La conspiración de la sucesión La conspiración de la sucesión Ivan Lansberg Se ha identificado la falta de planificación de la sucesión como una de las razones más importantes por las que muchas empresas familiares de primera generación no sobreviven a sus fundadores. Este trabajo explora algunos de los factores que intervienen en la planificación de la sucesión y propone mecanismos para gestionar constructivamente estas barreras. Max Weber, el gran sociólogo alemán, fue uno de los primeros en identificar la importancia de que el fundador de una organización ceda el poder a un sucesor capaz de solidificar las estructuras administrativas necesarias para el desarrollo continuo de la empresa. Weber (1946) se refería a este proceso como la institucionalización del carisma y lo veía como uno de los grandes desafíos del liderazgo. En las empresas familiares, el problema de la sucesión y la continuidad tiene un alcance aún mayor. Considere los siguientes datos: las estimaciones disponibles (Dun & Bradstreet, 1973) indican que alrededor de un 70% de todas las empresas familiares se venden o liquidan tras la muerte o la jubilación del fundador (Beckhard y Dyer, 1983). La incapacidad de estas empresas para seguir siendo empresas familiares más allá de la permanencia de sus fundadores tiene serias consecuencias económicas y sociales. Las empresas que acaban en manos de grandes firmas burocráticas quedan sujetas al interés propio y las políticas burocráticas estandarizadas de la organización compradora. Las investigaciones sugieren que una gran parte de las cualidades positivas asociadas con la propiedad y la gestión familiares, tales como la preocupación por la calidad, la perspectiva de inversión a largo plazo y la sólida relación con la comunidad, se pierden fácilmente como resultado de una adquisición por parte de grandes firmas (Astrachan, 1988). La liquidación de la empresa familiar constituye una pérdida no sólo para la familia propietaria, que a menudo tiene la mayoría de sus activos vinculados a la empresa, sino también para los empleados y la comunidad en la que está inserta, cuyo bienestar económico depende de la supervivencia del negocio. Los modelos demográficos indican que el número de empresarios que han de afrontar la realidad de la sucesión Nota: Estoy en gran deuda con Sharon Rogolsky, Edith Perrow y mi padre, Ivan Lansberg Henríquez por su apoyo editorial y su importante contribución a las ideas de este artículo. También deseo expresar mi gratitud a los revisores anónimos de Family Business Review con cuya labor han enriquecido considerablemente este artículo. y la jubilación crece rápidamente en todos los sectores económicos (Sonnenfeld, 1986). Actualmente, existen más de 24 millones de americanos mayores de 65 años. Y, más importante aún, este grupo constituye el segmento de mayor crecimiento de la población de Estados Unidos (Oficina del Censo de Estados Unidos, 1977). Durante la próxima década, un gran número de empresas creadas tras la Segunda Guerra Mundial, que sobrevivieron los retos económicos y organizativos de sus primeros años, afrontarán la salida de sus fundadores. La investigación de que disponemos (Christensen, 1953; McGivern, 1974; Trow, 1961; Hershon, 1975; Barnes y Hershon, 1977; Tashakori, 1977; Ward, 1987; Dyer, 1986; Rosenblatt, de Mik, Anderson y Johnson, 1985) muestra que uno de los factores más significativos a la hora de determinar la continuidad de la empresa familiar de una generación a otra es si se ha preparado un proceso de sucesión. La planificación de la sucesión significa la preparación necesaria para garantizar la armonía de la familia y la continuidad del negocio durante la próxima generación. Esta preparación se debe pensar en términos de las futuras necesidades tanto del negocio como de la familia. Las empresas familiares de primera generación tienen una gran dependencia de sus fundadores no sólo por asuntos de liderazgo y empuje sino también por sus contactos y conocimientos técnicos. La incapacidad para planificar la sucesión priva innecesariamente al negocio de estos importantes activos de gestión (Christensen, 1953; Danco, 1982; Hershon, 1975; Tashakori, 1977; Beckhard y Dyer, 1983; Whetten, 1980). Más aún, si se evita la planificación, la muerte repentina del fundador puede provocar una gran convulsión en los modelos de autoridad y de distribución de la propiedad. En estos casos, el conflicto entre los herederos del fundador a menudo se intensifica hasta el punto que son incapaces de tomar las decisiones estratégicas necesarias para asegurar el futuro de la empresa. La falta de planificación de la sucesión también amenaza el bienestar financiero de la familia al dejar sin respuesta muchos temas delicados sobre fiscalidad patrimonial. A menudo, el resultado final es la venta de la empresa bajo presión. Sin embargo, a pesar de todas las explicaciones racionales para preparar la sucesión, la experiencia y la investigación sugieren que en las empresas familiares rara vez se planifica la sucesión del liderazgo (Christensen, 1953; Trow, 1961; Hershon, 1975; Tashakori, 1977; Lansberg, 1985; Rosenblatt, de Mik, Anderson y Johnson, 1985). Si bien se ha hablado mucho sobre la alta incidencia y los efectos perjudiciales de no planificar la sucesión, se ha prestado muy poca atención al por qué se evita tan a menudo dicha planificación. En este trabajo ofrecemos un análisis © Copyright 1988 Family Firm Institute, Inc. Clásicos de FBR en español • 65 Lansberg de las fuerzas cruciales que obstruyen la planificación de la sucesión en las empresas familiares de primera generación. Asimismo, realizamos una descripción del estado del sistema en el momento en que se acerca a la transición de la sucesión y aportamos algunas explicaciones preliminares sobre porqué el proceso de planificación se evita con tanta vehemencia en las empresas familiares de primera generación. El argumento inicial es que cada uno de los grupos que constituye la empresa familiar experimenta sentimientos ambivalentes y conmovedores ante la inevitable transición de la sucesión. Esta ambivalencia impide que quienes deben tomar las decisiones claves se involucren constructivamente en planificar la salida del fundador. Una premisa subyacente de este artículo es que la promoción de una mayor conciencia de los motivos que sustentan la oposición entre los diversos protagonistas es un primer paso importante hacia la activación del proceso de planificación. Si bien nuestro enfoque se concentra principalmente en el diagnóstico, la última parte analiza estrategias de intervención que pueden ayudar a activar el sistema hacia la planificación de la sucesión. Las ideas presentadas provienen de tres fuentes propias: la propia experiencia personal como hijo de un emprendedor que decidió planificar la sucesión, el trabajo de consultor con empresas familiares en la transición de la sucesión y la investigación de empresas familiares que han completado con éxito la transición hacia la próxima generación o que fueron vendidas o liquidadas. Ambivalencia ante la planificación de la sucesión La transición de la sucesión impone una amplia gama de cambios importantes en la empresa familiar: se necesita reajustar las relaciones familiares, redistribuir los patrones tradicionales de influencia y abrir la puerta a nuevas estructuras que reemplacen las estructuras de propiedad y gestión vigentes durante tantos años. Para complicar aún más las cosas, el momento de la transición de la sucesión tiende a coincidir con cambios en el ciclo de vida de la familia y también con variaciones en los mercados y productos de la empresa (Davis y Stern, 1980; Ward, 1987). Estos cambios crean ansiedad y despiertan la necesidad de resolver parte de la incertidumbre que rodea el futuro de la empresa familiar. Al mismo tiempo, la resolución de esta incertidumbre obliga a abordar muchos temas con una alta carga emocional que la mayoría de la gente preferiría evitar o negar. En la empresa familiar la gente tiene distintas maneras de hacer frente a su ambivalencia ante la planificación de la sucesión. Una respuesta habitual es llegar a un acuerdo a medias entre sentimientos contradictorios mediante la puesta en práctica de una serie de conductas contraproducentes. Por ejemplo, considere el caso de un fundador que prefiere a su hija mayor para sucederle pero, al mismo tiempo, le resta autoridad porque se niega a darle apoyo y la formación que necesita para actuar competentemente en el cargo más alto (Rogolsky, 1988). Designar a la hija como sucesora aborda el deseo del fundador de “hacer algo” con el problema de 66 • Clásicos de FBR en español la continuidad. Pero sabotear pasivamente su desarrollo profesional aplaca la necesidad del fundador de mantener el control de la empresa. Estos dos tipos de conductas impiden cualquier avance real hacia el diseño de un plan de sucesión factible. Otra