Revista Philosophica Vol. 31 [Semestre I / 2007] Valparaíso (65 - 78) 65 LA CUESTIÓN DEL SENTIDO EN MARTIN HEIDEGGER. DE LA TRASCENDENTALIDAD A LA EXISTENCIA EXTÁTICA* The question of sense in Martin Heidegger. From transeendentality to ecstatic existence CARMEN SEGURA PERAITA Departamento de Filosofía I Facultad de Filosofía Universidad Complutense de Madrid [email protected] Resumen No hay duda que la misma Kehre heideggeriana (resultado de su peculiar evolución intelectual) transformó la comprensión del Dasein de una manera sustancial y llegó a ser conocida como Lichtung. En mi opinión, Kant no jugó un papel poco importante en la evolución de Heidegger. A partir de él el pensador del ser comprendió que el ser ni es una entidad ni es una cosa. Para entender esto debió partir familiarizándose con el carácter trascendental que Kant atribuye al ser. Sin embargo, Heidegger rechaza esa dimensión trascendental, pero es precisamente en diálogo con Kant y en oposición a él que Heidegger encontró la posibilidad de una comprensión más auténtica del Dasein como perteneciendo al ser y, consecuentemente, del ser perteneciente al Dasein. Este hecho, por su parte, es lo que permite a Heidegger saltar de la trascendentalidad a la existencia extática. Palabras clave: Heidegger, Trascendentalidad, Dasein, sentido, apofántico. Abstract There is no doubt that the same heideggerian Kehre (result of his particular intellectual evolution) transformed the comprehension of Dasein in a substantial manner and became known as Lichtung. In my opinion, Kant didn't play an unimportant role in the evolution of Heidegger. From him the thinker of being understood that the being is neither and entity nor a thing. To understand this, he had to start getting acquainted with the transcendental character that Kant attributed to being. However, Heidegger rejected such transcendental dimension, but, it was precisely in dialogue with Kant and in opposition with him that Heidegger encountered the possibility of a one more authentic comprehension of Dasein as belonging to the being and consequently of the being belonging to the Dasein. This fact, in turn, is what allows Heidegger to leap from transcendentality to ecstatic existence. Keywords: Heidegger, transcendentality, Dasein, sense, apophantic. * Recibido en enero de 2006. C A R M E N SEGURA PERAITA / LA CUESTIÓN DEL SENTIDO 66 1. I N T R O D U C C I Ó N En el descubrimiento de la copertenencia entre ser y Dasein, Heidegger encontró la salida al subjetivismo de la metafísica occidental que siempre había denostado. El trabajo que expongo a continuación se sitúa en el contexto de esta comprensión. Formulada esquemáticamente, la tesis que pretendo defender es la siguiente: En diálogo con Kant y en oposición a él, Heidegger encuentra la posibilidad de una más "auténtica" comprensión del Dasein como perteneciente al ser y, en consecuencia, del ser como perteneciente al Dasein. Esto, a su vez, es lo que permite a Heidegger dar el salto desde la trascendentalidad a la existencia extática. No cabe duda que esta tesis, expuesta por el momento de manera tan abrupta, necesita ser justificada. Para hacerlo comenzaré por realizar unas breves consideraciones -preliminares, pero necesarias- para explicar lo que me interesa desarrollar. Son las que paso a sintetizar: 1) Al parecer de Heidegger, la metafísica se constituye, de la mano de Aristóteles, sobre la primacía de la ousía, entendida como sujeto determinado. Así, habría sido cómo la idea de hypokeímenon habría entrado de lleno a formar parte de la metafísica en occidente. 2) Que, no obstante, la concepción del hypokeímenon experimenta a lo largo de su historia, notables modificaciones. La más relevante de ellas, es la que es resultado de la transformación del inicial sujeto ontológico - l a ousia concebida como un tóde tí determinando- que, en la modernidad, pasa a ser entendido como sujeto lógico; esto es apofántico. Comprensión que, según Heidegger llega a su plenitud de la mano de Kant. Como apoyo fundamental para mi tesis, he contado, en particular, con unas pocas pero densas páginas del Nietzsche II: "Qué-es y que-es en el comienzo esencial de la metafísica: idea y la enérgeia" A su vez, algunas de las ideas ahí contenidas me han conducido a otros textos de Heidegger. En concreto a dos aportaciones que, a mi juicio, resultan paradigmáticas. Ambas se encuentran separadas por el tiempo, pero íntimamente vinculadas por sus contenidos. Se trata del capítulo 3 de la primera parte de Los problemas fundamentales de la Fenomenología (1927) y de La tesis de Kant sobre el ser (1961) . En el curso de 1927 Heidegger trata la cuestión del yo pienso 1 o 2 3 1 HEIDEGGER, M., "La metafísica como historia del ser", en Nietzsche II, Barcelona; Ed. Destino, 2000,4 ed. 2001, trad. J.L. Vermal, pp. 325-372. HEIDEGGER, M., Los Problemas fundamentales de la Fenomenología (1927), Madrid: Ed. Trotta, 2000, trad., prólogo y glosario, Juan José García Norro. HEIDEGGER, M., "La tesis de Kant sobre el ser" (1961) en Hitos, Madrid: Ed. Alianza, 2000, trad. H. Cortés y A. Leyte, pp. 361-388. a 2 3 R E V I S T A P H 1 L O S O P H I C A V O L . 