Las tierras destinadas a pastos comunes en Cholila: aportes para definir al sujeto poblador y pensar los cambios en el uso y tenencia de la tierra Liliana Figueroa * Resumen En este artículo se presentan hallazgos que permiten inferir la heterogeneidad de la población de Cholila que la historiografía local no ha revisado con detenimiento. Y la confluencia de políticas de colonización promovidas por el Estado Nacional cuyos objetivos originales fueron dejados de lado en el ámbito local en 2004, cuando el Municipio de Cholila implementó una política de distribución de tierras que se sustentó en el “reconocimiento a la ocupación ancestral”, detrás de la cual se ocultó la desarticulación de los pastos comunes y la venta de tierras a inversores turísticos. Esta política, ¿entra en tensión frente a la normativa vigente, que reconoce los derechos indígenas? Para comprender los cambios enunciados nos propusimos: tanto indagar sobre la composición de la población de Cholila contrastando fuentes documentales e historiográficas; como identificar las tensiones que representan las disposiciones vigentes de reconocimiento de los derechos a los indígenas en relación a la política de distribución de tierras de 2004. Palabras clave: indígenas – chilenos – historia – tierra – Estado Este trabajo muestra, a través de los datos de la Inspección de tierras de 1919, la heterogeneidad de la población de Cholila: el componente indígena Mapuche y el migrante chileno. A partir de las trayectorias de asentamiento y radicación de dos pobladores, uno que conformó su familia con una mujer indígena –Tomás Videla– y otro, que nació en Chile –José Sáez– se da cuenta de las características que tanto el Estado como la historiografía local le atribuyeron a estos grupos sociales en distintos momentos históricos, traducidos en discursos y en políticas específicas que afectaron el uso y la tenencia de la tierra. Se consideraron dos razones esenciales al momento de seleccionar a estos dos pobladores: a) ambos pobladores aparecen en la nómina de pobladores elaborada por el Estado Nacional cuando realizó la Inspección de tierras en 1919, lo que nos permitirá identificar cómo el Estado los categorizó y qué dice la historia local respecto a los grupos sociales: indígenas y chilenos; y b) los descendientes del poblador Videla viven actualmente en la reserva de Lago Rivadavia y los descendientes del poblador Sáez viven en la Reserva Carlos Pellegrini. De modo que comenzaremos definiendo qué son las Reservas y para qué se crearon para luego, reconstruir la movilidad temporo-espacial de los pobladores en los respectivos valles. Las reservas de Cholila Con la denominación reservas nos referimos a las tierras que rodean a cada villa rural, delimitadas a partir 19401, cuando se dio inicio al proceso de mensura de las tierras que integrarían la Colonia Mixta Cholila, en el marco del Proyecto Colonizador llevado a cabo por el Estado Nacional. De este modo, reserva es tanto una categoría nativa como estatal. Las reservas se proyectaron con distintas finalidades: pastos comunes, emplazamiento de una reserva hidroeléctrica, construcción de una estación de ferrocarril y/o construcción de una pista para aterrizaje de aviones y ampliación de la colonia. En Cholila hemos identificado cinco reservas2: reserva municipal sección “El Blanco”, reserva municipal “Lago Rivadavia”, reserva fiscal “El Cajón”, reserva fiscal “Lago Carlos Pellegrini” y reserva fiscal del Parque Nacional Los Alerces. Las tres primeras reservas se ubican en su valle homónimo, mientras que la cuarta, se extiende alrededor del lago Carlos Pellegrini y la quinta es una extensión que quedó fuera del Parque Nacional Los Alerces, cuya incorporación a Cholila se realizó en 1937 por decreto del Poder Ejecutivo, lo que representó una importante expansión de la colonia que pasó de ocupar una superficie de 60.000 hectáreas a 200.000 hectáreas3. 1 Resolución de Dirección Geodesia de fecha 11 de octubre de 1940 –Mediante Nota Nº 204 se dan las Instrucciones para que el agrimensor Hugo Arana ejecute los trabajos correspondientes. Expediente Duplicado 624 Archivo de Mensuras. Colonia Mixta Cholila - Villas Rurales. 2 Archivo Catastro, Rawson, Chubut. Expediente Duplicado 623 Dirección General de Tierras. Geodesia. Colonia Mixta Cholila y Expediente Duplicado 624 Archivo de Mensuras. Colonia Mixta Cholila. 3 Archivo Catastro, Rawson, Chubut. Expediente Duplicado 623 Dirección General de Tierras. Geodesia. Consejo de mensura. Eleva mensura parte Colonia Cholila, foja 27. La trayectoria de la pobladora mapuche El testimonio de Adelina Chávez de la Reserva de Lago Rivadavia permite visualizar la adscripción étnica a la comunidad mapuche a partir de la figura de su abuela María Piñipil: “Yo nací en el Cajón, cuando todavía estaban mis abuelos Tomás Videla y María Piñipil, el era chileno y ella mapuche, ellos vinieron de Neuquén 4”. La inspección de 1919, en la nómina de pobladores registró: “En las tierras que ocupa el poblador Reinao en el Cajón se constató la existencia de la población de Tomás Videla (46) chileno, que trabaja como peón”5. En general el Estado, registraba al poblador que estaba al frente de la “unidad familiar” o “población”. Siguiendo la racionalidad estatal, el poblador es categorizado por su nacionalidad “chileno” y por su condición laboral “peón”. En esta lógica, toda información respecto del grupo familiar es negada, el componente indígena de la mujer pasa de este modo, inadvertido, lo recuperamos a partir de la entrevista a la nieta6. El ítem “concepto”, en la Inspección de tierras de 1919, permite indagar sobre las representaciones que el Estado construyó respecto de los indígenas existentes para esa época en Cholila: “(…) indígena más instruido que ha encontrado la Comisión en el territorio, es de lamentar únicamente que sea amante a la bebida, que le hace descuidar un tanto sus propios intereses. De sus hijos los dos varones mayores únicamente, saben leer y escribir, las hijas mujeres en edad superior a la edad escolar, no saben leer ni escribir” 7, “(…) indígena amante a la bebida, lo que le hace abandonar el trabajo y posiblemente perderá parte de sus bienes, los cuales ya están afectado por fuertes deudas en las casas de comercio de la localidad” 8, “(…) indígena, por sus condiciones morales y su estado de salud, bien poco puede esperarse de este poblador que no tiene aspiraciones” 9, 4 En el contexto de La Campaña del desierto 1879/1885 se produjeron una serie de procesos políticos muy significativos: campañas militares, sometimiento, deportación, concentración de población, dispersión de las mismas familias, utilización de la población indígena como fuerza de trabajo. Nos preguntamos qué relación existe entre este proceso y la aparición de la familia de Adelina en Cholila en 1919, proveniente de Neuquén. 5 El resaltado es nuestro. 6 Durante la Campaña a las familias se les cambió en parte o por completo sus nombres, que pasaron a tomar el del cura que los bautiza o del militar que los incorporaba al ejército o el patrón que los empleaba. 7 Archivo Instituto Autárquico de Colonización y Fomento Rural (en adelante I.A.C.). Inspección de tierras Expte. 8085-M-1919, foja 479. 8 Archivo I.A.C. Inspección de tierras Expte 8091-C-1919, foja 491. 