HERACLITO EL ETHOS DEL FILÓSOFO

Anuncio
HERACLITO
EL ETHOS DEL FILÓSOFO
Enrique Hülsz
Prácticamente nada se sabe de la vida de Heráclito de Éfeso (circa 500 a. C; las anécdotas e historias referidas por Diógenes Laercio no son más que deformaciones de algunos de los fragmentos
originales). De su libro se conserva sólo un centenar de citas (con
diverso grado de literalidad) en la tradición doxográfíca posterior
(desde el siglo IV a. C, hasta bien avanzado el medievo). Con la
excepción de la serie de los fragmentos 1-114-2, que posiblemente constituye el proemio del escrito, la selección que aquí se ofrece no pretende reproducir la secuencia original de los textos, sino
que representa sólo una propuesta de lectura que intenta recuperar el sentido ético de la filosofía de Heráclito, integrándolo en su
teoría del logos. El estilo literario de Heráclito es uno de los paradigmas arcaicos. Su dominio de la oposición en logradas imágenes, su uso de la analogía y su énfasis en la unidad responden a su
concepción metafísica de lo real como un kosmos. Muchos de los
fragmentos conservados han sido transmitidos como aforismos.
El proemio revela, sin embargo, una forma expositiva mucho más
compleja. Es posible que los aforismos y sentencias breves de diversos tipos (enigmas, parábolas, metáforas, símiles) formaran
parte de una explicación fluida y continua, y que las citas representen mutilaciones de un texto más amplio, que ha quedado
perdido para nosotros. El tema del logos es el trasfondo sobre el
cual Heráclito despliega una crítica radical de los hombres. La
19
20
Enrique Hülsz
preocupación antropológica, de suyo evidente» tiene, desde el
principio, un claro tono moral. Varios fragmentos, tomados como
un conjunto, revelan una concepción filosófica del hombre
centrada en la psykh—, a la que Heráclito concibe como sujeto
del conocimiento y de la acción moral. La categoría de ethos es
esencial en esta concepción, y la propuesta teórica pudiera ser calificada como un "intelectualismo" precursor del socrático (una
identificación del bien y la virtud con la inteligencia y el pensar).
Fundándose en estos textos, puede defenderse la tesis de que Heráclito constituye el antecedente más temprano, dentro de la tradición filosófica, de una preocupación específicamente ética, que
se conjuga con un enfoque metafísico omniabarcante, dominado
por el logos y la unidad de los contrarios.
El texto griego de los fragmentos es el que se reproduce en la
obra de M. MARCOVICH, Heraclitus. Editio maior (Mérida, 1967). La
selección y las traducciones de los fragmentos son mías [E. Hülsz].
[ B1 ] Aunque este logos es real y verdadero siempre los hombres se tornan
incapaces de comprenderlo, tanto antes de escucharlo como después de
haberlo escuchado por primera vez. Pues aunque todas las cosas
suceden según este logos, parecen inexpertos aunque tengan
experiencia tanto de palabras como de hechos tales como los que yo
expongo, analizando cada cosa según la naturaleza y mostrándola tal
como es. A los demás hombres, en cambio, les pasan inadvertidas
cuantas cosas hacen despiertos, igual que cuantas cosas descuidan
cuando duermen. [Bl 14] Quienes hablan con entendimiento deben
fortalecerse con lo que es común a todos, como la ciudad en la ley, y
mucho más fuertemente aún. Pues se nutren todas las leyes humanas
de una sola, la divina, que gobierna tanto cuanto quiere, y es suficiente
para todas, y [hasta] las desborda.
[B2] Por eso hay que seguir lo común. Pero aunque el logos es común,
los más viven como si tuvieran su propia sabiduría.
Heráclito. El Ethos del filósofo
21
[B89] Para los que están despiertos existe un mundo único y común, pero de los que duermen, cada uno se vuelve hacia el suyo
privado.
[Bl 13] Común a todos es el pensar.
