la
inevitable realidad de los cuerpos, que no sólo demandan a la modernidad,
sino que al establecer estas demandas configuran nuevas formas de expresar,
a través de la intervención o irrupción es los espacios racionalizados. Las
formas de irrupción toman por asalto
los mismos elementos que el
capitalismo tardío ha utilizado para la homogenización del individuo, así la
literatura, los propios mass media y las artes han sido una herramienta, un
trampolín para aparecer en escena. De esta forma las voces polifónicas se
agrupan y ponen de manifiesto sus necesidades, sus temores, dolores, su
hambre de pan y de vida. El individuo se conecta con el sujeto, utilizando los
mismos espacios y los tiempos de la modernidad, alza su tronadora voz para
decir no, un no estetizado una forma de producir resistencia. Pensemos por
ejemplo en los colectivos para desarrollar esta idea, estos son capaces de
traspasar la barrera de la clase, ya no existe una pena por el otro, el colectivo
es un espejo que muestra las demandas de aquel que reconoce sus dolores,
sus miserias, la exclusión en el otro que es el mismo, la conciencia se apropia
de él, para de intervenir los espacios públicos y decir no, que desde las artes
se apresura a construir significados y de esta forma generar subjetividades
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criticas, que no sólo denuncian sino dan cuenta de un Estado suicida,
delirante enfermo que va desde una moral correcta a un estado vigilante
eufórico
de
sadismo,
que
denuncia
toda
falta,
pero
que
purga,
vigorosamente, sólo al cuerpo social de todos los elementos que pudieran
ofrecer resistencia. Un Estado que denuncia los actos de corrupción pero que
no sanciona a los ejecutores de estos hechos; un Estado que reprime a
trabajadores por el uso de la voz pública, como si estas fueran armas; un
Estado que discrimina el hecho de ser joven, le inventa un nuevo sinónimo:
vándalos; un Estado que invierte en políticas sociales solo después de invertir
un doscientos por ciento en armamentos en tiempos de paz. Este es un Estado
enfermo, un Estado en estado irracional, este es un Estado suicida, que no permite
la existencia del afuera, pues los cuerpos excluidos de la promesa son sangre
que riega los fértiles campos de paraíso del capitalismo.
Pero, volvamos al punto de los colectivos, para desarrollar su
intervención en los espacios normalizados. Estoy pensando en el colectivo
CADA, en octubre del 79, distribuyeron cien litros de leche en a cien
familias de una población en la comuna de la Granja, los envases vacíos
fueron devueltos para ser utilizados como material artístico. Mientras la leche
se distribuía en el edificio de la Naciones Unidas, en Santiago, se transmitía
una grabación del discurso sobre el hambre en el mundo, ese mismo día en la
revista “Hoy” aparecía
un inserto que decía: “Imaginar esta pagina
completamente blanca. Imaginar esta pagina blanca accediendo a todos los rincones
de Chile como la leche diaria a consumir. Imaginar cada rincón de Chile privado del
consumo diario de leche, como paginas blancas por llenar”. Todo esto culmino en la
Galería Centro Imagen donde se depositaron sesenta bolsas de leche en una
caja acrílica cerrada
se midió el tiempo que se demoraba en descomponer,
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analogía a los procesos sociales de la época: cuanto tiempo el ser humano
permanecería privado de la alimentación cotidiana. (Para morís de hambre
en el arte). Vemos aquí una denuncia, una invasión a la realidad resguardada
por el terror, una critica al “emergente milagro económico”, pero también
creo, que existe una semilla de esperanza, quizás lejos de la realidad, sugiero
esto, basándome en el hecho de que cada bolsa de leche traía escrito "1/2 litro
de leche"
lo cual trasladaba a la memoria el gobierno de Allende a los
pobladores, insinuaba al recuerdo y transportaba al sujeto popular a una de
las más felices memorias de lo que fue el gobierno de la Unidad Popular, la
construcción de justicia y la recuperación de la dignidad, por si misma sin
promesas ni apellidos.