9 Archivo I.A.C. Inspección de tierras 1919 foja 532-. Nótese que los pobladores que no solicitan tierra no tienen Expedientes. “(…) indígena poco trabajador” 10, “(…) indígena trabajador, poco amante al progreso” 11. El sujeto indígena es subvalorado por su condición de inferioridad, desde estos criterios el Estado les asignó un lugar estanco dentro de la sociedad, de los cuales poco se podía esperar. El indígena en la población de Cholila. ¿Qué dice la historia local de ellos? Las distintas disciplinas que han tomado a Cholila como su objeto de estudio, de una u otra forma han colaborado para pensar y definir al sujeto poblador. A nivel provincial, los textos del investigador Casamiquela, cuyo centro de preocupación estuvo en la cuestión indígena y su historicidad han sido un referente importante, sobre todo porque forman parte de los textos de enseñanza en las escuelas. Estos trabajos fueron criticados por diversos historiadores, posicionados en la corriente interpretativa crítica. Nos interesa aquí retomar el trabajo de Nahuelquir (2007), que analiza los alcances de las concepciones de ciencia, historia y dato empírico por los que Casamiquela optó en su trabajo. La autora se pregunta ¿Cuáles son los presupuestos que asumía Casamiquela para organizar su campo de investigación y cuáles son las preguntas que quería responderse? Veamos cómo lo expresa Casamiquela en la entrevista que a continuación se presenta: “(...) a la Patagonia los mapuches llegaron con la conquista del desierto entre 1890-1900. Son muy pocos los mapuches verdaderos. La expresión mapuche en la Argentina es a partir de la década de 1960. El mapuche no tiene profundidad histórica, son 100 años aquí. (...) Los derechos que reclaman hoy los mapuches sobre la tierra no existen. (...) es la historia. No es teoría. Ahora las cosas se están moviendo políticamente. El tema es la tierra. Entonces, lo mapuches de Chile dicen que son argentinos y empiezan a reivindicar que están de toda la vida en la Argentina. Pero al historiador eso no le importa y los políticos, los abogados no lo saben. (...)” (Diario Río Negro, 6/09/2004). (Citado por Vezub, 2006, 7, y retomado por Nahuelquir, 2007). Ese vacío representacional dado por la ausencia de la subjetividad del sujeto, que es en parte la que libera su propia historicidad, habla de una presencia de lo indígena dentro de los textos de Casamiquela que despliega la superposición de temporalidades a un tiempo único y este a una entelequia que hace convivir armónicamente un estereotipo de seres, que produce hombres indígenas como no-indígenas, colaborando para superar las agresiones de lo mapuche y de un espacio geográfico no historiado, pero sí valorado en términos geopolíticos (Nahuelquir, 2007). 10 11 Archivo I.A.C. Inspección de tierras 1919, foja 536. Archivo I.A.C. Inspección de tierras 1919, foja 537. Las preocupaciones geopolíticas no eran sólo de los científicos, la xenofobia por los chilenos, también llevó a que a los indios se los vinculara con los mapuches y a éstos con los chilenos. Acerca de Cholila, un cuerpo interpretativo lo constituyen los trabajos que a partir de la década del ´90 realizaron Gavirati, Finkelstein y Novella, seguidores de la línea explicativa de Casamiquela. Estos autores señalan que en 1919, de 48 poblaciones visitadas por los inspectores de tierra en la zona de Cholila, el 50% pertenecía a chilenos (Gavirati, Finkelstein y Novella, 2000). Como se anunció en párrafos anteriores, hemos trabajado sobre una misma fuente, los autores enunciaron en nota al pie la información que contenía este informe, pero no mencionaron ni trataron: la antigüedad en la ocupación de la tierra, la procedencia de la familia y descendencia, aspectos que resultaron centrales para esta investigación. La inspección de tierras de 1919 arroja una cifra de 45 familias, integradas por 31 chilenos (56%), 12 argentinos (23%), 7 indígenas (13%), 2 suizos (3%), 2 turcos (3%) y 1 español (2%). Lo valioso del análisis de esta fuente es la presencia de indígenas en el informe, componente poblacional de Cholila que los historiadores antes mencionados, dejaron pasar. A pesar de que sólo en algunos casos se indica la procedencia de las familias, es posible pensar que el territorio no se hallaba vaciado de indígenas, pese a las violentas transformaciones como consecuencia de la “Campaña del desierto”. La existencia de al menos siete familias indígenas, relevadas en Cholila en 1919, indica que las mismas permanecían allí, aún cuando el Estado y la historiografía local priorizaron la nacionalidad sobre la etnia. Esto nos insta a revisar o por lo menos, utilizar con cuidado la categoría “migrante-s chileno-s” Al reconstruir el otro 50% de la población existente en Cholila para la época, mostramos que la población era bastante más heterogénea de lo que la historia local y los cholilenses en general creen. La trayectoria de la pobladora Piñipil permite postular la hipótesis de que pudo haber sido más alto el componente indígena en la población de la época, ya que el interés del Estado pasaba por determinar la nacionalidad del sujeto que estaba al frente de la población, que en general era el hombre y no la mujer. La hipótesis que los historiadores locales 12 plantean –el poblamiento de la Cholila como consecuencia del asentamiento de chilenos– es corroborada por ellos, cuando reconstruyen la historia local a partir de los testimonios orales13, cuyos informantes: Fernando Reinao (1906), Ana Reinao (1916), José Saéz (1916), Irma Cea (1922), considerados los pioneros, son todos hijos de chilenos. Sin dudas, estos testimonios muy atendibles y valiosos son importantes, pero al confrontarlos con otras fuentes, exigen repreguntarnos acerca de la procedencia, la descendencia de esos pobladores, etc. Por 12 Con alcance local nos referimos a las explicaciones que se han dado en términos históricos en la historiografía regional. 13 Nos referimos a “Recuerdos en la memoria” –fragmentos de la historia de Cholila-, 1995. Una reconstrucción del poblamiento de Cholila que realizaron los estudiantes de la escuela secundaria Nº 727 de Cholila durante los años 1995 y 1996 apoyados en la narrativa oral, bajo la dirección de Filkelstein y Novella. ejemplo, al momento de la Inspección de tierras en 1919, estos pobladores tenían 2, 3, 5 y 12 años respectivamente, al incorporar la generación que les antecedió en la ocupación de las tierras, los acontecimientos adquieren otro sentido, la aparición del componente indígena en una fuente estatal, otorga una dinámica distinta al orden cultural que se resiste a ser silenciado o que por el contrario, el discurso historiográfico ha homogenizado. En tal sentido, llaman la atención dos omisiones en la historia de los pobladores Reinao, el origen indígena del padre y el lugar de nacimiento de su hermana mayor, Chile. De esta forma la información confiere una identidad específica “sin pasado”, sin pasado no significa “carecer de tiempo pasado”, sino disponer de un pasado que debe ser conocido y reconocido. Las estrategias familiares para acceder a la tierra El poblador Videla también fue marcado por su condición de peón, por el Estado. Con la finalidad de caracterizar la relación laboral, las características distintivas del patrónpeón, el tipo y condiciones de