[Bl 16] Todos los hombres participan del conocerse a sí mismos y
del ser sensatos.
[B107] Malos testigos los ojos y los oídos para los hombres que
tienen almas bárbaras.
[B119] Para el hombre, el carácter (ethos) es destino (daimon).
[B78] El carácter humano no tiene pensamientos inteligentes,
pero el divino sí.
[B101] Yo me investigué a mí mismo.
[B22] Los que buscan oro cavan mucha tierra y encuentran poco.
[B18] Quien no espera, lo inesperado no encontrará, pues es
difícil de hallar y de entender.
[B45] Si vas a los límites del alma, no los encontrarías aunque recorrieras todos los caminos: tan profundo es su logos. [B115]
Es propio del alma el logos que se aumenta a sí mismo. [B118]
Un rayo de luz es el alma seca, la más sabia y la mejor. [Bl 12]
Bien pensar es la suprema excelencia y sabiduría: lo verdadero
decir y obrar según la naturaleza, escuchando. [B50] Habiendo
escuchado, no a mí, sino al logos, es sabio decir juntos que
todas las cosas son uno.
Entre los presocráticos, Heráclito resalta de inmediato por su idea
del hombre, como ser del logos (lenguaje y razón) y del ethos, el
carácter. A pesar de que fue visto por la tradición posterior como
un físico, sus palabras mismas parecen estar lejos de tener un
sentido físico o cosmológico, exclusiva o siquiera primariamente.
Su propio discurso proporciona el apoyo para verlo, en cambio,
como un auténtico metafísico. Las fórmulas heraclitianas hablan
de la physis, el ser o la realidad, y revelan una preocupación
constante por la estructura de la acción y del saber humanos.
Heráclito presenta en primer plano el logos, la racionalidad
cósmica, como
22
Enrique Hülsz
base real de la vida humana, fundamento del saber e imperativo
ético.
Es notable, en primer lugar, que la filosofía de Heráclito ya habla del ethos ("carácter"), para designar la forma humana de ser,
la cual aparece asociada a la acción libre de conocer. La identidad
de ethos y daimon (Bl 19) es una afirmación de la autonomía moral del hombre porque, según una creencia popular, reflejada en
la palabra griega eudaimonia y un daimon era el fundamento de la
felicidad o la desdicha de su dueño, y la afirmación de Heráclito
significa que es el ethos de cada quien lo que hace el destino individual. Por su parte, la distinción entre un ethos divino y uno humano, cifrados respectivamente en la posesión y la carencia del
saber (B78), corresponde al contraste entre dos formas de ser —
una mejor, otra peor— del propio hombre. En este contexto ético
y dialéctico pudieran leerse los fragmentos Bl 8 y B22, que aluden
a la dificultad del saber —no a su imposibilidad. Al hacer del
ethos tema expreso de discurso, Heráclito (y la filosofía a través
suyo) construye su ethos propio. La autoconciencia constituye —
al menos en parte— el ethos del filósofo.
El Proemio del libro de Heráclito incluía una breve, pero sustanciosa descripción del quehacer filosófico: en contraste con la
incomprensión y la ignorancia, la filosofía se basa en un reconocimiento del logos y consiste en una "experiencia tanto de palabras
como de hechos" que se concreta en una exposición y un análisis
de "cada cosa según la naturaleza, mostrándola tal como es". Esta
actividad filosófica —que ejemplifica el explícito "yo" de Heráclito— es presentada como un estar despierto y alerta, en oposición
con el sopor en que viven "los hombres" (B1). El eje maestro de la
concepción que Heráclito tiene de la vida humana, y de su propio
quehacer, es lo que él mismo llama γόγος, que es, a la vez, lenguaje
inteligente y racionalidad real, el discurso de Heráclito y la ley
divina única y eterna, según la que todas las cosas suceden, cuyo
contenido fundamental es la unidad o armonía de los opuestos.