Otra irrupción en la intervención de los muros urbanos , por
parte del CADA, con “NO +”, entre 1983 y 1984, acción que no sólo ratifica la
politización del lenguaje del colectivo, sino también logro el sumar al
individuo anónimo, quien en su desencanto y en un estado de conciencia de
la realidad que desborda la propia “realidad”, bajo el manto de la noche,
suma a este “NO +” sus denuncias mas inmediatas “NO + pinochet” “NO +
desaparecidos” “NO + muerte”, son nuevas formas de producir subjetividad,
nuevas formas de establecer resistencia, una fusión entre lo culto y lo
popular, entre las letras y lo visual, formas hibridas de contra-hegemonía.
Nos encontramos también con el trabajo de las yeguas de Apocalipsis el trabajo
de Pedro Lemebel y Francisco Casas, busca dignificar
la imagen de
homosexuales marginales, pero a través de la denuncia de todos los cuerpos
excluidos, como por ejemplo los “desaparecidos políticos”, mas que cuerpos
son un concepto que remite no sólo al terror sino a la problemática de la
dignidad, pero también a la esperanza. Este colectivo es una suerte de espejo
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que en la frágil instauración de la democracia pone en discusión no sólo la
existencia de “minorías”, sino más bien la problemática de las mayorías, el ser
excluido, es un cuestionamiento a la vida cotidiana, que emerge desde el
modelo impuesto, excluido por ser mujer, por ser joven, niño, adulto,
homosexual, alto, bajo, gordo, pobre,... por ser otro, distinto al arquetipo del
modelo neofascista. Son varios los artistas que politizan su lenguaje, martillos
que golpean los márgenes para romper el mito del orden, me parece
necesario sumar en este ensayo, el trabajo individual del artista Guillermo
Núñez, en 1975, presento “La Censura” en el instituto Chileno-francés de
cultura, una exposición con jaulas de pájaros, en su interior encerró diversos
objetos como pan, flores y otros. Su golpe al orden reinante, fue tal que la
exposición fue clausurada y el artista detenido y exiliado.
No solo en los colectivos artísticos encontramos esta estética
del malestar, una politización del arte, ahora me remito a la Agrupación de
Detenidos Desaparecido,
puntualmente en el acto, en el estadio nacional,
posterior a la asunción de Aylwin, su baile, mujeres que bailan solas, era por
un lado el más potente discurso, en el silencio, que condenaba los tiempos de
terror e imposibilitaba negar la indominia y el dolor de tantos y tantas, pero
por otro lado, un no estético, y visionario, a esta política de “justicia en la
medida de lo posible” de los gobiernos de la concertación. Hoy nos
encontramos a diario con intervenciones del espacio, es el caso la irrupción
constante de los “deudores habitacionales” con sus consignas y carteles dan
cuenta del vacío del discurso del gobierno, vacío que radica en propuestas
sociales que tiene como sustento la especulación, y manifiesta la fragilidad
del arenga de orden y progreso, que se golpea no sólo con este sujeto que
invade el discurso de la represtación oficial de lo hegemónico, es capaz de
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robar para si las cámaras y la solidaridad de los espectadores, quien
legitimiza el acto y de esta forma lo inscribe en la realidad, cruzando al igual
que en el caso de la Agrupación de Detenidos Desaparecido, la inconsistente
línea que separa la exclusión de la inclusión.