31 | S E M E S T R E I / 2007] 67 como sujeto apofántico. En el de 1961 aborda la conocida tesis según la cual el ser no es un predicado real. A pesar de la distancia temporal y de la evolución heideggeriana, ambos textos guardan una estrecha relación entre sí (que va más allá de la patente: que ambos versen sobre Kant). 2. El ser como ottsía y la transformación del sujeto ontológico en sujeto lógico de todas las determinaciones En las páginas citadas del Nietzsche II, Heidegger sostiene que en el comienzo de la historia del ser, éste fue entendido como "surgimiento": fysis y, en consecuencia, como alétheia. Sin embargo, continúa, esta concepción acabaría por decantarse en el "demorarse": en un mantenerse presente y consistente en el ser, que así llega a ser entendido como ousía. Aquí comenzaría la historia propiamente dicha de la metafísica . La ousía sería pues -así lo entiende Heidegger- un presenciar que acaba por llegar a la presencia y se mantiene en ella. Además, la ousía habría sido comprendida por el estagirita como un tóde tí que al haber logrado estar ahí "yaciendo delante" (hypokeímenon) se encuentra en reposo y, precisamente en ese reposo, es presencia, presente. 4 Recordar esta interpretación heideggeriana se hace necesario para poder advertir, desde ella, la radical diferencia existente entre la comprensión del sujeto como ousía y la posterior del mismo como sujeto apofántico de todas sus determinaciones -primero como cogito y después, de manera acabada, como yo trascendental. Esta transformación del hypokeímenon en sujeto lógico - y a sea éste entendido como cogito, yo trascendental o sujeto absoluto- es característica de la Modernidad y llega a un punto culminante y, "de no retorno", con Kant. 5 Ajuicio del pensador de Friburgo, ya en la Edad Media el sentido originario del hypokeímenon se eclipsó en el de subiectum. Desde entonces lo relevante no fue ya el "yacer por sí delante", sino más bien el ser lo subyacente, lo sub-puesto. La sustancia es lo sub-estante y es, por ello mismo, lo que ante todo es y permanece constante. Después, puesto que en la Edad Moderna lo que se constituye como condición de posibilidad de la verdad y 4 5 HEIDEGGER, M., "La metafísica como historia del ser", Ed. cit., p. 330. "Por ello, en el futuro la mens humana, de acuerdo con esta distinción de su yacer delante como subjectum, reivindicará exclusivamente para sí el nombre de 'sujeto', de manera tal que subjectum y ego, subjetividad y yo se volverán sinónimos. En esto, el "sujeto" como nombre que designa el "sobre el cual" del enunciado sólo pierde en apariencia su dignidad metafísica, la cual se anuncia en Leibniz y se despliega plenamente en la Ciencia de la lógica de Hegel". Ibid., p. 354. C A R M E N S E G U R A PERAITA / LA CUESTIÓN DEL SENTIDO 68 de la certeza, merced a Descartes, es el cogito, el sujeto pasa de ser lo real ontológico, las sustancias, las cosas, a ser el sujeto lógico. Cuando Descartes se pregunta el fundamentum inconcussum veritatis -entendida la verdad como certeza- sólo lo podrá encontrar, como afirma Heidegger en "un sujectum que en cada caso yazga delante, en y para todo re-presentar, y que, en la esfera del re-presentar indubitable, sea lo constante y estable" . A la vez, esto significa que el esse del cogito depende de su propias cogitationes, puesto que su esse lo es en la medida en que tiene representaciones, cogitationes. De este modo, podemos concluir, además, que la realidad efectiva de todo estriba en la representatividad. A partir de entonces, concluye Heidegger, el lógos marca la esencia de lo subyacente y las categorías -las determinaciones esenciales de lo que e s - quedan restringidas al ámbito del decir afirmativo o negativo . 