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Derecho Civil
Corte Suprema, 1º junio 2011.
“Jorge Rosselot Mujica con Claudio Jadue Sepúlveda y otro”
Acción de reivindicación [Recurso de casación en el fondo, rechazado]
Bienes reservados de la mujer casada – Figura de orden público que no admite modificación
ni derogación alguna – Protección de los intereses de la mujer – Adquisición de un inmueble
con los bienes del patrimonio reservado – Incorporación del inmueble al patrimonio reservado, no al haber social – Subrogación real – Irrelevancia que las partes indiquen que el bien se
adquirió para el haber social – Ejecución de un crédito en el patrimonio reservado de la mujer
casada – Cumplimiento de la obligación que no ha recaído sobre los bienes de la sociedad
conyugal.
Arts. 150, 1725 Nº 5 y 1739 CC.
Doctrina:
La institución de los bienes reservados de la mujer casada, que son los que ella adquiere con
el producto de su trabajo separado del marido, constituye un régimen que opera de pleno
derecho, esto es, que tiene lugar por la sola circunstancia que marido y mujer se casen bajo el
régimen de sociedad conyugal y, por lo mismo, no hay necesidad de acordar su procedencia ni
pactar su regulación. Se trata de una figura de orden público, de manera que no admite modificación o derogación alguna, lo que corrobora el artículo 150 inciso 2º del Código Civil. Por
consiguiente, no puede pactarse en las capitulaciones matrimoniales una estipulación por la
cual la mujer no se mirare como separada de bienes respecto del producto de su trabajo. Si la
institución no tuviera este carácter, se frustraría el objetivo de proteger los intereses de la mujer
–no del marido– y perdería toda su utilidad práctica.
En consecuencia, si la mujer concurrió a formar una sociedad de responsabilidad limitada,
declarando que intervenía en el acto en el carácter de agricultora, para estipular en el pacto
social un aporte correspondiente al 60% del capital de la compañía, ha de entenderse que ha
participado en el contrato actuando en razón de ejercer una actividad separada del marido
y, por lo mismo, habrá de considerarse que los derechos que la mujer tuvo en la sociedad se
incorporaron a su peculio reservado, por reunir las condiciones que el artículo 150 del Código
Civil estatuye para su consagración. Ahora bien, si la mujer después permuta los derechos
que tiene en la sociedad para adquirir con esos derechos un inmueble, no obstante que es una
adquisición a título oneroso y que conforme al artículo 1725 Nº 5 del Código Civil el bien raíz
debía entrar al haber de la sociedad conyugal, el inmueble pertenece en el activo del patrimonio reservado por la sola disposición de la ley. No desvirtúa el destino de estos bienes la escritura de aclaración en la que se declara que ellos fueron adquiridos para la sociedad conyugal,
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porque ello representaría sustraerlos del patrimonio reservado para incorporarlos al haber
social en desmedro de lo dispuesto en el artículo 150 inciso 2º, que establece que ingresan
al patrimonio reservado por la sola disposición de la ley el producto del ejercicio del empleo,
oficio, profesión o industria y todo lo demás que con ello obtenga, como son los bienes que con
el producto del trabajo ella adquiera, así como los frutos derivados de estos bienes y los que se
devenguen del trabajo. Lo anterior no es sino una aplicación legal del efecto que es propio a la
subrogación real (considerando 9º).
Entonces, al perseguir el banco demandado la ejecución del crédito en el acervo reservado
de la mujer casada, en cuyos bienes figuraba el inmueble que había adquirido y que había
gravado con hipoteca para garantizar la deuda personal que a la sazón había contraído con
el banco, no puede reputarse que el cumplimiento de la obligación hubiese recaído sobre los
bienes de la sociedad conyugal y tampoco que al otorgarse la escritura pública de adjudicación
el banco hubiese adquirido en pública subasta, por la venta forzada, otros bienes que no fuesen los comprendidos en el patrimonio reservado de la ejecutada y que fueron los que posteriormente se vendieron al otro demandado. No resulta aplicable el artículo 1739 inciso 2º del
Código Civil, en orden a que ni la declaración de uno de lo cónyuges que afirme ser suya o debérsele una cosa, ni la confesión del otro, ni ambas juntas se estimarán suficiente prueba para
quitarle a uno o más bienes el carácter de social, como quiera que este precepto está destinado a evitar una suerte de colusión entre ambos cónyuges para sustraer uno o más bienes del
derecho de prenda general en perjuicio de los acreedores, en circunstancias que en la especie
lo que ocurre es que el marido pretende disputarle al tercero el derecho que tiene de cobrar su
crédito en otros bienes respecto de los cuales alega que son de la sociedad conyugal (considerando 10º).
Santiago, uno de junio de dos mil once.
Vistos:
En estos autos Rol Nº 48.136–2006, seguidos ante el Juzgado Civil de Parral, procedimiento
ordinario, acción reivindicatoria, caratulado “Rosselot Mujica, Jorge con Jadue Sepúlveda, Claudio y Banco del Desarrollo” el juez titular por sentencia de doce de septiembre de dos mil ocho,
escrita a fojas 409, rechazó íntegramente la demanda.
Apelada por la parte perdidosa, una de las Salas de la Corte de Apelaciones de Talca, por
resolución de treinta y uno de agosto de dos mil nueve, que se lee a fojas 492, la confirmó, con
costas del recurso.
En su contra la parte ya individualizada ha deducido recursos de casación en la forma y en el
fondo.
Se trajeron los autos en relación.
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CONSIDERANDO:
EN CUANTO AL RECURSO DE CASACIÓN EN LA FORMA.
PRIMERO: Que el recurrente sustenta sus alegaciones de vicios de nulidad formal de la sentencia impugnada en dos causales del artículo 768 del Código de Procedimiento Civil. La
primera correspondiente a la del Nº 4 y la segunda a la prevista en el Nº 5, en relación con el
artículo 170 Nº 4 del mismo cuerpo legal, según se pasa a explicar:
a) Señala que la primera causal invocada se configura en términos claros e inequívocos según
lo razonado por los sentenciadores en las motivaciones 23º y 24º, de las cuales infiere que el
fallo extendió su competencia a puntos no sometidos a su decisión.
En efecto, se expresa en el considerando vigésimo tercero que el demandado Sr. Claudio Jadue Sepúlveda se encuentra en la situación de ser un poseedor inscrito, por lo que para que
cese su posesión, es necesario que su inscripción se cancele, sea por voluntad de las partes,
por una nueva inscripción en que el poseedor inscrito transfiera su dominio a otro, o por decreto judicial, ninguna de cuyas hipótesis ha operado en autos. Por su parte, en el considerando
vigésimo cuarto se establece que habiéndose concluido que procede rechazar la demanda de
reivindicación y consecuencialmente, confirmar el fallo de primer grado, en razón de carecer
el actor de legitimación activa para impetrar la acción de dominio respecto de los bienes que
persigue, resulta inoficioso hacerse cargo de la petición subsidiaria del demandado Sr. Claudio
Jadue Sepúlveda, relativa a la alegación de la prescripción adquisitiva como medio de adquirir
el inmueble y derechos de agua cuya reivindicación se pretende.
Sin embargo –añade el recurrente– como la competencia de la Corte de Apelaciones quedó
delimitada por el recurso de apelación interpuesto por la demandante, toda vez que los demandados no dedujeron recurso alguno, quiere esto decir que el escrito de apelación presentado por la defensa del actor acotó el negocio que le correspondía conocer al tribunal del alzada
y a pesar de ello, la sentencia recurrida ha intentado modificar la de primera instancia en beneficio del apelado señor Jadue, quien se conformó con la decisión.
b) Respecto del segundo defecto, explica que éste se configura con el razonamiento vigésimo
de la sentencia censurada, que tiene el carácter de decisorio litis y que carece de todo fundamento de hecho y de derecho que lo sustente, vulnerando así la exigencia que impone el artículo 170 Nº 4 del cuerpo legal citado. Explica que en el aludido considerando se dispuso: “Que
sin perjuicio de lo dicho en el motivo que antecede, no resulta inoficioso dejar sentado que la
acción reivindicatoria en estudio, tampoco, resulta procedente dirigirla en contra del Banco del
Desarrollo, por cuanto éste no es el actual poseedor de los bienes al que dicha acción real se
refiere; y si se pretendió ejercerla en relación con el derecho de hipoteca del Banco señalado
respecto de los bienes en referencia, éste se extinguió conjuntamente con la obligación principal contraída por la señora María Izquierdo Berisso que garantizaba, al habérselos adjudicado
el dicho Banco, con cargo a su crédito, en los aludidos autos ejecutivos”.