trabajo, la “unidad familiar” consultamos nuevamente la fuente. A continuación transcribimos las referencias textuales, por su riqueza en contenido para el análisis. “Manuel Reinao: indígena chileno, muy anciano, paralítico del lado derecho del cuerpo, vive con María Manquel desde hace 18 años y tiene 3 hijos: una mujer de 16 años nacida en Chile y dos varones: Antonio de 14 y Fernando de 12 años, nacidos en el Territorio. El padre y los hijos son analfabetos. Hace aproximadamente 14 años que se encuentra poblando sobre la costa sur del lago Los Mosquitos, en tierras del Lote 10, fracción C, sección JIII. (Ver mapa de Cholila). Concepto: Por sus condiciones morales y su estado de salud, bien poco puede esperarse de este poblador que no tiene aspiraciones. Mejoras: Están constituidas por un rancho de ramas y un galpón de palo a pique con techo de ramas, a los cuales se les asigna un valor de $ 90 (noventa pesos). Hacienda: 290 lanares………….. $ 1.140 110 cabríos…………… $ 440 4 yeguarizos………... $ 160 Total……………………. $ 1.740 (mil setecientos cuarenta pesos)14 Presentó los documentos que comprueban la propiedad de la hacienda. Tierra cultivada: En la casa de Reinao vive el ciudadano chileno Tomás Videla, de 46 años de edad, este realiza algunos cultivos, habiendo sembrado en 1918, 60 Kg. de trigo y 20 de cebada. 14 Archivo I.A.C. Inspección de tierras foja 532. Videla vive en un rancho de propiedad de Reinao, cuya construcción es tan mala como los anteriormente indicadas, estando ubicado a 300 metros de la costa del lago. Pastaje: No pagó pastaje, correspondiéndole hacerlo por los años 1918 y 1919, que importaría la suma de $ 84 (ochenta y cuatro pesos)”. La incorporación del contexto que rodea a la relación laboral, nos permitió inferir que la incorporación del peón, no se debió tanto a la capitalización del poblador Reinao o a una situación coyuntural –cuestión de salud– sino a estrategias de ambos pobladores frente a la vulnerabilidad en la que se encontraban. Lejos de lo que la relación patrón-peón podría suponer, estas familias compartían la precariedad de las viviendas, la condición de étnica y de nacionalidad. Desde la racionalidad del Estado, se desprende que la familia Reinao/Manquel es indígena–migrante chilena, y si bien la información acerca de cuándo la familia llegó no aparece, es posible inferirla a partir de la edad del hijo (14 años) que nació en territorio argentino, por ello creemos que la familia migró a la Argentina alrededor de 1913. El Estado identifica a la familia Videla/Piñipil a partir de categorizar al hombre, por su nacionalidad chilena, invisibilizando a la esposa. Lo mismo sucede con las relaciones de parentesco y laborales que sólo en excepcionales situaciones se mencionan. Los datos respecto a condición étnica y lugar de nacimiento –Neuquén-Argentina–, los obtuvimos a través del análisis de las entrevistas. En tal sentido, ambas familias compartían un largo peregrinaje en el territorio, previo al asentamiento en Cholila. La relación de trabajo, le permitió a Videla al mismo tiempo, hacerse un lugar donde estar con su familia. La experiencia de su compatriota en relación a la tierra – ocupante precario– que no solicitó la tierra en 1919 y el endeudamiento por pastajes que mantiene con el Estado, indican la dificultad para acceder a la tierra y la situación vulnerable en la que se encontraban ambos pobladores. La vulnerabilidad en cuanto a la tenencia de la tierra lo afectaba también a Videla, en tanto trabajador, dependiente de lo que pudiera pasar con la tenencia de la tierra, ya que vivía en el mismo lote donde trabajaba. Del análisis también se desprende una cuestión difícil de resolver, porque no sólo pudieron estar operando las variables económicas, étnicas, de nacionalidad presentes en la racionalidad con la que opera el Estado para el acceso a la tierra –solicitar la tierra–, sino que esta situación nos coloca de frente a la cosmogonía mapuche, y a la concepción de territorio para este pueblo, que es distinta a la lógica de la propiedad privada que impuso el Estado, cuyo tratamiento, daría lugar a otra tesis. En el fragmento tomado de la entrevista a Adelina15 se puede apreciar esta situación: 15 Entrevista personal a Adelina Chávez pobladora de la Reserva Municipal de Lago Rivadavia, 2004. “Los animalitos que tenían iban creciendo, y era muy difícil seguir en esa tierra.”; “Una vez que salieron de ahí, no consiguieron tierra, ya no era como ante, se tuvieron que volver a Chile…”; “Mi mamá quedó en la costa del Mosquito, después se casó y salieron también. (…) Con mi papá llegaron acá en 1939…”; “No le quisieron dar a él las tierras porque era de origen chileno”. La trayectoria de vida tanto de los abuelos, como de los padres de la pobladora, evidencia lo difícil que resultaba conseguir un lote de tierra una vez que se desvincularon del trabajo. Esto nos remitió a pensar en varias hipótesis: - la nacionalidad chilena era una limitante para acceder a la tierra en la época, aún cuando todavía no entraba en vigencia la Ley de zona de seguridad; - una vez creada la colonia Cholila (1921) y mensurada la tierra, comenzó un proceso de reubicación de la población en las respectivas Villas, los desplazamientos en búsqueda de tierras para poblarse, fueron a veces internos, pero otras veces, los obligaron a cruzar la frontera limítrofe del país, e ingresar-regresar nuevamente a Chile. - al igual que el abuelo materno, el padre de Adelina nació en Chile, de este modo, tampoco cumplía con la norma para acceder a la tierra. - es posible pensar en la resignificación de estos aprendizajes, a partir de las estrategias implementadas por la segunda generación, cuando la hija de Videla conformó su familia con un migrante chileno, solicitó la tierra a su nombre. De este modo, la estrategia utilizada por la familia Chávez/Videla para acceder a la tierra fue la alianza matrimonial. Ello explica por qué el expediente de solicitud de la tierra en la Reserva de Lago Rivadavia lo realizó Marta Videla. Su madre de nacionalidad argentina y no su padre, chileno. El Estado reconoció la ocupación de una superficie aproximada de 5 ha. a su nombre16, de esto deriva que la familia accedió estratégicamente a la tenencia precaria de la tierra, a través de la alianza matrimonial –hombre chileno con mujer argentina–. Esta estrategia familiar, aparece transversalmente en el proceso de acceso a la tierra, en otras situaciones, mujeres chilenas se casaron con hombres argentinos, así la familia accedía a la tierra. Sin embargo, al enviudar, estas mujeres vuelven a una situación vulnerable, dado que aún hoy, no han logrado regularizar la tenencia de la tierra. Adelina fue la hija –elegida en vida, por Marta Videla– para reemplazarla frente a la unidad productiva. En el año 2005, la consultamos acerca de cómo se dio el reemplazo frente a la unidad: “Nosotros somos como once hermanos, ahora ya son menos, porque han fallecido, ella me dejó, ella siempre me decía mi mamá, quiero que todo acá dice, te hagas cargo vos, que quedes vos acá, que vos vas a cuidar como nosotros, porque sé que mis otros hijos ya todos, por ejemplo hay uno en 16 Expediente 43596- 54 I.A.C 1768 y acumulación 6273-71 Mendoza, otro en Buenos Aires, otro en Trelew, y tres en Esquel y bueno ella siempre me