manera que la gente tiene de tratar estos sentimientos ambivalentes hacia la sucesión es proyectando sobre otros el lado de la ambivalencia con el que se sienten más incómodos (Smith y Berg, 1987). En la planificación de la sucesión, esta separación tiende a producirse a nivel de generaciones. Así, la generación mayor se convierte en el principal defensor del status quo y la generación más joven es la única defensora del cambio. En estas situaciones, cada grupo asume el lado opuesto de la ambivalencia; juntos impiden que el sistema como un todo progrese en la planificación del futuro. Considere el caso de un fundador que se ve permanentemente acosado por su hijo mayor por la falta de un plan de sucesión. Tras cada ataque, el fundador se pone cada vez más a la defensiva e intenta reafirmar el control sobre la empresa familiar retrasando aún más las cosas. A medida que el conflicto crece, el hijo es cada vez menos consciente de algunos de sus propios temores sobre el futuro (por ejemplo, dudas sobre su capacidad para cumplir con el trabajo de máximo responsable de manera competente o el temor a la muerte de su padre). De la misma manera, el fundador se olvida de sus reservas de preservar el status quo (por ejemplo, su anhelo secreto de retirarse de la gestión operativa diaria). El resultado de esta lucha es que ambos se anulan el uno al otro. A menos que cada uno de los grandes protagonistas reconozca la parte de la ambivalencia que niega, será difícil lograr el nivel de cooperación necesario para que se materialice la planificación. Examinemos los temas que plantea la transición de la sucesión para cada uno de los grupos que constituyen la empresa familiar. Los grupos de interés y sus perspectivas Para entender el impacto de la sucesión en la empresa familiar, es necesario diferenciar las perspectivas de los diversos miembros que componen el sistema. La figura 1 ofrece una representación gráfica de una empresa familiar. Presenta los cuatro componentes básicos: la familia, los propietarios, los gerentes y la gente externa a la empresa. (Davis y Tagiuri, 1986 y Davis, 1983, han desarrollado marcos de trabajo similares). Cada grupo tiende a tener diferentes objetivos y expectativas (Lansberg, 1983). Por ejemplo, los miembros de la familia a menudo ven la empresa como una importante parte de la identidad y la herencia familiares y también como una fuente de seguridad financiera que les permitirá satisfacer las expectativas de su estilo de vida. Esta visión de la empresa encuentra arraigo en la pertenencia a la familia y en la representación simbólica de la empresa como una “madre” cuya función es nutrir y aportar un sentido de conexión entre los miembros de la familia. En cambio, aquellos que están en la gestión ven sus carreras profesionales vinculadas a la empresa y tienden a considerar el negocio como un La conspiración de la sucesión vehículo para su desarrollo profesional y logros económicos. Desde su perspectiva, el primer objetivo de la empresa no es preocuparse de las necesidades de los miembros de la familia sino de generar beneficios y asegurarles un avance profesional continuo. Por consiguiente, quienes participan en la gestión esperan que los recursos de la empresa se asignen a aquellos que contribuyen directamente a su crecimiento. Finalmente, los propietarios ven la empresa predominantemente como una inversión de la cual esperan recibir un justo rendimiento. Sus aspiraciones provienen del derecho de propiedad que a menudo es difícil de ejercer en el contexto de una empresa familiar. También es importante destacar que los individuos pueden pertenecer a la vez a más de uno de estos grupos. Es, por lo tanto, posible que una misma persona tenga visiones contradictorias sobre los objetivos finales de la empresa. (Lansberg, 1983). Figura 1. El sistema de la empresa familiar El sistema familiar El sistema de la gestión El sistema de la propiedad El entorno Si bien asumimos que cada grupo tendrá una actitud ambivalente hacia la planificación de la sucesión, el énfasis de nuestro enfoque está en el lado negativo de esta ambivalencia porque las pruebas disponibles indican que las fuerzas que se oponen a la planificación tienden a dominar en la mayoría de los casos. El fundador. A lo largo del desarrollo de la empresa familiar, el fundador tiende a ser la única persona que es un protagonista dominante en los tres grupos. (En este artículo, nos referiremos a los fundadores en masculino, ya que la gran mayoría de empresarios que afrontan la sucesión en la próxima década son varones y nuestra información es predominantemente de empresas dirigidas por varones.) Esta posición de centralismo otorga al fundador una influencia permeable sobre el sistema de la empresa familiar, lo que hace que su arraigada ambivalencia hacia la planificación de la sucesión resulte particularmente problemática. Si bien los fundadores a menudo son conscientes del cúmulo de buenas razones para desarrollar un plan de sucesión, también afrontan importantes obstáculos psicológicos disuasivos a la hora de gestionar su salida. Uno de ellos es su reticencia a enfrentar su propia condición de mortal. Para que un fundador planifique la sucesión, debe aceptar la muerte. No es una tarea fácil para nadie (Becker, 1973) y menos para un empresario que normalmente ha pasado su vida con la firme creencia de que controla su propio destino (Gasse, 1982; Brockhaus, 1982). La planificación de la sucesión obliga a los fundadores a pasar por una especie de ritual prematuro de la muerte. Como nos comentó un fundador que entrevistamos: “Planificar mi sucesión fue como haberme involucrado activamente en todos los preparativos de mi propio velatorio”. En su obra sobre el morir y la muerte, Elizabeth KublerRoss (1969) señala que el proceso de aceptar la muerte como algo inminente se rige por una secuencia predecible de etapas: negación, rabia, depresión, negociación y, finalmente, aceptación. La planificación de la sucesión requiere que los fundadores pasen por este difícil ciclo en un momento en que todavía se sienten fuertes y vitales, cuando quienes están a su alrededor les recuerdan continuamente que son el eje indispensable de la empresa familiar. Bajo estas condiciones, se hace muy difícil que el fundador avance más allá de la etapa de negación. Considere, por ejemplo, el caso de Armand Hammer, empresario de 90 años famoso por su falta de voluntad para planificar su salida de Occidental Petroleum, la empresa que dirigió durante 31 años. Cuando un periodista del New York Times le preguntó que comentara por qué no había escogido un sucesor, declaró: “ ‘Si muero’ -y aquí se detuvo, se dio cuenta de sus palabras y corrigió su declaración. ‘Cuando muera, el consejo de administración elegirá a mi sucesor. Son un buen grupo’” (Williams, 1984, págs. 1-3). Con frecuencia, los fundadores elaboran un complejo sistema de racionalizaciones y de búsqueda de términos medios que les impiden involucrarse en la planificación de la sucesión. El mecanismo más destructivo del fundador es pasar una y otra vez por el proceso de escoger un sucesor para acabar deslegitimando su autoridad y despidiéndolo después de un tiempo con cualquier pretexto caprichoso. Los fundadores también se oponen a la planificación de la sucesión porque implica perder el poder para influir en la gestión diaria del negocio. En muchos casos, los fundadores se convirtieron en empresarios precisamente por una fuerte necesidad de adquirir y ejercer poder sobre otros. Renunciar a este poder sobre la empresa es, por lo tanto, visto como el primer paso hacia la pérdida de control sobre la propia vida. La fuerte necesidad de poder y centralismo del fundador se hace evidente en la forma en que organizan sus negocios (Hershon, 1975; Tashakori, 1980). Los investigadores han documentado la tendencia de los fundadores a hacerse indispensables para la empresa al resistirse a delegar autoridad e insistir en estar involucrados en decisiones que probablemente se resolverían mejor en niveles inferiores Clásicos de FBR en español • 67 Lansberg de la organización (Tashakori, 1980; Hershon, 1975; Dyer, 1986). Esta tendencia autoreforzada hacia el centralismo lleva a muchos fundadores a crear una imagen exagerada de las consecuencias desastrosas que podría provocar su jubilación. Esta apreciación es frecuentemente compartida por otros miembros de la empresa familiar y, a menudo, se convierte en una parte integral de la cultura de la empresa (Dyer, 1986; Schein, 1985). A su vez, este sombrío panorama ofrece un sólido argumento para evitar la planificación de la sucesión y fortalece la necesidad del fundador de mantenerse involucrado en las decisiones del día a día. Si bien puede ser verdad que el fundador es indispensable en cualquier momento de la vida de la empresa familiar, lo cierto es que es él quien tiene el poder para romper este ciclo de dependencia, ya