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All rights reserved © 2002 by Colección Voyeur® © 2002 by Colección Voyeur® para la traducción al castellano del original francés La philosophie du toilette [email protected] http://voyeur.laeditorial.com Primera edición Queda hecho el depósito que previene la ley 11.723 MARQUÉS DE SADE LA FILOSOFÍA DEL TOCADOR INTRODUCCIÓN D ONATIEN-ALPHONSE-FRANÇOISE DE SAnació el 2 de junio en 1740 en el seno de una familia de estirpe noble de Aviñón –hijo de Jean Baptiste-Joseph-Françoise de Sade, señor de Saumane y de Mazan y de Marie-Eléonore de Maillé de Carman, dama de compañía de la princesa de Condé–, y murió cuando Napoleón Bonaparte se enfrentaba al fracaso de su imperio, en 1814. La vida del marqués estuvo signada –en tiempos caracterizados por la Ilustración y el Despotismo Ilustrado–, por el escándalo y la prisión, que conoció durante los últimos años del absolutismo, padeció sumido en el terror con la Revolución Francesa, y durante el imperio napoleónico. Aún hoy el Divino Marqués desata polémicas y se lo califica de perverso, de lujurioso desenfrenado y DE 5 6 MARQUÉS DE SADE desequilibrado mental, aunque no se niega que su prosa cargada de lujuria obsesiva, también retrata como ninguna la cara oculta de la ilustración, de la sociedad de su tiempo para quedar indisolublemente unida a la filosofía y a la psicología de su época, con el estilo de los grandes maestros de la literatura. La primera edición de FILOSOFÍA DEL TOCADOR se conoció en 1795, en momentos en que el Directorio buscaba poner fin a los excesos de la revolución, que seguía enviando a sus propios líderes a la guillotina, amenazaba con devorarse a sí misma. La obra circuló sin consecuencias para el marqués hasta 1801, cuando Napoleón Bonaparte lo consideró perjudicial para los ciudadanos y ordenó la detención de Sade, encerrándolo en una casa de salud con características de cárcel –el manicomio-prisión de Charenton–, cuando se calificó de infame a su novela Justine. A partir de ese momento hasta su muerte en 1814, el marqués no pudo casi disfrutar de libertad. Quizás debió haber utilizado sus orígenes aristocráticos y haber aprovechado el cambio político, pero su rebeldía e inconformismo le impedían evitar manifestarse como un verdadero republicano, marcado como estaba por la educación que había recibido de su tío, el Abate de Sade, un erudito libertino influenciado por la obra de Voltaite. Un estudio preliminar de la obra que nos ocupa, revela que el tocador no es más que una argucia ideal, ya que frente a ese tocador transformado en símbolo LA FILOSOFÍA DEL TOCADOR 7 el hombre –y especialmente la mujer– se despojan de prejuicios, a fin de que las intimidades (las del propio Marqués, puestas en boca de los personajes) fluyan sin obstáculos. En esta FILOSOFÍA... el Divino Marqués propone la formación de estados ideales, virtualmente utópicos, donde la presencia estatal no se revele como opresiva. En tal sentido, Sade escribe para convencer a quienes detentan el poder que se torna imperiosa la reforma del Estado que puede adjetivarse como policial, y pretende mostrarlo estableciendo una relación entre la pasión sexual y la forma de gobierno, a partir de la idea de que a partir del momento en que los libertinos consiguieron llegar a ser jefes del gobierno, empezaron a gozar de un poder ilimitado y, como consecuencia, de una absoluta impunidad. Y ante este hecho, ¿qué valor tiene la ley ante el poder de las pasiones humanas y cuál es la reacción del libertino ante las prohibiciones de la ley? En síntesis, Sade cuestiona la licitud y la legitimidad de la justicia de los hombres, y reflexiona acerca de la educación, la ley y el mismísimo contrato social –en las menciones que hace a la obra de Rousseau–, poniendo estas reflexiones en boca de jueces, bandidos, revolucionarios, aristócratas y –el especial blanco de sus ataques– de clérigos y religiosos. La versión definitiva de la presente obra apareció luego de Aline y Valcour, o la Novela Filosófica de 1793. En 1791 había aparecido la versión definitiva de Justine o los Infortunios de la virtud, de 1787. La nueva Justine o las 8 MARQUÉS DE SADE desgracias de la virtud y