Nutrición en el niño de corta edad (1-3 años)

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Nutrición en el niño de corta edad (1-3 años)
1. Introducción
2. Características del periodo de 1 a 3 años
3. Patrones alimentarios durante el periodo de 1 a 3 años
3.1. Formación del gusto alimentario
3.2. Desarrollo de los hábitos alimentarios
4. Cambios en el comportamiento alimentario de los niños
de 1 a 3 años
4.1. Cambios de hábitos alimentarios
4.2. Cambios en el apetito
4.3. Cambios en la actividad social
4.4. Cambios en el número de alimentos
4.5. Cambios en el número de comidas diarias
4.6. Cambios en la forma de cocinar
5. Necesidades nutricionales
5.1. Energía
5.2. Distribución de la ración calórica
5.3. Macronutrientes
5.4. Minerales
5.5. Vitaminas
6. Normas básicas para la elaboración de la dieta
6.1. Distribución de las comidas
6.2. Características de los principales grupos de alimentos
6.3. Cantidades y raciones de alimentos en niños de 1 a 3 años
6.4. Menú diario más adecuado para niños de 1 a 3 años
6.5. Menús escolares
7. Factores de riesgo nutricional en el niño de 1 a 3 años
7.1. Ingesta excesiva de alimentos proteicos
7.2. Ingesta excesiva de grasas saturadas y colesterol
7.3. Ingesta excesiva de lácteos y derivados desnatados
7.4. Aporte excesivo de sal
7.5.
7.6.
7.7.
7.8.
Obesidad
Alergias alimentarias
Caries dental
Intolerancia a la lactosa
8. Dificultades más comunes en relación con la alimentación en estas
edades
8.1. Inapetencia hacia los alimentos
8.2. Negativismo
8.3. Comportamiento inadecuado en la mesa
9. Resumen
10.Bibliografía
11. Enlaces web
Objetivos
n Describir las características de los niños de 1 a 3 años en relación con la nutrición.
n Valorar los cambios en el comportamiento de los hábitos alimenticios a estas edades.
n Conocer las necesidades nutricionales en este periodo.
n Exponer las normas básicas para la elaboración de las dietas.
n Describir la cantidad y porciones de las dietas.
n Sugerir los menús diarios más adecuados.
n Planificar normas de menús escolares.
n Identificar los factores de riesgo nutricional.
n Mostrar las dificultades más comunes en relación con la alimentación en este periodo.
1. Introducción
E
n el periodo comprendido entre el año y los 3 años de edad, el niño debe
aprender a masticar y, progresivamente, a descubrir diferentes gustos y
texturas, con el fin de incorporarse poco a poco a la dieta familiar, ejercitando
patrones específicos que influirán decisivamente en sus hábitos alimentarios de
adulto. Por lo tanto, el adiestramiento de la conducta alimentaria ha de ser lo más
correcto posible, con objeto de evitar determinadas aversiones y preferencias de
alimentos en la vida adulta.
Comer es una actividad vital del organismo y tiene como fin esencialmente
satisfacer una necesidad biológica cuya naturaleza específica cambia con la edad.
Desarrollar esta función es una cuestión de evolución y aprendizaje. La alimentación
está unida en su desarrollo a la maduración de las estructuras del cuerpo. En esta
época se termina de completar el desarrollo de la mayoría de los sistemas y órganos,
especialmente el sistema nervioso central, y se realizan avances importantes en la
adquisición de funciones psicomotoras. Éste es un periodo donde las funciones
digestivas y metabólicas van alcanzando un grado de madurez suficiente para
aproximar la alimentación del niño a la del adulto y donde el volumen de ingesta de
alimentos presenta un descenso con relación al tamaño corporal, sobre todo si se
lo compara con la época de lactante.
Las anormalidades que acarrea una mala nutrición durante estos años son irreversibles,
no se puede recurrir a una segunda oportunidad, ya que la etapa de hiperplasia de los
órganos se detiene aproximadamente a la vez, tanto en los bien nutridos como en
los desnutridos. Los niños subalimentados durante este periodo de la vida pueden
presentar con el tiempo retraso en el desarrollo motor, físico, sensorial y psicológico.
Por ello, el mejor remedio para disminuir la incidencia de enfermedades ligadas a la
alimentación es el aprendizaje de buenos hábitos alimentarios, y el momento para
hacerlo es en estas edades, cuando se crean las características del gusto.
Durante estos años, el niño debe aprender a comer, a manejar alimentos
semilíquidos y más tarde sólidos. Es todo un proceso de desarrollo que implica
masticar, saborear y familiarizarse con los olores y texturas de los alimentos, así
como manipularlos, tragarlos y asimilarlos. Hay que tener presente que a un niño,
igual que se le enseña a caminar y hablar, se le debe enseñar a comer, tanto en
cantidad como en calidad.
El acto de comer es un aspecto importante en la incipiente vida social del niño,
y donde las experiencias tempranas son potencialmente trascendentales para
el establecimiento de actitudes y reacciones emocionales. El desarrollo de esta
importante función se ve facilitada o dificultada por las actitudes y conductas de
aquellos que cuidan de él. Los niños no sólo intentan imitar las acciones alimentarias
de los adultos que están a su alrededor, sino también las de los animales que viven
en el hogar familiar; por eso es necesario mostrarle los hábitos alimentarios y
Nutrición en el niño de corta edad...
enseñarle a comer solamente aquel alimento que
le entreguen los adultos.
En este intervalo de edad, un gran número de
niños empiezan a ir a guarderías y a comer en los
comedores escolares, lo que les permite adquirir
una serie de normas sociales. La comida en común
con otros niños estimula el acto de comer, y en el
caso de algunos con rasgos caprichosos para determinados alimentos les hace variar sus apetencias hacia alimentos que antes habían rechazado.
Igualmente, allí es donde a algunos niños se les inculcan hábitos higiénicos y se les enseña a utilizar
los cubiertos.
La creciente actividad social y el contacto frecuente con personas ajenas al medio familiar, es
otro hecho a destacar. Éstas les ofrecen golosinas, bebidas azucaradas, etc., que les resultan más
atractivos que la comida normal y conducen en
ocasiones a una alimentación irregular, observándose la aparición de conductas alimentarías irregulares que pueden conducir en ocasiones a una dieta unilateral, deficitaria en algunos nutrientes.
Otra de las peculiaridades de estas edades es la
gran variabilidad de actividad que desarrollan unos
niños respecto a otros.
Por ello, la alimentación correcta a partir del
año de edad hasta los 3 años se basará en la administración de una dieta variada, equilibrada e individualizada, de acuerdo con el estilo de vida de la familia y la propia constitución del niño que asegure
un crecimiento y desarrollo óptimos, con el fin de
intentar que con un buen aprendizaje de los hábitos alimentarios se puedan prevenir algunas enfermedades del adulto.
2. Características
del periodo de 1 a 3 años
Antes de llegar a la etapa del desarrollo de adulto modificado, que es la que corresponde a los niños de 1 a 3 años, es necesario superar dos periodos decisivos, que se superponen entre sí y que
resultan de correlacionar las necesidades energéticas para el adecuado crecimiento y desarrollo con la maduración de los diferentes sistemas
orgánicos.
El primer periodo es el de lactancia, que va desde el nacimiento hasta los 4-6 meses de vida; al na-
cer, el lactante sólo es capaz de succionar y deglutir líquidos, y sus aparatos digestivo y renal no
están maduros.
El segundo periodo o periodo transicional comprende desde los 4-6 meses hasta el año de vida, y,
en él, el lactante se desarrolla en los aspectos psicomotor, digestivo, absortivo, inmunológico y renal; durante esta fase, el desarrollo neuromuscular le permitirá expresar su deseo de alimentarse
o no.
El periodo de adulto modificado es el que comienza alrededor del año de vida y termina con
un estadio en el que el niño puede masticar por sí
mismo alimentos sólidos y digerirlos, hacia los tres
años de edad.
En esta etapa, todos los órganos y sistemas han
alcanzado un grado similar al del adulto, y los mecanismos fisiológicos han madurado. El niño realiza avances importantes en la adquisición de funciones psicomotoras (lenguaje, marcha, socialización)
y aprecia variaciones de sabor y color de los alimentos, lo que le permite incorporarse progresivamente a la dieta familiar, preparada y condimentada para su edad. Este periodo se caracteriza por
ser una etapa de transición entre la fase de crecimiento acelerado propia del lactante y el periodo
de crecimiento estable que se extiende desde los 3
años hasta el comienzo de la pubertad.
Durante estos años se produce una desaceleración de la velocidad del crecimiento lineal con respecto a la que tuvo el niño durante el primer año
de vida y a la que tendrá posteriormente durante la adolescencia. En contraste con la triplicación
del peso al nacer que ocurre en los primeros 12
meses, transcurre otro año antes de que se cuadruplique dicho peso. Asimismo, la longitud desde
el nacimiento aumenta en un 50% durante el primer año, pero no se duplica hasta los 4 años de
edad aproximadamente. En este periodo, el peso
medio pasa de 9,5 a 14 kilos (es decir, un aumento del 50% prácticamente); y la talla media, de 74
a 96 centímetros.
La composición corporal a estas edades se
mantiene relativamente constante. La grasa disminuye de manera gradual durante los tres primeros años de vida. Las proporciones del cuerpo en
los niños pequeños cambian de manera importante. A medida que aumenta la actividad física, las
piernas se enderezan, en tanto que los músculos
abdominales y de la espalda se ajustan para dar
apoyo al niño ahora erguido. Estos cambios son
graduales y sutiles.
por otra parte, gustos innatos pueden ser invertidos por un contexto sociocultural.
