.- INTRODUCCIÓN: Para poder comenzar a entender como funciona el sistema registral en la República Argentina, resulta necesario saber básicamente que es un arma de fuego, a tal efecto, recurriremos a antecedentes históricos, para poder comprender como se inicio y cuales fueron algunas de las primeras armas que utilizaron la pólvora como medio de propulsión. Las armas fueron creadas con un objetivo: matar. Entonces, en sociedades democráticas que deberían habilitar la participación ciudadana y la resolución de conflictos por vías institucionales ¿Para qué quieres el arma? ¿Qué pretendes hacer con ella? ¿Qué esperas que ella te brinde? ¿Qué ocurrirá con el arma? ¿Dónde y cuándo se empleará? Analizar estas preguntas, y evaluar sus respuestas, es tarea de todos. Muchos ciudadanos quieren acceder a un arma de fuego o quedarse con la que tienen, bajo el supuesto que así aumentarán su seguridad y posibilidades de autodefensa. Esta decisión nos involucra a todos nosotros – los ciudadanos, los políticos, los dirigentes sociales, los médicos, los activistas, los comerciantes – no debe ser un ejercicio reservado para el criterio individual. En las sociedades democráticas tener un arma y por ende la posibilidad de ejercer violencia, no puede ser considerado un derecho individual sino una concesión que el Estado realiza. No vacilamos al afirmar que la presente saturación de armas de fuego en nuestras sociedades se ha suelto una verdadera pesadilla. Los costos, en términos económicos y humanos, son espeluznantes. Mil muertes diarias ¿se justifican? El tejido o capital social; las instituciones de salud; las escuelas; la policía; las mujeres; los niños – nada soporta las graves consecuencias de las armas de fuego y sus municiones sobre nuestras sociedades, sus recursos, sus personas, sus ideas –. A medida que avanzamos en la lectura de la presente, va quedando meridianamente claro que el valor seguridad humana, que tanto queremos preservar, es justamente lo que las armas de fuego ponen en riesgo. La tesis que se sustenta para revertir esta lógica de desgaste societal y estatal es la de mayor control sobre las armas de fuego. Desde ya que ésta no funcionará sin perseguir a las armas en estado ilegal, instalando un riguroso régimen jurídico para evitar el desvío de las armas legales a la ilegalidad y su uso indebido, y a la vez, prevenir y retirar las armas legales cuya presencia no esté justificada. Al fin de cuentas, poco importa si un arma que ha ocasionado la muerte o herida de una persona es legal o ilegal. Su efecto es el mismo: muerte o daño, siendo obligación universal evitarlo. Por lo tanto, tenemos la oportunidad y el deber de reformular o ampliar la pregunta inicial, “¿Para qué quieres el arma?”, por “¿Para qué permitir esa arma?” No es poca cosa cambiar un criterio subjetivo por uno objetivo. A nosotros nos toca analizar el impacto de las armas de fuego con criterios objetivos. Como parlamentarios podemos afirmar que definitivamente es una mala técnica legislativa partir exclusivamente de la sensación o sensibilidad públicas; o como decimos popularmente en el Cono Sur: “legislar al grito de la tribuna”. Sin dejar de tener en cuenta lo que sienten las personas, es menester incluir en el análisis elementos objetivos y racionales que nos permitan elaborar las propuestas más pertinentes para nuestros pueblos. Es precisamente lo que este libro proporciona: datos, que hablan por sí solos derribando mitos; es una mala idea armarse y peor idea aún permitir que la población se arme. Repetimos: “¿Para qué permitir esa arma?” –. El mundo nunca estuvo tan armado. Circulan más de 600 millones de armas pequeñas, si se consideran las informaciones que, al respecto, existe de 110 países que representan más de la mitad de la población mundial. Esas armas matan cada año a 300 mil personas. Mientras tanto, la atención pública y los recursos están enfocados en casos de secuestros de figuras conocidas, el terrorismo y los asesinatos seriales, que aunque preocupantes, suceden en número reducido, pero producen mucho más impacto en la opinión pública, muchas veces manipulada por el “factor miedo”. Aunque América Latina tiene apenas 14% de la población mundial, el descontrol de las armas, sumado a otros factores que aquí analizaremos, es responsable de casi la mitad de los homicidios que se producen en todo el mundo con armas de fuego. La violencia consume entre 13 y 15% de su Producto Interno Bruto (PIB). Y el continente no está en guerra. Solo la sufrida Colombia, desde 1979, está sumergida en un conflicto interno en el que ya murieron más de 475.000 personas. Este trabajo pretende responder de forma sintética a todo aquello que tú quieres saber sobre las “Causas y efectos de la decadencia registral de armas de fuego”. Son incógnitas y críticas que nos han formulado en diferentes oportunidades. La presente pretende ser una fuente de consulta para quien debe decidir si compra o mantiene en su poder un arma de fuego, para quien desee convencer a su comunidad o al electorado sobre lo más conveniente, para quien tiene la función de cambiar y producir leyes o formular políticas públicas vinculadas al registro de las armas de fuego, como también para quien tiene la misión de enseñar o de informar. Castro Luis