Juliette o las prosperidades del vicio fueron publicadas en 1797; Los crímenes del amor es de 1800, La marquesa de Gange de 1813 y Los 120 días de Sodoma fue editada en forma póstuma recién en 1904. Esta obra del Divino Marqués se completa con textos políticos, dramas, cuentos, comedias, ensayos, relatos, textos históricos, políticos, filosóficos y críticos al poder del Estado y hasta historietas, muchos de los cuales permanecen inéditos o fueron destruidos. La correspondencia de Sade y varios textos de sus cuadernos personales se conocieron recién en la primera mitad del siglo XX, cuando aparecieron junto con Diálogo entre un sacerdote y un moribundo e Historietas, cuentos y apólogos en 1926 e Historia secreta de Isabel de Baviera, publicada por primera vez en 1952. Entre 1931 y 1935 también se habían realizado varias ediciones de Los 120 días de Sodoma, y fueron los surrealistas quienes hicieron el esfuerzo de valorizar en toda su real magnitud la figura del marqués y de su extensa y variada obra, gran parte de la cual permanece hasta el día de hoy desconocida. RETRATO DE DOLMANCÉ S EÑORA DE SAINT-ANGE: Buenos días, hermano. ¿Qué puedes explicarme acerca del señor Dolmancé? CABALLERO DE MIRVEL: Él llegará a las cuatro en punto; ya que no hemos de cenar hasta las siete, tendremos, como ves, tiempo suficiente para conversar. SEÑORA DE SAINT-ANGE: ¿Sabes, hermano, que me arrepiento un poco de mi curiosidad y de todos los proyectos obscenos que hice para hoy? La verdad, amigo mío, eres muy indulgente; cuando debería mostrarme más razonable es cuando más se exalta mi maldita cabeza, volviéndose libertina, y me lo perdonas todo; eso no hace más que echarme a perder... A los veintiséis años debería ser ya devota y no soy sino la más desenfrenada de las mujeres. Nadie tiene ni idea de lo que concibo, amigo mío; de lo que desearía hacer. Pensaba que al limitarme a las mujeres me volvería más juiciosa; que mis deseos, concentrados en mi sexo, no tenderían ya el vuestro... ¡Pro9 10 MARQUÉS DE SADE yectos quiméricos, hermano! Los placeres de los que deseaba privarme acuden a mi mente con más ardor que nunca y he visto que cuando se nace como yo para el libertinaje es inútil tratar de imponerse frenos. Deseos fogosos los rompen muy pronto. En fin, querido, soy un animal anfibio; todo me gusta, todo me divierte y quiero reunir todos los géneros; pero confiesa, hermano, que es una enorme extravagancia de mi parte querer conocer al singular Dolmancé, quien, como me dijisteis, no ha podido, en toda su vida, considerar a una mujer como la prescribe la costumbre. Sodomita por principio, no es tan sólo un idólatra de su sexo, sino que ni siquiera cede al nuestro a no ser bajo la condición especial de que le entreguemos los caros encantos de los que acostumbra servirse en los hombres. ¿Te das cuenta, amigo mío, de lo extraño que resulta mi capricho? Quiero ser la Ganímedes de este nuevo Júpiter, quiero gozar sus gustos y sus excesos, quiero ser la víctima de sus errores; hasta ahora, como sabes, sólo me he entregado a ti en esa forma, querido, por complacerte, o a algún sirviente mío que, pagado para que me tratara de ese modo, se prestaba a hacerlo por interés; hoy no se trata ni de complacer a nadie ni de un capricho; lo hago movida por mi sola gana... Entre los diversos procedimientos que me han subyugado y que me subyugarán, creo ver en esta rara manía una diferencia inconcebible LA FILOSOFÍA DEL TOCADOR 11 y deseo conocerla. Descríbeme a tu señor Dolmancé, te lo suplico, para que tenga una idea precisa de él antes de verlo llegar; ya sabes que no lo conozco sino por habérmelo encontrado el otro día en casa de alguien y sólo estuve unos minutos junto a él. CABALLERO DE MIRVEL: Dolmancé, querida amiga mía, acaba de cumplir treinta y seis años, es alto, muy hermoso de rostro, con ojos muy expresivos y muy espirituales; pero algo un poco duro, un poco maligno, se refleja a pesar de él en sus rasgos; no hay dientes como los suyos; hay cierta desidia en su talle y su apariencia, sin duda por el hábito que posee de adoptar tan a menudo posturas femeninas; tiene una gran elegancia, hermosa voz, algunas habilidades y sobre todo mucha filosofía en el