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Arguye que la falta de motivación en esta parte de la sentencia es absoluta, con lo que hay una
falta de rigurosidad de la Corte al analizar el mérito de autos, de conformidad a lo dispuesto en
el artículo 160 del Código de Procedimiento Civil. Aduce que no se demandó la reivindicación
del derecho de hipoteca que alguna vez tuvo el Banco respecto de los bienes que pertenecían
a la sociedad conyugal, sino que demandó al Banco en su calidad de actual acreedor hipotecario de los bienes reivindicados producto de la hipoteca y prohibición vigente, constituidas por el
otro demandado de autos, el Sr. Claudio Jadue Sepúlveda. Esta es la única acción reivindicatoria deducida y sobre la cual se debatió y resolvió en primera instancia, de modo que al fallar los
sentenciadores no sólo alteraron la acción deducida y el mérito del proceso, sino que además
dictaron un sentencia que, en esta parte, carece de la motivación necesaria para resolver en la
forma que lo hizo, aparte de resultar ininteligible y contradictoria con lo resuelto en la sentencia que confirmó.
SEGUNDO: Atendidos estos antecedentes, ha de considerarse que en lo que concierne a la
causal del Nº 4 del artículo 768 del Código de Procedimiento Civil, relativa al vicio de ultra
petita que se le imputa a la sentencia recurrida de casación en la forma, ha de tenerse presente
que el respectivo precepto estatuye lo siguiente:
“El recurso de casación en la forma ha de fundarse precisamente en alguna de las causas siguientes”:
“Nº 4 En haber sido dada ultra petita, esto es, otorgando más de lo pedido por las partes, o
extendiéndola a puntos no sometidos a la decisión del tribunal, sin perjuicio de la facultad que
éste tenga para fallar de oficio en los casos determinados por la ley”.
Queda de relieve que el vicio del cual se trata se configura si el juez en la sentencia otorgase
más de lo pedido por las partes o bien, que extendiese el fallo a puntos no sometidos a la decisión del tribunal. O sea, en la primera parte de la norma transcrita se ha previsto la hipótesis
de la denominada “ultra petita” propiamente tal, esto es dar más de lo pedido a alguno de los
litigantes y en la segunda parte se ha considerado el caso de lo que se podría llamar “extra
petita”, que se refiere a extender la decisión a puntos ajenos a la controversia.
Pues bien, del contenido y alcance que fluye de la disposición, no resulta dable que pueda atribuírsele a lo resuelto por el fallo que se haya podido incurrir en una clase de vicios como son
los que sanciona la norma citada, por establecerse en la sentencia recurrida, según el motivo
24º que, por haberse rechazado la demanda de reivindicación y por ende, confirmado el fallo
de primer grado, como consecuencia de carecer el actor de legitimación activa para ejercer la
acción de dominio, resultaba inoficioso hacerse cargo de la petición subsidiaria del demandado
que alegó la prescripción como modo de adquirir el dominio del inmueble, como quiera que no
se divisa que se de la situación prevista en el precepto que hace procedente la causal del vicio
de forma que se ha invocado, toda vez que al no darse lugar a la acción que interpuso el actor
y por lo mismo que no era preciso ocuparse de la excepción del demandado, ocurre que no es
del caso que lo decidido tenga el significado que se haya dado más de lo pedido sino que al
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revés, dado que simplemente resulta que no se dio lugar a lo pedido y con ello quiere decir que
era innecesario atender a otras razones que pudo haber alegado el demandado para que los
sentenciadores resolvieran en definitiva el rechazo de la demanda.
TERCERO: Que en lo que incide con la causal del Nº 5 del artículo 768, en relación con el Nº
4 del artículo 170 del Código de Procedimiento Civil, ha de advertirse que en estas normas se
dispone lo siguiente:
El artículo 768 dice que: “El recurso de casación en la forma ha de fundarse precisamente en
alguna de las causas siguientes:
“N 5º En haber sido pronunciada con omisión de cualquiera de los requisitos enumerados en el
artículo 170”.
Ahora bien, el artículo 170 señala que: “Las sentencias definitivas de primera o de única instancia y las de segunda que modifiquen o revoquen en su parte dispositiva las de otros tribunales,
contendrán:
Nº 4 Las consideraciones de hecho y de derecho que sirven de fundamento a la sentencia”;
El vicio que se invoca ha de concurrir cuando la sentencia definitiva no contenga consideraciones que han de revestir el carácter de fundamento de la decisión que se adopte, o sea, que
no se expliquen las razones que en buenas cuentas determinan el fallo, más no cuando tales
consideraciones fuesen aseveraciones erradas, deficientes o bien equivocadas, lo que representa una suerte de garantía de seriedad y rectitud de todo juicio, por lo que las sentencias deben
establecer las cuestiones de derecho o hecho sobre que recaen.
La recurrente alega que el vicio se habría producido en el razonamiento que se contiene en el considerando vigésimo primero del fallo, al sostener los sentenciadores en lo que interesa: “Que sin
perjuicio de lo dicho en el motivo que antecede, no resulta inoficioso dejar sentado que la acción
reivindicatoria en estudio, tampoco resulta procedente dirigirla en contra del Banco del Desarrollo,
por cuanto éste no es el actual poseedor de los bienes al que dicha acción real se refiere…”.
Al referir el fallo que lo resuelto en sin perjuicio de lo dicho en el motivo que antecede, alude
sencillamente a la falta de concurrencia de los requisitos para que sea procedente el ejercicio
de la acción reivindicatoria, materia que viene ya analizada a lo largo de diversos considerandos anteriores, toda vez que la sentencia concluye que el reivindicante no se encuentra legitimado para actuar, por no ser titular del derecho de dominio que lo habilitaría para interponer
la acción, requisito que tampoco se reuniría al dirigirse esta acción contra el Banco del Desarrollo, porque no tendría dicha institución el carácter de ser la actual poseedora inscrita para
que hubiese sido posible ejercer en su contra la referida acción, de cuyo respecto se infiere que
no se han omitido las consideraciones que han debido contenerse en el fallo para fundar la
decisión adoptada por el tribunal de la instancia.
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Al agregar el fallo que: “Si se pretendió ejercerla –la acción– en relación con el derecho de
hipoteca del Banco señalado respecto de los bienes en referencia, éste se extinguió conjuntamente con la obligación principal contraída” y que garantizaba el crédito, lo que en concepto
del recurrente es ininteligible, Al respecto, ha de tenerse presente que si bien es cierto que
es reivindicable el derecho real de hipoteca de acuerdo al artículo 891 del Código Civil, no es
menos efectivo que en la especie quien pudo hacer valer la acción ha debido ser el titular del
derecho, carácter que revestía el Banco del Desarrollo, pero como el actor alega que con un
bien de la sociedad conyugal se habría pagado una deuda contraída por uno de los cónyuges,
para dilucidar el alcance del fallo ha de considerarse que la sentencia se puso en el caso que se
habría producido una eventual transmisión de los derechos del acreedor al tercero que le paga
y con ello, se le habrían traspasado al nuevo acreedor todos los derechos y acciones y entre
ellos, la hipoteca del antiguo, por la vía de la subrogación, la que no habría operado por haberse extinguido la caución conjuntamente con la obligación principal por confusión, al adjudicarse el Banco con cargo a su crédito el bien afecto al respectivo gravamen.
Que por ende, la alegación formulada por la recurrente no importa la ocurrencia del vicio que
contempla el Nº 5 del artículo 768 del Código de Procedimiento Civil, ni tampoco resulta ininteligible porque las consideraciones que se han dado son suficientes fundamentos respecto de
las decisiones que se han adoptado, aunque la recurrente discrepe de ellas o las repute confusas o incomprensibles.
