Título: Los requerimientos de tierra cultivable y los patrones de alimentación de los hogares mexicanos en el año 2010. Temática: Población y Medio ambiente Ponencia propuesta para la sesión: cambio demográfico, hogares y medio ambiente. Datos: Jorge González Gutiérrez. Estudiante de la Maestría en Demografía, CEDUA, El Colegio de México. Correo electrónico: [email protected], [email protected]. Resumen (200 palabras) Este trabajo busca medir los patrones alimenticios de la población mexicana en el año 2010, a fin de estimar la huella ecológica asociada a dicha dieta, calculando la superficie de tierra cultivable necesaria para sostenerla. La ponencia analiza cómo varía la huella ecológica de la dieta de los hogares a partir de las siguientes características: el ciclo de vida familiar, la estructura de los hogares, además de la situación laboral de los integrantes. Para indagar en los patrones de alimentación de los hogares se recurre a la ENIGH 2010. De la Global Footprint Network extraemos una matriz de rendimiento (tonelada/hectárea), que se asocia al cálculo del patrón alimenticio y obtenemos un índice de la superficie terrestre utilizada para el consumo de alimentos, mismo que se conoce como “Huella Ecológica”. Con base a trabajos realizados en nutrición se examina si una dieta con altos contenidos energéticos, basada en alimentos procesados, elevado consumo de bebidas, mayor presencia de productos de origen animal, está asociada a mayor daño ambiental. Utilizando la metodología de “Huella Ecológica” buscaremos mostrar que esta situación es sinónimo de mayores requerimientos de tierra cultivable, una de las principales razones de la destrucción de ecosistemas. Resumen extendido: Introducción: La metodología de la “Huella Ecológica” 1 nos brinda una aproximación del monto de recursos naturales requeridos por el consumo humano (Wackernagel y Rees, 2000). En este trabajo me enfoco a entender el monto de tierra cultivable necesaria para alimentación humana, actividad que es considerada como una de las principales razones de la destrucción de ecosistemas (WWF, 2007; Bongaarts, 1996; SCDB, 2010). Es usual hallar en la investigación demográfica sobre alimentación (desde Malthus (1798), pasando por Ehrlich (1969), y actualmente Anthony Young (2005) un énfasis en los montos de la población ligados a capacidades naturales para sostenerlos. Sin embargo, es posible también realizar investigación que utilice variables sociodemográficas para explicar las características del consumo, y con ello brindar un análisis detallado de los patrones ligados al daño ecológico. Es este tipo de ejercicio el que llevo a cabo en esta ponencia: se busca mostrar que no sólo el volumen de la población es lo relevante, el patrón de consumo es también un punto de debate en la discusión ambiental. Revisión de la literatura: El mercado de alimentos ha sido estudiado de acuerdo a la división de oferta y demanda, pero con mayor profundidad en la primera (Bongaarts, 1996). Por ejemplo, en un estudio realizado en la década del setenta se concluye que, debido el crecimiento poblacional de los países en desarrollo es necesario que la oferta incremente su producción, ya sea mediante la investigación en agricultura, el acceso a insumos modernos, la inversión en capital humano, la política comercial, incentivos fiscales y económicos, etc. (Gale, 1976). Es notorio en este trabajo el acento sobre la producción partiendo del supuesto de crecimiento demográfico. En contraste, los estudios que analizan los cambios en la demanda han sido menores, particularmente aquellos que se concentran en los cambios demográficos. En un estudio del 2002, Lutz y sus coautores, utilizaron el modelo PEDA (Population, Environment, Development, Agriculture), que examina la interacción entre el crecimiento económico y 1 El concepto considera cinco categorías de daño ecológico: Huella del carbón debida a consumo de energía; Tierra para construcciones debido establecimientos humanos; Bosques para madera y papel; Tierra de cultivo y ganado debido a alimentación humana; Recursos del mar debido a alimentación humana. www.footprintnetwork.org distribución de la población, la degradación de los recursos naturales, la producción agrícola y