Nutrición en el niño de corta edad (1-3 años) 1. Introducción 2. Características del periodo de 1 a 3 años 3. Patrones alimentarios durante el periodo de 1 a 3 años 3.1. Formación del gusto alimentario 3.2. Desarrollo de los hábitos alimentarios 4. Cambios en el comportamiento alimentario de los niños de 1 a 3 años 4.1. Cambios de hábitos alimentarios 4.2. Cambios en el apetito 4.3. Cambios en la actividad social 4.4. Cambios en el número de alimentos 4.5. Cambios en el número de comidas diarias 4.6. Cambios en la forma de cocinar 5. Necesidades nutricionales 5.1. Energía 5.2. Distribución de la ración calórica 5.3. Macronutrientes 5.4. Minerales 5.5. Vitaminas 6. Normas básicas para la elaboración de la dieta 6.1. Distribución de las comidas 6.2. Características de los principales grupos de alimentos 6.3. Cantidades y raciones de alimentos en niños de 1 a 3 años 6.4. Menú diario más adecuado para niños de 1 a 3 años 6.5. Menús escolares 7. Factores de riesgo nutricional en el niño de 1 a 3 años 7.1. Ingesta excesiva de alimentos proteicos 7.2. Ingesta excesiva de grasas saturadas y colesterol 7.3. Ingesta excesiva de lácteos y derivados desnatados 7.4. Aporte excesivo de sal 7.5. 7.6. 7.7. 7.8. Obesidad Alergias alimentarias Caries dental Intolerancia a la lactosa 8. Dificultades más comunes en relación con la alimentación en estas edades 8.1. Inapetencia hacia los alimentos 8.2. Negativismo 8.3. Comportamiento inadecuado en la mesa 9. Resumen 10.Bibliografía 11. Enlaces web Objetivos n Describir las características de los niños de 1 a 3 años en relación con la nutrición. n Valorar los cambios en el comportamiento de los hábitos alimenticios a estas edades. n Conocer las necesidades nutricionales en este periodo. n Exponer las normas básicas para la elaboración de las dietas. n Describir la cantidad y porciones de las dietas. n Sugerir los menús diarios más adecuados. n Planificar normas de menús escolares. n Identificar los factores de riesgo nutricional. n Mostrar las dificultades más comunes en relación con la alimentación en este periodo. 1. Introducción E n el periodo comprendido entre el año y los 3 años de edad, el niño debe aprender a masticar y, progresivamente, a descubrir diferentes gustos y texturas, con el fin de incorporarse poco a poco a la dieta familiar, ejercitando patrones específicos que influirán decisivamente en sus hábitos alimentarios de adulto. Por lo tanto, el adiestramiento de la conducta alimentaria ha de ser lo más correcto posible, con objeto de evitar determinadas aversiones y preferencias de alimentos en la vida adulta. Comer es una actividad vital del organismo y tiene como fin esencialmente satisfacer una necesidad biológica cuya naturaleza específica cambia con la edad. Desarrollar esta función es una cuestión de evolución y aprendizaje. La alimentación está unida en su desarrollo a la maduración de las estructuras del cuerpo. En esta época se termina de completar el desarrollo de la mayoría de los sistemas y órganos, especialmente el sistema nervioso central, y se realizan avances importantes en la adquisición de funciones psicomotoras. Éste es un periodo donde las funciones digestivas y metabólicas van alcanzando un grado de madurez suficiente para aproximar la alimentación del niño a la del adulto y donde el volumen de ingesta de alimentos presenta un descenso con relación al tamaño corporal, sobre todo si se lo compara con la época de lactante. Las anormalidades que acarrea una mala nutrición durante estos años son irreversibles, no se puede recurrir a una segunda oportunidad, ya que la etapa de hiperplasia de los órganos se detiene aproximadamente a la vez, tanto en los bien nutridos como en los desnutridos. Los niños subalimentados durante este periodo de la vida pueden presentar con el tiempo retraso en el desarrollo motor, físico, sensorial y psicológico. Por ello, el mejor remedio para disminuir la incidencia de enfermedades ligadas a la alimentación es el aprendizaje de buenos hábitos alimentarios, y el momento para hacerlo es en estas edades, cuando se crean las características del gusto. Durante estos años, el niño debe aprender a comer, a manejar alimentos semilíquidos y más tarde sólidos. Es todo un proceso de desarrollo que implica masticar, saborear y familiarizarse con los olores y texturas de los alimentos, así como manipularlos, tragarlos y asimilarlos. Hay que tener presente que a un niño, igual que se le enseña a caminar y hablar, se le debe enseñar a comer, tanto en cantidad como en calidad. El acto de comer es un aspecto importante en la incipiente vida social del niño, y donde las experiencias tempranas son potencialmente trascendentales para el establecimiento de actitudes y reacciones emocionales. El desarrollo de esta importante función se ve facilitada o dificultada por las actitudes y conductas de aquellos que cuidan de él. Los niños no sólo intentan imitar las acciones alimentarias de los adultos que están a su alrededor, sino también las de los animales que viven en el hogar familiar; por eso es necesario mostrarle los hábitos alimentarios y Nutrición en el niño de corta edad... enseñarle a comer solamente aquel alimento que le entreguen los adultos. En este intervalo de edad, un gran número de niños empiezan a ir a guarderías y a comer en los comedores escolares, lo que les permite adquirir una serie de normas sociales. La comida en común con otros niños estimula el acto de comer, y en el caso de algunos con rasgos caprichosos para determinados alimentos les hace variar sus apetencias hacia alimentos que antes habían rechazado. Igualmente, allí es donde a algunos niños se les inculcan hábitos higiénicos y se les enseña a utilizar los cubiertos. La creciente actividad social y el contacto frecuente con personas ajenas al medio familiar, es otro hecho a destacar. Éstas les ofrecen golosinas, bebidas azucaradas, etc., que les resultan más atractivos que la comida normal y conducen en ocasiones a una alimentación irregular, observándose la aparición de conductas alimentarías irregulares que pueden conducir en ocasiones a una dieta unilateral, deficitaria en algunos nutrientes. Otra de las peculiaridades de estas edades es la gran variabilidad de actividad que desarrollan unos niños respecto a otros. Por ello, la alimentación correcta a partir del año de edad hasta los 3 años se basará en la administración de una dieta variada, equilibrada e individualizada, de acuerdo con el estilo de vida de la familia y la propia constitución del niño que asegure un crecimiento y desarrollo óptimos, con el fin de intentar que con un buen aprendizaje de los hábitos alimentarios se puedan prevenir algunas enfermedades del adulto. 2. Características del periodo de 1 a 3 años Antes de llegar a la etapa del desarrollo de adulto modificado, que es la que corresponde a los niños de 1 a 3 años, es necesario superar dos periodos decisivos, que se superponen entre sí y que resultan de correlacionar las necesidades energéticas para el adecuado crecimiento y desarrollo con la maduración de los diferentes sistemas orgánicos. El primer periodo es el de lactancia, que va desde el nacimiento hasta los 4-6 meses de vida; al na- cer, el lactante sólo es capaz de succionar y deglutir líquidos, y sus aparatos digestivo y renal no están maduros. El segundo periodo o periodo transicional comprende desde los 4-6 meses hasta el año de vida, y, en él, el lactante se desarrolla en los aspectos psicomotor, digestivo, absortivo, inmunológico y renal; durante esta fase, el desarrollo neuromuscular le permitirá expresar su deseo de alimentarse o no. El periodo de adulto modificado es el que comienza alrededor del año de vida y termina con un estadio en el que el niño puede masticar por sí mismo alimentos sólidos y digerirlos, hacia los tres años de edad. En esta etapa, todos los órganos y sistemas han alcanzado un grado similar al del adulto, y los mecanismos fisiológicos han madurado. El niño realiza avances importantes en la adquisición de funciones psicomotoras (lenguaje, marcha, socialización) y aprecia variaciones de sabor y color de los alimentos, lo que le permite incorporarse progresivamente a la dieta familiar, preparada y condimentada para su edad. Este periodo se caracteriza por ser una etapa de transición entre la fase de crecimiento acelerado propia del lactante y el periodo de crecimiento estable que se extiende desde los 3 años hasta el comienzo de la pubertad. Durante estos años se produce una desaceleración de la velocidad del crecimiento lineal con respecto a la que tuvo el niño durante el primer año de vida y a la que tendrá posteriormente durante la adolescencia. En contraste con la triplicación del peso al nacer que ocurre en los primeros 12 meses, transcurre otro año antes de que se cuadruplique dicho peso. Asimismo, la longitud desde el nacimiento aumenta en un 50% durante el primer año, pero no se duplica hasta los 4 años de edad aproximadamente. En este periodo, el peso medio pasa de 9,5 a 14 kilos (es decir, un aumento del 50% prácticamente); y la talla media, de 74 a 96 centímetros. La composición corporal a estas edades se mantiene relativamente constante. La grasa disminuye de manera gradual durante los tres primeros años de vida. Las proporciones del cuerpo en los niños pequeños cambian de manera importante. A medida que aumenta la actividad física, las piernas se enderezan, en tanto que los músculos abdominales y de la espalda se ajustan para dar apoyo al niño ahora erguido. Estos cambios son graduales y sutiles. por otra parte, gustos innatos pueden ser invertidos por un contexto sociocultural. 