Heráclito. El ethos del filósofo
23
Lo mismo que el fuerte carácter epistémico de la vida humana
(que es marcadamente negativo respecto del valor del saber de
la mayoría), la dimensión moral es también evidente de
inmediato en la accesibilidad e inteligibilidad inmediatas de
logos (Bl, B89, cf. B72) y llega a hacerse explícita en términos
de un imperativo, "hay que seguir [obedecer] al logos" (B2,
quizás anticipado en la analogía de todas las leyes humanas y la
ley divina única de Bl 14, a su vez el contenido de la exigencia
específica para quienes hablan con inteligencia). Un fragmento
eminentemente ético [Bl 12] define el ser sensato como la
máxima sabiduría y mérito, que abarca tanto el decir como el
obrar katl fÜsin, "según la naturaleza" (de las cosas y del
hombre), como buenos escuchas, prestando atención,
comprendiendo.
A pesar del enorme peso de la tradición interpretativa, que suele
ver en las ideas críticas de Heráclito a la tradición (Homero,
Hesíodo, Arquíloco, Xenófanes, Hecateo y Pitágoras son
blancos de su ataque) y a los hombres en general, (griegos y
bárbaros y en especial, a los efesios) un pesimismo unilateral,
efecto de una supuesta melancolía (la enfermedad de la bilis
negra), en los fragmentos conservados hallamos expresiones
que ofrecen un contrapeso a esta visión simplificadora. Es
notorio, en primer lugar, que la referencia inicial a los hombres
no implica una universalidad irrestrícta: no son todos los
hombres, ni siempre, ni necesariamente, "incomprensivos",
"inexpertos" o "dormidos" (B2, que es el remate del Proemio,
hace mención de "la mayoría" o "los más"). Un pasaje narrativo
que quizás estaría situado entre estos dos textos (Bl 14) inicia
con una referencia a "quienes hablan con inteligencia" definidos
como los que deben fortalecerse con lo que es "común a todos".
Esto "común" (xynón) aparece, en B2, como predicado de
lógos, que es lo que los hombres paradójicamente desatienden e
ignoran: "los más viven" —escribe Heráclito— "como si
tuvieran una inteligencia (φρόυησις) propia" (cuando debieran
obedecer al logos común, los durmientes (los íninteligen-
24
Enrique Hülsz
tes) quedan ajenos al único mundo (κόσυος) de los despiertos,
como dice B89).
Aunque la crítica que hace de "los muchos" no se reducía al
demos, sino que probablemente se extendía a los aristócratas efesios (cf. B29, B104), y aunque Heráclito no parece ser muy tolerante con las prácticas y creencias religiosas establecidas (cf. B14,
B15 inter al), una visión pesimista resulta prematura. En Bl 13,
declara: "común a todos es el pensar" (cf. Bl 16: "En todos los hombres está el conocerse a sí mismos y ser sensatos"). La concordia
entre los sujetos de conocimiento, quienes convienen entre sí al
decir lo mismo (όµολοεΐυ) es aquello en que consiste "lo sabio"
(σοφόv), cuyo contenido —explícitamente vinculado con haber
escuchado al logos— es la unidad de todas las cosas (B50).
