“las normas claras” propuesta de intervención ante

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“LAS NORMAS CLARAS”
PROPUESTA DE INTERVENCIÓN ANTE CONDUCTAS DISRUPTIVAS EN
CLASE DE EDUCACIÓN FÍSICA
Esteban Fuentes Justicia. DNI 26228467.
Ldo. En Educación Física y Psicopedagogía.
INTRODUCCIÓN
Actualmente vivimos una época en la que cada vez con más frecuencia se
plantean problemas de disciplina en los centros educativos (Vaello, 2005).
Del Villar (1993) afirma que la organización y el control de la clase es el
principal motivo de preocupación para los profesores de Educación Física durante sus
primeras experiencias docentes.
A la hora de abordar la dirección de una clase la organización y disciplina son
dos aspectos básicos y de lo más importantes para poder lograr los objetivos
planteados y de esta forma no emplear la mayor parte de la clase en “luchar” contra
los alumnos.
La disciplina no tiene porque ser militarista y autoritaria sino que se puede
conseguir con otras estrategias más educativas. En este sentido se fundamenta este
trabajo. En el mismo, se desarrolla una propuesta de intervención para contrarresta
conductas disruptivas o alejadas de las normas de convivencia establecidas en los
centros educativos.
PROPUESTA DE INTERVENCIÓN.
En primer lugar hemos de tener en cuenta, dentro del Proyecto de Centro, las
Finalidades Educativas que persigue esta comunidad educativa y el conjunto de
normas de de convivencia del centro y de la Educación Física que establecen la
estructura organizativa de este Instituto, y que vienen recogidas en el Reglamento de
Organización y Funcionamiento (Junta de Andalucia, 1997). En función de estos datos,
podremos dar respuestas a las Necesidades Educativas que se presenten en el Centro.
Desde la escuela hay que enseñarle a los alumnos/as sus derechos y deberes así
como las normas de convivencia como se recoge en el Decreto 85=1999, de 9 de Abril,
por el que se regulan los derechos y deberes del alumnado y las correspondientes
normas de convivencia en los Centros Docentes Públicos y Privados Concertados no
Universitarios (Junta de Andalucía, 1999).
Siguiendo a Sáenz-López (1997), podríamos hacer un listado interminable de las
causas que provocan las “conductas no previstas”, quedando éstas divididas en dos:
Por un lado, Internas, haciendo referencia a las que se producen por la
interacción en la clase. Estos problemas suelen depender del profesor/a y, por tanto,
podemos intervenir para solucionarlos. Algunas causas internas pueden estar
provocadas por:
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

Falta de adecuación de la enseñanza.
Falta de motivación por los alumnos.
Conflictos internos con los alumnos/as.
Inseguridad del docente…
Por otro lado, Externas, cuando las causas se producen por algún aspecto que
no tiene nada que ver con la dinámica de la clase. Estos problemas tiene una solución
que suele estar por encima de las posibilidades del profesor/a; se requiere un trabajo
en equipo para solucionarlos (equipo directivo, compañeros, padres). Las causas
pueden ser:
 Por el ambiente social en el que se desenvuelve el niño/a.
 Por deficiencias físicas o psíquicas.
 Por problemas afectivos que se pueden resolver canalizando la agresividad con
juegos o dando papeles de responsabilidad en la clase a estos alumnos/as.
 Por desconsideración hacia la Educación Física.
 Por materialismo de la sociedad.
 Por manejar grupos demasiados numerosos.
No obstante, la primera actuación que debe llevar a cabo todo profesor para
evitar que aparezcan dichas conductas desviadas se enmarca en el plano de la
prevención. A continuación exponemos algunos ejemplos:
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
Mostrar firmeza y seguridad en las decisiones.
Tratar con respeto y amistad.
Tener a los alumnos entretenidos con una actividad motivante.
Dar responsabilidades a los alumnos/as conflictivos.
Adecuar las actividades a las características de los alumnos/as.
Conocer la dinámica de nuestro grupo para evitar conflictos.
