En las postrimerías del siglo XX observamos el acrecentamiento de

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REFLEXIONES TEÓRICAS PARA EL ANÁLISIS DE LA
PROBLEMÁTICA DEL AGUA EN ZONAS CON PREDOMINIO DE ECONOMÍA DOMÉSTICA
Karina Verónica FLEITAS1
“…el mundo de la humanidad constituye un total de procesos múltiples e interconectados
y que los empeños por descomponer en sus partes esa totalidad, que luego no pueden rearmarla falsean la realidad. Conceptos tales como nación, sociedad, cultura designan porciones y pueden llevarnos a convertir nombres en cosas. Solo entendiendo estos nombres
como hatos de relaciones y colocándolos de nuevo en el terreno del que fueron abstraídos,
podremos esperar evitar interferencias engañosas y acrecentar nuestra comprensión”
(Eric Wolf, 1993: 15)
Resumen
A fines del siglo XX observamos un incremento de conflictos socioeconómicos y políticos sobre los accesos al agua y su impacto en sistemas productivos de zonas rurales. La implantación del modelo hegemónico productivo en estos territorios levantó un escenario particular
en el desarrollo de las dinámicas de economías domésticas y su relación
con el capital y el Estado. Pretendemos reflexionar sobre conceptos para comprender como se desarrollaron ciertas formas de apropiación del
recurso del agua y su impacto social en el que, también se manifiestan
procesos de resistencia.
Palabras clave: agua; territorio; economías domésticas; capitalismo.
Abstract
At the end of the twentieth century we see the increase in socioeconomics and political problems over the access to water and the impact these distributions bring to the rural areas. The imposition of the
productive hegemonic model in this areas, rise a new scenario in the
development of domestic economies and their relation whit the capital
and the state. We want to think all these concepts to understand how to
develop new ways to appropriate the water resource and its social impact, in this way new resistance process will emerge.
Key words: Water; territory; domestic economies; capitalism.
1
Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad Nacional de Córdoba.
Fleitas, K. V. (2013), “Reflexiones teóricas para el análisis de la problemática del agua
en zonas con predominio de economía doméstica”, Cuadernos de Antropología, No. 9: 6586. Enero-Junio. ISSN: 0328-9478 (impreso). ISSN: 2314-2383 (digital).
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Reflexiones teóricas para el análisis…
K. V. FLEITAS
Formas de despojo en el Capitalismo periférico
En las sociedades agrarias los factores productivos esenciales para la
producción y la reproducción son la tierra y, fundamentalmente, el
agua. Nos preguntamos, entonces, si vale discutir sobre la obviedad de
la necesidad del agua para la vida. Parece que es necesario entrometerse
no solo en la discusión sino también en propiciar una transformación
social que implique la defensa del recurso como un derecho humano,
como bien común propio de la vida. Lo cierto es que observamos un
proceso constante de apropiación y monopolización por parte de sectores económicos poderosos sobre el recurso, ya caracterizado como un
bien económico. Otra cuestión que advertimos, y que subyace en esta
lógica mercantilista, es la naturalización de la acción de estos sectores
poderosos facilitada, muchas veces, por el amparo de instrumentales
estatales en contraposición a sectores rurales vulnerables que, afectados
por la falta del agua, pagan por su acceso sumas siderales. Sin embargo,
debemos destacar que frente a estos mecanismos de apropiación y monopolización se levantan procesos de resistencia que se desarrollan, algunos más visibles que otros, pero que existen.
¿Cómo llegamos al nodo de esta cuestión? Pensando en los procesos históricos que fue atravesando América Latina a partir de la imposición del sistema colonial europeo (que luego afectaron a los continentes
africano y asiático) en su búsqueda y apropiación de territorios, recursos naturales y mano de obra barata, expresado en una racionalidad
económica diferente de la desarrollada por las culturas originarias. Si
bien la cuestión del aprovechamiento del agua es una problemática
histórica que atravesó fuertemente a las primeras sociedades agrarias del
mundo, las características acerca del uso y distribución que fue adoptando en este último siglo nos remitió al monumental aporte de Karl
Marx acerca del origen del sistema capitalista que rige como modelo
hegemónico dominante. Pensar desde este lugar nos facilita la comprensión acerca de la racionalidad económica desde la cual se relaciona
el hombre con la naturaleza. Específicamente, la racionalidad con la
cual un sector de la sociedad se relaciona con el medio natural para
transformarlo. Dicha esta aclaración, nos volvemos al prólogo escrito
por Karl Marx en la Contribución a la Crítica de la Economía Política
(1975) para comprender el proceso histórico de transformación de las
sociedades europeas hacia, lo que el autor denominó, el modo de pro66
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ducción capitalista. Es decir, los procesos de transformación de formaciones socio-económicas basadas en la escisión del productor directo de
sus medios de producción, base del concepto desplegado y retomado
por los estudiosos marxistas, la acumulación originaria y su debate en torno al carácter que este proceso adopta en la actualidad.