6 7 3. K a n t . E l hypokeímenon determinaciones" como "sujeto de todas las 8 3.1. El yo trascendental como yo apofántico Como ya he apuntado, según Heidegger, esta consideración del yo como sujeto apofántico llega a su culminación con Kant. Así es como es entendido en Los problemas fundamentales de la fenomenología. Antes de pasar a analizar en detalle algunas cuestiones abordadas en este trabajo, quizá resulte necesario advertir que no ignoro la gran diferencia existente entre la concepción del Dasein operativa en 1927, según la cual sólo habría ser y verdad en la medida en que el Dasein es, y la comprensión posterior del Dasein como ámbito espacio-temporal para el ocultamientodesocultamiento del ser; esto es, como Lichtung. Empero, ante todo teniendo en cuenta el objetivo último de este trabajo, resulta necesario señalar cómo ya en 1927 Heidegger destaca que, al llamar su atención al sujeto moderno, se está refiriendo a una 'cuestión principial' y que, como él lo entiende, nada tiene que ver con filosofía alguna de la subjetividad. Es sabido que ya en aquellos momentos, el autor de Ser y tiempo deseaba "superar" las filosofías de la conciencia; algo que le conduciría a la Kehre. Podemos entender que como resultado de ese giro, Heidegger fue eliminando los pozos de trascendentalidad todavía sedimentados en su pensamiento anterior. Esta aclaración que acabo de realizar tiene sentido en la medida en que nos libra de la pretensión superficial de no tomar en cuenta la referencia de 6 Ibid.,p. 352. Ibid.,p. 351. 8 Cf. HEIDEGGER, M., Los Problemas fundamentales de la Fenomenología, Ed. cit. 7 R E V I S T A P H I L O S O P H I C A V O L . 31 [ S E M E S T R E I / 2 0 0 7 ] 69 Heidegger a la que él considera la cuestión principial -¿cuál es el ser del Dasein?- por considerar que después, en el Heidegger maduro e incluso tardío, ya estaba superada o, al menos, arrinconada. A mi juicio, esta sería una apreciación desenfocada y poco atenta al devenir del pensador del ser. De uno u otro modo, Heidegger siempre permaneció atento al Dasein porque siempre permaneció atento al ser. Pero vayamos ya al asunto que nos ocupa. En el texto al que me estoy refiriendo, Heidegger comienza por hacerse la siguiente doble pregunta: ¿Cómo caracteriza Kant el yo? y ¿en qué consiste la índole de la yoidad? Pues bien, siempre en opinión de Heidegger, Kant se mantiene dentro de la caracterización cartesiana: el yo es res cogitans: algo que piensa, que tiene esas cogitationes. Sin embargo, precisa Heidegger, Kant concibe esta determinación de un modo ontológicamente más fundamental: las determinaciones, las realidades del yo, son sus representaciones en el sentido de repraesentatio. Pero hay que fijarse en que la determinación no es un concepto arbitrario sino la traducción del término "determinatio" o "realitas". Por tanto, es preciso reparar en que el yo es una cosa cuya realidad son las representaciones: sus cogitationes. Pero éstas, a su vez, son, según la metafísica tradicional, los predicados de las cosas. Ahora bien, a lo que tiene predicados se llama sujeto (en el sentido de sujeto lógico). De lo que estamos hablando, por tanto, según Heidegger, cuando nos referimos al yo trascendental kantiano es, en definitiva, de un yo apofántico. Así es, el yo en cuanto res cogitans es sujeto también en sentido lógicogramatical; por eso es apofántico. En cualquier proposición enunciativa que dice algo de algo, aquello de lo que se dice o sobre lo que se dice algo es el sujeto. Subiectum es así lo que subyace a la proposición enunciativa. Ahora bien, se pregunta Heidegger, ¿cómo tiene ese sujeto sus predicados? "cogitat se cogitare", responde con Descartes. Por tanto, el yo como sujeto podría ser definido como 'un poseedor de predicados de modo consciente'. Esto es, al conocer los predicados que tengo me conozco a mí misma como sujeto cognoscente. En consecuencia el sujeto lógico es autoconciencia, porque tiene sus predicados como conocidos; esto es, como objetos. Está ya claro que la subjetividad, la yoidad, depende íntimamente de la idea de hypokeímenon. Así es: lo que caracteriza la concepción del yo en el conjunto de la filosofía moderna es, por una parte, que se conoce como fundamento de sus determinaciones, de sus comportamientos (Verhältnisse); por otra, con Kant en particular, que se representa como el fundamento de su propia unidad en la multiplicidad, como el fundamento de la identidad consigo mismo . 