2 Geología y geomorfología José Antonio Cuchí Oterino Geología La geología de la comarca de la Hoya de Huesca es el fruto de una larga historia que se inició hace aproximadamente 200 millones de años en un ambiente costero, de amplias llanuras de barro salino, tras haber desaparecido un primer Pirineo hercínico bajo el mar. El ambiente marino se mantuvo substancialmente, con variaciones de profundidad y temperatura, durante los siguientes 100 millones de años en un amplio estrecho que separaba la entonces isla Ibérica de Europa. En el tránsito de la era secundaria al terciario, el terreno se elevó por un tiempo breve por encima del nivel del mar pero posteriormente este volvió a cubrir toda la zona. Su regreso sería relativamente corto. Hace 60 millones de años, África empujó a la placa Ibérica contra Europa y la colisión comenzó a elevar el actual Pirineo alpino. La compresión orogénica ocasionó la formación de pliegues, algunos de enormes dimensiones que se desplazaron, hacia norte y sur, decenas de kilómetros. A finales del Eoceno, con el mar ya retirado, se desencadenó una intensa erosión fluvial que desmanteló inmensas montañas. Además del Pirineo, también se elevaron la Cordillera Ibérica y las sierras costeras catalanas, de modo que quedó encerrada una amplia y árida depresión, ocupada actualmente por la cuenca central del Ebro. En esta, durante Oligoceno y Mioceno, se acumularon importantes espesores de materiales arrancados, en un esquema concéntrico en función del tamaño de los acarreos. Al pie de las sierras se depositaron las gravas, un poco mas alejadas quedaron las arenas, posteriormente limos y arcillas. Al centro de la depresión llegaban las aguas con sales disueltas que al evaporarse dieron lugar a los depósitos de yeso y sal gema de la cuenca del Ebro. Hace 6 millones de años, el actual Ebro se abrió paso hacia el mar y comenzó el vaciado de estos depósitos al tiempo que continuaba con entusiasmo la erosión De la naturaleza 27 en el Pirineo. Como consecuencia se eliminaron centenares de metros de sedimentos en la zona llana como puede apreciarse haciendo un enrase mental desde el techo de los mallos de Riglos hasta la parte superior de la sierra de Alcubierre. Esto se realizó en etapas cuyos testigos son las amplias y escalonadas rampas erosivas, cubiertas de capas de gravas de pocos metros de espesor, que denominamos sasos y sardas. En Tierras de Novales, desde los montes de Piracés las sierras, el agua talló, a través de calizas y conglomerados, profundos cañones en la superficie y generó sistemas subterráneos de cavidades, sobretodo en las calizas. Un fuerte enfriamiento climático originó, hace casi dos millones de años, grandes glaciares en el Pirineo. Salvo algún leve indicio en Guara, no hay señales de glaciares en las sierras. Sin embargo el intenso frío ocasionó la formación de extensos canchales. Con la llegada del hombre y la extensión de la agricultura y ganadería se produjo una clara deforestación que intensificó la erosión y la formación de depósitos locales de limos, hace algunos siglos, durante la pequeña Edad de Hielo. La historia geológica ha quedado recogida en las diferentes litologías que conforman el paisaje. Las rocas más antiguas son las calizas grises, atribuidas por Lucas Mallada al Muschelkalk, y se encuentran en la ermita de la Virgen de Ordás y en Vadiello. El Keuper, que ha jugado un importante papel pasivo en los cabalgamientos pirenaicos, está formado por arcillas salinas y evaporitas, apareciendo a lo largo de las sierras, en Salinas de Jaca, Nueno, Vadiello y Guara. Asociado a este material, también en Guara, aparecen reducidos afloramientos de ofitas volcánicas. Faltan el Jurásico y el Cretácico inferior. El Cretácico superior y sobre todo el Eoceno superior (conocido como formación Guara) forman el armazón calizo de las sierras. Los diversos edificios conglomeráticos del norte de las sierras son del Oligoceno, al igual que las areniscas del Monrepós y, posiblemente, los problemáticos conglomerados de la Peña del Sol. Por el contrario, los del sur se extienden hasta el Mioceno, contemporáneos de las areniscas de la zona llana (formación Sariñena), las arcillas monegrinas y los yesos de Almudévar. Del Pliocuaternario son las gravas de las terrazas de los ríos principales y de los amplios glacis. Arrastrados por las lluvias de la Pequeña Edad de Hielo, y de edad holocena, son los limos que recubren vales y obras humanas antiguas como el acueducto romano de Quicena. Los materiales más antiguos se encuentran plegados y cabalgados por efecto de la orogenia alpina, que se reflejan en la topografía de las sierras. En estas existen 28 Comarca de la Hoya de Huesca dos series de pliegues. De eje norte-sur y antigüedad creciente son los anticlinales del Peiro, Águila, Gabardiella, Guara y Nasarre, que alternan con los sinclinales de Arguis, Belsué, Guatizalema y Nocito. De eje este-oeste son algunos pliegues menores como el anticlinal tumbado de la casa de la Fueva, el pliegue en rodilla de la Almunia del Romeral