La comprensión de este proceso histórico nos permite, así mismo,
cuestionar acerca de la modalidad que fue adquiriendo el modo de producción capitalista trasladado a territorios no capitalistas, como modo
de producción dominante en un escenario de expansión y de conflicto
social con diversidad de intereses. El proceso de implantación del capitalismo en su máxima expresión, lo ubicamos en el marco de la formación de los nuevos estados nacionales latinoamericanos de fines del siglo XIX, momento en el que se produjo su inserción en el incipiente
mercado mundial. El concepto de reproducción ampliada propuesto por
Rosa Luxemburgo (2007) fue uno de los grandes aportes en el entendimiento acerca de la relación articulada entre formas capitalistas y no
capitalistas (externas e internas) que garantizaron la reproducción del
capital. El desigual desarrollo económico entre regiones que, anteriormente, no habían tenido vinculación comercial abrió un abanico de estudios acerca del uso, por ejemplo, de conceptos como el desarrollo. Lo
cierto es que entre 1850 y fines del siglo XIX la expansión del capital
por medio del comercio y la inversión internacional se duplicó y amplió
sus fronteras. Sin embargo, estos países europeos atravesaron una de
sus primeras crisis de sobreproducción que repercutieron en el aumento
de desempleo de una emergente clase obrera y la disminución de ganancias de la burguesía empresarial. Una de las salidas a la presión socio
económica fue la búsqueda frenética de nuevos territorios para ampliar
mercados, realizar inversiones, obtener recursos naturales y reservorios
de mano de obra barata que garantizaran la producción, explotación y
comercialización, base del desarrollo industrial. En el caso de Latinoamérica se aplicó una forma de dominación indirecta que generó la
histórica dependencia económica bajo acuerdos políticos de los nuevos
estados emergentes para el libre ingreso de capitales europeos. El éxito
de este proceso fue garantizado mediante el uso de la violencia política,
la presión tributaria del Estado; así como la baratura de las mercancías
(Godelier, 1974). Podemos decir que fuimos ingresando a la conformación de un particular sistema capitalista periférico que, a lo largo del
tiempo, agudizó las crisis de sociedades que fueron sometidas a un tipo
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de erosión, disgregación, destrucción o mutación continua de sus propias dinámicas sociales. Esta relación entre formas sociales capitalistas y
economías caracterizadas como domésticas alcanzó una dimensión distinta a las sociedades occidentales.
Los debates acerca de la incorporación de las economías emergentes
a la dinámica del capitalismo derivaron en un análisis crítico por parte
de la antropología económica acerca de los principios teóricos que justificaban posiciones consolidadas y que otorgaban explicaciones globales.
La economía política de enfoque marxista buscó superar dichas posiciones (expresadas en la teoría de la modernización y la teoría de la dependencia) para incentivar estudios que identifiquen las particularidades
del desarrollo capitalista periférico. En este sentido, se fue recuperando
la necesidad de abordar las dinámicas de las economías locales y el valor
de los trabajos etnográficos como aporte a la comprensión de la conflictividad social desde una visión integral que incluyera procesos de resistencia.
Como expuso Alejandro Balazote (2007) en el libro Antropología
Económica y Economía Política, es necesario que la antropología
económica aporte herramientas metodológicas y epistemológicas para
comprender los procesos históricos en su integridad. Este trabajo enriquecedor, nos brinda un repaso acerca de dichas teorías observando
claramente las intencionalidades ideológicas que subyacen en las propuestas y que orientan no solo las investigaciones sino las propuestas de
política pública que luego el Estado instrumentaliza y pone en acción.
No es ninguna novedad. Sin embargo, cuando tomamos como investigación una microrealidad, nos encontramos con esbozos que aún perduran de preceptos de, por ejemplo, la teoría de la modernización. En
la zona de estudio del noroeste de Córdoba, la propuesta de construcción de un dique para incentivar el desarrollo económico y el mercado
local estuvo claramente expresado en el proyecto denominado “Dar
agua al norte” en la década del cuarenta. O, en relación a la segunda teoría desarrollada por la Comisión Económica para América Latina y el
Caribe (CEPAL) en los años cincuenta, que incentivaron propuestas
desarrollistas basadas en las estrategias de la sustitución de importaciones para superar la condición de dependencia y subdesarrollo que ubicaba a estas regiones como meros productores de materia prima (Balazote, 2007). Ambas teorías se transformaron en instrumentales de política pública aplicadas a la diversidad regional soslayando no solo el im68
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pacto socio económico sobre la población y el medioambiente al que
fue aplicado, sino también los mecanismos desplegados de resistencia
frente a la transpolación de modelos exógenos a la realidad social. Esto
incentivó el debate para incorporar al estudio de los procesos históricos, herramientas que expliquen las dinámicas de situaciones que no
encajaban en el esquema de países dependientes vs. los industriales. Los
neo marxistas de la década del setenta, representados por Immanuel
Wallerstein (1990) con la teoría de los sistemas mundiales, revolucionaron
la historiografía al incorporar los procesos emergentes de Asia, África y
Latinoamérica desde una perspectiva total de la historia. Wallerstein incorporó el estudio de la relación centro-periferia-semiperiferia, como
esquema jerárquico de dominación de las economías nacionales e incorporó el componente político para explicar procesos que no se ajustaban a la dualidad anterior. Como planteó William Roseberry (1991), el
gran aporte de esta teoría a la antropología fue salir del molde comparativista y reformular la práctica etnográfica incluyendo en los estudios de
determinadas poblaciones una visión integral que esté enmarcada en las
fuerzas sociales, económicas y políticas a nivel global. A pesar del gran
aporte de los sistemas mundiales, el antropólogo Eric Wolf (1993) fue
quien señaló las limitaciones de este modelo en la explicación de las
dinámicas internas o, específicamente, en las reacciones de las micropoblaciones frente a la acción de las fuerzas externas.