3. Patrones alimentarios durante el periodo de 1 a 3 años 3.2.3. Factores familiares A estas edades, el aparato digestivo está preparado para tolerar una dieta semejante a la del adulto, pero habrá que tener presente que las necesidades nutricionales y energéticas del niño en estos momentos son diferentes, y que durante este periodo de 1 a 3 años se produce la aparición del gusto hacia las comidas y se desarrollan los hábitos alimentarios. 3.1. Formación del gusto alimentario Es una ardua tarea que se ve influenciada por múltiples factores genéticos y ambientales (dentro de los cuales se incluyen principalmente los factores socioculturales y económicos). 3.2. Desarrollo de los hábitos alimentarios El desarrollo de los hábitos alimentarios está influenciado por diversas variables, tales como las que se detallan a continuación. 3.2.1.Transmisión genética La respuesta de un niño hacia el alimento es adquirida, salvo la afición innata por el dulce y la aversión al sabor amargo. Crear un ambiente alimentario positivo, desde el punto de vista físico y afectivo, es tan importante como aportar la cantidad adecuada de nutrientes. Un medio familiar estimulante favorecerá la estructuración de hábitos adecuados e incluso la adopción de pequeñas decisiones o elecciones en relación con su comida, de acuerdo con su etapa evolutiva. 3.2.4. Imitación La observación desempeña una misión importante, y se llega a comer aquello que el niño ve comer a adultos próximos. El aprendizaje por imitación parece tener un papel esencial en el desarrollo del gusto en la infancia. Se sabe que los hábitos infantiles pueden cambiar bajo lo que se llamó la sugestión social, consiguiendo cambios duraderos de los hábitos tras la influencia de los compañeros de las guarderías. 3.2.5. Fobias alimentarias Manifestadas por una clara resistencia a los alimentos nuevos, diferentes de aquellos a los que el niño está habituado. Esta característica es la expresión de un periodo madurativo de la nutrición, y probablemente constituye un momento crucial del aprendizaje de la alimentación. 3.2.2. Factores culturales 4. Cambios en el comportamiento alimentario de los niños de 1 a 3 años El entorno cultural puede reducir el número de alimentos sobre los que el niño adquiere experiencia. El comportamiento innato con relación a los gustos elementales se convierte en una conducta integrada en el ámbito cortical y se presta a utilizarse en las relaciones afectivas y sociales, aunque, Los niños cambian su comportamiento alimentario a partir del primer año. Hasta ese momento comen lo que se les da, y aproximadamente a partir de los dos años empiezan a comer solos. Progresivamente comienzan a usar los cubiertos, primero la cuchara, lo que normalmente está Nutrición en el niño de corta edad... En el transcurso de estos dos años se producen variaciones importantes en los hábitos de los niños, que van cambiar su alimentación de escasos alimentos y con una textura líquida o blanda a la dieta del adulto. independencia. Es la época en la que el niño rechaza enérgicamente dejarse alimentar, cuando parece todavía incapaz de hacerlo por sí mismo. Quiere comer con sus dedos, o bien se sirve de la cuchara, que lleva vacía a su boca. Sin embargo, poco a poco progresa, y al deseo de hacerlo solo le sobreviene el de hacerlo bien. Con frecuencia manifiesta a esta edad interés por los alimentos de los mayores, y no es extraño que, una vez terminada su comida, sin mostrar gran apetito ni entusiasmo, reclame los alimentos de sus padres cuando se encuentran en la mesa. Es importante comprender sus necesidades de autonomía en el dominio alimentario, permitiéndole comer solo y conformarse al código familiar y social. 4.1.1. Periodo de los 12-18 meses 4.1.3. Periodo de los 20-24 meses En esta etapa, el niño prefiere mucho más jugar que comer; tiene con los alimentos la misma actitud que hacia los objetos y los juguetes. Le gusta tocarlos, palparlos. Para él no se trata de una obligación, sino de un juego divertido. Puede darse el caso, a esta edad, de que el niño sienta aversión por la comida debido a que, después de acostumbrarse a la forma líquida, fácil de ingerir y de asimilar, le resulta pesado ajustarse a la textura y sabor de los alimentos semisólidos. Paralelamente pone más atención a los alimentos que le son presentados, y hace su elección según preferencias y desagrados. Esta actitud del niño puede corresponder a un deseo pasajero pero imperioso de imponer su voluntad y rechazar la de su madre. Muchos niños muestran a esta edad una clara resistencia a los alimentos nuevos, aun cuando tengan apetito y el alimento sea de su agrado. Sin embargo, la exposición repetida puede ser eficaz para aumentar la aceptación; en muchos casos se precisan entre ocho y diez exposiciones a un alimento para que el niño lo acepte. La relación entre comer y autonomía es más pronunciada en esta época. El niño desarrollará preferencias por ciertos alimentos, pero seguirá necesitando la cooperación activa de alguien más: un hermano mayor, una niñera o los padres. condicionado por el cambio de textura de los alimentos (sopas, purés, etc.), y poco a poco los demás. También dejan de utilizar el biberón y empiezan a beber en vaso. 4.1. Cambios de hábitos alimentarios 4.1.2. Periodo de los 18-20 meses Durante estos meses, al placer de jugar y de tocar los alimentos le sucede el deseo de comer solo. El niño expresa sus sentimientos de autonomía bien con el rechazo de algunos alimentos o bien comiendo únicamente un plato determinado durante muchos días. Con ello comprueba y establece su 4.1.4. Periodo de los 2-3 años Aquí se agrega un nuevo factor, que se ha descrito como el “factor molestia” de la comida. Comer ya no es sólo una diversión; ahora se ha convertido en una actividad que involucra reglas y expectativas. 4.2. Cambios en el apetito A diferencia de los adultos, los niños son capaces en estas edades de responder a señales internas de apetito y saciedad, y no a señales externas que tienen que ver con la hora de las comidas o lo que se debe consumir en cada comida. Esto hace que una de las características más comunes en relación con la comida de estos niños sea que la cantidad de alimentos varíe muy considerablemente de unas comidas a otras, habiéndose observado la gran capacidad de éstos para ajustar su ingestión en respuesta a la densidad energética de los alimentos. En general, los niños comen proporcionalmente menos que durante el primer año de vida; esto es debido a la disminución de las necesidades energéticas, como consecuencia del menor gasto en metabolismo basal y en crecimiento. 4.3. Cambios en la actividad social La influencia de educadores y de otros niños por la incorporación a la guardería conlleva cambios en la alimentación, especialmente en aquellos que se apuntan al comedor escolar. Muchos niños aprenden a comer en las guarderías, y es en ellas donde prueban nuevos alimentos. A estas edades, la educación nutricional desde el ámbito familiar y en la guardería es de capital importancia para el desarrollo de hábitos alimentarios saludables. 4.4. Cambios en el número de alimentos A medida que se van incluyendo diferentes alimentos en la dieta, se producen cambios en los sabores, se van mezclando sabores y texturas. Es conveniente ir introduciendo poco a poco frutas, verduras, pasta, cereales cocinados de forma distinta y con condimentos diversos. 4.5. Cambios en el número de comidas diarias De llevar un número de comidas indeterminado, el niño tiene que acercarse al régimen familiar de 4-5 tomas. Tres de ellas deberán ser completas y equilibradas, y las otras dos, comidas intermedias. También hay que introducir la idea de primer y segundo plato en cada comida importante, o empezar por platos combinados, que se componen de diversos alimentos en diferentes porciones o unidades. El niño durante esta época habrá de acostumbrarse a comidas para días especiales, reservando los fritos, dulces, etc., para estas situaciones. 