El paro nacional del 27 de agosto, es un golpe al neo-fascismo,
en su loca carrera por racionalizarlo todo, creyendo que el sujeto común,
poco o nada comprende de la metafísica economía, a ignorado el “sentido
común” de los sujetos que no podrán establecer
con cifras la inflación,
reinante en el país, pero que la perciben. Esta se ha disparado en un 6%,
afectando no sólo a la desaparición del encebollado, sino también, de
productos de consumo masivo como la electricidad, gas, bencina, leche
(canasta básica en general). Bajando a su contraparte los subsidios de salud y
vivienda. ¿Que podría tener que ver esto con una estética de malestar? No
son acaso los movimientos sociales los que generan nuevas formas y dan
representación
a la esperanza de romper el modelo reinante, son estas
lagunas o principio de incertidumbre las que permiten recuperar la vida (el
control) en un mundo que ha perdido el sentido. El terror a la manifestación
popular radica en lo que sostenía Benjamín, «La proletarización continuamente
creciente del hombre actual y la organización continuamente creciente de las masas
son dos costados del mismo proceso. El fascismo trata de organizar a las masas
proletarizadas emergentes, sin tocar las relaciones de propiedad, a cuya eliminación
ellas aspiran. Ve su oportunidad en darles a las masas la posibilidad de expresarse,
pero, en ningún caso, de realizar sus derechos»5, es decir, el (neo)fascismo desea
que las masa se organicen que hablen pero de acuerdo a lo defendido por un
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Cf. Walter Benjamín, «La obra de arte en la era de su reproductibilidad técnica», Traducción de Jesús
Aguirre; Ed. Taurus; Madrid 1973.
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programa, o a mesas de dialogo que regulan la información y crean el
espejismo respecto al poder- como es el caso de las elecciones dentro de la
democracia- el voto es una ilusión o casi una alucinación de tener poder, por
parte del sujeto,un método más sutil que la coerción brutal, además siempre
esta la sueño de que las masas pueden elegir a sus gobernantes, cuando en
realidad sólo producen la renovación de las piezas desde antes asignadas. El
neo-fascismo promueve esta organización de las masas, pero en su categoría
de masa sin distinguir a los sujetos que la componen, una exposición
espectacular de la masa, de esta forma propugna la autoalienación de la
sociedad la cual ha alcanzado un grado que le permite vivir su propia
destrucción como un goce estético de primer orden. La fascinación por la
contraposición de las fuerzas, la guerra en todas sus formas, y un caudillismo
histérico es la búsqueda del fascismo y la masificación de estos roles y
dinámicas, es lo que hoy vemos en el televisor y los diarios: la glamorosa
destrucción de la farándula chilena, no es más que un laboratorio de ensayo
para la destrucción de nuestra esperanza. Este es el esteticismo de la política
que el (neo) fascismo propugna. La respuesta de la resistencia es la
politización del lenguaje y de las irrupciones estéticas de la mano de las
artes, la posibilidad de poder decir, un ejercicio de la memoria de reconocer
los cuerpos dolientes exiliados de la historia, la ilusión estética, con la ayuda
de la censura, es la paralización de la retórica. La politización del arte-el arte
politizado- no debe ser confundido con la agitación de las masas; es el arte
que a través de la cesura, el exilio, la autorreflexión, la fragmentariedad,
permite revelar los grietas del capitalismo y sus voces ausentes,
subjetividades criticas de las cuales, la ideología aún no se ha apoderado. El
arte que hace participar al espectador, al observador, al lector en un proceso
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de co-creación formación y, con ello, los conduce a la comprensión de que
están ligados a los cuerpos excluidos y las conciencias de otros, de esta forma
reconstruir el discurso despótico, que pretende representar un ideal de
absoluto.
Esto podría permitir generar espacios, Deleuze - Guattari
establecen como una posible articulación de la lucha de las minorías, lo que
podría configurar espacios lisos (la tierra liberada) lo que producirá planos de
consistencia (la asamblea, los comités civiles de diálogo), pero nace ahora la
pregunta cuanto tiempo falta para esto… para que descubramos y nos
instalemos en cada espacio no resguardado y nuestra voz como cincel moldee
la ciudad de piedra para recrear una sociedad de seres humanos.
Bibliografía
•
Walter Benjamín, «La obra de arte en la era de su reproductibilidad técnica»,
Traducción de Jesús Aguirre; Editorial Taurus; Madrid; 1973.
•
Gaspar Galaz Milán Ivelic; la pintura en chile, desde la colonia hasta 1981;
Ediciones Universidad Católica de Valparaíso; Valparaíso; 1981.
•
Soledad Bianchi; La política cultural oficialista y el movimiento artístico;
Revista Araucaria de Chile; Chile; mayo 1981.
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