3. Patrones alimentarios
durante el periodo
de 1 a 3 años
3.2.3. Factores familiares
A estas edades, el aparato digestivo está preparado para tolerar una dieta semejante a la del adulto, pero habrá que tener presente que las necesidades nutricionales y energéticas del niño en estos
momentos son diferentes, y que durante este periodo de 1 a 3 años se produce la aparición del gusto hacia las comidas y se desarrollan los hábitos
alimentarios.
3.1. Formación
del gusto alimentario
Es una ardua tarea que se ve influenciada por
múltiples factores genéticos y ambientales (dentro
de los cuales se incluyen principalmente los factores socioculturales y económicos).
3.2. Desarrollo de
los hábitos alimentarios
El desarrollo de los hábitos alimentarios está influenciado por diversas variables, tales como las
que se detallan a continuación.
3.2.1.Transmisión genética
La respuesta de un niño hacia el alimento es adquirida, salvo la afición innata por el dulce y la aversión al sabor amargo.
Crear un ambiente alimentario positivo, desde el punto de vista físico y afectivo, es tan importante como aportar la cantidad adecuada de nutrientes. Un medio familiar estimulante favorecerá
la estructuración de hábitos adecuados e incluso
la adopción de pequeñas decisiones o elecciones
en relación con su comida, de acuerdo con su etapa evolutiva.
3.2.4. Imitación
La observación desempeña una misión importante, y se llega a comer aquello que el niño ve comer a adultos próximos. El aprendizaje por imitación parece tener un papel esencial en el desarrollo
del gusto en la infancia. Se sabe que los hábitos infantiles pueden cambiar bajo lo que se llamó la sugestión social, consiguiendo cambios duraderos de
los hábitos tras la influencia de los compañeros
de las guarderías.
3.2.5. Fobias alimentarias
Manifestadas por una clara resistencia a los alimentos nuevos, diferentes de aquellos a los que el
niño está habituado. Esta característica es la expresión de un periodo madurativo de la nutrición,
y probablemente constituye un momento crucial
del aprendizaje de la alimentación.
3.2.2. Factores culturales
4. Cambios en el
comportamiento alimentario
de los niños de 1 a 3 años
El entorno cultural puede reducir el número de
alimentos sobre los que el niño adquiere experiencia. El comportamiento innato con relación a los
gustos elementales se convierte en una conducta
integrada en el ámbito cortical y se presta a utilizarse en las relaciones afectivas y sociales, aunque,
Los niños cambian su comportamiento alimentario a partir del primer año. Hasta ese momento comen lo que se les da, y aproximadamente
a partir de los dos años empiezan a comer solos. Progresivamente comienzan a usar los cubiertos, primero la cuchara, lo que normalmente está
Nutrición en el niño de corta edad...
En el transcurso de estos dos años se producen variaciones importantes en los hábitos de los
niños, que van cambiar su alimentación de escasos
alimentos y con una textura líquida o blanda a la
dieta del adulto.
independencia. Es la época en la que el niño rechaza enérgicamente dejarse alimentar, cuando parece
todavía incapaz de hacerlo por sí mismo. Quiere comer con sus dedos, o bien se sirve de la cuchara, que
lleva vacía a su boca. Sin embargo, poco a poco progresa, y al deseo de hacerlo solo le sobreviene el de
hacerlo bien. Con frecuencia manifiesta a esta edad
interés por los alimentos de los mayores, y no es extraño que, una vez terminada su comida, sin mostrar
gran apetito ni entusiasmo, reclame los alimentos de
sus padres cuando se encuentran en la mesa. Es importante comprender sus necesidades de autonomía en el dominio alimentario, permitiéndole comer
solo y conformarse al código familiar y social.
4.1.1. Periodo de los 12-18 meses
4.1.3. Periodo de los 20-24 meses
En esta etapa, el niño prefiere mucho más jugar
que comer; tiene con los alimentos la misma actitud que hacia los objetos y los juguetes. Le gusta
tocarlos, palparlos. Para él no se trata de una obligación, sino de un juego divertido. Puede darse el
caso, a esta edad, de que el niño sienta aversión por
la comida debido a que, después de acostumbrarse a la forma líquida, fácil de ingerir y de asimilar, le
resulta pesado ajustarse a la textura y sabor de los
alimentos semisólidos.
Paralelamente pone más atención a los alimentos que le son presentados, y hace su elección según preferencias y desagrados. Esta actitud del niño puede corresponder a un deseo pasajero pero
imperioso de imponer su voluntad y rechazar la de
su madre. Muchos niños muestran a esta edad una
clara resistencia a los alimentos nuevos, aun cuando tengan apetito y el alimento sea de su agrado.
Sin embargo, la exposición repetida puede ser eficaz para aumentar la aceptación; en muchos casos
se precisan entre ocho y diez exposiciones a un alimento para que el niño lo acepte.
La relación entre comer y autonomía es más
pronunciada en esta época. El niño desarrollará preferencias por ciertos alimentos, pero seguirá necesitando la cooperación activa de alguien más: un
hermano mayor, una niñera o los padres.
condicionado por el cambio de textura de los alimentos (sopas, purés, etc.), y poco a poco los demás. También dejan de utilizar el biberón y empiezan a beber en vaso.
4.1. Cambios de
hábitos alimentarios
4.1.2. Periodo de los 18-20 meses
Durante estos meses, al placer de jugar y de tocar los alimentos le sucede el deseo de comer solo. El niño expresa sus sentimientos de autonomía
bien con el rechazo de algunos alimentos o bien comiendo únicamente un plato determinado durante muchos días. Con ello comprueba y establece su
4.1.4. Periodo de los 2-3 años
Aquí se agrega un nuevo factor, que se ha descrito como el “factor molestia” de la comida. Comer
ya no es sólo una diversión; ahora se ha convertido en una actividad que involucra reglas y expectativas.
4.2. Cambios en el apetito
A diferencia de los adultos, los niños son capaces en estas edades de responder a señales internas de apetito y saciedad, y no a señales externas
que tienen que ver con la hora de las comidas o
lo que se debe consumir en cada comida. Esto hace que una de las características más comunes en
relación con la comida de estos niños sea que la
cantidad de alimentos varíe muy considerablemente de unas comidas a otras, habiéndose observado
la gran capacidad de éstos para ajustar su ingestión
en respuesta a la densidad energética de los alimentos. En general, los niños comen proporcionalmente menos que durante el primer año de vida;
esto es debido a la disminución de las necesidades
energéticas, como consecuencia del menor gasto
en metabolismo basal y en crecimiento.
4.3. Cambios en la actividad social
La influencia de educadores y de otros niños por
la incorporación a la guardería conlleva cambios en
la alimentación, especialmente en aquellos que se
apuntan al comedor escolar. Muchos niños aprenden a comer en las guarderías, y es en ellas donde
prueban nuevos alimentos. A estas edades, la educación nutricional desde el ámbito familiar y en la
guardería es de capital importancia para el desarrollo de hábitos alimentarios saludables.
4.4. Cambios en
el número de alimentos
A medida que se van incluyendo diferentes alimentos en la dieta, se producen cambios en los
sabores, se van mezclando sabores y texturas. Es
conveniente ir introduciendo poco a poco frutas,
verduras, pasta, cereales cocinados de forma distinta y con condimentos diversos.
4.5. Cambios en el número
de comidas diarias
De llevar un número de comidas indeterminado, el niño tiene que acercarse al régimen familiar
de 4-5 tomas. Tres de ellas deberán ser completas
y equilibradas, y las otras dos, comidas intermedias.
También hay que introducir la idea de primer y segundo plato en cada comida importante, o empezar
por platos combinados, que se componen de diversos alimentos en diferentes porciones o unidades.
El niño durante esta época habrá de acostumbrarse
a comidas para días especiales, reservando los fritos, dulces, etc., para estas situaciones.
4.6. Cambios en
la forma de cocinar
Otro aspecto que cambia en alimentación infantil son las técnicas culinarias: de preparar alimentos exclusivamente para ellos (purés, papillas) ha-
brá que pasar a la dieta familiar, donde los sabores
y la textura serán distintos para él. Por ello, puede
ser contraproducente introducir en la dieta infantil alimentos de sabor intenso, como los picantes
o los productos en salazón. En cuanto a la textura,
se deberán ir eliminando los purés como alimento
diario y dándoselos el número de veces que los toman los adultos de la casa.
5. Necesidades
nutricionales
A estas edades, el cálculo de las necesidades
energéticas y de la ingesta de nutrientes se fundamenta en las necesidades metabólicas basales, el
ritmo de crecimiento y la actividad física. Pero este cómputo es difícil de establecer, porque no se
dispone de unos patrones de referencia adecuados
para muchos de los nutrientes. Por ello se aconseja no dar normas rígidas, sino acomodar la dieta a
las particularidades fisiológicas, adaptarla e individualizarla ajustándola a la propia constitución y al
estilo del niño.
Las recomendaciones dietéticas se han modificado recientemente. Las publicaciones de las ingestas
dietéticas de referencia (DRI) de la Academia Nacional de Medicina de Estados Unidos recogen los
nuevos requerimientos, bien como requerimiento
promedio calculado (EAR, Estimated Average Requirement), que define el nivel de ingesta que debe cubrir las necesidades del 50% de los individuos
de la misma edad y sexo, y se basa en indicadores nutricionales objetivos, como balances metabólicos, niveles séricos, etc., o bien como ingestas dietéticas recomendadas (RDA, Recommended
Dietary Allowance), que constituyen el nivel de ingesta suficiente para cubrir las necesidades del
98% de los individuos. Estas últimas se calculan como los EAR más 2 desviaciones estándares, o como ingestas adecuadas (AI, Adequate Intake) que
se aplican cuando no se dispone de datos suficientes para determinar las anteriores y que se basan
en aproximaciones de las cantidades ingeridas por
poblaciones sanas.