Wolf fue uno de los exponentes de esta nueva propuesta que la economía política incluirá y que fue proporcionado por el trabajo etnográfico. En estas investigaciones se incluyeron el análisis del proceso histórico, los condicionamientos coloniales, las características del mercado
mundial y la conformación del mercado nacional. El rescate y aporte de
estos exponentes de la antropología permitieron dar visibilidad a sectores postergados, como el campesinado, o a movimientos sociales o individuos que se perdían en los análisis del marxismo estructural. La valorización del trabajo etnográfico amplió la visión acerca de las relaciones sociales de explotación y dominación.
Los debates en torno a los procesos de acumulación, es otro de los
puntos que nos queda pendiente en el estudio y que nos abre un panorama para acercarnos, de manera justa, al análisis sobre la relación del
hombre con la naturaleza en un contexto de relaciones sociales capitalistas donde gran parte de los recursos naturales se encuentran mercantilizados.
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Tal como planteó Marx, la acumulación originaria es el punto de partida del sistema del capital:
El proceso que crea a la relación del capital, pues no puede
ser otro que el proceso de escisión entre el obrero y la propiedad de sus condiciones de trabajo, proceso que, por una parte,
transforma en capital los medios de producción y de subsistencia sociales, y por otra, convierte a los productores directos
en asalariados. La llamada acumulación originaria no es,
por consiguiente, más que el proceso histórico de escisión entre
productor y medios de producción. Aparece como «originaria»
porque configura la prehistoria del capital y del modo de
producción correspondiente al mismo (Marx, 2005: 893).
Los mecanismos de expropiación por medio de la violencia extraeconómica es uno de los puntos fundamentales del despojo con el que
avanza el capital en el territorio. Si bien este proceso es específico de
Inglaterra, planteó que:
En la historia del proceso de escisión hacen época, desde el
punto de vista histórico, los momentos en que se separa súbita y violentamente a grandes masas humanas de sus medios
de subsistencia y de producción y se las arroja, en calidad de
proletarios totalmente libres, al mercado de trabajo. La expropiación que despoja de la tierra al trabajador, constituye
el fundamento de todo el proceso. De ahí que debamos considerarla en primer término. La historia de esa expropiación
adopta diversas tonalidades en distintos países y recorre en
una sucesión diferente las diversas fases. Solo en Inglaterra, y
es por eso que tomamos de ejemplo a este país, dicha expropiación reviste su forma clásica. (Marx, 2005: 895).
Esta premisa es el punto del iceberg que más adelante continuarán
desarrollando los intelectuales marxistas y de manera interdisciplinaria
acerca de las modalidades de apropiación del capital en regiones no europeas. Para no incurrir en los clásicos determinismos económicos ni
transpolar modelos teóricos abstractos, atendemos a los debates en torno a las formas de acumulación establecidas en dichos países. En la re70
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vista Theomai, Composto y Pérez Roig (2012) rescatan los últimos debates a propósito del trato sobre la problemática de la acumulación en
la actualidad y destacan las investigaciones realizadas por Guido Galafassi (2012) quien analiza críticamente el denominado modelo extractivo y
realiza una reflexión teórico-política sobre las formas de acumulación,
el conflicto social y territorio sobre casos regionales de la Argentina
contemporánea. Estos esfuerzos teóricos para comprender el impacto
del modo de acumulación dominante, plantean interrogantes sobre casos particulares del avance sobre la naturaleza y el cercamiento de territorios como proceso central de la acumulación capitalista. Esta discusión nos remitió a volver a la fuente de la acumulación originaria planteada por Marx (expuesta anteriormente) donde se especifica la violencia extraeconómica de despojo de la tierra al campesino en Inglaterra
entre los siglos XV y XVIII y que será, no solo su mecanismo fundamental sino también que se realizará por medio de diferentes oleadas de
expropiación y bajo diversas ideologías, en diferentes etapas históricas.
Este punto no es menor en la medida que, conforme se fueron consolidando los estados modernos europeos, las leyes serán los mecanismos a
utilizar para perpetrar el despojo y disciplinar la fuerza de trabajo liberada, ya, mediante el uso del monopolio legítimo de la fuerza.
Lo cierto es que el sistema del capital se expande conforme a procesos de expropiación y reproduce mecanismos utilizados por la acumulación originaria. Sin embargo, en el caso de las regiones latinoamericanas este proceso adquirió otras modalidades, razón por la cual Rosa
Luxemburgo (2007) recuperó esta tesis para trabajar sobre el problema
de la acumulación en las regiones colonizadas por el imperialismo europeo de fines de siglo XIX. En su trabajo dejó claro el carácter inherente y continuo de mecanismos de despojo y de violencia de la acumulación capitalista y que la búsqueda de la ampliación de la reproducción del capital se realiza por medio de esta continuidad de la escisión y
el despojo de sociedades periféricas. Tanto en África como en Asia los
métodos utilizados fueron las formas militarizadas y la destrucción de
economías naturales para introducir la economía de mercado. Tanto
para Marx como para Rosa Luxemburgo el Estado cumple un papel
importante en el despojo por medio del monopolio legítimo de la fuerza, la presión tributaria o el abaratamiento forzoso de la producción de
las economías domésticas.