4.6. Cambios en la forma de cocinar Otro aspecto que cambia en alimentación infantil son las técnicas culinarias: de preparar alimentos exclusivamente para ellos (purés, papillas) ha- brá que pasar a la dieta familiar, donde los sabores y la textura serán distintos para él. Por ello, puede ser contraproducente introducir en la dieta infantil alimentos de sabor intenso, como los picantes o los productos en salazón. En cuanto a la textura, se deberán ir eliminando los purés como alimento diario y dándoselos el número de veces que los toman los adultos de la casa. 5. Necesidades nutricionales A estas edades, el cálculo de las necesidades energéticas y de la ingesta de nutrientes se fundamenta en las necesidades metabólicas basales, el ritmo de crecimiento y la actividad física. Pero este cómputo es difícil de establecer, porque no se dispone de unos patrones de referencia adecuados para muchos de los nutrientes. Por ello se aconseja no dar normas rígidas, sino acomodar la dieta a las particularidades fisiológicas, adaptarla e individualizarla ajustándola a la propia constitución y al estilo del niño. Las recomendaciones dietéticas se han modificado recientemente. Las publicaciones de las ingestas dietéticas de referencia (DRI) de la Academia Nacional de Medicina de Estados Unidos recogen los nuevos requerimientos, bien como requerimiento promedio calculado (EAR, Estimated Average Requirement), que define el nivel de ingesta que debe cubrir las necesidades del 50% de los individuos de la misma edad y sexo, y se basa en indicadores nutricionales objetivos, como balances metabólicos, niveles séricos, etc., o bien como ingestas dietéticas recomendadas (RDA, Recommended Dietary Allowance), que constituyen el nivel de ingesta suficiente para cubrir las necesidades del 98% de los individuos. Estas últimas se calculan como los EAR más 2 desviaciones estándares, o como ingestas adecuadas (AI, Adequate Intake) que se aplican cuando no se dispone de datos suficientes para determinar las anteriores y que se basan en aproximaciones de las cantidades ingeridas por poblaciones sanas. También estos comités han fijado para los macronutrientes el rango aceptable de distribución (AMDR), que es el rango aceptable de ingesta y, para minerales y vitaminas, el nivel máximo to- Nutrición en el niño de corta edad... Tabla 1. RECOMENDACIONES DE INGESTA/DÍA DE MACRONUTRIENTES EN NIÑOS DE 1 A 3 AÑOS Nutriente Proteínas Grasa total • n-6 (ácido linoleico) • n-3 (ácido α-linolénico) • Ácidos saturados Hidratos de carbono Fibra RDA (g/día) AI (g/día) 13 ND ND ND ND 130 ND ND ND 7 0,7 ND ND 19 AMDR (g/día) 5-20 30-40 5-10 0,6-1,2 ND 45-65 ND RDA: ingestas dietéticas recomendadas; AI: ingesta adecuada diaria; AMDR: rango aceptable de ingesta; ND: no determinado. lerable (UL, Upper Level), que corresponde a la cantidad máxima de un nutriente que evita el riesgo de efectos adversos para la salud. 5.1. Energía Las necesidades de energía según la Academia Nacional de Ciencias Americana (DRI, Dietary Reference Intakes) han experimentado una reducción respecto a las recomendaciones anteriores, con el objetivo principal de prevenir la sobrenutrición. Los requerimientos energéticos se calculan en función del gasto en energía como consecuencia del crecimiento (que corresponde en esta edad a unas 20 kcal/día) más el gasto energético total (GET), que es la suma de los gastos producidos por el metabolismo basal más la termogénesis de los alimentos y la actividad física. Como resultado, las necesidades de energía se sitúan en torno a las 102 kcal/kg de peso y día, lo que hace aproximadamente 1.300-1.500 kcal/día. 5.2. Distribución de la ración calórica El equilibrio nutricional aconsejado no varía en mucho del que se recomienda para los adultos, es decir, ingerir el aporte calórico en un 12-15% en forma de proteínas, en un 30-35% con lípidos y en un 50-58% con glúcidos. 5.3. Macronutrientes En la Tabla 1 se presentan las ingestas dietéticas recomendadas y la ingesta adecuada, así como el rango aceptable de ingesta. 5.3.1. Proteínas La ingesta aconsejada es de 1,2 g/kg/día. Según la RDA, el consumo diario es de 13 g/día; pero, teniendo en cuenta las variaciones del peso con la edad, las necesidades proteicas durante este periodo aumentarán en función de éste. Es conveniente que sus fuentes alimentarias sean de origen animal y vegetal al 50%, para con ello aportar los mg/g de aminoácidos indispensables recomendados (Tabla 2). 5.3.2. Lípidos No se especifican ni las raciones dietéticas recomendadas, ni la ingesta adecuada diaria para estas edades. El rango aceptable de ingesta se sitúa entre 30 y 40 g/día. Se recomienda administrar un 28,5% de la grasa en forma de grasa saturada, un 43% de monoinsaturada y el 28,5% restante de poliinsaturada (con una relación n-6:n-3 de 10:1). Las ingestas adecuadas de ácidos grasos esenciales se han estimado en 7 g/día para linoleico y 0,7 g/día para α-linolénico. El rango aceptable de ingesta es de 5-10 g/día para linoleico y de 0,6-1,2 g/día para α-linolénico. En estas directrices no se detallan Tabla 2. MILIGRAMOS DE AMINOÁCIDOS INDISPENSABLES POR GRAMO DE PROTEÍNA EN LA DIETA DE NIÑOS DE 1 A 3 AÑOS mg/g de proteínas Histidina Isoleucina Lisina Leucina Metionina y cisteína Fenilalanina y tirosina Triptófano Valina 18 25 55 51 25 47 7 32 Fuente: adaptado de Food and Nutrition Board. Institute of Medicine. Dietary References Intakes (DRI) for energy, carbohydrate, fiber, fat, fatty acids, cholesterol, protein and amino acids, 2002. necesidades ni ingesta ni rango para ácidos grasos saturados. El colesterol total no debe sobrepasar los 100 mg/1.000 kcal. 5.3.3. Hidratos de carbono Las ingestas de referencia establecen su consumo en 130 g/día. Sólo el 10% de los azúcares consumidos (nivel máximo del 25%) deberán ser en forma de azúcares simples. El 90% restante serán hidratos de carbono complejos. 5.3.4. Fibra La ingesta adecuada se ha establecido en 19 g/día. Esta cifra, difícil de alcanzar, es muy superior a la cantidad recomendada anteriormente, basada en el cálculo de años de edad más 5. 5.4. Minerales Al igual que sucede con el resto de los nutrientes, las recomendaciones dietéticas recientes han modificado los niveles de ingesta. Aun así no se han referenciado ni la ingesta recomendada, ni los requerimientos, ni el máximo nivel de ingesta para algunos minerales, tales como arsénico, sílice y vanadio, mientras que para boro y níquel sólo se in- dica un nivel máximo de ingesta de 3 mg/día y 0,2 mg/día, respectivamente. 5.4.1. Calcio Dadas las variaciones existentes, resulta muy difícil fijar las necesidades reales. Por esta razón, en lugar de requerimientos promedios EAR y recomendaciones se han propuesto ingestas adecuadas, que son ligeramente inferiores a las RDA previas para esta edad, y que estarán en torno a los 500 mg/día, con una relación calcio/fósforo de 1/1, considerándose el máximo nivel de ingesta en 2.500 mg/día. 5.4.2. Hierro Mientras que los requerimientos aconsejan un aporte de 3 mg/día, las recomendaciones de ingesta son de 7 mg/día, una cifra que se alcanza fácilmente con una dieta variada que contenga carne, hígado y pescado, pero que es difícil de conseguir con dietas vegetarianas. La cantidad máxima admisible es de 40 mg/día. 5.4.3. Zinc En este oligoelemento se han mantenido para estas edades unos niveles de necesidades y Nutrición en el niño de corta edad... Tabla 3. RECOMENDACIONES DE INGESTA DIARIA DE MINERALES PARA NIÑOS DE 1 A 3 AÑOS Minerales Arsénico Boro (mg/día) Calcio (mg/día) Cromo (μg/día) Cobre (μg/día) Flúor (mg/día) Yodo (μg/día) Hierro (mg/día) Magnesio (mg/día) Manganeso (mg/día) Molibdeno (μg/día) Níquel (mg/día) Fósforo (mg/día) Selenio (μg/día) Sílice Vanadio Zinc (mg/día) RDA AI EAR UL NE NE NE NE 340 NE 90 7 80 NE 17 NE 460 20 NE NE 3 NE NE 500 11 NE 0,7 NE NE NE 1,2 NE NE NE NE NE NE NE NE NE NE NE 260 NE 65 3 65 NE 13 NE 380 17 NE NE 2,5 NE 3 2.500 NE 1.000 1,3 200 40 65* 3 300 0,2 3.000 90 NE NE 7 RDA: ingestas dietéticas recomendadas; AI: ingesta adecuada diaria; EAR: requerimientos medios estimados; UL: máximo nivel de ingesta diaria; * Sólo para agentes farmacólogicos, sin incluir ingesta con alimentos y agua. requerimientos muy similares a los consensuados anteriormente, fijándose en 3 mg/día las RDA y en 2,5 mg/día los EAR, con un aporte máximo tolerado de 7 mg/día. 5.4.4. Flúor Teniendo en cuenta el contenido de flúor en el agua de beber, se ha establecido que la ingesta adecuada para reducir la incidencia de caries y evitar el riesgo de fluorosis es de 0,7 mg/día. Para que no exista ningún riesgo de efectos adversos no deben tomarse más de 1,3 mg/día. 5.4.5. Magnesio Se aportarán 80 mg/día según las RDA, estimándose los requerimientos medios (EAR) en 65 mg/día. El máximo nivel de ingesta en agentes farmacológicos, sin incluir alimentos y agua, es de 65 mg/día. 5.4.6. Cobre, yodo, molibdeno, fósforo y selenio Como puede observarse en la Tabla 3, para estos minerales no se ha especificado la ingesta adecuada, pero sí se han determinado las ingestas dietéticas de referencia, los requerimientos medios y los máximos niveles de ingesta. 5.4.7. Cromo y manganeso Las ingestas adecuadas de estos nutrientes se han fijado en 11 μg/día para el cromo y 1,2 mg/día para el manganeso. No se ha concretado el máximo nivel de ingesta diaria para el cromo, pero sí para el manganeso, que es de 3 mg/día (Tabla 3). 