que es en gran parte, aunque no completamente, el responsable de su perpetuidad. El temor a perder el control del negocio a menudo se ve exacerbado por la idea de que jubilarse de la empresa se traducirá en un relegamiento del papel central que tiene en la familia. Según lo expresó el sucesor en una empresa: “Mi padre se negó a ceder el poder porque tenía miedo de que después de la jubilación ya no sería más el papá, ni el patriarca al que todos esos niños buscarían y de quien dependerían. Quería morir controlando la familia y la empresa y, lamentablemente para todos nosotros, así lo hizo”. Es interesante destacar en este aspecto que incluso aquellos fundadores que planifican su salida de la gestión del negocio a menudo mantienen el control de la propiedad hasta su muerte. Lo hacen a pesar de las grandes ventajas fiscales sobre el patrimonio si se traspasa el control de la propiedad accionarial a los herederos mientras el fundador todavía vive. Además de la pérdida de poder, los fundadores también se resisten a la planificación de la sucesión por temor a perder una parte importante de su identidad. Para un empresario, su negocio define su lugar en la comunidad y en el mundo en general. Más aún, la empresa forma parte integral de su sentido de ser (Levinson, 1971; McGivern, 1978). A menudo, el negocio es su creación más importante. Y, a diferencia de sus hijos y posiblemente su esposa, es algo que ama y que puede mantener para sí. De esta forma, los fundadores que padecen el síndrome del nido vacío en el hogar, se aferran aún más a sus empresas (Rogolsky, 1998). En un momento de la vida en que el fundador lucha por aceptar el significado de la obra de su vida, y cuando queda muy poco tiempo para cambiar las cosas, la idea de separarse de su organización es inquietante y dolorosa. Incluso los fundadores que han tenido el valor de implantar un plan de sucesión a menudo se sienten desorientados una vez que éste se hace público. En una empresa familiar que hemos analizado, al fundador le preocupaba que la comunidad financiera y sus socios no lo tomaran en cuenta y lo marginaran una vez que diera a conocer su plan de sucesión. Ser o no ser invitado a encuentros de negocios o convenciones se convirtió en su mayor preocupación, así como el cargo que pondría en 68 • Clásicos de FBR en español sus tarjetas de visita. También le preocupaba muchísimo si podría mantener su oficina en el edificio de la empresa, incluso cuando él continuaba siendo el único dueño del negocio. Por último, como lo han indicado Levinson (1971) y otros, los fundadores que tienen problemas con la sucesión a menudo experimentan fuertes sentimientos de rivalidad y celos hacia los potenciales sucesores. Algunos expertos en psicoanálisis han sugerido que para un empresario varón la empresa constituye una representación inconsciente de su madre. Por ejemplo, Levinson (citado por Coleman, 1986, p.30), dice, “El hijo simbólicamente derrota al padre al comenzar su propio negocio. Simultáneamente construye y se casa con su organización; representa la madre que nunca pudo arrebatarle a su padre”. La sucesión desata en el fundador la misma rivalidad que experimentó él con su padre en las primeras etapas de su vida. Esta vez, sin embargo, la lucha se plantea con el sucesor, un rival más joven que prevé tomar el lugar del fundador en su amada organización. De manera simultánea, el fundador puede experimentar una pérdida similar en el afecto de sus hijas cuando éstas eligen a sus parejas (Rogolsky, 1988). Estos sentimientos se hacen evidentes a través de una desconfianza persistente sobre las competencias y capacidades del sucesor. En una empresa que hemos analizado, la desconfianza y rivalidad del fundador hacia el sucesor llegó al punto en que el fundador pasaba la mayor parte de su tiempo documentando detalladamente cada decisión del sucesor como una forma de reunir argumentos convincentes para no retirarse. El hecho de que la empresa registrara unos beneficios considerables bajo el liderazgo del sucesor no era prueba suficiente de su competencia como gestor. En cambio, el fundador argumentaba que hasta que el sucesor no aprendiera a cuidar los detalles (como apagar las luces de la oficina por la noche, o usar una buena gramática en los documentos internos) no estaría en condiciones de asumir la gestión. Después de una dolorosa lucha por el control, el sucesor abandonó la empresa, y el fundador desde entonces ha repetido el mismo ciclo con otros dos candidatos a sucesor. La mayoría de los expertos en sucesión limita su atención al fundador. Si bien éste es incuestionablemente el actor principal en la planificación de la sucesión, es importante darse cuenta de que el fundador no está solo en la resistencia al proceso de planificación. La familia del fundador con frecuencia ejerce una gran presión para evitar los temas de la sucesión, un asunto con una fuerte carga emocional. La familia. Para entender la reacción de la familia a la planificación de la sucesión y las razones por las cuales sus miembros podrían querer evitar el proceso, es importante considerar la etapa en el ciclo de vida en el que se encuentre la familia en el momento de la sucesión. La necesidad de comenzar a pensar en la planificación de la sucesión no surge normalmente hasta que el fundador y su esposa entran en la última etapa del ciclo de vida (alrededor de los sesenta años). Varios teóricos de la familia (McGoldrick y La conspiración de la sucesión Carter, 1982) han descrito algunos de los temas a los que se enfrentan las parejas en este momento de sus vidas. En esta etapa, el último de los hijos ya se ha ido de casa y la pareja lucha para ajustarse al vacío producido por un nido vacío. Durante este periodo es posible que surjan dificultades matrimoniales no resueltas que durante años han estado inactivas, encubiertas por las continuas presiones de educar a los hijos y comenzar un negocio. La muerte o enfermedad de uno de los miembros de la pareja, que a estas alturas ya tienen una edad, añade una presión adicional. La idea de ser cada vez más dependientes de otros es especialmente difícil para las parejas que valoran mucho el ser capaces de actuar por sí mismos. La jubilación y los cambios de estatus derivados de ella exacerban aún más estas dificultades. En esta etapa, las parejas recurren a estrategias emocionales, tales como negar la necesidad de hacer frente a la sucesión, negarse a ceder el poder y reafirmar su autoridad y centralismo tanto en la jerarquía de la familia como de la empresa. Para los hijos, éste también es un momento de estrés y ajustes, ya que ellos mismos se están adaptando a las múltiples exigencias del mundo adulto, incluyendo el matrimonio y (para muchos) divorcios, carreras y la paternidad. Además, en esta etapa los hijos están ansiosos por poder establecer su propia independencia financiera y autonomía. Estas condiciones hacen poco probable que los hijos sean pacientes y apoyen los intentos de sus padres para ejercer poder sobre los miembros de la familia. Por el contrario, el hijo puede optar por traspasar sus propias dificultades sobre la sucesión al fundador, quien es visto como el único obstáculo para avanzar en la empresa. A menudo, aquellos de la generación más joven, ávidos de que se produzca la salida del fundador, experimentan una gran culpa inconsciente que les lleva a sabotear sus propias posibilidades de ser unos sucesores eficientes. Muchos de los desafíos evolutivos de esta etapa interfieren en la capacidad y la disposición de la familia a involucrarse en una discusión abierta sobre la sucesión. Para la esposa del fundador, la transición de la sucesión crea una compleja serie de incertidumbres. Por un lado, las cónyuges se preocupan muchísimo sobre el futuro económico y emocional de la familia y continuamente buscan mediar en los conflictos que surgen entre el fundador y la próxima generación o incluso entre los propios hermanos. Por esta razón, las esposas a menudo apoyan la planificación de la sucesión y en muchos casos constituyen una influencia poderosa para movilizar al fundador a hacer frente a sus dificultades a la hora de la transición. Por otro lado, la esposa del fundador afronta una serie de temas que pueden disuadirla de abordar el tema de la sucesión. Para la esposa, la empresa también constituye un centro importante de actividad y un gran componente de su identidad (Rosenblatt, de Mik, Anderson y Johnson, 1985). Al igual que el fundador, la esposa puede verse enfrentada a abandonar muchas funciones importantes que ha tenido en o alrededor del negocio durante años. Estas funciones varían significativamente de empresa a empresa y van desde dirigir una parte del negocio o gestionar las finanzas de la empresa hasta ayudar a los empleados con sus problemas familiares u organizar actividades sociales para sus clientes (Rosenblatt, de Mik, Anderson y Johnson, 1985). A