decía, ella me decía, hasta me decía, que vienen a visitarme nada más y después se van y después se olvidan, eso siempre me decía mi mamá… era cierto”17. En este fragmento se aprecia la importancia de la migración rural urbana por parte de los integrantes de la familia, de once hijos, sólo una permaneció en la unidad familiar. Aún cuando el traspaso de la tierra se hizo en vida –de madre a hija–, en esta situación también pudo haber prevalecido el objetivo de no subdividir la tierra. O pudo haber influenciado la política de tierra que implementaba el gobierno, que no garantizaba la supervivencia de un grupo familiar de trece integrantes, más su familia extendida, convirtiéndose en expulsora de gente de la tierra. Frente a la toma de decisión del reemplazo, nos preguntamos en qué condiciones estaba la familia para afrontar los gastos de una sucesión, que implicaba no tener deudas, estar al día con el pastaje, etc. Aún siendo así, Adelina, no logró regularizar la tenencia de la tierra, no fue incluida en el grupo de pobladores a los que el Estado municipal les otorgó el título de propiedad de la tierra en 2004. Actualmente, frente a la unidad familiar está su único hijo 18, de ahora en adelante la situación de tenencia dependerá de los arreglos familiares y/o de las actuaciones del Estado. Otras demandas por tierras de Reservas Por otro lado, en torno a la política de distribución de las tierras en las Reservas de 2004 se articularon otras demandas por tierra, por ejemplo, la familia Quilodrán-Cides en el año 2005, solicitó19 al municipio local la regularización sobre 40 hectáreas de tierras que ocupa dentro de Reserva Municipal Carlos Pellegrini. En la nota se menciona que “la familia Cides/Quilodrán de cuya unión nacieron 7 hijos ha ocupado históricamente estas tierras por más de 60 años”. En respuesta, el municipio le comunicó a la familia que debía realizar una declaratoria de herederos, condición que es necesaria también, para realizar la mensura de la tierra. En febrero de 2006, la familia dio inicio al Expediente 506/05. Si bien, al frente de la unidad ha estado permanentemente César Quilodrán ante a la solicitud del Estado –la declaratoria de herederos– para la regularización de la tierra, quién asumió el rol de administradora fue Eva Quilodrán de Calfunao. El título de la tierra se entregará a nombre de ella y luego las familias determinarán como utilizar la tierra. La familia Quilodrán/Calfunao si bien reside en Esquel, desde hace un tiempo, regresó a la Reserva Carlos Pellegrini. 17 Entrevista personal realizada a Adelina Chávez en febrero de 2005, Lago Rivadavia. Reemplazo por fallecimiento. 19 Nota dirigida al intendente Miguel Castro de fecha 13 de abril de 2005. 18 La migración del campo a la ciudad para los descendientes de indígenas formó parte de una estrategia desde por lo menos la mitad del siglo XX, cuando la superficie de tierra no era suficiente para sostener a las familias, las condiciones del mercado con escasos índices de producciones se retroalimentaban para dejar el campo y ver una alternativa en la ciudad. En la ciudad, trabajaron en empleos precarios, temporarios, no calificados y en efecto, fueron los sectores que más sufrieron el efecto de la crisis económica20, la desocupación y por eso también fueron expulsados de las ciudades. En la tierra trabaja toda la familia, realizando mejoras tales como las construcciones de un puente de madera para cruzar el río y de un refugio, “El Caleuche” organizado para recibir a gente que practica turismo aventura. El refugio está ubicado en un punto panorámico de la Reserva y en su ingreso tiene colgada una bandera mapuche. El hijo de la familia Quilodrán/Calfunao, Darío Calfunao21, comentó: “mi lucha por la tierra deriva del derecho a la autodeterminación como mapuche, realizo ceremonias aquí y participo de otras ceremonias que se realizan en la zona”. Cuando le preguntamos sobre el significado de Caleuche, Darío comentó “Caleuche significa gente transformada, hace referencia a la nave de los locos, un barco fantasma de la historia mapuche”. Si bien, el reclamo de la regularización de las tierras en la Reserva, es por vía de la familia materna, Darío aclaró: “toda mi familia no se reconoce como mapuche, la razón por la cual parte de la familia Quilodran no se reconoce como Mapuche, es por la discriminación desde hace muchísimos años hacia los integrantes de Pueblos Originarios, que fue muy fuerte. Y aun en estos tiempos prevalece esa idea, el Mapuche es mal visto o de mala vida o no contribuye a las buenas costumbres impuestas. Mucha gente descendiente de mapuche siente vergüenza cuando pronuncia sus apellidos ante las autoridades y algunas personas de mayor clase social, algunos hasta se cambian los apellidos para pasar desapercibidos”. La adscripción indígena del hijo es por vía paterna: “Es una situación muy compleja, la familia Calfunao sí se reconoce como Mapuche… (…) Mi papá es Calfunao de apellido, su familia vivía en el valle El Rincón de Cholila, mi abuelo Vicente Calfunao firmó un papel –en un episodio confuso– y Nataine22 se quedó con las tierras” Esta situación permite advertir que el regreso de la familia Quilodrán/Calfunao a la tierra en la Reserva, se hace por la vía materna y por los vínculos familiares –con el 20 21 Nos referimos a la década del 90. Los párrafos de la entrevista que se presentan a continuación, corresponden a la comunicación personal con Darío Calfunao, mantenida en abril de 2010. 22 La familia Nataine es siriolibanesa y fue dueña de uno de los negocios de Ramos Generales, más grande en Cholila que funcionó hasta 1994/1995. hermano– quién permaneció al frente de la unidad familiar. Aún cuando hay diferencias entre las dos familias en cuanto a la adscripción mapuche, tanto el hijo como su familia nuclear recuperaron prácticas mapuches a partir del regreso a la tierra. Puede pensarse que en la ciudad esta familia fue marcada nuevamente como mapuche, desde un lugar negativo, para estigmatizarlos en la escuela, en el trabajo, en el barrio y en otros ámbitos de la sociabilidad urbanos. Pero al mismo tiempo, la experiencia urbana los pudo haber puesto en conocimiento y contacto con la emergencia y visibilidad de los pueblos mapuches, que cobraron fuerza en la zona por lo menos desde el contra festejo que se hizo de los 500 años del Descubrimiento de América en 1992 en Esquel. Ésta fue una de las ciudades patagónicas donde este discurso tuvo una repercusión importantísima. Los derechos indígenas El Artículo 16 del Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT)23 prevé el derecho al regreso de la gente en comunidades y no comunidades a su tierra. En tal sentido, en el apartado 2 prevé el derecho del regreso al territorio cuando las personas fueron alejadas del mismo contra su voluntad o eso fue parte de una obligación impuesta a los integrantes de la comunidad. En este caso, es evidente que las familias no abandonaban sus lugares, sino que, son expulsados de ellos. A su vez, las formas en que esto se iba pergeñando y llevando a la práctica no era una situación desconocidas por las autoridades del Ministerio de Agricultura y años más tarde, por las autoridades del Instituto Autárquico de Colonización y Fomento Rural (en adelante I.A.C). A nivel nacional, la recuperación de las tierras por distintos grupos indígenas se enmarca dentro del art.75, inciso 17 de Constitución Nacional, cuya reforma se realizó en 1994, e indica que es atribución del Congreso: “(...) reconocer la posesión y propiedad comunitaria de las tierras que tradicionalmente ocupan, y regular la entrega de otras aptas y suficientes para el desarrollo humano, ninguna de ellas será enajenable, transmisible ni 23 El Convenio 169 de la OIT señala en el Artículo 16: 1. A reserva de lo dispuesto en los párrafos siguientes de este artículo, los pueblos interesados no deberán ser trasladados de las tierras que ocupan. 