5.5.Vitaminas Se han establecido los requerimientos promedios diarios para las vitaminas A, E, C, B6, B12, Tabla 4. RECOMENDACIONES DE INGESTA DIARIA DE VITAMINAS PARA NIÑOS DE 1 A 3 AÑOS Vitaminas Vitamina E (mg/día) Vitamina K (μg/día) Vitamina C (mg/día) Vitamina D (μg/día) Vitamina B6 (mg/día) Vitamina B12 (μg/día) Tiamina (mg/día) Vitamina A (μg/día) Ácido pantoténico (mg/día) Riboflavina (mg/día) Ácido fólico (μg/día) Niacida (mg/día) Biotina (μg/día) Colina (mg/día) RDA AI EAR UL 6 NE 15 NE 0,5 0,9 0,5 300 NE 0,5 150 6 NE NE NE 30 NE 5 NE NE NE NE 2 NE NE NE 8 200 5 NE 13 NE 0,4 0,7 0,4 210 NE 0,4 120 5 NE NE 200 NE 400 50 30 NE NE 600 NE NE 300 10 NE 1.000 RDA: ingestas dietéticas recomendadas; AI: ingesta adecuada diaria; EAR: requerimientos medios estimados; UL: máximo nivel de ingesta diaria; NE: no especificada. tiamina, riboflavina, ácido fólico y niacida.Y por medio de las ingestas dietéticas recomendadas (RDA) o los datos de ingesta adecuada diaria (AI) se conocen los aportes recomendados (Tabla 4), fáciles de alcanzar con una dieta libre en nuestro medio, excepto en el caso de regímenes vegetarianos estrictos. 5.5.1.Vitaminas liposolubles (A, D, E y K) Las necesidades de este tipo de vitaminas se detallan en la Tabla 4. Para la vitamina D se establecen aportes diarios de 5 μg (200 U) y una ingesta máxima de 50 μg/día. Los requerimientos medios estimados no se especifican ni para esta vitamina ni para la vitamina K, para la que tampoco se establecen niveles máximos de ingesta (Tabla 4). 5.5.2. Vitaminas hidrosolubles En este grupo no se han instaurado ingestas máximas en las vitaminas B12, tiamina, ácido pantoténico, riboflavina y biotina, ni tampoco se han establecido requerimientos para ácido pantoténi- co, biotina y colina (Tabla 4). En relación con los informes previos hay un incremento sustancial de las ingestas recomendadas de ácido fólico, con un aporte diario de 150 μg/día. 6. Normas básicas para la elaboración de la dieta La forma de alimentarse a estas edades es pasiva y dependerá esencialmente de la madre, dado que el niño todavía no puede elegir su dieta. Es, pues, indispensable que reciba de ésta unas respuestas adaptadas a las manifestaciones de sus necesidades, ya sean nutricionales o emocionales. La actitud a la hora de administrar la comida va a condicionar al niño en el sentido de compensar con la comida todas sus emociones y sensaciones desagradables. La dieta debe ser equilibrada y variada en platos, sabores, texturas y consistencia e incluso colores, intentando lograr un adecuado aporte nutritivo. Habrá que adaptarse a las características individuales, familiares y económicas en cada caso. Se debe procurar que el niño no adquiera conductas alimentarias caprichosas y monótonas, Nutrición en el niño de corta edad... con preferencia hacia unos alimentos y aversión hacia otros. Hay que educarle para que mastique bien y, asimismo, para un adecuado manejo de los utensilios de mesa. Es aconsejable proporcionar la máxima variedad de nutrientes, y para ello conviene incluir platos, sabores, texturas y consistencias diferentes, con objeto de acostumbrar el paladar del niño a una dieta variada, factor decisivo para lograr el adecuado aporte nutritivo. Para evitar cualquier trastorno producido por la incorporación de un alimento nuevo es recomendable introducirlo progresivamente, darlo al principio de una comida y en una cantidad pequeña, con la finalidad de observar la tolerancia antes de incorporarlo de forma habitual. Las presentaciones más apropiadas en estas edades son preparaciones jugosas y de fácil masticación, tales como sopas, purés, cremas, guisos y estofados con poca grasa, carnes trituradas o cortadas en trozos pequeños, croquetas, tortillas, etc. Se utilizarán técnicas culinarias sencillas y suaves (cocido, vapor, escalfado, horno, papillote, microondas) y rehogados con poco aceite, y se recurrirá poco a los guisos y estofados grasos, frituras, empanados y rebozados y alimentos a la plancha. Para que la comida resulte más apetitosa, en estas edades se pueden emplear con moderación diversos condimentos suaves (ajo, cebolla, puerro, hierbas aromáticas…); pero para que los niños sean capaces de identificar el sabor real de cada alimento se debe optar por platos con sabores suaves y poco condimentados. Desde el año de edad, para ir acostumbrándole a comidas troceadas, deben incluirse en la dieta del niño alimentos con textura más gruesa. Se comenzará con alimentos aplastados con el tenedor, para ir cambiando al troceado pequeño. Todo ello dependerá de cada niño y de su rapidez para aprender a masticar. El objetivo es que a los 18-24 meses tome alimentos troceados y con una textura casi igual que los adultos. Solamente se ha de recurrir a la utilización de “tarritos” en casos excepcionales y esporádicos, no como alimentación diaria y continuada. Cuando exista rechazo de un alimento axial para su dieta será necesario sustituirlo por otro de valor nutritivo similar o intentar que lo ingiera mezclándolo con condimentos u otros alimentos que lo enmascaren. Si el niño se queda a comer en la guardería, es preciso conocer el menú de cada día con el fin de completar y equilibrar la dieta con las comidas de casa. 6.1. Distribución de las comidas En función de las actividades que desarrolla el niño a lo largo del día se recomienda que realice 4 o 5 tomas diarias. A partir de los 2 años ha de tener horarios regulares de comidas, manteniéndolos de un día para otro, y no saltarse ninguna toma. Debe hacer cuatro comidas al día -desayuno, comida, merienda y cena-, y en algunos casos puede tomar un suplemento lácteo en forma de leche con galletas antes de acostarse; conviene evitar que pique entre horas. La manera de repartir los aportes calóricos de estas cuatro comidas básicas reviste mucha importancia, pues estos hábitos alimentarios adquiridos en los primeros años serán la guía para la época adulta. Las 1.300 kcal de la ración diaria deben distribuirse del siguiente modo: Desayuno: 25% del aporte calórico diario (325 kcal). Comida: 30-40% del aporte calórico diario (390 kcal). Merienda: 15-20% del aporte calórico diario (195 kcal). Cena: 25-30% del aporte calórico diario (390 kcal). Durante esta época también debe producirse un cambio estratégico en su alimentación y pasar del concepto de plato único a una comida compuesta por un primer plato, un segundo plato y finalmente un postre. 6.2. Características de los principales grupos de alimentos A la hora de plantear los grupos de alimentos, en nuestro país existía la clasificación de los doctores Vivanco y Palacio (1974), que integraba los alimentos más corrientes en siete grupos: • Grupo 1: queso, leche y yogur. • Grupo 2: carne, huevos y pescado. • Grupo 3: patatas, legumbres y frutos secos. • Grupo 4: verduras y hortalizas. • Grupo 5: frutas. • Grupo 6: pan, cereales y azúcar. • Grupo 7: aceite, grasas y mantequilla. Pero en los últimos años, la influencia de la imagen de la pirámide alimentaria ha hecho que la clasificación aceptada en la actualidad sea de cinco grupos: • Grupo 1: pan y cereales. • Grupo 2: verduras y frutas. • Grupo 3: carnes, pescados, huevos, legumbres, frutos secos y productos alternativos. • Grupo 4: leche y derivados. • Grupo 5: grasas y azúcares. 6.2.1. Pan y cereales Los cereales y derivados se pueden administrar en estas edades en forma de cereales para desayuno o en papillas, suministrando proteínas vegetales y constituyendo la principal fuente de hidratos de carbono, aportando hidratos de carbono complejos y fibra. A partir del año de edad se tiene que empezar a incluir pan en las comidas, y éste puede sustituir a las galletas de la merienda. El pan integral no es aconsejable en estas edades. Hasta los dos años, los cereales de desayuno listos para consumir pueden resultar aún difíciles de masticar, por lo que es preferible elegir cereales de cocción. Arroz y todo tipo de pastas deben administrarse una o dos veces por semana, bien solos o añadiendo salsa de tomate natural, queso rallado, salsa bechamel o también junto a caldo de pollo o carne y verduras. 6.2.2. Verduras y frutas Las verduras deben formar parte del régimen diario, y se pueden utilizar frescas o congeladas, como ingrediente de los primeros platos o acompañamiento de los segundos. Ciertas verduras, como zanahorias, espinacas, nabos y acelgas, son a menudo ricas en nitratos, en algunos casos perjudiciales en estas edades; para reducir estas sustancias, una vez cocidas se deben conservar en un envase sin el caldo y conviene no recalentarlas más de una vez. Las frutas, preferentemente frescas y bien maduras, han de administrarse como mínimo en número de dos piezas al día, aunque es buena costumbre mantener la papilla de frutas de la tarde. El consumo de zumo de fruta natural se puede considerar una alternativa acertada, pues éste ofrece muchos de los nutrientes de la fruta (con la excepción de la fibra). El zumo de fruta comercial contiene sólo el azúcar propio de la fruta utilizada en su elaboración y es una opción más saludable que una bebida de fruta con azúcar añadido, como es el caso de numerosas bebidas refrescantes y néctares; pero una bebida de fruta que solamente contenga un 10% de zumo debe ser considerada como un “dulce” y no como sustituto de una fruta. Todos los días hay que tomar patatas, que son la base de la mayoría de los purés de verduras. Se pueden servir cocidas, al vapor y no siempre fritas. Los purés de patata son ricos en almidón y necesitan una buena impregnación salival para ser digeridos completamente. 