9 9 Caracterizaciones todas ellas que, como se puede recordar, evocan algunas de las 70 C A R M E N SEGURA PERAITA / LA CUESTIÓN DEL SENTIDO Por todo esto es por lo que Kant sostiene que "el yo pienso debe poder acompañar a todas mis representaciones", a todo cogitare los cogitata (a todo pensar los pensamientos o representaciones). Por tanto, sólo sobre el fundamento del yo pienso puede dárseme cualquier multiplicidad y por eso es del todo consecuente que Kant entienda el yo como la originaria unidad sintética de la apercepción. Esto significa que el yo es la unidad de la multiplicidad; su unión significa, además, que ella misma tiene que ser siempre pensada junto a las representaciones: al pensar, yo también me pienso a mí misma. Para el propósito que persigo con mi intervención puede resultar necesario insistir en que Kant establece que la condición fundamental del conocimiento es el yo pienso y en que, además, este yo pienso no es una representación, no es un ente en el sentido de objeto, es decir, ya no es una sustancia. El yo es, por el contrario, la condición de posibilidad de todo representar, de todo ser percibido del ente, por lo tanto, de todo ser. No es, como sucede en el caso de las categorías, una determinación fundamental; no es una más entre las categorías del ente. Es la condición de posibilidad de las categorías en general: Es lo que hace posible los conceptos ontológicos fundamentales a priori, y eso porque el "yo pienso" es siempre un "yo uno". Es decir, la capacidad de unión de las categorías está fundada en ese "yo uno". Pero el juicio, la apófansis no consiste en otra cosa, desde Aristóteles, que no sea la composición y la división; la unión y la separación mediante la afirmación y la negación. Unir, lo sabemos, es juzgar, atribuir un predicado a un sujeto. Pues bien, en el caso de Kant, como también es sabido y se ha recordado, el sujeto es el mismo 'yo pienso' respecto del cual se dicen todos los predicados. Considero que esto es suficiente para mostrar la viabilidad de la tesis heideggeriana según la cual el yo pienso es el yo apofántico. Antes de dar el siguiente paso me interesa destacar: 1) el yo pienso apofántico no es una sustancia. 2) No es posible pensar nada, es decir, no es posible construir la experiencia, si el yo pienso no acompaña a todas su representaciones, como su condición de posibilidad. Como vamos a tener ocasión de ver, Heidegger valorará positivamente la idea según la cual el yo no es sustancia, sino condición de posibilidad. Al menos, cabría precisar, esta tesis kantiana le servirá para elaborar una propuesta que, aunque bien distinta, viene, a mi juicio, propiciada por esta intuición kantiana. Por lo que respecta al axioma según el cual "el yo pienso ha de poder acompañar a todas sus representaciones", en un principio notas características de la ousía aristotélica en cuanto que ésta era concebida, entre otras cosas y como se acaba de recordar, como un sujeto, como un hypokeimenon determinado. R E V I S T A P H I L O S O P H I C A V O L . 31 [ S E M E S T R E I / 2 0 0 7 ] 71 habría que decir que la valoración heideggeriana es abiertamente negativa, por implicar un planteamiento trascendental. No obstante, como en el caso anterior, quizá quepa vislumbrar en las revolucionarias tesis de Heidegger una transmutación del principio mencionado. En síntesis estas reflexiones y las que siguen nos llevarán a una conclusión, sin duda problemática, pero no por ello imposible. Es la que tiene que ver con el modo en que la filosofía trascendental kantiana realizó, "a priori", una aportación sustantiva, aunque no buscada, a la comprensión de la copertenencia entre ser y Dasein. 3.2. El ser no es un predicado real 10 En el texto La tesis de Kant sobre el ser (1961) , Heidegger retoma una vez más la afirmación kantiana, tantas veces considerada por él, según la cual el ser no es un predicado real. En el epígrafe anterior se ha intentado mostrar que, por todo lo visto, el ser no puede quedar constituido sino como la objetividad de los objetos; objetividad que es "otorgada" por el "yo uno". Pues bien, a continuación vamos a situarnos en una perspectiva diferente, pero para seguir pensando en el mismo asunto, el que tiene que ver con el Dasein y su vinculación con el ser. Lo que ahora he de abordar en concreto es el modo en que desde la filosofía kantiana -toda vez que ha transformado al yo en el fundamento último, en el que es sujeto de todas las determinaciones- se entiende el ser. Heidegger inicia el texto que ahora nos ocupa admitiendo que Kant dio un paso decisivo en la explicación del ser, porque, como resulta también evidente para él mismo, ser no es ningún predicado real, es decir, un concepto de algo que pudiera atribuírsele al concepto de una cosa. Es la mera posición de una cosa, o de ciertas determinaciones en sí mismas 11. Y ello es así porque "realidad" es lo que forma parte de una res; es decir, su quidditas, el contenido que está representado en su concepto. Por eso hay que entender que lo que dice Kant es que el es del predicado no dice nada de lo que es algo. Que el ser es la mera posición, indica que es "pura" posición y ello porque no es algo objetivo . 