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La cuestión es resaltar que esta forma de acumulación originaria
forma parte de una fase histórica, lo que nos permite observar los dinamismos de la complejidad y la conflictividad social. Investigaciones
recientes incluyen los aportes de David Harvey (2004) al introducir el
concepto de acumulación por desposesión. Harvey retoma a Marx y Luxemburgo con la idea fuerza de la constante acumulación a la que son sometidos los territorios pero abordado no como algo pretérito sino como continuo. Coincide con la doble dimensión planteada por Luxemburgo: el despojo y violencia extraeconómica y la explotación amparada
en el marco legal, ambos ligados al proceso de reproducción capitalista
donde este modelo es reproducido, incluso, a escala menor en el interior de las propias economías modernas. En sus palabras: “Una revisión
general del rol permanente y de la persistencia de prácticas depredadoras de acumulación “primitiva” u “originaria” a lo largo de la geografía histórica de la acumulación
de capital resulta muy pertinente (…) Dado que denominar “primitivo” u “originario” a un proceso en curso parece desacertado, en adelante voy a sustituir estos términos por el concepto de “acumulación por desposesión” (Harvey, 2004: 9).
El avance sobre los territorios conlleva las formas de explotación y
monopolización de los recursos que contiene y los grados de impacto
sobre la población que los habita pueden expresarse en expropiaciones
o relocalizaciones. Harvey destacó, así mismo, las nuevas modalidades
de acumulación por desposesión, como por ejemplo la modalidad del
uso de patentes y licencias en la manipulación de materiales genéticos o
semillas transgénicas que monopolizan el mercado y se vuelven en contra de la población local. El concepto de acumulación por desposesión, amplio y aplicado a lo que denominó el nuevo imperialismo, alcanza a casi
todos los aspectos de la vida social, cultural, política. Aquí nos interesa
rescatar como el avance de la mercantilización constituyó, incluso, lo
que denominó el cercamiento de bienes comunes al que no escapó el
factor del agua.
El territorio y la problemática del agua
Esta noción de acumulación por desposesión o despojo, admite que
nos adentremos en los estudios relacionados con la territorialidad, la
organización del espacio y la relación del hombre con la naturaleza.
Consideramos imprescindible retomar al antropólogo Maurice Godelier
(1989), Milton Santos (1996), Mançano Fernandes (2001), quienes dis72
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cuten y complejizan los conceptos de territorio, espacio, y el lugar que
ocupan los actores sociales. Para Milton Santos (1996) el espacio es una
totalidad en la que coexisten sistemas de objetos, como la naturaleza y
sistemas de acciones, en que la sociedad produce relaciones sociales que
modifican y transforman la naturaleza. Sin embargo, el geógrafo brasilero Mançano Fernandes, realiza una crítica a los modelos predominantes
en el análisis de lo rural atendiendo a dos paradigmas que los ubica como: la cuestión agraria y el capitalismo agrario para debatir acerca de los
conflictos generados en torno a la tierra y el uso de sus recursos. Ambos representan, desde su perspectiva, conflictos por la imposición de
los modelos de desarrollo territorial rural en el que se desenvuelven. En
un mismo espacio pueden convivir diferentes territorios que se modifican continuamente al estar cargados de permanentes intencionalidades.
Esto le otorga un carácter dinámico ya que se encuentran en constante
construcción. En este sentido, la cuestión agraria es territorial en la medida que comprende las dimensiones económica, social, ambiental, cultural y política:
La conflictualidad está en la naturaleza del territorio. El territorio es un espacio político por excelencia. La creación del
territorio está asociada a las relaciones de poder, de dominio
y control político. Los territorios no son solo espacios físicos,
son también espacios sociales, espacios culturales donde se
manifiestan las relaciones y las ideas transformando en territorio, hasta las propias palabras. Las ideas son productoras
de territorios con sus diferentes y contradictorias interpretaciones de las relaciones sociales (Mançano Fernandes,
2001: 18).
La pertinencia del análisis de Mançano Fernández amplió nuestra visión en la medida que otorgó centralidad a las intencionalidades de diferentes actores sociales en disputa y planteó un escenario de resistencia
permanente entre dos racionalidades divergentes.
Godelier, por su parte, en su trabajo sobre lo Ideal y Material partió
del hecho básico de que: “los hombres no se contentan con vivir en sociedad,
sino que producen la sociedad para vivir; en el curso de su existencia inventan nuevas
maneras de pensar y de actuar sobre ellos mismos así como sobre la naturaleza que
los rodea. Producen, pues, la cultura y fabrican la historia, la Historia” (Godelier,
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1989: 22). Así mismo sostiene que “el hombre inventa estrategias para explotar los recursos naturales y hacer frente a las constricciones ecológicas que pesan, tanto sobre la reproducción de los recursos como de su propia reproducción” (Godelier,
1989: 24).
Desde esta premisa, el agua y su control es el elemento que prima en
la organización del espacio.