6.2.3. Carnes, pescados, huevos, legumbres, frutos secos y productos alternativos Teniendo en cuenta el concepto de complementación proteica, por el cual la combinación de alimentos proteicos dentro de la misma comida puede compensar entre sí aminoácidos esenciales, haciendo que las proteínas de esa comida incrementen su valor biológico, se recomienda moderar el consumo de proteínas animales y procurar que éstas sean de origen tanto animal como vegetal. Una manera interesante de conseguir esto es aumentando el consumo de los primeros platos y guarniciones, potenciando el consumo de legumbres y disminuyendo la cantidad de carne o pescado en el plato. El niño a estas edades está preparado para digerir y absorber cualquier tipo de carne. Sin embargo, hay que dar con preferencia carnes y pescados magros y evitar el consumo de grasa visible en carnes, así como incitar al consumo de pescados azules, servidos desmenuzados y libres de espinas, por su riqueza en ácidos grasos poliinsaturados. En muchos casos, por problemas de una buena masticación, no puede tomar la carne con su textura normal, por lo que hay que ofrecerle carne picada en formas diversas: albóndigas, hamburguesas, relleno de empanadillas o croquetas de todo tipo (jamón de York, pollo, ternera, pescado, bacalao, etc.). El huevo se administrará Nutrición en el niño de corta edad... entero, nunca crudo, y se recomienda dar de uno a tres por semana. Las legumbres, por su composición en aminoácidos, complementan las proteínas de los cereales, y suministrados ambos conjuntamente corrigen el déficit respectivo en lisina y metionina. Se introducirán a los 18 meses, añadidas al puré de verduras. Hasta los 2 años y medio es necesario administrarlas en forma de puré porque pueden producir diarreas de residuos debido a su piel fibrosa. En nuestro país es rara la deficiencia de proteína en niños, en parte por la importancia cultural de los alimentos proteicos. Quienes tienen más posibilidades de riesgo de consumo inadecuado de este nutriente son los niños que consumen dietas vegetarianas estrictas, los que tienen múltiples alergias alimentarias y llevan dietas restrictivas, o aquellos que ven restringida su selección de alimentos a causa de dietas caprichosas por problemas de conducta o acceso limitado a los mismos. En estos casos es preciso realizar una encuesta dietética y ver la manera de combinarlos con el fin de evitar déficit nutritivos. 6.2.4. Leche y derivados Durante la etapa de 1 a 3 años, los productos lácteos continúan siendo un componente básico en la alimentación. Se aconseja consumir 500-600 ml de leche al día, cantidad que se puede sustituir en parte por productos lácteos como queso o yogur, para cubrir el 30% de las necesidades energéticas. Si el niño muestra alguna dificultad en la ingesta de leche, ésta puede ser incorporada a los purés o postres lácteos. El Comité de Nutrición de la Sociedad Europea de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátirica (ESPGHAN) recomienda la utilización de la leche de continuación hasta los tres años. Esto debe proponerse siempre que la situación económica familiar lo permita, debido a que el consumo excesivo de leche de vaca sin modificar no resulta beneficioso, porque en algunos casos puede originar en el niño enteropatía con pérdida de sangre oculta, pérdida de apetito y un excesivo aporte de grasa. Si no se usan fórmulas de continuación, habrá que aconsejar preparados intermedios entre la leche de continuación y la de vaca, las denominadas leches de crecimien- 314 to, junior o leches 3, y emplearlos hasta los 3 años de vida. Parte de la ingesta de leche se puede reemplazar parcialmente por otros productos lácteos, como queso, yogur, etc., o con platos que incluyan leche entre sus ingredientes (croquetas, purés, gratinados, salsa bechamel, natillas, flanes…). No es recomendable el consumo de leches totalmente desnatadas en este periodo de la vida y también se desaconseja el consumo de quesos grasos. 6.2.5. Grasas y azúcares Las principales recomendaciones sobre el consumo de grasas en estas edades son las siguientes: aumentar el consumo de aceite de oliva, principalmente virgen, por su aporte de antioxidantes (tocoferoles, carotenos, etc.); incrementar el consumo de pescados como fuente principal de n-3; y restringir el consumo de carnes grasas, mantequilla, margarina (contiene ácidos grasos trans) y bollería industrial (esta última rica en aceite de coco, fuente vegetal de grasa saturada). En cuanto a los azúcares, se debe limitar la ingesta de sacarosa por su poder edulcorante, que favorece la creación de hábitos alimentarios no deseables, y por su capacidad para modificar la ecología bacteriana de la cavidad bucal, contribuyendo al desarrollo de la caries. Para ello, el consumo de pastelería, golosinas, caramelos y bebidas azucaradas ha de ser esporádico. 6.3. Cantidades y raciones de alimentos en niños de 1 a 3 años Para cada grupo de alimentos de la “pirámide”, y en función de las recomendaciones, se han considerado unas porciones que contengan una cantidad adecuada de nutrientes. El termino porción se define como la cantidad de un alimento que permite el intercambio con otras porciones de otros alimentos. Los niños de 1 a 3 años de edad necesitan el mismo número de porciones; pero la porción recomendada para los de 1 año es en ocasiones más pequeña, aproximadamente 2/3 de la porción normal. Cada uno de estos grupos de alimentos proporciona algunos de los nutrientes y la energía que los niños necesitan, pero no todos. Figura 1. “Pirámide alimentaria” para niños de 1 a 3 años. Como se observa en la Figura 1, los alimentos del grupo de grasas y dulces se tomarán en poca cantidad, porque contienen muchas calorías, pero pocas vitaminas y minerales. El grupo de la leche es importante por el calcio, y deberán consumirse 2 raciones diarias. El grupo de la carne aporta proteína, hierro y zinc; los niños de 1 a 3 años tienen que ingerir 2 raciones diarias. Los grupos de verduras y hortalizas y de frutas suministran gran cantidad de vitaminas, minerales y fibra dietética, por lo que se recomiendan 5 raciones diarias (3 de verduras y hortalizas, y 2 de frutas). El grupo de los cereales proporciona vitaminas, minerales, hidratos de carbono complejos y fibra; hay que ingerir 6 raciones diarias. Las porciones intercambiables de los diferentes grupos para niños de 1 a 3 años se presentan en la Tabla 5 (grupo “Leche”), Tabla 6 (grupo “Carne, pescado y legumbres”), Tabla 7 (grupo “Verduras y hortalizas”), Tabla 8 (grupo “Frutas”), Tabla 9 (grupo “Cereales”) y Tabla 10 (grupo “Otros”). 6.4. Menú diario más adecuado para niños de 1 a 3 años 6.4.1. Desayuno Es una de las comidas más importantes del día. En estas edades, muchos niños, especialmente de 2 a 3 años, no tienen apetito al levantarse por razones tales como temer ir a la guardería, y la angustia que esto les provoca les quita el apetito, o no haber dormido lo suficiente y, como consecuencia, no estar lo bastante despiertos para que su apetito Nutrición en el niño de corta edad... Tabla 5. GRUPO LECHE (EQUIVALENCIA DE UNA RACIÓN PARA NIÑOS DE 1 A 3 AÑOS) 1 taza o vaso de leche 1 taza de leche de soja, fortificada con calcio 2 yogures 2 petit suisses 1 cuajada 80 g de queso fresco 40 g de queso elaborado 1 y 1⁄2 taza de helado 2 quesitos de porción 2 quesitos de loncha Tabla 6. GRUPO CARNE, PESCADO Y LEGUMBRES (EQUIVALENCIA DE UNA RACIÓN PARA NIÑOS DE 1 A 3 AÑOS)* Carne magra Pescado magro Huevo pequeño Jamón cocido Jamón serrano Fiambre Salchicha Frankfurt 1 y 1⁄2 legumbres secas 1-2 años 20 g 30 g 1 unidad 20 g 20 g 20 g 1 y 1⁄2 1⁄2 taza 2-3 años 30 g 40 g 1 unidad 30 g 30 g 30 g 1 y 1⁄2 1⁄2 taza * Los frutos secos no se recomiendan hasta los 3 años, por riesgo de atragantamiento. Tabla 7. GRUPO VERDURAS Y HORTALIZAS (EQUIVALENCIA DE UNA RACIÓN PARA NIÑOS DE 1 A 3 AÑOS) Verduras Ensalada Hortalizas cocidas o crudas Hortalizas crudas de hoja 1-2 años 70 g 1 plato pequeño 1⁄2 taza 1 taza 2-3 años 100 g 1 plato pequeño 1⁄2 taza 1 taza Tabla 8. GRUPO FRUTAS (EQUIVALENCIA DE UNA RACIÓN PARA NIÑOS DE 1 A 3 AÑOS) Pieza mediana Rodaja de melón Piezas pequeñas Fruta enlatada Fruta seca Zumo 1-2 años 1 1 2 1⁄2 taza 1⁄2 taza 250 ml 2-3 años 1 1 3 1⁄2 taza 1⁄2 taza 333 ml Tabla 9. GRUPO CEREALES (EQUIVALENCIA DE UNA RACIÓN PARA NIÑOS DE 1 A 3 AÑOS) 1 cazo de arroz bien cocido 1 cazo de sopa de sémola 1 cazo de pasta 1 rebanada de pan 30 g de cereales para desayuno 1 patata pequeña 3-4 galletas Tabla 10. GRUPO OTROS (EQUIVALENCIA DE UNA RACIÓN PARA NIÑOS DE 1 A 3 AÑOS) Azúcar • 2 terrones Aceites y grasa • Limitar su consumo • Dar aceite de oliva • Mantequilla preferible a margarina Otros • A los niños menores de 3 años no se recomienda ofrecerles bebidas excitantes (café, té, refrescos con cafeína, etc.) • Nunca se les deben dar bebidas alcohólicas, aunque sean de baja graduación, como sidra, mosto, cerveza pueda manifestarse. En este punto hay que señalar la importancia que tiene el desayuno, pues algunos estudios han revelado un bajo rendimiento escolar en los niños que no desayunaban o lo hacían de una forma incorrecta. Es recomendable que esta primera comida del día contenga lácteos y cereales de todo tipo (galletas, cereales de desayuno, tostadas, pan o bollería no demasiado grasa). Si, además, se incluye una fruta o su zumo, mejor aún. Otros productos ricos en azúcares, como miel, mermeladas o confituras, también están reservados para que formen parte del desayuno. 