12 Como ya se ha visto, en el caso concreto de Kant, la posición tiene el carácter de una proposición, porque un predicado le es atribuido a un sujeto por medio del "es". Así, el "es" de la cópula hace aflorar ahora "la relación del 'es' con la unidad del vincular (reunir)" . 13 10 11 12 13 HEIDEGGER, M., "La tesis de Kant sobre el ser", Ed. cit. Ibid.,p. 363. Cf. Ibid., p. 367. Ibid., p. 372. C A R M E N SEGURA PERAITA / LA CUESTIÓN DEL SENTIDO 72 Pero nos resta por recordar cómo se presenta para Kant esa unidad. Este objetivo que ahora se propone Heidegger, y que va a perseguir en lo que sigue, vincula de manera directa el texto que ahora nos está ocupando con el que nos ha ocupado antes. Ahora el pensador de Friburgo relaciona, como no puede ser de otro modo, lo relativo al yo trascendental con la tesis según la cual 'el ser no es un predicado real'. En este orden de cosas, recuerda lo que Kant defendió: que la vinculación del sujeto con el predicado es imprescindible y también que hay que buscarla "más arriba", en la originaria unidad sintética de la apercepción. Ella hace posible la unidad y así ella es el logos, sólo que ahora trasladado al yo-sujeto ; es decir, es el yo apofántico. 14 Ella, la originaria unidad sintética de la apercepción, es la que hace posible la objetividad del objeto o, lo que es lo mismo, el ser de lo ente. Y puesto que hace posible el objeto como tal, por eso recibe el nombre de "apercepción trascendental" . Así pues, está claro que "el ser y sus modos se pueden determinar a partir de su relación con el entendimiento" . 15 16 Ser es, Heidegger lo recuerda de nuevo, objetividad, no sustancialidad. Esto es lo que hay que comprender. En esto, al parecer de Heidegger, Kant supera la tradición porque en aquélla el ser quedaba obscurecido precisamente por entenderse como la sustancialidad de la sustancia. También queda claro que, según Kant, "la interpretación sistemática del ser de lo ente, es decir, la objetividad del objeto de la experiencia, sólo puede tener lugar en principios" . 17 Concretamente, en los "postulados del pensamiento empírico en general", dichos postulados son reclamados por el pensamiento desde la misma fuente del entendimiento, a fin de hacer posible el poner de lo que da la percepción sensible y, por lo tanto, el hacer que sea posible vincular la existencia, esto es, la realidad efectiva de la multiplicidad de fenómenos. Ahora bien, y como es sabido, ni las categorías de la modalidad ni los postulados dicen nada acerca del qué sino sólo acerca del cómo es la relación del sujeto con el objeto. Por eso los mencionados conceptos se llaman "modalidades". En todos los casos se afirma algo "referido a su objetividad, a su estar enfrente, a su propio existir, pero en ningún caso algo referido a su realidad, esto es, a su carácter de cosa" . Así pues, concluye Heidegger, vemos ahora que ciertamente, "el ser no es ningún predicado real (óntico) 18 14 15 16 17 18 Cf. Ibid., p. 374. Cf. Ibid., p. 373. Ibid., pp. 373 y 374. Ibid., 376. Ibid., p. 378. R E V I S T A P H I L O S O P H I C A V O L . 31 [ S E M E S T R E I / 2 0 0 7 ] 73 19 pero sí trascendental (ontológico)" . Y esto, no lo olvidemos, es algo que Heidegger considera positivamente, aunque no le resulte suficiente. Entendemos ya que cuando Kant se refiere a la "mera posición", "mero" tiene que ver con "la pura relación de la objetividad del objeto con la subjetividad del conocimiento humano" . En consecuencia, el ser sí es un predicado, aunque muy singular. Y ello porque tales "ciertas determinaciones", no proceden del objeto sino que tienen su origen en la subjetividad; porque son determinadas desde el pensar. También he aludido a la manera en que esto resulta a la vez conflictivo y estimulante para Heidegger. 20 De cualquier modo hay una cuestión que el pensador de Friburgo ha mantenido a la espera en sus reflexiones, pero que ya ha de ser planteada. Es la siguiente. ¿Qué ocurriría si entendiéramos el ser en el sentido del pensamiento griego inicial, en calidad de presencia que aclara y perdura de lo que se demora en cada caso y no sólo ni en primer lugar como el estar puesto en la posición mediatizada por el entendimiento? ¿Puede constituir el pensar representador el horizonte para este ser inicialmente acuñado? Es evidente que no, al menos si es verdad que la presencia que se aclara y perdura es distinta del estar puesto, por mucho que dicho estar puesto siga estando muy próximo a dicha presencia, porque le debe su origen esencial . 