veces, las cónyuges pueden desalentar la planificación de la sucesión porque temen que una discusión seria sobre el futuro de la empresa familiar altere la armonía familiar. En una empresa familiar que estudiamos, la esposa del fundador tenía un papel de guardián de las emociones de la familia, y constantemente protegía a la familia de temas como la sucesión, que son incómodos desde un punto de vista emocional. Al desalentar activamente a cualquiera de los hijos a involucrarse en discusiones sobre el futuro de la empresa familiar, la esposa permitía que el fundador siguiera posponiendo el desarrollo de un plan de sucesión. A veces, la esposa del fundador también se opone a llamar a un consultor externo porque esto violaría la intimidad de la familia y expondría la ropa sucia de la familia a la vista pública. Existen muchos otros factores familiares que pueden interferir en una discusión abierta sobre la sucesión. Por ejemplo, como resultado de factores tales como el género o el orden de nacimiento, los padres varían considerablemente la preferencia sobre sus hijos. Estas diferencias tienen un efecto enorme en la apreciación de los padres sobre cuál de los hijos debería ser el sucesor del fundador y al mismo tiempo resaltan la posibilidad de que la opción sea vista como algo hecho con un trato preferencial. Si bien la respuesta emocional a la elección del sucesor a menudo se ve influida por factores como el origen étnico de la familia y sus tradiciones (en particular en lo que respecta a la primogenitura), la configuración de coaliciones familiares o la etapa de desarrollo de algunos miembros claves, la decisión tiende a tener una alta carga emotiva en la mayoría de las empresas familiares. Además, la mayoría de las culturas occidentales tienen normas que regulan la conducta familiar y que hacen desistir a padres e hijos de participar abiertamente en una discusión sobre el futuro de la familia más allá del periodo de vida de los padres. Esto es particularmente cierto en temas económicos y financieros, tales como la planificación patrimonial, donde una discusión abierta es vista normalmente como una ruptura de la etiqueta, una muestra de interés propio y una falta de confianza mutua. Estas normas sirven para asegurar que las relaciones dentro de la familia están guiadas por una preocupación personal y no por motivos como el oportunismo económico. Sin embargo, cuando las empresas están gestionadas por familias, las mismas normas pueden servir para hacer desistir de las discusiones tan necesarias sobre planificación de la sucesión. Otros investigadores han destacado que muchas familias tienen problemas para hablar sobre herencias y el futuro económico de la familia. Por ejemplo, Rosenblatt y sus asociados (Rosenblatt, de Mik, Anderson y Johnson, 1985, p. 192) argumentan que las preocupaciones sobre la sucesión y la herencia se deben al hecho de que hay mucho en juego para los herederos del fundador (financieramente y en otras Clásicos de FBR en español • 69 Lansberg áreas): “Lo que la gente herede y lo que deje de heredar no es sólo algo con valor financiero sino que también puede ser un empleo, un estatus o un lugar en la comunidad”. Las familias temen que una conversación abierta de estos temas sólo sirva para alimentar comparaciones envidiosas entre los herederos que acaben destruyendo el tejido familiar. Por último, la generación más joven a menudo evita la planificación de la sucesión porque ésta despierta un gran temor sobre la muerte de los padres, la separación y el abandono. En un caso, el hijo adulto de un empresario me dijo que “en el fondo” ni siquiera quería pensar en lo que sería la vida cuando no estuvieran sus padres. Temía que abordar la sucesión fuera tan inquietante que en realidad provocara la muerte del padre que, curiosamente, gozaba de muy buena salud. Debido a la ansiedad que genera la transición de la sucesión, no es raro que los miembros de la familia tengan algunas expectativas muy negativas sobre lo que pasaría si los temas de la sucesión se discutieran abiertamente. Si bien es incuestionablemente cierto que no todas las familias tienen la misma capacidad para afrontar el estrés creado por la planificación de la sucesión, las expectativas fatalistas a menudo impiden, incluso en las familias más normales, enfrentarse a la necesidad de planificar. Los gerentes. Las dificultades ante la sucesión no se limitan al fundador y la familia. Los responsables de la gestión de la empresa también afrontan temas emocionales complicados que les llevan a oponerse a la planificación. Este apartado analiza el equipo de gerentes no familiares que constituyen los escalafones más altos de la empresa. Este grupo a menudo incluye a gerentes de mayor edad que han trabajado con el fundador desde el comienzo del negocio. Muchos altos cargos se muestran reacios a pasar de una relación personal con el fundador a una más formal con el sucesor. En la mayoría de los casos, estos gerentes han creado vínculos únicos con el fundador que van más allá de los parámetros de una relación contractual. En estos años, el fundador puede haberse hecho cargo personalmente de la preparación de cada gerente, su evaluación, su remuneración e incluso puede haber hecho favores personales tanto a los gerentes como a sus familias. Por ejemplo, en varias empresas que hemos analizado, el fundador había ayudado a los altos cargos a obtener préstamos para comprar una vivienda. Para muchos altos ejecutivos, los vínculos personales con el propietario constituyen la principal ventaja de trabajar en una empresa familiar durante años. La sucesión del fundador también enfrenta a estos gerentes de mayor edad con la realidad de su propia vejez y jubilación. En situaciones conflictivas en las que el fundador y la generación más joven luchan por el control, los gerentes de mayor edad se ponen, con bastante frecuencia, del lado del fundador y favorecen el status quo. También es posible que las familias de estos altos cargos tengan vínculos personales con el fundador y su familia, de modo que un cambio de jerarquía en la familia del fundador puede incitar cambios en las familias de los gerentes. En muchos casos, varios miembros de una única familia son empleados de la empresa, de modo que un 70 • Clásicos de FBR en español cambio en el liderazgo también puede amenazar el empleo de estas familias. En algunas grandes empresas, los altos cargos incluyen gerentes profesionales más jóvenes, con menos tiempo en la empresa, que aspiran a formalizar la estructura de la empresa en el futuro (Dyer, 1986). Estos gerentes a menudo están impacientes por deshacerse de los parientes (tanto de los propietarios como de los otros gerentes) que, a su modo de ver, no contribuyen al crecimiento ni desarrollo de la empresa. Independientemente de su capacidad y habilidades, un sucesor rara vez podrá reemplazar al empresario a los ojos de los gerentes de mayor edad. Con el cambio de liderazgo, no sólo es inevitable sino apropiado y necesario que muchas de las tareas que realizaba el fundador se institucionalicen (Greiner, 1972). La alta dirección a menudo espera que los controles formales tales como presupuestos, sistemas de gestión de la información y asuntos de personal, restrinjan su autonomía e influencia. Esto les lleva a resistir tanto la planificación como la implantación de la transición de la sucesión. No es raro, por lo tanto, encontrar a la alta dirección coludida con el fundador y los miembros de la familia para evitar una conversación seria sobre la sucesión. Los propietarios. Además de la familia y la alta dirección, los propietarios también tienen dificultades para abordar la planificación de la sucesión. En la mayoría de las empresas de primera generación, el fundador tiene por sí mismo todo el control de la propiedad. En algunas empresas, el fundador ha dado o vendido una parte de la propiedad a la alta dirección, parientes, o a ambos, ya sea para darles un incentivo para profundizar su compromiso con la empresa o para limitar las cargas fiscales sobre el patrimonio. En estos casos, el fundador normalmente retiene el control de la propiedad del negocio. En empresas más grandes, el fundador a menudo se asegura el apoyo financiero de inversores externos a quienes les da una participación en la propiedad a cambio de su inversión. Estos inversores externos son normalmente viejos amigos del fundador, que son a su vez propietarios y gestores de otras empresas familiares de la comunidad. Con todo, también existen otras empresas familiares que son concesionarias o franquicias en las cuales las grandes empresas matrices tienen una participación directa en la propiedad. Al igual que otros grupos de interés de la empresa familiar, los propietarios, cualquiera que sea la forma en que están involucrados en la empresa, también experimentan dificultades para participar enérgicamente o activar el proceso