La problemática del agua
El punto central es trabajar sobre la problemática del agua en este
entramado de relaciones sociales capitalistas en una doble dimensión
que, indefectiblemente, se encuentra relacionada:
a) el agua como parte de la explotación hidráulica
b) el agua como mercancía
En el primer punto, Pierre Vilar (1990) en el prólogo del libro Agua
y Modo de Producción, indagó acerca de los accesos y usos del agua
tomando periodos de largo plazo; en este estudio destacó la proliferación de obras hidroenergéticas promovidas por los países europeos
centrales en España mediterránea, fundamentalmente, luego de la primera Guerra Mundial. Su aporte al análisis de este recurso fue indagar,
de manera integral, acerca de los procesos socio-históricos en términos
de técnicas, economías, estructuras sociales, lucha de clase y choque entre potencias que son los elementos que atravesaron el manejo de este
recurso. Uno de los primeros trabajos relacionados a las grandes obras
hidráulicas son los realizados por Karl Wittfoggel en su Teoría de las
Sociedades Hidráulicas y el Modo Asiático de Producción, referido y
discutido por Ángel Palerm (Palerm, 1986: 113-129), quien retomó el
concepto de modo de producción como central para destacar la relación entre este tipo de obras para agricultura de gran escala y el funcionamiento de un sistema sociopolítico centralizado y burocrático asociado a una clase social dominante. Este análisis fue criticado por nuevas
investigaciones como las de Pérez Picazo y Lemeunier (1990) que propusieron introducir los aspectos culturales, el impacto medioambiental
y social en las poblaciones locales inmersas en un espacio de juego de
intereses.
Para el segundo propósito, el factor agua como mercancía es investigado en sociedades que fueron y son afectadas por la mercantilización
del recurso y el avance de empresas privadas, directa o indirectamente
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(mediante la participación estatal) que generaron un monopolio en su
uso; y, en el caso de sociedades rurales, la expropiación y coacción política y económica.
En Latinoamérica, investigaciones centradas en la Ecología Política
ubican al recurso agua en situación de crisis en un contexto socio
económico de exclusión y marginación. Identifican una mayor inaccesibilidad al agua por parte de sectores vulnerables, y de un manejo no
sustentable en la relación medioambiente-ser humano, por parte de
quienes detentan el uso político del agua. Dichos estudios resaltan que
si el siglo veinte se caracterizó por las fuertes luchas por la tierra, el
nuevo siglo es por el agua (Peña Ramírez y Hernández Camacho, 2004).
Estos autores identifican elementos de tensión sobre el agua como la
escasez, la contaminación y el derroche del recurso por parte de quien
maneja su distribución. En este aspecto, Comas d´ Argemir (1998) en
su libro Antropología económica realizó un raconto de las investigaciones que relacionan el accionar humano con la naturaleza no solo desde
la disposición de recurso o de técnicas sino bajo preceptos políticos y
sociales. Si bien la mayoría de los estudios de ecología política fueron
asociados a los aportes de Karl Polanyi en La Gran Transformación
(Polanyi, 2003) o de Clifford Geertz en su trabajo sobre los procesos
de cambio ecológico en Indonesia, como retoma la autora, uno de los
primeros en acuñar el concepto de Ecología Política de manera integral
fue el antropólogo Eric Wolf. Dicho autor introdujo no solo las relaciones de propiedad en el aprovechamiento de los recursos sino también la incidencia de fuerzas globales en los sistemas locales.
Como ya planteamos, para Jorge Veraza (2007) el agua como recurso puede abordarse desde dos puntos de vista: como derecho o como
mercancía. Siendo un bien común, el agua carece de valor en el sentido
estricto de la palabra pues es un recurso al que no se puede reemplazar
ni tampoco elaborar respetando su proceso de producción, ya que depende de las fuerzas de la naturaleza. Al menos por el momento es inviable desde el punto de vista científico. El agua es considerada un bien
común, tiene valor de uso o, podemos decir, forma parte de la riqueza
nacional de un Estado y las leyes constitucionales así lo establecen. El
nodo del conflicto es cuando atendemos a que dicho recurso, esencial
para la vida en su totalidad, se mercantiliza y adquiere rasgos de bien
con valor de cambio. Esta discusión es intensamente peleada tanto a
niveles de Estado, organismos internacionales como organizaciones y
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movimientos sociales, lo que plantea un escenario de conflictividad a
escala planetaria: “El agua es un bien de uso que es manipulado por el ser humano de manera colectiva o individual, pero también es patrimonio de la humanidad
porque es premisa constitutiva y generativa de la vida” (Veraza, 2007: 19).
El aporte de Veraza en su estudio sobre Economía y Política del
Agua, fue establecer una urgente diferencia entre el valor impuesto a
partir del precio sobre el agua y, en todo caso, las subsiguientes obras
hidráulicas que llevan adelante los Estados para la potabilización, la canalización, murallas de contención, etcétera, que requiere un sistema de
riego modernizado. Dos cuestiones son necesarias de aclarar: por un
lado, como plantea Veraza, el agua no es mercancía ni puede serlo porque no contiene en sí mismo valor, solo se le puede agregar; por el otro,
en todo caso lo que se mercantiliza es el valor agregado que son los que
el autor denomina Procesos Hidroútiles (PHU) entendidos como “todos
aquellos procedimientos laborales humanos que permiten volverla útil” (Veraza,
2007: 20). Es decir que al requerir de trabajo humano, son los susceptibles de convertirse en mercancía. Este trabajo propone echar luz a la
confusión o, más bien, contradicción a las que son sometidas las poblaciones, fundamentalmente, aquellas que se caracterizan por el déficit
hídrico y que pagan sumas siderales para su consumo. Para dicho autor,
incluso los PHU contienen valor pero no pueden ser lucrativos ya que
juegan con las condiciones de existencia de la vida y, particularmente,
humanas. Sin embargo, en la dinámica del avance territorial mediante el
despojo, la expropiación y el monopolio legitimo de la fuerza, podemos
considerar que estas obras o PHU son sometidas también a la lógica de
la monopolización, la especulación, el derroche, la contaminación e incluso la expropiación indirecta en la que se observan procesos de resistencia tanto de sectores urbanos como rurales.