CUARTO: Que por todo lo expuesto cabe concluir que la nulidad formal intentaba debe ser
desestimada en todos sus extremos.
EN CUANTO AL RECURSO DE CASACIÓN EN EL FONDO:
QUINTO: Que el recurrente, fundamentando su recurso de nulidad sustantiva, le atribuye a la
sentencia cuya invalidación persigue diversos errores de derecho, expresados en infracciones a
lo dispuesto en los artículos 700, 724, 728, y 924; 150, 1725 Nº 5, en relación con los artículos
1733 y 1739; 47, 1689, 1689, 1700, 1712 y 1713 del Código Civil y 314, 341, 399 y 428 del Código
de Procedimiento Civil, según se pasa a exponer:
a) Asevera, en un primer capítulo, la vulneración de los artículos 700, 724, 728 y 924 del Código Civil. Explica que las disposiciones citadas constituyen el régimen que se ha dispuesto por el
legislador para regular la posesión inscrita de los bienes raíces en nuestro ordenamiento civil,
con arreglo al cual la doctrina en forma unánime destaca que la inscripción conservatoria es
el requisito de adquisición, prueba y garantía de conservación de la posesión de los inmuebles
inscritos.
Conforme a las normas citadas, señala que en el caso concreto de la sociedad conyugal formada por el Sr. Jorge Rosselot Mujica y la Sra. María Izquierdo Berisso se inscribió a su nombre
el inmueble y los derechos de agua materia del juicio y por tanto al no existir otra persona con
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inscripción conservatoria que justificara derechos de dominio sobre los bienes, debía reputarse
dueña de ellos a la sociedad conyugal, porque estaba amparada con las presunciones legales
de dominio de los artículos 700 y 724 del Código Civil, y además, por tener posesión inscrita a
su nombre durante siete años se encontraba favorecida con la presunción de derecho del artículo 924 del mismo cuerpo legal. Sin embargo, de manera inexplicable, en la ejecución seguida por el Banco del Desarrollo contra al Sra. Izquierdo, se desatendió la inscripción de dominio
y se procedió a enajenar forzosamente dichos bienes, como si en realidad hubiesen pertenecido a la Sra. Izquierdo y no a la sociedad conyugal.
Al cancelarse las inscripciones de dominio en favor de la sociedad conyugal, no se cumplió con
los requisitos del artículo 728, porque los jueces recurridos sostuvieron que los bienes eran de
propiedad de la Sra. Izquierdo y no de la sociedad conyugal, por ser titular de un patrimonio
reservado, conforme el artículo 150 del Código Civil.
b) Alega infracción de un segundo grupo de normas, constituidas por los artículos 150 y 1725
Nº 5 del Código Civil, en relación con los artículos 1733 y 1739 inciso primero del mismo cuerpo
legal. En efecto, a juicio de quien recurre, la correcta aplicación de las disposiciones citadas debió concluir por revocar la sentencia de primer grado, por cuanto ésta debió de manera imperativa reconocer que el patrimonio reservado constituye un régimen de excepción al general de
la sociedad conyugal, por lo que según los artículos 1725 Nº 5 y 1739, los bienes que son objeto
de la acción reivindicatoria de autos se encuentran amparados por la presunción de pertenencia a la sociedad conyugal y están resguardados además con la presunción en su favor que le
otorgan al poseedor los artículos 700 y 924.
Asevera que en la sentencia de la Corte de Apelaciones se ha producido una errada aplicación del artículo 1733 del Código Civil, por cuanto para contrariar las presunciones legales que
favorecía el dominio y posesión de los bienes reivindicados a favor de la sociedad conyugal, al
menos debió comprobar si en el título de posesión del inmueble y derechos de agua se había
producido una subrogación, dado que el título que habilitó la adquisición por la sociedad conyugal del inmueble y sus aguas fue el contrato de permuta entre la señora Izquierdo y el señor
Rincón de 7 de abril de 1995 ante el Notario de Santiago don Arturo Carvajal, en el que no se
expresa ni manifiesta de modo alguno al referido ánimo de subrogar.
c) En un tercer acápite, alega yerro de las normas sobre limitación de la prueba estatuida en el
artículo 150 inciso 4º, en relación con el 1739 inciso 2º del Código Civil. Sostiene que las disposiciones referidas no fueron aplicadas por los sentenciadores, puesto que ellas les imponían la
obligación de apreciar el carácter social de los bienes reivindicados en la forma que esos preceptos lo establecen. En efecto, los terceros que contraten con la mujer que goza de un patrimonio reservado se encuentran eximidos de todo reclamo del marido o de la propia mujer, si
es que al momento de contratar se haya acreditado por instrumentos públicos o privados, a lo
que debe hacerse referencia en el instrumento que se otorgue al efecto, que la mujer ejerce o
ha ejercido un empleo, oficio, profesión o industria separados de los de su marido. A pesar de
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esta disposición, la sentencia recurrida sin ningún análisis omite examinar si en los documentos que permitieron la adquisición de la posesión y dominio del bien que se disputa se cumplió
o no con los requisitos indicados, para que de este modo se entendiera liberado tanto el Banco
del Desarrollo como el Sr. Claudio Jadue Sepúlveda de la acción reivindicatoria deducida.
En este contexto, agrega, correspondía a los demandados acreditar que los bienes pertenecían
al patrimonio reservado de la mujer, pero sometiéndose a las limitaciones correspondientes
tanto al aportar la prueba como a su apreciación, de acuerdo a lo previsto en el inciso segundo
del artículo 1739, del Código Civil, que imperativamente dispone: “Ni la declaración de uno de
los cónyuges que afirme ser suya o deberse una cosa, ni la confesión del otro, ni ambas juntas,
se estimarán suficiente prueba, aunque se hagan bajo juramento”.
El tribunal decidió no aplicar la limitación de la prueba y, por el contrario, analizó diversos
documentos acompañados por el Banco, en los que aparece que la Sra. Izquierdo había ejercido la actividad de agricultora; sin embargo, estas declaraciones hechas por cualquiera de los
cónyuges, o por ambos, incluso bajo juramento, no pudieron estimarse como prueba suficiente.
d) En un cuarto capítulo el recurso invoca la vulneración de los artículos 47, 1698, 1700, 1712, y
1713 del Código Civil; 341, 399 y 428 del Código de Procedimiento Civil; y de los artículos 150
inciso 4º y 1739 del Código Civil, relativos a las normas que regulan el valor probatorio de los
documentos acompañados a los autos, su admisibilidad y su apreciación comparativa. Dice
que la sentencia recurrida transgredió las prescripciones que regulan la prueba, toda vez que
la pretensión reivindicatoria del demandante encontraba amparo en múltiples presunciones
legales y de derecho, tal como lo establecen los artículos 700, 924, 1725 y 1739 Código Civil, y
además, por la prueba completa rendida en autos. Sin embargo, los jueces del fondo desatendieron el valor de las presunciones y los documentos públicos acompañados, admitiendo como
suficiente prueba para rechazar la demanda simples presunciones que, a juicio de los sentenciadores, reunían las exigencias de gravedad, precisión y concordancia para darles el mérito de
plena prueba y que los llevó a dar por acreditado que los bienes a los que se refiere la acción
reivindicatoria, a la época del otorgamiento de la escritura pública de 11 de abril de 2002, ante
la Notaria de Santiago Laura Galecio Pesse, relativa a la adjudicación de esos bienes en remate, eran del dominio de doña María Izquierdo Berisso y no de la sociedad conyugal de ella con
el demandante.