2. Cuando excepcionalmente el traslado y la reubicación de esos pueblos se consideren necesarios, sólo deberán efectuarse con su consentimiento, dado libremente y con pleno conocimiento de causa. Cuando no pueda obtenerse su consentimiento, el traslado y la reubicación sólo deberán tener lugar al término de procedimientos adecuados establecidos por la legislación nacional, incluidas encuestas públicas, cuando haya lugar, en que los pueblos interesados tengan la posibilidad de estar efectivamente representados. 3. Siempre que sea posible, estos pueblos deberán tener el derecho de regresar a sus tierras tradicionales en cuanto dejen de existir la causa que motivaron sus traslados y reubicación. 4. Cuando el retorno no sea posible, tal como se determine por acuerdo o, en ausencia de tales acuerdos, por medio de procedimientos adecuados, dichos pueblos deberán recibir, en todos los casos posibles, tierras cuya calidad y cuyo estatuto jurídico sean por lo menos iguales a los de las tierras que ocupaban anteriormente, y que les permitan subvenir a sus necesidades y garantizar su desarrollo futuro. Cuando los pueblos interesados prefieran recibir una indemnización en dinero o en especie, deberá concedérseles dicha indemnización con las garantías apropiadas. 5. Deberá indemnizarse plenamente a las personas trasladadas y reubicadas por cualquier pérdida o daño que hayan como consecuencia de su desplazamiento”. Convenio OIT Nº 169 Sobre Pueblos Indígenas y Tribales en países independientes. Consultado el 12 de Mayo de 2010 en Pro diversitas: http://www.prodiversitas.bioetica.org/doc8.htm susceptible de gravámenes o embargos. Asegurar su participación en la gestión referida a sus recursos naturales y a los demás intereses que los afecten.” Esto incluye reconocer la posesión y propiedad comunitaria de las tierras que tradicionalmente ocupan y regular la entrega de otras aptas y suficientes para el desarrollo humano; ninguna de ellas será enajenable, transmisible ni susceptible de gravámenes y embargos. El Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (en adelante INAI) 24, sostiene que la propiedad comunitaria es la figura que más se aproxima a la forma de relacionarse con la tierra que tienen estos Pueblos y lo que justifica con mayor fuerza la utilización de la categoría institucional de comunidad para encuadrarlos jurídicamente en forma conjunta. En este sentido las definiciones legales intervienen de muchas maneras en la dinámica de la comunidad, por ejemplo la exigencia de la personería jurídica opera como requisito para ser considerados sujeto de derecho cuando, por el contrario y en virtud del ejercicio de su propia autonomía, cada colectivo tiene la libertad de pautar sus formas de autogobierno, modificarlas o aplicarlas según decisiones propias que no pueden responder más que a las vicisitudes de sus trayectorias históricas y a la forma en que asumen su propia libertad en cada coyuntura y contexto. Sin embargo, la personería viene a inhabilitarlas, se convierte en un obstáculo para que las comunidades sean protagonistas de su devenir, agentes de cambios y auto-reguladores de su realidad. Se responde más a un dispositivo para acceder a algún recurso, que al ejercicio de derechos que supuestamente ese dispositivo protege y contempla. La personería también forma parte de una imposición cuando le dicen a la gente: “(…) Es que si no la tiene *…+ como quiere que le haga el seguimiento para obtener el título comunitario (…)”. A doña Rosa cuando le piden en Cholila la personería para instalarle la luz. Cuando la exigen para sacar leña del territorio o para trasladar animales25 (Nahuelquir, 2010). Se puede apreciar que el INAI analiza el tema tomando como criterio la conservación, lee ancestral, como si hablara de continuidad histórica de las pautas culturales. No se puede exigir continuidad de las prácticas a los indígenas cuando fueron 24 Por Ley 23.302 se creó el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas y diversas provincias como Jujuy, Formosa, Chaco y Salta en sus últimas reformas constitucionales establecieron la propiedad comunitaria de la tierra que los pueblos indígenas ocupaban y las otorgadas en reserva. 25 Nos parece ilustrativo retomar lo que apunta Eduardo Hualpa (2003, 64 y 65) al respecto de esta situación. Él menciona la normativa provincial: “(…) Una familia indígena se halla ocupando desde hace décadas un predio considerado por el IAC tierra fiscal. La ley 4.113, dice en su artículo 5ª: «Para obtener la inscripción en el Registro de Marcas y Señales y la extensión del boleto respectivo, el solicitante, sea una persona física o jurídica, debe acreditar ser propietario, arrendatario o poseedor de tierras aún a título precario, con destino a la procreación de hacienda o a otras industrias rurales o agrícolas, que por su naturaleza o extensión requieran el uso permanente de animales, estando comprendidos también aquellos que sin tener campo o chacras acrediten la tenencia de animales y la autorización expresa del propietario, arrendatario o poseedor de las tierras donde se encuentre el ganado» En razón de que los Jueces de Paz no reconocen en forma automática ese derecho a la tierra (que han legislados otras normas), no encuentran cumplido el art. 5 de la Ley de Marcas y Señales. Este ejemplo reseñado indica que el tema de la precariedad o no reconocimiento de la posesión de la tierra, constituye para los aborígenes un círculo administrativo siniestro: no pueden acreditar la propiedad del predio y entonces no pueden acceder al boleto que les permitiría progresar económicamente y acreditar actos que a su vez fortalecerían la posibilidad de reclamar la tierra”. (Resaltado en el original). desplazados de modos sucesivos desde la Conquista en adelante. El Estado no garantizó las condiciones para que esa continuidad de prácticas culturales se mantuviera, y a veces avaló a que pasara lo contrario, entonces, suena paradójico que hoy, exija que las familias indígenas cumplan con las mentadas continuidades. Las inspecciones de tierra fueron una herramienta que se usó para desplazar a la gente de los lotes, esto en el caso de Cholila es claro, toda vez que el Proyecto Colonizador se realizó sobre una población asentada en el lugar, de ahí que quiénes no podían pagar y/o arrendar las tierras debieron abandonarlas. En nuestro país, con excepción de zonas del Gran Chaco, predominan miembros de etnias indígenas con pautas agrarias semejantes a los restantes productores. Por la tanto una parte importante de los mismos no se adscribe a las “reservas indígenas” legalmente reconocidas, que son las únicas recogidas por la información censal. El Censo