También estos comités han fijado para los macronutrientes el rango aceptable de distribución
(AMDR), que es el rango aceptable de ingesta y,
para minerales y vitaminas, el nivel máximo to-
Nutrición en el niño de corta edad...
Tabla 1. RECOMENDACIONES DE INGESTA/DÍA DE MACRONUTRIENTES EN NIÑOS
DE 1 A 3 AÑOS
Nutriente
Proteínas
Grasa total
• n-6 (ácido linoleico)
• n-3 (ácido α-linolénico)
• Ácidos saturados
Hidratos de carbono
Fibra
RDA
(g/día)
AI
(g/día)
13
ND
ND
ND
ND
130
ND
ND
ND
7
0,7
ND
ND
19
AMDR
(g/día)
5-20
30-40
5-10
0,6-1,2
ND
45-65
ND
RDA: ingestas dietéticas recomendadas; AI: ingesta adecuada diaria; AMDR: rango aceptable de ingesta; ND: no determinado.
lerable (UL, Upper Level), que corresponde a la
cantidad máxima de un nutriente que evita el riesgo de efectos adversos para la salud.
5.1. Energía
Las necesidades de energía según la Academia Nacional de Ciencias Americana (DRI, Dietary Reference Intakes) han experimentado una
reducción respecto a las recomendaciones anteriores, con el objetivo principal de prevenir la sobrenutrición.
Los requerimientos energéticos se calculan en
función del gasto en energía como consecuencia
del crecimiento (que corresponde en esta edad
a unas 20 kcal/día) más el gasto energético total
(GET), que es la suma de los gastos producidos
por el metabolismo basal más la termogénesis de
los alimentos y la actividad física. Como resultado,
las necesidades de energía se sitúan en torno a las
102 kcal/kg de peso y día, lo que hace aproximadamente 1.300-1.500 kcal/día.
5.2. Distribución
de la ración calórica
El equilibrio nutricional aconsejado no varía en
mucho del que se recomienda para los adultos,
es decir, ingerir el aporte calórico en un 12-15%
en forma de proteínas, en un 30-35% con lípidos
y en un 50-58% con glúcidos.
5.3. Macronutrientes
En la Tabla 1 se presentan las ingestas dietéticas recomendadas y la ingesta adecuada, así como
el rango aceptable de ingesta.
5.3.1. Proteínas
La ingesta aconsejada es de 1,2 g/kg/día. Según la
RDA, el consumo diario es de 13 g/día; pero, teniendo en cuenta las variaciones del peso con la edad, las
necesidades proteicas durante este periodo aumentarán en función de éste. Es conveniente que sus
fuentes alimentarias sean de origen animal y vegetal
al 50%, para con ello aportar los mg/g de aminoácidos indispensables recomendados (Tabla 2).
5.3.2. Lípidos
No se especifican ni las raciones dietéticas recomendadas, ni la ingesta adecuada diaria para estas edades. El rango aceptable de ingesta se sitúa
entre 30 y 40 g/día. Se recomienda administrar un
28,5% de la grasa en forma de grasa saturada, un
43% de monoinsaturada y el 28,5% restante de poliinsaturada (con una relación n-6:n-3 de 10:1). Las
ingestas adecuadas de ácidos grasos esenciales se
han estimado en 7 g/día para linoleico y 0,7 g/día
para α-linolénico. El rango aceptable de ingesta es
de 5-10 g/día para linoleico y de 0,6-1,2 g/día para
α-linolénico. En estas directrices no se detallan
Tabla 2. MILIGRAMOS DE AMINOÁCIDOS INDISPENSABLES POR GRAMO DE
PROTEÍNA EN LA DIETA DE NIÑOS DE 1 A 3 AÑOS
mg/g de
proteínas
Histidina
Isoleucina
Lisina
Leucina
Metionina y cisteína
Fenilalanina y tirosina
Triptófano
Valina
18
25
55
51
25
47
7
32
Fuente: adaptado de Food and Nutrition Board. Institute of Medicine. Dietary References Intakes (DRI) for energy,
carbohydrate, fiber, fat, fatty acids, cholesterol, protein and amino acids, 2002.
necesidades ni ingesta ni rango para ácidos grasos
saturados. El colesterol total no debe sobrepasar
los 100 mg/1.000 kcal.
5.3.3. Hidratos de carbono
Las ingestas de referencia establecen su consumo en 130 g/día. Sólo el 10% de los azúcares consumidos (nivel máximo del 25%) deberán ser en
forma de azúcares simples. El 90% restante serán
hidratos de carbono complejos.
5.3.4. Fibra
La ingesta adecuada se ha establecido en 19 g/día.
Esta cifra, difícil de alcanzar, es muy superior a la cantidad recomendada anteriormente, basada en el cálculo de años de edad más 5.
5.4. Minerales
Al igual que sucede con el resto de los nutrientes, las recomendaciones dietéticas recientes han
modificado los niveles de ingesta. Aun así no se
han referenciado ni la ingesta recomendada, ni los
requerimientos, ni el máximo nivel de ingesta para
algunos minerales, tales como arsénico, sílice y vanadio, mientras que para boro y níquel sólo se in-
dica un nivel máximo de ingesta de 3 mg/día y 0,2
mg/día, respectivamente.
5.4.1. Calcio
Dadas las variaciones existentes, resulta muy difícil fijar las necesidades reales. Por esta razón, en lugar de requerimientos promedios EAR y recomendaciones se han propuesto ingestas adecuadas, que
son ligeramente inferiores a las RDA previas para
esta edad, y que estarán en torno a los 500 mg/día,
con una relación calcio/fósforo de 1/1, considerándose el máximo nivel de ingesta en 2.500 mg/día.
5.4.2. Hierro
Mientras que los requerimientos aconsejan un
aporte de 3 mg/día, las recomendaciones de ingesta son de 7 mg/día, una cifra que se alcanza fácilmente con una dieta variada que contenga carne,
hígado y pescado, pero que es difícil de conseguir
con dietas vegetarianas. La cantidad máxima admisible es de 40 mg/día.
5.4.3. Zinc
En este oligoelemento se han mantenido para estas edades unos niveles de necesidades y
Nutrición en el niño de corta edad...
Tabla 3. RECOMENDACIONES DE INGESTA DIARIA DE MINERALES PARA NIÑOS DE 1 A 3
AÑOS
Minerales
Arsénico
Boro (mg/día)
Calcio (mg/día)
Cromo (μg/día)
Cobre (μg/día)
Flúor (mg/día)
Yodo (μg/día)
Hierro (mg/día)
Magnesio (mg/día)
Manganeso (mg/día)
Molibdeno (μg/día)
Níquel (mg/día)
Fósforo (mg/día)
Selenio (μg/día)
Sílice
Vanadio
Zinc (mg/día)
RDA
AI
EAR
UL
NE
NE
NE
NE
340
NE
90
7
80
NE
17
NE
460
20
NE
NE
3
NE
NE
500
11
NE
0,7
NE
NE
NE
1,2
NE
NE
NE
NE
NE
NE
NE
NE
NE
NE
NE
260
NE
65
3
65
NE
13
NE
380
17
NE
NE
2,5
NE
3
2.500
NE
1.000
1,3
200
40
65*
3
300
0,2
3.000
90
NE
NE
7
RDA: ingestas dietéticas recomendadas; AI: ingesta adecuada diaria; EAR: requerimientos medios estimados; UL:
máximo nivel de ingesta diaria;
* Sólo para agentes farmacólogicos, sin incluir ingesta con alimentos y agua.
requerimientos muy similares a los consensuados
anteriormente, fijándose en 3 mg/día las RDA y en
2,5 mg/día los EAR, con un aporte máximo tolerado de 7 mg/día.
5.4.4. Flúor
Teniendo en cuenta el contenido de flúor en el
agua de beber, se ha establecido que la ingesta adecuada para reducir la incidencia de caries y evitar
el riesgo de fluorosis es de 0,7 mg/día.
Para que no exista ningún riesgo de efectos adversos no deben tomarse más de 1,3 mg/día.
5.4.5. Magnesio
Se aportarán 80 mg/día según las RDA, estimándose los requerimientos medios (EAR) en
65 mg/día.
El máximo nivel de ingesta en agentes farmacológicos, sin incluir alimentos y agua, es de 65 mg/día.
5.4.6. Cobre, yodo,
molibdeno, fósforo y selenio
Como puede observarse en la Tabla 3, para
estos minerales no se ha especificado la ingesta
adecuada, pero sí se han determinado las ingestas
dietéticas de referencia, los requerimientos medios
y los máximos niveles de ingesta.
5.4.7. Cromo y manganeso
Las ingestas adecuadas de estos nutrientes se
han fijado en 11 μg/día para el cromo y 1,2 mg/día
para el manganeso. No se ha concretado el máximo nivel de ingesta diaria para el cromo, pero sí para el manganeso, que es de 3 mg/día (Tabla 3).