la seguridad alimentaria. Este elaborado e ilustrativo ejercicio indaga sobre el papel del volumen y la distribución de la población sobre la demanda agrícola. Por su parte, Bongaarts (1996) investiga las capacidades de los países en desarrollo para alimentar a su población. Es de subrayar que en esta investigación se pone de manifiesto el papel que juegan los patrones de alimentación, en particular, el aumento en el contenido de carne e ingesta calórica en la dieta de los países en desarrollado, lo que podría traer consigo deforestación y pérdida de biodiversidad (p. 499). Los últimos dos trabajos citados ponen en evidencia la importancia de analizar los cambios en la demanda, en el primer caso, al examinar el volumen y distribución de la población, y en el segundo, al considerar las preferencias de la población por ciertos productos (carne y grasas). Ambos elementos son necesarios de considerar para el caso mexicano, junto con otras variables que a continuación se discuten. Las investigaciones de los patrones de alimentación de la población mexicana se han realizado con énfasis en sus implicaciones de salud, particularmente en la sub y sobre nutrición para distintos grupos etarios. Sin embargo, los estudios nutricionales no suelen hacer referencia al desgaste medio ambiental que implica la dieta mexicana. Los estudios existentes, sin embargo, permiten tener una idea sobre los componentes de esta dieta y establecer hipótesis sobre cuáles podrían ser dichas implicaciones. El documento publicado por el Instituto Nacional de Salud Pública (INSP, 2006) tiene un apartado intitulado “Nutrición”. En esta sección son incluidos dos conceptos, analizados de acuerdo a la estructura etaria: i) en primer lugar se analiza el concepto desnutrición, cuya importancia es vital para la población con menos de tres años de vida y población preescolar. ii) en segundo lugar, el concepto de obesidad, resultado de una desequilibrio entre ingestión y gasto energético. (INSP, 2006, P. 85). Los datos nos indican que el bajo peso y la emaciación se han reducido considerablemente de 1988 a 2006 en la población preescolar, mientras que la obesidad en niños crece en la región geográfica centro del país (INSP, 2006, p. 92). En cambio, la circunferencia de cintura de hombres y mujeres de todas las regiones geográficas está en aumento, así como el sobrepeso y la obesidad. Es decir, estos datos nos indican que la ingesta calórica alta, causante obesidad, se presenta en una alta proporción de hombres mayores de veinte años en 2006 (con sobrepeso más de 40%, y con obesidad cerca de 25%) y mujeres mayores de 20 años (con sobrepeso cerca de 38% y con obesidad más del 30%), y comienza a ser mayor en la población preescolar. Asimismo, Martínez et al (2003) analiza el aporte alimenticio de la dieta mexicana, a partir de datos de la Encuesta Nacional de Ingreso y Gasto en los Hogares (ENIGH) de 1999. Las dos variables importantes son: nivel de ingreso y estructura por edad. Se indica la proporción consumida de algunos productos seleccionados en la dieta de los hogares mexicanos en distintos estratos de ingreso, y encuentra que la falta de ingreso impide a la población tener un a dieta adecuada, pues en los hogares más pobres el aporte dietético estriba en pocos alimentos, en tanto que en los hogares con mayor ingreso la diversidad en la dieta es mayor (Martínez, 2003, p. 26). En ambos casos, en el trabajo del INSP y en el de Martínez et al, la relación se plantea en términos de alimentación-nutrición, y no alimentación-medio ambiente. El patrón de consumo es analizado con miras a participar activamente en la ingesta de alimentos mediante políticas públicas, teniendo como marco conceptual los requerimientos nutrimentales (Martínez et al, 2003) y no se hace mención del daño ecológico que está relacionado con la actividad humana. En este trabajo nuestro interés está en cuantificar el efecto ecológico asociado al patrón alimenticio, de acuerdo a tres características sociodemográficas: Ciclo de vida del hogar: en el transcurso del tiempo las familias pasan por diversas fases: expansión, consolidación y salida de los hijos (Arriagada, 2007). Los estudios de nutrición muestran que la dieta cambia conforme el ciclo