6.4.2. Almuerzos y/o meriendas La mayoría de los niños comen cuatro o cinco veces al día, por lo que son importantes los “picoteos”, ya que contribuyen al aporte total de nutrientes. Tanto el almuerzo como la merienda constituyen un complemento energético y deben ser una parte habitual de la alimentación infantil; pero la cantidad no tiene que resultar excesiva, para que no reste apetito al niño a la hora de la comida o la cena. En el almuerzo o la merienda se ha de fa- vorecer la ingesta de bocadillos preparados en casa, frutas y productos lácteos, sin abusar de los embutidos, patés y quesos grasos. En la Tabla 11 se presentan ejemplos de este tipo de “picoteos”. En estas comidas habrá que limitar el consumo de alimentos superfluos o “calorías vacías” (golosinas, chucherías, snacks, refrescos...). 6.4.3. Comida del mediodía En nuestra sociedad, la comida constituye la principal toma de alimentos del día, y es el momento de la enseñanza y el aprendizaje de los hábitos alimentarios. Debe realizarse generalmente a la misma hora todos los días, y en el lugar donde se haga conviene propiciar un clima tranquilo, sosegado y sin interferencias (TV). Se han de evitar en la medida de lo posible las interrupciones largas entre plato y plato, comer con mucha rapidez y las situaciones incómodas por falta de espacio. La comida se repartirá en dos platos y postre. • Primer plato. Generalmente se basa en arroz, pasta, verduras con patata o legumbres en puré. Es importante acostumbrar a los niños Nutrición en el niño de corta edad... Tabla 11. EJEMPLOS DE “PICOTEOS” PARA NIÑOS DE 1 A 3 AÑOS • “Picoteos” de cereales: galletas, galletas untadas con queso, cereales listos para comer, palomitas de maíz, pan, cereales listos para comer con frutas secas • “Picoteos” con hortalizas: palitos de hortalizas (zanahoria, pepino, calabaza, etc.), tomate cortado en pequeñas rodajas, judías verdes hervidas en trocitos, cebolla cruda cortada en trocitos • “Picoteos” de frutas: trocitos de manzana, pera, plátano, gajos de naranja, mandarina, zumo de frutas (100%), fruta enlatada con zumo • “Picoteos” de leche: batidos hechos con fruta y leche, trocitos de queso y galletas, vasos pequeños de yogur • “Picoteos” de huevo: huevo duro (pequeñas rodajas) • “Picoteos” de carne: trocitos de lomo a tomarlo, porque el valor nutritivo de este primer plato radica en su contribución energética y en su aporte de hidratos de carbono complejos. Si esto no ocurre y el niño no lo toma, el organismo utilizará las proteínas del segundo plato para resolver sus necesidades energéticas, con lo que llevará una alimentación desequilibrada. • Segundo plato. Está formado por carnes, derivados cárnicos, pescado o huevos. Estos alimentos son ricos en proteína, hierro y otros nutrientes, y deben aparecer en cantidades moderadas (50 g). Pueden acompañarse de una guarnición de ensalada, verduras o patatas (asadas, cocidas o en puré). Conviene incluir al menos tres veces por semana pescado (blanco y azul) y huevos. • Postre. Lo mejor es una pieza de fruta. Puede alternarse con productos lácteos sencillos (yogur, petit suisse, etc.). 6.4.4. Cena Debe ser complementaria de la comida, por lo que hay que tener en cuenta los alimentos que se han consumido en casa o en la guardería y no repetirlos. La cena ha de ser más ligera que la comida, y no conviene administrarla poco tiempo antes de dormir. 6.5. Menús escolares Debido al estilo de vida de las familias, en los últimos años es cada vez más frecuente que, por ra- zones logísticas, muchos niños con estas edades coman en comedores de guarderías. A la hora de planificar las comidas que sus hijos realicen en casa, los padres han de intentar que éstas sirvan para complementar las del centro escolar, con objeto de poder alcanzar al final de la semana el equilibrio considerado como ideal en la dieta. Los menús escolares deben poseer características que favorezcan la buena nutrición, seleccionando los productos para su utilización, a fin de conseguir menús variados y equilibrados. Para su realización conviene usar productos naturales y pocos productos manufacturados. Es necesario conocer la composición nutricional de los menús para informar a los padres de ello. Hay que hacer notar que no sólo basta con que la comida que se realice en el colegio sea sana y saludable. Si el resto de comidas que hace el niño no son equilibradas y los hábitos alimentarios no son los correctos, no se obtendrán los resultados deseados. 7. Factores de riesgo nutricional en el niño de 1 a 3 años Se debe procurar que, durante este periodo, el niño no adquiera conductas caprichosas y monótonas, con preferencia hacia unos alimentos y aversión hacia otros. Se intentará no crear hábitos nocivos por los cuales rechace verduras, frutas y cereales, en favor de grasas saturadas, y para ello se evitarán los fritos, la pastelería en exceso, los platos con salsas complicadas y los frutos secos. Nunca hay que darle té, café, ni bebidas alcohólicas. A esta edad, los principales problemas relacionados con su alimentación están basados en que los niños ingieren en demasía energía, proteínas y lípidos, especialmente grasas saturadas, que se apartan por exceso de las recomendaciones, y toman insuficiente proporción de glúcidos, aunque se aprecia un gran consumo de azúcares refinados con los “picoteos”. En esta etapa de la vida se observa una importante distorsión de la tradicional dieta mediterránea. Los mayores riesgos relacionados con la dieta en esta edad preescolar podrían ser enumerados como sigue: 7.1. Ingesta excesiva de alimentos proteicos A veces se sobrestima la necesidad de proteína, por entender que es un nutriente fundamental para el crecimiento del niño. El porcentaje de energía aportado por las proteínas a estas edades debe oscilar entre el 10 y el 15%. Es habitual encontrar menús ricos en alimentos proteicos que superan el 15% del valor energético total, lo que obliga a considerar en su justa cantidad el suministro al niño de este tipo de alimentos (carne, pescado, huevos y lácteos). 7.2. Ingesta excesiva de grasas saturadas y colesterol La ingesta de ácidos grasos saturados y de colesterol durante los primeros años de la vida parece influir en el desarrollo de la arteriosclerosis en la época adulta (ver Capítulo 3.18). Hay que insistir en las recomendaciones de consumir aceite de oliva y controlar de una manera especial la ingesta de carne y el consumo de alimentos entre comidas, muchos de ellos ricos en grasas saturadas. Los productos de charcutería que se deberían utilizar en esta edad son el jamón cocido y el jamón serrano magro (sin el tocino). Además, se pueden encontrar en el mercado otros derivados cárnicos que guardan muchas similitudes con el jamón cocido, como es el caso de la paleta de cerdo cocida. El jamón cocido es un producto de gran va- lor nutritivo, rico en proteínas de alto valor biológico y con un contenido graso relativamente bajo, comparado con los diversos embutidos. El jamón cocido y el salado, consumidos una o dos veces por semana, son suficientes para contribuir a la diversificación de la dieta. Hay que vigilar la ingesta de embutidos, que son derivados cárnicos ricos en grasa, de contenido proteico variable según los ingredientes utilizados. Son embutidos tradicionales el chorizo, el salchichón, la mortadela, el salami, la butifarra, la sobrasada, etc. También se deberá prestar atención a la toma de sucedáneos de jamón cocido, como los denominados fiambres de jamón, a los que se autoriza el añadido de féculas, proteínas y otras partes del cerdo, además de aditivos, para formar un conglomerado o pastel compacto. 7.3. Ingesta excesiva de lácteos y derivados desnatados El consumo generalizado de leche desnatada por los niños pequeños no está justificado desde el punto de vista nutricional, salvo indicación médica expresa. Como razones cabe citar el papel que juegan los lácteos en el aporte energético del niño, que al tomarlos desnatados disminuye de una manera considerable, y el hecho de que la leche desnatada esté desprovista no sólo de grasa, sino también de las vitaminas liposolubles disueltas en ella, muy necesarias en un momento crítico de crecimiento. 7.4. Aporte excesivo de sal Una correcta educación del gusto desde la infancia evitaría los dificultosos cambios de hábitos a los que se ven obligados quienes de adultos precisan reducir la cantidad de sal en su dieta diaria. Por ello no deben salarse excesivamente las preparaciones, con el fin de acostumbrar al niño al sabor propio de los alimentos, disminuyendo consecuentemente la ingesta de sal. 7.5. Obesidad Algunas estadísticas llegan a mostrar una incidencia del 13% de obesidad en estas edades, co- Nutrición en el niño de corta edad... mo consecuencia de una ingesta excesiva de energía. Esto es debido a la utilización en demasía de productos de escaso de valor nutritivo, tales como golosinas, snacks, refrescos, etc., especialmente entre las principales comidas; al uso frecuente de alimentos excesivamente grasos (cordero, quesos curados, frutos secos oleaginosos fritos, etc.); o al consumo de bebidas refrescantes azucaradas con extracto de cola, sabor a limón o naranja, etc. Todo ello puede originar un exceso de peso y, consecuentemente, en muchos casos predispondrá a obesidad en la época de adultos. Aproximadamente un 30% de los obesos adultos tiene una historia previa de obesidad; de ahí la importancia de una dieta adecuada y equilibrada durante la infancia (ver Capítulo 3.18). 