5.5.Vitaminas
Se han establecido los requerimientos promedios diarios para las vitaminas A, E, C, B6, B12,
Tabla 4. RECOMENDACIONES DE INGESTA DIARIA DE VITAMINAS PARA NIÑOS
DE 1 A 3 AÑOS
Vitaminas
Vitamina E (mg/día)
Vitamina K (μg/día)
Vitamina C (mg/día)
Vitamina D (μg/día)
Vitamina B6 (mg/día)
Vitamina B12 (μg/día)
Tiamina (mg/día)
Vitamina A (μg/día)
Ácido pantoténico (mg/día)
Riboflavina (mg/día)
Ácido fólico (μg/día)
Niacida (mg/día)
Biotina (μg/día)
Colina (mg/día)
RDA
AI
EAR
UL
6
NE
15
NE
0,5
0,9
0,5
300
NE
0,5
150
6
NE
NE
NE
30
NE
5
NE
NE
NE
NE
2
NE
NE
NE
8
200
5
NE
13
NE
0,4
0,7
0,4
210
NE
0,4
120
5
NE
NE
200
NE
400
50
30
NE
NE
600
NE
NE
300
10
NE
1.000
RDA: ingestas dietéticas recomendadas; AI: ingesta adecuada diaria; EAR: requerimientos medios estimados; UL:
máximo nivel de ingesta diaria; NE: no especificada.
tiamina, riboflavina, ácido fólico y niacida.Y por medio de las ingestas dietéticas recomendadas (RDA)
o los datos de ingesta adecuada diaria (AI) se conocen los aportes recomendados (Tabla 4), fáciles de alcanzar con una dieta libre en nuestro medio, excepto en el caso de regímenes vegetarianos
estrictos.
5.5.1.Vitaminas liposolubles (A, D, E y K)
Las necesidades de este tipo de vitaminas se detallan en la Tabla 4. Para la vitamina D se establecen aportes diarios de 5 μg (200 U) y una ingesta
máxima de 50 μg/día. Los requerimientos medios
estimados no se especifican ni para esta vitamina ni
para la vitamina K, para la que tampoco se establecen niveles máximos de ingesta (Tabla 4).
5.5.2. Vitaminas hidrosolubles
En este grupo no se han instaurado ingestas
máximas en las vitaminas B12, tiamina, ácido pantoténico, riboflavina y biotina, ni tampoco se han
establecido requerimientos para ácido pantoténi-
co, biotina y colina (Tabla 4). En relación con los
informes previos hay un incremento sustancial de
las ingestas recomendadas de ácido fólico, con un
aporte diario de 150 μg/día.
6. Normas básicas para
la elaboración de la dieta
La forma de alimentarse a estas edades es pasiva
y dependerá esencialmente de la madre, dado que el
niño todavía no puede elegir su dieta. Es, pues, indispensable que reciba de ésta unas respuestas adaptadas a las manifestaciones de sus necesidades, ya
sean nutricionales o emocionales. La actitud a la hora de administrar la comida va a condicionar al niño
en el sentido de compensar con la comida todas sus
emociones y sensaciones desagradables.
La dieta debe ser equilibrada y variada en platos, sabores, texturas y consistencia e incluso colores, intentando lograr un adecuado aporte nutritivo. Habrá que adaptarse a las características
individuales, familiares y económicas en cada caso. Se debe procurar que el niño no adquiera
conductas alimentarias caprichosas y monótonas,
Nutrición en el niño de corta edad...
con preferencia hacia unos alimentos y aversión
hacia otros. Hay que educarle para que mastique
bien y, asimismo, para un adecuado manejo de los
utensilios de mesa.
Es aconsejable proporcionar la máxima variedad de nutrientes, y para ello conviene incluir
platos, sabores, texturas y consistencias diferentes, con objeto de acostumbrar el paladar del niño a una dieta variada, factor decisivo para lograr
el adecuado aporte nutritivo. Para evitar cualquier
trastorno producido por la incorporación de un
alimento nuevo es recomendable introducirlo progresivamente, darlo al principio de una comida
y en una cantidad pequeña, con la finalidad de observar la tolerancia antes de incorporarlo de forma habitual.
Las presentaciones más apropiadas en estas
edades son preparaciones jugosas y de fácil masticación, tales como sopas, purés, cremas, guisos
y estofados con poca grasa, carnes trituradas o
cortadas en trozos pequeños, croquetas, tortillas,
etc. Se utilizarán técnicas culinarias sencillas y suaves (cocido, vapor, escalfado, horno, papillote, microondas) y rehogados con poco aceite, y se recurrirá poco a los guisos y estofados grasos, frituras,
empanados y rebozados y alimentos a la plancha.
Para que la comida resulte más apetitosa, en estas edades se pueden emplear con moderación
diversos condimentos suaves (ajo, cebolla, puerro, hierbas aromáticas…); pero para que los niños sean capaces de identificar el sabor real de cada alimento se debe optar por platos con sabores
suaves y poco condimentados.
Desde el año de edad, para ir acostumbrándole a comidas troceadas, deben incluirse en la dieta del niño alimentos con textura más gruesa. Se
comenzará con alimentos aplastados con el tenedor, para ir cambiando al troceado pequeño. Todo
ello dependerá de cada niño y de su rapidez para
aprender a masticar. El objetivo es que a los 18-24
meses tome alimentos troceados y con una textura casi igual que los adultos. Solamente se ha de
recurrir a la utilización de “tarritos” en casos excepcionales y esporádicos, no como alimentación
diaria y continuada.
Cuando exista rechazo de un alimento axial para
su dieta será necesario sustituirlo por otro de valor nutritivo similar o intentar que lo ingiera mezclándolo con condimentos u otros alimentos que
lo enmascaren.
Si el niño se queda a comer en la guardería, es preciso conocer el menú de cada día con el fin de completar y equilibrar la dieta con las comidas de casa.
6.1. Distribución de las comidas
En función de las actividades que desarrolla el
niño a lo largo del día se recomienda que realice
4 o 5 tomas diarias. A partir de los 2 años ha de tener horarios regulares de comidas, manteniéndolos de un día para otro, y no saltarse ninguna toma.
Debe hacer cuatro comidas al día -desayuno, comida, merienda y cena-, y en algunos casos puede tomar un suplemento lácteo en forma de leche con
galletas antes de acostarse; conviene evitar que pique entre horas.
La manera de repartir los aportes calóricos de
estas cuatro comidas básicas reviste mucha importancia, pues estos hábitos alimentarios adquiridos
en los primeros años serán la guía para la época
adulta. Las 1.300 kcal de la ración diaria deben distribuirse del siguiente modo:
Desayuno: 25% del aporte calórico diario
(325 kcal).
Comida: 30-40% del aporte calórico diario
(390 kcal).
Merienda: 15-20% del aporte calórico diario
(195 kcal).
Cena: 25-30% del aporte calórico diario
(390 kcal).
Durante esta época también debe producirse un
cambio estratégico en su alimentación y pasar del
concepto de plato único a una comida compuesta
por un primer plato, un segundo plato y finalmente un postre.
6.2. Características de los
principales grupos de alimentos
A la hora de plantear los grupos de alimentos,
en nuestro país existía la clasificación de los doctores Vivanco y Palacio (1974), que integraba los alimentos más corrientes en siete grupos:
• Grupo 1: queso, leche y yogur.
• Grupo 2: carne, huevos y pescado.
• Grupo 3: patatas, legumbres y frutos secos.
• Grupo 4: verduras y hortalizas.
• Grupo 5: frutas.
• Grupo 6: pan, cereales y azúcar.
• Grupo 7: aceite, grasas y mantequilla.
Pero en los últimos años, la influencia de la imagen de la pirámide alimentaria ha hecho que la clasificación aceptada en la actualidad sea de cinco
grupos:
• Grupo 1: pan y cereales.
• Grupo 2: verduras y frutas.
• Grupo 3: carnes, pescados, huevos, legumbres,
frutos secos y productos alternativos.
• Grupo 4: leche y derivados.
• Grupo 5: grasas y azúcares.
6.2.1. Pan y cereales
Los cereales y derivados se pueden administrar
en estas edades en forma de cereales para desayuno o en papillas, suministrando proteínas vegetales y constituyendo la principal fuente de hidratos
de carbono, aportando hidratos de carbono complejos y fibra.
A partir del año de edad se tiene que empezar a
incluir pan en las comidas, y éste puede sustituir
a las galletas de la merienda. El pan integral no es
aconsejable en estas edades. Hasta los dos años, los
cereales de desayuno listos para consumir pueden
resultar aún difíciles de masticar, por lo que es preferible elegir cereales de cocción.
Arroz y todo tipo de pastas deben administrarse una o dos veces por semana, bien solos o añadiendo salsa de tomate natural, queso rallado, salsa
bechamel o también junto a caldo de pollo o carne y verduras.
6.2.2. Verduras y frutas
Las verduras deben formar parte del régimen
diario, y se pueden utilizar frescas o congeladas, como ingrediente de los primeros platos o acompañamiento de los segundos. Ciertas verduras, como
zanahorias, espinacas, nabos y acelgas, son a menudo ricas en nitratos, en algunos casos perjudiciales
en estas edades; para reducir estas sustancias, una
vez cocidas se deben conservar en un envase sin el
caldo y conviene no recalentarlas más de una vez.
Las frutas, preferentemente frescas y bien maduras, han de administrarse como mínimo en número de dos piezas al día, aunque es buena costumbre
mantener la papilla de frutas de la tarde. El consumo de zumo de fruta natural se puede considerar
una alternativa acertada, pues éste ofrece muchos
de los nutrientes de la fruta (con la excepción de
la fibra). El zumo de fruta comercial contiene sólo
el azúcar propio de la fruta utilizada en su elaboración y es una opción más saludable que una bebida de fruta con azúcar añadido, como es el caso
de numerosas bebidas refrescantes y néctares; pero una bebida de fruta que solamente contenga un
10% de zumo debe ser considerada como un “dulce” y no como sustituto de una fruta.
Todos los días hay que tomar patatas, que son
la base de la mayoría de los purés de verduras. Se
pueden servir cocidas, al vapor y no siempre fritas.