Aduce el recurrente, que los sentenciadores sustentan su decisión en la declaración de la señora Izquierdo y de su marido en la escritura pública de constitución de la sociedad Agrícola,
Ganadera y Forestal San José De Los Barros Limitada, otorgada ante el Notario de Santiago
Gustavo Bopp Blu el 30 de octubre de 1981, en la cual indica que ella es agricultora y que ejercía una profesión separada de la de su marido, también agricultor e ingeniero agrónomo, declaración que se complementa con la contenida en escritura pública de permuta de 7 de abril
de 1995, otorgada ante el Notario de Santiago, don Arturo Carvajal Escobar, a la que se agrega
la escritura pública de constitución de hipoteca de 15 de diciembre de 1995, ante el Notario
de Santiago don Raúl Undurraga L., otorgada a favor del Banco el Desarrollo, a pesar que en
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dicho instrumento el constituyente del gravamen es la sociedad conyugal. También se alude a
las declaraciones de la señora Izquierdo sobre su actividad de agricultora en otros documentos
presentados al Banco. Sin embargo, advierte, todos estos antecedentes son inadmisibles como
medios de prueba, atendido lo dispuesto en el citado artículo 1739 inciso segundo del Código
Civil.
De ahí que los jueces de la instancia, explica, también conculcan el artículo 1698 que establece
el peso de la prueba y señala los medios de prueba. En este mismo sentido considera que el
artículo 1713, relativo a la confesión que sirvió de base a la presunción de dominio establecido
en la sentencia resulta improcedente, puesto que este medio de prueba no puede jamás ser
estimado como plena prueba cuando la ley lo exceptúa, como lo estatuye el artículo 1739 inciso
segundo.
Dando aplicación al análisis que antecede, resulta evidente que de haberse aplicado las presunciones judiciales no se habría rechazado la acción, ni confirmado el fallo de primer grado.
Alega que una mención especial requiere la escritura pública de permuta, de fecha 7 de abril
de 1995, otorgada ante el Notario de Santiago don Arturo Carvajal Escobar, por la cual la señora María Izquierdo adquirió los inmuebles para la sociedad conyugal, así como la escritura de
“Aclaración, Complementación y Ratificación” del contrato de permuta, de 1º de diciembre de
1995 que, entre otras declaraciones, insiste en el destino de los bienes al haber social, y que fue
subinscrita al margen de las inscripciones de dominio por el Banco del Desarrollo demandado de reivindicación. En la escritura pública de hipoteca ante el Notario de Santiago don Raúl
Undurraga L., de 15 de diciembre de 1995, agrega, consta que la sociedad conyugal era titular
de los bienes reivindicados, reconocimiento que hace el demandado Banco del Desarrollo. Esta
última escritura hizo aplicable la norma contenida en el artículo 1700 del Código Civil, según la
cual las declaraciones contenidas en ella tienen el valor de constituir plena prueba respecto de
sus otorgantes y de sus sucesores, en este caso, el Banco del Desarrollo y el demandado Jadue
Sepúlveda, sucesor en el dominio de aquél.
Por último, aduce infracción de los artículos 1698 del Código Civil y 314 del Código de Procedimiento Civil, ambos en relación con el artículo 924 del primero.
Indica que sin perjuicio de lo dicho, la sentencia también vulnera las normas reguladoras de
la prueba, por cuanto constituye un hecho no discutido que las inscripciones practicadas en el
Conservador de Bienes Raíces se mantuvieron vigentes hasta que el Banco del Desarrollo adquirió los mismos bienes en pública subasta, cuyo título fue el que habilitó que se practicaran
las inscripciones en su favor el año 2003. En estas circunstancias, la posesión inscrita por la sociedad conyugal se mantuvo por siete años y con ello no se admite otra prueba de la posesión
con que se pretenda discutirla, según se establece en el artículo 924 del Código Civil. Sin embargo, el tribunal al admitir prueba contra la presunción de derecho que ampara a la sociedad
conyugal en el dominio y posesión de los bienes, violentó las normas reguladoras de la prueba
de los artículos 1698 del Código Civil y 341 del Código Procedimiento Civil, aceptando una
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sentencia cuyo único fundamento es el desconocimiento de la existencia de una presunción de
derecho que hacía inadmisible cualquier otra prueba en contrario que pretendiera destruirla.
SEXTO: Que, para los efectos de fijar la debida inteligencia respecto de las dificultades que se
han planteado en el recurso, es menester reseñar algunos de los antecedentes de mayor relevancia que surgen del proceso en el cual se pronunció la sentencia que se impugna:
a) Ha comparecido a estos autos el Sr. don Jorge Rosselot Mujica interponiendo una demanda
en juicio ordinario por la que ejerce una acción reivindicatoria contra el Sr. don Claudio Jadue
Sepúlveda y el Banco del Desarrollo, solicitando: a) Que se le reconozca su calidad de dueño
del inmueble denominado Fundo Santa Fresia de Pencagua, así como de los derechos de agua
constituidos en su beneficio y se condene al demandado Claudio Jadue Sepúlveda a restituir y
restablecer la posesión de dichos inmuebles; b) Que se cancelen y se dejen sin efecto las inscripciones de dominio distintas a las practicadas a su nombre, así como los gravámenes y prohibiciones que afectan a los inmuebles; c) Que para los efectos de las prestaciones mutuas, los
demandados deberán ser considerados como poseedores de mala fe, reservándose el derecho
a discutir sobre tales prestaciones en la etapa de ejecución del fallo o en otro juicio diverso, y d)
Que los demandados sean condenadas solidariamente al pago de las costas de la causa, y un
subsidio, en forma simplemente conjunta, o en la proporción que se establezca en la sentencia.
Señala el actor que se encuentra casado con doña María Izquierdo Berisso, con quien contrajo
matrimonio el 27 mayo de 1957 bajo el régimen de sociedad conyugal, cuya vigencia se mantuvo hasta el pacto de separación de bienes, celebrado mediante escritura pública otorgada ante
el Notario de Santiago don José Musalen Saffe el 13 de octubre de 2003, subinscrita al margen
de la inscripción matrimonial al día siguiente. Agrega que posteriormente a esta convención,
también por instrumento público ante el mismo notario citado, con fecha 16 de marzo de 2006
su cónyuge renunció a los gananciales.
Añade que durante la vigencia de la sociedad habida con su mujer adquirió, entre otros bienes,
los que se inscribieron en el registro de propiedad a nombre de su cónyuge María Izquierdo
Berisso, correspondiente al Fundo Santa Fresia de Pencagua, ubicado en la comuna de Parral,
provincia de Linares, con una superficie aproximada de 328 hectáreas y los derechos de aprovechamiento de agua destinados al cultivo del fundo. Dichos inmuebles fueron adquiridos a
nombre de su cónyuge por permuta que ella pactó con don Francisco Rincón García, mediante
escritura pública de 7 de abril de 1995 otorgada en Santiago ante el notario público don Arturo
Carvajal Escobar, la que fue debidamente inscrita. Según consta de dicha escritura, la permuta
al tradente respecto del fundo y los derechos de agua correspondientes se pagaron por la cónyuge mediante la cesión de los derechos que como socia le pertenecían en la Sociedad Agrícola, Ganadera y Forestal San José De Los Barros Limitada. Esta sociedad se había constituido
por escritura pública el 30 de octubre de 1981 ante el Notario de Santiago don Gustavo Bopp
Blu, y se disolvió el 30 de octubre de 1986, por haberse cumplido el plazo de su vigencia, y a la
fecha de la mencionada permuta no había sido liquidada.
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Explica que al margen de las aludidas inscripciones de dominio y para no dejar duda alguna
del patrimonio al que ingresaron los respectivos inmuebles se otorgó una escritura pública
de: “Aclaración, Complementación y Ratificación”, con fecha 1º de diciembre de 1995, ante el
Notario Público de Santiago don Arturo Carvajal Escobar, a la que comparece el demandante,
su cónyuge y el Sr. Francisco Rincón García, quienes declararon, entre otros puntos, que doña
María Izquierdo Berisso adquirió los bienes materia de este juicio para la sociedad conyugal
habida con su cónyuge.
Expresa que a pesar que las inscripciones de dominio acreditan que los bienes pertenecen al
haber social, el Banco del Desarrollo persiguió estos bienes mediante un juicio ejecutivo directamente contra la cónyuge, ante el Noveno Juzgado Civil de Santiago, Rol 5.602–1998, caratulado “Banco del Desarrollo con Izquierdo Berisso María”, adjudicándose el Banco ejecutante
los bienes, con cargo al crédito perseguido. Sin embargo, de acuerdo al mérito de los antecedentes, agrega, esta ejecución no le es oponible.
