LAS IGLESIAS BARROCAS DE LA CIUDAD DE MURCIA

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LAS IGLESIAS BARROCAS DE LA CIUDAD DE MURCIA
El despegue económico de finales del siglo XVII significó para Murcia un momento
de modernización, desde la creación de nuevos barrios hasta la diversificación de los espa-cios según sus usos. Esta prosperidad se proyecto tanto en la arquitectura civil como
religiosa.
La arquitectura religiosa del siglo XVIII tiene, por un lado, influencia valenciana y
por otro lado, y en una segunda etapa, influencias de la Corte, coincidiendo con el falleci-miento del monje jerónimo Fray Antón de San José, arquitecto de varias iglesias de la época
y con clara influencia de la escuela valenciana.
La tipología de las plantas de las iglesias no sufrió grandes cambios, siendo de una
sola nave con capillas laterales comunicadas con el crucero y una cabecera recta, inscrito
todo el edificio en un rectángulo. Esta planta fue definida por Fray Lorenzo de San Nicolás
en su tratado “Normas y uso de la Arquitectura”
En Murcia surgieron una serie de iglesias que, curiosamente, estaban situadas en
el límite entre la ciudad y la huerta, casi siguiendo la línea de las acequias, de tal
manera que si comenzamos nuestra visita por la Iglesia de La Merced, continuamos por Las
Anas, y seguimos por Las Claras, San Esteban, San Miguel, Las Agustinas, la ermita de San
Antón, Nuestro Padre Jesús, San Andrés, San Antolín, Verónicas, San Pedro, San Juan y
Santa Eulalia, volvemos a la Merced habiendo seguido casi los límites de la Murcia del XVIII.
Curiosamente en el centro de la cuidad solo estaban la Catedral, San Bartolomé y
San Nicolás.
Esta última fue sufragada en su totalidad por D. Diego Mateo Zapata, judío, y médico
de la Corte.
Así mismo el Canónigo de la Catedral D. José Marín y Lama sufragó la iglesia de San
Juan de Dios, única de planta ovalada, con el fin de que fuese expositor permanente del
Santísimo para que los fieles pudiesen contemplarlo más de cerca.
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