La problemática del agua y los fuera de zona: ¿territorios en disputa?
Una de las razones que nos llevó a investigar esta problemática es
cómo se fue introduciendo el llamado capitalismo agrario en Argentina
y su impacto en las regiones geográficas caracterizadas como pampeana
y extra pampeana. Específicamente tomamos como punto de referencia
la década del noventa con la profundización del modelo de acumulación que afectó a los sectores agrarios más vulnerables de la región a
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partir del impulso de obras de infraestructura o paquetes tecnológicos
aplicados a regiones con escasa aptitud agrícola sin atender a los impactos sobre la población residente. O en el manejo de los recursos naturales donde no estuvieron ausentes mecanismos de expropiación y violencia extraeconómica sobre los poseedores de la tierra.
Como este artículo pretende reflexionar sobre conceptos que nos
permitan, en próximos trabajos, profundizar sobre el acceso y distribución de agua que limita las condiciones materiales de existencia de familias con predominancia de economía doméstica, situamos la zona de
estudio en la región del noroeste cordobés correspondiente a la región
extrapampeana. Una región caracterizada por el déficit hídrico1 lo que
condiciona las modalidades de producción y reproducción social. Elegimos a las familias ubicadas en espacios que fueron denominados fuera
de zona por instituciones públicas, correspondientes a la zona de riego
del Dique Cruz del Eje, departamento Cruz del Eje2 de la provincia de
Córdoba. En este territorio, la escasez de agua promovió disputas y
formas de resistencia en comunidades cercanas, como el caso emblemático del dique Pichanas3. Si bien no contamos con una definición específica de estas áreas de estudio, son reconocidas como zonas de riego
de agua eventual ubicadas a 50 km del paredón del dique extendido a
ambas márgenes del río.
Los sistemas de producción de las familias ubicadas en dichos espacios son identificados como economía de subsistencia. Registramos dos
zonas: el margen derecho que incluye a las comunas de Santo Domingo, San Antonio, El Abra y Guanaco Muerto; y el margen izquierdo que
comprende las comunas de Media Naranja y Altos de los Quebrachos.
Nos llamó la atención esta caracterización de los fuera de zona cuando
realizamos las primeras aproximaciones a campo, ya que nos encontramos con diversas posturas:
Lo denomino proceso de riego eventual es una forma de sistema de organización social y representa una potencialidad
para las familias campesinas. En el proceso de distribución
de agua los primeros que no reciben agua son los de la zona
eventual. Por eso lo más importante es la distribución del
agua. Quienes son los que las direccionan. La vehiculización
del manejo del agua, porque en el camino se pierden muchos
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litros (Miguel, Técnico del Instituto Nacional de
Tecnología Agropecuaria (INTA), 2011: 1).
En este sentido, estos espacios van adquiriendo mayor envergadura
ya que son los últimos que reciben el agua para riego y para consumo y,
según lo planteado por el técnico del INTA, las obras se encuentran en
deplorables condiciones porque en el trayecto de las canalizaciones
hacia los predios se observa el derroche constante de las aguas.
Para la Subsecretaria de Recursos Hídricos son identificadas como
“zona eventual donde los usuarios pagan por hora. A cada margen le corresponde
una comisión: para el izquierdo, Altos de los Quebrachos; para la margen derecha:
Guanaco Muerto y Los Hormigueros” (Subsecretaría de Recursos Hídricos,
2010: 4).
Según los planteos del funcionario: “no existen las reglamentaciones para
los fuera de zona nadie está empadronado en los fuera de zona. En el mes, el sistema de dar agua es mediante tres turnos y se divide la distribución entre los que van
hacia las represas (hasta 30 mm3). Pero para fuera de zona se dispone de 4 hm3.
Más de 33 se les puede dar más, 6 hm3 para que sea usado para riego” (Subsecretaría de Recursos Hídricos, 2010: 4).
Consideradas, entonces, como zonas marginales observamos que
cuentan con déficit hídrico; un elevado porcentaje de población rural
con predominio de economía campesina4 (principales actividades productivas: maíz, alfalfa, sandía, algodón, cabritos); problema de titularidad sobre sus tierras: poseedores; migración a centros urbanos cercanos. Partimos, entonces, de la premisa que la construcción del dique
Cruz del Eje significó una reconfiguración socio-territorial para las familias en términos de supervivencia y resistencia, que las ubicaron en
un lugar de desigualdad en un doble sentido: porque deben pagar cuotas anuales arbitrarias para el consumo de agua; y deben tener título de
propiedad para empadronarse y recibir los hectolitros que corresponden a su propiedad. Por otro lado, la dinámica establecida por los sistemas administrativos estatales, ubicaron a estos espacios fuera de la
participación en los Comité de Cuenca y en los consorcios, obstaculizando sus propias demandas.
Como analizamos anteriormente la fiebre de construcción de grandes obras hidráulicas siguió un patrón claramente desarrollista y modernizante que en América Latina se ubicó mediados de la década del
cuarenta sin considerar las consecuencias sociales, como plantearon las
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investigaciones realizadas por Balazote y Radovich (1997), Bartolomé (
1985), Lins Ribeiro (1987) a partir de la problemática de la relocalización
de poblaciones. Estos proyectos instaurados en Sudamérica fueron planificados con intencionalidades políticas y económicas bajo argumentos
de desarrollo productivo sin considerar las particularidades históricas y
culturales del lugar donde se emprendieron las obras (Lins Ribeiro en
Balazote y Radovich, 1997: 30).
