Culturas y civilizaciones

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La mano y la palabra
Aproximación a la unidad del conocimiento
Cristóbal Pera
Culturas y civilizaciones
¿Son las civilizaciones estados desarrollados
y avanzados de la sociedad humana?
La pregunta sobre lo que sea una
civilización es ineludible y
oportuna en unos ensayos sobre
la cultura, debido tanto a la
estrecha relación entre ambos
conceptos, como al hecho de
haberse convertido en nuestro
tiempo las dos palabras —cultura
y civilización— en invasivos
memes1 que nos abruman
diariamente desde los retóricos
discursos del poder.
“Civilization is a word more usually
invoked with a rethorical flourish
than put the work in a philosophical
argument.”2
“L´homme cultivé traite sa propre civilisation comme
un cas particulier.”3
an elusivo y ambiguo como el concepto de cultura es el
de civilización, ambos complejísimos artefactos humanos4. ¿Qué diferencias existen entre las innumerables culturas y las escasas civilizaciones? En las definiciones normativas de los diccionarios la cultura precede a la civilización y
ésta supone un progreso para la sociedad humana. Desde esta
interpretación optimista y complaciente, la palabra civilización ha generado una serie de expresiones binarias, en las
que sus “benéficos” conceptos se acoplan con otros contrarios
y peyorativos: civilización/barbarie, civilizado/incivilizado, progreso/retraso, refinamiento/rudeza, luz/tinieblas.
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En El corazón de las tinieblas, Conrad5 pone en boca de
Marlow, el narrador: “Nuestra refinada sociedad confiere a la
vida humana, y con razón, un valor desconocido por las comunidades bárbaras.”
Históricamente, el espacio civilizado ha sido un espacio
cultural, con gran capacidad innovadora en la creación y en la
construcción de artefactos, un espacio dinámico, con una vocación expansiva —“fatal” y “demoníaca”6— que desarrolló
el poder suficiente para invadir, dominar, expoliar y, en definitiva, colonizar, otros espacios culturales y/o civilizados, a
los que impuso, hasta donde le fue posible, su visión religiosa del mundo y del fin de la vida humana, con sus códigos
de comportamiento7. De este arrogante y arrollador ejercicio
de dominio sobre otras culturas y civilizaciones, de estas
conquistas —transmutadas en “sagrada misión de la civilización”— han surgido otros emparejamientos esclarecedores de
sus verdaderos objetivos, más allá de la retórica del poder, tales como civilización/colonización, civilización/imperio y
metrópolis/colonias.
La historia de las civilizaciones que en el mundo han sido
y desaparecido, y de las que todavía son —seis en el mundo
contemporáneo, según Huntington— ha sido escrita por las
civilizaciones dominantes y, de manera preferente, por la
civilización occidental desde una perspectiva eurocéntrica,
teñida con frecuencia de soberbia racista. Esta predominante
visión occidental se hace aún más explícita en la “memética”
tesis de Samuel P. Huntington8 —publicada en 1993 en la revista Foreign Affairs— titulada “El choque de las civilizaciones”, en la que se predicen las líneas sobre las que se desarrollará el conflicto entre el Islam y Occidente y, a la postre, entre
Occidente y “los demás” —The West versus the Rest—. Varias
mutaciones del invasivo meme lanzado por Huntington tratan ahora de conseguir, mediante técnicas de marketing, un
lugar relevante en el espacio mediático global.
Si más allá de los discursos retóricos, nos situamos en la
perspectiva de la sociedad del conocimiento, ¿qué es una civilización?, ¿qué la diferencia de una cultura? Como señala
Barry Allen, la palabra civilización —que comienza su andadura en la Europa del XVIII— postula etimológicamente a las
ciudades, a su construcción y desarrollo expansivo, como espacios culturales en el seno de cuya arquitectura —un extraodinario artefacto humano— se ha logrado concentrar, a
lo largo de un proceso histórico, una masa crítica de ciudadanos capaz de generar un sinnúmero de innovadores artefactos
junto a modos de comportamiento convertidos en refinadas
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Ilustración de un episodio de la Conquista, según relato de Fray Bartolomé de Las Casas.