y sobre todo el precioso sinclinal de Montespiellos, situado al norte de Salto de Roldán. Mucho mas compleja es la estructura de la sierra de Santo Domingo, relacionado con el corte geológico del Gállego entre los mallos de Riglos y la central de Carcavilla. Sin embargo la estructura más relevante, de esta dirección, son los cabalgamientos frontales del Pirineo. Relativamente sencillos entre el Gállego y el Flumen complican la geología al este de este último cauce, especialmente en Guara. A pesar de esta larga historia geológica, la zona es pobre en fósiles. Solo se encuentran algunos hipurites en el Isuela y Gratal. Estos son unos curiosos bivalvos extintos con dos conchas asimétricas. La inferior tiene forma de cucurucho de helado y la superior aspecto de sombrero chino. Mucho más comunes son los nummulites, pequeños fósiles marinos calcáreos del Eoceno, con forma de moneda y de donde les viene Fósil de estrella de mar. Nocito la denominación de “dineretes de Sevil”, que reciben en el Somontano. En San Felices de Agüero se han encontrado algunos amonites jurásicos, rodados en materiales margosos más recientes. La geología actual tiene un evidente valor paisajístico pero es muy limitado su uso práctico actual con la excepción de las aguas subterráneas. En el pasado se extrajo algo de mineral de cobre en Sierra Estronad, Monzorrobal, Lienas y Labata. Se obtuvo sal por evaporación de agua de manantiales salados en Escalete, Salinas de Jaca y Puibolea. Aunque tiene conocidos problemas de arenización, la arenisca se ha utilizado como material de construcción en numerosos monumentos religiosos, entre ellos la catedral de Huesca, y edificaciones militares como el castillo de Montearagón. Todavía se extrae este tipo de piedra en las orillas del barranco Subién, al sur de Murillo de Gállego. Geomorfología Fruto de esta compleja historia geológica, la comarca dispone una serie de rasgos geomorfológicos característicos. En las sierras, hay que destacar los mallos, los cañones De la naturaleza 29 Tierra de mallos (J.A.C.O.) Es evidente que los mallos no son exclusivos de la Hoya de Huesca. Sin embargo, la comarca alberga algunos de los mejores ejemplos de conglomerados del borde meridional del Prepirineo. Los mallos se originaron por la fuerte erosión fluvial que se inició con el levantamiento del Pirineo a partir del Eoceno. Varios ríos de importancia, mal relacionados con la actual red hidrográfica, y numerosos torrentes locales descendieron hacia la actual cubeta del Ebro, acarreando ingentes cantidades de bloques, gravas, arenas y materiales más finos. Al disminuir la pendiente, en el frente de las sierras baja la capacidad de transporte y se forman abanicos torrenciales donde las gravas se depositan primero, mientras que arenas, limos, arcillas y sales disueltas lo hacen gradualmente y a mayor distancia. Cada avenida de importancia añade nuevos aportes, aumentando el espesor de los depósitos, que se litifican progresivamente por precipitación de carbonato cálcico transportado por aguas subterráneas. De este modo, las sueltas gravas se transformaron en las masas de conglomerado, conocido expresivamente como “almendrón” en Panzano. Así se fue formando una discontinua orla de conglomerados al sur del Prepirineo que inicialmente se encontraban enterrados, pasando progresivamente hacia el sur a capas de areniscas y arcillas. Tras la apertura del Ebro hacia el mar, a finales del Mioceno, esta cuenca pasó de acumuladora a exportadora de sedimentos. En los últimos 6 millones de años, más de trescientos metros de sedimentos han desaparecido, en la zona de Huesca, por erosión de las aguas, camino del Mediterráneo. Esta acción erosiva ha actuado en forma diferencial, afectando especialmente a los materiales más blandos. Los materiales más duros quedaron en un relieve positivo que también fue afectado por los elementos atmosféricos y la gravedad. A pesar de su dureza los conglomerados son frágiles y rompen con facilidad. Durante el levantamiento de las sierras, los empujes pirenaicos produjeron localmente importantes sistemas de fracturas verticales bien visibles en algunas zonas de Riglos y Vadiello. Además, las viseras en conglomerados rompen cuando sobrepasan ciertas dimensiones como en la bóveda de Chaves. El resultado en una tendencia a la verticalización de los afloramientos de conglomerados. La combinación de las fracturas tectónicas verticales, ampliadas por aguas infiltradas, la acción de la vegetación, y las roturas por gravedad producen, a gran escala, los típicos monolitos del modelado de los mallos como Peña Sola de Agüero, Riglos, Vadiello y Salto de Roldán. En este último, además hay que destacar el paciente trabajo de excavación del río Flumen que ha separado las peñas de Sen y Men. A menor escala, en los monolitos hay que destacar que dentro del conglomerado aparecen juntas de estratificación y paquetes residuales de materiales más finos, que forman abrigos y balmas por ser más erosionables que aquellos. El resultado es la típica morfología en panzas y abrigos, estos últimos con uso militar (castillo de Riglos) o religioso: San Julián de Lierta, San Cosme y San Damián. A pesar de su imponente aspecto, los mallos sufren un continuo desgaste, desprendiéndose cantos sueltos y placas de descompresión, que crean algún riesgo, especialmente en días de viento y lluvia. 