21 No cabe duda del rechazo explícito, que por fuerza incluye a Kant, del "presencialismo" y, más aún del "presencialismo representacionista" (al que podríamos calificar de "doblemente presencialista"). La conclusión que podemos extraer, de acuerdo con Heidegger, es que Kant sólo constituye una variante más del presencialismo y que, desde luego, en ningún caso el ser puede ser una posición del pensar. Aceptar esto sería, claro está, compartir las tesis de la filosofía trascendental, la que el crítico de Kant trata de superar. Heidegger finaliza su ensayo afirmando que la tesis de Kant sobre el ser es la cima desde la que la mirada puede volverse hacia atrás -hacia el ser como lo subyacente- o hacia delante, hacia una interpretación especulativa y dialéctica del ser como concepto absoluto. En ninguno de los dos casos la pregunta por el ser y la verdad del ser encuentra respuesta. Así, una vez más, nos vemos obligados a concluir con Heidegger: "El ser no puede ser. Si fuera, ya no sería ser, sino ente (...). Ser: en realidad, lo que permite la presencia" . 22 19 20 21 22 Ibid. Ibid., p. 379. Ibid., p. 387. Los subrayados son míos. Ibid. 74 4. C A R M E N SEGURA PERAITA / LA CUESTIÓN DEL SENTIDO Lichtung. Acerca de la copertenencia de Da-sein y ser He realizado, desde el comienzo de esta exposición un complejo recorrido. A lo largo de su transcurso he intentado comprender cómo fue posible que el hypokeímenon-ousía de Aristóteles llegara a transformarse en el hypokeímenon-sujeto apofántico de Kant. Ahora nos resta extraer las conclusiones que se pueden desprender de todo lo estudiado y mostrar así la pertinencia de la tesis que se ha propuesto al principio de este estudio, esto es, que en diálogo con Kant y en oposición a él, Heidegger encuentra la posibilidad de una más "auténtica" comprensión del Da-sein como perteneciente al ser y, en consecuencia, del ser como perteneciente al Da-sein. Como ya se ha visto, no cabe duda que resulta coherente, al menos desde la perspectiva heideggeriana, que el "yo pienso" pueda ser interpretado como sujeto de todas las determinaciones; esto es, como sujeto apofántico. Porque lo cierto es que ese "yo función trascendental" es sujeto lógico de todas sus determinaciones. Un sujeto del que, además, se podría decir que "usurpa" algunas de las prerrogativas del sujeto-sustancia. Ello es así porque desde él emergen y en él se dan los predicados, las categorías, que otrora pertenecieran a la entidad. Pero si Heidegger entra en liza con Kant, no es tanto por haber realizado esta transformación (en la que, como se verá más adelante, parece reconocer algún destello positivo) sino por no haberla llevado a cabo del modo adecuado. Así es, Heidegger observa en Los problemas fundamentales de la Fenomenología que en Kant se advierte una referencia inconfundible y prioritaria al yo. No obstante, en él, su autor se pregunta por algo que era sin duda en ese momento de su camino un problema "principiar': ¿por qué el ser del sujeto no se convirtió antes en problema ontológico? Heidegger entendió que la filosofía moderna partió del sujeto y que, en consecuencia, habría cabido esperar que la ontología correspondiente tomara a ese sujeto como ente ejemplar e interpretase desde él el concepto de ser. Sin embargo, lo que lamenta Heidegger es que esto no ocurriera realmente así. La razón de ese lamento -que no sólo obedece, aunque también, a una visión todavía trascedentalista del Dasein - se verá mejor a continuación, cuando haya adelantado con brevedad algunas cuestiones que es preciso plantear antes. 23 23 Esto es algo que fue muy relevante para el Heidegger de Sein un Zeit, aunque luego, como es ya sabido, la centralidad detentada en aquella obra por el Dasein desaparece por resultar también, a juicio del mismo pensador, "trascendental" y/o "metafísica". En cualquier caso, en este momento lo que él afirma es que no fue así; que los motivos de la orientación primaria de la filosofía moderna no son los de la ontología fundamental (según la cual el ser mismo y sus estructuras pueden ser aclaradas a partir del Dasein). R E V I S T A P H I L O S O P H I C A V O L . 