de vida de los individuos, (INSP, 2006), por lo que es de esperarse que el ciclo de vida del hogar refleje dichos cambios. Con estructura familiar hacemos referencia a las siguientes categorías: compuesta, extensa monoparental jefa, extensa monoparental jefe, extensa biparental, nuclear monoparental jefa, nuclear monoparental jefe, nuclear biparental con hijos, nuclear biparental sin hijos, hogar sin núcleo conyugal, hogar unipersonal (Arriagada, 2007). Cada estructura familiar está asociada a un comportamiento alimenticio particular. La Situación laboral: nos interesa, en primer lugar, la situación laboral de los adultos que habitan en el hogar debido a que la presencia de productos procesados y mayor ingesta calórica está relacionada con la inclusión laboral femenina (Castañón et al, 2003). En segundo lugar, el ingreso percibido por los perceptores del hogar determina el tipo de alimentos consumidos2. Es de notable importancia destacar que las variables sociodemográficas han sido ampliamente utilizadas para medir el daño ecológico provocado por el consumo humano, como menciona Pebley (2010): “Several demographic factors will also affect consumption levels and patterns, including (1) population aging, (2) household-formation patterns, and (3) social inequality” (Algunos factores demográficos también pueden afectar los niveles y patrones de consumo, entre ellos i) envejecimiento poblacional; ii) patrones de formación familiar; iii) desigualdad social). Estudios sobre consumo energético utilizan esta alternativa metodológica (Pachauri para la India, O'Neil y Jiang para Estados Unidos, Herendeen para Noruega, Kaul para China, Landy Sánchez para México, Lenzen et al para Australia, Brasil, Dinamarca, India y Japón, etc.). Mientras que otros trabajos se han enfocado en el estudio del consumo de los alimentos3, por ejemplo Gerbens-Leenes et al, 2002a para el caso de Holanda. Adicionalmente, los trabajos realizados muestran que el contexto económico en el que se desarrollan los procesos sociodemográficos no puede hacerse a un lado. En el estudio de la dieta mexicana y sus componentes poblacionales, es necesario ubicarlo en los cambios en la producción agrícola y alimentaria. El sector manufacturero de los alimentos y el campo mexicano se encuentran en una dinámica enmarcada por la liberalización económica iniciada en la década del ochenta; el primero con presencia de monopolio y oligopolio en varias de las ramas económicas del sector, y la segunda en franca caída de producción (Castañón et al, 2003). Esta realidad económica se hace presente en el patrón alimenticio de la población mexicana. Las investigaciones con el enfoque de Huella Ecológica han mostrado que un elevado consumo de carne y una ingesta calórica alta van acompañados de grandes requerimientos 2 Para referirnos a la situación laboral sólo hemos incluido este par de dimensiones, empleo y desempleo e ingreso percibido; no hemos incluido una disribución sectorial del empleo, o niveles de precariedad o vulnerabilidad (OIT, 2011). 3 La Global Footprint Network contiene Análisis nacionales para 10 regiones y países, entre las cuales no está México. de tierra cultivable (van Vuuren y Smeets, 2000; Gerbens-Leenes et al, 2002a; GerbensLeenes et al, 2002b). En México, la rama económica con mayores montos de producción en el sector alimentario, es el de carnes y lacteos (Castañón et al, 2003). Las investigaciones realizadas para América Latina muestran a México como el país con mayor Huella Ecológica debida a producción de alimentos (Global Footprint Network 2010). Es importante detallar los patrones de consumo de la población mexicana, e indagar en la circunstancias. No hemos hallado investigación que realice mediciones de Huella Ecológica únicamente para el caso mexicano. El trabajo más cercano son las tablas publicadas en el sitio electrónico de la Global Footprint Network, cuyo esfuerzo fue realizado a nivel mundial, con la intención de hacer comparaciones entre naciones. Sin embargo, dicho esfuerzo no desagrega la huella ecológica por características de la población, es decir, no examina cómo características de los hogares se asocian a una mayor o menor huella ecológica, y cómo estos contribuyen a las tendencias