A su vez, los bienes que se reivindican fueron vendidos por el Banco del Desarrollo al Sr. don
Claudio Jadue Sepúlveda, mediante la ya citada escritura pública otorgada el 30 diciembre del
año 2002.
Sostiene el actor que no le empece ni le son oponibles los actos celebrados sobre los inmuebles referidos, encontrándose por lo tanto habilitado para demandar su restitución, toda vez
que no le pertenecían a su cónyuge, doña María Izquierdo Berisso, y que atendida la renuncia a
los gananciales efectuada por esta última, se encuentran radicados y confundidos con su propio patrimonio.
Señala que la situación de los bienes que pretende reivindicar es la prevista en el Nº 5 del
artículo 1725 del Código Civil, ya que al encontrarse casado bajo régimen de sociedad conyugal
con su mujer, ésta adquirió a título oneroso los bienes individualizados, ingresando los mismos,
en consecuencia, al patrimonio de la social, por lo que el Banco en su ejecución forzada, nunca
debió perseguir el crédito en bienes que no le pertenecían a la ejecutada.
De ahí que según los artículos 682 y 1815 Código Civil la compraventa y la tradición de cosa
ajena son válidas, sin perjuicio de los derechos del dueño mientras no se extingan por el lapso
del tiempo. Entonces, los actos jurídicos del tradente son inoponibles al patrimonio de la sociedad conyugal y por ende, el juez del Noveno Juzgado Civil de Santiago no pudo actuar en la
representación legal de la cónyuge que no era dueña de los inmuebles adjudicados al Banco,
ni la entidad bancaria como eventual sucesora del dominio, podía transferir al adquiriente Sr.
Claudio Jadue Sepúlveda los derechos en el bien raíz que no tenía.
b) Contesta la demanda el Banco del Desarrollo y ha solicitado su rechazo. En primer término
señala que de ser efectivos los hechos en que se funda el libelo, la sanción genérica que corresponde aplicar es la nulidad relativa y no la inoponibilidad, toda vez que no se trata de una
venta de cosa ajena, sino que de una venta con la omisión de un requisito o formalidad que las
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leyes prescriben para el valor de ciertos actos o contratos en consideración al estado y calidad
de las personas que los ejecutan o acuerdan, y por consiguiente, acarrean la nulidad relativa,
según el artículo 1682. Existe para el caso disposición expresa en el Código Civil, toda vez que
el artículo 1749 le impone al marido en la administración de los bienes sociales ciertas limitaciones que la misma disposición señala y que en lo referido a los bienes raíces importa cumplir
con la exigencia prevista en el inciso tercero del artículo mencionado, en cuanto a que para su
enajenación han de actuar en conjunto los cónyuges. De forma tal que de ser efectivo que la
enajenación debió haberse realizado por ambos cónyuges, se habría omitido un requisito en
consideración a la calidad o estado de las personas, sancionado expresamente con la nulidad
relativa de conformidad con el artículo 1682 del Código Civil. Pero además se estaría infringiendo la norma expresa contemplada en el artículo 1757, que prevé que los actos ejecutados
sin cumplir con los requisitos del artículo 1749, adolecen de nulidad relativa. Ahora bien, si sólo
compareció la señora María Izquierdo Berisso representada por el juez que conoció del juicio
ejecutivo, no podría sino impetrar la nulidad por la omisión del requisito requerido aquél de los
incapaces en cuyo beneficio está establecida la exigencia, esto es, la señora Izquierdo, como lo
establece la norma genérica del artículo 1684 y la específica del artículo 1757, ambos del Código Civil.
En cuanto a los hechos sobre los cuales versa el juicio, aclara que la cónyuge del demandante
concurrió con fecha 30 de octubre de 1981, según la escritura referida, a constituir junta a otros
socios, la Sociedad Agrícola, Ganadera y Forestal San José De Los Barros Limitada. Al formarla,
la señora Izquierdo expresamente declaró ser agricultora y que comparecía y actuaba dentro
de su peculio reservado. A esta escritura compareció también el demandante, señalando que,
sin perjuicio de la profesión separada que ejerce su mujer, ha prestado y presta la más amplia
autorización para que ejerza su industria y comercio y pueda celebrar toda clase de actos y
contratos, civiles, comerciales y de cualquier naturaleza que sea, como por ejemplo, comprar,
vender y permutar toda clase de bienes muebles e inmuebles, celebrar contratos de garantía,
etc. La sociedad mencionada terminó el 30 octubre 1986.
Añade que mediante la consabida escritura pública de fecha 7 de abril de 1995, los derechos
sociales de la señora Izquierdo fueron permutados por el inmueble y derechos de agua que
pretende la contraria reivindicar, pertenecientes a don Francisco Rincón García, practicándose
las inscripciones de rigor. Compareció nuevamente el demandante a las escrituras públicas
autorizando a su cónyuge a celebrar el contrato referido. El 1º de diciembre del mismo año, el
demandante en su calidad de jefe de la sociedad conyugal y administrador de los bienes que
la conforman y don Francisco Rincón García, hicieron una “Aclaración, Complementación y
Ratificación” al contrato de permuta referido precedentemente, indicando que el inmueble y
los derechos de agua habrían sido adquiridos por la señora Izquierdo para la sociedad conyugal existente con su cónyuge. Esta escritura de complementación pretendió alterar fictamente
la naturaleza jurídica de los bienes, transformándolos por la sola voluntad de los cónyuges en
bienes sociales, en circunstancia que ellos eran bienes pertenecientes al patrimonio reservado
de la mujer, quien ejerció una industria separada, como expresamente se indicó al momento
de constituir la Sociedad Agrícola ya indicada.
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Agrega que con fecha 12 diciembre de 1995, según la escritura ya citada, se gravó en favor del
Banco con hipoteca el Fundo Santa Fresia de Pencagua y los derechos de aprovechamiento
de aguas, a cuya escritura compareció el actor y doña María Izquierdo Berisso, autorizando al
demandante para celebrar el contrato, en conformidad a lo dispuesto en los artículos 1749 y
1754 del Código Civil; en ella se indica expresamente que la señora María Izquierdo Berisso es
única y exclusiva dueña del bien denominado Fundo Santa Fresia de Pencagua. A mayor abundamiento, el actor en su calidad de jefe de la sociedad conyugal constituye hipoteca de primer
grado con cláusula de garantía general para proteger los derechos del Banco del Desarrollo
sobre los inmuebles objeto de la demanda.
Explica que con fecha 6 de febrero de 1998 y como consecuencia de la relación comercial habida con el Banco la señora María Izquierdo Berisso suscribió dos pagarés y tanto la solicitud
de crédito como su otorgamiento lo fueron en el entendido que la señora Izquierdo actuaba
dentro de su peculio reservado y la operación se cursó encima con pleno conocimiento del
demandante Sr. Rosselot. Dado que la deudora incumplió las obligaciones contraídas con la
institución Bancaria, el Banco procedió a iniciar en el mes de diciembre de 1998 un juicio ejecutivo, que culminó con el remate del Fundo Santa Fresia de Pencagua y sus derechos de aguas,
adjudicándose dichos bienes el ejecutante. El remate se llevó a cabo el 28 de diciembre de
2001, extendiéndose la respectiva escritura pública que posteriormente se inscribió en el Conservador de Bienes Raíces.
Se indica que el reconocimiento de los hechos por el demandante queda en evidencia, con la
objeción en el aludido juicio ejecutivo de la liquidación del crédito practicada por el tribunal.
Asimismo, con fecha 27 de diciembre de 2001, el señor Rosselot y el Banco suscribieron una
escritura pública de opción preferente de compra, en la que el actor reconoce que los respectivos inmuebles son de propiedad de su mujer, y no de la sociedad, como ahora pretende.
Con posterioridad –prosigue– los inmuebles fueron vendidos por el Banco al Sr. Claudio Jadue
Sepúlveda, mediante escritura pública de fecha 30 de diciembre de 2002, constituyéndose en
favor del Banco una hipoteca de primer grado.