 Establecer rutinas organizadas como tener un eficaz sistema de señales o
concentrarlos en un lugar de la pista (Del Villar, 1993).
 Crear un consejo de alumnos que establezca normas y sanciones.
 Motivar a los alumnos para crear un clima positivo.
 Dialogar en privado con los alumnos más conflictivos.
 Evitar dar la espalda a los alumnos/as durante mucho tiempo.
 …
Aún así, por mucho que tratemos de prevenir problemas en nuestras clases,
durante el desarrollo de las mismas surgirán conductas desviadas o no previstas más o
menos graves. Para ello, el profesor/a ha de estar muy atento al grupo y no desconfiar
de sus alumnos/as, pero sí tener prudencia, éste con el “barrido con la mirada” debe
detectarlos lo antes posible (Pieron, 1988). Hernández (1990) recomienda planificar las
estrategias de intervención y en caso de que se detecte un problema, analizarlo
determinando la gravedad y la causa, y aplicar la solución previamente meditada.
Apoyándonos en Saenz-López (1997), la estrategia de intervención ante las
distintas conductas disruptivas dependerán de si se trata de conductas desviadas leves
o graves.
En el primero de los casos, estamos ante alumnos que buscan el protagonismo
intentando perturbar el correcto desarrollo de la clase, pongamos por ejemplo hablar
cuando el profesor explica o no hacer exactamente la tarea propuesta.
Como primera solución ante este tipo de conductas, podríamos comentar el
ignorar el comportamiento inadecuado siempre y cuando no entrañe gravedad. A
veces es más útil esto que la propia intervención, ya que si el problema es leve y lo que
el alumno/a busca es llamar la atención lo mejor sería no hacerle caso.
Además podríamos cortar este comportamiento sin perturbar la actividad, una
cruzada de miradas o un gesto pueden ser suficientes para terminar con esta conducta
desviada.
Cuando se trata de conductas desviadas graves, entendidas éstas como aquellas en
las que hay peligro físico para el alumno, gastar bromas inadecuadas, faltas de
respeto… la propuesta de intervención se debe realizar atendiendo a una doble
vertiente. Por un lado, intervención directa, donde encontramos medidas como las
siguientes:
 Llamar al alumno/a por su nombre y apellidos corriendo el comportamiento
inadecuado y exigiendo que cese.
 Recordar a los alumnos las normas de clase.
 Mantener una entrevista personal.
 Nunca amenazar, ni hacer preguntas, ni lanzar un ataque personal, ni
ridiculizar.
 Utilizar las sanciones disciplinarias contempladas en el ROF del centro,
haciendo uso del castigo o de la exclusión de clase.
Y por otro lado, la intervención indirecta radica en hablar con los padres del
alumno, exponiéndole la conducta desviada y tratando de buscar soluciones
conjuntamente.
Respecto al castigo, he de decir que puede ser dañino o útil, según cuándo, con
quién y cómo se emplee. Tiene efecto a corto plazo, pero a largo o medio plazo, puede
producir más daños que beneficios, en cualquier caso, nunca debe abusarse de su uso
ya que perdería su posible eficacia.
Consideramos que no es recomendable utilizarlo como primer recurso,
debiendo apurar todas las soluciones antes de llegar a tomar esta decisión la cual tiene
que ser siempre meditada. En este sentido y apoyándonos en Saénz-López (1997)
exponemos algunas características que debe tener el castigo:
 Nunca debe ser improvisado.
 Castigar comportamiento, no a la persona.
 No emplear el ejercicio físico como castigo, ya que por asociación apreciarían la
actividad física como algo negativo.
 Puede ser una buena estrategia la supresión de algún privilegio. Por ejemplo
que tenga que recoger el material al final de la clase tras un uso indebido del
mismo.
 Siempre debe ser proporcional a la conducta desviada.
Una exclusión de la clase representa la impotencia de un profesor respecto a la
capacidad que tiene para controlar a una clase por lo que debe ser una medida
utilizada sólo en casos extremos.