31 [ S E M E S T R E I / 2007[ 75 Lo que Heidegger opinaba en 1927 es que la ontología coetánea continuaba ocupándose con problemas heredados de la antigua. Lo único que ocurrió es que el sujeto pasó a ser concebido como conciencia pura. Ya sabemos que esto es algo que el pensador de Friburgo valoró siempre de una manera muy negativa. Entre otras cosas porque nos sumió en el insuficiente y erróneo dualismo sujeto/objeto y porque, por otra parte, ni tan siquiera se llegó a establecer en qué respecto se distinguían el ser del sujeto y el del objeto. Todo lo más que se logró, como ya se ha visto, es la identificación del yo kantiano con un cierto yo apofántico. Un "yo pienso" que no es una representación y que no es un ente en el sentido de objeto. Ese "yo" es, por el contrario, la condición de posibilidad de todo representar: de todo ser percibido del ente; por tanto, de todo ser. Por otra parte, a lo largo de esta exposición se ha intentado mostrar que, respecto de Kant, quedaba claro lo siguiente: Por una parte, que para él la posición de los distintos modos de ser -como posible, como existente, o como necesario- se realiza, en definitiva, merced a postulados del pensamiento empírico en general, según esquemas. Ya conocemos lo peculiar de los postulados: que no añaden nada a la constitución de un objeto, sino que sólo establecen una relación con el pensar en general, de acuerdo con la cual queda determinado su modo de ser. Por este camino hemos alcanzado a comprender que el ser es concebido por Kant -pese a su victoria frente al racionalismo- como mera realidad efectiva (Wirklichkeit). Por tanto, y en definitiva, el ser es mera posición y esa "posición" es puesta por el pensar; es decir, por el yo trascendental. Por último, también se ha recordado la tesis de Kant, según la cual el ser no es un predicado real. Una tesis perfectamente acorde con lo que se acaba de subrayar, pero que tiene la peculiaridad, en su formulación, de estar directamente dirigida al ser. Así pues, podríamos concluir que el ser kantiano es, por doble motivo, posición. Por una parte, es la posición absoluta de una cosa con todas sus determinaciones. Por otra parte, esa posición es "efectuada" por el yo-sujeto apofántico de todas las determinaciones que, en cuanto que tal, determina la posición de objetividad de un objeto y, en síntesis, del conjunto de toda la experiencia posible. Es decir, que determina el ser como tal objetividad. Pero, ¿qué significa e implica, ahora y tras lo visto, que el ser no es un predicado real? En primer lugar, algo casi redundante: si es objetividad, lo que no es entonces es sustancialidad. Por el contrario, es lo determinable desde el sujeto. Sin embargo, lo sorprendente (al menos hasta cierto punto) es que Heidegger insista en que esta tesis kantiana no es sino una variación del presencialismo que ha caracterizado la metafísica occidental. Esto es, que también en el caso de Kant, como antes en el de Descartes, al final la única modulación apreciable es que ahora el presencialismo se mantiene C A R M E N SEGURA PERAITA / LA CUESTIÓN DEL SENTIDO 76 dentro de los márgenes establecidos por el representacionismo, característico de la modernidad. Así parece ser, pues ésta es la valoración que realiza Heidegger, prácticamente al final de su ensayo. Puesto que el ser se abre como presencia, la relación con lo ente, en cuanto eso que yace de antemano ahí delante, puede convertirse en tender, disponer, representar y poner. En la tesis de Kant sobre el ser como posición (...) reina el ser en el sentido de un permanente estar presente . 24 Con esto -y ese al menos parece ser el veredicto final de Heidegger- no se habría dado un paso hacia delante; más bien, al contrario, constituiría un retroceso; mejor dicho, una "pérdida" de aquello que -sin lograr satisfacer a un pensar que quiere serlo del ser- se alcanzó a vislumbrar en los orígenes de la filosofía. Entonces, la presencia fue entendida (como se ha reiterado innumerables veces a lo largo de estas páginas) como "lo que se aclara y perdura yaciendo ahí delante", como ousia-energeia. Pero resulta claro a todas luces que tal comprensión no se puede identificar con el mero "estar puesto", aunque esta concepción, ajuicio de Heidegger, derive de aquélla como de su origen esencial. No obstante, y precisamente por lo dicho, me interesa recuperar por un momento la afirmación heideggeriana según la cual la tesis de Kant sobre el ser constituye una cima. Pero "cima" ¿en qué sentido? Parece no caber duda que lo es como atalaya privilegiada, pero cabe pensar que hay algo más en esta valoración y ello a pesar de que nos veamos obligados a admitir con Heidegger, en un