Los purés de patata son ricos en almidón y necesitan una buena impregnación salival para ser digeridos completamente.
6.2.3. Carnes, pescados, huevos,
legumbres, frutos secos
y productos alternativos
Teniendo en cuenta el concepto de complementación proteica, por el cual la combinación de alimentos proteicos dentro de la misma comida puede
compensar entre sí aminoácidos esenciales, haciendo que las proteínas de esa comida incrementen su
valor biológico, se recomienda moderar el consumo
de proteínas animales y procurar que éstas sean de
origen tanto animal como vegetal. Una manera interesante de conseguir esto es aumentando el consumo de los primeros platos y guarniciones, potenciando el consumo de legumbres y disminuyendo la
cantidad de carne o pescado en el plato.
El niño a estas edades está preparado para digerir y absorber cualquier tipo de carne. Sin embargo, hay que dar con preferencia carnes y pescados magros y evitar el consumo de grasa visible
en carnes, así como incitar al consumo de pescados azules, servidos desmenuzados y libres de
espinas, por su riqueza en ácidos grasos poliinsaturados. En muchos casos, por problemas de
una buena masticación, no puede tomar la carne
con su textura normal, por lo que hay que ofrecerle carne picada en formas diversas: albóndigas,
hamburguesas, relleno de empanadillas o croquetas de todo tipo (jamón de York, pollo, ternera,
pescado, bacalao, etc.). El huevo se administrará
Nutrición en el niño de corta edad...
entero, nunca crudo, y se recomienda dar de uno
a tres por semana.
Las legumbres, por su composición en aminoácidos, complementan las proteínas de los cereales,
y suministrados ambos conjuntamente corrigen el
déficit respectivo en lisina y metionina. Se introducirán a los 18 meses, añadidas al puré de verduras.
Hasta los 2 años y medio es necesario administrarlas en forma de puré porque pueden producir diarreas de residuos debido a su piel fibrosa.
En nuestro país es rara la deficiencia de proteína en niños, en parte por la importancia cultural de los alimentos proteicos. Quienes tienen
más posibilidades de riesgo de consumo inadecuado de este nutriente son los niños que consumen
dietas vegetarianas estrictas, los que tienen múltiples alergias alimentarias y llevan dietas restrictivas, o aquellos que ven restringida su selección de
alimentos a causa de dietas caprichosas por problemas de conducta o acceso limitado a los mismos. En estos casos es preciso realizar una encuesta dietética y ver la manera de combinarlos con el
fin de evitar déficit nutritivos.
6.2.4. Leche y derivados
Durante la etapa de 1 a 3 años, los productos
lácteos continúan siendo un componente básico
en la alimentación. Se aconseja consumir 500-600
ml de leche al día, cantidad que se puede sustituir
en parte por productos lácteos como queso o yogur, para cubrir el 30% de las necesidades energéticas. Si el niño muestra alguna dificultad en la ingesta de leche, ésta puede ser incorporada a los purés
o postres lácteos.
El Comité de Nutrición de la Sociedad Europea de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátirica (ESPGHAN) recomienda la utilización de la leche de continuación hasta los tres
años. Esto debe proponerse siempre que la situación económica familiar lo permita, debido a que
el consumo excesivo de leche de vaca sin modificar no resulta beneficioso, porque en algunos
casos puede originar en el niño enteropatía con
pérdida de sangre oculta, pérdida de apetito y un
excesivo aporte de grasa. Si no se usan fórmulas de continuación, habrá que aconsejar preparados intermedios entre la leche de continuación y
la de vaca, las denominadas leches de crecimien-
314
to, junior o leches 3, y emplearlos hasta los 3 años
de vida.
Parte de la ingesta de leche se puede reemplazar parcialmente por otros productos lácteos, como queso, yogur, etc., o con platos que incluyan
leche entre sus ingredientes (croquetas, purés, gratinados, salsa bechamel, natillas, flanes…).
No es recomendable el consumo de leches totalmente desnatadas en este periodo de la vida y también se desaconseja el consumo de quesos grasos.
6.2.5. Grasas y azúcares
Las principales recomendaciones sobre el consumo de grasas en estas edades son las siguientes: aumentar el consumo de aceite de oliva, principalmente virgen, por su aporte de antioxidantes
(tocoferoles, carotenos, etc.); incrementar el consumo de pescados como fuente principal de n-3;
y restringir el consumo de carnes grasas, mantequilla, margarina (contiene ácidos grasos trans) y bollería industrial (esta última rica en aceite de coco,
fuente vegetal de grasa saturada).
En cuanto a los azúcares, se debe limitar la ingesta de sacarosa por su poder edulcorante, que favorece la creación de hábitos alimentarios no deseables, y por su capacidad para modificar la ecología
bacteriana de la cavidad bucal, contribuyendo al desarrollo de la caries. Para ello, el consumo de pastelería, golosinas, caramelos y bebidas azucaradas ha
de ser esporádico.
6.3. Cantidades y raciones de
alimentos en niños de 1 a 3 años
Para cada grupo de alimentos de la “pirámide”,
y en función de las recomendaciones, se han considerado unas porciones que contengan una cantidad adecuada de nutrientes. El termino porción se
define como la cantidad de un alimento que permite el intercambio con otras porciones de otros alimentos. Los niños de 1 a 3 años de edad necesitan
el mismo número de porciones; pero la porción recomendada para los de 1 año es en ocasiones más
pequeña, aproximadamente 2/3 de la porción normal. Cada uno de estos grupos de alimentos proporciona algunos de los nutrientes y la energía que
los niños necesitan, pero no todos.
Figura 1. “Pirámide alimentaria” para niños de 1 a 3 años.
Como se observa en la Figura 1, los alimentos
del grupo de grasas y dulces se tomarán en poca cantidad, porque contienen muchas calorías, pero pocas
vitaminas y minerales. El grupo de la leche es importante por el calcio, y deberán consumirse 2 raciones
diarias. El grupo de la carne aporta proteína, hierro y
zinc; los niños de 1 a 3 años tienen que ingerir 2 raciones diarias. Los grupos de verduras y hortalizas y
de frutas suministran gran cantidad de vitaminas, minerales y fibra dietética, por lo que se recomiendan
5 raciones diarias (3 de verduras y hortalizas, y 2 de
frutas). El grupo de los cereales proporciona vitaminas, minerales, hidratos de carbono complejos y fibra; hay que ingerir 6 raciones diarias.
Las porciones intercambiables de los diferentes
grupos para niños de 1 a 3 años se presentan en la
Tabla 5 (grupo “Leche”), Tabla 6 (grupo “Carne,
pescado y legumbres”), Tabla 7 (grupo “Verduras
y hortalizas”), Tabla 8 (grupo “Frutas”), Tabla 9
(grupo “Cereales”) y Tabla 10 (grupo “Otros”).
6.4. Menú diario más adecuado
para niños de 1 a 3 años
6.4.1. Desayuno
Es una de las comidas más importantes del día.
En estas edades, muchos niños, especialmente de
2 a 3 años, no tienen apetito al levantarse por razones tales como temer ir a la guardería, y la angustia que esto les provoca les quita el apetito, o no
haber dormido lo suficiente y, como consecuencia,
no estar lo bastante despiertos para que su apetito
Nutrición en el niño de corta edad...
Tabla 5. GRUPO LECHE (EQUIVALENCIA DE UNA RACIÓN PARA NIÑOS DE 1 A 3 AÑOS)
1 taza o vaso de leche
1 taza de leche de soja, fortificada con calcio
2 yogures
2 petit suisses
1 cuajada
80 g de queso fresco
40 g de queso elaborado
1 y 1⁄2 taza de helado
2 quesitos de porción
2 quesitos de loncha
Tabla 6. GRUPO CARNE, PESCADO Y LEGUMBRES (EQUIVALENCIA DE UNA RACIÓN
PARA NIÑOS DE 1 A 3 AÑOS)*
Carne magra
Pescado magro
Huevo pequeño
Jamón cocido
Jamón serrano
Fiambre
Salchicha Frankfurt
1 y 1⁄2 legumbres secas
1-2 años
20 g
30 g
1 unidad
20 g
20 g
20 g
1 y 1⁄2
1⁄2 taza
2-3 años
30 g
40 g
1 unidad
30 g
30 g
30 g
1 y 1⁄2
1⁄2 taza
* Los frutos secos no se recomiendan hasta los 3 años, por riesgo de atragantamiento.
Tabla 7. GRUPO VERDURAS Y HORTALIZAS (EQUIVALENCIA DE UNA RACIÓN PARA
NIÑOS DE 1 A 3 AÑOS)
Verduras
Ensalada
Hortalizas cocidas o crudas
Hortalizas crudas de hoja
1-2 años
70 g
1 plato pequeño
1⁄2 taza
1 taza
2-3 años
100 g
1 plato pequeño
1⁄2 taza
1 taza
Tabla 8. GRUPO FRUTAS (EQUIVALENCIA DE UNA RACIÓN PARA NIÑOS DE 1 A 3 AÑOS)
Pieza mediana
Rodaja de melón
Piezas pequeñas
Fruta enlatada
Fruta seca
Zumo
1-2 años
1
1
2
1⁄2 taza
1⁄2 taza
250 ml
2-3 años
1
1
3
1⁄2 taza
1⁄2 taza
333 ml
Tabla 9. GRUPO CEREALES (EQUIVALENCIA DE UNA RACIÓN PARA NIÑOS DE 1 A 3 AÑOS)
1 cazo de arroz bien cocido
1 cazo de sopa de sémola
1 cazo de pasta
1 rebanada de pan
30 g de cereales para desayuno
1 patata pequeña
3-4 galletas
Tabla 10. GRUPO OTROS (EQUIVALENCIA DE UNA RACIÓN PARA NIÑOS DE 1 A 3 AÑOS)
Azúcar
• 2 terrones
Aceites y grasa
• Limitar su consumo
• Dar aceite de oliva
• Mantequilla preferible a margarina
Otros
• A los niños menores de 3 años no se recomienda ofrecerles bebidas
excitantes (café, té, refrescos con cafeína, etc.)