Cultura y civilización son muy diferentes: cultura existe donde quiera que se agrupan para sobrevivir seres
humanos —desde el paleolítico a los grupos nómadas que pululan, víctimas de la hambruna, en los desiertos
de Sudán—, mientras que civilización es una cualidad de la cultura peculiar de las ciudades. Desde este
punto de vista la palabra civilización sería un sinónimo superfluo de la palabra cultura, porque, al fin y al cabo,
“los pueblos no tienen civilización, tienen cultura”.
prácticas civilizadas9. Cultura y civilización son muy diferentes: cultura existe donde quiera que se agrupan para sobrevivir seres humanos —desde el paleolítico a los grupos nómadas que pululan, víctimas de la hambruna, en los desiertos
de Sudán—, mientras que civilización es una cualidad de la
cultura peculiar de las ciudades. Desde este punto de vista
la palabra civilización sería un sinónimo superfluo de la palabra cultura, porque, al fin y al cabo, “los pueblos no tienen civilización, tienen cultura”.
Las ciudades, esos complejísimos artefactos construidos
con la acumulación del conocimiento, y edificadas para trabajar de acuerdo con ese conocimiento, no solamente han sido
el origen de las civilizaciones, sino que siguen siendo su matriz. El poder de la llamada civilización occidental se fundamenta precisamente en que ha reunido a las culturas dotadas
de mayor capacidad de creación y producción de artefactos, a
las poseedoras de mayor potencia tecnológica para dominar
—y destruir— al mundo.
Desde este punto de vista, en el que se conjugan conocimiento y poder, ¿qué nos aporta seguir insistiendo en los vacíos discursos acerca de las civilizaciones? En plena sociedad del conocimiento, en las modernas ciudades multiculturales del mundo occidental, no se enfrentan civilizaciones
sino culturas, en posesión de mayor o menor conocimiento
y, en consecuencia, de mayor o menor poder para dominar a
los otros. Por estas razones, Said10, que rechaza la tesis de
Huntington, argumenta que el “choque de las civilizaciones”
sería en realidad el “choque de las ignorancias”, al que añadiríamos el “choque del menosprecio intercultural”.
En las ciudades multiculturales de Occidente, el reto de
conseguir la convivencia de culturas dominantes con culturas que se sienten históricamente menospreciadas, y en
cuyo seno ha sido fecundada la semilla del resentimiento11,
es una tarea extraordinariamente compleja y dificultosa.
Por el contrario, para aterrorizar a los pertenecientes a la
cultura dominante mediante una masacre indiscriminada de
quienes habitan en estas ciudades, los artefactos necesarios
son tan simples como una mochila repleta de explosivos. Pero
incluso, para artefactos muy complejos en su creación y construcción —aviones, misiles, internet—, el aprendizaje de su
manejo, como instrumentos de destrucción, es relativamente
sencillo12.Este es uno de los grandes problemas de nuestro
tiempo.J
Bibliografía
1. Pera C. La metáfora de los memes y la evolución de la cultura. JANO 2000;1345.
2. Allen B. Knowledge and civilization. Boulder: Westview Press; 2003.
3. Tournier M. Le miroir des idées. Mercure de France 1996.
4. Pera C. Artefactos. JANO 2001;1339.
5. Conrad J. Heart of darkness. New York-London: Norton Critical Ed.; 1988.
6. Spengler O. La decadencia de Occidente. Madrid: Calpe; 1925.
7. Pera C. Los cuerpos humanos y sus comportamientos. JANO 2002;1432.
8. Huntington S. The clash of civilizations. Simon and Schuster; 1996.
9. Elias N. The civilizing process. Oxford: Blackwel; 2003.
10. Said E. El choque de las ignorancias. En: Nuevas crónicas palestinas. Barcelona: Mondadori; 2002.
11. Pera C. El cuerpo humano y la pasión del resentimiento. En: Pensar desde el
cuerpo. Ensayos sobre la corporeidad humana. Cap. 26. Madrid: Triacastela [en
prensa].
12. Pera C. Cuerpo, violencia y artefactos. En: Pensar desde el cuerpo. Ensayos sobre la corporeidad humana. Cap. 24. Madrid: Triacastela [en prensa].
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