entendimiento. SEÑORA DE SAINT-ANGE: Me imagino que no cree en Dios... CABALLERO DE MIRVEL: ¡Oh! ¡Qué estás diciendo! Es el ateo más famoso, el hombre más inmoral... ¡Ah!... Se trata sin duda de la corrupción más completa y cabal, del individuo más perverso y más infame que pueda existir. SEÑORA DE SAINT-ANGE: ¡Cómo me entusiasma todo eso! Me va a encantar este hombre. ¿Y sus gustos, hermano? CABALLERO DE MIRVEL: Ya lo sabes, es afecto a las delicias de Sodoma, ya sea como 12 MARQUÉS DE SADE agente o como paciente; para sus placeres sólo le gustan los hombres y algunas veces consiente, no obstante, en probar mujeres, es sólo a condición de que se muestren tan complacientes como para cambiar de sexo con él. Le hablé de ti y lo puse al corriente de tus intenciones; acepta y te advierte, a su vez, cuáles son las cláusulas del trato. Te lo prevengo, hermana: su negativa será rotunda si tratas de inducirlo a otra cosa: “Lo que consiento hacer con vuestra hermana”, me afirma, “es una licencia... una extravagancia con la que raras veces se mancilla uno y eso con infinitas precauciones”. SEÑORA DE SAINT-ANGE: ¡Mancillarse!... ¡Precauciones!... ¡Me enloquece el lenguaje de esa gente adorable! También nosotras usamos, entre mujeres, palabras exclusivas que prueban, como las suyas, el horror profundo que nos inspira todo lo que no se atiene al culto establecido... A propósito, querido, ¿ya te tuvo? Con tu rostro encantador y tus veinte años, creo que es posible cautivar a semejante hombre. CABALLERO DE MIRVEL: No te ocultaré mis extravagancias con él: tienes demasiado criterio para censurarlas. De hecho, me gustan las mujeres y no me entrego a esas raras inclinaciones sino a instancias de un hombre amable. Nada hay entonces que no haga. Me hallo lejos de esa ridícula dignidad por la cual nuestra superflua juventud cree que es preciso responder a bastonazos LA FILOSOFÍA DEL TOCADOR 13 proposiciones semejantes. ¿Acaso el hombre es amo de sus gustos? Debemos compadecer a quienes los tengan singulares, pero insultarlos, jamás: su error es el error de la naturaleza; eran tan poco responsables de haber llegado al mundo con gustos diferentes como lo somos nosotros de nacer patizambos o apuestos. Además, ¿nos dice un hombre algo desagradable al revelarnos su deseo de gozar en nuestra compañía? Claro que no. Para nosotros debe tratarse de un cumplido. ¿Por qué contestar con injurias o insultos? Sólo los necios pueden pensar en esa forma; un hombre razonable no se referirá jamás a esas maneras en otros términos que yo. Pero el mundo está plagado de vulgares imbéciles; éstos se sienten ofendidos si alguien les confiesa que los juzga aptos para los placeres y, mimados por las mujeres, siempre celosas de lo que parece ser un atentado contra más imposiciones, imaginan ser los Don Quijote de esos derechos ordinarios brutalizando a quien no los reconozcan en toda su amplitud. RETRATO DE EUGENIA S EÑORA DE SAINT-ANGE: Pues bien, querido amigo, para premiar hoy tu comedida complacencia, entregare a tus ardores a una joven virgen y más bella que el Amor. CABALLERO DE MIRVEL: ¿Qué dices? ¿Haces venir una mujer a tu casa estando aquí Dolmancé? SEÑORA DE SAINT-ANGE: Se trata sólo de educación. Es una niña a quien conocí en el convento el último otoño, mientras mi marido se hallaba en los baños. Allá, nada pudimos, no nos atrevimos a nada: demasiados ojos se clavaban en nosotras; pero prometimos reunimos en cuanto fuera posible. Guiada solamente por mi deseo trabe amistad con su familia para satisfacerlo. Su padre es un libertino... al que cautivé. En fin, la hermosa viene y la espero; pasaremos dos días juntos... dos días deliciosos; la mayor parte de este tiempo la destinaré a educar a esta pequeña. Dolmancé y yo afirmaremos en su linda cabecita todos los principios del libertinaje más desenfrena15 16 MARQUÉS DE SADE do; la haremos arder con nuestros fuegos, la alimentaremos con nuestra filosofía, le inspiraremos nuestros deseos y, como quiero añadir un poco de práctica a la teoría, y quiero que nos divirtamos, he destinado para ti, mi querido amigo, la cosecha de los mirtos de Citera y para Dolmancé la de las rosas de Sodoma. Tendré dos placeres a un tiempo: el de