Teniendo en cuenta el desarrollo de los conceptos esbozados fuimos acercándonos a las particularidades de esta parte regional que elegimos para investigar. Así nos encontramos con definiciones que consideran la construcción de un sistema de riego no solo como un proyecto
económico o una obra física con una organización social determinada,
sino como una construcción social (Bustos y Yáñez, 2003). Si partimos
de este punto afirmamos que, siendo el sistema de regadío por canales
la fuente principal para el desarrollo de cultivos y abrevaderos de animales en estas zonas rurales, las familias campesinas son actores sociales principales y deben estar incluidas en el proceso de construcción y
participación de estos sistemas.
En la década del cuarenta, el programa estatal impulsado por el entonces gobernador de Córdoba, Amadeo Sabatini, denominado Dar
agua al norte, establecía por la ley n° 3732, la habilitación para la construcción de un dique5 que promoviera una visión estratégica y de desarrollo para aumentar las zonas de regadío, elevar la población y el consumo de las localidades cercanas como Capilla del Monte y La Cumbre,
fomentando así el mercado local.
Según consta en los registros públicos, el dique se construyó para
regadío de 22.000 ha pero en la actualidad se estiman en unas 8.500 ha
que son las realmente regadas. Actualmente, las familias ubicadas en los
fuera de zona se encuentran marginadas en un doble sentido: son las
últimas que reciben agua; y no están incluidas en los sistemas de gestión6, administración y/o participación en el manejo del recurso expresados en el Comité de Cuenca y consorcios. Para un pequeño productor residente de la zona las condiciones de desigualdad son evidentes:
Hay un antes y un después de la construcción del dique. Ya
que antes era un vergel. En la zona existen 3 consorcios. A
ello les corresponde, teóricamente, el de Guanaco Muerto, que
son los que tienen personería jurídica. Tres pesos es lo que
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Reflexiones teóricas para el análisis…
K. V. FLEITAS
pagan por el servicio. El canal revestido llega solo hasta Los
Hormigueros. En la margen derecha hay unas 10 familias y
se les otorgan una 70 u 80 horas de agua. Más de la mitad del agua se pierde por el camino: de unos 200 lts se pierden unos 100. Cada vez que piden agua tienen que dirigirse
a Guanaco Muerto y elevar una nota a la DIPAS para que
les den el permiso. Además de eso los encargados de “dar”
agua se autoasignan el “cobro” sobre las acequias. Como les
cobran por hora, suelen pedir agua de día porque de noche se
la cobran entera. De las comunas de la margen derecha: San
Antonio y El Abra son las más castigadas. Aquí no hay ni
voz ni voto. (Tedi, pequeño productor, 2011:2)
Estudios realizados por Luis Hocsman (2003) en la zona del oeste y
norte cordobés advierten sobre las características que adquirió el campesinado en su forma de producción y reproducción teniendo en cuenta la diversidad de los actores sociales agrarios que forman parte de la
región extrapampeana. Las discusiones acerca de la caracterización de
esta parte del sector agrario fueron acompañadas por los debates de la
década de 1970 acerca de la persistencia o no del sector campesino.
Pues una de las notables características sociales de la región es la persistencia de formas productivas no capitalistas que coexisten en el marco
de la reproducción de acumulación global del sistema capitalista. La escasez de agua y el déficit hídrico propio de la zona impide el autoabastecimiento en las unidades productivas y la producción para el mercado
local.
La relación entre el sector doméstico y el capitalista se fue estableciendo en Latinoamérica mediante mecanismos indirectos que mantienen el carácter no capitalista del proceso de trabajo doméstico. Diversos autores analizaron el concepto de la subsunción indirecta del trabajo al
capital (Bartra, 1982; Gutiérrez Pérez y Trápaga Delfín, 1986; Gordillo,
1992; Trinchero, 1992) que explicó esta relación a partir de la necesidad
del capitalismo agrario de mano de obra estacional mientras que el
campesinado produzca mercancías simples. El aporte del antropólogo
Claude Meillassoux (1985) fue analizar como el capital agrario buscó
evitar los costos de la reproducción del trabajador mediante el sostenimiento indirecto por la producción familiar. Así, la expansión del capital agrario en estas regiones significó no solo subordinación a través del
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Cuadernos de Antropología | Núm. 9 | 2013
trabajo sino también subsunción a través del mantenimiento de la propiedad del productor sobre sus medios de producción.
Reflexiones finales
Consideramos relevante y necesario realizar estudios que trabajen de
manera interdisciplinaria y que brinden herramientas para abordar problemáticas sociales. El noroeste de Córdoba es uno de los tantos casos
locales donde pudimos observar las modalidades de avance del capitalismo agrario sobre economías con predominio de economía doméstica.