Conforme a lo expuesto, los bienes subastados ante el Noveno Juzgado Civil de Santiago no
formaban parte de la sociedad conyugal sino que eran del peculio reservado de la Sr. Izquierdo, según lo previsto en el artículo 150 del Código Civil. La existencia del patrimonio reservado
es señalado categóricamente en la escritura de constitución de la Sociedad Agrícola, Ganadera
y Forestal San José De Los Barros Limitada, a cuyo respecto y a mayor abundamiento, su marido, hoy demandante, además la autoriza en dicha época para ejercer su industria y comercio
y celebrar toda clase de actos y contratos. La Sra. Izquierdo, con dineros provenientes de su
trabajo separado, hizo aportes para constituir la sociedad antes señalada; luego permutó sus
derechos, para adquirir el dominio del inmueble y los derechos de agua con que aquel se beneficia. Resulta evidente que la Sra. Izquierdo al permutar sus derechos sociales con bienes de su
patrimonio reservado adquirió el inmueble que mantuvo su carácter en poder de la mujer.
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Aparte de lo señalado, arguye que existen otros antecedentes que permiten concluir que los
bienes que se pretenden reivindicar ingresaron al patrimonio reservado de la Sra. Izquierdo:
a) Al constituirse la hipoteca a favor del Banco, el señor Rosselot compareció como jefe de
la sociedad conyugal y administrador de los bienes que la conforman. En dicha oportunidad
reconoció expresamente que doña María Eugenia Izquierdo Berisso es la titular del dominio
del inmueble y derechos de aguas, reiterando que le pertenecen como única dueña y exclusiva
propietaria. En el mismo instrumento reconoce que su cónyuge podía tener a futuro obligaciones, que son independientes de las que él pudiera contraer. A mayor abundamiento a la
escritura de hipoteca compareció doña María Izquierdo Berisso autorizando a su cónyuge para
celebrar el contrato, lo que confirma que los bienes dados en garantía eran de propiedad de la
señora Izquierdo; b) En diversos documentos la Sra. Izquierdo se individualiza como agricultora, esto es, reconociendo el ejercicio de una industria u oficio separado del marido; c) El hijo de
la Sra. Izquierdo, dedujo una demanda contra ella como empleadora, invocando un contrato
de trabajo. El marido compareció a dicho juicio en representación de su cónyuge suscribiendo
un avenimiento, reconociendo de esta manera que desarrollaba una actividad separada de la
suya; d) La Sra. izquierdo mantenía con el Banco cuenta corriente, de crédito y operaba una
tarjeta de crédito, moviendo fondos y girando cheques; e) La Sra. izquierdo efectuaba declaraciones de IVA y renta a su sólo nombre, como contribuyente; f) La Sra. Izquierdo constituyó con
fecha 28 de noviembre de 1995 prenda sin desplazamiento sobre dos vehículos de su propiedad; g) El demandante y el Banco suscribieron escritura de opción de compra del inmueble y
sus derechos de agua y en ella el actor declara y reconoce que los bienes que ahora persigue
son de propiedad de su mujer y no de la sociedad conyugal; h) El demandante compareció
invocando un mandato general de fecha 20 de diciembre de 1996, y no concurre al mismo en
su calidad de jefe de la sociedad conyugal, y por último i) El señor Rosselot dedujo querella
criminal por los delitos de abuso de firma en blanco, expresando nuevamente que los bienes
pertenecían en dominio a su mujer.
Los antecedentes reseñados –dice este demandado– son suficientes para acreditar que la
señora Izquierdo Berisso ha desarrollado una industria separada de su marido y que los bienes que pretende reivindicar fueron adquiridos con el producto de dicha industria, y por ende,
podían ser vendidos por ella, como en la especie ocurrió con la subasta pública realizada ante
el Noveno Juzgado Civil. Entonces, el Banco del Desarrollo adquirió por tradición el dominio
de dichos bienes, y como consecuencia de ello, los transfirió después al señor Jadue, no siendo
efectivo que el demandante sea o haya sido alguna vez dueño de los mismos.
Además, en otro orden de ideas, alega la falta de legitimación activa del demandante para
demandar la acción reivindicatoria, puesto que no es dueño del bien que pretende reivindicar.
En la especie, su cónyuge tiene la calidad de poseedora inscrita desde el año 1995, por lo que
de acuerdo a lo dispuesto en el inciso segundo del artículo 700 del Código Civil, su posesión
hace pr esumir legalmente el dominio. El actor jamás ha sido dueño de los bienes que reivindica para sí, como tampoco lo fue la sociedad conyugal habida con su mujer, la que no ha tenido
nunca la posesión de dichos bienes. Asimismo, alega la falta de legitimación pasiva del Banco,
ya que no es actual poseedor de los bienes, porque se los transfirió al señor Jadue, quien es el
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actual poseedor inscrito. En subsidio, este último adquirió el dominio por prescripción adquisitiva y, en consecuencia, no es reivindicable este derecho.
Ahora bien, en el evento que se considere que la señora Izquierdo no es la dueña de los bienes, debe tenerse presente que el demandante no ha impugnado la validez de los títulos y las
tradiciones efectuadas por la señora Izquierdo al Banco del Desarrollo, y éste al señor Jadue,
por lo que tanto las respectivas compraventas como las tradiciones son válidas y no pueden, en
consecuencia, desconocerse sus efectos.
Con todo, arguye que en el evento de considerar que los bienes pertenecían a la sociedad
conyugal, ha existido ratificación del marido de todo lo obrado en el juicio ejecutivo, según se
deriva de la comparecencia del actor al juicio ejecutivo seguido contra su mujer, sin reclamar
de la notificación ni del emplazamiento, convalidando cualquier vicio que pudiera existir, lo que
confirma mediante su intervención en la escritura pública de 27 diciembre 2001, en la cual el
actor y el Banco acordaron la opción preferente de compra ya enunciada.
c) A su vez, el demandado Sr. Claudio Jadue Sepúlveda, al contestar la demanda ha solicitado su
rechazo, reiterando en lo sustancial las alegaciones vertidas por el Banco del Desarrollo. Insiste
que la señora María Izquierdo Berisso ha ejercido una actividad agrícola, separada de su marido y
que tal situación ha determinado la existencia de un patrimonio reservado. Que esta situación ha
quedado en evidencia con el reconocimiento que el actor hace en su demanda en cuanto a que
las deudas que la cónyuge contrajo con el Banco eran de carácter personal, derivadas de la administración de su patrimonio reservado, lo que ha corroborado con la renuncia a los gananciales, lo
que sólo pudo explicarse para preservar la existencia de su patrimonio reservado.
También resulta ser un hecho no controvertido los derechos sociales que tenía la señora Izquierdo en la Sociedad Agrícola, Ganadera y Forestal De Los Barros Limitada y que luego
permutó por los inmuebles objeto este juicio, los que pertenecían a su patrimonio reservado.
Así se declaró expresamente en la escritura de la sociedad, dejándose expresa constancia que
la señora Izquierdo era, a la sazón, agricultora, ejerciendo ésta actividad separada de su marido, acto al que éste compareció, quien declaró a mayor abundamiento que prestaba la más
amplia autorización para explotar su industria y comercio, de lo que se sigue que aquello que
permutó, ingresó asimismo al patrimonio reservado, toda vez que fueron adquiridos con bienes
de su peculio. La inscripción del inmueble y la de los derechos de agua a nombre de la señora
Izquierdo son una prueba más que tales bienes pertenecían a su patrimonio reservado. En tal
calidad fueron por eso embargados por el Banco del Desarrollo como acreedor y en esa instancia no se alegó por el demandante, ni su cónyuge que los bienes fueron de la sociedad conyugal, no obstante encontrarse el actor en pleno conocimiento del estado del proceso, pudiendo
haber impugnado a la sazón el embargo en aquel juicio, mediante el ejercicio de una tercería
de dominio, lo que no hizo.
Agrega que aquélla declaración efectuada por los cónyuges en la escritura de aclaración y
complementación de fecha 1º de diciembre de 1995, anotada al margen de la inscripción de los
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inmuebles, no le resultan oponibles puesto que no ha podido desvirtuar la naturaleza jurídica
del bien conforme a lo previsto en el artículo 150 inciso segundo del Código Civil, en relación
con el artículo 1739 del mismo cuerpo legal.