Agropecuario de 1988 registraba 2.949 explotaciones, de las cuales 2.528 eran definidas como de “integrantes”. Esta última categoría es la única que registra el Censo de 2002, y el número de los mismos ha descendido a 1.172 26. En Chubut, se está llevando a cabo el Relevamiento Técnico, Jurídico y Catastral de la situación dominial de las tierras ocupadas por las Comunidades Indígenas27 en la Provincia (INAI-UNPSJB 2009-2012). De hecho, los Valles de Cholila -El Blanco, El Cajón y El Rincón- fueron relevados como comunidades mapuches. La entrevista a Darío permite por un lado, advertir un área geográfica amplia que involucra a los cuatro valles de Cholila, y por otro, identificar a algunas de esas familias cuyos descendientes hoy viven, tanto en la zona rural como urbana: “En el sector del Lago Mosquito y el Valle El Cajón, existían muchas familias Mapuche como Huenelaf, Calfunao, Meliqueo, Curinao, Catrilaf, Raynao, Huala, Catru, Cayu, Caupan y otras, que compartían el territorio con familias que estaban a algunos cuantos kilómetros de distancia. Parajes como Epuyen, Lepa, Trafipan, Leleque, Maitén, Cushamen, Epuyen, Leleque, Lago Cholila, Lago Rivadavia eran lugares naturales que estas familias compartían”. La población descendiente de indígena de Lago Rivadavia en general y de la Reserva en particular, no fue relevada por el INAI. Sin embargo, del análisis de las entrevistas a los pobladores, se desprende que tanto A. Chávez, A. Díaz y A. Muñoz sus abuelos les hablaban en lengua, en referencia al mapuche. El uso de la lengua Mapuche se ha ido perdiendo por diversas razones, ello afectó a las familias tanto o más que la dispersión de sus miembros, como la pérdida de sus territorios. Tal como lo planteó Darío: 26 En 2002, las unidades se encontraban en las Provincias de Neuquén (569), Jujuy (352), Chaco (71), Salta (67) Formosa (47), Tucumán (37), Mendoza (26) y Santa Cruz (3). En cuanto al número de comunidades, hay registradas 974 en el país. Salta figura con 343, Jujuy tiene 225, Formosa 97, Chaco 89, Neuquén 53, Misiones 52, Chubut 34, Río Negro y Buenos Aires 25, Tucumán 14, Mendoza 13, La Pampa 5, San Juan 2, Tierra del Fuego 1. 27 Ejecución Ley Nº 26.160. “Mi padre me contaba que en la Escuela 80 de la localidad a la que el concurría de pequeño, entre los años 50 y 60 del siglo pasado, no se dejaba hablar en Mapuzungung (milenaria lengua mapuche) especialmente algunos maestros de origen galés, lo prohibían” En otra entrevista a un poblador descendiente de indígenas, se puede apreciar una estrategia implementada por los mayores de la comunidad Mapuche que consistía en no enseñarles a hablar en lengua a los jóvenes, para preservarlos de las estigmatizaciones que ellos habían sufrido a través del modelo predominante, autorizado y legitimado desde la escuela. Como señala Daniel Collueque: “Mi padre no nos enseño a hablar en mapuche, porque a él lo discriminaron, no quiso que a nosotros nos pasara lo mismo” 28. Por otro lado, del análisis de las entrevistas a los pobladores de las reservas se desprende que el INAI desarrolló en el período 1991-1999 un proyecto destinado a la construcción y/o mejoras en viviendas de familias descendientes de indígenas en la Reserva “El Blanco”. La autoadscripción por parte de los pobladores como descendientes de pueblos originarios y el reconocimiento de las comunidades por parte del Estado, cambia las reglas de juego y se prevé un cambio en la política de tierra a nivel provincial que seguramente, tendrá impacto en la política de tierra municipal. Lo planteado, presenta un desafío de frente al futuro y nos interroga acerca de cuál será el impacto que esta normativa vigente tendrá en Cholila. La trayectoria del migrante chileno Esta trayectoria corresponde al abuelo de Marina Sáez, actual pobladora de la Reserva Carlos Pellegrini. Veamos en qué términos se refirió a él el Estado, en el año 1919: “José C. Sáez: ciudadano chileno, casado, alfabeto, padre de 3 niños nacidos en el territorio: María Victoria de 5 años, José Segundo de 3 y Luís Roberto de meses”. Al momento de la inspección este poblador se encontraba viviendo en el Valle El Blanco –más precisamente en la parcela 23– desde hacía 5 años (1914), además ocupaba 2.500 has. Lote 4 de la Fracción D, sección JIII con poblaciones y haciendas. Se dedicaba a la ganadería extensiva, tenía 1.200 lanares de su propiedad y 600 lanares en aparcería de propiedad del señor Jorge Hube, residente en El Bolsón. Tenía además, 120 bovinos, 40 terneros al pie, 17 caballos, 28 yeguas y 40 cabríos y, en el año 1918 había sembrado 500 kg. de avena. En este año, si bien el poblador pagó pastajes, no solicitó la tierra, motivo por el cual fue incluido en la nómina de pobladores que no solicitan la tierra conjuntamente con Villagrán, Soto, Villagrán, Reyes, Rosas, Díaz, Manuel Reinao, Limarieri, D. Vda. de 28 Daniel Collueque nació en El Maitén, Chubut. La entrevista realizada por nosotros en 2009 - Comodoro Rivadavia, Chubut. Benegas, González, González, González, C. Catrú Vda. Cayú, Marchand, José C. Sáez y Ortega. Para los pobladores que integran esta nómina el “concepto” que formuló el Estado fue diferente al formulado para los pobladores que solicitaron la tierra. En efecto, a continuación transcribimos algunas de las categorizaciones hacia los chilenos: “(…) hombre de pésimas condiciones morales”29; “(…) poco trabajador y afecto a las bebidas, está endeudado” 30; “(…) trabajador, poco amante del progreso” 31; mientras que los nacionales fueron catalogados como: “(…) persona mal conceptuada y amante a la bebida” 32; “(…) hombre trabajador, pero parece que su carácter y condiciones personales le han creado algunas dificultades entre los buenos pobladores33”; “(…) trabajador, poco amante al progreso” 34. El “concepto”, en tanto representación elaborada por el Estado acerca del sujeto poblador actuó como dispositivo de poder para mantener la ocupación y /o solicitud de la tierra. En referencia al poblador Sáez el concepto elaborado por el Estado señala “es un hombre trabajador, pero poco amante al progreso, y considera que el arrendamiento de la tierra que ocupa no le beneficia”. El Estado categoriza a este poblador como “hombre trabajador”, pero al mismo tiempo, se refiere a él como “poco amante del progreso”, progreso definido desde la lógica estatal. Un aspecto novedoso, que se desprende al analizar la información que proporciona la Inspección con respecto al poblador Sáez, es la aparcería, presente tempranamente como modalidad de uso de la tierra para la ganadería extensiva, pero no era usual entre los pobladores del lugar. En esta situación, el dueño de los ovinos era de El Bolsón (Territorio Nacional de Río Negro). A través del “concepto”, se expresa la íntima correlación entre orden y progreso, al combinar en una misma estrategia de penetración estatal componentes coercitivos y materiales que permitieron incorporar amplios territorios al proceso productivo y consolidar la propiedad privada. Aquí, aparecen dos lógicas enfrentadas, por un lado la del Estado, que coacciona al poblador mediante la aplicación de la Ley de tierras públicas 4.167, comunicándole que en lo sucesivo la ocupación de tierras fiscales no servirá de preferencia para su adquisición35. Nos preguntamos ¿cuál era la diferencia entre el hecho de solicitar la tierra y el no hacerlo? 