de planificación de la sucesión. Para los propietarios que trabajan en la empresa, ya sean miembros de la familia o no, las dificultades normalmente provienen de la manera en que se han convertido en propietarios. A menudo, el fundador entrega una participación de su propiedad a estos individuos como un gesto paternalista de grandeza o como reconocimiento a alguna contribución especial que hayan hecho o que se espera que hagan en el futuro. Sin embargo, este regalo o venta lleva implícita una expectativa de lealtad y fidelidad hacia el fundador, lo que hace muy difícil que esta minoría interna La conspiración de la sucesión de propietarios plantee preguntas sobre la planificación de la sucesión sin aparecer como desleal. Los propietarios minoritarios externos que son viejos amigos del fundador a menudo también se oponen a la planificación de la sucesión en sus propias empresas y como resultado de ello tienden a evitar cualquier discusión sobre planificación de la sucesión. Como declaró un fundador que entrevistamos, “En el momento en que anuncié que finalmente había decidido hacer algo sobre la sucesión, mis socios y compañeros de trabajo se abalanzaron sobre mí y me dijeron que estaba loco. Querían saber si había recibido malas noticias del médico. Me tomó un tiempo darme cuenta de que lo que estaba haciendo les enfrentaba a sus propias preocupaciones sobre la sucesión”. No todos los fundadores tienen la sabiduría de separar su propia preocupación sobre la sucesión de la de otros. El problema de la sucesión es un asunto generacional que enfrenta a todos sus miembros más o menos al mismo tiempo. La reticencia de los socios y pares del fundador a afrontar la sucesión a menudo refuerza la propia resistencia del fundador a planificar su salida de la empresa. A las empresas familiares que pertenecen a una red de concesionarios de una empresa mayor rara vez se les anima constructivamente a planificar la sucesión del fundador. En el mejor de los casos, las grandes empresas tratan el tema de la sucesión del concesionario principal especificando en el contrato que se debe encontrar un “sucesor adecuado” (adecuado normalmente queda sin definición) para que se renueve el acuerdo más allá de la permanencia del concesionario principal. Es evidente que, en muchos casos, la casa matriz no entiende claramente cómo la compleja interacción de la familia y el negocio afecta la capacidad del líder para aceptar la sucesión. En la empresa matriz, la sucesión de la gestión se realiza normalmente a través un proceso formal que se ha institucionalizado desde hace tiempo. A menudo, la matriz espera que los concesionarios aborden la sucesión con el mismo grado de racionalidad burocrática que se presume que se utiliza en la oficina central. Si bien la amenaza de disolución del acuerdo de concesión sí despierta conciencia sobre la necesidad de hacer algo sobre la sucesión, la racionalidad burocrática impuesta por la matriz sirve para inhibir cualquier consideración sobre la forma en que la dinámica personal del fundador y de su familia puedan interferir en la planificación de la sucesión. Además, al no existir procesos y estructuras de apoyo, la imposición de limitaciones contractuales imprecisas sólo sirve para incrementar las tensiones propias de las relaciones entre concesionario y empresa matriz. La oficina matriz frecuentemente se convierte en un objetivo hacia el cual el fundador y otros miembros de la empresa familiar canalizan gran parte de la ansiedad y rabia que experimentan como resultado de la situación de la sucesión. El entorno. La resistencia al proceso de planificación de la sucesión no se limita a los individuos directamente involucrados con el sistema de la empresa familiar. Las fuerzas del entorno también crean barreras a la planificación de la sucesión. Estas fuerzas las componen los clientes o proveedores que se han hecho dependientes del fundador, que es su principal contacto en la empresa. Estas personas saben que el fundador es la persona con la cual deben hablar cuando quieren que se hagan cosas. Aunque es evidente que les conviene en el largo plazo que la empresa planifique y tenga una sana continuidad, a clientes y proveedores a menudo les preocupa perder su contacto con la cúpula y frecuentemente se ponen del lado del fundador para impedir los intentos de planificación de la sucesión. En una empresa que estudiamos, el fundador se había jubilado y trasladado a varios miles de kilómetros hacía tres años y todavía recibía y respondía llamadas diarias de clientes. En empresas de servicios, en las cuales la red de contactos personales del fundador es uno de los activos más importantes del negocio, estos mismos contactos pueden convertirse en una razón poderosa para perpetuar el centralismo. En muchos casos, la red del fundador es fruto de una vida de experiencias compartidas con miembros como él, que no crean vínculos fácilmente con el sucesor u otros de su misma generación. Vale la pena destacar aquí que nuestros valores culturales normalmente no apoyan a los líderes que planifican la sucesión. De hecho, hasta hace muy poco, los académicos de temas de gestión no prestaban mucha atención al problema general de la sucesión del liderazgo. Como ha indicado Sonnenfeld (1986, p. 321): “La manera en que un líder abandona la empresa es tan importante para sus miembros como la forma en que llegó a ella. Sin embargo, nuestra atención no está equilibrada entre estos dos acontecimientos. Normalmente oímos sobre la cruenta batalla de grandes casos de luchas de sucesión empresarial, pero es precisamente aquí donde comienza y termina la discusión. La sabiduría colectiva sobre el traspaso del liderazgo no aparece en los libros de gestión más vendidos, ni en investigaciones o textos de clase”. Los estereotipos que destacamos son los de líderes legendarios que “han muerto al pie del cañón” o “que han sucumbido al timón de su barco”, no los de líderes que han planificado concienzudamente su salida. Quizás nuestra propia ambivalencia colectiva hacia la autoridad interfiere con nuestra capacidad para aceptar el hecho de que los líderes no desaparecen, sino que mueren. En este contexto, la planificación de la sucesión es vista más como un signo de debilidad o como una deficiencia del carácter más que como un componente esencial de un liderazgo responsable. Y los fundadores, que se ven a sí mismos como el principal responsable del bienestar de sus familias y sus empresas, no se toman a la ligera estos mensajes culturales. Activación del proceso de planificación de la sucesión El análisis precedente ofrece una respuesta preliminar a la pregunta, ¿por qué tantas empresas familiares de primera generación evitan planificar la salida de sus fundadores? La pregunta es importante porque la ausencia de un plan Clásicos de FBR en español • 71 Lansberg de sucesión es un factor crucial en el fracaso de muchas empresas familiares. Hemos expuesto la idea de un sistema en punto muerto, en el cual los grupos de interés más importantes presentan una gran ambivalencia ante el proceso de planificación y, consecuentemente, tienden a posponer, a buscar arreglos a medias o a quedar empantanados en conflictos no productivos entre ellos. Si bien sólo algunos de los obstáculos que he identificado pueden materializarse en una situación determinada, es vital que quienes toman las decisiones y los consultores estén atentos a la manera en que estas fuerzas puedan interferir con la (buena) disposición de los grupos de interés a participar en la planificación constructiva de la salida del fundador. Un primer paso importante en la tarea para desarrollar estrategias y activar el desarrollo de la planificación de la sucesión es diagnosticar la resistencia desde la perspectiva de cada colectivo involucrado. Este apartado propone una serie de intervenciones que pueden ayudar a atenuar la resistencia a la planificación de la sucesión. Son ideas que se dirigen a aquellos que pueden ayudar a producir el cambio, incluyendo consultores, abogados, contables, directores y otros responsables de decisiones directamente involucrados en la empresa. Como lo indica la información disponible sobre la escasa frecuencia de la planificación de la sucesión, la resistencia a nivel de todo el sistema es una fuerza poderosa. Activar la elaboración de un plan de sucesión requiere una gran cantidad de paciencia, destreza y perseverancia. Es importante que aquellos que intentan producir el diseño y la implantación de un plan de sucesión tengan la credibilidad y la legitimidad necesaria para trabajar con todas las personas cruciales. Como una forma de reconocer la complejidad del problema, las ideas presentadas aquí deben ser vistas no como una receta para “arreglar” la situación de la sucesión sino como sugerencias que se han de ajustar a las condiciones específicas de cada caso. Se basan en el supuesto de que la familia