gozar yo misma de esos deleites criminales y el de darle lecciones acerca de ellos, para que dichos gustos se despierten en la adorable inocente que atraigo hacia nuestras redes. Pues bien, caballero, ¿es digno este proyecto de mi imaginación? CABALLERO DE MIRVEL: No podía haber sido concebido por otra; es divino, hermana, y te prometo representar a las mil maravillas el papel encantador que me destinas en él. ¡Ah, pícara, cómo vas a gozar educando a esa niña! ¡Qué delicia para ti corromperla, ahogar en ese joven corazón todas las simientes de virtud y de religión colocadas por sus institutrices. En verdad, eso resulta demasiado elaborado para mí. SEÑORA DE SAINT-ANGE: Puedes estar seguro de que no repararé en nada con tal de pervertirla, de degradar y destruir en ella todos los falsos principios de moral con los que hubieran podido aturdirla ya; quiero, en dos lecciones, volverla tan perversa y voluptuosa como yo... tan impía... tan libertina. Alerta a Dolmancé, ponla al LA FILOSOFÍA DEL TOCADOR 17 corriente en cuanto llegue para que el veneno de sus inmoralidades, circulando en ese joven corazón con el que yo misma le administre, logre desarraigar en breves instantes todas las simientes de virtud que podrían germinar sin nosotros. CABALLERO DE MIRVEL: No hubiera sido posible hallar alguien más adecuado a lo que necesitabas: lo irreligioso, lo impío, lo inhumano, el libertinaje rezuman de los labios de Dolmancé como lo hiciera en otros tiempos la unción mística de aquellos del célebre arzobispo de Cambrai; es el seductor más perfecto, el hombre más corrompido, el más peligroso... ¡Ah, querida amiga! Si tu alumna responde a los cuidados del instructor, garantizo su rápida perdición. SEÑORA DE SAINT-ANGE: No será un asunto muy difícil ni prolongado con las disposiciones que le conozco... CABALLERO DE MIRVEL: Pero dime, hermana, ¿nada temes de sus padres? ¿Si algo se le escapara a la doncella al regresar a su casa? SEÑORA DE SAINT-ANGE: Nada temas, seduje a su padre... Me pertenece. ¿Tendré que confesártelo por fin? Me entregué a él para que se hiciera de la vista gorda; ignora mis propósitos, pero no se atreverá jamás a examinarlos a fondo... Está en mis manos. CABALLERO DE MIRVEL: ¡Tus medios son espantosamente perversos! 18 MARQUÉS DE SADE SEÑORA DE SAINT-ANGE: Es preciso que lo sean para sentirme segura. CABALLERO DE MIRVEL: Dime ahora, por favor amiga, ¿quién es esa joven? SEÑORA DE SAINT-ANGE: La llaman Eugenia; es hija de un tal Mistival, uno de los mercaderes más ricos de la capital, de unos treinta y seis años de edad; la madre tiene cuando mucho treinta y dos y la niña quince. Mistival es tan libertino como devota su mujer. En cuanto a Eugenia, amigo mío, sería inútil que tratara de pintártela; está por encima de lo que pueden mis pinceles. Confórmate con la convicción de que ni tú ni yo hemos visto nunca, seguramente, nada tan delicioso en este mundo. CABALLERO DE MIRVEL: Haz por lo menos un bosquejo, si no puedes pintar, para que sepa mas o menos con quien tendré que tratar y alimente mejor mi imaginación con el ídolo a quien haré mis sacrificios. SEÑORA DE SAINT-ANGE: Pues bien, amigo mío, sus cabellos castaños, que apenas pueden ser empuñados, le caen hasta cubrirle las nalgas; tiene un cutis de una blancura deslumbrante; la nariz un poco aguileña, los ojos mas negros que azabache y de un ardor... ¡Oh! Es imposible sostenerle la mirada, hermano. No podrías imaginar todas las tonterías que me ha hecho hacer.. . ¡Y si vieras las lindas cejas que los coro- LA FILOSOFÍA DEL TOCADOR 19 nan, los interesantes párpados que los guarnecen!... Su boca es muy pequeña, sus dientes espléndidos, ¡y tan fresco todo aquello!... Uno de sus atractivos es la elegancia con que está plantada su cabeza sobre sus hombros, el aspecto de nobleza con que la vuelve... Eugenia es grande para su edad: podrían darle diecisiete años; su talle es un modelo de elegancia y finura, su pecho una delicia... ¡Los dos pechos más lindos que he visto!... Apenas tienes con qué llenar la mano, pero de una suavidad... tan frescos, tan blancos... ¡Cuántas veces perdí la cabeza al besar esas tetitas! Y si hubieras visto cómo se animaba con mis caricias... cómo se