7.6. Alergias alimentarias Con la introducción en la dieta de un alimento nuevo, existe la probabilidad de que se inicie una alergia a dicho alimento. La frecuencia de alergias alimentarias es muy variable y, según los autores, oscila entre el 0,3 y el 38%. Los niños que son hijos de padres con alergias alimentarias las padecen con mayor asiduidad (ver Capítulo 4.42). 7.7. Caries dental La caries dental es una de las más comunes enfermedades nutricionales, y se ve favorecida por la ingesta excesiva de azúcares en esta edad. Una forma de prevención será mediante el aporte de flúor, que variará dependiendo de su contenido en el agua de consumo. 7.8. Intolerancia a la lactosa La detección de una baja actividad de lactasa es muy frecuente, y su incidencia varía en función de la raza, oscilando entre el 5 y el 35% en la raza blanca en los primeros años de vida. Estos niños iniciarán su sintomatología clínica (diarreas, dolor abdominal, retraso en el crecimiento, etc.) en estas edades, por lo que habrá que limitar su ingesta de lactosa (ver Capítulo 4.5). 8. Dificultades más comunes en relación con la alimentación en estas edades Muchas dificultades relacionadas con el consumo de alimentos provienen de unas inadecuadas costumbres adquiridas en los primeros años de vida. Para los niños de estas edades, la familia es la principal influencia en el desarrollo de los hábitos alimentarios. Los padres y los hermanos de mayor edad son modelos importantes para los pequeños en su aprendizaje e imitación. Pero, pasado el primer año de vida y en cierto modo el segundo, a esto se une de manera importante la sociedad que le rodea; en primer lugar, otros componentes de la familia (abuelos, tíos, amigos...), quienes ofrecen alimentos al niño, tales como dulces, helados y golosinas diversas, que pueden afectar significativamente su comportamiento alimentario; y, por otra parte, el hecho de comer en la guardería, ya que esto constituye una parte importante de la dieta diaria que se repite 5 días a la semana, durante muchas semanas al año. Las necesidades energéticas de los niños pueden variar mucho durante estas edades, por lo que se aconseja respetar, en la medida de lo posible, la sensación de saciedad o de hambre expresada por los propios niños. Por ello, es una equivocación querer estandarizar la alimentación en función de la edad, obligar a todos los niños a tomar la misma cantidad y al mismo tiempo, e intentar que consuman cantidades parecidas a las de los adultos. Si se fuerza al niño a aceptar la ración y el ritmo que teóricamente le convienen, se crean conflictos inevitablemente. 8.1. Inapetencia hacia los alimentos La inapetencia infantil es uno de los motivos de mayor preocupación de los padres en este periodo. Esto es debido a que muchos de ellos desconocen o no entienden la disminución fisiológica del apetito que se da después del primer año de edad, razón por la cual fuerzan a comer a sus hijos. Es necesario diferenciar la inapetencia reciente de la habitual. La inapetencia reciente es la que aparece cuando el niño sufre una enfermedad aguda, y lo más probable es que ésta desaparezca cuando se resuelva la enfermedad. En este caso se pueden seguir las siguientes pautas dietéticas: • Fraccionar las comidas en varias tomas de menor volumen. • Ofrecer líquidos entre horas, no durante las principales comidas, para no disminuir el apetito del niño. • Enriquecer los platos para que éstos sean más nutritivos; por ejemplo, añadiendo leche en polvo al vaso de leche, quesitos o clara de huevo cocida en el puré, o galletas en el batido de frutas. La inapetencia habitual es la que se prolonga en el tiempo, y puede ser verdadera o falsa. La verdadera inapetencia es aquella que frecuentemente se presenta en un niño con un peso por debajo del normal para su edad. Esta situación suele ser generalmente sinónimo de enfermedad. Una historia clínica y nutricional detallada, unida a una exploración física completa, permiten realizar el diagnóstico y comenzar el tratamiento lo antes posible, para que el niño pueda reiniciar una alimentación adecuada y recuperar su peso. En cambio, la inapetencia falsa se debe sospechar cuando el niño ingiere muchas golosinas, toma zumos todo el día o abundante cantidad de leche, come a deshora, consume dulces antes de las comidas y no acepta determinados alimentos, como, por ejemplo, verduras, presentando un ritmo de crecimiento normal. En ese caso, la familia debe ser tranquilizada e informada de cómo manejar a estos niños, para lo que se proponen algunas recomendaciones: • Cumplir con las cuatro comidas principales diarias (desayuno, comida, cena y almuerzo o merienda), controlando la alimentación entre comidas. • Comer el menú según el orden de su presentación. Probar con alimentos nuevos en pequeñas dosis, negociar una cantidad mínima y, aunque algunos productos sean rechazados, no ceder a los caprichos. También se recomienda evitar que la comida este muy fría o muy caliente, porque hay muchos niños que la prefieren tibia. • Habitualmente es aconsejable servir porciones pequeñas y permitir que repitan. Una regla útil es ofrecer una cucharada de comida por cada año de edad inicialmente, y luego darles más si tienen más apetito. • Los padres proporcionan a sus hijos comidas cada vez más complejas, alimentos amargos, dulces, duros, suaves, gomosos y crujientes, y los niños pueden tener su primera experiencia con alimentos que son duros de masticar (como la carne) o que tienen un gusto extraño (como los pepinillos). Así pues, no debe sorprender el hecho de que ellos se resistan o no cooperen. • Cuando el niño adopta una conducta inadecuada a la hora de comer, los padres no se deben manifestar con gritos, enfado o castigos, sino retirar el plato una vez finalizado el tiempo acordado, sin darle otro alimento hasta la comida siguiente. No tiene sentido “chantajear”, “comprar” o “castigar” al niño para conseguir que coma. Forzándole a tomar un determinado alimento se puede motivar que los rehúse todos y que quede condicionado a rechazar la comida, ya que el acto de comer se convierte para él en algo incómodo y poco placentero. • Permanecer en la mesa durante el tiempo que dure la comida. Se debe evitar compaginar la comida con otras actividades (TV, radio, juegos…). • La atmósfera a la hora de comer y el comportamiento de cada uno de los miembros de la familia en la mesa pueden estimular al niño a imitar a los demás y, de esta manera, a comer de forma correcta. Si un miembro de la familia rechaza un determinado alimento, el niño puede imitar su comportamiento. • Tener en cuenta las preferencias del niño y cuidar la presentación de los platos. Un plato decorado con gusto, las raciones individuales, los platos sorpresa o el hecho de explicar un cuento excitan más el apetito que la monotonía de una comida que se repite cada semana. • Hacer hincapié en que los alimentos nutritivos también saben bien y no sólo tiene que comerlos porque son buenos para él. Conviene utilizar frutas frescas o secas o yogures de sabores como recompensas o como alimentos entre comida, en lugar de golosinas, pasteles y galletas, porque estos últimos pueden desarrollar un exagerado gusto por las cosas dulces. 8.2. Negativismo En la mayoría de las ocasiones, el rechazo a alimentos concretos suele ser transitorio, y con el tiempo vuelven a introducirlos en la dieta diaria. Pero algunas veces persiste el rechazo a determinados alimentos o comidas. Esto es lo que se ha denominado “negativismo”. Suele darse en niños dominantes, consentidos, con sobreprotección. La permisividad de la familia por diferentes motivos hace que el pequeño satisfaga siempre sus deseos. En estos casos, algunas de las pautas a seguir serían las siguientes: Nutrición en el niño de corta edad... • Dar a probar variedad de alimentos y sabores de forma distendida, no con imposiciones fuertes. • Negociar la cantidad mínima a comer de cada plato. Se le puede exigir que pruebe al menos una parte simbólica antes de negarse a comer. • No sustituir un alimento rechazado por otro de mayor agrado. Si rehúsa el primer plato por el segundo, condicionar la toma del segundo a una mínima cantidad del primero. • La comida no debe durar más de 30 minutos; al final de este tiempo, conviene retirar el plato tal y como esté, sin comentarios ni dramas, y no darle nada hasta la comida siguiente. • No se deben emplear nunca los alimentos como premio o castigo, ya que esto puede conducir a conductas alimentarias negativas, caprichos, rechazo o aversión por ciertos alimentos. • No perder los nervios, no gritar ni amenazar. 