29 Archivo I. A.C. Rawson. Chubut. Inspección de Tierras de 1919, foja 529. Archivo I. A.C. Rawson. Chubut. Inspección de Tierras de 1919, foja 533. 31 Archivo I. A.C. Rawson. Chubut. Inspección de Tierras de 1919, foja 539. 32 Archivo I. A.C. Rawson. Chubut. Inspección de Tierras de 1919, foja 536. 33 Archivo I. A.C. Rawson. Chubut. Inspección de Tierras de 1919, foja 538. 34 Archivo I. A.C. Rawson. Chubut. Inspección de Tierras de 1919, foja 505. 35 El resaltado es nuestro. 30 Por otro lado, el estado valora de forma negativa la lógica del poblador, cuando considera que el arrendamiento de la tierra que ocupa no le beneficia. ¿A qué hace referencia? a) al arrendamiento propuesto por el Estado, b) al pago de pastajes que hace el poblador al Estado por la tierra, c) al pago que recibe el poblador por tener animales en aparcería, c) al margen de diferencia entre lo qué el recibe por aparcería y lo que paga al Estado por arrendamiento, d) a que el poblador hubiera preferido solicitar la tierra, pero no tiene los medios para hacerlo. Esta categorización deja trascender los valores que el nacionalismo empleó para crear realidades y sujetos con capacidades de ser incluidos o excluidos de la tierra. En cuanto a la mejoras, tenía casa habitación con pared francesa, techo de paja, construida en 1917, otra casa compuesta de una cocina y una pieza, techo de zinc y galpón con techo del mismo material, de mala construcción: “Tenía 900 metros de alambrados de 7 hilos, postes y varillas de madera, más cercos y corrales de madera, todo lo cual se valúa en $ 1 590. Hacienda 120 vacunos……………………. 40 terneros al pie…………… 17 caballos…………………….. 28 yeguas……………………… 1200 lanares…………………… 40 cabríos……………………… Total………………………… $ 4800 $ 600 $ 1190 $ 280 $ 7200 $ 160 $14.230 Justificó la propiedad de su hacienda, presentando los boletos de marcas y señales. Cuida en aparcería 600 lanares. Tierra cultivada: sembró 500 Kg. de avena Pastaje: abonó pastajes por los años 1918 y 1919, según boleta 00510 por un importe de 400, 80 pesos En el año 1941, cuando se mensuró la villa rural “El Blanco”, en el ítem Nómina de pobladores, se menciona a José Sáez viviendo en la parcela 23. Respecto a las viviendas se destaca que son “simples ranchos, la mayoría en ruinosas condiciones, motivo por el cual no es necesario describir las mismas” 36. Una situación compleja se presenta entre los pobladores que solicitan la tierra y aquellos que no lo hacen. Una vez que se realizan las mensuras y se construyen alambrados, la situación cambia e impacta sobre la tradicional forma en que se practica la ganadería extensiva. En este tramo de la entrevista a Marina, se puede apreciar la problemática: 36 Archivo Catastral de. Rawson, Chubut. Expediente Duplicado 624. Mensuras. Villa rural emplazamiento en la sección Río Blanco de la Colonia Mixta Cholila. Antecedentes administrativos, foja 8. “Y la gente, los vecinos del abuelo, empezaron a alambrar, Torres fue uno de los primeros, pasó el alambrado muy cerca, después Cifuentes. (…) Mi abuelo intentó solicitar la tierra, habrá sido como en el 46, pero tuvo problemas porque él era chileno” 37. Los migrantes chilenos tuvieron permanentemente este problema para acceder a la tierra en la zona bajo estudio. La época de solicitud de la tierra por parte de don Sáez coincide con la puesta en vigencia de la Ley de Zona de seguridad en 1944. Esta Ley, tal como se mencionó en el capítulo anterior, indicaba la conveniencia nacional de que los bienes ubicados en Zona de seguridad pertenecieran a ciudadanos argentinos nativos. Frente a la normativa impuesta por Estado, la familia busca estrategias al interior, en esta situación, el hijo mayor reunía las condiciones de ser argentino nativo, por tanto a través de su persona es posible tramitar la solicitud de tierra. En otro párrafo de la entrevista Marina señala el arreglo a fines para solicitar la tierra: “Los hermanos le dieron un poder a papá, para que él sea el dueño y sacó el título de propiedad por 300 hectáreas”. Del análisis de esta entrevista se aprecia, primero, la notable reducción de la superficie respecto de la que ocupaba la familia en 1919, 2.500 has. a la superficie solicitada y reconocida en el título de propiedad 300 hectáreas. Segundo, frente a la coacción del Estado la estrategia familiar fue elegir al hermano mayor que cumplía con la norma -ser argentino nativo- para acceder a la propiedad de la tierra. Nos preguntamos, frente a esta situación ¿cómo se dio el reemplazo en la unidad productiva? Señala Marina: “Esa tierra se achicó mucho, por las mensuras, mis tíos casados, ya eran muchos ahí, papá sacó su parte en animales y salió”. Es posible, advertir que a la hora de reemplazar al viejo poblador frente a la unidad productiva, a medida que los hijos conformaban sus respectivas familias, se tornaba problemático, debiendo algunos abandonar la misma. De este modo, en la trayectoria de esta familia vemos como distintos factores intervinieron en la división/reducción de las superficies de tierra que venían ocupando. Aunque el hijo mayor obtuvo la tenencia de la tierra a su nombre, debió salir, esto pone en evidencia que el arreglo familiar cumplió en su momento con un objetivo estratégico, acceder a la tierra. Es decir, esto garantizó el acceso en términos legales, no así, su permanencia en la tierra. Con el transcurso de los años se produjo el traspaso de la tierra –reemplazo en vida por parte del titular (padre de la entrevistada)– a uno de los nietos. Quién, posteriormente vendió la tierra. De este modo, uno de los hermanos del titular, que no se fue de la tierra, pasó a desempeñarse como peón. Esta trayectoria nos ubica frente a un desplazamiento interno dentro de la localidad de Cholila, téngase en cuenta que el abuelo de Marina fue registrado en 1941 en el valle El Blanco. Para el año 1957, la familia de José Segundo Sáez ya se encontraba 37 Entrevista personal a Marina Sáez Vda. De Taux en Cholila en marzo de 2008. habitando en la Reserva Carlos Pellegrini, en cuyo lugar nació Marina. En esta reserva, Marina continúa ocupando 40 hectáreas en las que se dedica a la ganadería bovina. En 1964, su padre solicitó la regularización de la tierra ante el municipio local, porque en esa época se planificaba explotar turísticamente la reserva, por tal motivo el poblador no logró acceder a la propiedad. En 1980, el padre transfirió las mejoras a su yerno Taux, esposo de Marina. Y se trasladó al pueblo, “El Rincón”. Señala Marina: “Posteriormente, mi esposo, le compró a mi papá la tierra en 2006”. Entre los pocos documentos relacionados con la ocupación de la tierra, en una Declaración Jurada labrada en el juzgado de Paz de Cholila, se consigna: “18 de septiembre de 2006-Declaración jurada de Ley que presta en este acto: Para ser presentado a la municipalidad local, de ocupación de reserva el Sr. José segundo Sáez, desde 1940. Nota solicitud compra 153091 c/916 Corroboran lo antes dicho dos testigos”38. Este testimonio muestra una forma de acceso a la tierra, a través de la compra, ello permite advertir que la falta de título de propiedad de la tierra, no representó un impedimento para realizar la transacción en el Juzgado de Cholila, transferencia reconocida posteriormente