Además de todo este tipo de conductas, nos podemos encontrar con otras no
previstas (Pieron, 1988), que sólo si las conocemos y preparamos la intervención en el
caso de su aparición podremos solventarlas con solvencia:
Interrupción de clase, ya que puede venir un profesor, un conserje o algún
padre. Debería ser limitada y remitida a tus horas de tutoría fuera de la clase pero en
el caso de necesidad imperiosa nunca se debe de perder de vista al grupo al cual se la
encomienda una tarea de fácil y motivante ejecución para que trabajen de forma
autónoma e independiente.
Cuando nos aparece un alumno nuevo a mitad del curso debemos hablar
personalmente para explicarle las normas de clase y el funcionamiento del curso.
Ante un alumno que se lesiona. Lo ideal es atender, de inmediato, al alumno
intentando que el grupo siga trabajando o por lo menos que no se acerquen al lugar.
Nunca se debe dejar sólo al grupo de alumnos, de forma que si queremos evitar esto
enviaremos a un alumno responsable a que avise al compañero de guardia o al
conserje para que permanezcan con ellos hasta nueva orden.
Ante los retrasos a clase se debe preguntar los motivos y apuntarlos. Se debe
establecer en las normas de funcionamiento de la asignatura las consecuencias que
tiene la reiteración de estos retrasos.
Además del perfil o personalidad del profesor (aptitudes y actitudes hacia la
profesión, sinceridad y credibilidad, currículum oculto, etc.) el tipo de actividades es un
aspecto clave en la organización eficaz de nuestras clases, de forma que actividades
motivantes facilitan la liberación del profesor en la organización y control del grupo.
De esta forma, los alumnos se concentrarán en participar y no en crear problemas.
Aspectos como los siguientes debemos tenerlos en cuenta en el diseño de este tipo de
actividades:
 Que sean significativas.
 Que provoquen el máximo tiempo de compromiso motor.
 Que se expliquen con todos los alumnos/as atentos.
 Que el profesor/a anime a los alumnos durante la actividad.
 Que dure el mayor tiempo posible si la motivación lo permite sin que lleguen a
aburrirse.
 Que se puedan controlar a todos los alumnos/as con continuos “barridos de
mirada”.
CONCLUSIONES
Todo profesor debe poder controlar a su grupo de alumnos, haciéndoles
capaces de respetar las normas y de realizar lo que éste diga. Sólo así, se conseguirán
los aprendizajes deseados.
La aspiración de todo profesor de Educación Física siguiendo a De Lucas (1993)
es que “la clase funcione sin invertir demasiado tiempo en mantener su control y
pudiéndose dedicar en mayor profundidad a intervenciones de enseñanza”.
Aunque hay que advertir que no hay reglas mágicas que garanticen el control
de la clase, a la vez que mientras más se conozca sobre este tema más preparado
estará para actuar.
La actitud de inseguridad y falta de confianza que suelen tener los profesores
en sus primeras experiencias docentes, se suelen traducir en problemas de control. A
la vez les cuesta creer que la creación de un clima positivo en clase no está reñido con
el cumplimiento de una serie de normas para que la clase se pueda desarrollar.
BIBLIOGRAFÍA
 De Lucas, J.M (1993). Interacción y control de la clase. En Alonso, P.M (Dir). La
educación Física y su didáctica. I.C.C.E. Madrid.
 Del Villar, F. (1993). El desarrollo del conocimiento práctico de los profesores de
Educación Física, a través del programa de análisis de la práctica docente. Un
estudio de casos en formación inicial. Tesis Doctoral. Universidad de Granada.
 Pieron, M. (1988). Didáctica de las actividades físicas y deportivas. Gymnos.
Madrid.
 Saénz Lopez, P. (1997). La Educación física y su didáctica. Manual del profesor.
Wanceulen. Sevilla.
 Vaello, J. (2005). Las habilidades sociales en el aula. Madrid: Santillana.
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