Alega la improcedencia de la acción reivindicatoria, para lo cual invoca la falta de legitimación
del actor para deducirla por aplicación de la doctrina de los actos propios y en subsidio, alega
la prescripción como modo de adquirir el dominio del inmueble y derechos de agua cuya reivindicación se pretende, todo ello para el evento en que no haya podido adquirir el dominio de los
bienes mediante tradición.
d) El tribunal de primer grado rechazó íntegramente la demanda por haberse acreditado que
el demandado don Claudio Jadue Sepúlveda es poseedor inscrito del inmueble y derechos de
aguas reivindicados, de manera que al tenor del artículo 700 del Código Civil, debe reputarse
que e s dueño de tales bienes mientras otra persona no justifique serlo, lo que el actor no acreditó.
e) Apelada dicha decisión por la demandante, la Corte de Apelaciones de Talca la confirmó con
más fundamentos.
SÉPTIMO: Que los sentenciadores dejaron establecidos en el fallo que se impugna, los siguientes hechos:
a) Que con fecha 30 octubre 1981, doña María Izquierdo, cónyuge del demandante, actuando
dentro de su peculio reservado, constituyó, como socia, mediante escritura pública otorgada
ante el Notario de Santiago don Gustavo Bopp Blu la Sociedad Agrícola, Ganadera y Forestal
San José De Los Barros Limitada.
b) Que con fecha 7 abril 1995 mediante escritura pública otorgada ante el notario de Santiago don Arturo Carvajal Escobar doña María Izquierdo y el Sr. Francisco Javier Rincón García
celebraron un contrato de permuta, a través del cual la primera de las mencionadas permutó
los derechos sociales que tenía en la Sociedad Agrícola, Ganadera y Forestal San José De Los
Barros Limitada, por el fundo Santa Fresia, de Pencagua, comuna de Parral, y los derechos de
aprovechamiento de aguas destinadas al cultivo del predio, ambos de propiedad de este último.
c) Que con fecha 28 diciembre 2001 se adjudicó los bienes individualizados el demandado
Banco del Desarrollo, según da cuenta el acta de remate en la causa Rol Nº 5.602–1998, caratulada “Banco del Desarrollo con Izquierdo Berisso, María”, seguido ante el Noveno Juzgado
Civil de Santiago.
d) El 30 diciembre 2002 el Banco el Desarrollo, mediante la ya citada escritura pública de
compraventa vendió, cedió y transfirió los bienes al Sr. Claudio Jadue Sepúlveda, siendo inscrito el dominio de estos bienes a nombre de este último.
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OCTAVO: Que los sentenciadores para rechazar la demanda, sostuvieron que en la especie no
se acreditaron los supuestos que hacían procedente el ejercicio de la acción deducida, toda vez
que el actor no comprobó que al tiempo de la adjudicación de los bienes que ahora pretende
reivindicar al Banco del Desarrollo tuviera la calidad de ser dueño.
Al efecto, razonan sobre la base que los bienes forman parte del patrimonio reservado de la
mujer casada que opera de pleno derecho y cuyos requisitos de existencia son que los cónyuges se hayan casado bajo el régimen de sociedad conyugal, que la mujer ejerza un trabajo, que
debe ser remunerado y separado de su marido, el cual ha de ser prestado durante la vigencia
de la sociedad conyugal, los cuales concurren en la especie. El inciso cuarto del artículo 150
del Código Civil al establecer como medio de prueba que los terceros que contraten con la
mujer titular de un patrimonio reservado, quedarán a salvo de toda reclamación que pudieren
interponer ella o el marido, sus herederos o cesionarios, fundada en la circunstancia de haber
obrado la mujer fuera de los términos de dicho artículo, siempre que, no tratándose de bienes
comprendidos en los artículos 1754 y 1755 del Código, se haya acreditado por la mujer, mediante instrumentos públicos o privados, a los que se hará referencia en el instrumento que se
otorgue al efecto, que ejerce o ha ejercido un empleo, oficio, profesión o industria separados de
los de su marido, constituye un resguardo en favor de los terceros que contraten con la mujer,
lo que no significa que el Banco del Desarrollo y que el Sr. Claudio Jadue Sepúlveda, puedan
valerse de otros medios probatorios para acreditar que los bienes eran del patrimonio reservado de la ejecutada, a la época del otorgamiento de la escritura pública de adjudicación en
remate, esto es, al 11 de abril de 2002, en cumplimiento a lo actuado en los autos ejecutivos
Rol Nº 5.602–1998, caratulados “Banco del Desarrollo con Izquierdo Berisso, María, juicio ventilado ante el Noveno Juzgado Civil de Santiago”.
Después de analizar las diversas pruebas producidas en el juicio, concluyeron que existen
suficientes motivos jurídicos para afirmar que los bienes que adquirió la señora María Izquierdo Berisso en virtud del consabido contrato de permuta, lo fueron con el producto de su patrimonio reservado, a cuyo acervo ingresaron los bienes. No obsta a tal conclusión la aclaración
contenida en las tantas veces referida escritura pública ante el notario de Santiago don Arturo
Carvajal Escobar otorgada el 1 de diciembre de 1995, en orden a que la señora María Izquierdo Berisso aceptó y adquirió los bienes precitados para la sociedad conyugal existente con
el actor, por cuanto el patrimonio reservado es una institución de orden público y no admite
deformaciones, ni supresiones. De este modo, las normas que regulan el patrimonio reservado
son indisponibles por las partes, lo que guarda relación con lo establecido por el legislador en
el inciso segundo del reiterado artículo 150 del Código Civil, en cuanto tras estatuir su existencia y definir el régimen jurídico que lo particulariza, señala el precepto legal que ello es así, no
obstante cualquiera estipulación en contrario.
En consecuencia, la aclaración en referencia no ha tenido la virtud de incorporar a la aludida
sociedad conyugal el fundo Santa Fresia de Pencagua y los derechos de aprovechamiento de
aguas con que se beneficia.
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Asimismo, sostienen los sentenciadores que las pruebas analizadas, en su conjunto, constituyen presunciones que, atendido su contenido, reúnen las exigencias de gravedad, precisión y
concordancia exigidas por el legislador y que en consecuencia, acreditan, con el carácter de ser
una prueba completa, que los bienes sublite pertenecían al patrimonio reservado de la mujer a
la época del otorgamiento de la consabida escritura pública de 11 de abril de 2002 y por ende,
dando cumplimiento a lo ordenado en los autos ejecutivos Rol Nº 5.602–1998 del Noveno
Juzgado Civil de Santiago, su Juez titular, en representación de la ejecutada vendedora, doña
María Izquierdo Berisso, adjudicó y transfirió al Banco del Desarrollo tales bienes. Por lo demás, se encuentra reconocido por el actor en la escritura de constitución de la sociedad antes
aludida y en la querella presentada por éste que los bienes pertenecían al patrimonio reservado de su mujer, lo que importa una confesión extrajudicial, constitutiva de base de una presunción judicial y que de conformidad al mérito del proceso, corresponde atribuirles el carácter de
plena prueba.
Por lo expuesto, admiten los sentenciadores, forzoso resulta concluir que los bienes de que se
trata, a la sazón eran del patrimonio reservado de la ejecutada.
En consecuencia, no siendo ni habiendo sido a la época de la adjudicación en pública subasta
los bienes tantas veces citados del dominio de la sociedad conyugal formada por el actor y su
cónyuge doña María Izquierdo Berisso, quiere decir que el actor no se encuentra legitimado
activamente para impetrar la acción reivindicatoria contenida en lo principal de su demanda
y tampoco resulta procedente dirigir la acción deducida contra el Banco del Desarrollo, por
cuanto éste ya n o era el poseedor de los bienes que a través de esa acción se perseguían. Que
tampoco puede prosperar la acción contra el demandado Sr. Claudio Jadue Sepúlveda, porque
se encuentra en la situación de ser el actual poseedor y no ha cesado su posesión inscrita.