agregadas documentadas. De ahí la importancia de este trabajo. Preguntas, Datos y Métodos: El objetivo del estudio es cuantificar la huella ecológica asociada al patrón de alimentación de los hogares mexicanos, considerando particularmente tres variables: estructura familiar, ciclo de vida del hogar y condición de participación laboral de sus miembros. La caracterización sociodemográfica de los hogares y el análisis de su dieta se realizará con base a la Encuesta Nacional de Ingreso-gasto de los Hogares 20010 ENIGH, a partir de los rubros de “Gasto Diario”. Esta sección contiene la información referente a consumo de alimentos, detallando el producto y la cantidad. En el Catálogo de Códigos hallamos 238 productos clasificados como alimentos y bebidas, desde maíz, trigo, arroz, hasta bebidas alcohólicas como el coñac o el brandi. De esta base de datos podemos hallar los montos consumidos por la población mexicana de acuerdo a las tres variables sociodemográficas mencionadas. Con la finalidad convertir esta información en un índice que nos indique la tierra cultivable necesaria para la demanda de alimentos, se empleará las equivalencias desarrolladas por la Glogal Footprint Network, mismas que nos indican la superficie de tierra necesaria por producto específico, es decir, la “Huella Ecológica” debida a alimentos. Con ello buscamos obtener conclusiones que relacionen “directamente” el patrón alimenticio de los hogares y el deterioro ecológico debido a destrucción de ecosistemas terrestres. Como ha sido anotado arriba, la intención del trabajo es subrayar que no sólo el efecto demográfico del crecimiento de la población es relevante sino que también: “...el impacto del patrón de alimentación en los requerimientos de tierra cultivable es probablemente de la misma magnitud que un cambio en el nivel de producción o el crecimiento de la población mundial, pero este impacto no ha sido estudiado cuantitativamente” (Gerbens-Leenes et al, 2002a, p. 22) Resultados esperados: Los resultados provenientes de investigaciones de países desarrollados indican un alto contenido de carne, aceite y grasa en la dieta, y debido a ello, grandes requerimientos de tierra cultivable; muestran también diferencias entre países y generaciones (GerbensLeenes et al,2002a). Parece existir una relación positiva entre alto contenido energético y altos requerimientos de tierra cultivable; con excepciones, como el caso de Portugal, con bajos requerimientos de tierra cultivable y alto contenido energético en la dieta. Pensamos que la dieta mexicana no es una excepción: condiciones sociodemográficas determinan una dieta con alto contenido energético y mayor daño ecológico. Por la investigación de Martínez et al (2003) sabemos que la dieta mexicana se modifica conforme al ingreso: la base de la ingesta calórica de los hogares más pobres son los cereales, verduras, legumbres y leguminosas, en tanto que la de los hogares más ricos son cereales y carnes. Los resultados, provenientes de la ENIGH del año 1999, indican que los productos con mayor proporción de consumo son: tortilla de maíz, tomate, huevos, refrescos, leche, frijol, cebolla, papa, pan de dulce, pollo y pasta para sopa. Con base a investigaciones previas, exploraremos si ha habido cambios en la composición de la dieta para 2010 y qué incidencia ambiental pueden tener estos. Asimismo, examinamos cómo se comporta esta distribución del consumo de estos productos a través de hogares clasificados primero por su estructura y ciclo del hogar y luego por el grado de participación laboral de sus miembros. Luego, analizaremos la huella ecológica promedio de los hogares mexicanos y por subgrupos de hogares a fin de tener una estimación del impacto ambiental de los hogares y considerar si la dieta mexicana tiene un impacto similar a la de otros países en desarrollo. Bibliografía: Arriagada, Irma, 2007, “Transformaciones familiares y políticas de bienestar en América Latina”, en Irma Arriagada (Coordinadora), Familia y políticas públicas en Amércia Latina: una historia de desencuentros, Santiago de Chile, Comisión Económica para Amércia Latina (CEPAL) y Fondo de Población de Naciones Unidas (UNFPA), pp. 125-152. 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