Diferentes, continúan siendo, los mecanismos utilizados, directos o indirectos, sobre el avance territorial del capital en detrimento de las familias campesinas. Si bien este artículo nos proporciona simplemente una
reflexión acerca de las herramientas epistemológicas y metodológicas a
utilizar en el análisis sobre la problemática del agua, pensamos en la necesidad de realizar estudios integrales e interdisciplinarios que faciliten
la comprensión de los impactos provocados por quienes detentan el
uso y distribución de un recurso vital como el agua. La denominación
misma de los fuera de zona, casi soslayada por la entidad pública, provincial o local que debiera garantizar su acceso y distribución, sin embargo naturaliza su ubicación marginal manifestando que son los últimos que reciben el tan preciado bien; por otro lado pensamos que estos
espacios se fueron convirtiendo en territorios de disputa en el que la
lucha por la sobrevivencia es una constante. Una exposición anterior
realizada en el Valle de Pichanas sobre el conflicto generado por la
construcción del dique Pichanas cercana a la zona de estudio, fue llevado a su máxima expresión cuando desnudó no solo la desigualdad en la
distribución, claramente identificada en el estudio de campo; sino cuando los mismos pobladores afectados se organizaron en asamblea y comenzaron a participar de organizaciones campesinas como la Asociación de Productores del Noroeste de Córdoba desplegadas en la región
para contrarrestar el impacto y visibilizar las demandas. Estos procesos
de resistencias también fueron, en paralelo, acompañados de violentas
expropiaciones de sus tierras para liberarlas y expandir la inversión. Una
de las hipótesis que trabajaremos son los mecanismos de violencia extra
económica, indirecta y directa, a partir de la no distribución de agua lo
que implicaría una futura expulsión de sus predios sin recurrir a la violencia, recurrente, de las topadoras. Como comprobamos en las prime81
Reflexiones teóricas para el análisis…
K. V. FLEITAS
ras aproximaciones, los pobladores de estas zonas, son poseedores de
su tierra y esta situación jurídica los expone a una mayor vulnerabilidad
ya que se encuentran afectados al no estar integrados en el diseño de las
políticas públicas (en cuanto a requerimientos para recibir cantidades de
hectolitros de agua) como en su persistencia misma ante su inaccesibilidad para consumo humano y para la producción y reproducción de su
unidad doméstica. El agua como bien común es avasallada mediante
mecanismos estatales o privados, y mercantilizada generando una particular relación conflictiva entre las familias y los que la distribuyen. Actualmente, funcionan programas estatales y proyectos desarrollados a
partir de agencias pertenecientes al espacio público como el Instituto
Nacional de Tecnología Industrial (INTI) que fomentaron en la última
década proyectos de inserción productivas (como el ejemplo de la
cuenca láctea caprina fomentada por el INTI en la comuna de Santo
Domingo), así como el INTA (Barreda y Ledesma, 2009) cuyos profesionales recopilaron reflexiones acerca de experiencias de organización
con el propósito de promover el fortalecimiento organizacional del territorio, los accesos y sistema de gestión que tienen como cuestión central el acceso al agua.
Notas
1 Las
medias pluviométricas no superan los 600 mm anuales y con un
clima regional que pasa del semi-árido al árido (Salinas Grandes) con
una disminución en las precipitaciones que llegan hasta niveles próximos a 400 mm anuales.
2 Ubicado al noroeste de la capital, se divide en seis pedanías: Cruz del
Eje, Pichanas, Higueras, San Marcos, San Martín y Candelaria. La zona
de estudio se ubica en la pedanía Cruz del Eje.
3 Una aproximación realizada en la zona de riego del Dique Pichanas
(Departamento Cruz del Eje) nos acerca a la problemática generada por
los accesos al agua. Una resolución provino de los mismos actores afectados a través del desarrollo de una forma de gestión para enfrentar la
desigualdad de la distribución del recurso: “asamblea del agua”, convocada por las familias campesinas vinculadas a APENOC (Asociación de
Productores del Noroeste de Córdoba): “La Asamblea del Agua: conflicto social y acción colectiva a partir de la desigual distribución de recursos en una economía campesina del norte de Córdoba” presentada
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en el VIII Congreso Internacional de Psicología Social de la Liberación,
noviembre 2007, FACSO, Chile.
4 Caracterizadas como Unidades Domésticas, Radovich, J. C. y Balazote, A. (1991) consideran junto a otros autores que hay ciertos elementos
básicos que caracterizan e identifican al campesinado: a) el trabajo familiar, como componente decisivo en el proceso productivo. b) son al
mismo tiempo unidades de producción y consumo. c) poseen dificultades estructurales para la acumulación de capital. d) los componentes
más importantes del ingreso total, deriva de la producción agropecuaria.
e) cuentan con la posesión de los medios de producción y el control
formal del proceso productivo. Este sector rural, por otro lado, ocupa
un lugar particular en la dinámica global del capitalismo, como parte
constitutiva de un complejo proceso histórico de articulación y subordinación al mismo.
5 La construcción del Dique Cruz del Eje fue llevada adelante por la Dirección General de Hidráulica en los años 40, aprobada por ley Nº 3732
y bajo el Programa estatal Dar agua al Norte.
6 Entre los marcos normativos en relación a la Captación, Uso, Gestión
y Protección de aguas nos encontramos con: el Código de Aguas Ley
Nº 5589/73, la Ley Nº 6604/81 de creación de consorcios de usuarios
de riego y otros usos de agua, la creación del Comité de Cuenca del
Dique Cruz del Eje bajo la Ley Nº 7863/89, y el Decreto 415/99 que
especifican normas para la protección de los recursos hídricos superficiales y subterráneos de la Provincia.
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Recibido: 13 de mayo de 2013.
Aceptado: 8 de junio de 2013.
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