• Nunca se les deben dar bebidas alcohólicas, aunque sean de baja
graduación, como sidra, mosto, cerveza
pueda manifestarse. En este punto hay que señalar
la importancia que tiene el desayuno, pues algunos
estudios han revelado un bajo rendimiento escolar
en los niños que no desayunaban o lo hacían de una
forma incorrecta.
Es recomendable que esta primera comida del día
contenga lácteos y cereales de todo tipo (galletas, cereales de desayuno, tostadas, pan o bollería no demasiado grasa). Si, además, se incluye una fruta o su zumo, mejor aún. Otros productos ricos en azúcares,
como miel, mermeladas o confituras, también están
reservados para que formen parte del desayuno.
6.4.2. Almuerzos y/o meriendas
La mayoría de los niños comen cuatro o cinco veces al día, por lo que son importantes los
“picoteos”, ya que contribuyen al aporte total de
nutrientes. Tanto el almuerzo como la merienda
constituyen un complemento energético y deben
ser una parte habitual de la alimentación infantil; pero la cantidad no tiene que resultar excesiva, para
que no reste apetito al niño a la hora de la comida
o la cena. En el almuerzo o la merienda se ha de fa-
vorecer la ingesta de bocadillos preparados en casa,
frutas y productos lácteos, sin abusar de los embutidos, patés y quesos grasos. En la Tabla 11 se presentan ejemplos de este tipo de “picoteos”.
En estas comidas habrá que limitar el consumo
de alimentos superfluos o “calorías vacías” (golosinas, chucherías, snacks, refrescos...).
6.4.3. Comida del mediodía
En nuestra sociedad, la comida constituye la
principal toma de alimentos del día, y es el momento de la enseñanza y el aprendizaje de los hábitos alimentarios. Debe realizarse generalmente
a la misma hora todos los días, y en el lugar donde
se haga conviene propiciar un clima tranquilo, sosegado y sin interferencias (TV). Se han de evitar
en la medida de lo posible las interrupciones largas
entre plato y plato, comer con mucha rapidez y las
situaciones incómodas por falta de espacio. La comida se repartirá en dos platos y postre.
• Primer plato. Generalmente se basa en
arroz, pasta, verduras con patata o legumbres
en puré. Es importante acostumbrar a los niños
Nutrición en el niño de corta edad...
Tabla 11. EJEMPLOS DE “PICOTEOS” PARA NIÑOS DE 1 A 3 AÑOS
• “Picoteos” de cereales: galletas, galletas untadas con queso, cereales listos para comer, palomitas de
maíz, pan, cereales listos para comer con frutas secas
• “Picoteos” con hortalizas: palitos de hortalizas (zanahoria, pepino, calabaza, etc.), tomate cortado en
pequeñas rodajas, judías verdes hervidas en trocitos, cebolla cruda cortada en trocitos
• “Picoteos” de frutas: trocitos de manzana, pera, plátano, gajos de naranja, mandarina, zumo de frutas
(100%), fruta enlatada con zumo
• “Picoteos” de leche: batidos hechos con fruta y leche, trocitos de queso y galletas, vasos pequeños de
yogur
• “Picoteos” de huevo: huevo duro (pequeñas rodajas)
• “Picoteos” de carne: trocitos de lomo
a tomarlo, porque el valor nutritivo de este primer
plato radica en su contribución energética y en su
aporte de hidratos de carbono complejos. Si esto
no ocurre y el niño no lo toma, el organismo utilizará las proteínas del segundo plato para resolver
sus necesidades energéticas, con lo que llevará una
alimentación desequilibrada.
• Segundo plato. Está formado por carnes,
derivados cárnicos, pescado o huevos. Estos alimentos son ricos en proteína, hierro y otros nutrientes, y deben aparecer en cantidades moderadas (50 g). Pueden acompañarse de una guarnición
de ensalada, verduras o patatas (asadas, cocidas
o en puré). Conviene incluir al menos tres veces
por semana pescado (blanco y azul) y huevos.
• Postre. Lo mejor es una pieza de fruta. Puede alternarse con productos lácteos sencillos (yogur, petit suisse, etc.).
6.4.4. Cena
Debe ser complementaria de la comida, por lo que
hay que tener en cuenta los alimentos que se han
consumido en casa o en la guardería y no repetirlos.
La cena ha de ser más ligera que la comida, y no conviene administrarla poco tiempo antes de dormir.
6.5. Menús escolares
Debido al estilo de vida de las familias, en los últimos años es cada vez más frecuente que, por ra-
zones logísticas, muchos niños con estas edades
coman en comedores de guarderías. A la hora de
planificar las comidas que sus hijos realicen en casa, los padres han de intentar que éstas sirvan para complementar las del centro escolar, con objeto
de poder alcanzar al final de la semana el equilibrio
considerado como ideal en la dieta.
Los menús escolares deben poseer características que favorezcan la buena nutrición, seleccionando los productos para su utilización, a fin
de conseguir menús variados y equilibrados. Para
su realización conviene usar productos naturales
y pocos productos manufacturados. Es necesario
conocer la composición nutricional de los menús
para informar a los padres de ello.
Hay que hacer notar que no sólo basta con que la
comida que se realice en el colegio sea sana y saludable. Si el resto de comidas que hace el niño no son
equilibradas y los hábitos alimentarios no son los correctos, no se obtendrán los resultados deseados.
7. Factores de riesgo
nutricional en el niño
de 1 a 3 años
Se debe procurar que, durante este periodo,
el niño no adquiera conductas caprichosas y monótonas, con preferencia hacia unos alimentos
y aversión hacia otros. Se intentará no crear hábitos nocivos por los cuales rechace verduras, frutas
y cereales, en favor de grasas saturadas, y para ello
se evitarán los fritos, la pastelería en exceso, los platos con salsas complicadas y los frutos secos. Nunca
hay que darle té, café, ni bebidas alcohólicas.
A esta edad, los principales problemas relacionados con su alimentación están basados en que los
niños ingieren en demasía energía, proteínas y lípidos, especialmente grasas saturadas, que se apartan
por exceso de las recomendaciones, y toman insuficiente proporción de glúcidos, aunque se aprecia un gran consumo de azúcares refinados con los
“picoteos”. En esta etapa de la vida se observa una
importante distorsión de la tradicional dieta mediterránea. Los mayores riesgos relacionados con la
dieta en esta edad preescolar podrían ser enumerados como sigue:
7.1. Ingesta excesiva
de alimentos proteicos
A veces se sobrestima la necesidad de proteína,
por entender que es un nutriente fundamental para el crecimiento del niño. El porcentaje de energía aportado por las proteínas a estas edades debe
oscilar entre el 10 y el 15%. Es habitual encontrar
menús ricos en alimentos proteicos que superan
el 15% del valor energético total, lo que obliga
a considerar en su justa cantidad el suministro al
niño de este tipo de alimentos (carne, pescado,
huevos y lácteos).
7.2. Ingesta excesiva de
grasas saturadas y colesterol
La ingesta de ácidos grasos saturados y de colesterol durante los primeros años de la vida parece
influir en el desarrollo de la arteriosclerosis en la
época adulta (ver Capítulo 3.18). Hay que insistir en
las recomendaciones de consumir aceite de oliva y
controlar de una manera especial la ingesta de carne y el consumo de alimentos entre comidas, muchos de ellos ricos en grasas saturadas.
Los productos de charcutería que se deberían
utilizar en esta edad son el jamón cocido y el jamón serrano magro (sin el tocino). Además, se
pueden encontrar en el mercado otros derivados
cárnicos que guardan muchas similitudes con el jamón cocido, como es el caso de la paleta de cerdo
cocida. El jamón cocido es un producto de gran va-
lor nutritivo, rico en proteínas de alto valor biológico y con un contenido graso relativamente bajo,
comparado con los diversos embutidos. El jamón
cocido y el salado, consumidos una o dos veces por
semana, son suficientes para contribuir a la diversificación de la dieta.
Hay que vigilar la ingesta de embutidos, que son
derivados cárnicos ricos en grasa, de contenido
proteico variable según los ingredientes utilizados.
Son embutidos tradicionales el chorizo, el salchichón, la mortadela, el salami, la butifarra, la sobrasada, etc. También se deberá prestar atención a la
toma de sucedáneos de jamón cocido, como los
denominados fiambres de jamón, a los que se autoriza el añadido de féculas, proteínas y otras partes del cerdo, además de aditivos, para formar un
conglomerado o pastel compacto.
7.3. Ingesta excesiva de
lácteos y derivados desnatados
El consumo generalizado de leche desnatada por
los niños pequeños no está justificado desde el punto de vista nutricional, salvo indicación médica expresa. Como razones cabe citar el papel que juegan
los lácteos en el aporte energético del niño, que al
tomarlos desnatados disminuye de una manera considerable, y el hecho de que la leche desnatada esté
desprovista no sólo de grasa, sino también de las vitaminas liposolubles disueltas en ella, muy necesarias
en un momento crítico de crecimiento.
7.4. Aporte excesivo de sal
Una correcta educación del gusto desde la infancia evitaría los dificultosos cambios de hábitos
a los que se ven obligados quienes de adultos precisan reducir la cantidad de sal en su dieta diaria.