primer momento, que, si bien Kant llegó lejos, no fue lo suficiente como para poder abrir el camino a la respuesta por el ser, ni tan siquiera al correcto planteamiento de la pregunta por la verdad del ser ni de la diferencia. ¿Qué es, por tanto, eso "positivo" que implícitamente aletea en la valoración de Heidegger? A mi juicio, y dando por sentado que la propuesta resulta arriesgada, de lo que se trata es, precisamente, aunque de forma sólo inicial (como posibilidad para un tránsito), del carácter trascendental que Kant atribuye al ser, a la objetividad, como posición del yo pienso. Entiendo que si esta valoración resulta tan conflictiva, es por una razón clara y bien conocida. El camino de Heidegger se puede entender como la lucha contra la trascendentalidad, sea ésta entendida como lo sea. Pero en dicha 'nefasta' trascendentalidad hay algo, a mi parecer, que sirvió de acicate para nuestro pensador. Algo que también se ha dejado notar en el análisis de Los problemas fundamentales de la fenomenología. Que precisamente ahora, cuando estamos analizando y valorando un texto treinta y cuatro 24 Heidegger, M., "La tesis de Kant sobre el ser", op. cit., p. 385. Los subrayados son míos. R E V I S T A P H I L O S O P H I C A V O L . 31 [ S E M E S T R E I / 2 0 0 7 ] 77 años posterior, surjan elementos comunes, es señal de que lo que está en el fondo de ambos textos es un asunto que permanece constante en el pensar de Heidegger. Se trata de algo bien sencillo (que es lo que se ha constituido en punto de arranque de esta ponencia): ser y Da-sein se copertenecen. Aunque, sin duda, la Kehre transformara de manera sustantiva la comprensión del Dasein, que pasó a ser entendido como Lichtung. Pues bien, para concluir, todo lo dicho hasta el momento significa e implica lo siguiente. La Lichtung, es decir, el Dasein, no es condición trascendental de posibilidad. No obstante, ella es el ámbito espacio/temporal para el ocultamientoldesocultamiento del ser. Esto es, no puede acaecer, acontecer ser sino en su ámbito: en el ámbito que le es propio, que le pertenece por derecho: el Dasein. El Dasein, a su vez, sólo es tal si ex-siste. Si está, si es, fuera. Es decir, si no es conciencia ni sujeto que pone o construye. Si es eso: ámbito espaciotemporal; pero sólo puede serlo si pertenece al ser; si permite que acontezca sentido, más allá de control científico o metafísico de lo real. De Kant, Heidegger aprendió que el ser no es ente, no es cosa. Para hacerlo tuvo que hacerse cargo del carácter trascendental del ser. Sin embargo, en mi opinión, Kant llegó a afirmar que el ser era mera posición debido a las rémoras racionalistas presentes en su Crítica. Por eso acabó haciéndole depender del yo pienso; es decir, entendió el ser como mera relación con el pensamiento en general. Heidegger había huido, desde el principio, de los planteamientos racionalistas aunque, a mi parecer, le costó más trabajo liberarse de los trascendentalistas. La trascendentalidad, es cierto, pone inmediatamente al pensamiento en el terreno de lo ontológico, sacándole así del ámbito de lo óntico. Pero esto no es bastante en un sentido fundamental: hace depender el ser del pensar. Para liberarse de esta nueva cadena es preciso hacer lo que Heidegger intentó: concebir al Dasein como existencia extática. Sólo en él puede acontecer ser, sentido. Pero acontece, es ereignet sich das Sein. Esto significa que el ser no está sometido al arbitrio de un yo-apercepción trascendental que construye. Se ha liberado de él precisamente en la medida en que no hay, en que se ha renunciado a la constitución de la experiencia según reglas, esquemas y principios a priori. Ahora, ser no es posición sino sentido. Con expresión de Heidegger, vivimos, habitamos, construimos y al hacerlo, y en medio de ese hacerlo, acontece sentido. En definitiva, continúa vigente la idea según la cual somos "ser en el mundo". En la "Introducción a ¿Qué es metafísica? Heidegger se refería al carác- C A R M E N S E G U R A PERAITA / LA CUESTIÓN DEL SENTIDO 78 ter extático de nuestra existencia, pero aclaraba que el ex-stasis no era un mero estar fuera, sino que era nuestro dentro. "Estar, ser fuera" es la única posibilidad de ser para el Dasein. Esa posibilidad es la de la plena apertura incondicionada que se deja sorprender cada vez que acontece ser y sentido, porque tal acontecimiento no ha podido ni podrá nunca ser planeado ni producido . 25 25 Cf., HEIDEGGER, M., "¿Qué es metafísica?' (1949), en Hitos, Alianza, Madrid, 2000, trad. H. Cortés y A. Leyte, pp. 299-312.