8.3. Comportamiento inadecuado en la mesa Existen unas normas relativas a los hábitos higiénicos y de comportamiento que se tratará de inculcar a los niños desde pequeños. • Higiene. Antes de manipular cualquier alimento se ha de manifestar la necesidad de lavarse correctamente las manos. Lo mismo ocurre con la higiene bucal, que se debe tener en cuenta una vez finalizada cada comida. • Posturas en la mesa. En estas edades hay que enseñar al pequeño a comer sentado, a permanecer en la mesa hasta que finalice la comida, a mantener la espalda erguida, y procurar que no extienda los codos. Se recomienda usar sillas y mesas especiales para niños o dispositivos que les permitan comer en la mesa con el resto de la familia. • Uso de utensilios. El niño de un año de edad se sirve principalmente de los dedos para comer y puede requerir ayuda al utilizar una taza. Hacia los dos años puede sostener la taza con una mano y también emplear la cuchara, pero en ocasiones todavía prefiere usar las manos. Hacia los 3 años ya se puede hacer general el uso de cuchara y tenedor; sin embargo, habrá que echar una mano en la utilización del cuchillo. Las cucharas gruesas o de mango corto y los tenedores permiten una sujeción más fácil y descansada; por su parte, los tazones, los platos y las tazas deberán ser irrompibles y lo suficientemente sólidos como para que no se vuelquen. 9. Resumen El periodo de 1-3 años de edad se caracteriza por ser una etapa de transición entre la fase de crecimiento muy rápido propia del lactante y el periodo de crecimiento estable que se extiende desde los 3 años hasta el comienzo de la pubertad. Ésta es una fase madurativa en la que el niño realiza avances importantes en la adquisición de funciones psicomotoras, al tiempo que sus funciones digestivas y metabólicas van alcanzando un grado de madurez suficiente para aproximar su alimentación a la del adulto. En esta época de la vida, el niño debe aprender a comer, a manejar alimentos semilíquidos y más tarde sólidos; es todo un proceso de desarrollo que implica masticar, saborear y familiarizarse con los olores y texturas de los alimentos, así como manipularlos, tragarlos y asimilarlos, con el fin de incorporarse poco a poco a la dieta familiar, aprendiendo patrones específicos que influirán decisivamente en sus hábitos alimentarios de adulto. Los niños a estas edades son caprichosos y tienen tendencia hacia los dulces y golosinas que a veces se les ofrecen, por lo que hay que poner especial cuidado en su conducta alimentaria, la cual puede estar sujeta a determinadas aversiones y preferencias, lo que puede conducir en ocasiones a una dieta carente de algunos nutrientes. Durante esta época de la vida, las necesidades nutricionales son variables dependiendo del desarrollo del niño (peso y talla) y del grado de actividad (unos niños son tranquilos, otros son activos y unos pocos son hiperactivos). Las necesidades energéticas se sitúan en torno a las 100 kcal/kg/día, aproximadamente 1.3001.500 kcal/día. A partir de los 12 meses de edad debe iniciarse progresivamente la introducción de alimentos con una textura más gruesa, para ir acostumbrando al bebé a alimentos troceados. Para empezar, una buena solución es darle productos que sean fácilmente chafados con el tenedor, e ir cambiando a troceado pequeño. Todo ello dependiendo de cada niño y de su rapidez en el aprendizaje de la masticación. El objetivo es que al llegar a los 1824 meses coma los alimentos troceados. Durante esta época también debe producirse un cambio estratégico en su alimentación y pasar del concepto de plato único a una comida compuesta por un primer plato, un segundo plato y finalmente un postre. A partir de los 2 años, el niño hace 4 comidas al día -desayuno, comida, merienda y cena-, y en algunos casos puede tomar un suplemento lácteo en forma de leche con galletas antes de acostarse. La manera de repartir los aportes calóricos de estas 4 comidas básicas reviste mucha importancia, pues estos hábitos alimentarios adquiridos en los primeros años serán la guía para la época adulta. Se ha de procurar que el niño no adopte conductas alimentarias caprichosas y monótonas, con preferencia hacia unos alimentos y aversión hacia otros, que pueden conducirle a llevar una alimentación carencial en alguna sustancia nutritiva. En resumen, se debe proporcionar una dieta equilibrada, variada y completa que asegure un crecimiento y desarrollo óptimos, evite carencias nutritivas y pueda prevenir enfermedades cardiovasculares del adulto y obesidad. Nutrición en el niño de corta edad... 10. Bibliografía Ballabriga A, Carrascosa A. Nutrición en la edad preescolar y escolar. En: Ballabriga A, Carrascosa A (eds.). Nutrición en la infancia y adolescencia, 2ª ed. Ergon. Madrid, 2001: 425-47. Capítulo en el que se analizan con detalle las características de la alimentación en la edad preescolar. Food and Nutrition Board. Institute of Medicine. Dietary Reference Intakes (DRI) for calcium, phosphorus, magnesium, vitamin D and fluoride, 1999. Primer informe publicado sobre las DRI en el que se concretan las ingestas de calcio, fósforo, magnesio, flúor y vitamina D. Food and Nutrition Board. Institute of Medicine. Dietary Reference Intakes (DRI) for energy, carbohydrate, fiber, fat, fatty acids, cholesterol, protein and amino acids, 2002. Se establecen aquí las ingestas recomendadas sustentadas en indicadores objetivos que estiman las calorías según el balance energético, reconociendo que las recomendaciones anteriores eran excesivas, al basarse en ingestas de poblaciones sobrenutridas. Se estiman las ingestas totales diarias de hidratos de carbono, fibra, proteínas y grasas. Food and Nutrition Board. Institute of Medicine. Dietary Reference Intakes (DRI) for thiamine, riboflavin, niacin, vitamin B6, folate, vitamin B12, pantothenic acid, biotin and choline, 1999. Primer informe publicado sobre las DRI en el que se especifican las ingestas sobre vitaminas. Food and Nutrition Board. Institute of Medicine. Dietary Reference Intakes (DRI) for vitamin A, vitamin K, arsenic, borum, chromium, copper, iodine, iron, manganese, molybdenum, nickel, silicon, vanadium and zinc, 2002. Informe complementario a los publicados sobre las DRI, en el que se determinan las ingestas de vitaminas y minerales no descritos anteriormente. Food and Nutrition Board. Institute of Medicine. Dietary Reference Intakes (DRI) for vitamin C, vitamin E, selenium and carotenoids, 2000. Informe complementario al publicado en 1999 sobre las DRI, en el que se establecen las ingestas sobre vitaminas. Hernández Rodríguez M. Alimentación del niño de 1 a 3 años. En: Hernández Rodríguez M (ed.). Alimentación infantil, 3ª ed. Díaz de Santos. Madrid, 2001: 67-72. Capítulo en el que se exponen las necesidades energéticas y de nutrientes para estas edades, así como los menús más recomendados. Leis R, Tojo R, Castro-Gago M. Nutrición del niño preescolar y escolar. En: Tojo R (ed.). Tratado de Nutrición pediátrica. Doyma. Barcelona, 2001: 411-36. Este capítulo analiza con detalle las características de la alimentación en la edad preescolar y la evolución de la dieta y la situación en España. Mataix Verdú J, Alonso Franch M. Nutrición en situaciones fisiológicas. Niño preescolar y escolar. En: Mataix Verdú J. (ed.). Nutrición y alimentación humana. Ergon. Madrid, 2001: 425-47. Otro capítulo que examina pormenorizadamente las características de la alimentación en la edad preescolar. Peña Quintana L. Alimentación del preescolar y escolar. En: Protocolos diagnósticos y terapéuticos en pediatría. Gastroenterología-Hepatología-Nutrición. Tomo 5. AEP, 2002: 321-8. Capítulo dentro de los protocolos publicados sobre nutrición infantil por la Asociación Española de Pediatría, en el que se analizan las características de la alimentación en la edad preescolar, se sugieren menús y recomendaciones. Requejo AM. Alimentación durante la fase de crecimiento estable: la etapa preescolar y escolar. En: Varela P (ed.). Alimentación infantil. Aspectos de interés farmacéuticos. BJ Libros y Revistas. Madrid, 1998: 109-18. Capítulo del libro sobre alimentación infantil, centrado, en este caso, en la alimentación durante la edad preescolar. Ros Mar L. Alimentación del escolar. En: Bueno M, Sarriá A, Pérez-González JM (eds.). Nutrición en pediatría, 2ª ed. Ergon. Madrid, 2002: 201-7. Texto en el que se detallan las características de la alimentación en la edad preescolar y los mecanismos que la regulan. Ros Mar L, Ferreras A, Martín J. Nutrición en la primera infancia (0 a 3 años). En: Tojo R (ed.). Tratado de Nutrición pediátrica. Doyma. Barcelona, 2001; 399-410. Otro capítulo del libro sobre nutrición infantil que, en este caso, describe los periodos de alimentación según las etapas de evolución de los diversos órganos, así como los patrones alimentarios y las variantes que influyen en la adquisición de los hábitos alimentarios. Sierra Salinas C, et al. Revisión del papel de la fibra en nutrición infantil. Pediátrika 2000; 20 (4): 129-37. Aquí se analiza el concepto de fibra según los diferentes organismos en nutrición. Incluye la clasificación dietética y funcional, los componentes de la fibra, sus funciones, sus fuentes dietéticas y una serie de consideraciones prácticas para su ingesta en las diferentes edades.