30 Comarca de la Hoya de Huesca y el modelado kárstico, además de los canchales periglaciares y los relieves estructurales. En el llano, se pueden destacar los sasos, cerros testigos y badlans erosivos. Los cañones son el resultado de la acción del agua a lo largo de cientos de miles, probablemente millones de años, sobre calizas y conglomerados. En general, no son tan impresionantes como los de la zona oriental de Guara y parte de ellos han sido afectados por diversas obras públicas. Los más espectaculares son las Palomeras del Salto de Roldán y el cañón del Formiga. Quizás menos visual pero también de alto valor como patrimonio geológico es el karst del Prepirineo, combinación de paisaje y sistema hidrogeológico. Está directamente relacionado con los lapiaces, leneras en la zona, amplias extensiones de roca desnuda corroída por la acción de las aguas meteóricas y las raíces de las plantas, en un típico micromodelado oqueroso que se encuentra por todas las sierras, especialmente en el Paco Adriana de Belsué. Otros rasgos asociados son las depresiones cerradas de los poljes de Ciano y los Abeles y, especialmente, el espectacular campo de dolinas de Cupierlo. Temidas por pastores son las grimas, simas y gralleras, que ofrecen alguna posibilidad de acceso a un interesante mundo subterráneo. Existen varias cavidades de interés, como Esteban Felipe, en Belsué, Solencio de Santa Cilia, la impresionante y profunda Grallera alta de Guara y, sobre todo Solencio de Bastaras. Este alcanza más de 8 km de desarrollo, y alberga en su zona final una serie de lagos, alimentados por un río subterráneo, de espectacular respuesta tras fuertes lluvias. El karst de las sierras es responsable de numerosas fuentes y afloramientos de tobas, conocidas en el país como toscas, roca blanda y poco pesada empleada para la construcción de chimeneas tradicionales. Los sasos configuran una gran parte de la tierra llana. Se trata de prolongadas rampas que descienden suavemente desde las sierras, parcialmente recubiertas de algunos metros de gravas fluviales de origen cercano que, ocasionalmente se encuentran encostradas por el mallacán. Se originaron por corrientes episódicas y torrenciales de agua, que barrían la superficie de los blandos materiales del piedemonte. Existen varios escalones, bien visibles por ejemplo en Igriés, cuyo saso está dominado por las coronas de Arascués, que indican que se produjeron varias fases erosivas que ac- Cueva Esteban Felipe, en Belsué De la naturaleza 31 tuaron con diferente intensidad por el territorio, dejando cerros testigo en las zonas menos afectadas. Los más altos son los más antiguos, que muchas veces, han quedado aislados de sus raíces en las sierras por la erosión posterior. Aislados, dominando las llanuras circundantes, los cerros testigo confirman la intensa erosión que ha sufrido la zona llana en los últimos millones de años. Canteras de Almudévar, San Antillón. Horno de tejas acomodado en zona de badlands Miguel de Ayerbe, Monzorrobal, cerro de Huesca, indican que la erosión, por causas aún mal determinadas ha sido mucho mayor en esta zona que al este del escarpe de Montearagón y al oeste del Gállego. Posiblemente se debe a la menor presencia de bancos de areniscas en esta zona central, fruto de la vieja hidrografía del Mioceno. Sus laderas aparecen acarcavadas y son típicos los bloques de arenisca, descalzados y desplazados por deslizamiento o rodadura. Los badlands, zonas de suelo desnudo, con cárcavas y pináculos, son una manifestación visible de la erosión hídrica actual en materiales finos, muy común en la zona llana donde crea problemas para el cultivo agrícola. Aunque no alcanzan la espectacularidad que se observa en las Bardenas, existen zonas de cierto interés, al sur de Lupiñén y en las cercanías de Velillas y Siétamo. No son exclusivos de la zona llana, dado que también existen algunas zonas en la franja margosa desde La Peña a Lúsera. Bibliografía BENITO, G. (1989), Geomorfología de la cuenca baja del río Gállego. Tesis Doctoral Universidad de Zaragoza. 764 p. CUCHÍ, J.A. (1998), Esquema general de las unidades hidrogeológicas del Alto Aragón. Mallada 10: 87-105. MALLADA, L. (1878), Memorias de la Comisión del mapa geológico de España. Descripción física y geológica de la provincia de Huesca. 439 p. Edición facsímil del Instituto de Estudios Altoaragoneses. 439 p. 1 mapa. MILLÁN, H. (1996), Estructura y cinemática del frente de cabalgamiento surpirenaico en las Sierras Exteriores Aragonesas. Tesis Doctoral. Universidad de Zaragoza. 330 p. 2 mapas. RODRIGUEZ VIDAL, J. (1985), Geomorfología de las Sierras Exteriores Oscenses y su Piedemonte. Colección de Estudios Altoaragoneses, 4. 172 p. 32 Comarca de la Hoya de Huesca