Además de otros aspectos que pueda tener su pensamiento, Heráclito es un filósofo moral. De hecho, tal es el desarrollo natural
de la imagen del conocimiento que contiene la teoría del logos. En
lo que pudiera verse como la ética heraclitiana, la categoría central es yuc», "alma". La inmediatez de la conexión de ésta con logos
puede pasar a veces desapercibida en la sentencia de B107, que refiere a "almas bárbaras", para las cuales ojos y oídos son "malos testigos": las almas son llamadas "bárbaras" en cuanto no comprenden el logos, que es el lenguaje de lo real. Una implicación probable
parece ser que, para un alma no bárbara (es decir, una que entienda el lenguaje), los sentidos son testigos fidedignos. Una consecuencia clara de este fragmento es que Heráclito concibe a psykh_
como sede (posible) del logos, entendido éste como lenguaje verdadero acerca de la naturaleza de las cosas. La interpretación frecuente del alma como fuego carece de sustento textual en los fragmentos auténticos, y la imagen-analogía (en B67a, un fragmento
¡en latín!) de la araña en su tela (que tendría que corresponder a
psykhe_ y soma) es probablemente una fabricación muy posterior
a Heráclito. En cambio, los pocos textos auténticos pertinentes
ofrecen una visión distinta y luminosa de la interioridad del hom-
Heráclito. El ethos del filósofo
25
bre: "un rayo de luz es el alma seca, la más sabia y la mejor" (Bl
18). Es más conocido el fragmento que ofrece una imagen de
sentido contrario (Bl 17): el borracho que es conducido por un
niño y "no sabe por donde va, por tener húmeda el alma"
Si bien la conexión de ethos-psykhe no es explícita en ningún
texto, las coordenadas de la concepción heraclitiana del hombre
apuntan en esa dirección: el carácter de un ser humano es lo que
define su alma, la sede de su personalidad. Por su parte, el vínculo
logos-psykhe es bastante explícito, como puede apreciarse en ios
fragmentos 45 y 115. El primero de éstos parece la metáfora de una
búsqueda interior, hacia los límites de psykhe, que no pueden ser
alcanzados por ningún camino, debido a su "logos profundo".
Quizás en este fragmento Heráclito explica el contenido implícito
en su declaración de haberse investigado a sí mismo (B101): lo
que Heráclito encuentra es un logos que determina los límites de
su interioridad. El fragmento 115 dice del logos de psykhe que
"crece" o "se aumenta a sí mismo". Esto le da sentido a la inaccesibilidad de los límites, a la vez que sugiere la idea de un incremento reflexivo como algo esencial a la naturaleza del alma. Si el
alma es vista por Heráclito como sujeto epistémico y ético, ese autoincremento del logos bien pudiera ser la sensatez, suprema sabiduría y excelencia. El ideal subyacente en la ética de Heráclito es
la comunidad de los hombres, como agentes epistémicos y morales, a través de la participación en el logos que abarca a todas las
cosas y habita en el alma, en la que crece por sí mismo. Si tenemos
presente esa interioridad del logos, el famoso fragmento 50 tiene
una significación filosófica, a la vez ética y metafísica: "Escuchando, no a mí, sino al logos, es sabio estar acordes en que todas las
cosas son uno". El logos que hay que escuchar dice y contradice, y
la unidad de ambas cosas, la dicción y la contradicción es la unificación de lo real a través del lenguaje, en que se expresa el ideal
de la sabiduría. La filosofía en Heráclito ya es una reflexión explícita acerca de sí misma, y acerca del ethos.
26
Enrique Hülsz
Bibliografía sugerida
EGGERS LAN, CONRADO, Los filósofos presocráticos, vol. I (Biblioteca clásica Gredos, 12), Cap. "Heráclito", pp. 311-397. Madrid, Gredos,
1981.
GARCÍA QUÍNTELA, MARCO V., El rey melancólico. Antropología de los
fragmentos de Heráclito. Madrid, Taurus, 1992, passim.
GONZÁLEZ, JULIANA, Ética y libertad. México, UNAM, 1989. Cap. I: "Los
principios de la ética. Heráclito" pp. 39-56. El Ethos, destino del hombre. México, FCE/UNAM, 1996.
GUTHRIE.W. K. C, Historia de la filosofía griega. I. Los primeros presocráticos y los pitagóricos (trad. esp. A. Medina, Gredos, 1991), vol. I, cap.
VII, pp. 380-463.
JAEGER, WERNER, Paideia, (trad. esp. J. Xirau, FCE, 1974), libro I, cap. IX,
especialmente pp. 175-180.
KAHN, C. H., The art and thought of Heraditus. An edition of the fragments with translation and commentary. Cambridge University Press,
1983, passim.
NICOL, EDUARDO, La idea del hombre, México, FCE, 1977, cap. VIL
Descargar