por el Municipio. En mayo de 2010, el municipio local citó a la pobladora para regularizar la tenencia de la tierra, objetivo que se enmarca en la ordenanza municipal 04/2004. La entrevistada39 señala: “Me ofrecieron entregarme un título de propiedad gratuito por 20 hectáreas, que es lo que teníamos alambrado, firmé, aunque nosotros ocupábamos más tierras de la reserva”. La familia desde finales de la década del ´40 ocupa la tierra en la Reserva, se trata de tierras sin subdividir, en las que los pobladores fueron haciendo alambrados para separar la casa y la huerta del resto de tierra que cumplía la función de pastos comunes – espacio de pastoreo para los animales de cada poblador que vivía en la reserva– lo que suscitó algunas situaciones conflictivas, que se resolvían al interior de cada reserva. Es posible distinguir, claramente dos lógicas: la estatal y la de los pobladores. El objetivo de la regularización persigue los mismos fines –inhabilitar el espacio de pastos comunes– para liberar territorio. En tal sentido, la lógica estatal no se diferencia a la utilizada por el Estado cuando creó la Colonia Cholila. Cambian los actores, antes eran indios, intrusos, chilenos, en la actualidad, descendientes de pueblos originarios, argentinos, antiguos pobladores, hijos de éstos y existe una clara competencia por el uso de la tierra. 38 Declaración Jurada labrada en el juzgado de Paz de Cholila. Los fragmentos de entrevista que se presentan en adelante, corresponden a la comunicación personal mantenida con Marina en abril de 2010. 39 El discurso hegemónico acompañado del justificativo “reconocimiento a los antiguos pobladores”, es utilizado para delimitar a los pobladores a superficies de tierra con una lógica privada. Con esto, no estamos negando el capitalismo como fuerza opresiva y dominante en la cual están inmersos los pobladores en tanto integrantes de una sociedad mayor, sino que interesa remarcar que los espacios de pastos comunes funcionaban como tales, desde que se mensuraron las tierras en 1940, aún cuando no todas las reservas se crearon con el mismo fin. La lógica de los pobladores responde a las costumbres de utilizar los pastos comunes, porque tradicionalmente lo hicieron así, como señala Marina: “La reserva para mi es parte de mi sustento, crío animales y de la venta me sustento. Ahora cuando se alambre, tengo que sacar animales, eso significa mucho para mí, después de 63 años, tener que entregar las tierras para que las negocien”. Las costumbres no se cambian de una vez para siempre, los pobladores en general continúan usando los pastos comunes hasta que el límite impuesto por el alambrado restringe la cría de animales y otras actividades del autoconsumo. La propiedad privada avalada por el Estado propicia la explotación turística de la tierra que tiene como especial atractivo, el lago Carlos Pellegini rodeado de bosque. En relación a la ocupación, Marina agrega: “Bueno, en un momento sentí bronca porque no me aceptaron la solicitud, pero mis hijos me dicen, «para qué te vas a hacer mala sangre, aceptá lo que tu papá ocupaba»”. En este párrafo, es interesante la claridad con que aparece el componente de coerción ligado a la incuestionable legitimitad de las fuerzas que posee el Estado en la distribución de la tierra en Cholila. Nos permitimos tomar prestadas las palabras de Bayer: “La tierra violada se resiste. El mundo ha quedado pequeño. No hay refugios. Sólo resta el derecho a rebelarse. Pero la rebelión termina en holocausto. (En el hospital, Gerónima podía caminar por donde quisiera, comer lo que quisiera pero siempre y cuando fuera dentro de ese ámbito no elegido, irreal.) La “libertad” que se nos permite es absoluta en tanto no pongamos en duda el sistema. La rebeldía está reglamentada: puede demostrar, puede hasta sentarse, puede hasta disentir. Pero, dentro del sistema. Que reconoce el alambre. Y que permite a unos pocos o a unos cuantos ir “corriendo” ese alambrado” 40. 40 Prólogo de O. Bayer al libro Gerónima, de Jorge Pellegrini (1986). Gerónima es una mujer mapuche de Trapalcó (Río Negro). Una patrulla policial de El Cuy (Río Negro) pasó por su playa, la cargó y la trajo con sus hijos al hospital, sin estar enferma. Simplemente por ser Gerónima, vivir en una cueva, calentarse en invierno con piedras calientes, “hablar en lengua” (Pellegrini, 1986, 13). Conclusiones Las trayectorias de los pobladores Piñipil y Sáez permiten concluir que tanto la historia local como el Estado se ocuparon de forma distinta de estos grupos sociales, sin embargo, el componente indígena cuando no es subvalorado, es negado. Ser indígena hoy, como ayer es una cuestión estatal en parte, como se institucionaliza el Estado, tanto el colonial, como el moderno y probablemente mientras nos organicemos en estado, esto suceda. En las estrategias implementadas por los pobladores encontramos similitudes, en tanto: - las dos familias se asentaron en las tierras sin subdividir, proyectadas por el Estado nacional con otros fines, en las cuales se poblaron y utilizaron los pastos en forma comunitaria; - las superficies de tierra que ocuparon fueron distintas entre las familias, cuyas diferencias se mantienen al interior de cada reserva; - el proceso de mensura de las tierras en Cholila produjo una redistribución de la población y las reservas pasaron a ser receptoras de la población que se asentó antes de las mensuras de tierras, ya que en 1940 se mensuró la Reserva Carlos Pellegrini y en 1945, la de Lago Rivadavia; - la lógica de los pobladores responde a tradiciones y costumbres arraigadas de generación en generación, a diferencia, la lógica del Estado es con arreglo a fines privados; - finalmente, de frente a la normativa vigente y a un panorama complejo de discusión en torno a la Ley 26 160, tenemos dos veces a mismo actor, el Estado mirando al indígena, nos preguntamos ¿cómo el INAI definirá comunidad? La comunidad supone, junta, nuclea a la gente. ¿A partir de qué criterios? ¿Del territorio que ocupaban antes de la constitución del Estado? ¿Del territorio definido por quién o quiénes? ¿Comunidad conformada a partir de un mismo apellido que nuclea a las familias a través del cacique? O por el contrario, el Estado va a reconocer que la comunidad puede ser distinta, en tanto está en las memorias de la gente, y ello puede incluir no sólo más familias, sino más territorio. O ¿se correrá el riego de volver a imponer una determinada forma de estar, de ser indígena a partir de la comunidad, definida desde el Estado? Queda pendiente un estudio sobre los descendientes de los pueblos originarios en Cholila, que amplié las fuentes de información, y que las ya consultadas sean leídas críticamente. Pensamos que podrían consultarse para ello, tanto las actas policiales y de gendarmería, del Juzgado de Paz (actas de nacimiento y defunción), como los registros de escuelas y hospitales. 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Recientemente, presentó su tesis de Maestría en Estudios Sociales Agrarios “Tierras en zona de fronteras: Las Reservas de Cholila en la provincia del Chubut” en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO). Actualmente, se encuentra cursando el segundo año del Doctorado en Ciencias Sociales en FLACSO, sede Argentina. [E-mail: [email protected]].