Por ello no deben salarse excesivamente las preparaciones, con el fin de acostumbrar al niño al sabor
propio de los alimentos, disminuyendo consecuentemente la ingesta de sal.
7.5. Obesidad
Algunas estadísticas llegan a mostrar una incidencia del 13% de obesidad en estas edades, co-
Nutrición en el niño de corta edad...
mo consecuencia de una ingesta excesiva de energía. Esto es debido a la utilización en demasía de
productos de escaso de valor nutritivo, tales como golosinas, snacks, refrescos, etc., especialmente entre las principales comidas; al uso frecuente de alimentos excesivamente grasos (cordero,
quesos curados, frutos secos oleaginosos fritos,
etc.); o al consumo de bebidas refrescantes azucaradas con extracto de cola, sabor a limón o naranja, etc.
Todo ello puede originar un exceso de peso y,
consecuentemente, en muchos casos predispondrá a obesidad en la época de adultos. Aproximadamente un 30% de los obesos adultos tiene una
historia previa de obesidad; de ahí la importancia
de una dieta adecuada y equilibrada durante la infancia (ver Capítulo 3.18).
7.6. Alergias alimentarias
Con la introducción en la dieta de un alimento nuevo, existe la probabilidad de que se inicie
una alergia a dicho alimento. La frecuencia de alergias alimentarias es muy variable y, según los autores, oscila entre el 0,3 y el 38%. Los niños que son
hijos de padres con alergias alimentarias las padecen con mayor asiduidad (ver Capítulo 4.42).
7.7. Caries dental
La caries dental es una de las más comunes enfermedades nutricionales, y se ve favorecida por la
ingesta excesiva de azúcares en esta edad. Una forma de prevención será mediante el aporte de flúor,
que variará dependiendo de su contenido en el
agua de consumo.
7.8. Intolerancia a la lactosa
La detección de una baja actividad de lactasa es
muy frecuente, y su incidencia varía en función de
la raza, oscilando entre el 5 y el 35% en la raza blanca en los primeros años de vida. Estos niños iniciarán su sintomatología clínica (diarreas, dolor abdominal, retraso en el crecimiento, etc.) en estas
edades, por lo que habrá que limitar su ingesta de
lactosa (ver Capítulo 4.5).
8. Dificultades más
comunes en relación con la
alimentación en estas edades
Muchas dificultades relacionadas con el consumo de alimentos provienen de unas inadecuadas
costumbres adquiridas en los primeros años de vida. Para los niños de estas edades, la familia es la
principal influencia en el desarrollo de los hábitos
alimentarios. Los padres y los hermanos de mayor
edad son modelos importantes para los pequeños
en su aprendizaje e imitación. Pero, pasado el primer año de vida y en cierto modo el segundo, a esto se une de manera importante la sociedad que le
rodea; en primer lugar, otros componentes de la familia (abuelos, tíos, amigos...), quienes ofrecen alimentos al niño, tales como dulces, helados y golosinas diversas, que pueden afectar significativamente
su comportamiento alimentario; y, por otra parte, el hecho de comer en la guardería, ya que esto
constituye una parte importante de la dieta diaria
que se repite 5 días a la semana, durante muchas
semanas al año.
Las necesidades energéticas de los niños pueden
variar mucho durante estas edades, por lo que se
aconseja respetar, en la medida de lo posible, la
sensación de saciedad o de hambre expresada por
los propios niños. Por ello, es una equivocación
querer estandarizar la alimentación en función de
la edad, obligar a todos los niños a tomar la misma cantidad y al mismo tiempo, e intentar que consuman cantidades parecidas a las de los adultos. Si
se fuerza al niño a aceptar la ración y el ritmo que
teóricamente le convienen, se crean conflictos inevitablemente.
8.1. Inapetencia hacia
los alimentos
La inapetencia infantil es uno de los motivos de
mayor preocupación de los padres en este periodo.
Esto es debido a que muchos de ellos desconocen
o no entienden la disminución fisiológica del apetito que se da después del primer año de edad, razón por la cual fuerzan a comer a sus hijos.
Es necesario diferenciar la inapetencia reciente
de la habitual. La inapetencia reciente es la que aparece cuando el niño sufre una enfermedad aguda,
y lo más probable es que ésta desaparezca cuando
se resuelva la enfermedad. En este caso se pueden
seguir las siguientes pautas dietéticas:
• Fraccionar las comidas en varias tomas de menor volumen.
• Ofrecer líquidos entre horas, no durante las principales comidas, para no disminuir el apetito del niño.
• Enriquecer los platos para que éstos sean más
nutritivos; por ejemplo, añadiendo leche en polvo
al vaso de leche, quesitos o clara de huevo cocida
en el puré, o galletas en el batido de frutas.
La inapetencia habitual es la que se prolonga en
el tiempo, y puede ser verdadera o falsa. La verdadera inapetencia es aquella que frecuentemente se
presenta en un niño con un peso por debajo del
normal para su edad. Esta situación suele ser generalmente sinónimo de enfermedad. Una historia clínica y nutricional detallada, unida a una exploración
física completa, permiten realizar el diagnóstico
y comenzar el tratamiento lo antes posible, para
que el niño pueda reiniciar una alimentación adecuada y recuperar su peso.
En cambio, la inapetencia falsa se debe sospechar
cuando el niño ingiere muchas golosinas, toma zumos todo el día o abundante cantidad de leche, come
a deshora, consume dulces antes de las comidas y no
acepta determinados alimentos, como, por ejemplo,
verduras, presentando un ritmo de crecimiento normal. En ese caso, la familia debe ser tranquilizada e informada de cómo manejar a estos niños, para lo que
se proponen algunas recomendaciones:
• Cumplir con las cuatro comidas principales diarias (desayuno, comida, cena y almuerzo o merienda), controlando la alimentación entre comidas.
• Comer el menú según el orden de su presentación. Probar con alimentos nuevos en pequeñas
dosis, negociar una cantidad mínima y, aunque algunos productos sean rechazados, no ceder a los caprichos. También se recomienda evitar que la comida este muy fría o muy caliente, porque hay
muchos niños que la prefieren tibia.
• Habitualmente es aconsejable servir porciones pequeñas y permitir que repitan. Una regla útil
es ofrecer una cucharada de comida por cada año
de edad inicialmente, y luego darles más si tienen
más apetito.
• Los padres proporcionan a sus hijos comidas
cada vez más complejas, alimentos amargos, dulces, duros, suaves, gomosos y crujientes, y los niños pueden tener su primera experiencia con alimentos que son duros de masticar (como la carne)
o que tienen un gusto extraño (como los pepinillos). Así pues, no debe sorprender el hecho de que
ellos se resistan o no cooperen.
• Cuando el niño adopta una conducta inadecuada a la hora de comer, los padres no se deben manifestar con gritos, enfado o castigos, sino retirar el
plato una vez finalizado el tiempo acordado, sin darle otro alimento hasta la comida siguiente. No tiene sentido “chantajear”, “comprar” o “castigar” al
niño para conseguir que coma. Forzándole a tomar
un determinado alimento se puede motivar que los
rehúse todos y que quede condicionado a rechazar
la comida, ya que el acto de comer se convierte para él en algo incómodo y poco placentero.
• Permanecer en la mesa durante el tiempo que
dure la comida. Se debe evitar compaginar la comida con otras actividades (TV, radio, juegos…).
• La atmósfera a la hora de comer y el comportamiento de cada uno de los miembros de la familia en la mesa pueden estimular al niño a imitar a los
demás y, de esta manera, a comer de forma correcta.
Si un miembro de la familia rechaza un determinado
alimento, el niño puede imitar su comportamiento.
• Tener en cuenta las preferencias del niño y cuidar la presentación de los platos. Un plato decorado con gusto, las raciones individuales, los platos
sorpresa o el hecho de explicar un cuento excitan más el apetito que la monotonía de una comida que se repite cada semana.
• Hacer hincapié en que los alimentos nutritivos
también saben bien y no sólo tiene que comerlos porque son buenos para él. Conviene utilizar frutas frescas o secas o yogures de sabores como recompensas
o como alimentos entre comida, en lugar de golosinas,
pasteles y galletas, porque estos últimos pueden desarrollar un exagerado gusto por las cosas dulces.
8.2. Negativismo
En la mayoría de las ocasiones, el rechazo a alimentos concretos suele ser transitorio, y con el
tiempo vuelven a introducirlos en la dieta diaria. Pero algunas veces persiste el rechazo a determinados
alimentos o comidas. Esto es lo que se ha denominado “negativismo”. Suele darse en niños dominantes,
consentidos, con sobreprotección. La permisividad
de la familia por diferentes motivos hace que el pequeño satisfaga siempre sus deseos. En estos casos,
algunas de las pautas a seguir serían las siguientes:
Nutrición en el niño de corta edad...
• Dar a probar variedad de alimentos y sabores
de forma distendida, no con imposiciones fuertes.
• Negociar la cantidad mínima a comer de cada
plato. Se le puede exigir que pruebe al menos una
parte simbólica antes de negarse a comer.
• No sustituir un alimento rechazado por otro
de mayor agrado. Si rehúsa el primer plato por el
segundo, condicionar la toma del segundo a una
mínima cantidad del primero.
• La comida no debe durar más de 30 minutos;
al final de este tiempo, conviene retirar el plato tal
y como esté, sin comentarios ni dramas, y no darle
nada hasta la comida siguiente.
• No se deben emplear nunca los alimentos como premio o castigo, ya que esto puede conducir
a conductas alimentarias negativas, caprichos, rechazo o aversión por ciertos alimentos.
• No perder los nervios, no gritar ni amenazar.