es sana y cualquier conflicto o dificultad que pueda existir no proviene de una patología seria sino de las tensiones propias del ciclo de vida (Walsh, 1982). En primer lugar presentaremos algunas ideas que pueden hacer que el fundador actúe y acometa la planificación de la sucesión. Subsecuentemente, exploramos las intervenciones a nivel del sistema. La mayoría de estas recomendaciones se basan en la idea de que, para activar el sistema, necesitamos encontrar formas de proporcionar y aumentar las fuerzas que favorecen la planificación de la sucesión y al mismo tiempo mecanismos para atenuar o redirigir las fuerzas que se oponen a ella. Trabajar con el fundador. Debido al centralismo e influencia del fundador, su disposición es una condición necesaria pero no suficiente para que se produzca una planificación eficiente de la sucesión. Lograr que el fundador acepte la necesidad de planificar debería ser, al menos, una prioridad importante durante la primera fase de cualquier iniciativa de intervención. Examinemos lo que se puede hacer para fortalecer la disposición del fundador a abordar 72 • Clásicos de FBR en español la sucesión, poniendo especial atención en sus necesidades emocionales y cognitivas. En primer lugar, es importante abordar las necesidades emocionales e inseguridades del fundador ante la sucesión, ya que éstas constituyen un importante obstáculo al desarrollo del plan. El principal objetivo es crear las condiciones que puedan ayudar al fundador a superar sus resistencias más decisivas al proceso de planificación. Una opción es ayudar al fundador a crear una red de apoyo de fundadores que hayan realizado la planificación de la sucesión y, como resultado de ello, entienden lo que comporta el proceso. El diálogo con sus pares puede ayudar al fundador a tener una perspectiva sobre su propia resistencia a la sucesión. Y aún más importante es comparar experiencias con otros, ya que aumenta la probabilidad de que el fundador entienda su reticencia a ceder el poder como la reacción típica de todo fundador que afronta la transición de la sucesión, es decir, un obstáculo propio de la situación que puede y debe superarse. Sus pares y la gente de más edad que han planificado exitosamente su sucesión y, por lo tanto, han asegurado la continuidad de la empresa familiar, tienen más posibilidades de transmitir al fundador un sentido de orgullo y logro a la hora de hacer frente a los desafíos de la sucesión. Resulta interesante que muchos fundadores a los cuales hemos entrevistado y que habían planificado su sucesión, han tenido recientemente un encuentro cercano con la muerte, ya sea un ataque cardíaco, un accidente casi mortal o la muerte de un amigo cercano o un familiar. Nuestras entrevistas sugieren que el contacto con la muerte, ya sea directa o indirectamente, ayudan a que los fundadores actúen, afronten su propia condición de mortal y planifiquen la sucesión. Estar atento a estos acontecimientos puede ayudar a quienes intervienen a identificar el momento en que el fundador es más receptivo a la idea de planificar su propia sucesión. Cuando el fundador ha tenido tiempo de vivir el duelo y superar la pérdida de un amigo o familiar cercano, puede estar menos a la defensiva y más dispuesto a aceptar las consecuencias que su propia muerte podría tener sobre su familia y la empresa. Aquí también, una red de apoyo puede ayudar al fundador a superar sus temores, gracias a la ayuda de sus pares que han pasado por circunstancias similares. Por ejemplo, los fundadores que han planificado su salida a menudo prevén la institucionalización de la empresa como una manera realista de perpetuar sus valores y creencias, una forma más tangible de inmortalidad. Esta perspectiva puede ayudar al fundador a reformular el proceso de sucesión como algo que está haciendo para sí mismo y también para otros. Además, los fundadores se pueden beneficiar mucho de otros que les sirvan de ejemplo, que les expliquen el proceso por el que pasaron para planificar su salida y sus sentimientos ante sus nuevos roles. Es importante que la familia entienda lo difícil y doloroso que es para el fundador ceder el poder. El empresario es un símbolo de fortaleza y de autosuficiencia en la familia. Esta imagen puede dificultar que la familia perciba y se La conspiración de la sucesión identifique con las dificultades del fundador ante estos temas. Ayudar a los miembros de la familia a entender lo que significa emocionalmente para el fundador la sucesión, les ayudará a buscar formas de apoyo a través de esta dolorosa transición. Este proceso se puede traducir en ayudar a la familia a revisar conductas “erráticas” o “irracionales”, que pueden ser una reacción natural al proceso de ceder el poder. Por ejemplo, un futuro sucesor que está atento a las dificultades emocionales del fundador ante la sucesión tiene más posibilidades de reaccionar constructivamente ante el intento del fundador de interferir en la transferencia del poder. Al actuar con firmeza pero demostrando apoyo en lugar de confrontación, el futuro sucesor puede ayudar al fundador a dar los pasos necesarios. Agudizar la conciencia del fundador sobre la necesidad de planificar también es importante. Con frecuencia, es útil sensibilizar al fundador sobre el grado al cual la empresa familiar depende de él. Las preguntas de diagnóstico claves en esta etapa son: ¿Qué pasaría hoy si el fundador falleciera repentinamente?, ¿qué le pasaría a la familia?, ¿qué es probable que le pase a la empresa?, ¿qué pasaría desde el punto de vista de la propiedad y las cargas fiscales patrimoniales?, ¿cómo reaccionaría el mundo externo (por ejemplo, los bancos, los proveedores claves, los clientes)? Normalmente, este tipo de preguntas ayudan a crear un sentido de urgencia sobre la necesidad de planificación. También puede ser útil fortalecer el sentido de responsabilidad del fundador como padre y consejero delegado resaltando el hecho de que la planificación de la sucesión es la tarea más importante del líder. Por ejemplo, puede resultar muy eficaz presentar al fundador algunos casos de empresas familiares en las cuales el fundador garantizó la continuidad de la familia y la empresa mediante una sucesión cuidadosamente planificada y orquestada. Este trabajo de tomar mayor conciencia se debe integrar con ideas concretas sobre qué hacer ante el problema. Las tareas básicas de la planificación de la sucesión incluyen: • Formular y compartir una visión viable del futuro en el cual el fundador ya no esté a cargo de la empresa familiar • Seleccionar y preparar al sucesor del fundador, y también al futuro equipo de alta dirección • Diseñar un proceso a través del cual el poder se transfiera de la actual generación en la gestión a la siguiente • Desarrollar un plan patrimonial que especifique cómo los activos de la familia y la propiedad de la empresa se asignarán entre los herederos del fundador • Diseñar las estructuras apropiadas y la gente que trabajará en ellas para gestionar el cambio, incluyendo un consejo de familia, un grupo de tarea ejecutivo y un consejo de administración • Educar a la familia para que entienda los derechos y responsabilidades que provienen de los diferentes roles que puedan asumir en el futuro Si bien va más allá del enfoque de este trabajo explorar en profundidad la lista precedente, es importante resaltar que, a menos que el fundador entienda las tareas específicas de la planificación de la sucesión, es probable que crezca su resistencia al proceso. También es útil ayudar al fundador a desarrollar una visión clara de sus futuros roles tanto dentro como fuera de la empresa familiar. Los fundadores que manifiestan un fuerte interés en actividades que no sean la gestión de la empresa lo tienen más fácil para planificar la sucesión. Para algunos fundadores, esto significa dedicarse a una nueva carrera fuera de la empresa. Por ejemplo, un fundador que anhelaba involucrarse activamente en educación, se convirtió en un profesor de gestión muy respetado en la universidad local. Otro se retiró para dedicarse a la música y ahora es el director de la orquesta sinfónica de su pueblo. Y un tercero fundó una consultoría y pasa su tiempo asesorando a otros fundadores sobre la empresa familiar y la sucesión. Asimismo es importante que los fundadores diseñen el papel interino o transitorio que ocuparán una vez que traspasen la gestión de la empresa a su sucesor. Clarificar ayuda a reducir la incertidumbre sobre el futuro y apacigua el temor del fundador a quedarse completamente desconectado de la empresa una vez que se retire. Este papel de transición puede variar significativamente de un caso a otro. En algunas de las empresas que hemos analizado, los fundadores no participan en la gestión operativa pero siguen siendo presidentes eméritos y participan como asesores en nuevos proyectos o asuntos generales. Otros actúan como embajadores