NOVENO: Pues bien, ha de considerarse que la institución de los bienes reservados de la mujer
casada que en síntesis son los que ella adquiere con el producto de su trabajo separado del
marido, constituye un régimen que opera de pleno derecho, esto es, que tiene lugar por la sola
circunstancia que marido y mujer se casen bajo el régimen de sociedad conyugal y por lo mismo, no hay necesidad de acordar su procedencia, ni pactar su regulación.
Su figura es de orden público y por lo mismo, no admite modificación o derogación alguna; así
lo deja entrever el inciso 2º del artículo 150, al decir que la mujer casada se considerará separada de bienes respecto del ejercicio de la actividad que desempeñe y con ello administrará
libremente los bienes reservados: “No obstante cualquiera estipulación en contrario”. Por lo
mismo, no podría pactarse en las capitulaciones matrimoniales una estipulación por la cual la
mujer no se mirare como separada de bienes respecto del producto de su trabajo, porque iría
contra las leyes y estaría en detrimento de los derechos y obligaciones que las leyes les señalan a cada cónyuge respecto del otro, como lo resguarda el artículo 1717 del Código Civil. Si la
institución no tuviera este carácter, se frustraría el objetivo de proteger los intereses de la mujer
–no los del marido– y perdería toda su utilidad práctica.
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En consecuencia, si la mujer concurrió a formar una sociedad de responsabilidad limitada,
declarando que intervenía en el acto en el carácter de agricultora, para estipular en el pacto
social un aporte correspondiente al 60% del capital de la compañía, ha de entenderse que ha
participado en el contrato actuando en razón de ejercer una actividad separada del marido
y por lo mismo, habrá de considerarse que los derechos que la mujer tuvo en la sociedad se
incorporaron a su peculio reservado, por reunir las condiciones que el artículo 150 del Código
Civil estatuye para su consagración.
Ahora bien, si ocurre que después viene y permuta los derechos que tiene ella en la sociedad
para adquirir con esos derechos un inmueble, consistente en el Fundo Santa Fresia de Pencagua, no obstante que es una adquisición a título oneroso y que conforme al Nº 5 del artículo
1725 del Código Civil el bien raíz debía entrar a haber de la sociedad, el inmueble permanece
en el activo del patrimonio reservado por la sola disposición de la ley. No pudo desvirtuar el
destino de estos bienes la referida escritura de aclaración, porque ello habría representado
sustraerlos del patrimonio reservado para incorporarlos al haber social en desmedro de lo
dispuesto en el inciso 2º del artículo 150 del Código Civil, que define su significado no obstante
cualquiera estipulación en contrario.
Esto es así porque, según el inciso 2º del artículo 150 del Código Civil, ingresan al patrimonio
reservado por la sola disposición de la ley el producto del ejercicio del empleo, oficio, profesión
o industria y todo lo demás que con ello obtenga, como son los bienes que con el producto del
trabajo ella adquiera, así como los frutos derivados de estos bienes y los que se devenguen del
trabajo.
En lo dicho no hay sino una aplicación legal del efecto que es propio a la subrogación real,
porque el bien raíz adquirido entra a reemplazar los derechos que antes tenía la mujer en la
sociedad y que a su vez ella había adquirido como consecuencia del ejercicio de su actividad
de agricultora. Solo así se explica que adquirido el bien a título oneroso no ingrese al haber de
la sociedad conyugal sino que permanezca entre los bienes reservados, porque de allí provenían los recursos con los que adquirió el respectivo bien raíz. A su vez, se justifica que los frutos
de estos bienes ingresen al haber del patrimonio reservado, como consecuencia del principio
según el cual lo accesorio sigue la suerte de lo principal.
DÉCIMO: Entonces, al perseguir el Banco del Desarrollo la ejecución del crédito en el acervo
reservado de la mujer casada, en cuyos bienes figuraba el Fundo Santa Fresia de Pencagua y
los derechos de agua que la propia mujer había gravado con hipoteca para garantizar la deuda personal que a la sazón había contraído con el Banco, no puede reputarse que el cumplimiento de la obligación hubiese recaído sobre los bienes de la sociedad conyugal habida por
doña María Izquierdo Berisso con su marido y tampoco que al otorgarse la escritura pública de
adjudicación el Banco hubiese adquirido en pública subasta, por la venta forzada decretada
por el Noveno Juzgado Civil de Santiago, otros bienes que no fuesen los comprendidos en el
patrimonio reservado de la ejecutada y que fueron los que posteriormente se le vendieron al Sr.
Claudio Jadue Sepúlveda.
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Desde luego, para desvanecer la presunción de dominio que establece el artículo 1739 del Código Civil a favor de la sociedad conyugal es admisible cualquier medio probatorio reconocido
por la ley, como lo resolvieron por lo demás los sentenciadores de la instancia, ya que el alcance del inciso primero del precepto citado, en cuanto se vale de la expresión: “A menos que aparezca o se pruebe lo contrario” no está contraído a ninguna especie de prueba en particular.
Tampoco resulta aplicable el inciso segundo del mismo artículo 1739 del Código Civil, en orden
a que: “Ni la declaración de uno de lo cónyuges que afirme ser suya o debérsele una cosa, ni
la confesión del otro, ni ambas juntas se estimarán suficiente prueba…” –para quitarle a uno o
más bienes el carácter de social–, como quiera que este precepto está destinado a evitar una
suerte de colusión entre ambos cónyuges para sustraer uno o más bienes del derecho de prenda general en perjuicio de los acreedores, en circunstancias que en la especie lo que ocurre es
que el marido pretende disputarle al tercero el derecho que tiene de cobrar su crédito en otros
bienes respecto de los cuales alega que son de la sociedad conyugal.
Por último, no cabe aplicar la presunción del artículo 1739 para reputar que son de la sociedad
conyugal los bienes sobre los cuales recae la controversia, por cuanto como ha quedado dicho
la demanda se dirigió contra el Banco del Desarrollo y el Sr. Claudio Jadue Sepúlveda que son
terceros, dado que ni el marido ni la mujer se encuentran actualmente en posesión de los bienes y por consiguiente, ha de considerarse de acuerdo a lo dispuesto en el artículo 700 del Código Civil que este último que es el actual poseedor, es quien ha de reputarse dueño mientras
otro no justifique serlo. Por lo mismo, teniendo además inscrito su derecho respecto del Fundo
Santa Fresia de Pencagua, la posesión de tal derecho de conformidad con el artículo 928 del
Código Civil se prueba por la inscripción y mientras ésta subsista y con tal que haya durado un
año completo, no es admisible ninguna otra prueba de posesión con que se pretenda impugnarla, como lo sería aplicar al caso la presunción del artículo 1739 del Código Civil para desconocerle al Sr. Claudio Jadue Sepúlveda la adquisición de la posesión inscrita respecto de los
bienes a que se refiere este juicio.
Que por todo lo señalado cabe concluir que el recurso de casación en el fondo intentado por el
demandante debe ser rechazado.
De conformidad, además, con lo dispuesto en los artículos 764, 767 y 768 del Código de Procedimiento Civil, se rechazan, los recursos de casación en la forma y en el fondo interpuestos por
el abogado Felipe Silva Zaldívar en representación del demandante, en lo principal y primer
otrosí de fojas 504, contra la sentencia de la Corte de Apelaciones de Talca, de fecha treinta y
uno de agosto de dos mil nueve, que se lee a fojas 492 y siguientes.
Regístrese y devuélvase, con sus agregados.
Redacción del Abogado Integrante señor Rafael Gómez Balmaceda.
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Pronunciado por la Primera Sala de la Corte Suprema, por los Ministros Sr. Margarita Herreros
M., Sres. Guillermo Silva G., Roberto Jacob Ch. y Abogados Integrantes Jorge Medina C. y Rafael Gómez B. No firman los Ministros Sres. Silva y Jacob, no obstante haber concurrido ambos
a la vista del recurso y acuerdo del fallo, por estar en comisión de servicios el primero y con
feriado legal el segundo.
Autorizado por la Ministra de fe de la Corte Suprema.
Rol Nº 7.427–2009
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