8.3. Comportamiento
inadecuado en la mesa
Existen unas normas relativas a los hábitos higiénicos y de comportamiento que se tratará de inculcar a los niños desde pequeños.
• Higiene. Antes de manipular cualquier alimento se ha de manifestar la necesidad de lavarse
correctamente las manos. Lo mismo ocurre con la
higiene bucal, que se debe tener en cuenta una vez
finalizada cada comida.
• Posturas en la mesa. En estas edades hay
que enseñar al pequeño a comer sentado, a permanecer en la mesa hasta que finalice la comida,
a mantener la espalda erguida, y procurar que no
extienda los codos. Se recomienda usar sillas y mesas especiales para niños o dispositivos que les permitan comer en la mesa con el resto de la familia.
• Uso de utensilios. El niño de un año de
edad se sirve principalmente de los dedos para comer y puede requerir ayuda al utilizar una taza. Hacia los dos años puede sostener la taza con una
mano y también emplear la cuchara, pero en ocasiones todavía prefiere usar las manos. Hacia los
3 años ya se puede hacer general el uso de cuchara
y tenedor; sin embargo, habrá que echar una mano
en la utilización del cuchillo. Las cucharas gruesas
o de mango corto y los tenedores permiten una
sujeción más fácil y descansada; por su parte, los
tazones, los platos y las tazas deberán ser irrompibles y lo suficientemente sólidos como para que
no se vuelquen.
9. Resumen
 El periodo de 1-3 años de edad se caracteriza
por ser una etapa de transición entre la fase de
crecimiento muy rápido propia del lactante y
el periodo de crecimiento estable que se extiende desde los 3 años hasta el comienzo de la
pubertad.
 Ésta es una fase madurativa en la que el niño
realiza avances importantes en la adquisición de
funciones psicomotoras, al tiempo que sus funciones digestivas y metabólicas van alcanzando
un grado de madurez suficiente para aproximar
su alimentación a la del adulto. En esta época de
la vida, el niño debe aprender a comer, a manejar alimentos semilíquidos y más tarde sólidos;
es todo un proceso de desarrollo que implica
masticar, saborear y familiarizarse con los olores
y texturas de los alimentos, así como manipularlos, tragarlos y asimilarlos, con el fin de incorporarse poco a poco a la dieta familiar, aprendiendo
patrones específicos que influirán decisivamente
en sus hábitos alimentarios de adulto.
 Los niños a estas edades son caprichosos y tienen tendencia hacia los dulces y golosinas que
a veces se les ofrecen, por lo que hay que poner
especial cuidado en su conducta alimentaria, la
cual puede estar sujeta a determinadas aversiones y preferencias, lo que puede conducir
en ocasiones a una dieta carente de algunos
nutrientes.
 Durante esta época de la vida, las necesidades
nutricionales son variables dependiendo del
desarrollo del niño (peso y talla) y del grado de
actividad (unos niños son tranquilos, otros son
activos y unos pocos son hiperactivos). Las
necesidades energéticas se sitúan en torno a
las 100 kcal/kg/día, aproximadamente 1.3001.500 kcal/día.
 A partir de los 12 meses de edad debe iniciarse
progresivamente la introducción de alimentos con
una textura más gruesa, para ir acostumbrando
al bebé a alimentos troceados. Para empezar, una
buena solución es darle productos que sean fácilmente chafados con el tenedor, e ir cambiando
a troceado pequeño. Todo ello dependiendo de
cada niño y de su rapidez en el aprendizaje de la
masticación. El objetivo es que al llegar a los 1824 meses coma los alimentos troceados.
 Durante esta época también debe producirse un
cambio estratégico en su alimentación y pasar
del concepto de plato único a una comida compuesta por un primer plato, un segundo plato
y finalmente un postre. A partir de los 2 años,
el niño hace 4 comidas al día -desayuno, comida, merienda y cena-, y en algunos casos puede
tomar un suplemento lácteo en forma de leche
con galletas antes de acostarse. La manera
de repartir los aportes calóricos de estas 4 comidas básicas reviste mucha importancia, pues
estos hábitos alimentarios adquiridos en los primeros años serán la guía para la época adulta.
 Se ha de procurar que el niño no adopte conductas alimentarias caprichosas y monótonas,
con preferencia hacia unos alimentos y aversión hacia otros, que pueden conducirle a llevar
una alimentación carencial en alguna sustancia
nutritiva.
 En resumen, se debe proporcionar una dieta
equilibrada, variada y completa que asegure un
crecimiento y desarrollo óptimos, evite carencias
nutritivas y pueda prevenir enfermedades cardiovasculares del adulto y obesidad.
Nutrición en el niño de corta edad...
10. Bibliografía
Ballabriga A, Carrascosa A. Nutrición en la edad preescolar
y escolar. En: Ballabriga A, Carrascosa A (eds.). Nutrición en la
infancia y adolescencia, 2ª ed. Ergon. Madrid, 2001: 425-47.
Capítulo en el que se analizan con detalle las características de
la alimentación en la edad preescolar.
Food and Nutrition Board. Institute of Medicine. Dietary
Reference Intakes (DRI) for calcium, phosphorus, magnesium,
vitamin D and fluoride, 1999.
Primer informe publicado sobre las DRI en el que se concretan
las ingestas de calcio, fósforo, magnesio, flúor y vitamina D.
Food and Nutrition Board. Institute of Medicine. Dietary Reference Intakes (DRI) for energy, carbohydrate, fiber, fat, fatty
acids, cholesterol, protein and amino acids, 2002.
Se establecen aquí las ingestas recomendadas sustentadas en
indicadores objetivos que estiman las calorías según el balance
energético, reconociendo que las recomendaciones anteriores
eran excesivas, al basarse en ingestas de poblaciones sobrenutridas. Se estiman las ingestas totales diarias de hidratos de
carbono, fibra, proteínas y grasas.
Food and Nutrition Board. Institute of Medicine. Dietary Reference Intakes (DRI) for thiamine, riboflavin, niacin, vitamin B6,
folate, vitamin B12, pantothenic acid, biotin and choline, 1999.
Primer informe publicado sobre las DRI en el que se especifican
las ingestas sobre vitaminas.
Food and Nutrition Board. Institute of Medicine. Dietary
Reference Intakes (DRI) for vitamin A, vitamin K, arsenic, borum, chromium, copper, iodine, iron, manganese, molybdenum,
nickel, silicon, vanadium and zinc, 2002.
Informe complementario a los publicados sobre las DRI, en el
que se determinan las ingestas de vitaminas y minerales no descritos anteriormente.
Food and Nutrition Board. Institute of Medicine. Dietary Reference Intakes (DRI) for vitamin C, vitamin E, selenium and
carotenoids, 2000.
Informe complementario al publicado en 1999 sobre las DRI, en
el que se establecen las ingestas sobre vitaminas.
Hernández Rodríguez M. Alimentación del niño de 1 a 3 años.
En: Hernández Rodríguez M (ed.). Alimentación infantil, 3ª ed.
Díaz de Santos. Madrid, 2001: 67-72.
Capítulo en el que se exponen las necesidades energéticas y de nutrientes para estas edades, así como los menús más recomendados.
Leis R, Tojo R, Castro-Gago M. Nutrición del niño preescolar
y escolar. En: Tojo R (ed.). Tratado de Nutrición pediátrica.
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Este capítulo analiza con detalle las características de la alimentación en la edad preescolar y la evolución de la dieta y
la situación en España.
Mataix Verdú J, Alonso Franch M. Nutrición en situaciones
fisiológicas. Niño preescolar y escolar. En: Mataix Verdú J.
(ed.). Nutrición y alimentación humana. Ergon. Madrid, 2001:
425-47.
Otro capítulo que examina pormenorizadamente las características de la alimentación en la edad preescolar.
Peña Quintana L. Alimentación del preescolar y escolar. En:
Protocolos diagnósticos y terapéuticos en pediatría. Gastroenterología-Hepatología-Nutrición. Tomo 5. AEP, 2002:
321-8.
Capítulo dentro de los protocolos publicados sobre nutrición
infantil por la Asociación Española de Pediatría, en el que se analizan las características de la alimentación en la edad preescolar,
se sugieren menús y recomendaciones.
Requejo AM. Alimentación durante la fase de crecimiento estable: la etapa preescolar y escolar. En: Varela P (ed.). Alimentación infantil. Aspectos de interés farmacéuticos. BJ Libros y
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Capítulo del libro sobre alimentación infantil, centrado, en este
caso, en la alimentación durante la edad preescolar.
Ros Mar L. Alimentación del escolar. En: Bueno M, Sarriá A,
Pérez-González JM (eds.). Nutrición en pediatría, 2ª ed. Ergon.
Madrid, 2002: 201-7.
Texto en el que se detallan las características de la alimentación
en la edad preescolar y los mecanismos que la regulan.
Ros Mar L, Ferreras A, Martín J. Nutrición en la primera
infancia (0 a 3 años). En: Tojo R (ed.). Tratado de Nutrición
pediátrica. Doyma. Barcelona, 2001; 399-410.
Otro capítulo del libro sobre nutrición infantil que, en este
caso, describe los periodos de alimentación según las etapas
de evolución de los diversos órganos, así como los patrones
alimentarios y las variantes que influyen en la adquisición de los
hábitos alimentarios.
Sierra Salinas C, et al. Revisión del papel de la fibra en nutrición infantil. Pediátrika 2000; 20 (4): 129-37.
Aquí se analiza el concepto de fibra según los diferentes organismos en nutrición. Incluye la clasificación dietética y funcional,
los componentes de la fibra, sus funciones, sus fuentes dietéticas
y una serie de consideraciones prácticas para su ingesta en las
diferentes edades.
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