reflejaba en sus cautivantes ojos su estado de ánimo... Amigo, no sé cómo es el resto... ¡Ah!... A juzgar por lo que conozco, el Olimpo no tuvo jamas una divinidad comparable... Pero la oigo... Déjanos; sal por el jardín para no encontrarte con ella y sé puntual en la cita. CABALLERO DE MIRVEL: El cuadro que acabas de hacerme garantiza mi exactitud. Podrá obtener el libro completo en http://voyeur.laeditorial.com OTRAS OBRAS DE ESTA MISMA COLECCIÓN AUTOBIOGRAFÍA DE UNA PULGA llegó a ser llevado al cine en un film de naturaleza poco usual en la industria de la pornografía. Se muestra como la expresión de una joven en la búsqueda de renunciar a lo anormal para encaminarse a la normalidad Con frecuencia –demasiada para nuestra desventura–, resultan ser aquellos que más reprueban las manifestaciones sexuales o amorosas, los que en la privacidad son poseedores de una naturaleza más desenfrenada en su sexualidad. Este es el tipo de individuos elegidos por el autor para integrar el elenco de personajes de esta obra, un clásico de la literatura erótica, donde una moral extremadamente severa es sepultada por los deseos sexuales más voluptuosos y libertinos. Esta obra, escrita en 1787 y perdida en la Bastilla, pasaría a ser la primera versión de JUSTINE, producida en 1791. Transcurrió más de un siglo y medio para que LOS INFORTUNIOS DE LA VIRTUD se conociera, reeditada con algunas variantes por Maurice Heine. En JUSTINE, esta primera versión fue superada en lo detallado de los excesos sexuales con los que el divino marqués escandalizó al mundo de la época. Escándalos que no pasaban exclusivamente por lo que escribía encaramado en el más puro materialismo panfletario, la violencia erótica y la crítica al doble discurso de la gran mayor parte de los miembros de la Iglesia de la época, declamando el decoro y practicando el desenfreno. Precisamente es en esas contradicciones en las cuales se apoya el autor para mostrar cómo siempre el vicio termina por triunfar sobre la virtud. OTRAS OBRAS DE ESTA MISMA COLECCIÓN BONNIE NORTON no teme enfrentarse al tabú del incesto en esta espléndida novela. Desde el relato de una terapeuta sexual que analiza las experiencias de un grupo de pacientes y con excepcional maestría relata las intimidades de varias madres que han seducido a sus hijos, los han iniciado en su sexualidad, y hasta algunas que han querido unirse a ellos en la situación más reprobable y prohibida de la civilización occidental, a despecho de comentarios incalificables y sin la más mínima culpa. Un desarrollo voluptuoso, exquisitamente transgresor, con un sorprendente desenlace para esta nueva obra de una de las mejores escritoras contemporáneas de literatura erótica. De ALEJANDRO MARGULIS. "En la ajetreada redacción del gran diario, los enredos del ambiguo Max Broden, casi adolescente, con el ya maduro plumífero Luciano Quaranta tienen los encantos -y los peligros- de un remanso. Allí, Quién que no era yo... se complica en mil intrigas cuya explicación, en la alternancia del hard-core, la ironía y la más extraña liviandad de lo neutro, confunde los humores de los personajes y del narrador a la vez que va tejiendo la tela -delicada e implacable- en la que caerá el lector". OTRAS OBRAS DE ESTA MISMA COLECCIÓN La pasión marcó la vida de Wilhelmine Schröeder-Devrient, esta cantante de ópera, que mostró en todos los aspectos de su vida, y registró en esta obra literaria compuesta por trece cartas – ¿reales? ¿Imaginarias?– que una mujer escribe a un anónimo amigo, relatándole su vida sexual desde las primeras impresiones voyeuristas adolescentes hasta los más desenfrenados encuentros de sadismo; prácticas todas del placer a los que la cantante revela y confiesa haberse entregado en todas sus variantes, con hombres y mujeres. Wilhelmine SchröederDevrient, autobiográfico. ¿Qué sucede cuando un grupo de adolescentes se reúne para compartir el tema secreto de su iniciación en la práctica del sexo? En Mi primera vez, ELIZABETH HOLMES recrea las memorias y los secretos de un grupo de adolescentes, que deciden contarse con absoluto desprejuicio su despertar al sexo. El resultado es una encantadora y excitante novela que provoca, excita y subyuga al lector.