C – LAS FUERZAS DE OPOSICIÓN 1 – LOS REPUBLICANOS Partidarios de la República, contrarios a la Monarquía y el sistema de la Restauración. Sus apoyos se encontraban en las grandes ciudades como Barcelona, Madrid y Valencia. Durante los primeros años del XX los republicanos consiguieron lograr una mayor unidad (Unión Nacional Republicana -1903-) y atraer a sectores sociales cada vez más amplios entre las clases medias urbanas y los trabajadores asalariados. Desaparecieron los viejos líderes (Pi i Margall, Salmerón, Castelar, etc.) y aparecieron nuevos líderes como Melquíades Álvarez, Alejandro Lerroux o Blasco Ibáñez. Intentaron crear coaliciones con otros partidos de oposición para obtener mejores resultados: en 1906 crearon Solidaritat Catalana, junto a la Lliga regionalista catalana; colaboraron con los liberales en la oposición contra Maura en 1909; y en 1909 llegaron a la “conjunción” electoral con el PSOE para presentar listas conjuntas. Tras 1903 volvió la desunión al republicanismo, surgieron diversas tendencias republicanas, entre las que podemos destacar: - - Los radicales (Partido Republicano Radical -1908), con implantación sobre todo en Cataluña, liderados por Lerroux. Cercanos a los grupos revolucionarios y terroristas, fuertemente anticlericales, con apoyos dentro de las clases obreras. En Barcelona, el feudo de Lerroux, dado el apoyo fundamentalmente obrero, inmigrante, se decantó hacia posiciones españolistas, enfrentado a la burguesía de la Lliga.En Valencia esta corriente estaba liderada por Vicente Blasco Ibáñez. Este sector fue perdiendo apoyos conforme avanzaba el PSOE (a partir de 1918). Los más moderados (Partido Reformista -1912), liderados por Melquíades Álvarez, que pretendía conseguir apoyos entre las clases medias, alejándose de la violencia, e incluso colaborando a finales de la Restauración con los partidos del sistema. Su programa incluía propuestas de democratización, educativas, autonomía regional, mayor intervención del Estado en economía y problemas sociales. 2 – LOS CARLISTAS De escasa importancia durante el reinado de Alfonso XIII, sólo mantuvieron apoyos sociales en Navarra, Álava y Guipúzcoa. Un sector rompió con el pretendiente al trono (D. Jaime) y fundó el Partido Tradicionalista, de fuerte ideología conservadora y clerical (participó en instituciones). Hacia 1907 se fundó el “Requeté”, una milicia armada formada por jóvenes para luchar contra republicanos, PNV, socialistas, y anticlericales en enfrentamientos callejeros. 3 – LOS NACIONALISTAS a – Nacionalismo catalán: La Lliga (fundada en 1901) mantuvo el predominio en Cataluña hasta 1923. Liderada por el multimillonario Francesc Cambó. Las reivindicaciones autonomistas chocaron siempre con el centralismo de la Restauración y su clase dominante, aunque fueron consiguiendo poco a poco algunos objetivos como la creación de las mancomunidades provinciales de municipios, y sobre todo la Mancomunitat Catalana en 1914, organismo que agrupaba a las diputaciones provinciales catalanas. Si hasta 1917 su posición había sido de oposición al sistema de la Restauración y reivindicación de autonomía, a partir de 1918, como consecuencia del aumento de la conflictividad social y el avance del movimiento revolucionario proletario, abandonaron la táctica de la confrontación, concedieron la prioridad a la defensa de sus intereses económicos, el orden y la propiedad privada y colaboraron con los partidos del turno para lograr más estabilidad política y social. Hacia 1920 surgió un catalanismo de izquierda, liderado por Francesc Macià, quien en 1922 fundó un partido llamado Estat Català. Proponía una mayor beligerancia (incluso armada) con el Estado español para lograr la independencia de Cataluña, y una avanzada política social (más importante durante la II República: ERC). b – Nacionalismo vasco: Tras la muerte de Sabino Arana (1903), con el liderazgo más moderado de Ramón de la Sota, el nacionalismo vasco se extendió también a las ciudades vascas y penetró en Álava y Navarra, aunque allí limitado por la implantación del carlismo. En 1911 el PNV creó un sindicato llamado ELA-STV. En 1921 sufrió una escisión entre los nacionalistas moderados, partidarios de imitar a la Lliga Catalana y realizar una política más pragmática, y los independentistas radicales, partidarios del uso de la violencia para lograr la independencia (ambas tendencias se reagruparon en 1930, bajo el liderazgo de Juan Antonio Aguirre). c – Otros nacionalismos o regionalismos: Con mucha menos fuerza que catalanes o vascos, siguieron reforzándose los regionalismos en Galicia, Andalucía y País Valenciano. 4 – LA OPOSICIÓN PROLETARIA a – El Anarcosindicalismo: A principios del XX triunfó dentro del anarquismo español la tendencia anarcosindicalista (aunque quedaron grupos anarcocomunistas, partidarios del terrorismo: atentados contra Alfonso XIII, Canalejas), liderada por Ángel Pestaña, Salvador Seguí y Joan Peiró. Éstos proponían distanciarse del terrorismo y adoptar una postura sindicalista, más organizada, y usando como medio de lucha revolucionaria la huelga general. En 1907 apareció Solidaridad Obrera y en 1910 la CNT (Confederación Nacional del Trabajo), que tuvo un gran crecimiento en los años siguientes (a pesar de la ilegalización entre 1911 y 1914) hasta llegar en 1919 a los 700.000 afiliados (huelga general de 1917, huelga de La Canadiense en BCN). A partir de esa fecha, como consecuencia de la influencia de las dificultades económicas y la Revolución Rusa, volvió el uso de la violencia contra empresarios (pistolerismo, Trienio Bolchevique), y el declive de la CNT, aprisionada entre los violentos y la represión gubernamental. b – El Socialismo: El marxismo, que a principios del S. XX era un movimiento muy reducido, también experimentó un crecimiento en las zonas urbanas, pero fue a partir de la conjunción con los republicanos (1909) cuando el PSOE y la UGT lograron convertirse en organizaciones con gran apoyo social (Pablo Iglesias consiguió el escaño en 1910, gracias a dicha conjunción). Los socialistas españoles, poco partidarios de alianzas con partidos burgueses, tuvieron que cambiar de estrategia ante la imposibilidad de seguir avanzando por la corrupción electoral: el advenimiento de una república podía favorecer sus aspiraciones de revolución social. Hacia 1922 el PSOE tenía unos 150.000 afiliados. Siempre mantuvo un discurso de marxismo ortodoxo, pero sus prácticas fueron bastante posibilistas. Pablo Iglesias murió en 1925, pero habían surgido nuevos líderes, como Julián Besteiro, Francisco Largo Caballero o Indalecio Prieto (UGT). Sin embargo, no hay que exagerar la importancia de las organizaciones proletarias: si bien es verdad que hubo muchas huelgas, tampoco la conflictividad social en España era superior a la de otros países europeos, ni estaba vinculado a las 2 grandes centrales sindicales (UGT y CNT) hasta 1915, ni hubo nunca un auténtico riesgo de revolución proletaria (aunque sí estallidos de violencia social, más frecuentes entre 1917 y 1923, a los que seguían periodos de paz social). En realidad, el rasgo dominante en España es el de la desmovilización y la apatía ciudadanas.