que promueven la empresa en nuevos mercados y también en los ya establecidos. Con todo, otros se han creado un rol interno bien aislado de la gestión diaria. Un fundador que entrevistamos es un exitoso y reconocido ingeniero que inventó un importante proceso de manufactura. La investigación es su gran pasión. Dejó la gestión de la empresa a su hijo (también ingeniero) y, a los 70 años, volvió a la investigación. Ahora con 83 años, ha desarrollado un buen número de patentes desde que retomó la investigación. No hace falta decir que existe un riesgo real durante el proceso de transición que el fundador saliente invada el territorio de su sucesor y su autonomía. Es importante definir claramente los límites de la participación del fundador y que tanto el fundador como el sucesor supervisen este aspecto de la transición con mucho cuidado. Clarificar los futuros roles (tanto externos como internos) facilita la planificación de la sucesión ya que reduce la incertidumbre sobre el futuro. Además, si el fundador se retira de la gestión del día a día por su propio interés en otras actividades, el dolor de ceder el poder se ve mitigado por el atractivo que tienen los nuevos desafíos. Trabajar con la familia. Para ayudar a la familia a superar la resistencia a la planificación de la sucesión, es útil estructurar un proceso que integre los diferentes subgrupos de la familia para discutir la sucesión. Es importante la secuencia de estos encuentros. Durante las primeras fases, es importante que el fundador y su esposa lleguen a un acuerdo mutuo sobre Clásicos de FBR en español • 73 Lansberg la necesidad de planificar. En primer lugar, la pareja debe expresar qué es lo que les gustaría ver como resultado del proceso de planificación. Conjuntamente, el fundador y su esposa constituyen el liderazgo en el sistema de la empresa familiar. Es crucial, por lo tanto, que desarrollen una visión compartida del futuro. Ésta debe incluir una declaración de las aspiraciones hacia ellos mismos y hacia el resto de la familia así como también una lista de las actividades específicas que les gustaría compartir en el futuro. El objetivo básico es ayudar a la pareja a apoyarse el uno al otro durante el proceso y a darse cuenta de que sus acciones son esenciales para lograr una buena vida en el futuro. Esto es importante porque si no se sienten con la facultad para diseñar e implantar un plan de sucesión, es poco probable que sean capaces de ejecutar un liderazgo eficiente para ayudar a otros en la familia y en la empresa a aceptar los desafíos de la sucesión. A veces, a las parejas les resulta beneficioso buscar consejo matrimonial y asesoría sobre planificación financiera antes de abordar la planificación de la sucesión. En estos casos, ayudar a la pareja a tomar esta decisión puede ser un paso importante y el primero para activar la planificación de la sucesión. Una vez que el fundador y su esposa han tenido la oportunidad de aclarar sus expectativas y asuntos, puede resultar útil crear un consejo de familia. Este grupo se compone de todos los miembros de la familia que son claves para el futuro de la empresa, incluyendo el fundador, su esposa y los hijos, así como también otros familiares que tengan una participación significativa en la empresa familiar. Se reúne con el propósito de discutir los temas que surgen como resultado de la participación de la familia en la empresa (Ward, 1987). Estos asuntos incluyen cuestiones como, ¿debería la familia perpetuar el negocio y si es así por qué?, ¿cómo se beneficiarán los miembros de la familia tanto dentro como fuera del negocio si se perpetúa la empresa?, ¿cuáles son los valores que comparte la familia?, ¿cómo se deberían representar estos valores en la empresa?, ¿cómo puede la familia apoyar a los familiares que deciden no trabajar en la empresa? Estructuralmente, un consejo de familia debería operar sólo como un ente asesor del consejo de administración. Esto es, la función del consejo de familia es expresar la visión de la familia de modo que quienes están en el consejo de administración puedan tomar decisiones y diseñar políticas que protejan los valores, necesidades y deseos generales de los propietarios. Para la familia, el consejo constituye una instancia en la cual se pueden discutir y superar las diferencias sin interferir en la gestión diaria de la empresa ni contaminar las relaciones no laborales de la familia. En el consejo, los miembros de la familia pueden expresar las expectativas que tienen sobre cada uno y explorar los roles específicos que esperan o desean tener en el futuro. Una empresa familiar con la que trabajamos ha hecho un uso muy eficiente de este órgano. El consejo se compone del fundador, su esposa, sus hijos y los cónyuges de sus hijos. En una de las primeras reuniones, cada persona redactó una descripción de sí mismo y de la empresa familiar de aquí a cinco años. Les animamos 74 • Clásicos de FBR en español a pensar en el futuro desde la perspectiva de propietarios, gestores y familia. Posteriormente, cada individuo se reunió con su cónyuge para compartir sus expectativas individuales sobre el futuro y cada pareja presentó las conclusiones de sus discusiones a los otros. Era la primera vez que la familia se reunía para discutir sus expectativas profesionales y familiares. Es más, el encuentro sirvió para aclarar la idea que tenían los miembros de la familia sobre cada uno. Como lo comentó uno de los participantes de la segunda generación: “Fue muy útil ya que me permitió, por primera vez, apreciar las aspiraciones profesionales y las capacidades de mis hermanos”. El consejo de familia también puede servir para integrar los subgrupos dentro de la familia que normalmente no se comunican. En una empresa, el fundador y su hijo eran los únicos miembros de la familia involucrados directamente en la gestión; los otros tres hermanos no tenían ningún conocimiento sobre el estatus financiero real de la empresa. Como resultado de ello, estos miembros de la familia tenían expectativas nada realistas sobre la salud económica de la empresa y los beneficios financieros que podría ofrecer. El consejo de familia permitió al fundador y a su hijo informar al resto de la familia sobre las limitaciones financieras de la empresa. Esto, a su vez, ayudó a aquellos miembros familiares que no estaban involucrados en la empresa a ajustar a la realidad sus expectativas sobre el futuro. El consejo de familia también es un foro en el cual los familiares pueden aceptar el fin de una era de la historia familiar: la creación del negocio bajo el liderazgo del fundador. Tener la oportunidad de discutir, disfrutar y pasar el duelo de las penas y las alegrías de este periodo de la vida de la familia ayuda a preparar el camino para planificar la sucesión. Como argumentan numerosos autores sobre cambios de conducta, la capacidad de cerrar etapas en la vida favorece una transición exitosa hacia una nueva fase (Bridges, 1980; Tichy y Devanna, 1986; Smith y Berg, 1987). Finalmente, un consejo de familia ofrece a la próxima generación de líderes una oportunidad para relacionarse y volver a conocerse los unos a los otros como adultos. Muy a menudo, los hermanos perpetúan inconscientemente aquellos patrones iniciales de conducta. En las reuniones del consejo de familia, los hermanos tienen la oportunidad de redescubrir al otro mientras trabajan en un problema común. La creación de un consejo puede ser en sí misma una de las formas más significativas de activar el sistema para participar constructivamente en la planificación de la sucesión. Trabajar con los gestores. La alta dirección también necesita un foro apropiado en el cual discutir los temas de la sucesión abierta y honestamente. Una opción es crear un grupo especial de tarea cuya misión sea desarrollar un plan de continuidad de la gestión a cinco años. Idealmente, este tipo de plan aborda el problema de la continuidad no sólo en términos de encontrar un reemplazo para el fundador sino también de preparar a los individuos que ocuparán los puestos claves de la alta dirección en el futuro. En otras La conspiración de la sucesión palabras, este grupo tiene la responsabilidad primaria de designar y cubrir los puestos de la estructura de gestión necesaria para institucionalizar la empresa. Abordar la continuidad desde una perspectiva sistémica requiere una evaluación de las futuras necesidades de la empresa familiar. ¿Qué tipo de organización queremos tener en el futuro? ¿qué destrezas deberían tener los líderes máximos para gestionar la organización eficientemente? ¿contamos con la gente que puede realizar ese trabajo eficientemente en la futura organización? Y si es así, ¿qué tipo de preparación necesitan para gestionar el futuro sistema de manera competente? Si no tenemos esa gente internamente, ¿cómo realizaremos la contratación de los candidatos apropiados? Estas son algunas de las preguntas claves que necesitan ser abordadas. Para reducir la resistencia a abordar estos temas cruciales, puede ser útil determinar algunos incentivos especiales en la creación de este grupo de tarea. Por ejemplo, el grupo de tarea de la sucesión puede ser tratado como un grupo prestigioso en el cual sólo los gerentes de mayor confianza del fundador están invitados a participar. También puede ser útil dar a los miembros de este grupo algunos incentivos financieros por sus servicios. Asimismo puede resultar beneficioso crear algunos incentivos para los gerentes de mayor edad para que aborden su propia jubilación. Se puede incluir un plan de jubilación anticipada u outplacement. Además, sería recomendable crear incentivos para que los gerentes preparen y capaciten a las personas que le sustituirán y que esto sea una parte integral de las responsabilidades de su trabajo. Trabajar con los propietarios. La manera más efectiva de movilizar a los propietarios para que desarrollen un plan de sucesión es activar el consejo de administración. Normalmente, las empresas familiares no los utilizan a toda su capacidad. Los fundadores a menudo asignan las responsabilidades de consejero sólo a empleados internos. Y con frecuencia, estos individuos tienen demasiada dependencia del fundador para poder actuar eficientemente como asesores. Un consejo de administración bien diseñado puede ofrecer la necesaria fuente de experiencia y perspectiva durante la planificación de la sucesión. Más significativo aún, el consejo puede cumplir una función de supervisión permanente Figura 2. Estrategias para activar la planificación de la sucesión • Estrategias para movilizar al fundador Ayudar al fundador a desarrollar una red de apoyo con sus pares que manifiesten empatía y compartan sus enseñanzas Estar atento al momento, prestar especial atención a cómo el fundador acepta sus temores a la muerte Intensificar la sensibilidad de la familia hacia las necesidades del fundador Ofrecer al fundador información específica sobre los pasos presentes en el desarrollo de un plan de sucesión y, si es posible, hacer que desarrolle un calendario de trabajo Ayudar al fundador a diseñar un papel para el futuro que le motive a abandonar su actual participación en la gestión operativa • Estrategias para movilizar a la familia Ayudar al fundador y a su esposa a desarrollar una visión compartida del futuro Ayudar al fundador y a su esposa a buscar ayuda para problemas matrimoniales si es necesario Crear un consejo de familia que promueva los encuentros de la familia y en el cual los miembros analicen sus valores y expectativas para la empresa y para cada uno • Estrategias para movilizar a los gerentes Crear un grupo de tarea sobre sucesión y añadir incentivos para recompensar la participación activa en el desarrollo de un plan de sucesión Promover la planificación de la sucesión de los altos cargos tal y como se hace con el fundador • Estrategias para movilizar a los propietarios Crear un consejo de administración integrado adecuadamente y que ofrezca una perspectiva independiente que pueda salvaguardar los intereses de los propietarios Clásicos de FBR en español • 75 Lansberg fiscalizando la transferencia de las responsabilidades de gestión de una generación a otra según lo establecido en el plan. A la hora de estructurar un consejo, es conveniente tener presente que su función primordial es la de salvaguardar los intereses de los propietarios y garantizar que la empresa es gestionada eficientemente para cumplir su misión. Es importante, por lo tanto, que aquellos que toman las decisiones estén atentos tanto al diseño como a la composición del consejo. Desde el punto de vista del diseño, es deseable que las responsabilidades del consejo queden claramente expresadas y que el consejo tenga la facultad y la autoridad necesarias para cumplir sus obligaciones eficientemente. Normalmente se recomienda (Ward,1987; Danco, 1982) que un consejo esté integrado predominantemente por directores externos que puedan ofrecer una perspectiva externa y relativamente imparcial y que el tamaño del consejo se mantenga en un número razonable (entre cinco y nueve personas). Si bien esto es lo deseable, no siempre es posible estructurar un consejo completamente externo. Muchas familias no se pueden permitir su coste. En ese caso, éstas han de trabajar muy duro para promover la independencia en el consejo mediante una selección, preparación y apoyo cuidadoso de aquellas personas internas que aporten valiosas ideas. Por último, que el consejo funcione eficientemente depende de la disposición del fundador a diseñarlo bien y a atenerse a sus recomendaciones. Algunos fundadores sí usan los consejos eficientemente. Por ejemplo, durante nuestros estudios un fundador encargó explícitamente a su consejo la tarea de avisarle sobre cualquier intento inconsciente por su parte de entorpecer el diseño y la implantación del plan de sucesión. En este caso, el fundador era consciente de sus propias necesidades a oponerse al proceso de sucesión y reconocía la importancia de crear un mecanismo para supervisar su propia conducta con respecto a ello. Finalmente, puede ser útil reunir a representantes del consejo de familia, del grupo especial de tarea de la sucesión y del consejo de administración para abordar asuntos específicos.Si estos intercambios se organizan adecuadamente, puede ser una manera extremadamente útil de educar a los diversos grupos sobre las necesidades y perspectivas de cada uno. Por ejemplo, los miembros de la familia en el consejo (de familia) que nunca han trabajado en la empresa pueden informarse sobre la profesionalidad y el conocimiento técnico que se requiere para gestionar la empresa eficientemente. Los gerentes tienen la oportunidad de conocer a la familia como un todo y de recabar información sobre cómo ésta tratará a los gestores una vez que el fundador ya no esté involucrado en el negocio. También puede ser de utilidad reunir de vez en cuando el consejo de familia y el de administración. Por ejemplo, el consejo de administración puede beneficiarse de escuchar directamente de los miembros de la familia sus comentarios sobre valores, objetivos y expectativas ya que éstos pertenecen a la misión de la empresa familiar. 76 • Clásicos de FBR en español Resumen En este trabajo, hemos analizado las fuerzas que interfieren en la planificación de la sucesión de las empresas familiares de primera generación. Nuestro propósito ha sido ofrecer una serie de hipótesis que puedan ayudarnos a comprender la muy comentada incapacidad de las empresas familiares de primera generación para planificar la salida de sus fundadores. El eje central ha sido que el fundador, la familia, los propietarios, la alta dirección y los otros grupos de interés normalmente experimentan fuertes sentimientos ambivalentes ante la planificación de la sucesión. Hemos argumentado que estos sentimientos hacen que los componentes en las empresas familiares pospongan el desarrollo de un plan. Esperar hasta la muerte del fundador suele ser demasiado tarde para rescatar la empresa y la familia se arriesga a padecer un enorme estrés. Es difícil cambiar la resistencia a la planificación de la sucesión. Sin embargo, hemos ofrecido algunas sugerencias para activar el proceso de planificación. La figura 2 resume estas recomendaciones. Somos partidarios de un enfoque sistémico de planificación de la sucesión, con múltiples intervenciones dirigidas a abordar la resistencia del fundador y su esposa, de la familia, la alta dirección y de los propietarios. Contrariamente a la práctica común, sostenemos que es esencial desarrollar estructuras tales como un consejo de familia, un consejo de administración y un grupo de tarea especial para la sucesión, que involucren a aquellos cuya cooperación es vital para el desarrollo e implantación de un plan de continuidad. Como análisis final, debemos afirmar que es muy poco probable que una empresa familiar de primera generación se movilice hacia una planificación de la sucesión si no cuenta con la buena disposición del fundador. En un sentido muy real, el fundador ostenta hasta el final el poder de perpetuar o destruir lo que ha creado. Referencias Barnes, L., y Hershon, S. “Transferring Power in the Family Business” Harvard Business Review, Julio-Agosto 1976, pp. 105-114. Becker, E. The Denial of Death. New York: Free Press, 1973. Beckhard, R., y Dyer, W. G., Jr. “Managing Continuity in the FamilyOwned Business” Organizational Dynamics, Verano 1983, pp. 5-12. Bridges, W. Transitions: Making Sense of Life’s Changes. Reading, Mass.: Addison-Wesley, 1980. Brockhaus, R. H., Sr. “The Psychology of the Entrepreneur”. En C. A. Kent, D. L. Sexton, y K. H. Vesper (editores), Encyclopedia of Entrepreneurship. Englewood Cliffs, Nueva Jersey: Prentice-Hall, 1982. Christensen, C. R. 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